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Mi historia (30: Junio 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 2 al 8 de Junio

El lunes de nuestra segunda semana de luna de miel nos levantamos tarde. Habíamos dormido algo raro con cierto Jet Lag. Cuando nos levantamos pedimos el desayuno para que nos lo llevaran a la villa. Desayunamos tranquilamente, junto a la piscina, y una vez terminamos nos vestimos y bajamos a la playa. Ese día fue todo playa. Comimos unas ensaladas en un restaurante del resort y volvimos a la playa. Por la noche cenamos en uno de los mejores restaurantes del resort y, tras esta, nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El martes salimos del hotel en una excursión de todo el día por la isla de Mahe que contratamos en el hotel. Fue agradable conocer la isla que tiene mucho mas de lo que la gente cree cuando llega. Uno piensa que solo son playas pero antes de que existieran los hoteles de lujo y semilujo existía ya una población importante. Cuando volvimos al hotel nos vestimos para ir a cenar a otro de los restaurantes del resort. Aprovechamos igualmente para reservar al día siguiente una cena de grill en la playa con farolillos y bajo las estrellas. El restaurante al que llegamos era una maravilla. Nos encantó la comida del sudeste asiático de ese restaurante del hotel. Esa noche tomamos algo en el bar junto a las piscinas y volvimos a nuestra villa a hacer el amor.

El miércoles lo dedicamos a hacer cosas en la playa y el hotel. Actividades que ofrecía este como un curso de introducción al submarinismo. Esa tarde volvimos a nuestra villa para comer y, tras una pequeña siesta, pasamos la tarde en la playa disfrutando del sol y el agua. La cena fue en la playa y fue una verdadera maravilla. De lo mejor del viaje sin duda. Sin tomar una copa fuimos esa noche a hacer el amor a nuestra villa.

El jueves bajamos a desayunar al restaurante principal pero luego, en vez de ir a la playa decidimos descansar en nuestra villa junto a la piscina. Tras darnos un chapuzón acabamos tumbados en el borde de la piscina en las tumbonas. Yo llevaba un bañador rojo de Billabong y ella un bikini blanco con motivos floridos de color azul cyan, rojo y rosa principalmente. Ella se levantó y junto su tumbona a la mía. Me beso un poco y llevó su mano a mi entrepierna dándome un pequeño y suave masaje en la zona de mi polla sobre el bañador. Yo me levanté y la besé. Ella estaba sentada. Yo me pegué un poco mas a ella y empecé a bajarme el bañador. Ella me miraba con cara de niña pícara y asustadiza.

– ¿No prefieres ir dentro? - dijo Rocío

– No, me gusta el aire – dije

– Nos puede ver alguien – dijo

– No. No nos puede ver nadie. La villa mas cercana está a mas de trescientos metros de distancia.

Terminé de bajarme el bañador y ella cogió mi polla dándola un pequeño masaje. Aun no estaba dura del todo y, mirándome a los ojos, me la empezó a chupar. Ella abría la boca en forma de O y me la iba chupando poco a poco. Lo hacía con tanta tranquilidad que para ayudarla la agarré un poco de la cabeza aunque solo estuve así unos segundos. El día que la follé la boca me gustó a mi y creo que a ella pero no lo iba a hacer en mi luna de miel. Ella se reía cuando sacaba la polla de su boca y yo decidí pasar a desabrochar su top del bañador. Sus preciosas tetas no se movían mucho puesto que el movimiento de su torso superior no era muy violento. La hice levantar y pasé a tumbarme yo. Ella se arrodilló junto a mi y pasó la lengua por toda la longitud de mi polla. Me daba la espalda y cada vez tomaba una mayor parte de mi pene en su boca. Tras un rato así ella se levantó y, dándome la espalda, se arrodilló en mi hamaca dándome la espalda. Yo con una mano la agarraba de su cintura y con la otra apuntaba mi polla. Me la masajeé un par de veces para que se endureciera ese puntito mas que necesitaba antes de penetrarla a lo bestia. Ella se dejó caer y con la penetración gimió como una loca. Con cada penetración ella gemía un poco mas. Botaba sobre mi cuerpo. Yo la agarraba de la cintura y ella echaba las manos y el cuerpo hacia atrás.

– Dios – dijo – Esto es brutal. Las seychelles. Una hamaca junto a nuestra piscina. La brisa del mar. Y tu polla.

– Pensaba que solo ibas a hablar del paisaje – dije casi ininteligiblemente por el esfuerzo.

Ella estaba mas o menos quieta mientras yo movía mi cintura a lo bestia para penetrarla locamente. Sus tetas se movían arriba y abajo con gran violencia. Estaba cerca de un primer orgasmo pero ella se adelantó. Su cuerpo empezó a contraerse salvajemente y causó una reacción en cadena en mi. Lo que eso hizo es que me corriera en ella. Nos mantuvimos un rato con ella echada sobre mi. Giró la cabeza y me besó. Tras un rato se arrodilló sobre mi y me hizo una buena mamada. Me la chupaba durante un rato y pronto se incorporó para besarme. El beso fue muy sensual aunque me llegaba algo el sabor de mi propia polla. Me estaba acostumbrando a eso. Tras el beso me levanté, la arrodillé sobre la hamacá y la penetré desde atrás. El polvo iba cada vez a mas y así estuvimos un buen rato. Echamos dos polvos mas. Cansados decidimos comer en nuestra villa y pedimos la comida. Tras pasar la tarde en la piscina decidimos quedarnos esa noche en nuestra casa temporal y pedir la cena otra vez. Así descansábamos de cara a nuestra vuelta y podíamos disfrutar el uno del otro en la intimidad en nuestro último día juntos. Esa noche volvimos a hacer el amor.

El viernes salía nuestro vuelo de vuelta a Madrid. Nos dejaron disfrutar de la villa hasta las tres que era cuando debíamos ir al aeropuerto. Tras pasar la mañana en la villa, comimos algo e hicimos el checkout. El vuelo era Mahe-Paris-Madrid. Pasaríamos la noche en el avión y, una vez en nuestras butacas business cenamos, charlamos un rato y nos fuimos a dormir.

A París llegamos el sábado a las siete y media de la mañana mas o menos. Una vez pasamos la aduana de la unión europea vimos de que puerta salía nuestro vuelo a Madrid y fuimos a la sala VIP a descansar durante las dos horas y media que estaríamos en el aeropuerto Charles de Gaulle. Desayunamos con tranquilidad y hablamos del viaje, recordando las mejores cosas y empezamos a pensar que hacer en verano.

– ¿Cuantos días de vacaciones te quedan? - dije

– Muchos. Este año solo he usado cuatro. En el banco tenemos veinticuatro así que me quedan veinte. Serían cuatro semanas enteras

Yo no podía cogerme tantos días. Me cogía algún puente y en verano cogería dos semanas pero como ya había tenido la luna de miel no quería perder mas días. Las desventajas de ser el dueño de la empresa.

– Yo no me puedo coger tantos. Podemos ir este verano una semana a casa de tus padres y otra a nuestra casa de Menorca.

Rocío se levantó y echándose sobre la mesa donde desayunabamos me besó. Yo la miré perplejo.

– Por decir nuestra casa de Menorca – dijo

– Sabes como veo yo esto cariño. Eres mi compañera de por vida. Mi mujer, mi cómplice, mi amiga, mi amante y espero que, mas pronto que tarde, la madre de mis hijos. Te quiero mas que a nada esta vida.

– No me hagas llorar – dijo con la voz algo cogida – Que estamos de luna de miel.

Yo reí un poco y me levanté a ser yo quien la besara esa vez. Tras un rato leyendo ambos nos fuimos al avión que salía en poco tiempo. Llegamos a Madrid casi a mediodía y a casa a la una. Lo primero que hicimos al llegar fue llamar Rocío a sus padres y yo a Mariano y Manuela. Tras ello nos fuimos repartiendo el resto de las llamadas. Ella llamó a sus hermanos y Raquel mientras yo llamaba a María, Mike, Antonio y Alberto. A Mike se le ocurrió que quedáramos a comer el domingo todos. Yo dije que estaba demasiado cansado como para organizar nada y que lo dejáramos para el fin de semana siguiente pero el dijo que lo organizaba el. Que invitara como si fuera en mi casa pero que usáramos la suya. Se lo conté a Rocío y volvimos a llamar a todos. Ahora para quedar al día siguiente en casa de Mike. Esa tarde vino Diana a vernos. Estábamos cansados pero trajo sándwiches del Rodilla y así no tuvimos que hacer nada. En ese aspecto me alegré bastante de que viniera.

– ¿Que tal con Pablo? - dije con algo de rintintin bajo la mirada dura de Rocío

– Quieres decir sin Pablo – dijo – Pensaba que siendo tan amigo de el sabrías que vive en Barcelona.

