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Mi historia (15: Marzo 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Marzo

Marzo empezó con una buena noticia. Poco después de llegar a la oficina me dijo María que tenía una llamada de David, al que habíamos hecho una oferta por su empresa de importaciones. Aceptaba nuestros términos y quería unirse a nosotros. Le dije que me alegraba mucho y que se lo haría saber a Ángel y los demás. Fijé con el la fecha del miércoles 13 para firmar la compra ante notario y quedamos en que viniera un par de veces por la oficina en ese periodo para que la transición fuera lo mas rápida posible. La noticia forzó a que pasara el resto del día preparando la integración de la empresa con Ángel y Raquel. Al llegara casa, hacia las ocho, Rocío notó que estaba muy contento y se lo conté. Me dijo que saliéramos a celebrarlo y estuvimos cenando y tomando una copa hasta las doce de la noche cuando volvimos a casa e hicimos el amor.

Martes y miércoles fueron un par de días totalmente insignificantes. Trabajo rutinario y tarde-noche rutinaria.

El jueves pintaba exactamente igual. Hasta las tres de la tarde cuando recibí una llamada de Rocío que me citaba a las ocho y media en un restaurante al que íbamos a menudo. Me dijo que iría con Laura directamente desde el trabajo que tenían algo que contarnos a Antonio y a mi. Bastante intrigado llamé a Antonio y me dijo que tenía la misma idea que yo. Quedamos el y yo a las siete y media en mi casa y así hablábamos un poco los dos. A la hora en la que habíamos quedado estaba en casa y Antonio y yo nos tomamos una Coca Cola mientras hablábamos del futuro y de nuestras chicas. Me costó pero no le dije nada de mi idea de prometerme a Rocío. A las ocho y cuarto salimos hacia el restaurante que estaba a un pequeño paseo de mi casa. Una vez allí nos sentamos y pedimos un par de cervezas pues aun no estaban las chicas. A eso de las nueve menos cuarto entraron ambas aun vestidas con sus ropas de trabajo. Nos levantamos para saludarlas. Una vez todos sentados fui al grano ya que estaba intranquilo:

– ¿Se puede saber que pasa?

– Nada malo, cariño – dijo Rocío

– Contar de todas formas – dijo Antonio

– A ambas nos han ofrecido participar en el mismo MBA Ejecutivo que hiciste tu – dijo Laura a Antonio

– ¡Que bien! - dije yo – Es buena noticia, ¿no? - dije dándome cuenta que tampoco sabía mucho pero lo cierto es que sonaba bien.

– Muy buena – dijo Antonio – Cada año el banco elige entre cinco y diez de los jóvenes con mayor progresión y les ofrece estudiar este masters. En realidad es un MBA normal. Simplemente el banco acelera los trámites de admisión y paga la mitad de la matrícula que es una pasta.

– Que guay – dije – Me alegro mucho por las dos

– No viene sin problemas – dijo Laura dirigiéndose a Antonio – El banco paga la mitad pero aun así tengo que pagar 30.000 euros y tenemos que aplazar nuestra luna de miel hasta Enero de 2003 o Diciembre de este año. Eso ya nos lo han aprobado y a ti te conceden aplazar la luna de miel. Pero tendremos que pedir un crédito para el MBA. Con los gastos de la boda no tenemos pasta.

– Ya – dijo Antonio – lo de la luna de miel no me importa. Y no te preocupes que encontraremos un banco que nos deje los 30.000 euros. Tu no te quedas sin hacer ese masters.

– Hola – dije

– ¿Hola que? - dijo Antonio como pidiendo que no me metiera mientras pensaban.

– Hola, soy el mejor amigo de Antonio, el novio de la mejor amiga de Laura, tengo en el banco más de cuatro millones de euros entre acciones, cuentas corrientes y depósitos. Yo os prestó los 30.000 euros.

– No te podemos pedir eso – dijo Laura

– No me lo estáis pidiendo – dije – Os lo estoy ofreciendo. Gracias a vosotros dos conocí a la mujer mas maravillosa del mundo y prestaros 30.000 euros me parece normal. ¡Es un préstamo! Que no te lo regalo. Además, mi interés del 0% no te lo da tu banco.

– No se – dijo Laura

– Si no lo aceptas me lo tomaré como una ofensa personal – dije mirando a Antonio ya que el sabría entender mi mirada.

– Lo dice en serio – dijo Antonio.

– Aceptarlo, por favor – dije a Laura.

– Bueno, veremos cuanto necesitamos y lo aceptaremos. Quizás sea menos de los 30.000.

– Eso me parece bien.

Rocío se había pasado toda la conversación callada y mirando como evolucionaba. Una vez parecía el tema resuelto me sonrió y vi en sus ojos que me agradecía que ayudara a su amiga. Pero en una cosa creo que se equivocaba. Ayudaba a mi amiga y a mi amigo. El resto de la noche fue muy agradable y a eso de las doce y cuarto estábamos ya en casa. Una vez dentro de casa dije:

– ¿Tu necesitas algo de pasta para pagarlo? – dije preguntando

– Cariño me tienes tan mimada que tengo casi 41.000 euros ahorrados pero gracias.

– ¿Entonces no necesitas nada?

– Necesito que me folles. Me ha puesto muy cachonda ver lo generoso que eres con nuestros amigos.

