miprimita.com

Mi historia (46: Octubre 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Octubre

Evité todo el día a Raquel de cara a no forzarla a decir nada con respecto a lo que nos quería contar. Incluso fui al restaurante yo solo, aunque ambos fuimos desde la oficina. Eligieron el mismo restaurante que el día de María pues tenía un reservado para tres personas que nos daba la intimidad necesaria. Una vez estuvimos los tres sentados Raquel se quedó mirándonos y empezó a llorar. Rocío acercó su silla y puso su brazo alrededor de ella. La camarera trajo los entrantes y no debió entender nada con Raquel llorando desconsoladamente y Rocío dándola ánimos. Yo solo miraba sin saber muy bien que hacer. Tras un rato pareció calmarse, Rocío volvió a su sitio y nos repartimos el entrante que eran berenjenas a la miel. Tras el primer mordisco por fin habló Raquel.

– Si tuvierais que decir cual es mi mayor defecto – dijo - ¿Cual diríais que es?

– ¿En serio quieres empezar esto con nosotros diciendo que es lo que menos nos gusta de ti? - dije

– Por favor – dijo ella

– Eres demasiado cabezota – dijo Rocío

Yo lo pensé un segundo

– Yo no diría cabezota. Es demasiado general. Yo diría que confundes generosidad con ayudar a todos con sus problemas y comerte los tuyos – dije – No eres capaz de permitir a los demás que te ayuden. Quizás en eso si eres cabezota.

– Exacto – dijo Raquel – Creo que ese es mi problema. Pero no sería importante si no me hubiera metido en problemas con dos de las personas que mas quiero. Tras mi hija, mi marido y mi familia las tres personas a las que más quiero sois vosotros dos y María. Y por mi tozudez me he creado problemas con vosotros.

Tras decir esto bebió un poco del agua mineral de su copa

– Hace más de un año que tengo un problema. Me lo he comido, como dice Carlos, yo sólita. Y no puedo más. No quiero anunciarlo en la tele pero no puedo seguir sin contárselo a la gente que quiero. Y los primeros vais a ser vosotros. Porque a los demás no les he hecho el daño que os he hecho a vosotros – Raquel volvía a hablar cercana al llanto – Mi episodio de celos de Ana, el de celos de María, todo... todo es porque tengo mi mente en otra cosa y no razono bien. Estoy cansada, llevo un año en que, en los buenos días, duermo seis horas. Ahora alejada de vosotros he podido reflexionar y me he dado cuenta del daño que os he hecho. Lo siento.

Y volvió a llorar con fuerza. Y Rocío volvió a juntarse a ella y a acariciarla. Cuando se calmó iba a volver a hablar pero la camarera nos trajo la comida. Raquel esperó a que se fuera, miró su pescado, comió un poco y luego bebió de su agua. Nosotros la mirábamos expectantes.

– Mi madre se muere – dijo antes de echarse a llorar con fuerza.

Rocío volvió a acercarse y a abrazarla. Yo me quedé petrificado. Sabía que la madre de Raquel y ella siempre habían sido casi más amigas que madre e hija. Pensé que quizás fui demasiado duro con ella hacía un mes y pico, cuando me enfadé con ella. Recordé que la eché de mi casa. Me sentí mal. En cuanto reaccioné me acerqué a ella lentamente y la abracé.

– ¿Porque no nos dijiste nada? - dijo Rocío

– Ya lo ha dicho Carlos – dijo Raquel – Yo siempre creo que puedo con todo, que soy una heroína. Lo que soy es estúpida. Una cosa es ir contándolo por ahí y otra es no confiar en vosotros y los que me rodean y quieren.

– Siento haberte echado el otro día de casa – dije – Quizás hubiera podido hacer que nos lo contaras.

– No hubieras podido. Gracias a que me echaste he podido sacar la fuerza de voluntad para contarlo.

Rocío lloraba por su amiga.

– Cariño lo siento – dijo Rocío – Mucho

– Lo se - dijo Raquel – El sábado haré una comida en casa y se lo contaré a todos.

– Estaremos ahí para apoyarte – dije

La siguiente media hora Raquel nos contó como a su madre, en Diciembre de 2003, la detectaron un cáncer de colon. Como muchos días ha estado yendo al hospital tras trabajar, pasando allí noches de fin de semana. Como su madre parecía recuperarse y como últimamente había recaído y ya había metástasis. Los médicos aseguraban que a fin de año no llegaba. Nos contó como los dos peores momentos, la primera operación y el descubrimiento de la metástasis, coincidieron con sus dos "escenas". Los celos de Ana que acabaron con ella embarazada y los celos de María que crearon nuestro enfado. Rocío y yo apenas hablábamos y teníamos los ojos llorosos como los de Raquel. Fue muy duro. Al salir del restaurante obligué a Raquel a irse a casa y descansar. Yo si volví a la oficina pero pronto me fui a casa pues no estaba en lo que había que estar. Mejor que me fuera a casa, cargara las pilas y al día siguiente rindiera. Cuando llegó Rocío nos abrazamos. Estaba muy afectada. Yo también. Esa noche cenamos casi sin hablar, vimos una peli casi sin hablar y nos abrazamos para dormir sin intercambiar palabra. Meditando.

El martes por la mañana fui con Rocío a la prueba para la curva del azúcar. A las once ya estaba en el despacho. Trabajaba normalmente cuando entró María, hacia la una y media, y cerró mi puerta con pestillo. Se acercó a mi, se sentó en mi regazo y se lanzó a besarme. Yo giré la cara. Ella me miró extrañada.

– ¿Ya no me quieres? - dijo mientras una lágrima caía por su mejilla.

– Te quiero con locura – dije

– ¿Entonces?

– Yo hacía el amor contigo teniendo el permiso de mi esposa. Sin su permiso solo podemos ser los mejores amigos del mundo. Vamos a arreglar lo nuestro, como personas mayores, y luego ya podremos disfrutar.

– Entiendo – dijo – Yo he estado pensado en ti y en Rocío. Ya no puedo mas. Quiero arreglarlo.

– A comer el jueves, mañana Rocío no puede y hoy es muy precipitado.

Pasamos un rato hablando y en cuanto se fue llamé a Rocío para contárselo. Esta se puso muy contenta. Esa noche salimos a cenar juntos.

El miércoles a la hora de la comida Ana me invitó a su casa. Eso solo podía significar una cosa. Fuimos en su coche y, en poco más de veinte minutos, ya estábamos besándonos en el sofá de su salón. Ana llevaba un polo amarillo con muchísimo escote, puesto que tenía mas botones de lo habitual en un polo, y unos vaqueros blancos. Sobre los vaqueros blancos unas botas planas, negras mosqueteras que llegaban hasta las rodillas. Me hizo quitarme los zapatos tras un rato besándonos y me tumbó en el sofá. Allí empezó a jugar con mi abdomen sobre la camisa que llevaba ese día y poco a poco la fue desabrochando. Tras desabrochar cada botón ella jugaba un poco en mi torso. Y todo mirándome con una sonrisa en la boca. Yo tenía mi mano izquierda bajo mi nuca y la derecha acariciando su pierna. Una vez me quitó del todo la camiseta estuvo acariciándome un rato el pecho y luego, lentamente, se dejó caer sobre mi quedando a medio tumbar. Yo acariciaba ya su cuerpo con ambas manos y ella me decía cosas al oído, mientras pegaba sus tetas a mi cuerpo.

– Tenía ganas de traerte a casa y follarte en el sofá – dijo – Esta noche con Rubén, cuando veamos la tele o una peli. Pensaré en este polvo. No se si te has dado cuenta pero esta semana ya he estado siempre con botas. Y hasta que no vuelva el calor así me veras. Vestida como a ti te gusta.

