miprimita.com

Mi historia (16: Abril 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 1 al 7 de Abril

1 de Abril, lunes, me levanté pensando que al lunes siguiente no sino al siguiente pediría matrimonio a Rocío. Quedaban 15 días. Ese día también era importante para Rocío. Ella y Laura empezaban esa semana el masters. El masters, excepto en épocas vacacionales era martes y jueves de seis a diez de la noche además de un fin de semana al mes con clases los viernes de cinco a nueve y sábados de nueve y media a dos. No obstante esa semana tenían clase de lunes a jueves además del viernes y sábado. No iba a verla mucho esa semana. Pasé el día trabajando hasta las ocho en la oficina. A esa hora me fui a casa a duchar y esperé a que llegara Antonio pues ambos iríamos a cenar con las chicas tras su primer día de masters. A las diez estábamos esperándolas fuera del edificio donde estudiaban. Ambos estábamos apoyados en mi coche cuando empezó a salir la gente y ellas aparecieron en un grupito. Se despidieron de ellos y se acercaron a nosotros y nos dieron un beso quizás algo mas subido de tono de lo normal en ellas.

– Vámonos – dijo Rocío

Una vez en el coche empezaron a reírse y las preguntamos que les pasaba. Nos dijeron que nos contaban en la cena. El restaurante al que íbamos estaba muy cerca y a los diez minutos ya estábamos sentados esperando las bebidas.

– Menudas risas – dijo Rocío

– Contarnos que nos tenéis intrigados.

– Nos ha entrado un chico y hemos sido malas – dijo Laura

– ¿Habéis tonteado con el? - dije yo

– Peor. Le hemos dejado en ridículo – dijo Rocío

– Cuenta, cuenta. - dijo Antonio

– Resulta que hemos montado grupito las chicas del banco. De todos los invitados por el banco solo hay un tío. Nos ha reconocido y ha venido donde nosotras. El caso es que nadie sabe porque en el descanso le ha dicho a Laura que si quería ir a cenar con el. - narro Rocío

– Y yo le he enseñado el anillo – dijo Laura – Pero el muy imbécil va y me dice que el no es celoso. Y claro yo le digo que soy muy feliz con mi novio.

– Pero lo que nos verdad nos jodió – dijo Rocío – fue que sacará que el era buen partido ya que era el "team leader" mas joven de su promoción

– ¿Team leader? - pregunté yo

– Si, es como un jefecillo de grupo de la central. Como en central no puede haber solo un director y un subdirector lo que tienen es un director y varios team leaders - dijo Antonio

– Total – dijo Laura – Que os sacamos a pasear y vacilamos de vosotros. Le dije que no estaba mal pero que mi novio era solo una año mayor, director de oficina y el miembro mas joven del comité asesor. Le he dicho textualmente: "Vamos que es tu jefe"

Yo me eché a reír porque me pareció de traca y pensé en que haría el chaval.

– Pero no ahí no acaba todo – dijo Rocío – No va el tío y me dice que yo no tengo anillo. Me ha inflado las narices y le he dicho que yo también tengo novio. Y va el tío y me dice si también es su jefe. Y claro, le he dicho que no puedes serlo porque tu empresa factura quince millones de euros al año y no te queda tiempo para hacer de babysitter

Antonio y yo nos miramos y nos empezamos a partir de risa. Desde luego no debíamos molestarlas porque sabían por donde salir.

– Al final el tío se ha ido a ver si se ligaba a una chica que no fuera del banco porque las demás ya le miraban con cara de asco – dijo Laura - El beso que os hemos dado algo mas pasional de lo normal ha sido porque el tío iba un par de grupitos detrás. Que se joda y se haga unas pajas esta noche.

– Si que estáis guerreras tras el masters – dije echándome a reír.

Cenamos rápido y a las once y media estábamos en casa descansando tras haber dejado a Antonio y Laura en su casa. Esa noche no hicimos el amor pues Rocío estaba muy cansada.

El martes trabajé con tranquilidad pues no tenía prisa por ir a casa ya que Rocío no llegaría hasta las diez y media esa noche. Yo llegue a casa hacia las nueve y preparé la cena. Cuando llegó cenamos, vimos un rato la tele y pronto a la cama sin sexo. Esa semana tenía asumido que ella iba a estar muy cansada.

El miércoles fue clavado al martes. Si fue interesante que llamara a Belén para comentarla que aceptaba la venta de la casa. Quedamos en firmar la venta el jueves dieciocho de abril. Por lo demás nada interesante.

El jueves, al igual que los días anteriores no hice nada especialmente destacable. Trabajar, hacerle la cena a Rocío y mimarla una vez llegaba a casa. Nada mas.

El viernes empecé trabajando duro y a las tres menos cuarto llamé a María y la dije que se quedara un rato más que quería hablar de lo que ella ya sabía. Al entrar María la conté algo mas de mi plan para el cumpleaños de Rocío.

– Va a ser así – dije yo – A eso de las seis llegaré a casa y me llevaré a Rocío. Tenéis que llegar todos entre seis y media y siete. No puede haber fallo alguno – dije

– A las siete – volveré en coche con Rocío – Me gustaría que Diana estuviera esperando en el garaje. Subiremos los tres como si fuéramos a tener una cena tranquila y cuando entremos gritáis ¡Feliz Cumpleaños!

– ¿Feliz Cumpleaños? - dijo María

– Si, recuerda que para todos menos para vosotras cuatro aun es una celebración de cumpleaños.

– Ah, claro. Vale.

– La gente que has de llamar es: Mike y Marga, Alberto y Celia. Esos los conoces. Luego tendrás que pedirle a Diana el teléfono de su hermano y de dos amigas Mónica y Teresa. Que vengan con sus parejas. Bueno, a la pareja de Teresa le conoces. Es Raúl de la empresa de importaciones. Y a Laura le pides el teléfono de Marta. Por supuesto también tenéis que estar Raquel, Laura y tu con vuestros respectivos.

– ¿Puedo llevar a Elena? - dijo María – Si montamos una fiesta para Rocío y no la invito me mata.

– Puff. Elena. Menos mal que te has acordado tu. Si no la invito me mata Rocío. O peor, me dice que no – y me eché a reír

– Con eso no bromees – dijo María muy seria.

Seguimos un rato hablando en el que fui muy pesado con que tenían que ser muy cuidadosas a la hora de que todo el mundo pensara que era un cumpleaños. Que dejaba en sus manos recordárselo a Laura y Raquel.

– Son las tres y media – dijo cambiando el tono – Estamos solos

– Tienes razón – dije sonriendo y sabiendo por donde iba

Y ella se acercó y se sentó en mi regazo en mi silla del despacho.

– Que guapas estás – dije – No recordaba que en tu anterior embarazo estuvieras tan guapa.

– Eso es porque me mirabas con otros ojos – dijo – Antes me ignorabas. Yo estaba para lo que tu quisieras y solo pensabas en dictarme notas