No tenía ningún interés en dejar pasar su excitación y me dirigí al sofá del salón con ella de la mano. Aun iba vestida con su ropa del trabajo, un elegante y discreto traje de chaqueta y pantalón a rayas grises horizontales con una camiseta de punto negro y cuello alto. Adornaba su atuendo con una pulsera plateada, su reloj de plata y unas botas negras y cinturón del mismo color. No era un atuendo especialmente excitante pero a mi me daba igual. Ella para mi era una Diosa en camiseta de andar por casa. Al llegar al sofá del salón me senté y la puse sobre mi. Puso cada una de sus piernas a un lado de las mías como si me fuera a cabalgar y empezamos a besarnos. Mi lengua entró en su boca y buceó por todos los rincones de esta. Ella pronto puso su lengua en acción y respondió a mi invasión con una propia haciendo que ambas jugaran donde las bocas se unían. Mientras nos besábamos la quite la chaqueta y la tiré al otro sofá. Mis manos empezaron a tocar todo su cuerpo sin centrarse en una parte preferida. Tocaba sus piernas, su espalda, sus pechos, su cuello, parecían buscar donde acomodarse pero no lo encontraba. Todo parecía igual de interesante. Mientras mis manos estaban indecisas sobre que parte de su cuerpo acariciar ella parecía tenerlo mucho más claro y se lanzó a quitarme el polo lanzándolo junto con su chaqueta tras lo cual se dedicó a acariciarme el pecho. Como un mono de imitación pasé a quitarla la camiseta de punto negra que llevaba. El cuello alto lo hizo algo mas complicado pero nada insalvable. Tras unos pequeños instantes de forcejeo su tronco estaba libre de toda prenda salvo el sujetador. El beso seguía y ella empezaba a rozar su cuerpo sobre mi pene que ya estaba claramente erecto. Desde luego los pantalones de pinzas que llevaba eran incapaces de ocultar el estado de excitación en el que me encontraba. Mientras ella me desabrochaba el cinturón yo hacía lo mismo con el de ella. Una vez sin cinturones empezamos a hacer lo mismo con los pantalones pero nos dimos cuenta rápido que en esa posición iba a ser difícil. Se echó a un lado y sentada en el sofá empezó a quitarse los pantalones que, por ser algo anchos de pata salieron sin necesidad de quitarse las botas. Mientras, yo me quité los míos y en unos instantes ella estaba con botas, sujetador y tanga y yo simplemente en calzoncillos. Podríamos haber cambiado de posición pero ella volvió a subirse en mi, volvimos a unir nuestras lenguas y dejamos que nuestras manos exploraran nuestros cuerpos casi completamente desnudos. Mientras pasaba mis manos por su espalda aproveché a quitarla el sujetador y, una vez conseguido, acaricié sus senos intentando excitarla todo lo posible. Ella empezó a pasear toda su raja por mi erecto pene haciéndome una paja con calzoncillo. Por suerte no solo me estaba excitando a mi porque ella empezó a lanzar pequeños gemidos que demostraban que estaba disfrutándolo de lo lindo. Con una de mis manos me bajé el calzoncillo y, empujándolo, cayo hasta mis tobillos. Una vez libre de estos lleve mi mano a su tanga y la aparté mientras con la otra apuntaba a su coñito. Metí un poco de mi polla en su coñito y ella gimió. Inmediatamente se incorporó un poco y empezó a cabalgar mi polla. Ella empezó a llevar la velocidad de la cabalgada, primero poco a poco. Su esbelto cuerpo me cabalgaba constantemente sin dejar un segundo de descanso. Yo empecé a gemir acompasado a sus cabalgadas. Estábamos ambos cerca del orgasmo. El año que casi llevaba con ella ya me permitían saber cuando estaba cerca. Agarrándola por ambas nalgas la ayudé a subir y bajar a mayor velocidad. Eso provocó que los gemidos no aumentaran en frecuencia pero si en volumen. Alguno llegó a ser tan alto que empezamos a besarnos para no montar el espectáculo en mi edificio, eran casi la una de la mañana y el silencio era enorme. Seguimos un rato cabalgando y me dijo que se iba a correr. La pedí que por favor aguantara un minuto y nos corríamos juntos. Al medio minuto la dije que estaba listo. Ella se corrió y yo la seguí un segundo después. Su coño exprimió mi polla y fueron unos cuantos chorros los que alojé en ella. Nada mas bajarse de mi se fue corriendo a la cama totalmente desnuda y yo detrás. Ella se tiró en la cama y yo con ella. Tumbados nos pasamos un buen rato mirándonos y fui yo el primero en hablar.:

– Es la primera vez que te pones cachonda con mi dinero

– No te enteras amor – dijo ella algo enfadada – No me pone cachonda tu dinero. Me pone muy cachonda que seas tan generoso que incluso te ofendas.

– No te enfades cariño, lo digo para hacerte rabiar. Vayámonos a dormir que mañana somos padres

– Te quiero – dijo ella

– Y yo a ti

Y abrazados quedamos dormidos.

Por fin llego el día que íbamos a ser padres Rocío y yo durante un fin de semana. Todo el mundo bromeaba acerca de ello y me ponía algo nervioso pero según se acercaba el momento estaba mas tranquilo. Esa mañana fue un día normal de trabajo solo que acabé una hora antes y a las dos y media nos fuimos María y yo a su casa. Al llegar en mi coche a eso de las tres a su casa empezaron a darme ropa de las niñas, algún juguete de la pequeña y algún libro de la mayor. Metí todo en el maletero y empezamos a montar en mi coche la silla de la pequeña y el elevador de la mayor. Cuando estábamos terminando llegó Rocío en taxi. Subimos a casa de ellos y comimos algo.

– ¿Tenéis ya el fin de semana listo? - dio María

– Si. Esta noche iremos con las niñas a dar una vuelta por el centro comercial y cenaremos en vuestro restaurante. Mañana comeremos con las niñas y Mariano y Manuela y por la tarde vendrán a casa Mike, Marga, Raquel, José Carlos, Alberto, Celia y mi hermana. El domingo lo hemos reservado para disfrutar de las niñas nosotros solos que es lo que nos apetece pero todos nos quieren ver con las niñas. - dijo Rocío

– Según como lo cuentas parece que sois un espectáculo de circo – dijo Arturo

– No vas muy desencaminado – dije yo riendo

– Solo que pido que intentéis no acostar a las niñas muy tarde y que duerman, sobre todo la peque, al menos diez horas – dijo María

– Lo haremos – dijo Rocío

– Estaremos de vuelta hacia las nueve de la noche del domingo – dijo Arturo.

Tras la comida, a eso de las cuatro, nos despedimos de ellos y nos llevamos a la pequeña dando un paseo en el carrito a buscar a la mayor al cole que estaba cerca de la casa de ellos. Cuando llegamos al cole solo tuvimos que esperar unos cinco minutos hasta que salió Elena. Al vernos vino corriendo a nosotros y nos dio un beso a cada uno. Las profesoras me conocían de vista y sabían que hoy la recogía yo así que no tuvimos ningún problema llevándonosla a casa. El camino al coche, mientras yo empujaba el carrito, fue Elena con Rocío de la mano e iban hablando de los planes para el fin de semana y de lo que había hecho Elena ese día en el cole. Tras llegar al coche fuimos a casa donde subimos la ropa de ellas y sus cositas. Instalé la cuna de viaje en nuestra habitación mientras Rocío ayudaba a Elena a preparar la habitación de invitados. Una vez todo listo, hacia las seis y media, volvimos al coche y nos fuimos al centro comercial donde teníamos nosotros el restaurante y la franquicia de moda. Al llegar ya nos estaban esperando Laura y Antonio en mi tienda de ropa. Saludé a Antonio que parecía aburrido mientras que Rocío y Elena iban a ver a Laura que estaba mirando algunos trapitos. Antonio y yo fuimos a saludar a las chicas de la tienda. Tras unos minutos de charla aparecieron las chicas con algo de ropa que compraron. Y nos fuimos a dar una vuelta antes de ponernos a cenar a eso de las ocho y media nos fuimos al restaurante de fast food que tenía mi empresa en ese restaurante. Las chicas se sentaron en una mesa y Antonio y yo nos pusimos a la cola. Al vernos el encargado salió a saludarnos. Cenamos con las niñas, la peque aun tomaba potitos cuando iba fuera pero también se comió unas cuantas patatas fritas que la dí de mi menú. A las nueve y media nos despedimos de ellos y nos fuimos a casa. Llegamos a las diez y a las diez y media ya teníamos a la peque durmiendo. A las once mandamos a la mayor a la cama y poco después nos fuimos nosotros a nuestra habitación donde dormía plácidamente Marta.

