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Mi historia (41: Mayo 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Mayo

Cuando llegué a la oficina el lunes lo primero que hice fue ir a felicitar a Esther pues era su cumpleaños. Tras ello me fui a currar y recibí una llamada de Rocío. Ese día y al día siguiente debía tirarme a Raquel para ver si la dejaba embarazada de una vez. Se ve que de eso no se olvidaban. Intenté pensar en otras cosas y el cumpleaños de Esther me ayudó pues me fui a comer con ella y su marido Ángel. Eso al menos me mantuvo un rato entretenido. A las siete estaba en la oficina sin mucho que hacer, la verdad, simplemente esperando la llegada de Raquel. La idea era hacer tríos y que eyaculara en ella pero al parecer no podía ser esta vez y Rocío y Raquel decidieron que me la tirara simplemente. Empezaba a saber como se sentía un caballo cuando le tocaba ser un semental. Si no fuera porque quería con locura a Rocío y Raquel ya las habría mandado a freír monas. Poco después de las siete y cuarto entró Raquel en mi despacho. Llevaba una falda blanca con una blusa marrón y unos zapatos de tacón de la misma tonalidad. Su falda lápiz llegaba hasta un pelín por debajo de sus rodillas y la daban un aire de formalidad muy interesante.

– Sabes porque estoy aquí – dijo Raquel

– Si – dije – Ya me ha llamado mi mujercita. Espero que estéis seguras de lo que estáis haciendo.

– Nada que no hiciéramos antes – dijo – Compartirte como buenas amigas

Estaban las dos como cabras. Pero no iba a discutir.

– Pero yo tengo una condición – dije

– ¿Cual?

– Hoy me lo voy a pasar muy bien. Yo marco las posiciones y tranquila que eyacularé en tu interior.

– Vale jefe – dijo sonriendo

La llevé hasta mi mesa y la hice tumbarse sobre esta en la parte mas estrecha de tal manera que su cuello estuviera en el borde de la mesa. En esa posición su cabeza no tenía sujeción y se caía hacia atrás. La desabroché la blusa y la puse en sus costados a la vez que sacaba sus tetas por encima de su sujetador negro. Estando ella ya lista como yo la quería me puse frente a ella y me bajé los pantalones y calzoncillos hasta la cintura dejando libre mi polla. Acerqué esta a su boca y ella comenzó a mamar. En esa posición ella no tenía ningún control y llevar su mano a mi polla para pajearme no era cómodo. Estuvo un pequeño rato chupándomela y yo la ayudaba con pequeños movimientos de cadera. Casi como si la estuviera follando lentamente. Ella, mientras, llevó sus manos a su entrepierna y consiguiendo subir su falda, empezó a hacerse un dedo. Pronto ella dejó de chuparme la polla y fui yo el que exclusivamente follaba su boca. Tras un rato de penetraciones en su boca mas rápidas pero superficiales me acerqué mucho a ella y lentamente fui metiendo en su boca centímetro tras centímetro de polla. Yo gemía bastante, algo que ella no podía hacer pues ya no sacaba mi polla ni un segundo de su boca. Aunque supongo que entre la polla en su boca y los dedos en su coño debía estar bastante excitada. Cuando me harté de la mamada la hice girar 180 grados y puse su coñito en el borde de la mesa. Me senté en mi silla y acercándome a ella llevé mi lengua a su coño para chuparlo mientras mis manos tiraban de sus pezones. Las manos de ella estaban dedicadas a abrir mas su chochito para mi.

– Dios – dijo – Sigue. Esto es maravilloso. Me voy a correr.

Buscando su placer absoluto dejé de meter mi lengua para pasar a hacerla un dedo con mucha velocidad sacando de ella gemidos cada vez mas escandalosos. No tardó ni cinco minutos en correrse y yo esperé de pie mientras ella se calmaba. Cuando noté que empezaba a calmarse de verdad la metí la polla de un tirón con su braguita apartada a un lado. Ella empezó a gemir con cada una de mis embestidas. Ella acompañaba mis embestidas con pequeños masajes de sus labios vaginales que no hacían sino acrecentar su calentura y la mía. Fui poco a poco aumentando la frecuencia de mis penetraciones a la vez que cada vez me encontraba mas cerca del orgasmo. Se lo hice saber y ella me dijo que la quedaban un par de minutos y se corría. Como pude controlé mis instintos hasta que ella se terminó por correr. El primer espasmo de su coño sobre mi polla fue suficiente como para correrme en su interior de una manera salvaje. Ella gimió aun mas al notar mi polla escupiendo semen en su interior. Ambos descansamos un poco. Ella se bajó de la mesa y se llevó la polla a la boca para limpiarla. Una vez sin restos de nuestros fluidos se levantó y me beso.

– Te voy a dejar llevar las riendas mas a menudo – dijo Raquel

Yo sonreí mientras veía como se dirigía, moviendo las caderas, a la puerta. Tras quedarme un rato pensando en la oficina me fui a asearme un poco y luego a casa donde Rocío me esperaba para cenar. Esa noche tras la cena, tele y cama. Sin sexo.

El martes no se porque razón me encontraba mas animado. Casi me apetecía ir a casa de Raquel y hacerlo con ella. Bueno, me apetecía. Lo que quiero decir es que lo que buscábamos no me echaba para atrás como lo hacía otras veces. Tras pasar toda la mañana trabajando me fui con Raquel, teóricamente a comer, a su casa. Tras llegar a su casa nos sentamos en el sofá y nos besamos. Tardamos poco en estar jugando sobre el sofá y menos aun yo en penetrarla. Ni me bajé el pantalón del todo ni ella se quitó una sola pieza de ropa. Fue bastante salvaje. Esa tarde trabajé mas relajado. Empezaba a acostumbrarme a mi labor con Raquel. Total, no quería comerme mas la cabeza. Tras salir del trabajo fui a casa y cuando llegó Rocío me la llevé a cenar. Esa noche no la hice el amor al volver, estaba derrotado, pero si dormimos juntitos.

Toda la mañana y tarde del miércoles fue relativamente tranquila en la oficina. A pesar de tener algo de trabajo no tuvimos ninguna noticia desagradable. Ni agradable en realidad. Ese día salí pronto de la oficina para ir a recoger a Elena pues era su cumpleaños. A Rocío le hubiera gustado ir pero no podía escaparse antes del trabajo. Ese día Elena celebraba en su casa su cumpleaños con sus mejores amigas y yo en realidad fui a ayudar a llevar a trece niñas, las hijas de María y diez amigas de Elena, con seguridad. A María y a mi nos acompañó la madre de la mejor amiga de Elena. A las cinco y media ya estábamos en casa y Mariely, que ese día no había ido a por las niñas, ya tenía listos los sándwich y las patatas y frutos secos. Mientras las niñas merendaban y jugaban yo hablaba con María y la madre de la amiga de Elena. Rocío llegó a eso de las seis y media y Elena estuvo encantada. Poco después llegó Arturo. La madre de la amiga de Elena era bastante maja y la tarde fue bastante agradable. A eso de las ocho y media empezaron a llegar mas padres y madres para llevarse a los niños y con ellos traían los regalos de Elena. El momento abrir regalos en un cumpleaños de niños estoy casi seguro que supera de largo el nivel máximo de decibelios permitido por la OMS. Una vez se fueron todas las amigas de Elena acostamos a las peques y nos quedamos un ratito con la cumpleañera antes de acostarla a ella también. Ya con las niñas acostadas los mayores cenamos y Rocío y yo nos fuimos a casa a eso de las once. Nada mas llegar fuimos a la cama e hicimos el amor.

