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Mi historia (32: Agosto 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Agosto

El lunes me di cuenta que esa semana estábamos todos los que yo consideraba mas importantes en la empresa. Los que eran mis amigos. Ese día lo pasé de reunión en reunión. Primero con Mike y su equipo, viendo las dos semanas anteriores. Luego con Marga, Alberto y Raquel viendo como habían ido las dos semanas anteriores en el resto de nuestras empresas. Posteriormente con María y Raquel viendo como sería el resto del año para María que se iba a preparar para ser directora de recursos humanos y, por último, con Mike y Raquel para hablar un poco de la situación general de la empresa. Al final cuando me quise dar cuenta eran las tres de la tarde y me fui a buscar a Rocío para ir a casa de mis padres. Al llegar comimos con ellos y pasamos toda la tarde disfrutando de la piscina. Tras cenar con ellos en el patio charlamos un poco y nos fuimos a casa donde, nada mas llegar, hicimos el amor.

El martes era el cumpleaños de Alberto y, tras un día de trabajo mas normal que el anterior, fuimos todos los del trabajo a comer con el excepto María que se excuso porque tenía que ir a por sus hijas. Por la tarde Rocío y yo fuimos a El Corte Inglés a buscar un regalo para Alberto. Con un poco de ayuda de Celia le compramos una raqueta de Tenis y unas zapatillas pues al parecer llevaba un tiempo pensando en ello. Tras comprar el regalo fuimos a dejarlo a casa y salimos a cenar. Esa noche fue muy agradable con ella. No se porque pero fue especial. Hablamos de futuro, de tener hijos, de las vacaciones, de todo un poco. Al llegar a casa no pudimos dejar de hacer el amor con pasión.

El miércoles Rocío había quedado con su hermana por la tarde y yo decidí quedarme un rato a cerrar unos asuntos pendientes y trabajar en un viaje relámpago a Barcelona que teníamos Raquel y yo a la semana siguiente. Eran ya las cuatro y media cuando entró Raquel.

– Me ha dicho Rocío que estabas aquí – dijo

– Si. Estoy viendo lo de nuestro viaje a Barcelona la semana que viene.

– Pues dejalo – dijo – Se me ocurren cosas mejores que hacer. Mañana lo miramos tu y yo.

Y acercándose a mi se sentó en mis rodillas. Vestía ese día muy guapa con una camiseta de color verde oliva, una falda de tubo blanca hasta las rodillas y unos zapatos marrones de alto tacón. Nos besamos durante un buen rato con nuestras lenguas jugando en la boca del otro con picardía. Mientras yo la besaba llevé una de mis manos a su pecho y se lo acaricié por encima de la camiseta. Ella rompió el beso y me sonrió. Se puso de pie, entre mis piernas junto a mi silla, y con calma se quitó la camiseta quedando a la vista un sujetador, no tremendamente sexy, mas bien funcional, de un color a medio camino entre el rosa oscuro y el morado claro. Ya sin la camiseta se acercó aun un poco mas a mi, hasta el borde de la silla, y yo lancé mi mano izquierda a su pecho derecho para sacarlo de su confinamiento. Una vez liberado lancé mi boca contra el y lo mordí un poco tirando del pezón con los dientes en una mezcla de ternura y salvajismo. Tras el mordisquito a su pecho derecho liberé el izquierdo y, con una mano en cada pecho, empecé a masajearla las tetas para, cada cierto tiempo, besar sus pezones y chupar sus senos. Dediqué un buen rato a chupar cada uno de sus senos alternando entre uno y otro hasta que ella agarró mi cara con sus manos y me acercó a su boca para unirnos en un beso lleno de pasión. Ella disfrutaba mucho mis caricias en sus senos mientras nos besábamos. Se separó de mi y, cogiéndome por la mano, me guió hasta el borde de mi mesa. Una vez ahí me apoyó en esta y, tras arrodillarse ante mi, empezó a desabrocharme el cinturón y pantalón para bajarmelo con los calzoncillos y liberar mi polla.

– Voy a motivarte para que no pienses en la reunión de mañana – dijo

Y se lanzó a chuparme la polla. De inmediato sacó un gemido enorme de mi boca y, mientras me la chupaba, yo iba desnudándome un poco mas terminando de quitarme los pantalones con el movimiento de mis piernas para luego quitarme la camisa. Mientras ella seguía chupando mi polla con verdadera devoción y a veces haciendo sonidos como si no pudiera con ella. Sabiendo yo que era totalmente falso y que simplemente intentaba adularme. Tras un rato mas chupándomela agarré su cabeza y la medio follé la boca. Si quería hacer sonidos con la boca como si le costara por lo menos que fueran reales. Tras un minuto o así ella me miró a los ojos.

– Eres un bestia – dijo

– No te enfades

– No me enfado pero no me entusiasma – dijo levantándose y acercándose a mi para besarme en la boca.

Tras el besito volvió a arrodillarse y chuparme un poco la polla. Tras ese par de chupadas mas se levantó y me miró desafiante.

– Quiero que me folles – dijo

– ¿Seguro?

– Si. Te quiero dentro y te quiero ya

Volvimos a besarnos mientras ella se quitaba la falda y mostraba un tanga no muy pequeño del mismo color que el sujetador. Se echó las tiras de este a un lado y yo apunté mi polla a su coño desde atrás. La apoyé en la mesa de mi despacho y la penetré. Cada una de mis penetraciones era mas profunda que la anterior y ella gemía con cada penetración que daba yo.

– Si – dijo ella gritando – Sigue

Yo seguía como podía pero paré un segundo para quitarla el tanga antes de volver a penetrarla en la misma posición y darla con todas mis fuerzas. Sus tetas se apoyaban en la mesa y ella gemía cada vez con mayor fuerza pero por lo que fuera yo aun estaba a un poco de correrme. Llevé ambas de mis manos a sus tetas y volvía a follarla de nuevo con mucha fuerza y con mayor frecuencia cada vez. Ella gemía cada vez mas y, tras un par de minutos, se corrió estrepitosamente y haciendo un maravilloso masaje a mi polla. Yo sin embargo no me corrí y, cuando ella se calmó, la besé. Ella me miró.

– Mi niño no se ha corrido – dijo – Eres una maquina. Siéntate.

Y cogió una de las sillas de mi pequeña mesa de reuniones y me sentó. Ella poco a poco me agarró el pene y se puso a cabalgarme mirando hacia fuera. Ella llevaba el ritmo pero yo la sujetaba de las tetas para darla estabilidad. Tras un rato cabalgándome ella iba calentándose de nuevo y gimiendo mas. Yo ya si estaba cerca de correrme y la eché hacia atrás para besarla. Mientras la besaba y acariciaba sus tetas ella botaba sobre mi y en poco tiempo me corrí llenado su interior de semen caliente. Ella al sentir uno de mis chorros se corrió por segunda vez y me dejó seco con los masajes de su coño en mi polla. Tras el polvo vimos lo de la reunión de Barcelona, tampoco era necesario dejarlo para el día siguiente, y nos fuimos cada uno a nuestra casa. Cuando llegué a casa Rocío aun no estaba y me puse a leer un libro. Tras leer un buen rato llegó Rocío con Diana y nos fuimos a cenar. Llegamos tarde a casa tras la cena y un par de copas en una terraza de la Castellana. Esa noche no hicimos el amor.

