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Mi historia (19: Julio 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 1 al 7 de Julio

El lunes uno de Julio era el día de mi cumpleaños. Cuando me levanté Rocío ya estaba apunto de irse y ya me había dado mi beso de cumpleaños. También se había metido con mi edad. Cumplía 29 años. Mirado con perspectiva estaba en lo mejor de la vida pero para una mujer de 25 años era un hombre a tan solo un año de la treintena. Antes de irse se acercó a mi y me dijo.

– Hoy aquí a las cinco y media. Tienes otro regalo. No llegues ni un minuto tarde

– ¿Me vas a pedir matrimonio? - dije yo haciendo referencia a como la pedí que se casara conmigo unos meses atrás.

– Quizás – dijo sonriendo al tiempo que se iba de la habitación camino de su trabajo.

Me pasé todo el día bastante intrigado pensando que se le había ocurrido ahora y un poco nervioso. Nervioso en el buen sentido de la palabra. No podía ser algo que durara mucho, como una fiesta, puesto que las ocho habíamos quedado en casa de Mariano y Manuela, mis nuevos padres. A las cinco y media estaba entrando por la puerta de casa y oía ruido en el salón. Al llegar vi a Rocío y Raquel charlando alegremente. Al verme entrar Rocío me dijo que me sentara.

– Hola cariño – dijo

– Hola amor – contesté yo

– Estarás preguntándote que hace aquí Raquel.

– Pues si, la verdad

– Era parte de tu regalo – dijo dejándome aun mas intrigado – Cuando me pediste matrimonio me puse a pensar que te podía regalar pero es casi imposible igualar lo que hiciste por mi. Al final solo se me ocurrió una cosa para el día de tu cumpleaños.

Y se quedó mirándome. Raquel también me miraba fijamente. Me estaban poniendo nervioso

– ¿Que? - pregunté

– Esto – dijo Rocío

Y acercándose a Raquel la dio un beso en la boca donde pude observar perfectamente como sus lenguas jugaban. Me quedé de piedra y, tras medio minuto o así rompieron el beso.

– Desgraciadamente - continuó hablándome Rocío – a Raquel le ha bajado la libido una barbaridad.

– Ya lo sabes – dijo Raquel encogiéndose de hombros.

– Quería que esta tarde pudiéramos hacer el amor tu y yo con ella. Se que ella es especial para ti y sabes que no me importa compartir un poquito de ti con ella, mientras yo siga siendo tu Reina. Pero ella ahora no puede disfrutarlo. Aquí lo importante es que tu lo disfrutes pero que también disfrutemos ella y yo. Por tanto, tomate esto como un cheque a canjear cuando Raquel estime que esta lista. Mientras hemos pensado que lo mejor es que echemos un polvo tu y yo con ella mirando.

Mi cara debía ser un poema pues la siguiente en hablar fue Raquel

– ¿Has visto que cara se le ha quedado?- dijo mirando a Rocío

– Si, parece un cordero degollado – contestó Rocío

– Eres su kriptonita – dijo Raquel – Consigues sacar el corderito que ahí en el.

Y ambas se echaron a reír mientras yo seguía impactado. No sabía que hacer. Obviamente. Miraba a las dos y ellas solo me miraban sonrientes. Raquel estaba con un vestido que no era capaz de ocultar que en menos de dos semanas salía de cuentas. Rocío aun seguía vestida con su ropa de trabajo Ese día llevaba un falda negra con rayas blancas, de tubo, hasta justo debajo de las rodillas con un top sin tirantes negro de seda. En los pies llevaba unos peep toes negros con un pelín de plataforma. Puesto que yo estaba un poco parado fue ella la que se levantó del sofá y sentándose junto a mi empezamos a besarnos. Un beso que rápidamente se convirtió en un beso de pasión descontrolada. No debieron pasar mas de veinte segundos hasta que la tenía sentada sobre mi con nuestras bocas jugando a lo loco y mis manos sacando su top. Una vez el top estuvo fuera seguimos juntando nuestras bocas mientras mi mano desabrochaba su sujetador y liberaba sus tetas de la tiranía de este. Bajé mi boca a sus tetas y, mientras chupaba una, con la mano acariciaba la otra. Seguí así un rato hasta que la mano dejó su teta y pasó a la cremallera de su falda que, rápidamente, la baje. Con la cremallera bajada la hice quitarse la falda e inmediatamente la braga y la tumbé en el sofá. Abrís sus piernas, ya solo tenía los zapatos, y me arrodillé en el suelo para comerla el conejo. No era algo que hiciera muy a menudo pero ese día no podía parar de hacerlo. La chupaba el exterior de la raja y metía mi lengua hasta dentro. Con ella también buscaba su clítoris. Estaba en estas cuando decidí quitarme el pantalón y, sin dejar de lamer su raja, conseguí hacerlo. Ella notó que estaba ya desnudo de cintura para abajo y se incorporó poniéndose ella de rodillas y haciéndome a mi ponerme de pie. Agarró mi casi totalmente erecta polla y la llevó a su boca. Jugó con ella primero chupándola por los laterales para luego metérsela en la boca enteramente. Vimos como Raquel, desde su sofá, estaba tocándose una teta con una mano y el coño con otra. Yo agarré la cabeza de Rocío y la marque el ritmo de la mamada. Estaba acelerada y me apetecía una mamada un poco mas tranquila y profunda. Ella me miró a los ojos y sonrió. Seguimos con unos dos minutos de mamada cuando la di la vuelta, la levanté y la puse de rodillas contra el sofá mirando hacia el respaldo. En esa posición, y estando yo de pie, empecé a perforarla tras apuntar mi polla a su coño. Yo me inclinaba sobre ella y, girando su cabeza, la besaba mientras la follaba. En esa posición, con la cabeza ligeramente girada, ambos podíamos ver como Raquel se estaba masturbando cada vez mas fuertemente.

– Pero esta no estaba con la libido por los suelos – dije como pude entre gemido y gemido

– Callar y seguir follando – dijo Raquel – Es lo mas excitante que he visto en mi vida

Tras volver a besar a Rocío la giré de tal manera que ahora estaba tumbada con su espalda en el sofá y yo tenía que agacharme mucho mas para seguir follándola. Estaba con una rodilla en el sofá y el otro pie en el suelo. Esta posición me permitía follarla y ver su cara. Ella llevo una de sus piernas a mi hombro y yo seguí follándola sin problemas.

