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Mi historia (31: Julio 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 7 al 13 de Julio

El lunes trabajé bastante intentando ponerme al día ya que la semana anterior había estado mucho tiempo con Marga y Alberto. A mediodía me llevé a ambos a comer pues a ellos dos no les había invitado por mi cumpleaños y así aprovechábamos para hablar de ellos y como se veían en la empresa. No me sorprendió que dijeran estar encantados. La fidelidad de Marga era total, casada con Mike no podía ser menos, pero me agradó oír, y me lo creí, que Alberto estaba igual de encantado no solo de ser un trabajador importante sino de sentirse amigo nuestro. Eso es lo que buscaba en ellos. Por la tarde fui con Rocío a casa de mis padres para despedirnos de ellos ya que se iban dos semanas de vacaciones con unos amigos a Marbella. Llegamos tarde a casa y nos fuimos a dormir.

Julio es un mes raro pues el trabajo no es tanto como en otros meses. No es tan lento como Agosto pero muchas cosas van mas lentas. Esa semana al menos tenía bastante trabajo ya que Raquel estaría las dos siguientes semanas de vacaciones. Esa primera semana, en la que su hija cumplía un año, estaban en Madrid y la siguiente se irían a Marbella. Martes y Miércoles estuve reuniéndome con los distintos directores generales para ver como iban las empresas e intentar ayudar en los problemas que pudieran tener. Raquel pasaba media jornada laboral ayudando en el día a día de las empresas en las que participábamos. Puesto que tanto yo como Rocío teníamos jornada intensiva me dediqué las tardes a pasarlas con mi esposa. Mis padres me habían dado las llaves de su casa por si queríamos ir a la piscina pero estar en su casa a solas era un paso que aun no me atrevía a dar. El miércoles compramos un regalo para Susana, la hija de Raquel que ese jueves cumplía años, aunque con nosotros lo celebraría el domingo.

El jueves tras un día de trabajo normal me fui a casa de Raquel a comer. Estaba sola pues José Carlos ese día no pudo salir del trabajo pronto y Rocío tenía reunión con su equipo. No obstante, ambos llegarían hacia las cinco para tomar un café y pasar la tarde y noche juntos. Yo llegué pronto, hacia las dos y la besé antes de felicitar a su hija. Aunque esta, lógicamente, no se enterara. El caso es que ella y yo nos fuimos al salón y empezamos a hablar. Nos sentamos juntos en el sofá de tres piezas y nos acariciamos mucho. Tras dos minutos de caricias nos besamos. Raquel llevaba una preciosa falda bastante ligera, suave como la seda y tableada de color crema muy claro. Casi blanco. Su top era de tirantes blanco. En los pies calzaba unas sandalias doradas sin tacón con tirantes alrededor de su pantorrilla. Rocío y Raquel eran igual en una cosa. Si tenían visita programada hasta en casa vestían bien. No las verías con bata y zapatillas de andar por casa a menos que llegaras de improviso. Tras el beso ella empezó a acariciar mi pierna con su mano pero yo volví a besarla una vez mas. Esta vez nuestras manos ya no pararon y mientras yo tocaba sus tetas ella seguía acariciando mi polla por encima de los dockers. Tras un rato besándonos ella se levantó y yo junto a ella. Me acerqué por detrás suya y la abrace a la vez que besaba un poco su oreja derecha. Besaba su boca, orejas mejillas mientras jugaba con sus tetas y su falda. Tras unos pocos segundos ya tenía su faldita remangada a la altura de su cintura y mostraba unas bragas color crudo, similares a la falda, de tamaño medio. A medio camino entre lo práctico y los sexy. Seguí acariciando su pecho y ella se dio la vuelta para besarnos justo antes de agacharse y desabrocharme el pantalón con mi ayuda. Ya con pantalón y calzoncillo a la altura de mis tobillos ella se lanzó a mamarme la polla.

– Mi polla preferida – dijo mirando hacia arriba con cara de niña traviesa

– Me alegro que te guste – acerté a decir entre los gemidos que se escapaban de mi boca

Ella mientras seguía con su maravillosa mamada donde alternaba con maestría las chupadas de mi polla con jugueteos de su lengua y labios a lo largo de mi falo. A ratos apartaba su cabeza de mi cuerpo y se echaba un poquito para atrás para pajearme mientras miraba la polla. Tras un ratito mas de paja y mamada yo la agarré del tirante de su top. No la levanté pero capté su atención y, agachándome un poco, hice que se empezara a quitar su top. Yo la quité el sujetador, a juego con sus bragas y bese y chupé sus preciosos senos durante al menos un par de segundos. Tras ello me levanté y puse mi polla junto a sus tetas para que me hiciera una cubana. En realidad pusimos mi polla en su canalillo y ella las juntó con la mano mientras yo pasaba a follarme sus tetas. Mi movimiento lo paraba cada cierto tiempo para besarla en la boca. Tras un rato así llevó su boca a mi polla y la dio una pequeña mamadita mas antes de levantarse y arrodillarse en el sofá. Yo me puse con una rodilla en el sofá y el otro pie sobre el suelo, la quité falda y braga y, desde atrás, apunté mi polla a su coño.

