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Mi historia (12: Diciembre 2001)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Diciembre

He de reconocer que empezaba Diciembre y yo estaba algo preocupado por Mike. Esa había sido su primera noche solo tras el abandono de Susan. Fui pronto a la oficina y Mike aun no había llegado. Llegó a los veinte minutos. Fui con el al despacho y le sometí a un tercer grado. Afortunadamente lo estaba llevando bien y dijo que la soledad le había sentado bien. Estaba descansado y con las pilas cargadas. Hablamos sobre la empresa y como crear tantas empresas nuevas podía estar creando que perdiéramos algo de control. Quedamos en pensar posibles soluciones y hablarlas el día de la reunión mensual. Por la tarde, cuando ya no quedaba nadie en la oficina, llame a Raquel y la dije que se pusiera también a pensar en ello. Se acercó a mi y me dijo que solo podía pensar en mi. Me reí con su afirmación y ella dijo:

– Es verdad, cariño. Me encanta como te has portado con Mike.

– ¿No te hubieras portado tu igual? - respondí al ataque

– Si, pero creo que Mike fue a ti porque sabía que tu irías un poco mas allá por el. María y yo, creo que incluso Belén, te adoramos porque sabemos que estarás siempre ahí por nosotras cuando de verdad te necesitemos. Creo que Rocío ha captado eso mismo y ha visto que ella es para ti lo más importante pero que nosotras lo que tenemos por ti es devoción.

– No se – dije – Exageras.

– Si eso es lo que quieres creer.

Y me besó en la boca metiendo, casi a la fuerza, su lengua en mi boca. Llevaba una falda larga, por debajo de las rodillas, de color salmón con un top blanco de punto. Llevaba un cinturón marrón por encima del top y unos zapatos de tacón del mismo tono. Apenas llevaba adornos ese día. La senté en mis rodillas y, mientras seguíamos con el beso, jugué con mis manos a lo largo de su muslo acercándome y alejándome de su tesoro con en un juego que no para quien era más perverso, si para ella o para mi. Ella mantenía sus manos en mi cuello mientras el beso incrementaba rápidamente su efusividad. Mis manos seguían con el sube y baja pero cada vez este era más cerca de su coño. Tras un rato así manteniendo el beso rocé la tela de su braguita y ella suspiró. Aproveché ese momento para seguir rozando, esporádicamente, su braguita haciendo que ella gimiera mucho. Separándose de mi se levantó y llevo sus manos a mi bragueta. Jugó con su mano arriba y abajo por encima del pantalón acariciando todo mi paquete. Claramente me estaba devolviendo lo que la hice pues estaba calentándome mucho. Tras un rato de maravillosa tortura llevo sus manos a mi cinturón y lo desabrochó. En vez de seguir con mi pantalón pasó a, por segunda vez, torturarme acariciando mi polla por encima del pantalón. Tras dos o tres sacudidas mas me bajó el pantalón y volvió a jugar con mi polla por encima del calzoncillo. Desde luego estaba dispuesta a hacerme sufrir. Yo no podía aguantar mas y me bajé el calzoncillo mostrando mi pene totalmente erecto. Ella lo miró golosa y tras pasarse la lengua por los labios se agachó y me beso la polla tras lo cual paso la lengua por toda su extensión. Tras ensalivarme el pene metió sus manos debajo de la falda y se bajó la braguita. Una vez desnuda debajo de su larga falda se subió a mi butaca con una pierna a cada lado de las mías y, sin introducirse mi polla en su conejo empezó a moverse a lo largo de mi supererecto pene. Cada vez estaba mas excitado con el juego que nos traíamos y pare su movimiento con mi mano izquierda mientras, con la derecha, agarré mi pene. Este, totalmente erecto lo apunte, a tientas, contra su coño y empujé ligeramente para que empezara a buscar el camino de entrada a su cueva. Una vez vi que estaba en el camino correcto, no era fácil pues no veía nada y ella no ayudaba, di un empujón mas enérgico y la penetré sacando de ella un maravilloso gemido que me sonó a música celestial. Tuve que sacarla y meterla un par de veces pero tras esas dos veces empezó ella a cooperar y hacerlo todo mucho mas fácil hasta que, tras un par de penetraciones mas ella pasó a llevar la voz cantante. Se movía como una gata en celo y combinaba momentos de penetraciones cortas y rápidas con penetraciones profundas y lentas en las que, quedándose con todo mi pene dentro me besaba. En una de estas fue a besarme pero justo antes de que nuestros labios se tocaran echó la cara hacia atrás y un gemido bastante estruendoso salió de su garganta. Siguiendo el gemido empezó a correrse y note como su coño apretaba mi pene de manera bastante evidente. Hacía mucho que su coño no me apretaba así, debía estar especialmente ardiente, y fue la puntilla necesaria para que yo me corriera como un loco. Empecé a verter mi corrida en su interior mientras ella, como una loba, se agarraba a mi y me mordía la oreja. Nuestra corrida conjunta duro unos segundos que parecieron minutos y tras calmarnos un poco empezamos a besarnos. Beso que duro unos minutos y que solo se acabo puesto que ella se tenía que ir a casa con su marido pues había quedado con él a las ocho en su casa. Puesto que eran las siete y media yo decidí irme también. Al llegar a casa me esperaba Rocío con quien me fui a cenar y a la que, tras descansar un poco en el salón, obsequie con un polvo rutinario antes de dormir.

La mañana del martes fue de lo mas normal. A la hora de comer fuimos Raquel, Mike y yo con Marisa, la mujer que, en la primera reunión nos pusimos como objetivo para dirigir la empresa. Nos costó un rato convencerla. Mejor dicho, le costó un rato a Raquel pero al final aceptó dejar su muy bien pagado trabajo en una multinacional de la moda por un trabajo algo peor pagado, e incluso con más inestabilidad, pero con más responsabilidad y más atractivo. No sufráis por ella. Su sueldo era muy bueno, de 70.000 euros brutos, unos 3500 mensuales netos pero es que ella tenía un puesto interesante en la multinacional. Ya había dado los quince días de aviso y empezaba a trabajar con nosotros el diez de Diciembre. Quedamos en que su primer orden de trabajo sería buscar a su directora de marketing y expansión y una persona para secretaria/administración. Debían estar elegidas para nuestra siguiente reunión que sería el 27 de Diciembre de 2002. Igualmente era necesario tener decidido para esa reunión que franquicia abriríamos. Dejamos esa responsabilidad en manos de ella y Raquel que verían juntas los números. La reunión acabó a las cinco y me fui con Rocío a buscar el regalo para el cumpleaños de Diana que era ese sábado, día ocho de Diciembre. La recogí en casa y fuimos a El Corte Inglés de Serrano pues así teníamos a mano las tiendas de Serrano. En el coche fuimos discutiendo precio para el regalo. Haríamos uno o varios regalos pero conjuntos y yo pensé que lo ideal era que pusiéramos la misma pasta. Ella dijo que generalmente se gastaban unos 200 euros para el regalo pero eso era antes de estar ella trabajando y ganando bastante dinero. Yo dije que pondría mas sin problema pues ella me había ayudado mucho con sus padres. Al final decidimos gastar quinientos euros cada uno. En total mil euros para regalarla algo que la dejara loca. Rocío recordó que ella quería un bolso Louis Vuitton original y fuimos a la boutique de José Ortega y Gasset donde nos decidimos por uno de 600 euros. Aún teníamos 400 euros más para gastar y fuimos a El Corte Inglés donde siempre es mas fácil encontrar algo. No vimos nada de ese precio y, por tanto, la compramos varias cosas en distintas marcas. Una camisa de Ralph Lauren, un jersey de Gant y unos vaqueros pitillos Levi's. Con el placer del trabajo bien hecho nos fuimos a casa done cenamos, vimos la tele y nos fuimos a la cama. Hicimos el amor locamente pues el miércoles nos íbamos a Cuenca a pasar el puente de la Constitución. En principio el viernes era día de trabajo pero yo me lo cogí libre aunque me llevaría el teléfono y el ordenador por si acaso.

No planee nada especial para el trabajo el miércoles y fue muy tranquilo el día. Apenás salí del despacho y pude ver números de las empresas que hacía mucho que no tenía un rato para de verdad sumergirme en ellos. A mediodía llamé a Belén y confirmé que podíamos disponer de los dos pisos encima nuestros en ese edificio de oficinas. La pedí que prepararan los papeles pues queríamos entrar el 1 de Enero. A las seis llegó Rocío con su hermana Diana a la oficina, bajamos a mi coche y nos fuimos a Cuenca donde llegamos ya tarde pues pillamos bastante atasco. Cenamos un sándwich ligero y, tras hablar un rato con la familia, nos fuimos a la cama.

El día 6, jueves, fiesta de la Constitución fue un día tranquilo sin mucho que hacer, salimos por Cuenca a dar una vuelta todos los hermanos, la cuñada de Rocío y yo y luego comida en casa con los padres. Tras la comida una peli en familia y luego otra vuelta antes de cenar y pasar una interesante velada charlando en familia.

El viernes fue similar hasta justo después de cenar. Esa noche Diana celebraba su cumpleaños en el pub al que iban habitualmente. Diana tenía pocas amigas comunes con Rocío pues, no obstante, se llevaban tres años. Aun así conocía a muchas pues a lo largo de las distintas reuniones sociales a las que había acudido en mis meses de noviazgo con Rocío. La noche fue bastante agradable. Por el bar andaban las víboras. La rubia, que siempre llevaba la voz cantante, fue la que se acercó pero paso de Rocío y Diana y vino a mi seguida por la morena y sus dos novios. O sus dos cuentas corrientes. No estaba claro.