– Esta corriéndose – dijo Rocío cuando oímos a Raquel

– Vaya tela – dije yo

– Ahh – expreso guturalmente Raquel – Os amo. Es mi primera buena corrida en meses. ¡Seguir! - dijo con un tono entre el gemido y la orden enfática.

El siguiente paso fue tumbarme yo sobre el sofá con mi espalda sobre el respaldo y poner a Rocío pegada a mi, también tumbada, con su espalda junto a mi pecho. Desde atrás y abriendo mucho sus piernas, la empecé a penetrar con mucha dureza a la vez que no parábamos de besarnos y de decirnos, muy bajito, que nos queríamos. Era sin duda uno de los mejores polvos con ella y no dejé de perforarla. Lo que puede hacer tener espectadores. En esa posición estuvimos un buen rato hasta que volví a la anterior en la que ella tumbada y yo con un pie en el suelo y una rodilla en el sofá la penetraba. Esa posición me estaba gustando pero Rocío me hizo levantar y me tumbó en el sofá. Se subió encima mio y con una rodilla a un lado y la planta del pie en el otro, ambas sobre el sofá, apuntó mi polla a su coño. No me cabalgó sino que fui yo el que hacía todo el trabajo mientas ella echada sobre mi no paraba de besarme. Tras un rato así me incorporó y poniéndome sentado en el sofá y ahora si empezó a cabalgar. Ahora ambos estábamos mirando, directamente, a Raquel, que seguía masturbándose con locura. Ella subía y bajaba sobre mi a una velocidad prudencial. No era desde luego una cabalgada salvaje. Empezó a variar el ritmo, a veces mas lento y profundo y a ratos mas rápido y, tras un rato, se corrió. Casi coincidente con el primer masaje de su coño en mi polla por el orgasmo acabé explotando en ella. Los chorros de semen parecían salir con mayor violencia de la habitual. Seguro que no era así pero lo parecía.

– Brutal – dijo Raquel – Gracias a los dos

– Gracias a ti – dijo Rocío acercándose a ella y dándola un piquito en la boca

– Gracias a las dos – dije yo echándome a reír.

Tras un rato los tres sin decir nada Raquel se despidió y Rocío y yo fuimos a cambiarnos para ir a casa de Marino y Manuela, mis nuevos padres, con los que iba a celebrar mi cumpleaños. En el coche de camino hablamos sobre lo acontecido.

– Era la primera vez que besaba a una chica y estaba muy nerviosa – dijo Rocío

– A mi me engañaste – dije bromeando.

– El beso no me ha gustado especialmente – dijo – Pero tampoco me ha parecido asqueroso. Un beso a una amiga con la que comparto el sexo contigo.

– Bueno, compartir no es la palabra. Tu tienes mucho mas que ella y lo sabes. Dejas las migajas para ellas.

Tras decir eso me miro y me dio un beso en la mejilla. Ya estábamos llegando a casa de Marino y Manuela.

– Aun te debemos el trío – dijo Rocío antes de salir del coche y dirigirse a saludar a mi padres "adoptivos"

La tarde noche fue muy agradable y lo pasamos genial. A la hora de los regalos Manuela me dijo que ellos querían regalarme la adopción pero que era imposible pues yo era mayor de edad. Me levanté del sofá y la di un beso.

– Gracias. Solo que lo pensarais significa mucho para mi – dije

– Bueno, como no te pudimos regalar eso aquí tienes – y me dio una cajita.

Cuando lo abrí me quedé impresionado. Era un crucero por los fiordos en una suite con el vuelo a Copenhagen, de donde salía el crucero, en primera clase. Las vacaciones eran del quince al veintitrés de ese mes.

– Rocío ya tiene pedidas las vacaciones, no te preocupes – dijo Mariano anticipándose a mi pregunta

– Gracias – dije yo – Me encanta pero es demasiado

– No es demasiado cariño – dijo Manuela

Seguimos un tiempo charlando y a eso de las once y media salimos de vuelta para casa donde llegamos a las doce y, como podéis suponer, hicimos largamente el amor.

El martes llegué a la oficina de muy buen humor. Como para no estarlo. Raquel entró a mi oficina pronto y pedimos un par de cafés a mi secretaria. Ya con los cafés dejamos el tema de los negocios

– ¿Que te pareció lo de ayer? - me preguntó

– No se – dije - ¿Como lo interpretas tu?

– Como que tienes a esa chica tan loca por ti como tu estas loco por ella. Simplemente sois distintos. Tu demuestras lo que la quieres con esa seguridad que emanas y ella con su generosidad. Esa generosidad que te permite que te acuestes con nosotras y que ahora ha llevado un punto mas allá permitiéndote un trío con ella. Estaba muy nerviosa. Lo de besar a una mujer la tenía inquieta pero por ti lo hizo. Y creo que ayer disfruto. Eso si, una cosa que te quede claro. Los tríos con ella. El que hicimos con Belén no se repetirá. Puedes follarnos pero los tríos solo con ella. Cuando ella y yo hablamos eso lo dejamos claro.

– Me vale y me sobra. Yo ayer lo pase genial y ni fue un trío.

– Me alegro. ¿Nos vamos?

Miré el reloj y eran casi las once. Ese día inaugurábamos nuestro segundo restaurante y ella y yo estaríamos allí todo el día ayudando a Nuria, Luis y el equipo del nuevo restaurante en lo que pudieran necesitar. Esta vez no habría una gran quedada de amigos para inaugurar el restaurante. Con María que acababa de dar a luz, Raquel a punto de hacerlo y Laura y Rocío ese día en el masters no era muy fácil. Pasé allí todo el día. Alberto, Mike y Marga se pasaron a mediodía para verlo y comer pero fue lo mas especial. Yo cené allí con Nuria y Luis, a Raquel ya la habíamos mandado a casa, y llegué a casa a las once con Rocío ya cenada. Esa noche volvimos a hacer el amor. Que bien me sentó mi regalo de cumpleaños.

