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Mi historia (28: Abril 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 7 al 13 de Abril

El primer lunes de abril empezó sin muchos sobresaltos. Ya habíamos lanzado nuestra empresa de telefonía y no teníamos ninguna otra apertura ese mes. Eso significaba que era poco probable que tuviera que trabajar varios días seguidos hasta tarde. Algún día me quedaría para ir cerrando cosas pero en principio podría disfrutar con Rocío del poco tiempo que quedaba ya hasta nuestra boda. Esa tarde recogí a Rocío y, sin pasar por casa, fuimos a cenar a casa de Mariano y Manuela. Llevamos mi portátil para empezar a ordenar las mesas de mi parte de la boda antes de cenar. A la hora de la cena disfrutamos de un maravilloso marisco y a eso de las once y media volvimos para casa a descansar. Al llegar, no se si por lo que dicen del marisco como afrodisíaco, no pudimos dejar de echar un polvo.

El martes me reuní con Marga, Alberto y Raquel para ver como iban nuestras empresas menos maduras y ver ideas que nos permitieran hacer que estas crecieran sin tomar muchos riesgos. La reunión se alargó hasta la hora de la comida. Momento en que se nos unieron María y Mike. Tras la comida pasamos a trabajo mas monótono y, por la noche, fuimos a cenar Rocío y yo con Antonio y Laura. Como siempre con ellos la cena fue muy agradable y estuvimos contándoles los últimos detalles de como iba nuestra boda. Acabamos tarde en casa y fuimos directamente a dormir.

El miércoles quedé con Francisco, el coordinador del masters que había estudiado Rocío, para enseñarle nuestras oficinas y tomar un café. Nada mas llegar tomamos el café y le presenté a Mike y Raquel que se unieron a este. Tras cuarenta y cinco minutos hablando con el sobre nuestra empresa pasé a enseñarle todas nuestras dependencias, le presenté a Alberto, Marga, María y el resto de directivos y al volver a mi despacho me dijo que estaba muy impresionado. Me volvió a ofrecer ser profesor del masters. Serían dos sesiones por promoción. Como había dos promociones al año serían cuatro tardes de clase y el tiempo que me llevara prepararlo. Por ello me pagarían 2000 euros por sesión. El dinero para mi no era tan importante como la posibilidad de conocer jóvenes inteligentes que podría fichar para mi empresa. Le dije que me lo pensaría pero iba a aceptar. El resto del día pasó sin sobresaltos y esa noche Rocío y yo no salimos de casa y cenamos y vimos una peli tranquilitos.

El jueves era un día de lo mas normal. Rocío trabajaría ese día hasta tarde, hacia las nueve o así, pues tenía reunión con los otros team leaders. Sus responsabilidades como team leader iban a hacer que tuviera que tener estas reuniones al menos una vez al mes. Quedé en ir a buscarla a las nueve y me quedé trabajando en la oficina hasta entonces. Serían las siete y media cuando entró María. Nada mas entrar cerró la puerta de la oficina. Llevaba un vestido blanco con bastante escote, unos dedos por debajo de la rodilla, con unas sandalias con unos tres o cuatro centímetros de tacón. Poco a poco cada vez llevaba tacones mas a menudo. En su mano derecha varias pulseras finitas de color dorado a juego con los aros de sus orejas. Se acercó a mi y me dijo

– Te gustan – Y diciéndolo se bajo los tirantes del vestido y llevo mis manos a sus tetas sin sujetador.

Apartó mis manos y se volvió a subir las tiras del vestido. Me miró sonriente y se puso mirando a la mesa, dándome la espalda. Echó su culo un poco hacia atrás y en esa misma dirección mando su mano derecha que depositó sobre mi paquete. Yo llevé mis manos a sus tetas y las toque un poco mientras su mano subía y bajaba por mi muslo y la otra apretaba mis manos contra sus tetas. Se dio la vuelta y apoyo su culo en la mesa. Me cogió de la mano y me pegó a ella. Con su mano derecha agarró mi cuello y me llevó junto a ella para que nos besáramos. Nuestras manos buscaban todas las zonas erógenas de nuestros cuerpos pero las mías ese día sentían especial predilección por sus tetas. De un certero movimiento de ambas manos bajé las tiras de su vestido y saqué sus tetas. Unas tetas que cada vez me gustaban mas. Ella se pasó la lengua por sus labios

– Cometelas cariño

– No estaba pensando en otra cosa – dije

Y mi boca se dirigió a sus tetas para darlas todo el placer que en ese momento me fuera posible. No solo chupé sus pezones, también besé el resto de sus montículos y disfruté de su canalillo. Ella estaba muy excitada y sus gemidos eran cada vez mas grandes. Tras un rato dedicándome a sus tetas pasé a besarla en boca con pasión. Nuestras lenguas peleaban y tras un rato así volví a sus tetas para, justo antes de empezar ella a desabrochar mi camisa y pantalón, darnos un beso bastante amoroso. Mi pantalón salió antes que mi camisa y ya con mi polla libre ella me hizo sentar en una de las sillas de mi despacho y se arrodilló ante mi. Empezó a mamarme la polla y yo aproveché ese momento para quitarme la camisa. Ella con mi polla hacía de todo, la devoraba, la besaba, la pasaba por sus tetas y la daba besitos en el capullo. Fue una demostración de como hacer una mamada saliéndose un poco de lo común. Mi chica modosita cada vez estaba mas lanzada y eso me gustaba.

– Cada vez estas mas lanzada - dije

– Es por ti amor. Todo esto lo he aprendido contigo y no lo puedo practicar con Arturo. Tu eres mi vía de escape para estas cosas y lo disfruto locamente. Me encanta ser una de tus chicas. Te quiero.

– Y yo a ti cariño.

Mientras la decía que yo también la quería ella volvía a lamer mi polla desnuda de cintura para arriba con la parte superior de su vestido colgando de su cintura. Yo ya tenía ganas de follar y la levanté. La subí a la mesa de mi despacho y saqué su tanga, una prenda que cada vez usaba mas, según ella para mi. El resto de su vestido lo subí a su cintura y empecé a penetrarla. Primero lentamente para que pudiera sentirme dentro. Eran penetraciones muy lentas y profundas. Muy amorosas. Mientras lo hacíamos una de sus piernas colgaba de la mesa y la otra estaba sobre mi hombro. Cada poco tiempo nos dábamos un beso que, de repente, callaba sus cada vez mas escandalosos gemidos. Necesitaba un mejor acceso y cogí su pierna que caía y la levanté junto a la otra. Sujeté ambas con los brazos y seguí follándola. En esa posición ella explotó en su primer orgasmo de la tarde masajeando mi polla. María era la que mas rápido llegaba al orgasmo de mis mujeres y rara era la vez que no tenía un par en nuestras sesiones. Una vez estuvo mas calmada me senté de nuevo en la silla y, guiándola a mi polla, la empalé mientras se sentaba de cara a mi. Ella empezó, primero lentamente y luego mas rápido, a saltar sobre mi polla. Mientras lo hacía yo intentaba chupar y besar sus tetas. Esto hizo que, en un ratito, ella ya estuviera de nuevo gritando que me quería y gimiendo. En un momento dado ella se dejó caer del todo y, sin moverse, nos besamos largamente durante al menos un par de minutos. Tras el beso volvió a subir y bajar sobre mi polla haciendo que yo ya estuviera al borde de la corrida. La agarré por las tetas y empecé a marcar el ritmo. Solo por variar un poco y retrasar la corrida la hice levantar y darse la vuelta. En esa posición empezó de nuevo a cabalgarme y, en poco mas de un par de minutos, empecé a correrme en su interior. Corrida que generó en ella una especie de corriente eléctrica que se convirtió en un orgasmo bastante escandaloso. Aun orgasmando ella se dejó caer sobre mi y, echándose hacia atrás, me beso en la boca con considerable pasión. Tras un rato de besos y caricias ella se levantó y se fue. Supongo que a asearse antes de irse a casa. Yo terminé un par de cosas y, antes de volver a casa, me pasé por el baño. Ya en casa esperé a Rocío y nos fuimos a cenar fuera para no tener que hacer nada. Tras cenar nos fuimos a dormir abrazados muy juntitos.

