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Mi historia (24: Diciembre 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 2 al 8 de Diciembre

Los dos primeros días de la semana fueron totalmente monótonos y nada especialmente interesante ocurrió. Fueron lunes y martes típicos donde el primer día trabajaba hasta antes para aprovechar que Rocío no tenía masters

El miércoles estuve todo el día mirando números con Ana y es que ya tenía preparados los números definitivos de los primeros seis meses del año. A la hora de comer fuimos Ana y yo con Raquel y Mike para que ellos también estuvieran al tanto aunque con menos detalle. Tras seguir trabajando solo por la noche me fui con Rocío esa tarde, tras recogerla en su trabajo, a comprar mi coche nuevo. El coche me iba a costar 50.000 euros pero me darían 15.000 por mi Audi A4 y así solo tuve que pagar 35.000 euros. Nos lo entregarían dos semanas después. Fuimos a cenar juntos para celebrarlo a uno de nuestros restaurantes favoritos y esa noche, al llegar a casa, hicimos el amor con pasión. Creo que en parte fue porque si bien ese Mercedes iba a ser para mi fue también nuestra primera compra grande en pareja. Era el coche familiar.

El jueves trabajé todo el día hasta las diez menos cuarto de la noche. Principalmente con Marga y Alberto interesándome por los nuevos negocios. Todo iba bien para lanzar nuestra primera tienda de ropa infantil a mediados de Enero. Alberto también avanzaba con la empresa de telefonía. El jueves siguiente tendríamos una reunión los tres socios con ellos para que nos contaran con mas detalle. A las diez menos cuarto de la noche salí para recoger a Rocío del masters e irnos directamente a Cuenca a pasar el fin de semana con los padres. Llegamos algo antes de las dos y los padres aun estaban despiertos al igual que Diana y Jorge. La mujer de Jorge estaba ya durmiendo pues con el embarazo de ya mas de seis meses se notaba mas cansada. Nos saludamos y fuimos directamente a dormir.

El viernes era fiesta en toda España, el día de la constitución, y los padres de Rocío tenían que ir a un evento social y Diana iría con ellos. Jorge y su mujer, María Rosa, había salido ya con unos amigos. Cuando me desperté estaba Rocío mirándome desde fuera de la cama con una sonrisa en la cara.

– Estamos solitos – dijo

Yo solo sonreí y di un par de golpecitos en la cama para que ella se tumbara junto a mi. Yo estaba con mi pijama de invierno, que no era muy grueso, mientras que ella llevaba un camisón rosa con puntitos blancos que, en la zona del escote, estaba tapada con tela blanca y puntitos rosa con botones en rosa en el cuello. Tras unos segundos hablando en la cama empezamos a besarnos mientras ella mi quitaba, poco a poco, la parte superior del pijama. Yo tocaba sus tetas por encima del camisón y notaba que no llevaba sujetador. Recordaba que no se lo había quitado al ir a la cama. Se lo debía haber quitado en los últimos momentos. Mientras la besaba empecé a quitarla el camisón y pronto lo tuve fuera de ella. Una vez se lo quité del todo me lancé a besar sus tetas, tumbándola en la cama, y pronto baje para dedicarme a lamer su coño apartando su braguita de la raja. Tras unas lamidas en su raja subí un poco para volver a besarla e intercambiar saliva antes de volver a bajar a la altura de su tanga para proceder a quitárselo quedando así ella totalmente desnuda. En ese momento volví a llevar mi boca a su conejo donde lo lamí con pasión mientras mi mano buscaba su pecho. Dediqué un buen rato a chupar su conejo y a intentar meter un poco mi lengua en su interior. Ella poco a poco aumentaba sus gemidos y los acompañaba con caricias en su pecho, con una mano, y en mi pelo, con la otra. Cuando sus gemidos ya eran muy grandes subí hacia ella, besando su cuerpo, tras parar para sonreirla un rato, la besé con pasión. Volvimos a separarnos y besarnos pasando a tumbarme yo boca arriba en la cama y empezar a quitarme mi pantalón del pijama quedando en calzoncillos. Ella dedicó un rato a besar mi pecho mientras yo acariciaba su culo antes de bajar y, tras bajarme un poco los calzoncillos, empezar a hacerme una mamada. La introducía en su boca y la lamía por toda su extensión alternativamente haciendo, a la vez, movimientos con su mano a lo largo de la base de mi polla. Jugaba con los ritmos de la mamada y con la cantidad de polla que se introducía en la boca. A veces apenas me echaba el aliento y otras veces se metía el falo hasta el fondo. Sin poder aguantar mas la aparte de encima mía y me terminé de quitar los calzoncillos. Ya desnudos los dos nos sonreímos un rato, un instante, y volvía tumbarme en la cama subiéndose ella sobre mi para que pudiera penetrarla con ella encima. Ella no estaba muy erguida de tal manera que no era una cabalgada. Es mas, el esfuerzo físico lo hacíamos los dos y su pecho reposaba sobre el mio. Tras un beso lleno de pasión ella se empezó a mover con algo mas de fuerza mientras me ponía las tetas en la cara para que se las mamara. Hice lo posible pues rápidamente empecé a llevar yo el ritmo incrementando este pero, tras un maravilloso beso, ella retomó el control con mi polla dentro de su coño y movimientos circulares sin sacarla. Nuestros gemidos ya eran una barbaridad. Si sus padres entraran en el terreno, aun fuera de la casa, tenían que ser capaces de oírnos. Yo estaba alterado con la sangre hirviendo y la saqué de encima mi poniéndonos de lado, uno frente al otro y besándonos. Tras unos segundos de beso sin penetración la tumbe en la posición del misionario y empecé a follarla con movimientos circulares y violentas penetraciones. Ambos gritábamos y noté que ella empezó a correrse. Las contracciones de su vagina eran lo poco que faltaba para ayudarme a correrme y tras dos embestidas mas me uní a ella en el orgasmo. Caímos rendidos pero rápido ella se levantó, rompiendo el momento, para ventilar un poco la habitación. Mientras se ventilaba ambos desayunamos. Cuando los padres llegaron todo estaba en perfecto estado de revista. Ellos sabían que su hija y yo follábamos pero no nos gustaba que supieran que alguna vez lo hacíamos en su casa. Fuimos todos a comer a la ciudad pero volvimos a tomar café a casa pues María Rosa estaba cansada. El resto del día fue totalmente familiar y Rocío y yo estuvimos oyendo cintas de coros locales a los que podríamos contratar para la boda. Tras oír un buen número nos decidimos por uno a medio camino entre lo clásico y lo moderno. Esa noche nos fuimos a la cama pronto.

El sábado me levanté con un sudor frío y desperté a Rocío.

– Mañana es el cumpleaños de tu hermana y no tenemos regalo

– Mierda – dijo ella – Tienes que entretenerla mientras compro algo esta mañana en el centro.

– No va a colar – dije – Vamos a todos lados juntos y si es por algo de la boda que no puedo ver va a querer ir contigo.

Nos quedamos ambos en silencio. Yo me estaba estrujando la cabeza y no me salía nada. De repente veo a Rocío sonreír.

– ¿Pero en serio creías que se me había olvidado el cumpleaños de mi hermanita?

– ¡Y yo que se! ¿Cuando lo has comprado? Siempre lo hemos comprado juntos.

– Lo compré cerca del trabajo cuando estábamos enfadados. No podía jugármela y esperarte. Lo llegamos a arreglar una semana mas tarde y no nos da tiempo.

Sonreí y moví la cabeza indicando que estaba en todo. La dí un beso en la boca y me dejé caer sobre la cama mas relajado.