El jueves Raquel, María, Marga, Alberto y yo nos pasamos casi toda la mañana reunidos con Nuria y Luis, los directores de nuestra empresa de restauración, para ver como iba la preparación de nuestro tercer restaurante. Luis y Nuria lo llevaban muy avanzado pero nos repartimos parte del trabajo entre todos. En principio Alberto era el que tenía menos que hacer pues las dos siguientes semanas estaría de vacaciones. Por la tarde Rocío y yo fuimos a casa de Raquel para pasar la tarde con ella, su marido y su niña. Fue una tarde muy agradable y cenamos en casa de ellos. Tras la cena volvimos a casa e hicimos el amor.

El viernes tuvimos nuestra reunión mensual. Los números de Julio fueron absolutamente espectaculares. En especial gracias a un maravilloso comportamiento de nuestra empresa de importaciones. Nuestra joya de la corona. Muchas tiendas hacían pedido en Julio pues en Agosto cerraban algunos proovedores y eso hacía que la facturación subiera bastante. Tuvimos récord de beneficios con novecientos mil euros de los cuales quinientos mil eran de nuestra empresa de importaciones de comida. Fue también interesante que nuestra empresa de móviles diera beneficios por primera vez. Aunque fueran pocos. Solo dio perdidas la empresa de parques infantiles pero era lógico. Yo estaba encantado pero Mike me bajó los pies a la tierra y me dijo que ese Agosto no tendríamos casi beneficios en la empresa de importaciones y con la inversión en el tercer restaurante perderíamos pasta.

– Eres un aguafiestas – dije riendo

Todos rieron y dimos por terminada la reunión felicitándonos por el trabajo bien hecho y dejamos las grandes decisiones para otro mes. Esa noche comí con Rocío y nos fuimos a casa a descansar. Ya no salimos de casa esa noche y pronto nos fuimos a la cama a descansar sin dejar de echar un polvo. Era raro estar en la cama un viernes tan pronto pero no teníamos planes y decidimos descansar.

El sábado, consecuencia de la hora en la que nos acostamos el día anterior, nos levantamos muy pronto. Decidimos pasar el día de compras. Rocío quería comprarse un par de bikinis nuevos para ir a la Menorca ese verano y yo tenía que comprarme una americana de verano. Luego seguro que caía algo mas. Y cayo. Además de lo que buscábamos, Rocío se compró unas sandalias sin tacón y yo un bañador nuevo. Además fuimos al Hipercor de Sanchinarro. En la tienda El Corte Inglés del centro comercial Rocío se compró unos Levi's y ya en el hiper compramos comida y otras cosas que necesitábamos para casa. A lo tonto se nos hicieron las ocho de la tarde cuando llegamos a casa. Dejamos todo ordenado y nos fuimos al centro donde cenamos en un italiano y luego tomamos una copa antes de volver a casa a hacer el amor.

El domingo era el día que Alberto celebraba su cumpleaños. Alberto ya estaba de vacaciones, el lunes no tenía que ir a trabajar, pero no se iban de viaje hasta el martes. Fuimos todos los amigos de la oficina así como un par de amigos de el y Celia. La comida fue buena y la charla en su mayor parte del tiempo entretenida. Aproveché para invitar uno a uno a mis amigos a la fiesta que ese año haría en Menorca el fin de semana del veintidós de agosto. Tras los cafés y ya entrada la tarde dimos los regalos. El nuestro, gracias a Celia, le gustó bastante. Tras una merienda cena ligera nos fuimos a casa e hicimos el amor.

02. Semana del 11 al 17 de Agosto

El lunes estaba trabajando en la oficina cuando me llamó María para hablar. La noté algo depre y estuve con ella al teléfono casi media hora. Tras colgar hablé con Rocío y me dijo que ella también había charlado con ella y había notado lo mismo. Rocío tenía una reunión esa tarde y no podría ir a comer con ella así que decidí ir yo. La llamé y quedé a comer en su casa. El resto del día en la oficina fue muy normalito. A las tres en punto cogí un taxi, ese día fui andando al trabajo, y me dirigí a casa de María para darla ánimos y estar con ella. Rocío iría algo mas tarde. Cuando llegué me encontré a María quizás incluso peor de lo que la esperaba.

– ¿Que te pasa? - la dije una vez nos sentamos en el sofá

– Estoy cansada – dijo – Ni en vacaciones paro. Hoy he tenido que mandar a las niñas a casa de mi madre para pasar un rato sola. Estoy de vacaciones y aquí me tienes. En Madrid. Arturo apenas puede coger vacaciones este año. Las cosas en la empresa de mi padre no van bien

– ¡Vaya! - dije – Sabía que no estaban para tirar cohetes pero tampoco pensé que estuvieran tan mal.

– Y no lo sabes – dijo – Yo no te he dicho nada

– Lo que tu quieras.

– El caso es que estoy pensando en dejar el trabajo – dijo mirándome con cara triste

– ¿Como? - dije

– No hagas que sea mas duro – dijo María – Con Arturo llegando a las tantas tengo que encargarme yo de las tres peques y no puedo mas. Y la empresa de mi padre está por encima de mi trabajo

– Eso lo entiendo pero porque no pides ayuda. ¿No os da para coger una chica que te ayude con las niñas por la tarde? ¿No puedes pedir ayuda a tus amigos?

– A vosotros no os voy a pedir nada. Ya hacéis bastante por mi. Y siempre me ha dado miedo dejar a las niñas con una desconocida. No sabría donde buscar una chica de confianza.

– De la chica que os ayude me encargo yo. Y dejanos a tus hijas siempre que quieras. ¿Crees que no nos gusta? Amo a tus hijas con locura y Rocío también. Somos tus amigos. Dejanos ayudar. Y los próximos tres meses, con el curso, solo curras por la mañana. Aprovechalo.

Tras decirla eso se acercó a mi y echando su cara sobre mi empezó a llorar. Yo acaricié su cabello con delicadeza sin decir nada durante los dos o tres minutos que lloró a lágrima viva. Cuando ya parecía calmarse ella elevó su cara junta a la mía y me besó. Estuvimos intercambiando nuestra saliva durante un buen rato. Yo hasta ese momento no había dicho nada pero se notaba que ese día se había vestido para agradarme pues ella no vestía tan elegante nunca. Vestía como si fuera casi a un bautizo. El vestido verde que llevaba, con volantes en la parte inferior, la quedaba muy sexy. Adornaba este con con un cinturón de color marrón oscuro por encima del vestido y calzaba unas sandalias doradas preciosas de altísimo tacón para ella, unos ocho centímetros.

– Hoy estas muy guapa – la dije tras dejar de besarla

– Ya era hora que te dieras cuenta – dijo – Sabes que me he vestido así para ti. Para que me hagas el amor.