Llegó el viernes y con ello nuestra reunión mensual. Estábamos todos juntos en la reunión y bastante contentos pues batimos récords de facturación y beneficios ese mes. Los beneficios extraordinarios fueron gracias a un gran mes de nuestra empresa de importación de calzado. Fue un mes absolutamente espectacular para esta empresa pero todo parecía indicar que era cosa de un mes y que volvería a niveles mas normales en el mes de Abril. Ese año pensábamos abrir empresas nuevas y a la vez ahorrar. Beneficios como los de ese mes, de algo mas de ochocientos mil euros, nos ayudarían a hacer caja y afrontar nuevas aventuras en años siguientes. Debido a la adrenalina generada por un mes extraordinario y no esperado no me parecía un buen momento para tomar decisiones de negocio. Cuando salió Ana nos dedicamos a comentar un par de cosillas y, como ya eran las dos, nos fuimos a comer juntos Mike, Raquel, Alberto, Marga, María y yo. Tras la comida me fui a comprar el regalo para Rocío, ya que celebrábamos su cumpleaños al día siguiente, y luego con Rocío a comprar y encargar cosas para la celebración de este. Tras dejarlo todo listo cenamos juntos en un restaurante cercano a casa y cuando volvimos fuimos directos a hacer el amor.

El día que celebrábamos el cumpleaños de Rocío con nuestros amigos de Madrid, el cumpleaños en si era el martes, nos levantamos pronto y mientras Rocío preparaba cosas en casa yo fui a Mallorca a por las cosas que habíamos encargado el día anterior. Cuando llegué a casa, a eso de las doce del mediodía, ya estaban María, Arturo y las niñas. Elena ayudaba a Rocío mientras María y su marido jugaban con las pequeñas en el salón. Yo dejé todo en la cocina y me uní a jugar con las peques un rato pero pronto me puse a ayudar. Era el cumpleaños de Rocío y no se iba a pegar ella toda la currada. Mientras Rocío ponía la mesa en orden, con la ayuda de María, Elena y yo ordenábamos los fiambres y los sándwiches en los platos. Hacíamos dibujos con el fiambre en el plato y lo pasamos bastante bien. Era un amor de niña. Poco a poco fueron llegando el resto de nuestra panda. Los de mi trabajo además de Antonio y Laura, Teresa y Mónica con sus parejas y, por supuesto, Diana. La comida fue buena y gracias a que no llovió pudimos hacer barbacoa en la terraza aunque la comiéramos dentro. Mientras yo hacía la barbacoa hablé con todo aquel que quisiera acompañarme sobre lo que quisieran hablar. No estaba yo como para ser muy exigente. Tras la comida y los postres, junto a los cafés, empezamos con los regalos. Todos la regalaron ropa. Iba a necesitar hacerla una vestidor mas grande. Yo saqué mi regalo. Un collar precioso, de la misma colección que su anillo de pedida. Así cuando ya lleváramos las alianzas podría recordar estos meses con el collar. Era caro, casi ocho mil euros, pero para mi lo mejor era el mensaje que transmitía. Y ella creo que lo entendió pues pude intuir una lagrima de emoción cuando se lo puse. Diana me dijo que era un detallazo y eso era lo que buscaba. A lo largo de la tarde noche se empezaron a ir nuestros amigos con hijos y, los que aun no teníamos nos quedamos a tomar unas últimas copas con algo de cena. A eso de la una se fueron los últimos, Laura y Antonio, y Rocío y yo fuimos a la cama. Estuvimos haciendo el amor durante casi una hora. Probamos casi todas las posiciones. Acabó totalmente desnuda. Totalmente desnuda no. Se dejó el anillo de compromiso y el colgante que la regalé.

El domingo no nos levantamos tarde. Ese día fuimos a comer a casa del hermano de Rocío para ver al niño y celebrar el cumpleaños de Rocío por si acaso. El fin de semana siguiente era Semana Santa y celebraríamos el cumpleaños de Rocío con los padres de esta pero ellos no sabían si iban a poder ir porque el niño había estado teniendo algún pequeño problema estomacal y no querían darle la paliza de coche si no estaba del todo recuperado. La comida con ellos fue genial y el rato que pasamos igualmente agradable aunque siempre con los ritmos marcados por las comidas del bebé. No nos importaba. Era el protagonista esos días. El hermano de Rocío y su mujer la regalaron un vestido para primavera y unos zapatos. Mas ropita. Sonreí pero no dije nada. A las ocho dejamos a la parejita que descansara y nos fuimos a casa. Cenamos algo ligero y, tras ver una peli en la tele, nos fuimos a la cama.

02. Semana del 14 al 20 de Abril

Llegué pronto el lunes a trabajar. Muy pronto, a eso de las ocho. No se cual fue la razón pero lo hice. El caso es que estaba algo nervioso. El día siguiente era el cumpleaños de Rocío y tenía una sorpresa para ella. Nada como lo del año pasado pero una sorpresa al fin y al cabo. Esa noche, tras trabajar duro, salí a cenar con Rocío, Antonio y Laura. Llegamos tarde a la cama y nos fuimos directamente a dormir.

Y llegó el día del cumpleaños de Rocío. Cuando ella salió de la ducha y yo estaba listo para entrar en ella la dije

– ¡Feliz Cumpleaños! Hoy aquí a las cinco y media

– Me das miedo – dijo algo sorprendida – Con el collar es mas que suficiente

Yo solo la sonreí, la di un beso en la boca y me metí en la ducha. El resto del día lo pasé trabajando hasta la hora de comer. Tras la comida con Marga y Alberto para preparar algunos temas me fui a casa para preparar la sorpresa. A las cinco y media en punto entró Rocío. Yo estaba en el salón esperándola y me levanté para darla un beso. Nos besamos durante un rato. Cuando este finalizó ella fue la primera en hablar:

– ¿Y mi sorpresa?

– En el dormitorio – dije

Y de la mano la llevé al dormitorio. Al entrar Rocío se quedó algo cortada y sorprendida. En la cama estaba Raquel recostada con el babydoll que se compró para mi en Reyes. Tras un rato Rocío pareció reaccionar.

– ¿Mi regalo es un trío? - dijo ya sonriendo

– No exactamente – dije – Tu regalo es Raquel. Ella ha aceptado mi proposición para que paséis un rato las dos juntas. Son mas o menos las cinco y media. Tenéis hasta las seis y media. Luego nos tenemos que vestir para ir a casa de mis padres.

– Pero – dijo Rocío algo dubitativa – Yo no soy lesbiana. No se si quiero hacerlo. Quiero mucho a Raquel y me encantó hacerlo con ella y contigo pero solo con ella... no estoy segura.

– ¿En serio? Pero si siempre que no os ve nadie os saludáis con un morreo.

– Siempre que no nos ve nadie y estas tu delante. Lo hacemos para jugar contigo – dijo Rocío

– Si no quieres cariño no pasa nada – dijo Raquel – Yo no estaba segura de que quisieras pero no podía decirle que no a Carlos.

Rocío se lo pensó un rato.

– Lo haré – dijo

– No es necesario – dije yo

– Ya lo se. Pero voy a probar. Lo has preparado para mi pensando que me gustaría. Voy a probar si es verdad que me gusta.

Raquel sonrió

– ¡Ven aquí! - le dijo Raquel a Rocío

– Yo me voy – dije

– No por favor – dijo Rocío – Quédate a mirar. Me darás mas seguridad

Raquel bajó una de sus piernas de la cama y la otra la mantuvo en la cama. Rocío se acercó y se miraron a los ojos. Se pegaron mucho y las manos de Rocío fueron a la cabeza de Raquel, una en casa lado de su cara, mientras que las de Raquel fueron al culo de Rocío.

– Estáis locos – dijo Rocío mirándola con cariño

– Estoy loca por ti y por tu marido. Y tu estas loca por tu marido. Solo necesito que te vuelvas loca por mi.

– Un poco lo estoy – dijo tímidamente Rocío

– Con eso me basta. Ni quiero ni puedo competir con Carlos.

