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Mi historia (36: Diciembre 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 1 al 7 de Diciembre

Volvía María a la oficina ese lunes tras tres meses en el curso de recursos humanos. A las once Mike y Raquel vinieron a mi despacho y llamamos a María. Esta llegó en pocos minutos.

– Vaya – dijo María de manera jovial - ¿He hecho algo mal?

Los tres reímos pues si parecía raro que estuviéramos los tres presentes.

– No – dijo Mike – Tenemos algo que darte.

Yo alargue un pequeño paquete y ella fue a recogerlo. Estaba envuelto y quito el embalaje rápidamente. Dentro se encontró con sus nuevas tarjetas de visita como Directora de Recursos Humanos. Ella sonrió.

– Gracias – dijo María - No se si lo merezco. En todo caso, no se si os ha contado Carlos que me gustaría volver a tiempo completo. Ahora con las niñas en el cole las tardes en casa se me pueden hacer muy largas. Pero ya le dije que no era por el dinero. Ya me pagáis suficiente.

– Si quieres estar en jornada completa nosotros encantados – dijo Raquel – Pero tu sueldo será superior. Ni se te ocurra decir esa chorrada de cobrar lo mismo.

– Esta tarde tengo que entrevistar a unas chicas para que una me ayude a recoger a las niñas del cole y esas cosas. Luego ya desde las seis y media entre las dos llevaremos bien a las niñas.

A todos nos pareció bien que al día siguiente empezara con la jornada completa. Cuando ella se fue también lo hicieron Mike y Raquel y yo me puse a trabajar. Ese día tenía bastante lío y no salí a comer. La oficina a las dos y cuarto estaba vacia cuando entró María y cerró la puerta con pestillo. Decidida se acercó a mi y se sentó sobre mi regazo.

– Hace meses que no lo hacemos en tu oficina. Lo echo un poco de menos – dijo sonriente

– Es la hora de comer – dije – No tenemos mucho tiempo y no podemos hacer mucho ruido

Ella solo sonrió, acarició mi cabello y me besó. Vestía bastante normalmente con una falda vaquera no muy corta, hasta las rodillas, una camisa azul marino muy normalita y unas botas marrones sin tacón y sin nada especial. Pero para mi estaba radiante. Despertaba en mi una ternura especial. Siempre que la veía me entraban ganas de abrazarla como si fuera un osito de peluche, como si necesitara ayuda, como si necesitara confort.

– Hoy no estoy muy sexy – dijo levantándose y dirigiéndose hasta el otro lado de mi mesa.

– Lo sexy esta sobrevalorado – dije – Nada como el amor.

– Ya – dijo María – Pero tu a quien quieres es a Rocío. No me cuentes historias.

– Quiero a Rocío más que a ti. Más que a nadie y más que a nada. Pero a ti también te quiero. ¿Como te lo puedo demostrar?

Ella empezó a mover su cuerpo frente a mi en el otro lado de la mesa con las manos sobre esta y luego girándose para apoyar en ella su culo. Cogió un boli y empezó a jugar con el como si fuera una polla en su boca. Yo sonreía. Tras un rato así tiró el boli al suelo y, dándome la espalda, empezó a agacharse delante de mi mostrándome su culo. Tras moverlo un poco estando ella agachada se levantó lentamente y se giró. Lo suyo no era la provocación sexy pero me gustaba que lo intentara. Se quedó un rato mirándome tranquilamente y sin atisbo de hacer nada. Tras un rato habló.

– Puedes demostrármelo follándome.

– Me parece bien – dije sonriendo

Ella se acercaba a mi mientras me sonreía y, agarrándome del polo me hizo levantar y me miró a los ojos. Estando yo ya de pie ella me besó con pasión. Tras el beso se dio la vuelta y empezó a acariciar su culo sobre mi polla. Yo no pude aguantarme y pasé a acariciar un poco su culo. Ella pareció calentarse aun un poco mas y con su brazo derecho rodeo mi cabeza, echó su cara hacia atrás y me beso mientras yo le daba la merienda a su culo. Nuestro beso seguía y jugábamos con las lenguas en la boca del otro a la par que ella se iba girando para besarme de manera frontal. Tras un rato mas besándonos ella se acercó a mi silla y puso una de sus piernas en mi sillón. Se subió la falda lo suficiente como para que yo tuviera un acceso fácil a su culo. No tardé nada en agacharme y pasar a besarlo con pasión.

– Deja mi culo en paz – dijo – Y usa mi coñito

Yo sonreí porque siempre la ponía muy nerviosa que me acercara mucho a su agujero trasero. Desde atrás abrí un poco sus piernas y accedí con mi lengua a su coño. Pasé la lengua por toda la longitud de su coño y ella soltó su primer gemido. No tardé mucho en sustituir mi lengua por mis dedos y luego estuve un rato alternando su coño entre mi mano y mi lengua. Me estaba poniendo muy caliente y ella cada vez gemía mas.

– Cariño – dije – Baja el volumen que pude haber alguien fuera que no haya ido a comer.

– No me puedes estar haciendo esta mamada de coño y pedirme que no gima – dijo – Sigue amor.