– Te haría el amor en chándal sin ducharte

– Y justo por eso me visto para ti – dijo sonriente

Volvimos a besarnos mientras mi mano izquierda agarraba a ratos su teta derecha y a ratos jugaba con su pelo. Amasaba sus tetas de tamaño medio con mis manos sobre su vestido pero rápido la bajé los tirantes de su vestido para tener acceso a su sujetador. Tras amasarlo un poco los senos saqué sus tetas del sujetador y llevé mi boca a ellas para mamarlas. Tras un rato chupando estas me puse de pie y la levanté a ella de tal manera que estuviera de pie junto a mi. Me puse tras ella y la quité el vestido tras desabrochar su cremallera. Quedó ante mi con un conjunto de ropa interior verde, mas clara que la de su vestido, y las sandalias de tacón. Su braguita era casi un tanga y en María eso era excepcional. No pude dejar de pasar mis manos por su cachete y acariciar su culo con pasión. La hice inclinarse sobre el sofá. Me acerqué a ella por detrás y jugué con mis dedos en su coño. Ella empezó a soltar sus primeros gemidos. Yo quería un acceso mas cómodo y la hice sentarse sobre el sofá. Me arrodillé ante ella e hice que apartara su tanga y llevé mi cara a su coño. Mi lengua jugueteaba con sus labios vaginales a una velocidad brutal. Tras jugar así empecé a comerla mas su coño y a penetrar con mi dedo en su agujero. Metía mi dedo y jugaba con mi lengua. Ella cada vez gemía mas y bajó una de sus manos para ayudarme con su excitación.

– ¡Dios! - dijo María – Esto es increíble. Tu eres increíble.

Mi boca abandonó su coño para centrarse en sus tetas pero mientras un par de mis dedos no dejaban de penetrar su intimidad. Nos miramos un rato y con ternura pero también con pasión nos besamos. Me aparté de ella para poder hacerla el dedo con mayor fuerza y mientras una mano separaba los labios vaginales la otra la penetraba de manera casi violenta. Ella estaba como loca con mi juego en su coñito y cada vez gemía mas alto.

– Te van a oír tus vecinos – dije

– A esta hora solo están las señoras mayores y están medio sordas – dijo sonriendo

A mi me hizo gracia su comentario y volví a besarla sin dejar de jugar con mi dedo en su coño. Notaba en ella como subía la excitación. Me subí junto a ella en el sofá, arrodillado, y junté mi cabeza junto a la suya, nuestros labios a apenas unos centímetros pero no la bese. A cambio empecé a decirla cosas como que la quería, que era muy importante para mi y esas cosas. Ella me decía que era su hombre, que su sexo era mío y que me quería. Tras un rato intercambiando este tipo de frases nos besábamos. Todo ese rato no dejé de jugar con mi mano en su coño y, en pleno beso, ella se corrió.

– Ya ni necesito tu polla para correrme – dijo

– Para que veas – dije

– Pero eso no quiere decir que no necesite tu polla.

Me recostó en el sofá y llevó su mano a mi pantalón. Empezó a desabrocharme cinturón y botones y, tras un ratito, tenía mi polla en su mano. Me bajó pantalón y calzoncillos y yo terminé de quitármelo mientras ella me subía un poco el polo. Ya con el polo alrededor del pecho y los pantalones fuera ella llevó su boca a mi polla y empezó a mamarme mi polla. Su mamada era intensa como con verdadero hambre. Su boca jugaba con la parte exterior de mi polla mientras su mano agarraba la base de esta. Ella seguía con su trabajo y yo decidí quitarme el polo. Mientras me mamaba la polla yo llevé una de mis manos a su culo y lo acaricie mientras la otra acariciaba su cabello e impedía que se pusiera en el camino entre mi polla y su boca. Tras un rato mas de mamada nos besamos en la boca con pasión y la hice levantar. Una vez en pie junto a mi la bajé sus braguitas y la hice sentarse sobre mi polla. Yo quería que se sentara mirando hacia mi pero ella en el último momento se giró y miró hacia afuera. Apuntó mi polla y se penetró. Saltaba sobre mi polla locamente y ella llevaba el control. Que no nos pudiéramos besar, como si podríamos si nos mirábamos creo que ayudaba a que las cabalgadas fueran mas salvajes. Mas animales. Ella gemía mucho pero quizás no tanto como yo. Al fin y al cabo ella ya se había corrido una vez con mi dedo. Tras una aceleración de la follada la cogí y la tumbé sobre la cama, casi en posición de misionero, y llevé mi polla a su coño. Empecé a follarla lentamente aunque aumenté la velocidad progresivamente. A la vez que aumentaba la velocidad de mi polvo aumentaban sus gemidos y los míos. No estuvimos así mas de cinco minutos hasta que ella se corrió y, gracias al masaje de su coño en mi polla, provocó mi orgasmo. Me dejé caer sobre ella y la besé con intensidad. Estuvimos un rato besándonos hasta que fuimos a ducharnos juntos. Eso si, nos duchamos rápido. Tras asearnos fuimos a la cocina a hacernos algo para comer. Tomamos en la mesa de la cocina una ensalada y un filete de pollo mientras seguíamos hablando de su situación. Ya estábamos tomando café de vuelta en el salón cuando llegó Rocío. María se animó a contarla, a la que ya era una de sus mejores amigas, su situación.

– ¿Tu que la has dicho? - dijo Rocío

– Que cuando quiera nos deje a las niñas y que busque una chica que la ayude. Que yo me encargo de encontrarla.

– ¡Claro! - dijo Rocío – Las niñas siempre que quieras... Pero, ¿tu vas a buscarla una chica?

– Yo no. Pero una buena amiga de mi madre tiene una empresa de chicas de muchísima confianza. Buscaremos una buena para cuidar niñas.

– Bien pensado – dijo Rocío dándome un beso en la mejilla

– Pero no se si puedo pagarlo – dijo María

– Si puedes – dije yo – Y si no puedes te subo el sueldo en lo que te cueste la chica.

– No puedo aceptar eso

– Claro que puedes – dije

Ella volvió a llorar un poco, esta vez sobre su amiga.

– Gracias de verdad – dijo

Seguimos un rato hablando hasta que a mi se me iluminó la bombilla.

– Oye – dije – El 22 celebramos nuestra fiesta anual en nuestra casa de Menorca pero luego nos quedamos allí la semana siguiente y volvemos el lunes 1.

– Ya – dijo María – Este año tampoco podemos ir

– Lo entiendo – dije – Pero, porque no nos dejas todo ese tiempo a Elena. Te quitamos una niña mientras preparas el curso de Recursos Humanos que empieza el día uno. Luego durante el curso solo curras por la mañana. Verás como todo sale bien.

– No puedo dejaros a la niña tanto tiempo. Es un abuso.

– Si puedes – dijo Rocío – Y yo quiero. Y creo que Elena también querrá.

María miró a Rocío a los ojos un instante

– Por fi – dijo Rocío con cara de niña buena y no haber roto nunca un plato

Ante su petición casi infantil todos echamos a reír.

– Lo hablaré con Arturo – dijo

Seguimos un rato mas hablando y a las ocho nos fuimos para que ella pudiera ir a casa de sus padres a por las niñas. Al llegar a casa Rocío estaba entusiasmada con la idea de estar mas de una semana como cuasi madre de Elena. Esa noche estuvo muy cariñosa y acabamos haciendo el amor.

