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Mi historia (35: Noviembre 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Noviembre

El lunes me levanté cansado y tenía un día algo liado. En la oficina tendría que ir preparando cosas para la reunión del mes. Los números los miraría martes y jueves con Ana pero quería reunirme con Marga, Alberto y los directores generales de cada empresa para ver como veían el final de año. Con todos menos con Mike. Mike era un caso raro. Era mi socio pero a la vez su puesto teórico no era mas importante que el de, por ejemplo, Ángel. Era lo que impactaba a gente de nuestra empresa. La pirámide de poder era un poco rara. Cada uno estaba en cada momento donde se le necesitaba. Según avanzaba el día me iba sintiendo algo peor y después de comer ya no solo estaba cansado sino que además me dolía la cabeza. A las cuatro le dije a mi secretaria que me iba a casa y que solo me pasara al móvil lo que fuera verdaderamente importante. Cuando Rocío llegó a las siete a casa yo ya estaba en la cama. Vino a verme y me hizo ponerme el termómetro. Treinta y ocho grados de temperatura. Un frenadol y a dormir la fiebre.

El martes me desperté con treinta y ocho y medio y no fui a la oficina. Recibí llamadas de mis amigos preguntando que tal y a la segunda les dije que corrieran la voz que estaba con fiebre y no llamaran pues me ponía peor. Desde luego con fiebre tenía malas pulgas. Todo el día en la cama con un máximo de cuarenta a eso de las seis de la tarde. Rocío para no contagiarse durmió en la habitación de invitados.

El miércoles ya me desperté con solo unas décimas pero con el cuerpo para pocas fiestas. Decidí quedarme en el salón descansando oyendo música y haciendo poco mas. Por la tarde cuando ya no me subió la fiebre llamé a Raquel para ver como habían sido esos dos días. Volvería a la oficina al día siguiente. Por precaución Rocío volvió a dormir en la habitación de invitados.

Volví el jueves a la oficina y me lo tomé con calma. Me reuní con Ana y con un par de directivos que dejé colgados el lunes pero, por lo demás, me lo tomé con bastante calma. Salí a las seis en punto pues estaba cansado. Esa noche Rocío y yo hicimos el amor. Probablemente no era buena idea hacerlo tan pronto para no pegarla el virus con los besos pero no podíamos aguantarnos. Seguíamos teniendo la necesidad del otro que teníamos cuando empezábamos.

El viernes tocaba reunión mensual y aunque ya estaba mucho mejor estaba algo cansado así que pedí a Raquel que ella llevara la voz cantante. Los números en general fueron muy buenos. A pesar de la inversión de un poco mas de doscientos mil euros en nuestra nueva tienda de moda tuvimos unos beneficios de casi novecientos mil euros. Nos acercamos al récord de beneficios a pesar del gasto extra por la nueva franquicia. Ahora si que íbamos a acabar con una pasta para repartir al final de año. Todas las empresas funcionaron bien pero las dos importadoras destacaron. Era en cierto modo lógico pues se acercaba la navidad y las tiendas hacían acopio de stock. La importadora de comida tuvo récord de facturación y beneficios y la de calzado y complementos su segundo mejor mes en facturación y beneficios. Cuando se fue Ana empezamos a hablar sobre que hacer con los beneficios que estábamos teniendo. Tampoco queríamos crecer a lo loco abriendo mas tiendas solo porque pudiéramos. Abríamos cuando económicamente merece la pena.

– Ya podéis ir pensando en que os vais a gastar el dinero del reparto de beneficios – dije mirando a Raquel y Mike. Este año van a ser grandes.

Todos rieron.

– Mike se lo va a gastar en nuestro hijo. ¡Faltaría mas! - dijo Marga

De nuevo las risas inundaron la sala de reuniones. Desde luego estábamos de muy buen humor. Alberto dijo que podríamos pensar en volver a comprar empresas en 2004. Parecía buena idea pero tendríamos que pensar que empresas. Y si llevaba un tiempo encontrar la empresa ideal no importaría. Marga y Alberto nos presentaron nuestra nueva empresa que serían franquicias de ropa interior femenina. Les habíamos dado libertad absoluta para lanzar esta nueva empresa y hasta ahora no sabíamos que era. Empezaría a funcionar en Enero, a finales, y la dirigirían de nuevo Marisa y Gloría como las de moda femenina y moda infantil. Entre todos acordamos que en la subida de sueldo de Enero ellas tendrían que cobrar mas. Eso sería para la reunión del mes siguiente. Tras la reunión fui a comer con Alberto y luego a casa. Esa tarde la pasé en casa relajado con Rocío.

El sábado habíamos quedado con María para comer en su casa pero lo cancelé. No quería pegarle la gripe a ella o, especialmente, a sus hijas. Pasé el día con Rocío viendo cosas para la casa en El Corte Inglés y descansando pues aun no me encontraba al 100% de fuerzas. Esa noche Rocío y yo volvimos a hacer el amor.

El domingo fui a casa de mis padres a comer. Pasamos un día bastante bueno. Se nos hicieron las nueve de la noche y decidimos cenar con ellos antes de irnos a casa. Llegamos a nuestra casa a las once y fuimos directamente al dormitorio. Yo estaba cansado de verdad y, tras lavarme los dientes, me fui directamente a la cama. En casa ese día hacía calor. Nuestro edificio tenia calefacción central y algunos días en invierno el calor era horroroso. Me quedé en calzoncillos y me puse una camiseta de manga corta. Rocío estuvo desmaquillándose. Nunca supe porque se maquillaba. Su maquillaje era muy natural. Según ella la idea es que no se notara que iba maquillada. Yo la decía que entonces fuera con la cara lavada. Era suficientemente guapa para ello. Cuando salió del baño aun vestía el pantalón y la camisa blancas que habían llevado a casa de mis padres. Se sentó en el borde de la cama junto a mi y acarició mi polla por encima de mi calzoncillo.