Yo me reí y la apoyé sobre la mesa para sacarla su braguita. Me acerqué a ella y la besé. Ella me hizo sentar en mi butaca y empezó a moverse sensualmente mientras desabrochaba y se quitaba su camisa. Yo seguía con su braguita en mi mano. Ella se arrodilló delante de mi y empezó a desabrochar mi pantalón y me lo bajó junto con el calzoncillo hasta quitármelo de una de las piernas. En ese momento se echó sobre mi y mientras me besaba desabrochaba su sujetador y lo tiraba lejos. El beso estuvo lleno de pasión pero no duró mucho pues ella empezó a prestar atención a mi polla. Se sentó con su culo desnudo sobre mi y empezó a frotar este sobre mi polla. Yo no aguantaba mas. Estaba que explotaba y quería follarla pero ella lo que hizo fue ponerme de pie y volverse a arrodillar para poder hacerme una mamada. Su boca engullía mi polla con hambre. Como si lo necesitara para sobrevivir. Era una sensación increíble. Tras un rato así ella volvió a sentarme y siguió un poco con la mamada para, relativamente pronto, mirarme a los ojos, sonreír y sentarse sobre mi. Lo hizo con cuidado y asegurándose de que mi polla entrara totalmente en su coñito. Mi pene se introdujo en ella como un cuchillo en mantequilla a temperatura ambiente. Ninguna dificultad. Con parsimonia pero muy sensualmente ella empezó a cabalgarme. Y a gemir mas de lo que yo quería. La amaba mucho y Rocío sabía que me la follaba pero no podía saberlo el resto de mi oficina. En ese momento me di cuenta que aun tenía sus bragas en mi mano y las puse en su boca. Ella al principio se asustó un poco pero rápidamente se dio cuenta de lo que hacía y, como pudo, me sonrió. Mas que con la boca fue una sonrisa con los ojos. Seguro que sabéis a que me refiero. Esa mirada de aprobación, pasión y amor. Ya con la braga en su boca apagando sus gemidos ella volvió a cabalgar y fui yo el que empecé a gemir pero para no montar un espectáculo pegué mi boca junto a su hombro y así no se oían mis gemidos. Era una maravilla nuestra compenetración ese día y alternábamos las penetraciones mas tradicionales con penetraciones completas en las que ella se mantenía empalada y giraba alrededor de mi polla. Ambos estábamos cerca de explotar y lo hicimos tras unos minutos corriéndome yo, con un gran torrente de semen, en su interior. Una vez salí de ella se saco la braga de la boca, nos besamos y nos arreglamos. Tras ello fuimos discretamente al baño y ya arreglados volvimos a mi despacho. Allí ella volvió a besarme.

– Voy a bajar a por unos sándwiches y comemos juntos – dijo ella

– Gracias preciosa – dije

Cuando volvió comimos juntos y se fue a su casa para entrevistar a las chicas que la amiga de mi madre había preparado para ella teniendo en cuenta sus necesidades. Por la tarde trabajé normalmente y, al salir del trabajo, me fui con Rocío para empezar a buscar el regalo de cumpleaños de Diana que celebrábamos esa semana. Tras unas horas viendo, sobre todo, ropa de lujo Rocío y yo nos fuimos a cenar fuera y luego a hacer el amor y dormir.

A menos de dos semanas de la inauguración de nuestra segunda tienda de moda infantil decidí ayudar a Marga y Alberto en ese proyecto durante toda la mañana. Marga estaba ya algo lenta y a menos de tres semanas de dar a luz. Yo la decía que se cogiera la baja si quería pero ella se empeñaba en llegar a la inauguración de la tienda. Comí con Ángel y Esther, puesto que era el cumpleaños de su hijo, y les di un detallito para el. Tras la comida me fui a la oficina de mi padre a revisar unos números. Salí tarde y no pude ir con Rocío a ver regalos para su hermana pero quedé con ella, Mariano y Manuela para cenar en un restaurante. Tras la cena nos fuimos a casa y a dormir. No hicimos el amor.

El miércoles lo dedique a ver el cierre del año de la empresa de Mariano con Javier. Ya habíamos repartido el máximo posible en beneficios durante los tres años anteriores y el año siguiente ya no estaríamos obligados a hacerlo. No obstante, Mariano y yo queríamos reunirnos con Javier para prepararnos para ver de que manera nuestros socios, y archienemigos, podían intentar fastidiarnos. Javier dijo que no sería fácil que hicieran nada. Pero que lo mas probable es que ya les diera igual ya que habían conseguido montar su empresa de importación de calzado e impedido que lo hiciera Mariano. Lo que no pudieron evitar es que yo la montara. Mariano tirando de contactos me dijo que les iba relativamente bien pero que pensaba que su facturación y beneficios sería, en el mejor de los casos, la mitad que nuestra rama. Claro que nosotros partimos con la ventaja de partir de tres empresas que habíamos comprado. Tras la reunión, que se alargó toda la mañana, me fui a comer con ellos. Tras comer pasé un rato por la oficina y me dediqué a contestar mails y llamadas que había tenido ese día. Por la noche Rocío y yo fuimos a casa de Raquel a ver a la niña y pasar la tarde con nuestra amiga y su marido. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos el amor.

El jueves fue un día totalmente monótono de oficina. Estuve metido en mi despacho y apenas recibí una visita de Ana para revisar la reunión del día siguiente, con magreo incluido, y otra de Marga y Alberto para ver como iba la inauguración de nuestra segunda tienda de moda para niños. La tarde la pasé tranquilo en casa leyendo un libro y varios informes con Rocío a mi lado leyendo también un libro. Parece una chorrada pero a mi me emocionaba totalmente estar junto a ella.

El viernes teníamos la reunión mensual para tratar los números de noviembre. Eran especialmente buenos. Aun a pesar del gasto extra para la apertura de nuestra segunda tienda de moda infantil batimos todos los récords de facturación y beneficios. Nuestra importadora de comida batió su récord de beneficios y en la inmobiliaria, que también batió su récord de beneficios, se empezaban a ver algo los cambios que había hecho Belén a petición mía. También fueron buenísimos los números de la empresa de restaurantes. El resto fueron simplemente buenos. Una vez presentados los números Ana se fue y nos quedamos Mike, Raquel, María, Marga, Alberto y yo.

– Menuda pasada – dijo María – Estamos facturando un 30% mas que cuando me fui al curso.

– Bueno – dije yo – Hemos abierto nuevos negocios y además se acerca Navidad.

– Aun así – dijo – Tenemos pasta en el banco para aburrir. El año que viene os vais a llevar un buen reparto de beneficios.