– Touche – dije

Las dos hermanas rieron. Nos contó un poco mas de su rollo con Pablo. Dijo que le gustaba y que ella creía que el sentimiento era mutuo pero el vivía en Barcelona y eso lo hacía todo muy difícil. De todas formas nos contó que hablaban una vez cada dos días o así. Su hermana sacó el tema de la diferencia de edad y ella dijo que eso no la preocupaba tanto como la distancia. En Junio acababa la carrera, Diana era una estudiante espectacular e iba incluso algo adelantada a la gente de su edad, y eso hacía que ya no fueran un trabajador y una estudiante sino dos personas en la misma onda. Me alegró oír lo madura que era Diana y me gustaría verla feliz con Pablo, que era un buen amigo, pero me preocupaba que lo intentaran y la distancia les hiciera romper y crearan una situación tensa en momentos en los que ambos fueran a estar invitados. Diana se fue hacia las diez y Rocío y yo nos fuimos a la cama poco después.

El domingo fuimos pronto a casa de Mike. Llegamos los primeros. Le agradecí a Mike que hiciera de anfitrión ese día, invitando no solo a nuestro grupo sino también a los hermanos de Rocío y a Laura y Antonio. Le preguntamos por el embarazo de Marga que, en ese momento, estaba de dos meses y medio. Poco a poco fueron llegando todos y nos fuimos abrazando y besando con ellos. La comida fue espectacular y repartimos entre todos nuestros amigos y los hermanos de Rocío los regalos que habíamos traído de París y Seychelles. Yo pasé un rato jugando con Marta y el peluche que la habíamos comprado en París. A las nueve de la noche nos fuimos para descansar esa noche antes de volver al trabajo el lunes.

02. Semana del 9 al 15 de Junio

Dos semanas fuera de la oficina en Mayo y Junio se convierten en una cosa, muchos mails y llamadas que hacer. El lunes apenas salí de la oficina un par de veces. Una para reunirme con Ana y María y otra para reunirme con Raquel. El resto del tiempo estuve contestando temas pendientes ayudado por mi secretaria. Estaba muy cansado cuando salí de la oficina a las ocho y media. Llegué a las nueve a casa y Rocío ya estaba allí. Nos besamos al llegar y cenamos una tortilla francesa. Vimos un poco la tele y nos fuimos a la cama.

El martes ya todo estaba mas calmado y tenía que hablar de unos temas con María pero ella debía ir a casa esa mañana pues la llevaban una nueva lavadora. Fui con ella y mientras esperábamos a que llegara la conté un plan que tenía para ella antes de contárselo a los demás. María era una mujer inteligente. Hablaba dos idiomas, ademas del español, a la perfección. No tenía carrera pues su padre la preparó como secretaria para, en un futuro, pasar a ser parte de la empresa de ellos. Pero yo esperaba que siguiera siempre con nosotros. Y para ello debería formarse. Por casualidad me llegó publicidad de un curso de gestión de Recursos Humanos y pensé que ella podría estudiarlo y luego pasar a ser directora de Recursos Humanos de nuestra empresa.

– No se si es demasiada responsabilidad para mi – dijo

– Es lo mismo que haces ahora solo que en vez de con secretarias con todos los empleados de la empresa. Me parece que ahora mismo estas haciendo un trabajo espectacular.

– Gracias – dijo – Pero con secretarias es mas fácil pues yo he sido una de ellas. No se si podría con otros trabajadores.

– ¡Claro que puedes! Pero para ayudarte harás el curso. Son tres meses por las mañanas de diez a dos de la tarde. De Septiembre a finales de Noviembre.

En ese momento llegaron los repartidores e instalaron la lavadora. Una vez se fueron María se acercó a mi. Me cogió del cuello de la camisa y me llevó hacia ella besándome.

– Gracias por estar siempre apoyándome.

– Gracias a ti por ser una de las mujeres que me hacen tener los pies sobre la tierra.

Ese día María vestía informal. Con vaqueros azules, unas sandalias planas de cuero y una camisa a rayas rosas y blancas de tejido oxford de Ralph Lauren. La conocía bien pues Rocío tenía una igual. María siempre fue una mujer muy tradicional en el vestir pero desde que se iba de compras con Rocío y Raquel iba cada vez mas acorde con su edad. Ahora vestía como una madre joven de treinta y cuatro años. Que es lo que era. No como una oficinista amargada de cuarenta y muchos que es lo que a veces parecía antes. Nos volvimos a besar y con nuestras lenguas jugando llegamos al sofá. Ella se sentó y rompió el beso. Me hizo sentar junto a ella y me miró con cara de enamorada. Esa cara que, por ejemplo, no veía en Ana por mucho que se empeñaran Rocío y Raquel. Se juntó mucho a mi y agarrándome del brazo se puso muy romanticona.

– A veces me siento mal cuando hacemos estas cosas pero estoy tan enamorada de ti. Es una sensación extraña porque no he dejado de querer a mi marido ni siquiera un pelin – dijo

– Me alegro.

– Mas me alegro yo de tener dos hombres – dijo – Un compañero en la vida, Arturo, y un hombre que me da seguridad y sexo, tu. Y ambos padres de mis hijas.

– Lo de Elisa no está tan claro – dije

– Pues claro que lo está – dijo echándose sobre mi y dándome un beso.

Yo me levanté con intención de volver a la oficina pero ella se puso también en pie y obstaculizó mi camino. Me agarró de la camisa y se desabrochó un poco la camisa.

– Vamos a la ofi – dije

– No – dijo con cara triste – Me he puesto las braguitas que te gustan

Y bajándose un poco los vaqueros me enseñó unas preciosas bragas, casi tanga, de color rosa palo y negro. Yo sonreí un poco y me lancé a darla un beso pero ella se apartó un poco y me lanzó sobre el sofá. Una vez allí sentado ella se desabrochó un poco mas la camisa y pude empezar a ver su sujetador a juego con la braguita. Ella siguió con su streeptease particular y se quitó la camisa poco a poco. Ya solo con el sujetador se acarició un poco las tetas y luego me las acercó a mi para que fuera yo el que se las tocara. Ella empezó a gemir un poco y se apartó. Rápidamente se quitó cinturón y pantalones quedando con sus preciosas braguitas. Se acercó a mi, se sentó y volvió a llevar mis manos a sus pechos. Se levantó y volvió a sentarse dándome la espalda haciéndome que la quitara el sujetador. Tras ellos se volvió a levantar y muy seductoramente se bajó la braguita. Lentamente. Una vez con ella en la mano me miro, se rió un poco y me las tiró a la cara. Yo las cogí y las olí. Ella se acercó a mi y, sentándose en mi regazo, me besó con fuerza. Yo alternaba los besos a su boca con las mamadas de sus tetas. Ella mientras dedicaba su tiempo en desabrochar como podía mi cinturón y pantalón para sacarme la polla. Cuando nos besábamos era mas fácil para ella pero cuando dedicaba mi tiempo a sus tetas ella no atinaba y gemía mucho. Al final lo consiguió y, poniéndose de rodillas, me la chupó como la experta en la que se estaba convirtiendo.

– Esto es una guarrada – dijo sonriendo con una cara falsa de niña buena - Si se entera el cura del colegio de mis niñas me manda a la hoguera

– Pues cada vez lo haces mejor – dije yo

Ella me sonrió y empezó una mamada brutal. A veces me la mamaba y durante otros ratos solo me pajeaba. El resultado final era que yo cada vez estaba mas cerca de correrme. No sabía si ella quería follar o si se conformaría con la mamada y al trabajo. Salí rápido de dudas pues ella puso una pierna a cada lado mio y empezó a cabalgarme de cara a mi. En esa posición ella podía besarme mientras follábamos y estoy seguro que era su posición preferida. María era de orgasmo fácil y, mucho antes de correrme yo, y en medio de su cabalgada, ella se corrió violentamente. Yo había llegado hasta ahí y no iba a dejar pasar la posibilidad de correrme. Cuando estuvo mas calmada la puse de rodillas sobre el sofá y, desde atrás, empecé a follarla sin parar. Ella cada vez gemía mas y en un momento dado pensé que se correría antes que yo. Al final no fue así y, tras unos minutos de penetración exploté en ella a la vez que ella llegaba a su segundo orgasmo. María fue mi primer polvo tras la boda con otra mujer. Tras el polvo volvimos a currar y me fui a comer con todos menos con María, ella sabía la razón. Les conté los planes que tenía para María y me escucharon. Marga y Alberto dijeron que preferían no opinar pero Raquel y Mike lo vieron bien. A Marga y Alberto les presioné para que opinaran.

– Mira – dijo Alberto – Creo que hablo de parte mía y de Marga si digo que María es como nuestra madre. Está siempre pendiente de nosotros, si tiene que hacer de secretaria lo hace y si solo tiene que escucharnos desahogarnos también. Podéis nombrarla directora de recursos humanos. Para mi siempre será la directora de mi salud mental.