– Estoy muy cansado – dije sin mucha convicción

– Media horita y te dejo en paz – dijo ella con una sonrisa en la boca

Tras un rato acariciándomela me ordenó que me quitara el calzoncillo. Y yo obviamente hice caso. Ella empezó a acariciar mi polla como si nunca en la vida la hubiera tocado. Primero con una mano y luego con la otra. Tras un rato así bajó su cabeza y empezó a mamármela. Dedicó un buen rato a pasar su lengua por mi capullo haciendo que me excitara muchísimo. En los primeros minutos de mamada creo que no se metió mucho mas de unos centímetros de polla en su boca. Luego si me dio dos o tres chupadas mas largas pero rápidamente lo dejó para desabrocharse la camisa y enseñarme su sujetador de encaje blanco. No era mi color preferido en ropa interior pero si era el mas apropiado para la ropa que llevaba ese día. Mientras lo hacía yo acariciaba mi polla para no perder la erección. Se que está mal decirlo pero quería acabar lo antes posible para poder irme a dormir. Rápidamente se quitó también el sujetador y sus perfectos pezones apuntaban al cielo. Mientras yo seguía con mi pequeña paja ella se quitó su pantalón y su tanguita quedando totalmente desnuda. Yo me senté en la cama y, manteniéndose ella de pie, la empecé a mamar algo el coño aunque, a decir verdad, no fue mucho tiempo. Me levanté rápidamente de la cama y la puse con las manos en esta y me acerqué por detrás. Mi polla seguía erecta gracias a que no la había dejado sola ni un segundo. Apunté con mi mano la polla a su coño y empecé a follarla. Yo la daba por atrás con toda la velocidad que podía ya que buscaba un orgasmo rápido tanto para ella como para mi pero lo cierto es que tampoco notaba yo que fuera a ser inmediato. Ella gemía pero a la vez me decía que era un poco bestia y, de un golpe, me apartó. Me tiró sobre la cama y volvió a llevar su boca a mi polla dándome, esta vez, una mamada bastante mas convencional en la que ya metía mucho mas de mi polla en su boca y se ayudaba de mi mano para darme placer. Tras un rato así y aprovechando que estaba tumbado Rocío escaló sobre mi y guió mi polla a su coño. Sus manos acariciaban mi pecho, aun cubierto por la camiseta, mientras ella llevaba el ritmo de la follada. Este era totalmente caótico ya que tan pronto iba a toda velocidad como se pausaba hasta que parecía que estaba a cámara lenta. Ambos gemíamos bastante fuerte aunque ella mezclaba sus gemidos con el sonido típico del esfuerzo físico que estaba haciendo. Mi polla estaba a punto de reventar y se lo dije a Rocío.

– Lo se cariño – dijo – Lo noto. Solo medio minutito mas.

No creo que aguantara el medio minuto entero pero si recuerdo que cuando exploté en su interior ella se corrió. Tras un rato besándonos tras el orgasmo ella se levantó. Yo me fui reptando a mi lado de la cama y quedé dormido mientras esperaba a que ella terminara de prepararse para dormir.

02. Semana del 10 al 16 de Noviembre

El lunes ya estaba yo a tope trabajando como si la semana anterior no me hubiera visto lastrado por la gripe. Estaba hiperactivo y me puse con Marisa, Gloria, Marga y Alberto a ver la nueva empresa. Creo que mi actitud de ese día les agotó. Les tuve sin parar de once a dos apretándolos a lo bestia. Cuando estaba en el modo hiperactivo no era fácil seguirme el ritmo. Comí con Marga, Alberto, Mike y Raquel. En estas comidas de socios y manos derechas echaba de menos a María. Ya quedaba menos para que acabara el curso y cuando se incorporara el mes siguiente, aunque estuviera en media jornada, podría venir con nosotros a comer a menudo. Marga y Alberto estuvieron haciendo coñas sobre mi comportamiento de esa mañana. Mike y Raquel sabían de que hablaban porque lo habían vivido. Tras trabajar yo solo a lo bestia durante la tarde me fui a por Rocío y nos fuimos de compras y a cenar por ahí. Tenía que canalizar de alguna manera la energía que tenía ese día.

El martes no pase siquiera por la oficina. Por la mañana fui a una charla que daba Javier, el socio de mi padre que ya era mi socio, y luego me fui un rato a su oficina pues me quería contar como iba avanzando el negocio. Tras un rato en su oficina me fui a reunir con mi asesor de banca privada para ver mis inversiones. Tras dos años de perdidas 2003 parecía que iba a tener grandes ganancias. Los tipos de interés no estaban muy altos pero la bolsa estaba subiendo mucho. El cambio de rumbo de la bolsa nos pilló un poco de sorpresa pero aun así pudimos aprovechar parte de la subida y tendría beneficios, si no se torcía en el mes y medio que quedaba de año, muy interesantes. Sin llegar a entrar en la oficina comí cerca de esta con Marga, Alberto y Raquel para tratar unos temas pendientes. Tras la comida a un evento distinto de empresarios al que Mariano casi me obligó a ir. No fue tan tedioso como esperaba pero si me tuvo liado hasta las nueve. Cuando llegué a casa estaba medio cenado ya que el evento tuvo catering. Mientras Rocío cenaba yo me tomé un par de piezas frutas. Luego descansamos en el salón antes de ir a la cama a hacer el amor.

El miércoles era un día muy cumpleañero. Por un lado era el cumpleaños de Rubén, el marido de Ana, pero mas importante era el cumpleaños de Marta, mi ahijada e hija de María. Del cumpleaños de Rubén me enteré mientras tonteaba con su novia y la sobaba el culo en mi despacho. Tras una sesión de toqueteo intenso la dije que felicitara a su novio de mi parte. Cuando se lo dije se echó a reír y se fue de mi despacho. A mediodía me fui a comer con María y pasé parte de la tarde con ella. María y yo fuimos a por las niñas al cole y yo me volqué en Marta. Por la tarde vino Rocío a pasar el día con nosotros y muy tarde ya llegó Arturo. A duras penas con tiempo de acostar a su hija. Con las niñas ya acostadas cenamos los cuatro y luego nos fuimos a casa a descansar Rocío y yo.

El jueves trabajaba tranquilo en la oficina cuando María me llamó en el descanso de su curso y me pidió que me pasara por su casa para comer ya que tenía algo importante que contarme. A las dos salí del trabajo y me pasé por el lugar donde daba el curso María y la recogí. Fuimos directos a su casa pero se negó a contarme nada hasta que no llegáramos. El día anterior había estado con ella muchas horas. No sabía que podía querer. Una vez allí nos sentamos en el sofá pero no se lanzaba a contarme nada. Tras un rato mirándola y ella mirándome se echó a llorar desconsoladamente. Yo me acerqué y la abracé pero no parecía tener ningún efecto sobre ella. Tras un rato así ella pareció empezar a calmarse.

– ¿Que te pasa?

– Lo siento, Carlos – dijo – Es que lo estoy pasando muy mal. La empresa de mi padre está a tres meses del hundimiento. Y eso significa adiós a la retiración dorada de mi padre y que treinta personas irán al paro. Entre otras mi hermano y Arturo. Y yo mientras en el curso no me encuentro bien. Solo pienso en ellos y en querer ayudarles pero no puedo. Ellos trabajan como cerdos para sacarlo adelante pero no pueden.