– Pobrecita – dije – Déjame compensarte

Y lancé mi boca a la suya mientras llevaba mis manos a su barriga. Con siete meses y pico de embarazo ya estaba bastante gordita. Pero un gordito de un sexy total. Las embarazadas no me gustaban especialmente pero he de reconocer que María y Raquel embarazadas si. Mi beso aumentaba en pasión según iba acariciando su barriga. Tenía mis ojos abiertos y veía en sus ojos que estaba encantada. Quizás demasiado. Todavía tenía algo de miedo a que se enamorara demasiado de mi. Bendito problema pensarán algunos. El caso es que decidí desterrar ese pensamiento de mi cabeza y seguir besándola a la vez que mi mano cada vez abarcaba mas zonas de su barriga en el masaje que la estaba dando. Ella se quitó de repente el blusón que usaba y tuve a mi disposición el acceso a sus senos a los que antes no hubiera podido llegar. Los besé por encima del sujetador y disfruté del gemidito que soltó. Demostrando que ya estaba lista. Era viernes y quería que se fuera con sus hijas así que la levanté y la acerqué a mi mesa donde hice que apoyara sus manos. Sin perder nada de tiempo desabroche su pantalón a toda velocidad y los bajé junto con sus braguitas. En ese momento me acerqué a ella por la espalda y, pegándola mi polla a su desnudo culo, giré su cabeza hacia un lado y la besé con pasión. Tras un rato besándonos me separé un poco de ella y me desabroché el pantalón. Rápidamente me lo bajé junto con los calzoncillos y volví a abrazarla. Ahora para que sintiera mi erección sin pantalón de por medio al tiempo que volvía a besarla. Tras un beso de unos cinco minutos pasé a tocar su barriga con mi mano izquierda y apuntar mi polla con la derecha. Jugué un rato con mi pene alrededor de la entrada de su conejo y cuando ya estaba suspirando la penetré de una violenta sacudida sacando de ella un tremendo gemido. Un grito bestial. Dejé mi polla totalmente dentro de ella durante unos minutos para, tras un rato de relax, empezar a salir y entrar en ella mezclando pasión con ternura. Con cada una de mis penetraciones ella no paraba de gemir y estaba muy caliente. Mis penetraciones eran profundas y ella gemía cada vez mas alto. Me alegraba de que fuera viernes a esa hora y no hubiera nadie pues estaba siendo bastante escandalosa. Tras unos cuantos minutos de polvo ella dijo que se iba a correr y así lo hizo. A mi en ese momento a mi me quedaba un poco y, una vez pasado su orgasmo, seguí taladrándola hasta que terminé por correrme en ella. Saqué mi pene y ella se agachó a darle un besito. Luego me dio un beso en la boca y me dijo que se iba con sus hijas. La mire irse con ternura. Yo tenía muy claro que a quien quería de verdad era a Rocío pero a María y a Raquel también las quería. A un nivel infinitamente inferior pero las quería. Salí de ese pensamiento y me fui al baño a asear. Cuando volví y miré el reloj eran casi las cinco de la tarde. Decidí que era suficiente por ese día y me fui a casa. Una vez llegue a casa me puse a leer un rato hasta las nueve cuando salí a recoger a Antonio y luego fuimos a por Laura y Rocío. Es día teníamos el cumpleaños de Marta, la compañera de la carrera de ambas. Llegamos tarde al bar de tapas donde lo estaban celebrando pero estaban avisados. Estuvimos de tapas y copas hasta la una cuando ambas decidieron que era hora de irnos pues tenían que estar en pie a las ocho para entrar en el masters a las nueve. Esa noche ella se fue a dormir corriendo y se quedó dormida mas rápido aun.

El sábado no me levanté especialmente tarde y, a las dos, estaba ya esperando a que salieran del masters. Poco después de llegar yo apareció Antonio. Cuando salieron nos fuimos los cuatro a comer y nos contaron lo bien que fue todo. Por la noche fuimos a casa de Raquel ya que nos había invitado a cenar. Lo pasamos muy bien pero Rocío estaba muy cansada y nos fuimos a casa. Al llegar me pidió si no me importaba dejar el polvo para el día siguiente. Yo a ella no la podía negar nada y nos fuimos a dormir.

El domingo teníamos una comida con Mariano y Manuela en la casa de ellos. Habían invitado a los hermanos de Rocío pues llevábamos casi un años juntos y conocían a Diana pero no a Jorge y su mujer. Noté que Jorge y Maria Rosa se quedaron bastante impresionados con la casa pero aun mas impresionados con el recibimiento que recibieron de ellos pues, si no hubieran sabido que eran los padres de mi exnovia, hubieran deducido que eran mis padres. La comida fue servida por el servicio de ellos en el comedor y estaba espectacular. Tras la comida la charla en el salón fue entretenida. A las ocho nos fuimos Rocío y yo a casa, sus hermanos se habían ido una media hora antes, y poco antes de las ocho y media estábamos ya en casa. Tras una cena ligera y ver la tele un rato, Rocío y yo nos fuimos a la cama donde hicimos el amor con algo de pasión pero infinita ternura.

02. Semana del 8 al 14 de Abril

Y me desperté el lunes pensando que al siguiente lunes le pediría matrimonio a Rocío. Estaba algo nervioso. Para que negarlo. Al llegar a la oficina me puse a currar a lo loco para no pensar en otra cosa. Fui a comer con Ángel y David de la empresa de importación de calzado y, tras la comida, me puse a currar de nuevo. A las siete me fui con Rocío. Pase una noche maravillosa con ella e hicimos el amor muy pasionalmente. Yo pensando en nuestra futura vida juntos.

El martes mi nerviosismo iba in crescendo. Y no ayudó María que me dijo que algunos estaban preguntando porque hacer la sorpresa el lunes y la normal el sábado. La dije que les dijera que tenían que ir. Que si no iban me lo iba a tomar como una ofensa personal y que si no tenían una operación a vida o muerte les quería allí. Eso iba a aumentar las habladurías pero no podía faltar nadie. Por la noche hice la cena a Rocío que llegó del masters a las diez y media y nos fuimos a la cama tras descansar un poco. Esa noche no hubo sexo.

El miércoles no paso nada especial exceptuando que mis nerviosismo era cada vez mayor hasta que me dieron el coche de Rocío. Lo lleve a un garaje donde lo dejaría esos cinco días. Por lo demás un día de mucho curro para no pensar en Rocío y tarde con ella pensando en porque a veces no quería pensar en algo tan maravilloso. Esa noche volvimos a hacer el amor.

El jueves se me hicieron las siete y media en la oficina cuando entró Raquel. Había quedado esa noche con Ramón, amigo de Antonio y mió que trabaja en la Unión Europea, para que conociera a nuestras novias y no tenía que estar con ellos hasta las nueve y media. Raquel cerró la puerta al entrar.

– Estas nervioso por lo de tu declaración de amor – dijo con una sonrisa

– Mucho. Y tu no ayudas recordándomelo – dije mirándola a los ojos.

Ella se rió y se acercó a mi sentándose sobre mi regazo y besándome en la boca.

– ¿Tu no eras la que estaba con la libido baja? - dije yo

– Y no me apetece nada – dijo – Pero esto lo hago por ti. Porque te quiero.

Y volvió a besarme. El beso duró un buen rato y cuando ella lo rompió lo que hizo fue arrodillarse delante mía y empezar a bajar mis pantalones y calzoncillos. Me los quito del todo y lanzó su boca a mi pene. Empezó a pasar su lengua arriba y abajo por toda la extensión de mi polla. Tras un rato así paso a hacer el mismo recorrido solo que, en vez de alojar mi pene en su boca, se dedicó a dar besos a mi polla. Tras estos momentos mi pene estaba ya totalmente erecto y no necesitaba mas estimulación.

– ¿Follamos? - la dije

– Me da igual – dijo – No me voy a correr de todas formas asique te hago una mamada y listos

Y volvió a su trabajo. Tras lo que me dijo me empezó a parecer mecánico. Empezó a meterse mi polla en la boca, primero solo el capullo luego el capullo y un poco del tronco, cada vez que volvía sobre ella tomaba en su interior un poco mas del tronco hasta que, tras poco tiempo, tuvo toda mi polla en el interior. En esa posición movió un poco la boca y se la volvió a sacar de la boca. Cuando volvió a meter la polla en su boca solo lo hizo hasta la mitad y, una vez ahí, paro. Me miró a los ojos y empezó a mover la lengua provocándome una maravillosa sensación a medio camino entre el placer lujurioso y las cosquillas. Siguió así pues vio que yo empezaba a gemir y, tras un par de minutos empezó a meter y sacar mi pene de su boca creando un pequeño sonido como a vacío en algunas de sus salidas. Yo estaba por correrme pero a ella no pareció importarla y siguió con mi polla en su boca. Tras un minuto mas de mamada me agarró de los huevos y me corrí en su boca. Ella tragó todo mi semen con ansia. Una vez dejé de eyacular se levantó, me dio un piquito y dijo:

– Espero que estés algo mas tranquilo. Me voy a casa

Ante la situación no pude mas que adecentarme un poco e irme a casa a ducharme. Ciertamente estaba algo mas tranquilo. Tras ducharme fui a recoger a Antonio a su casa y a Ramón a su hotel a las nueve y media y, a eso de las diez y cuarto, estábamos esperando a que llegaran nuestras chicas. Llegaron sobre las diez y media. La conversación ese día fue sobre ellas y sobre el. Nuestras vidas las sabían ambos pero ellas y el eran nuevos. Se llevaron bien y eso para Antonio y para mi era muy importante. Esa noche llegamos tarde a casa y no era plan de echar un polvo pues al día siguiente madrugábamos bastante.