El sábado a las nueve nos despertamos con un ruido de Marta. Me levanté y vi que ya estaba despierta. La saque de la cuna y dimos por empezado nuestro día entero con las niñas. Rocío se levantó y fue a la habitación de Elena. Mientras yo cambiaba el pañal de Marta ellas salieron de la habitación y fueron a la cocina a hacer el desayuno. Antes de ellos Elena vino y me dio un beso. Las niñas de María eran un encanto y estaban perfectamente educadas. Tras desayunar di un baño a Marta en nuestro servicio mientras Elena se duchaba en el suyo. Una vez terminé de lavar a Marta, Rocío y yo nos turnamos para ducharnos. A las once y cuarto estábamos aseados y vestidos. Habíamos quedado con Manuela y Mariano a las dos en el Pinocchio de Eduardo Dato. Fuimos a dar una vuelta y acabamos en la plaza de Chamberí con las niñas. La temperatura de unos quince grados era bastante agradable para dar una vuelta y estar sentados en la plaza con ellas. Abrigados pero no hacía frío. A las dos nos acercamos al restaurante donde ya estaban esperándonos Manuela y Mariano. Fue una comida muy buena y noté como a Manuela le hubiera gustado que fueran hijas nuestras de verdad. Tras comer ellos se fueron a su casa y nosotros a la nuestra que esa tarde teníamos a Mike, Raquel, Alberto y sus parejas visitándonos acompañados por Diana. Hacia las cinco empezaron a llegar y a las cinco y media ya estaban todos. Estuvimos charlando los chicos por una lado y las chicas, con Elena, por otro. Elena estaba siempre con Rocío, normalmente sentada en su regazo. Conocía a Raquel de toda la vida pero por alguna razón se sentía mas cómoda con Rocío a la que conocía de hacia menos de un año. Si tuviera que apostar creo que es por la dulzura y fidelidad que emana Rocío por cada uno de sus poros. Da una seguridad absoluta. Comimos unas tortillas de patatas y fiambres de gran calidad. A las nueve y media se fueron todos y a las diez metimos a la peque en la cama. A la mayor la dejamos que se quedara con nosotros viendo la tele hasta las once. Yo me puse en el sofá de dos piezas viendo como Elena se tumbaba abrazada a Rocío. La ternura que me provocó es difícil de describir. A las once la acompañamos a la cama y nosotros decidimos hacer lo mismo. El día siguiente estaríamos con ellas a solas y a ambos nos apetecía mucho.

Marta volvió a despertarnos el domingo. Esta vez fui yo quien fue a despertar a Elena. A las doce estábamos listos para ir a dar un vuelta. Yo salí con Marta en brazos y esperé en la calle a que Elena y Rocío bajaran con el carrito de la niña pues Rocío le dijo a Elena que fuera al baño antes de salir. Estaba esperando en la calle, a unos cuatro metros del portal. Saludé a un vecino que iba con su hija, de unos cuatro años, y la que supuse era su madre o su suegra. Cuando ellos se acercaban al portal vi que se abría la puerta y salía el carro. Me acerqué a la puerta para poner a la niña en el carro cuando oí a la señora decir:

– Rocío

Rocío, que empujaba el carrito pero estaba mirando hacia atrás donde estaba Elena, se giró y dijo:

– Hola Carmen, ¡que sorpresa!

– ¿Que haces aquí? - dijo la señora

– Vivo aquí

– Pues si que te pagan bien en el banco ¿Es tu hija? - dijo acariciando la cabeza de Elena

– Uy no – dijo Rocío – Cuando ella nació yo tenía 17 años. Estamos cuidando a las hijas de unos amigos que han ido a una boda. Y la casa es de Carlos, mi novio – dijo señalándome

– Encantada – dijo dándome dos besos – Soy clienta de Rocío en el banco. No la dejes escapar. Mi marido y yo estamos encantados con ella. Y es muy guapa, joven e inteligente.

– Totalmente de acuerdo – dije sonriendo a Rocío

– Por cierto, que maleducada de mi parte – dijo - Este es mi hijo Javier y mi nieta Virginia

Saludé a mi vecino con el que no había tenido mucho contacto mas allá de saludos de cortesía. En esas estábamos cuando llegó el marido

– Vaya Rocío que sorpresa – dijo el

– Si, la verdad es que si. No sabía que vuestro hijo y yo eramos vecinos

– ¿Vives aquí? - dijo el

– Si, con mi novio Carlos

Y otra ronda de presentaciones.

– ¿A que te dedicas Carlos? - dijo él

– Soy empresario – dije

– Bien, como yo – dijo - ¿De que sector?

– Tengo las empresas bastante diversificadas pero principalmente importaciones.

– Si vives aquí veo que te va bien. Me alegro. Cuida de nuestra Rocío.

– No lo dude – dije yo

Rocío y sus clientes charlaron durante un par de minutos mas y nos fuimos a pasear. Me estuvo contando las empresas que tenían y que eran una pareja muy agradable. Ella pensaba que eran de sus clientes mas agradables y, por lo que pude suponer, también de los que mas dinero tenían aunque Rocío era una tumba y no decía nada. Como debe ser. Tras dar la vuelta volvimos a casa a comer . La tarde la pasamos en casa viendo una peli infantil con las niñas. A eso de las ocho las dimos la cena y esperamos la llegada de sus padres que como dijeron, llegaron a eso de las nueve.

– ¿Que tal todo? - dijo María al entrar

– Genial – dijo Rocío – Tenéis unas hijas que son un amor.

– Ahora vamos a querer quedarnos con ellas siempre – dije yo

– Me alegro que todo fuera tan bien – dijo Arturo – Bueno, vámonos a casa.

Cuando dijo eso Elena vino a darme un beso y un abrazo y luego se lo dio, mucho mas largo, a Rocío.

– Adiós – dijo Elena tras separarse del abrazo

– Adiós, cariño – dijo Rocío y la beso en la frente

Cuando se fueron Rocío y yo nos sentamos en el sofá bien juntos. Yo estaba con vaqueros y polo y ella con un vaquero azul y una camiseta de manga larga azul oscura. Llevaba unas botas planas marrones por encima de los vaqueros y un cinturón marrón. Un collar adornaba su atuendo. Estuvimos bastante tiempo juntos, abrazados. Tras ver una película en la tele, a eso de las once y media, nos fuimos juntitos a la cama. Ella delante mía y yo abrazado a su espalda. Mi pene iba creciendo según nos acercábamos a la cama.

– Veo que estas contento – dijo

– Mucho – dije yo – Dos días sin hacerlo. Sabes que, este fin de semana me he dado cuenta que no me importaría ser padre pero también me he dado cuenta lo que uno ha de sacrificar. Me gustaría seguir así como estamos una temporada y luego ya pensar en hijos.

– Estoy de acuerdo cariño – dijo ella

Se dio la vuelta y me agarró la polla.

