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Mi historia (38: Febrero 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 2 al 8 de Febrero

Empecé febrero en el notario para firmar la venta a mi empresa de la parte comercial que había comprado al padre de María por un millón de euros. Teníamos cita a primera hora y tras firmar Raquel, Mike y yo nos fuimos a desayunar y ver como sería la integración. Tras la compra de la empresa ofrecimos a todos que se incorporaran a nuestra empresa como le había prometido al padre de María. Y de los nueve trabajadores que estaban asignados a nuestra empresa ocho aceptaron el puesto. El noveno, un administrativo, tenía una oferta de otra empresa por Las Rozas, donde estaba la empresa del padre de María y prefería ir allí que venir a nuestra empresa ya que debía trasladarse todos los días casi una hora. Esa tarde nos reunimos con los nuevos trabajadores y les presentamos la empresa y a los trabajadores de esta. Marcamos el siguiente lunes como el primer día de trabajo aunque el viernes ya vendrían a recibir un curso sobre nuestros procesos para que pudieran empezar sin problemas el lunes. Esa tarde fui a cenar a casa de mis padres con Rocío. Volvimos tarde a casa y no hicimos el amor pero yo sabía que ya en breve pasaría el efecto de la píldora y Rocío podría quedar embarazada.

A las seis me levanté el martes para estar a las siete de la mañana en el aeropuerto ya que Raquel, Alberto y yo nos íbamos a Barcelona para ver nuestra nueva oficina. Poco antes de las nueve ya estábamos en ella y nos entregaron las llaves. Entramos en la oficina y mientras la veía Raquel esperábamos la llegada de la empresa que iba a amueblar la oficina y dar los retoques que necesitáramos. El arquitecto técnico de la empresa llegó a las diez y estuvimos viendo con el en detalle todas las habitaciones. Terminamos a las dos y poco después de irse el arquitecto técnico llegó Pablo para verla. Tras enseñársela se vino a comer con nosotros. Sin mucho mas que hacer ese día en Barcelona nos volvimos al aeropuerto tras la comida y cogimos el puente aéreo de vuelta a Madrid. Antes de las siete estábamos ya en Barajas y cada uno se fue a su casa. Rocío y yo salimos a cenar fuera y al volver a casa, tras un rato de charla en el sofá, nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El miércoles fue un día de lo mas normal de trabajo sin mucha novedad. Tras salir de la oficina tampoco ocurrió nada especial. Cenita en casa con Rocío, algo de tele y cama.

El jueves era igual de monótono pero el trabajo se acumulaba en mi mesa. Se me echaron las siete de la tarde en la oficina cuando entró Raquel. Al entrar Raquel cerró la puerta de mi despacho y se acercó a mi. Llevaba una falda blanca de tubo hasta las rodillas con un jersey de cuello vuelto marrón, una cazadora de cuero marrón y unos zapatos de alto tacón a juego. Antes de llegar a mi se quitó la cazadora y la dejó en una silla junto a mi mesa de reuniones. Se acercó lentamente a mi y pegó sus pechos a mi cara. Empecé a besarlos por encima del jersey pero rápidamente se lo quité dejando a la vista un sujetador rosa que, rápidamente, ya había puesto yo por debajo de sus tetas. Estuve un buen rato chupando y lamiendo sus tetas. A ella esto le excitaba bastante pero no tanto como a mi que me estaba volviendo loco con ellas en mi boca. Ella bajó una de sus manos a mi pantalón y toco mi polla pero rápidamente me agarró del cuello del polo y me hizo levantar. Ya en pie y junto al costado de mi mesa yo me bajé el pantalón hasta las rodillas y me recosté sobre mi mesa. Ella, ya sin sujetador pues se lo quitó mientras yo bajaba mis pantalones, se acercó a mi y agarró mi polla para besarla y chuparla con delicadeza. Su mano subía y bajaba por toda la extensión de mi pene mientras su boca engullía el capullo de este. Era una mamada y paja a la vez y me tenía gimiendo en nada de tiempo.

– Eres maravillosa – dije

Ella solo me sonrió y siguió un rato con la paja-mamada hasta que sacó su boca de mi polla un rato y solo siguió con mi mano.

– ¿Me quieres mas que a Ana?

– Eso ni se te ocurra preguntarlo. No puedes estar celosa de ella. Me la tiro porque tu y Rocío me lo pedisteis.

– Y me dirás que no te gusta – dijo sin dejar ni un momento de pajearme

– No está tan buena como vosotras pero es muy ardiente – dije – Me puedo divertir con ella. Pero a ella no la quiero y a ti si. Dejate de celos estúpidos.

– Gracias – dijo llevándose mi polla a su boca de nuevo

– ¿Gracias?

Ella siguió un rato mamándome la polla y mirándome a los ojos sin decir nada.

– Por consolarme – dijo – Tengo que saber que me quieres pero cuando veo a Ana por la oficina vestida como una guarra para ti me pongo mala.

– No viste como una guarra.

– Vale – dijo – Son los celos. Pero viste para ti

Y volvió a meterse la polla en la boca. Ahora fui yo el que la miró a los ojos durante un rato sin decir nada.

– Porque ella tiene que vestir para mi si quiere tener algo conmigo. - dije - Tu puedes hacer lo que quieras y siempre estaré ahí para ti. Por última vez. A ti te quiero y a ella no.

Ella siguió un pelín con la mamada hasta que empezó a subir besando todo mi cuerpo. Cuando llegó a mi boca nos unimos con mucha pasión y yo me levanté de la mesa para sentarla a ella sobre esta tras remangar su falda en su cintura. Bajé su tanguita a juego con el sujetador que ya yacía en el suelo y me arrodillé para chuparla durante un rato el coño. No estuve mucho tiempo chupándoselo pues tampoco es que tuviéramos mucho tiempo ya que era tarde. En la posición en la que estaba la recosté un poco sobre la mesa y me puse en pie, terminando de quitarme el pantalón y polo. Ya desnudo para ella acerqué mi polla a su coño y con delicadeza se la metí. Empezamos a gemir a dúo con mi penetración pero según iba aumentando el ritmo ella cada vez gemía mas y yo me contentaba con gruñir por el esfuerzo. Aunque os aseguro que el placer era espléndido. En un momento de mi follada ella empezó a acariciarse las tetas y decir que me quería. Tras un rato en esa posición la hice poner de pie y apoyarse sobre la mesa con los brazos para, desde atrás, follármela estando ambos de pie. A mi esta posición me fascinaba y estaba cada vez mas cerca de la corrida. Ella notaba que también lo estaba y casi simultáneamente explotamos en un orgasmo bestial. Tras salir de ella y besarnos un rato, empezamos a vestirnos.