– Vaya – dije - ¿En que puedo ayudar?

– ¿Tu? ¿No crees que bastante haces por mi escuchándome?

– No – dije

– Bueno, me gustaría volver a tiempo completo a la empresa en Diciembre pero no quiero mas sueldo. Lo que necesito ahora que las niñas tienen cole es estar ocupada.

– Vamos, ni de coña vuelves a tiempo completo sin subida de sueldo. De esa tontería olvidate. Tu elijes media jornada o jornada completa pero el sueldo será acorde. Y eso no se discute.

Y volvió a llorar. Y yo a abrazarla.

– Eres muy bueno conmigo.

– No bonita. Tu eres muy buena con todos nosotros. Mike, Raquel, Alberto, Marga y yo te echamos mucho de menos en la oficina. Tu eres la que nos hace fuertes siempre echando una mano. Siempre ahí cuando necesitamos contar algo a alguien. En vez de Directora de Recursos Humanos deberíamos nombrarte Directora de Salud Mental.

Ella sonrió.

– Gracias – dijo – Siempre sabes que decir para hacerme sentir bien.

– Pero no me vale – dije - Quiero ayudar a tu familia. ¿Crees que me dejarían?

– No saben que te estoy contando esto

– Bueno, tu intenta convencer a Arturo para que me pida ayuda. Te garantizo que haré todo lo posible por estudiar la empresa. Quizás solo necesiten una persona que lo vea con nuevos ojos. Y a las malas yo tengo algo de experiencia en compra y venta de empresas y puedo ayudarles a sacar algo de donde se pueda. Si es que, como dices, la situación es tan mala.

– No se si podré.

– Si quieres ayudar a tu marido, padre y hermano podrás.

Volvió a mirarme un rato a los ojos. Sonrió y vi en sus ojos que estaba un poquito mas animada.

– Gracias. No sabes cuanto te quiero – dijo ella

– Con que sea la mitad de lo que yo te quiero me vale – dije sonriendo

Ella volvió a sonreír y se tiró a mis brazos para abrazarme primero y darme un largo beso después. Sus piernas ese día estaban cubiertas por unas medias negras que la protegían si bien solo un poco, del frío que hacía en Madrid. El resto de su atuendo era una falda negra ni larga ni corta, una camisa blanca, un jersey negro y unos zapatos negros con solo un poco de tacón. Nos estábamos besando con pasión cuando ella se levantó y empezó a moverse delante mía. Era pura seducción. Como una stripper con clase. Difícil de describir. Era un baile sensual y nada grotesco. Tras un rato bailando para mi me empujó de tal manera que me quedé tumbado sobre el sofá y se subió encima mía. Yo tocaba su culo por encima de la falda mientras ella sonreía y se iba quitando el jersey, la camisa y el sujetador. En nada estaba ya María con sus pechos desnudos y sonriendo. En ese momento ella se tumbó sobre mi y puso sus pechos a la altura de mi boca. Soy lo suficientemente listo como para saber que en esos momentos lo que tocaba era besar y mamar sus pechos. Ya no eran los rotundo pechos que tenía un año antes tras haber dado a luz a Elisa. Un año y medio después del parto de la menor de sus hijas el tamaño de sus senos había vuelto a ser el normal en ella. Ni muy pequeños ni muy grandes aunque, eso si, algo caídos. Normal en una mujer que ya había pasado por tres embarazos. Incluso poco caídos si tenemos eso en cuenta. Mi lengua jugaba con sus senos alternando del uno al otro aunque a veces metía todo el seno en mi boca. Siempre coincidiendo con el momento en que ella me pegaba mi cabeza a su cuerpo. Cuando lo hacía no era muy dura y aprovechaba para acariciar mi cabello. Yo me incorpore un poco y medio sentado volví a chuparla los senos para pasar a luego jugar con su ombligo. Tras juguetear mi lengua un poco con este ella se levantó y, bastante seductoramente, se bajó la falda. Vi sus braguitas, bastante grandes y azules y la besé en estas. Ella me hizo levantarme y se arrodilló ante mi. Me bajó el pantalón con cuidado tras desabrocharme el cinturón y mientras yo me quitaba el jersey y la camisa que llevaba ese día. Bajó mi pantalón y calzoncillo de una sola vez dejando mi polla, ya algo erecta, junto a su cara. Empezó a mamarme la polla primero con delicadeza y luego con algo mas de ansia pero no estuvo mucho tiempo con ella. Eso si, todo el tiempo que estuvo con ella tuvo sus ojos fijos en los míos. Cuando dejó de mamármela se levantó y yo la incliné para que se apoyara en el sofá y bajé sus braguitas hasta quitárselas. Ya desnuda se sentó en el sofá con las piernas totalmente abiertas exponiendo ante mi su perfectamente depilado conejo. Era la primera vez que lo veía así pues, si bien si lo cuidaba y lo mantenía recortadito, siempre se había dejado un poco de pelo sobre su monte de venus. Ella me miró con cara de niña mala y empezó a meterse unos cuantos dedos en su coño. Yo me senté a su derecha y, mientras dejaba que ella siguiera con su estimulación vaginal pasé a besar su pecho derecho. Un rato después de estar besando su pecho derecho pasé al izquierdo y, tras el, a besar con pasión su boca y hacer que nuestras lenguas jugaran una batalla sin cuartel. Tras el beso levanté su pierna derecha y me metí debajo de esta para besar sus labios vaginales y pasar mi lengua por toda la extensión de esta.

– No puedo mas – dijo ella – Necesito que me folles ¡YA!

Yo la miré y tras sonreír volví a llevar mi boca a su conejo. Solo la martiricé unos segundos pues rápidamente la recosté sobre el sofá y, poniendo una de sus piernas en el suelo y la otra en el aire, la penetré. Mi follada era muy pausada al principio para poco a poco ir cogiendo ritmo. Una vez llegué a un ritmo alto de follada ella ya estaba gimiendo bastante alto y agarraba uno de mis muslos. Yo en ese momento empecé a alternar la follada fuerte con momentos mas tranquilos para que tampoco se corriera inmediatamente. Tras un rato así, casi en la posición del misionero, me salí de ella y me tumbé tras ella. Mantuve su pierna en alto y llevé mi polla a su conejo. Cada vez mas la follaba a lo loco y noté como ella estaba a punto de correrse. Yo, la verdad, también lo estaba. No pasarían mas de tres minutos hasta el momento en que ella explotó en un violento orgasmo que apretó con fuerza mi pene y, tras tres o cuatro gritos agudos de ella, vació mis huevos. Nos quedamos reposando con mi polla en su interior hasta que rápidamente nos levantamos para no manchar el sofá con nuestras corridas y nos fuimos a lavar. Una vez aseados fuimos a comer a la cocina algo rápido pues ya eran las cuatro y media. Tras engullir a toda prisa nos fuimos ambos a buscar a sus hijas al cole. De camino a este llamé a Rocío y la dije que se pasara por casa de María al salir del trabajo. Al final pasamos de nuevo toda la tarde en casa de María y tras acostar a las niñas cenamos con ella y Arturo que llegó de nuevo bastante tarde. No le conté nada a Rocío del problema de María. Prefería que fuera ella quien lo hiciera.