El martes era el cumpleaños de Luis y me lo llevé a comer tras la jornada laboral como solía hacer con casi todos los directivos de mis empresas en su cumpleaños. Hablamos sobre cosas personales así sobre como veía el la empresa y la apertura del nuevo restaurante. Para mi estos momentos eran muy importantes pues podía hablar con ellos mas relajado y eran, por decirlo así, mas ellos. Tras la comida fuimos a pasar la tarde a casa de María donde Arturo y ella nos dieron permiso para llevarnos una semana larga a Elena a Menorca. Rocío se puso muy contenta. Casi tanto como Elena. Como supondréis esa noche también hubo sexo entre Rocío y yo.

El miércoles me planté a primera hora en el aeropuerto para ir con Raquel para ver una vez mas un futuro centro comercial. Estábamos decididos a abrir allí nuestra primera tienda a lo largo del 2004 y queríamos ir viendo antes las aperturas de 2003 y 2004 en lo que a centros comerciales se refiere. El viaje fue lo que se puede esperar de esas cosas. Nos vendieron el centro comercial como lo mas de los mas pero nosotros sabíamos a esas alturas leer entre lineas. No parecía estar mal aunque dependería del negocio que abriéramos pues no todos funcionan igual en todos los centros comerciales. Comimos con el de la inmobiliaria y por la tarde cogimos el puente aéreo para volver a casa. Al llegar cené con Rocío y cansado me fui a la cama sin hacer el amor.

El jueves fue un día sin pena ni gloria en el trabajo. Por la tarde fuimos de compras ya que los dos días siguientes teníamos cumpleaños y por la noche, aprovechando que el día 15 era fiesta, salimos a cenar con Diana y Pablo. Este se había acercado a Madrid para pasar el fin de semana largo con Diana. Tras la cena y las copas nos enteramos que Pablo se iba a quedar a dormir en casa de Diana, de los padres de Diana y Rocío mas bien, en vez de en casa de sus padres como acostumbraba a hacer cuando pasaba aquí unos días. Eso si, comería el sábado con ellos y Diana en la presentación oficial de esta. De vuelta a casa en el taxi Rocío y yo comentamos como poco a poco iban avanzando ellos en su relación. Esa noche al llegar a casa hicimos el amor. Rocío estaba especialmente cariñosa y pudiera ser por ver a su hermana feliz y enamorada.

El viernes era el cumpleaños de Antonio y muy pronto fuimos a su casa para pasar el día con ellos. A Rocío y a mi nos apetecía mucho ya que eran nuestros mejores amigos. Les ayudamos con las preparaciones mientras hablábamos de nuestras cosas. Rocío con Laura y yo con Antonio. Según se acercaba la hora de comer iba llegando mas gente y la conversación era mas grupal. Pero desde luego el tiempo a solas con ellos fue lo mejor del día. Tras la comida y los cafés llegaron los regalos, nosotros le compramos ropa, y, posteriormente, fue el momento de empezar con las copas y una cena ligera. La gente se empezó a ir hacia las ocho y cuando nosotros nos fuimos, a las once, éramos ya los últimos. Fue bastante paliza y esa noche no hicimos el amor.

El sábado teníamos otro cumpleaños. En este caso el de José Carlos, el marido de Raquel. Igual que con Antonio fuimos los primeros en ir. Raquel y Rocío se habían convertido en mejores amigas. Rocío compartía a Raquel con Laura y María como amigas del alma y Raquel a Rocío con María. Laura quizás aun fuera la mejor amiga de Rocío pero cada vez mas las tres eran sus preferidas. Con ellos y su hija pasamos un rato de la mañana hasta que, casi al tiempo que empezaban a llegar otros invitados. A parte de un par de amigos de la pareja y el hermano de José Carlos con su mujer el resto éramos los de la oficina. Excepto Alberto que estaba de vacaciones. Puesto que en esta comida había niños se notaba mucho que las conversaciones eran mas maduras que las que tuvimos con el día anterior en el cumpleaños de Antonio. En un momento dado estábamos hablando de como cambiaba la vida cuando uno se convertía en padre. Y pasamos a ser el centro de atención.

– ¿Y vosotros que? - dijo Raquel mirando a Rocío

– Yo todavía soy una niña – dijo Rocío sonriendo

– Tienes 26 años cariño – dijo María – A esa edad yo ya había tenido a Elena

– Pero tu eres mas madura – dijo Rocío

– ¡Venga ya! - dijo Raquel – Te he visto cuidar a las hijas de María. Estas lista. Otra cosa es que ahora os mole la vida que lleváis de jóvenes con pasta. Di que te mola irte una vez al año a un resort de lujo en vez de tener que ir a un resort de la costa brava y te creeré. Pero no digas que es por no ser madura

– Bueno – dijo Rocío – No me regañes. ¿Si te digo que es por mi carrera cuela?

– Tampoco – dijo Marga – Yo también tengo carrera y mírame, de cinco meses.

– Pues nada cariño – dijo Rocío – Esta noche tienes trabajo que si no entre estas y nuestras madres me van a volver loca.

Todos rieron y yo moví la cabeza a los lados como indicando que estaba un poco chalada a la vez que sonreía. Lo cierto es que ese último comentario jocoso consiguió que el foco de la atención dejáramos de ser nosotros. La tarde siguió con una merienda cena ligera, el reparto de regalos y poco mas. A las diez estábamos ya en casa Rocío y yo . Vimos una peli pero pronto estábamos en la cama haciendo el amor con una pasión extraña en nosotros. Parecía que estábamos buscando ese niño del que hablábamos. Y tal y como lo hicimos podríamos haberlo conseguido. Solo que Rocío seguía tomando la píldora.

03. Semana del 18 al 24 de Agosto

El lunes tenía una misión en la oficina. Estar encima de María. Volvía de vacaciones y quería que notara que estaba ahí para ella. Estaba pasando un mal momento y tenía que darlo todo por ella. En parte por avaricia, sin ella la empresa no era lo mismo. Yo personalmente la necesitaba y los demás creo que también. María era una de las personas mas importantes en mi vida y eso significaba que su vida tenía que ser perfecta. Mi vida con Rocío estaba por encima de cualquier cosa pero después haría lo que estuviera en mis manos por mis amigos. Y María era muy especial. Su dulzura la hacía parecer mas vulnerable y despertaba en mi mayor necesidad de estar siempre pendiente de ella. Raquel, Mike, Antonio, todos eran mas duros y no me necesitaban tanto como ella. Lo primero que hice fue sacarla a desayunar para hablar con ella. Luego estuve ayudándola a cerrar temas de su trabajo y a la hora de salir Rocío y yo fuimos con ella a buscar a sus hijas y comer todos juntos. Tras pasar la tarde con ellos y con Arturo, que ese día llego a las siete, cenamos algo en su casa y nos volvimos a la nuestra para hacer el amor y descansar.