Raquel sonrió y puso su boca en el lado derecho de cuello de Rocío dándola pequeños besitos. Las manos de Rocío ya jugaban con el pelo de Raquel y las de esta subían y bajaban por toda la espalda de Rocío. Ambas se volvieron a mirar, abrieron sus bocas y se besaron. Raquel sacaba mas lengua que Rocío pero a ambas se las veía entusiasmadas. Mi pene ya empezaba a dar señales de estar contento pero no sabía si solo debía mirar o si podía, al menos, tocarme. Al menos el sillón de nuestra habitación era cómodo. Mientras se besaban Raquel se dejó caer un poco y Raquel la siguió no sin algún problema. Una vez Rocío ya pudo poner sus rodillas en la cama todo era mas fácil y se echó sobre Raquel. Esta mordió un poco el labio inferior de la boca de Rocío y terminó de recostarse. Ya en esa posición giró a Rocío, que vestía un elegante, a la vez que discreto vestido gris con sandalias de tacón negras, de tal manera que esta estuviera tumbada en la cama. Raquel apartó una almohada que molestaba y se inclinó sobre Rocío sonriéndola. Volvieron a besarse y las manos de Raquel jugaron ya no solo con la espalda sino también con sus piernas y culo. Rocío rodeo un poco a Raquel con una de sus piernas y dejando de besarse se volvieron a mirar. Siguieron besándose durante un rato. Jugando a darse piquitos y sacar las lenguas para jugar con ellas. Raquel quitó a Rocío sus sandalias y la hizo incorporarse un poco. Estando ya ambas arrodilladas la hizo quitarla el camisón. Raquel quedo desnuda excepto por su tanga y sus sandalias de tacón.

– Tócame – dijo Raquel a Rocío

Y esta se lanzó a besar sus pezones desnudos para pasar luego al hombre y a abrazarla por la espalda. Raquel besaba a Rocío por encima del vestido mientras ambas alababan el cuerpo de la otra. Rocío le quitó las sandalias a Raquel en lo que creo no era mas que una excusa para acariciar las piernas y pies de nuestra amiga. Principalmente porque nunca le había importado hacerlo conmigo con sus zapatos puestos. Una vez sin zapatos se volvieron a arrodillar y a besarse. Raquel tocó a Rocío.

– ¿Como te quito este vestido? - dijo Raquel

– Esperemos que no se rompa – dijo Rocío

Y de un movimiento certero se lo quitó sacándoselo por la cabeza. Desde luego no sonó a roto en ningún momento. Ya lo veríamos mas adelante. Dejó el vestido sobre la cama y las manos de Raquel se lanzaron al pecho de Rocío.

– Eres una preciosidad – dijo Raquel – La mujer mas espectacular que he visto nunca. No sabes cuanto agradezco a Carlos que me deje pasar hoy la tarde contigo.

– Tu también eres preciosa

– Me miran por la calle – dijo Raquel – Excepto cuando voy contigo

Y sin soltar sus manos los pechos de Rocío, se enfrascaron en un beso en el que Rocío acariciaba el cuello de Raquel jugando a su vez con el pelo de esta. Según avanzaba el beso las dos mujeres, desnudas excepto por sus tangas, hacían que sus manos exploraran otros rincones de la anatomía de sus amigas. El beso duro unos cuantos minutos y solo lo interrumpían momentáneamente para mirarse y sonreírse o decirse alguna cosa bonita. En un momento del beso dejaron de juntar los labios para jugar con las lenguas en el exterior. Esta visión hizo que mi erección creciera un poquito mas. Rocío lanzó una de sus manos al pezón izquierdo de Raquel sacando de esta un primer gemido.

– Eres maravillosa – dijo Raquel antes de volver a besarla

Miré el reloj pues tampoco teníamos toda la tarde, eran casi las seis. Entre convencerse y besos llevaban casi media hora. Mientras ellas seguían con el beso. Raquel tumbó a Rocío y se subió un poco sobre Rocío para pasar inmediatamente a chupar los pezones de esta. Alternaba ambas tetas entre chupada y chupada pero no podía resistir subir a besar a mi chica cada cierto tiempo. Mientras Raquel cada vez besaba con mayor intensidad, Rocío se dejaba tocar y tocaba consiguiendo llegar a la reja del culo de Raquel para pasar la mano por el antes de agarrar sus dos cachetes. Raquel se incorporó un poco y cogió una de las manos de Rocío de manera amorosa y la otra, la izquierda de Rocío, la llevo a la entrepierna de esta. Con su mano derecha Raquel apretaba la mano de Rocío.

– Tócate. Tócate como si estuvieras sola. Pensando en Carlos.

– Pienso en ti. ¿No te importa verdad cariño? - dijo mirándome por primera vez

Yo negué con la cabeza y ellas siguieron a lo suyo. Rocío empezó a tocarse por encima del tanga. Rápidamente una de sus manos apartó la tela del tanga mientras la otra ejercía caricias sobre su coñito. No tardo mucho en empezar a gemir.

– Eres preciosa – dijo Raquel

Y se lanzó a besarla con pasión y acariciando la cabeza de Rocío mientras que esta mantenía ambas manos en su zona vaginal. Raquel la hizo dar la vuelta y se tumbó sobre la espalda de Rocío dándola besos por todo el cuerpo. La puso un poco de costado y entonces puso una de sus manos sobre la ropa interior de Rocío y empezó a frotar. Rocío cada vez gemía mas y con una de sus manos ayudaba a Raquel en la masturbación. Rocío apartaba el tanga y Raquel metía varios dedos por su coño. Se incorporó un poco mas y volvió a tumbarla sobre su espalda para poner sus tetas sobre la cara de Rocío para que se las chupara. Y así estuvieron un rato. Rocío tomo un poco la iniciativa y puso a Raquel con las rodillas y la cabeza en la cama, de tal manera que su culo fuera el protagonista y se echó sobre ella acariciando cabeza, espalda y tetas pero, sobretodo, culo. Tras un rato así la hizo girar y la quitó el tanga teniendo un acceso perfecto a su coño. Rocío se arrodilló junto a ella y con su lengua la empezó a chupar los labios vaginales y el interior de su coñito. Contaba con la ayuda de Raquel que separaba sus labios un poco para que el acceso de Rocío fuera mas fácil. Raquel ya empezó a gemir de una manera mas evidente y alta en volumen. Respiraba a veces con algo de dificultad y la pedía, cuando podía que la besara. Rocío dedicó un buen tiempo a besarla y tras un rato mandó una de sus manos a una de sus tetas. Raquel se estaba volviendo loca. Pedía mas y acariciaba el pelo de Rocío a la vez que sus gemidos crecían incluso mas. No parecía tener límite. Rocío le dedico unos cuantos minutos mas de dedicación hasta que explotó en un sonoro orgasmo. Se quedó un rato tumbada.

– La alumna supera a la maestra – dijo con una sonrisa en cuanto recuperó el habla

Y se puso de rodillas tumbando a Rocío en la posición en la que había estado antes quitándola su tanga. Se tumbó sobre ella y se abrazaron a la vez que se juntaron en un beso de una pasión brutal. Raquel besó el cuello de Rocío mientras esta tocaba el culo de Raquel. Esta empezó a bajar poco a poco hasta llegar a su coño. Raquel empezó a jugar con los labios de esta incluso mordiéndolos un poco. No tardó mucho Raquel en encontrar el punto G de mi futura esposa y, rápidamente, decidió aprovecharse de ello. Lo frotaba a la vez que su boca se dedicaba a otras partes de su coño. Cada vez se calentaba mas y gemía mucho.

– Necesito besarte – dijo Rocío

Y, como si fuera una orden o una necesidad a vida o muerte, Raquel se lanzó a darla un beso con lengua de excepcional pasión. Raquel siguió besándola y pasó a su cuello, luego a sus tetas y, tras pasar un momentito mas por su boca, volvió al trabajo que estaba haciendo en su coño. No le llevo mas de cuatro o cinco minutos hasta que sacó de Rocío un primer orgasmo. Miré el reloj y aun eran las seis y cuarto. Ellas estaban absortas en lo que al tiempo se refiere y, cuando Rocío se calmó, Raquel la hizo poner de rodillas delante de ella. Abrazando Raquel a Rocío por detrás llevó su mano al coño de esta y empezó a hacerla un dedo mientras Raquel besaba el cuello de Rocío. Así estuvieron un ratito hasta que Raquel tumbó a Rocío con la almohada en la cabeza. Ella se giró y se subió sobre ella con su cabeza en el coño de Rocío y el coño en la cabeza de esta. Me iban a brindar con un 69. Los besos y las chupadas eran todo lo que oía pues mi angulo no me permitía ver mucho en general. Algo de la chupada de Raquel a Rocío, poco, pero nada de la de Rocío a Raquel. En todo caso, los cada vez mas altos gemidos, me dejaban claro que estaban ambas haciendo un buen trabajo. No tardaron mucho en llegar a un orgasmo casi simultaneo. Volví a mirar el reloj. Eran las seis y media pero ni quería pararlo ni sabía como hacerlo. Raquel se dio la vuelta y se echó sobre Rocío besándola en la boca y chupando su cuello.