– Vamos a levantarnos – dijo – Que hoy tenemos comida con mis amigas

Tras desayunar pasamos un rato con los padres y nos fuimos al centro donde estuvimos de caña con sus amigas y las parejas de ellos hasta que llego la hora de ir a comer a un restaurante céntrico que habían reservado. Era la cena de amigas que hacían por navidad que, ese año, se había adelantado. Rocío era la primera de las amigas que se iba a casar y ese año era protagonista absoluta. Lo cual, de pasada, me convertía a mi en protagonista. Aunque la verdad es que las amigas pasaban mucho de mi y acorralaban a preguntas a su amiga. Yo mientras lo pasaba muy bien con los novios de las amigas. Uno de ellos ya trabajaba para mi y era el nuevo subdirector de ventas. Es lo que tiene estar en una empresa con nuestro crecimiento. Si eres bueno en poco estas en una posición muy buena. Los otros los conocía bien y con alguno, como Pedro, me llevaba muy bien. Ese día hable con Pedro para que me mandara su CV cuando acabara las prácticas que tenía que hacer para acabar la carrera de informática. Tras la comida y los cafés todo el grupo se dedico a pasear por Cuenca y acabamos en casa de una de las chicas ya que sus padres no estaban. Unas copas y se nos echó encima la hora de cenar. Salimos a tomar unas tapas por Cuenca y acabamos en el bar donde solían ir las amigas. A la una y media, destrozados tras doce horas fuera de casa sin parar, nos fuimos a dormir.

El domingo tocaba volver a Madrid pero antes teníamos algo que era muy importante para las hermanas. El cumpleaños de la pequeña, Diana. Como era habitual fuimos a un restaurante a celebrarlo y tras la comida llegaron los regalos. Yo no sabía que la habíamos comprado pero pronto descubrí que eran unos zapatos de Channel clásicos con taconazo y unos vaqueros de pitillo. Al parecer era para llevarlo todo junto. Unos vaqueros con zapatos de vestir de señora mayor. Por lo visto era lo mas ese año. Tras ver la cara de felicidad de Diana decidí no hacer ningún comentario chorra. Tras la comida la vuelta a Madrid. Diana volvió con su hermano.

– ¿Cuanto te debo por el regalo? – dije ya en el coche

– Nada cariño. ¿No vamos a estar en gananciales? - dijo con rintintin

– Si pero eso es después de casarnos

– Antes de casarnos tu lo pagas todo, dejame que yo pague el regalo de mi hermana.

– Como quieras – dije intentando evitar una discusión por dinero

Hacia las nueve de la noche llegamos a Madrid y tras cenar algo y ver un poco la tele nos fuimos a dormir.

02. Semana del 9 al 15 de Diciembre

Rocío tenía esa semana masters viernes y sábado así que me esperaba una semana de mucho trabajo. Pero por otro lado tampoco tenía nada especial. Ni viajes ni comidas ni muchas reuniones en el calendario. Así el lunes lo dediqué a contestar mails y a ver con Ana como llevaba la contabilidad de ese mes. Relativamente pronto había acabado con todo y decidí ir con Rocío a casa de mis padres a cenar. Cuando llegamos a casa mis padres adoptivos estos nos esperaban en el hall y fuimos directamente al salón a hablar. Se mostraron muy contentos de ver que ya habíamos dejado totalmente atrás nuestro rifirafe del mes anterior. En la cena Rocío dio las noticias que queríamos comentarles:

– Nos gustaría volver a pasar la nochevieja con vosotros – dijo – En principio habíamos pensado rotar este año y pasar aquí navidad y nochevieja con mis padres pero mi hermano va en Navidad y quiero estar con el ya que estará su mujer a solo dos meses de dar a luz

– Cariño – dijo Manuela – No tienes que justificar nada. Lo entiendo perfectamente. Estamos mas que encantados con que penséis en nosotros como vuestra familia y queráis pasar una noche así con nosotros.

– Pero – dije yo - ¿como no vamos a pensar en vosotros como familia si eres mi madrina en la boda y te voy presentando como mi madre?

Manuela sonrió y dijo:

– Sois un encanto. Vamos a seguir cenando que no me quiero poner a llorar y dar la nota.

Y seguimos cenando y tras la cena charlamos en el salón de estar de la casa sobre diferentes temas aunque, como venía siendo habitual, la boda era un tema recurrente. Cerca de la medianoche nos fuimos y pasada esta llegamos a casa. Estábamos cansados y nos esperaba, sobre todo a Rocío, una dura semana por lo que no hicimos el amor esa noche.

Martes y miércoles monotonía total. Días de mucho trabajo y poco tiempo para pasar con Rocío pero el trabajo no fue especialmente interesante. El miércoles si salí algo antes, hacia las ocho, para poder pasar unas horas con Rocío pero el martes con ella en el masters llegué casi a la hora en la que ella llegaba a casa y apenas cenamos juntos.

El jueves teníamos una importante reunión para ver la evolución de las nuevas empresas con Mike, Marga, Alberto y Raquel. Marga nos informó como iba todo de cara al lanzamiento de nuestra primera tienda de ropa de niños y Alberto nos comentó como iban los primeros pasos de nuestra futura empresa de venta de móviles para empresas y autónomos. Todo parecía listo para el lanzamiento de la tienda de niños. Era el momento de decidir en que centro comercial lanzarlo y al final fuimos con el centro comercial en el que montamos nuestro primer restaurante y tienda de moda ya que ambos negocios iban algo mejor que nuestros segundos restaurantes y tienda de moda, aunque esta estaba recién abierta.. A las cinco y media acabo la reunión y todos se fueron a terminar de contestar mails y dar por finalizado el día. Como Rocío tenía masters yo aprovecharía hasta las nueve para ir cerrando temas. A eso de las siete y media entró Raquel. Vestía de ejecutiva agresiva. Su traje cuando tenía reuniones. Una falda negra hasta justo las rodillas ajustada al cuerpo con una camiseta del mismo color y manga larga y chaqueta, también negra, muy entallada. Como único adorno su reloj y su anillo de casada y en los pies unas maravillosas sandalias de tacón de nueve centímetros de altura. Se acercó a mi con cara de niña traviesa mientras se quitaba la chaqueta que dejé en una silla. Se puso a mi lado y pude tocar su rodilla levantando un poco la falda. Ella se hizo la digna y apartó mi mano. Me sonreía y veía que quería jugar. Y a mi no me importaba. En unos segundos empecé a improvisar.

– Señorita Raquel me alegro que esté usted aquí

– Señora si no le importa

– Señora. Sepa usted que estamos encantados con su rendimiento. Si hace lo que tiene que hacer puede llegar muy lejos en esta empresa.

– Gracias señor

– Acérquese, no tenga miedo.

Se acercó con cara de pavor y empecé a acariciar un poco su figura aun sentando en mi silla. Ella se dejaba pero ponía cara de resignación y de dudas. Me levanté y seguí tocando su cuerpo.

– Me gusta su actitud. Se nota que sabe lo que le conviene.

– No se si esto es buena idea señor – dijo

– Pero usted quiere ascender supongo

– Claro señor. La empresa es muy importante para mi.

– Venga y póngase cómoda. Siéntese en mis rodillas

Y procedí a sentarme de nuevo en la silla.

– No entrará nadie, ¿verdad?

– Nadie entra aquí sin llamar antes

Aun se negaba un poco a los contactos y se mostraba algo confusa. Pronto bese su mejilla poniéndose falsamente nerviosa. La miraba a los ojos y jugaba con su barbilla. Acerqué mi boca a la suya sin besarla durante un par de veces hasta que la robe un piquito. Ella aun jugaba su papel de mujer acosada. Cada piquito recibía un avance de ella un poquito mayor y pasé a abrazarla. Tras jugar mi manos un rato por su espalda la hice arrodillar y, tras jugar con su pelo, pasé a besarla con locura. Me separé seguí con el juego.

– Desabrócheme la camisa – dije

Con falso pudor empezó a quitarme uno a uno los botones hasta que estuve sin ella mientras yo acariciaba su pelo y cara. Una vez estuve sin camisa dije:

– Ahora los pantalones

– ¿Los pantalones?

– Si, hágalo

Y tras quitarme el pantalón empezó a desabrochar mi cremallera para bajar mis pantalones y calzoncillos de una vez. Ponía aun cierta falsa resistencia. Me estaba encantando el juego pues parecía, su reticencia, totalmente real. Era una actriz de lujo. Una vez sin pantalones y calzoncillos la dije:

– Bese mi polla

– Eso no se lo hago ni a mi marido señor

– No soy su marido. A mi no tiene que amarme. Solo darme placer.