El martes el día fue mucho mas normal y con María ya establecida me dedique a mis asuntos que, en la semana de menos actividad del año, no eran muchos. Esa tarde quedé a comer con mi padre para hablar de nuestro negocio común y luego fuimos a mi casa a tomar café. Habíamos quedado allí con nuestras esposas y, tras charlar en nuestro salón toda la tarde, salimos a cenar las dos parejas. Fuimos a un buen restaurante de nuestro barrio y hablamos un poco de todo aunque el tema de los niños salió. Yo dije que era algo que en lo que nos pondríamos mas pronto que tarde pero que al menos pasaríamos un año mas sin intentarlo. En realidad me había inventado la respuesta pero quería cortar la conversación por lo sano. Esa noche, una vez nos despedimos de ellos y volvimos a casa, hicimos el amor con mucha pasión. Como solía ocurrir últimamente cuando hablábamos de hijos.

El miércoles se pareció un poco al martes solo que Mariano y Manuela fueron sustituidos por mi socio Javier, el exsocio de mi padre, y su esposa. La única diferencia es que en este caso en la comida estaban ambas esposas y no llegamos a cenar juntos. Esa noche también hicimos el amor pero con mucha menos pasión que la noche anterior.

El jueves en el trabajo me dediqué a cerrar cosas pues el viernes hacía mediodía dejaría la oficina para irme a Menorca donde ese fin de semana tendría mi fiesta anual con amigos y luego empezaría mis vacaciones. No pude cerrar todo antes de la hora de salida y me quedé un rato mas currando yo solo. A eso de las seis pude terminar e irme a casa aunque antes preparé una sorpresa para Elena y Rocío en la semana que estábamos solos. Cuando llegué acababa de llegar Rocío de casa de María.

– Hola cariño – dijo acercándose a darme un beso y llevándome junto a ella en el sofá - Ya lo tengo todo listo para mañana. Como yo no trabajo me iré a buscar a Elena a casa de María y la llevaré al aeropuerto. A la una allí. No llegues tarde.

– Vaya – dije – Estas mandona.

– No quiero perder el avión. Piensa que tenemos mucha responsabilidad la semana que viene. Vamos a ser padres como quien dice.

Yo sonreí ante su comentario y la miré a los ojos con dulzura.

– Pero si quieres puedo ser mandona – dijo - ¡Fóllame!

Me levanté y me acerqué a ella para besarla con pasión. Llevaba puesto un vestido azul turquesa a juego con unas sandalias del mismo color. Estaba preciosa pero quizás algo informal para como solía ir ella a trabajar. Siempre la mujer hiperperfecta en el trabajo. La profesional impecable, la elegancia llevada a cotas donde los demás ni siquiera osaban aspirar. Es difícil describir como solía vestir pero ese día se la notaba, siendo elegante, algo mas veraniega. Debía ser por la proximidad de las vacaciones. Mientras nos besábamos yo acariciaba su cuerpo y ella se apoyaba sobre la pared del salón. Nuestro beso era bastante intenso y cuando yo pasé a besar su cuello ella llevo sus manos a mi polla para acariciarme sobre el pantalón. Yo la bajé, sin dejar de besarla, las tiras de su vestido y quedaron ante mi sus tetas solo protegidas por un precioso sujetador de un color similar al del vestido. No sin algún problema la desabroché el sujetador mientras no dejaba de besarla. Ya con sus tetas liberadas bajé mi mano a sus tetas liberadas para tocarlas mientras ella seguía amasando mi polla con un cierto ansia. La di la vuelta y mientras tocaba sus tetas y besaba su cuello ella no soltaba mi polla con sus manos en su espalda. La acerqué un poco a la mesa del comedor y, apoyándola sobre esta, levanté su vestido para dejar visible su tanga, a juego con el sujetador que ya la había quitado, y acariciar sus glúteos desnudos. Besaba sus glúteos y espalda desnuda y es que su vestido ya era poco menos que un cinturón arrugado en su cintura. Me arrodillé tras ella y con mi boca, aunque ayudado por mis manos, la bajé el tanguita hasta quitárselo. Besé sus glúteos repetidas veces y, metiendo una mano por delante suya, empecé a acariciar su coñito. El contacto de mis dedos con su coño sacaron sus primeros gemidos. Rápidamente la hice darse la vuelta y subirse a la mesa un poco. Recogí un poco mas su vestido alrededor de su cintura y di un beso a su coñito para luego pasar a darla un beso mas largo y pasional en la boca. Tras unos segundos de beso toqué todas sus piernas, acariciándolas para pronto terminar acercándome a su coño y besarlo. Dediqué un rato a jugar con los labios de su coño. Mi lengua jugaba con ellos, casi los acariciaba y sacaba de ella gemidos mas repetidos aunque aun casi suspiros. Tras un rato jugando con el exterior me acerqué mas a ella y metí mi lengua un buen trozo en su coño sacando de ella un gemido ya mas contundente. Tras este gemido me levanté y me bajé el pantalón con mi polla ya totalmente expuesta. Ella estaba tumbada en la mesa del comedor y aunque estaba casi al borde la saqué un poco para facilitar la penetración y juntando mi polla a su coño la presioné poco a poco para darla con mas fuerza en cada embestida. Su cuerpo ya se movía con el mio en la follada y ya eramos los dos los que gemíamos. Ella unos gemidos agudos y yo ahogados. Ahogado por el cansancio provocado por el esfuerzo. Bendito esfuerzo. Su coño ejercía un ligero masaje en mi polla. Mientras la follaba tocaba sus tetas con una mano y la besaba las veces que me echaba sobre ella. Yo estaba muy excitado y ella también lo parecía pero en un momento dado puso el tacón de sus sandalias en mi pecho y me empujó hacia afuera. Me salí de ella y se bajó de la mesa. Me miró con picardía y sonrió. Acariciando mi pecho con ambas manos fue bajando hasta mi polla donde empezó a mamarme un poco la polla. Me daba besitos en toda su extensión y yo la miraba sonriente. Tras un rato así empezó a mamármela mas profundamente para luego levantarse y, cogiendo una silla del salón, sentarme en ella. Una vez yo sentado ella se acercó a mi y cogió mi polla. La acercó con delicadeza a su coño y se dejó caer. Tras un rato llevando ella el control la besé y, agarrándola de su cintura, empecé a hacerla subir y bajar sobre mi a una velocidad mayor. En una de esas cabalgadas, y casi pillándome a mi de improvisto, me corrí en su interior. Ella siguió cabalgando sobre mi mientras iba echando chorros en su interior y se corrió conmigo, a la vez. Tras el polvo nos fuimos a duchar, a cenar fuera y luego a descansar. Seguro que lo íbamos a pasar bien en Menorca con Elena pero eso no quita de que fuera mucha responsabilidad.