– Eres preciosa – volvió a decir Raquel

Rocío acariciaba su cabello y la sonreía. Se pusieron de lado y se miraban a los ojos y hablaban. Hablaban de como se querían y hablaban de mi. Pero como si yo no estuviera. Se reían de chorradas y se dedicaban miradas de pasión. Cuando vi que ya estaban un poco mas calmadas las dije que eran mas de las seis y media. Ambas me miraron sin dejar de tocarse y sonrieron.

– Todo esto es gracias a ti – dijo Raquel – Te quiero con locura. Por ser como eres y por prestarme a tu mujer. A la que también quiero.

– ¿Ahora te vas a poner romanticona? - dije

– Tiene razón Carlos – dijo Rocío – Gracias a ti he podido disfrutar de esto. Hace una hora no me apetecía pero me ha gustado. Eres lo que mas quiero del mundo. Quiero a Raquel pero ella me es indiferente si lo comparo con cuanto te quiero a ti. Nunca podré querer a nadie como te quiero a ti.

– ¿En serio os vais a poner así tras un polvo? Venga chicas, vamos a ducharnos que tenemos que irnos. Lo habéis disfrutado y punto.

Me metí en la ducha yo primero y cuando salí ya todo parecía mas normal. Raquel entró a ducharse mientras Rocío elegía su ropa para ir a casa de mis padres. Una vez salió Raquel entró ella a la ducha y a las siete y diez salíamos de mi casa hacia la casa de Mariano y Manuela. No sin antes despedirnos de Raquel. Tras veinte minutos estábamos en casa de mis nuevos padres Nos disculpamos por la demora y es que, les contamos, Raquel se había pasado para felicitar a Rocío por su cumpleaños y no podíamos cortarla muy rápido. No me gustaba mentir a mis padres pero no les iba a contar la verdad. Tras un rato de charla en el salón, donde la boda fue tema recurrente, pasamos al comedor para una mariscada espectacular en honor de la cumpleañera. Entiendo que es raro creerlo pero de verdad me trataban como a un hijo y yo a ellos como a unos padres. Tras la cena volvimos al salón donde Manuela trajo el regalo de Rocío. Era una escultura de un famoso artista del que ya habían regalado un cuadro a Rocío. Que a Rocío le gustara el arte estaba significando que me decoraran la casa. Lo cual por otra parte no venía mal pues mi casa sin Rocío era solo un cúmulo de paredes. A las doce nos despedimos de ellos y a las doce y media ya estábamos en la cama. Yo estaba cansado y Rocío también pero la excitación de la tarde me impidió dejarla ir a dormir tranquila y tuve que echarla un polvo antes de dormir. Aunque solo fuera para relajarme.

El miércoles estaba en la oficina trabajando y ya pensando en el viaje de esa tarde-noche a Cuenca para pasar la semana santa con los padres de Rocío. A eso de las once y media Raquel entró en mi despacho

– Me ha llamado Rocío. A las cinco y media en tu casa para hablar. No se que mosca le ha picado pero supongo que será por lo de ayer.

No sabía porque razón la llamó a ella pero prefería no remover las aguas. Intente concentrarme en el trabajo sin mucho éxito. A las cinco y media Raquel y yo llegamos a mi casa y Rocío ya nos esperaba. Estaba en el salón. Nos sentamos algo preocupados, se debía notar en nuestras caras y miramos a Rocío.

– He estado pensando sobre lo que ocurrió ayer – dijo Rocío – Todo esto me desborda un poco. Carlos eres el amor de mi vida y por ti haría cualquier cosa. Raquel te conozco desde hace menos de dos años y ya eres mi segunda mejor amiga. Yo no había hecho un trío, ni había dejado a mi novio tener amantes, ni mucho menos había hecho el amor con una mujer. No quiero cambiar el status quo. Pero quiero echar el freno.

– Cariño lo que tu quieras – dije

– Si seguimos así, ¿que es lo siguiente? ¿Un trío con dos hombres? ¿Un intercambio? En su momento te dije que eras el único hombre para mi y pretendo cumplirlo. No podemos estar con estas sorpresas cada cumpleaños. A partir de ahora cualquier experimento ha de ser consensuado.

– De acuerdo – dije yo

– De acuerdo – dijo Raquel

– Bueno, pues quitar esa cara de muermos que no es para tanto. Solo quiero ralentizar.

Raquel y yo sonreímos.

– Ahora cariño – dijo Rocío mirando a Raquel – Debemos irnos a casa de mis padres a pasar unos días de relax y a terminar detallitos de la boda. Nos vemos la semana que viene.

Nos despedimos con besos de ella y nos metimos en el coche donde hablamos mucho de ese tema aunque había quedado muy claro. A Cuenca llegamos con tiempo de cenar, charlar un rato e irnos a dormir.

El jueves nos lo tomamos con mucha relajación y estuvimos viendo que cosas teníamos que terminar el sábado que era el único día que tiendas y comercios abrirían en Cuenca esa semana santa. El día paso sin muchos acontecimientos excepto que las amigas de Rocío se pasaron por casa de los padres para cenar.

Y el viernes madrugón para ver la procesión del Camino del Calvario. Tras la procesión quedamos con amigos de ella para ir de cañas por la ciudad y luego a comer con los padres en un restaurante céntrico. Me molaba la vida de ciudad pequeña. No podría vivir sin Madrid pero cada cierto tiempo ir a Cuenca y vivir a otro ritmo me ayudaba a desestresarme. Esa noche cenamos de tapas con las amigas mas cercanas de Rocío y pronto, hacia las doce de la noche y destrozados, nos fuimos a la cama.

A las nueve de la mañana del sábado estábamos Rocío y yo ya duchados y desayunando para ir a terminar de cerrar unos detalles de la finca, las flores y el fotógrafo. Pagamos al fotógrafo la fianza dela boda y acordamos las horas que estarían grabando y sacando fotos. Tras ello fuimos a la floristería y hablamos con la florista sobre algunas pequeñas modificaciones en algunas de las flores que estarían en la iglesia. Tras ello cogimos el coche y nos fuimos a la finca donde pudimos ver una carpa montada para una boda ese día por la tarde. Nos gustó casi todo lo que vimos pero comentamos con ellos algunos cambios de cara a nuestra boda. Salimos de allí a las dos y cuarto de la tarde y nos fuimos a comer con la familia de Rocío para celebrar el cumpleaños de Rocío. Tras la comida volvimos a casa de los padres y, con los cafés, la dieron sus regalos. Su hermana ropa y sus padres la regalaron una cámara fotográfica. Ella llevaba un tiempo pensando en comprarse una pero nunca lo hacía. Ya no tenía que hacerlo. Esa noche salimos a tomar algo con los amigos de Rocío antes de volver al día siguiente a Madrid.

El domingo nos levantamos pronto y tras desayunar nos fuimos a casa para intentar no pillar mucho atasco de semana santa. Llegamos a Madrid a la hora de comer y esa noche fuimos a cenar a casa de Laura y Antonio. Les contamos las novedades de la boda y hablamos de todo un poco. Una noche muy agradable. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos el amor.