El jueves fue un día sin mucha historia. Tras pasar el día en la oficina fui a cenar con Rocío y a dar una vuelta antes de irnos a la cama a hacer el amor.

En la reunión mensual del viernes vimos los números de nuestras empresas durante abril. Los números volvieron a no ser escandalosamente buenos porque en este mes se computaron contablemente los doscientos cincuenta mil euros que nos gastamos en preparar la oficina de Barcelona y la inversión en la tienda de moda infantil que abriríamos en Mayo. El resultado aun así ese mes fue de algo mas de cuatrocientos mil euros de beneficios, casi quinientos mil. La buena noticia fue que la empresa que compramos al padre de María por primera vez daba beneficios. Aun eran pocos pero con suerte conseguíamos recuperar el millón de euros en tres años en vez de los cuatro que planificamos en un primer momento. Como siempre acabamos tarde la reunión, hacia la hora de comer, y aprovechamos para ir a un restaurante todos juntos. Ese fin de semana nos veríamos sábado y domingo y por tanto tras la comida nos separamos. Yo me fui a casa donde quedé con Rocío para ir a comprar regalos de los varios cumpleaños que se nos venían encima. Ese fin de semana teníamos los de Marga y Elena y luego el fin de semana siguiente el de Raquel y Elisa. Estuvimos toda la tarde en El Corte Inglés comprando los cuatro regalos. El de Elisa fue fácil, un juguete educativo. Los de Marga, Raquel y Elena no fueron tan fáciles pues, al ser ropa, Rocío no se decidía. No obstante, al final, conseguimos todos los regalos. Con ellos nos fuimos a casa para dejarlos y luego a cenar por ahí.

Estuvimos pronto en pie el sábado y tras desayunar tranquilamente nos arreglamos para ir a casa de Mike y Marga para el cumpleaños de ella. Cuando llegamos solo estaba allí una amiga de Marga con su pareja pero pronto, no mas de media hora después de llegar nosotros, estaban ya todos los invitados. Mike y Marga vivían en la casa de ella y era un poco pequeña cuando nos reuníamos tanta gente. Durante el aperitivo estuvimos hablando de como iba su búsqueda de casa. Belén les estaba ayudando pero no encontraban nada que les convenciera. No querían gastar mas de 550.000 euros que entonces aun te compraba una buena casa pero Belén estaba especializada en casas mas caras y era un pequeño reto. Yo les dije que podían subir el nivel. Estaban cobrando entre los dos mas de trece mil euros netos y vendiendo o alquilando la casa de Marga podían reducir mucho el precio de la casa o la hipoteca. Decidí ayudarles en la búsqueda si subían el precio máximo a setecientos mil y estuvieron de acuerdo. Total, iban a poder pagar de sobra la hipoteca que incluso sin vender la casa sería de poco mas o menos 4500 euros al mes. Me di cuenta que durante el aperitivo les estuve contando todo y haciendo cálculos monopolizando la conversación. Todo el mundo me miraba.

– Bueno jefe – dijo María - ¿Dejas ya de echarnos la charla y podemos divertirnos?

Todos se echaron a reír y yo me puse un poco rojo pero de camino a la mesa del comedor María me abrazó por detrás y me dio un beso en la mejilla para relajarme. El resto del cumpleaños fue mucho mas tranquilo y se tocaron los temas normales en estos. Los niños correteaban a nuestro alrededor pero la protagonista era Marga. Como era habitual en nosotros con los cafés y unos pasteles entregamos los regalos. Entre los cuales la ropa fue protagonista y eso que Marga no era una mujer muy volcada en la moda. En fin de semana siempre iba en vaqueros y en la oficina muy recatada y profesional. Era una mujer guapa y con buen cuerpo pero este se veía mejor los fines de semana cuando se ponía los vaqueros que los días de diario con sus trajes tan discretos. Apenas usaba faldas y solo alguna vez la había visto con ellas o vestidos. Y era por ser tan hiperprofesional, que siempre tiene que ser perfecta y no debía querer que su cuerpo distrajera de su desempeño. A las diez nos fuimos de su casa siendo ya uno de los últimos con Celia y Alberto. Tomamos los cuatro unas copitas en un bar que nos gustaba y a la una estábamos ya durmiendo en casa.

Rocío y yo nos despertamos a las diez cuando sonó mi despertador. Desayunamos y nos arreglamos rápido para ir a casa de María al cumpleaños de Elena. Como siempre fuimos los primeros. A las once estábamos ya con ellos. Hasta que llegaron los demás entre doce y media y una pudimos disfrutar de las niñas. Elena con Rocío y María y yo con Arturo, Marta y Elisa. Casi nuestro reparto habitual. En gran parte, exceptuando a los abuelos y tíos, en el cumpleaños eramos muchos de los que estábamos el del día anterior pero el que fuera de una niña y no un adulto lo hacía muy diferente. Aquí el centro de atención era Elena. Ella estaba con Rocío y su madre a cada lado y Elisa y Marta conmigo y Arturo la mayor parte del tiempo. En un momento en que fui al baño Raquel me siguió.

– Que bien se lo pasa Elisa con sus dos padres – me dijo Raquel sonriendo al oído cuando yo salía del baño y ella entraba.

– ¿Estas loca o estas algo celosilla?

– Loca, ahora que me vas a hacer mamá ya no estoy celosa

Yo ni comenté esta nueva salida de tono de Raquel pero he de reconocer que, con la perspectiva que dan el paso de mas de seis años, me hizo algo de gracia. Volví al comedor y seguí ayudando a comer a Elisa. En el fondo me hacía ilusión que fuera quizás mi hija pero una cosa tenía clara, por lo que a mi respectaba, era en realidad hija de Arturo y María. Quería a Elisa pero igual que quería a Elena o Marta, quizás incluso menos que a Marta con la que tenía una relación increíble. Podría tener mas hijos con otras mujeres pero mis hijos de verdad tenían que ser aquellos que tuviera con Rocío. Tras pasar toda la tarde con ellos nos fuimos Rocío y yo a casa a descansar para pasar una noche tranquila de cara a una nueva semana de trabajo. Cuando nos fuimos a la cama hicimos el amor.

02. Semana del 10 al 16 de Mayo

La segunda semana entera de mayo empezó sin mucha emoción. Sin ninguna emoción. El lunes y martes fueron días de una carga de trabajo normal pero nada excitante. María estaba liada preparándose para organizar las vacaciones de todos los trabajadores, una época de conflicto si dos trabajadores querían la misma semana y eran complementarios, Marga y Alberto estaban con la nueva tienda que íbamos a abrir ese mes, Mike estaba ahora dirigiendo dos empresas y Raquel estaba siempre liada. El papel de Raquel era el mas raro en la empresa. En principio su papel debía ser el mio pero a ella se la daba mejor las fiestas y comidas de negocios y a mi me gustaba mas la oficina. Ella debería controlar nuestras empresas y ayudar en la oficina mientras que yo debería representar a a la empresa pero ella era muy buena siendo nuestra cara mas pública frente a los partners y proovedores mas importantes. Cuando tocaba negociar con una gran empresa iba ella y si se necesitaban refuerzos iba yo. A mi me gustaba mas el trabajo en la sombra, el dirigir a un equipo, liderar. En fin, que estaba en mi oficina sin nadie a quien dirigir y me dedique a leer informes y ver proyecciones. Por las tarde cenas con Rocío y noches en casa tranquilitos antes de irnos a la cama a hacer el amor y descansar.

