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Mi historia (04: Abril 2001)

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Mi historia (04: Abril 2001)

01. Semana del 2 al 8 de Abril

El comienzo de un nuevo mes que se presentaba muy importante para mi. Por un lado, si hacía caso a Antonio tenía que ligarme a Rocío lo antes posible. Por otro lado me daba reparo siendo ella mi asesora. Y además en el curro teníamos que terminar el tema de Alemania. Un mes interesante.

El primer lunes empezó en el notario a las diez de la mañana firmando nuestra incorporación a la inmobiliaria de Belén. Justo antes de entrar a firmar me dicen Belén y Juan que tienen una oferta firme por mi casa de 500.000 euros (yo pedía 600.000) si la aceptaba teníamos que firmar antes del jueves. Si no firmaba mañana se cancelaba la oferta. En ese momento decidí pasar y así se lo dije al salir. Raquel me buscó por la tarde para "jugar" un rato pero yo tenía ese día en mente a Rocío. Parecía un quinceañero. A las diez estaba en la cama leyendo un libro que me había comprado en la FNAC.

El martes volé yo solo a Bilbao pues tenía una charla en la cámara de comercio sobre los riesgos y ventajas de las importaciones. No me gustaban mucho estas charlas que daba por toda España pero se conocía gente muy interesante, te volaban en business y te daban de comer muy bien. En Bilbao especialmente bien. Cogí el vuelo de las diez de la mañana y a las doce estaba en el centro de Bilbao. Fuimos a comer y a las cinco di mi charla. A las ocho estaba en el aeropuerto para coger el vuelo de las nueve que aterrizaba en Madrid a las diez mas o menos. A las diez y media estaba en casa y a las once en la cama. Anticipaba el día siguiente y mi nueva reunión con Rocío.

El miércoles llegó y me vestí con especial esmero. Me aseguré de estar perfectamente afeitado y me puse unos chinos marrones claros con una americana marrón oscura y una camisa de rayas rosas mas gruesas y blancas y azules mas finas. Me puse mi mejor colonia y salí hacia la oficina donde estuve currando hasta las 12:30 momento en el que salí de la oficina, cogí un taxi y me fui a ver a Rocío. Al llegar a la oficina la chica de recepción me reconoció y me dijo que Roció estaba esperándome. Me acompañó a la puerta de la oficina y, cuando llamé a su puerta, la chica se volvió a su puesto. Nada más llamar hoy la voz de Rocío indicarme que pasara. Llevaba dos semanas soñando con su voz y volvía a oírla. Al entrar estaba sentada en su mesa con una camiseta/blusa de color gris de manga corta. La manga un poco recargada pero elegante. Al ver que era yo salió de su mesa para darme dos besos y entonces vi que llevaba una falda lápiz de color negro hasta justo debajo de las rodillas y unas botas de tacón negro de maravillosa elegancia. En su muñeca izquierda llevaba unas pulseras de color plateado. Lo que faltaba, estaba con botas. Hablamos un poco sobre mi aversión al riesgo, mi perfil inversor, mis conocimientos financieros. Antonio tenía razón. No era un pivón para contentar a los ricos que la miraran. Era de verdad muy inteligente. Tras nuestra reunión me fui con las ideas muy claras. Tenía que ligármela. Esa tarde estuve en la oficina pero me costaba concentrarme. A las ocho me fui de la oficina a un cine cercano para intentar evitar seguir pensando en Rocío.

El jueves y viernes los dedique a trabajar. Evitaba a Raquel y ella parecía algo molesta pero tenía una sensación entre rara y estúpida. No quería ponerle los cuernos a Rocío cuando no sabía nada de ella y desde luego no era mi pareja.

El sábado Raquel vino a casa y me dijo que estaba raro. La conté lo de Rocío. Me dijo que lo primero que tenía que hacer era intentar ligarmela y lo segundo tener cuidado no fuera a ser una chica que buscara un tío con pasta. Que el trabajo que tenía era muy bueno para eso. La dije que no se preocupara que estaría atento y trataría de saber mas de su vida antes de tirarme a ella. Tras nuestra conversación Raquel se acercó a mi, jugó conmigo un rato y empezó a mamármela. Pero no lo recuerdo del todo bien. Creo que en parte estuve pensando en Rocío.

El domingo quedé con Antonio y Laura para ir al cine. Antonio me dijo por teléfono que Rocío le había hablado de mi y quería conocerme en mi vida privada. El pensaba que iba a cotillear con Rocío sobre como era. A las 7 entramos en el cine y en el rato en el que comprábamos las bebidas (yo agua y ellos una cocacola para compartir) tuve la oportunidad de hablar con Laura. Era una chica encantadora y me preguntó mucho por mi vida, se interesó por como estaba tras la tragedia de febrero y en general charlamos sobre mi. O yo estaba muy fuera de onda o claramente estaba sonsacándome información. Antonio me miraba cuando Laura no se daba cuenta y me sonreía como diciendo que no sabía lo que me esperaba. Tras la película fuimos a cenar a un asturiano cerca del cine y esta vez Laura alternó entre sonsacarme información y hablarme bien de Rocío. Fue en ese momento cuando me di cuenta que, al menos la primera cita, iba a ser mucho más fácil de lo esperado.

02. Semana del 9 al 15 de Abril

El lunes 9 tenía una reunión con el socio de mi padre para ver como iba el tema de la herencia. Me comentó que todo era muy fácil pues mi padre era muy organizado y al ser heredero único se aligeraba mucho la carga de trabajo. Me comentó que debía estar el dinero en mi cuenta y los bienes a mi nombre en los diez primeros días de mayo. Igualmente me comentó que en Julio habría un reparto de dividendos de la empresa que ahora compartía con él y que podía esperar unos 150.000 euros mas o menos. Menuda noticia pensé. De esas pocas veces tiene uno.

El martes fue un día sin nada especial. Trabajo, comida con Mike para tratar temas de las importaciones alemanas, más trabajo y a casa.

El miércoles hubiera sido igual al martes si no fuera porque Raquel, Mike y yo tuvimos que ir al notario para firmar la constitución de nuestra empresa holding.

Y el jueves me di cuenta de lo que necesitaba una mujer a mi lado, una compañera de viaje. El sexo con Raquel e incluso con Belén era genial pero ese día era jueves santo y de repente vi que no tenía nada que hacer durante cuatro días. Antonio y Laura se fueron a Canarias, Mike y Susan a Londres, Belén y Juan al pueblo de los padres de Él y Raquel y José Carlos a un Spa. Arturo y María llevaban ya unos días en el pueblo extremeño de la familia de ella. Esos cuatro días se pueden resumir en dormir, trabajar algo, leer el periódico, ver la tele y de vuelta a dormir. Y comida basura, ni de cocinar tenía ganas.