– Lo que diga

Y empezó a meterse toda la polla en la boca jugando con su lengua una vez me tenía ensartado y sacándosela del todo para juguetear con su lengua y mi capullo. Sus manos empezaron a jugar con mi pecho y ya no sabía si era la mujer a la que falsamente estaba forzando o mi amante desde hace cuatro años. La quité la camiseta e inmediatamente fui a por su sujetador. Una vez lo tuvo fuera nos besamos pasionalmente con nuestras lenguas jugando una batalla loca por ocupar la boca del otro. Tras un ratito ella volvió a lanzar su boca a mi polla y me la chupo con locura. Con una de mis manos despejé un poco la mesa de mi despacho y la levanté. Bajé la cremallera de su falda y bajé esta hasta el suelo. La levanté y la tumbé boca arriba en mi mesa. Con sus piernas abiertas y su minúsculo tanga apuntando hacia mi volví a sentarme en mi butaca y, acercándome a ella, empecé a chupar su conejo. Ella empezó a gemir con fuerza y, para mi sorpresa, se corrió bastante rápidamente. La sorpresa me hizo romper el juego

– ¿Y eso? - pregunté

– No se, el juego me ha puesto muy caliente. He venido a follar contigo y nos hemos montado esta película y no he podido aguantar. Estoy caliente. Olvidémonos de este rollo y vamos a follar.

Me encogí de hombros y, con ella aún en mi mesa abierta de patas, la apunté mi pene a su conejo. Violentamente empecé a perforarla y es que su relato de su calentura había causado estragos en mi. Fueron unos minutos de follada bestial hasta que la levanté y me senté en mi silla donde seguí haciendo yo el trabajo aunque esta vez con ella encima. Estaba apunto de correrme pero notaba que ella también y así lo que hice fue incrementar el ritmo a la vez que empecé a besarla cuando la fuerza de las embestidas me lo permitía. Tras unos minutos de polvo me corrí en su interior notando como, a mitad de corrida mas o menos, ella llegaba por segunda vez. Con ella medio ensartada por un ya solo medio erecto pene descansamos un poco hasta que ella se fue a asear. Yo decidí dar el día por terminado y, tras descansar un poco y asearme, me fui a casa a preparar la cena para Rocío. La historia de Raquel me tenía a cien pero Rocío estaba muy cansada y esa noche solo echamos un polvo rápido. Hubiera intentado un tercero ese día.

El viernes tenía dos cosas. La reunión mensual con Mike y Raquel, a la que ahora se unían Marga, Alberto y Ana y el cumpleaños de Ángel, nuestro director general de la empresa de importación de calzado. En la reunión Ana nos contó los números de las empresas. Las empresas tuvieron datos muy similares a los de Octubre en cuanto a facturación, y Octubre fue un buen mes, pero con menos gastos excepcionales quedándose la facturación en casi dos millones y medio y unos beneficios de alrededor de 625.000 euros lo cual era un récord para nosotros. Una vez se fue Ana tras presentarnos las cifras nos quedamos con Marga y Alberto que nos hicieron ver que solo era récord en beneficios porque no tuvimos ninguna apertura especial. Tenían razón pues octubre había sido mejor sin el gasto excepcional de Octubre para la apertura de la segunda franquicia de moda. Tras la reunión me fui a comer con Ángel, David y la mujer de Ángel, Esther, para celebrar el cumpleaños de este. Raquel se incorporó a los cafés pero Mike no pudo venir pues tenía una comida de negocios. Una vez terminé la comida volví a trabajar un rato y, tras dos o tres horas de oficina me fui a ver regalos de Reyes antes de ir a recoger a Rocío. Cenamos juntos en una tratorria muy romántica y nos fuimos a casa a descansar pues Rocío madrugaba. Por suerte dedicamos un rato a hacernos el amor esa noche.

El sábado leí la prensa con un café y un croissant en casa mientras dejaba pasar el tiempo para que Rocío y Laura salieran del masters. Ese día pasaríamos todo el rato con ellos tras la salida de ellas. Como siempre fue espectacular aunque Antonio metió demasiado el dedo en la llaga de nuestra pelea. Pero daba igual. Rocío y yo a el le perdonábamos todo y, la verdad, es que tenía gracia. Empezamos comiendo en un restaurante, luego fuimos al cine y de compras a un centro comercial. La noche la acabamos, rendidos tomando unas pintas en un irlandés donde previamente habíamos cenado. Para finalizar, nada mas llegar a casa, un polvo casi rutinario.

El domingo habíamos quedado a comer con Mike y el resto de nuestros amigos pues era el cumpleaños de este. También estaba una pareja amiga de Marga que ahora era amiga de la pareja. Mike y yo estuvimos un rato hablando solos y comentamos cuanto había cambiado nuestra vida en un año. En sus anterior cumpleaños Mike acababa de separarse de Susan y ahora estaba a punto de casarse con Marga. Yo también estaba a punto de casarme, María había sido madre de su tercera hija y Raquel de su primera. La comida fue bastante decente y la compañía excepcional. Al final acabamos cenando los que no teníamos hijos con ellos y no fue hasta las once y media que Rocío y yo llegamos a casa. Esa noche, nada mas llegar nos fuimos a casa.

03. Semana del 16 al 22 de Diciembre

El lunes me levanté de muy buen humor y fui a la oficina con un subidón de adrenalina total. No sabía la razón pero podía ser las fechas, cercanas a la navidad, la comida del día anterior con Mike o que, tras esa semana, tendría cuatro semanas en las que Rocío no tendría masters. En cualquier caso fue un gran día para mi en el trabajo ya que rendí mas de lo normal y eso debió reflejarse en mi actitud esa tarde con Rocío pues estuve especialmente cariñoso con ella, sin llegar a ser empalagoso. Cenamos fuera y nos declaramos amor eterno por enésima vez antes de acabar en la cama haciendo el amor.

El martes fue un día mas normal y teniendo Rocío masters no pudimos hacer nada especial. Era el penúltimo día de masters de ese año y eso me satisfacía. Quería tener la posibilidad de pasar mas tiempo con ella. Hacia las siete de la tarde estaba en la oficina, cuando ya se había ido todo el mundo y entró María en mi despacho cerrando la puerta.

– Las próximas dos semanas estaré de vacaciones - dijo

– Aja – dije

– He venido a darte tu regalo de navidad – dijo con una sonrisa pícara

– ¿Será un regalo mutuo? - dije

– No, es mio. Estoy con la regla así que mamada y vas que te matas – dijo ya casi junto a mi con una gran sonrisa en su boca.

Giró un poco mi silla y se arrodilló junto a mi. No dejaba ni un segundo de mirarme a los ojos. Llevo sus manos a mi cinturón y empezó a masturbarme por encima del pantalón. Tras un rato así empezó a desabrochar mi cinturón y tras ello a bajarme el pantalón. No dejo en ningún momento de mirarme a los ojos con cara de niña traviesa. Ya con mis pantalones en los tobillos me rozo un poco la polla con las manos para pasar a agarrarla y, rápidamente, pasar su lengua por el capullo para, a continuación, engullirla. Alternaba lamidas a mi polla como si fuera un chupachups con mamadas profundas. Veía como su cabeza subía y bajaba por mi polla engullendo esta pero no dejaba de mirarme a los ojos ni un segundo. Su dedicación a la mamada era brutal y yo se lo agradecía acariciando su media melena rubia. Tras un rato en que no soltaba mi polla pasó a poner las manos alrededor de esta para meterse la polla mucho mas salvajemente en la boca. Era casi una follada por mi parte. Solo que yo no estaba haciendo nada. Miraba como jugaba con ella, la acariciaba, se dejaba follar la boca... pero todo el trabajo lo hacía ella.

– Es la única polla que me como y cada vez me gusta mas – dijo abandonándola un rato

– Y a mi me gusta que te la comas – dije sonriendo

– Al principio me daba un poco de asco pero ahora si no la tengo en mi boca una vez al mes la empiezo a echar de menos.