El miércoles parecía un día igual que lunes y martes pero nos llamaron Laura y Antonio para quedar el fin de semana. Iba a ser imposible puesto que teníamos, de nuevo, dos cumpleaños. Así decidimos quedar a cenar esa noche con ellos. Nos apetecía muchísimo. Mi mejor amigo y la mejor amiga de Rocío estaban esperando un niño justo en el momento en que nosotros lo buscábamos. Quedamos con ellos y Rocío no dejaba de preguntarles de todo, como llevaba el embarazo, las nauseas, los antojos, cualquier cosa que se la ocurriera. Tanto hablar del embarazo durante la cena hizo que Rocío llegara a casa muy animada. Tan animada que fuimos directamente a la cama. Ese día Rocío había llevado a trabajar un vestido verde muy oscuro, casi negro diría yo, con unas sandalias doradas en los pies de alto tacón. Ese día iba muy discreta sin ningún adorno excepto por un reloj que se había comprado hacía no mucho. Era muy bonito pero, para ser de oro, no especialmente caro. Cerca del borde de la cama empezó a tocar mi paquete por encima del pantalón de pinzas que yo llevaba ese día. Mientras lo hacía movía su cuerpo junto a mi costado y nos íbamos calentando. No pasaron mas de dos minutos de sobeteo antes de que ella se arrodillara frente a mi y llevara mi polla, tras desabrocharme el pantalón, a su boca. Empezó con una mamada bastante buena donde alternaba la mamada, con la paja y con besitos por toda mi polla. Se estaba convirtiendo cada vez mas en una excelente mamadora pero no se bebía casi nunca mi semen. Para ella la mamada era un paso inevitable de cara a un bien mayor: el polvo. A mi lo cierto es que me calentaba mucho verla de rodillas mamándomela y ella lo sabía y lo explotaba. Durante todo el tiempo que duraba la mamada no dejaba de mirarme a los ojos. La mamada estaba bien pero yo estaba obsesionado con un objetivo: embarazarla. Y si me corría en su boca eso no iba a ocurrir. Así la hice levantar y una vez de pie la cogí en volandas y la llevé hasta la cama donde la dejé caer boca arriba. Con lentitud la quité el vestido y quedó desnuda excepto por sus tacones y su conjunto de ropa interior negra.

– Estás preciosa – dije

– ¿Te gusta? - dijo – Me compré este conjunto el otro día con María. Me ayudó a elegirlo para ti

– Pues tenéis las dos un gusto sensacional

Según decía esto me dejaba caer sobre sus pechos para, tras apartar el sujetador, chupar sus pezones. Fui bajando lentamente desde las tetas hacia su coñito besando cada centímetro de su piel. Una vez mi boca besó la parte superior de su braguita llevé mis manos a esta y se la bajé. Mientras yo retiraba sus braguitas ella se quitaba el sujetador. Una vez sin braguitas llevé mi boca a su coñito y empecé a chupárselo para excitarla un poco. No tardó mucho en empezar a gemir con fuerza y tomé esto como el pistoletazo de salida para llevar mi polla a la entrada de su coñito. La penetré lentamente y, una vez estuvo del todo dentro fui cada vez dándola con mas fuerza. Abrí sus piernas todo lo que pude y me apoyaba en estas para mantener un movimiento mas regular de penetración. Ella gemía cada vez mas y yo no paraba de follarla. Estaba decidido a correrme en esa posición y es que ese día, tras tanta charla con mis amigos acerca de su embarazo, solo tenía en mi mente dejar embarazada a Rocío. Aumenté el ritmo de la follada y tras un rato de penetración casi violenta noté como Rocío empezaba a correrse. Yo en ese momento reduje un poco la velocidad para penetrar mas hasta el fondo y me corrí dentro de ella. Nos sonreímos un rato y me subí a la cama con ella donde medio desnudos y sudados acabamos dormidos en los brazos del otro.

Y el jueves en la oficina otro monótono día. No recordaba una racha así en mucho tiempo. Esa noche me llevé a rocío al cine para distraerme un rato y apartar mi mente de la oficina. Cuando volvimos a casa, tras cenar algo en un restaurante cercano al cine, fuimos a la cama a hacer el amor y descansar. Sin pasar por el salón a descansar donde mi mente podría volver a la monotonía del trabajo de esos días.

El viernes el día fue mucho mejor. En parte porque era el cumpleaños de Raquel y desayuné con ella. Luego Marga y Alberto me llevaron al centro comercial para ver la nueva tienda que estrenábamos solo una semana después. Tras volver se hizo la hora de salida y con Mike y Marga me fui a comer. Rocío se unió aunque llego un pelín tarde. Tras comer nos fuimos cada uno a nuestra casa. Ese fin de semana estaba Pablo en Madrid y solo podíamos verlo ese viernes así que con el y Diana fuimos a cenar. Cenamos cerca de casa de Diana en un chino y tras la cena y dar una vuelta por Arturo Soria nos fuimos a casa en taxi. Al llegar Rocío y yo estábamos cansados y ni siquiera hicimos el amor.

El sábado tocaba la celebración del cumpleaños de Raquel. Fuimos a su casa y estuvimos con ellos antes de que llegaran los demás invitados. Raquel tenía a Rocío y María como mejores amigas. No era una mujer fácil y creo que se necesitaba a dos personas como Rocío y María para que la quisieran. Marga, por ejemplo, se llevaba relativamente bien con Raquel pero no era la misma sensación de amor y amistad. Marga aceptaba las extravagancias de Raquel, María y Rocío, como quedó claro con el tema del embarazo, iban un paso mas allá y cooperaban con ella. Una vez estuvimos todos comimos una paella espectacular. A mi me hizo mucha gracia que ese fin de semana tuviéramos otros dos cumpleaños. Y ese día estábamos solo los del trabajo pues el día anterior había cenado con su familia.

– Tendríamos que quedar mas a menudo. ¿Cuanto hace que no estamos juntos? ¿Os viene bien mañana?

Todos echaron a reír.

– Nos viene bien mañana – dijo María – Y el sábado que viene

– ¿El sábado que viene? ¿De quien es el cumpleaños?

– No es un cumpleaños – dijo Raquel

Me quedé un rato pensando

– La comunión de Elena, cariño – dijo Rocío

– Es verdad, desde luego no podremos decir que nos aburrimos los fines de semana.

Creo que el que les recordara lo mucho que nos veíamos nos subió un poco la moral. Porque cuando te ves tanto y los sigues pasando bien es muy buena señal. A las diez nos despedimos todos hasta el día siguiente cuando nos veríamos en el cumpleaños de Elisa. Rocío y yo esa noche hicimos el amor tras ver una peli.

Como siempre que había una reunión en casa de María, Rocío y yo fuimos los primeros en llegar. Rocío estaba jugando con las peques mientras Arturo hacia preparativos en la cocina.