Yo besé sus senos por entre el escote con tanta fiereza como pude y ella dejó de contarme cosas para emitir un primer gemido. Tras este se separó de mi oreja y llevó su boca a la mía donde nos unimos en un beso con mucha pasión. Mis manos entretanto jugaban con sus tetas y su culo perfectamente resguardado en los vaqueros. Moví los hombros de su polo sobre estos y así liberé sus pechos. Estando ya solo con ropa interior retiré su sujetador y llevé mi boca a sus pezones. En el instante en que mi boca tocó su pezón derecho su mano fue a mi cuello y empezó a acariciarme cuello y cabello. Me levanté y me salí del sofá arrodillándome junto a ella que seguía sentado en este para poder besar sus senos con mayor facilidad. Dedicaba casi todo el tiempo a besar los senos pero a veces subía mi boca para besarla a ella en los labios. Sus gemidos eran cada vez mas grandes y notaba sus pezones ya muy duros. En esta situación cada vez dedicaba menos tiempo a sus pezones y más a su boca. Hice que se incorporara un poco y la quité del todo el polo que estaba arrugado en su cintura. Ya sin el polo volví a besarla mientras ella llevaba su mano a su entrepierna y desabrochaba el primero de los botones de su pantalón. A partir de ahí ya seguí yo y, antes de bajar la cremallera del vaquero, acaricie sus botas de la rodilla hasta el pie antes de agarrar estas por ahí y tirar de ellas hacia afuera. Ya con las preciosas botas tiradas por el suelo del salón volví a la cremallera y la bajé para inmediatamente tirar de los costados del pantalón hasta dejarla solo con una braguita negra y rosa. Yo subí hasta su boca para besarla y ella agarró mi cabeza con la mano izquierda mientras con la derecha se tocaba sobre la braguita. No podía mas y esta hiperexcitado. Con el embarazo de Rocío no lo hacíamos tanto como antes y tenía ganas de follar. Sabía que en el manual del buen amante ahora tocaba jugar con su coñito, besarlo y masturbarla un poco con los dedos. Pero hoy tocaba usar el manual del amante egoísta. O eso o me corría en los pantalones. Mientras movía un poco la tela de su braguita arriba y abajo como si fuera una masturbación mi otra mano iba desabrochando mi vaquero. Cuando ya estuve desabrochado me levanté y me bajé el pantalón y calzoncillos quitándomelos inmediatamente. Ella hizo intención de ir a hacerme una mamada pero yo no la dejé y la tumbé sobre el sofá. Hice que pusiera ambas piernas al aire y bien abiertas y de un solo movimiento se la clave. Ya con la polla dentro empecé un rápido movimiento mete saca que empezó a sacar gemidos de ella.

– Hoy vienes con fuerza – dijo

– Hoy vengo muy caliente – dije – Si te hubiera dejado mamármela me hubiera corrido en tu cara a la segunda chupada. No se si voy a poder darte placer. Llevo un minuto en ti y medio minuto ha sido intentando retrasar la eyaculación.

– Con que aguantes medio minuto más me vale – dijo – No siempre puedes ser el supermacho.

Puse todo de mi parte por aguantar todo lo posible y creo que al final conseguí que fuera cerca de un minuto. Pero mucho antes de lo recomendable acabé corriéndome en ella. Ana no se corrió.

– Para no haberme corrido no ha estado mal – dijo Ana sonriente

Me estuvo mirando un rato con una sonrisa. Yo me salí de ella y la sonrisa no se borraba de su cara. Cuando ya estaba totalmente fuera de ella llevó su mano a su entrepierna y metió un par de dedos en su coñito. Saco una buena cantidad de mi semen y se la llevo a la boca. Puso cara de golosa y luego volvió a sonreírme.

– Lo siento – dije

– No te preocupes – dijo – Ha sido mejor que si te hubiera hecho una mamada.

Ella se fue a la cocina, desnuda, a hacer algo de comida mientras yo me duchaba. Cuando volví ya vestido me dejó terminando la comida y fue ella a ducharse. Durante la comida yo seguía agobiado.

– No te preocupes tonto – dijo – Con Rubén son aun peores. Se corre en tres minutos pero sin los diez minutos de comida de tetas que me has dado. ¿O es que crees que eso no lo agradezco? Eres mi amante perfecto.

– Si fuera perfecto haría que te corrieras siempre

– Eso es imposible – dijo – Con que siempre lo busques me vale. Si hasta pareces enfadado por no conseguirlo.

Comimos en la mesa de la cocina del mismo plato. Yo en la silla y ella en mis rodillas sentada. Cada poco tiempo nos besábamos. De verdad no parecía enfadada. Me alegraba pues no quería perderla como amante. Era muy fogosa y diferente a las demás. Cuando terminamos de comer volvimos a la oficina y yo me encerré a terminar unas cosas. Esa noche Rocío y yo ya pasamos una noche normalita.

Volvía el jueves al restaurante en el que ya había estado una vez con María y otra con Raquel en las últimas dos semanas. Pero es que los reservados para tres o cuatro personas no abundan y que estén cerca de la oficina de Rocío menos. María y yo ya compartimos taxi tras la mañana de trabajo. Al llegar Rocío ya nos esperaba y al verse se fueron a dar un abrazo y un beso. Cuando ambas se sentaron las lagrimas resbalaban por sus mejillas.

– No lloréis tontas – dije – Que estamos aquí por una buena causa

Ambas sonrieron

– Lo primero – dijo Rocío – Es pedirte una vez más perdón.

– Gracias – dijo María – Pero lo cierto es que tras casi cuatro semanas enfadada con vosotros me he dado cuenta que no debía ser fácil. Cuando tu permitiste a tu marido que lo hiciera conmigo aun no éramos amigas y luego casi sin darnos cuenta hemos pasado a ser íntimas. Tu y Raquel sois mis mejores amigas, lo sabes.

– Lo sé - dijo Rocío - Y tu sabes que Laura, Raquel y tu sois mis mejores amigas. Y me dolió que pensaras que te tratábamos como a un juguete. Aunque, la verdad, lo entendí. Vale que fuera todo muy rápido pero debimos contártelo.

– Fue todo tan rápido que probablemente no existiera un buen momento. O un mejor momento. Hubiera agradecido saberlo antes pero ahora ya no lo veo como tan grave. Me arrepiento de haber perdido cuatro semanas sin estar a vuestro lado, sin disfrutar de vosotros. Uno de los peores días de mi vida fue el cumpleaños de mi marido justo cuando me había enfadado con vosotros. Os miraba y …

María se echo a llorar. Yo me levanté y la acaricié.

– Yo aun no he dicho nada – dije – Pero quiero que sepas que estoy tan arrepentido como Rocío.

– Lo se cariño – dijo María

Se creo una pausa un poco tensa y entró la camarera a tomar nota.

– Ese día os miraba y tenía sentimientos encontrados – dijo María una vez se fue la camarera – Os odiaba. Y a la vez quería coger a Rocío e irme con ella a un lugar aparte para preguntarla por su embarazo. O que ella hablara mas con Elena. Vi que casi no os acercasteis a las niñas. Solo cuando ellas se acercaban hablabais con ellas. Se que lo hicisteis por respeto a mi pero casi me sentí mal por privar a mis hijas de un rato con sus adultos preferidos.

– Para nosotros también fue un día duro – dije

– Porque para mis hijas sois como unos tíos – dijo María – ¿Creéis que podemos volver a estar igual que antes de la bronca?

– ¿Que bronca? - dije yo

Las dos rieron y el tema se desvió hacia el embarazo de Rocío, hacia como habían pasado las niñas estas casi cuatro semanas, a una charla de amigos. De amigos íntimos que se quieren. Tras trabajar por la tarde normalmente Rocío y yo esa noche cenamos a toda prisa y nos fuimos a la cama donde hicimos el amor durante, al menos, hora y media.

El viernes estuvimos todo el día reunidos. La reunión mensual para estudiar los números de Septiembre, que fueron buenos, acabó casi siendo una reunión de las que hacíamos a principios del año. Vimos como iban las dos últimas aperturas del año, que serían ese Octubre y empezamos a pensar que hacer con el dinero que se acumulaba en la cuenta corriente. En ese momento teníamos ya más de once millones de euros y no queríamos repartir entre los socios. Queríamos invertirlos en crecer. Todos teníamos ideas y las discutíamos con pasión. No se tomarían decisiones pero si nos haría pensar. Estábamos tan lanzados que llegó la hora de comer y fuimos todos a comer juntos. Tras la comida me fui con Rocío y la conté todo. Estaba emocionado. Esa noche nos fuimos pronto a la cama e hicimos el amor antes de dormir.

El sábado nos levantamos pronto y nos fuimos a casa de Raquel pues ese día iba a dar a todos nuestros amigos la noticia de la enfermedad de su madre. Sabíamos que la iba a costar y queríamos estar con ella. Desde las diez hasta la una estuvimos con ella, su marido y su hija esperando la llegada de los demás. A la una llegó María y media hora después ya estaban Mike, Marga, el hijo de ambos, Alberto y Celia. Ellos no tenían claro porque nos había citado Raquel y antes de comer, tomando unas cervezas se lo quiso contar. Rocío, a su lado, no soltaba su mano. Al otro lado, su marido agarraba su otra mano.

– ¿Me habéis visto algo rara en el último año – dijo Raquel

– Yo si te he visto rara – dijo Mike – A veces pareces como ida

– Yo te vi rara en el AVE de ida y vuelta a Sevilla – dijo Marga – Sobre todo con Rocío. Pero ahora te está dando la mano y no se que pasa

– Yo te he notado cansada – dijo Alberto – Pero eso a todos nos pasa a veces, no le he dado mayor importancia

– Yo te lo dije el otro día – dijo María – Pero lo achacaba al embarazo.

Raquel lloró silenciosamente mientras una lágrima caía por su mejilla.

– Siento como he estado. Estoy cansada e ida. Y si, estaba enfadada con Rocío por una tontería. Pero es que llevo un año con los nervios a flor de piel. Sabéis que no me gusta airear mis problemas aunque luego, hipócritamente, soy la primera que quiero meter baza en vuestras vidas.