– Estoy de acuerdo – dijo Marga.

Esas palabras me dieron mucho que pensar. Yo pensaba que era el único por el que María hacia esas cosas. Al fin y al cabo nos acostábamos y era muy probable que fuera el padre biológico de una de sus hijas pero se ve que era así de generosa con todos. Volví a casa antes puesto que ese día íbamos a ir a cenar a casa de Mariano y Manuela. El día anterior con tanto trabajo no pudimos ir. Les dimos sus regalos y les agradecimos todo lo que pudimos el viaje pues fue una maravilla. Comentamos tanto París como Seychelles con ellos. A las once y media nos fuimos.

– Ahora tocan los hijos, quiero un nieto – dijo Manuela sonriendo según entrábamos en el coche.

Rocío salió de el. Se acercó a Manuela y la dijo algo al oído. Esta sonrió y se abrazaron. Se montó en el coche y nos fuimos.

– ¿Que la has dicho?

– Que yo quiero hacerla abuela tanto como ella quiere serlo pero que antes necesitamos unos mesecitos de vida en pareja.

– Te quiero – dije.

Al llegar a casa no pude dejar de hacerla el amor.

El miércoles fue un día de mucho curro y no tuve tiempo para casi nada. Apenas pude llegar a las nueve al restaurante donde había quedado con Rocío, Laura y Antonio. La noche fue buena e hicimos el amor al llegar a casa.

Como yo estaba de luna de miel la semana anterior habíamos dejado la reunión para revisar los números mensuales para este jueves. El viernes abríamos nuestra tercera tienda de moda y no sabíamos como íbamos a estar de tiempo. En Mayo los números volvieron a ser espectaculares. En parte fue porque generalmente cuando abrimos un nuevo negocio los gastos son en el mes anterior pero en este caso los gastos de la obra de nuestra tercera tienda se computaron a principios de Junio. No fueron los beneficios históricos de marzo pero estuvieron cerca. Fue un buen mes en casi todas nuestras empresas aunque se notaba en principio la entrada de un nuevo cliente en la empresa de tecnología y la nueva rama de productos que vendía nuestra empresa de distribución alimenticia. El resto, con variaciones, se mantuvieron dentro de lo normal. La rama de móviles se mantenía en perdidas. Una vez se fue Ana pasamos a discutir el nuevo negocio que ya estábamos montando. Eran parques infantiles para llevar a los niños después del cole y para que celebraran cumpleaños. La decisión la tomaron conmigo de luna de miel. Si bien yo había hablado con Marga y Alberto de ello no sabían que iba a opinar. Pues no había dado un si rotundo.

– ¿Que habéis tomado una decisión así sin mi? - dije con tono enfadado

A todos les cambio la cara. Y miré a todos uno a uno. El mas tranquilo parecía Mike y el mas nervioso Alberto con Marga muy cerca.

– Estoy muy orgulloso – dije sonriendo – Ya habíamos hablado de ello. Y sabéis que apoyo la decisión que toméis. No tengo una varita mágica que diga que funciona y que no y siempre vuestros votos me ganan a mi aunque yo tenga un 75% de la empresa y vosotros un 25% con María, Marga y Alberto sin acciones. Cuando digo que sois una parte importante de la empresa es que lo sois.

– Pero no les hagas eso tío – dijo Mike - a Marga y Alberto casi los matas. Mi mujer esta embarazada y no la debes dar esos sustos.

Lo pensé un rato y me levanté. Di un beso a Marga en la mejilla. Y me volví a sentar. La miré a los ojos.

– Perdona – dije

– Perdonado – dijo con una sonrisa – Si no queda nada mas debería ir a ver como van las obras de la tienda. Abrimos mañana y faltan muebles por montar.

– Vete – dije – Esta tarde vamos Alberto y yo a ayudarte.

Nos quedamos un rato mas hablando de distintas cosas delas empresas y, cuando terminamos, nos fuimos Mike, Raquel, María, Alberto y yo a comer juntos. Tras la comida Alberto y yo fuimos al centro comercial a ver las obras y a echar una mano. Ya estaba casi todo colocado y solo una estantería estaba a punto de ser colocada. Satisfechos porque íbamos a poder abrir hablé con las trabajadoras de la tienda y, a las ocho, me fui con Alberto a la oficina para que cogiera su coche y, de ahí, a casa. Cuando llegué cene con Rocío y, tras hacer el amor, nos fuimos a dormir.

El viernes pasé buena parte del día en el centro comercial. Por la tarde se nos unieron nuestros amigos. Los chicos nos fuimos a tomar un café con todas las niñas menos Elena y las chicas a comprar ropa. Una vez compraron lo que quisieron nos despedimos de las trabajadoras de la tienda y fuimos todos a cenar juntos. Como solía ocurrir en esos casos invité yo pero al ser comida rápida no es que fuera muy caro. En ese centro comercial no teníamos restaurante así que elegir fue menos fácil. Al final tomamos unas hamburguesas pues es lo que querían las niñas. Mas tarde esa noche nos fuimos los que aun no teníamos hijos a tomar una copa y de ahí a dormir.

El sábado fue el típico día de futbito en el que nuestras chicas, tras ir de compras, se unían a nosotros para unas cañas y comer. Tras la comida fuimos a casa a tomar un café y de ahí a cenar y al cine. Llegamos a casa, tras tomar una copa, a las doce de la noche e hicimos el amor.

El domingo fue un día tranquilo de comida en casa de María para jugar con las niñas. Tras pasar todo el día con ellos volvimos a casa, cenamos algo ligero, vimos una peli y a la cama con polvo.

03. Semana del 16 al 22 de Junio

Empezaba la segunda semana de trabajo tras nuestra luna de miel y se preveía complicada. Apoyaba ciegamente a Marga y el resto del equipo en la creación de la empresa de parques infantiles. Pero me daba algo de miedo el calendario que habían establecido. Abríamos a principios de Julio y apenas teníamos nada listo. No iba a echar broncas para que espabilaran ya que no es mi estilo. Mi estilo era observar a Marga y Alberto como trabajaban juntos en la preparación de todo apoyándoles en todo lo que necesitaran. Aunque esta claro que Marga era responsable de esa rama del negocio y ella lo sabía. Si no se cumplían los plazos la bronca se la llevaría ella. Marga y Alberto habían elegido un local pero no tenía aun el equipo listo y la obra había empezado dos días antes. Esa tarde tenían entrevistas y me pidieron que asistiera. Antes de ir me llevé a los dos a comer y les interrogué sobre cuanto llevaban avanzado para yo estar un poco al tanto. Les dije que teníamos mucho que hacer en menos de tres semanas. Y les dije que yo estaba para cualquier cosa que pudieran necesitar. Insistí en lo de cualquier cosa. Los candidatos que habían elegido eran buenos. Puesto que tenía la idea de subir a María a directora de recursos humanos les pregunté si les importaba que ella estuviera presente y dijeron que no. Entre los cuatro entrevistamos a los candidatos aunque yo mantuve un perfil bajo para ver como se desenvolvían todos y en especial María.

– Lo has hecho genial – dije dándole un beso a María tras la última entrevista.

– Gracias. No me ha parecido difícil que ya haya hecho alguna a secretarias ha ayudado – dijo

Los cuatro hablamos de los seis candidatos que pasaron por la oficina esa tarde, tres para director general y tres para director de marketing, y parecía que todos estábamos de acuerdo en quienes eran los dos mejores. Tras llegar al acuerdo me fui con Rocío a buscar un regalo para su hermana pues ese sábado ella se graduaba de la universidad. Lo típico sería regalar una pluma o algo así pero pensamos que un reloj podría ser mejor idea. Fuimos a la joyería donde compré el anillo de compromiso de Rocío y nos hicimos con un reloj muy bonito de Cartier para ella. Tras eso fuimos a cenar y de ahí a la cama.

El martes dediqué el día a otros asuntos y dejé que Marga y Alberto se encargaran del marrón en el que se habían metido. Me reuní con Raquel y Mike para hablar de otros temas aunque ellos sacaron el tema de la nueva empresa y mostraron su preocupación. Yo les conté mi opinión. A las cuatro me fui en taxi a casa de mis padres. Al día siguiente teníamos junta general de la empresa que compartíamos y teníamos que estudiar nuestra estrategia. Javier, como abogado nuestro, estuvo presente. Tras dos horas de reunión teníamos un par de cosas listas pero lo importante era que seguro que pedían, por tercer año consecutivo, reintegro máximo de beneficios y no teníamos mucho que hacer. Tendríamos que pasar por el aro y fastidiarnos. Rocío llegó en su coche hacia las ocho y estuvo hablando con la mujer de Javier y Manuela sobre la luna de miel. Nosotros al final terminamos hacia las ocho y media y nos juntamos con nuestras esposas y nos unimos a la conversación. A eso de las nueve pasamos todos a cenar al comedor. La conversación en la cena estuvo centrada en nuestra luna de miel. Aunque también tuvieron tiempo los cuatro de halagarnos por la boda ya que salieron encantados. Cuando heredé de mi padre el despacho de abogados pensaba en venderlo pero cada vez me sentía mas a gusto siendo socio de Javier. A las doce nos despedimos de todos y nos fuimos a casa a descansar. A las doce y media Rocío y yo ya estábamos en la cama.