– Me alegra tanto que estés en el segundo cumpleaños de nuestra hija – me dijo María en un momento en el que estábamos un poco apartados

– Por lo que a mi respecta es hija de Arturo – dije intentando cortar el tema

– Lo es, en un 99% pero en un 1% es tu hija – dijo María – Pero te quiero igual que si no la compartiéramos.

Tanta charla de mis hijas me inquietaba. Que Elisa era mi hija era un tema que apenas salía. Digamos que solo solía salir en su cumpleaños pero ahora con el tema del embarazo de Raquel me estresaba mas. Di un beso en la mejilla a María y me fui a jugar con las niñas para romper la conversación. Tras un buen rato a solas con ellas empezaron a llegar los demás, incluyendo familia de María y Arturo, y todos pasaron al salón donde Arturo, con mi ayuda, iba sirviendo bebidas para acompañar unos canapés que estaban sobre la mesa del salón. Una vez estuvimos todos pasamos a comer un pavo asado con puré de patata que había estado cocinando María toda la mañana. La verdad, estaba de muerte. Tras la comida y los cafés nos fuimos todos para casa hasta no muy tarde puesto que al día siguiente tocaba currar. Rocío y yo llegaríamos a casa sobre las ocho. Vimos una peli antes de irnos a la cama y hacer el amor.

03. Semana del 17 al 23 de Mayo

El lunes era el verdadero cumpleaños de Elisa y tras un día bastante normal en la oficina, aunque mejor que los de la semana anterior, me fui con María y Rocío, que pudo escarparse algo antes del trabajo, a buscar a Elisa y el resto de las niñas al colegio. María y Rocío se llevaron a las dos pequeñas a casa mientras yo llevé a Elena a clase de tenis. En vez de volver a casa de María y luego ir de vuelta a por ella, me quedé a ver el entrenamiento. La verdad es que Elena jugaba muy bien. Había alguna niña mejor que ella pero la mayoría de las de su edad eran bastante peores. Cuando estaba acabando la clase de tenis llegó Arturo y los tres volvimos juntos a casa de ellos. Ese día cenamos todos juntos, con las niñas, y tras acostarlas charlamos un poco los adultos. María se estaba convirtiendo en una de las mejores amigas de Rocío, ya a la altura de Raquel aunque quizás no a la altura de Laura. Pero el amor de Rocío por Elena hacía que viéramos mas a María y Arturo que a Laura y Antonio. Una noche mas volvimos a hacer el amor.

El martes me puse a ayudar a Marga, Alberto y el equipo de tiendas de moda, Marisa y Gloria, con el lanzamiento de la nueva tienda de moda para niños. Marga, Marisa y Alberto fueron al centro comercial mientras Gloria y yo ayudábamos desde la oficina. Así pasamos todo el día. Por la tarde, y ya en casa, Rocío recibió una llamada de teléfono. Al colgar se sentó en el sofá junto a mi.

– A Raquel no le ha bajado la regla. Es bastante regular pero hasta el viernes no sabrá si está embarazada de verdad.

– No se si estoy satisfecho o preocupado.

– Se como te sientes – dijo Rocío – Yo todo lo hice por mi amiga, la quiero mucho, pero parte de las dudas que tienes tu las tengo yo. Pero estoy seguro que Raquel nunca hará nada por fastidiarnos. Nos quiere como nosotros a ella y lo que hemos hecho es muy bonito.

Yo la miré con cara un pelín escéptica pero sonriendo.

– O eso espero – dijo Rocío echándose a reír.

Yo me reí con ella y lo cierto es que sabía que todo iba a ir bien. María también daba a su hija Elisa como mía y no era problemático. Apenas aportaba el ADN y un poco de amor. Para el resto de los humanos el padre sería José Carlos. La realización de que el problema de tener que estar tirándome a Raquel a la fuerza se acaba era una buena noticia. A partir de ahora si me tiraba a Raquel sería simplemente por pasión y/o amor.

– ¿Sabes lo que mas miedo me da? - dijo Rocío

– ¿Que?

– Que yo no sea capaz de tener niños y tu los tengas con Raquel y María. Si tengo hijos de nuestro amor se que los pondrás por encima de todo pero si yo no pudiera tenerlos me pondría muy nerviosa.

– No pienses en eso cariño – dije – Seguro que puedes tener hijos.

Necesitaba acabar esta conversación y la besé en la boca. Tras un rato besándonos encendí la tele y encontramos algo que ver antes de irnos a la cama. A hacer el amor.

El miércoles volvía a trabajar todo el día en la nueva tienda de moda y me sirvió para olvidarme del tema del embarazo de Raquel. Ese día yo fui al centro comercial. Tras todo el día dedicado a ese tema me fui con Rocío a casa de mis padres a cenar. Tras una agradable cena y conversación nos fuimos a casa a descansar. Esa noche no hicimos el amor.

El jueves me dediqué a ponerme al día en el despacho con cosas que tenía atrasadas tras dedicar dos días enteros a la nueva franquicia de moda infantil. A las doce de la mañana entró Ana en mi despacho y cerró la puerta. Se acercó a mi mesa y me miró a los ojos.

– Ayer compré unas sabanas nuevas para mi cama – dijo con cara pícara - ¿Quieres venir a verlas?

Yo sonreí y la eché un vistazo. Estaba muy guapa y acepté. Tres cuartos de hora después, con la excusa de una reunión, estábamos subiendo al piso que compartía con Rubén algunos días y, una vez casada, sería su casa definitiva. En el ascensor empecé a besarla y metí mi mano por debajo del vestido negro que llevaba ese día para tocar su braguita con mis dedos. Era increíble como la zona de su coñito estaba totalmente empapada. Siempre dispuesta. Ya no llevaba botas, casi en junio el calor no lo hacía recomendable, pero calzaba unos maravillosos zapatos negros de infinito tacón muy finito. Cuando el ascensor llegó a su piso dejamos el beso y yo saqué mi mano de su entrepierna. Ella me cogió de la mano y salimos del ascensor de camino a su casa. Parecía no importarla que alguien nos viera de la mano a menos de un mes de su boda. Desde luego si a ella no le importaba a mi menos. A mi allí nadie me conocía y no iban a ser mis vecinos. Una vez entramos en su casa nos besamos con fuerza y fuimos como pudimos hasta la habitación de matrimonio. Me negaba a hacer el amor en la cama de María o Raquel pero no tenía ningún problema en hacerlo en la cama de Ana o Belén. Sus maridos no eran mis amigos. Junto a la cama fui rápido a por sus tetas y descubrí una de ellas. Me sorprendió ver que no llevaba sujetador.

– ¿Has ido a la oficina sin sujetador?

– Por supuesto que no – dijo – Me lo he quitado antes de venir.

Me pareció gracioso y liberé sus segunda teta mientras ella llevaba una de sus manos a mi polla. Empezó a acariciarla sobre el pantalón y yo me puse tras ella para sobarla las tetas. Las agarraba con fuerza sin dedicar mucho esfuerzo a sus pezones mientras ella seguía magreando mi polla. Tras un rato así la besé en el cuello y luego en su oreja sacando de ella una risita muy agradable. En ese momento dejé el masaje duro de sus tetas para pasar a jugar con sus pezones durante un rato. Tras jugar con estos me arrodillé delante de ella y empecé a chupar sus tetas dedicando a cada una de ellas su tiempo. Besándolas, mamándolas e incluso dando pequeños mordisquitos a sus pezones. Mientras hacía esto ella terminaba de dejar que su vestido cayese al suelo. Quedó así en un pequeño tanga negro y tacones. Yo besaba sus tetas mientras acariciaba sus piernas y empecé a sacar de ella los primeros gemidos. La di la vuelta y bajé su braguita quedando su culo, y en segundo plano su coño, a disposición de mi boca. Pasé un segundo mi lengua por sus glúteos y luego por los alrededores de su culo para abriendo sus piernas dar, posteriormente, un beso a su coñito. La di una vez mas la vuelta y la besé las tetas para, ella de pie y yo arrodillado, ir guiándola poco a poco hacia la cama. Allí la tumbé y la hice abrirse de piernas bajando yo mi cabeza hasta su coño.