– Ya me ha dicho mi padre que eres un gran empresario. No se porque no me lo dijisteis.

– Tu padre exagera – dije – Este año no creo que facturemos ni siete millones de euros.

La cara de los novios cambió. De tíos seguros empezaron a pensar que sus novias irían a por mi.

– Eres muy modesto – dijo la morena

– Soy un tío normal que trabaja para pagar una hipoteca. No se que os han contado pero mi casa aun es, en parte, del banco

Con esa realidad las deje mas tranquilas. Evidentemente podía cancelar la hipoteca en cualquier momento pero quería cortar la conversación dejándolas con una cifra escandalosa y el contraste de la hipoteca. Me divertía jugar con esas dos pedorras. Por desgracia a Rocío no tanto y siempre me decía que las dejara en paz y no siguiera vacilándolas. Cuando el bar cerro a las tres nos fuimos de vuelta a casa de los padres.

Diana entró el día de su cumpleaños como un ciclón en nuestra habitación buscando su regalo. Rocío la dijo que tenía que esperar a después de comer. Comimos en un restaurante céntrico y a las cuatro estábamos de vuelta para tomar unos cafés y dar los regalos. Todos dieron sus regalos y nosotros fuimos los últimos. Rocío fue dándoselos de menos a mas. Estaba como loca cuando recibió el vaquero, la camisa y el jersey. Ya era un buen regalo, la verdad. Rocío dejó que pensara que no quedaba más y la dijo que esperara un segundo. Se fue a la habitación y volvió con la bolsa de la boutique y a Diana se la iluminó la cara. Se lo entregó y tras abrirlo se lanzó a su hermana y la dio un abrazo y un beso para luego venir a mi y darme lo mismo. Rocío y yo nos miramos satisfechos y ella no paraba de dar las gracias. Esa noche la pasamos en familia hablando. Aprovechamos para comentarles que iríamos en Navidad pero no en Nochevieja. A los padres de ella les pareció bien. A eso de la una de la mañana nos fuimos todos a dormir.

El domingo fue un día en familia. Comimos en casa de los padres y, a eso de las seis, nos fuimos de vuelta para Madrid. Llegamos a las doce a casa por los atascos y, como era tarde, Diana se quedó a dormir en nuestra casa. Antes de irnos a la cama nos dio las gracias por el regalo por enésima vez.

02. Semana del 10 al 16 de Diciembre

La segunda semana de Diciembre comenzó conmigo dedicado 100% a ayudar en la apertura de nuestro primer restaurante de comida rápida. Lo abríamos el viernes catorce y teníamos que terminar algunas cosillas aún. El trabajo fue intenso entre la oficina y el centro comercial donde abriríamos el restaurante. No llegué a casa hasta las diez de la noche totalmente exhausto. Teníamos que abrir si o si el viernes y quedaban cosas por hacer. En casa Rocío me trato como a un Rey. La hice el amor esa noche sin pasión alguna. Tan poca pasión que me dijo que si estaba cansado esa semana que no teníamos porque forzarnos y hacerlo. Que ya llegaría el fin de semana cuando estaría mas tranquilo.

El martes parecía que todo iba a ir igual pero a primera hora de la mañana Raquel me dijo que fuera con ella y Mike a desayunar. Que era importante. Una vez estábamos tomando el café hablo:

– Estoy embarazada – dijo

Casi escupo el café. Por una lado no sabía si era mio y por otro no parecía el mejor momento ahora que habíamos planeado un año 2002 muy agresivo en lo que a la empresa se refería.

– Pero no os preocupéis – continuó – Mi madre me va ayudar con el bebé y me incorporaré lo antes posible. En uno o dos meses tras el parto a lo sumo. No os voy a abandonar ahora.

– La parte egoísta de mi se alegra de oír eso. La parte humana me dice que deberías estar con tu bebé. - dije

– No te preocupes – dijo – Ser empresaria y no empleada tiene estas cosas

– Pero no eres una empresaria a solas contra el mundo – dijo Mike – Deberías ser capaz de dejar algo en nuestras manos

– Gracias, cariño – le dijo Raquel a Mike – Pero no me vais a convencer.

– Bueno – dije yo – Al menos vendrás solo media jornada

– Si, eso si – dijo ella.

Pasamos a hablar de otros temas y nos dimos cuenta que no la habíamos felicitado. Casi a la hora de pagar lo hicimos y ella se echó a reír. Al llegar al despacho llamé a Rocío pero comunicaba. Tras media hora conseguí hablar con ella y la dije lo de Raquel. Ella se echó a reír y me preguntó con quien pensaba que estaba hablando. Me impacto lo pronto que llamó Raquel a Rocío pero a la vez me dio buen rollito. Tras el impacto del embarazo de Raquel me puse a trabajar en el restaurante y, por segundo día consecutivo, llegué a casa a las tantas. Ese día no hubo sexo de nuevo y no lo habría hasta que consiguiéramos inaugurar el restaurante sin problemas. Mi nivel de stress no me permitiría centrarme en el placer de Rocío y para solo disfrutar yo me hago una paja.

El miércoles no ocurrió nada relevante. Curre desde pronto, hacia las ocho y media estaba en la oficina, hasta tarde, no llegué a casa hasta las diez y media.

El jueves mi nivel de stress fue increíble. Solo recuerdo niveles de trabajo similares cuando lanzamos la empresa. No es ya estar muchas horas en la oficina. Si se esta en reuniones relajadas no pasa nada pero cuando estas luchando por sacar adelante algo con plazo es mucho peor. Y ese día teníamos la reunión mensual. Lo cierto es que me ayudo a desconectar un poco. Ese día tocaba saber como reorganizar la empresa puesto que las nuevas empresas cada vez necesitaban mas tiempo y en 2002 pronosticábamos que las nuevas empresas iban a facturar mas que la empresa de importaciones. Aunque, esta claro, la empresa de importaciones era la que iba a aportar todos o casi todos los beneficios y la financiación para esas nuevas empresas. Antes de entrar en arena vimos los números. En general eran buenos pero perdimos, contablemente, mucha pasta por la inversión de 600.000 euros que hicimos en el restaurante que esos días me tenía tan estresado. Una vez vistos los números pregunté a ambos que harían de cara a llevar mejor la empresa con tantas nuevas lineas de negocio.

– Yo había pensado repartirnos las nuevas empresas y duplicar esta reunión mensual. Así tendríamos una para la empresa consolidada y otra para las nuevas empresas. Cada uno llevaríamos unas cuantas de estas y creo que no sería problema – dijo Mike

– Yo había pensado algo similar – comentó Raquel – Aunque en mi idea manteníamos una sola reunión el resto era similar.

– Vaya – dije yo – Veo que me toca el papel de revolucionario.

Ambos se miraron extrañados.

– Mi visión es rompedora. En mi visión la empresa holding toma mayor protagonismo. El comité de dirección esta formado por nosotros tres que discutimos, una vez al mes, los números de todas las empresas pero ejecutivamente el holding esta dirigido por mi, como Director General – Presidente, con dos ramas: VP de estrategia y VP de nuevas operaciones. El VP de estrategia es el que menos tiempo dedica al holding. Su labor es teorizar sobre hacia donde debemos ir. A la par pasaría a ser el Director General de la empresa de importaciones. El VP de nuevas operaciones supervisaría todas las nuevas empresas con especial hincapié en aquellas que estén lanzando algo en esos momentos. Llevaría además el titulo de Director de Operaciones del holding.

– Puff – dijo Raquel – Nos acabas de dejar en ridículo. Tu si que le has dado vueltas.

– Eso es lo de menos. Comerse la cabeza lo puede hacer cualquiera – dije – Lo importante es si estáis o no de acuerdo.

– Yo creo que si pero me has dejado un poco roto – dijo Mike

– ¿Como repartiríamos? - dijo Raquel

– Yo había pensado Mike en la empresa de importaciones y tu en las nuevas empresas. Ahora que vamos a tener tanto de moda creo que tu puedes rendir mejor ahí que Mike – dije

Y se creo un largo silencio.

– ¿Y bien? - dije

– Por mi adelante – dijo Mike

– Por mi también – dijo Raquel

– Pues listo. ¿Falta algo mas?

– Yo te sustituyo a ti. ¿Pero quien sustituye a Raquel y a mi?

– Evidentemente Alberto y Marga. Y con sueldos acorde a la responsabilidad. ¿No?

– Si, es lo que estaba pensando – dijo Mike

– Totalmente de acuerdo – dijo Raquel

– Perfecto – dije – El lunes preparo el nuevo organigrama y se lo comentamos a todos los directores de nuestras empresas y a Marga y Alberto.

Y con eso volví a mi stress de esa semana. Cogí el coche y con Nuria y Luis, las cabezas de la empresa de restauración nos fuimos a ver el restaurante para cerciorarnos que todo iba viento en popa. Estábamos allí a la una y estuvimos viendo todo hasta las ocho cuando me fui a casa contento pues estaba todo terminado. Solo esperar que al día siguiente no fallara nada. Llegué a casa algo antes que otros días y un poco mas animado. Cogí a Rocío y me la lleve a cenar a un buen restaurante. Se lo merecía. Por aguantarme.

