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Mi historia (26: Febrero 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Febrero

La primera semana de febrero se presentaba bastante monótona. Por otro lado no podía dejar de pensar que ese domingo se cumplían dos años de la muerte de mis padres y de la que entonces era mi novia. El año anterior lo llevé relativamente bien gracias al apoyo de Rocío que no me dejó ni un segundo tras salir del trabajo. Pero este año sería distinto. Rocío tenía masters martes y jueves y no podía dedicar el día a entretenerme. Ese lunes al despertarme Rocío vino a despedirse de mi antes de salir hacia el trabajo.

– Esta semana no vas a estar solo – me dijo – Martes y jueves tengo masters pero ya me he encargado yo de todo.

– Gracias – dije sin saber a que se refería

Tras darme un beso se fue y yo fui al baño a ducharme. Una vez en la oficina trabajé todo lo duro que pude para no pensar en lo que ocurrió dos años antes. Noté a Mike y Raquel muy encima mía y era algo que agradecía. A las siete seguía en la oficina cuando vino Rocío a buscarme para llevarme a dar una vuelta y cenar. Veía que de verdad tenía pensado mantenerme entretenido y se lo agradecía. Esa semana decidí dejarme llevar. Una vez llegamos esa noche a casa la hice el amor. Necesitaba demostrar que agradecía lo que hacía por mi.

El martes estuve todo el día trabajando pensando que tendría Rocío preparado para mi. A las seis lo descubrí ya que llegaron María y las niñas, mi ahijada y Elena ya que a la pequeña la dejó en casa, a buscarme para ir a cenar con ellas a su casa. Una sonrisa se dibujó en mis labios. Parecía evidente que Rocío iba a tirar de todos nuestros amigos y que estos estaban dispuestos a ayudar. Con ellas me fui a casa de María y Arturo donde este esperaba con la peque. Ayudé a Arturo y María con los baños de las pequeñas y las dimos de cenar. Elena se quedó con nosotros, ya cenada, hasta que llegó Rocío. Tras un ratito con nosotros entre Rocío y yo la metimos en la cama y fuimos al salón a cenar con Arturo y María. Esos días estaba muy sensible pero me emocionó el gesto de mis amigos de poner el hombro para que no pasara un minuto solo.

– Gracias – dije a Rocío en el coche ya de vuelta a casa

– ¿Por que?

– Por todo. Por ser como eres y por organizarme la semana para que no este solo. Hoy lo he pasado genial. Con las niñas no he pensado ni un minuto en lo que paso hace dos años y, si bien a veces creo que recordarlo es importante para no olvidarles, es una sensación agradable.

– Cariño – dijo – Que tengas la cabeza en otras cosas no quiere decir que les olvides. Tienes que recordar a Lucía y a tus padres, y lo harás toda la vida, pero tienes que hacerlo en los buenos momentos que pasaste con ellos. No esta semana. Dejate llevar.

– Tienes razón – dije – Como siempre.

Me sonrió y apoyó un rato su cabeza en mi hombro mientras el semáforo en el que estábamos parados se ponía en verde. Amaba a esta mujer. Al llegar a casa no pude dejar de hacerla el amor. Si todos los días tenía que agradecerla con polvos lo que hacía por mi me iba a dejar seco.

El miércoles recibí el CV de Pedro, el novio de la amiga de Rocío, y se lo llevé a Oscar. A este le pareció interesante y me dijo que le harían una entrevista para programador Jr. Por la tarde, volvió Rocío pero esta vez no fuimos a cenar a un restaurante sino que me dijo que nuestro destino era otro. La casa de Mariano y Manuela. Sonreí pues me di cuenta que estaba en todo. No solo pensaba en mi. Pensaba también en los que yo ahora consideraba mis padres pero que, dos años atrás, no eran mas que los padres de mi novia y los mejores amigos de mis padres biológicos. Cuando llegamos les saludé y vi como Rocío y Manuela se fundían en un abrazo enorme. Otra sonrisa se apoderó de mi cara. Ya en el salón tomando un refresco empezamos a charlar.

– Cariño – dijo Rocío – Este fin de semana lo vamos a pasar en casa de tus padres. Vendremos el viernes por la tarde y nos quedaremos hasta el domingo por la noche. El domingo después de la misa por la muerte de tus padres y Lucía tenemos una comida con todos tus amigos

– Pero queremos que sea una comida de esperanza y no de lloro. Una celebración de la vida sin olvidarnos de los seres queridos que nos han dejado – dijo Manuela

– Me parece bien - dije

– Rocío se lo comentó el otro día a Manuela por teléfono y me tuve que poner yo ya que Manuela no podía seguir. - dijo Mariano - Estaba llorando tanto por la emoción que no podía seguir hablando. Ambos queremos agradeceros como os portáis con nosotros.

– ¿Estáis de coña? - dije – Vosotros os tenéis el uno al otro y Manuela tiene hermanos aquí en Madrid. Tu mas lejos pero también los tienes. Yo no tenía nada, mi familia mas cercana son unas primas de mi madre en Sevilla. ¿Y que hicisteis? Abrirme vuestra casa como si fuera mía, aceptar a Rocío como si fuera la novia de vuestro hijo y no del novio de vuestra difunta hija.

– Pero es porque te queremos como a un hijo – dijo Manuela con una lagrima de alegría en la cara

– Y yo a vosotros como a unos padres. Jamás podré pagar lo que habéis hecho por mi estos dos años. ¡Pero si hasta intentasteis adoptarme!

– ¿Y si lo dejamos en que sois familia? Padres e hijo. - dijo Rocío – Os he juntado para cenar y pasar un buen momento juntos. No para que montéis un drama

– Tienes razón. ¿Cenamos? - dijo Mariano

Y pasamos al comedor a cenar. A eso de las doce volvimos a casa y esa noche no la agradecí su ayuda con un polvo pues era tarde, llegamos hacia las doce y media. Pero debí haberlo hecho.

El jueves era otro día en que Rocío tenía masters y me preguntaba cual sería la sorpresa que me tenía preparada. A las seis Mike y Marga vinieron a buscarme y me dijeron que pasaríamos la tarde en casa de Raquel. Fue una noche mas adulta que la del martes puesto que en casa de Raquel era una niña para cuatro adultos. Aun así me lo pasé muy bien tanto con ellos como luego en la cena con Rocío cuando esta volvió del masters. Estos eran los momentos en los que los amigos ayudaban.