Todos se callaron y yo me levanté. Me acerqué a María y la di un beso en la mejilla. Tras hacerlo volví a mi asiento. Todos rieron aunque no sabían porque había besado a María.

– ¿Se puede saber a que venía ese beso?

– A que me alegro que estés de vuelta – dije – Tu no te habrás dado cuenta pero has dicho que tenemos pasta para aburrir, incluyéndote en la empresa, y luego que nos íbamos a repartir mucho. Me ha encantado simplemente.

Todos volvieron a reír mientras María me miraba a los ojos.

– Sois mi familia – dijo

– Y nos alegramos que estés de vuelta, cariño – dijo Raquel

Hablamos sobre la nueva tienda de moda infantil y sobre la tienda de ropa interior que abriríamos en Enero. Tras ver el estado de ese par de asuntos dimos por finalizada la reunión. El resto de la mañana la pasé en la oficina tranquilamente. A mediodía me fui a por Rocío ya que nos íbamos a Cuenca a pasar el fin de semana de puente. Sábado y lunes eran fiesta. Cuando llegamos nos encontramos con Diana y Pablo que habían llegado solo unos días antes. Diana nos fue contando un poco como iba el negocio que estaba montando. Parecía que al menos para vivir ella bien si le iba a dar. Era una chica muy inteligente. Tras cenar con los padres nos fuimos a tomar una copa y a eso de las dos estábamos en casa.

El sábado al ser fiesta estaban todas las tiendas cerradas en Cuenca y no teníamos mucho que hacer. Al día siguiente celebrarían los padres el cumpleaños de Diana con las amigas de ella y amigos de los padres pero por la fiesta estaba ya todo comprado. Así dedicamos el día a pasear algo por la ciudad, solo durante las horas de sol pues el frío era bastante fuerte esos días. El resto del día lo pasamos en familia. Ya con Jorge, su hijo y su mujer que llegaron ese día.

El domingo por la tarde, puesto que el lunes era fiesta, celebrábamos el cumple de mi cuñadita pero antes ese día nos fuimos a comer de tapas las dos parejitas jóvenes. Vimos a un montón de gente que se interesaban, sobre todo, por la relación de Pablo y Diana aunque a Rocío y a mi también nos saludaban bastante. Tras unos cafés por el centro volvimos al chalet de los padres de Rocío para ayudar con la preparación del cumple. Este duró desde las siete de la tarde hasta casi las cuatro de la mañana cuando se fueron las últimas amigas de Diana.

02. Semana del 8 al 14 de Diciembre

Amanecimos muy tarde el día del cumpleaños de Diana. Cuando Rocío y yo salimos de la cama ella aun no se había levantado y fuimos a su habitación. Pablo ya desayunaba en la cocina con los padres de Rocío. Tras hacerla levantar fuimos todos a desayunar algo, poco, y luego a dar una vuelta por Cuenca antes de comer en familia. Como era costumbre, tras la comida la dimos sus regalos. Estuvimos todos un rato de charla y nos volvimos a Madrid pues al día siguiente tocaba currar. Al llegar a Madrid recibí una llamada de Arturo que me pedía verme al día siguiente en la oficina de la empresa del padre de María. Obviamente acepté. Esa noche, tras varios días de sequía, le hice el amor a Rocío.

El martes tenía que ir por la tarde a la empresa del padre de María pero antes tenía que trabajar en mis cosas. Ese día básicamente ayudé en nuestra nueva tienda. Marga estaba ya muy torpe, a poco mas de una semana de salir de cuentas, y mientras ella dirigía desde la oficina Alberto, Marisa, Gloria y yo ayudábamos desde el centro comercial. Fui a comer con María para ver que me contaba. Me dijo que les escuchara. A las seis me fui con mi coche a Las Rozas, una pequeña ciudad de las afueras de Madrid, que es donde estaba la empresa del padre de María. Al llegar saludé al padre, el hermano de María y Arturo. La verdad es que el que la empresa fuera mal era un marrón para María ya que involucraba a toda su familia. Al llegar me contaron su problema y yo me hice un poco el loco pues se supone que María no me había contado nada. Su empresa era de distribución alimenticia pero movían productos españoles y llevaban todo desde la parte comercial a la logística. Me estuvieron pasando números de los últimos años. Nos dieron al final las diez de la noche.

– ¿Cuando me dijisteis que os ofrecieron por la empresa en 1999?

– Seis millones de euros, bueno 1000 millones de pesetas que entonces aun no estaba el euro – dijo el hermano de María

– Pues perdonar que lo diga así de claro pero fue una cagada no vender

– Lo sabemos – dijo Arturo – Pero no nos imaginábamos esto.

– El problema supongo que está claro. - dije - Habéis hecho un trabajo horroroso desde el punto de vista comercial, y perdonar la franqueza. No obstante, la logística esta bastante bien y tenéis buenos camiones, furgonetas e instalaciones.

– Pero estamos a punto de entrar en deuda y por los camiones y las instalaciones nos darán, si lo vendemos, suficiente como para pagar las indemnizaciones por despido de nuestros trabajadores – dijo el padre de María – Nada más.

– Yo creo que esta empresa es salvable. No se puede valorar en seis millones pero tampoco está para cerrar. Os pido tres semanas y que me dejéis hablarlo con tres personas: Mike, Raquel y Rocío.

– Mucho mas tiempo no tenemos – dijo Arturo

– ¿Quedamos en reunirnos el lunes 29 de Diciembre? - dije

– De acuerdo – dijo el padre de María.

– Pues por ahora solo dedicaros a seguir con el día a día.

A las once y media llegué a casa y, tras pedirla discreción, se lo conté a Rocío. Como economista y chica lista su opinión me interesaba. Pero no me la dio. Lo único que me dijo es que por favor ayudara a su amiga. Eso no era necesario. Se daba por supuesto que iba a ayudarla.

