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Mi historia (14: Febrero 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Febrero

La primera semana completa de Febrero era la semana en la que, el sábado, se cumplía un año de la muerte de mis padres y Lucía, la que en esos momentos era mi novia. El lunes me levanté siendo consciente de ello y pasé un rato mas largo de lo normal desperezándome en la cama. Rocío lo notó pues cuando ella salía hacia su trabajo yo ya suelo estar duchado y vistiéndome pero en esta ocasión seguía en la cama.

– ¿Estas bien cariño? - dijo

– Si pero he estado pensando sobre todo lo que me ha pasado este año desde la muerte de mis padres y Lucía. Ha sido todo bastante raro. Parece un sueño.

– ¿No crees que sea yo real? - dijo ella sonriendo

– Por Dios, espero que si – dije antes de incorporarme y darla un beso en la boca – Esta semana no voy a estar solo ni un minuto. ¿Te pasas por la oficina a las siete y nos vamos a comprar por ahí y luego a cenar?

– Claro. Te quiero – y tras un piquito se fue a trabajar.

Cuarenta y cinco minutos mas tarde estaba en la oficina. Llamé a María y la dije que me iba a ocupar esa semana de su asunto con Arturo, que confiara en mi. Tras charlar un rato con ella me puse a trabajar y, a mediodía, me fui a comer con Mike, Marga y Alberto. Empezamos hablando de la empresa y acabamos hablando de lo raro que me sentía esa semana. Los sentimientos encontrados. Por un lado había perdido a mis padres pero por otro había sido un año espectacular en lo que a la empresa se refiere. Por un lado había perdido a Lucía, mi pareja durante tantos años, pero por otro había encontrado a Rocío, de la que estaba mucho mas enamorado aunque me costara admitirlo. Pensaba que traicionaba la memoria de Lucía al amar como amaba a Rocío. Tras la comida la tarde pasó rápida, llegó Rocío, nos fuimos a comprar ropa, cenar y prontito a la cama que yo estaba cansado. No tenía muchas ganas de juerga pero Rocío estaba muy cariñosa y tuve que hacerla el amor. No me quejo, solo que yo ese día hubiera pasado. Supongo que otras veces es al revés.

El martes por la mañana me dediqué a ayudar a Raquel y el equipo de la franquicia de moda con temas relativos a la inauguración de ese viernes. Estuve en el centro comercial viendo como iba todo y preparando distintos escenarios de facturación para poder prever si íbamos a necesitar mas personal, mas pedidos o cualquier otra cosa. Era un excel bastante complejo. Marisa y Gloria habían preparado las formulas, los algoritmos, y a mi me tocaba crear las distintas simulaciones de escenarios y guardar los resultados. Era un trabajo para un auxiliar administrativo un poco espabilado, no para un Director General, pero a mi era el tipo de trabajo que me gustaba y me lo agencié. A la hora de comer me llevé a Mike y Raquel para hablar de Maria. Una vez habíamos ya pedido y mientras esperábamos los entrantes fui al grano:

– Tengo un problema con María – dije

– Venga ya – dijo Raquel – Es imposible que tengas un problema con María. Si es la persona menos problemática del mundo.

– Bueno, no con ella. Con su situación. Arturo la ha pedido que tras el parto deje el trabajo y se dedique a las niñas. Y ella no quiere

– ¿Y pueden mantener su poder adquisitivo? - dijo Mike

– Lo mismo pregunté yo. Al parecer no es lo que mas preocupa a Arturo. En fin, llevo un tiempo, antes de que María me lo contara, pensando en ella y en su carrera. Yo ni puedo ni quiero renunciar a ella. Eso que quede claro.

– Lo entiendo – dijo Raquel

– El caso es que la chica está estancada. Es mi secretaria desde hace nadie sabe cuantos años. Y en esta empresa todo el mundo sube pero cuando eres la secretaria del jefe parece que no puedes subir. Para mi tenemos dos empleados clave: Alberto y Marga. Pero a ese nivel también esta María. Su fidelidad hacia nosotros es indiscutible. Es la persona de esta empresa en la que podemos confiar cualquier cosa sin que se vaya de la boca y que nos apoya ciegamente hagamos lo que hagamos.

– Estoy de acuerdo – dijo Mike – Pero no es economista, no tiene formación comercial. Tiene secretariado. Que podemos hacer con ella.

– Yo tengo un plan. Que cuando vuelva del embarazo deje de ser mi secretaria para ser, en un principio, nuestra asistente personal. Mas adelante podrá ser mi asistente personal o incluso jefa de secretarias o algo así. Pero tenemos que hacer que su carrera tenga proyección.

– ¿Asistente personal? Suena a que va a limpiar el polvo – dijo Mike

– Si, suena fatal. Pero he estado leyendo acerca del tema en libros de management americanos. Es algo así como una jefa de secretarias. La secretaria recibe los documentos y las llamadas y esas cosas. La asistente personal es la persona que ayuda al empresario mas allá. Te mantiene la agenda, te coordina los viajes, te ayuda cuando vas al banco por una cuestión personal y te asiste en reuniones internas. Es una persona que te quita curro.

– Suena bien – dijo Raquel – pero no se como va a ayudar eso a María. Arturo seguirá estando en contra.

– Ahí es donde entra el resto de mi idea. Flexibilidad laboral para ella. Por el puesto de trabajo puede entrar mas tarde e irse antes para llevar a las niñas al cole, irse al médico a media mañana a cambio de que algunas tardes, si la necesitamos, pueda quedarse hasta tarde por una reunión.

– Interesante – dijo Mike

– ¿Se lo ofrezco?

– Si – dijeron ambos

– Tema zanjado – dije yo

Y seguimos hablando de las empresas y de como iba la preparación de la tienda. Esa tarde llegó pronto Rocío, hacia las cinco, y tras un rato de charla con María nos fuimos al centro comercial para que viera como iba la tienda. De ahí a cenar, descansar un poco en el salón, un polvo y a dormir.

Al día siguiente al llegar a la oficina teníamos los números de la empresa de distribución de calzado que, además, contaba con dos tiendas. Quedé con Raquel y Mike en estudiarlos durante la hora de la comida. No podíamos dedicarle mucho mas tiempo ya que Raquel estaba muy liada con la inauguración el viernes de la primera tienda franquiciada de moda. Para que nos diera tiempo a estudiarlo todo yo había trabajado sobre los números de manera intensiva durante toda la mañana. Me estaba convirtiendo en un experto en estudiar balances, libros mayores y libros diarios. En definitiva, en hacer una foto certera del estado de una empresa con sus cuentas. Y esta me gustaba. Tenía pocos beneficios para la facturación que tenía pero nosotros podíamos hacer algo al respecto seguro. Las sinergias con nuestra empresa de importación de comida eran evidentes. A todos nos gustó la empresa. Yo haría un calculo de cuanto pagar y la siguiente semana haríamos una oferta. Tras la comida llamé a mi amigo Ramón, que trabaja en la Unión Europea, pues era su cumpleaños. Tras felicitarle estuvimos hablando de nuestras vidas y quedamos en llamarnos para preparar la despedida de soltero de Antonio ese verano. Esa tarde Rocío volvió a recogerme y me llevó a casa donde tras cenar hicimos el amor de verdad. No era sexo. Ni recuerdo si hubo penetración. Quizás no la hubiera.