– No me merezco estos amigos – dije en el camino a casa

– Claro que te los mereces. Todos querían ayudar. Antonio estaba fastidiado porque no era practico que el ayudara ya que Laura también está en el masters. Ellos solo te devuelven todo lo que tu les das.

– Aun así – dije – No me los merezco

– Si te los mereces y no se discute mas – dijo Rocío con una sonrisa.

Esa noche tras llegar a casa volví a llevarla a la habitación y la hice el amor con toda la pasión que pude.

El viernes ya sabía los planes que teníamos y tras un día de intenso trabajo me fui a buscar a Rocío al trabajo. Ya llevaba yo ropa para pasar el fin de semana en casa de Mariano y Manuela. Llegamos a eso de las seis y, tras saludarnos, pasamos a la casa. Esa tarde hablamos mucho. De futuro, de pasado y de lo agradecidos que estaban ellos de mi y, por su puesto, yo de ellos. Esa noche nos fuimos pronto a la cama ocupando Rocío y yo la habitación que ya teníamos en casa de ellos como nuestra.

El sábado la idea era hacer vida de familia con mis nuevos padres. Ellos los sábados solían ir a su club donde Mariano solía echar una partida de golf mientras Manuela jugaba al tenis con alguna amiga o nadaba o se tomaba algo en la casa club. Yo me fui a jugar con Mariano al golf y Rocío y Manuela echarían un partido de dobles de tenis con unas amigas de Manuela antes de ir al Spa a disfrutar de una buena sauna y baño turco. Yo era muy malo jugando al golf y Mariano y nuestros dos acompañantes ese día, los maridos de las mujeres que iban a jugar con Manuela y Rocío, me dieron handicap 36. Es el peor handicap que uno puede tener en golf. Aun así quedé último. Pero no lo pasé del todo mal. Tras el partido fuimos a la casa club y comimos las cuatro parejas juntos. Tras una larga sobremesa volvimos a casa para pasar la tarde en familia. Esa tarde, antes de cenar, durante la cena y tras la cena hablamos de mis padres y de Lucía pero de una manera muy positiva. De nuevo nos fuimos pronto a la cama. Por la noche, nada mas meternos en la cama, Rocío se pegó a mi.

El domingo me levanté pronto y me dí una ducha. Tras esta me vestí y bajé a desayunar. En la cocina esperé la aparición de Rocío, primero y Mariano y Manuela poco después. Tras desayunar todos esperamos hasta las once y cogimos el coche de Mariano y nos fuimos a la iglesia donde se haría la misa de recuerdo de los dos años de la muerte de mis padres y Lucía. En la misa estaban todos mis amigos. Es una sensación impresionante verse rodeado de ellos. Tras la misa fuimos a casa de mis padres y disfrutamos mucho de la comida que Manuela y Rocío habían organizado. Fue a medio camino entre la celebración de dos vidas que se unen, la mía y la de Rocío, y el recuerdo esperanzado de tres que se fueron, mis padres y Lucía. Casi todos se fueron a casa a eso de las ocho aunque Rocío y yo nos quedamos aun un poquito mas con ellos. Tras una pequeña cena nos fuimos a eso de las diez. Antes de las diez y media estábamos entrando en casa y dejé la maleta en el hall de entrada. Giré a Rocío y la bese. Tras el beso la agarré de la mano y la lleve a la habitación. Rocío iba a la vez elegante y sobria con un toque sexy. La elegancia y sobriedad, necesarias puesto que habíamos asistido a la misa por la muerte hace dos años de mi padre, la aportaban una falda negra con motivos en gris y una elegante camiseta de manga corta negra con cinturón negro. La parte sexy era aportada por unas sandalias negras de alto tacón. Su único complemento ese día era un discreto collar de perlas blancas. Ya en la habitación junto a la cama volví a besar con pasión a Rocío.

– Te quiero – dije – Gracias por hacer mas fácil esta semana

– No es nada cariño. Eres lo que mas quiero en la vida y no puedo hacer menos por ti.

Volvimos a besarnos mientras nuestras manos jugaban en el cuello del otro acariciándonos con ternura. El beso con el paso del tiempo iba creciendo en intensidad y nuestras manos ya buscaban otros lugares de la anatomía del otro. Yo tocaba cerca de sus pechos mientras ella se dedicaba a apretar mi culo con ambas manos. Con un rápido movimiento ella llevó una de sus manos a mi polla sobre el pantalón. Yo sonreí y la giré y empuje a la cama. Lo primero que hice fue quitarla el cinturón y, acto seguido, sacarla su camiseta. De un tirón rompí el sujetado y jugué con sus tetas besándolas y manoseándolas con verdadera pasión. Mientras yo hacía esto ella se retorcía para acceder a la parte trasera de su falda y empezar a desabrochar la cremallera. Cuando me dí cuenta de lo que intentaba deje un rato de jugar con sus tetas y la ayudé a quitarse la falda. Quedó con su tanguita solamente, y los tacones, y mirándola a los ojos la sonreí. Toque un poco el tanga en la zona de su conejo y, de un movimiento brusco con ambas manos, lo destrocé.