El miércoles todo iba muy bien en la nueva tienda pero aun así ayudé lo que pude por el estado de Marga. Ella estaba empeñada en llegar a la inauguración. Yo la dejaba trabajar duro esos días con la condición de que a partir del lunes ya no fuera a trabajar. Poco después de comer entró Ana, muy guapa, en mi despacho. Yo ese día iba muy liado.

– Hoy voy a estar hasta tarde trabajando – la dije

– ¿Porque me cuentas eso? - dijo con una sonrisa pícara

– Tu sabrás – dije yo

– Luego vengo – dijo con una sonrisita

Y tras decirlo se acercó a mi, me dio un beso en la boca y, mientras lo hacía, frotó un poco su bota sobre mi pierna. A las seis y media se fueron Marga, Alberto, Marisa y Gloria y poco después ya no quedaba nadie en la oficina. Aun así no llegó Ana hasta las siete y media. Vestía una falda negra hasta unos centímetros por debajo de la rodilla y unas botas de cuero negro que llegaban hasta donde acababa la falda. Tenían unos cinco centímetros de fino tacón y mucha punta. Su indumentaria incluía una chaqueta tipo americana a juego con la falda, que se quitó nada mas entrar en mi despacho y cerrar con pestillo, y una camisa blanca, de manga tres cuartos y finas rayas negras verticales cada tres centímetros mas o menos.

– Ya estoy aquí – dijo – Como me has pedido

– Yo no he pedido nada – dije

– Se leer entre lineas

– Insisto, no te he pedido nada. Te he informado que iba a estar aquí por si te apetecía pasar. No hubiera pasado nada si no hubieras venido.

– Dejemos los tecnicismos – dijo mientras se acercaba a mi mesa.

En vez de rodearla se sentó en una de las butacas que estaban en frente de mi mesa y donde siempre se sentaban aquellos que iban a visitarme. Una vez sentada me sonrió y bajó un poco la cara en señal de falso rubor. Fui yo el que me levanté y me puse junto a ella apoyándome en el pequeño resposabrazos que tenían las sillas donde se sentaban mis visitantes. Ella me miró y me sonrío. Yo me agaché, la di un besito y me levanté poniéndome delante de ella y apoyándome en mi mesa. Nos estuvimos mirando un rato sonriéndonos mutuamente y fui yo el que me acerqué a ella. Aun a un paso de ella estiré mi mano derecha para tocar su camisa y empezar a, lentamente, desabrochar esta. Tras un ratito con una mano me acerqué un poco mas y terminé de desabrocharla ya con ambas manos y algo inclinado sobre ella. Eché su pelo a su espalda y según iba bajando mi mano por su nuca la fui acariciando. Cuando no lo esperaba, hice un movimiento brusco y tiré de su camisa hacia mi para pegarla a mi cuerpo. Yo en ese momento di también un par de pasos hacia atrás y acabé apoyado en mi mesa y con ella de costado y en contacto con mi polla. Seguí quitándola la camisa.

– Si me viera mi novio – dijo Ana antes de soltar un gemidito de excitación

– Me soltaría una hostia

– No creo que fuera tan tonto. Es un poco enclenque. Tu eres mas fuerte y le darías una buena paliza – dijo ella – Le quiero pero los músculos no son los suyo.

Yo solté una especie de risita ahogada.

– ¿Entonces que haría?

– Supongo que irse y romper conmigo.

– Pues no podemos dejar que eso pase – dije yo

Todavía no había terminado de quitarla la camisa cuando llevé mis manos a su sujetador negro y acaricié sus primero sobre este y luego intentando que sus pechos salieran de su protección. Ahora ya estaba totalmente dándome la espalda y cada una de mis manos tenía un pecho con el que jugar. Mientras lo hacía ella gemía. Aun no eran gemidos de placer intensos sino pequeños gemidos fruto de la excitación. Mientras yo seguía con sus pechos y llevaba mi boca a su oreja derecha ella terminó de quitarse la camisa. Seguí magreándola solo un poco hasta que con una mano desabroché su sujetador.

– Buf – dijo ella al notarlo – Te voy a follar en tu despacho.

– Te voy a follar yo – dije

– El orden de los factores no altera el producto. Me he echo tantos dedos pensando en este momento – dijo

La giré mientras la quitaba el sujetador y nuestras bocas quedaron a solo unos centímetros la una de la otra.

– Pues a partir de ahora no te los harás imaginando sino recordando

– Mucho mejor – dijo ella antes de darme un beso

Estuve un rato magreando sus tetas y besando su cuello. A ella la ponía en varias posiciones, de costado, de espaldas y mirando hacia mi. Cualquier posición era buena para jugar con sus tetas. Tras un rato así la puse de cara a mi y nos besamos con pasión. Tras el beso la empecé a chupar sus senos y ella me empujó sobre la butaca en la que antes había estado ella sentándose a horcajadas sobre mi y con sus pechos a la altura de mi cara. Yo seguí chupándolas un buen rato. Con ella aún encima mía acerqué un poco la silla a la mesa y la hice a ella echarse hacia atrás. Aun estaba de rodillas sobre mi pero apoyaba su espalda sobre mi mesa. En esa posición ya no podía acceder bien a sus pechos para besarlos pero pude subir su falda pera ver unas preciosas bragas blancas muy transparentes. Pasé mi mano dentro de su braguita y empecé a acariciar sus labios vaginales a la vez que uno de mis dedos penetraba en su intimidad. Ella gemía y me declaraba amor eterno. Yo obviamente no mencionaba la palabra amor. Eso era para Rocío y, en todo caso, para Raquel o María. Nunca para Ana. Ella se calentó mucho y se echó sobre mi para besarme con pasión. Llevaba poco tiempo con ella pero ya sabía que los besos la calentaban. Mientras me besaba mi mano seguía en su coñito aunque en ese momento era mas difícil que antes maniobrar para acariciarla.