El viernes ni pasé por la oficina. Me fui directamente al centro comercial donde estuve con Nuria y Luis supervisando todo y ayudando. Todos los empleados estaban listos para empezar el turno de mañana. Abríamos a las once y cerraríamos a la una y media de la madrugada por ser viernes. De domingo a jueves a las doce. A las tres, con el restaurante funcionando relativamente bien y con la satisfacción del trabajo bien hecho, me fui a casa a ducharme y cambiarme a ropa limpia. Toda la mañana había estado en el restaurante y apestaba. Esa tarde-noche habíamos quedado para cenar en nuestro restaurante y ver una peli en los cines del centro comercial. Quedamos a las seis y Rocío entro con Maria, Laura, Raquel y las niñas a ver "La leyenda del unicornio", una película infantil española. Mike, Arturo, José Carlos, Antonio y yo vimos "Ni una palabra". Un thriller con Michael Douglas. A eso de las nueve menos cuarto estábamos todos cenando nuestra ración de comida rápida. Me aseguré de decirles a los encargados que no se sintieran incómodos. No debía ser agradable tener a todos los jefes ahí con la familia y amigos. Poco después de las diez nos despedimos todos. Laura y Antonio se vinieron al barrio donde tomamos una copa pero pronto nos fuimos para casa pues mi semana había sido demasiado intensa. Al entrar en casa Rocío se quitó el abrigo y lo dejó en el perchero. Al verla sin el me acordé lo que echaba de menos echar un polvo con ella. Es curioso porque la había visto sin el en el restaurante y tomando la copa con Laura y Antonio pero solo en ese momento me había dado cuenta que necesitaba hacer el amor con ella. No quería. Lo necesitaba. Vestía una falda gris que quedaba un palmo por encima de la rodilla. Al ser de talle alto no parecía una minifalda al uso. Acompañaba a la falda con una camiseta negra de cuello de barco y unas mangas bastante anchas. Sus pies estaban perfectamente abrigados por unas botas arrugadas de color casi negro que se quedaban a unos dedos de su rodilla. Cuando empezó a avanzar camino de la habitación puse mis brazos alrededor de su cintura quedando mi mano a la altura de su inexistente barriga. Su cuerpo escultural no tenía un gramo de grasa gracias a los dos o tres días a la semana que iba al gimnasio y una dieta equilibrada. Al notar mis brazos rodeándola ella giró la cabeza y me sonrió. Volvió a mirar adelante y camino en dirección a la habitación mientras mis manos jugaban acariciando su cuerpo y mi boca buscaba los lóbulos de su oreja para jugar con ella. Al llegar a la habitación ella se dio la vuelta y nos fundimos en un beso cargado de erotismo. Nuestras manos empezaron en la espalda del otro pero pronto pasaron a intentar liberar nuestros torsos. Yo la quitaba su camiseta mientras ella hacía lo propio con mi polo. Lógicamente tuvimos que interrumpir el beso. Una vez conseguimos quitárnoslos volvimos al beso y mientras ella acariciaba mi torso yo desabrochaba su sujetador. Una vez liberé sus senos de la prisión en la que estaban baje mi boca del contacto con la suya al contacto con sus pezones y entre mordiscos y besos intercalaba alguna lamida que consiguió sacar un gemido de sus entrañas. Lleve mi boca de nuevo al encuentro de la suya y mi mano al final de su falda intentando hurgar al encuentro de su ropa interior. Ella no quiso ser menos y con una habilidad total me quitó el cinturón y desabrochó el pantalón. Bajó el pantalón junto con mi calzoncillo y yo ayudé a la hora de sacarlo de mis piernas. Mi estado de excitación a estas alturas era total y, tras subir su falda, baje su tanga a la altura de sus tobillos. Ella levantó un pie y luego el otro para sacarla del todo. Nos miramos unos momentos a los ojos y volvimos besarnos subiéndola en brazos y guiando mi polla a la entrada de su coña. Sin romper el beso la deje caer sobre el pene lentamente penetrando en su interior. Una vez dentro y con cada mano en un cachete de su culo, empecé a moverla arriba y abajo haciendo que mi polla saliera y entrara en su coño. Ella empezó a gemir y yo a gruñir por el esfuerzo pero estaba siendo tan placentero que aguantaría casi cualquier cosa. Ella siguió gimiendo mientras yo continuaba con la penetración y tras un par de minutos se corrió espectacularmente. Oírla correrse y notarlo en mi polla hizo que en unos segundos fuera yo el que se corría, copiosamente, en su interior. Tras la corrida con delicadeza la bajé de mi y nos miramos a los ojos volviéndonos a besar con pasión. De la mano recorrí con ella los tres o cuatro pasos que nos separaban de la cama y la hice ponerse sobre ella, aun con las botas y la falda en las rodillas, en la posición de perrito. Por detrás me acerque y, apuntando a su coño, volví a meter mi pene. La penetré lentamente unas cuatro o cinco veces antes de empezar a percutirla con mucha mas energía así estuve unos diez minutos hasta que estaba apunto de correrme. Bajé un poco el ritmo para intentar ralentizar mi corrida pero no surtió buen efecto pues empecé a correrme. Ya pensaba que esta vez ella no se correría pero, en parte gracias a un pequeño apretón de mi mano a su clítoris, ella explotó en otro orgasmo maravilloso coincidiendo con mi último chorro de semen. Caí en la cama destrozado y ella junto a mi. Nos miramos y nos besamos durante un buen rato.

– Ha sido maravilloso – dijo ella hablando las primeras palabras desde que entramos en la casa

– Ha sido absolutamente increíble – dije yo – No hemos necesitado decir nada. Nuestros ojos y cuerpos lo han dicho todo.

– Te quiero – dijo Rocío

– Y yo a ti. Con locura.

Y abrazados caímos en los brazos de Morfeo.

El sábado nos levantamos bastante tarde para lo que solíamos acostumbrar, hacia las once de la mañana. Era el cumpleaños de Mike e íbamos a ir Raquel, María y yo con nuestras parejas a comer a su casa nueva. Era su primer cumpleaños tras su reciente ruptura con Susan y queríamos que fuera especial. Tras ducharnos y tomarnos un café Rocío y yo fuimos a comprar su regalo. A Mike le gustaba cada cierto tiempo jugar al golf y yo sabía que no tenía una madera tres. Así le compramos una de la marca Taylor Made y luego un par de camisas ya que el no era mucho de polos. A las siete estábamos en su casa a pesar de indicarnos que fuéramos a las ocho pero queríamos echarle una mano. Nos lo agradeció y, cuando todos llegaron, ya lo teníamos todo listo. La noche fue muy agradable y terminamos todos bastante achispados con las copas. Excepto María y Arturo que se fueron algo antes por las niñas. Por suerte todos habíamos ido en taxi y no teníamos el problema de tener que coger el coche.

El domingo Rocío y yo lo dedicamos a nosotros mismos paseamos, comimos, vimos la tele abrazados. Hicimos de pareja en definitiva.

03. Semana del 17 al 23 de Diciembre

El lunes diecisiete revisamos lo acontecido ese primer fin de semana en nuestro restaurante recién inaugurado. Los número estaban en la franja media alta de los pronosticado pero no en las cercanías de las previsiones mas optimistas. No obstante, una vez inaugurado tocaba trabajar en promocionarlo y dar un buen servicio. Lo bueno de un centro comercial es que el público esta casi cautivo. Rara vez, si han ido al cine o de compras, cogerán el coche para ir a comer o cenar a otros sitio. Esa tarde volví algo antes de lo normal a casa. Incluso antes que Rocío. Cuando ella llegó nos besamos y nos sentamos juntos a leer un libro con una mantita en el sofá. Era una de esas sensaciones increíbles. Tras cenar y ver una peli nos fuimos a la cama no sin antes echar el polvo de rigor.

Estaba en el VIPS a las nueve de la mañana donde había quedado con Mike y Raquel para desayunar antes de reunirnos con Marga y Alberto. Para ellos iba a ser un cambio importante. Su sueldo bruto iba a aumentar, de un tirón en 20.000 euros. En la práctica iban a pasar de ganar unos 2500 euros a 3400 al mes. Al salir del VIPS llamé a María y la dije que quería a Alberto y Marga en la sala de reuniones en cinco minutos que íbamos para allá. Cuando llegamos los tres y entramos ambos nos miraron con caras de corderos degollados. Daban una penita. No era plan de hacerlos sufrir:

– ¿No pensareis que os hemos reunido así para despediros? - dije mientras nos sentábamos los tres y María cerraba la puerta por fuera.

– Yo si que lo he pensado – dijo Alberto

– Pues tranquilos – dijo Raquel que se había sentado junto a Marga.

– No os voy a hacer sufrir mas. Como sabéis hemos incorporado nuevos negocios a nuestra sociedad y cada vez tenemos menos tiempo para atenderlo todo. Ante esta situación Raquel y yo dejamos la empresa para ir al holding. Yo dirigiré el holding y Raquel coordinara todas las empresas menos en la que trabajáis vosotros cuyo nuevo Director General será Mike. Queremos que vosotros paséis a Director de Compras y Directora de Ventas. ¿Estáis de acuerdo? ¿Os interesa?