El jueves quedé con Rocío que volvería a casa tarde pues después de trabajar iríamos Raquel y yo a casa de María a hablar con ella y Arturo. Si, no me atrevía a ir solo. Tras un día que paso volando en la oficina nos plantamos en su casa. Arturo ya sabía que íbamos pues María nos había asfaltado un poco el camino. Le contamos lo importante que era María para nosotros y como habíamos decidido que en vez de volver a su puesto como secretaria pasaría a ser nuestra asistente personal. Les explicamos que ese puesto requeriría alguna hora menos de trabajo a la semana pero que además iba unido a una alta flexibilidad de horario. Sin hora fija de entrada y salida pues nos fiábamos de ella. Y mantendría el sueldo. Al principio Arturo decía que era un tema que tendrían que hablar y no nos podían dar una respuesta inmediata pero, tras un cuarto de hora, Raquel se lo llevo al huerto y terminó comiéndole la cabeza Era impresionante vendiendo. Tras charlar de otros temas nos fuimos a cenar quedando con José Carlos y Rocío en un restaurante cercano a nuestra oficina. Tras la cena, muy agradable pues estábamos de buen humor, nos fuimos a dormir pues al día siguiente inaugurábamos nuestra primera franquicia de moda. Esa noche nos fuimos a dormir directamente sin polvo.

Y llegó el día de la inauguración de nuestra franquicia de moda. Habíamos quedado todo el grupo a a las cuatro, después de comer, en la tienda para estar allí con los trabajadores y que ellas pudieran comprar ropa. No obstante a Mike y Alberto les salió un problema de última hora y me quedé a ayudarles para acabar lo antes posible. Cuando salimos de la oficina eran las cinco y media. A las seis ya estábamos en el centro comercial donde las chicas parecía que habían arrasado con media tienda. Estaba todo el grupo del trabajo con sus parejas además de Diana y Laura y Antonio. María y Arturo habían ido con las niñas. Gloria, la directora de Marketing nos dijo que si íbamos a dar una vuelta por el centro comercial nos dividiéramos en grupos y nos lleváramos las bolsas de la tienda. Tenía sentido. Decidimos ir a dar una vuelta y quedamos de vuelta allí a las ocho y media de la noche para ir a cenar. Era pronto pero así se podían apuntar María y Arturo. Yo dí la vuelta con las niñas, María, Arturo y Rocío. A las ocho y media fuimos a cenar, al restaurante de comida rápida que nosotros mismos teníamos en ese centro comercial, y a las diez estábamos de vuelta para el cierre de la tienda. Una vez quitado el arrase que hicieron las chicas de nuestro grupo, que no aceptaron descuentos, los números no fueron nada malos. En la franja media-alta de lo estimado. No excelentes pero buenos tirando a muy buenos. De ahí cada uno nos fuimos a nuestra casa. Algunos se fueron a tomar algo pero yo no estaba de humor ya que al día siguiente era el aniversario de la muerte de mis padres y Lucía. Al llegar a casa Rocío me dijo que esperara en el salón. Al rato entró con un vestido blanco de cuello alto y mangas largas cuyo largo llegaba mas abajo de las rodillas. Calzaba unos zapatos de salón marrones de alto tacón con medias negras. Un cinturón negro, a la altura de sus caderas, adornaba el vestido.

– ¿Te gusta? - preguntó

– Me encanta.

– Me lo he comprado en tu tienda. Sabía que te gustaría. Y puedo ir a trabajar con el.

Di un par de golpes en el sofá invitándola a sentarse junto a mi. Cuando se sentó junto a mi la abracé apoyando mi cabeza sobre su hombro derecho.

– Si no quieres no tenemos que hacer nada, cariño – dijo susurrándome al oído – Me he vestido así para animarte pero entiendo que no quieras hacerlo estos días. Solo quiero que sepas que estoy a tu lado. Que siempre lo estaré.

– ¿Como no voy a querer hacerlo contigo? - dije separándome de ella y mirándola a los ojos – Nunca me he enamorado de nadie como lo estoy de ti. Te quiero mas que a nada en este mundo. Solo que estos días se me hace mas duro decírtelo pero te quiero, te quiero y te quiero.

– Yo también te quiero – dijo mirándome

– Hoy necesitaré dosis extra de ternura – dije justo antes de besarla.

El beso fue un beso de dos adolescentes tanteando el terreno. De dos enamorados que no quieren pasar la linea que pueda enfadar a la persona que aman. Fue todo ternura. Hasta que ella, separándose de mi, me dijo:

– Con extra de ternura es como mas me gusta

Y volvimos a los besos. Besos en la boca, donde nuestras lenguas apenas pasaban de la linea imaginaria que marcaban los labios de el otro. Que jugaban con la otra lengua en el territorio neutral en que se encontraban nuestras bocas. Sus manos se posaban en mi nuca y jugaban, con delicadeza, con el borde de mi cabello. Las mías reposaban en su espalda sin interés aparente en llegar a zonas mas erógenas de su cuerpo. Ella paso sus manos por el lateral de mi cuello al pecho para acariciarlo mientras no dejaba de besarme. La caricia en mi pecho por encima de la camisa que vestía ese día me estaba gustando. Imposible negarlo. Manteniendo una mano en su espalda deslicé otra por el costado de su cuerpo y sus piernas hasta llegar a su rodilla. La falda en esos momentos cubría parte de esta y yo la acariciaba. Mitad sobre la falda mitad directamente en la rodilla. Nuestro beso fue elevando su temperatura progresivamente a la vez que su mano empezaba a desabrochar mi camisa. No quería un polvo de sofá y era imposible que eso no acabara de esa forma. Me levanté y cogiéndola de la mano la guié hasta nuestra habitación. Ahí, junto a la cama que compartíamos, la ayude a desabrocharse el vestido que, con cuidado, dejamos sobre una silla. Yo a su vez me despojé de la ropa que vestía con igual calma. Ya en ropa interior ambos volví a cogerla de la mano y la introduje en nuestra cama bajo el edredón. Di la vuelta a la cama y me metí junto a ella. Estando yo sobre mi costado derecha y ella sobre su costado izquierdo nos miramos. En nuestras miradas había ternura y amor. Podía pasarme la noche así pero debía hacerla el amor. Al menos como terapia psicológica para intentar superar el trauma de la muerte de mis padres y la que hasta entonces era mi novia un año antes. Acercándome a ella la arranqué un nuevo beso. Beso que esta vez tenía algo mas de intensidad sin ser pura fogosidad. Poco a poco nuestras manos empezaron a acariciar las zonas justas. Esas zonas que nos hacen levantar el ánimo y, que como pareja, ya íbamos conociendo en el otro. Volviendo a romper el beso me dijo:

– Por última vez, si no quieres no lo hacemos pero estoy cerca del punto de no retorno. Pronto no podré estar sin hacerlo contigo.