– Fóllame cariño – dijo Raquel

– Desde luego no voy a parar ahora – dije yo

La follé con fuerza en movimientos muy repetitivos sacando de ella gemidos relativamente estruendosos que no se como no despertaban a su hija. A ratos hacía una pequeña pausa pero siempre penetrándola del todo para girar su cabeza y besarla. Tras un rato en esa posición y sin sacarla ella se puso de pie y yo con un pie en el sofá y el otro en el suelo, seguí penetrándola con la misma dureza. La penetración a veces era muy brusca se me salía la polla involuntariamente. En una de esas aproveché para ponerla de rodillas en el sofá con la cabeza en el respaldo y los pies, aun con sus sandalias, fuera del sofá. En esa posición jugué con mis dedos y su coñito, además de darle algún beso, antes de empezar a pasar la lengua por sus labios vaginales. Con eso saqué más gemidos de ella y volvió a implorarme que me la follara. Lo que hice fue sentarme en el sofá y, guiándola con cuidad, la senté sobre mi polla mirando hacia mi. Ella empezó a cabalgar marcando el ritmo. Ambos gemíamos locamente. Gemidos que a ratos eran callados por los besos llenos de pasión que nos dábamos en la boca. Tras un rato de polvo mas salvaje pasamos a uno de penetraciones mas lentas y amorosas que, rápidamente, volvió a ser bastante salvaje. Me dijo que estaba a puntito de correrse y yo también. Quise terminarlo de manera especial y cargué con ella levantándome y, de pie, empecé a hacer que me cabalgara. Mientras lo hacía nos besábamos y, tras no mas de un minuto, ella explotó en un maravilloso orgasmo que, casi al final de este, fue acompañado por mi propio orgasmo. Me volvía dejar caer sobre el sofá con ella aun empalada y nos besamos durante no menos de un cuarto de hora. Cuando terminamos de besarnos nos duchamos rápidamente y fuimos a la cocina a comer. Allí tenían una pequeña mesa y siendo solo dos no tenía sentido que fuéramos al comedor. Una vez terminamos de comer volvimos al salón donde ya con la tele puesta esperamos a que llegaran nuestras parejas. Rocío llegó poco después de las cuatro y media. Nos besó a ambos en la boca, ya estaban jugando conmigo otra vez, y bromeó sobre si nos había dado tiempo a echar un polvo. Mas tarde llego José Carlos. Estando ya los cuatro tomamos todos un café y charlamos hasta las seis cuando, con la niña, fuimos a dar una pequeña vuelta por el barrio de ellos. Una vez de vuelta en casa cenamos algo con ellos y nos fuimos a casa a dormir. No sin antes hacer Rocío y yo el amor.

El viernes dedique toda la mañana a la reunión mensual. Raquel estaba de vacaciones pero como estaba esa semana en Madrid se pasó por la reunión. Ana nos expuso los números que dieron unas perdidas totales de poco mas de ciento cincuenta mil euros. Era normal. Junio, por las pagas extras, era un mes sin muchos beneficios históricamente. Si a eso le añadimos que la empresa de telefonía seguía en perdidas y que habíamos gastado casi trescientos mil euros en montar la empresa de parques infantiles las perdidas eran mas que lógicas. Remiramos un poco los números de cada empresa para encontrar problemas pero no vimos nada especialmente raro. Alberto estaba preocupado por la empresa de telefonía pues seguía en perdidas y era responsabilidad suya. Yo le dije que no se preocupara que nadie era perfecto y, además, tampoco es que el fuera el que mas apoyara la creación de esa empresa. Una vez creada la responsabilidad de llevarla lo mejor posible era suya pero la idea de crearla no lo fue. A las tres salí perdiendo el culo hacia la oficina de Rocío para recogerla e irnos a Cuenca. Entre unas cosas y otras ya no podríamos ir hasta la primera semana de septiembre cuando pasaríamos allí una semana entera de nuestras vacaciones. Esa tarde cenamos en casa de unos amigos de los padres pero pronto nos fuimos a la cama

El sábado celebrábamos el cumpleaños de Raúl que era al día siguiente. Novio de Mónica, la amiga de Rocío, y trabajador mio. Nos invitó a todos a comer a un asador de la zona. El cumpleaños fue muy bueno y rápidamente me di cuanta que Rocío y yo eramos los únicos casados. Lo cual en cierto modo era lógico puesto que los amigos de Rocío eran de la edad de ella o incluso algunos menores. Por la noche, el cumpleaños siguió con una barbacoa en casa de Raúl donde los padres invitaron ya a los amigos de ellos. Mis suegros eran parte de los invitados y creo que estaban orgullosos de tenerme como yerno porque lo cierto es que vacilaron de mi delante de algún conocido y, curiosamente, también de Pablo. Luego me dijo Rocío que esos no eran muy amigos de sus padres. Mas bien todo lo contrario. A las doce de la noche felicitamos a Raúl pues ya era su cumpleaños. A eso de las dos nos fuimos a casa de los padres a dormir.

El domingo nos levantamos a las diez y nos fuimos inmediatamente a Madrid para ir a casa de Raquel y celebrar con ella y nuestros amigos el cumpleaños de su hija Susana. Llegamos a tiempo para la comida cuando ya estaban todos allí. La comida fue buena y todos llevamos regalos para la niña. Nosotros un juguete educativo que esperábamos también fuera entretenido. Estuvimos en casa de Raquel hasta casi las ocho. Cuando llegamos a casa preparamos algo de cena ligera y vimos un poco la tele antes de ir a la cama y hacer el amor.

02. Semana del 14 al 20 de Julio

La segunda semana de Julio empezaba con Raquel y María de vacaciones. Yo por tanto seguiría esa semana encargado de hacer mi trabajo y el de Raquel. Al ser Julio pude compatibilizar perfectamente y lunes y martes de esa semana pasaron sin sobresalto alguno. Mañana de trabajo, comida con alguno de mis amigos y Rocío y cenas en casa con Rocío.