El miércoles pasé el día en la oficina sin pena ni gloria. Hasta la hora de comer que fui con Mariano desde donde fuimos a la junta que estaba programada para las cinco. Mis socios-enemigos me felicitaron por la boda y yo se lo agradecí. De ahí pasamos a la junta que fue movidita. Nada de levantarse la voz pero hubo bastante discusión sobre ciertas maneras de llevar la empresa por parte de Mariano. Con mi voto y los suyos fuimos sacando adelante todos los problemas pero al final, como preveíamos y por la clausula de los estatutos, tuvimos que hacer el reparto anual de dividendos por el máximo legal. Otro año mas a mi me tocarían mas de medio millón de euros. Llegué a casa tarde y de mala leche, como siempre que tenía junta de accionista con ellos. Rocío lo notó rápido y me sacó a cenar y tomar una copa para relajarme. Lo agradecí y al llegar a casa hicimos el amor.

El jueves decidí trabajar mucho. Todo lo que pude. Quería quitarme de la cabeza la reunión del día anterior. A las siete seguía viendo números de la empresa de importación de calzado ya que hacía un tiempo que no los veía. En ese momento entró Raquel y cerró con llave la puerta. Había estado de reunión e iba vestida formalmente. Con un vestido verde militar claro y unos zapatos de tacón marrones a juego con el cinturón. En el cuello un collar como de tiras marrones era su único adorno. Me empezó a contar algo enfadada pero no me estaba enterando del todo. Me quedaba claro que era de la comida que había tenido ese día pero el detalle no lo sabía. La hice calmarse y me lo contó con mas detalle. Al final era un poco chorrada pero a ella le molestaba que no hubiera salido todo exactamente como ella quería en una reunión de la empresa de tiendas de moda.

– Eres demasiado exigente – dije

– No lo creo

– Pues yo si. Habéis conseguido un acuerdo por el que matarían muchas franquiciadas. Aun no tenemos diez tiendas y habéis conseguido el acuerdo que tienen aquellos que tienen diez. Tranquilizate. Y si, eres demasiado exigente.

Ella se acercó poco a poco a mi y se sentó en mis piernas.

– Por eso estoy contigo – dijo

– ¿Eh? - pregunté

– Eres guapo, tienes un punto dominante y dulce a la vez y eres tremendamente inteligente.

– Te voy a follar aunque no me hagas la pelota – dije sonriendo.

Ella se rió y levantándose de mi se bajó la parte superior del vestido dejando ver un sujetador rosa con motivos florales negros. Yo llevé mis manos a sus pechos y ella de un manotazo me aparto. Pasó a acariciarse sus pechos. Tras un rato acariciándolos sobre el sujetador se sacó las tetas de este y empezó a acariciarse los pezones poniendo estos muy cerca de mi cara mientras, con su mano libre, sujetaba las mías. Ella acercaba mucho sus tetas a mi cara hasta hacer tocar con mi boca sus pezones. Mordí una de tus tetas y eso sacó un primer gemido de tu boca. Me levanté haciendo rodar mi sillón del despacho hacia atrás y me pegué a ella. Ya de pie la acaricié su cuerpo y me puse detrás de ella masajeando sus tetas con mi mano a la vez que daba pequeños mordisquitos en su oreja. Ella se echó ligeramente hacia atrás y nos besamos en la boca con mucha pasión. Desde atrás la ayudé a quitarse el sujetador mientras seguía con mi masaje en sus tetas y el juego con sus pezones ya totalmente erectos. Como lo estaba mi polla que ella notaba en su espalda. Me puse delante de ella para besar esos maravillosos pezones y ella cada vez gemía mas. Yo besaba con fuerza los pezones mientras ella con sus manos aprisionaban mi cara contra ellos. Mis manos, mientras, jugaban con su culo por debajo de la falda. La llevé junto a la mesa y puse su espalda sobre esta. Llevé mi boca de nuevo a sus pechos. Los besaba y subía a su boca para luego volver a bajar a estos. Tras un rato así remangué su vestido alrededor de su cintura y empecé a bajar lentamente su braga, también rosa y negra, mientras daba besitos a su culo y coño. La hice levantarse y apoyar sus manos en la mesa y, desde abajo, jugué con mi boca en su coñito. La giré pues no era una posición fácil y la senté en la mesa quedando ya su coño perfectamente expuesto para el juego de lengua y labios con el que la obsequié.

– Dios, cariño – dijo ella – Eres maravilloso. Mi marido pasa de estas cosas. Me abre de piernas y me folla pero se olvida de esto.

Seguí un buen rato dándola sexo oral. Ella cada vez se iba tumbando mas a la vez que apartaba papeles de mi mesa. Yo mientras me bajaba el pantalón y calzoncillo. Cuando estos cayeron a mis tobillos una enorme erección estaba lista. Ese día, por lo que fuera, estaba mas caliente de lo normal. Ella la vio y se bajó de la mesa. Se puso en el suelo de cuclillas frente a la mesa y empezó a lamer mi polla primero y comérsela después. Mientras ella empezaba con la mamada yo me quitaba mi polo. No estuvo chupándomela mas de tres minutos pero fueron verdaderamente maravillosos. Llenó mi polla de saliva y puso cara de verdadero amor y pasión. Yo no aguantaba mucho mas y la levanté. Volví a hacer que se apoyara sobre la mesa y, desde atrás, apunté a su coñito y empecé a follarla a lo bestia. Fue empezar el vaivén y ambos gemimos como locos. Ella me llamaba amor y su macho y yo a ella diosa de la lujuria. Se me ocurrió en un momento de calentón pero era lo que mejor la definía. Yo seguí penetrándola cada vez mas lentamente aunque alternaba penetraciones mas cortas y violentas con lentas penetraciones muy profundas que aprovechaba para besarla en el cuello. Tras un rato así ella me tiró a mi butaca y se subió sobre mi rápidamente. Agarró mi pene y lo apuntó a su coño dejándose caer muy lentamente. Mientras me cabalgaba nos besábamos con pasión y eso ahogaba nuestros gemidos. Tras un rato así ella se corrió y pude notar como sus músculos vaginales hacían presión en mi polla sacando una gran cantidad de semen que se depositó en su interior. Tras la corrida mutua ella se quedó con mi polla insertada y nos besamos y nos dijimos cosas durante un rato. Amaba a Rocío por encima de todas las cosas pero Raquel y María habían conseguido un poco de mi corazoncito. Con Belén era solo sexo. Una vez se fue yo me asee y seguí trabajando un poco pero pronto me fui a casa para pasar la noche con Rocío. Tras irnos a la cama le eché un polvo a Rocío. No sabía que me pasaba ese día.

El viernes volví a ayudar a Marga y Alberto. En parte para ayudarles pero también en parte para vigilarles. Me interesaba saber como iba todo. Lo llevaban todo bastante bien. Me sorprendió gratamente. No obstante, no se habían encontrado con ningún problema y esperaba que no se lo encontraran. Comí con Mike y Marga ya que el resto se fueron a casa a comer puesto que el viernes no trabajábamos por la tarde. Marga comentó, ya en la confidencia de unos amigos que comían, que se habían cogido un poco las manos. Era la primera empresa que lanzaban de cero, no abrir una tienda nueva, y era mas trabajo de lo que esperaban. Pero me aseguró que ella y Alberto, con la ayuda de María que estaba con ellos a tope, iban a sacarlo adelante. Yo solo la dije que confiaba en los tres. Que para mi eran muy importantes y que si no lo sacaban a tiempo tendría que cantarle las cuarenta pero que lo que nunca les iba a echar en cara era el trabajo que estaban haciendo. Y que de eso estaba muy orgulloso.

– Cariño tienes que saber que Carlos es duro – dijo Mike - Pero es el tío mas justo del mundo. Y si tiene que remangarse para que cumplas el marrón en el que te has metido lo hará.

– Lo se. Y por eso a Alberto y a mi nos encanta trabajar con vosotros tres.

Al terminar la comida me fui a casa y me duché. Me cambié a unos vaqueros y polo y me fui con Rocío a casa de su hermana donde esa tarde llegarían sus padres. Esa noche cenamos con ellos y Diana y hablamos un poco por encima de la luna de miel pero pronto nos fuimos pues al día siguiente era la graduación de Diana y ella quería descansar. Al llegar a casa fuimos a dormir.