– Recuerda que por eso no tenemos que preocuparnos. Tomo la píldora. - dijo

Yo la sonreí y empecé a besarla. En ese momento estaba claro que ambos ardíamos de pasión. No era uno de esos momentos en los que íbamos a hacer el amor. Era claramente uno de esos momentos en los que íbamos a follar. El beso era ya una lucha sin cuartel con sus manos en mi cuello y las mías en su espalda. Baje mi mano al borde de sus pantalones y empecé a quitarla la camiseta que estaba usando ese día. Ella apartó mi mano, se separó de mi y empezó a desnudarse. Yo hice lo mismo y antes que ella estaba totalmente desnudo sobre la cama. Ella llevaba las botas por fuera y eso la hizo perder tiempo. Yo estaba apoyado en la almohada, con mis manos bajo mi cabeza mirando como terminaba de desnudarse y ella se tiró encima. Una vez sobre mi empezamos a besarnos y a forcejear rodando por la cama. Ella agarraba mis huevos y yo intentaba meter mis dedos dentro de su coño pero la mayor parte de las veces me quedaba a las puertas y ella no dejaba que entraran en ella con un movimiento de cadera. Estuvimos con ese juego un rato hasta que ella acabo, como empezamos con ella encima mía. Cogió mi pene y lo apunto a su coño. Me dejo penetrarla un poco pero inmediatamente fue ella la que se metió mi polla de un tirón. Empezó a cabalgarme aunque estaba inclinada sobre mi y besándome. Tras un rato en esa posición yo estaba ya que explotaba pero quería llevar un rato la voz cantante. La agarré por su culo y levantando mi cuerpo de manera brusca y girando sobre mi costado acabé con ella de espaldas en la cama y yo sobre ella. Y todo con mi polla en su coño. No se aun como ese día no me partí en dos pero la caída delos dos sobre la cama fue especialmente excitante ya que sentí como si la penetrara mas de lo normal y gemimos los dos exactamente a la vez. Una vez estuve yo encima suyo empecé a follarla taladrándola sin pudor. Ella empezó a gritar y pedir mas y yo la tape la boca con mi mano para que no nos oyeran todos los vecinos. Me eché sobre ella y la bese. Tras unos cinco o diez minutos mas de penetración me corrí dentro de ella al tiempo que ella llegaba a su orgasmo. Rocío y yo estamos empezando a aprender a sincronizar nuestros orgasmos de tal manera que el sexo era aun mas impresionante. Cosa que no me ocurría con ninguna de mis otras mujeres. Me tumbé a su lado y la besé en la frente, apoyo su cabeza en la mía y, rápidamente, estábamos dormidos.

02. Semana del 11 al 17 de Marzo

Llegué a las nueve de la mañana del lunes a la oficina y nada mas llegar María entró conmigo al despacho con un par de cafés:

– La niña no paró de hablar de Rocío en todo la noche – dijo

– No se, tiene ese efecto en todo el mundo. Si me dejarais yo no pararía de hablar de ella. Es... - y durante un rato me quedé sin saber que decir – no se que es. La mujer mas importante que he conocido jamás.

– Me alegro mucho por ti, cariño – dijo ella

Nos terminamos los cafés tratando la agenda de esa semana que estaba lejos de ser excitante. Lo más destacado la firma en el notario de la compra de la segunda empresa distribuidora que íbamos a adquirir y la reunión mensual del viernes. El resto monotonía a raudales. Hasta tal punto que ese mismo día llamé a Laura para quedar con ella el jueves e ir a ver el anillo de Rocío. El resto del día en la oficina fue bastante atareado pero sin nada especial. No me faltaba trabajo pero no era excitante. Básicamente, siendo la segunda semana, iba recopilando la información financiera de cada empresa para la reunión del viernes. A eso de las siete salí de la oficina y me fui a buscar a Rocío a casa. Al llegar a casa salimos a dar una vuelta y cenar. Tras la cena vimos una peli y a la cama.

El martes no ocurrió nada ni siquiera medio relevante. Era el cumpleaños de Pedro, el novio de Mónica, la amiga de Rocío, y una vez llegamos a casa le llamamos para felicitarle. Lo celebraba ese fin de semana en Cuenca pero como nos quedábamos en Madrid no podríamos ir. Cenamos en casa, vimos una peli, hicimos el amor y nos fuimos a dormir.

El miércoles quedé a desayunar con Mike, Raquel, Ángel y David ya que a las once firmábamos la compra de la empresa de David. La idea es que Ángel y David empezaran a acostumbrarse a trabajar en equipo desde el principio. Tras la firma, llevamos al equipo de ambas empresas de importación de calzado a una comida en un chino donde hicimos equipo. Era un equipo joven y parecían aceptar de buen grado pasar, de repente, a una empresa el doble de grande. Tras la comida seguí con los números de las empresas y a las ocho me fui ya para casa pues quería cenar con Rocío. Cuando llegué a las ocho y media ella ya estaba preparando la cena. Cenamos y hablamos de nuestro día. Esa noche nos fuimos pronto a la cama y tras hacer el amor nos quedamos dormidos. Ella antes que yo. Estaba nervioso por la compra del anillo al día siguiente.

El jueves llegué a la oficina a las ocho y media cuando aun no había llegado casi nadie. Estuve trabajando hasta las once cuando salí para reunirme con Laura y ver el anillo. Quedamos junto a una joyería de mucho lujo en la calle Serrano. Al entrar inmediatamente vino una señorita a ayudarnos.

– ¿Podría ayudarles en algo?

– Busco una alianza de matrimonio – dije

– Claro, pasen por aquí – dijo

Nos llevó junto a una mesa con el tablero de cristal donde tenían bastantes anillos. Me preguntó la talla y yo hice lo propio a Laura.

– Un anillo que a mi me esté justito es perfecto para ella – dijo – Tiene el dedo solo un pelín mas pequeño que el mio.

Empezó a probarse anillos hasta que dijo:

– Esta es la talla – dijo

– Una vez saben la talla veamos que anillo les gusta.

Nos sacó uno cuantos pero a mi todos me parecían poca cosa. Vi uno en una vitrina que me gustaba y pregunté por ese.

– Ese anillo es caro señor – dijo ella

Supongo que a un joven no esperaba venderle ese anillo. Había visto a mi padre comportarse en lugares como ese donde todo son comportamientos medidos al milímetro. Sabía que decirle que me podía comprar la joya mas cara del lugar no era la manera de comportarse. No era un nuevo rico. Había sido educado para estas situaciones. En vez de decir nada miré a su supervisor que nos observaba discretamente a unos metros y con un ligero movimiento de cabeza le hice saber que el dinero no era problema. Inmediatamente lo entendió y se acercó a nosotros.

– Ya sigo yo, señorita Hernández – dijo el – Creo que están interesados en esta pieza – dijo mientras sacaba la que había señalado

– Estoy interesado en algo especial – dije

– Ha venido al lugar apropiado – dijo el

Nos sacó la alianza que señalé y otras tres.

– Todas están entre 15.000 y 25.000 euros – dijo el

– Perfecto – dije yo

Laura me miraba asombrada y me susurró

– ¿Has oído que ha dicho que la mas barata es de 15.000 euros?

– Perfectamente – dije – No pienses en el dinero. Piensa en la mano de Rocío. ¿Cual te gusta mas?

Estuvimos un rato charlando y descartamos dos. Al final quedaron dos piezas que nos dijo eran de 18.000 y 22.000 euros. Sin saberlo habíamos descartado la mas barata y la mas cara. Ahora si que no sabíamos cual escoger. Ambas nos encantaban así que elegimos la mas barata. Era una alianza de oro blanco con pequeños diamantes a lo largo de toda la alianza. Una maravilla. Saque mi tarjeta y al verla la empleada se ruborizó. Era una tarjeta platino de la división de banca privada donde trabajaban Rocío y Laura. Inmediatamente entendió su fallo de cálculo. Ya con la joya me despedí de Laura que me dijo que era una maravilla pero que no se creía que me hubiera gastado 18.000 euros en una alianza. Yo solo pude sonreír y me fui a esconderla en casa. Por la tarde un poco mas de trabajo y pronto con Rocío. Ese día tenía muchas ganas de estar con ella y la hice el amor largamente.

El viernes llegué sonriente a mi oficina y María lo notó. Lo único que la dije es que era amor. Media hora después la llame a la oficina.

– Es hora que te diga cual es tu labor en mi pedida a Rocío – dije

– Ya era hora. ¿Cuando va a ser?

– El día de su cumpleaños. No cuando lo celebramos sino el mismo día de su cumpleaños.

– Genial. ¡Que romántico! ¿En que ayudo yo?