03. Semana del 16 al 22 de Abril

El lunes le conté a Raquel lo de los cuatro días horrorosos y me dijo que esa noche íbamos al cine a un centro comercial. Llamó a José Carlos y se lo dijo. A las siete entrabamos en el cine agarrados de la mano y a las nueve estábamos cenando como enamorados. La dije que justo eso es lo que echaba de menos. Me dijo que ella ni podía ni quería darme eso. Pero dijo que me daría otra cosa. Al llegar a mi coche tras cenar el parking estaba vacío y Raquel me dijo que no arrancara. Ese día estaba impresionantemente guapa con una camisa blanca con corbata y un vestido negro por encima que dejaba ver parte de la corbata que se escondía bajo el vestido. Llevaba unas botas negras bajas de estilo ecuestre y unos grandes aros dorados en cada oreja que hacían juego con sus pulseras. Echó mi asiento hacia atrás, me bajó pantalones y calzoncillos y se sentó encima mía recogiéndose el vestido a la altura de la cintura permitiéndome la entrada en su coño. Tras varios días sin eyacular la simple idea de hacerlo en el coche hizo que me empalmara inmediatamente. Estaba ella mirando hacia el volante con las botas apoyadas en los laterales de mi asiento y con mi ayuda, manteniendo la mano en sus muslos, empezó una penetración que duró apenas diez minutos. Diez minutos tras los que estallé en un tremendo orgasmo seguido casi inmediatamente de uno suyo. Rápidamente se bajó de mí, se limpio un poco con un kleenex y me indicó que ya podíamos irnos.

El martes mantuvimos nuestra reunión trimestral. Era como la reunión mensual que hacemos todos los meses solo que además de ver los datos de Marzo miramos también los del trimestre entero. Los resultados del trimestre arrojaban una perdida de 189.000 euros pero, teniendo en cuenta que habíamos invertido 500.000 en la compra de las participaciones de la inmobiliaria no eran ni mucho menos malos. Tomamos varias decisiones a lo largo de la reunión. Para la empresa de importaciones decidimos investigar nuevas lineas de negocio para seguir creciendo (Mike) e incrementar las ventas fuera de Madrid, Barcelona, Comunidad Valenciana y País Vasco (se encargaría Raquel). De cara al holding, y ya que habíamos empezado a diversificar decidimos ponernos el objetivo de crear tres empresas al año durante al menos tres años. La inmobiliaria no contaba asique debíamos crear tres empresas en 2001. Decidimos que la primera reunión para tratar los nuevos negocios fuera el tres de Mayo. Cada uno debía llegar ese día con una idea para una empresa nueva.

El miércoles era de nuevo el día de reunirme con Rocío. Me preparé como pude y me vestí entre serio y pijito. Estuve en la oficina hasta las 12:30, cinco minutos antes de salir Raquel llegó a mi despacho y con un pico en la boca me dijo que aunque no lo creyera que me deseaba suerte. De nuevo la recepcionista me acompañó al despacho de ella y de nuevo me impactó su belleza. Esta vez no llevaba botas, eran zapatos de un alto tacón negros con un vestido del mismo color, muy elegante, que llegaba justo antes dela rodilla. Estaba tremendamente sensual. Un colgante largo como de aros metálicos daba la nota de color. Nos dimos un beso en la mejilla y nos sentamos a hablar de las inversiones. Tenía para mi preparado un plan de inversión que consistía en invertir un 20% en Renta Variable Mixta, otro tanto en Renta Variable y otra tanto en Renta Variable sectorial. El 40% restante iría a Renta Fija o depósitos con baja o nula comisión de reembolso por si necesitaba liquidez. Me pareció bien y firmé los papeles necesarios para realizar las compras. Tras hablar de negocios la pregunté que había hecho el fin de semana y me dijo que estuvo con las amigas celebrando su cumpleaños que fue el domingo quince. La dije que no lo sabía y jugándomela la invité a comer. Al principio se hacía dura diciendo que no salían hasta las tres. La dije que podíamos quedar a esa hora. Luego que estaría encantada pero que era su cliente y yo la dije que iba a comer con mis clientes muy a menudo. Tras el pequeño rifirafe aceptó pero que si nos íbamos ya tenía que hablar con Antonio. Lo llamó por teléfono le dijo que estaba conmigo y Antonio llegó al despacho. Nos saludamos con un abrazo y le dije:

– Me llevo a Rocío a comer.

– Por mi bien. No tienes más reuniones, ¿verdad?

– No, Carlos era el último.

– Pues iros ya – dijo Antonio

Salimos Antonio y yo del despacho y en el pasillo me dijo:

– Suerte

– Gracias – contesté

– Tu más o menos estas acostumbrado porque Lucía era mona pero vas a ver lo que es que todo el mundo te mire cuando vas con una chica como ella

Y tras eso me dio otro abrazo dejándome en el pasillo esperándola. No tardó en aparecer con un abrigo negro y un bolso del mismo color. Se ve que ese día le apetecía usar ese color.

– ¿Donde quieres ir a comer? - la pregunté según salíamos de la oficina

– No me importa – dijo – Aunque me apetecería un buen pescado.

– Acepto el reto – dije

Llame a mi secretaria y la dije que viera si nos podían hacer un sitio en La Paloma. Si no fuera posible que intentara en Txistu. Que me llamara inmediatamente. Aun no habíamos llegado al coche cuando me dijo que teníamos sitio en La Paloma pero a las tres. No eran aún las dos y media pero aun así fuimos para allá y daríamos una vuelta mientras llegaba la hora. La Paloma es un restaurante bastante bueno y bastante caro. Esta en Jorge Juan entre Castelló y Núñez de Balboa. Poco después de las dos y media estaba aparcando el coche en uno de los múltiples parkings de la zona y salimos para dar una vuelta y ver las tiendas, algunas de las más exclusivas de Madrid. Cuando se aproximaban las tres llegamos al restaurante y nos sentaron rápidamente. Siempre me trataban muy bien en este restaurante donde, como mínimo, comía o cenaba unas diez veces al año. Nada mas sentarnos pedí una botella de vino blanco. Ojeamos la carta y pedimos. Ella pidió merluza y yo rape. De entrante pedimos unas berenjenas fritas con miel. Durante el camino y el paseo habíamos hablado mucho de mi. Me preguntó por como me sentía, como llevaba la muerte de mis padres y novia. También me preguntó que intereses tenía que hicieran que pensara en otra cosas. Un interrogatorio en toda regla. Ya en la mesa me tocó a mi.

– ¿Y de tu vida? Tu ya sabes mucho de la mía pero yo nada de la tuya. Cuéntame, ¿tienes familia?

– Mis padres siguen vivos, gracias a Dios, y tengo un hermano mayor que yo y una hermana menor.

– ¿Vives con tus padres?

– No. Mis padres viven en Cuenca. Aunque la casa en la que vivo en Madrid es de ellos. Digamos que vivo con ellos sin ellos – dijo sonriendo – Mi hermano vivía conmigo hasta que se casó hace dos años. Hace tres vino mi hermana para estudiar en la universidad. Ahora estaría viviendo con mi hermana pero está en Londres de Erasmus.

– ¿En que trabajan tus padres y hermano?

– El negocio familiar es la banca – dijo riendo – Mis dos abuelos, mi padre y mi hermano también están en banca. Mi madre tiene una farmacia en Cuenca. Ambos de mis abuelos eran banqueros en Toledo, de donde son mis raíces, pero a mi padre le salio un buen puesto en Cuenca, director regional, y como mi madre compró una farmacia pues allí se quedaron. Estoy segura de que mi padre podría haber escalado más pero cambiaron muchísimo dinero por mucho dinero y tranquilidad. En Cuenca no se va a todos sitios corriendo como en Madrid.

– Entre otras cosas por las cuestas – dije yo bromeando

– ¿Conoces Cuenca? - preguntó.

– Claro. Es una ciudad preciosa que aun parece un pueblo. Madrid esta perdiendo esa esencia de pueblo que tenía y solo mantiene, un poco artificialmente, La Latina. - eché un trago a mi vino y volví al ataque - ¿Y tus intereses?