– Te quiero – dije mirándola a los ojos

– Entiendo que eso es que seguimos adelante – dijo con una sonrisa en la boca

Y volvimos a besarnos. Esta vez nuestras lenguas ya luchaban por ver quien era el que mandaba en esta batalla. Una batalla sin ganadores y perdedores. Mis manos fueron a su espalda y, no sin cierta dificultad, desabrocharon su sujetador. Así obtuve un camino directo a sus perfectos senos, senos que pasé a acariciar sin parar e intentar estimular. No fue difícil hacer que estuvieran duros. Duros como estaba ya mi polla y Rocío comprobó tan pronto como bajo su mano. Acarició mi polla por encima del calzoncillo un rato hasta que decidió que me bajara el calzoncillo a la vez que ella se bajaba el tanga. Ya totalmente desnudos nos juntamos mas y yo pegué mi polla a la entrada de su cueva. Cueva que exploré con lentitud y cariño pero con dedicación. Entraba y salía tranquilamente, sin romper el beso, mientras ella intentaba emitir algún gemido. No era un polvo salvaje pero lo disfrutábamos de igual manera. Con esa intensidad la penetración duró bastante tiempo. No menos de unos quince o veinte minutos. Ella a cada momento se iba excitando al igual que yo. Cuando ella terminó por explotar en un orgasmo su coño me hizo tal masaje que no pude evitar, ni quise evitar, correrme en ella. Desplomado caí a su lado y de nuevo me puse sobre mi costado derecho para verla. Mi Diosa. Mi alma. La luz al final del túnel. La que tenía que ser mi mujer. Tras mirarnos un rato y sin cruzar una palabra nos abrazamos y, desnudos y bien juntos, quedamos dormidos.

El sábado me desperté abrazado a ella y la volví a mirar. Ella seguía dormida. Dedique un tiempo a perfeccionar en mi cabeza mi plan para pedirla matrimonio. Tras un rato mirándola ella abrió los ojos y al verme mirándola me sonrió. Me dio un besito en la boca y lo primero que me dijo fue:

– ¿Que tal estas cariño?

– Mejor de lo que esperaba. Hoy es el aniversario de la muerte de mis padres y Lucía pero no me siento mas raro que ayer. Estos días estoy raro pero hoy no más que estos días atrás. A ver ahora cuando vayamos a casa de Mariano y Manuela.

– Si, démonos prisa. Quiero estar con ellos cuanto mas tiempo mejor.

Y se fue a duchar. Yo me levanté y cuando ella salió entre yo a ducharme. En menos de media hora estábamos saliendo de camino a casa de Manuela y Mariano. Queríamos pasar el día todos juntos. Yo había perdido a mis padres y ellos a su hija y ahora me habían acogido como a un hijo. Y a Rocío como a la novia de su hijo y no como a la sustituta de su hija. Hago un inciso para comentar que creo que, de todas las personas que en aquellos momentos me ayudaron, ellos fueron los mas importantes. Su actitud hacia mi y sus facilidades para que reorganizara mi vida fueron fundamentales. Les debía y les debo mucho. Cuando llegamos y nos abrieron las puertas de la valla de su chalet de La Moraleja ambos se acercaron al coche. Al salir di un abrazo y un beso a Mariano mientras Rocío y Manuela se abrazaban largamente. Tras separarse di un beso a Manuela y entramos para dentro. Pasamos todo el día juntos. A eso de las once de la noche nos íbamos a ir a casa a dormir. Manuela habló seriamente en ese momento:

– Rocío cariño – dijo cogiéndola de la mano – Mañana te van a mirar mucho. Mucha gente que irá al funeral no te conoce y quizás algunos te miren raro. Lo primero es que pases de ellos. Nosotros te queremos en la familia. Lo que ellos piensen es secundario. Y segundo, para dejar las cosas claras desde el principio quiero que lleguéis de la mano, y yo en cuanto os vea iré a veros y te daré un abrazo, un beso y no me despegaré de ti. Carlos no hará ninguna presentación. Las haré yo.

– Lo que a ti te haga sentir mejor - dijo Rocío

– Pues vámonos a casa – dije yo – Que mañana tenemos que estar en la parroquia antes de las doce.

Al llegar a casa Rocío reconoció estar algo nerviosa. Juntos y sin siquiera plantearnos follar esa noche nos fuimos a la cama.

El domingo nos levantamos a las diez y a las once y cuarto salimos para la parroquia que estaba en las afueras de La Moraleja. Aparcamos a un par de minutos y fuimos andando de la mano, tal y como nos había indicado Manuela, hacia la parroquia. Vi algunas personas que conocía de vista que, tal y como predijo Manuela, no dejaban de mirarnos. Cuando nos aproximamos a la iglesia Manuela nos vio y dejó el grupo en el que estaba para acercarse a nosotros, darme un beso en la mejilla y fundirse con Rocío en un abrazo que duro unos cuantos segundos. Manuela llevó la voz cantante y fue presentando a Rocío a todo aquel que quisiera. Sin ambages. Era mi novia, estábamos muy enamorados y, según ella, no creía que íbamos a tardar mucho en comprometernos. El que ella fuera tan clara y se notara que le importaba un comino lo que opinaban los demás ayudo a que Rocíos estuviera mas cómoda. En la misa Rocío estaba entre Manuela y yo. Al final fue menos duro de lo que pensó Rocío. Tras la misa Manuela invitó a todos mis amigos que habían ido a tomar algo en su casa. Estaban Mike, Raquel, Alberto, Marga, María y las parejas de todos además de Antonio, Laura y Diana que dijo que en el papel de hermana de Rocío no pintaba nada pero que ella iba por ser mi amiga. También estaban las hijas de María. Ese algo al que nos invitó se convirtió en comida y la comida en merienda. Ahí tuvimos que poner un alto pues al día siguiente era de trabajo. Se fueron todos y nos quedamos solos Rocío y yo con Manuela y Mariano. Estando como estaban Raquel y María embarazadas Manuela no tardó en preguntar cuando nos poníamos nosotros. Pude despejar balones fuera e irnos para casa donde, nada mas llegar fuimos a descansar al salón y luego a dormir. Para mi había sido una semana muy dura.