El buen humor de esos dos días sabía que lo iba a perder la tarde del miércoles ya que tenía la reunión de la empresa de Mariano, de la que yo tenía un 12%, y donde nuestros dos enemigos Rodrigo y Marcos seguro que volvían a ejercer su derecho a pedir el reparto de dividendos máximo. Trabajé intentado no pensar mucho en la reunión de la tarde hasta las dos. A esa hora me fui a comer con Mariano y Javier, el otro socio de mi padre que era el abogado de Mariano y mío. Teníamos que otra vez mordernos la boca. A las cuatro, en segunda convocatoria, empezó la reunión y se fueron aprobando los tramites sin mucho problema. Al final llegó el momento que esperábamos y Rodrigo y Marcos volvieron a ejercer su derecho al reparto máximo de dividendos. Ese año la empresa había dado aun mas beneficio, casi diez millones. Tras las reservas obligatorias y otros compromisos fiscales tocaba repartir 5,62 millones de euros de los que a mi me tocarían, aproximadamente, unos 650.000. Tras la reunión nos fuimos Mariano y yo a mi casa donde nos esperaban Manuela y Rocío para ir a cenar e intentar tranquilizarnos. Fuimos a un restaurante cercano y estuvimos hablando de nuestra boda y de otros asuntos para relajarnos. Ambas hicieron un buen trabajo. Esa noche al llegar a casa fui capaz de echar un buen sueño gracias a Manuela y Rocío.

El jueves no paso nada especial y fue un día normal. Nada destacable. Curre hasta tarde por tener Rocío masters y cene tranquilamente con ella antes de irnos a la cama.

El viernes cerré con Raquel varios temas pues sería su último día en la oficina pues ya tenía que dar a luz pronto. Salía de cuentas el viernes siguiente y, si ese día no daba a luz, se lo provocarían. A mediodía salimos hacia Cuenca. Comimos por el camino y allí estábamos por la tarde. Ese domingo les invitaría a comer por mi cumpleaños y el sábado lo dedicaríamos a avanzar en el tema de nuestra boda. Ese sábado además los padres habían organizado barbacoa en su casa. Como sería un fin de semana ocupado decidimos que no haríamos mucho el viernes y lo pasamos en casa con los padres. Nos fuimos pronto a la cama, hacia las doce, para levantarnos pronto el sábado.

El sábado fuimos a hablar con el párroco de la iglesia donde nos casaríamos. Ya habíamos reservado el veinticuatro de mayo de 2003 como la fecha de nuestro enlace pero lo habían hecho los padres y queríamos ir a hablar en persona. Era el típico detalle que el párroco agradeció pues viviendo fuera era lógico que hubieran sido los padres los que hablaran con el. Teníamos aun dudas en que hacer con el banquete. La boda iba a ser bastante multitudinaria y pocos salones podían acoger nuestra demanda de espacio. Por eso ambos preferíamos una boda en una finca pero a finales de Mayo siempre existe la posibilidad, remota pero existe, de que llueva y fastidie la boda. Ese día nos iban a enseñar unas carpas que se podían montar si había amenaza de lluvia en la finca que mas nos gustaba. Esta estaba a pocos kilómetros de Cuenca y lo bueno era que podíamos elegir el catering que quisiéramos. La solución de las carpas nos convenció tanto a Rocío como a mi. Lo mejor era que se podían montar esa misma mañana si fuera necesario. Con los deberes bien hechos volvimos a casa comer. Al llegar ya estaban los hermanos de Rocío, Diana y Jorge, y su cuñada María Rosa. Como sabían que estábamos liados con la boda habían estado preparando la comida y poco después de llegar estábamos comiendo todos en el comedor de la casa de los padres. Ya en los cafés María Rosa optó por tomarse una manzanilla. Nadie dijo nada pero a todos nos extraño pues a María Rosa la gustaba el café mucho pero pensábamos que estaría algo revuelta. A mitad de la charla del café Jorge dijo:

– Papá te noto mas viejo

– ¿Como? - preguntó el padre que para nada estaba en mala forma para su edad

– Olvidalo. Quizás sea que como vais a ser abuelos... - y dejo la frase colgando

Yo miré inmediatamente a Roció. Vi como se iluminó su cara y cuando miré a Diana esta estaba igual. Cuando fui a mirar a la madre esta ya se había levantado y estaba besando a su nuera. El padre fue a por su hijo y le abrazo. Tras ellos fuimos todos besando y abrazando a los futuros padres. Nos contaron que aun no lo sabía nadie y que no dijéramos nada en la barbacoa de esa noche pues era pronto ya que esperaban el bebé para mediados de febrero. Esperarían hasta finales de agosto para ir informando a la gente menos allegada. La barbacoa de esa noche en casa de los padres de Rocío fue similar a otras pero para el ojo informado era muy cantoso como Diana y Rocío pasaban muchísimo mas tiempo del normal con María Rosa y Jorge. Claro que para alguien sin la información que yo tenía no parecía tan sospechoso. Quizás simplemente llevaban un tiempo sin verse. Esa noche al irnos a la cama, y mientras se ponía el pijama, Rocío me dijo:

– Hace poco mas de un año te estaba presentando a mis padres. Hace menos de un año que viniste a esta casa por primera vez. Y ahora estamos prometidos. En menos de once meses nos casamos y mi hermano va a ser padre en poco mas de siete meses.

– La leche, ¿verdad? - dije yo ya desde la cama

– Si, creo que mi vida ha ido a mejor – dijo acercándose a la cama

– ¿Crees?

– Lo se

Y tras decir eso entró junto a mi en la cama. Me besó, se abrazó a mi y ambos caímos dormidos en los brazos del otro.

El domingo al desayunar la parejita fue la lógica protagonista. A mediodía invité a todos a comer a un buen restaurante de Cuenca por mi cumpleaños. Me regalaron bastante ropa y fue todo muy agradable. Hacia las ocho, mas tarde de lo normal, volvimos hacia Madrid. Queríamos estar todos un rato junto con los futuros padres. No llegamos a Madrid hasta casi las doce y, nada mas llegar, Rocío y yo nos fuimos a la cama.

02. Semana del 8 al 14 de Julio

La segunda semana de Julio era cuando Raquel daría a luz. Ese viernes Raquel salía de cuentas y, si no daba a luz antes, se lo provocaban.

Los dos primeros días de la segunda semana de Julio fueron totalmente anecdóticos. Sin nada relevante ocurriendo ni en lo personal ni en lo profesional. Hasta que a las once de la noche del martes recibí una llamada de José Carlos. Iba camino de la clínica con Raquel que había roto aguas. Nos dio la noticia pero nos pidió que no fuéramos hasta el día siguiente pues de madrugada no pintábamos nada.