– Comprar – y se hecho a reír – No, en serio. Me gusta ir de compras con las amigas pero nunca sola a menos que sea 100% imprescindible. Me gusta ir al cine, cenar, algún concierto. Nada raro. Pero cada vez es más difícil ya que las amigas se van ennoviando.

– ¿Y tu no tienes novio? - pregunté sabiendo la respuesta

– Sabes que no – contestó – Laura me contó el tercer grado al que te sometió hace unos días

– Touche – dije – ¿Y no le has puesto a alguien el ojo?

– Bueno – dijo dejando la palabra colgando sonriéndome y mirando con ojos dulces.

Tras una breve pausa volvió a hablar

– Un chico me gusta pero es complicado – dijo cambiando su semblante a uno de una seriedad que no había visto en ese momento ni hablando de negocios.

– Seguro que no es tan complicado – dije para animarla.

Estaba empezando a ver que esto se complicaba

– Este chico – dijo sin dejar su recién adquirida seriedad – me plantea problemas a varios niveles. Por un lado no se si ha superado un trauma emocional que sufrió hace poco y no querría jugar mis bazas demasiado pronto

¡Estaba hablando de mi! No lo podía creer. Pero ella seguía seria y, por tanto, yo tenía que evitar a toda costa la sonrisa de satisfacción.

– Además – continuó – Es un cliente importante mio y de mi oficina y si no funcionara o el no estuviera interesado mi carrera daría varios pasos atrás si el cambiara de entidad.

En un 99,99% de posibilidades hablaba de mi pero no quería cagarla, hablar en primera persona y que me dijera que no era yo. Así saque mi disfraz de Julio Cesar y empecé a hablar de mi mismo en tercera persona manteniendo el tono solemne que ella tenía.

– La situación personal de cada individuo es muy delicada y cuesta opinar sobre eso. Lo que si puedo decirte es que si no sabes si esta listo dejes que el de un primer paso. Que te invite a comer o a cenar – cuando dije esto me pareció intuir una sonrisa – Y en cuanto al trabajo no me preocuparía. A estos niveles no se deja a un partner, como sois vosotros, por un problema de índole emocional con una persona. Quizás lo lógico es que la cuenta de esa persona la lleve otro desde que empiece la relación.

– Eres muy amable – dijo alargando su mano para tocar la mía con una medio sonrisa – Voy a dejar que esa persona me invité un día a cenar que una comida se puede interpretar como de negocios.

Vamos, que esa persona era yo. Tras esto dejamos los temas tan personales y volvimos a hablar de familia, estudios y esas cosas. En definitiva, seguimos conociéndonos. Tras pagar la cuenta fuimos al coche y la acerque a la oficina donde tenía el suyo aparcado. Nos dimos dos besos y se fue dándome las gracias. Como tenía el portátil en el coche decidí no volver a la oficina y terminar cosas desde casa.

Al día siguiente volví al notario. Últimamente me pasaba media vida de notaría en notaría. Esta vez tocaba pasar las acciones que teníamos en la inmobiliaria y en la empresa de importaciones al holding. Al volver a la oficina Raquel entró en mi despacho y le conté la comida con pelos y señales. Ella comentó que era buena noticia que fuera de familia bien. No estaría interesada en mi solo por el dinero. Tras razonarmelo todo dijo:

– Ahora solo falta que sea tan buena chica como buena dices que está.

Y se fue por la puerta. El resto del día lo dedique a trabajar en nuestra expansión a productos alemanes pues, al día siguiente, tenía una reunión importante con Mike y su equipo.

A las 8 del viernes estaba en la oficina terminando de aclarar mis ideas. La reunión con el equipo de Mike era a las 12 pero a las 10 llamé a Mike para tomar un café en mi despacho mientras comentábamos alguna cosa nueva que se me había pasado por la cabeza. Empalmamos esa reunión con la de todo el grupo y estuvimos reunidos hasta poco antes de las tres. El equipo de Mike estaba perfectamente preparado. Si una cosa tenía Mike es que sabía liderar equipos y sacar de cada uno lo mejor. Aun me quedé un rato mas trabajando y hacia las seis, ya en casa, llamé a Antonio a su móvil. Hablamos un poco y quedamos en jugar un partido ese domingo. Tras hablar un poco más de la liga y rollos de esos le pregunté:

– ¿Me das el móvil de Rocío?

– Ya iba siendo hora – dijo con alivio – Si tengo que oír a Laura y a Rocío otra semana más hablando de ti como ese oscuro objeto del deseo me corto las venas.

Y me dio el móvil. Respiré hondamente durante unos minutos y la llamé

– Si – preguntó al no conocer el teléfono

– Hola – dije

– Hola Carlos – dijo con voz jovial reconociéndome inmediatamente

– ¿Quería saber si aceptarías ir a cenar conmigo? Cumplo los requisitos. Soy buen cliente tuyo y ya he superado el trauma emocional que me afectó.

– Claro que acepto – contestó riendo – Pero este fin de semana no puedo que estoy en Cuenca celebrando mi cumpleaños. Mi hermana no pudo venir de Londres el fin de semana pasado. ¿Quedamos para el viernes que viene?

– ¿Puede ser el sábado? - contesté haciéndome un poco el duro – El viernes llegó de un viaje de Berlín de varios días y por la tarde tengo una reunión de una de mis empresas y no se si aguantaría hasta tarde.

– Vale – dijo – Ya concretamos mas adelante la hora y lugar. Me guardo tu móvil. Un besazo

– Un besazo – contesté

Tras colgar encendí un rato la tele. A la media hora llamó Antonio.

– Así que solo en casa, ¿no?

– Tu eres un poco cabrón, ¿no? - le conteste riendo

– No, el cabrón eres tu que tu fantasma no me deja en paz. Llevan Rocío y Laura media hora al teléfono planeando vuestra cita del sábado. Te lo tienes que currar porque estas se están montando una película importante.

– Ok, ok – dije – Nos vemos el domingo.

El resto del fin de semana pasó sin mayores sobresaltos. Sábado tranquilito, Domingo partidito, con tercer tiempo, y poco mas.

04. Semana del 23 al 29 de Abril

El lunes llegué a la oficina cargado con la maleta pues a media mañana me iba con Mike a Berlín. Hacia las diez de la mañana entró María en mi despacho

– ¡Que sorpresa! - dije acercándome a darla un beso – No deberías estar aquí hasta la semana que viene

– He venido un par de horitas a ponerme al día y ahora me voy pero me hacía ilusión entrar para darte los billetes de avión y la reserva del hotel.

– Gracias – dije – Y vete con tu niña pronto.

La di otro beso y me centré otra vez en el trabajo. A las once entró Mike ya listo para que nos fuéramos a Berlín y a las once y cuarto estábamos en el taxi camino al aeropuerto. No hicimos uso de la sala de business ya que íbamos con el tiempo un poco justo ya que el vuelo salía a la una y media. El taxi nos dejó en nuestro hotel algo antes de la cuatro. Ese día solo teníamos una cena a las ocho con unos posibles distribuidores. La cena fue muy bien y a las once nos fuimos a descansar.

El resto de la semana tuvimos quince reuniones lo que implicó estar en pie a las siete y danzando hasta tarde. Fue una paliza bastante importante pero lo cierto es que una buena parte de esas reuniones salió muy bien. Incluso el miércoles todas las reuniones fueron en Frankfurt donde fuimos en un vuelo por la mañana y volvimos por la noche. Todas las noches pensaba en llamar a Rocío. Ninguna lo hice.