El viernes era el día de la reunión mensual y eso me permitía pasar un buen rato distraído. El mes de marzo tuvimos un resultado negativo de casi 1,6 millones de euros. Lo cual era lógico puesto que habíamos comprado dos empresas de importación de calzado que incluían, además, dos tiendas de calzado de lujo en Madrid. Nuestras empresas establecidas todas dieron beneficios, algunas más que otras, y lo único que se nos fue de las manos fue el flujo de caja pues yo tuve que aportar unos 200.000 euros de mis ahorros. No era la situación ideal pero yo tenía la pasta y no podíamos dejar pasar la oportunidad de comprar esas dos empresas que se pusieron tan a tiro en nuestro radar. Dimos por bueno el mes. Ellos comentaron que no podía yo volver a prestar pasta y yo dije que si se ponía a tiro otra empresa parecida pondría la pasta de nuevo encantado. A las tres vino Rocío a buscarme pero nosotros estábamos aun en plena reunión. Se iba a ir a casa pero María la ofreció ir con ella a comer y luego ir las dos a recoger a Elena al colegio y Rocío aceptó encantada. A las siete pasé a recoger a Rocío por casa de María y fuimos a encargar la comida para su cumpleaños que celebrábamos al día siguiente. En Mallorca reservamos canapés y pasteles y nos fuimos al Hipercor a comprar carne para la barbacoa y bebidas en cantidad. Esa noche al llegar a casa descansamos e hicimos el amor antes de irnos a dormir.

El sábado desde primera hora de la mañana estábamos como locos organizando cosas para el cumpleaños de ese día. Estaban invitados todos los que iban a estar el lunes en su celebración sorpresa. Íbamos a ser diecinueve adultos y las hijas de María. A las tres llegó María con las niñas. Al parecer había quedado con Rocío el día anterior en venir un poco antes y ayudar un poco. Así las niñas podían estar un rato con nosotros. A mi me asignaron la barbacoa y, por tanto, en ese momento no tenía mucho que hacer. Me senté en el sofá con Arturo a tomar una cerveza y hablar de todo un poco. A eso de las seis empezó a llegar la gente y las siete ya estaban todos. Poco a poco los grupos se fueron homogeneizando. En parte gracias al duro trabajo que Rocío y yo hicimos de mezclar amigas suyas con gente de mi trabajo y poder juntar a todos un poco. Nuestra idea es que todo el mundo lo pasara bien. No mola conocer a poca gente en un cumpleaños. Yo pase un rato aislado en la terraza pues hacía la barbacoa ahí pero la comida la tomábamos en el interior pues no hacía un día como para comer fuera. Por suerte Arturo y Antonio se fueron turnando para darme conversación. La cena fue muy bien y, tras un par de botellas de champán, empezaron a repartir los regalos. Una vez lo habían repartidos todos, mucha ropa, me miró a mi.

– Yo cariño te lo doy el día de tu cumpleaños – dije

– No se si me vale – dijo ella

– Creo que merece la pena esperar. Aquí el lunes a las seis.

– Cuanto misterio – dijo

– Confía en mi

Mientras comentábamos eso vi el brillo en los ojos de las cuatro chicas que sabían lo que pasaba y como los demás pensaban que era la fiesta de cumpleaños sorpresa. Si hubieran sabido. Su cara hubiera sido distinta.

El último día de la semana yo estaba como un flan y todo el día con ella. Fuimos a comer con Mariano y Manuela y estaba un poco ausente. Ellos la regalaron un cuadro muy bonito de un artista emergente. A Rocío le gustaba el arte y entendía mucho mas que yo pero si puedo decir que no me importaba que lo colgara en casa. Para mi con eso era suficiente. Tras comer con ellos pasamos una tarde de parejita en casa y antes de irnos a la cama follamos no sin antes recordarme ella que ya podía ser bueno mi regalo. Ella tendría el suyo. Yo esperaba tener el mío. Un SI.

03. Semana del 15 al 21 de Abril

Y por fin llegó el día de su cumpleaños. Cuando sonó el despertador de Rocío me eché sobre ella y la bese.

– Recuerda que tienes que estar aquí a las seis – dije

– Ya puede ser bueno el regalo que me estas poniendo muy nerviosa – dijo

– Creo que te gustará

Cuando ella salió de la ducha me metí yo y cuando yo salí de esta me fui a trabajar. María estaba ya en su puesto de trabajo y entró conmigo en el despacho.

– Hoy es el día – dijo

– Si, no necesito que me pongáis más nervioso – dije sonriendo - ¿Han confirmado todos?

– Todos. Tus amenazas han dejado claro que para ti era importante

– Recuerda – dije – A las seis y media todos a mi casa a esperar a que volvamos. Raquel os hará una perdida cuando ya no esté por allí. Cuando estéis todos me llamas al móvil y me dices que ya ha llegado el email que esperábamos. No vaya a ser que Rocío oiga lo que dices. Diana no subirá. Ella recibirá una llamada mía y esperara junto al ascensor de subida.

– Vale. Ahora yo también estoy nerviosa – dijo con una sonrisa.

Las horas pasaron muy lentamente. A las cinco Raquel y yo nos fuimos a por el coche nuevo y fuimos a buscar a Diana. Cuando nos vio en el Mercedes pensó que era el coche de Raquel.

– ¿Te gusta el regalo de cumpleaños de tu hermana? - dije

– ¿En serio?

– Si – dije – ¿Has traído las llaves de vuestro coche como te pedí?

Y me las enseño. Aparcamos el coche a una manzana de la entrada al garaje de mi casa y esperamos a que entrara Rocío. Cuando llegó dejamos pasar unos minutos y yo salí del coche y ellas fueron a aparcar el coche en su plaza y llevarse el de Rocío. Yo mientras llegué a casa y bese a Rocío. La pregunte tonterías hasta que me hicieron una perdida que indicaba que ya estaban fuera del garaje.

– Vámonos – dije

– ¿Donde? - preguntó Rocío

– A por tu regalo. Coge las llaves de tu coche

Bajamos en el ascensor y cuando llegamos Rocío se quedó un momento parada

– Aparqué mi coche aquí hace diez minutos – dijo algo confusa

– Antes me refería a estas llaves de tu coche – y la dí las llaves

Me miró algo confusa y dijo:

– ¿Te has vuelto loco?

– Si. Definitivamente. Por ti. Estoy de atar.

Ella me miró aun confusa y me dio un beso.

– No se si puedo aceptar un regalo tan caro

– Si puedes, no seas tonta. Hazlo por mi. Coge las llaves de tu coche y vámonos a dar un vuelta

– Pues no se si debo. Soy tu novia. Nada mas. Esto es muy caro Carlos, cariño – dijo mirándome con una cara que reflejaba sus dudas.

– Hazlo por mi.

Me volvió a mirar y me besó cogiendo las llaves

– Esto es una locura – farfulló mientras entraba en el coche.

Lo sacó con cuidado del garaje pues era algo mas grande que su coche anterior y enfilamos la castellana. Eran las seis y veinticinco. Todo iba sobre ruedas, nunca mejor dicho. Conducía con extremo cuidado. Algo asustada por tener entre sus manos una maquina como esa. Estuvimos dando vueltas por Madrid con el coche y ella cada vez estaba mas confiada. A eso de las siete menos diez recibí la llamada de María.

– Tenemos que volver a casa – dije – ¿Me dejas conducirlo de vuelta?