– He dejado la píldora – dijo - Quiero un segundo hijo y no me importaría que fuera tuyo

Yo no sabía que decir pero si me gustaba que dijera eso pensando en mi. Me acerqué a ella y la besé. Cuando se fue yo apagué mi ordenador y me fui a casa donde Rocío y yo no hicimos el amor pues llevaba un par de días con la regla. Me prometí en ese momento olvidarme de ese detalle y no hacer cálculos sobre cual era el día mas fértil de Rocío.

El viernes tuvimos la reunión mensual. Enero fue un mes relativamente bueno con todas las empresas ganando, excepto la lanzada ese mismo mes de ropa interior, pero sin ninguna empresa haciendo unos números excepcionales. Aun así el beneficio fue menor de lo normal por el gasto excepcional de un millón de euros dedicado a la compra de la parte comercial de la empresa del padre de María. Decidimos en esa reunión que la empresa que habíamos comprado al padre de María se gestionaría con la dirección de Mike pero financieramente independiente de la de importación de comida. Así sería mas fácil llevar la gestión. Una vez finalizada contesté unos mails y me fui a por Rocío para ir a comer a casa de mis padres. Pasaríamos el fin de semana con ellos pues ese domingo celebraríamos la misa funeral por el tercer aniversario de la muerte de mis padres y Lucía, la que era mi novia e hija de ellos. Mi relación con ellos ya era siempre de padres e hijo. Los trataba como tales ante conocidos y extraños. Llegamos a las cuatro y comimos todos juntos antes de pasar a hablar al salón.

– Cariño – dijo Manuela – Creo que va siendo hora de que dejemos de hacer estas misas todos los años.

– Por mi no lo hagáis – dije – Estoy encantado de recordar siempre a Lucía y a mis padres.

– Creo que no es bueno para nadie – dijo Manuela – Todos les queríamos y les recordamos pero al hacer una misa estamos casi obligando a mucha gente a ir a ella y no es justo.

– Visto así lo entiendo – dije

– Pero haremos varias misas, en los décimos aniversarios o así. Y nosotros seguiremos celebrando la vida de ellos juntos -dijo Mariano

– Me parece bien – dije

Tras cerrar un tema que ellos pensaban que podía ser espinoso y no lo fue seguimos charlando y, tras un tiempo, nos fuimos todos a cambiar para ir a cenar.

El sábado estuvimos en el club de ellos todo el día. Mariano y yo jugando al golf mientras hablábamos de la vida y de negocios y nuestras mujeres jugando al tenis y visitando el Spa. Para mi era increíble que mi mujer y la que ahora era mi madre se llevaran tan bien. Facilitaba mucho vida. Esa noche volvimos a cenar fuera y nos fuimos pronto a la cama para estar listos al día siguiente para la misa por mis padres y Lucía.

El domingo la misa era a las once y allí estaban mis amigos. Entendí a lo que se refería Manuela. Seguro que todos ellos tenían algo mejor que hacer. Casi todos tenían ya hijos, algunos muy pequeños, y estaban allí conmigo. Me sentí hasta mal por llevarlo allí pero a la vez me alegré de tenerlos. Tras la muerte de mis padres pude reconstituir mi vida y empezar una nueva con Rocío única y exclusivamente gracias al apoyo que recibí de ellos y mis nuevos padres. Tras la misa mis amigos habían sido invitados por mis padres a una comida en casa de ellos. Fueron todos los de la oficina con sus hijos, Laura y Antonio, el hermano de Rocío con su familia y Diana con Pablo. Fue una tarde genial con todos ellos aunque que todas las parejas menos dos tuvieran hijos hizo que Manuela fuera algo insistente con nosotros para que también los tuviéramos. Yo intentaba que no se me escapara una sonrisita. A eso de las nueve nos volvimos a casa.

– Esta semana de aniversario de la muerte de tus padres no has necesitado nuestra ayuda – dijo – He estado encima de ti sin que lo supieras con María y Raquel controlando cada movimiento por si veíamos que nos necesitabas pero no ha sido así.

– No se si sentirme mal – dije

– No lo hagas. Les quieres aun con locura pero el paso del tiempo normaliza las cosas.

Yo sonreí y no tocamos el tema ni un segundo mas. Llegamos a casa y, sin pasar si quiera por el salón, fuimos a la cama donde hicimos el amor un buen rato.

02. Semana del 9 al 15 de Febrero

El lunes trabajé normalmente y tras el duro día volvimos Rocío y yo a casa de mis padres para cenar. Ese era el tercer aniversario de la muerte de mis padres y Lucía y, que ya no fuéramos a hacer misas anuales no quería decir que nosotros, mas en privado, no nos reuniéramos ese día. Esa noche mas íntima hablamos de ellos y Rocío escuchaba. Para ella no creo que fuera muy emocionante pero para mi era una catarsis necesaria. Esa noche al llegar a casa hicimos el amor.

El día siguiente nos reunimos lo que yo llamaba el comité de dirección. Es decir, Mike, Raquel, Marga, Alberto, María y yo. Aunque Marga no fue ya que estaba aun de baja por su maternidad. El tema del día era encontrar un directivo para Barcelona. Mas específicamente decidir el perfil para preparar las entrevistas que haríamos en Barcelona la semana siguiente. Salió, por parte de Mike, que mi amigo Pablo podía ser un candidato perfecto. Lo discutimos un poco y a mi también me pareció bien. Los dejé en la sala de reuniones que estábamos usando mientras yo le llamaba. Me sorprendió que me dijera que no muy rápidamente pero entendía que para el podía ser un marrón que un buen amigo fuera su jefe. Volví a la reunión y decidimos que debíamos empezar el proceso de búsqueda. Acordamos que Alberto, María y yo iríamos un par de días la semana siguiente para hacer entrevistas. María se puso algo nerviosa pues era la primera vez que iba de viaje de negocios y dormiría fuera. Entre todos la tranquilizamos. Esa tarde noche fue de lo mas normal.

Pasé toda la mañana del miércoles nervioso porque ese día Enrique me haría una oferta por la empresa que ahora compartía con María y su hermano. Llegué a las dos al restaurante y me pedí un agua mientras llegaba Enrique. Una vez llegó estuvimos un poco charlando sobre chorradas hasta que entró en materia Enrique.

– No puedo poner pasta – dijo – Pero puedo absorber la empresa vuestra haciendo una ampliación de capital

– Me puede valer dependiendo de la valoración.

– Pero – dijo Enrique – Yo en realidad preferiría formalmente una fusión. La fusión es mas facil legalmente para mi pero requiere que no solo estemos de acuerdo en la valoración de vuestra empresa sino también en la mía. Yo tengo una valoración de hace un año que estoy dispuesto a mantener como válida. Valoraba nuestra empresa en veinte millones de euros.