– ¡Claro! - dijo Marga

– Si, si – dijo Alberto

– Pues que sepáis que vuestro sueldo pasa a 70.000 brutos, ocupareis los actuales despachos de Mike y Raquel y tendréis que buscar una secretaria. Raquel y yo nos vamos dos plantas mas arriba pues hemos alquilado las dos pisos inmediatamente superiores. Ah, y también tendréis una plaza de garaje cada uno.

– No se que decir – dijo Alberto

– No tienes que decir nada, a trabajar que tenemos que cerrar el año y a principios del que viene haremos la mudanza.

Al salir de la reunión entre en mi oficina con María y se lo conté todo en detalle aunque ella ya sabía mucho del tema pues era confidente mía y de Raquel. El resto del día lo dedique a trabajar normalmente. Por la noche cena con Rocío, peli en la tele y a la cama pronto que estaba cansado.

El miércoles no ocurrió nada especial. Curro en la oficina hasta una hora prudencial y una tarde-noche normal con Rocío.

El jueves el día empezó con curro intensivo pues a las cinco nos íbamos todos ya que esa noche era la cena de empresa. Asistirían unas cincuenta personas: treinta y tres empleados de la empresa, todos los que trabajaban en las oficinas, y las parejas que tuvieran y/o quisieran ir. Es decir, todos menos los que trabajaban en el restaurante. Ellos harían su propia cena o comida, probablemente por turnos pero no la organizábamos nosotros. Nuestra cena, organizada por María y las secretarias de Mike y Raquel era en un asador del centro. En un salón privado que tenían al fondo del local. Habíamos quedado a las ocho en el asador. Algunos de los mas jóvenes de la empresa fueron a las cinco directamente hacia el centro para empezar de cañas. Rocío y yo nos unimos a las siete o así. Allí estaba Mike liderando la juerga. Me encantó verle pasándolo bien. Que disfrutara de su soltería. La cena fue muy divertida y Raquel, Mike y yo tuvimos que dar discursos, a ser posibles graciosos. Tras la cena tomamos una copa en el restaurante y todos nos fuimos de copas. Al día siguiente, a pesar de ser viernes, era día libre para todos. Los jefes intentaríamos leer mails para resolver los verdaderos problemas y el resto podía esperar al lunes que, a pesar de ser nochebuena, era día de trabajo hasta medio día. Los que trabajaran en Nochebuena no lo harían en Nochevieja. Yo era de los que no trabajaba en Nochebuena puesto que al día siguiente me iba con Rocío a Cuenca. Rocío y yo nos levantábamos a las nueve y pico al día siguiente para salir hacia Cuenca antes de que se montará el lío en las carreteras de la salida por Navidad. Así, a la una y media nos despedimos de las treinta personas que quedaban y nos fuimos a casa a dormir.

A las nueve y cuarto sonó el despertador. La noche anterior me había cortado de beber mucho y solo había tomado cocacolas en la discoteca. Tomé vino, cava y una copa en el restaurante pero no mas pues quería estar sin resaca y en la ducha me dí cuenta que el objetivo se había cumplido sin problemas. Estando en la ducha sonó el telefonillo.

– Carlos, llaman – gritó Rocío desde la cama

– Ya lo oigo – dije - Haz el favor de abrir y ya voy

Salí de la ducha y tras secarme me puse el polo y los vaqueros a la carrera. Cuando llegué al salón estaba Mike con Rocío. Y Mike con la ropa de la cena. Impactado por su presencia al menos intenté ponerle buen humor.

– No tenías porque venir a despedirte. Yo también te echaré de menos pero serán solo unos días – dije mientras Rocío sonreía por mi comentario gracioso.

– Siento venir a estas horas – dijo

– Últimamente me estoy acostumbrando a tus apariciones repentinas – dije – Al menos habrás traído el desayuno.

Sonrío y señalo una bolsa de papel con algo de grasa. Había traído churros.

– Quería contarte algo – dijo

– A ver, sorpréndeme

– Ayer creo que la cague pero me siento genial habiéndola cagado - dijo

– Me asustas – dije

– Anoche cuando ya quedamos pocos estuve con una chica. Empezamos bailando, luego hablando, volvimos a bailar, tomamos unas copas, lo típico – dijo – El caso es que a las seis nos echaron de donde estábamos. Ya solo quedábamos unos pocos y ella y yo compartimos un taxi... a su casa.

– ¿He dicho ya que me das miedo? - dije mirándolo a los ojos – Dime que al menos era soltera.

– Es soltera. Se que no debería estar pensando así pero espero que no lo sea durante mucho tiempo. Es Marga. - dijo

– Joder tío, ya te vale. La ascendemos a Directora de Ventas el martes y el jueves te las tiras. Sinceramente si eres feliz me la suda donde metas la polla pero creo que de todas las solteras de la empresa has ido a elegir a la que menos convenía. - dije

Rocío vio que la cosa se iba a poner chunga y se fue a duchar. Para irnos lo antes posible.

– Yo no he elegido a nadie. Surgió.

– Nunca me han importado las relaciones en la empresa pero esto te lo dejo muy claro: cuando vuelva de Cuenca quiero saber si Marga y tu habéis echado un polvo o vais a empezar una relación mas formal. Y si vais a empezar una relación mas formal por tu padre que Alberto lo sepa y no se sienta molesto. Marga me parece una tía cojonuda y creo que va a ser una pata fundamental de esta empresa pero Alberto también.

– Ok – dijo

– No la jodas. Y llama a Raquel en cuanto salgas de aquí antes de irte a la cama. Y ahora desayunamos, ¿no?

Nos pusimos a desayunar y con la tripa llena y un café empece a verlo todo menos melodramático. No era una situación ideal pero Mike era un buen tío y Marga una tía muy maja e inteligente. Hacían buena pareja. Y ella me gustaba mas que Susan. Pero a él no se lo iba a decir. No aún. Tras desayunar Rocío con nosotros nos fuimos a Cuenca donde llegamos antes de comer. Tras la comida recibí una llamada de Raquel Estuvimos hablando de Mike treinta largos minutos con Rocío sonriendo por las burradas que a veces soltaba. Todo este asunto me provocaba un poco de stress y tras cenar en familia y ver una película con la familia de Rocío me fui a la cama a eso de las doce. Rocío se quedó hablando con su hermana y cuando llegó a la cama yo ya estaba dormido pues no la oí llegar.

El sábado pasamos el día en familia con Rocío, sus padres y su hermano y hermana. Compramos la comida para la Nochebuena y la Navidad, fuimos a tomar el aperitivo por Cuenca, comimos fuera, cenamos en casa y entre medias muy buenas conversaciones, una película en la tele y poco mas.

El último día de la semana teníamos cena con las amigas de Rocío. Cena de navidad a la que iban las amigas mas cercanas con sus parejas, las que tuvieran, y a la que siempre se apuntaba Diana pues era una más de las amigas. Así durante el día no hicimos mucho y a las siete empezamos a vestirnos para salir. Rocío decidió ponerse un vestido de denim, de tela vaquera para los no muy puestos, con unas botas negras de tacón no muy fino y unos seis centímetros de altura. Por el frió de cuenca se puso unas medias negras y una camiseta de manga larga y cuello vuelto de color negro. A pesar de lo rebuscada que era su indumentaria esta no le quedaba mal. Yo me puse chinos y una camisa rosa que me había comprado Rocío la semana anterior. Si, ya me compraba a veces la ropa. No estábamos casados pero lo parecía. La cena fue en un restaurante del centro de Cuenca. Seríamos unas quince personas y conocía a todo el mundo. Aunque Rocío y yo nos pusimos cerca de Mónica, Teresa y sus parejas. Porque eran las mejores amigas de Rocío pero también porque Raúl, el novio de Teresa, estaba trabajando en mi empresa y teníamos mucho contacto. La cena fue muy agradable en calidad gastronómica, compañía y charla. Tras ella nos fuimos a tomar unas copas por pubs del centro aunque acabamos en el Pub donde solían ir. Con diferencia el mas pijo de Cuenca. A las dos ya quedaba poca gente y estábamos pensando en irnos pero Diana estaba con un chico con el que, por lo que me contaba Rocío, ya había tenido algún lío en el pasado. Una especie de novio no formal que duraba unas semanas y luego desaparecía y volvía. Un novio Guadiana. Diana le dijo a su hermana que el la llevaría a casa y que nos podíamos ir. Nos despedimos y fuimos camino del coche. De camino al coche íbamos hablando de nosotros cuando dijo:

– Hoy mi hermana visitara un sitio muy especial.

Yo la miré con cara de no saber de que me hablaba y ella se rió y dijo:

– Que va a hacer lo que a ti te gustaría hacer

– ¿En casa de él?

– No tonto, en el coche, en un descampado donde van las parejas sin casa

– ¿Tenéis uno de esos aquí?

– ¿No estarás pensando lo que creo que estas pensando? - dijo ella

– Claro que lo estoy pensando. Me pone un poco hacerlo como si no tuviéramos casa y tuviéramos que aprovechar cualquier oportunidad.