03. Semana del 21 al 27 de Abril

Tras la semana santa el curro se acumulaba. Sobre todo en las empresas de importaciones pues en muchos países no era fiesta. Mike y los directores comerciales estaban pendientes del correo por si hubiera algo urgente pero todo lo no urgente se acumulaba. Con nuestra nueva disposición de la empresa Marga y Alberto no dudaron ponerse a ayudar a sus compañeros de la empresa de importaciones. A la hora de comer me llevé a Mike, Raquel, Marga y Alberto y les di las gracias a estos dos. Asumían perfectamente lo que pedíamos de ellos. Liderazgo por un lado pero compañerismo por otro. Esa tarde Rocío se pasó por la oficina y nos fuimos con Raquel a su casa pues habíamos quedado para cenar. Estuvimos con ella, José Carlos y la hija de ambos hasta las diez de la noche tras una cena ligera. Cuando llegamos a casa descansamos un poco en el salón y nos fuimos hacia las once y media de la noche a echar un polvete y dormir.

El martes ya todo estaba un poco mas estabilizado y Marga, Alberto y yo volvimos a reunirnos para hablar de las empresas que coordinaban y posibles nuevos negocios. Al día siguiente Alberto y yo nos íbamos a Barcelona y usamos esa reunión para entre los tres preparar el viaje. Terminamos antes de comer pero aun así nos fuimos los tres juntos a comer con María, que se apuntó a última hora. Tras currar un poco por la tarde fui para casa pues esa noche Laura y Antonio iban a cenar a casa. Estuvieron con nosotros hasta las once de la noche y cuando se fueron recogimos un poco y nos fuimos a la cama.

A las siete y media de la mañana estaba ya en el aeropuerto para coger el puente aéreo a Barcelona con Alberto. Llegamos pronto y empezamos nuestro tour de reuniones con posibles futuros clientes para distintas empresas pero sobre todo para nuestra nueva empresa de telefonía móvil para empresas y nuestra empresa de diseño. A comer fuimos con mi amigo Pablo que cumplía años el viernes. Así le di un regalito de parte de Rocío que es mucho mas detallista que yo. La comida fue mas corta de lo normal pues queríamos ver otro centro comercial que iba a ser abierto en breve. Lo vimos pero no nos entusiasmo aunque tampoco era horroroso. A las ocho ya estábamos en el Prat para coger el vuelo de vuelta a Madrid. Poco después de las diez llegué a casa. Justo a tiempo para cenar con Rocío. Tras contarnos un poco nuestro día vimos un poco la tele y nos fuimos a dormir.

El jueves Alberto y yo vimos con Marga y otra gente implicada los resultados de nuestro viaje a Barcelona el día anterior. Esa reunión acabo pronto y me dediqué el resto del día a contestar emails y revisar unos números que me había mandado Mariano para que los revisara. A las siete fui a la oficina de Rocío a recogerla para ir a casa de María y Arturo para cenar y estar un rato con las niñas. Rocío estuvo ayudando a Elena con un trabajo del cole mientras que el resto de los adultos hablábamos en el salón. Yo jugaba con Marta, mi ahijada, mientras conversaba con sus padres. Marta, con casi dos años y medio, estaba en una edad ideal para disfrutar de ella y de su inocencia total. Con Elena y sus casi nueve años era ya una relación un poco mas madura. Marta estaba en la transición de bebé a niña y estaba dispuesto a disfrutar de ese momento con sus padres. Ya que era su padrino debería aprovechar. A las nueve acostamos a las dos peques, que ya habían cenado antes, y Elena que también estaba cenada, nos acompañó un rato en la mesa mientras los mayores cenábamos. A las diez le tocó a Elena ir a la cama y tras acostarla charlamos un rato con los padres antes de irnos, hacia las once, a casa. Al llegar fuimos directamente a la cama donde hicimos el amor.

El viernes fue un día de curro bastante normal y a las tres estaba comiendo con Rocío, que se había pasado por la oficina, María, Marga y Mike. Tras la comida nos fuimos para casa desde donde Rocío y yo llamamos a mi amigo Pablo para felicitarle por su treinta cumpleaños. El resto de la tarde y la noche la pasamos en casa descansando y viendo un poco la tele. Nos fuimos a dormir tarde ya que la película que estábamos viendo era un poco larga y no hicimos el amor.

No eran aun las nueve de la mañana del sábado cuando la luz de la habitación se encendió de repente. Yo salté de la cama y me levanté asustado con una mezcla de sorpresa y ganas de defender mi casa. En esos momentos, aun dormido, pensaba que me estaban robando. Pero rápidamente vi y oí como Antonio y Raquel se morían de risa con Diana, José Carlos y Laura a sus espaldas. Rocío estaba ya sentada en la cama aun adormilada.

– Espabila pimpollo – dijo Antonio – Ahora mismo empieza tu despedida. Coge ropa. Unos pantalones de pinzas, una camisa, un par de polos, unos zapatos, calcetines, calzoncillos y ahora date una ducha rápida, ponte vaqueros, polo y deportivas. Y nos vamos.

– Y tu cariño – dijo Raquel ya junto a Rocío – también te vas de despedida. Cuando se vayan estos hacemos tu maleta. Laura, tu hermana y yo nos aseguraremos que estés radiante.

Y el caos se apoderó de nuestra habitación solo eramos siete en ella pero todo el mundo reía. Todos menos Rocío y yo que estábamos algo confusos. En unos diez minutos yo ya estaba fuera de la ducha y listo para preparar la maleta. Cuando Rocío fue a entrar en la ducha me despedí de ella con un beso. Antes de que saliera ya estaría fuera. Y así fue. Me hice la maleta en un momento y los chicos me sacaron de allí. Andamos por mi calle y al torcer una esquina me encontré con un minibus aparcado. Me metieron en el y vi a muchos de mis amigos. Pablo y Ramón habían venido de fuera de Madrid. Estaban Mike, Alberto, Arturo, algunos de mis compañeros del futbito con Antonio, Raúl y Pedro y un par de amigos de Menorca. Me senté atrás al lado de Antonio.

– Espero que me cuides que yo fui bueno en la tuya – le dije al oído con una sonrisa.

El solo sonrió y no soltó prenda. El minibus cogió la A1 en dirección a Segovia. Antes de subir el puerto de Guadarrama se desvió por una carretera regional. Tras un rato por ella se desvió por una carretera aun mas estrecha y, al llegar a una finca, se metió en ella y apagó el motor. Cuando salimos vi una pequeña edificación y allí nos dirigimos. Ver todo el suelo y las piedras de colores me lo dejo todo muy claro. Íbamos a jugar al paintball. Había jugado pocas veces pero me gustaba. No me entusiasmaba pero era divertido. Nos recibieron los trabajadores de la empresa de paintball y tras darnos la charla de seguridad normal nos separamos en dos grupos. A mi me tocó el grupo azul. Eran aproximadamente las once de la mañana cuando empezamos a jugar. Y estuvimos tres horas en los distintos escenarios. La verdad es que lo pasé estupendamente. A eso de las dos y media, ya sin los monos de juego y en vaqueros hicimos allí una barbacoa regada con mucha cerveza y algún refresco. Tras la comida estuvimos charlando y yo era el blanco de todas bromas. Normal. A las seis de la tarde salimos de allí y nos montamos de nuevo en el minibus que cogió el camino de vuelta. Pensaba que volveríamos a Madrid para irnos de juerga pero este cogió el camino a la provincia de Segovia en vez de a Madrid. Eso explicaba porque necesitaba ropa. Dormiríamos fuera. Una hora después estábamos aparcando en una especie de híbrido entre hotel y casa rural. De un tamaño bastante grande. Rápidamente me bajaron y me subieron a la habitación, con dos camas, que compartiría con mi mejor amigo, Antonio. Me dijo que me duchara y me pusiera ropa interior pero nada mas. Cuando salí de la ducha estaban Antonio y Mike en mi habitación. Se acercaron a mi y me pusieron una venda en los ojos. Ya con los ojos vendados me pusieron un pinganillo en el oído.

– No vas a ver nada – dijo Antonio – Me oirás por este pinganillo, no muy alto. Te daré instrucciones desde un walkie talkie. Tienes prohibido hablar. Te puedo amordazar o me prometes que no dices ni mu.

– Lo prometo – dije

– Bien – dijo Mike – El plan es este. Te vamos a meter en una habitación, con los ojos vendados y te vas a tirar a una tía que vamos a meter en la habitación

– Ni de coña – dije – Me podéis poner una streaper y reíros de mi pero no me voy a follar a nadie

– Eso ya lo veremos – dijo Antonio – Ahora te callas y sigues mis instrucciones paso a paso.