– ¡Comeme! - dijo ella

– Es uno de mis platos preferidos – dije mientras me quitaba el polo que llevaba ese día

Seguí desnudándome y tuve que dejar de chuparla su coño pero ella aprovechó el momento para hacerse un dedo que la sacó grandes gemidos. Mi lengua jugó mucho con sus labios vaginales una vez volví sobre ella y saqué una medio corrida de su boca. Creo que no llegó a correrse pero desde luego lo disfrutó. La hice ponerse a perrito y yo de pie, desde fuera de la cama, acerqué mi polla a su coño.

– Ya era hora – dijo fóllame – Sabes que siempre que quieras estoy abierta para ti. Estoy lista para hacer locuras.

– Yo soy un chico muy normal, no de hacer locuras – dije mientras la empezaba a penetrar con mas fuerza

– Aun te puedo cambiar – dijo – Ya se me ocurrirá algo. A ti solo te queda dejarte llevar.

Yo sonreí por su comentario y no me quise preocupar pero no sabía hasta donde me quería llevar. Se suponía que me la tenía que ligar para dominarla y jugar con ella. Y ahora resulta que era ella la que me dominaba a mi. Bueno, dominar no es la palabra, yo la dejaba llevar un poco las riendas de la pasión. El mando lo tenía yo pero ella las ideas. Tras un rato dándola desde atrás ella se dejó caer sobre la cama y yo me tuve que subir para seguir penetrándola desde atrás pero la posición ya no era, ni mucho menos, tan cómoda. Incluso era algo molesta. La hice levantar algo el tronco para besarla y la penetré así un poco más pero pronto la giré un poco de costado y yo también me puse así para seguir penetrándola desde atrás pero mas cómodamente. La posición era tan cómoda para mi que la empecé a penetrar con mucha fuerza sacando de ella un primer orgasmo que masajeó mi polla con pasión. Una vez dejó de correrse yo me tumbé boca arriba y dándome la espalda, que parecía la posición standard ese día, la hice cabalgarme. Así estuvimos un buen rato, a veces con mi ayuda moviendo mis caderas, hasta que ella explotó en un orgasmo al que yo acompañé con una corrida bestial. Caímos derrotados sobre la cama y está se pringó de una buena cantidad de nuestros fluidos.

– Me parece que tus sábanas nuevas están para la lavadora – dije

– Estas no son nuevas – dijo – Las nuevas que vas a ver son las que me vas a ayudar a poner ahora cuando las cambiemos.

Yo me eché a reír y nos besamos. La ayudé a cambiar las sábanas y volvimos a la oficina llegando hacia las dos y media. Alberto pasaba por ahí y le pregunté si quería ir a comer. Acepto y estuvimos hablando sobre como iba la nueva tienda que por lo que me dijo estaba casi lista. Marga llevaba todo el día en el centro comercial. Tras la comida trabajé en mi despacho mas tranquilamente y me fui a pasar la tarde con Rocío. Tras cenar juntos y dar una vuelta nos fuimos a casa donde hicimos el amor.

El viernes tocaba inaugurar la nueva tienda de moda infantil y pasé todo el día allí con Marga y Alberto. Comimos cuando vimos que todo iba bien y nos fuimos a casa a cambiarnos para esa tarde pasarla con los amigos como era costumbre. Estábamos Rocío y yo apunto de salir cuando llamó Raquel para confirmarnos que estaba embarazada. Rocío y yo sonreímos mientras nos mirábamos a los ojos.

– Una preocupación menos – dijo Rocío

Yo me reí un poco y moví la cabeza afirmativamente. Las mamas, además de Celia y Rocío, se quedaron ese día con todos los niños, pero en la tienda comprándoles ropita. Mientras los chicos nos fuimos a dar una vuelta mientras hablábamos de nuestras parejas y de hijos. Cuando salieron de la tienda nuestras parejas con los peques nos fuimos todos a cenar y a eso de las nueve y media todos para casa que al día siguiente era la comunión de Elena.

A las once en punto del sábado estábamos todos en la puerta de la iglesia, cercana al colegio de Elena, donde solo un cuarto de hora después empezaría la comunión de Elena. Su comunión fue bastante larga pues el colegio de Elena, religioso, era muy grande y ese día tomaban la comunión casi cien niños y niñas. Tras la ceremonia religiosa todos fuimos a abrazar a Elena y, un poco después, nos fuimos a un restaurante cercano donde María y Arturo habían reservado un espacio para los casi cuarenta invitados de ese día. Allí le dimos, tras la comida, a Elena su regalo. Nosotros la dimos un ordenador portátil, para que hiciera sus trabajos del cole y empezara a tocar la informática, y un vestido muy bonito. María nos sonrió como dejándonos ver que otra vez nos habíamos pasado. Pero esta vez solo un poco. Y creo que ahora, puesto que económicamente ellos estaban muy bien, le molestaba menos. Tras la comida fuimos a casa de ellos a tomar unas copas y relajarnos en un ambiente mas tranquilo. Los adultos charlaban mientras yo jugaba con las niñas, en especial con Elisa, la pequeña de María, y Susana, la hija de Raquel, que al ser casi de la misma edad cuando quedábamos solían estar siempre juntas. A las nueve y media nos volvimos a casa algo cansados. Vimos una peli abrazados y antes de medianoche estábamos en la cama haciendo el amor antes de quedarnos dormidos.

El domingo habíamos quedado a comer con Jorge, el hermano de Rocío, pues hacía ya un tiempo que no les veíamos. Fuimos a su casa y estuvimos con ellos todo el día. Me llevaba bien con mi cuñado pero no les veíamos muy a menudo. La relación entre Jorge y Rocío era mucho menos estrecha que entre las dos hermanas. En cierto sentido es lógico y Rocío y yo además de a Diana teníamos muchos amigos que nos inundaban con acontecimientos sociales. Una vez llegamos a casa nos fuimos a descansar al salón y solo un rato después nos fuimos a la cama.

04. Semana del 24 al 30 de Mayo

El lunes era veinticuatro, día de nuestro primer aniversario, y me levanté antes de lo normal para hacer el desayuno para la mujer de mi vida. Cuando se levantó desayunamos juntos aunque a toda prisa. No obstante el mundo no para y teníamos que ir a trabajar. En el trabajo la única que se acordó de la fecha fue María. No me importaba que no se acordaran de mi aniversario, yo no me acordaba de los aniversarios de los demás, pero me hizo mucha ilusión que María si se acordara. Para esas y tantas otras cosas era única.