02. Semana del 11 al 17 de Febrero

El lunes evaluamos las ventas del viernes y sábado de nuestra tienda de ropa. No estuvieron mal del todo los números finales. Estábamos relativamente contentos. Fue lo mas excitante del día pues ese día cene en casa tranquilamente con Rocío y, tras ver un rato la tele, nos fuimos a dormir sin hacer el amor.

El martes por la mañana trabajo rutinario pero por la tarde, tras comer, nos reunimos Mike, Raquel y yo para ver que podíamos ofrecer al día siguiente por la empresa de importación de calzado que queríamos comprar. Incluyendo las dos tiendas. Tras un largo debate llegamos a un consenso sobre lo que ofrecer que creíamos podría ser aceptado. La reunión empezó a las cuatro y no terminamos a las ocho. A la carrera me fui a casa pues habíamos quedado a cenar con Laura y Antonio esa noche. Lo estábamos pasando especialmente bien pero a las doce decidimos dejarlo pues al día siguiente tocaba currar.

Estaba algo nervioso el miércoles pues la reunión para comprar la empresa de importación de calzado tenía que triunfar si o si. Nos gustaba la empresa y nos gustaba el equipo. Por la mañana terminé de ojear la propuesta para estar cómodo con ella y poder presentarla lo mejor posible. A las dos nos fuimos los tres a comer al VIPS para repasar una última vez la propuesta. A las cinco y media estaba de vuelta en mi despacho cuando me informó María que ya habían llegado Ángel y Esther. Los acompañé a la sala de reuniones donde rápido se unieron Raquel y Mike. Estuvimos contándoles lo interesados que estábamos en comprar su empresa y que queríamos crear una gran empresa con sus cimientos comprando otro par de empresas mas a lo largo del siguiente año. Ellos nos comentaron que estaban contentos con nosotros pero que necesitarían saber algo mas de la oferta económica.

– La oferta económica os la pasamos ahora con mayor detalle para que la estudiéis pero en esencia es la siguiente: os compramos el 100% de la empresa por 24 meses de beneficios, es decir 1,2 millones de euros. Una vez en nuestro poder vuestra empresa se dividiría en dos, las tiendas por un lado y la actividad de importación por otro. La oferta lleva vinculado que se mantienen los trabajadores, siempre que ellos quieran. En cuanto a vosotros Ángel sería Director General de la empresa de importaciones y Esther Directora General de la empresa de tiendas. Vuestro sueldo será de 70.000 euros brutos cada uno y tenéis un compromiso por nuestra parte de cinco años. Compromiso que por vuestra parte es de tres años. Es decir, si queréis os podéis ir tras tres años pero nosotros no podemos dejar de contar con vuestros servicios hasta que no pasen cinco años.

– Parece interesante pero has dicho algo de comprar otras empresas – dijo Ángel.

– Si, nos comprometemos a invertir un mínimo de 1,5 millones de euros en comprar otras empresas. La decisión de las otras empresas tiene que tener tu visto bueno y el de Raquel que es la directora de Nuevos Negocios de nuestro holding. Quiero que quede claro desde ya que tenemos una con el ojo encima. En cuanto a las tiendas nos comprometemos a abrir tres tiendas mas en los próximos tres años.

– En principio parece interesante pero estudiaremos la oferta en papel – dijo Ángel - ¿Cuando queréis la respuesta?

– Lo antes posible – dijo Mike

– ¿El lunes 18 os parece bien? - dijo Raquel

– De acuerdo – dijo Esther

El resto de la reunión fue mas de peloteo mutuo. Algo común en estas situaciones. Cuando acabo la reunión eran las siete y nuestra planta estaba vacía. Les acompañamos al ascensor y Mike bajó con ellos. Raquel y yo volvimos a entrar en la oficina y fuimos directamente a mi despacho.

– Ya está – dijo nada más entrar

– ¿Ya está que?

– Ya tengo tiendas de ropa, tiendas de calzado y una importadora de calzado. Soy feliz – dijo

– ¡Que tonta eres!

Y ambos nos echamos a reír. Al principio poníamos muchas pegas a entrar en ese sector por Mariano pero desde que se precipitó el asunto del problema con los socios de Mariano y míos habíamos tocado todos los palos que soñaba con tocar desde que montamos la empresa.

– Te lo voy a agradecer – dijo – Siéntate y disfruta.

Me hizo sentarme en mi sillón de trabajo y se arrodillo delante mía. Aún no vestía ropa de embarazada. Estaba de casi cuatro meses y simplemente se notaba un poco la barriga si llevaba ropa ajustada pero había desterrado esa ropa de su armario. Ella que siempre llevaba ropa que marcaba cada una de sus curvas ahora vestía algo mas suelta. Ese día en particular llevaba un pantalón gris de vestir con una camisola blanca con mucho vuelo. La americana gris la llevaba abierta. Completaba su atuendo con unos zapatos de salón grises con un poco de tacón. Estaba empezando a cambiar sus habituales cinco a ocho centímetros por unos tres centímetros de tacón. Mientras yo la observaba ella sobaba mi pantalón. Ella no dejaba de acariciar mi polla y yo intente tocar con mi mano sus pechos pero no era fácil sentado y apenas llegaba para poder amasarlos. Cuando ella llevó sus segunda mano a mi entrepierna para empezar a desabrochar mi cinturón yo intenté llegar mejor a sus maravillosas tetas. No era fácil y ella lo notó. Haciéndome un favor se quito la americana y la camisola quedando en sujetador. Juguetee con uno de sus pezones por encima del sujetador que, por suerte, no era muy acolchado, mientras ella desabrochaba mi pantalón. Correspondí su ayuda echándola una mano a la hora de quitarme pantalones y calzoncillo. Una vez liberado de ambas prendas ella llevó su mano a mi polla y empezó a masturbarme lentamente. Yo mientras la conseguí quitar el sujetador y llevé una de mis manos a su pezón que toque hasta que estuvo bastante erecto. Era tarde y quería volver con Rocío. Acaricié su cabello con una mano, sin soltar el pezón con la otra, haciéndola entender que era el momento de empezar con la mamada. Ella lo entendió perfectamente y me sonrió con lascivia antes de echar su boca sobre mi pene. Empezó a mamármela con muchísima pasión. Parecía que tenía hambre. La sensación era increíble. No creía que fuera a durar mucho antes de correrme y tuve que preguntar.

– ¿Quieres follar? – pregunté gimiendo

Ella me miró y negó con la cabeza.

– Desde que estoy embarazada no tengo tantas ganas pero como más – dijo guiñándome un ojo

– Vaya, a María se le ha disparado la libido – dije yo

– Cada embarazada es un mundo cariño – dijo mirándome.