– Claro – dijo echándose a un lado de la calle en la que estábamos.

Volvía a casa por el camino más rápido y aparqué el coche en su plaza. Cuando apagué el motor la miré y la besé.

– Esto no es lo único que tengo para ti – dije

– ¿Como?

– Abre la guantera – dije

Y al abrirla vio la caja de la joyería. Algo nerviosa la sacó y me miró.

– Abre la caja

Abrió la caja y vio el anillo. Oro blanco y diamantes. Bonito, lujoso y no demasiado llamativo. Se quedó un rato mirándolo y me miró a los ojos.

– ¿Te quieres casar conmigo? - dije

Pareció dudar un momento.

– Claro que quiero – dijo antes de darme un beso en la boca - ¿Pero no crees que te has pasado un poco? El regalo de cumpleaños, esto, la forma en que lo has preparado. Es maravilloso pero estoy un poco impactada. Voy a necesitar un poco de tranquilidad

Pensé que tranquilidad no era precisamente lo que la esperaba.

– Anda, vamos para casa – dije

Salimos del coche y fuimos al ascensor. Al llegar vio a su hermana y tras la sorpresa se abrazaron durante un par de minutos. Un par de lágrimas cayeron por la cara de Rocío.

– ¿Tu sabias todo esto? - dijo Rocío

– De los detalles me he enterado hoy. Pero sabía que hoy te lo pediría desde mediados de Febrero.

– ¿Dos meses? - dijo Rocío

Diana asintió y dijo:

– Y hoy no he tenido ningún examen. Pero Carlos necesitaba que fuéramos a Cuenca el fin de semana que viene en vez de este.

– Como sois de rebuscados los dos.

Subieron en el ascensor mientras miraban el anillo. Al llegar a la casa abrí la puerta y las dejé entrar. Se dirigieron al salón y al entrar todos gritaron

– ¡Feliz cumpleaños!

Rocío se quedo petrificada y les miraba a ellos y a mi alternativamente.

– ¿Feliz cumpleaños? - me preguntó en un tono bajito

– Solo lo saben tu hermana, María, Raquel y Laura. Enseña el anillo. - la dije al oído sin que me oyeran los demás

Ella levantó el anillo y la cara de todos los que no sabían nada cambio de repente. Su hermano fue el primero en reaccionar y se aceró a ella y la dio un beso y un abrazo. Pronto todos los demás se tiraron sobre ella para felicitarla. Cuando se quedó un poco libre Elena se acercó, la besó y la dijo:

– ¿Te vas a casar con Carlos?

– Si – dijo Rocío con cara de ilusión

– ¿Puedo ir a la boda? - preguntó Elena

– ¡Elena! Esas cosas no se preguntan – dijo María

Rocío se agachó para estar a la altura de Elena y la dijo:

– Claro que vienes. Si tu no vas yo tampoco – y la dio un beso en la mejilla.

– Vas. No se hable mas – dijo yo riendo

Rocío volvió a incorporarse y pasó a sentarse un rato en el sofá. Empezó a contar todo. Lo del coche, como fue y todas esas cosas. Ella parecía abrumada y yo no estaba mucho más lúcido. A su vez se iba enterando como fui con Raquel a por el coche, con Laura a por el anillo y todas esas cosas. Tras un rato hablando dijo que la excusáramos que iba a llamar a su madre y nos dejó en el salón. Yo dije que no se moviera nadie y llamé para pedir unas pizzas y saqué bebida para todos. Antonio no paraba de decirme que era un cabrón por contar con su novia y no con el. Yo siempre le decía que se entero como yo de la suya. Estaba yo en un estado de euforia absoluta. Al rato de estar hablando Rocío con sus padres vino Diana a buscarme y fui a la habitación a hablar con ellos. Fue una charla corta donde me dijeron que estaban encantados de que fuera a ser el marido de Rocío y esas cosas. Yo les dije que me encantaba pasar a ser parte de su familia. Lo normal. Una vez colgamos Rocío y yo nos besamos y decidimos llamar a Mariano y Manuela que se entusiasmaron y nos dijeron que fuéramos a cenar esa semana. A lo que obviamente accedimos. Al volver al salón yo me senté en el sofá y Rocío a mi lado agarrada a mi mano. Tenía a Elena al lado que la preguntaba como iba a ser el vestido y todas esas cosas. No sabía que no estábamos tan avanzados. Hacia las diez se empezó a ir la gente y quedamos los hermanos y cuñada de Rocío y Antonio y Laura. Estos se fueron también hacia las diez y media y acabamos Rocío y yo acurrucados en el sofá mirándonos y besándonos.

– Te has metido en una buena – dijo

– ¿Y eso? - dije yo

– A ver como superas esto en mi próximo cumpleaños – dijo antes de echar una pequeña risa y volver a besarme en la boca.

– Puf. Que responsabilidad – dije besándola yo otra vez.

El beso empezó a crecer en intensidad. Notaba que el amor salvaje que había sentido yo días atrás estaba ahora tomando posesión de su cuerpo. Aun vestía la ropa con la que fue ese día a trabajar. Un pantalón de pana marrón claro, camisola rosa con un suéter finito rosa por encima y un cinturón marrón oscuro a juego con las botas de tacón. Nuestras manos no se despegaban ni un segundo del cuello y cara del otro mientras nos besamos durante un rato bastante largo. Al romper el beso ella me miró a los ojos y yo la sonreí. Bajo la vista a su mano y miró el anillo. Apoyó su cabeza en mi pecho y se recostó un poco en el sofá.

– No puedo llevar este anillo por la calle – dijo

– ¿Porque no? - pregunté

– Es muy jugoso. No se cuanto te ha costado ni quiero saberlo. Mas que nada porque si lo supiera te echaría la bronca. Pero no me he caído de un guindo. Se que es caro. Mi madre tiene muchas joyas. Algunas muy caras. Y no creo que tenga una como esta.

– Es bonito. No cabe la menor duda. Pero es oro blanco. La gente no entiende de estas cosas. Creerán que es planta con a saber que roca de segunda calidad. Quiero que lo lleves – dije

– No me voy a acostumbrar pero si te hace mucha ilusión lo llevaré.

Y tras volver a mirarnos un rato a los ojos retomamos el beso solo que esta vez el amor dejó una pequeña puerta abierta a la pasión y nuestras manos exploraban partes del cuerpo del otro mas allá del cuello y la cara. Pronto llevé mi mano a su cinturón y se lo desabroché aprovechando a quitarla suéter y camisola inmediatamente después. Mientras yo dedicaba un rato a su ropa del torso superior ella parecía mas interesada en mi cinturón y pantalón que consiguió quitarme unos instantes después de haberla dejado yo en sujetador. Sujetador que, a juego con camisola y suéter, era rosa. Ella empezó a jugar con mi polla por encima del calzoncillo a la vez que yo tocaba sus pechos aprisionados aun en el sujetador. En un pellizco que la dí ella soltó un primer gemido que me indicó que iba por el buen camino. Decidí seguir prestando atención a sus senos aunque ella había dejado de sobarme el pene para agarrame de los cachetes del culo. La fuerza con que me agarraba se correspondía, claramente, con la que yo ejercía sobre sus pezones. Ella dejó mi culo para bajarme los calzoncillos mientras yo no dejaba de acariciar sus pezones. Una vez quedé desnudo se subió sobre mi y empezó a mover su entrepierna, aun con el pantalón, sobre mi polla desnuda. La verdad es que me dolió un poco en los momentos en los que rozaba con alguna costura pero en general era más que agradable. Nos besamos con fiereza y mientras mis manos tocaban sus senos. En ese momento la quité el sujetador para seguir jugando con sus pezones, como llevaba un rato, pero con mayor libertad de movimiento. Mientras yo la quitaba el sujetador ella me quitó la camisa. De repente ella se levantó de encima mía y me dio la mano. Yo la seguí sabiendo a donde íbamos. Al llegar a la habitación ella me empujó a la cama y, a una velocidad increíble se quitó las botas y el pantalón y se tiró sobre mi. Empezamos a besarnos y a jugar en la cama. Moviéndonos de un lado a otro con ella sobre mi, yo totalmente desnudo y ella apenas cubierta por su tanga de colo rosa. Estaba totalmente tumbado e intente erguirme para besarla pero ella me empujó del pecho volviendo a tumbarme en la cama. Echó su cara sobre mi polla y empezó a mamármela con total dedicación. Yo estaba por explotar pero debía aguantar. Ese día quería que fuera especial. Ella siguió con su trabajo mientras yo acariciaba su cabello y empezaba a gemir de manera muy evidente.