– ¡Eres un bestia! – dijo Rocío

– Ya será menos – dije

– Ese tanga es muy caro – dijo melosa

– Mañana te compro cuatro

Y justo cuando iba a decir algo, probablemente comentándome que no necesitaba mi dinero, metí mi cara en su coño y empecé a mamar. Su respuesta cambio y en vez de alguna frase juguetona salio un gemido bastante grande. Es probable que no lo esperara pues mi movimiento a su conejo fue muy rápido. Lo cierto es que, una vez ahí, seguí dándola placer con mi lengua. Solo paré un momento para quitarme la camisa y volví a trabajar en su coño. Ella gemía y a ratos reía, con una risa nerviosa, mientras sus cuidadas manos de salón de belleza jugaban con sus tetas. Sus manos pasaron a abrir un poco mas su coño mientras yo aceleraba el ritmo de mi mamada. Ella ponía cara de gusto y termino corriéndose en mi cara sin dejar yo ni un segundo de chupar. Ella tras la corrida se puso a cuatro patas en la cama y se alejó un poco de mi hacia el centro de la cama y con su dedo índice me llamó. Yo me subí a la cama no sin antes quitarme pantalón y calzoncillos. Totalmente desnudo Rocío me hizo tumbarme boca arriba y se puso entre mis piernas para darme una soberana mamada. Iba a ser mi esposa pero a ratos no era la futura madre de mis hijos sino la mejor de mis amantes. Chupaba mi polla con el ansia de quien hace algo prohibido. De quien folla con su amado. Mas de la mitad de los días hacíamos el amor. Ese día no. Ese día follábamos y lo hacíamos con mucha pasión. Ella seguía con la polla en la boca sin dejar el contacto, bien con los labios, bien con la lengua, ni un solo segundo. En esa posición podía mamarme sin dejar de mirarme ni un segundo a los ojos y eso me calentaba una barbaridad. Parecía uno de esos juegos en el que pierde quien primero aparta la vista. Solo que esta vez ella tenía mi polla en su boca. A ratos tenía que apartarse el pelo de la cara pero en general sus manos no abandonaban mi polla o piernas. Siguió así un buen rato pero yo ya estaba a punto de reventar. Ella debió notarlo pues dejó la mamada y, dándome la espalda, se metió poco a poco la polla en el coño. Ya con una buena parte de ella dentro empezó a cabalgarme con un cadencia continua ni muy rápida ni muy lenta. Mi excitación iba en aumento. Yo ya gemía descontroladamente mientras ella iba gimiendo cada vez mas. Yo decidí que era el momento de llevar la batuta y la eché un poco hacia atrás pegando su cuerpo al mio y levantando sus piernas. En esa posición ella apoyaba sus pies en mis rodillas y yo empecé una follada a un nivel brutal. Serían dos entradas y salidas por segundo con casi toda seguridad. Mis gemidos empezaron a confundirse con mis sonidos causados por el cansancio mientras que ella cada vez gemía mas. Tras un rato en esa posición noté que me iba a correr y al rato lo hice en su interior. Ella al notar mis corridas en su interior empezó a gemir mas y, con una de las últimas escupidas, llegó a su segundo orgasmo. Caímos rendidos en la cama. Aun no eran las doce pero ambos nos rendimos inmediatamente a los brazos de Morfeo.

02. Semana del 10 al 16 de Febrero

El lunes tras un día de trabajo intenso pero sin nada importante fuimos Rocío y yo con Manuela a la agencia de viajes en la que Manuela contrataba todos sus viajes de ocio y donde contrataron el crucero que me regalaron para mi cumpleaños. Tocaba contratar nuestra luna de miel. Llegamos a las siete de la tarde y estuvimos viendo diferentes opciones. Nos preguntó que presupuesto teníamos. Rocío dijo que como mucho cinco mil euros por persona. Yo dije que eso era muy poco. Argumenté que eso era lo que me costaba unas vacaciones normales con Rocío.

– ¿Pero no habíamos quedado que íbamos a intentar hacer una boda lo mas normal posible? - dijo Rocío

– Esto no es la boda – dije – Es la luna de miel

– Además la luna de miel la pagamos Mariano y yo y no tenemos presupuesto – dijo Manuela

– Eso si que no – dije – La luna de miel la pagamos nosotros.

– Insisto – dijo Manuela

– Mamá no seas así – dije ante la incrédula mirada de la agente de viajes que sabía que no era mi madre – Me tratas como si no pudiera pagarla. Os lo agradecemos pero no es necesario.

– Si no es que sea necesario – dijo – Es que queremos

– Esta discusión no va a ningún sitio – dije – Miramos la luna de miel. Pago yo y luego discutimos si aceptamos o no que lo paguéis vosotros pero vamos a ver opciones.

La agente de viajes sacó muchas opciones. Desde viajes combinaciones de capitales europeas a playas paradisíacas pasando por cruceros y destinos exóticos. Lo peor de todo es que no teníamos ni idea de lo que queríamos hacer y todo nos gustaba bastante. Tardamos una hora y media pero al final decidimos un combo París, que aun no la habíamos visitado juntos, con seis noches en las islas Seychelles. En París iríamos a un hotel increíble en el que yo había estado una vez pero era hasta caro para nuestra empresa y en Seychelles a un resort de villas de lujo espectacular. No cogimos la villa mas cara pero tampoco la mas barata. Una de las del medio. Y por supuesto el vuelo en business. Cuando nos dijo el precio final Rocío me miró con cara de pocas pulgas pero yo la miré con cara de niño bueno y aceptó. La broma al final fue de casi 20.000 euros. Tras salir de la agencia fuimos a cenar con Manuela y se nos unió Mariano. Evitamos el tema de quien pagaba la luna de miel y nos fuimos para casa donde hicimos el amor.

El martes trabajé hasta tarde puesto que Rocío tenía masters. No ocurrió nada destacable esa noche cené con Rocío en casa y poco mas.

El miércoles era el cumpleaños de Ana. Como hago con todos los directivos de mis empresas la invité a comer. A la comida también vino Raquel. Desde que Rocío me comió la cabeza en navidad no hacía mas que intentar ver esas supuestas pruebas que indicaran que Ana estaba coladita por mi pero yo no veía nada. Esa noche Rocío y yo salimos a cenar. Cuando comenté que había ido a comer con Ana dijo:

– Ya lo sabía. Me lo contó Raquel

– ¿Pero hay algo que no os contéis? - dije

– Nada. Así que cuidado.

Tras reírse un rato volvió a hablar.

– Me ha dicho que esta claro que esta loca por ti pero que estando ella se controlaba un poco. Que si no hubiera ido probablemente no hubiera hecho nada pero hubiera sido el día mas feliz de su vida.

– Pues yo no he notado nada

– Porque tu no te enteras. Escucha lo que te digo: te la vas a tirar

– Escucha lo que te digo: no va a ocurrir – dije yo sonriendo

– Tarde o temprano lo harás. Quizás no quieras pero Raquel y yo cada vez la vemos mas como nuestro juguete. Queremos que la hagas hacer cosas por diversión

– Empezáis a darme miedo

– ¡No seas tonto! - dijo – No la vamos a hacer daño. Solo queremos saber a que punto de sumisión llega. Raquel dice que muy elevado. Yo creo que no tanto.

– No me has tranquilizado ni siquiera un poco – dije

– Pues tranquilo que no será para tanto. Intentaremos que no tenga ni daño emocional. Físico desde luego nada.

– Dejemos el tema

– Raquel me dijo que te rajarías – dijo echándose a reír.