El viernes tuvimos una última reunión a las nueve que no fue tan bien como otras. No fue un desastre pero con esa gente íbamos a tener que trabajar mas para que estuviéramos en la misma hoja. A las doce salió nuestro vuelo y a las tres estábamos en la oficina. Al ser viernes ya no quedaba nadie. Raquel que era la única que nos esperaba nos acompañó a comer al VIPS. Empezamos hablando del viaje de negocios pero de alguna manera la conversación acabó tratando de mi cita con Rocío ese sábado. Existían dos problemas. El primero donde llevarla y el segundo si decirla donde la llevaba. El primer problema era no pasarse para una primera cita. Tenía que ser un sitio bueno pero no ostentoso. No extremadamente caro pero romántico. Lo bueno es que los tres comíamos y cenábamos tanto fuera por negocios que conocíamos muchos restaurantes. Tras una par de opciones nos decantamos por Olsen, un restaurante muy céntrico, entre la calle Huertas y el Congreso de los diputados cuya cocina es Noreuropea. A todos nos gustaba que no fuera el típico restaurante italiano con velas o de cocina creativa de los que se abusa en las primeras citas. El segundo dilema era si decirla donde íbamos a ir. Olsen es un buen restaurante de estilo informal aunque pijo. Para que no fuera demasiado arreglada y para no romper la sorpresa iba a decirla el estilo sin decirla el lugar. Cuando llegamos al postre decidimos dejar de arreglarme la vida y pasar a preparar la reunión que teníamos en la inmobiliaria. Iba a ser raro para nosotros pues al no llegar al 50% podíamos proponer pero sobre todo teníamos que convencer. Mientras nosotros estábamos en Berlín Raquel preparó la presentación que comentábamos todos los días por email. Al llegar nos esperaba Belén. Planteamos varios puntos y estuvieron de acuerdo en estudiar la implantación de tres: crear una web, usar portales web existentes para listados y crear videos de las propiedades mas importantes. Tras la reunión que duró más de lo que deseaba (por suerte el peso lo llevó Raquel) llegué a casa hacia las nueve de la noche. Me dí una ducha para relajarme mientras llegaba la comida china que había pedido. A las diez ya había cenado y llamé a Rocío.

– ¡Hola! - contestó con entusiasmo

– Hola guapa – dije yo

– Pensaba que te habías olvidado de mi. Mañana tenemos una cita, ¿verdad?

– Claro, para eso llamaba.

– Perfecto. ¿A que hora y donde quedamos?

– Te paso a recoger por tu casa a las ocho. Me mandas la dirección en un sms, ¿ok?

– Perfecto, algo que deba saber

– Solo una cosa, vamos a un sitio informal con un toque pijo cool. Para que tengas una idea.

– Genial, nos vemos mañana. Un besazo

– Un besazo

Tras colgar vi un poco la tele y me fui a dormir.

El sábado dormí todo lo que pude. Tenía que estar descansado para que no me bajara el nivel de energía esa noche. Eso y que el viaje a Berlín fue brutal. Me hice un poco de café y descansé en el sofá ojeando mi mail en el portatil. A las cinco me llegó el SMS con la dirección de Rocío. Vivía en una calle perpendicular a Arturo Soria pero alejado de Raquel que también vivía en Arturo Soria. La calle en la que vivía Rocío estaba cerca de la Cuesta del Sagrado Corazón, casi en el Pinar de Chamartín. Desde mi casa hasta allí con el tráfico de un sábado por la tarde serían unos 15 minutos. Esos días hacía bastante bueno pero por la noche refrescaba un poco así que me puse unos Dockers con unos zapatos italianos no totalmente de vestir marrones, una camisa de Tommy y un jersey de cuello pico ambos color azul claro casi celeste y una cazadora de ante marrón. Llegué a su casa y aparque junto a su portal. Aun faltaban unos cinco minutos para las ocho. A las ocho en punto salió por la puerta de su casa y entro en el coche. Era la primera vez que la veía vestida con ropa que no era del trabajo y su estilo me convenció inmediatamente. Llevaba unos vaqueros azules oscuros con una rotura en la parte inferior de la pierna para hacer hueco al tacón alto (unos 8cm) que tenían sus botas marrones que se ocultaban en el vaquero. El tacón no era ni fino ni grueso. Llevaba una camiseta negra no muy gruesa de cuello alto y manga larga, una camisola azul abierta hasta la altura de sus pechos, que obviamente no se veían, solo mostraban la camiseta negra. Como abrigo llevaba una americana marrón. Es lo que se llama vestirse por capas y lo hacía con maestría. Su atuendo lo complementaba con un cinturón marrón y una pulsera metálica. Nos dimos un beso en la mejilla y salimos hacia nuestro destino.

– Estas muy guapa – la dije

– Gracias – contestó - ¿Donde vamos?

– A cenar, aunque antes daremos una vuelta, tenemos mesa a las nueve

– Cuanto misterio

Seguimos hablando de nuestras semanas, de nosotros, de lo que hizo por su cumpleaños la semana anterior. La típica conversación de una primera cita. En veite minutos estaba introduciendo mi coche en el parking público que está junto al Congreso de los Diputados. Aparqué el coche en la segunda planta no sin algún problema pues los espacios en ese parking son muy pequeños. Tras salir del coche nos enfilamos hacia la salida de peatones en fila pues, como digo, ese parking no es un prodigio de espacio. Una vez en la calle me mira y me pregunta a donde vamos, la cojo de la mano y la llevó en dirección a Sol para dar una vuelta. En principio nuestro agarre de manos era una agarre de amigos. Palma con palma. No habíamos llegado a Sevilla cuando ya íbamos agarrados como dos enamorados con los dedos entrelazados. La sensación era increíble. Con ella al lado me sentía mas vivo. Para colmo nuestra conversación era muy agradable. Al llegar a Sevilla torcimos en la calle Príncipe para ir hacia la Plaza de Santa Ana. Dimos una vuelta por la plaza y como se aproximaba la hora de la reserva cogimos la calle del Prado donde está ubicado el restaurante. Al ver donde íbamos se alegró pues dijo que llevaba un tiempo queriendo ir. Primer triunfo del día. Al acabar de cenar fuimos a tomar algo por la calle Huertas. En uno de los bares yo con una cerveza y ella con un gin tonic me acerque a ella y la robe un beso casto en la boca. Segundo triunfo del día. Y algo así como a la una volvimos al coche para dejarla en su casa. La primera cita fue una verdadera maravilla. La conversación fue estupenda en un 90% del tiempo que, para una primera cita, es la leche. Se confirmaba todo lo que tenía pensado de ella. Era tremendamente inteligente, culta y muy guapa, una belleza única. Cuando llegué a su casa apague las luces y el motor, me quite el cinturón de seguridad y me giré a mirarla. Ella también se quito el cinturón y se giro hacía mi.

– Gracias, me ha encantado el restaurante – dijo

– Me alegro, me costó decidir pero me gusta el ambiente y la comida

– Y la compañía – dijo sonriendo

– Esta vez sin duda

– Me gustaría repetir – dijo

– No tanto como a mi

Y nos fundimos en un beso largo y con lengua. Mi mano acarició su espalda mientras ella agarraba mi cabello. Fue maravilloso aunque no muy largo. Estábamos junto a su portal y ya no era una quinceañera. Tras romper el beso nos despedimos prometiéndonos llamarnos.