– No puedo mas. Si sigues me voy a correr – dije

Ella dejó de mamármela a lo bestia y me echó una mirada llena de lujuria. Le dio un último lengüetazo y acercó su entrepierna a mi polla. Empezó a pasarse mi polla por sus labios vaginales sin penetración mientras me miraba y sonreía. Tras un rato así cogió mi pene con su mano y lo apuntó a su coño dejándose penetrar. Fue metiéndose toda mi polla y, una vez completamente ensartada por ella, empezó a moverse en pequeños círculos. Se excitaba con mi pene dentro y pronto empezó a cabalgar. Sus cabalgadas fueron creciendo en intensidad con cada penetración y ella empezó a gemir con bastante fuerza.

– Veo que ya estas caliente como yo – dije

– Estoy así desde que me diste el anillo. Y tu invitando a la gente a pizzas – dijo sonriéndome

Y siguió cabalgándome. La conocía suficientemente bien como para saber que estaba cerca de correrse. Y a mi eso me agradaba pues yo también estaba muy cerca. Es mas, llevaba mucho tiempo retrasándolo. Tras unos pocos minutos mas de cabalgada, no mas de tres o cuatro, la avisé que me iba a correr. Mi primer chorro fue bienvenido en su coño por su propio orgasmo. Tras correrse durante medio minuto se dejo caer sobre mi y me beso. Tras el beso se echó a mi lado en mi cama y nos abrazamos. Estuvimos abrazados y mirándonos a los ojos sin decir nada durante unos cuantos minutos hasta que decidimos echar un polvo mas. Tras el segundo polvo acabamos dormidos abrazados. Yo desnudo y ella con tanga... y el anillo.

Al sonar la alarma el martes seguíamos abrazados en la cama. Nos miramos y sonreímos. Se miró el dedo y con una sonrisa dijo:

– Me había parecido un sueño

– Un sueño no podía ser – dije yo – Ni en sueños había tenido una mujer como tu

– ¡Que tonto eres! - dijo levantándose – Me encantaría pasar el día contigo en la cama pero me tengo que ir a trabajar para pagar la boda.

– Vaya – dije yo.

– Además esta noche tengo masters y no te veo hasta las diez y media – dijo con una mueca de tristeza en su cara.

– Te recojo y vamos a cenar – dije

Con esa cita se metió en la ducha, se vistió y se fue a trabajar. Cuando llegue a la oficina todo el mundo que no estuvo en la celebración del día anterior me felicitó. Pero las felicitaciones no duraron mucho y me tuve que poner a trabajar. Lo cierto es que tenía mucho trabajo de análisis financiero de la empresa y eso me estaba apartando de lo que debería ser mi trabajo: tener una visión general, liderar y ayudar a todas las empresas en su crecimiento. No hacer el trabajo de un director financiero. Ese día comí con Mike y Raquel y les convencí para que buscáramos un Director Financiero para la empresa que coordinara todos los departamentos de contabilidad de cada empresa y preparara los informes necesarios para nuestras reuniones. También se encargaría de coordinar la política fiscal de la compañía. Por la tarde seguí con el rollo financiero y a las nueve y media salí de la oficina para irme a cenar con el amor de mi vida. En la cena casi solo hablamos del matrimonio.

– Nos van a preguntar cuando y donde nos vamos a casar – dijo ella

– Donde en Cuenca, se que te hace ilusión – dije – Y cuando, en algún momento tras tu masters. Por mi lo antes posible en cuanto acabes. Acabas a finales de marzo del año que viene. Por mi abril o mayo.

– Gracias por lo de Cuenca – dijo ella – Me hace mucha ilusión

– No seas tonta. Que mas me da a mi Cuenca que Madrid.

El tema siguió y ambos terminamos pensando que cualquier sábado de la segunda quincena de Mayo sería la ideal. Por temas de fechas en la iglesia y en donde fuéramos a celebrarlo queríamos no fijar una fecha para no desilusionarnos. Pero decidimos que antes del diez de mayo debíamos tener la fecha cerrada aunque sus padres debían ayudarnos pues nosotros no podríamos ir mucho por Cuenca. Tras la cena fuimos a casa e hicimos el amor antes de caer dormidos.

El miércoles seguí con mi tarea financiera. La buena noticia fue que Raquel me dijo que ya había empezado el proceso de selección. Tras un aburrido día de finanzas a las seis salí de la oficina y fui a recoger a Rocío a su oficina para salir hacia casa de Mariano y Manuela con quienes habíamos quedado para cenar esa noche. Nada mas llegar salieron a recibirnos y ambos fuimos agasajados con besos y abrazos. Manuela miró el anillo de Rocío y dijo:

– Muy bien – dijo – Este es el tipo de joya que ella merece. Me has sorprendido gratamente hijo

Otra vez la palabra hijo de quienes no eran mis padres. Era un caso curioso. A mi no me costaba ningún problema llamarles padres pero me extrañaba cuando me llamaban hijo. Tanto durante la cena como durante la sobremesa nos preguntaron lugar y fecha si es que lo sabíamos y les dijimos que queríamos que fuera en mayo de 2003 en Cuenca. Ambos dijeron que Cuenca les parecía ideal. Tras un buen rato hablando de la boda nos fuimos a casa no sin antes volver a ser besados y abrazados. Esa noche llegamos tarde a casa y no hicimos el amor pero dormimos abrazados.

El jueves fue el primer día monótono de la semana y casi se agradecía para coger fuerzas de cara al fin de semana en Cuenca. Puesto que Rocío tenía Masters no llegó a casa hasta las diez y media cuando cenamos una ensaladita y nos fuimos a dormir.

El viernes trabajé hasta la una y media pues Rocío consiguió escaparse a las dos. A esa hora la estaba recogiendo en su oficina donde también esperaba Diana. Fuimos a Cuenca en el nuevo coche de Rocío aunque conducí yo hasta llegar a la ciudad y, una vez allí, ella lo llevo a casa de sus padres. Cuando llegamos los padres salieron a saludarnos. Yo me abrace con el padre y tuve que esperar un buen rato para dar dos besos a la madre pues no soltaba a su hija. Entramos al salón y la madre pidió ver el anillo. Cuando Rocío se lo enseño la madre no pudo parar de elogiarlo. Pasamos buena parte de la tarde hablando sobre lo poco que sabíamos de la boda y, lógicamente, nos prestaron toda la ayuda que pudiéramos necesitar. Tras cenar con los padres y el hermano y su mujer, que acababan de llegar, pronto nos fuimos al pub preferido de su pandilla a celebrar el cumpleaños. Tanto el hermano como la mujer vinieron. Al llegar Rocío fue agasajada por todas sus amigas que la hacían enseñar el anillo y contarles todo sobre como fue. Mónica y Teresa al principio no tomaron mucho protagonismo pues ellas ya habían estado en la pedida y no necesitaban los detalles. Pronto vi llegar a las víboras, las némesis de Rocío, y supe que iba a ser el momento mas divertido de la noche cuando se acercaron a nosotros. Diana vio que venían y se acercó. Raúl como tenía confianza conmigo también se acercó y es que creo que no se lo quería perder para contárselo a los demás.

– Felicidades – dijo la rubia

– Gracias – dijo Rocío

– A ver el anillo – se animó la morena

Rocío estiró la mano y ambas lo miraron.