– Que ya somos mayorcitos. Allí el mas viejo tiene veintiuno o veintidós. Allí mi hermana es de las viejas – dijo ella

– Pues mas gracioso

Andábamos por ese punto de la conversación cuando llegamos al coche y entramos. Una vez dentro ella me miró a los ojos, me sonrió y me dio un beso en la boca con mucha lengua. Tras el beso se sentó mirando al frente, se abrochó el cinturón y me dijo:

– Yo te guío

Tarde menos que nada en arrancar el coche y en quince minutos estábamos aparcando en un lugar aparcado de un gran descampado donde había unos cuatro o cinco coches. Todos Seat Ibizas, Renault Clios y similares. Desde luego el mio era el único A4. Una vez estacionado miré a Rocío que me besó ardientemente durante unos segundos y luego se separó de mi y, tras poner una de sus botas en los asientos de cuero de mi A4 se lanzó al asiento de atrás. Allí me miró con cara de niña traviesa y me insto a que saltara con ella. Comentó que eso era para niños pero es que ella solo tenía veinticuatro años en esos momentos. Yo tenía veintiocho y quizás fuera mayor que la gente que solía ir a esos lugares pero ella, por DNI, estaba en edad. Su madurez era lo que hacía que ella creyera ser mayor para estar allí pero no lo era. Y menos cuando ponía cara de niña traviesa. Con algo mas de dificultad pasé yo al asiento trasero y es que el volante molesta algo. Una vez allí me tiré encima de ella y empecé a besarla con mucha intensidad. A jugar con su cuerpo, a acariciar su cara, el costado de su tronco, su perfectamente plano abdomen, todo aquello de su cuerpo que estuviera a mi alcance. Ella estaba tumbada en el asiento trasero y la posición no es que fuera muy cómoda. De un certero movimiento salió de debajo mía y se subió encima quedando yo sentado y ella con ambas piernas a los lados de las mías y besándome de nuevo, esta vez con mayor intensidad. Metí mi mano por su falda mientras ella desabrochaba mi cinturón y mi pantalón. Al llegar a su conejo me encontré con un problema. Tenía las medias tapando su tanguita. Pensé en quitárselas pero Rocío debió notar mis dudas porque acercó su boca a mi oído y me dijo:

– Rómpelas. Meté tu dedo hasta hacer un agujero y rájalas.

Sobra decir que la hice caso y empecé a meter mi dedo. En menos de un minuto tenía acceso total a su conejo apartando la tanguita y metí un dedo. Ella hizo que levantara un poco mi culo del asiento y bajó mis pantalones, ya libres del cinturón, y mis calzoncillos. Cuando volvió a bajar hice que su vestido quedara alrededor de su cintura y noté el contacto de su raja con mi ya erecto pene. Volvimos a besarnos mientras que nos rozábamos con lascivia. Volvió a llevar su boca a mi oreja y dijo:

– Métemela

Y eso hice, agarré mi pene y lo apunté a su coño dejándola caer con delicadeza y lentitud. Notaba como disfrutaba esa primera penetración a cámara lenta. Una vez la tenía totalmente penetrada no hice mas y pase a besarla siendo ella la que empezó a moverse arriba y abajo cabalgando mi polla como una jinete consumada. Su coño aprisionaba mi polla con bastante fuerza y nos besábamos con pasión. Me di cuenta que lo cristales estaban totalmente empañados. A los cinco minutos de cabalgada la estaba ayudando con mis manos en sus nalgas cuando ella se corrió dando un grito ensordecedor que, unido a la presión de su coño en mi polla, me hizo correrme en su interior. Una vez acabo nuestros orgasmo quedamos mirándonos un rato. La mirada de amor y satisfacción fue seguida por una ristra de picos y besos no muy largos. Una vez estuvimos reposados nos vestimos y pasamos a la parte de delante del coche donde lo encendí y, una vez se desempañaron los cristales, nos fuimos a casa de los padres para ir a dormir.

04. Semana del 24 al 30 de Diciembre

Llegó el día de nochebuena y, tras la juerga del día anterior, nos levantamos tarde, a eso de la una del mediodía. Estábamos en la cama cuando tras llamar entro Diana y se sentó en la cama junto a su hermana.

– ¿Que tal hermanita? - dijo de manera algo intrigante

– Bien, ¿por? - dijo Rocío

– Nada. Tengo una pregunta. ¿Que tal se folla en un Audi A4?

Se hizo un silencio algo incómodo durante unos segundos en los que se miraron a los ojos y empezaron a reir.

– Es culpa suya – dijo Rocío señalándome – Le dije que a lo mejor acababas allí y me dijo que le daba morbo hacerlo en el coche. Y... bueno, no me hice mucho de rogar

Las dos empezaron a reir.

– Si a mi me da igual – dijo Diana – pero pensaba que mi hermana ejecutiva de banca y su novio empresario y forrado de pasta podían pagarse una habitación de hotel

Y riendo se fue dejándonos en la cama mirándonos con una cara a mitad de camino entre la diversión y la vergüenza. Cuando nos levantamos Rocío y yo nos duchamos y bajamos a ayudar a la madre con las primeras preparaciones. Ese día venían a cenar, y a pasar la noche, la hermana y el hermano de la madre de Rocío con sus respectivos hijos. Incluso el hijo mayor del hermano iba con su prometida. En total éramos dieciséis para cenar y dormir. Rocío y yo dejaríamos nuestra cama al hermano de la madre y dormiríamos en la buhardilla con todos los primos en colchones individuales. Parece ser que casi era ya una tradición pues llevaban varios años así. Llegaron todos entre cuatro y cinco y empezó la nochebuena. La cena y conversaciones fueron bastante agradables aunque al final de la noche un poco kafkianas. A las dos nos fuimos todos a nuestras respectivas habitaciones aunque en la buhardilla seguimos hablando y riendo hasta las cuatro de la noche. Sin duda lo mejor de la noche esas dos horas de charla y diversión de los jóvenes.

El día de navidad nos levantamos y nos dimos los regalos de Navidad. Solían hacer Reyes Magos pero ese año el hermano no podía ir y se pasó a Navidad. Yo había delegado las compras en Rocío pues con la apertura del restaurante no había tenido tiempo. Se había gastado, por lo que me contó, algo mas de 2000 euros pero estaba bien. Eran muchos regalos para toda la familia. Entre nosotros no nos hicimos regalo pues lo haríamos en Madrid en Reyes. Tras los regalos, yo recibí ropa y DVDs, pasamos a tomar algo en el salón y pronto a comer para volver a Madrid pues al día siguiente trabajábamos. Al llegar a casa cenamos algo ligero y vimos una peli en el salón antes de echar un polvo recordando el que habíamos echado el coche.

Tras las mini vacaciones navideñas volví a la oficina. Mi primer tema de trabajo estaba claro. La relación de Mike con Marga. No quería ir a la oficina hasta no saberlo y, por ello, me cité con Mike y Raquel en el VIPS. Cuando llegué ya estaban allí. Antes de que me sentara hablo Mike:

– ¿Estás enfadado?

– No. Estoy expectante. Cuéntame anda.

– Marga y yo...

Y se quedó mudo.

– Marga y el van a intentar que su relación fructifique. Van a intentar ser felices y tu les vas a dar tu bendición – dijo Raquel defendiendo a Mike

– ¿Lo sabe Alberto? - pregunté

– Si – dijo Mike

– ¿Sabes lo que mas me jode? - pregunté

Ambos me miraron esperando que siguiera

– Me jode que tenga que decírmelo Raquel. Es como si estuvieras acojonado. Enterate de una puta vez. Eres mi socio, no mi empleado. Y enterate también de otra cosa, eres mi amigo. Y como socio te pido que tengas cuidado. Como amigo te deseo que tengas suerte.

– Lo siento tío – dijo Mike – Es que se que no es lo ideal y siento que estoy defraudándote cuando tu te portaste cojonudamente tras lo de Susan.

– Deja el melodrama. Marga por estar contigo va a pasar a ser parte del grupo nuestro. Quiero que Alberto se sienta integrado. El sábado cinco de Enero comemos con el y su novia. Y esto si es una orden. Vamos a currar.

Y ya en la oficina hablé con Alberto. El aseguraba que todo estaba bien. Que no le importaba. Yo le dije que para mi y para Mike y Raquel, desde el punto de vista del curro eran dos iguales. Que la relación con Mike no importaba. Me dijo que no me preocupara y estuvo de acuerdo en comer con nosotros el sábado cinco de enero. Ya mas tranquilo con esa situación controlada empecé a ver número de todas las empresas ahora que se acercaba el cierre de año. Habíamos invertido mucha pasta y no íbamos a tener unos beneficios escandalosos pero a cambio empezamos el año con una empresa y lo acabábamos con cuatro y el 40% de una quinta empresa. A eso de las ocho me fui para casa y recogí a Rocío para cenar fuera.

El jueves teníamos reunión con Marisa, que iba a dirigir nuestra empresa de franquicias de moda, para que nos presentara a su segunda. Se trataba de Gloria. Una mujer que entonces contaba con 31 años y experiencia tanto en marcas de moda como en agencias publicitarias. Tenía un CV muy bueno y aceptó gracias a su confianza en Marisa y por el reto que representaba pues el sueldo no era un aumento con respecto a su sueldo en la agencia publicitaria en la que trabajaba hasta esos momentos. Ella se incorporaría el 2 de Enero. Ya estaba elegida la franquicia y habían empezado los papeleos que debían finalizar en una semana. Íbamos bien de tiempo para lanzar la tienda en febrero. Con la ayuda de Belén estaban viendo posibles locales. A mi me hacía gracia que fuera en el mismo centro comercial en el que teníamos el restaurante pero dependería del precio. Pediríamos precio por locales vacíos en cuatro centros comerciales de Madrid y alrededores y decidirían la primera semana de Enero para firmar y empezar las obras. Todo parecía que iba viento en popa. Mike se sentó en su última reunión de este estilo pues a partir de Enero sería Director General de la empresa de importaciones y se olvidaría de las nuevas empresas excepto por los números que se estudiarían en las reuniones mensuales. El resto del día fue rutinario y aproveché para irme algo antes a casa y pasarlo con Rocío que, al ser las semanas de Navidad, tenía algo menos de trabajo y no se quedaba casi ninguna tarde. Pasamos la tarde juntos en casa hablando de nuestras cosas. Cenamos en casa e hicimos el amor con pasión y ternura.