Nos miramos un rato y sonrió. Bajó pausadamente hasta mi pene donde paso su lengua por toda la longitud de este. Cuando llegó huevos, los dio un beso y volvió a subir. Llegó al capullo y, tras besarlo, volvió a meterse la polla en su boca. Esta vez la mamada parecía tener menos pasión aunque, con cada movimiento iba aumentando la velocidad y con una de sus manos acariciaba mis huevos. Tras un rato mamando la informé que me iba a correr. Ella dejó de mamármela y empezó a masturbarme con violencia. Una violencia que causo que me corriera por toda su cara. Y que ella sonriera. Se levantó y cogió un kleenex de un cajón donde sabía que los guardaba y se fue dándome un beso en la boca. Yo apagué todo y me fui a casa con Rocío. Pasamos una noche tranquila y, esa noche también, hicimos el amor.

El jueves llegué pronto a la oficina y contesté algún email no urgente que tenía pendiente tras dedicarme los días previos a la reunión del día anterior. Una vez contestados los emails me puse a juntar la información sobre ingresos y gastos que cada empresa del grupo nos había pasado. Terminé a las cinco y decidí irme a recoger a Rocío que salía ese día de trabajar a las seis. Tras recogerla pasamos la tarde juntos de compras y aprovechamos para comprar el regalo para el cumpleaños de su hermano que era ese sábado. Tras cenar fuera llegamos a casa, vimos un poco la tele, hicimos el amor y nos fuimos a dormir.

El día 15, viernes, nos reunimos, como solíamos hacer el segundo viernes de cada mes, por la mañana para ver los números de enero de 2002. El primer mes del año no fue malo para nosotros. Los beneficios fueron menores de lo normal pero eso era lógico pues habíamos gastado 250.000 euros en la tienda franquiciada de moda que inauguramos una semana antes. En nuestra empresa principal empezamos a vender productos Suizos y Austriacos. Facturamos algo más de 720.000 euros y casi obtuvimos 300.000 euros de beneficios. Números bastante decentes. La inmobiliaria tuvo ingresos medios pero gastos un pelín superiores a lo normal ganando solo unos 50.000 euros de beneficio. La empresa de restaurantes facturó mucho, casi 150.000 euros pero gasto también mucho. El margen de beneficio del negocio era bajo pero a largo plazo nos parecía buena inversión. Estábamos contentos. La mejor noticia fue que la empresa de diseño acabó, por primera vez, en números negros con unos beneficios de algo menos de 14.000 euros. Al final nuestras empresas en total tuvieron un resultado positivo de poco más de 100.000 euros. Contábamos con algo más de un millón de euros en caja para afrontar las compras. Vimos que quizás no tuviéramos para afrontar todas las compras pero yo me comprometí a aportar la liquidez necesaria siempre y cuando se me devolviera inmediatamente. Los resultados eran moderadamente buenos. A las tres me fui a buscar a Rocío, pasamos por la universidad a recoger a Diana y nos fuimos para Cuenca pues el sábado era el cumpleaños de Jorge, el hermano de Rocío. Al llegar ya estaba allí el hermano. Esa noche salimos los cinco jóvenes. Fuimos al bar de cabecera de Rocío y sus amigas. Rocío estaba radiante con sus taconazos. Vi a un par de chicos que no paraban de mirarme y me estaban poniendo un tanto nervioso. Diana lo notó y se acercó a mi.

– Si, te están mirando – dijo - El mas alto es el antiguo novio de Rocío. Es un gilipollas y debe estar muerto de envidia. ¡Que se joda! Mi hermana por fin es feliz con un hombre que la quiere.

– ¿De que habláis? - dijo Jorge – cuando se acercó a nosotros.

– De – y movió la cabeza señalándolo – No pare de mirar a Carlos.

– Pasa – dijo Jorge – Es un gilipollas. Debe estar jodido por ver que Rocío por fin tiene al hombre que se merece a su lado y no a un pringao.

– No parece mucha cosa – dije.

Y no era por vacilar pero el chaval era mas bajo, mas feo y seguro que no se había montado la vida como me la había montado yo. De todas formas, me alegró ver que la familia de Rocío me apreciaba mucho. Yo les tenía mucho aprecio, a Diana muchísimo, y que fuera recíproco era agradable. Esa noche, en la cama, le saqué el tema del chico y me dijo Rocío que me habría dado cuenta que era muy poca cosa. Que cuando lo dejó con el esperaba encontrar algo mejor ya que se dio cuenta que no era para ella pero que conmigo le había tocado la lotería. Ante ese comentario no pude evitar darla un beso enorme, decirla que la quería y abrazarla para dormir juntos.

El cumpleaños del hermano llegó y fue totalmente casero. Tras la comida repartimos regalos. El nuestro, una cazadora de Gant y unos zapatos italianos, pareció gustarle. Esa noche Jorge y María Rosa salieron con los amigos de Jorge mientras que Diana, Rocío y yo decidimos quedarnos con los padres de Rocío para pasar una noche en familia. A las dos de la mañana tras ver una película en familia y jugar algunos juegos de mesa nos fuimos a la cama.

El domingo, tras comer en un restaurante céntrico, volvimos a Madrid. Llegamos a eso de las siete de la tarde. La hora perfecta para descansar, cenar algo, ver una película y echar un polvo antes de irnos a dormir.

03. Semana del 18 al 24 de Febrero

Tras pasar la mañana del lunes en la oficina y comer con María y Mike, me pase por la facultad de Diana. Había quedado con ella pues la dije que teníamos que hablar solos. La recogí en mi Audi y vi como sus amigas miraban de manera algo rara que se metiera conmigo en el coche sin estar su hermana. Charlamos sobre cosas triviales hasta que llegamos a un centro comercial cercano. Aparqué el coche y fuimos a la cafetería. Una vez teníamos los cafés la dije:

– He quedado contigo porque tengo algo importante que decirte.

– Me tienes intrigada. Me llamas ayer y me dices que tenemos que quedar y en el coche poco menos que hemos hablado del tiempo.

– Voy a pedirle matrimonio a tu hermana

Su respuesta fue un sonido agudo que no me siento capaz de describir en papel. El sonido fue seguido de ella levantándose y abrazándome. Cuando volvió a sentarse seguí hablando:

– Pero no solo eso. Quiero que sea a lo grande, quiero hacerlo el día de su cumpleaños y quiero que me ayudes. He involucrado en esto a María, a Raquel, a Laura y a ti. Cada una tenéis un papel y ninguna sabe el papel de la otra para que todo el conjunto sea una sorpresa.

– Que emoción – dijo - ¿Cual es mi papel?

– Tu papel es mentir. Mentirles a tus padres, a tu hermano y a Rocío. Decirles que tienes un examen el quince o dieciséis.

– ¿Con que objetivo? - dijo algo extrañada

– Con el objetivo de que vayamos a celebrarlo a Cuenca el fin de semana después de haberla pedido yo matrimonio. Doble celebración – dije sonriendo

– Veo que has pensado en todo

– Llevo mucho tiempo pensando en casarme con tu hermana – dije – Tienes que conseguir que vayamos al fin de semana siguiente.