Hizo una pequeña pausa para llorar en el hombro de Rocío. Tras unos segundos se calmó un poco.

– Mi madre se muere – dijo

La cara de todos cambio. María saltó como un resorte y se abrazó a ella. Rocío se apartó para dejarlas un poco de espacio. María decía cosas al oído de Raquel y la daba besos en la mejilla. Mientras el resto parecían esperar a que la soltara. Una vez María se apartó fue Mike a abrazarla. Luego fueron todos los demás. Mientras iban abrazando a Raquel Rocío intentaba consolar a María que estaba llorando. María era tan emocional. Una vez pasaron los abrazos Raquel ya mas calmada contó los detalles. Tras estar todo hablado pasamos a comer y con el paso del tiempo todo se fue normalizando y acabó siendo una comida normal. Todos se fueron yendo y acabamos otra vez solos con Raquel.

– ¿Que tal? - pregunté una vez se fue María y las niñas dejándonos solos

– La verdad es que ahora que me lo he quitado de encima mejor.

Con eso nos despedimos de Raquel y José Carlos. La pequeña Susana se había quedado dormida en un sofá y la dejamos dormir. Al llegar Rocío y yo a casa nos fuimos a dormir. Había sido un día intenso.

El domingo vino Diana a comer y estuvimos todo el día tranquilos. Con Diana siempre lo pasaba bien y me encantaba oírla decir que su relación con Pablo iba viento en popa. Este era uno de mis mejores amigos y me alegraba que estuvieran bien. Yo intentaba picarles con la boda pero no parecía tener mucha suerte.

02. Semana del 11 al 17 de Octubre

El lunes trabajaba en la oficina como hacía casi un mes que no lo hacía. Con el asunto de María y Raquel resuelto y la catarsis colectiva de ese fin de semana en torno a Raquel me encontraba desmadrado. Me reuní con todos pero con quien mas estuve fue con María y Raquel pues tras mucho tiempo sin reunirme es con quien mas tenía que hablar. Comí con Marga y Alberto y la tarde la pasé en el despacho de Mike revisando asuntos pendientes. Llegué a casa a las ocho y Rocío me esperaba vestida de calle.

– Vamos a cenar con Antonio y Laura – dijo Rocío

– Vale, ¿por alguna razón?

– Si. Ya lo sabrás.

Al llegar al restaurante nos esperaban Antonio y Laura. Rocío se acercó a toda prisa a Antonio.

– ¡Hola Jefe! - dijo Rocío justo antes de abrazarle

Yo besé a Laura mientras Rocío abrazaba a Antonio.

– ¿Se puede saber que pasa? - dije

– Mi marido es el nuevo jefe de tu mujer – dijo Laura – Es el nuevo director de la central.

Abrí los ojos como platos y casi aparté a Rocío a la fuerza de Antonio para abrazarle.

– Me alegro mucho tío – dije - ¿Te lo esperabas?

– Ya te dije que me iban a mover – dijo – Pero esperaba ir a una de las grandes oficinas. No a central. Me ha pillado de sorpresa.

– En esto si que es el más joven – dijo Rocío – Como por diez o quince años. Es un puesto para una persona de 45 años.

– Estoy flipando – dijo Antonio – La verdad.

– Y yo en una nube – dijo Laura

– Me han preguntado que hacer contigo – dijo Antonio dirigiéndose a Rocío – No sabían si darte una sucursal o que hacer. Yo les he pedido que te quedes conmigo. Espero que no te importe perder la oportunidad de ser directora de oficina pero te quiero a mi lado como mi mano derecha.

– Claro que no me importa – dijo Rocío – Yo encantada.

– Y te subirán el sueldo – dijo Antonio – A sueldo de directora de oficina. El puesto no existe pero para mi serás la team leader de team leaders. Mi subdirectora.

– Lo que tu quieras – dijo Rocío

Pronto estuvo Antonio contando como había sido todo ese día. Entre el y yo nos bebimos una botella de vino pues nuestras mujeres embarazadas no podían, o no debían, beber. Fue una noche sensacional. Para mi Antonio de verdad era lo mas parecido a un hermano y me alegraba por el una verdadera barbaridad. Y que pensara en mi esposa como mano derecha me alegró aun más. Tras cenar estuvimos un buen rato de charla. Era ya tarde pero, como el martes era el día de la hispanidad, no teníamos que madrugar. A eso de la una nos echaron del restaurante y nos fuimos tras dejar una buena propina. Por las molestias. Cuando Rocío y yo llegamos a casa nos fuimos a dormir con ella abrazada a mi.

El martes era el día de la hispanidad y Rocío y yo lo teníamos para nosotros solos. Estuve todo el día dándole vueltas al tema de meter a María, Marga y Alberto como socios. Lo estuve pensando toda la mañana con Rocío, luego lo hablé con ella en la comida y por la tarde volví a pensar en ello. Y dos veces llamé a Mariano, que ahora era como mi padre, para pedirle su opinión. Al final me decidí. No podía no incluirles en la empresa. Los quería con nosotros toda la vida.

El miércoles trabajé todo el día con Marga, Alberto y Esther en la apertura de la cuarta tienda de zapatos. Cuando volví a la oficina eran las siete y debía mirar mi correo. Me senté en mi despacho y nada mas hacerlo entró Raquel y cerró la puerta de mi despacho. Tras echar el pestillo se sentó enfrente mía.

– Me alegro tanto de haber soltado todo – dijo – Quiero darte las gracias. Siempre has estado ahí para mi e incluso cuando me echaste lo hiciste por mi. Te quiero.

Yo estaba algo excitado y miraba los muslos que su falda, algo corta para un vestido de embarazada, mostraba.

– Yo también te quiero – dije – Y mi mujer quizás incluso mas que yo. No sabes lo mal que lo pasó la pasada semana. Tienes que confiar más en nosotros para esas cosas. Somos familia. Entendemos que pongas a tu familia y a José Carlos por encima nuestra pero por favor, considéranos cercanos a ellos. Queremos estar contigo para lo bueno. Pero también para lo malo.

Una lágrima cayo por la mejilla de Raquel.

– Lo peor de todo – dijo Raquel – Es que a vosotros dos y María os quiero tanto como a mi familia.

Yo me acerqué a ella y la di un beso en la frente. Tras ello volví a mi mesa y hablamos un poco de la empresa. Poco a poco el tema fue cambiando al embarazo.

– En este embarazo estoy más caliente que en el anterior. Y voy yo y me enfado mas de un mes contigo. Muy lista no soy – dijo mientras empezaba a tocarse por encima de su falda en la zona de su entrepierna.

Raquel se levantó frente a mi mesa y mirándome a los ojos se bajó primero la falda y luego la braguita para acabar mostrándome su coñito. De pie, frente a mi mesa empezó a acariciar su coñito y a jugar con un dedo a lo largo de sus labios vaginales y su clítoris. Llevaba su mano a la boca y de ahí al coño de nuevo. Tras un rato se sentó en una silla y abrió las piernas para que yo viera bien como jugaba con sus labios vaginales. Tras un rato mirando desde mi silla del despacho me acerqué a ella y rodeé la mesa para ponerme de rodillas junto a ella y jugar con mis dedos en sus labios vaginales. Ella empezó a gemir cuando empecé a penetrarla con un par de dedos como si fuera mi polla. Se excitó rápidamente y se volvía loca con ello. De verdad estaba excitada pues apenas estaba masturbándola. Tras un rato así ella se incorporó un poco y me bajó pantalones y calzoncillos para chuparme la polla con dulzura. Estuvo un rato mamando, tanto metiéndosela todo en el interior de su boca como lamiéndola como si fuera una piruleta. Lo hacía con tanta maestría que yo no paraba de gemir. La cogí en brazos y la subí a mi mesa donde la puse de rodillas. Yo de pie junto a ella pasé a besarla mientras con mi mano penetraba su coñito y la ponía muy cachonda. Lo notaba en el beso que era cada vez mas caliente.

– Necesito que me folles – dijo

Yo la tumbé con suavidad sobre mi mesa dejando su coñito junto al borde de esta y, aun de pie, llevé mi polla a su coño para empezar a penetrarla. Cuando mi polla estuvo hasta el fondo por primera vez ella gimió con un grito enorme.

– Te quiero papi – dijo sonriéndome – Esto es tuyo por una chiquillada mía pero en el fondo me alegro de traer un bebé al mundo que sea fruto de nuestro amor. Te quiero tanto y te necesitaba tanto dentro.

Yo no podía hablar. Estaba concentrado en aumentar su placer con mi follada. Debía estar consiguiéndolo pues ella gemía mucho. Quería tras estos meses disfrutarla pero también que ella disfrutara conmigo. Intentando no hacer mucha presión sobre la barriguita me eché sobre ella y la besé durante unos segundos. Pero siempre sin dejar de penetrarla.