A las nueve y media del miércoles estaba en casa de María recogiéndola en su casa para ir a ver a Raquel a la clínica. Rocío iría por la tarde pues no se podía escapar del trabajo como yo. Al legar Mike ya estaba allí. Tras pasar con Raquel la mañana me fui hacia la una de la mañana a la oficina donde conté a todos que había ido todo perfectamente. La niña, se llamaría Susana, había pesado 3,1 kilos y estaba en perfecto estado como la madre. Me puse a currar y a las cinco y media fui a por Rocío y volvimos a la clínica para que Rocío viera la hija de su amiga. Esa noche llegamos tarde a casa y, tras hacer el amor bastante rutinariamente nos fuimos a la cama.

El jueves trabajé toda la mañana y por la tarde fui yo solo a ver a Raquel, José Carlos y Susana, la preciosa niña que habían traído al mundo. Rocío no podía ir pues tenía masters hasta las diez de la noche. Estaba un poco cabreada pues también tenía masters el viernes tarde y el sábado a mediodía. Para cuando pudiera ir a verla, el sábado por la tarde, ya estarían en casa. La niña estaba genial y ese viernes era casi seguro que les darían el alta y se irían para casa. Cuando salí de la clínica aproveché para ir a buscar a Rocío y volver así juntos a casa. Cuando llegamos hicimos algo ligero para cenar y nos fuimos directos a la cama. A dormir abrazados sin hacer el amor esa noche.

El viernes Rocío volvía a tener masters ese fin de semana y preveía quedarme hasta tarde currando y luego ir a ver a Raquel un segundo a casa por la tarde cuando ya estuviera allí. Ese día fue la reunión para ver los números mensuales y, por primera vez desde la creación de la empresa, no estuvo Raquel. Ese mes la empresa presentó unas perdidas de poco mas de 350.000 euros. Era un perdida lógica propiciada, principalmente, por la inversión de 600.000 euros en el restaurante que habíamos abierto en la primera semana de Julio. Sin ella los beneficios hubieran sido de unos 250.000 euros. Nada espectacular pero aceptable. Nuestra empresa principal no tuvo unos beneficios espectaculares al igual que el resto de las empresas por las pagas extras. Era habitual los meses de Junio y Diciembre que subieran mucho los gastos. Aprobamos los gastos sin mas problemas y no tomamos muchas decisiones por no estar Raquel. Quizás iría a la siguiente reunión pero aun así no era muy necesario por ser la de agosto. Mike y yo nos fuimos a comer juntos con Marga. Tras la comida ellos se fueron a casa y yo me quedé a cerrar temas puesto que estaría fuera las dos semanas siguientes y Rocío estaba en el masters. A eso de las cinco y media, con la oficina vacía oigo ruido e inmediatamente se abre la puerta de mi despacho donde aparece María vestida con unos pantalones blancos y camisa de color blanco con cuadros grandes de color azul claro. Entró, cerró la puerta y con decisión se acercó a mi. Una vez junto a mi se sentó en mis rodillas y sin un hola de por medio me dio un beso de tornillo de, al menos, un par de minutos de duración.

– ¿No deberás estar con tus hijas? - dije tras el beso

– Su padre está con ellas. Ahora entre toma y toma de la niña he salido a comprar un regalo para un cumpleaños que tenemos mañana y como ya lo tengo he venido a hacerte una visita.

– Pues me alegro. ¿Cuanto tiempo tienes?

– Media hora – dijo mirando su reloj

– ¿Te apetece....? - y lo dejé colgando

– He venido a eso – dijo ella

Y volvimos a besarnos. La levanté conmigo y seguimos besándonos mientras nos quitábamos el pantalón mutuamente. Rápidamente estábamos ambos desnudos de cintura para abajo y apoyé a María contra la mesa. Pasé mi dedo por encima de la raja de su coño y saqué un primer gemido de su boca. La giré y aproveché para acercar mi cuerpo a su trasero para que notara mi pene, ya totalmente erecto, en contacto con su desnuda piel. Me mantuve en contacto sin dejar de acariciar su raja sacando unos cada vez mas intensos orgasmos. No pasaron más de dos minutos hasta que ella suplico:

– Fóllame, por favor

Solo teníamos unos veinticinco minutos y me puse a la labor. Volví a acercarme sin intención de penetrarla del todo aún pero apuntando mi polla a su raja. Hice que se girara y la besé con pasión sin penetrarla ni siquiera un pelín mas. Tras un largo beso volví a hacer que se echará hacia la mesa. Agarrando mi pene lo moví a lo largo de su raja un par de veces hasta que, abriendo un poco sus piernas, la penetré hasta el fondo. Notar que mi pene entero la penetraba hizo que gimiera muy fuertemente. Mantuve mi pene dentro durante un rato y cuando ella parecía mas calmada empecé a penetrarla con dureza. Pedía más cuando no gemía lo cual, la verdad, eran pocas veces. Tras muy pocos minutos dándola fuerte se corrió pero yo no hice ni caso y seguí con mi labor. La presión de su coño sufriendo el orgasmo durante mas rato de lo normal fue suficiente para que yo me corriera en su interior. Una vez nos calmamos un poco la incorporé lentamente pues aún tenía mi pene dentro de ella. Y la bese. Y nos separamos. Ambos nos fuimos a asear y antes de que se fuera nos despedimos con un pico. Seguí trabajando y a las siete fui a casa de Raquel para verla a ella y a la niña. A las nueve y media me fui a buscar a Rocío al masters y, tras cenar fuera, a las doce estábamos en la cama pues ella tenía masters al día siguiente también. Por suerte era el último día del masters hasta septiembre y podría estar mas con ella durante un tiempo. Especialmente las dos semanas siguientes que estaríamos de vacaciones.

El sábado estuve en casa terminando unas cosas que mande a Mike antes de ir a buscar a Rocío. Desde el masters iríamos a casa de Raquel pues estaba loca por volver a ver a Raquel y a la niña. Para no molestar mucho comimos antes de ir para allá y algo antes de las cuatro estábamos en casa de ellos. Rocío se pasó toda la tarde con Raquel como si fueran amigas de toda la vida. Aun me costaba algo entender como Rocío adoraba a Raquel y María aún sabiendo que tenía relaciones con ellas. Claro que con Raquel habíamos estado a las puertas del trío. No obstante, cada vez lo llevaba mejor. Estuvimos con ellos hasta las siete, pues no queríamos tampoco estar mucho y quedamos en pasarnos al día siguiente a despedirnos de ellos. Volvimos a casa y pasamos la tarde noche allí preparando las maletas pues al día siguiente iríamos a casa de María y luego a la de Raquel y José Carlos.