Con algo de miedo por la conversación terminamos de comer y nos fuimos a casa. Al llegar no pude dejar de hacerla el amor. No sabía que querían ellas dos de Ana. Sabía que no sería muy malo pues eran buenas chicas, algo traviesas pero buenas. Pero he de reconocer que me calentó.

El jueves la conversación con Rocío de la noche anterior ocupo una buena parte de los ratos en que no tenía mucho curro. No obstante, ya pasada la comida, cada vez pensaba menos en ello. Estaba concentrado currando en la empresa que compartía con Mariano cuando entró Maria. Vestía un pantalón marrón bastante oscuro con una mezcla entre jersey y camiseta de cuello alto y manga larga de color marrón muy claro. Casi beige. El pantalón llevaba un cinturón del mismo color con hebilla dorada y en los pies calzaba unos botines casi sin tacón de color negro. Se sentó enfrente mía y me empezó a tontear con los ojos mientras manteníamos una conversación normal. Me decía que había quedado con Rocío para que nos lleváramos a su hija Elena a Cuenca un fin de semana.

– No me importa que os la llevéis – dijo – Pero me tienes que prometer que controlas a Rocío.

– No es un animal – dije – Con todas las veces que la has dicho ya que se comporte va a ser suficiente. Pero si necesitas que yo la vigile lo haré. No te preocupes.

– Ya se que no es un animal. ¿Eres tonto? - dijo María – La conozco hace menos de dos años y tras Raquel ya es mi mejor amiga. Solo creo que a veces se comporta mas como una amiga que como una segunda madre que es lo que tiene que ser cuando yo no este. Pero se que ni es tonta ni malvada.

– No me llames tonto – dije serio mirando a sus ojos.

Ella se levantó y rodeando la mesa se acercó a mi. Se quedó junto a la mesa melosamente

– ¿Me perdonas?

– Creo que podría perdonarte – dije con una pequeña sonrisa

– Espera aquí

Y se fue hacia la puerta. Echó el pestillo y volvió a mi con una sonrisa en la boca. Ya casi a la altura de mi mesa llevó sus manos a la cintura y se empezó a quitar el jersey. Una vez lo tuvo fuera lo tiró junto a la silla en la que antes estuvo sentada y se acercó a mi hasta quedar su cuerpo entre mis piernas. Yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la besé. Me levanté de la silla y llevé mi boca a sus tetas besando la parte de estas que estaban libres de la protección del sujetador. Mi mano en su espalda desabrochó el corchete del sujetador y tras quitárselo lo lancé a la silla de nuevo. Ya liberadas sus tetas mi boca paso de una a otra con pasión mientras ella me acariciaba. Tras chupar ambas tetas un rato y darlas bastantes besos y algunos mordisquitos moví mi boca a la suya y nos fundimos en un pasional morreo. Tras un rato morreándonos ella me empujó sobre la silla y ella rápidamente se arrodilló entre mis piernas. Agarré su cabeza y la morree mientras sus manos desabrochaban mi pantalón. Me bajó el pantalón y los calzoncillos y los dejó a la altura de mis tobillos pasando a chuparme la polla con cierta pasión intentando meterse toda la polla que podía en la boca. Yo con una mano me iba desabrochando mi camisa mientras con la otra acariciaba su media melena rubia. Su boca jugaba a meterse mi polla a ratos mientras que en otros momentos sacaba la lengua para chuparme toda la extensión de mi rabo como si fuera una piruleta. Tras un rato de mamada la hice levantar y desabroché, aun sentado en la silla, su cinturón. Con este desabrochado bajé su pantalón y se lo quité dejándola ya solo con un tanguita muy poco propio de ella que solía llevar bragas.

– ¡Sorpresa! - dijo a mi oído

– Muy buena sorpresa

– Este tanguita lo compré el otro día con Raquel solo para ti.

La miré a los ojos, sonreí y, apartándolo un poco, la besé en su coñito. La di varios besos y pasé a apoyarla en la mesa donde empecé a jugar a lo bestia en su coño con mi lengua. Estuve así un buen rato, quizás unos cinco minutos, consiguiendo sacar de ella un primer orgasmo. Se corrió con mi lengua en su coño por primera vez esa tarde y, una vez recuperada de los espasmos de su coño, la incorporé y la hice quitarse el tanguita. Ya sin este la acerqué a mi y la hice sentarse conmigo en la silla mirando hacia mi. Mi polla la cogió ella y la apuntó a su coño. Ella empezó a cabalgarme y yo la ayudaba con movimientos de mi cadera. Tras un rato me agarró del cuello y me hizo quedarme quieto y ser ella la que a partir de ese momento llevara el ritmo. Saltaba de mil maneras sobre mi alternando la frecuencia de las penetraciones y la profundidad de estas. Yo la miré a los ojos y la besé con su lengua volviéndose loca en mi interior. Estuvimos un buen rato cabalgando hasta que, con ella aun penetrada, me levanté y la tumbé en mi mesa. Sus piernas abiertas acogían mi cuerpo que era penetrado con extrema dureza. Ahora ya no podíamos besarnos pues el polvo era mucho mas salvaje. Mas duro. Noté en ella que se iba a volver a correr y yo estaba cerca. La volví a coger y la empalé, de pie, de una sola vez. Ella dio un enorme grito de placer a la vez que mi polla empezó a correrse en ella. Me miró y me sonrió. Tras un rato la bajé de mi.

– Si no estuviera tomando la píldora seguro que de esta me dejabas preñada – dijo

– No me importaría dejarte embarazada – dije sonriendo

– Ya lo hiciste y di a luz a Elisa

– No sabes si es mía.

– Si lo se. Una madre sabe esas cosas pero solo debemos saberlo tu y yo.

Y tras decir eso me dio un beso y se fue. Yo me asee un poco y seguí currando en los documentos que estaba hojeando de la empresa de Mariano hasta que me tocó ir a casa para cenar con Rocío.

El viernes cuando me levanté y antes de que se fuera a trabajar bese a Rocío.

– Feliz día de San Valentín – dije

– Gracias cariño – dijo con una sonrisa – El año pasado te olvidaste

– ¿En serio?

– Si

– ¿Y te acuerdas?

– Soy una mujer con memoria

Me eché a reír con su comentario y la di un besito.

– Déjame arreglarlo – dije – Hoy tienes masters y mañana también. ¿Te parece que te recoja mañana después del masters y lo celebremos a lo grande con todo el día para nosotros?