– Pues sigue

Y muy diligentemente se volvió a lanzar a mi polla. La tocaba cada vez mas y la masturbaba mientras se la metía en la boca. Yo empecé a notar que me iba a correr y se lo hice saber. Ella cerró los ojos y se dejó llevar con mayor velocidad y pasión. Tras un rato me corrí en su boca. Ella lo trago todo y cuando ya no quedaba resto de mi corrida en su boca se levantó, me dio un pico y me dijo que se iba a pasar la noche con su marido. Yo seguí un ratito mas antes de ir a casa a descansar

El día dieciocho, miércoles, nos entregaban mi coche nuevo. El primer coche comprado en pareja. El primer coche que sería de ambos aunque principalmente fuera yo quien lo iba a conducir. Fuimos Rocío y yo al concesionario a las seis y tras firmar unos papeles y entregar mi coche antiguo a cambio nos dieron las llaves de mi nuevo coche. Un Mercedes Benz E320 Avantgarde de color gris. Me daba un poco de pena dar mi A4 a cambio ya que ese coche había sido mi primer coche serio. Pero me duró hasta el primer semáforo. El olor a cuero nuevo en el coche y la suavidad del motor del nuevo Mercedes apartaron todos los pensamientos de mi cabeza. Fuimos a cenar juntos y pasé a enseñárselo, tras la cena, a Mike que le encantaban los coches. El lo disfrutó como nadie. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos el amor. No fue muy robótico pero tampoco una noche de una pasión incontrolable.

El jueves celebrábamos la cena de navidad de la empresa. A esta irían en principio todos los trabajadores de la sede central. Las parejas estaban invitadas aunque muchas no asistirían. La cena pareció una boda con casi ciento cincuenta personas. No era difícil teniendo en cuenta que ya eramos unos cien trabajadores en la central. Rocío por supuesto asistió pero llegó tarde a la cena ya que tenía masters. Llegó al pescado que pedí por ella y se perdió los entrantes. Al día siguiente, como el año anterior, nos íbamos a Cuenca pero Rocío y yo decidimos irnos algo mas tarde para poder quedarnos mas de fiesta. En este último año ya era amiga de mis amigos y a Rocío también le apetecía quedarse un rato mas. Tras la cena en el restaurante, que cerraron para nosotros, la mayor parte nos fuimos a un bar bastante grande que también estaba cerrado para nosotros. Pagamos tres copas por persona y, a partir de ahí, les tocaría a ellos pagar. En el bar nos dividimos mucho por grupos. Yo intentaba charlar con todo el mundo, no solo con los mas cercanos a mi y es que lo veía, en parte, como un día de trabajo. Con el paso del tiempo cada vez charlaba mas con el grupo mas cercano a mi en el trabajo. Ese grupo incluía a casi todos los que solían ir a mis fiestas privadas y a un par mas como Ana, nuestra directora financiera, y Oscar con el que, quizás por ser el primer director de una empresa que contratamos, tenía una gran relación. No descuidé a Rocío pero como estaban María, Raquel, Celia, Marga y su amiga Mónica, novia de Raúl que trabajaba para nosotros, no parecía necesitarme. Hacia las tres y media de la mañana Rocío y yo nos despedimos para irnos a dormir pues al día siguiente salimos para Cuenca.

Nos levantamos pronto el viernes, a las once de la mañana. Pronto teniendo en cuenta que hasta las cuatro no nos acostamos. Serían las doce del mediodía cuando salimos hacia Cuenca en nuestro coche nuevo. Ya en la carretera y tras haber echado gasolina a Rocío la dio por hablar de la fiesta.

– El novio de Ana me cayó bien – dijo

– Si, parece buen chaval

– Es una pena que ella este loca por follarte. ¿Me pregunto si ayer tuvieron bronca al llegar a casa?

– ¡Pero que dices!

– Cariño tu no te enteras porque no sabes distinguir de una mujer que está loca por ti de una mujer que te hace simplemente la pelota por ser el jefe. Ella está loca por ti. Incluso lo comenté con Raquel en un rato que estuvimos solas.

– Como eres. A veces me dejas flipado.

– Me preguntó si tenía que dejarla acercarse a ti. Me hice la indecisa pero si quieres puedes tirártela. Se que ya casi no te tiras a Belén y creo que con esta te podrías divertir dominándola. A Raquel y a mi nos parece que te puede venir bien una chica así para desestresarte. Aunque no la vemos para nuestro grupito. Demasiado pijita, en el mal sentido de la palabra. Si te la follas me tienes que prometer que no la introducirás en nuestro grupo mas estrecho.

– ¿Pero tu te oyes?

– Hará lo que quieras, créeme.

– Una pena que yo no quiera. Me voy a casar contigo y tengo suficiente contigo y tus amiguitas – dije refiriéndome a María y Raquel

– Me encanta ponerte nervioso

Y acercándose a mi me dio un beso en la mejilla. El resto del camino tratamos otros temas y es que a mi en ese momento ni se me pasaba por la cabeza el tener un lío con Ana o con cualquier otra mujer que no fuera esas con las que ya tenía alguna relación. Paramos a comer por el camino y llegamos a casa de los padres de Rocío hacia las cuatro o cinco de la tarde. Esa tarde la pasamos en familia con ellos. Aunque yo dediqué un rato a trabajar pues ese día la oficina había estado medio desierta debido a la fiesta del día anterior. Antes de cenar lleve a mi futuro suegro a dar una vuelta en el coche par que lo viera. Tras la cena con los padres y Diana, que ya llevaba un par de días en Cuenca, nos fuimos a dormir pues, por la fiesta del día anterior, teníamos el cuerpo un poco raro.

El sábado nos levantamos pronto pues queríamos ir a ver las flores una vez mas. En realidad quería ir Rocío. Ella quería las flores de 3000 euros pero por otro lado no quería gastar tanto. Era de familia bien. Una familia que podía pagar una boda sin problemas y pagar algún capricho pero aun no se había acostumbrado a su nueva situación. Siendo mi mujer el dinero sería la menor de sus preocupaciones pues ninguno de los dos eramos unos insensatos y lo que ella consideraba caprichos no eran nada para nuestras cuentas. Mucha gente cree que una fortuna como la mía es imposible de dilapidar. No es así, es mas fácil de lo que parece, pero ninguno de los dos nos íbamos a volver locos por el dinero. El que ambos viniéramos de familias bien nos hacía dar menos importancia al dinero. La primera regla para fundirse mucha pasta es querer aparentar y nosotros no queríamos. Si ella quería las flores de 3000 euros yo sabía que era porque le gustaban. Si quisiéramos aparentar no me costaría mucho encontrar unas de 25.000 euros. Pero eso ya sería una gilipollez. Al llegar a casa de los padres estuvimos los dos hablando en el sofá mientras Diana ayudaba a la madre con la comida y el padre, el hermano y María Rosa hablaban del embarazo. Fui capaz de convencerla para que cogiera las flores. No estábamos haciendo extravagancias con la boda y, si bien iba a ser cara, no iba a ser una locura. Comimos en familia y tras un rato de charla con los padres nos fuimos a cenar por Cuenca de tapas y luego a tomar unas copas. Esa noche acabamos en la cama a las dos de la mañana donde no hicimos el amor pero nos quedamos a las puertas.

El domingo fue un día en familia sin nada especial. Apenas salimos un rato de la casa de los padres para ir a dar una vuelta por la tarde pero no ocurrió nada fuera de lo común.

04. Semana del 23 al 29 de Diciembre

El lunes tocaba comprar la comida que íbamos a necesitar para la cena del día siguiente y la comida de navidad. Fuimos con la familia a comprar todo lo necesario, repartiéndonos los deberes, y antes de la una estuvimos de vuelta. A esa hora llamé a la oficina para que no se olvidaran de mi. No me gustaba esos días estar de vacaciones 100% y es que uno se juega mucho cuando es dueño de una empresa y si tiene casi doscientos trabajadores a su cargo mas. Aun así, como era de prever, no pasaba nada porque faltara un 23 de Diciembre. Esa tarde salimos Rocío y yo a dar una vuelta y volvimos a pasar por la floristería. La dije que entráramos y las reserváramos. Ella estaba ya convencida pero no daba el paso definitivo. Tuve que convencerla un ratito mas dando una vuelta y cuando ya estaban a punto de cerrar las reservamos. Tendríamos que dar una señal de mil euros un mes antes de la boda pero la decisión ya estaba tomada. Volvimos a casa de sus padres y cenamos en familia. Esa noche no se despego de mi. Ni en el sofá ni en la cama. Estaba muy agradecida por lo que a mi me parecía poca cosa.