– Me hace tanta ilusión - dijo

– Sobra decir que no debes decirle nada a nadie – dije – Solo vosotras cuatro sabéis que será el día de su cumpleaños.

– Claro – soy una tumba.

Seguimos hablando de temas triviales aunque mi petición de matrimonio era un tema recurrente. Cuando nos terminamos el café la acerque a su casa y volví a la oficina. Al llegar Raquel me informó que ya teníamos la respuesta de Ángel y Esther. Aceptaban siempre y cuando quedaran establecidas en el contrato las penalizaciones si ellos se iban antes o si nosotros los despedíamos antes. A Mike, Raquel y a mi nos parecía lógico. Les hicimos ir a la oficina, redactar el nuevo contrato y firmar esa misma tarde. Teníamos prisa pues el miércoles teníamos reunión con el segundo distribuidor en nuestra lista y queríamos que Ángel estuviera presente. El nos agradeció el detalle y firmamos. Cuando llegué a casa eran las nueve. Rocío estaba ya en pijama viendo la tele. La besé e hice algo de cena. Tras cenar vimos la tele y a la cama sin sexo.

El martes fue un día totalmente monótono para mi en la empresa y fuera de ella. Aunque volví a llegar tarde a casa.

El miércoles por la mañana nos reunimos con Ángel para preparar la reunión a comer que teníamos con el dueño de la segunda empresa que queríamos comprar. Se conocían pero no eran competencia directa pues mientras Ángel estaba especializado en marcas italianas la otra empresa solo trabajaba con marcas francesas. Nos gustaba que así entrábamos en ambos mercados. Al llegar David, el dueño de la segunda empresa que queríamos comprar, se sorprendió de ver a Ángel. Le explicamos que le habíamos comprado y eso dejo claro que íbamos en serio. David vino con los deberes hechos y trajo los números de años anteriores en un dossier. Tras irse nos reunimos Raquel, Ángel y yo mientras que Mike se fue a su despacho para seguir con su día a día. Como nos trajo tan rápido los papeles teníamos la oferta lista ese mismo día y citamos a David al día siguiente. Volví a llegar tarde a casa, volvía a estar Rocío en pijama y volví a hacer la cena. Le conté todo a Rocío y se puso muy contenta pues vio que estaba emocionado por lo bien que iba la nueva empresa.

El veintiuno, jueves, era el cumpleaños de Oscar, Director General de la empresa de diseño, y Raquel y yo nos fuimos a desayunar con el. El resto de la mañana lo pasé con Raquel preparando el contrato de compra de la segunda empresa importadora. Era parecido cambiando pocas cosas. Cuando llegó David después de comer le ofrecimos 850.000 euros por su empresa además de ser el Director de Operaciones de la nueva empresa. Mantendríamos a sus trabajadores con sus sueldos actuales y el pasaría a tener un sueldo de 65.000 euros brutos. Le dijimos que lo pensara y nos contestara el primer lunes de marzo. El día cuatro. Esa tarde terminé algo antes y me fui a casa. Al llegar besé a Rocío y la saque a cenar y tomar algo después. Esa noche hicimos el amor. Nos echábamos de menos pero el trabajo estaba siendo muy intensivo.

La semana de trabajo intenso estaba a punto de terminar. Había llegado dos días bastante tarde a casa y eso en mi no era normal. Suelo saber gestionar bien mi tiempo para intentar estar siempre todo el tiempo posible pero esos días me fue imposible. El viernes no parecía que fuera capaz de salir a las tres, hora a la que se iba la gente en viernes pero esperaba poder irme a las cinco o así. A las tres y media, cuando me creía solo, entró María. Vestía amplia aunque no podía ocultar su barriguita de embarazada de casi seis meses. Vi que echaba el pestillo de mi oficina y supe inmediatamente que tocaba cumplir.

– Menuda semanita llevás cariño – dijo ella

– Ya – dije con una sonrisa – Alguien ha de ganar dinero para luego comprarle regalitos a tus hijas.

– Hablando de hijas – dijo María – tengo dos noticias. La primera es que es niña – dijo mientras acariciaba su barriguita. La segunda es que a Arturo ha entrado en razón y acepta vuestra propuesta. Dice que entiende que no tiene tanto sentido que este todo el día en casa y que puedo ser una buena madre trabajando.

– No sabes como me alegro – dije

Se acercó a mi y melosamente se sentó en mi regazo.

– ¿Lo celebramos? - me preguntó tímidamente.

– No se me ocurre nada mejor que hacer

Y llevando mi mano a su barriguita empecé a besarla con dulzura mientras la acariciaba. Nuestras lenguas alternaban la entrada y salida de la boca del otro mientras nuestras manos cada vez exploraban mas. Una de sus manos acariciaban mi pecho mientras, la otra, jugaba alrededor de mi nuca. Yo seguía acariciando su barriga aunque, ahora, debajo de su camisola mientras la otra iba arriba y abajo a lo largo de su espalda. Cada segundo que pasaba el beso aumentaba en intensidad. Me excitaba mucho acariciar su barriga y estar besándola. Ya no podía aguantar y me levanté. Una vez de pie empecé a bajarme los pantalones mientras ella hacía lo propio con los suyos. Eso si, ninguno de los dos despegaba su boca ni un segundo de la del otro. En algo así como un minuto estaba sin pantalón y sin calzoncillos. Ella se había dejado la braguita y es que por mi cachonda que estuviera siempre tenía esos detalles de mujer modosita. Seguí besándola un rato ahora alternando una mano en su barriga y otra sobre su braguita a la altura de la raja. Sus gemidos empezaron a ser mas evidentes y la costaba mantener el beso. No tardo en separarse de mi

– ¡Fóllame! - imploró

– Tu mandas – dije

Y la hice darse la vuelta apoyando sus manos sobre mi escritorio. Metí mi mano entre sus piernas y aparté sus braguitas. Estaba muy caliente. Fue evidente pues, en cuanto rocé la tela ella gimió como si la hubiera metido tres dedos. Con la polla en mi mano izquierda pegué mi cuerpo al suyo y apunté la cabeza de mi polla a su raja. Froté la cabeza de arriba a abajo y en movimientos circulares antes de, con cierto tacto y sin rudeza, empezar a penetrarla. Por lo que me había dicho nunca había follado tan entrada en ninguno de sus embarazos y no quería que sintiera que era muy fuerte. Cogí un ritmo de unas cincuenta penetraciones por minuto. Un ritmo constante pero no fuerte y agresivo. Me permitía entrar bastante dentro de ella sin que pareciera que no la follaba. Ella cada vez gemía mas, me pedía mas y me decía que me quería. Tras un rato follándola a ese paso decidí acelerar mis embestidas esto no solo disparó su excitación sino también la mía. Ambos estábamos locos de placer y sus gemidos se unían a mi híbrido entre gemido y gruñido por el esfuerzo. Cada vez estábamos mas cerca de corrernos. Ella me dijo que se iba a correr y la pedí que aguantara un pelín y nos corríamos juntos. Tras un par de minutos dándola mas fuerte la dije que me corría y, mientras me vaciaba en su interior, ella empezaba a correrse y su coño a exprimir hasta la última gota de mi semen. Según nos recuperábamos llevé mi mano a su barriga y, tras darla la vuelta, la besé con pasión. Ella me miró a los ojos amorosamente y, tras sonreírme, me dio las gracias. Se colocó las bragas y se fue a asearse. Al rato entró y se despidió de mi pues ya eran las cuatro de la tarde. Yo decidí asearme e irme a casa. Al llegar aun no estaba Rocío. Llegó como a las siete pues había estado esa tarde de compras con Laura. Me dijo que me vistiera que nos íbamos con ella y Antonio a cenar y tomar unas copas. La noche fue agradable y, tras volver muy tarde a casa, no hicimos el amor.