El miércoles tuve una reunión con Marga y Alberto para ver nuevos negocios. En principio ese año ya no lanzaríamos ninguna linea nueva de negocio, dejando lo siguiente para enero, pero si teníamos planeados un nuevo restaurante, una nueva tienda de moda y una nueva tienda de ropa para niños. Estuvimos viendo el calendario de estos lanzamientos y estudiando con Marga, que en principio supervisaba esos tres áreas, como iban a llevar los dos esos lanzamientos. Me di cuenta que el reparto de empresas no era muy igualitario puesto que las empresas de Marga tenían muchos mas lanzamientos y, por tanto, mucho mas trabajo. Salí un rato y fui a hablar con Mike. Ambos llamamos a Raquel desde su despacho y decidimos entre los tres que Alberto y Marga por ahora mantendrían los títulos, para que los directores de las empresas tuvieran un interlocutor definido, pero en realidad serían ambos iguales en todas las empresas. Hacían un buen equipo. Entré y se lo comenté a ambos:

– Me parece bien – dijo Marga

– A mi también – dijo Alberto – Además me ayudará estar mas al tanto para cuando Marga esté con la baja por maternidad

Me gustó como pensaban y seguimos con la reunión. A la hora de comer vino Rocío y me fui a comer con ambos y Mike. María y Raquel estaban de vacaciones. Esa noche Rocío y yo cenamos con Laura y Antonio e hicimos el amor antes de ir a dormir.

El jueves volvió a ser un día bastante normal trabajé toda la mañana pero me lié un poco y no se como no salí de la oficina hasta las tres y media de la tarde. No había quedado con nadie para comer y se me pasó la hora. Me fui para casa y cuando llegué ya estaba Rocío. Me hice algo para comer y tuve que aguantar durante media hora como Rocío se reía de mi por ser un desastre y que se me fuera la cabeza. Por la tarde no sabíamos que hacer. María estaba en el pueblo de su familia y Raquel en Marbella. El hermano de Rocío en Cuenca y Mike y Marga y Antonio y Laura tenían planes. Llamé a Alberto y Celia y, por suerte, ellos estaban libres. A Rocío los días tan largos sin trabajo por la tarde la agobiaban un poco. La noche con Alberto y Celia me gustó mucho y pude aprender a apreciarles mas. Del grupo mas cercano del trabajo eran los que menos conocía y este tipo de salidas nos unirían mas. Esa noche llegamos a casa tarde y nos fuimos a la cama sin hacer el amor.

El viernes era el último día de trabajo de Marga y Mike antes de que estos se fueran dos semanas de vacaciones. Raquel ya estaría de vuelta la semana siguiente y ella y Alberto llevarían sus temas, parte de mi coordinación, y el trabajo de Marga. Yo mientras sustituiría a Mike durante dos semanas. Y me apetecía bastante volver a sentir el día a día, aunque fuera en Julio, de la empresa que yo fundé y fue parte fundamental del éxito empresarial en el que estábamos en ese momento. Así pase todo el día reunido con Mike y su equipo para ponerme un poco al día. Rocío llegó a las tres y nos fuimos a comer con Mike y Marga para despedirlos de cara a las vacaciones. Se iban a una casa que tenían los padres de Marga en el Levante. Con el embarazo no querían coger un avión. Esa noche Rocío y yo no salimos y pedimos comida a uno de nuestros chinos favoritos. Tras cenar y ver una peli hicimos el amor.

El sábado Rocío y yo fuimos al Hipercor por la mañana para llenar un poco la nevera que estaba vacía de verdad. Tras llegar a casa y ordenar un poco las compras hicimos la comida y descansamos un poco antes de cambiarnos para irnos con Laura y Antonio al cine. Tras ver la película en la sesión de las ocho fuimos a cenar y después a tomar una copa. En un momento en que nuestras esposas iban delante nuestro comentamos la suerte que teníamos de tener esas mujeres y como nos costaba creerlo. Pero ambos éramos chicos exitosos en nuestras carreras, simpáticos, agradables y medianamente atractivos. En realidad no debería sorprendernos tanto. Esa noche cuando Rocío y yo llegamos a casa estábamos demasiado cansados como para hacer el amor.

El domingo Rocío y yo quedamos para comer con Alberto y Celia. Era una reunión de supervivientes y nuestra segunda quedada esa semana. María y Raquel aun estaban de vacaciones, Raquel volvía de Marbella esa noche, mis padres seguirían un par de días en Marbella, y Mike y Marga ya habían salido pues las empezaron ese viernes tras el trabajo. Les invitamos a nuestra casa y pasamos una tarde muy agradable. Me alegraba de tener a Alberto en el equipo cada vez que teníamos una reunión así pues me daba cuenta que era un tío cojonudo además de un gran trabajador. No era lo que tenía con Mike, María o Raquel pero cada vez le consideraba mas un buen amigo. Se quedaron a cenar y cuando se fueron, a las once y media de la noche, Rocío y yo nos fuimos a la habitación. Yo vestía ese día con bermudas, polo y náuticos mientras Rocío llevaba un vestidito amarillo que la llegaba casi un palmo por encima de las rodillas. Me acerqué a ella por detrás y la abracé. Sus sandalias de ocho centímetros la ponían casi a mi altura y, girando la cabeza, nos besamos. Mientras nos besábamos mi mano se posaba justo debajo de sus senos y los acariciaba. No tardó mucho ella en separarse un poco de mi y, con gracia, quitarse el vestido. Con el en la mano se dio la vuelta y lo puso sobre mi hombro, se acercó a mi y me dio un piquito.

– Siéntate en la cama – dijo dejando el vestido colgar de mi hombro.

Eso hice y pude ver su esplendoroso cuerpo listo para acogerme. Llevaba un conjunto de sujetador y braguita muy sensual. Casi enteramente negro pero con bordados rosas tanto en los bordes del tanga como en la copa del sujetador. Una pasada.

– Vamos preciosa – la dije – Llevo todo el día esperando este momento.