El viernes trabajé mañana y tarde en algo no relacionado directamente con mi trabajo y es que, a la semana siguiente, daba dos días clase en el mismo Masters que un año antes curso Rocío. Había dado muchas charlas en mi vida y hablar en público no era problema pero rara vez llegaban a los cuarenta y cinco minutos. Nunca había dado dos clases de cuatro horas de duración. Quería dejarlo bien atado. Fui a comer con Raquel y Rocío y, como el viernes no trabajaba ninguna de las dos por la tarde, cuando yo me volví a trabajar ellas se fueron de compras. A las siete abandoné la oficina y fui a casa de Raquel donde me esperaban las dos con José Carlos y la pequeña. Cenamos en casa de ellos y tras un poco de tertulia post cena nos fuimos de vuelta a casa donde hicimos el amor con bastante pasión. No se de que habían hablado esas dos pero Rocío estaba disparada.

El sábado nos levantamos relativamente tarde y nos arreglamos a toda prisa pues teníamos comida en casa de Celia ya que ese día era su cumpleaños. Al cumpleaños, además de nuestro grupo mas cercano de la empresa, fueron un par de parejas amigas de ellos. Fue un cumpleaños mas, sin nada especial, hasta justo después de entregar los regalos tras los cafés.

– Chicos – dijo Celia – Gracias por los regalos. El año que viene estos regalos se los daréis a una mujer casada

Todos tardamos unos segundos en procesar el dato pero en breve nos pusimos a besar y abrazar a la pareja. Tras el revuelo inicial entraron en detalles.

– Sera a principios de Septiembre del año que viene, el día 4, en Sevilla

– ¿En Sevilla? - pregunté yo

– La familia de Celia es de Sevilla y ella pasó allí muchos veranos. Allí es donde nos conocimos a través de un compañero de universidad mio que era de allí y con el que estaba pasando unos días.

– ¡Que bonito! - dijo María

Todos reímos pues si alguien tenía que hacer ese comentario era María. El resto de la tarde la pasamos hablando con los recién prometidos y se nos hizo la hora de cenar. Aquellos con hijos decidieron irse y el resto nos fuimos a tomar un par de copas por ahí tras pedir una pizzas para celebrar el enlace. No obstante, nos fuimos relativamente pronto a casa, a eso de las tres, pues al día siguiente teníamos otra comida en casa de María.

Con algo de resaca me levanté a las once del domingo. Tras un café y una ducha estaba algo mejor. Rocío apenas había bebido y estaba mucho mejor que yo. Llegamos a casa de María a las doce y media para la celebración del cumpleaños de mi ahijada Marta. Como siempre eramos los primeros para pasar un rato con las niñas. Yo centré mi atención en Marta. Me encantaban sus tres años recién cumplidos. Son aun inocentes pero ya hablan y andan relativamente bien. Es mi edad preferida para jugar con ellos. Elena con nueve años era una pasada de niña pero ya pasaba un poco de mi y le molaba mas estar con Rocío en quien veía a una mujer guapa, divertida y elegante. Probablemente lo que ella quisiera ser en unos años. Aun así pase algo de tiempo también con Elisa a la que quería mucho, al fin y al cabo es casi seguro que era hija mía, y ya empezaba a decir cosas. Entre otras cosas a mi ya me llamaba Carlos. O algo parecido. No hacía frases pero palabras sueltas ya decía muchas. Tras un rato jugando con ellas empezaron a llegar los demás, primero los padres de María y su hermano, hasta que todos estuvieron presentes a eso de las dos y media. A las tres empezamos a comer un pavo relleno que hizo a Mike comentar que le parecía como si estuviéramos en acción de gracias. Lo cual era especialmente gracioso pues el día de esa festividad americana era en menos de dos semanas. Tras los regalos y la charla en el sofá todos nos fuimos yendo para casa. Rocío y yo cenamos algo de fruta en casa y nos vimos una peli antes de irnos a la cama a hacer el amor y dormir.

03. Semana del 17 al 23 de Noviembre

Marga cumplía ocho meses de embarazada ese lunes y me pasé por su despacho con Alberto pues quería preparar su baja maternal. A mitad de reunión se nos unió Raquel. Queríamos dejarlo todo bien atado pues eran cuatro meses en los que no vendría por la oficina.

– No me voy a coger los cuatro meses – dijo Marga

– Si te los vas a coger bonita – dije

– A veces vendré para alguna reunión – dijo

– Puedes venir a la reunión mensual a partir del segundo mes si quieres – dije – Para todo lo demás te quedas en casa. Cuando vayamos a verte, que iremos mucho, ya te contaremos lo que te tengamos que contar.

– No voy a discutir – dijo Marga

– Haces bien

Raquel y Alberto solo miraban mientras manteníamos Marga y yo esta charla. Tenía muy claro que la gente que estaba conmigo tenían que intentar disfrutar de sus vacaciones y que en nuestra empresa teníamos que ser muy buenos con las mujeres que quisieran ser madres. Y eso empezaba siéndolo con los directivos. Mi opinión era que si dábamos ventajas a las mujeres que querían tener una familia íbamos a ser capaces de tener a las mejores mujeres de familia profesionales. Y con Marga daba igual pues al ser la mujer de un socio estaba, como quien dice, cautiva. La fecha de la inauguración de nuestra segunda tienda de moda infantil era solo unos días antes de que saliera de cuentas. No sabíamos si iba a llegar y, por tanto, todos teníamos que estar listos para arrimar el hombro los últimos días. Tras la reunión me fui a comer con Mike, su directora comercial y un cliente. La comida no se extendió mucho y a las cuatro de la tarde ya estaba de nuevo en la oficina. El resto de la tarde lo pasé terminando de preparar el curso que daba ese martes y jueves en el masters que estudió Rocío. A las siete se pasó Rocío por la oficina para recogerme y nos fuimos a casa de mis padres a cenar. No estuvimos mucho con ellos y a eso de las once y media estábamos ya en casa y yo en la cama listo para descansar.