– Te quiero amor – dijo Raquel

– Y yo a ti – dije

Seguí un buen rato mas penetrándola hasta que ella se corrió con locura. Masajeando su coño mi polla y haciendo que yo me corriera en su interior. Sin sacarla de su interior la hice ponerse de pie y nos besamos. Tras el beso se puso la falda sin el tanga y se fue a asear. Al llegar a la puerta se dio la vuelta.

– Echaba esto mucho de menos – dijo

– Yo también – dije

Yo terminé de mandar un mail y me fui a casa tras asearme un poco. Ya en casa salí cene una ensalada que había preparado Rocío y tras ver un poco la tele nos fuimos a la cama.

A la hora de comer el jueves quedé con Mike y Raquel pues quería hablar un asunto de socios. Estaban algo inquietos pues era raro que dejara claro que solo podían venir ellos. Muchas veces cuando hablaba de socios invitaba a Alberto, María y Marga. Esta vez fui muy claro y dije que no podían venir. Tras un rato de charla sobre un asunto que preocupaba a Mike fui al grano.

– Os he pedido venir y que no vinieran los demás porque es algo que afecta a ellos. Cuando cree esta empresa puse dinero para daros a vosotros un porcentaje de la empresa a cambio de que me pagarais ese dinero en el futuro. Nunca os llegué a pedir el dinero y al final os lo regalé

– ¿Te arrepientes? - dijo Mike sonriendo

– Ni un segundo – dije – Pero si bien vosotros sois fundamentales en esta empresa creo que hay tres personas que para mi son también muy importantes. Marga, Alberto y María.

– En eso estamos todos de acuerdo – dijo Raquel – Me estas poniendo nerviosa. Por que no vas al grano.

– Los quiero con nosotros de por vida – dije

– Y yo – dijo Raquel – Ve al grano

– Déjame que es algo con lo que llevó semanas comiéndome la cabeza – dije sonriéndola para bajar un poco la dureza de la palabras – Marga está cautiva al estar casada con Mike, no creo que nos abandonara. María nos era fiel cuando era una mera secretaria cobrando mil setecientos euros. Ahora que confiamos mas en ella y la pagamos mas de cuatro mil euros dudo que se vaya a ir. Y Alberto se que está cómodo y nos aprecia. Básicamente lo que quiero decir es que no es lógico pensar que ellos se vayan a ir.

– No se van a ir porque se sienten socios nuestros – dijo Raquel – Su dedicación es similar a la nuestra. No te comas la cabeza.

– Me la como – dije – Porque no es justo que se sientan como socios, dediquen a la empresa lo mismo que nosotros y luego no sean socios. Quiero que sean socios.

– Me parece bien – dijo Raquel – ¿Hacemos ampliación de capital?

– No – dije – A vosotros os regale una parte de la empresa a ellos les voy a regalar otra parte. Aunque claro, la de ellos va a ser infinitamente menor que la vuestra. Estaba pensando en dar un seis por ciento de la empresa en total. Un dos por ciento a cada uno.

– Me parece bien – dijo Raquel

– Me parece mal – dijo Mike

– Ya empezamos – dije – A ver por donde sales ya que se que no te importa que sean socios.

– No me importa que sean socios – dijo Mike – Pero mi esposa va a ser una de las beneficiadas y con ese reparto entre ella y yo controlamos un 14,5% y Raquel solo un 12,5%. Raquel y yo tenemos que ser siempre iguales.

– Y yo tendré un 69% y no valdrá en realidad de mucho vuestro porcentaje.

– Estoy con Carlos – dijo Raquel – Además lo que ganas ahora puede ser un inconveniente si te divorcias

– La otra optimista – dije – Mira me da igual. Quiero que entren en el accionariado. Lo habláis y me mandáis un email. Creo que esto es para que lo discutáis los dos.

El resto de la comida fue muy agradable con todo el mundo de buen humor. A pesar de la estúpida pelea por ver quien era mas generoso con el otro, pues al fin y al cabo es lo que hacían, les había gustado la idea. Y a mi que les gustara. Por la tarde ayudé con la apertura de la nueva tienda de zapatos y, algo tarde, me fui a casa. A descansar.

Lo mejor en mucho tiempo fue la apertura de la cuarta tienda de zapatos. Tras todo el día trabajando ver a mi mujer con María y Raquel sin asperezas, tratándose con ternura, dando la mano a Elena mientras veían zapatos, era una pasada. Laura esa tarde no vino pues estaba de siete meses y medio e iban a tener un fin de semana muy ocupado. Preferían descansar el viernes. Marga y Celia parecían perfectamente integradas en el grupo y María, Raquel y Rocío, no las dejaban de lado. A pesar de que estuvieran seguro locas por pasar tiempo juntas. Tras las compras fuimos a cenar y luego a casa a descansar.

El fin de semana no hicimos nada muy especial. El sábado comimos en casa de Jorge, el hermano de Rocío para ver al sobrino y al hermano. El domingo comimos con María y las niñas. Ambos días estuvimos pronto en casa para cargar las pilas y descansar.

03. Semana del 18 al 24 de Octubre

A finales de mes abríamos la sexta tienda de ropa. Esta tenía la característica especial de ser nuestra primera tienda en Barcelona. Con no cierta resistencia de Marga decidimos esa primera semana ir Alberto y yo un par de días a Barcelona y que ella pasara la noche con su hijo. El lunes a primera hora Alberto y yo junto con las directoras de nuestra división de moda, Marisa y Gloria, nos fuimos a Barcelona. Nada mas llegar pasamos por nuestra oficina y dejamos la maleta para, acompañados por un trabajador de Barcelona, ir a ver la nueva tienda. El personal lo habían elegido entre María, que hizo la primera criba basada en los curriculums, y Jordi, el director de nuestra oficina de Barcelona, que hizo las entrevistas. Trabajamos hasta las diez cuando hicimos el checkin en el hotel. Media hora después estábamos cenando en el restaurante de este acompañados por mi amigo Pablo. A las once y media Alberto y yo cerrábamos algunos aspectos en su habitación y a las doce ya dormía yo plácidamente.

Curramos el martes Alberto y yo hasta las cinco en la oficina de Barcelona cuando nos volvimos a Madrid. Marisa y Gloria se quedarían una noche mas en Barcelona. Llegué a casa casi a las ocho de la tarde y en mi salón estaban María y Rocío. Reían mucho. Saludé a ambas y me senté en un sillón.

– ¿Que haces que no estas con tus hijas?

– La pervertida de tu mujer me ha estado contando que toda nuestra pelea partió de que ella quería hacer un trío conmigo. ¿Tu estabas de acuerdo?

– Yo soy otro pervertido – dije sonriendo – No me iba a negar. Pero dije que era mas fácil alcanzar la paz mundial.

María se quedó pensativa.

– Hoy no he leído la prensa. No se como está oriente medio. Pero tu mujer, no se muy bien como, me ha convencido para que lo intentemos. Creo que influyó que me contara que lo habéis hecho con Raquel.

Mi cara debía ser un poema.

– Pero tengo normas – dijo María – Si me pongo nerviosa y digo basta es que basta. Se acaba y punto. Lo dejamos y tan amigos.

– De acuerdo – dije

Todos nos quedamos un poco parados sin saber muy bien como continuar. La más nerviosa, lógicamente, María.

– Vamos a la cama – dije

Ambas se dirigieron allí delante mía. Rocío, mas alta que María, ya mostraba claramente su embarazo pero aun así llevaba una falda muy interesante. María estaba radiante pero tan guapa como siempre. Con esa belleza, no despampanante ni mucho menos, que se ve incrementada por su candidez. Su inocencia. Ese día vestía un traje de chaqueta y pantalón que dejaban entrever unos zapatos de pequeño tacón. Iban de la mano. Rocío tumbó a María en la cama.

– Quiero hacer esto – dijo María mirando a Rocío que estaba sobre ella – Creo. Pero... estoy muy nerviosa. ¿Prometes ir despacio?

– Claro cariño – dijo – A la velocidad que tu quieras.

Rocío acarició el pelo rubio de María con suavidad.

– No te preocupes – dijo Rocío – Lo mas raro será nuestro primer beso

Y mientras decía esto se iba desnudando lentamente quedando en ropa interior. Una braguita y un sujetador negros. Este ocultaba sus ya algo crecidos pechos. María la miraba con ambas manos a los lados de su cuerpo, sobre la cama, sin saber que hacer.

– Relájate – dijo Rocío – Ahora voy a besarte. ¿Me dejas que te bese?

María no dijo nada. Cogió aire de manera muy ruidosa y sin apartar los ojos de Rocío afirmó con la cabeza. Sus manos seguían en su costado pero ahora una de ellas acariciaba el exterior de su propio muslo. Parecía estar excitándose un poco. Rocío se agachó un poco sobre la cama y la hizo incorporarse poco a poco hasta estar sentada en la cama. Yo a todo esto observaba la acción, sin decir palabra, desde el marco de la puerta.