Y con una sonrisa en la cara me quedé mirándola. Ella se acercó a mi y yo, tras levantarme, cogí sus senos con mis manos antes de llevarlos a sus boca para chuparlos tras apartar un poco la copa de su precioso sujetador. Ella empezó a soltar los primeros gemidos a la vez que me decía al oído que era su hombre y que me quería. Igualmente me preguntaba si me gustaban sus tetas. Una pregunta no muy acertada. Mi uso de ellas daba la respuesta. Tras un rato haciendo uso de sus tetas ella me ayudó a despojarme de mi polo. Tras ello alterné la dedicación de mi boca entre sus tetas y su boca mientras mis manos jugaban con su culito. Tras un rato así la hice subirse a la cama, de rodillas y empecé a jugar con su coño desde atrás. Estuve jugueteando un rato con su cuerpo hasta que la tumbé sobre su espalda para quitarla su braguita. Tras ello la hice abrir las piernas y jugué con mi boca en su coño. Mi lengua acariciaba toda la extensión de su coño y a ratos intentaba penetrar un poquito mas mi lengua dentro de su cueva. Tras un rato así ella se incorporó y me empujó un poco para bajarse de la cama y desabrochar mi cinturón y mis bermudas. Una vez con ellos en el suelo me hizo quitarme el calzoncillo y rápidamente mi polla estaba en su boca. Ella poco a poco fue girando y me hizo apoyarme sobre la cama poniéndose ella ya de pie aunque inclinada sobre mi falo para seguir con la mamada. La hacía con maestría y a mi me estaba volviendo loco. Mis gemidos eran cada vez mayores y apenas podía ese día sujetarla un poco el pelo que llevaba suelto para ver como jugaba con mi polla. Cuando se cansó de chupar me empujó quedando yo tumbado sobre la cama y ella se subió a esta y, gateando, acercó su coño a mi polla. La penetré lentamente y ella se dejó caer hasta estar totalmente empalada. Ya con mi polla en su coño ella hizo unos pequeños movimientos circulares antes de levantarse un poco. Se quedó con media polla mía dentro y no hizo nada mas. Entendí que no me iba a cabalgar y comencé a mover mi cuerpo con violencia para poder sacar de ella unos buenos orgasmos. Gemía como loca pero no debía ser del todo de su gusto el ritmo pues pronto fue ella la que sujetó mi cuerpo contra la cama y empezó a cabalgarme alternado rápidos movimientos con otros mas lentos y profundos.

– Sigue – dijo

– Si lo estas haciendo tu todo – dije yo como pude

– Agh, me voy a correr

Yo aun podía aguantar un poco mas y la pedí que ella lo intentara.

– No puedo asegurar nada – dijo

Para intentar que no se corriera aun la bajé de mi y la tumbé de costado sobre la cama. Yo me acerqué a ella desde atrás y puse mi polla sobre su coño. Empecé a penetrarla con mucha violencia. Y ella empezó a gemir con la misma intensidad de antes. Su corrida era inminente y mi cambio de posición había servido de poco. Intenté yo darme el máximo placer para llegar con ella y, a la vez que mantenía el ritmo, la agarré de uno de sus senos. Tras un par de minutos de follada ella explotó en un orgasmo maravilloso y, con la ayuda del masaje que produjo su coño en mi polla, yo me corrí con ella. Cuando salí de ella mi semen chorreaba abundantemente de su coño y manchamos la sábana mas de lo normal tras un polvo. Tras asearnos y prepararnos para la cama nos tumbamos juntos.

– Mañana cuando te levantes mete las sábanas en la lavadora – dijo Rocío – Me daría mucha vergüenza que Teresa viera este desaguisado

Y tras sonreír se pegó un poco mas a mi y nos dispusimos a dormir.

03. Semana del 21 al 27 de Julio

El lunes me tocó echar las sábanas a lavar para que Rocío no sufriera pensando que nuestra asistenta, Teresa, viera la corrida del día anterior. Como si ella no supusiera que una pareja de jóvenes recién casados iban a estar follando mas que conejos. Al llegar a la oficina decidí que, si bien las dos últimas semanas de Julio las emplearía en sustituir a Mike en nuestra empresa de importaciones, no ocuparía su despacho y dirigiría la empresa desde el mio. Perdía cercanía física con su equipo pero por otro lado no tenía que trasladar a mi secretaria abajo y con ello nuestros ordenadores. Yo usaba el portátil y sería fácil pero ella usaba un ordenador normal y me parecía demasiado lío. El lunes lo pasé de reunión con Jorge y Elena que eran los directores de compras y ventas de Mike, respectivamente. Me informaron todas las cosas que estaban pendientes para esas dos semanas pues en Agosto muchas empresas cerraban y otras cuantas tiendas también. Quedé encargado de cerrar un par de asuntos con nuevas tiendas en Madrid y Barcelona en esas dos semanas mientras ellos se encargaban de nuestros clientes y proovedores ya existentes. Tras organizarme un poco y comentar con mi secretaria como serían esas dos semanas me fui a comer con Rocío y luego a casa de mis padres a disfrutar la tarde con ellos alrededor de la piscina. Nos estuvieron contando sus vacaciones con amigos en Marbella. Fueron cuatro parejas al chalet de una pareja de amigos y allí disfrutaron a todo trapo de la vida de millonarios en Marbella. Playa, restaurantes de lujo, tiendas de aun mas lujo e incluso copas en bares junto a la playa con precios desorbitados. Menos las discotecas hicieron de todo. Rocío y yo nos reíamos con algunas anécdotas y nos preguntaron que nos parecía si compraban una casa en Marbella. Estaban buscando una casa en algún lugar con playa para jubilarse.