– Vale – dijo con una sonrisa – Celebrarlo hoy y acabar a las once y media en la cama no es que sea muy romántico. Tienes tiempo para currártelo de cara a mañana.

Me dio un beso y se fue a la ducha dejándome con la inquietud de montar una día perfecto. No podía fallar nada. Por la mañana aparté todos los pensamientos del día siguiente con Rocío y trabajé con diligencia. Una vez se fueron todos a las tres y media me puse a preparar el día siguiente con Rocío. El día iba a ser frío en Madrid pero sin lluvia. Eso me dio una idea. Tire de la guía del ocio y busqué buenos restaurantes románticos. Era fácil pues la edición de esa semana estaba lleno de ellos. No me costó mucho encontrar una mesa para comer el sábado. Tras la comida la llevaría a pasear por el Parque del Capricho. El mas bonito, coqueto y romántico de Madrid. Tras el paseo una vuelta por Madrid y cena en nuestro restaurante fetiche: Olsen. El restaurante donde tuvimos nuestra primera cita, donde la llevé en nuestro aniversario. Empecé a hacer las llamadas necesarias para reservar los restaurantes y reservé en una floristería cercana una docena de rosas. Tras dejarlo todo listo trabajé un poco mas y fui a buscar a Rocío al masters. Celebraríamos bien el día de los enamorados al día siguiente pero nada nos impedía cenar esa noche fuera. Estuvimos cenando y hablando de futuro. No era muy romántico pero si muy práctico. Algo antes de las doce Rocío y yo estábamos en la cama haciendo el amor.

A las ocho y media del sábado Rocío se fue al masters no sin antes decirme que esperaba ser sorprendida. Una hora mas tarde yo seguía en la cama y sonó el teléfono. Al cogerlo al otro lado estaba Jorge, el padre de Rocío

– Hola Carlos – dijo - ¿Está Rocío?

– Hola. No, esta mañana tiene masters.

– No lo sabía. María Rosa se ha puesto de parto hace media hora.

– ¿En serio? ¡Que bien! Hacerme un favor. Que nadie llame a Rocío. Yo me encargo de decírselo cuando vaya a buscarla. Me voy a divertir.

– No seas muy malo – dijo riendo – Te mantendremos informado.

Dediqué el resto de la mañana a leer y a eso de la una me metí en la ducha. Cuando salí de la ducha tenía una llamada de los padres de Rocío. Les llamé y me contaron que el niño ya había nacido. Les dije que a las dos y media estábamos allí y, tras terminar de vestirme, recogí las rosas y me fui a buscar a Rocío. Esperaba a Rocío con las rosas en la puerta del masters. Antonio estaba conmigo, esperando a Laura, y le conté todo. Me prometió no reírse. Tras salir ellas nos saludaron a ambos

– ¿Son para mi? - dijo Rocío con una sonrisa coqueta

– No – dije – Lo eran.

Rocío y Laura se miraron extrañadas.

– Estas rosas eran para ti. Íbamos a ir a un restaurante muy romántico a comer. Íbamos a dar un paseo por un parque ideal e íbamos a acabar cenando en nuestro restaurante fetiche.

– ¿Y ya no?

– Pues no – dije – Resulta que me lo curro todo y a tu cuñada le da por hacerte tía. He pensado que estas flores podían ser para ella.

A Rocío le cambió la cara y tras un momento de incertidumbre sonrió. Su sonrisa iluminaba sus ojos.

– Eres tonto. ¡Vámonos! - Y mirando a Laura dijo – Nos vamos.

Nos metimos en el coche y fuimos a la clínica, que estaba en la zona de Arturo Soria, a ver a los nuevos padres. Cuando llegamos acababan de subir a la madre y al niño a la habitación. Les saludamos y tras verles y estar un rato con ellos nos fuimos a comer con los padres y Diana. Era el tercer Jorge. El padre y hermano de Rocío también se llamaban Jorge. Cuando volvimos había ido mucha gente a visitarles. Pasamos solo un rato pero nos fuimos pronto para no molestar. Fue bastante gracioso pensar que al día siguiente era el cumpleaños del padre. Si el niño hubiera nacido un día después padre e hijo compartirían cumpleaños. Rocío y yo cenamos por el barrio y nos fuimos a la cama donde hicimos el amor. Rocío estaba especialmente lanzada. Probablemente por ser tía.

El domingo fue un día raro ya que era el cumpleaños de Jorge pero al pobre apenas le hicimos ningún caso. Ese día otro Jorge era el protagonista. Tras levantarnos pasamos todo el día en el hospital con María Rosa, Jorge y el pequeño Jorge. Junto con nosotros estuvieron todo el día los padres de Rocío, Diana, los padres de María Rosa y el hermano de María Rosa con su mujer. En realidad cuando digo que estábamos todo el día es que nos turnábamos para estar. Íbamos a desayunar, dar una vuelta, comer y esas cosas, por turnos para no estar agobiando a la madre y al niño. A la hora de comer nos llevamos a Jorge junto con los padres de Rocío y Diana a comer para hacer algo parecido a un cumpleaños. Aunque fuera en un chino de barrio pero algo es algo. A pesar de las circunstancias todos teníamos regalos para el. Relativamente pronto, a eso de las nueve, estábamos de vuelta en casa y volvimos a hacer el amor, tras cenar y ver una peli, con relativa pasión.

03. Semana del 17 al 23 de Febrero

Los padres de Rocío se quedaban hasta el martes en Madrid por el nacimiento de su primer nieto. Tras el día de trabajo fuimos Rocío y yo con mis padres a la clínica. Tras ver al niño un rato Rocío, Diana, Manuela y la madre de Rocío se fueron a ver que tal la quedaba el traje de boda aprovechando que estaba la madre en Madrid. Mariano, el padre de Rocío y yo nos quedamos en la clínica. Una vez volvieron de ver el vestido fuimos todos a cenar excepto Jorge que se quedó con su mujer. Tras la cena vuelta a casa, polvo y cama.

El martes nos llamaron para comentarnos que ya salían de la clínica esa tarde. No obstante, puesto que Rocío tenía masters, no podríamos ir a verles. Esa noche, tras pasar todo el día en la oficina trabajando, hice la cena para Rocío y descansamos.