Diana se graduaba el sábado y Rocío y yo, tras levantarnos y ducharnos, fuimos a buscarla a ella y sus padres a la casa de ellos en la que vivía Diana. Nosotros íbamos pijillos pero nada del otro mundo, el padre con traje y corbata y la madre y Diana de vestido y tacones. Cuando llegamos al salón de actos de su universidad, una privada pija y cara, aun quedaba un rato para que empezara el acto. Allí nos esperaba su hermano. Mientras Diana no dejaba de mirar el reloj.

– ¿Estas nerviosa? - dije

– Espero a alguien – dijo

Tras un rato, a media hora de empezar el acto, vi que Pablo entraba por la puerta.

– Alguien está aquí – dije

Ella miró y me sonrió. Se acercó a el y le dio un piquito casto en la boca. Al poco ya estaban junto a nosotros y nos saludamos todos. Los padres de Rocío fueron muy amables con el. Parecía evidente, o me lo parecía a mi, que a pesar de la diferencia de edad no les parecía mal la relación de Pablo y Diana. Cuando ya nos sentamos yo me quedé al lado de Pablo.

– ¿A ver la graduación de tu novia? - dije con una sonrisita

– No es mi novia

– De tu rollo

– No es un rollo, es una amiga

– Venga tío, que no me he caído de un guindo.

– En serio, ahora estamos de amigos. Nos gustamos. A mi me encanta y estoy colado por ella pero yo vivo en Barcelona y ella va a quedarse por ahora a vivir en Madrid. Hemos decidido ser amigos hasta conocernos un poco mas y ver si intentamos la relación a larga distancia. No queremos cagarla y luego tener que vernos en tu cumpleaños todos los años.

– Vaya, que maduros – dije – Pero vamos, dije, tu hace años que no vienes a mi cumpleaños. Y te invito todos los años.

– Tu me entiendes - dijo

– Yo no se tomar decisiones así de racionales cuando las neuronas se desmadran. Me alegro de todas formas. Sabréis tomar la decisión apropiada. – dije intentando darles mi apoyo.

– Gracias tío.

La ceremonia empezó y la sufrí pues fue muy larga, casi dos horas de evento soporífero. El único momento interesante fue cuando mi cuñadita recogió su título. Que luego resultó ser de mentira. El de verdad tendría que ir a recogerlo unos meses mas tarde. Cuando estábamos ya charlando en la fiesta que organizaba la universidad me acerqué a mi cuñada en un momento en que estaba sola y la di un beso en la mejilla.

– ¿Y esto? - dijo

– Por ser tan lista – dije – Me ha contado Pablo vuestro acuerdo. Yo os apoyo en lo que necesitéis.

– Gracias – dijo con una sonrisa – Pero...

Y dejó la palabra colgando

– ¿Pero que? - dije temiéndome lo peor

– A mi ya no me gusta este acuerdo – dijo – Hablo con el casi todos los días y estoy muy enamorada de él. Necesito algo mas aunque sea a distancia.

– Como te he dicho antes, yo os apoyo en lo que decidáis. Bastante habéis aguantado de amigos con las hormonas desatadas.

Me dio un beso y vi como se fue a hablar con Pablo. Por la sonrisa en la cara de Pablo y el beso que se dieron supe de que hablaban. Al poco tiempo, cogidos de la mano, se acercaron a nosotros y a sus padres para contarnos que iban a empezar a salir a serio. Separados por una hora de avión pero en serio. Todos les mostramos nuestro apoyo. En esa situación no puedes hacer otra cosa. Tras contárnoslo no volvimos a ver a Diana, que se llevó a Pablo para presentárselo a sus amigas, hasta que nos tocó irnos a comer. Jorge pasó a buscar a María Rosa y el bebé y fuimos a un restaurante muy bueno de Madrid que conocía yo donde los padres de Diana invitaron a todos, Pablo incluido, a comer. Tras la comida Rocío y yo invitamos a café en nuestra casa y al final acabamos todos, excepto Jorge, María Rosa y el peque, cenando hasta las tantas. Cuando se fueron todos Rocío y yo nos fuimos directamente a dormir pues eran ya mas de las doce y había sido un día duro.

El domingo fuimos a comer a casa de Jorge y María Rosa. Jorge se encargó de hacer una paella muy buena. Pablo fue invitado y aunque conocía ya bastante a los padres de Rocío me dijo que le daba algo de palo. Aun así en breve estaba ya metido en las conversaciones. Un perfil comercial como el es capaz de adaptarse a una situación como esa. Tras un buen rato charlando y ya en los cafés vi lo enamorados que parecían estar Diana y Pablo. No me pude contener.

– En dos años estáis como nosotros – dije mirándolos y agarrando la mano de Rocío notando que quizás era algo pronto para decir algo así.

– ¿Viejos? - dijo Diana rompiendo la tensión y haciendo que todos riéramos.

Tras el comentario de Diana nos soltamos mucho mas y pareció que Pablo llevaba mas tiempo en la familia de Rocío que el par de días que llevaba. Esa tarde nos fuimos a casa hacia las siete y, tras llegar, vimos un poco la tele, cenamos y nos fuimos a la cama donde, tras un polvo rutinario, caímos dormidos.

04. Semana del 23 al 29 de Junio

El lunes volví a la oficina con las pilas cargadas. Dediqué la mañana a preparar unos asuntos que me estaban comiendo la cabeza y tras comer me reuní con Raquel para revisar mas en profundidad cada una de nuestras empresas. La reunión mensual estaba bien pero solo veíamos números. En esta reunión quería ver otras cosas. Por la tarde nada especial y tras cenar con Rocío en casa vimos una peli y a la cama.

El martes vi a Marga y noté que esos días estaba mas preocupada por la empresa que estaban creando que por el bebé. Decidí dedicar el día entero a Marga y Alberto. Nos metimos los tres en mi despacho para trabajar tranquilos alrededor de mi mesa de reuniones. Cada uno con su portátil. Al principio no era de mucha ayuda hasta que tuve que ponerme serio.

– Marga – dije – Tu eres la jefa en este proyecto. Si queréis que os ayude tienes que tomar las riendas y decirme que quieres que haga. Yo no puedo dar ordenes si no se el estado en que está todo. Hoy no soy tu jefe. Tu mandas.

Y se echó a llorar. La sensación era algo tensa. Y se notaba que Alberto era el mas tenso de todos. Me levanté y la abracé.

– ¿Que te pasa? - dije

– No se. Puede ser el embarazo o que no quiero defraudaros. Mi marido es socio de esta empresa y si yo no cumplo en cierto modo lo estoy defraudando a el. Raquel y tu también habéis sido muy buenos con nosotros.

– No tenéis nada. Y cuando digo nada es nada, que no os merezcáis. Todo ha sido por vuestro trabajo y ahora solo tienes que hacer eso mismo.

– Gracias – dijo Marga

– Gracias por lo que me toca – dijo Alberto

– Venga a trabajar. ¡Que tu bebe este orgulloso de su mamá!

Y tras acariciar un poco su barriguita la di un beso en la mejilla y volvimos a trabajar. Fuimos a comer los tres y volví a decirles lo importante que eran para mi. Que probablemente la habían cagado planeando un lanzamiento con tan poco tiempo y donde los responsables solo iban a estar una semana presente. Y es que la gente que contratamos para llevar esa empresa no se incorporaban hasta el lunes siguiente. Al final salí tarde de la oficina, cerca de las diez, pero habíamos avanzado mucho. Me gustó que Alberto arrimara el hombro en un marrón que era principalmente de Marga y que ella tomara finalmente las riendas con firmeza. Cuando llegué a casa descansé y leí un poco antes de irme a dormir sin cenar. No tenía hambre de lo exhausto que estaba.

El miércoles el día fue mucho mas relajado en lo laboral. Marga y Alberto seguían a todo trapo pero yo ya me dediqué a otras cosas. No podía estar todos los días con ellos todo el rato. Aun así pase un par de veces a charlar sobre como iban las cosas. Esa tarde no se que pasó pero tras comer empecé a pensar en Rocío. Era mi esposa. Mi mujer. Me costaba aun creerlo un poco. La llamé y quedé con ella para dar una vuelta y cenar. Eso hicimos y cuando volvimos a casa andando desde el restaurante la llevé directamente a la habitación. Vestía Rocío algo mas informal de lo que ella habituaba para ir a la oficina pero una vez llegaba el calorcito la norma de vestimenta en el banco se relajaba un poco y podían ir algo mas modernillas y con colores vivos. Ese día ella llevaba un pantalón blanco de pinzas con una camisa azul de tejido Oxford remangada hasta casi los codos pero algo por debajo. Su collar era largo y de estilo étnico a juego con la pulsera que llevaba en su muñeca izquierda. Calzaba unas sandalias de cuña y esparto con cuero marrón que iba, totalmente a juego, con su cinturón. Un cinturón bastante ancho con una hebilla bastante grande. Estábamos junto a la cama muy pegaditos pero ninguno daba un paso mas. Jugábamos a la timidez de una pareja nueva. Nada que ver con el sano matrimonio que éramos. Ella decidió tocar mi cuerpo y bajar su mano acariciando mi pecho y abdominales hasta llegar a mi entrepierna y disfrutar del contacto con mi pene. Abrió la boca como mostrando sorpresa. Una sorpresa falsa, por supuesto, ya que me la había tocado muchas veces y, aunque no lo hubiera hecho, no era como para sorprenderse. Mi polla es de tamaño medio, quizás en la parte alta de la media, pero no es un pollón de peli porno. El caso es que ella se hizo la tonta.