El día de nochebuena fuimos ayudando a preparar la cena antes de que llegara la hermana de la madre de Rocío. Ese año solo vendría ella, su marido y sus dos hijas pues el hermano y familia lo celebrarían en Toledo con la familia política del recién casado hijo. Llegaron hacia las seis de la tarde y les ayudamos a instalarse. La cena fue genial y Rocío y yo fuimos blanco principal de las conversaciones aunque María Rosa y su embarazo también ocupó un buen número de las conversaciones con sus casi siete meses de embarazo. No fue hasta las tres de la mañana que nos fuimos a la cama.

El día de navidad nos levantamos todos tarde y casi no desayunamos para comer sin problemas. Rocío y yo dimos los regalos a los padres y a los hermanos pues no iríamos en Reyes a Cuenca. A las ocho de la tarde salimos de Cuenca hacia Madrid pues al día siguiente teníamos que trabajar llegando al filo de la medianoche.

El jueves teníamos cena Raquel, José Carlos, Mike, Marga, Rocío y yo en casa de Belén y su marido. Nos invitaba a celebrar su cumpleaños, que era el tres de enero, pues el día del cumpleaños en si estarían de vacaciones en Brasil. Ese mismo día a la hora de comer me acerqué a la oficina de Belén. Los dos sabíamos que iba a follarla pues no era normal quedar con ella a esa hora en la que sus empleados estaban comiendo. Ella estaba algo mas arisca de lo habitual.

– Crees que puedes quedar conmigo un día al año y follarme – dijo yendo al grano

– Sabes que no tengo ningún problema en ser solo tu amigo.

– Me dijiste que me follarías tres veces al año y solo te acuerdas de mi en mi cumpleaños

– Insisto en que no me importa que solo seamos amigos – dije mirándola profundamente

Me mantenía la mirada pero notaba que su resistencia iba cayendo. Se podía hacer la dura pero los dos sabíamos que al final íbamos a acabar follando. Con María y Raquel tenía una relación muy sana. Con Belén era un extraño tira y afloja con toques de sumisión suya.

– ¿A quien voy a engañar? - terminó diciendo – Cuando me has llamado esta mañana tenía otra ropa lista y he cambiado para estar a tu gusto. Me jode acabar haciendo siempre lo que tu quieras pero no puedo evitarlo. Menos mal que ni mis hijas ni mi entorno saben como me entrego a ti. No se si podría perder mi imagen de dura mujer de negocios.

– Nadie busca que la pierdas - dije yo.

Y tras sonreirla ella se levantó y se acercó a donde yo estaba. Vestía una falda marrón oscura bastante larga con un suéter marrón claro, casi beige. Adornaba su cintura, cuidada en el gimnasio como el resto de su figura, con un cinturón marrón oscuro bastante ancho. En sus pies unas botas de las que ella sabía que me gustaban, negras hasta la rodilla con tacón fino de unos siete centímetros. La senté en su mesa y empecé a hacerla un masaje en los hombros para que se relajara.

– No deberías ponerte así – dije – Que mas da uno que tres. Lo importante es disfrutar.

– A ti te da igual porque no me quieres pero yo estoy dispuesta para ti todos los días.

– Lo que tienes que hacer es relajarte un poco. Disfruta el masaje

Seguí masajeando sus hombros durante un rato hasta que poco a poco fui bajando las manos por encima de su suéter hacia sus pechos que, a sus 38 años y a pesar de dos partos, aun estaban bastante erguidos. O no dio mucho pecho a sus hijas o se las había retocado un poco. Pero me daba igual. La sensación era increíble. Mientras yo acariciaba sus pechos ella se quitó el cinturón y tras unas pequeñas caricias por su plano vientre pasé a quitarla el suéter. Ante ami apareció un maravilloso sujetador negro sobre el que acaricie sus tetas pero que ella no tardó mucho en quitárselo para que pudiera acariciarlas al tiempo que besaba su cuello. Dejé de estar tras ella y me acerqué a su costado para poder besar sus pezones y chupar un poco sus tetas antes de pasar a besarla en la boca con pasión. Tras un pequeño beso ella se giró para estar sentada frente a mi y empezó a desabrocharme los pantalones. Cuando el cinturón y el primer botón ya estaban desabrochados ella se bajo de la mesa y se arrodilló en el suelo de su despacho. Bajó pantalones y calzoncillos hasta el suelo para pasar a chuparme la polla con verdaderas ansias. Su boca se metía buenos pedazos de carne en la boca y su lengua jugaba con toda la extensión de mi pene. En un momento dado tenía mi polla en su boca, ayudada por su mano izquierda mientras su mano derecha levantaba su mano derecha del tacón de su bota. Sus mamadas hasta ese momento habían sido bastante relajadas pero rápido empezó a aumentar el ritmo sacando de mi boca los primeros gemidos. Tras un rato a alto ritmo se separó un poco de mi polla y empezó a jugar a acercarse y tocar con su boca la punta de mi polla. Una vez se cansó de chupármela se levantó y mientras lo hacía iba subiendo por mi camisa desabrochando los botones. Una vez el último estuvo desabrochado ella me quitó la camisa y pasó a besarme en la boca. Yo la agarraba justo de ese punto donde la espalda y el culo se unen mientras que ella acariciaba mi cuello por todos sus ángulos. El beso creció intensidad hasta que me separé de ella y la giré un poco para poder desabrochar su falda. De una vez la bajé falda y tanga. Arrodillado delante de ella la hice tumbar su torso en su mesa del despacho y empecé una corta chupada de su coño. Mi lengua recorrió todos sus labios inferiores sacando de ella unos primeros gemidos y llevándola a empezar a jugar con sus tetas. Tenía sus piernas en alto y si levantaba mi vista podía ver sus maravillosas botas. Tras un rato en su coño mi boca empezó a sacar gemidos mas altos y decidí que era el momento de separar mi boca. La metí un par de dedos y la incorporé para besarnos una vez mas con pasión estando ella apoyada en la mesa. Tras el beso la giré y apoyando su torso en la mesa con los pies en el suelo acerqué mi polla a su coño por detrás. Apunté y de un solo movimiento metí la mayor parte de esa sacando un gemido de la boca de Belén. Ella empezó a gemir como loca y las embestidas de mi polla hacían que se moviera todo su cuerpo con violencia y con sus tetas bamboleando hacia los lados sin control.

– Sigue por Dios – dijo – Nunca mas volveré a hacerme la dura

– No me importa que te hagas la dura me hace gracia – dije con dificultad por el esfuerzo que estaba haciendo.

Yo mientras seguía con mi penetración salvaje y ella gemía. No quedaría mucho para correrme y quería que me cabalgara un poco. Salí de ella y me senté en el sofá de su despacho. Ella se puso sobre mi, dándome la espalda, y empezó a botar. Estaría unos tres o cuatro minutos así hasta que se corrió bastante escandalosamente gritando que era mi puta y que no debería follarla por hacerse de rogar. Oírla decir esas cosas y el masaje extra de su coño sobre mi polla al orgasmar hicieron que me corriera en su interior. Se echó hacia atrás y girando la cara, aun ensartada por mi polla, nos besamos. Estuvimos así un rato hasta que empezamos a adecentarnos.

– Te he dicho muchas veces que no me gusta que digas que eres mi puta. No eres la puta de nadie. Te gusta el sexo conmigo. A mi contigo también - dije

– Lo se – dijo – Pero cuando explota mi orgasmo me vuelvo loca. No te gusta y no creo que sea puta la palabra pues tampoco te cobro pero noto que por ti haría casi cualquier cosa sexualmente.

– Que te gusta follar, vamos. Eso no es ser una puta.