El viernes me levanté muy pronto y me despedí de Rocío hasta la una. Hora en la que ella iría con Elena y la maleta de ambos al aeropuerto. Estuve en la oficina desde las siete hasta las doce y media y a esa hora me fui para el aeropuerto. Esa tarde irían algunos de mis amigos pero yo iba algo antes para preparar la casa y comprar cosillas. A la una estaba en el aeropuerto con Rocío, Elena y Diana que, puesto que no tenía trabajo aun, se venía con nosotros. A las tres estábamos ya en Menorca y, tras coger el coche de alquiler, fuimos a nuestro chalet. Una vez allí ocupamos nuestras habitaciones y fuimos a comprar cena para esa noche y desayuno para el día siguiente. A eso de las siete llegaron los que faltaban. Alberto y Celia, Antonio y Laura y Pablo desde Barcelona para estar con mi cuñada. Ese año no teníamos que usar la habitación de servicio y con las cinco habitaciones principales nos bastaba. María y Raquel aun tenían niñas muy pequeñas y Marga no quería coger un avión y pasar un fin de semana de mucha fiesta estando de cinco meses y medio. Tras dejar las cosas en la casa nos fuimos todos un rato a la playa a aprovechar los últimos rayos de sol. Allí vimos a algunos de los amigos de Menorca que irían a la fiesta y nos bañamos un rato. Yo estuve con Elena jugando con las palas hasta que Rocío nos hizo volver a casa. La verdad es que ya se veía poco. Esa noche una cena ligera, charla junto a la piscina y a la cama pronto.

El sábado, tras desayunar todos juntos nos dividimos. Las chicas se fueron a la playa mientras Alberto, Antonio, Pablo y yo nos fuimos a comprar la carne, aperitivos y bebidas para la barbacoa de esa noche. Como es lógico en ese momento en el que estábamos solos atacamos a Pablo.

– Bueno cuñadito – dije – Te llevarás a mi cuñada de vacaciones ¿no?

– Si – dijo - sabes que vuelve conmigo a Barcelona y creo que vamos a ir a un hotel muy romántico de la costa brava la semana que viene. Ella aun no lo sabe.

– ¿En serio? - dije – ¿La costa brava?

Y pasé a relatarles a ellos la sorpresa que tenía para Rocío y Elena. Todos me miraron fijamente hasta que Antonio hablo.

– ¿Pero tu eres gilipollas? - me dijo – Eso es la leche pero no esperaras que Pablo le de eso a Diana. Eso son varios meses de su sueldo.

– No he dicho eso pero es original. Se me ocurre algo. Traete a Diana. Tenemos sitio para vosotros.

– No puedo tío – dijo Pablo – Mi economía es peor que la tuya pero lo suyo es que pague algo. Quedará mejor que ir contigo de gorra.

– Pues págame lo que ibas a pagar al hotel ese. Así a mi me saldrá mas barato.

– Es buena idea – dijo Alberto

– Y triunfáis los dos – dijo Antonio

– Venga. ¿Entonces nos vemos el martes? - dijo Pablo

– Si. Os pasamos a recoger al aeropuerto.

Todos me preguntaron detalles de la sorpresa y yo les contesté lo que pude. Al rato terminamos las compras y volvimos a dejarlo todo en la casa para bajar a la playa con nuestras mujeres. Había un grupo de chicos que no conocíamos que no paraban de mirarlas y quedamos en llegar y besarlas para joderles la mañana. Lo hicimos y debió cantar mucho porque un amigo de Menorca se estuvo riendo conmigo cuando entré a refrescarme al Mediterráneo. A la hora de comer no quería ir a casa y me llevé a todos al restaurante mas cercano donde invité a comer. Tras la comida decidimos saltarnos la playa y pasar la tarde en la piscina para luego preparar la fiesta. La fiesta fue parecida a la de todos los años. No muy loca pues ya teníamos una edad pero mas animada que las que, por ejemplo, hacían los padres de Rocío en Cuenca. Eché de menos a Mike y Raquel y cuando estaba con Elena me daba mucha pena que María nunca hubiera disfrutado de estas fiestas. Pero lo cierto es que lo pasamos fenomenal. A las tres empezó a irse la gente y Elena ya estaba cansada. Mientras algunos seguían yo me fui a acostar a la niña. Una vez estuvo en el cama bajé y seguimos de fiesta los últimos hasta las seis aunque las dos últimas horas fueron de charla tranquila.

El domingo nos fuimos levantando todos poco a poco. La primera fue Elena hacia las once de la mañana y vino a despertarnos. Dejé a Rocío dormir y la hice el desayuno. Tras desayunar fuimos a la piscina y esperamos a que todos se fueran despertando. Una vez estuvieron despiertos todos comimos carne que había sobrado la noche anterior y les acompañamos al aeropuerto. Una vez se fueron todos Rocío, Elena y yo dimos una vuela por Maó y cenamos en un restaurante típico. Tras la cena volvimos a mi chalet y, tras pasar un rato jugando con Elena en el patio, nos fuimos a la cama.

04. Semana del 25 al 31 de Agosto

El lunes fue un día bastante normal con Elena y Rocío. Playa mañana y tarde, comida en casa ligerita y cena en la ciudad. Me encantaba estar con Elena. Era distinto a pasar una semana entera con Rocío pero esa niña era un encanto y entre eso y sentir que estaba ayudando a una amiga hacían que la experiencia fuera especial. Tras volver de cenar a casa las di la sorpresa aunque sin muchos detalles.

– De mañana al viernes no dormiremos aquí – dije – Tengo una sorpresita.

Ambas me miraron con lo ojos como platos.

– Vamos a hacer las maletas. No olvidéis todos vuestros bañadores y la toalla de playa.

Rocío intentó sacarme mas detalles pero no pudo y ambas riendo se fueron a hacer las maletas. Rocío ayudó a Elena y luego al revés. Ambas se reían y parecían contentas. Ahora solo tocaba que la sorpresa fuera agradable para ellas.

El martes nos levantamos no muy pronto, a eso de las diez y media de la mañana, y desayunamos los tres juntos y tranquilamente. Rocío y Elena estaban radiantes pero no paraban de intentar sacarme información. A la cual yo me hacía el loco. A las doce nos fuimos de nuestra casa en dirección al aeropuerto.

– ¿Al aeropuerto? - dijo Rocío en cuanto se dio cuenta hacia donde íbamos

Yo no dije nada y seguí conduciendo. Creo que la sorpresa fue aun mayor cuando vio que en vez de a salidas íbamos a llegadas.

– ¿Se puede saber que tienes pensado? - dijo Rocío ya con voz de estar algo enfadada por no saber nada

Yo giré la cabeza y la sonreí. En el exterior de la terminal ya estaban esperando Diana y Pablo. Rocío me miró y sonrió. Salimos para meter sus maletas en el maletero, nos saludamos y entramos en el coche de nuevo.

– Entonces, ¿nos has hecho hacer la maleta para recoger a mi hermana? – dijo Rocío ya en el coche más divertida que enfadada.

Yo solo sonreí a los asientos de atrás pues ahora Pablo estaba en el puesto de copiloto. Seguimos de camino, en principio parecía que de camino a nuestra casa, mientras Diana le contaba a Rocío que ella no sabía nada. Que para ella también era una sorpresa pasar unos días con nosotros. Ya estaban convencidas de que las había tomado el pelo cuando, nada mas llegar a Ciutadella, en vez de coger el camino a nuestra casa me desvié hacia el centro de la ciudad. Con discreción miré por el retrovisor y vi la cara de sorpresa de Rocío que no decía nada. En un rato estaba aparcando el coche en un parking cercano al puerto.

– Vamos – dije – Hemos llegado.