El martes pase el día normalmente en la oficina haciendo trabajo bastante rutinario y repasando la sesión de ese día en el masters. Pasaron Ana y Raquel a desearme suerte. Ambas besándome con pasión. A las seis me fui hacia el masters y a las siete empezaba mi sesión hasta las diez con un descanso de veinte minutos. Fue todo bastante bien. En el descanso se acercaron a mi algunos alumnos incluyendo dos compañeras de Rocío en la central que obviamente no sabían con quien estaba yo casado. Cuando acabó respondí a algunas preguntas y casi a las once llegué a casa. Cuando llegué Rocío tenía la cena lista. Cenamos y nos fuimos a la cama a hacer el amor antes de dormir.

Trabajando el miércoles recibí una llamada de Belén a eso de las once.

– ¿Puedes venir a mi casa ahora? - dijo Belén

– Claro.

Y salí corriendo. Quedar en su casa significaba sexo. Siempre. Llegué en media hora y, tras entrar en su casa, nos unimos en un beso de mas de cinco minutos.

– No sabes cuanto te echo de menos. Cada vez que me follas tengo necesidad de mas y la última vez fue hace dos meses.

– Sabes como están las cosas.

– Y no por ello dejo de estar caliente. Aun así – dijo – Tengo que hablar de negocios. Lo quieres hacer antes o después de que te folle.

Me eché a reír y la comenté que quería hablar de negocios antes. Me estuvo contando los cambios que habían establecido para aumentar el beneficio y facturación de la empresa que compartíamos. La idea era facturar mas y que, aunque bajara la rentabilidad en porcentaje, aumentarla la rentabilidad en números brutos. Lo hicieron básicamente tocando los porcentajes que podían ganar los comerciales. Redujeron los porcentajes pero a cambio quitaron el límite máximo de lo que estos podían ganar. La dije que hubiera preferido ganar mas manteniendo el porcentaje de beneficio pero acepté lo que proponían. Ella se alegró de mi visto bueno y se lanzó a besarme. Rápidamente se montó sobre mi y me miró a los ojos.

– Mi marido y yo pasaremos las navidades otro año en Brasil y no estaré durante mi cumpleaños. Ahora me das mi regalo.

Yo me reí con su ocurrencia y la besé. Ella se levantó y, de la mano, me llevó hasta su habitación. Una vez allí y junto a la cama estuvimos besándonos y nuestros cuerpos tocándose. Ella vestía ese día un vestido bastante recargado, casi parecía para ir a la feria de abril mas que para un día de trabajo, de color blanco con muchos volantes asimétricos. En las piernas unas botas marrones con un alto tacón fino de mas de siete centímetros. Los tirantes del vestido eran finísimos y, la verdad, es que no estuvieron mucho tiempo sobre sus hombros ya que inmediatamente se los bajé y liberé sus pechos que, ese día, no tenían un sujetador protegiéndolos. Sus tetas al aire se chocaban con mi camisa mientras nos besábamos. Yo a ratos llevaba una de mis manos para pellizcar sus pezones y hacer que estos se endurecieran. No pasó mucho tiempo hasta que la dureza de estos podía notarla perfectamente sobre mi cuerpo.

– Chúpame las tetas – dijo

Y yo que soy bastante buen chaval no podía hacer otra cosa que no fuera llevar mi boca a sus deliciosos pezones. Ella acariciaba mi pelo mientras mi boca disfrutaba de ambas tetas. En un momento determinado algún cable se la cruzó y me hizo dejar de besar sus tetas y agarrando mi cuerpo mi cabeza me hizo mirarla y me besó en la boca. Nuestro beso estaba lleno de pasión y mis manos, quizás ya hartas de tocar sus senos, empezaron a buscar un nuevo objetivo debajo de la falda de su vestido. Ella ayudó abriendo sus piernas de par en par para así facilitar mi acceso a su braguita. No veía en esos momentos de que color eran, pues mi boca estaba jugando con su lengua y sus labios, pero desde luego la tela era muy fina y ya estaba algo mojada. Belén debía haber estado tocándose antes de llegar yo pues no era de mojar tan rápido las bragas. Me puse tras ella sentado en la cama y con una mano acariciaba sus pechos mientras la otra la hacían una pequeña paja sobre su braguita. Mientras, su cara echada hacia atrás se juntaba con la mía en un beso lleno de pasión. Metí mi mano por dentro de la braga y empecé a pajearla directamente sobre el coño mientras ella se iba retorciendo de placer y haciendo, así, que mis besos en su boca fueran mas difíciles. Ante esa situación seguí besándola en la boca pero también aproveché para jugar a besar y lamer su cuello.

– Eres una maravilla – dijo

– Me encanta estar contigo en la cama que compartes con el capullo de tu marido

– No me gusta que cada vez disfrutes mas insultándole. Quiero que me folles a mi. No que lo hagas por joder a mi marido.

– Lo hago por ambas cosas preciosa.

Ella me miró y volvió a besarme.

– A quien le voy a engañar – dijo – Me da igual por que lo hagas. Solo quiero que me folles.

El beso tras esa frase fue cada vez mas fuerte y nuestras lenguas peleaban por entrar en la boca del otro. Ambos nos levantamos y ella se arrodilló en el suelo para sacar mi polla. Una vez con ella fuera se dio un par de golpecitos con ella en sus tetas y luego pasó a mamarme la polla con mucha dedicación. Pasaba su lengua por toda su extensión a ratos pero lo que mas hacía era intentar meterse toda la polla en la boca. Y si no lo conseguía faltaba muy poco. Desde luego para mi la sensación era brutal. Tras un rato de mamada la agarré de ambas tetas y la levanté echándola sobre la cama con su conejo, aun protegido por la braguita, al borde de la cama. Yo me arrodillé junto a ella y empecé a mamar su coñito tras apartar un poco la braguita que lo protegía. Ella gemía cada vez mas y me pedía que siguiera y ya empezaba con sus frases de sumisión. Que si era mi esclava, mi puta y todas esas cosas. Yo con ella ya estaba acostumbrado. Tras un rato con mi lengua pasé a meter mis dedos y saqué aun gemidos mas altos hasta que sustituí mis dedos por mi polla. Ella estaba tumbada en la cama con las piernas abiertas y yo de pie con mi polla en su entrada. De un solo movimiento pero no muy violento se la metí entera. Una vez dentro no me moví durante un rato hasta que, con calma pero también con confianza, empecé a follarla. Intentaba a ratos besarla mientras la penetraba y algunas veces lo conseguía pero lo cierto es que no siempre. Tras un rato ella se levantó y se quitó la braga tirándola lejos. Me empujó sobre la cama y ella como una felina se subió sobre mi y, tras apuntar mi polla a su coño, empezó a cabalgarme. La cabalgada era bastante fuerte siendo ella quien llevaba el ritmo y lo cierto es que, a ratos, me hacía algo de daño. Pero nada con el placer que ambos estábamos recibiendo. Gemíamos como locos y, tras un pequeño rato así ella se corrió. Tras un rato masajeando su coño mi polla fui yo el que me corrí dentro de ella. Caí rendido en la cama junto a ella y nos besamos. Hablamos un rato de sexo, trabajo y sus vacaciones a Brasil donde ya iban todos los inviernos. Tras salir de casa de Belén volví a la oficina a trabajar. Salí relativamente pronto y me fui con Rocío a comprar cosas para la casa y luego con Antonio y Laura a cenar. Esa noche Rocío y yo no hicimos el amor pues cuando llegamos a casa ya era bastante tarde.