Y dándola un beso me despedí de ella hasta esa noche. Eran casi las cuatro y decidí no volver a la oficina y trabajar desde casa. Cuando llegó Rocío a las siete nos duchamos y cambiamos para ir a casa de mis socios. La cena con ellos fue mejor que otras veces pues esta vez eramos solo nuestro grupo mas ellos y no tenía que aguantar a los estúpidos amigos del marido de Belén.

El viernes en el despacho lo dedique todo el día a ayudar a Marga y el equipo de moda a preparar la primera franquicia de moda infantil. A la hora de comer me fui a buscar a Rocío a su oficina y nos fuimos juntos a buscar regalos para las hijas de María y la hija de Raquel así como para Mariano y Manuela. Llegamos a casa tras cenar algo fuera y muy cansados pero es no nos impidió hacer el amor.

El sábado habíamos quedado todo nuestro grupo del trabajo pronto, hacia las once, en casa de Mariano y Manuela. La idea es que pudieran conocer mejor a mis amigos de cara a la boda. Pero era mentira. Eran nuestros cómplices para sacar a Mike y Marga de su casa. Los chicos nos llevaríamos a Mike y las chicas a Marga. Cuando llegaron ellos ya estábamos todos los demás allí y no tardaron en darse cuenta de nuestra jugarreta. Alberto, José Carlos, Arturo y yo nos llevamos a Mike en el VW Passat ranchera de Arturo mientras Rocío se llevo a Celia, Raquel, María y Marga en el Mercedes nuevo. Los chicos enfilamos la carretera hacia la sierra y fuimos a un circuito de Karts donde echamos un buen número de carreras. Decidimos no disfrazar a Mike. Entre otras cosas porque no teníamos tiempo para buscarlo pero si le pusimos una L, de novato, en la chaqueta. Tras las competiciones fuimos a cenar a un buen asador de la sierra y de ahí de vuelta a Madrid para estar de copas hasta las tantas de la noche. Cuando llegué a casa Rocío estaba ya en la cama pero despierta pues había llegado solo quince minutos antes. La besé y me abracé a ella pero nada de hacer el amor. Estaba derrotado.

El domingo nos levantamos hacia la una y nos fuimos a comer con el hermano de Rocío y su mujer a casa de ellos. Rocío quería que estuviéramos todo lo cerca de ellos que pudiéramos ahora que se acercaba el nacimiento del bebe que, por cierto, iba a ser niño. Pronto estábamos de vuelta en casa y, esa noche si, hicimos el amor tras irnos pronto a la cama.

05. Semana del 30 de Diciembre del 2002 al 5 de Enero de 2003

El lunes una buena parte de la oficina estaba de vacaciones y era un día de poca actividad. Yo aproveché para echar una ojeada a los números anuales hasta el 15 de Diciembre. Ana me lo había dejado preparados el viernes pues ella estaría de vacaciones esa semana. Tenía pinta de que íbamos a conseguir gastar casi lo mismo que ingresábamos. Eso es mas difícil de lo que parece. Acabaríamos con entre cuarenta y ochenta mil euros de beneficios habiendo reinvertido todos los beneficios en, principalmente, comprar las tres empresas de importación de calzado que ahora se habían convertido, una vez unidas, en nuestra segunda empresa por facturación. Ese año facturaríamos algo mas de veinte millones de euros. A las seis me fui con el resto de los trabajadores pues tampoco es que fuera, como he dicho, un día de mucho trabajo y utilicé la tarde para ir mirando que regalos podía comprarle a Rocío por Reyes. Por la noche fui a cenar con Rocío y esa noche hicimos el amor hasta tarde. Ella el 31 no trabajaba pues se lo había cogido libre.

Pero yo si trabajaba el día de Nochevieja, aunque solo hasta mediodía, y fui a la oficina algo cansado tras la paliza de sexo que me dio Rocío la noche anterior. A las dos vino Rocío a recogerme a la oficina y nos fuimos juntos a casa de mis padres para pasar la nochevieja en familia. Esa mañana Rocío se acercó a la imprenta para coger las invitaciones para la boda que ya estaban listas. Como el año anterior estaban invitados la familia de Manuela. Mariano tenía un hermano pero se veían muy poco pues era abogado en Estados Unidos, en Miami, y apenas venían a España. Estaban invitados a mi boda pero aun no sabíamos si podrían asistir. A lo largo de la tarde fueron llegando los invitados. Esta vez Marisa, la prima preferida de mi exnovia Lucía, fue la primera en llegar. La tensión entre ella y Rocío era inexistente y, si bien no eran amigas, se llevaban bien. No iban a quedar para ir a tomar un café juntas pero podían pasarse horas hablando en una reunión familiar. Mientras Manuela, Marisa y Rocío hablaban en la cocina, donde no hacían nada pues el servicio de Mariano y Manuela estaba haciendo la cena, el marido de Marisa, Mariano y yo vigilábamos a la hija mientras hablábamos de negocios. El marido de Marisa era ejecutivo de una multinacional energética y su conversación era agradable. A lo largo de la tarde fueron llegando el hermano y la hermana de Manuela así como el resto de los hijos de estos y sus respectivas parejas. Una vez estuvieron todos, y ya en la mesa, aprovechamos para invitarles a todos a la boda mas oficialmente dándoles las invitaciones recién impresas. La cena empezó pronto, a eso de las nueve de la noche, pero aun así casi se nos echan las uvas encima. Por suerte las teníamos preparadas y pudimos tomarlas sin problemas. Tras las uvas mucho brindis, llamadas a las personas mas cercanas y turrones junto con copas y bailes. A eso de las cuatro nos fuimos todos a dormir.

El día de año nuevo, hacia las once, antes de levantarme y ya despierto, volví a rememorar lo acontecido en el año. Desde luego 2001 fue mucho mas impactante con la muerte de mis padres y conociendo a Rocío pero tampoco estuvo mal 2002. El año de mi madurez con la petición de mano a Rocío. En esas estaba cuando Rocío se despertó, se pegó a mí y me dio un beso en la mejilla. Una de esas increíbles sensaciones que te depara la vida. Tras un rato acurrucados el uno junto al otro y dándonos mimos, bajamos a desayunar. Solo estaban Marisa, Manuela y la hija de Marisa en el salón. Pronto fueron apareciendo los demás. Ese día comimos en casa de mis padres y, cuando se fueron los demás, nos quedamos con ellos hasta casi las once de la noche. Hora en la que nos fuimos a casa a descansar pues al día siguiente trabajábamos.

El primer día laborable del mes de Enero me reuní con Oscar para ver como iba nuestra empresa de diseño y programación. Mi sintonía con Oscar era especialmente buena. Tras la reunión nos fuimos a comer mas como amigos que como otra cosa. Esa tarde fui a comprar un par de regalos de Reyes para Rocío y luego a casa para pasar con ella la tarde-noche. Esa noche hicimos el amor relajadamente. Aprovechando que teníamos tiempo.

El viernes era el cumpleaños de Belén pero estaba de vacaciones con su marido en Brasil. Aun así, tras salir del trabajo en un día muy monótono, la llamé para felicitarla. Gesto que me agradeció. Esa noche Rocío y yo fuimos a cenar juntos y luego al cine. Tras la peli fuimos a casa e hicimos el amor durante un par de horas.

El sábado no teníamos planes hasta las nueve cuando habíamos quedado con Antonio y Laura para cenar. Así todo el día lo pasamos en casa, leyendo, cocinando y comiendo en pareja, viendo pelis en el sofá. A las siete y media nos empezamos a preparar para salir y una hora después salíamos al encuentro de nuestros amigos. Estuvimos cenando en un argentino, una carne muy rica, y luego tomamos una copa. No muy tarde esa noche, hacia la una y media, nos despedimos y nos fuimos a la cama. Sin hacer el amor.

El domingo, víspera de Reyes, Rocío y yo nos despedimos por la mañana y nos fuimos a comprar los regalos para el otro. Los regalos de Manuela y Mariano y de las hijas de nuestras amigas ya los teníamos comprados. Terminé a las siete y media y me fui para casa. Me senté en el sofá a leer y a esperar a Rocío. Si no tardaba mucho me iría con ella a cenar. A las ocho y media oí la puerta de la calle e inmediatamente entró Rocío en el salón. Acompañada por Raquel.