– Tu trabajo va a ser conseguir que, en un rato que saqué a Rocío de la casa, y no te voy a decir como lo haré, metas a todos nuestros amigos en casa pensando que es una fiesta de cumpleaños. Es muy importante que no sepan que voy a pedir su mano.

– Vale, vale – dijo – ¿Me darás una lista de a quien tengo que llamar?

– Claro

Tras la conversación con ella estuve un rato repasando las cifras y pasé a la sala de reuniones con Mike y Raquel. La reunión fue rápida en cuanto a aprobar los números del mes de Febrero. Todas las empresas tuvieron buenos números y no tuvimos ninguna inversión grande. En el lado positivo destacó la inmobiliaria que, por primera vez, pasó de 150.000 euros de facturación en un año. Pasamos a ver la situación de la empresa en esos momentos y es que con la inversión en ambas empresas de importación de calzado en el mismo mes estábamos con un problema de caja. Había hecho números y me salía que aportando 200.000 euros de mi bolsillo se solucionaría el problema de cash flow y, antes de mitad del mes siguiente, la empresa ya me lo habría devuelto. Aprobamos mi préstamo y dimos por terminada la reunión. Al salir de la reunión me fui a casa y esperé a Rocío. Llamamos a su prima Esther ya que era su cumpleaños y la felicitamos. Nos vestimos y salimos a dar una vuelta y cenar. Esa noche acabamos pronto en casa e hicimos el amor ardientemente. Ella no se en que pensaba. Yo pensaba en que quedaba un mes exacto para pedirla matrimonio.

El sábado me levanté pronto por la mañana e hice el desayuno para Rocío y para mi. Se lo llevé a la cama y me lo agradeció con una sonrisa y un beso. Podría vivir toda la vida solo con sus sonrisas y sus besos. A eso de las once montamos en mi coche y fuimos al Hipercor de el campo de las naciones para comprar cosillas para esa noche. Habíamos invitado a nuestro círculo mas cercano a casa para ver el Barça-Real Madrid. A mi me gustaba mas jugar que ver pero un partido así siempre es interesante. Aunque es aún mas interesante si es con comida y amigos. A las siete empezaron a llegar todos Mike, Raquel, María, Alberto y Laura con sus parejas. Al entrar Elena corrió a la cocina donde estaba Rocío y la dio un beso. Luego vino a mi, que estaba en el salón, y me dio otro beso. Sin darse cuenta todos los que estaban en el salón la estaban mirando

– ¿Elena a los demás no nos besas? - dijo Raquel

– Si – dijo tras dudar un poco y empezar a besar a todos empezando por Raquel

Una vez todos fueron besados ella volvió a la cocina donde su madre hablaba con Rocío

– Veo que la impactasteis el fin de semana – dijo Mike

– Es un amor de niña y lo pasamos muy bien con ella. Rocío tuvo una relación especialmente estrecha. No se a quien le costó mas despedirse el domingo – dije riendo.

El partido acabo 1-1. En la casa Antonio y José Carlos eran muy del Madrid. Al resto nos daba un poco igual pero la excusa para reunirnos era buena. A las doce se fueron todos. Nosotros nos fuimos a dormir ya que al día siguiente íbamos a casa de María porque Elena quería que fuéramos y, la verdad, es que tampoco teníamos mucho mejor que hacer.

A las once de la mañana Rocío y yo ya estábamos listos para ir a casa de María a pasar un buen día con ellos y la niña. Al parecer Elena se lo pasó muy bien con nosotros y pidió a su madre que nos invitara a comer. Algo antes de las doce llegamos y nos abrió la puerta Elena. Roció la dio los dos besos y una abrazo y luego me lo dio a mi otro par de besos. Rocío y Elena fueron hacia la cocina donde estaba María y yo me acerque a coger a mi ahijada, Marta, que estaba en el salón con Arturo. Estábamos comiendo los cinco, la pequeña ya había comido, cuando Elena dijo:

– Me lo pase muy bien el fin de semana pasado

– Yo también cariño – dijo Rocío acariciándola – ¿Sabes que vamos a hacer?

– ¿Que? - dijo Elena

– Un fin de semana que Carlos y yo podamos y que tus padres lo tengan libre te vienes a casa el fin de semana. ¿Vale?

– Si, ¿puedo mamá? - Dijo Elena dirigiéndose a María

– No deberíamos abusar de Rocío y Carlos – dijo María – el otro día nos hicieron un favor pero no puedes estar siempre en su casa

– Porfi – dijo Elena

– No me importa María – dijo Rocío – Tu hija es de verdad un amor

Y la dio un besito en la frente.

– Bueno, ya veremos – dijo María

Yo no tenía claro si María estaba enfadada por el ofrecimiento de Rocío así que a la hora de los cafés la acompañé a la cocina.

– No te habrás enfadado por el ofrecimiento de Rocío, ¿verdad?

– No, claro que no. Pero es que no me parece bien que tengáis que estar un fin de semana con la niña por su capricho.

– Créeme, Rocío lo desea tanto como tu hija. Lo pasaron fenomenal las dos.

– Bueno, ya veremos si encontramos un día. Pero de verdad, no os sintáis obligados por la niña.

– Tranquila.

Y la di un beso en la mejilla antes de salir con los cafés. Seguimos en casa de ellos hasta las ocho cuando volvimos a casa para dejarles preparar a las niñas para la semana que empezaba. Al llegar a casa y llegar al salón empecé a besar a Rocío. Iba vestida con unos pantalones marrones de cuero y un jersey sin mangas azul oscuro. Llevaba unos zapatos marrones de cuero, de una tonalidad muy parecida a los pantalones, y abiertos por delante. El beso se fue tornando mas pasional con el paso de los minutos y nuestras manos exploraban todos los rincones del cuerpo del otro. Mi mano acariciaba su culo que, con el tacto del cuero, era especialmente agradable ese día. Mientras mi lengua no dudaba en explorar todos los rincones de su boca. Estaba bastante cachondo y es que ver lo bien que se comportaba con Elena me hacía verla no ya como la novia y esposa ideal, que eso lo veía todos los días, sino que además la veía como la mejor madre para mis hijos. Me acerqué a la mesa del comedor y me pegué a ella por detrás. Mi pene estaba, ya claramente erecto, sobre su pantalón de cuero, marcando territorio. Ella apoyo su manos sobre la mesa y yo giré su boca para poder besarla. Una vez estábamos besándonos bajé mis manos hasta su pantalón y empecé a desabrocharlo para, de un tirón, bajarlo hasta los tobillos. Hice que abriera sus piernas todo lo posible y, desabrochando mi pantalón a toda velocidad saque mi polla que acerque a su entrepierna aun cubierta por su pequeña tanga. Con mi mano izquierda aparté un poco el tanga y, desde atrás pasé a follarla penetrando su coño hasta el fondo. Una vez la tenía totalmente empalada volví a besarla y, sin que el beso se rompiera, empecé a penetrarla. La sensación era brutal pues nuestros polvos, por norma general, eran infinitamente mas románticos y cariñosos. Este era salvaje. Un polvo que podía parecer rápido y clandestino. A ella también estaba empezando a gustarle pues empezó a gemir fuertemente rompiendo el beso. Yo seguía intentando besarla pero a ella le costaba mantener el beso por los gemidos que se le escapaban. Aumenté la frecuencia de mis penetraciones y ella me dijo que se iba a correr. Yo también estaba listo y tras unas pocas penetraciones mas noté su corrida que fue acompañada, solo unos segundos después, por una corrida mía en su interior. Cuando deje de escupir lefa me salí de ella y se dio la vuelta. Nos besamos y se colocó el tanga. Se quitó los pantalones para no mancharlos y se fue a la habitación para cambiarse al pijama. Yo hice lo mismo y ambos fuimos al salón a ver la tele pues aun era pronto. Esa noche cuando fuimos a la cama no hicimos el amor. Ya íbamos bien servidos.