– Bésame – dijo Rocío con los labios a poco menos de diez centímetros de la boca de María.

A esta se la notaba nerviosa pero poco a poco fue acercando su boca. Una de sus manos se apoyaba en la cama mientras la otra se fue acercando poco a poco al cuerpo de Rocío. A esa parte del costado que esta solo unos centímetros por debajo de los senos. Rocío metió una de sus piernas entre las de María y se besaron. Con mucha delicadeza al principio. Un pico casi. Ese pico se convirtió en otro y para el cuarto o quinto ya dejaban las bocas manteniendo un rato el contacto y las abrían. La primera lengua en salir fue la de Rocío que acarició los labios de María y pronto se encontró con la lengua de esta que devolvía la visita. María acariciaba el costado de Rocío de justo debajo de los pechos hasta la parte superior del muslo. Mientras Rocío despojó a María de la chaqueta de su traje y de la blusa blanca que llevaba debajo de este. Delante de mis ojos tenía a María en pantalón y sujetador rosa y mi esposa en ropa interior negra. Ambas con zapatos de tacón aunque no muy altos. Rocío ya no usaba tacones de mas de tres centímetros y María nunca había sido de grandes alturas para los días de diario. Rocío tumbó a María de nuevo sobre la cama y la desabrochó el pantalón pasando inmediatamente a quitárselo. Así descubrí un tanga pequeño, si bien no minúsculo, que iba a juego con el sujetador. Una vez ambas estuvieron en ropa interior Rocío llevó a María hacia el centro de la cama y se subió en esta. María estaba medio sentada apoyada en ambas manos detrás suya. Mientras Rocío, de rodillas, acariciaba el cuello de María y la daba un beso en la boca. Tras el primer beso en el centro de la cama, cuando Rocío se acercó a por más, pude observar como María la esperaba con la lengua ya fuera. Rocío no sacó su lengua, simplemente abrió su boca y la acogió con calidez.

– Dame tu lengua – dijo Rocío

María sonrió y sacó la lengua del todo. Rocío en ese momento se acercó y la empezó a dar pequeños mordiscos y a jugar con ella. Rocío se sentó junto a ella para estar más cómoda pues la posición de rodillas embarazada no era una de sus preferidas. Ya en esa posición volvieron a besarse mientras acariciaban sus cuerpos.

– Pues esto no está tan mal – dijo María

Una vez dijo eso Rocío se bajó un poco el sujetador liberando ambos senos. Acercó a María a ella y llevó su boca a sus pezones. María los miró durante un rato para después acercarse a ellos y besarlos. A mi me costaba creer lo poco que estaba costando esto. No era ya el trío, era la parte mas lésbica de este la que se estaba destapando ante mis ojos. Tras besar durante un rato los senos de Rocío, volvieron a besarse. Rocío no aguantó mucho así y la tumbó sobre la cama, echándose sobre María, y pasando a liberar sus pechos para besarlos.

– ¡Que gusto! - dijo María – No sabía que pudiera disfrutar con una mujer. Voy a empezar a dudar si soy lesbiana.

– No lo eres cariño – dijo Rocío – En todo caso tendrás algo de bisexual. Disfrutas conmigo porque nos queremos. Pero cuando estés conmigo y Carlos y te meta su polla vas a saber lo que es placer.

– Estoy nerviosa – dijo mirándome por encima del hombro de Rocío

– No lo estés – dijo Rocío – Estoy aquí para ayudarte.

Volvieron a besarse y María desabrochó el sujetador de Rocío dejándola con los pechos al aire y listos para ser devorados. Cosa que pasó a hacer inmediatamente.

– A Carlos le encantan estos pechos que estas besando – dijo Rocío mientras empezaba a tocarse el coñito sobre su braga – Pero ahora están a tu disposición mientras el mira. No desaproveches la ocasión.

María sonrió y empezó a jugar con la lengua sobre su pezón. Mientras hacía esto fue Rocío quien llevó sus manos al cierre del sujetador de María y la despojó de este. Ya sin sujetador Rocío besó el abdomen de María. Ella cuidaba su alimentación y sin ser totalmente plano era mas que suficientemente plano para una mujer con tres hijas que no iba al gimnasio. Rocío se volvió a poner de pie y María se sentó en la cama donde ambas se unieron en un beso con lengua espectacular.

– Te quiero – dijo Rocío una vez dejaron de besarse – Prometeme que nunca más nos enfadaremos.

– Eso no se puede prometer – dijo María sonriendo – Lo que si te prometo es que lo intentaré pero que si alguna vez nos enfadamos la reconciliación será tan buena como esta.

Y volvieron a besarse. María ya estaba muy suelta y no tenía problemas en acariciar todo el cuerpo de Rocío. Tras un rato en la zona de su coñito subió a la barriguita y acarició su bulto de embarazada.

– Me hace tanta ilusión que vayas a ser mamá – dijo sonriendo María – Nos escaparemos juntas para llevar a los niños al parque

– Claro amor – dijo Rocío

– Carlos y tu vais a ser unos padres excepcionales.

– Hablando de Carlos – dijo Rocío sonriendo – Creo que va siendo hora de que se nos una. ¿No crees?

María sonrió a Rocío y la dio un piquito en la boca antes de girar la cabeza hacia el marco de la puerta desde donde yo, aparentando frialdad, las observaba. María puso cara de niña mala y con su mano derecha medio estirada movió su dedo índice pidiéndome que me acercara. Lo hice lentamente y ambas me miraban sonriendo. Rocío se acercó a mi y empezó a quitarme la camisa que llevaba ese día mientras me miraba a los ojos y me daba besitos.

– Hoy va a ser un gran día – dijo – Tienes a tu esposa y a la mujer mas dulce del mundo dispuestas a darte placer. No lo desaproveches.

Y tras decirme esto me dejó de pie a uno pasos de ellas mientras ella volvía hacia María. Yo aun tenía la camisa puesta aunque esta estaba desabrochada. Mientras yo observaba Rocío bajó lo que pudo con la barriga y, con algo de ayuda de María, despojó a esta de sus braguitas. María se tumbó en la cama con las piernas y rodillas juntas. Rocío se sentó junto a ella y llevó una mano a cada rodilla. Estuvo así un ratito mirándome y la abrió de piernas dejando a la vista su precioso conejito.

– Quiero que te folles a mi amiga – dijo Rocío – Y quiero que la hagas disfrutar como no ha disfrutado nunca. Ni otras veces contigo.

María abría un poco mas las piernas y Rocío con sus manos separaba los labios vaginales de esta. No sin, cada cierto tiempo, acariciar estos un poco con los dedos. Cada vez que acariciaba los labios vaginales de María esta echaba la cabeza hacia atrás y gemía. Yo las miraba y fui desnudándome poco a poco. Mantenía mis ojos fijos en los de María y ella me sonreía. Amaba a Rocío por encima de todas las cosas pero María no debía andar muy lejos en el ranking de mi corazón. Ya sin camisa y sin pantalón, aunque aun conservaba el calzoncillo, me acerqué a María y me arrodillé en el suelo. Tras mirarla un segundo mas bajé mi boca a su coño y empecé a chuparlo. Saqué tras dos o tres chupadas su primer gemido, que fue bastante agudo, y decidí ponerla a cuatro patas sobre la cama. Rocío se subió a esta y se arrodilló frente a María. Yo ataqué con manos y boca el coño de María desde atrás mientras Rocío ponía sus tetas a su disposición. Cuando María no estaba gimiendo o intentando mirar con la cabeza hacia atrás que hacía estaba chupando las tetas de Rocío. Mi comida del conejo de María se intensificó y eso hizo que besara a Rocío, su amiga, mi esposa embrazada. Estuve un rato así pero terminé por apartar a María para acercar a Rocío, tumbándola en la cama al borde de la cama. Una vez colocada la despojé de su braguita mientras besaba en la boca a María. El beso entre María y yo se fue intensificando y vi como María acariciaba la barriguita de Rocío. Un gesto que, por si solo, fue capaz de excitarme y provocarme ternura a la vez. Rocío abrió sus piernas todo lo que el embarazo permitía y yo, de nuevo de rodillas en el suelo, me dediqué a intentarla darla placer oral durante unos minutos. Los minutos que dediqué a chupar su coño fueron aprovechados por María para besar las tetas y boca de Rocío. Tras unos minutos chupando yo el coño de mi esposa Rocío le dije a María que se arrodillara y se pusiera sobre ella. A María la noté algo nerviosa al principio pero, en cuanto la lengua de Rocío hizo contacto con sus labios vaginales, pareció calmarse. María se acariciaba el pelo con una mano mientras que la otra la usaba para acariciar alternativamente las dos tetas de Rocío.