– Bueno, tendría que ver tus libros pero si es del año pasado de un asesor independiente será fácil llegar a un acuerdo – dije

– Ahora lo chungo – dijo mientras nos servían los entrantes – Yo valoro vuestra empresa en un millón de euros.

Lo oía y no lo creía. Me parecía muy poco. Yo cuando valoré la parte logística en tres millones no fue por amor a María. Fue porque de verdad lo creía real.

– No me jodas. Me parece casi un insulto – dije

– No te creo. ¿Cuantos esperabas?

– Cerca de tres millones

– ¿Tres millones? ¡Estas loco! - dijo

– ¡Joder! Si solo los camiones y su almacén de Madrid valen mas de un millón de euros.

– ¡Pues claro! - dijo el

– Vendelo y ya está. - dijo Enrique - Pero si lo haces tienes que despedir a todos los trabajadores y pagar con lo que saques por los camiones los finiquitos. Te quedará menos de un millón. La empresa esta sobredimensionada y es una carga mas que un activo.

Pensé un rato sobre ello.

– ¿Cuantos trabajadores te sobran? - dije

– Mira Arturo y Oscar me gustaron. Y no es porque sean el marido y hermano de tu amiga. Es que son tíos validos pero yo no necesito tres recepcionistas, ni dos de las cuatro secretarias ni dos administrativos.

– ¿Y si me quedo a las tres recepcionistas, las dos secretarias y a los dos administrativos?

– La cosa cambia – dijo

Me di cuenta en ese momento que iba de farol con el millón de euros. Siete trabajadores no eran nada. Y yo podía llevarme a todos a mi empresa y apenas notarlo.

– Venga yo me llevo a esos. Y tu te acercas a mis tres millones.

– Déjame mirarlo y lo vemos la semana que viene – dijo Enrique

– Bueno pero en serio, nada de chistes de un millón. Quiero cerrar esto lo antes posible.

El se mostró de acuerdo y terminamos de comer con el. A la vuelta de comer me reuní con mi equipo para pedirles que nos hiciéramos cargo de esos trabajadores. Lo vimos sin estar María presente pues no quería que ella se sintiera mal por estar ayudándola. Alberto, Raquel y Mike estuvieron de acuerdo y entonces fue cuando se lo dijimos a María. No tuvo mas remedio que aceptarlo. Esa noche en casa cené con Rocío y me la llevé a la cama para hacer el amor y soltar adrenalina.

El jueves estaba tranquilamente en la oficina cuando entró Ana en mi oficina vestida para matar. Ese día iba especialmente sexy con un vestido corto como de terciopelo verde con la parte del pecho en negro y unas botas negras hasta la rodilla y con bastante tacón. Cerró mi puerta y echó el pestillo. Eran las doce de la mañana y la oficina estaba a rebosar de gente. Se acercó a mi con una sonrisa en la boca y se paró a un par de metros para enseñarme su cuerpo.

– Ana preciosa me encanta como vistes pero es mas de fin de semana para ligar que de trabajo

– Hoy no tengo reuniones externas – dijo sonriendo y acercándose a mi

Yo la devolví la sonrisa

– ¿Te gusta entonces? - dijo

– Estas para hacer una locura

Según dije eso ella se sentó sobre mi y empezó a frotar su culo sobre mi paquete y se echó hacia atrás para besarnos en la boca.

– ¡Quiero que me folles!

– Aquí y ahora no podemos – dije intentando mantener algo mi compostura con ella frotando su culo y su boca a pocos centímetros de la mía

– Ahora no tonto. Tenemos que seguir inaugurando mi casa. Ayer me montaron el sofá. Rubén quiso estrenarlo pero no le dejé.

– Que mala eres – dije sonriendo

– Tu vas a estrenarlo todo. Mesa de comedor incluida.

– ¿Vamos a mediodía entonces?

– Si – dijo levantándose y empezando a alejarse

Cuando había dado cuatro pasos se dio la vuelta y muy sensualmente se acercó a mi. Cogió mi mano y me la acarició un momento.

– Yo ya estoy empapada - dijo

Y según lo decía llevó mi mano a su entrepierna por debajo de la falda en la que pude comprobar que, efectivamente, tenía su tanguita empapado. Tras sacar mi mano se fue de mi oficina. A las dos Ana volvió y cogimos mi coche hasta su casa. Nada mas entrar me enseño el nuevo sofá y, junto a este, nos fundimos en un beso lento y casi amoroso. No quería a Ana, la tenía aprecio y me ponía muy cachondo, pero al hacerla el amor me gustaba tratarla como si la quisiera. Tras un momento nos sentamos en el sofá y charlamos un poquito, con nuestras bocas a pocos centímetros del otro, y su mano sobre mi pierna cerca de mi polla. Ella me contaba como iba la preparación de su boda y, mientras lo hacía, empezaba a acariciar mi polla. Cada vez lo hacía con mas fuerza y nuestra conversación era mas incoherente. Tan incoherente que cambiamos la conversación por un beso. Mientras nos besábamos ella desabrochó mi pantalón y mi cinturón y sacó mi polla sin llegar a bajarme el pantalón. Empezó a agarrarla y darla una buena mamada. Mientras se metía la polla en la boca yo la ayudaba con mi mano en su cabeza. Era una mamada bastante normalita, solo se metía mi polla en su boca y no introducía ninguna variante interesante. Pero mostraba devoción. Yo me estaba excitando pero no era nada sobresaliente. Así lo que decidí fue hacerla levantar y sacar su tanga, el que antes ya había tocado empapado en la oficina. Estando ya de pie dejé que mi pantalón cayera hasta los tobillos y me quité mi camisa mientras ella se arrodillaba delante mía para seguir con la mamada. Y en este momentos si puso al menos un poco mas de variantes en esta. A veces jugaba con su lengua y otros ratos era su mano la que jugaba conmigo. Cuando su boca era la que controlaba la mamada ella aprovechaba para ir quitándose los tirantes del vestido, primero, y el sujetador, después. Yo me senté en el sofá mientras ella se quedaba desnuda, terminándose de quitar el vestido, aunque dejándose las botas. Ya sin el vestido se subió sobre mi y empezó a cabalgarme mirando hacia mi. En ese momento tenía su abdomen a la altura de mi cara y vi que era muy plano y bonito. Claramente cuerpo de gimnasio. No era una belleza como podían ser Raquel o, sobre todo, Rocío, pero si que era una mujer mas atractiva que la media. Nada especial pero atractiva. Mientras agarraba sus tetas ella seguía saltando sobre mi polla y llevando el ritmo de la follada. Yo, bastante pasivamente, apenas me dedicaba a dejarme hacer.

– Me encanta follar contigo – dijo ella

– Y a mi – dije levantándola en volandas.