03. Semana del 18 al 24 de Marzo

El lunes faltaba bastante gente en la oficina pues el martes, día de San José, era fiesta en Madrid y se habían cogido el día de vacaciones para hacer puente. Dediqué el día a ver informes que me había pasado Raquel el viernes de las empresas nuevas. Mas sobre futuro que números concretos. No fue un día especialmente interesante de todas formas. Por la noche Diana vino a casa a cenar y se quedó a dormir. Básicamente significó que esa noche no hicimos el amor.

El día de San José fuimos con Diana, Laura y Antonio a comer y luego al cine. Sin mas florituras. Pronto en casa para cenar algo ligero e irnos a dormir que al día siguiente volvíamos a la oficina. Eso si, esa noche hicimos el amor.

El miércoles fue otro día sin ningún misterio solo que era el cumpleaños de Maria Rosa, la mujer del hermano de Rocío. Por la noche, cuando ya estábamos Rocío y yo en casa la llamamos y nos invitaron a su casa el domingo a comer pues celebraba su cumpleaños. Por supuesto iríamos.

El jueves aparentaba ser otro día aburrido de oficina sin poder liberar adrenalina. Por suerte algo cambió y es que a la hora de comer pedí a María si me podía pedir una ensalada y ella me preguntó si podía comer conmigo. La dije que si y a las dos y cuarto entró en mi despacho con las ensaladas de los dos y cerrando con cerrojo la puerta. A esa hora nuestra planta estaba ya totalmente vacía y estaría así hasta las tres mas o menos cuando empezarían a llegar los primeros trabajadores de comer. Se sentó en una de las sillas de la pequeña mesa de reuniones que tenía en mi despacho y me dijo:

– ¿Te follarías a una gorda como yo?

– Pues claro – dije yo

– Estoy cachondísima hoy – dijo – En mis otro embarazos ni un polvo y no me ocurría esto. Pero sabiendo que puedo hacerlo no puedo no hacerlo.

Me acerqué a ella y agachándome la bese. La hice levantarse e ir conmigo hacia mi mesa del despacho. Al llegar puse sus manos sobre el escritorio. Me acerqué por detrás y pegue mi aun semi erecto pene a su cuerpo. Mientras apoyaba mi miembro en sus nalgas empecé a acariciar su barriga. Mi pene iba aumentando de tamaño y dureza y ella lo notaba. Una excitación de la que parcialmente era culpable la barriga cada vez mas grande que tenía en mis manos. Moví mi pene alrededor de la raja de su culo y ella empezó a gemir. Dejé una mano en su barriga y baje la otra para desabrochar su pantalón especial de embarazada. Una vez desabrochado se lo bajé y se lo quité dejándola solo con su braguita de mujer recatada, casada y fiel. No eran bragas "Bridget Jones" pero tampoco eran ni mucho menos sexy. Me bajé yo los pantalones y calzoncillos e hice que mi polla desnuda se apoyara sobre su sexo. Al sentirla sobre ella gimió y yo no pude hacer otra cosa que apretar mas.

– No seas malo – dijo – Fóllame.

– Tus deseos son ordenes.

Y mi mano empezó a bajar sus bragas hasta que estas llegaron a su tobillo. Levanté una de sus piernas para sacar la braga y abrí un poco sus piernas. En esa situación me agarré un poco la polla, la dí un último achuchón y apunté a su coño. Muy poco a poco empecé a penetrarla. Ella sin embargo rápidamente empezó a gemir. Cuando la tuve totalmente penetrada me pegué a ella y la giré un poco la cabeza. Con la cabeza girada procedí a besarla. Nuestras lenguas se entrelazaban con pasión mientras ella seguía totalmente empalada. Cuando no se lo esperaba separé mi cara de ella, volví a girarla para que mirara al frente y, agarrándola de la cintura, la empecé a bombear sin parar. Cada vez la daba mas fuerte y ella gemía como loca. Yo estaba haciendo demasiado esfuerzo como para gemir mucho pero lo estaba disfrutando, al menos, igual que ella. La seguí penetrando un rato y noté que ella empezaba a correrse como loca. Su coño inundaba mi polla y la masajeaba. Yo sin embargo aun aguantaría un poco y después de su corrida no dejé de bombearla. Ella solo decía cosas como "Te quiero" y "Dame mas". Yo sin poder pensar solo me dedicaba a darla polla todo lo fuerte y rápido que podía. Ella volvió a gemir cada vez con mas fuerza y me gritó que se iba a volver a correr. Esperaba que no hubiera vuelto nadie antes de comer pues la hubieran oído. Seguí un minutito o dos mas y ella volvió a correrse. Sus espasmos tuvieron en mi el efecto esperado y descargué en ella cinco chorros de caliente semen. Me deje caer sobre su espalda un segundo y rápido nos recompusimos. Ambos nos fuimos a asear pues eran ya las tres menos cuarto. Cuando quedaban cinco minutos para las tres estábamos comiendo las ensaladas como una pareja de amigos. Esa tarde volví a casa algo tarde ya que tenía que terminar unos papeles. Al llegar cené con Rocío, vi algo la tele y terminé follándola a ella también. María me había vuelto loco esa tarde.

El viernes en el trabajo todo fue bastante rutinario. Esa noche cenamos con Laura y Antonio. En plena cena Laura me miró y dijo:

– Esto me da muchísima vergüenza

– ¿Que? - dije sin saber a que se refería y esperando que no la hubiera cagado con mi pedida de matrimonio secreta.

– Necesitamos 22.000 euros para mi masters.

– ¿Eso es lo que te da vergüenza? - dije – No seas tonta, te los presto encantado

– Tras la boda te pagaremos que con los regalos recuperaremos la pasta que ya nos hemos dejado en ella – dijo Antonio

– Cuando podáis – dije yo – Tu eres como mi hermano. Confianza total. El lunes le digo a María que os haga una transferencia. Me tenéis que dar vuestra cuenta bancaria. Y ahora a cenar.

La cena siguió con temas mas normales y luego tomamos un par de copas. Al llegar a casa Rocío volvió a estar excitada por mi generosidad. Iba a tener que ir regalando dinero por ahí pues la verdad es que se volvía muy ardiente.