– A mi el lujo ese de aparentar de Marbella no me gusta mucho – dije

– Pero no es necesario – dijo Manuela – Puedes aparentar o simplemente vivir bien

– Ya pero no se, nunca me gustó – dije – Podéis usar mi casa de Menorca como si fuera vuestra

– Gracias cariño – dijo Manuela – No se

– Quizás fuera buena idea – dijo Mariano mirando a Manuela – Así no nos gastamos dinero y el hereda mas ya que las casas irán para tus hermanos y los míos.

– Visto así – dijo Manuela

– Yo desde luego no lo decía por eso – dije

Todos me miraron y rieron. Rocío se acercó a mi y me beso en la mejilla.

– Por eso te queremos todos – dijo Rocío – Eres dulce y generoso. Siempre piensas en los demás antes que en ti. Y no te das cuenta pero al final eso termina siempre beneficiándote. Sin querer es como si pensaras en ti

Y todos volvieron a reír. Yo solo subí los hombros en señal de no saber muy bien que decir. Tras un rato mas de charla quedamos en que les daría llaves de mi casa de Menorca y que la usaran como si fuera de ellos al menos durante un año y ya veríamos después si les parecía raro o no. Tras la charla cenamos y al filo de la medianoche volvimos a casa para descansar pues al día siguiente era un día de trabajo.

El martes fue un día mucho mas monótono donde dediqué casi todo el día a la empresa de importaciones aunque también dedique un ratito a ayudar a Alberto y Raquel en el holding. Ese día Rocío y yo fuimos a comer con Raquel a su casa y, tras pasar un rato con ella, José Carlos y la niña, nos fuimos a casa a descansar. Cenamos una ensaladita en casa y vimos una peli antes de irnos a la cama a dormir. Tras echar un polvo, eso si.

El día que María volvió de vacaciones me dijo que quería hablar conmigo en privado. Sin saber que esperar y un poco preocupado llamé a Rocío y esta me dijo que comiera con ella y que fuera comprensivo. Así trabajé todo el día con María en la cabeza y a las tres me la llevé a comer. No pasaba nada especial. Simplemente estaba triste y quería hablar conmigo de cosas que la pasaban por la cabeza. Tenían problemas en casa derivados principalmente del trabajo de Arturo que cada vez le llevaba mas tiempo y eso creaba tensiones. Yo intentaba calmarla mientras comíamos y la agarraba de la mano a ratos para intentar confortarla.

– Eres un amor – dijo

– ¿Y eso? - pregunté

– Estas aquí, conmigo, aguantando un rollo macabeo que ni te va ni te viene y lo único que haces es darme ánimos, acariciarme y sonreírme.

– Me va y me viene. Sabes que eres importantísima en mi vida. Te quiero como quiero a Raquel, Mike o Antonio. Para mi sois vitales. Y todo lo que os pase bueno es motivo de alegría y todo lo malo es motivo de preocupación. En estos momentos solo puedo darte ánimos. Se que Arturo lo que hace lo hace por ti y por vuestras tres preciosas hijas.

– Si eso ya lo se – dijo – Pero llega cansado y yo me paso todo el día trabajando y cuando salgo me voy con las niñas y tampoco paro y eso nos está costando. Ahora estoy aquí contigo y me siento mal porque mientras mi madre tiene que estar con las niñas.

– Vámonos si quieres – dije

– ¿Antes pasamos un rato por la ofi? - dijo con cara de niña buena – Necesito desestresarme y Arturo no está cumpliendo.

Yo sonreí. Ir a la ofi era el eufemismo mas extraño que había oído nunca para decir echar un polvo pero desde luego tenía ganas y mas si así la ayudaba aunque solo fuera un poco. Vestía María un precioso vestido rojo pero muy recatado. No era sexy pero era elegante. Sus sandalias de cuero llevaban unos tres centímetros de tacón y la hacían mucho mas elegante que antes cuando no se ponía un tacón jamás Entremos en el edificio juntos pero sin tocarnos para no levantar sospechas y saludamos al hombre de recepción. Eso si, al entrar en nuestra planta y abrir la puerta con nuestra llave, ya nos enganchamos en un abrazo por la cintura. Era tarde para ser un día de verano y ya no quedaba nadie. Aun así, una vez entramos en mi oficina echamos el cerrojo. Seguimos juntos y llegamos hasta mi mesa donde ella se apoyó conmigo a menos de unos centímetros de distancia. Ella puso una de sus manos en mi hombro y otra en el cuello. Ambas manos mías estaban alrededor de su cintura.

– Gracias de nuevo – dijo

– Estoy harto de decirte que no tienes que darme las gracias. Tu harías lo mismo por mi. Quizás mas.

– Y tu me darías las gracias – dijo ella con una sonrisita

Yo no pude mas que sonreír aceptando que tenía razón. Yo también daría las gracias veinte veces. Me acerqué un poco a ella y la besé. Nos dábamos pequeños picos y nos separábamos para poder mirarnos a los ojos. Ese día no creía que me fuera a tirar a María. Íbamos a hacer el amor. Con Belén follaba, con María y Raquel a veces hacía el amor. Para mi ya era normal y casa vez aceptaba mejor que Rocío no tuviera problemas con ello. Aunque fuera muy raro. El beso cada vez fue a mas y mientras ella me quitaba el polo poco a poco yo jugaba con sus pezones a través de la tela de su vestido. Mis manos juguetearon con ellos y la puse tan caliente que dejó de quitarme el polo y abrió un poco las piernas. Momento que usé para lanzar mi mano a su coño por encima de su braguita que, como el vestido, era roja. Mientras jugaba con su coño no dejaba de besarla. Tras un rato así la subí a la mesa, hasta ese momento solo se apoyaba, y acerqué su coño al borde de la mesa. Hice el amago de ir a chupar su coño pero seguí recto hasta su cara donde la besé con pasión a la vez que jugaba con su vestido para intentar sacar sus tetas de la prisión que eran su vestido y sujetador. Ella se bajó el tirante del vestido y el sujetador pero yo subí su falda y besé su abdomen. Seguí besando su cuerpo hasta que, finalmente, me arrodillé y empecé a chupar su coño por encima de la tela de su braguita.