– Un añito y aun sin bebés – dijo María – Al menos estáis en ello pero debéis poneros mas a lo bestia. Quiero que calculéis el día mas fértil y vayáis a saco. Mi hija, nuestra hija, ya tiene dos años y va a ser muy mayor cuando nazca vuestro bebé. Me hubiera hecho ilusión que pudieran jugar juntos.

– Eso – dije – Tu no me metas presión

– No es presión. Es que creo que vais a ser unos padres buenísimos. Vais a hacer que todos los que dicen que no se puede ser un profesional exitoso y padre se avergüencen de decirlo.

– Arturo y tu sois buenos padres y profesionales exitosos.

– Arturo y yo somos buenos padres. Yo era una simple secretaria, tu me has convertido en una profesional. Pero no se si soy exitosa o simplemente me mimas.

– ¿Piensas que te mimo? Entonces no me conoces suficientemente bien. Estas donde te mereces.

María me sonrió y se acercó a mi. Me dio un piquito y me abrazo.

– Eres maravilloso, siempre sabes que decirme. Entiende que esté un poco insegura. He pasado en dos años de secretaria tuya a directora de recursos humanos y a que me metáis en las reuniones ejecutivas. Algunos días aun no me lo creo.

– Pues creelo

La di un nuevo beso y se fue de mi despacho. Antes de que saliera la di las gracias por acordarse de mi aniversario. Ese día vi números del primer fin de semana de la tienda con Alberto y aproveché para irme a comer con el y hablar de trabajo y temas personales como, por ejemplo, como iba la preparación de la boda. No me creía la suerte que teníamos de haber encontrado a Marga y Alberto. Con conocimientos, trabajadores y, sobre todo, buena gente. Tras seguir trabajando por la tarde me fui a las seis a buscar a Rocío. Era nuestro día y tocaba disfrutar la noche con ella. La recogí en coche y nos fuimos a casa donde lo aparqué, me puse un traje con corbata y ella un elegante traje de fiesta corto y, en taxi, fuimos al centro. A ella solo la conté el atuendo que teníamos que llevar pues no sabía donde tenía reserva. El taxi nos dejó en Sol y andando llegamos al Casino de Madrid que está a pocos metros. Que no es casino, lo era. Ahora es un club para pijos de rancio abolengo y gente de clase alta con ganas de vacilar. Nosotros fuimos al restaurante "La terraza del casino" donde si vas con traje y corbata y la visa oro te atienden aunque no seas socio. Era uno de esos restaurantes que no me gustaban mucho por obligarme a ponerme traje. Era mi aniversario y me lo pondría de todas formas pero que te obliguen no me gusta. Lo que ocurre es que la comida justifica perfectamente las molestias. Es una pasada de restaurante. Tras la maravillosa cena no íbamos vestidos como para ir a un bar irlandés en Huertas, que es lo que haríamos normalmente, así que nos fuimos paseando a la Gran Vía para tomar un cóctel en Museo Chicote. Tras tomar yo un Gin Fizz y Rocío un Cosmopolitan charlamos un rato desde donde nos fuimos a casa en taxi para hacer el amor. Fue un día maravilloso.

Acabamos el día anterior a las tres de la mañana y el martes yo estaba cansado. Muy cansado. Estuve desayunando con María y Raquel mientras las contaba como fue nuestra noche. Cualquier cosa antes de ponerme delante del ordenador porque estaba dormido. Tras el desayuno me reuní con Raquel para ver las lineas generales de nuestras actuaciones para la segunda mitad del año. O mucho cambiaba todo o ese año volveríamos a ganar mucho dinero y necesitábamos empezar a encontrar alguna manera de usar ese dinero. O repartíamos dividendos o buscábamos inversiones. Comí con ella y Mike en una especie de reunión rápida de socios. Le contamos lo que habíamos visto en la reunión Raquel y yo y quedamos en dejar correr este año normalmente y ya en enero del año siguiente o decidir repartir más dividendos o directamente empezar a comprar negocios y empresas. La tarde la pasé solo en el despacho pero pronto, a eso de las cinco y media, me fui a casa. Rocío llegó hacia las siete, tan cansado como yo y se tumbó en el sofá junto a mi. Ambos dormitamos en el sofá hasta la hora en que cenamos algo. Tras la cena vimos un poco la tele y, algo antes de las once, nos fuimos a la cama.

El miércoles llegué a casa sobre las ocho tras un día algo largo de trabajo aunque bastante monótono. Al llegar ya estaba allí Rocío esperándome.

– Hola – dijo desde el sofá – Siéntate

Tras sentarme junto a ella cogió mi mano.

– Esta mañana debería haberme bajado la regla – dijo

A mi se me iluminó la cara

– ¿Eso significa lo que creo que significa?

– Muy probablemente – dijo Rocío – Soy hiperregular pero he cogido cita con el ginecólogo el martes por la tarde para que me lo confirme,

– El martes no puedo – dije – Doy clase en el masters. Y quiero estar.

– El miércoles entonces – dijo – Mañana cambio la cita.

Nos miramos mientras nos acariciábamos, muy acarameladamente, las manos. El resto de la noche nos mirábamos y nos besábamos. Fue un día espectacular. El no saber pero suponer que mi mujer estaba embarazada, la mujer de mi vida, era una sensación brutal. Nos fuimos a la cama bastante pronto y nos besábamos y la abrazaba. Lentamente y con ternura hicimos el amor. Y tras el polvo a dormir abrazados con mi mano en su vientre.

El jueves en la oficina no me concentraba y cada poco tiempo llamaba a Rocío, como mucho dejaba pasar una hora, para ver si ya había bajado la regla.

– Cariño – dijo Rocío algo enfadada – Tengo que trabajar. Si me baja te lo digo. Si no te llamo es que sigo sin tener la regla.

– Vale, perdona, es que estoy nervioso.

– Y yo cariño, es un sueño ahora mismo, no me despiertes cada hora.

Yo me eché a reír con su comentario y me despedí de ella. El resto del día lo pasé trabajando intentando no pensar en la regla de Rocío. Cuando llegó la hora de volver a casa y vi que Rocío no llamaba ya estaba seguro, debía estar embarazada. Llegué a casa y Rocío aun no estaba. Llegó casi a las siete y media y vio en mi cara el nerviosismo.

– Cariño tranquilizate – dijo – Estoy embarazada casi seguro, el miércoles lo confirmaremos. He conseguido cambiar la cita. Pero tu no puedes estar nervioso. Eres mi superhombre y no te pega estar tan nervioso.

Pillé la ironía en lo de superhombre. No me corté y la besé en la boca con pasión. Ese día era verdaderamente feliz. Me la llevé a cenar fuera y lo pasamos genial. Al llegar a casa a la cama a descansar y abrazarnos.

El viernes estaba de buen humor, faltaba la confirmación del ginecólogo pero era casi seguro que Rocío estaba embarazada. Esa mañana estaba muy tranquilo cuando María entró en mi oficina.

– No hemos celebrado el cumpleaños de nuestra hija – dijo María sentándose en mi regazo y besándome en la boca

– Son las doce del mediodía – dije – No podemos hacer nada.

– Podemos ir a mi casa y hacemos el amor.