– Oh Dios mio – dijo acariciándola arriba y abajo

– ¿Te gusta?

– ¡Es tan grande! Nunca he tenido nada tan grande en mi mano.

Parecía el guión de una mala peli porno pero me estaba haciendo gracia.

– Es el pene mas grande que he visto en mi vida

– Entonces no será un pene – dije yo – Sera una polla

Ella seguía acariciando mi polla por encima del pantalón. Tomando la medida y haciendo que se engrandeciera solo un poco mas con el sensual masaje. Tras un rato así se acercó a ella y la dio un beso por encima del pantalón. Veía su anillo que la marcaba como mi esposa acariciando mi polla y me hacía mucha gracia.

– Subeté en la cama – dije

Ella lo hizo y se tumbó con la cabeza hacia afuera y sus piernas hacia el centro de la cama. Yo en ese momento me acerqué a ella y siguió tocando mi polla por encima del pantalón.

– ¿La puedo ver?

– Adelante – dije

Ella la acarició una vez mas y me despojó del cinturón y los botones del vaquero que llevaba ese día. Bajó mis calzoncillos y, tras poner cara de sorpresa de nuevo, pasó a acariciarme mi polla lentamente. La acariciaba con una especie de paja hiperlenta y jugaba a exprimir el capullo. Yo disfrutaba enormemente con sus atenciones. Ella a ratos acercaba la polla a su boca pero solo se golpeaba con ella en sus labios y mofletes. Tras un rato la chupó como si se tratara de una piruleta y, tras un rato, se la llevó a la boca para, en cada mamada, meterse un poco mas de mi polla en su cavidad bucal. Ella chupaba y no paraba de hacer sonidos de succión como si tuviera una ventosa en su boca. Yo la veía tumbada en la cama con las piernas cruzadas, tan informal y elegante a la vez y con mi polla en su boca, y no podía dejar de gemir. Mis gemidos eran cada vez mas y pensé que iba a conseguir que me corriera con la mamada. Ella en un momento se tumbó boca arriba y dejó colgar su cabeza de tal manera que su boca quedaba un poco por debajo de la altura de mi polla pero en una posición perfecta para una penetración. Yo hice como que la follaba la boca unas cuantas veces y ella empezó a gemir acompañando los míos. Tras esos vaivenes la di la vuelta y la giré de tal manera que estaba con su espalda en la cama y los pies en el borde de esta. Con delicadeza retiré sus sandalias y, tras desabrochar el pantalón la quité este. Apareció ante mi un precioso tanguita de color rosa, mi color preferido en cuanto a ropa interior. Yo me arrodillé y empecé a pasar mi lengua a lo largo de su coñito a la vez que mi lengua penetraba un poco en su interior y sacaba cada vez gemidos mas profundos.

– Me encanta – dijo – Buena polla pero mejor lengua

Me hizo gracia el comentario pero no dejé de darla placer. Ella aprovechaba mi trabajo oral en su coño para desabrocharse la camisa y mostrar un sujetador a juego con la braguita. Tras un rato chupando jugué con mi dedo en su coño acompañando los movimientos de mi lengua y eso sacó de ella un gran gemido. Supe que ya tenía que pasar al siguiente estado. La ayudé a levantarse y la puse de espaldas a mi. La terminé de sacar la camisa y el sujetador. La abracé y jugué desde atrás con sus tetas mientras mi polla golpeaba su culito. Ella seguía de pie pero su cuerpo se apoyaba en la cama. Yo me agaché y bajé su tanguita para acceder a su coño mas libremente. Tras un par de chupadas me levanté y apunté mi polla a su coño. Muy lentamente empecé a penetrarla sacando de ella verdaderos gritos de placer. Yo dejé quieta mi polla y era ella la que se empezó a mover adelante y atrás haciendo que mi polla penetrara su coño constantemente pero a su ritmo. Terminó de escalar a la cama y ya se encontraba ella a cuatro patas en ella conmigo follándola desde el suelo. Cada vez gemía mas y parecía que se iba acercando a su orgasmo. Puesto que el mio tampoco estaba muy lejos bajé el ritmo y empecé unas penetraciones muy lentas.

– Sigue, sigue – dijo ella pidiendo cada vez mas guerra

Yo opté por subirme a la cama y girarla de costado poniéndome yo detrás desde donde, abrazándola, la penetraba lentamente. En esa posición ella giró la cabeza y nos dimos un estupendo beso lleno de pasión e intercambio de fluidos. El beso ahogaba los maravillosos gemidos que ambos estábamos dando pero aumentaba, si era posible, nuestra calentura. Al sexo ahora incluíamos el amor. Ella rompió el beso y me tumbó. Rápidamente se subió sobre mi y, mirándome, empezó a cabalgarme. Al principio lentamente pero en un santiamén estaba ya botando aceleradamente. Este movimiento me levantó el ánimo y me corrí mientras mi pene expulsaba chorro tras chorro de semen ella siguió botando y en una de esas penetraciones explotó en un maravilloso orgasmo. Ya derrotados ella cayo sobre mi y nuestras bocas se unieron sin salir mi polla de su coño. El beso duró un rato largo y ella se dejó después rodar a mi lado. Se abrazó a mi y, tras un beso mas, acabamos dormidos. Desnudos, cansados y felices.

El jueves volví a tener otra sesión intensa de curro con Marga y Alberto. Si no conseguían el objetivo, abrir a tiempo, tendría que echarles una bronca. Pero no sería muy grande. Fue un fallo de cálculo ya que nunca habían montado una empresa de cero. No obstante yo daría todo lo que pudiera para que cumpliéramos el objetivo y no tener que echar una bronca a dos personas a las que admiraba, respetaba y, cada vez mas y no me duelen prendas decirlo, empezaba a querer. Volvimos a usar mi despacho, que era el mas grande, como centro de operaciones e incluso comimos allí para no tener que salir. A las ocho dimos el día por terminado.

– No se si lo vamos a conseguir – dije – Pero estoy muy orgulloso de vosotros.

– Gracias – dijo Alberto

– Alberto de ti por estar junto a tu compañera hasta el final aunque al final sea responsabilidad suya. Y a ti Marga por dar todo para cumplir una fecha en principio imposible y que por primera vez parece que vayamos a cumplir. A veces me siento mal por presionaros a que consigáis sacar esa fecha estando tu embarazada.

Se aceró a mi y me dio un beso en la mejilla.

– Por el bebé no te preocupes. Si no pudiera seguir el ritmo pararía. Estoy encantada de estar en una empresa donde puedo ser importante y tener un hijo.

– Venga, vayámonos a casa y dejemos los dramas para otro día. Mañana estáis solos. Seguir avanzando – dije

En casa estaba alrededor de las ocho y media. Con un buen subidón de adrenalina por el día tan bueno me fui a casa

El viernes no dediqué tiempo a Marga y Alberto pues quería finalizar otras cosas que tenía pendientes y, además, a mediodía me tenía que ir, si o si, para visitar a los padres de Rocío en Cuenca. Aprovecharía para invitarlos ya que mi cumpleaños era el martes siguiente y se haría una cena en casa de ellos para celebrar la graduación de Diana. A las tres estábamos Diana, Rocío y yo de camino y a antes de las ocho ya estábamos instalados totalmente. Cenamos con los padres y, a eso de las diez, nos fuimos de copas con Diana. Esta vez estaban mas amigas de Diana pero alguna amiga común de ella y Rocío andaban por allí. Diana fue acosada, era común en ella, por varios solteros de Cuenca ya que una chica guapa, soltera, de buena familia y ya con carrera era un triunfo. Ella sin embargo fue bastante cortante con todos diciéndoles que tenía novio y que llegaban tarde. A mi me hacía gracia porque tuvo que dar la misma explicación unas quince veces. A las dos estaba harta y nos pidió a Rocío y a mi que nos fuéramos. Y eso hicimos.