El día de los santos inocentes llegué pronto a la oficina y mi intención era irme antes de las tres para poder comer en casa con Rocío pero las cosas se empezaron a complicar. Tenía que estudiar un documento que me envió Mariano antes de irme y eso haría que siguiera en el despacho pasadas las tres, hora en la que todos se iban a sus casas los viernes. Antes de que se fueran llamé a María y la pregunté si podía acercarme una ensalada de un local cercano que tenía comida para llevar. Un par de minutos antes de las tres me trajo la ensalada y tras darme un piquito me deseo buen fin de semana y se fue. Miraba los números casi definitivos de la empresa de Mariano pues teníamos que estar preparados ya que los otros dos socios seguro que pedían reparto de dividendos. El objetivo era encontrar algo en la contabilidad que nos permitiera, acogiéndonos a eso, aumentar las reservas que debía tener la empresa. Un trabajo que debería hacer el director financiero de Mariano pero que tenía que hacer yo puesto que no podíamos fiarnos de nadie. A las cuatro llamé a Rocío y la dije que llegaría tarde. No antes de las ocho. A las cinco recibí una llamada de María preguntándome si seguía en la oficina. Al contestarla que si me dijo que no me moviera. Unos quince minutos después de la llamada llegó María y entró en mi despacho. Vestía unos pantalones blancos y llevaba una chaqueta azul tipo trench con unos mocasines del mismo color. Al entrar me sonrió y se quitó la chaqueta mostrando un jersey de una tonalidad de azul muy similar. En esos momentos estaba de unos cuatro meses y empezaba a intuirse la barriguita pero no era aun la panza de una mujer muy embarazada. Lo cual es lógico, aun le quedaba mas de la mitad del embarazo por delante. Se acercó a mi y se sentó en mi regazo. Me miro a los ojos y me dijo:

– Tiene mi hombre un ratito para dedicárselo a una pobre embarazada abandonada sexualmente

– Siempre – dije acercándome a ella y besándola.

El beso fue incrementando en lo que a pasión se refería y nuestras manos no paraban quietas. Me levanté de la silla y volví a besarla con pasión. Ella dejó de pasar sus manos por mi cuello y cuerpo para llevarlas a mi cinturón. En cuanto sus manos se posaron sobre mi cinturón yo llevé las mías al suyo. Ella fue mas mañosa y cuando yo estaba acabando de desabrochar su cinturón ella ya había terminado tanto con el cinturón como con el pantalón. No parecía querer perder el tiempo y se puso a ayudarme con su pantalón y un momento empezó a bajárselo. Yo hice lo mismo con el mio y en unos segundos, sin dejar de besarnos en ningún momento, estábamos ambos en ropa interior de cintura para abajo. Seguimos besándonos aunque ahora los rozamientos eran en nuestras partes íntimas que apenas eran salvaguardadas por la ropa interior. Harto del tacto de sus bragas pasé a bajárselas y ella decidió hacer lo mismo con mi calzoncillo. Volvimos al intenso beso pero esta vez con nuestras manos en los cuellos del otro ya que de nuestras partes íntimas nos encargábamos con un rozamiento exageradamente caliente. No había penetración pero es como si me la follara. Desde luego mi pene casi entraba en su raja. Ella llevó su boca a mi oreja y, tras besarla, me dijo en un susurro:

– Fóllame.

Como en el fondo soy un buen chico tuve que levantarla al vuelo y dejarla caer lentamente sobre mi totalmente erecto pene. Sujetaba su peso con mi mano derecha mientras que con la mano izquierda guiaba mi pene a su conejo. Una vez la tuve totalmente penetrada mi mano izquierda cogió el glúteo que le correspondía y empezó a penetrarla con dureza. La hacía subir y bajar sin descanso. Tanto leer números me había creado una cierta rabia interna que me permitía seguir dándola duro de esa manera sin, en ese momento, cansarme. Ayudaba que no fuera una mujer muy alta, mediría 1,65 y al no estar gorda, tampoco flaca, su peso era mas que soportable. Seguí penetrándola mientras ella me imploraba que la follara. Obviamente no iba a dejar de hacerlo y tras unos minutos mas de dura penetración ella explotó en un increíble orgasmo. Su movimiento era tan salvaje que no me veía capaz de seguir mientras orgasmaba. Paré de hacerla subir y bajar hasta que se calmó un poco y cuando ya estaba mas calmada y se lanzó a besarme volví a hacerla subir y bajar sobre mi miembro. Y ella volvió a gemir.

– Me encanta como me follas – dijo a mitad de camino entre la frase reposada y el grito

– Y a mi me encanta follarte – dije – Eres tan agradecida

– Soy agradecida contigo que me tienes loca. Con mi marido no soy así.

Y llevó su boca a la mía mientras yo me concentraba en seguir aguantándola de pie y moviéndola de arriba a abajo. Estaba ya bastante excitado y no podía aguantar mucho mi eyaculación asique no tuve mas remedio que acelerar mis penetraciones y, tras no más de un par de minutos, me corrí en su interior. El semen, una vez entró dentro de ella, provoco su segundo orgasmo y casi provoca que nos caigamos al suelo. La relajación provocada en mis piernas tras mi eyaculación, unida al movimiento de su cuerpo por su orgasmo me hizo perder un poco equilibrio pero por suerte pude apoyar mi cuerpo en mi mesa. Tras calmarnos un poco pude bajarla de mi y nos besamos como dos adolescentes durante un buen rato. Tras el beso ella metió la mano en su coño, saco un poco de lefa y la llevo a su boca mirándome con picardía. Sonrió, cogió su ropa y se fue a cambiar. Antes de salir se aseguró que no hubiera nadie en la oficina y corrió al baño. Antes de irse vino a despedirse y me dijo que iba a seguir comprando regalos de Reyes para sus hijas. Miré el reloj y eran las seis. Habíamos estado tres cuartos de hora juntos y ahora me tocaba volver a los números. A las ocho me dí por vencido y me fui a casa, no sin antes cargar con los números para estudiarlos un poco mas en casa ese fin de semana. Al llegar a casa me esperaba Rocío. Me duché rápido y salimos a cenar y tomar una copa. A la una estábamos en casa donde hicimos el amor.

El sábado dedique un rato a Rocío por la mañana pero después de comer, mientras Rocío veía una peli en la tele yo ojeaba de nuevo los números. Me fastidiaba no ser capaz de encontrar ni siquiera un pequeño resquicio por donde meter mano. A las siete empezamos a prepararnos pues, a las nueve, habíamos quedado con Laura y Antonio para cenar en el centro. Como siempre fue muy agradable y nos fuimos luego a tomar copas por la zona de Huertas donde estuvimos hasta las tres y media de la mañana. Al llegar a casa, al filo de las cuatro estábamos muy cansados y caímos como muertos en la cama.

A las doce de la mañana del domingo sonó el teléfono. Era la madre de Rocío que llamaba para hablar con ella. Y nosotros seguíamos en la cama. Y dormir hasta tarde fue lo mas interesante del día. El resto fue muy tranquilo, comer fuera, ver una película juntos, cenar pronto e irnos a la cama para echar un polvete antes de irnos a dormir. El día siguiente era Nochevieja pero yo tenía que ir a la oficina. Ella tenía fiesta ese día.