– Me apuesto lo que quieras

– ¿1000 euros? - dijo Antonio

– Trato hecho

Me guiaron de la mano por el pasillo y me metieron en una habitación. Me dejaron de pie y se fueron de la habitación. Unos segundos después, que parecieron minutos, oí algo a través del pinganillo:

– Avanza tres pasos no muy grandes – dijo Antonio

Y lo hice. Lentamente. Oía la respiración de lo que parecía una mujer. Obviamente no dijo nada. Al momento oí que esa persona se acercaba a mi y me tocaba. Me aparté un poco.

– Levanta la mano y toca a la mujer que tienes delante. Por ahora solo eso. Puedes tocarla el brazo, aunque claro, estas vendado – dijo Antonio riendo

Lo hice. Lo mejor era pasar por ello lo antes posible. Ya me negaría a hacer algo mas fuerte. Eso era una tontería. Cuando estiré el brazo tuve suerte y toqué el hombro de la mujer. Eso me permitió acariciar su brazo y no tener que tocar otras partes. Su piel era muy suave. En ese momento me hablaron otra vez por el pinganillo

– A la de tres te quitas la venda de los ojos. - dijo Mike – 1, 2, 3

Y cuando me lo quité miré a la mujer que estaba enfrente mía en ropa interior. No pude hacer mas que reír. Frente a mi estaba Rocío con otra venda como la mía en la mano y un auricular en el oído. A ella también la entró la risa. Tras un rato nos acercamos y nos besamos. Un beso largo. Tras un rato dejamos de besarnos y pasamos a acariciarnos.

– Estos esperan que follemos – dije

– Se han tomado muchas molestias – dijo Rocío sonriendo – No deberíamos defraudarlos.

Y volvimos a besarnos. Su ropa interior no la había visto hasta ese momento. Era un tanguita azul, cuya parte trasera se ocultaba entre sus gluteos y pequeño por delante, con una parte superior del mismo color que estaba a mitad de camino entre un sujetador y una chaqueta. Estaba, desde luego, muy sexy. Yo llevaba unos simples calzoncillos de Calvin Klein y no me notaba a la altura. La habitación tenía una cama y sobre ella me tumbó Rocío. Bajó un poco mi calzoncillo y con tranquilidad engulló mi polla. Poco a poco la chupaba, metiéndose a veces una mayor parte de esta y otras veces solo el capullo.

– ¿Crees que estarán orgullosos de nosotros? - dijo picara como nunca la había visto

– Intuyo que si – dije con una sonrisa

Ella volvió a chuparme la polla. En ese momento se concentraba en hacer ruido cuando mi boca liberara su polla. Cuando esta salía de su boca sonaba un ruido bastante escandaloso que no se si era totalmente por su succión o ella hacía parte de el pero realmente me excitaba.

– Voy a ponerme mas cómoda – dijo

Y tras darme un par de sacudidas a mi polla se levantó delante de mi y se quitó, poco a poco la parte superior de su conjunto. Tras ello se quitó los zapatos que llevaba, de color dorado y alto tacón. Se dio la vuelta y giró la cabeza para mirarme a los ojos. Me sonrió y poniendo el culo en pompa empezó a bajarse el tanguita. Cuando su tanguita estaba a la altura de las rodillas se giró un poco y pude ver sus preciosos senos en todo su esplendor. Se subió sobre mi y pensé que se iba a meter mi polla en su coño cuando, agarrándola con la mano, se acaricio su coño con ella. Estuvo así un rato con mi polla masajeando sus labios vaginales. Tenía ganas de penetrarla ya. Sin embargo optó por seguir subiendo y puso su coño a la altura de mi boca. Sabía lo que tenía que hacer. Mi mano derecha sujetaba su culo mientras la izquierda acariciaba sus muslos. Mi lengua trabajaba arduamente. Ella me ayudaba a ratos a meter mas la lengua abriendo, con una de sus manos, sus labios vaginales. Metía mi lengua y besaba sus labios vaginales. Alternaba momentos de mas pasión cuando daba mordisquitos a uno de sus labios con otros de más amor en los que daba pequeños besitos a su coñito. Ella empezó a gemir algo y tras un rato mas de mamada volvió a bajar. Una vez mi polla estaba a la altura de su coño se dejó caer sobre mi polla, sin metérsela, y me besó en la boca con pasión. El beso fue cada vez a mas y ella empezaba a mover su cuerpo frotando mi polla contra su raja. Tras unos minutos de beso ella arrodilló su pierna derecha en la cama a un lado de mi cuerpo y plantó su pie izquierdo sobre el colchón. Se elevó un poco sobre mi cuerpo y cogiendo mi polla con la mano izquierda la apuntó hacia su coño. Y una vez el objetivo estaba listo se dejó caer. Mi polla empezaba a entrar en su conejo con delicadeza e iba abriendo poco a poco su conejito acoplándose a mi polla. Un acoplamiento perfecto. Nuestros cuerpos ya estaban acostumbrados al del otro y parecían saber que hacer a la perfección. Una vez estuvo penetrada apoyó también su pie derecho en la cama y empezó a cabalgar sujetándose con ambas manos en mis piernas por detrás de su cuerpo. No necesito muchas cabalgadas para empezar a gemir.

– Te das cuenta que es posible que un buen número de nuestros amigos te están oyendo gemir

– Me da igual – dijo – O es que creen que cuando me follas no gimo. Además, muchos ya nos oyeron en nuestra casa de Menorca. Me da igual.

Y siguió cabalgando. Curiosamente pude abstraerme un poco del inmenso placer que estaba sintiendo y pensé en como había llamado a la casa de Menorca nuestra casa. Muchas veces la insistía en que empezara a llamar las cosas como nuestras y poco a poco se iba habituando. Debió notar que estaba pensando en otra cosa pues la cabalgada que me estaba dando pasó del trote al galope y mi excitación llegó a niveles máximos. Estaba dando tanto de si que tuve que lanzar mis manos para ayudarla a mantener el equilibrio. Su trote estaba empezando hasta hacerme algo de daño y decidí ayudarla a bajar un poco el ritmo. Terminó empalándose por completo y a hacer movimientos giratorios de su coño alrededor de mi polla. Tras un rato más de penetración se salió de mi y se puso a cuatro patas en la cama. Giró su cabeza hacia atrás y me sonrió. Yo me pegué a ella por detrás y la penetré en su ardiente coñito. Empecé a darla fuerte pero pronto cambié de estrategia a penetraciones mas lentas y pausadas. La eché un poco hacia atrás y la puse de la misma manera al borde de la cama. Yo me puse fuera de la cama de pie y volví a penetrarla. En esa posición era mas fácil para mi. Mientras la penetraba su cuerpo no solo se movía adelante y atrás sino que también botaba arriba y abajo en el colchón. En un momento que se salió mi polla de su coño ella se dio la vuelta y poniéndose boca arriba me pidió que la follara. Yo aun fuera de la cama apunté mi polla y lo hice. Estuve como un loco follándola durante unos minutos. Ahora no solo gemía ella sino yo también. Ahora seguro que nos estaban oyendo una buena parte de nuestros amigos. Tras un rato así estaba apunto de correrme y se lo hice saber.

– Yo también cariño – dijo – Estoy prolongándolo. En cuanto llegues llegaré.

Y llegué. Y la llené de leche. Ella gimió muy estruendosamente y yo la acompañé con un sonido que podría parecer de ultratumba. Agotado me tumbé junto a ella. No es fácil una follada así tras un día de paintball. Nos mantuvimos un rato en la cama abrazados, besándonos y hablando de lo colgados que estaban nuestros amigos. Cuarenta y cinco minutos después de habernos metido en esa habitación salimos de ella. Yo delante en ropa interior. Sudado. Antonio y Mike me agarraron y me llevaron de nuevo a la habitación para que volviera a ducharme. Al entrar en ella le dije a Antonio

– Luego me acompañas a un cajero que te debo mil euros.

– No te la voy a cobrar. Pero debería por bocazas. En serio, ¿en algún momento pensaste que te traería cualquier tía para que te la tiraras?