– Que maravilla – dijo María – Y que hace un rato dudara en si hacer esto

Yo me levanté y llevé mi boca a la de María. La di un pequeño beso y, con suavidad para no hacer demasiada presión en la barriga de Rocío, hice que pusiera su boca cerca del coño de Rocío en un 69 lésbico. Al principio María parecía dudar un poco si llevar la boca al coño de Rocío pero, tras acariciar un poco su cabello, pareció perder el miedo y junto sus labios con los vaginales de Rocío. Mientras estaban dedicadas al placer oral mutuo yo aproveché a despojarme del calzoncillo liberando mi polla. Una vez la tuve fuera separé la cabeza de María del coño de Rocío y acerqué mi polla a su boca. María la dio un par de chupadas dejándomela bien lubricada para pasar rápidamente a follarme a Rocío. María se apartó de Rocío y estuvo observando como me follaba a mi mujer. Mientras tocaba los senos de Rocío.

– Fóllate a la mujer que mas quieres – dijo María – Demuéstrala que ella es lo mas importante del mundo para ti. Haz que el resto de las mujeres del mundo estemos celosas.

Yo pasé a follara Rocío con mas fuerza gracias a las palabras de ánimo de María. Rocío giró su cabeza hacia ella y la sonrió.

– A ti también te quiere con locura – dijo Rocío – Tanto como te quiero yo. No te pongas celosa, por favor.

– No estoy celosa – dijo María tras besar a Rocío – Estoy encantada. Eres generosa conmigo compartiendo a esta maravilla de hombre que no te pondría los cuernos en la vida. Te quiero

– Y yo a tiiiiii – dijo Rocío dejando colgada la i cuando llegó a un orgasmo que probablemente nadie esperaba.

Su coño empezó a contraerse como loco y a masajear mi polla. Era sublime.

– Besaos – ordenó Rocío

Lo hicimos mientras no dejaba de follar a Rocío. Mientras nos besábamos María acariciaba los pechos de Rocío. Esta se apartó de mi tras un rato.

– Esta polla es tan maravillosa – dijo tras acariciarla un poco – Te toca.

Rocío me dio un par de lamidas a la polla y luego colocó a María de costado en la cama. Se tumbó frente a ella y, desde atrás, me hizo que la penetrara por el coño. En esa posición yo la follaba mientras ellas podía acariciarse y besarse sin muchos problemas. Estuve un rato penetrando a María y me estaba excitando mucho.

– Me voy a correr – dije

– Hazlo en tu mujer – dijo María apartándose

– No cariño – dijo Rocío – Es tu primer trío. Te toca.

María la sonrió y la beso. Yo la cogí y la puse de rodillas de tal manera que su culo en pompa quedara cerca del borde la cama. Yo, de pie, acerqué mi polla a su coño y se la metí. Mientras la preparaba Rocío se había tumbado en la cama frente a ella con las piernas abiertas ofreciéndole su coño. Mientras penetraba a María esta chupaba el coño de Rocío. Estuve follándola con ímpetu durante unos minutos hasta que exploté en María sacando de ella, a la vez, un maravilloso orgasmo.

– Os habéis corrido a la vez – dijo Rocío - ¡Que bien!

María y Rocío se dedicaron a besarse.

– ¿Que hora es? - dijo María con cara de gusto

– Las nueve y media – dije tras mirar el reloj

– ¡Que tarde! - dijo – Me ducho y me voy. Quiero acostar a mis hijas

Se fue a nuestro baño mientras Rocío y yo en la cama nos acariciábamos con pasión.

Bastante monótono fue el miércoles en la oficina. Por la tarde íbamos al médico a ver si nos podían decir el sexo del bebé y para ver si todo iba bien. Mi madre nos acompañó una vez más. Todo iba bien pero el bebé estaba mal colocado y no se podía ver el sexo de este. Tras la consulta fuimos a cenar con mis padres a un restaurante cercano al ginecólogo y luego a casita a dormir.

El jueves Mike y Raquel me llevaron a comer a otra reunión de socios. Los demás debían estar nerviosos pues sabían que a estas no podía ir y casi no teníamos secretos en cuanto a esto. Una vez teníamos la comida y tras tratar un poco la apertura de la tienda Barcelona pasaron a relatarme.

– Ha sido una decisión dura – dijo Mike – Yo tenía claro que no era justo y Raquel que si lo era. Al parecer es muy importante que no me lo estas dando a mi sino a mi mujer.

– Al final hemos llegado a una solución mas o menos consensuada. Tu ibas a dar un seis por ciento de tu parte – dijo Raquel – Pues nosotros creemos que también debemos dar algo. Hemos pensado que nuestra empresa ahora está valorada en unos cien millones de euros y eso significaría que tu das seis millones y nosotros nada. Preferimos que tu des un cuatro y medio por ciento y el otro uno y medio por ciento lo demos nosotros.

– Sigo sin ver como eso soluciona nada pero me alegra ver vuestra generosidad – dije

– Se arregla porque yo – dijo Mike – Voy a dar un 0,8% y Raquel un 0,7%. Ambos nos mantenemos con casi el mismo porcentaje que es lo que quería Raquel y a la vez yo me penalizo un poco.

– Vosotros sabréis – dije yo – Raquel lo habrá hablado con José Carlos y tu con Marga no. Espero que no te traiga problemas.

– La vamos a dar un dos por ciento. No tendremos problemas – dijo

– Espero – dije

A mi la actitud de Mike, como a Raquel, me parecía un poco estúpida y no vería raro que Marga dijera algo al respecto. Pero bueno, Mike la conocía mejor que yo y el era el que iba a acabar en el sofá si todo iba mal y, por tanto, no me preocupaba. O no mucho. Tras la comida me fui con Rocío a dar una vuelta. Luego a casa y a hacer el amor. Creo que a ella no la apetecía mucho pero yo estaba ilusionado por la entrada de mis nuevos socios y tenía que hacer el amor con ella si o si.

Ese viernes pasé todo el día reunido con María viendo ya la cena de navidad y los regalos que íbamos a dar ese año. El lote que íbamos a regalar ese año era bastante generoso, pero había sido un buen año. Igualmente la cena de navidad sería en un hotel bastante informal con mucha comida pero en forma de bufe y canapés para permitir mas tiempo para la juerga en el sentido más estricto de la palabra. A la hora de comer me fui con María y Raquel. El tema de conversación volvió a ser la entrada de ellos como socios.

– Yo no me lo creo aun – dijo – A veces pienso que no debo aceptarlo. Es como si nos regalarais mucho dinero

– Y dale – dije yo – Que nadie os regala nada. Si quieres piensa que es una compensación a largo plazo por vuestro estupendo trabajo. O piensa que es nuestra manera de ataros a la compañía y que no os vayáis a otra por que os ofrezcan mas dinero.

– Sabes que yo jamás me iría a otra empresa.

– Lo sabemos – dijo Raquel – Pero te lo mereces. Tu y ellos dos. Os queremos con nosotros siempre y esta es nuestra manera de demostrarlo.

– Gracias – dijo sonriendo

Tras la comida yo me fui con Raquel a su casa donde habíamos quedado con Rocío. Una vez sabíamos lo de su madre queríamos estar con ella. Nos contó que iba a estar todo el fin de semana con su madre en el hospital. Yo miré a Rocío y ella me sonrió. Sabía por mi mirada que iba a ofrecerla algo.

– Déjanos a la niña para no tener tanto lío – dije

– No os preocupéis – dijo - José Carlos no irá al hospital. Solo a llevarme y recogerme. Así el puede cuidar a la niña.

– Bueno pues que José Carlos venga a comer y así no sea tan duro estar con la peque todo el fin de semana. Es cansado corretear tras una niña de dos años.

– Como el quiera – dijo

Cuando llegó José Carlos con la niña, pues había ido a por ella a la guardería ella se mostró encantada de venir a comer con nosotros y su padre el sábado. Debía estar harta la niña de pasar fines de semana con su padre sin su madre. Me daba mucha pena. Pena Raquel, pena Susana y sobre todo pena la madre de Raquel. Era una buena mujer a la que conocía bastante. Esa noche al llegar a casa nos fuimos a descansar sin hacer el amor pero bien abrazados.

El sábado yo me fui a comprar comida para ese día atender a José Carlos y Susana. Pasamos un día muy agradable. El agradeció tener unos adultos con los que hablar y la niña seguro que también disfrutó jugando con alguien mas que su padre. Nos contó como lo llevaba Raquel y nos ofrecimos a ayudarle en lo que necesitara. Esa noche cuando se fueron Rocío y yo vimos una película y luego nos fuimos a la cama a hacer el amor. Creo que la ternura que nos provocaba Raquel influyó en que esa noche tuviera ganas Rocío.

El domingo comimos con Antonio y Laura en casa de ellos. Ellos ya se aproximaban mucho a la fecha en la que ella daría a luz. Laura ya estaba de mas de siete meses y medio. Fue un día muy agradable. Volvimos pronto a casa y tras descansar en el sofá un rato nos fuimos a dormir a la cama. Yo iba a tener una semana muy intensa con dos viajes a Barcelona.