05. Semana del 31 de Diciembre al 6 de Enero de 2002

Y llegó la Nochevieja. Es cierto que fui a la oficina. No tengo tan claro que fuera a trabajar. Ese día el ambiente era festivo y los pocos trabajadores que estábamos solo respondíamos llamadas y emails. El resto del día se pasaba entre conversaciones. A la una del mediodía brindamos y nos fuimos para casa. Al llegar a casa hice una pequeña maleta y nos fuimos a casa de mis exsuegros donde pasaríamos la noche vieja y el día de año nuevo. Al llegar salude con un beso a Manuela y Mariano, ya no me parecía raro besarle como a un padre, y pasamos para comer algo pues no eran ni las tres de la tarde. Tras la comida nos instalamos en la que a partir de ese momento sería nuestra habitación allí. Era una de las cinco habitaciones tipo suite de la segunda planta. Una que, para mayor privacidad nuestra, estaba en el otro extremo de la de ellos. Tras instalarnos descansamos un rato hasta que empezamos a preparar la cena. Irían a cenar ese día la familia de Manuela. En total seríamos dieciséis y una niña pequeña. Los primeros en llegar, a eso de las seis, fueron los hermanos de Manuela, Jesús y Marisol, y sus respectivas parejas, Carmen y José. Manuela era la menor y Jesús el mayor. Rocío estaba un poco nerviosa puesto que era la sustituta de la sobrina de ellos y, tras menos de una año de la muerte de esta, ya estaba cenando en Nochevieja con ellos. Manuela la dijo que no se preocupara que había hablado largo y tendido con todos y que entendían que no solo ellos querían que yo rehiciera mi vida sino que me apoyaban 100% hasta el punto de ser casi mis padres. Rocío sacó a relucir sus armas de gestora de banca y los tenía a todos en pocos minutos en su bolsillo. Hacía las ocho llego el hijo mayor de Marisol, Juan Carlos, con su mujer Patricia. A lo largo de la siguiente media hora llegaron la otra hija de Marisol, Marina, con su marido Mario, así como el hijo mayor de Jesús, Carmelo, y su mujer Ana. Casi a las nueve llegó la menor de todos, Marisa, con su marido Juan y su hija de dos años y medio Cecilia. Era hija de Jesús y una de las primas preferidas de Lucía. La presentación con Rocío fue algo tensa pero antes de comer ya la tenía Rocío, con un poco de ayuda de Manuela, en el bolsillo. Algo antes de las diez nos sentamos a cenar. Maravillosa cena de hiperlujo con marisco del bueno, vino excepcional y besugo de plato principal. Terminamos de cenar a las doce menos cuarto y fuimos todos al salón para preparar las uvas. A las doce tomamos las uvas y empezamos a beber champan y copas. Esa noche todos iban a dormir en su casa y no había problemas con la bebida. A las doce y media acostó Marisa a la niña y volvió al salón. Al llegar sentó al lado de Rocío y dijo:

– Me encantaría odiarte. Aunque fuera un poco, pero me es imposible. Me alegro que Carlos te encontrara para rehacer su vida. Eres digna para suceder a mi prima.

Y la dio un beso en la mejilla. Rocío solo pudo decir un gracias y dejar caer una lagrima. Mariano dijo que nos dejáramos de dramones y seguimos la fiesta con música y charla hasta las cinco de la mañana cuando nos fuimos a dormir algo. Al día siguiente el euro ya estaría en nuestros bolsillos aunque yo notaba como si llevara muchos años usándolo. Tanto en inversiones, como los bancos, como en nuestra empresa ya lo usábamos exclusivamente.

Hacia las doce de la mañana del día uno del 2002 me levanté y pensé en todo lo que me había ocurrido ese año. Allí, tumbado junto a Rocío pensé en todo lo que había pasado. La muerte de mi novia y mis padres, conocer a Rocío, hacer subir a mi empresa hasta límites que no podía esperar el 1 de Enero de 2001, en definitiva, un montón de cosas. Media hora después noté como se despertaba Rocío y se juntaba a mi abrazándose y deseándome un feliz año nuevo. La devolví el sentimiento y tras besarla me levanté para ducharme. Mientras ella se duchaba bajé al salón donde estaba solo Marisa jugando con Cecilia. Me dijo que con la niña era difícil dormir mucho y que todos dormían. La dije que se fuera a desayunar algo y yo me quedaba con la niña. Estuve un rato jugando con ella, debió ser media hora o así, hasta que oí risitas. Al levantar la vista vi como Manuela, su hermana Marisol, Marisa y Rocío me miraban.

– A ver si me hacéis abuela – le dijo Manuela a Rocío

– Con un niño en casa tengo suficiente por ahora – dijo ella

Había vuelto a usar el mismo chiste y fue igual de efectivo esta vez pues las cuatro explotaron a reír.

– Encima que hago de niñera os metéis conmigo – dije haciéndome el falso ofendido.

Rocío se acercó y me dio un beso en la boca, un piquito. Marisa también se acercó dándome las gracias por cuidar a su hija y dándome un beso en la mejilla. Por su parte, Manuela tras darme un beso en la mejilla me dijo al oído:

– Me gustaría tener ese nieto mas pronto que tarde

Y solo pude sonreír. Cuando estuvimos todos juntos las mujeres se fueron a preparar la comida mientras los hombres empezamos a hablar de golf. Rectifico. Los demás empezaron a hablar de golf. A mi ese deporte no me gustaba nada. Por tanto me levanté y fui a ayudar con la comida. A las tres y media pasadas estábamos comiendo en familia y a las siete volviendo para casa tras un par de días agradables. Una vez en casa descansamos antes de irnos a la cama y hacer el amor. Mientras hacíamos el amor le dije a Rocío que la quería pero que aun no podíamos tener un crio. Muy graciosamente me dijo que no quería un crio sino que la follara. Eso hice y al terminar nos fuimos a dormir.

El miércoles trabajamos en la reestructuración sobre plano de la empresa. Íbamos a tener las dos plantas superiores a la nuestra. Pasando así de tener solo la quinta a tener también la sexta y la séptima. Teníamos, de esta manera las tres últimas plantas del edificio. Decidimos que la empresa de importaciones se quedara en la quinta, en el sexto montaríamos la empresa de diseño en un ala y la empresa de importación de calzado y complementos que íbamos a crear en el otro. En el último piso montaríamos los servicios centrales del holding en un ala, ahí estaríamos en principio Raquel y yo, y en el otro ala zonas para las empresas con menos empleados de oficina como son las de venta al por menor y restauración. Estuvimos viéndolo con un comercial de una empresa de mobiliario de oficina que se comprometió a tenerlo casi todo amueblado el viernes. Según íbamos cerrando plantas el iba enviando los pedidos. A las ocho lo teníamos todo listo y me fui a casa con Rocío. Esa noche no salimos y cenamos en casa antes de irnos a la cama a descansar.

El jueves a primera hora estuve en el notario con Belén y su marido para firmar el alquiler de los dos pisos nuevos de oficinas. Tras firmar fui a la oficina de Belén donde estaban ellos dos solos pues su empleada de recepción estaba de vacaciones y los comerciales estaban casi siempre en la calle enseñando casas. Ese día tres de Enero era, además, el cumpleaños de Belén. Estábamos invitados esa noche a cenar con ellos en un restaurante junto a otros amigos. Estuvimos un rato charlando con el marido. Creo que tanto Belén como yo sabíamos que, si nos quedábamos solos, íbamos a echar un polvo increíble. Por suerte el marido de Belén, Juan, recibió una llamada de un cliente y se tuvo que excusar. Cuando le oímos salir fue Belén a cerrar la puerta de la oficina con llave. Al entrar se acercó a mi y me dijo:

– Ahora mi regalo de cumpleaños

– Llevas casi un año sin conseguir vender la casa de mis padres, ¿crees que te mereces tu regalo? - dije jugando con ella

– Si. No la he vendido porque quiero sacar lo máximo posible eso lo sabes. Además, me he vestido como te gusta para ti.

La miré y estaba vestida con una falda de color granate oscura, una camiseta blanca, una rebeca violeta y lo que interpreté en esos momentos que me gustaba: unas maravillosas botas hasta la rodilla de fino tacón de unos seis centímetros. Llevaba un colgante plateado.

– ¡Que es broma tonta! Es tu cumpleaños, ven a por tu regalo.

Tras decir eso ella se acercó a mi, me besó y me sentó en su butaca. Una vez sentada volvió a besarme y, arrodillándose entre mis piernas, empezó a desabrocharme el pantalón. Cuando me lo bajó junto a los calzoncillos cogió mi pene y, sin mas preámbulos, se lo llevó a la boca. Jugó con su lengua a lo largo de mi pene. Lo chupaba de la punta a los testículos y una vez abajo, volvía a subir. Cada cierto tiempo se la metía en la boca totalmente y, al sacársela de la boca, volvía a subir y bajar con su lengua a lo largo de mi pene. Siguió lamiéndome durante un rato bastante largo pero al final se decidió por las penetraciones de mi polla en su boca. Siguió así durante unos diez minutos y yo ya estaba a punto de correrme. Se lo hice saber y ella solo me miró con cara de lascivia y sonrió. Volvió a meterse la polla hasta el fondo y a mover esta dentro de su boca mientras con su mano izquierda masajeaba mis huevos. En eso la avisé que me iba a correr y en menos de un minuto estaba escupiendo todo en su boca. Tras comérselo todo se levantó y se alejó unos metros desnudándose totalmente para mi. Exceptuando las botas, claro. Cuando se bajo la falda me gustó que no llevaba ropa interior.

– Llevo así todo el día por ti – dijo

Y no pude mas que sonreír cuando ya estuvo totalmente desnuda se acercó a mi y, cogiéndome de la mano, me llevó a un sofá de dos plazas y cuero negro que tenía en su despacho. Me hizo sentar y, al tacto, el cuero del sofá me dio algo de repelús. Como de frío. No obstante, fue solo un segundo y se me olvidó en cuanto se montó sobre mi mirando, como yo, hacia fuera. En esa posición me cabalgo durante unos cuantos minutos a distintas velocidad gimiendo como una loca. Si hubiera alguien fuera del despacho podrían, claramente, oír todo. En esa posición se corrió ella y, echándose para atrás, nos besamos con mucha pasión. Tras ese primer polvo la hice ponerse a cuatro patas sobre el sofá mirando hacia el respaldo. En esa posición la di caña durante unos minutos mientras volvía a gemir a lo loco. Estábamos ambos cerca del orgasmo cuando la hice girar y tumbarse en el sofá. Una vez tumbada abrió sus piernas y metí mi polla en su conejo. La penetraba mientras acariciaba su bota izquierda que reposaba sobre mi hombre derecho. Aumenté el ritmo todo lo que pude y, a los pocos minutos, me corrí en ella uniéndose ella con un orgasmo propio tras un par de chorros en su interior. Tras reposar unos instantes me levanté, cogí mi ropa y la di las gracias. Ella se aceró a mi y me dijo:

– Las gracias te las tengo que dar yo. Por dejarme follarte el día de mi cumpleaños

– ¡Que tonta eres! - dije

La bese, me vestí, fui a su baño a asearme y me fui a la oficina donde seguimos con el día de trabajo normal y corriente. Esa noche fuimos todos a cenar con Belén y su marido y otros amigos. Mike decidió no ir con Marga pues aun creía que era pronto. La cena fue agradable, sin mas. Llegamos tarde a casa pero aun así le eche un polvo a Rocío.