El domingo lo pasamos entre visitas a María y a Raquel. Vimos a las niñas y a las nuevas mamas y a eso de las doce estábamos terminando de hacer el amor. Tocaba irse a dormir pues al día siguiente salíamos hacia Copenhagen para embarcar en nuestro crucero. Regalo de mis nuevos padres.

03. Semana del 15 al 21 de Julio

Empezamos la semana de vacaciones madrugando mucho para poder coger el primer vuelo a Copenhagen. Por suerte Manuela y Mariano habían pensado en todo y al ir en business pasamos al lounge de la compañía aérea donde nos relajamos y tomamos un café antes de embarcar. Cuando llegamos al aeropuerto nos llevaron directamente al puerto donde embarcamos de manera preferente puesto que teníamos una suite reservada. La suite era una suite normal, ni una de las muy grandes ni una junior suite, y tenía una cama de matrimonio, una pequeña sala de estar un balcón privado y un baño con bañera. Ese día partimos por la tarde y, antes de cenar, dedicamos el tiempo a conocer el barco. Sus bares, la discoteca, los restaurantes, todas esas cosas. Mientras cenaba el primer turno Rocío y yo subimos a cubierta y nos tumbamos en una hamaca junto a la piscina. Ella no se bañó pero yo si me di un chapuzón. Tras el rato de relax en la piscina nos fuimos a vestir para la primera cena. El grupo que nos tocó en el restaurante era de solo otras seis personas. Cuatro eran españoles, una pareja joven en luna de miel y una pareja de jubilados, y un matrimonio mexicano. Parecían todos un grupo muy agradable aunque el primer día apenas pasamos de comentarnos nuestras vidas, a que nos dedicábamos y esas cosas. Tras la cena fuimos a dar una vuelta por el barco, visitamos los bares, el casino y, tras una copa en la discoteca nos fuimos a echar nuestro primer polvo en alta mar.

De martes a domingo los pasamos en el crucero. La vida en el crucero es un poco extraña. A veces tienes que madrugar mucho para ir a una excursión y otros días esta no es hasta bien entrada la mañana. O estas navegando y puedes dormir todo lo que quieras. Igualmente, muchos días tienes huecos a mediodía donde poder echar una siesta o ir a la piscina a descansar. Es un poco caótico y lo único que es mas o menos estable es el turno de cena y, a partir de ahí, uno gestiona su tiempo. Intentamos aprovechar el barco todo lo que pudimos pero nos era imposible ir a todos los espectáculos y eventos que acontecían a lo largo de las salas comunes de este. Lo que está claro es que la comida era muy abundante y tanto Rocío como yo hicimos uso del gimnasio para no acabar engordando unos kilos que luego nos costara perder en Madrid. Sexualmente fuimos bien servidos. Casi todos los días lo hacíamos en más de una ocasión. Desde luego la cama de nuestro camarote fue amortizada.

En cada viaje me gusta contaros una experiencia sexual. En este caso será la única que se dio fuera de la cama y es que no dimos uso al sofá apenas. Eran casi las tres y media de la madrugada y el sol brillaba. Es lo que tiene estar tan al norte. Era uno de los días que mas al norte nos encontrábamos, al borde del circulo polar ártico, y ya estaba bien amanecido. Ese día tuvimos casi 20 horas de luz y poco después de las dos ya había amanecido. Acabábamos de bajar de la discoteca y salimos un momento al balcón del camarote pero hacía algo de frío ya que el viento soplaba fuerte. Dejando la ventana del balcón abierta, para que entrara algo de brisa pero no el fuerte viento, metí una silla en la habitación y me senté sobre ella. Inmediatamente se sentó sobre mi Rocío y empezamos a besarnos. Aun vestíamos con la ropa de la cena. Yo unos dockers, camisa y americana y Rocío un vestido de inspiración náutica, muy apropiado para el barco, con tirante en solo uno de sus hombros y unas sandalias plateadas de Nine West de casi nueve centímetros de tacón. El tacón hacía que se acercara a mi altura de 1,80. El beso duró un buen rato y alternaba momentos de mayor pasión con otros de ternura absoluta. Empecé a besarla un poco mas pasionalmente mientras con mi mano derecha acariciaba su muslo en el punto de la pierna donde su falda acababa. Mis caricias no solo tuvieron efecto en mi sino que ella también empezó a mostrar mas entusiasmo y su mano izquierda pasó a acariciar, con delicadeza, mi polla por encima del pantalón. Nuestras caricias aumentaban la temperatura interna de nuestros cuerpos. Cada minuto que pasaba yo estaba un centímetro mas cerca de su ropa interior levantando su vestido. Ella se dio cuenta y no quiso ser menos. Me quitó el cinturón y me desabrochó el pantalón mientras no dejábamos de besarnos. Casi a la par toque yo la tela de su tanga y ella la de mi calzoncillo. Se levantó un segundo y tiró de mi pantalón junto con mi calzoncillo. Yo levanté un poco el culo de la silla y salio mi pantalón. Ella volvió a sentarse sobre mi pero esta vez puso cada pierna a un lado y se remango el vestido. Quedaba como cabalgándome mirando hacia mi. Nos volvimos a besar y yo lleve mi mano a su tanga. La toque un poco e hice una exploración inicial con mis dedos en su conejito. Fue uno de ellos entrar un poco en su cueva y dar un gemido algo mas alto de lo esperado.

– Es tarde y me tienes loca – dijo – Follemos

Ante eso solo puede uno hacer una cosa. Cogí mi polla y la apunte a su coño. Empecé a penetrarla muy lentamente. Ella gemía y yo besaba su oreja. Empezó a moverse acompasada a mi ritmo y no pude seguir besándola la oreja y me uní a su coro de gemidos. Notaba que eran cada vez mas alto y nos acercábamos ya a las cuatro de la mañana con la ventana del balcón abierto. Para no armar un escándalo me levanté, con ella aun ensartada y me acerqué a la puerta del balcón para cerrarla. Ella rebajo un poco la intensidad de los movimientos mientras yo cerraba la ventana pero no los paró del todo. Volví con ella aun moviéndose a la silla y, una vez sentados, reanudamos la cabalgada escandalosa. Yo me uní a ella en los movimientos y, tras unos minutos así, noté que me iba a correr. Se lo hice saber y me dijo que lo hiciera cuando quisiera. Me corrí tras tres o cuatro penetraciones mas. Parecía que ella no se iba a correr pero con la ayuda de una de mis manos, y justo cuando yo ya no echaba mas chorros de semen, se corrió. Nos miramos un rato a los ojos sin decir ni hacer nada. Tras un rato así nos besamos, ella se salió de mi y, de la mano, fuimos a dormir a la cama.