– Muy bonito el anillo en plata y brillantes – dijo la rubia

– De oro blanco – puntualizó Diana

– Y diamantes – dije yo

La cara de ambas cambió pero para intentar no mostrarse tan sorprendidas dijo la rubia:

– ¿Y no te da miedo ir con un anillo así por la calle?

– No hay problema – dije yo – La gente cree que es plata y brillantes.

Ante mi comentario recibí un codazo de Rocío y oí a Raúl una pequeña risa. Diana empezó a contarlas como fue todo, el Mercedes, la sorpresa, todo. Por si tenían alguna duda ya estaba todo resuelto. Cuando me conocieron pensaron que aparentaba. Ahora sabían que estaba podrido de pasta y enamorado de su "amiga". A Rocío no les gustaba ellas porque eran unas harpías. A ellas probablemente no les entusiasmara Rocío porque era mas guapa y muchísimo mas inteligente que ellas. Tras unas cuantas horas en las que invitamos a copas a todos los amigos de Rocío nos fuimos a casa de Rocío a descansar.

El sábado entró la madre de Rocío a levantarnos. Estábamos dormidos abrazados.

– Arriba tortolitos – dijo

– ¡Mama! ¿Que haces aquí? - dijo Rocío

– No podéis dormir mas, tenemos la agenda completa – dijo su madre

– Vamos a comer, ¿no?

– Si pero esta noche vienen varios amigos a cenar para celebrar tu enlace

– Puff, que pereza – dijo Rocío

– Pues habértelo pensado antes de dar el si – dijo su madre sonriendo – Tu hermano a pasado por esto, tu vas a pasar por ello y espero que tu hermana en el futuro también.

Nos miramos, nos encogimos de hombros y vimos a su madre salir de la habitación. A mediodía fuimos a comer a un restaurante y, tras los postres, recibió regalitos cumpleaños de todos. Ropa, un bolso y cosas así.

– ¿Y tu no tienes regalito para mi? - me dijo agarrándose a mi brazo ante la sonrisa de toda la familia

– ¡Tendrás morro! - dije yo sacando una risa de su hermano y una sonrisa de todos los demás.

No pudimos estar mucho tiempo de cháchara pues esa noche teníamos la cena de celebración de nuestro compromiso con los amigos de los padres de ella y teníamos que prepararlo todo. Temía que fuera un horror pero solo fueron cuatro parejas con las que mantuvimos una conversación bastante interesante. Diana volvió a contar la pedida segundo a segundo. A mi me dio en ese momento un poco de vergüenza.

Al fin llegó el domingo y tras comer con los padres pudimos volver a Madrid a descansar un poco antes de una nueva semana de trabajo.

04. Semana del 22 al 28 de Abril

Me levanté algo estresado ese lunes y, puesto que esa semana no tenía Rocío Masters el fin de semana, decidí que nos fuéramos a pasar el fin de semana a Barcelona. Antes de irse Rocío a trabajar se lo dije y la pareció bien. Por lo demás la semana paso bastante monotonamente. El lunes y miércoles salí a cenar con Rocío y el martes y jueves, puesto que ella tenía Masters, la hice la cena. Todos los día echamos un polvo rutinario y nada se salió de lo común.

Y por fin llegó el viernes. Con la maleta me fui a buscar a Rocío a su oficina y cogimos el puente aéreo a Barcelona. Antes de las siete estábamos ya instalados en nuestro hotel, el Le Meridien, y salimos a dar un vuelta por la ciudad y a cenar. Esa noche, en el hotel, hicimos el amor relajados. Una relajación que en Madrid no estábamos teniendo desde la pedida de mano.

El sábado salimos a pasear. La temperatura era agradable. No llegaba a los veinte de máxima pero si pasaba de los quince y la mínima era de trece. Lo bueno del mediterráneo, y de otras zonas costeras, es que la diferencia entre máximas y mínimas no son tan grandes como en Madrid. Yo me puse unos Chinos y una camisa rosa con un jersey muy fino azul royal. Esta combinación que ahora parece horrorosa en aquel momento era cool. Cosas de la moda. Ella se puso unos Levi's clásicos con sus botas marrones planas por encima del pantalón, una camisa blanca y una americana azul marino de la marca Caramelo. Su atuendo lo completaban un cinturón marrón y un bolso de la misma tonalidad. Puesto que ambos conocíamos bien Barcelona nos dedicamos a disfrutar de la ciudad y cenamos en una terraza del paseo marítimo. Al sol no hacía frío y se comía de manera agradable. Tras una pequeña vuelta por la tarde fuimos a la plaza de Cataluña, a la puerta de El Corte Inglés donde, a las siete, habíamos quedado con mi amigo Pablo. Estuvimos dando una vuelta y tomando unas cervezas antes de ir a cenar a un restaurante al que nos llevó el. Nos felicitó por la boda y dijo que ahora solo quedaban el y Ramón, de los cuatro que eramos más íntimos amigos, como solteros. Seguimos hablando de muchísimas cosas y pasamos a tomar unas copas al paseo marítimo. A eso de las doce de la noche nos fuimos de vuelta al hotel. En cuanto entramos en la habitación del hotel llevé a Rocío a la cama y la tumbé en ella. Tenía muchas ganas de hacerla el amor. Me quité el jersey y la camisa rápidamente y mi pantalón no mucho después. Mientras ella se quito el blazer primero y la camisa después. Tenía un precioso sujetador blanco y me lance a ella para quitárselo. La ayudé a quitarse las botas mientras ella desabrochaba su cinturón y su pantalón. Rápidamente la quité los vaqueros y quedó con su tanquita blanco, a juego con el espectacular sujetador blanco que ya yacía en el suelo. Empezamos a besarnos con locura. Tras el beso y riéndose mientras me tumbaba a mi y me bajaba el calzoncillo. Sobre mi y agachándose me empezó a hacer una mamada espectacular. Me concentré en disfrutarla a la vez que intentaba no correrme. De poco sirvió pues en nada de tiempo estaba gimiendo de manera algo estridente. Antes de que estuviera cerca de correrme ella me dijo:

– Hoy no te corres en mi boca, yo también quiero juerga.

Se quitó el tanga a toda velocidad. Estaba convencido, cuando se puso sobre mi, que me iba a cabalgar pero en un movimiento inesperado giró sobre su eje de tal manera que ella acabó debajo conmigo sobre ella.

– Hoy haces tu el trabajo cariño – dijo sonriéndome

– Alguien tendrá que hacerlo – dije antes de besarla

Apunté mi polla a su coño y la metí la polla dentro con suavidad. Una vez dentro quité mi boca de la suya y la llevé a su oreja. Con la que pase a jugar. Ella gimió y yo empecé a mover mi cuerpo adelante y atrás si bien, en ese momento, aun muy lentamente. Según pasaban los minutos ella empezó a gemir mas fuertemente y yo estaba básicamente en la misma situación. Aumenté la fuerza de mis embestidas y sus gemidos ya eran muy altos. La besé para no montar una escena en el hotel. Ella rompió el beso para decir:

– Correte ya

– Voy cariño

Y en unos segundos mi primer escupitajo fue acompañado por su corrida. Me tumbé a su lado y la bese. Un beso lleno de amor.

– Nos vamos a casar – dije

– Si, en una añito mas o menos. Me gustaría que llegara el día ya. Que ganas de ser tu mujer

– Ya lo eres – dije

Ella volvió a besarme y se subió sobre mi.

– Ahora si haré yo el trabajo – dijo antes de empezar a cabalgar.

Y cabalgando llegamos cada uno a un segundo orgasmo con el que dimos por finalizada nuestra última noche en Barcelona.

El domingo tras salir del hotel, volamos a Madrid y descansamos. Pero a la hora de cenar, hacia las nueve de la noche, le dije a Rocío que nos íbamos a cenar.