El viernes tocaba mudanza y montaje de mesas en las nuevas oficinas. Decidimos dar a todos el día libre aunque pedimos a los jefes que estuvieran atentos a emails que pudieran llegar. En la oficina quedamos solo los directivos de todas las empresas. Aproveché para darles a Marga y Alberto sus tarjetas nuevas que indicaban su nuevo puesto. A mediodía salí un rato para comprar a Rocío su regalo de Reyes. Sus regalos para ser mas precisos. Un reloj, unos vaqueros de Levi's, un bolso de Yves Saint Laurent y una gargantilla de oro muy bonita. Ese día acabamos tarde y fuimos Raquel, Mike y yo a cenar algo tranquilo uniéndose nuestras parejas. Era la primera vez que Marga cenaba con nosotros como parte del grupo. Al día siguiente comeríamos todos con Alberto. Lo cierto es que me preocupaba un poco lo de Marga en el trabajo pero la chica me gustaba mucho mas que Susan. A eso de las doce volvimos Rocío y yo a casa Al llegar me dijo que aun tenía que comprar un regalo de Reyes para mi y que al día siguiente ella se levantaría pronto para comprarlo. Eso significaba dos cosas: a mi me tocaba ir al Hipercor a comprar lo necesario para la comida del día siguiente y pasar por Mallorca a por los aperitivos y, por si no fuera poco, esa noche me quedaba sin sexo.

El sábado oí la alarma de Rocío y como entraba en la ducha. No la oí salir de casa pues debí quedarme dormido otra vez. La mía sonó a las diez, me duché y vestí rápido y salí corriendo pues tampoco tenía mucho tiempo. Compré carne en el Hipercor pues haríamos una barbacoa y recogí los canapés de Mallorca. A la una estaba de vuelta. Me dio tiempo a preparar un poco todo. Hacía frío, por tanto haríamos la barbacoa en la terraza aunque lo comeríamos todo dentro. A las dos había quedado con todos. Llegó Alberto con su novia, Celia, el primero. Les enseñé la casa y nos sentamos a tomar algo. Los siguiente en llegar fueron Mike y Marga. Me vino muy bien pues así pudimos tratar el tema en petit comité. Celia conocía a Marga y dijo que no la importaba que ellos salieran. Dijo que Alberto confiaba en nosotros y que ella, por lo poco que nos conocía, también. Con el tema solucionado les dije que habíamos decidido que fueran parte del grupo. Que si querían serian invitados a cumpleaños, bodas, bautizos y comuniones.

– Y barbacoas – dijo Mike

Y nos echamos a reír al tiempo que sonaba el telefonillo. Eran María y Arturo que llegaban con las niñas. Al rato llegaron Raquel y José Carlos.

– ¿Donde esta Rocío? -preguntó Raquel

– No se. Se fue a comprar un regalo y aún no ha llegado – dije un poco mosca

Según decía esto se oyó la puerta y entró Rocío con un par de bolsas de El Corte Inglés.

– Lo siento, pero tenía que comprar este regalo – dijo Rocío mientras besaba a todos

– Tu futuro marido estaba un poco mosca – dijo Raquel

– Cuando vea este regalo se le pasará – dijo antes de darme un beso en la boca y pedirme perdón por el retraso.

El resto del día fue muy bueno. Alberto y Celia se acoplaron fácilmente y no había tensión alguna con Marga. Parecían del grupo desde hacía mucho. No se fueron antes de las ocho. Una vez se fueron recogimos un poco y nos dedicamos a descansar en el salón. Cenamos un poco de lo que sobró ese día y nos fuimos a dormir pronto. Ese día si pude hacerla el amor.

A las nueve de la mañana del día de Reyes dormía plácidamente cuando Rocío me despertó dándome un beso.

– Es el día de reyes. Quiero mis regalitos – dijo

– Que materialista – dije sonriéndola – ¿No prefieres que hagamos otra cosa?

Me lancé a besarla y me paró.

– Si me gustan mis regalitos – dijo sonriendo y saliendo de la cama.

Me desperecé unos minutos en la cama y me levanté. Fui en pijama a la cocina donde Rocío estaba preparando el café. Teníamos un roscón que aproveché a comprar en Mallorca el día anterior. Una vez el café estuvo hecho pasamos al salón con varias bolsas de regalos. Habíamos quedado en darnos cuatro regalos cada uno. Comencé yo dándola los vaqueros. Parecía moderadamente contenta. Ella me dio unos vaqueros Levi's a cambio. Me eché a reír pues nuestro primer regalo era idéntico. Lo segundo que la dí fue el reloj. Esta vez se mostró mas emocionada y me lo agradeció con un piquito. Ella me dio en ese turno unas zapatillas de fútbol sala azules de adidas. Las necesitaba pues las mías estaban destrozadas. Intuí que para este había usado el comodín de la llamada a Antonio. El tercer regalo que la di fue el bolso de YSL. En este si demostró que le encantó pues se lanzó a besarme con ganas. Tras dejar el beso me dio un portátil nuevo. Era un compaq y parecía la leche en aquellos momentos. Era la leche en aquellos momentos. Para mi último regalo la llevé a la habitación y la puse mirando al espejo de cuerpo entero que teníamos. Me coloqué detrás de ella y, sin que viera la caja, saque la gargantilla y la coloque en su cuello. Se quedó un rato mirándola, se dio la vuelta y me besó. Volvimos al salón donde me dio mi último regalo, una cazadora de cuero de Hugo Boss. Me sentaba como un guante y me encantaba su color marrón chocolate. La dí un beso pero tras un minuto se separó.

– Te has portado muy bien – dijo – Tengo otro regalito. El que fui a comprar ayer

– ¿No quedamos en cuatro? - dije

– Tu espera aquí

Y se fue a la habitación. Menos de cinco minutos después volvía al salón vestida con un micro camisón de color gris como si fuera de cocodrilo. Tanto en la copa de sus pechos como alrededor de sus piernas tenía una puntilla de color rosa-fucsia. No se si rosa afucsiado o fucsia rosado. En todo caso, a medio camino de ambos.

– Este es tu quinto regalo. El regalo en si es para mi pero es 100% para tu placer

– Muy bonito – dije mientras se acercaba

Mi pene estaba ya totalmente erecto y el pantalón del pijama era incapaz de ocultar mi excitación. Se acercó a done estaba y empezó a jugar con mi pierna y mi pene por encima del pantalón pero rápidamente dejó el juego para pasar a lamerme la polla arrodillada junto a mi. Yo excitado lleve mis manos a sus tetas, apenas protegidas por mi nuevo regalo. Mientras yo acariciaba sus senos ella metía y sacaba mi pene de su boca con total devoción.. Se echó algo más encima mía y pude acceder, alargando la mano, a su culo por debajo del corto camisón. Mi sorpresa fue mayúscula al ver que no llevaba tanga. Ella en ese momento besaba la base de mi polla, cerca de mis huevos mientras me sacudía la polla. Me sacó el pantalón y calzoncillo completamente y se subió encima mio, mirando hacia fuera, poniendo sus pies encima del sofá. Puso mi pene en su coño y se lo metió poco a poco. Una vez totalmente dentro empezó a cabalgarme mientras veía sus tetas moverse dentro de su mini camisón. No estaba entre mis planes quitárselo. Tras un rato en esa posición la hice levantarse y arrodillarse en el sofá poniendo su cabeza sobre el respaldo de este. Me acerqué por detrás y empujé levemente hasta que su cuerpo aceptó del todo mi pene y empecé a darla con mas fuerza. Ella gemía como una loca y yo hacía unos sonidos guturales cada vez mas ruidosos. Los vecinos debían estar flipando por el polvo que nos estábamos echando tan pronto. La dije que no gritara tanto y empezó a gritar contra el respaldo amortiguando este el sonido. Seguimos así durante un rato y noté como ella se corría por la presión que su vulva ejerció sobre mi pene. En ese momento estaba cerca de correrme yo pero no terminé de eyacular y seguí dándola tras su orgasmo durante aproximadamente uno o dos minutos hasta que me corrí en su interior. Tras correrme ella me sonrió y dijo:

– Deberíamos terminar de desayunar para asearnos que hemos quedado en ir a casa de tus padres.

De tus padres. Eso dijo. Y mis padres llevaban casi un año muertos pero los que fueron mis suegros ya eran mis padres para todos. A las dos llegamos a su casa e intercambiamos regalos. Ropa para todos menos para mi "nuevo padre" al que compramos un palo de golf que sabía que quería. Tras pasar un buen rato volvimos a casa donde, nada mas llegar, fuimos a casa y me la follé de nuevo tras ponerse de nuevo mi regalo. O su regalo. No estaba claro.

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