04. Semana del 22 al 28 de Julio

El crucero fue una experiencia maravillosa. Estábamos seguros que íbamos a repetir. Sentarse en la terraza a tomarse algo, agarrado a Rocío con solo el mar al frente y la brisa acariciando nuestro rostro era algo increible. Una experiencia única. Cuando amanecimos el lunes el barco ya estaba en el puerto. Nuestro horario de salida no era muy temprano y nos permitió desayunar con tranquilidad. Una vez fuera del barco y con las maletas nos estaba esperando un coche para llevarnos al aeropuerto. Nuestro vuelo salía a la una y a las once ya estábamos facturando. Aprovechamos el tiempo para comprar unos regalos en las boutiques del aeropuerto y a eso de las cuatro ya estábamos en Madrid. No pasamos por la oficina pues a esa hora en verano ya se habría ido todo el mundo. Al llegar a casa vi que tenía un email de Rubén, mi nuevo asesor del banco, que me decía que ya había entrado el dinero del reparto de dividendos de Mariano y quería quedar para ver que hacíamos con el. Esa tarde, tras descansar un poco fuimos a ver a Raquel y su niña primero y a María y las suyas después. La niña de Raquel parecía otra. Una semana sin verla y estaba mucho mas guapa, menos arrugada. Una monada. Esa noche cenamos, muy poco, en casa y antes de las doce estábamos en la cama.

Cansados tras el crucero, el martes nos levantamos hacia las diez. Yo me fui un rato a la oficina hacia las once, estaría hasta las dos, y Rocío fue a ver a su amiga Laura y luego me esperaría en casa de Raquel para comer. Tras comer con Raquel y José Carlos pasamos la tarde con María, Arturo y las niñas en la zona del Templo de Debod que está muy cerca de casa de María. A unas cuatro o cinco manzanas. Ese día volvimos antes a casa pues al día siguiente salíamos Rocío y yo a Menorca para terminar nuestras dos semanas de vacaciones con unos días en mi casa veraniega.

El despertador sonó como si tuviéramos que ir a trabajar. Pero no, volvíamos a Barajas para coger un vuelo a Menorca a pasar hasta el domingo de vacaciones. Ese año, debido al masters de Rocío, tendría casi todas mis vacaciones en verano. Los viajes en Julio y en Agosto Rocío pasaría una semana y media en Cuenca aunque yo volvería tres días a Madrid pues no podía dejar la empresa tanto tiempo con Raquel aun de baja maternal. Ya en el avión sacamos nuestras agendas y terminamos de preparar nuestro verano. Decidimos que ese año, además de ir un fin de semana con Manuela y Mariano y otro para montar una fiesta como la del año anterior, iríamos también un fin de semana con sus padres. La única fecha que nos cuadraba para ir con ellos era la del 20-22 de Septiembre. Cuando aterrizamos cogimos el coche de alquiler y fuimos a mi chalet. Pasamos el resto de la mañana y principio de la tarde asentándonos en la casa. Una vez lista bajamos a la playa donde estaban algunos de mis amigos, pocos, y otros conocidos. A todos los que no lo sabían les contamos lo de la boda y los que si lo sabían nos felicitaron. Con los amigos comenté que el viernes por la noche tendríamos fiesta en mi casa. Esa noche la pasamos en casa tranquilos cenando en el patio y durmiendo juntitos tras un maravilloso polvo con las ventanas abiertas que introducían en la habitación la brisa del mediterráneo.

El jueves dormimos todo lo que nos apeteció. Nos levantamos tarde, desayunamos y nos fuimos a la piscina donde alternábamos ratos de piscina con ratos de tumbona. Ese día vino la mujer del pueblo que limpiaba la casa y estuvimos un rato hablando de nuestra boda. Tras comer descansamos un poco en el sofá del salón con el aire acondicionado ya que en el patio hacía demasiado calor.

El viernes por la mañana fuimos a comprar la carne para la barbacoa y bebidas en cantidad. Iba a ser, en cierto modo, una barbacoa de celebración de nuestra boda. No bajamos a la playa ese día y lo pasamos en casa descansando en la piscina por la tarde hasta que, a las ocho, empezamos a preparar la fiesta. Esta fue muy chula aunque, puesto que era Julio, no había mucha gente. Seríamos unos quince y lo mejor de todo es que Rocío ya conocía a algunos relativamente bien de todas las veces que fuimos a Menorca el año anterior. Aproveché para convocar mi Fiesta Menorquina, con amigos de Madrid y de Menorca, para el 31 de Agosto. Pensaba convertirlo en una tradición. Al menos mientras pudiéramos. La fiesta duró hasta las cuatro de la mañana y, cuando esta finalizo, acabamos Rocío y yo en la cama destrozados. Una fiesta es cansada pero si eres anfitrión mucho mas.