El domingo me levanté tarde y fui a comprar los periódicos dominicales. A las dos recibí una llamada de Antonio que me dijo que esa tarde estaba solo por mi culpa ya que Laura iba a quedar con Rocío para que le contara todo. Tras unas risas decidimos que si ellas quedaban nosotros también. A las cinco estaba en Sol esperándole para tomar algo por el centro. Estuvimos cotilleando nosotros también y flipando porque en la universidad no nos iba mal, yo tenía a Lucía que era guapa e inteligente y el no paraba de ligar con chicas mas o menos guapas y mas o menos inteligentes pero nuestras chicas, Laura y Rocío eran algo desconocido. Tremendamente listas y tremendamente guapas. Al llegar a casa sobre las diez hice todo lo posible por no llamar a Rocío y, tras un rato viendo la tele, me fui a la cama.

05. Semana del 30 de Abril al 6 de Mayo

El treinta de Abril, último día del mes, era lunes y al llegar a la oficina vi a mi secretaria en la recepción. Al principio no me di cuenta pero mi secretaria volvía a su puesto como jefa de recepción pues hoy volvía de su baja maternal. Al llegar a la besa de María esta se levanta y yo la doy un beso en la mejilla. La pido un café y la digo que se haga otro para ella. Cuando llega con los dos cafés la pregunto si está al día. Me dice que de todo. Que entre su sustituta y Raquel la habían puesto al día de todo. Haciendo hincapié en el todo. Riendo la dije: "Vamos que Raquel y tu habéis estado cotilleando". Ella no pudo más que reír. De repente me vino a la cabeza que en Madrid era fiesta los dos días siguientes:

– ¡Somos tontos! Tenías que haberte incorporado el jueves. Incorporarte hoy para tener dos días libres es un poco tontería

– No te preocupes – contestó. No podíamos ir a ningún sitio y así dejo a Marta en la guardería poco a poco.

– Como tu digas. Me alegro que estés aquí. Ahora a currar que tenemos que darle una buena vida a tus hijas – dije sonriendo

– Yo también estoy muy contenta de estar aquí – me dijo con un tono que no sabía interpretar

El martes 1 de Mayo era el día de los trabajadores y la oficina estaba cerrada como lo estaría el día 2 que es el día de la Comunidad de Madrid. Como solo quedaba un mes para lanzar nuestra linea de productos alemanes Raquel y yo quedamos para currar el martes. Llegamos, eso si, a la oficina a una hora no muy de currar. Eran las 12:30 del mediodía. Ambos íbamos con vaqueros. Los de Raquel eran negros pitillo con un polo amarillo de Benetton. El cinturón de cuero negro que llevaba iba por encima del polo. Combinaba todo con unas sandalias de cuero marrón. Estuvimos trabajando un rato hasta que ella me notó un poco raro.

– Se que estas pensando en Rocío pero cuanto antes acabemos antes puedes ir a llamarla o quedar con ella

– Que fría eres, no es fácil quitarse la gente de la cabeza.

– Pues voy a intentarlo

Y diciendo eso se acercó a mi y se arrodillo junto a mi butaca. Empezó a besar mi pene por encima del pantalón y rápidamente me hizo quitarme el polo para acariciarme el pecho. Se subió encima mio y froto su vaquero contra el mio haciendo que mi erección creciera. Tras unos minutos así se bajo de mi y de rodillas de nuevo me bajo pantalones y calzoncillos hasta los tobillos. Empezó a besar mis huevos para pasar a lamer y besar lentamente toda la longitud de mi polla.. Cuando ya había chupado todo paso a un mete saca profundo e intenso que de vez en cuando paraba para pasar la lengua otra vez por toda la longitud. De repente hizo un movimiento brusco y se metió todo el pene de un tirón en la boca. Yo empecé a acariciar su pelo y ella siguió cada vez mas fuerte hasta que dije que me iba a correr. En ese momento volvió a metérsela y con un magistral juego de lengua consiguió que me corriera en su boca. Sacándose mi pene de su boca dijo:

– Espero que ya estés mas tranquilo. Voy a asearme y seguimos pero concéntrate

Cuando volvió Raquel del baño seguimos trabajando y antes de irnos saque el tema de María pues su tono de voz del día anterior me sonó raro.

– Ayer cuando hable con María me parecía que estaba algo rara. Quizás sea por dejar sola a su hija pequeña por primera vez en la guardería.

– ¿Que la dijiste? - contestó con un tono algo inquisitorial

– Nada que yo recuerde raro. No me eches la bronca. La dije que estaba muy contento de que estuviera de vuelta y ella con un tono algo raro me dijo que también se alegraba.

– Que inocente eres cariño – dijo – Es un lobo y te come. Con María lo que pasa es que está locamente enamorada de ti.

– ¿Que dices?

– Lo que oyes. Pero no es nuevo. Lleva años así. Sabes que ella y yo somos muy amigas y me lo ha confesado muchas veces. Y no lleva muy bien que yo te haga las cosas que te he hecho. No es que se ponga celosa pero quiere lo mismo. Ella estaría encantada de compartir pero jamás dará un paso. Ya sabes que no es que sea precisamente muy lanzada. Es organizada, fiel,... una secretaria perfecta pero jamás podría ser una comercial.

– Me dejas flipado. No se que decir.

– No vas a decir nada. El jueves arreglo esto yo de un tirón. ¿Te gusta María?

María era guapa pero menos que Raquel. De todas las mujeres de la media era de las guapas. O de las guapas era de las feas. Según se mire. Era mayor que yo, un año más joven que Raquel. Ese año 2001 cumplía 32 años y era más modosita. Nunca vestía provocativamente. Su cuerpo tampoco era espectacular. Lo mejor era su cara dulce con su media melena rubia natural.

– Nunca había pensado en ella de esa manera. Pero supongo que no es fea.

– Pues ya está – dijo – Yo me encargo.

Con un lío en la cabeza muy grande y pensando en las palabras de Raquel me fui a casa. Eran las ocho y a las diez no aguantaba mas y llamé a Rocío. Lo mio no era hacerme el duro. Hablamos sobre su día de vacaciones que había aprovechado para ir a Cuenca a ver a sus padres con su hermano y cuñada. Volvía al día siguiente por la noche. Quedamos en vernos el viernes que teníamos la reunión para ver que hacíamos con mi dinero. Además, el dinero de mi herencia debía estar al caer. Igualmente quedamos en ir a cenar el viernes pero no empalmaríamos reunión con cena para separar trabajo de placer. Tras casi media hora hablando me dijo que su madre la llamaba para cenar que tenía que irse. Cada vez parecía mas un quinceañero.

El miércoles fui a comer a casa de Mike y Susan que me invitaban a probar un nuevo producto de repostería de nuestro catálogo y ya de pasó le hincaba el diente a las hamburguesas de Susan que eran espectaculares. Llegue tarde a casa sin ganas de cenar. Tampoco tenía ganas de tele así que me fui pronto a la cama a leer un poco.