– Hola – dije

– Hola – dijo Raquel

– Llevamos todo el día de compras y tenemos un regalito para ti – dijo con cara de niña pícara Rocío

– Creo que no. Es mi regalo de cumpleaños. Ahora no me lo vendáis como mi regalo de Reyes – dije devolviéndola la mirada pícara

– Otro regalo. Aunque no vas mal encaminado. Esperanos aquí – dijo Rocío

Y dándola la mano a Raquel ambas se fueron a mi habitación con todas las bolsas que llevaban. Tuve que esperar unos diez minutos mientras las oía cuchichear en la habitación. Cuando las vi salir pude apreciar mi regalo. Mis regalos. El regalo que me hacía Raquel era una especie de babydoll partido por la mitad, blanco con motivos florales de color negro, que solo se unía a la altura de los pechos por un lazo negro de tela. Acompañaba su babydoll una braguita a juego. Por su parte Rocío llevaba un micro babydoll blanco, con motitas como de tigre y braguita a juego. Ambas llevaban sandalias negras con un taconazo de unos diez finos centímetros. No pude mas que sonreír. Ellas delante mía se sobaron un poco y se dieron un piquito.

– Preciosos mi regalos – dije – ¿Son solo para mi?

– Mi marido no lo va a ver – dijo Raquel – Lo dejaré aquí por si me gusta esto y me da por repetir.

– Haremos lo posible porque te guste – dijo Rocío acariciando el cuello de Raquel y sonriéndose.

Ambas se dirigieron a mi y se sentaron junto a mi en el sofá. Cada una a un lado. Yo abrí mis brazos en cruz para recibirlas intentando mostrarme confiado. En realidad era todo fachada. Estaba como un flan. Ellas parecían mas decididas. Rocío subió una de sus piernas sobre la mía mas cercana a ella y me besó en la boca mientras Raquel llevó su mano a mi pierna para acariciarla durante unos segundos antes de pasar a acariciar, directamente, la polla sobre mi paquete. Mientras Rocío me besaba bajó la mano a mi paquete y pasó a unirse a Raquel en las caricias a mi totalmente erecto pene. Cuando Rocío rompió el beso miró a Raquel y tras acariciar un poco su cuello la animó con un pequeño gesto a que me besara también. La vergüenza hizo que el beso fuera corto y Raquel saliera de el con una pequeña risa nerviosa que dedicó a Rocío. Esta la sonrió y, acariciando su cara, la atrajo hacia ella para darla un beso en la boca. Ellas se dieron dos o tres besos no muy profundos y sin lengua hasta que Rocío volvió a guiar a Raquel a mi boca. Esta vez si que nuestro beso fue algo mas largo. Al separarnos Raquel tocó el canalillo de Rocío mientras Rocío seguía jugando con mi polla. Ambas se recostaron en el sofá y siguieron jugando con mi polla y alrededores. Situación que yo aproveché para tocar los muslos de ambas subiendo, poco a poco, hasta las entrepiernas y sus diminutas braguitas. Seguimos un rato tocándonos todos y yo me besaba cada cierto tiempo con Rocío que parecía, con mucha diferencia, la que menos nerviosa estaba. Yo empecé a acelerar mis tocamientos en sus entrepiernas. Hasta ese momentos las acariciaba por encima del tanga con cierta dulzura pero decidí ir un paso mas allá y metí la mano dentro de la braguita de Rocío para tocar sus labios directamente. Noté como Rocío se excitaba y me lancé a hacer lo mismo con Raquel metiendo mi mano por dentro de su braguita. Raquel me lo agradeció con un dulce beso en la boca. Al separarse noté como me miraba con unos ojos que rara vez veía en ella. Eran ojos de amor mas que de pasión que era lo que nos solía unir. Rocío rió probablemente dándose cuenta de ello. Me giré hacia Rocío y la besé durante unos segundos. Al separarse Rocío se metió delante mía y atrayendo a Raquel volvieron a besarse. Esta vez sus lenguas jugaron a solo unos centímetros de mi cara. Tras romper el beso con Raquel y besarme a mi, Rocío desabrochó mi cinturón y pantalón lo suficiente como para, bajando un poco los calzoncillos, sacar mi polla. Yo estaba un poco parado en esa situación y Rocío volvió a besarme.

– No seas vergonzoso – dijo Rocío – Las dos ya hemos visto todo lo que hay que ver.

– Hija que lanzada estas – dije

– De lanzada nada, lo que estoy es caliente

Y tras decirme eso volvió a besarme mientras Raquel era la que se encargaba de bajar mis pantalones hasta los tobillos. Ya con los pantalones a esa altura Raquel se arrodilló en el suelo mientras que Rocío lo hacía en el sofá. Ambas alternaban las miradas entre sus ojos y mi polla. Noté como en las dos aparecía un brillo en los ojos que debía ser de pasión. Rocío agarró mi polla y bajó la cabeza hasta esta para metérsela en la boca. Mientras Raquel acercó su cara estando las frentes de ambas en contacto. Puesto que Raquel no podía mamármela lo que hizo fue acariciar mis muslos. Me sentía en el cielo y me eché hacia atrás, recostándome cómodamente en el sofá, con las manos en la nuca. Tras tres o cuatro mamadas Rocío despego su boca de mi falo y se la ofreció a Raquel que la miraba a los ojos con una cara que decía a la vez tengo ganas y es la polla de tu futuro marido. No creo que necesitara mucha ayuda pero aun así puse mi mano en su nuca y la di el pequeño empujoncito que necesitaba para metérsela en la boca.

– ¿Quieres chupársela? - dijo Rocío a Raquel – Parece que no lo hubieras hecho nunca. Disfruta el momento cariño

Y tras ello, aun sujetando mi polla en dirección a la boca de Raquel, se giró hacia mi y me beso. Soltó un momento la polla y nos juntamos en un beso con enorme pasión y nuestras manos en el cuello del otro. Tras el beso de, aproximadamente, un minuto volvió a agarrar mi polla y a mirarla mientras Raquel me la mamaba. Tras unos segundos bajó su cabeza y, tras separarla de la boca de Raquel, se la metió en su boca. Yo acariciaba el pelo de las dos y Rocío dejó la polla suelta de tal manera que ahora ambas pasaban su lengua por mi falo a la vez que besaban mi capullo y sus propias bocas. Estuvieron luego durante un rato pasándose mi polla la una a la otra. Rocío se separó un rato de la polla y volvió a besarme. En esos momentos yo ya gemía bastante por la mamada a dos bocas que me estaban dando pero en el beso noté que Rocío también estaba ardiendo. Tras volver Rocío a mi polla fue Raquel la que subió a besarme. Al principio se la notaba muy cortada pero ya estaba dando todo de si misma. Y yo estaba en una nube. Tras un beso bastante largo con Raquel esta bajo y Rocío y ella volvieron a compartir mi pene aunque esta vez dedicaron mas tiempo a besarse ellas que a mi polla. En cierto modo esta era un simple impedimento que se ponía en medio de sus labios y lenguas. El beso de ellas era muy intenso y producía unas maravillosas cosquillas en el capullo de mi polla. Rocío volvió a besarme y pegó su cuerpo a mi cara para que besara sus tetas por encima del babydoll. Raquel seguía mamándomela y Rocío se agachó y la besé en la mejilla separándola de mi polla a continuación. Ambas se levantaron a, aproximadamente, un metro y medio de mi. Empezaron a besarse con lascivia total dándome el mejor espectáculo de mi vida hasta ese momento. Con mucha diferencia. Se tocaban el cuerpo y las tetas mientras no dejaban de besarse. Yo aproveché para quitarme el pantalón del todo y mi camisa. Rocío, que me estaba sorprendiendo con su seguridad, quitó a Raquel el babydoll pasando a besar sus senos. Una vez separó su boca de las tetas de Raquel inclinó a esta sobre el sofá, haciendo que apoyara las manos en este. Con el culo de Raquel en pompa Rocío bajó la braguita y se la quitó aprovechando para acariciar su culo. Ya desnuda la tumbo en el sofá y la dio un beso para, posteriormente ir bajando por su cuerpo y besar su conejo. Estaba alucinando no ya solo con la situación sino con el control y la seguridad que emanaba Rocío. Esperaba ver una Raquel calmada y mandando y una Rocía tímida y sumisa pero era mas bien al revés. Mi futura mujer era una caja de sorpresas. Separé los labios vaginales de Raquel para que Rocío pudiera tener un acceso mas fácil a este. Rocío chupaba su conejo mientras Raquel la acariciaba en la espalda.