El sábado por la mañana madrugamos relativamente y salimos de compras. Teníamos que comprar el regalo de Juan, el marido de Belén que nos había invitado a su cumpleaños que era ese día y el regalo para María Rosa, la cuñada de Rocío cuyo cumpleaños celebraba el domingo. El regalo de Juan fue fácil. Belén nos sopló su marca de zapatos favorita y su talla y fuimos a tiro hecho. El de María Rosa fue mas complicado. María Rosa era moderadamente guapa pero no era de vestir espectacular. Su vestimenta era la típica de una profesional de 28 años. No era mucho de tacones. Es mas, de todas las veces que la había visto solo un par de veces la vi con ellos mientras que Diana y Rocío, los llevaban mas a menudo. Su forma de vestir hacía que gastarse una pasta en ropa para ella fuera tontería pues tendríamos que coger la ropa menos espectacular. Al final decidimos comprarla un bolso de Loewe que era joven y clásico a la vez. Tras comer fuera fuimos a casa y nos vestimos para la cena de cumpleaños de Juan donde también estaban Raquel, Mike y sus respectivos. La cena fue un terrible coñazo. Ya he contado alguna vez como Juan solo sabe hablar de su dinero. Pues sus amigos igual. A ver quien la tiene mas grande. La cuenta corriente porque el intelecto lo tenían todos mas bien escasito. Me preguntaba con Belén, una mujer inteligente e interesante, aguantaba en ese ambiente. A las doce estábamos de vuelta en casa y estaba con tal dolor de cabeza de oírles hablar de sus coches nuevos que me fui a dormir sin hacerle el amor a Rocío.

El domingo a las doce estábamos llegando a la casa del hermano de Rocío que estaba por la zona de la casa que los padres tenían en Madrid, en el Pinar de Chamartín. Fuimos los primero en llegar pues todos los demás habían sido citados entre una y una y media pero Rocío quería estar un rato a solas con sus hermanos y cuñada. Cuando llegamos Diana ya estaba allí y pasamos un buen rato hablando con ellos hasta que llegaron los primeros invitados. Conocía a alguno de los invitados pero a otros no. En total eramos unas quince personas y fue bastante pasable el cumpleaños. Comparado con el del día anterior fue increíblemente bueno. La charla la mayor parte del tiempo fue agradable, la comida buena. A mi me hubiera gustado conocer de antemano mas gente pero en futuros cumpleaños esto ya estaría resuelto. A María Rosa le gustó mucho el regalo y eso siempre es una satisfacción. Cuando se fueron todos nos quedamos nosotros un rato mas para que Rocío aprovechara a ver a sus hermanos. Vivíamos en la misma ciudad pero casi siempre nos veíamos en Cuenca. Es lo que tiene la vida de la gran metrópolis. Esa noche Rocío y yo hicimos el amor al llegar a casa y nos fuimos a dormir. La semana siguiente avanzaría en mi plan para pedirla matrimonio pero ella no sabía nada de eso.

04. Semana del 25 al 31 de Marzo

El lunes quedé a las nueve y media con Raquel para desayunar y dije a María que a Raquel y a mi no nos iban a ver el pelo ese día. Que teníamos cosas que hacer fuera de la oficina. Ella se encargaría de decírselo a la secretaria de Raquel. Ya me había asegurado yo que no tenía reuniones ese día. Al llegar Raquel estaba intrigada ya que su secretaria la había llamado para ver si era verdad que estaría todo el día fuera.

– ¿Se puede saber que vamos a hacer? - dijo en tono de enfado. La gustaba tener todo sobre control y esa sorpresa no la había entusiasmado

– ¿No querías ayudarme con mi petición de mano a Rocío?

– Si es para eso vale – dijo - ¿Cual es el plan?

– Mi plan es pedirla matrimonio el día de su cumpleaños.

– Uy, que guay – dijo ella

– Y tu lo que vas a hacer es ayudarme con su regalo de cumpleaños

– ¿Vamos a comprarla ropita? - dijo

– Vamos a comprarla un coche nuevo

– ¿Como?

– Pues eso, un coche nuevo. Mi mujer no conduce un VW Polo. - dije riendo – En serio, quiero un regalo grande que haga de señuelo y se me ocurrió eso. Su coche lo usa a veces su hermana ya que en realidad es de las dos y he pensado que es mejor que tenga uno para ella sola.

– ¿Que coche vamos a comprarla?

– Pues no lo se – dije – Hoy visitamos todos los concesionarios y mañana lo compro.

– Vale

Y salimos del VIPS. Visitamos concesionarios de Audi, de Mercedes Benz y de BMW/Mini. Visitamos tres concesionarios de cada marca y negociamos precios para Audi A3, BMW serie 3, Mini y Mercedes clase C SportCoupe. Terminamos a las siete y media y nos fuimos a unas ya desiertas oficinas a dilucidar cual coger. Tras mucho discutir sobre las ofertas y los modelos ambos llegamos a la conclusión de que el mejor coche en relación calidad / precio era el Mercedes Benz C230 Sportcoupé. Me lo daban en un concesionario totalmente equipado por 34.400 euros. Eran casi las ocho y media cuando ya teníamos el coche decidido. Yo separé un poco mi silla de mi mesa de reuniones y ella aprovechó para levantarse y sentarse en mis rodillas.

– El embarazo me está bajando mucho la libido – dijo – A este ritmo dentro de nada no voy a poder follar de la grima

– Menudo panorama – dije

– Lo que quiero decir es que deberías follarme antes de que tenga que rechazarte.

La miré extrañado y es que la conversación era casi cualquier cosa menos normal. En todo caso decidí rápidamente que no podía dejar pasar una oportunidad como esa y llevé mis manos a sus piernas donde acababa su vestido de embarazada. Era todo de color khaki y ocultaba, si uno no se fijaba mucho, su embarazo. A mi una embarazada me parecía una cosa sexy pero a ella le gustaba ocultarlo. Cosas de Raquel. Empecé a besarla y a acariciar sus piernas. No tardo mucho en corresponder mi beso. Sus manos empezaron a acariciar mi pecho sobre la camisa que llevaba ese día. Noté como sus manos estimulaban todo mi cuerpo con solo tocar mi cuerpo y yo me estremecía con ella que debía tener baja la libido pero su cuerpo estaba hipersensible. Empecé a meter mi mano por debajo de su falda y pronto llegué a tocarla sobre su braguita. Noté que se estremecía y acrecentaba la pasión de su beso. Mi polla para entonces ya estaba en perfecto estado de revistas. Dura y en plena extensión, lista para ser usada. La hice levantar y rápidamente me baje pantalones y calzoncillos haciendo que se volviera a sentar sobre mi. Llevé mis manos a sus piernas para proceder a meterlas por debajo de su falda. Pero ella me paró. Cogió mis manos y las llevo a sus nalgas. Allí las dejó y con su mano izquierda agarro mi polla. Se acomodó sobre mi y con su mano derecha se apartó la braga y apuntó mi polla a su interior. Mi polla la penetraba no mas de dos o tres centímetros y se la volvía a sacar. Estuvo así unos pocos minutos que parecieron unas cuantas horas hasta que se dejó caer sobre mi y la penetré hasta el fondo. Mejor dicho, se empaló hasta el fondo pues yo era, en esos momentos un dildo con patas, tronco, brazos y cabeza. Me miró sonriendo y me beso. Libero sus manos de mi cuerpo y, en ese momento, ya pude hacer yo mis cosas. Agarrada como la tenía por el culo la hice subir y bajar. Primero lentamente y luego mas rápido. La excitación era grande y no podíamos aguantar mucho ninguno de los dos. Nos miramos a los ojos y nos besamos. Tras medio minuto de besos intercalados con gemidos me corrí dentro de ella. Corrida que fue acompañada, casi al final de esta, por su orgasmo. Tras un rato en silencio hablo ella:

– Pensaba que no me corría – dijo – Ya te digo que últimamente me cuesta mucho llegar

Nos fuimos a asearnos y cada uno para su casa pues se nos habían echando encima las nueve de la noche. Cuando llegué a casa estaba matado. Cene algo ligero con Rocío y pronto a la cama.