El sábado el día fue muy tranquilo. Comida con los padres, el hermano de Rocío que había llegado con su familia esa mañana y Diana de tapas tras hacer la compra para la barbacoa de esa noche y luego vueltecita por Cuenca. Nos paramos innumerables veces para hablar de nuestra luna de miel pero no me importaba. Por la tarde noche, mientras ayudábamos iban llegando los invitados. Diana no paraba de hablar de Pablo y parecía que se celebraba eso en vez de su carrera.

– Tu hermana le va a gastar el nombre a mi amigo – le dije sonriendo a Rocío

– Dejala – dijo – Está en esa fase en que no tienes otra cosa en la cabeza. Y ya sin clases y recién graduada no creo que piense en otra cosa.

La fiesta por lo demás fue muy normalita.

El domingo invité a la familia de mi esposa a comer pues el martes era mi cumpleaños y me dieron regalos que, en su mayor parte, eran ropa excepto los padres de Rocío que me regalaron una cartera de piel y una pluma de alto valor. A las cuatro cogimos las maletas y de vuelta a Madrid. Cuando llegamos a casa estaba cansado pero dos días sin Rocío me tenían igualmente loco. La cogí de la mano y la llevé sin dejar pasar ni un segundo a la habitación donde hicimos el amor.

05. Semana del 30 de Junio al 6 de Julio

El lunes era el último día del mes de Junio y era una semana importante para mi. Por un lado era la semana en que Marga y Alberto, aunque mas la primera, se jugaban un poco su reputación como líderes. Habían establecido ese viernes como inauguración de nuestro primer parque infantil y era un poco precipitado. Es mas, hasta ese día no empezaban a trabajar los directivos que habíamos contratado para llevar la empresa. Además, al día siguiente era mi cumpleaños y ese fin de semana lo celebraría con mis amigos. Ya tenía decidido no echarles mucha bronca si fallaban pues habían trabajado como verdaderas bestias para sacar adelante el proyecto pero aun así ayudé a Marga, Alberto y las nuevas incorporaciones con los preparativos ese día. Creo que a los nuevos les extrañaba un poco que yo estuviera currando con ellos totalmente remangado. Al fin y al cabo era el director general del holding y máximo accionista. Tras comer todos nosotros con Mike, Raquel y María, esta última se nos unió y ayudó en todo lo que la mandáramos. Alberto se fue nada mas comer a el local para ver como iban las obras y desde allí nos iba informando. A las ocho mandé a todos para casa y me fui con la satisfacción de contar con un gran equipo. Ya eran muchas ese mes.

Cuando me desperté el martes Rocío se tiró encima mio, recién salida de la ducha y en ropa interior, para darme un profundo beso y desearme un feliz día.

– Te quiero – dijo

– Y yo a ti

– Creo que debo ser la mujer mas feliz del mundo. Gracias amor. ¿Esta tarde me recoges y vamos a casa de tus padres?

– Claro – dije besándola antes de entrar en la ducha.

Cuando salí de esta Rocío ya se había ido y yo me fui a la oficina. Ese día curre solo en el despacho. No quería estar con los chicos pues con todas las llamadas felicitándome iba a molestar mas que otra cosa. Comí con Mike, Raquel y María ya que Marga y Alberto no querían dejar de currar con la fecha encima y dejar solos a los nuevos. Otro punto para ellos. Tras un poco mas de trabajo y muchas llamadas de felicitación me fui a buscar a Rocío y fuimos a casa de mis padres. Nada mas llegar nos cambiamos y a pasar la tarde en la piscina. Luego pasamos a una mesa en el jardín para disfrutar una maravillosa cena cocinada por el servicio de mis padres y, tomando el café tras la comida, me dieron mi regalo. Era un maletín de cuero, de aspecto sobrio, pero que en el interior tenía todo perfectamente compartimentado para llevar el ordenador portátil y documentos. En la parte de los documentos había un acta notarial. Lo saqué y lo leí.

– No se que decir – dije

Y le entregue a mi esposa el documento para que lo leyera ella también. Era un testamento. De ambos. En el donaban la casa a sus familiares así como todo el contenido de la misma y la mitad de todo aquel dinero que estuviera líquido o en fondos de inversión. Por su parte a mi me dejaban la otra mitad de ese dinero y todas las acciones, bien sea de sus empresas o de cualesquiera otra.

– ¡Vaya! - dijo Rocío – Que bonito

– Cariño sabes que intentamos adoptarte y no pudimos. Esto es lo mas parecido – dijo Manuela

– Tu madre quería dejarte todo pero por ley nuestra familia mas cercana debe recibir algo.

– Estoy impresionado. No era necesario – dije – Os quiero. Como a los padres que, de verdad, sois.

Manuela empezó a llorar un poco y Rocío la acarició la mano y la dio un beso en la mejilla. Para intentar alegrar todo algo dije

– ¡Vamos a brindar!

Y de la cocina cogí una botella de champán. Tras descorcharla brindamos y un poco después Rocío y yo volvimos a casa comentando la generosidad de Mariano y Manuela. Los amaba de verdad. Al llegar Rocío y yo terminamos de celebrar nuestro cumpleaños con un polvo maravilloso.

El miércoles y el jueves fueron días clonados. El viernes inaugurábamos, si daba tiempo, nuestro primer parque infantil y tenía claro que podíamos. Dejé de lado mis responsabilidades mas diarias. Mi secretaria leyó mi mail esos días, cuando estaba de vacaciones también lo hacía, y solo me interrumpía si había algo importante o llegaba una llamada que no pudiera dejarse pasar. Igualmente María ayudó todo el rato y Raquel en ratos que tenía libres. Los nuevos directivos que habíamos contratado debían flipar con un director general como yo recibiendo órdenes de Marga e incluso de Alberto pero ya tendría tiempo de explicarles mi estilo. Si es que no les había quedado claro. Ambas noches vino Rocío a buscarme a la oficina y cenamos fuera. Uno de los días con Laura y Antonio y el jueves solos.

Llegó el viernes y pudimos abrir el parque infantil que estaba en un barrio relativamente nuevo pero tampoco muy nuevo. Yo estaba muy orgulloso pero a Marga la notaba algo apagada. Esa tarde, tras pasar allí todo el día, vinieron nuestras parejas y nuestro grupo se fue a cenar fuera. Aunque antes las hijas de Raquel y María jugaron un poco en el parque infantil. Quien mas disfrutó fue mi ahijada Marta y yo con ella. De camino al restaurante cercano me acerqué a Marga y la dije que estaba algo apagada. Nos quedamos un paso por detrás de los demás

– Estoy cansada – dijo

– Supongo. Este fin de semana descansa, ¿vale preciosa? - dije

– No es tanto cansancio físico. Es mas moral. Tengo sentimientos encontrados. Por un lado estoy feliz por haber podido abrir. Por otro lado estoy triste por haberos arrastrado a ti, a María y a Alberto a un marrón que no era vuestro.

– Bueno, Alberto hizo lo que tenía que hacer. Igual que se que tu lo harías si estuvieras en su situación. María esta ahora entre puestos y tiene algo mas de tiempo libre y ella ayuda en lo que puede siempre. Ya la conoces. Y por mi, que ni se te ocurra volver a decir algo así. Si no quisiera ayudar no lo haría. Si lo hice es porque os quiero mucho a todos y si os metéis en un marrón voy a estar a vuestro lado. Siempre. Si hoy no hubierais abierto no habría habido bronca. Solo os pido que deis todo de si. Y lo habéis hecho.

– Gracias – dijo mirando al suelo

– Venga tonta – dije – Anímate y vamos a pasarlo bien hoy que es tu día.

Y tras darla un beso en la mejilla llamé a Mike. Este nos esperó un poco.

– Dile a tu mujer y a la madre de tu bebé que no se coma la cabeza.

– Lleva así unos días – dijo Mike – Por alguna razón cree que me va a dejar mal a mi frente a ti si no cumple siempre las expectativas.

– ¿Le dices tu que no es Superwoman? ¿O se lo digo yo? - dije

Marga sonrió.

– No seáis tontos – dijo – No es fácil para mi ser mujer de uno de los socios.

– Pues debería dar igual – dije – Alberto, que es al que mas puede importarle por ser tu igual, te aprecia tanto como yo y sabe que estas ahí por ser una currante excepcional. No te comas la cabeza. A divertirnos.

Y acelerando un poco el paso cogimos a los demás y cenamos todos juntos. Por la noche, al llegar Rocío y yo a casa echamos un polvo brutal. Solté toda la adrenalina acumulada durante los últimos días.

El sábado no teníamos planes y Rocío y yo nos pusimos a preparar mi cumpleaños que se celebraría ese domingo. Generalmente celebrábamos los sábados pero ese sábado no podía Raquel pues tenían una boda a mediodía y lo dejamos para el domingo. Por la tarde salimos a dar una vuelta y nos encontramos con el hijo de los clientes de Rocío, su mujer y su hija. No habíamos hablado nunca mucho y con su mujer aun menos. Ellos vivían en el primer piso y solían subir andando. Así no teníamos ni el ascensor como lugar de charla. Algún hola y adiós. Poco mas. Esta vez si nos paramos a hablar un segundo.