Estuve pensándolo un rato y pensé que podía relajarme. Tenía un día muy tranquilo sin ninguna reunión. Me levanté, la besé y nos fuimos. Cogimos el coche de ella, un Renault Megane, y nos fuimos hacia su casa. Una vez llegamos y cerramos la puerta nos besamos de camino al salón. Iba vestida muy guapa, quizás un poco recargada. Su top rosa, sin mangas, tenía varias capas de adorno cerca del escote y otro en forma de falso cinturón que luego caía por un lateral. Su falda era negra a juego con unas sandalias de tres centímetros de tacón del mismo color. En su cuello llevaba su único adorno, un collar de perlas largo que daba dos vueltas alrededor de su cuello. Una vez en el salón ella se sentó en el sofá y me hizo sentar junto a ella. Nos miramos durante unos instantes y hablamos de distintas cosas a la vez que nos declarábamos amor. Yo a María la amaba. Menos que a Rocío pero la amaba. Supongo que ella a mi me quería menos de lo que quería a Arturo. Al menos distinto. Toda esa conversación sobre amor y las palabras cariñosas estaban haciendo que me calentara. Ella debió notarlo y juguetona se apartó un poco de mi abriendo su top para liberar un poco sus tetas tanto del top como del sujetador. No eran enormes pero eran muy apetecibles. Lentamente se acercó a mi y cogiendo mi cabeza la acercó hacia ellas y yo empecé a lamerlas. Dedicaba un tiempo similar a cada una de ellas y las trataba con dulzura, besando los pezones, o dureza, mordiendo estos. Cuando no hacía una de esas dos cosas me dedicaba a darlas buenas mamadas como si intentara sacar la leche de ellas. Ella emitía pequeños gemidos y tras un rato me separó.

– Creo que tenemos que bajarte esos pantalones.

Tras decir eso llevo sus manos a mi cinturón y me desabrochó rápido este y el pantalón bajándomelo hasta los tobillos y quitándomelos junto con los calzoncillos. Se volvió a sentar junto a mi y, agachándose, llevo su boca a mi polla para hacerme una mamada, la verdad, de lo mas convencional. Creo que debía ser por el nerviosismo de estar en su casa pero apenas era la una y hasta mucho mas tarde no iba a aparecer Mariely por allí. Yo me levanté y de pie puse mi polla junto a su boca para que me la mamara un rato. Ella siguió con esta y cuando vi que ya estaba totalmente erecto decidí que era hora de follar. No parecía ese día María dispuesta a hacerme una mamada para recordar y pensé que sería mejor pasar al polvo. La hice levantar y lentamente bajé su falda hasta el suelo dejando a la vista unas preciosas bragas azul celeste que cubrían todos sus tesoros pero a la vez eran relativamente sexy. A medio camino entre lo sexy y lo práctico. La di la vuelta y besé ambos glúteos antes de hacerla sentar y abrir sus piernas de par en par al aire. Ella apartó su braguita mientras yo me arrodillaba junto al sofá para empezar a chupar un poco su coñito. Así lubricaba un poco la zona y, a la vez, mantenía mi polla dura por la excitación. Tras un rato chupándola la quité las braguitas y, con una pierna en el sofá y otra en el suelo, empecé a penetrarla. A estas alturas ella ya estaba tumbada en el sofá.

– Fóllame cariño – dijo ella

– Es lo que estoy haciendo

– Es maravilloso, ya no podría vivir sin esto.

Mi follada era muy lenta. La penetraba con toda tranquilidad y me aseguraba de llegar todo lo adentro posible. Muy lentamente. Poco a poco fui aumentando la velocidad de mi follada y ella gemía con locura. Yo me quité el polo pues me molestaba pero en ningún momento dejé de penetrarla lentamente. Cuando noté que ya estaba muy excitada la hice levantar y me senté en el sofá. Mientras lo hacía ella se quitó el top y el sujetador y ya nuestros cuerpos desnudos se unieron en una cabalgada de ella sobre mi polla dándome la espalda. Su espalda se pegaba a mi cuerpo y echando la cabeza hacia atrás nuestras bocas se unían en un beso muy pasional. En esa posición fui notando como la velocidad iba aumentando al ritmo que lo hacía nuestra pasión y, tras unos minutos, acabé eyaculando en ella sacando casi simultáneamente un orgasmo de ella. Se salió de mi con cuidado para no manchar el sofá y de la mano nos fuimos a la ducha. Una vez limpios nos vestimos y volvimos a la oficina donde llegamos a las dos y media. A tiempo para, a las tres, irnos a comer con Raquel. Por la tarde Rocío y yo fuimos a casa de Raquel para estar un rato con ella, su marido y su hija. Tras cenar con ellos nos fuimos a casa a hacer el amor y dormir.

Un fin de semana sin nada que hacer era algo verdaderamente especial tras un mes lleno de cumpleaños. Rocío y yo estuvimos ambos días dedicados al otro. Nos mimábamos mutuamente y nos besábamos. Comíamos y cenábamos fuera y hablábamos del embarazo. Hacíamos el amor y descansábamos. Un fin de semana en pareja.

05. Semana del 31 de Mayo al 6 de Junio

El lunes dediqué casi todo el día a preparar los dos días de masters que daría esa semana. Martes y Jueves por la tarde. Acepté la propuesta poco después de conocer al coordinador del masters en la graduación de Rocío y el primer curso que di me gusto mucho. Tanto que pretendía seguir dando el curso de dos tardes dos veces al año. Comí con María y Raquel tras dedicar toda la mañana al curso y, por la tarde, me dediqué a currar en temas de la empresa. Principalmente contestando emails. Esa noche Rocío y yo cenamos con Antonio y Laura y al volver a casa hicimos el amor. Ellos ya llevaban tres meses de embarazo.

El martes durante todo el día estuve de reuniones. Aproveché la hora de la comida para repasar un poco la clase que daba en el masters ese día y, a las seis en punto, me fui para llegar a tiempo. El curso creo que fue mejor que el primero que di. En parte, o en su totalidad, por estar haciendo algo que ya no era una novedad. Tras la clase estuve hablando con alguno de los alumnos que se acercaron a preguntar cosillas y luego me fui a casa con mi mujer. Me apetecía mucho estar con ella el día antes de ir al ginecólogo. Cené una ensaladita y tras descansar poco mas de media hora en el salón nos fuimos a la cama a dormir pegados.

Tenía varias reuniones internas el miércoles y eso me hizo no estar todo el rato pensando en el casi seguro embarazo de Rocío. Aun así le di bastantes vueltas al asunto. Aun no era padre y ya me preocupaba. Aun hoy lo achaco a algún desajuste hormonal que provoca el cerebro cuando uno siente que va a tener la responsabilidad de criar a un niño en este mundo. A las cinco y media me fui de la oficina dejando una reunión a medias. Raquel y María que estaban en la reunión se extrañaron pero las dije que era un asunto personal, que ya me contarían y no quisieron presionar mucho mas. No era yo muy dado a irme de una reunión antes de finalizar esta. A las seis pasé por la oficina de Rocío a recogerla y fuimos a su ginecólogo. La oficina estaba en el barrio de Salamanca y por tanto tuve que aparcar el coche en un parking. Era privado y no lo cubría ninguna sociedad pero al parecer era muy bueno. Desde luego el precio me daba igual. Tampoco es que fuera una locura. Doscientos euros por consulta y tres mil euros el parto. La hospitalización por el parto si la pagaba nuestra sociedad privada. Tras hacernos esperar veinticinco minutos, que se hicieron como dos horas, entramos en la consulta. Rocío le contó que no le bajaba la regla, que había dejado de tomar la píldora y que pensaba que podía estar embarazada. El médico le hizo unos test, incluso una ecografía en la que dudo que viera mucho, pero al ser un ginecólogo de los mas caros de Madrid tiene que tirarse esos faroles. Y nos confirmó que estaba embarazada. La dio unas pautas como evitar cafeína y alcohol todo lo posible. Aunque igualmente la dijo que si se tomaba un día una coca cola no iba a pasar nada y que no se agobiara. Como Rocío no fumaba, eso no fue problema. Quedamos con el el día 16 para una nueva ecografía. Al salir estábamos emocionados. No podíamos aun ir contándolo pero debíamos hacerlo pronto. No obstante surgió un problema y es que Rocío ese fin de semana tenía la despedida de Celia y seguro que iban por ahí de copas. Algo tendría que pensar al respecto.