04. Semana del 25 al 31 de Octubre

Empezó una nueva semana con visita a Barcelona para ver la evolución de nuestra tienda de Barcelona. Esta vez además de Marisa y Gloria, que se quedarían hasta el sábado, fuimos Alberto, Marga y yo. Aunque nosotros solo estaríamos una noche. El lunes llegamos pronto por la mañana y estuvimos liados hasta algo después de las ocho y media cuando hicimos checkin en el hotel, nos duchamos, nos pusimos cómodos y nos fuimos a cenar con Pablo por Barcelona. Aunque le conocían algo menos nos llevamos a Marisa y Gloria para que disfrutaran una noche por ahí. Cuando estaban solas siempre acababan cenando en el restaurante del hotel. A las doce ya estábamos todos en la cama listos para descansar.

El martes trabajamos Marga, Alberto y yo hasta tarde. Marga en la tienda y Alberto y yo desde la oficina. Se pasó Marga por la oficina y nos fuimos al aeropuerto para coger uno de los últimos puentes aéreos.

– No se porque nos tenemos que ir hoy – dijo Marga algo enfadada en el vuelo

– Mañana tenemos una reunión importante – dije – No te la quieres perder

– Más te vale – dijo Marga con una mezcla de sonrisa y enfado

El resto del vuelo lo dedicamos a cenar algo y descansar. Llegamos a Madrid pasadas las diez y media y cuando yo llegué a casa, algo después de las once, Rocío ya dormía.

El miércoles estaba nervioso. Pensareis que es una tontería pero era un día muy importante para mi. A la hora de comer dijimos de nuevo que teníamos reunión de socios pero que esa vez tenían que ir Marga, Alberto y María. Tras una charla distendida durante los entrantes entré al grano cuando sirvieron los platos principales.

– Vi vuestras caras de extrañeza estos días atrás cuando nos íbamos a comer y no os llevábamos.

– No tenéis que dar explicaciones – dijo María – Vosotros sois los socios y a veces necesitareis hacer cosas vosotros solos. Os agradecemos todo lo que confiáis en nosotros.

– Dejame seguir anda – dije – No os trajimos porque eran reuniones de socios como dice María. Esta también lo es. Y os hemos invitado porque os vamos a hacer socios.

Al decir eso los tres pusieron cara de sorpresa.

– Sois los tres muy importantes para mi, para ellos – dije señalando a Raquel y Mike – y para la empresa. Y por eso os quiero y os necesito como socios. Se lo comenté a Raquel y Mike. En principio mi idea era daros un 6% a repartir entre los tres de mi porcentaje. No obstante estos dos se pelearon un poco.

Pasé a contarles la discusión entre Raquel y Mike y como quedaba el reparto final.

– Ahora sois cada uno socios en un 2% de la empresa.

– Gracias – dijo Alberto – No se que mas decir

– No tienes porque decir mas

– Gracias – dijo Marga – Yo ya me sentía parte de la empresa siendo mi marido socio. Pero se agradece la confianza.

– ¿No tienes nada que decir acerca de la discusión de tu marido y Raquel?

– Que Mike tenía razón.

Yo sonreí.

– Tenías razón – dije mirando a Mike - Cada vez tengo más claro que sois la pareja ideal

Iba a decir algo a María, que estaba sentada junto a mi, pero en cuanto la miré noté que una lágrima caía por su mejilla.

– ¿Ya estas llorando? - dije con una sonrisa en la boca

– Es de alegría tonto – dijo – No se si lo merezco. Yo soy poco mas que una secretaria.

– ¿Poco mas que una secretaria? - dije – Ahora si vas a llorar.

Con eso pasé a decirle a María todo lo que era para mi. Una amiga, una socia, una confidente, una trabajadora incansable... Todo lo que en realidad era. Y cayeron mas lágrimas por su mejilla. Tras terminar yo le dije a Raquel que siguiera ella. Y María cada vez lloraba mas aunque intentaba ocultarlo.

– Ya es suficiente – dije a mitad del discurso de Raquel – Y solo hemos sido dos de cinco. Tu eres vital en esta empresa y por eso eres socia.

– Gracias – dijo dándome un beso en la mejilla

– No me las des – dije

Seguimos comiendo y de muy buen rollo hablamos sobre la nueva estructura, pequeños cambios que haríamos y todo eso. Antes de los cafés me acordé de algo.

– ¿Te parece una reunión suficientemente importante? - dije mirando a Marga

Alberto se rió con ganas y Mike, María y Raquel miraron con cara de no saber que pasaba. Medio obligué a Marga a contar nuestra conversación del día anterior en el avión de vuelta y todos reían con ella. Al acabar la comida quedamos todos a cenar en casa de María pues ella quería celebrarlo mientras María y Alberto se lo contaban a sus parejas. A las seis nos fuimos todos para casa de María y para las niñas debió ser increíble tener a todos por allí un día de cole. Además fue Susana, que se paso un buen rato jugando con Elisa y el pequeño Miguel. Estábamos todos. No nos quedamos mucho tiempo y a las nueve y media nos fuimos para que Susana y Miguel se pudieran ir a la cama al igual que las hijas de María. Al llegar a casa estaba contento. Había integrado a mis tres amigos en la empresa sin problemas y con María y Raquel no podría estar mejor. Aunque Raquel seguro que seguía sufriendo por la situación de su madre. Esa noche hicimos el amor. En parte por mi buen humor y en parte porque no volvería a ver a Rocío hasta el viernes por la noche en Barcelona.

El jueves me levanté pronto y a las ocho y media estaba con Marga y Alberto en Barajas entrando en el avión que nos llevaría a terminar el trabajo para la apertura de nuestra primera tienda en Barcelona. Cuando llegamos nos impresionó el buen trabajo de Marisa y Gloria. Claro que a esas alturas ya debíamos estar acostumbrados. A las ocho no teníamos mas trabajo y estaba todo listo para abrir a las diez de la mañana del día siguiente. Tras hacer el checkin en el hotel nos fuimos a cenar con Gloria, Marisa y Jordi para celebrar que había ido todo perfecto.

El viernes mientras yo daba vueltas por el centro comercial y veía como iba todo en la tienda Marga y Alberto se fueron a visitar clientes históricos nuestros con Jordi. Yo les acompañé a una comida con un cliente especial que compraba mucho a nuestra empresa de importación de comida y ya por la tarde volvimos al centro comercial. A las siete llegaron al centro comercial, ya con las maletas en el hotel, Raquel, María, Mike, Celia y Rocío. José Carlos y Arturo se quedaron con sus hijas ese día y el pequeño Miguel con la madre de Marga. Las chicas y Mike vieron la tienda y seguro que hicieron que las empleadas se sintieran algo tensas pero por suerte éramos bastante relajados y pronto no tuvieron ningún problema. Tras estar un rato en la tienda nos fuimos a cenar a un restaurante del centro donde había quedado con Pablo. Mi sorpresa fue ver ahí a Diana. La pregunté porque no había ido a ver nuestra tienda.

– Tenía trabajo aquí en Barcelona – dijo – Con la hija de una de mis mejores clientas que tiene la boda de su cuñada y tiene que quedar bien con su familia política.

– No me acostumbro al trabajo este raro que tienes – dije

– No es un trabajo – dijo – Es un negocio

A ver si un día te compramos. Todos nos echamos a reír y compartimos mesa en una cena superdivertida. Raquel y Rocío se fueron a dormir al hotel cansadas por el embarazo mientras que los demás decidimos tomar una copita. Aunque no tardamos mucho en volver a dormir. Fue un día intenso para todos.

Rocío, Diana, Pablo y yo volvimos pronto a Madrid el sábado y fuimos directamente a casa de Jorge, el hermano de Rocío a comer. Los padres de Rocío iban a pasar ese fin de semana y el lunes, que era el día de todos los santos, en Madrid. La comida fue muy agradable y Pablo y Diana nos dijeron que nos iban a invitar a comer al día siguiente pues nos querían contar algo pero que preferían esperar un día. Comeríamos con los padres de Pablo y su hermano. A partir del anuncio, que fue ya en los postres, todo fue un poco mas raro pero no menos agradable. Simplemente queríamos saber que informarían. Rocío y yo nos fuimos a casa hacia las ocho dejando a los demás en casa de Jorge. Queríamos que Rocío descansara.

El domingo nos levantamos relativamente tarde. Nos duchamos, vestimos y nos fuimos al restaurante donde habíamos quedado con las familias de Diana y Rocío. En el taxi Rocío parecía preocupada. Yo agarré su mano.

– No se irán a casar, ¿verdad? - dijo

– No se cariño. Tendremos que esperar a ver que nos quieren decir.

– Están juntos desde hace muy poco

– Nosotros llevábamos menos tiempo juntos cuando te pedí matrimonio.

– Si pero llevábamos un tiempo viviendo juntos. Estos tienen una relación de fin de semana. No me malinterpretes. Me encanta Pablo pero mi hermana es mi hermana.