– Necesito que me folles ya – dijo – O me voy a correr en tu mano.

Calibré la posibilidad de que se corriera en mi mano y que eso quizás hiciera que estuviera aun mas controlada, mas dominada, pero me parecía que ya tenía suficiente poder sobre ella y quería follármela y correrme. Nos levantamos los dos de la butaca y yo me quité mi polo que tiré junto a su camisa en la butaca de al lado. Ya de pies volví a besarla y a hacerla un dedo mas rápido pero sin que llegara a correrse. Ella se estaba excitando cada vez mas y ya gemía mucho. Lanzó su mano a mi entrepierna y empezó a acariciar mi polla sobre el pantalón sacando de mi un primer gruñido de excitación. Llevaba mucho tiempo excitado pero hasta entonces no lo había demostrado y me había comportado firme y frío. Yo seguía acelerando mi dedo y ella como loca empezó a liberar mi polla desabrochando cinturón, primero, y pantalón, después. Cuando consiguió liberarla me la magreó un par de veces y rápidamente se arrodilló delante mía para darme una pequeña mamada.

– ¡Que polla tienes! - dijo ella toda entusiasmada

– ¿Te gusta?

– Me fascina. Y no es necesariamente mas grande que la de Rubén – dijo – Sois por el estilo pero por lo que sea la tuya me vuelve loca. Creo que es por estar tan idealizada.

Yo sonreí y ella volvió a introducirla en su boca. Tras un rato chupándomela me agaché para besarla y ella llevó su mano derecha a mi polla para no dejar de darla placer. Desde luego esta chica era un volcán. Ella estaba muy excitada y yo por el estilo. Tenía que follármela y ya y lo que hice fue subirla a mi mesa de tal manera que su coñito estaba justo en el borde y ella estaba a mitad de camino entre dándome la espalda y de costado. Con una de mis manos sujetaba su cara y la giraba hacia mi mientras con la otra empezaba a guiar mi polla a su coño. Una vez estaba bien apuntado empecé a follarla con bastante dureza y ella a gemir de una manera bastante escandalosa. Por suerte a esa hora la oficina estaba vacía. Seguimos follando un tiempo y en esa posición nos besábamos pero antes de correrme en ella y de que ella tuviera su orgasmo decidí usar una posición de mayor sometimiento. La hice incorporarse y de pie, apoyada sobre la mesa, la penetré desde atrás. Ella empezó a gemir mientras yo sujetaba su cabeza contra la mesa.

– Sigue, sigue – gritaba ella

Yo la estuve perforando un poco mas y al par de minutos noté como ella se corría y su conejo masajeaba mi polla. Durante su orgasmo no me corrí y una vez calmada seguí dándola fuerte hasta correrme yo unos minutos después. Me pareció que tenerla controlada hasta el momento de mi corrida era bueno para ese juego de dominación que Raquel y Rocío querían con ella. Una vez me hube corrido salí de ella y la incorporé para besarnos. Lo hicimos durante unos minutos y ambos nos despedimos para asearnos. Una vez se fue Ana yo terminé un par de asuntos y me fui a casa para cenar con Rocío. Ella estaba preparando la cena y me comentó que había pasado la tarde con Ana y las niñas. Quería estar mucho con ella en este momento tan duro para su amiga. Tras cenar y descansar un poco nos fuimos a la cama. Rocío no paraba de hablar de lo mal que debía estar pasándolo María y tras un rato cayó dormida en mi pecho.

El jueves estuvimos trabajando hasta las seis cuando ya vimos que todo estaba perfectamente listo para la inauguración del día siguiente. A esa hora me fui a por Rocío y, tras dos días llegando tarde a casa, me la llevé de compras y a cenar. Esa noche si hicimos el amor.

Eran las siete de la mañana del viernes y yo empezaba a despertarme. El sonido de la ducha que se estaba dando Rocío llegaba con claridad. En ese momento sonó el teléfono. Cuando lo cogí era Mike.

– Hola – dijo

– Hola tío – dije yo

– Estoy en el hospital – dijo Mike – No se si es por la tensión de la inauguración pero Marga esta de parto

– ¿En serio? Me alegro mucho – dije – Dila que no se preocupe que todo saldrá perfecto y que hoy cambiaremos nuestra costumbre de pasar la tarde en la tienda nueva por ir a visitarla. Dala un beso de parte mía y de Rocío.

– Gracias – dijo Mike

– Te quiero tío. Felicidades.

– Gracias. Me voy con ella. Llama a los demás.

Nada mas colgar llamé a Raquel, María y Alberto. Cuando llegué al trabajo ya lo sabía media oficina. Alberto y yo fuimos al centro comercial mientras Marisa y Gloria coordinaban desde la oficina cualquier problema. Poco después de las doce me dijo Mike que su hijo Miguel había nacido perfectamente. A las tres estaba todo funcionando perfectamente y quedamos en el VIPS para comer todos. Cuando estábamos ya todos, algunos fuimos directamente al hospital y otros, básicamente Rocío y María, fueron a buscar a las hijas de esta al cole para luego ir al hospital. Una vez allí vimos a la madre aunque nos turnamos para no entrar todos a la vez. No paraba de preguntar por la tienda y la tuve que echar un poco la bronca. Era su día y solo había dos temas posibles de conversación: su hijo y ella. A las nueve nos fuimos todos para que descansara. Nos dijeron que había perdido mucha sangre, el niño pesó casi cuatro kilos y medio y el parto fue natural, y no la darían de alta hasta, como pronto, el lunes. Así quedamos en turnarnos para visitarla el sábado y el domingo y no ser muy pesados. Nosotros y María iríamos el domingo mientras que Raquel y Alberto, con sus familias, irían el sábado. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos el amor. Estábamos calentísimos.