El jueves volvía a tener curso en el masters e hice todo lo posible por no complicarme en la oficina. Solo me faltaba currar mucho y luego dar tres horas de clase hasta las diez de la noche. Conseguí llevar el día bastante bien y no llegar muy estresado al curso. En el descanso de mi clase en el masters se volvieron a acercar las dos chicas del trabajo de Rocío.

– Nos dijiste que tu mujer trabajaba en nuestro banco pero no que fuera nuestra jefa – dijo una de ellas

– No sabía que fuera vuestra jefa. ¿Sois de su equipo?

– Yo si – dijo una – Ella no pero al fin y al cabo es team leader.

– Se lo diré esta noche – dije

– Ella ya lo sabe. No sabes lo que nos hemos reído hoy en la comida. Nosotras habíamos oído que su marido era un importante empresario mayor que ella y no pensamos que fueras tu. Esperábamos un hombre mayor que tu. Que se había casado con alguien de cincuenta. No alguien tan joven.

– Me alegra que penséis que soy joven – dijo sonriendo

Tras dejar de hablar con ellas me di cuenta que Rocío conocía a muchos de mis trabajadores pero yo a pocos de sus compañeros. En el fondo es medio lógico. En su trabajo todo era mas impersonal. En la oficina anterior eran pocos, como una pequeña familia, pero donde estaba ahora eran mas de doscientos trabajadores y con bastantes cambios. Al llegar a casa lo estuve hablando con Rocío y si me comento que la situación era distinta. En mi trabajo tenía a mis mejores amigos. Ella tenía mejores y peores compañeros pero sus mejores amigos del banco estaban en otras oficinas.

El viernes tras el día intensivo de trabajo Rocío y yo nos fuimos a casa de mis padres a pasar el fin de semana pues el sábado celebraba Manuela su cumpleaños. Generalmente lo celebraba el fin de semana después de su cumpleaños pero como yo no podía estar ese año lo adelantó. Según ella yo era quien debía estar en su cumpleaños por encima de cualquier otra persona. Esa noche salimos a cenar fuera y luego volvimos a casa a charlar.

El sábado nos levantamos pronto y fuimos un rato al club pero volvimos a la hora de comer para poder coordinar todo lo que estaban preparando para el cumpleaños de Manuela. Cumplía 60 años y siendo una cifra redonda decidieron hacer una fiesta grande y elegante. Contrataron un catering con veinticinco camareros y cinco chefs que se establecieron en casa de mis padres para celebrar una cena por todo lo alto.

– Esto parece una boda – dije a las cinco cuando ya casi todo estaba montado y a dos horas de que empezaran a llegar los invitados

– ¿Me estas llamando extravagante? - dijo Manuela

– No mamá, simplemente comento acerca del tamaño. Es tu cumpleaños y puedes hacer lo que quieras.

Se me quedó un rato mirando y me dio un beso.

– Merece la pena aunque solo sea porque me llames mamá.

Yo la devolví el beso y la abracé. Rocío se acercó a Manuela y también la dio un beso. Seguimos ayudando en la preparación y a las siete menos cuarto llegaron los primeros invitados. En la puerta dos aparcacoches se encargaban de organizar el lío de coches que, seguro, se iba a montar. Entre los ciento y pico invitados mis mejores amigos, los padres de Rocío, sus hermanos y sus parejas. Rocío y yo dedicamos mucho tiempo a nuestros amigos y su familia pero a su vez tuvimos que hablar a veces con familiares y amigos de mis padres. La gente empezó a irse a medianoche. Algunos con hijos como Raquel, María y Jorge, así como Marga que ya estaba siempre cansada, se fueron algo antes. Los últimos en irse de nuestros amigos fueron Diana y Pablo a la una y media y a las dos y cuarto ya no quedaba nadie. A las tres se fueron los contratados para el catering y pudimos irnos a dormir.

El domingo nos levantamos tarde, comimos en familia y, tras una merienda cena, nos fuimos Rocío y yo a casa a descansar tras la paliza. Aun así nos dieron las energías para echar un polvo.

04. Semana del 24 al 30 de Noviembre

Me levanté el lunes pensando en el viaje de ese fin de semana con Raquel y Rocío. Íbamos a trabajar pero muy poco tiempo. Cuando llegué a la oficina me olvidé de todo eso y trabajé centrado en ayudar a Alberto pues en tres semanas abríamos una tercera tienda y Mike y Marga estaban esa semana de vacaciones. A las siete seguía yo trabajando cuando entró Ana en mi oficina.

– Hola guapa – dije

– Hola – dijo ella mientras echaba el pestillo - Me tienes abandonada. Desde el polvo que me echaste parece que pasas

– No es eso. Es que mi vida es muy compleja. No puedes esperar polvo todos los meses.

Ella sonrió según se acercaba y se sentó sobre a mi. Llevaba un pantalón como de ante rojo con unas botas marrones por fuera y un jersey de cuello alto y manga larga de color azul.

– Eres tonto – dijo – Si estas estresado aprovechate de mi. Ahora me conformo con sentirme deseada.

– No quiero aprovecharme de ti

– Quiero que te aproveches de mi y me trates como a tu juguete. No quiero que le cuentes esto a nadie pero entre tu y yo quiero ser manejada por ti.

– Así que quieres ser – y dejé la frase colgando

– Tu puta – dijo ella

Yo la besé y ella llevó sus manos a mi cuello. El besó duró mas de un minuto.