– Tranquila cariño – dije – Vamos a ver que nos cuentan.

Cuando llegamos al restaurante solo estaban los padres de Pablo y su hermano, que por entonces tenía veinte años. Les presenté a Rocío y estuvimos hablando un rato hasta que llegaron Pablo y Diana. Poco después de llegar estos llegaron los padres de Diana y el hermano junto con su familia. Tras las presentaciones de rigor y la charla superficial hasta que pedimos vi que Pablo se ponía algo serio y no parecía saber como arrancarse. Yo le miré a los ojos y subí un poco las cejas como animándole. Pareció valerle.

– Carlos – dijo - ¿Recuerdas que hace algo mas de medio año me ofreciste dirigir tu empresa en Barcelona y lo rechacé?

– Si – dije – Y recuerdo que ni lo pensaste lo cual me escamo un poco, la verdad.

– No era nada personal. Me hubiera encantado trabajar contigo. Pero para entonces ya tenía otros planes. Solo quince días antes de tu oferta Diana y yo mantuvimos una conversación muy intensa y profunda. Ambos nos queremos.

Con eso acarició la mano de ella y esta le sonrió.

– Tras la conversación decidimos que íbamos a dar todo porque nuestra relación fructificara. Y eso implicaba que yo volviera a Madrid. Y eso es lo que va a ocurrir. Por mi puesto en la empresa no pudo ser inmediatamente y tuvimos que aceptar Diana y yo que todo se aplazara hasta Enero pero para entonces ya estaré en Madrid y Diana y yo vamos a vivir juntos.

Rocío miró a su hermana y la sonrió.

– Papá, mamá – dijo Diana – Hemos puesto la entrada para un piso de cuatro dormitorios que se está construyendo cerca de vuestra casa pero no nos darán las llaves hasta dentro de, como poco, un año. Me gustaría pediros si podemos vivir hasta entonces Pablo y yo en vuestra casa.

– ¡Pues claro! - dijo la madre – Todo lo que necesitéis.

– Felicidades – dijo el padre de Pablo – Si necesitáis cualquier cosa de nosotros no dudéis en pedirlo.

Todos pasamos a felicitar a los novios y a Rocío se la veía contenta pues era un paso intermedio antes de la boda.

– Si todo va bien – dijo Pablo agarrando la mano de Diana – Ya pensaremos en la boda cuando veamos que nos entregan el piso a tiempo.

– Seguro que todo va bien – dije

Diana sonrió a Pablo e inmediatamente después a su hermana. La comida trató sobre ellos. En un rato en que la conversación estaba partida en trozos el padre de Rocío nos dijo a Rocío y a mi que le gustaría comer con nuestros amigos mañana. Rocío y yo nos miramos y afirmamos. Salí un momento del restaurante y llamé a todos mis amigos para citarles al día siguiente que era fiesta. Todos parecían tener el día libre y podrían venir a ver a los padres de Rocío. Tras la comida nos despedimos de los demás, que iban a ir a tomar algo a casa de los padres de Rocío para celebrarlo. Nosotros teniendo una comida al día siguiente en nuestra casa preferimos que descansara Rocío. Al llegar a casa Rocío y yo descansamos viendo una peli en el sofá. Tras la peli cenamos un poco y hablamos sobre la situación de Diana y Pablo. A Rocío se la veía contenta. De la mano, tras el rato de charla, nos fuimos a la cama. Junto a la cama empezamos a besarnos. Ella llevaba ese día un vestido de punto gris que habíamos comprado solo unos días antes. Marcaba su barriga y estaba sensacionalmente guapa. Elegante pero no muy seria. Juvenil y orgullosa de su futura maternidad. El vestido, unido a sus ojos de emoción de ese día, probablemente causados por el paso adelante de su hermana en la relación con Pablo, la hacían parecer aun más guapa de lo que ya era. Yo me acerqué y la besé.

– Te quiero – dije – Tengo ganas de que nazca nuestro bebé. ¿No se te están haciendo largos los nueves meses?

– Mucho – dijo sonriendo – Como a ti pero encima cargando con varios kilos encima.

Yo me eché a reír y la besé. Llevé mis manos al borde de su vestido y se lo saqué lentamente. Ella ayudó levantando los brazos. Rocío estaba con la ropa interior de embarazada. Creo que pretenden que no sea sexy pero para mi era muy difícil no ver a mi mujer embarazada como la cosa mas sexy del mundo. Nos besamos y mientras lo hacíamos ella desabrochó mi camisa y luego mi pantalón. En poco tiempo estábamos ambos besándonos, en ropa interior, junto a la cama. Nos sonreímos durante un buen rato mientras nos dábamos pequeños piquitos. Llevé mis manos a su espalda y empecé a besar unos senos que dentro de poco iban a ser para otra persona. Una personita de la que no estaba nada celoso. Tras un rato así nos quitamos el resto de la ropa interior y nos subimos a la cama besándonos. Cuando los besos ya no eran suficientes y las caricias habían aumentado la temperatura corporal a un grado insoportable puse a Rocío de costado y, desde atrás, acerqué mi polla a su coñito. Con la primera penetración ya saqué un gemido de ella y cada una de las siguientes no hicieron mas que incrementar la frecuencia o el volumen de estos. Estuvimos haciendo el amor durante unos quince minutos, sin cambiar de posición y siempre con mis manos acariciando su barriguita. En su oído no paraba de contarla cuanto la quería y que siempre estaría a su lado. Tras un rato mas follando ella se corrió y yo con ella. Desnudos y abrazados eché el edredón sobre nosotros y nos fuimos a dormir.

Mas de relatador74

Mi historia (81: Septiembre 2007)

Mi historia (80: Agosto 2007)

Mi historia (79: Julio 2007)

Mi historia (78: Junio 2007)

Mi historia (77: Mayo 2007)

Mi historia (76: Abril 2007)

Mi historia (75: Marzo 2007)

Mi historia (74: Febrero 2007)

Mi historia (73: Enero 2007)

Mi historia (72: Diciembre 2006)

Mi historia (71: Noviembre 2006)

Mi historia (70: Octubre 2006)

Mi historia (69: Septiembre 2006)

Mi historia (68: Agosto 2006)

Mi historia (67: Julio 2006)

Mi historia (66: Junio 2006)

Mi historia (65: Mayo 2006)

Mi historia (64: Abril 2006)

Mi historia (63: Marzo 2006)

Mi historia (62: Febrero 2006)

Mi historia (61: Enero 2006)

Mi historia (60: Diciembre 2005)

Mi historia (59: Noviembre 2005)

Mi historia (58: Octubre 2005)

Mi historia (57: Septiembre 2005)

Mi historia (56: Agosto 2005)

Mi historia (55: Julio 2005)

Mi historia (54: Junio 2005)

Mi historia (53: Mayo 2005)

Mi historia (52: Abril 2005)

Mi historia (51: Marzo 2005)

Mi historia (50: Febrero 2005)

Mi historia (49: Enero 2005)

Mi historia (48: Diciembre 2004)

Mi historia (47: Noviembre 2004)

Mi historia (45: Septiembre 2004)

Mi historia (44: Agosto 2004)

Mi historia (43: Julio 2004)

Mi historia (42: Junio 2004)

Mi historia (41: Mayo 2004)

Mi historia (40: Abril 2004)

Mi historia (39: Marzo 2004)

Mi historia (38: Febrero 2004)

Mi historia (37: Enero 2004)

Mi historia (36: Diciembre 2003)

Mi historia (35: Noviembre 2003)

Mi historia (34: Octubre 2003)

Mi historia (33: Septiembre 2003)

Mi historia (32: Agosto 2003)

Mi historia (31: Julio 2003)

Mi historia (30: Junio 2003)

Mi historia (29: Mayo 2003)

Mi historia (28: Abril 2003)

Mi historia (27: Marzo 2003)

Mi historia (26: Febrero 2003)

Mi historia (25: Enero 2003)

Mi historia (24: Diciembre 2002)

Mi historia (23: Noviembre 2002)

Mi historia (22: Octubre 2002)

Mi historia (21: Septiembre 2002)

Mi historia (20: Agosto 2002)

Mi historia (19: Julio 2002)

Mi historia (18: Junio 2002)

Mi historia (17: Mayo 2002)

Mi historia (16: Abril 2002)

Mi historia (15: Marzo 2002)

Mi historia (14: Febrero 2002)

Mi historia (13: Enero 2002)

Mi historia (12: Diciembre 2001)

Mi historia (11: Noviembre 2001)

Mi historia (10: Octubre 2001)

Mi historia (09: Septiembre 2001)

Mi historia (08: Agosto 2001)

Mi historia (07: Julio 2001)

Mi historia (06: Junio 2001)

Mi historia (05: Mayo 2001)

Mi historia (04: Abril 2001)

Mi historia (03: Marzo 2001)

Mi historia (02: Febrero 2001)

Mi historia (01: El comienzo)