Con ella ensartada me levanté pero la dejé sobre el suelo para ponerla luego encima del reposabrazos de su sillón. Sin sacarla, y con ella ya medio tumbada sobre el reposabrazos, empecé a follarla agarrando ambas piernas por las botas. Ella gemía cada vez mas y ambos estábamos claramente a punto de llegar al orgasmo. Tras unos cinco minutos de follada en esa posición ella empezó a correrse y a gritar como loca. No me declaraba su amor, cosa que agradecía pues yo no podía corresponderlo, pero si hablaba de pasión y sexo. Algo con lo que me sentía cómodo. Tras calmarse ella un poco de su orgasmo yo seguí taladrándola un poco y, a los pocos instantes me corrí. Hubiera sido mejor una corrida conjunta pero uno no siempre puede tenerlo todo. Acabamos abrazados y besándonos en el sofá antes de darnos una ducha e irnos a comer algo antes de volver a la oficina. Una vez en la oficina de vuelta yo me dedique a terminar unos asuntos pendientes. Por la tarde María, Rocío y Elena estaban de compras y yo fui a casa de María a esperar a mi mujer. Allí jugué con las niñas y charlé con Arturo. Cuando llegaron ellas cenamos algo y nos fuimos a casa a hacer el amor antes de irnos a dormir.

El viernes estuvimos Alberto, María y yo revisando los curriculum de todos aquellos que se presentaban para dirigir la oficina de Barcelona. La idea era preparar unas diez entrevistas para esos dos días. De esos diez tendríamos que elegir una persona para dirigir la empresa en Barcelona. Además elegiríamos una persona que dirigiría la actividad de nuestras dos empresas de importaciones en el área de Cataluña, Levante y Baleares. Esta persona sería a su vez subdirector de la oficina. El perfil de la persona que buscábamos era el de una persona con experiencia en el mundo empresarial de Barcelona y, a ser posible, con experiencia también en la apertura de locales pues además de gestionar la empresa se iba a encargar de la apertura de tiendas en esos tres territorios. Mike junto con sus dos subdirectores entró en la reunión para comentarnos que el creía que la comercial, una chica llamada Marta, que llevaba ahora para ellos la zona de Cataluña era la ideal para ser la subdirectora ya que, además, era catalana y la interesaría volver a su tierra. Nos pareció bien y así tendríamos mas tiempo para cada entrevista con los que iban a dirigir la empresa. Tras la reunión me fui a comer con María, Raquel y Rocío y luego a pasar la tarde con Rocío comprando regalos para el cumpleaños de su sobrino y hermano que celebrarían en su casa ese domingo. Tras las compras cenamos algo en un restaurante que nos gustaba mucho y volvimos a casa a hacer el amor y descansar.

El sábado me levanté pronto sin hacer ruido y dejé a Rocío durmiendo. Era San Valentín y por unas cosas u otras no lo había celebrado nunca con Rocío. Ese año lo haríamos. Me fui de casa y compre dos croissants y un par de rosas rojas. Al volver hice un zumo de naranja, café para los dos y fui a la cama con una bandeja a despertar a Rocío.

– Cariño – la dije cuando ya había despertado – Este año celebramos San Valentín si o si.

Ella solo me sonrió y me dio un beso. Yo me subí a la cama con ella y desayunamos juntos. Una vez terminamos de desayunar nos duchamos y nos vestimos para pasar todo el día fuera. Ella no sabía que tenía preparado y yo la dije que se pusiera cómoda e informal. Yo iba con vaqueros, zapatos y camisa con un jersey fino y americana gruesa de pana y Rocío con vaqueros, botas marrones planas por fuera del vaquero y camisa. Para abrigarse llevaba una cazadora de cuero a juego con su botas. Lo primero que hice fue llevármela de compras para ella por las tiendas de la milla de oro en Serrano. Para muchos será demasiado comercial llevármela ese día de compras pero a ella le gustaba y yo disfrutaba cuando ella se probaba ropa y me pedía opinión. Compramos un par de vestidos y al final cayó también una americana para mi. No era por las compras en si. Era por pasar el día juntos. Antes de las dos volvimos a casa para dejar la ropa y nos fuimos andando a un hotel cercano a nuestra casa donde estaba el restaurante La Broche que, con dos estrellas Michelín, era de los mejores de Madrid. Allí una larga y maravillosa comida que tuve que reservar para las dos de la tarde varios meses antes. Salimos casi a las cuatro y media del restaurante y cogimos un taxi para ir a dar una pequeña vuelta por el parque del capricho. Para mi el parque mas romántico de Madrid. Estábamos allí a las cinco y no mucho tiempo pues anochecía pronto y cerraban a las seis y media. Por suerte no es un parque muy grande. Tras dar el paseo volvimos a Madrid y fuimos al centro donde a las nueve teníamos Ópera en el Teatro Real. Es casi imposible conseguir una entrada para la Ópera en Madrid y mas en San Valentín pero Manuela conocía a unos abonados que me vendieron sus entradas para ese día por una pasta. Pero merecía la pena. Fue maravilloso el espectáculo. Tras salir de la Ópera fuimos a La Vaca Argentina cercana al Teatro Real y cenamos en una mesa tranquilos. Tras la cena volvimos en un largo paseo a casa donde hablamos de futuro. Y eso fue lo mejor del día. Las compras están bien, la Ópera es deliciosa y una comida en un restaurante de lujo es genial. Pero nada como estar con tu esposa durante una hora paseando por Madrid de camino a casa y hablando de nuestro futuro juntos. De hijos, de carrera y de nuestro amor. Al llegar a casa hicimos el amor pero ese día fue muy especial y me vais a permitir que lo guarde para mi.

El domingo nos levantamos abrazados con nuestro amor reforzado por los acontecimientos del día anterior. Tras tomar un café y ducharnos nos vestimos y fuimos a casa de su hermano para celebrar el cumpleaños conjunto del hermano y sobrino de Rocío. Al llegar ya estaban allí los padres de Rocío, los de María Rosa y Diana. Poco después de llegar nosotros llegó el hermano de María Rosa y empezó la celebración conjunta del cumpleaños de ambos. Estuvo bien pero no fue nada del otro mundo. Tras la comida, la entrega de regalos y la conversación nos fuimos a casa donde llegamos a las ocho. Descansamos, cenamos algo y nos fuimos a dormir tras un fin de semana intenso.

03. Semana del 16 al 22 de Febrero

El lunes trabajé todo el día en nuestro viaje a Barcelona revisando algún curriculum que entró el viernes a última hora. Con María y Alberto cerramos los diez candidatos finales y la secretaria de María se encargaría de hacernos la agenda. El resto del día en la oficina fue mucho mas monótono. Por la tarde fuimos Rocío, Diana y yo a ver al hermano pues era su cumpleaños. Habíamos estado el día anterior pero ellas querían estar con su hermano y sobrino de manera algo más intima. Tras cenar allí unas pizzas nos volvimos a casa e hicimos el amor.