El miércoles fuimos a ver al sobrino de Rocío. Era su primer sobrino y estaba entusiasmada. Pero antes, en la oficina, Pedro fue entrevistado por Oscar. Por lo que me dijo Oscar, Pedro causó muy buena impresión. Yo estaba seguro. Ya en la casa del hermano pasamos un par de horas con ellos y ayudamos a comprar cosas que necesitaban para el niño y para la casa. Para no molestar demasiado nos fuimos a casa a cenar y a descansar. Y a echar un polvo de celebración.

El jueves dediqué todo el día a trabajar intensamente aprovechando que Rocío estaba en el masters. A eso de las ocho estaba concentrado cuando entró Raquel. Vestía espectacularmente ese día y su cuerpo volvía a ser el de antes. No se notaba ya para nada que había sido madre siete meses antes. Su pantalón como de tweed gris se ajustaba a su vientre plano a la perfección mientras que en la pierna se abombaba hasta hacer un poco de campana. Por debajo de sus pantalones aparecían unos preciosos zapatos de alto tacón y marrones. En su torso un polo gris de manga larga con botones hasta bien entrado el canalillo y un tejido muy suave. En su muñeca derecha llevaba varias pulseras plateadas dándola un toque elegante perfecto.

– Ya queda menos para tu boda – dijo nada mas entrar - ¿Estas nervioso?

– No. Pero no garantizo que lo esté en el futuro.

Seguimos un buen rato hablando sobre la boda y sobre nosotros. Eramos grandes amigos y hablábamos como ellos. Pero también eramos amantes y esas tardes, a solas en la oficina, terminaban siempre de la misma manera. Poco a poco ella fue acercándose a mi mientras mirábamos unos números y no pude dejar de mirar su canalillo a través del polo. Ella me sonrió y seguimos a lo nuestro. Durante unos minutos puesto que rápidamente me la senté encima y, tras besarla, la quité el polo para jugar con sus tetas. Aparte un poco su sujetador para jugar con sus tetas de tamaño medio. Chupaba alternativamente cada teta y las movía arriba y abajo. Mientras hacía esto ella me agarraba del cuello y apretaba mi cara contra sus pechos. Tras un rato así ella me levantó y me llevó al lado estrecho de la mesa. Una vez allí ella me tumbó sobre esta con mis piernas colgando y me desabrochó el pantalón. Lo bajó un poco junto con los calzoncillos y se lanzó a mi polla para mamarla con ansiedad. Se la metía en la boca a ratos y en otros momentos movía su lengua a lo largo de toda la extensión de mi pene. A la vez que penetraba mi polla en su boca ella pajeaba la parte inferior de esta con una de sus manos. Yo me estaba calentando y decidí quitarme la camisa que llevaba ese día para que ella pudiera acariciar, con su mano libre, mi pecho. Se dedicó casi un cuarto de hora a mi polla sin dejar de mirarme dejando solo mi pene para, muy de vez en cuando, chuparme los huevos. Cuando chupaba mis huevos masajeaba mi polla haciéndome una paja. Durante un rato tras la mamada me hizo una pequeña cubana pero rápidamente la levanté y, poniéndome yo de pie, la ayudé a quitarse pantalón y tanga. La subí a la mesa y yo me arrodillé para llevar mi cabeza a su coño dándola una pequeña chupada a este. Movía mi lengua arriba y abajo de su raja haciendo que esta entrara un poco dentro de su conejo y elevando, de esa manera, sus gemidos. Con el paso del tiempo ella acariciaba mi pelo mientras yo seguía dedicado totalmente a darla placer oral. Mi movimiento era frenético en su raja y ella cada vez gemía mas alto y termino corriendo cuando, a la ayuda de mi lengua, llegaron mis dedos. Tras correrse con mis dedos dentro me miró con cara de amor o de pasión, no lo tengo claro, y me hizo levantar para arrodillarse y empezar a chuparme un poco la polla. Tras un par de minutos de mamada volvió a subirse a la mesa y, incorporándome yo, empecé una lenta penetración de su coño. Mi polla entraba, al principio, lentamente en su coño haciendo que sus tetas se movieran a los lados. Con el paso del tiempo empecé a aumentar el ritmo de la follada y tuve que agarrarme a sus muslos para poder seguir con la misma fuerza. Ella poco a poco volvió a gemir tras su anterior corrida.

– Dios esto es lo mejor del mundo – dijo entre gemidos – Los polvos contigo son brutales.

– ¿Te gusta?

– Me encanta – gritó

Seguí penetrándola durante un rato hasta que yo estaba ya muy cerca de correrme. Se lo hice saber y me dijo que si aguantaba un minuto llegábamos juntos. Contando hacia atrás, para poner mi mente en otra cosa, conseguí retrasar la corrida y, aproximadamente un minuto después, me corrí en su interior. La mayor fuerza de mi última penetración antes de inundarla hizo que ella se corriera conmigo y explotáramos juntos. Nos estuvimos besando durante un rato bastante largo. Ambos fuimos a asearnos y seguimos mirando los números que estábamos mirando antes del polvo. Como si no hubiera pasado nada. A las diez nos fuimos cada uno a nuestra casa y yo llegué casi a la vez que Rocío. Hice unos huevos revueltos rápidamente y cenamos viendo la tele. Yo me quedé a ver terminar la película pero ella se fue antes pues estaba muy cansada.

El viernes fue un día de trabajo normal pero como era el cumpleaños de Oscar le invité a comer. Siendo viernes y teniendo jornada intensiva fuimos algo tarde a comer pero no teníamos prisa por volver y pudimos charlar relajadamente. De todos los directivos de mi empresa que no estaban en mi circulo más íntimo Oscar era con el que mejor me llevaba. No era con el que pasaba mas tiempo, esa sería Ana, pero si teníamos una relación especial. Quizás por ser el primero que contratamos para que llevaran una de nuestras lineas de negocio. Tras comer, tomar café y charlar, hacia las cinco, me fui a casa de Jorge y María Rosa a pasar la tarde con los nuevos padres y con Diana y Rocío que ya estaban allí. Cuando al niño le tocó la toma delas diez nos fuimos. Cenamos algo por el barrio, invitamos a Diana, y tras eso nos fuimos a casa a hacer el amor.