– Umm. Que maravilla – dijo ella.

Tras un rato de chupar por encima de la tela de su braga pasé a quitársela y tuve acceso directo a su coñito. Chupaba como loco. Como si me fuera la vida en ello y los gemidos de María agradecían mi dedicación. La besé el coñito a ratos pero en otros momentos metía mi lengua en su coño. Bastante profundamente mientras una de mis manos buscaban su teta izquierda.

– Me voy a correr – dijo – Sigue amor.

Yo seguí chupando durante un rato y ella ya se dejó ir. Echó su cabeza hacia atrás mientras gemía como loca y, con ayuda de un dedo, la saqué su primer orgasmo de día. Cuando ya estuvo mas tranquila me incorporé un poco y ella hizo lo mismo pasando ambos a besarnos. Ella estaba algo mas calmada pero pronto volvió a gemir de nuevo ya que no saque mi dedo de su coñito. Nos besábamos con pasión hasta que decidí seguir con el dedo en su coño pero bajar mi cara a su teta para chuparla. Ella me besó un poco mas y llevó su mano a mi cinturón para desabrocharlo. Inmediatamente después me desabrochó el pantalón y me sacó la polla. Yo me saqué mi polo de una vez mientras ella trabajaba en bajarme un poco mas pantalón y calzoncillos quedando estos a media pierna. Yo me terminé de quitar el pantalón y mi polla quedó a su disposición arrodillándose junto a mi y llevando mi polla a su boca. Ella chupaba con entusiasmo y amor. Cada vez lo hacía mejor y su boca tomaba una mayor cantidad de mi polla en su boca. Al principio la costaba pero con el tiempo se había convertido en una buena mamadora. Quizás no una experta pero si buena. Tras un rato de mamada me levanté y besé ambas tetas y su boca antes de darla la vuelta y hacer que se apoyara en la mesa. Una vez estuvo apoyada en la mesa junté mi polla a su coñito y, con delicadeza desde atrás, empecé a penetrarla. Una vez conseguí entrar empecé a follarla con cada vez mayor velocidad hasta que, tras un rato de aumento progresivo, la estaba follando bastante violentamente.

– ¡Si! - gritó María – Eres mi hombre

– ¿No era uno de tus hombres?

– Eres uno de mis dos hombres en la vida pero en el sexo eres único. ¡Sigue!

Ante una petición así uno no puede no seguir. Y la di con fuerza hasta que noté que se corrió por una segunda vez.

– Dos y no te has corrido – dijo – Eres mi hombre

Yo me reí un poco y, una vez se calmó un poco, la hice bajar y chuparme un poco la polla antes de tumbarme en mi mesa y hacer que ella se subiera de rodillas sobre mi. Ya encima mía la penetré con tranquilidad y ella se dejó caer hasta el fondo. Una vez penetrada ella empezó a moverse a la vez que, echada sobre mi, me besaba en la boca con amor. Con mucho amor. Yo ya estaba cerca pero quería un tercer orgasmo para ella y aguanté todo lo que pude. Cuando vi que ya estaba cerca empecé a darla yo también y ella a gemir mas fuerte. Tras un par de veces me corrí en su interior y pensé que ella ya no llegaría pero, con uno de mis últimos chorros de semen, ella se corrió por tercera vez. Estábamos unidos con mi polla en su interior y ella se echó sobre mi para besarme. Tras unos cinco minutos de beso ella se bajó y se fue a asear. Yo fui tras ella y, ya limpios, nos fuimos a su casa tras recoger a las niñas en casa de su madre. Una vez en su casa se nos unió Rocío y, mas tarde y ya para cenar, Arturo. Esa noche tras llegar a casa hice el amor con Rocío. No se como tuve fuerzas pero pude.

El jueves tenía una comida de negocios planificada con la tienda a la que teníamos que terminar de convencer. Echaba de menos este tipo de cosas de la empresa de importaciones y con Elena, la directora comercial, y creo que no se notó la falta de práctica. Elena era bastante buena en su trabajo, no era Marga o Raquel pero ellas eran excepcionales, y entre ella y yo conseguimos que vendieran, de entrada varios de nuestros productos. Era una tienda de delicatessen que solo vendía hasta ahora producto nacional y nosotros seríamos su puerta de entrada al mundo de los productos de lujo internacionales. Si todo iba bien ampliarían la gama de productos que venderían. Cuando salimos de la reunión cogí un taxi de vuelta a casa y vi en mi Blackberry un mail de mi asesor que me comentaba que ya había entrado el dinero del reparto de dividendos de la empresa que compartía con Mariano. Esa noche me llevé a Rocío a cenar y, de nuevo, hicimos el amor antes de quedar dormidos.

El viernes solo estuve un rato en la oficina cerrando con Elena el tema de la nueva tienda con la que estuvimos comiendo el día anterior y luego fui a reunirme con mi asesor Rubén para ver como invertíamos los poco mas de quinientos mil euros que acababa de recibir de la empresa de Mariano. Tras salir de la reunión pase un ratito por la oficina y me fui directamente al aeropuerto donde había quedado con Rocío y sus padres para ir a Menorca a pasar el fin de semana. Llegamos a la tarde y antes de ir a casa pasamos por el supermercado para comprar desayunos y algo de carne para hacer barbacoa esa noche. Pasamos la noche hablando, cenando carne junto a la piscina. A eso de la una dela mañana nos fuimos a dormir.