El jueves sin comerlo ni beberlo fue un día verdaderamente intenso. Por un lado me llamó el socio de mi padre para comentarme que el proceso de la herencia ya estaba terminado. Ya era dueño de la casa de Somosaguas, los coches, la casa de Menorca y algún otro bien. La pasta, la participación en la empresa de mis exsuegros y las acciones estarían a mi nombre en no más de una semana mientra que el resto ya estaba todo listo. Llame a Belén para decirla que ya estaba la casa de mis padres disponible para ser vendida. Me preguntó que iba a hacer con los coches y la dije que pensaba venderlos. Ella me dijo que estaban interesados pues tanto el Mercedes clase A como el Audi A6 de mi padre tenían menos de un año, diez meses y seis meses respectivamente, y muy pocos kilómetros. La valoración de ambos coches nuevos era de 70.000 euros. Me preguntaron si los vendería por 50.000 y les dije que a ellos si. Quedamos en concretar una fecha para hacer la venta. Tras estas conversaciones me puse a trabajar. A las doce me llamó Raquel y me dijo que comería con ella y Marta que no me fuera a las dos. A las dos y cuarto entraron Raquel y María. En la oficina no quedaba casi nadie. Raquel cerró la puerta de la oficina con cerrojo y me dijo que me levantara. Me cogió de la mano y me acercó a María. Dijo que eramos unos ñoños y que no nos íbamos a comer hasta que no nos besáramos bien besados. Decidí no dejar pasar esa oportunidad y antes de que pudiera reaccionar plante a María un beso. Ella no cooperaba durante los primeros segundos pero luego abrió su boca y nuestras lenguas se juntaron. Cuando dejamos de besarnos vimos a Raquel sonriente

– Ahora eres la secretaria para todo de tu jefe – dijo Raquel riendo - Y tu eres el jefe con la secretaria complaciente. No la jodáis. Y ahora vayámonos al VIPS a comer

María y yo nos miramos, sonreímos, nos dimos un piquito y la seguimos al VIPS. Por la tarde nos reunimos Mike, Raquel y yo para decidir donde podíamos extendernos con la creación de nuevas empresas. Cada uno llegamos con una nueva idea. Mike propuso un estudio de diseño web y programación, Raquel la apertura de franquicias de moda y yo la apertura de franquicias de restauración en nuevos centros comerciales. Debido al lechazo de las .com los diseñadores y programadores de calidad eran en esos momentos baratos y nuestros negocios pueden ser los primeros clientes. Decidimos entre todos ir adelante con la idea de Mike. Buscaremos una persona que pueda llevar el negocio y concertaremos una nueva reunión. A las nueve estaba en casa y mientras preparaba una ensalada de cena llamé a Rocío. La conté lo de la nueva empresa y que ya había llegado el dinero. Lógicamente opté por no decirla nada del beso con María. Al día siguiente nos íbamos a ver mucho así que no estuvimos mas de 20 minutos al teléfono.

El viernes comenzó con una sonrisa cándida de María que me alegró el día. Estuve trabajando toda la mañana dedicando el 100% de mi esfuerzo a que el experimento Alemán saliera bien. A las 12:30 apague todo y me fui a ver a Rocío. Antes de salir María me oyó recoger el despacho y entró.

– ¿Ya te vas a ver a tu novia? - preguntó sin atisbo de celos algunos

– Proyecto de novia

– Pues suerte – y me dio un beso en la boca

Salí por la puerta y a la una estaba en la oficina de Rocío. Teníamos muy claro que queríamos separar placer de negocios e intentamos que fuera así. Nos sonreímos de una manera en la que no se suele sonreír a una asesora o aun cliente pero por lo demás eramos todo negocios. Teníamos tres millones de euros mas que invertir y eso nos distrajo del tonteo. A media reunión, por el aumento de inversión, entraron Laura y Antonio a quienes salude con un beso y un abrazo respectivamente. Cuando terminamos la reunión Antonio dijo:

– Muy profesionales, chicos. Ahora os dejo quince minutos para que seáis una parejita.

– Que gracioso eres – dije yo

Al irse Rocío y yo hablamos de que hacer esa noche. Ella estaba cansada del viaje a Cuenca pues sus padres les tuvieron a todo trapo así que quería un plan tranquilo. La propuse quedar a las nueve en mi casa. Ella podía aparcar en mi plaza extra e iríamos a cenar al Pinocchio de Eduardo Dato. Luego podíamos ver una peli en mi casa. A ella le pareció bien pero dijo que de vestir muy informal que cuando llegara a casa quería descansar y no estar dos horas preparándose. La di el ok. Cinco minutos antes de las nueve recibí una llamada suya para que bajara a abrirla la puerta del garaje. Baje rápidamente y monté en su coche. Un VW Polo rojo con cinco años de antigüedad. Al entrar en el coche la dí un beso en la boca y la indiqué el camino a la plaza. Al salir del coche vi como iba vestida. Ese día hacía unos doce grados de temperatura a esas horas. Llevaba unos vaqueros azules ni muy claros ni muy oscuros con unas botas vaqueras marrones por encima y un cinturón del mismo color. Su camisa de Gant era azul clara, no celeste, y llevaba un cardigan azul de la misma tonalidad. Fuimos abrazados hasta el ascensor y subimos a mi casa. La enseñé la casa y dijo gustarle mucho. Tras el breve tour salimos de casa para ir al Pinocchio y cenar. Tras la cena subimos a mi casa y nos sentamos juntos en el sofá, acurrucados para ver una película que eligió ella de entre mis DVD. La película avanzaba y cada vez estábamos mas acaramelados. Al principio nos dábamos algún besito corto en los momentos menos interesantes de la película. Según avanzaba esta los besos cada vez eran mas largos y juguetones sin importar el momento en el que estaba la película Cuando llevábamos una hora de película ya nos habíamos olvidado de ella. Yo acaricia sus muslos y ella jugaba con mi cabeza con su mano izquierda y mi pecho con su mano derecha. Yo estaba sentado con ella apoyada sobre mi también sentada a mi derecha. Tras unos rato así ella se sentó encima mía y nos besábamos mientras movíamos nuestros cuerpos vestidos rozándonos y excitándolos. Rápido lleve mi mano a los botones de su camisa. Ella reaccionó como un resorte y decidió hacer lo mismo que yo. En un minuto estábamos ambos sin camisa. Ella aun mantenía el sujetador que tapaba sus perfectos senos. Eran una maravilla absoluta. Debía tener un 85-90 de pecho pero al ser delgada eran unos senos de tamaño medio-grande pero de una esfericidad perfecta. Pasé a quitarla el sujetador y vi que sus senos no parecían expuestos a la ley de la gravedad. Estaba convencido que usaba sujetador por comodidad pues sujeción no parecían necesitar. Seguimos besándonos y yo no baje mi cara a besar sus pechos para no parecer ansioso. Pude aguantar unos tres minutos cuando decidí que debía probarlos. Al probar mi lengua sus senos tuve una sensación extraña. Una sensación que no había sentido al catar ni los senos de Lucía ni los de Raquel ni, por supuesto, los de Belén. Mientras yo la besaba sus pechos ella jugaba con mis cabellos. Estaba cada vez mas caliente y ella debía notarlo en mi erección incluso a través de los vaqueros. Tras un par de minutos de besuqueo a sus pechos ella me apartó y se apartó de mi. A unos dos metros de distancia, mientras la veía radiante con las botas y vaqueros y nada mas se quitó las botas para, inmediatamente después, quitarse los vaqueros. Quedo desnuda con un pequeño tanga precioso que apenas cubría su aparato del amor. Así se acercó a mi y se agachó para quitarme los zapatos. Una vez fuera ella se puso a mi izquierda con su pierna derecha arrodillada en el sofá y su pie izquierdo en el suelo. En esa posición se agachó y empezó a desabrocharme el pantalón. Yo estaba cada vez mas excitado y cuando terminó de desabrocharme el último botón de mis vaqueros decidí acelerar el proceso y quitarme los pantalones y calzoncillos rápidamente. Ahí estaba yo desnudo y ella con solo un tanguita. Era increíble sentirse al lado de una Diosa y ella entregada a ti. Empezó a acariciar mi falo por toda su longitud y acercar su boca. Sentía su aliento pero cuando su boca iba a tocarlo se echaba hacia atrás sonriéndome con cierta cara de niña mala. Al final la metió un poco en su boca sin tocar mi pene las paredes y cuando sacaba el pene de la boca movió la lengua que acarició mi pene. La sensación fue maravillosa y ahí explotamos. Yo la di un beso en la boca y ella se lanzó a mamarme la polla. Lo hizo prolongadamente durante casi diez minutos jugando a pasar la lengua y meter su boca, soplar, era una maravilla. Tras esos diez minutos se levantó y sin introducir mi pene en su cueva se sentó encima mía. Estuvimos besándonos y frotándonos durante otros cuantos minutos hasta que no pude mas y levantándola con una mano de uno de sus glúteos guié mi pene a su coño. Ella empezó a bajar poco a poco y a gemir. Yo bufaba por la sensación tan buena que tenía. Su coño era de un tamaño perfecto para mi pene que entraba haciéndose hueco pero sin que este fuera demasiado estrecho. Estábamos en sintonía y nos movíamos a un ritmo constante. Ella me pedía mas y yo se lo daba como podía. Además intercambiamos frases como te quiero que no habíamos dicho hasta ese momento. Cosa que por otra parte era lógica pues solo llevábamos saliendo unos días como quien dice. Seguimos durante unos diez minutos y la avisé que me iba a correr. Ella dijo que también que lo hiciera dentro que no estaba en sus días fértiles. Tras tres o cuatro embestidas mas me corrí en ella explotando en un orgasmo que casi simultáneamente replicó ella. Tras tres o cuatro embestidas postcoitales ella se dejo caer sobre mi pecho y jugó con mis cabellos para posteriormente mirarme y darnos un largo beso en la boca. Seguimos en esa posición unos quince minutos hasta que dijo que debería asearse e irse que su hermana estaba en casa y al día siguiente irían de compras. Miré el reloj y eran ya bien pasadas las doce. Una vez adecentada Rocío se preparó para marcharse. La acompañé a su coche en el garaje para poder abrirle la puerta y una vez junto a el decidí darla un beso con pasión al que ella respondió. No se que pasó por mi mente pues llevaba dos citas con ella, aun no eramos nada, y solo lo habíamos hecho una vez pero me salió de dentro:

– Te quiero - la dije notando la extrañeza de la afirmación

– Yo a ti también – dijo ella

Y nos besamos. Esta vez con mas ternura que pasión

– No se porque he dicho eso, apenas nos conocemos pero me ha salido de dentro

– Me alegro que lo dijeras, yo siento lo mismo y he querido decírtelo muchas veces pero no me he atrevido.

– ¿Tu también has querido decirlo? - pregunté

– Muchas veces. Te quiero. ¿Queda claro? - y sonrió - La primera vez que pensé en decírtelo fue cuando me llamaste y estaba en casa de mis padres. Te echaba de menos y me hubiera gustado estar en una segunda cita contigo. Pero hoy ha sido maravilloso. Me gustaría no tener que irme pero mañana tengo que ir de compras con mi hermana. Se lo prometí

El sábado me levanté hacia las diez y me fui a comprar el periódico y desayuné en una cafetería cercana a mi casa que tiene unos churros y un chocolate espectacular. Al llegar a casa eran ya las once y media y llamé a María pues esa tarde tenía que asistir al cumpleaños de Elena, su hija mayor. No me importaba ir a una casa llena de niños porque siempre había apreciado mucho a María y su marido. Y mi relación con María ahora es un poco mas estrecha aún. Raquel y su marido y Mike y Susan también estarían. Me comentó que la gente llegaría hacia las seis así que quedé con ella en estar algo antes, hacia las cinco, para ayudar. Tras colgar decidí llamar a Rocío.

– Hola cariño – contesto jovial

– Si que te sienta bien comprar – dije

– Sobre todo si es con mi hermanita. ¿Que haces?

– Nada, llamarte antes de salir a ver si encuentro un regalo para Elena la hija de mi secretaria. Como te conté el otro día hoy tengo su cumpleaños. ¿Se te ocurre algo que la pueda regalar?

– Se me ocurre que puedes venir aquí y mi hermana y yo te ayudamos. Estamos por la calle Orense pero si quieres quedamos en treinta minutos en la entrada grande de El Corte Ingles de Nuevos Ministerios.

– De acuerdo – dije

Cogí mi jersey, la cartera y las llaves y salí hacia El Corte Inglés dando un paseo pues estaba a solo veinticinco minutos dando un paseo no muy rápido. Cuando estaba ya en la Castellana llegando a Nuevos Ministerios me dí cuenta que sin comerlo ni beberlo me iba a encontrar con la hermana de Rocío. Decidí no darle muchas vueltas a la cabeza y en cinco minutos estaba allí esperándolas. No tardaron mucho en aparecer con una bolsa de Cortefiel y otra de Mango. Tampoco parecía que hubieran comprado mucho. La hermana de Rocío era bastante guapa. Al ser algo más baja y con algo mas de carne que Rocío parecía mas gorda aunque en realidad de gorda no tenía nada. Estar al lado de Rocío es lo que no ayudaba pero por si sola era una chica guapa y nadie diría lo contrario. Ambas vestían bastante pijillas con vaqueros, botas por fuera de los pantalones y camisas y jerseys de marca. Al llegar a donde las esperaba di un beso en la boca, un piquito, a Rocío y me presentó a su hermana Diana.

– Así que tu eres el noviete de mi hermana – dijo riendo

– ¿Eso es lo que te ha dicho que soy? - dije sonriendo con algo de travesura a Rocío

– No te ha sustantivado pero si adjetivado. Y muy bien – dijo riendo

– Me alegro. ¿Vamos a comprar?

Cogiendo a Rocío de la mano entramos en El Corte Ingles. Ambas me convencieron que a Elena tenía que comprarla algo de ropa y a la planta de infantil que fuimos. Me preguntaron que talla usaba y las dije que no tenía ni idea. Tire de móvil y llamé a María para preguntárselo. Me dijo que usaba talla de niña de su edad, de 5 años. Me preguntó si estaba solo comprando ropa como riéndose y la dije que no que estaba con Rocío. Me dijo que la llevara al cumpleaños esa tarde. Apartándome un poco de las chicas la dije que era un poco pronto pero que ya la conocería. Nos despedimos hasta esa tarde. Ya sabiendo la talla me preguntaron presupuesto. Las dije que no tenía uno pensado que si era bonito lo compraba. Diana me miró extrañada y dijo:

– Hermanita te has quedado corta con tus alabanzas. ¡Que fichaje! – y se echó a reír.