Llegó el sábado y tenía una sorpresa para Rocío. Ella pensaba que iríamos a comer a casa de Raquel pero no era así. Tenía para ella el sábado que no pudimos celebrar por San Valentín. En realidad solo la comida romántica ya que el día estaba muy nublado y chispeaba a ratos impidiéndonos visitar el parque. Así sustituí el paseo por el parque con tarde y cena en casa de Raquel ya que hacía unos días que ella y Rocío venían hablando de quedar. De nuevo llevamos pronto a casa y pudimos hacer el amor pero no nos acostamos muy tarde pues al día siguiente íbamos a casa de Laura y Antonio.

Rocío y yo nos levantamos prontito el domingo y tras ducharnos y vestirnos nos fuimos a casa de Antonio y Laura pues ese día ella celebraba su cumpleaños. Llegamos a casa de ellos pronto, hacia las once. Nos gustaba estar con nuestros amigos antes de que llegaran el resto de los invitados. Esas dos horas entre el momento en que llegábamos nosotros y llegaban los demás era nuestra celebración privada. Que Raquel y María hubieran sido madres y que Laura y Rocío tuvieran masters media semana había tenido como consecuencia que no nos viéramos tanto. Lo cierto es que a Rocío y a mi nos gustaba pasar tiempo con las recién nacidas y Laura y Antonio lo entendían. El cumpleaños fue especial. Era el primero de ella como esposa de Antonio y era el último nuestro como solteros. Estábamos ya en ese momento a tres meses de la boda. Lo pasamos muy bien como siempre y que los amigos de ambos fueran, en su mayoría, amigos o de Rocío o míos lo hacía aun mejor. Tras la comida entregamos los regalos. En esta ocasión Rocío compró para su amiga unos zapatos que habían visto en una zapatería y de los que ella se había enamorado. A lo largo de la tarde se fue yendo la gente hasta que volvimos a quedar los cuatro. Cenamos algo ligero y estuvimos hablando hasta casi las doce de la noche cuando nos fuimos a casa ya que al día siguiente tocaba currar. Ese día Rocío y yo no hicimos el amor pues era tarde.

04. Semana del 24 de Febrero al 2 de Marzo

El lunes quedaban tres meses para la boda y no estaba muy inquieto. Creo que teníamos todo bastante bajo control. Ya tendríamos tiempo de ponernos cardíacos. El día fue bastante monótono en lo que a trabajo se refiere. Tras salir de la oficina pasé a buscar a Rocío y la lleve a casa de su hermano para ver un ratito a su sobrino. No estuvimos mas de una hora. Tras irnos de su casa fuimos a cenar y a la cama a descansar.

El masters fue un día típico en el cual Rocío tenía masters. Trabajar hasta tarde y llegar a casa para hacer la cena para los dos. Descansar y a la cama sin sexo.

Tras trabajar todo el día en nuestra futura empresa de telefonía con Alberto llamé esa tarde a Rocío para ir a buscarla y pasar la tarde juntos ya que no iríamos a ver a su hermano que necesitaban descansar de nosotros. Eran las seis y acababa de salir de la oficina. Me dijo que estaba con Laura y que me esperaba en casa ya que tenía una sorpresa. Llegué a casa en poco mas de veinte minutos y estaba Rocío esperándome con Laura y Antonio. Todos parecían contentos.

– Hola cariño – dijo Rocío que vino corriendo a abrazarme y besarme

Tras el beso, algo intrigado, dije

– Hola. ¿A que se debe este ataque de felicidad?

– Acabas de besar a la nueva team leader de la oficina central – dijo sonriendo

– ¡Que bien! No sabes cuanto me alegro – dije volviéndola a besar.

– Tu futura mujer esta escalando casi más rápido que yo – dijo Antonio con una sonrisa – Es la mujer mas joven en llegar a team leader en nuestro banco.

– Ya sabía yo que esta me iba a jubilar – dije – Vamos a celebrarlo

Todos rieron y cogieron sus abrigos. Fuimos a un restaurante cercano a casa que nos encantaba cuando nos dimos cuenta que eran solo las siete y cuarto. La emoción nos había cegado a todos. Como era pronto para cenar estuvimos tomando antes unas cañas en un bar cercano. Las cañas y la cena fueron impresionantes. Mas por el subidón del ascenso de Rocío que por la comida que, de verdad, era buena. Nos contó que empezaba como team leader en marzo y que tenía que quedarse con la mitad de clientes ya que la otra mitad del tiempo ayudaría a los compañeros que estaban bajo su mando. También dijo que solo sabía que se quedaría con Gerardo y Carmen pues les había cogido cariño. Al llegar a casa tras la cena Rocío y yo fuimos directamente a la cama. E hicimos el amor.

Tras un día de subidón, como fue el día anterior, vino un día de bajón. O aburrido. Curro monótono, nada especial, Rocío en el masters,... en definitiva, nada excitante. Ese día, a diferencia de otros martes y jueves, si hicimos el amor puesto que ese fin de semana nos íbamos a Cuenca y no podríamos hacer el amor.

El viernes fue un día de trabajo bastante intenso donde iba enlazando reunión tras reunión en las distintas plantas de nuestras oficinas. En el trayecto de una a otra mi secretaria me iba dando los mensajes que iban llegando. La última reunión fue con María y Raquel y tras esta María y yo nos fuimos a buscar a Rocío para ir a comer juntos. Esa tarde, cuando Elena saliera del cole, iríamos Rocío, Elena y yo a Cuenca a preparar cosas de la boda con Elena. Rocío la prometió que ayudaría con la boda y la verdad es que no habíamos podido estar mucho con ella. En la comida María se dirigió a Rocío

– Te dejo a la niña pero por favor que no se te vaya la pinza

– Vale – dijo Rocío – Prometo no comprarla nada. Sabes que no hago nada con mala intención pero es que esa niña tuya es un amor y conquistó mi corazón el fin de semana que se quedó con nosotros.

– Se que no haces nada con mala intención – dijo María – Nunca he dicho lo contrario. Pero controlate

Y ambas se rieron. Yo le aseguré a María que vigilaría a Rocío y ambas se echaron a reír. Tomamos los cafés tranquilamente esperando que fuera la hora de ir a buscar a la niña y fuimos al cole. Allí recogimos a Elena que se despidió de su madre y salimos hacia Cuenca donde llegamos algo antes de cenar. Los padres de Rocío ya conocían a Elena de los días en que Rocío se probó el vestido de novia. Tras cenar pronto por la niña, a eso de las nueve y media, se acercaron algunas amigas de Rocío para charlar y pasar un rato con la niña pues ese fin de semana, lógicamente, no saldríamos de juerga. Se fueron todas a las once y a esa hora acostamos a Elena yéndonos a dormir nosotros una hora mas tarde.