El sábado lo pasamos todo el día en la playa. En solitario los cuatro pero varias veces saludados por conocidos. A mediodía comimos en un restaurante cercano a la cala. No era de gran calidad pero era lo mas cercano y para comer algo rápido era mas que suficiente. A las ocho de la tarde nos volvimos a mi casa para ducharnos y vestirnos. Esa noche llevé a mis suegros a cenar a uno de los mejores restaurantes de Ciudadella donde disfrutamos de un maravilloso pescado regado por un vino blanco de excepcional calidad. Tras eso tomamos una copa, yo una coca cola pues conducía y con el vino tenía bastante alcohol, en una terraza y nos fuimos para casa.

El domingo teníamos el último vuelo de la tarde de vuelta a Madrid y aprovechamos para ir a la playita por la mañana. Algo antes de la hora de comer nos duchamos y recogimos todo para irnos a Mahó donde comimos en un buen restaurante antes de embarcar de vuelta a Madrid. Ya en Madrid fuimos a casa de Jorge, el hermano de Rocío, donde hicimos una cena ligera antes de volver a casa e irnos a dormir. No sin antes hacer el amor.

04. Semana del 28 de Julio al 3 de Agosto

La anterior semana a cargo de la empresa de importaciones fue muy bien. Esta semana esperaba que fuera al menos igual de bien aunque en esta viajaría a Barcelona solo sin la ayuda de Elena a cerrar un trato. No debería ser mucho problema. El lunes pasó sin mucho problema y, tras comer con la gente de la empresa de importaciones, me fui a casa de mis padres con Rocío a pasar un día de piscina tranquilito. De nuevo llegamos tarde a casa pero esa noche hicimos el amor.

El martes lo pasé por la mañana preparando con Elena la reunión que tendría a primera hora del miércoles. A mediodía comí con Rocío y esta me llevó al aeropuerto para coger el avión a Barcelona a las cinco y media. Antes de las ocho ya estaba instalado en mi hotel y llamé a Pablo pues iba a quedar con el a cenar. A las nueve estaba ya esperando en la puerta del restaurante donde había quedado con Pablo cuando le vi llegar en taxi. Fue una sorpresa ver que con el estaba Diana.

– Vaya – dije – No pensaba que iba a cenar con la parejia.

Abracé a Pablo y besé a Diana.

– No sabía que estuvieras aquí – dije a Diana

– Llegué ayer – dijo ella – Voy a pasar una semana con Pablo a ver que tal se nos da la vida en pareja aunque esté de ama de casa con el todo él día trabajando.

Cuando dijo eso nos entró la risa a los dos. Entramos en el restaurante y nos sentamos en la mesa que había reservado Pablo para cenar.

– Vamos a llamar a tu hermana – le dije a Diana

– ¿Vas a llamarla ahora? - dijo esta

– Si no la llamo me divorcio mañana – dije sonriendo

Marqué su número y se puso rápido

– Hola cariño – dije sin dejarla contestar – Te paso con alguien que quiere hablar contigo

Y rápidamente le dí el teléfono a Diana

– Hola hermanita – dijo Diana

El resto de la conversación no la oímos pero pudimos entender que Rocío preguntaba que hacía allí y poco mas. Rocío ya aprobaba totalmente la relación de su hermana con Pablo y la conversación fue amable. Una vez colgaron seguimos con la cena y luego tomamos una copa en una terraza del puerto marítimo. Tras esta, al filo de la medianoche, me fui al hotel mientras la parejita se iba a casa de Pablo.

El miércoles me levanté a las siete de la mañana y tras ducharme y afeitarme bajé al restaurante del hotel para desayunar. Tras el desayuno hice el checkout y me fui a la reunión que tenía ese día. Era una reunión a solas sobre una empresa de la que sabía mucho porque hablaba mucho con Mike pero en la que ya no estaba en el día a día. De todas formas se me dio muy bien pero principalmente porque Mike y su equipo lo habían dejado todo cerrado. Solo faltaba darles un empujoncito y eso para mi todavía era fácil. Tras salir de la reunión contento me fui al aeropuerto y cogí el primer vuelo disponible del puente aéreo. Llegué a Madrid hacia las dos. Así tuve tiempo de visitar a Elena y Jorge y contarles como había ido todo. Tras ello a las tres me fui a comer con Rocío y María a casa de esta y jugamos toda la tarde con las niñas en casa y en el parque. María agradeció la ayuda con las niñas y tener algo de contacto con adultos pues últimamente la tocaba hacer de supermamá. Tras cenar con ella y Arturo, que llegó tarde a casa, nos fuimos Rocío y yo a casa a dormir. E hicimos el amor.

Jueves y viernes fueron días similares en el trabajo centrado mas en el holding que en la empresa de importaciones pero también atendiendo algún asunto de esta. El jueves por la noche Rocío y yo no hicimos nada especial pero el viernes la recogí tras el trabajo y fuimos a casa de mis padres a comer y pasar la tarde y noche con ellos. Fue genial. Adoraba a mis nuevos padres y también les adoraba Rocío. Y ellos a ella. Pasamos la tarde con ellos y tras cenar estuvimos de charla. Se hizo tarde y, a pesar de no haber llevado ropa, decidimos quedarnos esa noche a dormir.

– Me encanta que os quedéis – dijo Manuela - Os tendremos que comprar algo de ropa de emergencia para noches como estas

Todos reímos y nos fuimos a la cama.