El sábado vino la mujer que hace la casa a terminar de limpiar y recoger. Rocío y yo ya habíamos recogido algo el día anterior puesto que una cosa es tener una persona que te hace la casa y otra dejarlo todo hecho un desastre. Algo antes de la hora de comer se fue y Rocío y yo nos hicimos una pechuga de pollo a la plancha y una ensalada. Yo me conservaba bien y ella estupendamente entre otras cosas porque no hacíamos excesos con la comida. Comíamos mucho fuera y por eso en casa siempre comíamos muy ligero. Ese día decidimos bajar tarde a la playa, poco mas que para despedirnos de mis amigos y tras comer fuimos a la piscina donde yo me tumbé en una tumbona a leer bajo una sombrilla mientras ella alternaba ratos al sol para ponerse morena, en top less, y ratos a la sombra leyendo. Tras una par de horas yo estaba cerca de caer dormido en la tumbona y oí a Rocío decirme que se iba a dar un baño. La oí saltar al agua y como nadaba unos largos. Debí en ese momento caer dormido pues lo siguiente que recuerdo era como saltaba de la tumbona al sentir gotas de agua, bastante frías, en mi cuerpo. Abrí los ojos y recuerdo a Rocío sonriéndome con cara de traviesa y recién salida de la piscina. Llevaba un bañador de color gris oscuro y salmón que ya estreno para mi en Menorca el año anterior. Sabía que era, de sus muchos bañadores, mi preferido. Cuando ya estaba mirándola bastante desperezado ella echó su cabeza hacia atrás y, violentamente, la movió hacia delante haciendo que todo su pelo mojado pasara a su cara y me salpicara agua. Ya sabía como lo había hecho la primera vez y cuando se apartó el pelo tenía la misma cara de traviesa. Me incorporé y puse mis piernas a cada lado de la tumbona. Una vez sentado y sin retirar mi mirada de sus ojos ni un segundo, alargué mis manos. Ella las cogió y las llevo a sus pechos, mientras se sentaba en la tumbona junto a mi, que volvían a estar cubiertos por el bañador pues no la gustaba nadar en top less. Una vez juntos pasamos a besarnos con bastante pasión haciendo que nuestras lenguas pelearan por estar en la boca del otro sin dejar al otro ocupar nuestro espacio. Mientras nuestras lenguas estaban en su batalla particular yo llevé mis manos a su espalda, aun algo húmeda, y empecé a desabrocharla la parte superior del bikini. No me costó mucho y lo tiré a la hierba. Ella echó su cuerpo sobre el mio y caí recostado sobre la tumbona. En ese momento ella tomó el control puesto que yo tuve que echar un poco la vista atrás para no hacerme daño y ella aprovechó para besarme y, a la vez, llevar su mano a mi bañador y bajarme este un poquito. Muy poco pero lo suficiente como para tener ese punto de ventaja en nuestra pequeña batalla. Batalla sin perdedores pues el objetivo final es que ambos ganáramos en forma de orgasmo.

– ¡Levanta el culo! - ordenó Rocío con una sonrisa

Yo levanté este y ella tiró de mi bañador y una vez lo tuvo fuera lo tiró al césped y cayó cerca de la parte de arriba de su bikini. Ya sin mi bañador ella escaló hasta que puso su entrepierna, aun protegida por la braga del bikini aun húmedo por el baño, a la altura de mi ya bastante erecto pene. Mientras me besaba empezó a frotar mi polla con la ayuda de su entrepierna. Subía y bajaba rozando la tela de su bikini con la longitud de mi polla. En todo momento me besaba y llevaba la voz cantante. Ella dominaba cada momento de nuestra excitación. Marcaba el ritmo. Jugaba conmigo y yo aun así disfrutaba. Y no se si aun así o por eso. Estar en sus manos era maravilloso pues sabía que buscaba su placer pero, como cuando yo estaba al mando, también buscaba el placer del otro, en este caso el mío. Sus movimientos sobre mi pene estaban calentándome demasiado y por suerte ella debía también estar necesitada de algo más pues tras un poco mas de tortura cogió mi polla y la llevo a la entrada de su conejo a la vez que apartaba su bikini. Ya con mi polla en la entrada ella se incorporó un poco mas y, sonriéndome, se dejó caer sobre ella. Boto erguida sobre mi durante un rato haciendo que mi polla entrara y saliera de su coño con cierta violencia hasta que, sin dejar de subir y bajar, se echó hacia delante y me beso. Fue un beso cargado de pasión que iba acompañado de mi movimiento de cintura para seguir perforándola todo lo posible. Cada vez estaba mas cerca de mi orgasmo y noté que ella también. Mi sincronización con Rocío en el sexo era total y habíamos conseguido ambos corrernos casi a la vez en la mayoría de nuestros polvos. Por desgracia no siempre era posible pero casi siempre si. Y esta fue una de esas veces. Unos cuantos movimientos mas de mi cintura acabaron con los chorros de semen saliendo de mi pene y alojándose en su coñito. Al segundo o tercer chorro ella empezó a correrse y su coño a contraerse dando un masaje final a mi polla. Tras el polvo nos acariciamos en la tumbona y nos besamos un rato. A eso de las siete fuimos a nuestra habitación a ducharnos y, tras ponernos bañadores nuevos, bajamos a la playa para despedirnos de mis amigos.

El domingo cogimos el primer vuelo de vuelta para Madrid y, una vez dejamos las maletas en casa, pasamos la tarde con Raquel y María en casa de la primera. A Rocío le apetecía quedar con sus dos amigas que habían sido madres recientemente y entre las tres pensaron que mejor que dos ratos cortos era un rato un poco mas largo. A las nueve y media de la noche estábamos de vuelta en casa y, tras ver un poco la tele y un polvo, nos fuimos a dormir.

05. Semana del 29 de Julio al 4 de Agosto

Tras dos semanas de vacaciones volvía a la empresa y fui a desayunar con Mike pues el pobre había estado a cargo de todo conmigo de vacaciones y Raquel de baja maternal. Pero ahora llegaba su revancha pues el y Marga se iban de vacaciones hasta el día 11 y yo estaría desde el día siguiente dos semanas a cargo de la empresa de importaciones y de ver los posibles problemas que pudieran surgir en las otras empresas. Por suerte el holding estaba cada vez mas profesionalizado y Ana y su departamento resolverían varias dudas. Esas dos semanas tendría que trabajar mas horas como si no fuera verano pero no me importaba mucho pues estaba con las pilas cargadas tras las vacaciones.

El martes dediqué todo el día a la empresa de importaciones tras hablar con Ana que se encargaría de avisarme si me necesitaban en el holding. Estuve casi todo el día con Alberto que me contaba como llevaban los nuevos países que lanzaríamos en Septiembre, Holanda y Bélgica, y con Elena, la subdirectora de ventas de Marga que me estuvo contando como habían ido las ventas de México tras poco mas de un mes y medio con ese país en nuestro porfolio y en general como iba nuestro paso a cuatro equipos cada uno para una zona específica. Cuando todos se fueron a casa, a las tres por la jornada de verano, yo me fui con Alberto a comer. Le estuve comentando que me había impresionado Elena y el me dijo que tanto ella como Jorge, su segundo de abordo, estaban haciendo un muy buen trabajo. Tras la comida el se fue a casa y yo volví a la oficina hasta las seis cuando me fui a casa para poder disfrutar la tarde veraniega con Rocío. Esa noche hicimos el amor muy placenteramente.