Una vez salí de la ducha me vistieron de rey de la edad media y salimos de la habitación bajando a la recepción del hotel desde donde me llevaron al restaurante. Allí estaban todos, mis amigos y los de Rocío. Además de Jorge y María Rosa que se unían a la fiesta para la cena, habían dejado al niño con los padres de ella. Seríamos fácilmente unos cincuenta. Rápidamente apareció Rocío, vestida de reina, y la sentaron junto a mi. Pronto estábamos ya con la comida. De nuevo yo era el blanco de las bromas pero esta vez compartía el gusto con Rocío. Casi a medianoche nos desplazamos todos, en dos minibuses y algunos coches particulares, a un pub de un pueblo cercano. Allí seguimos la fiesta. Rocío y yo con barra libre. El resto se pagaban las copas excepto las tres primeras que las tenían ya pagadas. En un momento de la noche me fije en algo que me llamó la atención. Marga estaba bebiendo batidos todo el rato.

– ¿Que le pasa a Marga que está a batidos? - dije a Rocío en un rato que estuvimos solos

– No se. Tampoco ha tomado vino en la comida. Solo agua y en la cena he visto que tampoco lo cataba.

– ¿Estas pensando lo mismo que yo? - dije

– Creo que si.

Esperamos un rato y cuando ella y Mike se quedaron solos nos acercamos a ellos. Abracé a Mike y luego a Marga a la que di un beso.

– Enhorabuena parejita

– ¿Como lo sabes? - dijo confusa mirando a Mike con cara inquisidora

– Comes de todo pero solo bebes agua y batidos. Si estuvieras enferma no hubieras comido pero lo único que haces es evitar alcohol y cafeína.

– Muy listo – dijo Mike – Gracias chicos pero aun no lo sabe nadie. Está de apenas un mes. En unas semanas lo contaremos. ¿Nos guardáis el secreto?

– Claro – dije yo – Pero seguro que alguno mas tiene la mosca detrás de la oreja. Canta mucho

Y seguimos con la despedida. Siendo como éramos cincuenta y llevándome bien con todos la fiesta fue brutal. Probablemente una de las mejores de mi vida. Pasé mucho rato con Rocío pero también con el resto de los amigos. Sobre todo con Ramón que no conocía a muchos de mis amigos. Mi amigo Pablo siempre había sido mas extrovertido, por eso el era comercial y Ramón funcionario de grado alto, y estaba hablando con cuanta chica soltera se le ponía a tiro. Rocío y yo comentamos no sin cierta gracia que dedicaba bastante tiempo a su hermana Diana. Ya eran mayorcitos y ellos sabrían que hacer pero la diferencia de edad entre ellos era algo que preocupaba a Rocío. La dije que solo estaban tonteando. Que no se preocupara. Pablo acababa de cumplir treinta años mientras que Diana tenía apenas veintidós años y medio. No era una diferencia brutal en años pero en esos momentos significaba que uno era un profesional importante en una multinacional y la otra una estudiante de último año de económicas. Tras varias horas de juerga, a eso de las cinco, todos volvimos al hotel a dormir unas horas. Los cachondos de nuestros amigos no nos permitieron dormir juntos. Yo pasé la noche con Antonio y Rocío con Laura.

El domingo la alarma de Antonio sonó a las nueve de la mañana.

– ¿Que hora es? - dije

– Las nueve – dijo Antonio – Dúchate que esto no ha acabado.

– ¿En serio? No me siento persona en estos momentos.

Pero no iba a discutir. Me duché y me sentía algo mejor. Era el momento de ver que tenían preparado para mi. Poco después de las diez de la mañana estaban ya todos abajo.

– La despedida no ha terminado – dijo Raquel – Aunque si la despedida típica. Ahora toca otra que nos han pedido que hagamos.

Y sin mas nos montamos todos en los minibuses y los pocos coches particulares que habían venido. Íbamos en los minibuses ya mezclados. Yo me senté atrás, en uno de ellos, con Rocío a mi lado. Yo apoyaba un poco mi cuerpo en la ventana para tener mejor visión del minibus y Rocío se apoyaba en mi pecho. En los asientos de al lado teníamos a Laura y Antonio y alrededor nuestro estaban nuestros amigos mas cercanos. Vi que Pablo y Diana ocupaban dos asientos conjuntos en las primeras filas. Se lo dije a Rocío que solo levantó los hombros y me sonrío. Seguíamos por la A1 y al llegar a la altura de La Moraleja, ya casi en Madrid, los autobuses entraron en esta. Inmediatamente fue evidente que íbamos a casa de mis padres. Unos minutos después los minibuses aparcaron en la puerta exterior del chalet y salimos.

– Entrar vosotros primero – dijo Raquel

Rocío y yo nos miramos y, de la mano, entramos al jardín. Nada mas entrar vimos al fondo a los padres de Rocío, mis padres y las niñas de María y Raquel y el sobrino de Rocío. Este, lógicamente, aun en el capazo. Elena al vernos entrar se lanzó corriendo a Rocío que la cogió en brazos y beso. María se acercó a nosotros.

– Vuestros padres querían hacer una comida antes de la boda, Elena quería ir a la despedida y se nos ocurrió que así podíamos hacer la dos cosas a la vez.

– Gracias – dijo Rocío dándola un beso.

La comida con todos los amigos y familia fue genial. Les contamos a los padres como nos habían metido en ropa interior en una misma habitación para que descubriéramos la segunda parte de la despedida conjunta. Los suavizamos un poco y obviamos detalles como que echamos un polvo pero lo que les contamos les pareció gracioso. Ese día hizo veintidós grados de máxima en Madrid y, algo abrigados, pudimos pasar parte de la comida en el patio haciendo la barbacoa. Cuando nos entraba algo de frío entrábamos al salón y listos. Fue una comida y tarde espectacular. Un fin de fiesta perfecto. A las ocho de la noche llegaron los minibuses para llevarnos de vuelta a mi barrio donde todos tenían el coche aparcado. Me despedí de mis padres y de los padres de Rocío dándoles las gracias. A los demás se las di en el autobús. Yo había organizado la despedida de mis dos mejores amigos y ahora, viéndolo con perspectiva, les había fallado. Ellos si se lo habían currado. Ya fuera del minibus y sin nadie a nuestro alrededor se lo dije a Mike y Antonio.

– Tíos, lo siento, las despedidas que os organicé fueron una mierda. Estoy abrumado con lo que habéis hecho. Nunca lo olvidaré.

– No seas tonto. Mi despedida fue perfecta y dudo que Mike tenga quejas - dijo Antonio – La vuestra era muy fácil. No la hemos organizado nosotros sino diez personas ayudando. Es lo que tiene que Rocío y tu seáis el pegamento que nos une.

– No habrás oído ni una queja de mi despedida – dijo Mike - Vete a dormir y descansa que mañana tenemos que currar.

Abracé a ambos aun con la sensación de que ellos se lo habían currado mas. Pero lógicamente agradecía las palabras. Un rato después, tras despedirme de los demás, entré en casa con Rocío. Caímos sobre el sofá, abrazados, y vimos un rato la tele. Esa noche pronto, hacia las once de la noche, acabamos en la cama.

04. Semana del 28 de Abril al 4 de Mayo

El lunes en el trabajo rendí lo justo. Estaba destrozado y noté que los que estuvieron en la despedida no es que estuvieran mucho mejor. Comí con Javier, mi ahora socio en el bufete de abogados, ya que me quería comentar unos temas. La comida se alargó y acabamos en su despacho viendo los números del año anterior. La empresa facturó diez millones de euros con dos millones de euros en beneficios. Los beneficios no eran grandes porcentualmente pero eso era debido a que los sueldos en este tipo de empresas son muy altos. Como nos estábamos retrasando y había quedado con Rocío la pedí que pasara por allí a recogerme en taxi. Una vez llegó saludó a Javier y dimos por terminada la reunión. Repartiríamos 150.000 euros de beneficios a cada uno. Rocío y yo salimos de allí y me preguntó donde quería cenar. La dije que tenía ya una reserva. Cuando entré en el taxi y le dije donde íbamos Rocío sonrió. Por tercer año consecutivo pasaríamos la noche del veintiocho de abril cenando en Olsen. Era el segundo aniversario de nuestra primera cita. Pasamos toda la noche hablando sobre la boda que ya estaba a menos de un mes, sobre nuestra vida futura y, por primera vez, hablamos de niños aunque decidimos dejar, al menos, un tiempo antes de que se quedara embarazada. Tras la buenísima cena fuimos a casa y allí hicimos el amor.