El martes volví a quedar con Enrique para comer pues tenía una nueva oferta ahora que le había liberado de buena parte del personal administrativo. Esta vez cuando llegué al restaurante el ya me estaba esperando. Tras la charla mas rutinaria mientras pedíamos entramos en materia.

– A ver que oferta me haces - dije sonriendo

– Siempre suponiendo que mantengamos la valoración de mi empresa en 20 millones puedo ofrecerte valorar vuestra empresa en dos millones.

– Te he quitado todo lo que sobraba en esa empresa – dije – Esperaba aun un poquito mas.

– La empresa tiene material y dos buenos trabajadores que son el marido y el hermano de María – dijo Enrique – Nada mas. No tiene clientes. El único cliente eres tu.

Me jodió que diera por su puesto que al ser el mi proovedor en todas las empresas lo fuera a ser en esta. Pero lo cierto es que tenía razón. Aun así decidí ir de faro.

– Te veo muy seguro de conseguir esta nueva cuenta. Teníamos pensado hacer concurso. Tu empresa es impresionante para importar y exportar pero no se si está preparada para afrontar una operativa a escala nacional en la que tienes que llegar a muchos mas puntos.

Y esto se lo dije mirando a sus ojos sin dejar atisbo alguno de duda. El tampoco apartó la mirada intentando, casi seguramente, adivinar si iba a no de farol.

– Mañana por la mañana te hago una oferta nueva por teléfono. Si te gusta quedamos por la tarde y cerramos con tus socios. Y si no te puedes buscar otro comprador.

Ahora parecía ser el quien intentaba ir de farol. Yo no me lo tragué. La empresa le interesaba y no iba a hacer una oferta y romper las negociaciones como si fuera un niño pero le seguí el juego. Al llegar a la oficina me puse a hacer números sobre que oferta aceptar. Si la empresa se valoraba en menos de tres millones yo perdería dinero pero ya estaba claro que a esa valoración no íbamos a llegar. Tras hacer números decidí que dos millones y medio eran lo que podía aceptar como razonable. Significaría que tendríamos María, su hermano y yo un 3,70% de la empresa resultante. Aproximadamente. Esa noche fui a casa de María a cenar con la excusa de contarles como iban las negociaciones pero mas con ganas de ver a sus hijas. Algunos días me apetecía jugar con Marta, mi ahijada, y Elisa, la que todos decían que era mi hija. A Elena también la quería con locura pero ella prefería estar con Rocío. Y lo entendía, para una niña con nueve años y media Rocío debía ser el no va mas. Guapa, inteligente y dulce. Como siempre con ellos todo fue genial y esa noche al llegar a casa hice el amor con Rocío. Deseando que se quedara embarazada ya.

Estuve esperando toda la mañana del miércoles y, a las doce, recibí la llamada de Enrique.

– Te puedo dar dos millones y cuarto – dijo tras los saludos protocolarios

– Si me das dos millones y medio cerramos

– No puedo valorar vuestra empresa en dos millones y medio

– ¿Si te garantizo que la cuenta de la otra parte de esta empresa es tuya puedes? - dije

Se hizo el silencio al otro lado de la linea.

– Venga – dijo – Pero que sepas que me has apretado mucho

– Voy para allá y cerramos todo para firmar la semana que viene.

Tras colgar le dije a mi secretaria que salía y no sabía si volvería hoy. Desde el taxi llamé a María y se lo conté. En la oficina estuve negociando los detalles de la operación. Todos los trabajadores mantendrían sueldo, puesto que los que tenían eran aproximados a los que estarían cobrando en sus empresas. En cuanto a Oscar, el hermano de María, y Arturo, tuvimos que buscarles un hueco. Oscar sería Director de Tráfico. Un puesto que nos inventamos para el y que sería útil a la hora de coordinar tantos camiones. Era un puesto técnico y el perfil de Oscar era ideal. En cuanto a Arturo sería Director de Nacional. Un puesto también nuevo y que debía intentar aumentar la cifra de negocio de operaciones que no fueran de importación o exportación. Sus sueldos que hasta ahora eran de 110.000 euros brutos fueron aumentados a 155.000 para igualarlos con sus compañeros con las mismas responsabilidades. Ambos, junto con Enrique, su hijo y yo pasaríamos a formar la junta de gobierno de la empresa como accionistas de ella. Arturo en realidad no lo era pero María prefería que el fuera quien representara su participación en la empresa. Mi pensamiento se fue hacía María, Arturo y sus hijas. Tras los aumentos de Arturo y sobre todo María, que subió mucho en el último par de años, la pareja iba a tener unos ingresos netos de algo mas de 10.000 euros mensuales. Me alegré mucho, pero no tanto por ellos como por sus hijas. Lo habían pasado mal. María tuvo que volver a tiempo completo porque Arturo no cobraba ni la mitad del sueldo para que no se fuera la empresa a pique y eso fue muy duro para ellos. Ahora podrían dar a sus hijas la vida que se merecían. A las dos me fui con Enrique, su hijo, al que todos llamaban Quique, a comer pero antes llamé a María, el hermano y Arturo para que vinieran. Les contamos el acuerdo y se mostraron encantados aunque María no parecía tan feliz. Cuando se fueron padre e hijo nosotros nos quedamos tomando el café.

– No quiero firmar ese acuerdo – dijo María

Todos nos miramos sin saber a que venía eso.

– Vas a perder dinero y no quiero que lo hagas – dijo – Una cosa es que seas suficientemente generoso como para ayudarnos pero no quiero que sea perdiendo tu dinero. No quiero y me niego y no firmo mi tercera parte de la empresa.

Parecía verdaderamente enfadada.

– Y no se como vosotros podéis estar de acuerdo – dijo mirando a Arturo y su hermano – Después de todo lo que ha hecho por nosotros.

Creo que nunca había visto a María así de enfadada y solo un par de veces la había visto así de firme y siempre con sus hijas. Me emocionó que fuera así.

– Cariño – dije yo – Te agradezco que te pongas así pero no voy a perder dinero ni ganar. No he vendido la empresa por dos millones y medio. Si lo hubiera hecho habría perdido dinero. Simplemente se ha valorado la empresa en ese importe.

María me miraba poco convencida

– Miralo de esta forma. Yo he aceptado comprar un 3,70% de la empresa de Enrique por un millón.

– Pero la valoración – dijo María

– De la valoración olvidate – dije interrumpiéndola – Es un mero instrumento para interpretar la ecuación de canje de acciones. Podría haber Enrique valorado su empresa en 200 millones, la nuestra en 25 millones y le resultado sería el mismo. Y yo no habría ganado millones de euros. Si no se nos paga en dinero no tenemos una ganancia o perdida real. Es todo un artificio contable.