El sábado nos levantamos en casa de mis nuevos padres y desayunamos con ellos. Mariano me prestó uno de sus polos y Manuela a Rocío la prestó una blusa que ya no usaba de cuando ella era mas joven. Manuela se mantenía en forma para sus sesenta años pero ya no tenía la figura que tenía unos años antes. Pasamos la mañana y comimos con ellos pero a las cinco nos fuimos para ducharnos pues esa noche habíamos quedado con Laura y Antonio para ir al cine. A las ocho estábamos ya en el centro comercial en el que habíamos quedado. Vimos la peli y, tras ella, nos fuimos a cenar en un Tony Roma's. Tras la cena nos fuimos a dormir cansados y esa noche no hicimos el amor.

El domingo nos levantamos tarde y tras desayunar nos preparamos para ir a la casa que compartían los amigos de Rocío para celebrar el cumpleaños de Teresa, la novia de Raúl que ya llevaba varios años trabajando conmigo. Teresa había terminado la carrera seis meses antes y estaba trabajando en una empresa de un amigo de su padre como asesora comercial. La comida con ellos y otro par de parejas amigas, además de Mónica y Pedro, fue muy buena ya estábamos en las copas, tras los cafés y los regalos, nosotros la regalamos unos zapatos, cuando Teresa se puso seria.

– Es nuestro último cumpleaños en esta casa – dijo ella

– ¿Y eso? - preguntó Rocío

– Ahora que Mónica ya ha terminado la carrera vamos a alquilar un par de casas y empezar a vivir en pareja – dijo Pedro

– Y Raúl y yo nos vamos a casar – dijo Teresa

Eso pilló de improviso a todos. Incluyendo Pedro y Mónica. En ese momento todos nos lanzamos a felicitarles aunque Mónica echó en cara, de broma, a su mejor amiga no enterarse antes. La celebración pasó de ser por su cumpleaños a ser por su boda pero el centro seguía siendo Teresa. Aunque ahora compartiera algo de su protagonismo con Raúl. A eso de las once nos fuimos a casa y durante todo el camino a Rocío se la veía muy cariñosa. Al llegar a casa pasó lo que tenía que pasar. Nada mas cerrar la puerta ya estaba yo abrazándola por detrás y besándola la guiaba a través del pasillo de la casa en dirección a la habitación. Ella sin embargo se paró junto a la puerta del salón y dándose la vuelta me besó con pasión. Tras el beso ella me cogió de la mano y me guió junto al sofá. Ese día llevaba puesto un vestido color verde grisáceo, lo compramos en nuestra luna de miel en París, y unas sandalias marrones preciosas con alto tacón. Al llegar junto al sofá, aun agarrada a mi se sentó en este.

– Siéntate – dijo

– ¿Vamos a hablar? - pregunté con una sonrisita.

Ella insistía pero yo me hacía un poco el loco. No soltaba mi mano. Yo hice por irme pero ella se levantó tras mi e hizo fuerza para que volviera junto a ella en el sofá. Tras volver a sentarse llevó la mano que no agarraba la mía a mi entrepierna y acarició un poco el pene antes de pasar a acariciar mi muslo con suavidad. Yo la sonreía y ella, soltando mi mano, paso a tener ambas manos en mi entrepierna mientras se arrodillaba delante mía. Era evidente que ya no llegábamos a la cama. Me desabrochó pantalón y cinturón y bajó este y el calzoncillo hasta media pierna llevándose mi polla a la boca con rapidez. La introducía en su boca hasta el fondo y la sacaba con dulzura e intentando dejarla lo mas llena de su saliva posible. Tras un rato así pasó a lamer la longitud entera de esta antes de volver a mamármela. Yo me quité la camisa que llevaba y ella mientras aceleraba, gradualmente, la frecuencia de las penetraciones de mi polla en su boca. Tras un rato parecía que estaba follándola la boca. Solo que yo estaba parado. Todo el trabajo lo hacía ella. Me miraba desde el suelo arrodillada en algunas de las embestidas y yo no podía mas que sonreirla. Tras un rato así la ayudé a incorporarse del brazo y la apoyé en el respaldo del sofá, me acerqué por atrás y remangué su vestido. La di un par de besos en cada cachete de su culo y aparté su tanga rosa. Ya sin tela de por medio me acerqué un poco mas y junté mi polla a su coñito. Ya dentro de ella empecé a penetrar su coñito con dulzura. Dulzura que no duró mucho pues en un santiamén estaba dándola con fuerza agarrado a sus caderas. Mi polla la taladraba duramente. Sin dejar de darla fuerte la fui subiendo el vestido hasta que se lo quité del todo. La agarré por sus tetas, aun cubiertas por el sujetador, y, tras magrearlas un poquito, le quité este. Ya desnuda ella salvo por su tanguita y sus taconazos la hice ponerse erguida y la besé en la oreja mientras la seguía penetrando. Mis penetraciones eran bastante violentas y ella gemía con cada una de mis embestidas. Yo también gemía cada vez que la penetraba y notaba que estaba cerca de correrme. Me salí de ella y me senté en el sofá cogiéndola de la mano para que se sentara sobre mi. Ella lo hizo y empezó a cabalgar. Con cada cabalgada yo estaba cerca del orgasmo y, por suerte para mi, ella no parecía estar mucho mas lejos. En una de esas maravillosas cabalgadas, ya ambos mas cerca del grito que del gemido, ella se echó sobre mi, me beso y se corrió. La violencia de la corrida provocó que mi orgasmo llegara tras dos o tres saltitos mas de ella sobre mi polla. No rompimos el beso ni me salí de ella durante otros cinco minutos. Tras este tiempo me levanté, la agarré en volandas y, aun penetrada por una ya medio erecta polla, la llevé a la cama. Allí echamos un nuevo polvo donde celebramos nuestro amor.

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