Rocío me miro algo avergonzada. Para Rocío era muy importante que quedara claro que no estaba conmigo por la pasta, me lo había dicho mas de una vez y ese comentario de su hermana era incomodo. Cuando su hermana se paró a mirar un vestido yo la dí un beso en la boca y la susurré al oído que no se preocupara. Ella me sonrió y me devolvió el beso. Ambas se enamoraron de un vestido de Gant que costaba casi 75 euros y era de inspiración náutica. Para ellas una monada. Ante el éxito que tuvo no me lo pensé dos veces y saque la tarjeta de El Corte Inglés y lo compré. Su hermana me miraba raro por como había soltado 75 euros en un regalo de una niña sin pensarlo. Su hermana obviamente no le había contado todo sobre mi. Tras la compra del regalo bajamos a que se compraran algo de lencería. Me pregunto Rocío que me gustaba y que no. Di mi visto bueno a dos conjuntos pero me indicaron que no podía entrar a ver como le quedaba. Con risas Diana me indicó que no me preocupara que si la quedaban bien seguro que lo vería pronto. Me puse como un tomate ante el comentario de la hermana y se metieron en el probador. Al salir eran ya las dos y las pregunté si querían ir a comer al VIPS que las invitaba. Dijeron que si. Durante la hora que duró la comida hablamos de varias cosas. Diana se interesó por mi y puesto que Rocío era evidente que no le había dicho nada de mi muy privilegiada economía decidí no entrar en muchos detalles. Para Diana era un empresario de una pequeña empresa de importaciones. Para el gobierno eramos una PYME así que no se puede decir que mintiera. Hacia las tres me despedí de ellas y me fui a casa a vestirme para el cumpleaños. A las cinco estaba aparcando en una esquina de la calle Ferraz a dos manzanas de la casa de María. Por lo que me dijo era un cumpleaños no muy grande con diez niños, sus padres, Raquel y José Carlos, Mike y Susan y yo. No paso nada ni con Raquel ni con María. Lógicamente, estaba todo lleno de gente adulta y pequeña. Lo que si ocurrió fue que mi regalo triunfo. Con Elena, lo más importante, e incluso con alguna madre que me miro como preguntándose quien era yo que hacía esos regalos. Siendo un cumpleaños de niños a las diez estaba en casa pudiendo, al final, robarle un pico a María. A las once y media estaba en la cama leyendo un poco y a medianoche ya apagaba la lampara.

El domingo me levanté a las nueve de la mañana y, como el día anterior, me fui a comprar los periódicos y desayunar fuera. A las diez y media estaba en casa. Quería llamar a Rocío a ver si quedábamos esa tarde pero no sabía a que hora se había acostado. Quince minutos después fue ella la que me llamó.

– Hola cariño – contesté

– Hola amor – me dijo ella – no te despierto, ¿verdad?

– No, llevo desde las nueve en pie. ¿Y tu que haces despierta tan pronto?

– Estoy en el aeropuerto, mi hermana esta facturando y mientras factura la he dicho que te iba a llamar

– ¿Quieres que hagamos algo esta tarde noche? - pregunté yendo al grano

– Me llamo ayer Laura por la tarde, poco después de que te fueras para que quedáramos con ella y Antonio para ir al cine pero como tu estabas de cumpleaños me comentó que fuéramos hoy. La dije que lo hablaría contigo. ¿Te apetece?

– A mi no me importa. ¿A ti te apetece?

– No se – dijo ella - Si que quiero verte pero ir al cine y a cenar al final acabamos tarde y tendré que ir a tu casa a por el coche o hacerte pasar por mi casa a dejarme. Al final es un rollo.

– O te puedes quedar a dormir en casa – la dije para ver que opinaba

– Lo pensaré, te dejo que mi hermana ya viene de facturar la maleta. En una hora te llamo. Un beso

– Un besazo – dije

Según colgaba oí como de fondo Diana gritaba "Adiós cuñadito". Me hizo gracia como las hermanas se querían con locura y, a la vez, estaban siempre buscándose las cosquillas. Algo mas de una hora después me volvió a llamar Rocío y me dijo que se quedaba a dormir en mi casa. Que a las cuatro estaba en casa. La dije que viniera a las dos y salíamos a comer juntos. Tras aparcar su coche en mi plaza extra la di mi otro mando del garaje y la dije que se lo quedara ella que era mas fácil que estar bajando yo cada vez que llegaba. Me sonrió y me dijo que esa debía ser la versión moderna de dejar el cepillo de dientes en la casa del novio. Bromeando la dije que se equivocaba, era la versión pija. Una vez en casa dejó la ropa del día siguiente en la habitación y llamó a Laura y tras cotillear un poco quedaron a las siete y media en el Kinepolis para ir al cine y luego cenar algo en uno de los restaurantes que había allí. Cuando llegamos Laura y Antonio ya nos esperaban. Nos saludamos y subimos a ver que película queríamos ver. Decidimos ver "Espera al último baile" que acababa de ser estrenada. Ya con las entradas y pasado el control de las salas las chicas se dirigieron al bar. Antonio me agarró del brazo para que paráramos un segundo y volvimos a andar cuando estaban a alguna distancia. Cuando estábamos andando de nuevo me dijo:

– Mira a todos los tíos mirar a tu novia y a la mía. No me digas que no es una situación nueva. Yo ya estoy acostumbrado pero al principio me ponía un poco celoso. Te paro para decirte que tu no lo seas. Eres un privilegiado. Si quieren babear que babeen. Te las vas a tirar tu. Bueno, o no, pero antes que ellos seguro. ¿Te las tirado ya?

No le contesté. Le mire y quedó claro. Antonio me agarró por el cuello y me froto la cabeza. Yo sabía que significaba. Es como el uno al otro felicitaba siempre por meter un gol. La película no fue nada del otro jueves. Pero estar al lado de Rocío agarrado a ella la hizo mucho mas soportable. Al salir fuimos a cenar al Tony Romas. Cuando ya estábamos acabando dijo Laura:

– Rocío, ¿quieres que Antonio y yo te acerquemos a casa?

– Voy a dormir en casa de Carlos – dijo algo avergonzada

– Vaya con mi niña – dijo Laura – Yo tardé tres meses en dormir en casa de Antonio. Tu no has llegado ni a uno. Me alegro. Hacéis una pareja ideal

Antonio me miró con una cara que no supe descifrar. Ya en el parking nos despedimos y una vez en el coche, antes de abrocharse el cinturón, Rocío se apoyo en mi pecho, lo acarició y dijo: "Te quiero". Acaricié su cabello y conteste: "Y yo a ti." Una vez en casa nos preparamos para ir a la cama. Yo salí primero del baño y cuando ella salió estaba con un precioso conjunto de ropa interior. Un precioso conjunto que había elegido yo el día anterior y su hermana me dijo que pronto lo vería. Al final tenía razón. Se acercó melosa a mi y al llegar la tumbe sobre mi cama de 1,80 donde dando vueltas nos acariciábamos a lo loco. Yo me quité el pijama y con delicadeza me puse encima de ella. Mirándonos a los ojos y besándonos empece a penetrarla convirtiéndose esa en la primera vez que hacíamos el amor. Lo del otro día fue mas animal, digamos que follamos. Ese día nuestra mirada era otra, había pasión pero sobre todo ternura. Nuestros ojos o se miraban o se cerraban con los besos pero no estaban a otras cosas. Estaban 100% dedicados a celebrar nuestro amor. Tras cuarenta y cinco minutos haciendo el amor ambos caímos desplomados en la cama y pronto estábamos durmiendo. Antes de caer dormido me asombre como podía estar tan enamorado de una mujer a la que había conocido apenas un mes y medio antes, con la que estuve a solas en una pseudocita por primera vez hacía dos semanas y a la que había besado por primera vez una semana antes.

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