– Pero – dijo María

– Pero nada – dije yo – Para mi es mas que justo. Piensa en tu marido, tu hermano y tus hijas. ¿Crees que es justo recibir un 3,70% de la empresa de Enrique por tu 33% de la empresa que compartimos?

Se quedó callada.

– No lo se – dijo – No soy una experta.

– ¿Confías en mi?

– Si – dijo María

– Pues firma.

Y tras un silencio incomodo de unos segundos en los que miró a su hermano y a su marido, que la acariciaba una mano, me miró a los ojos.

– Firmaré.

Yo decidí no decir nada y solo sonreírla.

– Hoy cenamos todos en casa – dijo Arturo

Y así fue. Tras terminar de currar ese día pronto, hacia las cinco, nos fuimos todos a casa de María y Arturo. No estaríamos mucho tiempo para que se pudiera despedir María de sus hijas puesto que al día siguiente no dormiría en casa por su primer viaje de trabajo. Había pasado a cobrar 90.000 euros de los 30.000 que cobraba solo dos años antes pero tenía el pequeño problema de tener mas responsabilidades. Aun así a María se la veía contenta. Que su marido ya no tuviera en la cabeza el problema de la empresa de su padre era para ella un respiro. Además no tenían mucho trabajo hasta que se firmara la venta la semana siguiente y se hiciera efectivo el traspaso el 1 de marzo. A las nueve nos fuimos todos a casa dejando a María con sus hijas. Rocío yo en casa hablamos y me agradeció lo que hice por mi amiga. Me sinceré con ella y la dije que estaba harto de agradecimientos. Hice lo que todo buen amigo hace por una amiga a la que ama. María y Raquel eran muy importantes para mi. Como también lo eran Mike y Antonio. Esa noche Rocío y yo hicimos el amor con pasión.

A las nueve estaba en el aeropuerto y allí ya esperaba María. Solo un par de minutos después llegó Alberto. Hicimos el checkin rápidamente y nos metimos en la sala VIP del aeropuerto a esperar la salida de nuestro vuelo del puente aéreo. A María se la veía un poco rara pues no estaba acostumbrada a la sala VIP pero rápido se hizo a ello. A lo bueno es fácil acostumbrarse. Llegamos a nuestra oficina a las doce menos cuarto y preparamos todo un poco de cara a las primer entrevista que era a las doce y media. Esa mañana teníamos entrevistas a las 12:30 y 13:30. Tras las dos entrevistas comimos rápido por la zona y volvimos para tres entrevistas mas a las 15:30, 16:30 y 17:30. Cuando acabamos la tercera entrevista casi a las seis y media dejamos la oficina y fuimos al hotel a hacer checkin. Nos hicimos con nuestras habitaciones, nos duchamos y descansamos un poco antes de salir a cenar. Quedamos a las ocho en el hall y vino mi amigo Pablo a buscarnos para cenar juntos. Intenté sacarle porque no quiso el hacerse cargo de la empresa pero sus razones sonaban a excusa e iban cambiando cada vez que le tiraba de la lengua. A las once de la noche volvimos al hotel y cada uno nos fuimos a nuestra habitación a descansar. Pero a las once y media yo llamé a la puerta de María con una botella de champán y dos copas. Cuando abrió la puerta se sorprendió de encontrarme allí. Me hizo pasar rápido y cerró la puerta. Al hacerlo noté que ella estaba desnuda solo con un tanguita negro y un sujetador del mismo color.

– ¿Que haces aquí? - preguntó

– He venido a estar con mi chica. ¿Quieres pasar la noche conmigo?

– No se – dijo – Arturo,...

– Arturo no está aquí. He follado contigo en tu casa.

– Ya – dijo – Pero pasar la noche. Quiero hacerlo, no me malinterpretes. Pero me da un poco de miedo engancharme a ti.

– Tranquila amor – dije – Yo no quiero secuestrarte. Quiero que seas feliz con tu marido y feliz conmigo.

Me miró a los ojos y me sonrió.

– Siempre sabes que decir – dijo – Me da bastante miedo, la verdad.

Yo me reí bastante con su comentario y la besé. Mientras nos besábamos yo deposité la botella sobre su mesa y la descorché. Serví dos copas y las bebimos brindando por esa noche. Mientras nos mirábamos a los ojos yo aproveché para quitarme camisa y pantalón. Así, cuando nos terminamos las copas, yo ya estaba como ella, en ropa interior. Volvimos a besarnos ya junto a los pies de la cama y tras unos minutos de intenso beso la tumbé en ella. Me arrodillé en la cama y besé sus glúteos y espalda subiendo por todo su cuerpo hasta centrarme en su cuello y, posteriormente, su boca. Intercambiamos saliva como si nos fuera la vida en ello antes de volver yo a la parte inferior de su espalda y, metiendo la cabeza entre las piernas, empezar a chupar su coñito apartando su tanga. Tras un rato con el apartado se lo bajé hasta poco a poco quitárselo para volver a chupar su coñito mientras mis manos acariciaban sus glúteos.

– Me haces sentir tan bien – dijo – No se como he podido siquiera dudar un segundo en darte mi cuerpo.

– Porque eres un encanto – dije

Ella me sonrió y yo la di la vuelta. Ella se incorporó un poco y mi boca se fue ahora a por la suya para que mi mano disfrutara de su coño. Ella se levantó de la cama rápidamente y no sabía que hacía cuando vi que fue a cerrar las cortinas. No creía yo que nadie nos pudiera ver pues estábamos bastante a oscuras con solo la luz de una lejana mesilla encendida pero ella siempre pensaba en todo. Estando de pie volví a besarla y a acariciar su cuerpo. No era un perfecto cuerpo como podía ser el de Rocío y, en menor medida los de Raquel y Ana, pero tampoco estaba invadido por las grasas. Tenía sus curvas y no estaba gorda. Según ella su gimnasio era perseguir a tres niñas de distintas edades. Mientras nos besábamos ella empezó a masajear mi polla por encima del bañador mientras yo me agarraba y masajeaba sus glúteos. Mi polla ya estaba en su tamaño máximo cuando ella se acarició y, bajando solo un poco mi calzoncillo, sacó esta para llevársela a la boca. Con su mano derecha me pajeaba un poco mientras que su boca enguía todo lo que la mano dejaba libre de mi polla . La sensación en ese momento era totalmente maravillosa.

– Me siento una privilegiada por tener acceso a esta polla – dijo mientras me pajeaba – Siempre pensé que una vez te casaras perdería este placer. Me encanta que no fuera así.