El sábado nos levantamos tarde y nos saltamos el desayuno. Dando un paseo fuimos a Serrano pues hacía un día bastante agradable para ser febrero. Allí estuvimos buscando el regalo para Laura pues al día siguiente era su cumpleaños. Raquel se enamoró de un bolso de 350 euros y eso fue lo que la compramos. Desde luego iba a ser de los mejores regalos que recibiría. Al menos en cuanto a valor económico. Tras comer nos fuimos a dejar el regalo en casa. Descansamos un poco y nos cambiamos para irnos a cenar con Diana. Yo la verdad es que no lo pasaba muy bien pues tenía algo de miedo a que la cagara y soltara algo. Estaba mas alegre de lo normal, y eso que era una chica alegre, y su hermana lo estaba notando. Por suerte Rocío no se podía ni imaginar que mosca le había picado a su hermana. En el primer pub al que fuimos a tomar unas copas se nos unieron unas amigas de Diana que yo ya había visto un día en la universidad. La charla era agradable. Las amigas de Diana eran majas, todas un poco pijillas pero nada a lo que no estuviera acostumbrado. En un momento en que nos quedamos Rocío, Diana y yo solos hablo mi novia:

– Menos mal que no soy celosa porque están como locas a su alrededor – dijo a Diana refiriéndose a sus amigas conmigo

– Es que son su club de fans – dijo Diana – Todas querrían un novio como Carlos. Pero tranquila, no son unas lobas.

– Que sensación mas rara – dije yo

– ¿Que te acosen? - dijo Rocío

– Que habléis así de mi como si no estuviera aquí – dije echándome a reír

– Son jovencitas – dijo Rocío

– Son unas niñas – dije yo

– ¡Eh! - dijo Diana – A ver si ahora me voy a llevar yo los palos.

– Yo solo tengo ojos para mi Reina – dije antes de besar con pasión a Rocío

– Iros a casa – dijo Diana

Rocío y yo nos miramos e hicimos caso. Nos despedimos de ella y de sus amigas y nos fuimos a casa donde hicimos el amor como mas me gustaba. Con una taza de amor y otra de pasión.

El domingo tras desayunar nos preparamos para ir a casa de Laura y Antonio para celebrar el cumpleaños de ella. Llegamos a las doce y fuimos los primeros en llegar. Ambos íbamos con vaqueros y camisa. Yo con unos zapatos italianos y Rocío con unas botas de tacón fino por fuera del pantalón. Muy ligeramente maquillada. Tremendamente guapa. Al llegar ellas se pusieron a hablar en el salón y Antonio y yo nos metimos en la cocina. Antonio dijo que ese día no iba a hacer nada y el se encargaba de todo. Fueron llegando los invitados. Solo conocía a Marta y a su pareja Jorge. Al resto no los conocía pero Rocío si y me los fue presentando. La comida fue muy agradable. No hubo momento regalos sino que la gente se los fue dando según iban llegando. A eso de las nueve de la noche ya solo quedábamos nosotros y es cuando Rocío la dio nuestro regalo. La encantó y se puso muy contenta mientras Antonio y yo nos mirábamos sin entender que demonios tenía ese bolso. Un rato después nos fuimos en un momento de soledad aparté a Laura y la dije que tenía que verla al día siguiente. Que tenía que ver con Rocío. Intrigada me dijo que la llamara y salía de la oficina para tomar un café. Mi plan para pedir matrimonio a Rocío seguía en marcha. Al llegar a casa Rocío y yo descansamos un poco antes de llevarla a la cama y hacerla el amor con un poco mas de pasión de lo habitual. Mi plan me ponía así.

04. Semana del 25 de Febrero al 3 de Marzo

A eso de las 10 de la mañana del lunes llamé a Laura a su móvil y quede con ella a las doce de la mañana en una cafetería cercana a su oficina. Llegué diez minutos antes y me senté en una mesa donde pedí un café y hojeé, mientras esperaba, unos informes que me había dado María según salía de la oficina. Al llegar Laura me levanté y la dí un beso.

– Me tienes preocupada – dijo nada mas sentarse - ¿Tienes algún problema con Rocío?

– Tengo un problema, Rocío es la causante y necesito tu ayuda – dije manteniendo, unos segundos mas la intriga

– ¿Que problema? ¿Como te puedo ayudar? - dijo sin abandonar su estado de preocupación

– Es sencillo. Quiero pedirla matrimonio y no se su talla de anillo. ¿Tu me ayudarías a elegir uno?

Se quedó mirándome un rato con unos ojos que no era capaz de descifrar.

– ¡Eres tonto! - dijo – Me tenías preocupada

Se levantó y nos dimos un abrazo.

– Claro que te quiero ayudar. ¿Pero porque yo?

– Bueno. No eres solo tu. Lo tengo todo pensado pero no quiero que una sola persona sepa todo lo que voy a hacer. A ti te ha tocado el anillo.

– ¿Quienes mas lo sabemos?

– Solo María, Raquel, Diana y tu

– ¿Antonio no? - dijo

– No. Y espero que siga así. El no me contó lo vuestro antes de pedírtelo. Ahora que se joda – dije echándome a reír y provocando una sonrisa en su cara.

– ¿Tengo que saber algo mas? - dijo

– Se lo pediré el día de su cumpleaños. Con eso vale. Ya te llamaré un día para que te escapes y me acompañes a una joyería.

– Vale. Cuando quieras – dijo – Me alegro mucho pero no vuelvas a asustarme así. Lo pasé mal ayer y esta mañana.

– Ahora solo falta que ella diga si.

– Lo dirá – dijo ella sonriendo.

Terminamos los cafés y nos despedimos con un abrazo un poco mas largo. Ella me susurró al oído que estaba muy contenta. No tanto como lo estaba yo. El resto del día no fue nada especial. Volví a casa y Rocío y yo nos fuimos a cenar.