– Felicidades por la boda – dijo el

– Gracias

– Os presento a mi mujer Cristina

Nos dimos los besos de rigor y charlamos un poco sobre la boda y poca cosa mas. Me fije mejor en mis vecinos. Ambos eran mas o menos de mi edad, de pelo negro y bastante pijos. Ninguno de los dos era feo, eran una pareja relativamente atractiva. Pero claro, al lado de Rocío Cristina no parecía tan guapa. El vestía con pantalones de pinzas, polo y náuticos. Ella llevaba un vestidito floreado con unas sandalias doradas. Estas tenían un tacón fino de unos 5 centímetros. La niña se parecía bastante a su padre. Desde luego no necesitaba una prueba de paternidad para estar seguro de ser el padre. Tras el paseo por el barrio Rocío y yo cenamos de tapas en un bar cercano a casa y volvimos a casa a dormir. Pero antes vimos un poco la tele y luego hicimos el amor.

Y llegó el día del cumpleaños. El día que lo celebrábamos al menos. Rocío y yo nos levantamos pronto y tras desayunar empezamos a preparar todo. Habíamos quedado con todo el mundo a las dos excepto con María y sus hijas que vendrían hacia las doce. Cuando llegaron fuimos un poco mas lentos en la preparación pero mucho mas divertidos. Poco después de las once ya habíamos terminado y pudimos charlar con María y Arturo a la vez que jugábamos con las niñas. Algo antes de las dos llegaron Raquel, José Carlos y la peque. Y pronto aparecieron los demás. La última en llegar Diana. Acompañada por Pablo. Llevaba años sin venir a mi cumpleaños.

– No se si mandarte de vuelta para casa – le dije a Pablo con una sonrisa

– Seguro que te alegras de verme – dijo antes de darme un abrazo

– A mi amigo Pablo – dije – Pero ese lleva años sin venir. Y ahora viene Pablo, el novio de mi cuñadita.

Esta me dio un codazo antes de abrazarme, darme dos besos y felicitarme. Diana para mi era muy importante. Durante un tiempo, en el principio de mi relación con Rocío ella fue mi apoyo en casa de sus padres y siempre se lo agradecería. El cumpleaños fue genial pero es que con mi grupo de amigos siempre lo pasábamos bien. En los cafés, cuando arreglábamos el mundo, a veces discutíamos pero nunca era nada serio. Al final, con nuestras particularidades nos llevábamos todos bien. No solo mi grupo de la oficina sino también Antonio y Laura y Diana. Ahora Pablo también parecía que iba a ser parte del grupo. Tras los cafés empezaron los regalos. Ropa, tanto casual como deportiva, DVDs y algún producto electrónico. Aunque el mejor el de Rocío. Una BlackBerry 6210. Hasta entonces el email era una cosa del ordenador. En la oficina, casa o la sala vip del aeropuerto. Era el primer teléfono BlackBerry y no se como lo consiguió pues había salido solo un mes antes y en España no era fácil encontrarlo. Tener el mail en el bolsillo luego resultó ser muy práctico. En ese momento parecía simplemente divertido. Y a mi la tecnología me encantaba. Entre siete y diez se fueron yendo nuestros amigos y, una vez nos quedamos solos, arreglamos todo un poco y nos fuimos a la cama. Ese día Rocío vestía un precioso vestido de inspiración hippie muy colorido y tejido muy suave con unas maravillosas sandalias de tacón plateadas. Estábamos junto a la cama y nos besábamos. Yo ya no tenía el polo puesto y mi pantalón eran unos dockers de color khaki. Yo empecé a jugar con la oreja de Rocío mientras esta me bajaba lentamente el pantalón. Según me lo bajaba llegó un punto en que no alcanzaba mas su oreja. Ella mientras chupaba todo mi cuerpo mientras se agachaba guiando mi pantalón hacia los tobillos. Llegó a la altura de mi polla y empezó a hacerme un sensual masaje que pronto pasó a ser una enfurecida paja. Su boca engullía mi polla y su mano se guiaba a lo largo de mi falo sin dejar de acariciarla. Ella me decía cosas como esta es mi polla y empezó a bajarse los tirones sin dejar en ningún momento de engullir mi polla o hacerme una paja. Tras un rato mas chupándomela se puso de pie y yo la ayudé a despojarse de su vestido primero y su tanguita después quedando solo con sus sandalias de tacón La subí a la cama y la puse mirando hacia el interior de esta con una rodilla sobre la cama y la otra pierna apoyada en el suelo. Me acerqué un momento por detrás y la besé en la oreja tras lo cual ella se dejó caer sobre la cama, aunque ella apoyó las manos para no estar del todo tumbada, y yo acerqué mi polla a su coñito. La penetré con fuerza y ella gemía locamente. Para mantenerla mas levantada la sujetaba un poco del pelo intentando no tirar mucho para no hacerla daño. Tras un rato se dejó caer del todo sobre la cama y ya no fue necesario agarrarla de la cabeza. En ningún momento bajé la frecuencia de mi follada. Ella tras un rato bajó la pierna que tenía en la cama y yo seguía penetrándola duramente mientras su cuerpo hacia una L. Sus piernas sobre el suelo y su parte superior del cuerpo sobre la cama. Tras un rato follándola así tuve que bajar un poco el ritmo ya que me cansaba. Estando ella medio tumbada sobre la cama yo tenía que agacharme un poco para penetrarla con facilidad y, por ello, decidí agarrarla de nuevo del pelo e incorporarla un poco de tal manera que quedó de pie con sus manos apoyadas en la cama. Así era mas fácil para mi penetrarla y pude darla con mas fuerza de la que estaba habituado. Ella gemía con cada embestida y me pedía mas. Tras unos minutos así yo la dí la vuelta y la tumbé sobre la cama. Me acerqué a esta y, llevando mi boca a su coño, empecé a chupárselo con dedicación. Alternaba el juego de mi lengua en sus labios vaginales con la penetración de mis dedos en su coño. Ella estaba tumbada, con las piernas abiertas, gimiendo y agarrando mi cabeza contra su coño. Los gemidos de ella hacían que dedicara mas tiempo a chuparla el coñito de lo que haría normalmente y estuve así probablemente mas de un cuarto de hora.

– Fóllame – gritó Rocío casi desesperada

– ¿No te gusta lo que estoy haciendo? - dije sacando mi lengua de su coño y sustituyéndola con un par de dedos.

– ¡Me encanta! Por eso necesito que me folles.

Yo sonreí y me levanté. La puse de costado en la cama de tal manera que su coño quedara en el borde y volví a penetrarla de una vez pero esta vez acompañando la penetración con un beso lleno de amor y pasión. Rompí el beso para darle mas fuerza a la penetración y sus tetas empezaron a balancearse, poco pues las tenía muy bien puestas, al ritmo que marcaba yo con el polvo. Sus gemidos eran acompañados a coro por los míos aunque estos a veces se podían confundir con sonidos provocados por el esfuerzo que me causaba la penetración. Ella se giró un poco y acabo totalmente abierta de piernas con mi polla taladrándola. Veía sus preciosas sandalias de tacón fino al extremo de sus piernas y agarré uno de estos tacones. En parte para acompasar el ritmo pero también en parte por un poco de fetichismo. Tras un rato así ella puso el otro tacón sobre mi pecho y me empujó. Me apartó un poco así de ella y se agachó junto a mi dándome una pequeña mamada de no mas de medio minuto tras lo cual se levantó, me agarró por el pelo y me beso. Yo terminé de quitarme los pantalones y los zapatos, que aun los tenía a la altura del tobillo, y ella me tiró sobre la cama con mi espalda sobre esta. Ella agarró mi polla y me la pajeó y mamó durante un ratito mas antes de, mirándome, subirse sobre mi. Yo apunté mi polla a la entrada de su coñito mientras ella, muy lentamente, se dejó caer sobre esta. Empezó a cabalgarme lentamente y a besarme. Los gemidos de ambos habían vuelto y cada vez eran mas altos. Aumentaban al ritmo al que aumentaba la velocidad de su cabalgada. Era evidente que ambos estábamos a puntito de corrernos. Ella siguió a lo suyo y, tras un rato, se desplomó sobre mi, cayendo su boca en la mía, besándome y sacando de mi un primer chorro de semen que, casi como si hubiera pulsado un botón, provocó su orgasmo. Seguimos besándonos durante el rato que duraron nuestras corridas y un rato después. Generalmente teníamos buena sincronía al hacer el amor y nos corríamos juntos pero lo de ese día fue genial. Un regalo de cumpleaños espectacular. Tras besarnos un rato mas ambos nos abrazamos y quedamos dormidos en la cama.

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