– Pues a mi la palabra puta no me gusta. Deja entrever que lo haces por dinero.

– Pues tu esclava

– Tampoco porque parece que solo harás lo que yo te diga

– Solo haré lo que tu me digas.

– Veamos si es verdad. Hoy no voy a follarte. ¿Que puedes hacer?

Ella sonrió y movió su culo acariciando mi polla. Se arrodilló y me desabrochó el pantalón para hacerme una maravillosa mamada. Desde luego fue relajante. Cuando se fue ella yo me dirigí al servicio. Tras asearme me fui a casa a cenar con Rocío y luego ver un poco la tele antes de hacerla el amor.

El martes era el cumpleaños de mi madre, Manuela, y aunque habíamos celebrado su cumpleaños el sábado anterior fuimos a su casa tras el trabajo para cenar con ellos. Tras una cena normal con ellos volvimos a casa donde llegamos bastante tarde y sin ganas de hacer el amor.

Miércoles y Jueves fueron días monótonos de mucho trabajo pero no especialmente intenso. Mucho email y llamada pero poca reunión y poca cosa verdaderamente urgente. Una parte de mi tiempo la dediqué a preparar el trabajo que tenía que hacer el sábado en Barcelona con Raquel. Cuanto antes lo termináramos mas tiempo podría pasar con mis niñas disfrutando de la ciudad y el sexo. Esas noche Rocío no me permitió que hiciera el amor y me prohibió que viera a ninguna de mis amiguitas. Según ella me quería caliente para el fin de semana.

El viernes trabajé todo el rato pendiente de mi viaje con Raquel y Rocío a Barcelona y a las tres salimos Raquel y yo hacia el aeropuerto donde nos esperaba Rocío. Lo cierto es que todo fue muy normal. Ellas dijeron que mandaban y yo me dejé llevar. Fuimos al aeropuerto, cogimos el puente aéreo y de ahí al hotel. Ahí nos dieron dos habitaciones, comunicadas por una puerta, y nos duchamos para salir a cenar. Durante la cena Rocío se comportaba como mi esposa y Raquel como una amiga. Y al llegar al hotel... al llegar al hotel Raquel a su habitación y Rocío y yo a la nuestra. Rocío se puso el pijama, entro en la cama y se abrazó a mi. No entendía nada. Pero ellas mandaban.

El sábado Raquel y yo fuimos a la reunión que teníamos por la mañana y acabamos hacia las dos del mediodía hora en la que quedamos en el hotel con Rocío. Cuando llegamos Rocío nos esperaba. Había estado de compras pero no había comprado mucho. Tras dejar nuestros papeles del trabajo, mi portátil y quitarnos la ropa de trabajo para ponernos algo mas cómodo, nos fuimos los tres a comer. La comida fue igual de buena que la cena del día anterior y por la tarde estuvimos de paseo por Barcelona. Una pareja con una amiga. Todo muy normal. A las ocho llegamos al hotel y ya pensaba que todo iba a seguir igual cuando tanto Rocío como Raquel entraron en la habitación de Rocío y mía.

– Te has portado muy bien – dijo Rocío

– Ahora empieza tu ración de sexo – dijo Raquel

Las dos se echaron a reír como locas. Nuestra habitación, una suite, tenía un sofá de tres piezas frente a una tele de plasma y ambas se sentaron en el dejando suficiente espacio entre ellas para mi. Ambas habían vestido informales esa tarde. Rocío iba espectacular. Informal pero espectacular. Unos vaqueros azules y una camisa blanca con un jersey gris de punto. Adornando su atuendo unas botas marrones de alto tacón y un cinturón del mismo color. Raquel iba igualmente guapa aunque algo menos espectacular. Una vez sin abrigo llevaba una camiseta de algodón, blanca, de manga tres cuartos y un pantalón vaquero del mismo color. Un cinturón marrón y unas sandalias doradas era todo lo que ella llevaba como complemento. Me senté entre las dos y ambas ponían sus manos en mi cuerpo y mi pierna. Ninguna se acercaba totalmente a mi. Simplemente me acariciaban. Rocío fue la primera en acariciar mi cara. Yo no estaba del todo incómodo pero aun no me acostumbraba a tener a ambas mujeres para mi. Ambas me tocaban cuando vi que se miraban a los ojos y se sonreían. No entendía bien que iba a pasar pero Rocío se quitó el jersey y siguieron acariciándome. Empezaba a ponerme algo nervioso con ambas mujeres junto a mi y sin que dieran el paso definitivo. Ambas me miraban, me sonreían y, con cierta distancia, seguían acariciando mi cuerpo. Volvieron a mirarse a los ojos y, casi sin que pudiera darme cuenta, se hicieron una señal y se quitaron la camisa. No me había fijado en toda la tarde pero no llevaban sujetador y ambos pares de tetas quedaron a mi vista. Lo tomé como un pistoletazo de salida y lleve mi boca a las tetas de mi esposa para poder saborearlas. Estuve un rato chupándolas alternativamente hasta que noté como los pechos de Raquel se apoyaban sobre mi nuca y me di la vuelta para dar a sus pechos la misma bienvenida que di a los de Rocío. Mientras mi boca se encargaba de chupar los pechos de Raquel, Rocío empezaba a masajear mi polla por encima de mis vaqueros.

– Tiene la polla a punto de estallar – dijo Rocío – Espero que nos aguante

Raquel sonrío mientras soltaba su primer gemido por la comida de tetas que la estaba dando. Tras un rato me recosté en el sofá y fueron ambas las que empezaron a jugar con mi polla. Rocío volvió a acercar sus tetas a mi cara mientras que Raquel se dedicaba a sacar mi polla del pantalón. Estaba un poco desesperado por la lentitud de Raquel quitándome el pantalón así que dejé por un momento las tetas de Rocío y ayudé a Raquel para bajarme rápidamente los vaqueros y el calzoncillo. Ya sin ropa en mi tren inferior ambas mujeres empezaron a acariciar mi polla aunque fue Raquel la primera que se agachó acercando su cara a ella. Al tiempo que su boca hacía un primer contacto con mi polla las tetas de Rocío volvían a la miá.

– Le encantan mis tetas – dijo Rocío

– Supongo que tanto como a nosotras su polla – dijo Raquel sonriendo un momento que separó su boca de mi pene

Intentaba concentrarme en la mamada que estaba dando a las tetas de Rocío pero la propia mamada que le estaba dando Raquel a mi polla lo complicaba bastante. Raquel se concentraba mucho en meter una buena parte de mi polla en su boca y de hacer ruido cada vez que la sacaba. Era un sonido verdaderamente excitante. Rocío se dio la vuelta y acarició el cabello de Raquel mientras me la mamaba.