El sábado no fuimos a ver a Marga, no nos tocaba, pero si llamé un par de veces a Mike. Todo iba muy bien dentro del problema de haber perdido mucha sangre. También llamé a Ángel, el director general de mi empresa de importación de calzado, pues era su cumpleaños. El resto del día lo dedicamos a nosotros. A comer juntos en un buen restaurante, pasear por Madrid y hacer algunas compras, … Un sábado en pareja. Por la noche cenamos con Laura y Antonio pero pronto nos fuimos a la cama para dormir bien antes de ir al día siguiente a ver al hijo de dos de las personas mas importantes de mi empresa.

El domingo cuando llegamos al hospital no había llegado aun María y su familia pero no tardaron en llegar. Estuvimos allí con ellos todo el día aunque Arturo y yo estuvimos con Mike en el pasillo casi todo el rato recibiendo a las visitas. A mediodía nos fuimos a comer con Mike y dejamos a Marga un poco tranquila con su madre. Por la tarde estuvimos un ratito mas con ellos y les dejamos descansar pronto. Rocío y yo cenamos fuera y luego fuimos a casa. Directamente a hacer el amor.

03. Semana del 15 al 21 de Diciembre

El lunes era el cumpleaños de Mike y acababa de ser padre. Casi lo mismo que le pasó al hermano de Rocío con su hijo. Poco después de levantarme le llamé al móvil. Estaba en la cola del registro para dar de alta a su hijo. Menuda manera de celebrar un cumpleaños, pensé. Nos dijo que si todo iba bien a primera hora de la tarde le daban el alta a Marga y que podíamos pasar a las ocho por su casa para tomar algo y ver al niño. En eso quedamos y me fui a trabajar. A la hora de comer, estando con Alberto, María y Raquel, llamó Mike para decir que en una hora salían del hospital y que nos veía esa tarde. Quedamos todos en nuestra oficina y desde allí fuimos a casa de Mike y Marga para ver al pequeño Miguel y felicitar a Mike por su cumpleaños. El niño, de todos los que había visto últimamente parecía el mas despierto. El resto de los recién nacidos me parecía que solo sabían dormir o llorar. Estuvimos tomando algo con ellos un rato pero a las nueve y media nos fuimos para que terminaran de hacerse a la casa. Cuando Rocío y yo llegamos a casa descansamos un poco pero pronto fuimos a la cama a hacer el amor.

El martes yo ya empecé a centrarme en ayudar a Ana con la presentación de principios de Enero que, además de tener el resumen mensual habitual, veríamos los números anuales por empresa y tendríamos que ver el reparto de beneficios y otros asuntos. Estuve toda la mañana centrado con ella en ese asunto. Me encantaba su comportamiento totalmente profesional a pesar de nuestra recién comenzada relación sexual. A las dos dimos por terminada la sesión de trabajo pues yo había quedado a las dos y media con Alberto para comer y quería antes de ir a comer revisar el email y ver con mis secretarias las llamadas que había tenido.

– Por cierto – la dije justo antes de que saliera de mi despacho – sigues viniendo espectacular a trabajar.

Ella se acercó a mi y me dio un piquito en la boca.

– Mientras trabaje en esta empresa vestiré para ti. Como a ti te gusta. Si algún día no te gusta dímelo

Me sonrió tras decir eso y yo devolví la sonrisa. Volvió a acercarse, a darnos un piquito y se fue. Tras revisar lo acontecido en la mañana me fui a comer con Alberto para ver como iban los preparativos para la apertura de nuestra primera tienda de ropa interior. Le tocaba a Alberto llevar la dirección por nuestra parte. Es decir, le tocaba ayudar a Marisa y Gloria que ya tenían muchas tiendas por las que preocuparse. La tarde me la pasé repasando informes y pronto me fui con Rocío a empezar a ver regalos ya que con sus padres celebrábamos Papa Noel y no los Reyes puesto que a Cuenca íbamos para Navidad. Cenamos fuera y volvimos pronto a casa a descansar. Esa noche no hicimos el amor.

El miércoles dedique mas tiempo a ver informes hasta la hora de comer. Durante la comida y luego por la tarde estuve viendo con María y a ratos con Raquel que entraba y salía de mi despacho para atender otros asuntos, la cena de empresa por navidad que era ese viernes. Estaba ya todo bastante listo pero estuvimos rematando algunos asuntos. María, como Directora de Recursos Humanos, se encargaba de las contrataciones pero también de otras cosas como la política retributiva, los beneficios que ofrecíamos a los trabajadores y las actividades especiales como esta cena de navidad. Al estar trabajando con María por la tarde me ofreció ir con ella a recoger a Elena a clase de tenis. Llamamos a Rocío y se apuntó a nuestro plan. De recogerla fuimos a casa de María y conocimos a Mariely, la chica que María había contratado para que la ayudaran con las niñas. Era una joven dominicana de las que habían pasado las pruebas de la empresa de la amiga de mi madre y, desde luego, parecía muy agradable. Poco después de llegar nosotros ella se fue pues estaba solo hasta que las niñas ya no tuvieran que salir mas y estuvieran o María o Arturo en casa. Ayudamos a María a bañar y dar de cenar a las niñas y luego preparamos la cena para nosotros y Arturo que llegó hacia las nueve de la noche. Tras cenar juntos nos fuimos al filo de las once de la noche. Charlamos un poco en el salón y pronto nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El jueves en el trabajo todo fue muy normal. Otra reunión con algo de tonteo al acabar con Ana, reuniones con Alberto y Raquel y poco mas. A la hora de comer si me escapé para ver a mi amigo Mike, a su recién nacido hijo y a su esposa, Marga, una de mis mejores empleadas y ya casi podía decir que una buena amiga como lo era Alberto. Lo pase muy bien comiendo con ellos y me alegraba mucho viéndoles tan felices. Aunque estaban algo cansados ya que las tomas son un poco pesadas teniendo uno que levantarse cada tres horas. Por la tarde habíamos quedado Rocío y yo con Antonio y Laura para dar una vuelta y cenar algo. Llegamos casi a las doce a casa y fuimos directamente a la cama a hacer el amor.