Yo solo la sonreí pues no se me ocurría que contestarla. En parte porque no sabía que decir y en parte porque el placer que me daba su mamada no me dejaba pensar en nada mas. La levanté de su posición para la mamada y la llevé hasta la cama donde la tumbé boca arriba y la besé un par de minutos antes de volver a chupar un poco su coñito. Mientras lo hacía ella se desabrochaba el sujetador y me declaraba su amor. Yo me quité del todo el calzoncillo y llevé mi polla hasta su agujero donde, tras penetrarla primero con solo unos centímetros empecé a follarla con cada vez mas decisión. En esa posición estuvimos unos minutos hasta que ella me hizo girar y que yo fuera el que estaba boca arriba. Ella cogió mi pene y, tras darle un par de lametones, se lo llevó de nuevo a su coño dejándose caer sobre el para cabalgarme. En ese momento si empezó a volverse mucho mas bocal y mientras saltaba sobre mi polla me pedía cada vez mas. Yo la agarraba de su culo para ser el que llevara el ritmo y a veces la martirizaba con penetraciones muy lentas pues parecía evidente que lo que le gustaba era ser penetrada lo mas violentamente posible.

– Dios -grito en un momento cuando pensé que se iba a correr – Esto es maravilloso. Tengo que salir de viaje contigo mas a menudo.

– Cada vez que viajemos acabaré en tu cama – dije - ¿Eso es lo que quieres?

Me miró, me besó y sonrió. Tras un rato mas cabalgando se bajó de mi de nuevo y se tumbó de espaldas sobre la cama poniéndome yo en la cama en un costado suyo para poder penetrarla y besarla. En esa posición estuvimos follando otros cuantos minutos hasta que, con nuestras bocas unidas en un beso maravilloso me corrí dentro de ella a la vez que ella también se corría. Ninguno dijo nada. Solo nos miramos y nos besamos durante muchos minutos antes de volver a subirme yo sobre ella y, esta vez sin mucha variación, acabar en otro orgasmo casi simultaneo. Con dos polvos encima me abracé a ella, la besé y, desnudo en su cama de hotel, acabé quedándome dormido. Ella, por lo que me dijo al día siguiente, no tardó mucho en dormirse.

María y yo nos levantamos juntos a las ocho de la mañana y tras darla un beso me fui a mi habitación a ducharme, cambiarme y hacer la maleta para volver esa tarde a Madrid. A las nueve estábamos todos desayunando con el checkout ya hecho y algo antes de las diez en la oficina. Teníamos cinco entrevistas, una cada hora, entre diez y dos de la tarde. Acabamos casi a las tres y comimos algo por las inmediaciones de nuestra oficina antes de salir hacia el aeropuerto donde llegamos con el tiempo justo para coger el vuelo de las cinco y media pero gracias, en parte, a que llevábamos asientos de business conseguimos entrar a tiempo. A las seis y media aproximadamente estábamos aterrizando en Madrid y, poco después de las siete llegaba a casa. Menos cansado de lo que esperaba. Tras ducharme y descansar un poco me fui a cenar con Rocío y tras tomar una copa en un pub cercano a casa nos fuimos a la cama a hacer el amor y dormir.

El sábado fue un día tranquilo en pareja. Hicimos la compra en Hipercor, fuimos a comer fuera y cenamos en casa una pizza mientras veíamos una peli en la tele. Todo muy normalito. Lo único que llamé a Oscar, el directivo de nuestra empresa de diseño, para felicitarle por su cumpleaños.

Acabó la semana menos tranquila que el sábado con una comida en casa de Mike. Tampoco es que fuera una juerga loca pero estuvimos toda la tarde, desde que llegamos a las dos hasta las casi diez que nos fuimos tras picar un poco para cenar. Estuve hablando con Mike y Marga de la visita a Barcelona y hablamos de nuestras vidas. El pequeño Miguel aun se dedicaba a comer y dormir con poco mas de dos meses. Cuando llegamos a casa Rocío y yo hicimos el amor con pasión y nos fuimos a dormir.

04. Semana del 23 al 29 de Febrero

Necesitaba una semana relajada tras tres semanas intensas con la negociación de la empresa de logística, dos viajes a Barcelona, cumpleaños, San Valentín y el aniversario de la muerte de mis padres. Llegué el lunes a la oficina, encendí mi portátil y me di cuenta que estaba rendido. Esa semana ya tenía varias cosas en la agenda y decidí el lunes tomármelo tranquilamente en la oficina. Tuve una pequeña reunión con María y Alberto para repasar los candidatos que mas nos gustaron pero el resto del día me dedique a repasar cosas en la oficina, contestar mails y no agobiarme. Por la tarde me fui a casa y descansé hasta que llegó Rocío. Cenamos juntos en casa, vimos una peli y nos fuimos a casa a hacer el amor.

El martes era el cumpleaños de Laura, la amiga de Rocío y mujer de mi mejor amigo. Lo primero que hice al llegar a la oficina fue llamar para felicitarla. El resto del día fue similar al anterior y María y Alberto vinieron a verme para contarme que habían reducido los diez candidatos a cuatro tras una larga reunión. Si con mi ayuda elegíamos uno sería genial pero al menos lo ideal sería bajarlo a dos candidatos para mantener una última entrevista. Al final no llegamos a un acuerdo sobre un candidato pero lo dejamos en dos. María volvería la semana siguiente a Barcelona y haría, esta vez con Mike y Raquel, dos nuevas entrevistas. El candidato final lo decidiríamos luego entre todos. El resto del día bastante tranquilo. Puesto que no quedamos con Laura esa noche, ya que tenía una cena romántica con su marido, Rocío comió con ella. Yo ya la vería el sábado en la celebración de su cumpleaños. Rocío vino muy contenta y es que me dijo que Laura le había comentado que estaban buscando ya un hijo. Esa noticia hizo que nosotros tuviéramos una buena noche de sexo.

A las diez de la mañana del miércoles estaba en el notario con María y su hermano, y Arturo acompañándonos, para firmar la entrada en el accionariado de la empresa de Enrique. Tras firmar nos fuimos a trabajar y el resto del día pasó bastante tranquilo.

Jueves y viernes fueron días muy normalitos y lo único medio especial fue que llamé a Belén, la hija mayor de mi amiga, socia y amante del mismo nombre, para felicitarla por su 20 cumpleaños. No era necesario pero yo era de ser muy cumplido. Ambas noches las pasé en casa con Rocío haciendo el amor.

El sábado, yo ya en perfecto estado de revista tras una semana más relajada que las anteriores, fuimos Rocío y yo a primera hora a casa de Antonio y Laura para celebrar el cumpleaños de Laura. La invitación era a comer pero nosotros fuimos antes pues, no obstante, yo era el mejor amigo de Antonio y Rocío de Laura. Estuvimos un buen rato hablando con ellos y me contaron a mi, como si no me lo hubiera contado ya Rocío, que estaban buscando un niño. Lo hicieron para meternos prisa a nosotros mas que para comentar la noticia con sus amigos pero nosotros no dimos pista alguna de nuestra intención de también tener un hijo. Poco a poco fueron llegando los amigos de ambos, principalmente de Laura pero también algún amigo de Antonio y mio con su correspondiente pareja. Para mi la sorpresa fue la aparición de Pablo con Diana.