Pablo y yo cogimos las maletas y nos adelantamos siguiéndonos las chicas en dirección al puerto. Junto a la entrada de este saludé a un hombre y le presenté a los demás. Este entró en el puerto y nosotros le seguimos. Tras tres minutos andando se paró junto a un yate de algo menos de treinta metros de eslora y absolutamente espectacular. Se subió al barco y nos ayudó a embarcar.

– ¿Os gusta? - dije

– ¡Que bonito! - dijo Elena

– No quiero saber cuanto ha costado esto – dijo Rocío mirándome con cara de mala leche.

– Menos que nuestra luna de miel – dije – Aunque no mucho menos la verdad

La cara de Rocío era de verdadero cabreo. Sabía que una vez en nuestra habitación del barco me iba a comer una buena bronca. El hombre, que era el patrón del barco, nos presentó a su mujer y a su hija que harían las veces de cocinera y camarera. Era como estar en un hotel sobre el agua. Un hotel privado. Lo primero que hicimos fue bajar a instalarnos en nuestra habitaciones. Rocío y yo teníamos la mejor, con grandes vistas frontales, y Pablo y Diana se quedaron con la otra con cama de matrimonio. Que no era mucho menos espectacular. A Elena la metimos en una de las dobles. Mientras yo me hacía con nuestra suite, como les gustaba llamarla en el folleto, Rocío ayudaba a Elena a instalarse. Una vez Elena estuvo lista se fue con Diana a ver las instalaciones del barco mientras Rocío venía a nuestra suite. Nada mas entrar cerró la puerta y me miró con mala cara.

– La próxima vez os meto en unos patinetes de playa – dije - ¿En serio no te gusta la sorpresa?

– Tu lo que pasa es que eres gilipollas y no tienes cerebro. ¿Todavía no sabes lo que me pasa?

– Pues así a bote pronto no. Como no sea que estés en esos días – dije yo también subiendo el tono - No me jodas Rocío, no puede ser por el dinero. Vale que es mucha pasta pero es lo que ahorramos en dos meses y medio. Una vigésima parte de lo que cobre el otro día de la empresa de mis padres.

– ¡Imbécil! - grito antes de meterse en el baño y cerrar de un portazo.

Estuvo en el baño unos minutos y cuando salió note que había estado llorando. Me acerqué a ella y la abracé. Estuve un rato con ella lloriqueando un poco en mi hombro.

– ¿Sigues sin saber que pasa? - dijo ella

– Pues no – dije

– Pues pasa que estamos aquí con la hija de una de mis mejores amigas que resulta que es una de tus mejores amigas. Y también pasa que están pasando un mal momento económico. Ya me ha pedido varias veces que me corte con Elena alrededor para que no se habitué a una vida que ella no le puede dar y a ti lo que se te ocurre es coger un yate de hiperlujo.

– ¡Joder! - dije dejándome caer sobre la cama – No había caído en eso.

– Yo le prometí a María que no haríamos ninguna extravagancia. ¿Como quedo ahora?

– Por eso no te preocupes – dije – Yo asumo la culpa. Cuando la llame Elena esta tarde hablo con ella y la pido perdón.

– Lo hecho, hecho está – dijo ella – Vamos al menos a disfrutar esta pasada.

Cuando subimos a cubierta Diana y Elena estaban hablando con la cocinera y su hija sobre que querían comer. Yo besé a Elena y esta me dio la mano. La niña me inspiraba ternura y, en ese momento, también fragilidad. Sentía como si estuviera jugando con ella. Me sentía mal. Cuando las chicas salieron fuera, con bikinis y pareos las mayores y bañador de una pieza Elena, me reuní con la familia que llevaba el barco y les pedí naturalidad. Les pedí que no nos llamaran de usted y que no se sintieran obligados a estar siempre encima nuestra. Si queríamos una cerveza podíamos levantarnos a por ella. Tras la charla con ellos me fui fuera pensando que eran buena gente. El barco empezaba a salir del puerto y las chicas estaban en el solarium de la parte delantera mientras Pablo leía el periódico en la espectacular terraza de la parte trasera. Ese primer día íbamos a rodear Menorca y buscar una buena cala donde dejar el barco para pasar la noche tranquilos. Tras la comida todos estuvimos tomando café en la parte trasera y jugando a un juego de mesa. A las cinco y media llegó el momento de llamar a María. Antes de pasársela a Elena entré al barco para llamarla yo y hablar a solas. Rocío dijo a Diana que cuidara de ella y entró conmigo.

– Hola – dijo María nada mas coger el teléfono

– Hola cariño – dije yo

– ¿Que te pasa? - dijo ella notando algo raro en mi voz

– La he cagado y no se muy bien como pedirte perdón.

– ¿Le ha pasado algo a Elena? - dijo preocupada

– ¡No! - dije – Elena esta perfectamente.

Y pasé a relatarla el barco que había contratado. Dije que quería hacer algo especial para mi nueva mujer y que pensé que también le gustaría a Elena pero que incluso sin ella era posible que lo hubiera contratado. En todo caso la pedí perdón por no haber pensado en su situación y la dije que Rocío ya me había echado la bronca y que ella estaba aun peor pues había prometido que no nos pasaríamos.

– ¡Sois la hostia! - dijo – En este caso tu pero otras veces tu mujercita.

– Lo siento

– El caso es que se que no lo hacéis con maldad. Que lo hacéis porque me queréis a mi y queréis a mi hija. Pero ya te vale. Este año no he podido casi salir de Madrid de vacaciones y tu la metes en un yate de lujo. Ya no se puede hacer nada pero me voy a tener que pensar si dejárosla mas veces. Siempre me montáis algún lío.

– En serio ha sido sin querer y creo que no va a pasar nada. Tu hija es muy lista y no para de hablar de como te echa de menos. Ella sabe que nosotros tenemos otro nivel de vida y no por eso va a dejar de quererte. La gustaría compartirlo contigo pero nada mas. Tu quizás no puedas darla esto pero ella te quiere igual se lo des o no. Eres su madre y te desvives por ella.

– Ya – dijo María como lloriqueando – Quizás este un poco insegura y mas ahora con Arturo trabajando tanto para ganar menos.

En ese momento Rocío me cogió el teléfono de las manos.

– María cariño – dijo Rocío – No teníamos que haberlo hecho porque tu nos lo pediste y eso debería ser suficiente. Pero lo que ha dicho Carlos es verdad. Elena sabe que la quieres y que haces lo que sea porque lo pase bien. Fijate que creo que este viaje, te lo va a agradecer a ti mas que a Carlos. Tu eres la que dejaste que fuera. El mal ya esta hecho. Ahora toca que tu hija disfrute y no te preocupes que de eso nos encargamos nosotros. Perdonanos. Sabes que te queremos con locura y por eso estamos dolidos.

– Yo también os quiero a los dos – dijo ya mas calmada - ¿Puedo hablar con mi hija?

– ¡Claro! - dijo Rocío.

Salí a buscar a Elena y esta entró para hablar con su madre. La conversación fue buena y que la dijera dos o tres veces a María que le gustaría que estuviera allí y que la echaba de menos es algo que seguro ayudo a que María se calmara. Una vez acabada la conversación salimos a disfrutar del barco. Esa noche cenamos en el comedor de dentro y charlamos un rato todos. La niña la acostamos a las once y el resto no tardamos mucho mas en ir a la cama.