– Esto es la leche – dijo Raquel

– Quien me lo iba decir, estoy disfrutando con un coño – dijo Rocío

– ¿Debería preocuparme?

– Si nos follas bien después de esto no. Si lo haces mal y esto es lo mejor de la noche, quizás – dijo Rocío sonriendo

– No la hagas caso – dijo Raquel entre gemidos – Las dos te queremos.

Y Raquel abrió mas su piernas al aire. Rocío me miró y agarrándome de la nuca me acercó al conejo de Raquel que pasamos a estimular oralmente entre los dos. Mientras lo hacíamos llevé una de mis manos a la entrepierna de Rocío y metí esta debajo de las bragas. Empecé a frotarla frenéticamente mientras Rocío y yo compartíamos el coño de Raquel con nuestras bocas. Mi dedo en el conejo de Rocío empezó a dar sus frutos y abandonó el coño de Raquel para agarrarme por el cuello y darme un salvaje beso con lengua. Fue una verdadera batalla con ella gimiendo en mi boca mientras me besaba. Raquel seguía con las piernas abiertas en el aire en V y nos miraba mientras se mordía el labio inferior.

– ¡Que imagen! Os tendríais que ver, podría correrme con solo miraros. Sois la pareja perfecta. - dijo Raquel

Rocío se despegó un momento de mi y se acercó a la boca de Raquel para besarla. Tras un pequeño pico volvió a mi pero antes de besarme dijo

– Hoy, cariño, somos el trío perfecto. Cuando hagamos esto no quiero que te sientas como una tercera pata sino como una parte integrante fundamental.

– Gracias amor. Sabes que te quiero. Eres la mujer mas generosa del mundo – dijo Raquel

Rocío volvió al conejo de Raquel mientras yo me subí al sofá para poner mi polla junto a la cara de Raquel para que me hiciera una buena mamada. Notaba como el ritmo de mi mamada lo llevaba Rocío porque cuanto mas fuerte chupaba el coño de Raquel con mayor pasión me mamaba ella a mi. Tras un rato así se separaron de mi y volvieron a besarse. Durante el beso Raquel aprovechó para sacarle a Rocío el babydoll y dejarla con solo sus braguitas. Así Raquel empezó a mamar las tetas de Rocío mientras esta se metía mi polla en la boca. Rocío y yo pasamos a besarnos durante un rato largo mientras Raquel bajaba la braguita de Rocío. Cuando lo consiguió estaba yo totalmente desnudo y ellas igual excepto por sus tacones. Ya desnudos Rocío siguió mamándome la polla mientras que Raquel se dedicó un rato a chupar el coño de Rocío. Rocío y Raquel pasaron a besarse mientras yo me sentaba en el sofá. Al romper el beso Rocío preguntó:

– ¿Quien empieza?

– Es tu hombre – dijo Raquel – Empieza tu

– Hoy es nuestro hombre pero no voy a rechazar ser la primera.

Y pasando una pierna a cada lado mía se puso sobre mi apuntando mi polla a su conejo. Empezó a cabalgar y la sensación era extraordinaria. Mientras Raquel se subió al respaldo del sofá y se puso sobre mi cabeza. Bajó un poco el coño y, mientras Rocío me cabalgaba yo chupaba el coño de Raquel. Raquel se volvió muy vocal.

– Os quiero a los dos – dijo – ¡Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida!

Mientras decía eso Rocío se acercó a sus tetas y las besó mientras me cabalgaba y yo chupaba el coño de Raquel. Dejé un momento de chupar el coño de Raquel y saqué mi cabeza de su entrepierna para besar a Rocío. Tras el beso volvimos a nuestras posiciones originales y, mientras me cabalgaba yo chupaba el coño de Raquel. Tras un rato así Rocío dijo:

– ¿Quieres follarlo?

– ¡Claro! - dijo Raquel

– Pues adelante, antes de que explote.

Raquel empezó a bajarse del respaldo y, mientras lo hacía, Rocío se dejó penetrar completamente por mi y empezamos a besarnos en la boca con gran pasión. Una vez Raquel estaba abajo se acercó a Rocío y se dieron un piquito para, inmediatamente, bajarse Rocío de mi. Puse a Raquel de rodillas a lo ancho del sofá. Rocío se iba a poner en uno de los reposabrazos junto a la cara de nuestra amiga pero, en el momento de ir a metérsela me paro.

– Espera – dijo – Déjame a mi meterla.

Y agarrándome la polla apuntó esta al conejo de Raquel y me ayudo a penetrarla. Empecé a penetrarla y Rocío y yo nos dimos un pequeño pico antes de irse al extremo del sofá, al reposabrazos, para poner su coño a la altura de la cara de su amiga. Mientras yo follaba a Raquel desde atrás esta chupaba el coño de mi futura esposa y jugaba con uno de sus dedos dentro de el.

– Que bueno – decía Raquel - Es maravilloso.

– ¡Ya ves! - dije yo

– Pensaba que este regalo te iba a gustar – dijo Rocío acercándose a mi – Lo que no esperaba es que me gustara tanto a mi.

Y ya junto a mi boca empezó a besarme como si no hubiera un mañana. Yo mientras no dejaba de penetrar a nuestra amiga y, esta, dedicaba ahora tiempo a las tetas de Rocío. Raquel se salió de mi y dijo

– Te tienes que correr en ella

– Gracias cariño – dijo Rocío dándola un beso en la boca

Rocío se tumbo en el sofá y yo levanté una de sus piernas para tener un mejor acceso a su coño. Empecé a penetrarla a lo bestia mientras Raquel se colocaba con su coño a la altura dela cara de Rocío y esta la dio una mamada brutal. Yo ya no podía mas y aumenté el ritmo. Esto solo hizo que se contagiara a Rocío que empezó a mamar a Raquel con mayor pasión e hizo que esta explotara en un orgasmo bestial. Cuando vi a Raquel correrse flipé y en unos segundos empecé a correrme yo en el coño de Rocío que recibió mi semen con su propia corrida. Era un locura el trío que nos habíamos montado y, si bien no nos corrimos todos exactamente a la vez, si lo hicimos consecutivamente. Tras el trío me senté en el sofá y cada una de ellas se pusieron a un lado. Raquel se apoyó en mi hombro mientras Rocío acariciaba mi torso.

– Gracias - dije

– Esto tenemos que repetirlo – dijo Rocío – Pero en ocasiones especiales.

– A mi también me ha encantado – dijo Raquel – Pero me tengo que ir con mi hija y mi marido.

Se levantó y se fue a nuestra habitación mientras Rocío y yo seguíamos haciéndonos mimos en el sofá. Oímos como se aseaba en nuestro baño y tras unos diez minutos salió radiante con las bolsas de sus regalos. Nos miró en el sofá y sonrió. Dejó las bolsas en el suelo y se acercó a mi. Me dio un pico y dijo:

– Te quiero

– Yo a ti también – dije

Luego se fue hacia Rocío y la dio un beso de los buenos. De casi un minuto con lengua.

– Y a ti mas. Espero que este no se ponga celoso.

– No se pondrá celoso – dijo Rocío – Yo también te quiero. Quedamos esta semana.

Y tras decir eso cogió sus bolsas y se fue. Rocío y yo estuvimos un buen rato abrazados en el sofá totalmente desnudos.

– No se que decir – dije tras un rato

– No hace falta que digas nada – dijo Rocío – Esperaba no pasarlo mal pero me ha encantado. Directamente.

– Supongo que nos saltamos la cena, ¿verdad?

Rocío me miró un instante. Me sonrió, me dio un beso y cogiéndome de la mano me guió hasta la cama donde hicimos el amor. Esta vez en pareja.

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