El martes Raquel y yo fuimos al concesionario a primera hora y compramos el coche que le iba a regalar a Rocío. Fuimos muy claros en una cosa. Lo necesitábamos entregado el día viernes 12 de abril como muy tarde. Y por si quedaba alguna duda le dije al comercial que no quería cagarla. Me juro y perjuro que lo tendríamos antes. Esperaba que fuera verdad. El resto del día fue de trabajo normal. Esa noche hice el amor a Rocío sabiendo que ya lo tenía todo controlado.

El miércoles trabajé normalmente. Era el último día de trabajo del mes pues ese Jueves y Viernes eran Semana Santa. Rocío y yo saldríamos para Cuenca. A las seis de la tarde llegaron Rocío y Diana a la oficina y nos fuimos en mi coche a Cuenca. Llegamos tarde, cenamos y tras hablar un rato con los padres nos fuimos a dormir.

El jueves y viernes me tuvo la familia de procesión en procesión. Ellos eran católicos no muy devotos pero es que la semana santa de Cuenca es preciosa. Quizás no tiene la espectacularidad de Sevilla pero es una de las mejores de España. Entre otras cosas tuve que madrugar mucho el viernes por la mañana para ver la procesión del Camino del Calvario. Lo cierto es que esperaba que no me desagradara pero directamente me gustó. Las procesiones eran preciosas y emocionantes. Aunque yo no sea muy creyente, o sea nada creyente, si estoy bautizado e hice la comunión y entiendo que son partes de mis raíces, al menos, culturales. Igualmente pensaba casarme por la Iglesia. Porque puede que a mi me diera igual pero si a mi entorno le hace ilusión yo no soy quien para negarles esa ilusión. Entre procesión y procesión vivimos la ciudad a tope. A veces solo los jóvenes y a veces con los padres. El caso es que la casa la pisábamos para dormir pues desayunamos, comimos, cenamos y picamos entre horas siempre por los bares de la ciudad.

El sábado me levanté tarde, a eso de la una, pues estaba destrozado. Cuando amanecí Rocío ya no estaba a mi lado.

– Te ha llamado Belén al móvil – dijo Rocío – Me ha dicho que es urgente. Que la llames a la hora que sea

Cogí mi teléfono y la llamé. Resulta que, tras mas de una año, ya teníamos una oferta suficientemente seria por la casa de mis padres. Me ofrecían 3,75 millones mientras que yo pedía 4 millones. Me dijo que lo fuera pensando pues el miércoles debía dar una respuesta. Tras colgar se lo conté a la familia de Rocío y volvieron a flipar. Hablaba con toda naturalidad de 3,75 millones de euros. Rocío me dijo que si de verdad buscaba 4 millones vendiera pues la diferencia no era tanta. Llamé a Mariano y me dijo que vendiera. El resto del día lo pase con la familia y la noche con los amigos de Rocío pero mi cabeza estaba en otro sitio. Estaba en que hacer con la casa. En el fondo era desprenderme de la casa de mis padres. El precio me parecía bien pero ahora me entraba miedo.

El domingo tras comer pronto nos volvimos a Madrid intentando no coger mucho atasco. Algo de atasco pillamos pero quizás menos del esperado. Al llegar a Madrid dejamos a Diana en su casa e inmediatamente nos fuimos nosotros a la nuestra. Cuando entré por la puerta dejé las maletas en la entrada y me fui al sofá donde me dejé caer rendido. Estaba cansado de una semana santa intensa coronada por cuatro horas de coche. Rocío se quedó de pie delante de mi. Vestía una falda un poco rara, de corte diagonal y un tejido étnico. En los pies calzaba unas sandalias de tacón y llevaba camisa blanca y una cazadora de cuero marrón claro. Me miró durante unos segundos y me dio una mano. Yo acerqué la mía y me hizo incorporar. Delante mía me llevó hasta la cama y me puso de espaldas a ella. Me beso tiernamente en la boca, se separó y me empujó de tal manera que caí sobre la cama boca arriba. Ella rápidamente se subió encima mía poniendo cada una de sus piernas aun lado de mi cuerpo. Escaló a lo largo de mi cuerpo hasta que su entrepierna estaba a la altura de la mía y se inclinó para besarme. Llevé mis manos a su nuca y ella de un golpe las apartó. Parecía querer el control. Estaba cansado asique en cierto modo me parecía bien. Siguió besándome un rato y se incorporó. Empezó a jugar con mi pecho, pasando las manos por todo mi torso superior. Tras un rato de caricias pasó a desabrocharme la camisa poco a poco. Tras cada botón desabrochado ella acariciaba la parte de mi pecho recién descubierta. Estaría así unos cinco minutos hasta que me quitó la camisa del todo. Y se tiró a besar mi pecho y jugar con su boca en mis pezones. Yo me estaba excitando sobre manera. Ella a su vez debió empezar a sentir algo de calor pues se quitó la chaqueta de cuero. Debió notar mi pene erecto entre sus piernas ya que antes de volver a agacharse y darme un beso se movió arriba y abajo a lo largo de toda la extensión de mi polla. Cuando dejó el beso se fue echando con su cuerpo hacia atrás y, una vez estuvo a la altura de mis rodillas, empezó a desabrochar mis pantalones. Empezó con el cinturón y siguió con los botones de los vaqueros. Una vez todo estuvo desabrochado volvió a echarse sobre mi y beso mi polla por encima de los calzoncillos. Tras el besito que dio a mi instrumento siguió echándose hacia atrás hasta bajar de la cama. Me quitó los zapatos y los calcetines y, tirando de los vaqueros, me despojó de estos también. Quedé en calzoncillos y la miré desde la cama ya con mis manos en mi nuca haciendo de almohada. Ella sensualmente empezó a desabrocharse la camisa y cuando ya tenía todos los botones desabrochados me mostró todo su torso para volver a taparse y darse la vuelta. Ya dándome la espalda se quitó la camisa y el sujetador. Sin nada en su pecho se dio la vuelta tapando, con falso pudor, sus preciosas tetas. Bajó sus manos y vi sus espléndidas tetas. Ella llevó las manos a su espalda y se desabrochó la falda dejándola caer sobre el suelo de la habitación y quedando solo en tanguita. Volvió a acercarse a mi. Me besó en el pecho y bajo sus manos a mis calzoncillos sacándolos del todo y volviéndose a quedar de pie. Yo ya totalmente desnudo, y totalmente erecto, y ella en tanguita y llevando la voz cantante. Me sonrió y me miró a los ojos con mucho amor. Yo la sonreí de vuelta y se quito el tanga. Ya totalmente desnuda volvió lentamente sobre mi, agarró mi polla y la puso en la entrada de su coño. Poco a poco se la fue metiendo y cuando la tenía toda dentro volvió a echarse sobre mi y me beso. Con ternura pero a la vez con pasión y empezó a cabalgar. Cabalgó durante unos cinco minutos, sin dejarme participar hasta que se corrió y su orgasmo propició el mió corriéndome en su interior con una cantidad bastante grande de semen. Se tumbó junto a mi y me beso.

– Gracias – dije- Pero no se a que ha venido

– La semana que viene empiezo el masters y no se cuanto vamos a poder follar

Me parecía buena razón. Descansamos un poco y fuimos a cenar pero pronto estábamos de vuelta en la cama echando el segundo polvo de la noche.

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