– Vaya – dije – Vienes a todos los cumpleaños desde que estas con cierta señorita

– Necesita alguna excusa para venir a verme – dijo Diana sonriendo

– Entonces mi cumpleaños es una excusa – dijo Laura haciéndose la falsa ofendida

– Tranquila un día quedamos cuando no sea tu cumpleaños.

Todos rieron y estuvimos tomando unos aperitivos antes de pasar los doce invitados a la mesa principal donde comimos un asado que habían encargado y que estaba muy bueno. En los postres entregamos los regalos. Encargándose Rocío del regalo de Laura era evidente que cayó ropa. Más exactamente una falda muy bonita que valía para salir o para ir a trabajar y una camiseta mas informal de la marca desigual. Tras los regalos unos cuantos seguimos con ellos y acabamos nosotros cuatro y otra pareja de amigos de Rocío y Laura. Alguna vez había quedado con ellos y eran majos. Ella se llamaba Marta y eran buenas amigas aunque no tanto como Rocío y Laura. Los seis acabamos de copas por Madrid tras tomar una pizza en casa de Antonio y Laura como pre-cena. A casa no llegamos hasta las tres y nos fuimos directamente a dormir.

El domingo nos levantamos a las doce y a toda prisa nos duchamos y vestimos para ir a casa de María a comer. Estaba invitado su hermano y familia y sus padres. La idea era celebrar que, tras casi tres meses de culebrón, se había solucionado el asunto de la empresa del padre relativamente bien. Cuando llegamos hacia la una y media ya estaban todos esperándonos. Tras los saludos iniciales pasamos a charlar un rato en el salón aunque yo centré una parte de mi tiempo en jugar con Marta y Elisa. Elisa tenía casi un año y nueve meses y Marta algo mas de tres años y era una pasada jugar con ellas. Marta se expresaba relativamente bien para su edad y estaba abonada a preguntarlo todo. La comida, cocinada por la madre de María, consistió en una paella que yo ayudé a que Marta se la tomara. Y disfruté como un loco haciéndolo. Adoraba a mi ahijada y creo que el sentimiento era mutuo. Cuando tras cenar llegamos a casa llevé a Rocío directa a la cama. Se había vestido un poco mas elegante de lo normal para ir a visitar la casa de María. Pero Rocío era así. Para ella no era lo mismo ir a casa de nuestros amigos a ver a sus hijas que ir cuando iban los padres de esta. Al ir los padres se puso un pelín mas formal. Llevaba una falda bastante estrecha de color beige hasta un dedo por debajo de la rodilla, justo hasta donde llegaban sus altas botas marrones con tacón de unos siete centímetros y una hebilla a la altura del tobillo. Su torso lo cubría un jersey verde con en principio bastante escote pero este estaba oculto por un pañuelo de Hermes que compramos en París durante nuestra luna de miel. A los pies de la cama empezamos a acariciarnos y darnos pequeños besos por la mejilla, boca y cuello. Ella se quitó el pañuelo mientras yo me sentaba en la cama y, desde luego, el escote era pronunciado. Pegué mi cara a sus pechos y empecé a besarlos por lo que asomaban por su escote. Bajé su jersey un poco liberando unos pechos que no estaban cubiertos por sujetador alguno. Que aun los tuviera bien firmes, ya veríamos si se quedaba embarazada como acabarían, la permitía a veces no llevar esa ropa interior. Ya con acceso completo a sus pezones empecé a chupárselos y a darles a estos pequeños mordisquitos. Mientras lo hacía ella soltaba sus primeros gemidos. Yo me tumbé sobre la cama, aun con las piernas colgando como si estuviera sentado, y ella se echó sobre mi con las piernas a cada lado de mi cuerpo pues, hasta ese momento, había estado sentada. Levanté su falda, que por ser relativamente estrecha no fue fácil, y tuve acceso a su culo que no estaba resguardado por el tanga negro que llevaba ese día. Estuve acariciándoselo un rato mientras no dejaba de chupar sus pezones. Llevé uno de mis dedos a su coño y saqué de ella un gemido que la hizo reaccionar y bajarse de mi.

– Vamos a ver esa polla – dijo

Se arrodilló en la cama junto a mi y me quitó los dockers que llevaba dejándolos a la altura de mis tobillos. Acarició un ratito mi polla haciéndola una paja antes de pasar a metérsela en la boca para hacerme una buena mamada.

– Me encanta tu polla – dijo – Y me moja solo pensar que ya no estoy protegida. Que hace mucho dejé de tomar la píldora

Ante ese comentario yo me excité mucho y la hice quitarse la falda y la llevé junto a mi poniéndola en posición para un 69 con ella arrodillada sobre mi. Mientras ella me pajeaba, mamaba y jugaba con mi polla en sus tetas yo la besaba en su coñito e intentaba meter mi lengua a la vez que sentía el cuero de sus botas junto a mi rostro. El tanga que llevaba ese día era tan reducido que apenas tenía que apartarlo para tener acceso a su coño. Los dos gemíamos aunque el que nuestras bocas estuvieran ocupadas con el órgano reproductor del otro hacían que estos estuvieran bastante ahogados.

– Necesito tu polla – dijo – Necesito sentir tus nadadores buscando un objetivo

– No creo que tengas tanta sensibilidad como para notar a cada nadador pero vamos a intentarlo – dije

La moví un poco hacia delante y puso mi polla en la entrada de su coño para, apoyando la suela y el tacón de sus botas sobre la cama, empezar a cabalgar. La cama empezó a sonar con la cabalgada salvaje que estaba dándome y casi ahogaba nuestros gemidos.

– Embarázame – dijo – Necesito que nuestro amor crezca en mi interior.

– Eso – dije – tu no me metas presión

Ella dejó de cabalgar y fui yo el que empecé a mover mi pelvis para meterla y sacarla de su cuerpo pero cada pocas embestidas mi polla se salí de su coño. No era una posición muy práctica y, tras cabalgarme un pelín mas, la hice bajar y la puse a cuatro patas sobre la cama. Me arrodillé detrás de ella y puse mi polla en su coño para empezar con una follada salvaje que hizo que ambos empezáramos a gemir casi inmediatamente. Tras unos minutos así yo noté como me corría mientras ella, ya unos minutos antes, no paraba de pedirme que la llenara. Fue notar mi primer chorro en su interior y ella explotó también en su orgasmo. Descansamos un poco besándonos y echamos un polvo mas, en la nada glamourosa posición del misionero antes de irnos a dormir juntos, desnudos y abrazados.

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