A las diez de la mañana del sábado estábamos ya todos en pie. Tras desayunar salimos por Cuenca para ir cerrando cosas de la boda e ir enseñando a Elena las cosas que ya habíamos elegido. La primera parada fue la floristería. Enseñamos a Elena las flores de la iglesia y, entre ella y Rocío, seleccionaron las que les gustaban para el ramo de novia. De ahí pasamos a ver el detalle de la boda. Teníamos algunas ideas y se las mostramos a Elena a ver que pensaba. Ella y Rocío hablaban de los detalles como si yo no existiera. Viendo a Rocío con Elena me di cuenta que mi futura mujer sería una buena madre. A Elena la mimaba un poco. Bastante si no se la controlaba pero tenía lo necesario para ser una buena madre. Dulzura, honradez y algo muy difícil, no tratar a los niños como mas pequeños de lo que son. Tras terminar nuestros recados de la boda nos fuimos con ella a tomar el aperitivo con algunas amigas de Rocío. A las dos y media volvimos a casa de los padres para comer en familia y pasar una entretenida tarde jugando a juegos de mesa con Elena. Antes de cenar dimos un pequeño paseo y tras cenar una peli de dibujos y a la cama.

El domingo nos levantamos prontos y dimos un paseo por Cuenca antes de ir a comer en un restaurante cercano para celebrar el ascenso de Rocío. Pronto volvimos a casa para pasar un rato con María, Arturo y su hija tras pasar ella el fin de semana con nosotros. Cenamos algo con ellos y volvimos a casa. Yo estaba desatado y de la mano llevé a Rocío a la cama sin pasar por el salón siquiera. Ese día Rocío vestía pijita pero algo informal. Llevaba una amplia falda de ante color marrón claro que la llegaba a la altura de, mas o menos, las rodillas. Calzaba una botas marrones oscuras, de la misma tonalidad que el cinturón. En su torso superior llevaba una camisa blanca con una rebeca color violeta y un pañuelo negro de Channel al cuello. Al entrar en la habitación decidí que me sobraba toda su vestimenta y la quité rapidamente la rebeca, la camisa y la falda. En el proceso creo que me cargue la camisa. Seguro que algunos de los botones. Quedó en medias, negras, con su braguita y sujetadores del mismo color y las botas marrones.

– Te has cargado la camisa, bestia – Me dijo sonriendo – Últimamente te ha dado por romper toda mi ropa.

– Vaya, lo siento. Mañana te compro una.

– Ven aquí – dijo

Y sentándose sobre la cama me acercó y me dio un beso en la polla sobre el pantalón. Se echó hacia atrás y me enseño su coño aun protegido por las bragas. Yo acaricié su costado y empecé a bajar su braguita hasta que se las saqué del todo. Ella me sonrió y se echó hacia atrás abriendo las piernas de par en par. Yo me arrodillé en el suelo de la habitación y llevé mi boca a su conejo. Mientras apartaba un poco los labios vaginales con las manos besaba su coño y pasaba la lengua por toda su extensión dedicando especial atención a su clítoris. Cada cierto tiempo hacía trampas y la tocaba un poco mas con las manos. Su temperatura fue aumentando y se sacó sus tetas por encima de la copa de su sujetador para acariciarse los pezones. Yo mientras no abandonaba mi trabajo. En un momento dado ella jugaba con su pezón derecho con la mano derecha mientras la izquierda acariciaba mi cabello indicándome que iba por buen camino. Dejé un rato de besarla y la rocé con mis dedos antes de empezar a penetrarla con tres dedos sacando de su boca los primeros gemidos. Aun pequeños. Alterné mis dedos y mi boca durante un buen rato hasta que ella decidió unirse a la fiesta y mientras jugaba con mi lengua y mis dedos ella separó la mano que estaba en mi cabeza y se unió a la fiesta frotando la parte superior de sus labios inferiores. Cuando vi lo que hacía aparté su mano. Quería la exclusividad y seguí con mi boca en ello solo ayudándome con la mano en contadas ocasiones. Tras un rato mas así ella se corrió. O quizás solo se estremeció pues fue algo menos escandaloso que su corrida normal. Aun así se separó de mi y se puso a cuatro patas en el centro de la cama sonriéndome. Yo empecé a desabrocharme el pantalón y ella gateo felinamente hacia mi. Me ayudó a bajarme un poco el pantalón y el calzoncillo y, cuando ya estuvo liberada, me empezó a comer la polla. La miraba con cara golosa y jugaba con el capullo y su boca antes de meterse una buena parte de ella en la boca para sacarla, lamerme y pajearme. Alternaba distintas maneras de darme placer a la polla aunque es cierto que lo que mas hacía era meterse todo lo que podía en la boca de manera bastante brusca. Mientras estaba en ello yo me terminé de quitar la camisa y, ya una vez si ella, me echaba sobre Rocío para poder acariciar su culo mientras me mamaba la polla. Yo acariciaba su pelo mientras ella no abandonaba mi polla y disfrutaba de la maravillosa mamada que me estaba dando. Mientras seguía en ello yo terminé de quitarme el pantalón y volví a acariciarla. Tras un rato mas mamándomela se echó hacia atrás en la cama quedando su conejo junto al borde de la cama. Puesto que nuestra cama era relativamente alta yo pude acercarme de pie y enchufar mi polla a su coño. Al principio con amor pero rápidamente lleno de pasión pasé a follarla a lo loco. Sus tetas se movían sin orden aparente mientras mi polla la perforaba con fuerza. Ella empezó a gemir a la vez que yo gruñía a medio camino entre el gemido y el esfuerzo. En una de las penetraciones me salí de ella por completo y me tumbé en la cama tras ella. Levanté una de sus piernas y, de costado y por atrás, apunté a su coño. Con una cadencia rápida empecé a penetrarla y noté que iba a llegar. Iba a decírselo cuando ella me dijo:

– ¡Correte ya! Estoy a punto

No necesité mayores invitaciones y, tras un gruñido de placer, escupí varios chorros de semen en su coño. Ambos nos recostamos en la cama y ella giró su cabeza hacia atrás para besarnos. Estuvimos un buen rato besándonos hasta que ella me tumbó y me cabalgo hacia un segundo orgasmo simultaneo.

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