El martes trabajé un rato con Esther y Marga para ir planificando la apertura de nuestra tercera tienda de zapatos. La primera que se abría bajo nuestro paraguas. Debido a que solo vendía zapatos de alta gama estas tiendas no se instalaban en centros comerciales sino a pie de calle en las zonas mas exclusivas de Madrid. No obstante, en Madrid se estaban creando centros comerciales de alto standing y quedamos en que podríamos abrir una tienda en uno de ellos aunque solo fuera para probar que tal funcionaban estos. Comí con ellas dos y tras la comida trabajé en otros asuntos. Por la tarde cené con Rocío en un restaurante del barrio y nos fuimos a comer pronto.

El miércoles trabajé todo el día intensamente. Los dos días siguientes eran fiesta en Madrid y Rocío y yo aprovecharíamos para irnos a Cuenca a casa de sus padres. A las seis Rocío estaba lista en mi oficina para irnos a Cuenca. Cogimos la carretera y alrededor de las diez estábamos ya en casa de sus padres. Su hermana, su hermano y familia habían llegado un par de horas antes. Lo primero que hicimos fue cenar una vez Maria Rosa dio el pecho a el peque. Tras ello charlamos un rato y nos fuimos a dormir.

El jueves era fiesta nacional y todos los comercios estaban cerrados. Así ese día lo usamos de relax. Pasamos todo el día con los padres de Rocío, comiendo fuera y paseando por Cuenca hasta que, una vez cayó la noche, nos fuimos a cenar con las amigas de Rocío de Cuenca. Fue una especie de despedida muy light. Estuvimos de copas pero a las dos ya estábamos en la cama.

Viernes y sábado fueron días bastante similares. Rocío y yo visitamos a todos los proovedores que tenían algo que ver con nuestra boda, y no eran pocos, para ver si todo estaba bien. Visitamos a la florista, al cámara, a la empresa de autobuses, a la pastelería, el catering,.. os hacéis una idea. Las tardes las dedicábamos a pasarlas dando una vuelta con Diana y sus padres por Cuenca antes de volver a casa de ellos a cenar. Si los horarios de las tomas del pequeño Jorge lo permitían su hermano y familia se unían a nosotros. Durante estas vueltas intenté sonsacar, sin éxito alguno, información a Diana sobre ella y Pablo. Ambos días tuvimos que hacer un par de llamadas. El viernes para felicitar a la hija de Marisa, la prima de Lucía, que cumplía dos años y el sábado a Esther. Ninguno de los días nos acostamos muy tarde.

El domingo nos levantamos muy pronto para ser vacaciones, a las ocho de la mañana, y salimos de vuelta para Madrid. El lunes era el cumpleaños de Elena, la hija mayor de María, y lo celebraban ese domingo. Como es evidente no nos lo perderíamos por nada del mundo. Elena ya era mucho mas que la hija de una amiga. Rocío la quería como si fuera casi suya. Llegamos a Madrid a eso de la una y fuimos directamente para casa de María. Cuando llegamos ya estaban Raquel y José Carlos con su niña. Mientras llegaban los demás, que lo hicieron a lo largo de los siguientes cuarenta y cinco minutos, Rocío y Elena ayudaban a María en la cocina. Mi relación con Elena siempre fue buena pero lo de Rocío era impresionante. Una vez estuvo todo el mundo empezamos tomando unos aperitivos en los sofás para, inmediatamente después, pasar a la mesa a comer la comida en si. María, quizás por sus raíces extremeñas, nos preparó unas maravillosas migas. Si Rocío tenía a Elena yo me cogí a mi ahijada, Marta, y compartimos mi plato de migas. A sus dos años y medio ya comía migas lo cual extrañaba un poco pues el sabor con el pimentón es algo raro para los niños. Después sacó un asado de pavo y tras eso volvimos a los sofás a tomar pasteles y los cafés. En ese momento le dimos a Elena sus regalos. En nuestro caso ropa, un vestidito para el verano. María sonrió pues vio que esta vez nos habíamos controlado un poco. A las nueve y media, tras una merienda cena de sándwiches y medias lunas nos fuimos a casa a descansar después de un buen cumpleaños y con ya casi toda la boda programada. Al entrar fuimos directamente a la habitación para dejar las maletas del viaje a Cuenca y, tras dejarlas, la abracé por la espalda. Rocío llevaba una falda negra con flores que llegaba unos diez centímetros por encima de la rodilla con un top negro, una rebeca rosa desabrochada y unas botas marrones arrugadas que la llegaban a la mitad del gemelo. La hice girar la cabeza para besarla y rápidamente fue ella la que se giró para besarme bien besado de frente. Mientras nos besábamos iba desabrochando mi pantalón y sin romper este me encontré con el pantalón por el suelo. Rocío se arrodilló y saco la polla de mis calzoncillos boxer y se la llevó a la boca. Sin parar un segundo se la metió en la boca y empezó a mamármela y pajearme a la vez con absoluta devoción. Yo tarde una fracción de un microsegundo en empezar a gemir. Metía la punta de mi polla en su boca, no metía mas del capullo, y con la mano me pajeaba el resto de la extensión de esta. Cuando se la sacó del todo me pajeó un poco la polla y volvió a metérsela en esta. Yo la agarré de la cabeza para que se metiera un poco mas de mi polla en la boca y aguantó un poco pero luego se la sacó y se dedicó a chuparla con la lengua, darla besitos y mamarme los huevos. Estaba volviéndome loco con la mamada y no sabía si iba a poder aguantar. Tras cuatro noches en Cuenca a palo seco estaba muy excitado. Se lo hice saber pero le dio igual y siguió. A los pocos minutos, sin dejar de mamármela exploté en su boca. Ella tragó todo como si fuera un verdadero majar y me sonrió. Se levantó y me beso notando en su boca el sabor de mi propio semen. Sabía que no me gustaba mucho pero lo hacía para hacerme rabiar. Besé su cuello, apartando su cabello, mientras ella masajeaba mi polla para conseguir un segundo round. Yo la quité primero la rebeca y luego el top y el sujetador negro que llevaba. La besé yo en la boca, para desconcertarla, y llevé mi mano a su falda. De un pequeño tirón hice que esta bajara ya que tenía un elástico que la sujetaba. Ella sonrió y quedó ante mi en botas y una tanguita negra preciosa. Se puso a cuatro patas, en el borde de la cama y yo la bajé el tanga dejándola con las botas. En ese momento ella esperaría que me la iba a follar pero me tumbé en el suelo apoyando la cabeza en el colchón y llevé su coño a mi boca. Lo mamé, con locura. Mi lengua luchaba por entrar en su vagina cuando mis labios no besaban sus labios inferiores. Dedique unos buenos quince minutos a la mamada intentando que esta fuera lo mas variada posible y ella, por fin se corrió. Ya con el marcador empaté a uno, y sin dejarla moverse de esa posición, froté mi pene, que ya volvía a tener algo de fuerza, sobre su coño. Este movimiento hizo que mi polla se terminara de levantar y encontrara lo necesario para follarla. Con mi mano derecha apunté a su coño y la perforé. Ella empezó a gemir a medida que mi penetración escalaba en intensidad. Se notaba que la estaba gustando. Giraba su cabeza hacia atrás y podía ver su rostro desencajado. El mio no creo que fuera mucho mejor pues yo era el que estaba haciendo todo el esfuerzo en esos momentos. Sin dejarla cambiar de posición y tras unos diez minutos de continuo martilleo me corrí, sin avisar en su interior. Por suerte ella también estaba a puntito, algo que sus gemidos me indicaban, y con uno de mis chorros llegó al clímax. Me tumbé al lado de ella en la cama y se pegó a mi. Nos miramos, nos besamos y nos sonreímos. Tras un rato de relax nos metimos en la ducha y fuimos al salón a ver algo la tele para luego ir a la cama a descansar un poco.

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