– Así cariño – dijo Rocío – Ponle la polla bien dura para luego meterla en mi chochito.

Esa simple frase de mi esposa me puso la polla un poco mas dura de lo que ya estaba. Notar a mi amante y mejor amiga chupándome la polla para que este dura para mi mujer a la que estaba chupando las tetas era la leche. Mis manos hasta entonces habían estado un poco quietas pero terminé llevando cada teta a un culito. Mientras devoraba las tetas de Rocío y Raquel hacía lo propio con mi polla yo jugaba con el culo de ellas. No tardé mucho en dejar el culo de ambas y llevar mis manos a mi camisa para terminar de desnudarme. Rocío notó lo que hacía y se lanzó a ayudarme. En ese momento Raquel dejó de mamarme la polla y puso sus tetas en mi cara. Cuando Rocío terminó de desabrocharme la camisa se encontró con que mi boca ya estaba ocupada con las tetas de Raquel y empezó a mamarme la polla. No estuvo mas de dos minutos mamándomela a solas. Entonces Raquel se separó de mi y se arrodilló junto a Rocío.

– ¿La compartimos? - dijo Raquel

– No – dijo Rocío sonriente

– Por fi – dijo Raquel

– Vale – dijo Rocío ofreciéndosela

Ambas empezaron a turnarse en la mamada de mi polla aunque era la mano de Rocío la que iba moviendo la polla entre una boca y otra. Tras un rato empezaron a chupar su lado de la polla cada una de abajo a arriba y encontrando sus bocas en la punta de mi pene. Cuando sus labios se juntaban se daban un pequeño beso y volvían abajo a recorrer mi polla. Esto lo hicieron un par de veces hasta que volvieron a turnarse con mi polla aunque esta vez los turnos eran mas largos y la que mamaba en cada momento era la que tenía la mano sobre mi polla. Tras un rato de intercambio Rocío volvió a mamarme la polla mientra que Raquel se arrodilló en el sofá y empezó a desabrochar su cinturón. En ese momento yo volvía a tener una mano en casa culo. Raquel no tardó mucho en quitarse los pantalones y su tanguita. Una vez desnuda se subió al sofá y puso su coño justo a la altura de mi boca para que lo chupara a conciencia. Estuve un buen rato mamándoselo mientras Rocío hacía lo propio con mi polla. Los gemidos eran muy fuertes en ese momento y estoy seguro que en las habitaciones de al lado podía oírse todo con claridad. Por suerte una de las habitaciones de al lado era la de Raquel y la otra siempre nos había parecido vacía pues no habíamos oído ruido alguno en ella. Mientras yo seguía con mi trabajo en el coño de Raquel noté como Rocío abandonaba el suyo en mi polla. No podía verlo pero por el sonido supuse que estaba quitándose el pantalón. Tardó algo mas de lo ideal, probablemente porque antes tuvo que quitarse las botas, pero pronto estuvo desnuda como su amiga y volvió a mamarme la polla. Aunque por poco tiempo ya que rapidamente puso la entrada de su coño junto a mi polla. En ese momento tenía ambas mujeres encima. Una, Raquel, con su coño en mi boca y mirando hacia mi y la otra, Rocío, siendo penetrada por mi polla mirando hacia fuera. Notaba como estaban ellas espalda con espalda. Rocío hacía buena parte de la follada pero yo también movía mi cuerpo para acompañar esta. Igualmente la agarraba por la cintura para mantener el control de su cuerpo. Me costaba estar a dos cosas y follar a mi mujer era tan increíble que dejé de chupar bien el coño de Raquel y ella se bajó de su posición. Se puso al lado de mi esposa mientras la penetraba y empezaron a besarse en la boca a la vez que tocaba los senos de Rocío.

– Es maravilloso – dijo Rocío en un momento en que no se besaban

– Se nota en tu cara, amor – contestó Raquel

– Me voy a correr ya – dijo con pequeños gritos Rocío

Me gustó oír eso pues yo también estaba cerca de mi propia corrida. Los besos entre ellos eran cada vez mas intensos y notaba que Rocío no paraba de gemir a Raquel en la boca entre beso y beso. Decidí dar un poco mas de mi mismo y aceleré el ritmo haciendo que los gemidos de Rocío impidieran que se besaran y, en unos pocos segundos, explotamos en un orgasmo casi simultaneo espectacular. Ella se derrumbó sobre mi polla una vez acabó de gemir y, tras besar a Raquel con mucha lengua se echó hacia atrás, giró la cabeza y me beso. Nuestro beso duró un rato largo. Muy largo. Y fue un momento en el cual el mundo dejó de existir para mi. Puedo certificar que hasta me olvidé momentáneamente de Raquel. Desperté de mi sueño de amor, creo que despertamos, cuando oímos a Raquel gemir. Ambos dejamos de besarnos y la miramos. Estaba de piernas abiertas con un dedo en el coño dándose placer. Ambos sonreímos.

– Cuando os veo besaros como os acabáis de besar – dijo Raquel – Veo un amor que nunca jamás he visto a nadie. Me pongo hasta un poco celosa. Pero me alegro por vosotros

Rocío y yo nos miramos, nos sonreímos y nos dimos un pequeño pico.

– Venga – dijo Rocío – Que te toca

– ¿Sabes que? - dijo Raquel – Mejor paso

Rocío y yo la miramos extrañados.

– Me ha encantado ver como os amáis. Ya me correré con Carlos otro día. Hoy es vuestro. Yo estoy para apoyaros en vuestro amor pero no le quiero dentro. Le quería hasta que os vi besaros. Ahora quiero estar con vosotros.

Yo no entendía nada y por la cara que puso Rocío creo que ella tampoco. Raquel se levantó y nos llevó de la mano a la cama. Una vez allí, todos desnudos, se tumbó con nosotros en la cama y con una dulzura increíble nos guió a un nuevo polvo. A las once Raquel pidió comida al servicio de habitaciones. Cenamos hablando de nosotros y de nuestros amigos, de nuestra vida y de nuestro futuro. Rocío y Raquel se unieron mucho tras nuestro primer trío. Este comienzo de trío y final de dúo con ayuda en el amor, noté que las termino de unir.

El domingo nos levantamos exhaustos y tras el checkout nos fuimos al aeropuerto. Cogimos el avión a Madrid y una vez en nuestra ciudad nos fuimos a casa a descansar. Esa noche Rocío y yo no hicimos el amor.

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