– Prefiero quedarme en casa – dijo – Pedimos algo

– No, prefieres venir

– Mas te vale – dijo

Y tras ducharnos y vestirnos fuimos al coche, cogimos el suyo, y fuimos hasta el parking de Santa Ana. Una vez allí empezamos a enfilar la Calle del Prado

– ¿Vamos donde creo que vamos? - dijo Rocío

– No se donde crees que vamos

– Si lo sabes – dijo ella

La dí un beso en la boca y seguí andando, sin mirarla, hasta que llegamos a Olsen. Entramos y dije que teníamos reserva para dos. Sabía que era donde ella creía que íbamos pero aun no la miraba. Nos llevaron a la mesa y nos sentaron. Cuando se fue el camarero ella me sonreía.

– Hace exactamente un año – dije – te traje aquí un sábado a cenar. Esa noche te acompañé a casa y te bese por primera vez. Ese día supe que serías mi mujer. O al menos lo desee. A la semana siguiente hicimos el amor por primera vez, conocí a tu hermana y me ayudaste a comprar ropa para el cumple de una niña. Hoy esa niña te adora, tu hermana puedo decir que es mi amiga y, en mas o menos un año, nos vamos a casar. Mis amigos te han acogido como una mas del grupo y tus padres creo que me aprecian igual que te aprecian a ti mis nuevos padres. Te he traído aquí para decirte que te quiero y que contigo he comprendido el significado de la palabra amor. Gracias.

Una lagrima empezó a caer por una de su mejillas.

– No me tienes que dar las gracias. Te quiero.

Y nos incorporamos un poco sobre la silla para besarnos con ternura. El resto de la cena fue espectacular y siempre la tendré grabada en mi memoria. El tiempo con ella pasaba más rápido. Se nos hicieron las doce en el restaurante y fuimos los últimos en irnos. Al llegar a casa tardamos nada en ir a la cama y hacer el amor. Nada de sexo, solo amor. Ni siquiera recuerdo si hubo penetración. Pero no era necesaria. Teníamos toneladas extras de ternura.

05. Semana del 29 de Abril al 5 de Mayo

La semana anterior fue mas o menos relajada y en esta esperaba que todo fuera parecido con solo dos días de trabajo pues miércoles y jueves era fiesta y Rocío y yo nos cogimos el viernes libre para hacer las primeras gestiones de nuestra boda en Cuenca.

El lunes y martes trabajé intensamente pues era final de mes y siempre se genera mas trabajo esos días. Además, el no ir el viernes a trabajar no ayudaba. Fueron muchas horas en la oficina sin apenas descanso para comer. Por suerte me gustaba mi trabajo y me gustaba el reto de sacar adelante unas empresas que, en esos momentos, ya casi daban empleo a cien personas. El martes hubiéramos salido hacia Cuenca normalmente pero como Rocío tenía Masters y salía tarde íbamos a llegar muy tarde. Lo que si hicimos Rocío y yo el lunes fue ir, a eso de las ocho y media de la tarde, a El Corte Inglés a comprar el regalo de Elena para su cumpleaños. La compramos un par de vestidos y tres camisetas. Rocío disfrutó como una enana. Me hizo gracia que hace un año estuviéramos comprando ropa para que yo llevara al cumpleaños de Elena y alucinaran con que llevara un vestido de 75 euros y ahora ella se había gastado casi 300 euros en ropa para la niña. Rocío adoraba a Elena de siempre pero desde la semana en que se quedó con nosotros era un sentimiento casi maternal. Mas que una amiga de los padres parecía una tía.

Nos levantamos pronto el miércoles para salir hacia Cuenca. Llegamos antes de la hora de comer. Ese día lo pasamos en familia. A las ocho salimos a dar una vuelta con los padres por Cuenca y fuimos parados varias veces para felicitarnos por nuestro enlace. Parece ser que había dado tiempo a que todos aquellos que conocían a Rocío o los padres, y eran muchos, supieran la noticia. Tras el paseo por Cuenca volvimos a la casa de los padres y cenamos. Los padres se habían tomado en serio que queríamos su ayuda con la boda. El jueves y viernes lo dedicaríamos a visitar tanto salones de bodas como restaurantes y fincas. El sábado visitaríamos al párroco de la iglesia en la que a Rocío le hacía ilusión casarse. Desde luego de vacaciones nada. Casi trabajo.

Al levantarnos el jueves nos vestimos y los padres de Rocío, Diana, Rocío y yo fuimos a visitar salones y restaurantes en Cuenca capital. El principal problema es que aun no sabíamos, ni siquiera aproximadamente, cuanta gente vendría a nuestra boda. De todas formas tomamos nota de lo que nos gustaba de cada sitio y fechas que aun tenían libres en Mayo de 2003 así como la capacidad de los locales. A mediodía fuimos al centro a comer de tapas y relajarnos. Aprovechamos un momento de tranquilidad para llamar a Marisa, la prima de Lucía, ya que su hija cumplía tres años. Aun era pequeña para que nos la pusiera al teléfono pero agradeció la llamada. Ella nos llamó para felicitarnos por nuestra boda y era lo menos que podíamos hacer. Por la tarde seguimos visitando sitios y, a eso de las ocho, acabamos en casa de los padre. Preparamos algo de cena y hablamos sobre que sitios eran los que mas nos gustaban. Esa noche salimos a tomar algo con las amigas de Diana y Rocío pero a eso de la una volvimos pues al día siguiente nos levantábamos pronto.

Y el viernes lo dedicamos a visitar un par de sitios que estaban a unos pocos kilómetros de Cuenca así como las fincas que, lógicamente, estaban todas en las afueras. Vimos menos locales pero estuvimos todo el día fuera, una buena parte del tiempo en el coche. Al llegar a casa de los padres cenamos y nos sorprendimos que aun hubiera muchas fechas abiertas en varios restaurantes. Eso nos alegraba ya que así teníamos mas flexibilidad con la iglesia.

El sábado nos levantamos a eso de las diez de la mañana para visitar la iglesia que le gustaba a Rocío. Esta vez, además de los padres y Diana se apuntaron el hermano y la mujer. Yo sabía cual era por fuera pues alguna vez paseando por Cuenca me había dicho, en aquellos momentos medio en broma, que ese sería el lugar donde nos casaríamos. Y lo iba a ser. Al llegar me sorprendió que el párroco era relativamente joven, unos cuarenta y cinco años. No se porque razón esperaba a un hombre de casi ochenta años. Cosas de la mente supongo. Nos estuvo enseñando la iglesia, mas a mi que a ella que la conocía perfectamente y contándome la historia del edificio. Posteriormente nos preguntó acerca de nosotros, cuanto llevábamos juntos, como nos conocimos, en que trabajamos,... todas esas cosas. Debimos pasar el filtro, yo al menos me sentí examinado, pues nos dijo que en Mayo de 2003 tenía dos fechas libres en Sábado. El día diecisiete a mediodía y el veinticuatro por la tarde. Puesto que Rocío prefería la boda por la tarde elegimos la fecha del día veinticuatro. Ya con fecha nos fuimos a comer con la familia y, tras la comida, de vuelta a Madrid pues al día siguiente teníamos la comida en casa de María ya que era el cumpleaños de Elena.

Nos despertamos a las diez el domingo y nos preparamos para ir a casa de María. A las once y cuarto estábamos allí los primeros aunque los padres de María llegaron muy pronto. Íbamos a ser casi treinta personas ese día y Rocío y yo nos pusimos a ayudarles ya que María, a poco mas de dos semanas de salir de cuentas, no estaba para muchos esfuerzos. Antes de ayudar tuvimos que ir a que Elena nos enseñara los regalos de sus padres. Una raqueta, un traje y unas zapatillas de tenis. Arturo era un muy buen jugador de tenis y había impartido clases durante la universidad para pagarse sus estudios. Ahora era Elena la que jugaba. Además la habían regalado algo de ropa. Con el tiempo fue llegando la gente. A pesar de la gente que eramos fue bastante aceptable todo. Con tanta gente y María en su estado yo pensaba que iba a ser un completo caos pero lo cierto es que al final no lo fue. Elena, la cumpleañera, alterno su tiempo entre su madre y Rocío, hablando con esta como si fuera una tía mas que la novia de un amigo de su madre. Bueno, o una amiga de su madre. Llegó la hora de los regalos y nosotros fuimos los últimos en entregarlos. Obviamente triunfamos porque no es normal que se regalen casi 300 euros en ropa a una niña en su octavo cumpleaños pero cualquiera le decía a Rocío que no lo hiciera. Tras entregar los regalos comentamos que en principio no hicieran muchos planes para el fin de semana del 24 de Mayo del año siguiente. Elena preguntó porque y la tuvimos que explicar que ese día nos casaríamos.