El jueves fue un día de lo mas normal en la oficina. Y por suerte ni María ni Raquel preguntaron nada. Ese día el curso fue aun mejor y me ataron mas con las preguntas de tal manera que no salí hasta muy tarde. Cuando llegué a casa Rocío ya había cenado. Me hice una tortilla francesa y me senté con ella a charlar un poco. Me dijo que ya sabía como llevar la despedida y que ya me contaría mañana. Quedé a comer con ella y no toque mas el tema. Tras el ratito de charla fuimos a la cama e hicimos el amor.

El viernes trabajé normalmente aunque quedé con todos los chicos para pasar el sábado en mi casa ya que las mujeres nos abandonaban el sábado por la mañana. Vendrían con todos los niños y pasaríamos un buen día juntos. Tras el día de trabajo fui a comer al restaurante en el que me había citado Rocío y me sorprendió encontrar allí a Raquel y María. Ambas estaban igual de sorprendidas pues las había citado por separado. Cuando Rocío llegó me dio un beso y se sentó.

– Estoy embarazada – dijo de sopetón

A María y Raquel se les iluminó la cara y se levantaron a felicitar a Rocío y luego se volvieron a sentar.

– ¿Y al padre nada? - dije yo

Ambas se rieron y se levantaron para darme un beso y un abrazo.

– Necesito vuestra ayuda – dijo Rocío – Me fío mucho de vosotras dos y no quiero consumir alcohol en esta despedida. Necesito que me cubráis pues no quiero contarle a nadie mas que estoy embarazada. Estoy de un mes y una semana y no es plan de ir contándolo aun. ¿Me ayudáis?

– Claro cariño – dijo María – Me alegro tanto. Te vas a hartar de mi. Voy a ir contigo a comprar tu ropa de embarazada, las cosas del niño, todo.

– Conmigo ya lo hizo. Y ella estaba embarazada – dijo Raquel – Ten cuidado que es muy obsesiva.

Yo me eché a reír ante el comentario de Raquel. Principalmente porque me lo imaginaba.

– Pues ya que te ayudamos nosotras espero que María esté con las pilas cargadas. Yo también estoy embarazada. Y no me vendría mal la ayuda. Aunque como yo casi no bebo es mas fácil para mi disimular.

Pusimos cara de poker y la felicitamos. Aunque ya lo sabíamos. María no cabía en si de gozo.

– Lo has dicho como si yo fuera una alcohólica – dijo Rocío riendo una vez dejamos de felicitar a Raquel

– No cariño – dijo Raquel – Tu lo que tienes es veintisiete años. Y yo treinta y cuatro. Como ya no me recupero igual apenas bebo. A tu edad era otro rollo.

Todos reímos porque era cierto que de nuestro grupo era la más joven y siempre la picábamos un poco con eso.

– Las dos embarazadas – dijo María – ¡Que ilu!

Ya con la noticia dada pasamos a disfrutar la comida aunque no abandonamos el tema. Como para abandonarlo. Tras la comida y los cafés, descafeinados para Raquel y Rocío, nos fuimos a casa Rocío y yo. Paseamos tranquilamente agarrados de la mano y muy amorosamente. Al llegar a casa descansamos hasta la hora de cenar, cenamos por el barrio y nos fuimos pronto a la cama pues a las siete y media se tenía que levantar para ducharse e irse a por Celia para la despedida.

A las siete y media se levantó Rocío y a las ocho se fue de casa. A las nueve y media fui yo el que me levanté y fui a comprar las cosas que iba a necesitar para mi pequeña fiesta. La íbamos a llamar la fiesta de los hombres abandonados. A las once y media llegaron Arturo y las niñas. Elena me estuvo ayudando a preparar los aperitivos y mientras trabajábamos en ello llegaron Mike y el pequeño Miguel, José Carlos con su hija Susana y Alberto. Una vez estuvimos todos tomamos los aperitivos en el salón, siempre pendientes de los peques y después pasamos a la terraza para disfrutar de una maravillosa barbacoa en un espectacular día de sol madrileño con alrededor de treinta grados de máxima. El día era una pasada y ya eran muy largos. Tan largos que a las nueve y cuarto seguíamos charlando en la terraza. Cuando nos dimos cuenta de la hora se fueron yendo todos pues, especialmente para los peques, era un poco tarde. A las diez ya estaba solo y recogí todo un poco. Media hora mas tarde estaba sentado frente al televisor con una cerveza y una buena película en el DVD. Una vez acabo algo después de la medianoche me fui a la cama.

El domingo me levanté tarde y tras desayunar y ducharme fui a comer con Antonio y Laura. No me apetecía estar solo y echaba de menos a mi mujer embarazada. Tras la comida les invité a casa a tomar un café. A eso de las nueve de la noche llegó Rocío cuando Antonio y Laura aun estaban en casa. Estaba destrozada y es que con el embarazo no aguantaba tanto aunque estuviera de poco menos de un mes. No obstante aun no queríamos contárselo y me sentía algo mal porque lo sabían Raquel y María pero las necesitábamos para que ayudaran a Rocío en la despedida. Se fueron a eso de las once y media y Rocío y yo fuimos a la cama. Tras dos días sin vernos estábamos cachondos. A pesar del cansancio Rocío quería hacer el amor. Lo recuerdo con ternura pero a la vez como si no fuera nada excitante. Recuerdo llevar a Rocío en brazos a la cama mientras nos besábamos e intentaba que no chocara su cabeza con ninguna de las puertas. Recuerdo perfectamente depositarla suavemente sobre la cama y besarla con ternura. Recuerdo quitarla la ropa pieza a pieza hasta quedar totalmente desnuda y luego proceder a desnudarme yo. A partir de entonces me arrodillé junto a ella en la cama y la comí el coño con ternura. Ella solo suspiraba no se iba a mover. Tras disfrutar del manjar de su cuerpo con mi boca me subí sobre ella y apartando sus piernas con ternura empecé a penetrarla. Ella en este momento movió un poco sus caderas para acoger mi polla en su seno pero yo seguía haciendo el trabajo. Nos decíamos palabras bonitas mientras lentamente la penetraba. Lo hice durante un buen rato hasta que me corrí dentro de ella. Ella se corrió conmigo y los espasmos de su coño parecían sacudidas tras su quietud ese día. Estaba cansada y no había sido un juego pero su inmovilismo ese día, viéndolo con perspectiva, tenía un punto cachondo. Tras bajarme de ella me abracé desde un costado y, tras besarla, me quedé dormido con ella. Ambos desnudos y ambos abrazados.

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