El viernes no se trabajó mucho en la oficina ya que el ambiente era mas o menos festivo al ser esa noche la cena de navidad. Estuve un rato reunido con Ana y me impactó cuando se fue.

– Esta noche me voy a vestir para ti – dijo

– Eso ya lo haces todos los días – dije

– Si. Es verdad. Se que amas a tu mujer y que yo solo soy una diversión. Yo también quiero a Rubén y a ti... A ti no se si te quiero o me pones cachonda. Pero me da igual. Esta noche me voy a vestir para ti. Quiero que cuando me veas estés orgulloso de tu nueva niña.

– Espero verte bien guapa – dije antes de darla un pico y que ella se fuera de mi despacho.

Comí con Raquel y María esa tarde después del trabajo. Rocío llegó para el café y nos fuimos a casa para descansar algo y prepararnos para la cena. La cena era en un salón de un hotel ya que eramos mas de cien personas en la cena. Tras la cena, y como si fuera una boda aunque con la gente vestida mas informal, un DJ amenizó cuatro horas de barra libre donde todo el mundo bailaba y charlaba. Yo eché un par de vistazos a Ana que estaba tremendamente sexy. Llevaba una falda vaquera casi minifalda. Su camiseta era muy juvenil y con mucho escote cubriendo solo uno de sus hombros. En sus pies unas espectaculares botas marrones de tacón fino y punta. Me dio mucho morbo pasar un rato charlando con su novio y pensando que cuando me apetecía me la follaba. En un momento en que fui al baño y me cruce con ella en un pasillo la pegué junto a la pared, la dí un pequeño beso de unos pocos segundos con lengua y metí mi mano hasta tocar su entrepierna y meter uno de mis dedos en su coñito. Tras hacer eso se quedó mirándome.

– Desde luego me pones muy cachonda – dijo antes de marcharse riéndose.

Cuando volví estaban solas Raquel y Rocío y se lo conté partiéndose ambas de risa.

– Ves, ese tipo de tonterías queremos que hagas para que nos riamos un poco con ella – dijo Rocío

– Estáis como putas cabras pero al menos empiezo a entender la locura que os gusta. Si eso es lo que queréis lo tendréis.

A las cinco acabo la barra libre y nos fuimos todos los directivos para casa aunque alguno de los mas jóvenes nos animaban a irnos de juerga con ellos a una discoteca por un par de horas. No lo hicimos porque al día siguiente teníamos merienda-cena en casa de Mike para celebrar su cumpleaños. Destrozados al llegar a casa no hicimos el amor Rocío y yo. Aunque yo estaba bastante caliente por culpa de Ana.

El sábado nos levantamos casi a las dos de la tarde Rocío y yo. Comimos algo que había por casa y luego, tras ducharnos y arreglarnos, nos fuimos a casa de Mike y Marga. Llegamos poco después de las cuatro a casa de mis amigos. Solo unos minutos después llegaron los demás pues habíamos quedado en llegar entre cuatro y cuatro y cuarto. El niño ya parecía un bebe mas normal. Es decir, ya dormía y comía y poco mas. Se parecía algo a Mike pero mucho mas a Marga. Fue una tarde bastante agradable y todos le dimos nuestros regalos a Mike. Nosotros le regalamos algo de ropa pero antes, de broma, le dimos un par de biberones y un libro sobre la alimentación infantil. A las nueve de la noche les dejamos en paz para que pudieran descansar. Como aun era pronto nos fuimos con Alberto y Celia a tomar unas copas. Raquel, María y sus familias se volvieron a sus casas. Tras la paliza del día anterior no aguantamos mucho y a las doce de la noche ya estábamos en casa. Esa noche si hicimos el amor Rocío y yo.

El domingo estábamos en casa, leyendo, cuando nos llamó María para invitarnos a comer ya que Marta y Elena estaban empeñadas en que fuéramos con ellas. No teníamos mucho que hacer así que aceptamos la invitación. Una hora mas tarde estábamos en casa de ellos. Las niñas se pusieron muy contentas y eso nos alegró el día a Rocío y a mi. A Elena la queríamos casi como a una hija, Marta era mi ahijada y todas mis chicas decían que Celia era, casi seguro, mi hija. Tras un rato jugando con las niñas María las llamó para que ayudaran a poner la mesa y me permitió hablar un rato con Arturo. Le dije que no quería que le contara nada a nadie pero que empezaba a tener una idea para poder aprovechar lo que quedaba de la empresa del padre de María. El me agradeció mi ayuda. Poco después comimos todos juntos de manera bastante agradable. Tras la comida vimos una película de dibujos, jugamos un rato con las niñas y, a eso de las siete, nos fuimos a casa. Pasamos un rato leyendo antes de cenar. Tras la cena vimos una película y decidimos irnos a la cama. Rocío llevaba un vestido con bastante vuelo principalmente marrón pero con pequeños adornos florales en rojo y amarillo. En sus piernas aun calzaba unas botas marrones caña alta, arrugadas y con algo de tacón grueso. Nos sentamos en la cama mientras hablábamos un poco de la situación de María. Estaríamos a unos centímetros el uno del otro pero no pegados.