– Me vas a tener que ayudar con la boda – dijo Rocío a Elena

– ¿Con que? - preguntó la niña.

– Ya veremos pero de entrada cuando vaya a por el vestido tendrás que venir a ayudarme a elegir. Pero sin decirle nada a Carlos, ¿vale?

– Vale – dijo mirándonos a Rocío y a mi alternativamente.

Tras un rato mas con ellos a eso de las nueve nos fuimos todos a casa. Según llegamos a casa fuimos a cambiarnos pero vi como iba vestida ese día y decidí que ya nos cambiaríamos después de un polvo. Llevaba un simple vestido color marrón verdoso de punto, manga larga y cuello alto con un cinturón marrón adornándolo y sus botas marrones planas. Tocaba tantear a Rocío para ver si ella estaba dispuesta y tenía las mismas ganas que yo. Me acerqué por detrás y la abracé acariciando su plano abdomen a la vez que besaba su cuello.

– ¡Deja! - dijo ella con un tono juguetón que claramente contradecía lo que había dicho

– ¿Quieres que lo deje? - dije antes de llevar mi boca a su oreja

– Umm... si. Dejalo – dijo cada vez mas incapaz de mentir

– ¿Seguro? - dije mientras tiraba hacia abajo del lóbulo de su oreja mientras lo mordía

– Buff. Hagámoslo – dijo

Y giré con mi mano izquierda su cabeza hacia la derecha y la besé con pasión. Su lengua respondió al beso y empezamos una batalla con ellas. Ella me llevó a la habitación y me tumbó en la cama. Iba a quitarse el vestido pero la dije que no lo hiciera. Las piernas colgaban por la cama y ella desabrochó mis chinos y me los bajó hasta mitad de los músculos, junto con los calzoncillos, y empezó a jugar con mi polla semi erecta. Jugaba con la mano y la chupaba metiéndose solo la mitad de esta mientras que, por la base me pajeaba. Yo lanzaba mi mano para acariciar su pelo. Ella sacó mi pene tras un rato de su boca y se vio un hilillo de saliva que unía mi polla con su boca. Ella no paraba de preguntarme si me gustaba y yo decía que si junto con gemidos y otros sonidos guturales. Se echó un poco hacia atrás y empezó a tocarse todo el cuerpo por encima del vestido con especial atención a sus tetas. Pronto se subió el vestido hasta su cintura y se bajó el tanga hasta quitárselo. Una vez sin el escalo de rodillas, como una felina, a la cama y se montó sobre mi. Mientras me besaba se llevo mi pene a su coño y, una vez la tuve penetrada, rompió el beso y se echó hacia atrás apoyando sus manos tras sus piernas. En esa posición empezó a cabalgar y ambos empezamos a gemir descontroladamente. Fueron unos cinco minutos de penetración en esa posición alternando cabalgadas lentas y profundas con otras mas rápidas donde apenas entrábamos y salíamos. Ella en un momento del polvo se quedó totalmente insertada y empezó a girar su cuerpo haciendo que yo llegara un punto de éxtasis total. En esa posición se giró, sin sacar mi polla de su coñito y echándose hacia delante empezó a subir y bajar. En ese momento dándome la espalda. Todo el rato que la estuve penetrando en esa posición hacía yo movimientos a la par que ella. Cabalgando ella como si no tuviéramos otra cosa que hacer y nuestra vida dependiera de ello. Tras un rato así me corrí en ella y mi corrida produjo en ella su primer orgasmo. Se salió de mi y nos besamos un rato. Ambos aun medio vestidos y excitados pasamos a desnudarnos rápidamente y, tras un poco de excitación manual, la puse a cuatro patas acercándome a ella y penetrando su coño de atrás estando ambos de rodillas sobre la cama. Tras un rato así me salí de ella, la di la vuelta y lleve su coño al borde de la cama. Me puse de pie y la empece a insertar mi polla sin cortarme un pelo. Ella cada vez gemía mas rápido y yo notaba que no podía aguantar mucho mas. Ella se corrió salvajemente y, mas o menos cuando se apagaba su orgasmo, me corrí yo a continuación. Tras los dos polvos cenamos algo ligero, vimos la tele y nos fuimos a dormir.

Mas de relatador74

Mi historia (81: Septiembre 2007)

Mi historia (80: Agosto 2007)

Mi historia (79: Julio 2007)

Mi historia (78: Junio 2007)

Mi historia (77: Mayo 2007)

Mi historia (76: Abril 2007)

Mi historia (75: Marzo 2007)

Mi historia (74: Febrero 2007)

Mi historia (73: Enero 2007)

Mi historia (72: Diciembre 2006)

Mi historia (71: Noviembre 2006)

Mi historia (70: Octubre 2006)

Mi historia (69: Septiembre 2006)

Mi historia (68: Agosto 2006)

Mi historia (67: Julio 2006)

Mi historia (66: Junio 2006)

Mi historia (65: Mayo 2006)

Mi historia (64: Abril 2006)

Mi historia (63: Marzo 2006)

Mi historia (62: Febrero 2006)

Mi historia (61: Enero 2006)

Mi historia (60: Diciembre 2005)

Mi historia (59: Noviembre 2005)

Mi historia (58: Octubre 2005)

Mi historia (57: Septiembre 2005)

Mi historia (56: Agosto 2005)

Mi historia (55: Julio 2005)

Mi historia (54: Junio 2005)

Mi historia (53: Mayo 2005)

Mi historia (52: Abril 2005)

Mi historia (51: Marzo 2005)

Mi historia (50: Febrero 2005)

Mi historia (49: Enero 2005)

Mi historia (48: Diciembre 2004)

Mi historia (47: Noviembre 2004)

Mi historia (46: Octubre 2004)

Mi historia (45: Septiembre 2004)

Mi historia (44: Agosto 2004)

Mi historia (43: Julio 2004)

Mi historia (42: Junio 2004)

Mi historia (41: Mayo 2004)

Mi historia (40: Abril 2004)

Mi historia (39: Marzo 2004)

Mi historia (38: Febrero 2004)

Mi historia (37: Enero 2004)

Mi historia (36: Diciembre 2003)

Mi historia (35: Noviembre 2003)

Mi historia (34: Octubre 2003)

Mi historia (33: Septiembre 2003)

Mi historia (32: Agosto 2003)

Mi historia (31: Julio 2003)

Mi historia (30: Junio 2003)

Mi historia (29: Mayo 2003)

Mi historia (28: Abril 2003)

Mi historia (27: Marzo 2003)

Mi historia (26: Febrero 2003)

Mi historia (25: Enero 2003)

Mi historia (24: Diciembre 2002)

Mi historia (23: Noviembre 2002)

Mi historia (22: Octubre 2002)

Mi historia (21: Septiembre 2002)

Mi historia (20: Agosto 2002)

Mi historia (19: Julio 2002)

Mi historia (18: Junio 2002)

Mi historia (17: Mayo 2002)

Mi historia (15: Marzo 2002)

Mi historia (14: Febrero 2002)

Mi historia (13: Enero 2002)

Mi historia (12: Diciembre 2001)

Mi historia (11: Noviembre 2001)

Mi historia (10: Octubre 2001)

Mi historia (09: Septiembre 2001)

Mi historia (08: Agosto 2001)

Mi historia (07: Julio 2001)

Mi historia (06: Junio 2001)

Mi historia (05: Mayo 2001)

Mi historia (04: Abril 2001)

Mi historia (03: Marzo 2001)

Mi historia (02: Febrero 2001)

Mi historia (01: El comienzo)