El miércoles y jueves lo dediqué a algunas reuniones con clientes de la empresa de importaciones, algunos de los cuales me conocían de cuando estaba en el día a día y a reunirme con los diferentes responsables de nuestras otras empresas. Las tardes, a partir de las seis o siete, las dediqué a Rocío. Ambos días visitamos distintas tiendas para ir avanzando en detalles de la boda como las invitaciones y los regalos que se daban a los que asistían.

El viernes solo trabajé hasta mediodía y Rocío y yo, junto a Laura y Antonio, pasamos una agradable tarde por el centro.

Por fin el primer día del fin de semana y me sentía cansado tras una semana de bastante calor y mucho trabajo. Nos levantamos tarde y fuimos a casa de Raquel a comer pues Rocío quería ver a sus amigas y a los hijas de estas. Si, era mi mejor amiga y mi amante desde 1999, pero Rocío era la que quería estar con ella. Y lo raro es que sabía que era mi amante ya que también era su confidente. Si lo pensaba fríamente era un lió. En fin, pasamos el día con Raquel, su marido y su hija. Por la noche nos fuimos a dormir pronto pues al día siguiente teníamos el mismo asunto pero con María. Eso si, antes llamamos a Teresa, la amiga de Rocío pues era su cumpleaños. No pudimos estar esa semana en Cuenca pero Rocío la dijo que ya le daría su regalito cuando pasara la semana del diecinueve de agosto en Cuenca.

Con María era igual pero distinto. Eran tres niñas, no la primeriza, y Rocío amaba a todas sus hijas como lo hacía yo. La segunda hija de María, mi ahijada, ya tenía un año y ocho meses y me encantaba estar con ella. Ya estaba en edad de disfrutar con nosotros. Elena y Rocío siguieron mostrándose afecto mutuo de una manera casi excesiva y con Arturo, como siempre, muy bien. En definitiva fue otra comida con una gran amiga de ambos. Llegamos a casa hacia las nueve y yo fui directamente al salón sentándome en el sofá. Rocío paso un momento por el servicio y al volver al salón se sentó junto a mi. Ese día se había puesto un vestido corto de punto y un color a medio camino entre el dorado y el plateado. Una especie de dorado apagado o algo así. En su muñeca derecha llevaba varios aros dorados y completaba su atuendo con unas sandalias marrones sin tacón. Empezamos a besarnos con ternura. Llevábamos un fin de semana rodeados de niños y, si bien sabíamos que no era el momento, queríamos tener nuestros propios hijos mas pronto que tarde y eso hacía que se nos calentara un poco la sangre. Para acercarla un poco mas a mi la subí a mis muslos quedando ella sentada sobre mi con ambas piernas hacia mi lado derecho. En esa posición mantener el beso era mucho mas fácil y este, cada minuto que pasaba, subía en intensidad. Tras un rato donde el beso era protagonista exclusivo de nuestra atención posé una mano sobre su cuerpo, entre pierna y pierna, y empecé a acariciarla subiendo muy lentamente mi mano y acercándome, discretamente, a su preciado coño. Ella no parecía querer evitar mi acercamiento mientras, con sus manos en mi cuello, me acariciaba. El beso ya había dejado de ser tierno y pasaba a ser pasional. Mi mano derecha, al tiempo, seguía con su exploración y tras un buen rato, por lo pausado de mi movimiento, toque la tela de su tanguita sacando un suspiro de su boca. Mantuve mi mano en las cercanías de su conejo pero jugaba a solo tocarlo esporádicamente. La frecuencia en mis tocamientos de tanga era cada vez mayor. Ella empezó a calentarse mas y mas y se movió un poco para poder poner su mano sobre mi, ya en ese momento, considerablemente grande erección. Empezó a acariciar mi polla arriba y abajo y, poco a poco, iba calentándome mucho. Llevé mis manos al cinturón para quitarme el pantalón pero ella me dio un golpe en la mano.

– Cuando yo diga – dijo sonriéndome

– Pues me voy a correr en los calzoncillos – dije retándola

– Tu sabrás pero luego tendrás que cumplir igualmente – dije con cara de niña mala antes de echarse a besarme de nuevo

Solo tenía una opción calentarla lo suficiente como para que me dejara bajarme los pantalones y entrar en materia. Me dejé de sutilezas y la mano que rondaba su conejo y tocaba a ratos el tanga se hizo un hueco dentro de este y empezó a acariciar su conejo ya sin telas de por medio. Esto saco de ella un primer gemido que me indicaba que iba por el buen camino. Me besó un rato pero el trabajo de mis dedos daba sus frutos y echó su cabeza un poco para atrás con los ojos cerrados. Momento que aproveché para, con mi mano libre, desabrochar mi cinturón y pantalón. Una vez desabrochados la tumbé sobre el sofá con un movimiento cuidadoso pero brusco. Ella abrió los ojos y vio que me había desabrochado el pantalón.

– ¡Eres malo! - dijo mientras veía como tiraba para abajo de mi pantalón y mi calzoncillo mientras me acomodaba en el sofá entre sus piernas.

– Si quieres paro

– Sigue – dijo sonriendo

Y no necesité mucha mas ayuda. Mi polla se colocó a la entrada de su coño y, de un pequeño pero certero empujón, entro totalmente en ella. Esta penetración sacó de ella un gemido enorme y de mi un sonido gutural. Ella puso sus piernas alrededor de mi espalda y seguimos besándonos mientras no paraba de follarla con cierta intensidad. Ella se movía como una gata en celo mientras yo combinaba momentos de penetraciones cortas y rápidas con penetraciones profundas y lentas en las que, quedándose con todo mi pene dentro la besaba. Estas penetraciones eran las que mas disfrutaba pues el beso le daba ese toque de amor a un polvo que, por todo lo demás, estaba siendo bastante salvaje. Tras un beso bastante largo con mi polla en su coño ella empezó a hacer movimientos circulares que yo empecé a acompañar con pequeñas penetraciones hasta que ella empezó a gemir con mayor frecuencia e intensidad. Sabiendo que estaba cerca del orgasmo empecé a acelerar un poco mis penetraciones y, relativamente pronto, me corrí en ella. Mi tercer chorro de semen fue acompañado por su orgasmo. Tras un rato de orgasmo conjunto acabé, con mi polla ya casi nada erecta, dentro de ella y besándola. Cuando me salí de ella la cogí de la mano y fuimos a la ducha donde ambos nos limpiamos mutuamente mientras nos besábamos con pasión. Ya limpios fuimos al salón donde descansamos antes de irnos a la cama a dormir en los brazos del otro.

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