Tras dos semanas de curro bastante agobiantes los tres últimos días del mes, de martes a jueves, fueron muy aburridos. Nada destacable ni en el curro ni en lo personal. Trabajo unas cuantas horas, tardes con Rocío, unas noches polvo y otras no. Nada especial.

El viernes hubiera sido un clon de los tres días anteriores si no fuera porque firmamos ante notario la compra de la empresa de importaciones y las tiendas de calzado. Al convertirlo nosotros en dos empresas separadas, la importación por un lado y las tiendas por otro, pasábamos a tener siete empresas. Tras la firma tanto Ángel como Esther y sus equipos se instalaron en nuestras instalaciones. En realidad se instalaron los de importaciones y Esther pues la gente de las tiendas no vendrían apenas por las oficinas. Esther tenía despacho pero pasaría más tiempo en las tiendas que en los despachos. Mike, Raquel y yo nos fuimos con todos los trabajadores a comer al Ginos de López de Hoyos. Tras la comida todo el mundo se fue a casa. Rocío me estaba esperando cuando llegué y me dijo que había quedado con Laura y Antonio para cenar. La cena fue agradable pero pronto nos fuimos a la cama pues Antonio había tenido una semana movidita. Le habían nombrado de un comité del banco donde están ciertos directores de oficina y había tenido muchas reuniones. Era un ascenso de puesto sin subida de sueldo. Pero un así se le veía contento. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos el amor y nos fuimos a dormir.

El sábado quedé con Mariano y Manuela para dar una vuelta por el Retiro y comer en un restaurante cercano. Pasamos una comida muy agradable. Cada vez me sentía mas cómodo con ellos como si fueran mis padres. Me sentía muy afortunado contando con su apoyo.

El domingo habíamos quedado a comer con María y Arturo. Salió todo de una llamada entre María y Rocío. Me hacía gracia que se llamaran y hablaran como amigas. Rocío llamó para interesarse por como iba el embarazo y acabó en una comida en casa de ellos. No me importaba lo mas mínimo, quería a María, me llevaba muy bien con Arturo y adoraba a las niñas. Tras la comida y tomando el café en el salón María se dirigió a los dos:

– Tenemos una cosa que pediros.

– Dinos – dije yo

– En realidad ya teníamos alguien para hacer esto pero Arturo pensó que lo mismo os apetecía. Si no queréis o podéis no pasa nada. Como os digo tenemos gente que puede hacerlo.

– Sueltate – dije

– El viernes que viene tenemos una boda de mi familia en Cáceres y no queremos llevar a las niñas. Con el embarazo es muy cansado. Habíamos pensado en dejarlas con mi amiga Carmen pero si vosotros queréis se pueden quedar con vosotros. Arturo ve como juegas con ellas – dijo ahora dirigiéndose a mi – y pensó que quizás queríais pero no se si tenéis algún plan.

Eche una rápida mirada a Rocío y el brillo de sus ojos me dio la respuesta.

– Estaríamos encantados. Pero no tenemos cuna para la pequeña. La mayor puede dormir en la habitación de invitados. - dije

– Nosotros tenemos una cuna de viaje para ella. Os la podéis llevar hasta hoy mismo si queréis – dijo María – Me quedo muy tranquila con los niños con vosotros. Además así hacéis una prueba – dijo guiñándonos el ojo a los dos

Todos echamos a reír y yo comenté como no solo eso sino que seguro muchos querrían vernos en acción. A las nueves nos fuimos de su casa cargando con la cuna de viaje que, una vez en casa deje, temporalmente, en la habitación que estaba vacía. Cuando volví al salón Rocío estaba sentada en el sofá echando un vistazo a la revista de Digital+, en aquel momento aun Canal Satélite Digital, para ver si echaban algo que mereciera la pena. Me puse por detrás del sofá y la empecé a masajear los hombros.

– ¿Que quieres? - dijo con un tonillo a medio camino entre la picardía y la inocencia

– ¿Que crees que quiero?

– Ven aquí – y tocó el sofá a su lado.

Mientras rodeaba el sofá eché un vistazo mas a su figura. Dudaba si me gustaba mas cuando iba de ejecutiva a trabajar o totalmente informal como ese día. Un vaquero blanco, unas botas negras de tacón por debajo del pantalón, cinturón marrón oscuro y un polo verde oscuro. Nada mas era necesario para convertir un cuerpo en su esplendor en la Diosa de mis sueños y mi realidad. Me senté a su derecha y empecé a besarla. Ella respondió al beso inmediatamente y nuestras lenguas empezaron una lucha sin cuartel. Nuestros besos fueron acompañados por nuestras manos que acariciaban, sin un orden aparente, las partes erógenas de nuestro cuerpo. Nuestros cuellos, mi pecho, sus tetas, el culo de ambos. Las manos no dejaban rincones inexplorados al tiempo que nuestras bocas seguían haciendo intercambio de fluidos bucales. Empecé a subir su polo para quitárselo y ella no desaprovechó ese momento para llevar sus manos a mi camisa y empezar a desabrocharla. Rápidamente nuestros torsos estaban desnudos exceptuando su sujetador que, la verdad, no le duró mucho puesto. Llevé mi boca a uno de sus pezones y empecé a chuparlos con intensidad intentando hacer que tuviera placer de ello a la vez que llevé una de mis manos para frotar su entrepierna. Aun por encima del pantalón. Ella dio un apretón a mi polla y pasó a empezar a desabrocharse el pantalón. Sin dejar de succionar su teta hice lo propio y me quité los pantalones. Yo ya estaba solo en calzoncillos cuando ella tuvo que apartarme de sus tetas para poder quitarse las botas. Una vez se quitó las botas ya pudo quedarse en braguitas y, en vez de dejarla sentarse de nuevo, la tumbé sobre el sofá y me eché encima de ella. La hice abrir sus piernas y aparté su braguita con una mano mientras, con la otra, bajaba mi calzoncillo. Mi polla se puso sobre sus labios y empujé empezando a penetrarla. Tras un par de minutos follándola ella empezó a gemir un poco mas fuerte. Yo gemía casi acompasado a sus gemidos y, cada cierto tiempo, la daba un beso que duraba, apenas, unos segundos y se veía interrumpido por un par de gemidos. No pude aguantar mas y me corrí en ella. Vi que ella no llegaba pero estaba cerca y bajé mi mano a su coño para ayudar, con un masaje a que ella se corriera cuando mi pene ya estaba totalmente flácida en su interior. Nos tumbamos en el sofá uno junto al otro y nos besamos durante un rato largo.

– Vamos a cuidar un fin de semana a Elena y Marta y te pones así. Veo que te gustaría tener niños – dijo – Menudo polvo me has echado.

– El fin de semana que viene te diré si quiero tenerlos – dije – Por ahora te aseguro que me encanta hacerlos

Los dos nos echamos a reír y vimos un poco la tele antes de irnos, poco después, a dormir.

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