El miércoles nos levantamos con el barco en marcha. Eran las diez de la mañana y me duché. Mientras Rocío hacía lo mismo fui a despertar a Elena. Tras un rato estábamos ya todos disfrutando de un buen desayuno en la mesa exterior del flybridge. Ese día viajamos hasta Mallorca y rodeamos la isla. Atracamos poco después de comer en Palma y fuimos a visitar la ciudad los cinco. Pasamos una tarde muy agradable paseando por la ciudad y viendo la catedral y la ciudad antigua. A eso de las ocho volvimos al yate para salir hacia la cala en donde íbamos a atracar para dormir esa noche. Cenamos mientras llegamos a la cala y tras un poco de charla fuimos a dormir.

El jueves navegamos hasta Ibiza donde llegamos por la tarde. Nos dio tiempo a dar una vuelta por la ciudad y ver un poco lo típico que es ese contraste entre lo hippie y la fiesta mas marchosa. Tras una vuelta volvimos al barco y cenamos antes de pasar un rato tumbados en la parte delantera del barco viendo las estrellas desde una silenciosa cala.

El viernes dedicamos el día dar vueltas alrededor de Ibiza y Formentera buscando buenas calas en las que bañarnos mientras las chicas tomaban el sol. Algún amigo de mi padre tenía un yate y nunca lo entendí pero ahora empezaba a apreciarlo. No me compraría uno, son caros y el mantenimiento mas si solo se usan dos semanas al año, pero alquilaría algún que otro yate en el futuro seguro.

El sábado tocaba volver, pasamos todo el día navegando de vuelta a Menorca donde nuestros servicios acabaron tras una buena cena. A las diez nos despedimos de la familia que nos había acogido y les dí una muy buena propina. Cogimos el coche y fuimos a mi casa a descansar y a hablar, junto a la piscina, sobre todo lo acontecido esa semana.

El domingo por la mañana llevamos a Diana y a Pablo al aeropuerto pues ellos volvían esa noche a Barcelona. Diana iría al día siguiente a Madrid y viajaría a Cuenca con nosotros. Tras despedirnos de ellos, volvimos a la casa para pasar un último día en nuestra casa de Menorca. Pasamos lo poco que quedaba de la mañana junto a la piscina y, tras comer, fuimos a pasar una última tarde en la playa. Elena se portó toda la semana perfectamente y ya casi me había olvidado del incidente con su madre. Estaba contento de como había salido la semana excepto por ese pequeño inconveniente. Tras cenar junto a la piscina y charla con Elena sobre la semana llevamos a esta a dormir hacia las diez y media de la noche. Rocío y yo bajamos al salón donde, apoyados el uno en el otro, nos tomamos una cerveza mientras hablábamos de mi cagada y nuestro amor. Una hora después subimos a la habitación. Yo ya estaba en la cama en la cama esperando a Rocío para apagar la luz cuando esta salió del baño. Una sonrisa iluminó mi cara. Rocío se había puesto para dormir un precioso babydoll rosa con mucha transparencia que dejaba entrever su tanga a juego de dimensiones mínimas. Con movimientos felinos llegó a la cama y se juntó a mi.

– Que pilla eres – dije – Esta Elena en casa no podemos hacer nada

– Lo que no podemos es hacer mucho ruido pero esta durmiendo, nuestra puerta está cerrada con llave y ella está en el otro extremo de la casa. - Argumentó Rocío

– ¿Sabes? Eres bastante convincente

Y comenzamos a besarnos. Tras un rato de beso muy intenso, en el que descargamos la tensión inicial de llevar una semana sin follar, la tumbé sobre la cama y, apartando un poco su babydoll y la tira del tanga, empecé a chupar su coñito y a jugar con un dedo dentro de este. La suma de mi dedo y mi lengua jugando en mi coño sacaron de ella unos primeros gemidos que fueron, creo, mas altos de lo que debían ser.

– Si empezamos así nos oye – dije – Gímele a la almohada

– A sus ordenes – dijo ella sonriendo y girando la cabeza para ahogar sus gemidos en la almohada

Seguí un buen rato chupando su coño con cada vez mas fervor mientras una de mis manos acariciaba sus tetas por debajo del babydoll. Ella se incorporó un poco y yo subí a besar sus tetas pero antes de permitírmelo se quitó el babydoll dejando sus preciosos senos al aire. Tras un rato en sus tetas pasamos a besarnos en la boca de nuevo con mucha pasión y con las manos de Rocío alrededor de mi cuello juntándome a ella como si no fuera a haber un mañana. Me levanté de la cama y me quité la camiseta con la que dormía mientras ella me bajaba el calzoncillo. Ella seguía en la cama y se puso en esta a cuatro patas mirando hacia mi, llevo una de sus manos a mi polla y, tirando de mi, la acercó a su cara. Empezó a chuparla como si de una piruleta se tratara para pasar a introducirse mi polla en su boca lentamente. Tras un par de mamadas lentas ella pasó a darme mamadas mas largas y profundas junto a otras mas cortas y rápidas. Todo con bastante amor. Pero se cansó rápido.

– Sube a la cama – dijo

Ante esa petición poco pude hacer y me lancé a la cama colocándose ella en un 69 tras quitarse el tanguita. Yo la chupaba su rajita mientras ella seguía con la mamada. Ambos gemíamos por la labor del otro pero no se oía mucho puesto que ahogábamos nuestros gemidos en el aparato del otro. Estuvimos mas de cinco minutos de polvo hasta que la giré y, acercándome por detrás suya, la introduje lentamente mi polla en su coño. Amos estábamos tumbados sobre nuestro costado derecho y yo mantenía con una de mis manos su pierna izquierda en alto. Ella le gemía a una de las almohadas mientras yo lo hacía sobre su hombro para que no se oyera mucho. Si no estuviera Elena en casa ese día los gritos serían brutales. Movía mi cuerpo lentamente en la follada pues quería que estuviera llena de amor. Ella cada cierto tiempo sacaba su cabeza de la almohada para decirme que la follara o que siguiera. No es que fuera necesario. Tras un rato follándola en esa posición me levanté y la puse a cuatro piernas con su coño al borde de la cama y, acercándome desde atrás, la puse la polla en el coño. Solo metí la puntita y la dejé ahí. Fue ella la que no pudo esperar mas y echó su cuerpo hacia atrás para que la polla la penetrara del todo. Una vez estuvo totalmente empalada empecé yo a darla la follada y ella a gemir cada vez mas. Seguía gimiendo en la almohada y yo ya estaba a punto de correrme. Ella me dijo que lo hiciera que ya estaba a punto de llegar y tras dos embestidas mas me corrí. Con uno de mis chorros ella se corrió y fue sensacional el tener un polvo tan bien compenetrado tras una semana larga sin follar. Ella me sonrió cuando nos calmamos y se levantó, se puso el babydoll, el tanguita y quitó el seguro a la puerta.

– El seguro por la noche abierto. No sea que Elena nos necesité – dijo

En ese momento me di cuenta que ya estaba lista para ser madre. No tenía tan claro que yo lo estuviera.

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