– Dejemos de hablar de cosas malas. Seguro que se te ocurre alguna manera de arreglarlo – dijo Rocío

Y tras decir eso se acercó a mi y puso su mano sobre mi muslo muy cerca de polla. A mi me costó unos segundos cambiar el chip de pensar en ayudar a mi amiga a pensar en follarme a mi esposa. Mi mano derecha instintivamente se lanzó a la mano de Rocío que me acariciaba. Creo que el instinto era separarla pero una vez entró en contacto lo que hizo fue acariciarla. Ella se pegó un poco a mi de tal manera que ya si que estábamos cuerpo con cuerpo y yo llevé mi mano de su brazo a su teta izquierda para sacarla un poco por el escote del vestido, que no era muy grande, y besarla. Su escote no me permití mucho acceso a sus senos y, por tanto, lo que hice fue bajar los tirantes para liberar sus tetas que estaban solo protegidas por un sujetador de media copa. Acerqué mi cara a la suya y, mientras la besaba, mis manos jugaban con el cierre de su sujetador liberando sus tetas. Me quedé un instante mirándolas pero rápido pasé a acariciarlas, apretarlas y besarlas. Tras besar cada teta alternativamente pasé a mamarlas. Ella en todo momento seguía acariciando mi polla. Tras un rato mamando sus tetas pasé a besarla y nuestro magreo, el mio en sus tetas el suyo sobre mi pantalón en mi polla, se hizo mucho mas intenso. Volví a llevar mi boca a sus tetas y luego de vuelta a su boca pero, esta vez, llevé mi mano a su coñito en vez de a sus tetas. Como el vestido tenía bastante vuelo mi acceso al tanguita que apenas cubría sus labios vaginales fue muy fácil. Ella se echó un rato hacia atrás mientras yo la hacía un pequeño dedo y dejó de tocar mi polla. Se dedicaba a disfrutar de la sensación de mis dedos en su coñito. Tras un rato con mis dedos en su mano y nuestras bocas alejadas la besé y estuvimos besándonos durante un rato con mis dedos aun trabajando en su coñito. Una vez dejamos de besarnos ella me hizo levantar de la cama y fue acariciando todo mi cuerpo desde mis pectorales poco a poco hasta llegar a la altura de mi polla. Una vez allí con mucha velocidad me quitó el pantalón y los calzoncillos y sacó mi polla para llevársela a la boca. Estuvo un buen rato mamándome la polla y haciéndome una pequeña paja. Yo gemía cada vez mas y no podía aguantar el placer. Era un delicia como lo estaba haciendo. Lo cierto es que no estaba siendo nada original, solo la metía y sacaba de su boca pero yo estaba tan excitado que me daba igual. Otras veces jugaba mas para calentarme pero ese día no era necesario. Tras un rato así yo la cogí en brazos y la tumbé en la cama con su coñito justo en el borde de esta. Yo me arrodillé junto a la cama y llevé mi boca a su coñito pasando a chupar primero sus labios vaginales por arriba para luego intentar meter mi lengua apartando estos un poco con los dedos.

– Necesito que me folles – dijo

Yo la di un par de chupadas mas y la miré a los ojos sonriendo. La hice levantar y la ayudé a quitarse el vestido y el tanguita mientras yo me quitaba el polo. Estando ya los dos desnudos excepto por sus botas, la hice sentarse en la cama y alterne los besos con mi boca y sus tetas. Tras un pequeño rato de amor la subí en la cama de rodillas y, desde atrás, empecé a follarla con pasión. Ella gemía bastante y yo no iba a dejarla pasar ni un momento de respiro con una cadencia de follada muy grande. La cama se movía como pocas veces y es que yo estaba muy caliente. Por los gemidos que ella emitía no debía estar ella menos cachondo. No paraba de pedirme que la diera mas duro y la follara. Por suerte las paredes de nuestro dormitorio eran gruesas o estarían oyendo nuestros gritos todo el vecindario. Tras un rato así ella me tumbó y me hizo una pequeña paja antes de subirse sobre mi, dándome la espalda, y empezar a cabalgar. Yo estaba tumbado y ella con mi polla dentro de su coño. Sus tacones estaban bien plantados en la cama y su cuerpo echado hacia atrás, casi sobre mi, con la manos a la altura de mi cabeza haciendo de soporte. En esa posición a ratos era ella la que cabalgaba y a ratos era yo el que moví mi cuerpo para follarla. No tardamos ni cinco minutos en explotar en un maravilloso orgasmo casi simultaneo aunque creo que yo solté mi primer chorro en ella antes de que me masajeara la polla su coño al orgasmar. Ella se dejó caer hacia mi derecha y me miró a los ojos. Yo sonreí. Nos besamos y nos abrazamos. Estuvimos un rato así antes de ir a preparamos para dormir.

04. Semana del 22 al 28 de Diciembre

El lunes Raquel y yo estuvimos toda la mañana reunidos con María. Tocaba ver los aumentos de sueldos de los directivos. Nos llevó bastante tiempo porque algunos merecían mas que otros pero a la vez ninguno lo estaba haciendo mal y no queríamos cabrear a nadie. Lo fácil fue nuestros sueldos. Estos quedaron en que Mike, Raquel y yo pasaríamos a cobrar 210.000 euros brutos, Marga y Alberto 110.000 y María 90.000. María dijo que su sueldo era mucho pero nos negamos a que siguiera haciéndose la mártir. Claro que su aumento era grande de 50.000 a 90.000 pero era, en parte, por pasar de media jornada a jornada completa. Del resto de los directivos los que mas subieron de sueldo fueron Ángel, Ana y Marisa por su aumento en responsabilidades de 70.000 a 85.000. Gloria también subió mucho y David, el número 2 de Ángel, se puso al nivel del resto de directores de empresas. A la hora de comer María se fue con Ana pues tenían que ver unos temas que incumbían a ambas y yo me fui con Raquel. Decidimos ir a comer a casa de ella pues necesitaba recoger una cosa. Al llegar a su casa yo me senté a esperar en el salón mientras ella buscaba lo que necesitaba. A los pocos minutos oí como Raquel me llamaba desde su habitación. Una vez entré la vi y me eché a reír.

– Ya lo encontré – dijo

Estaba sobre la cama con un conjunto de lencería negra, medias negras y unos taconazos negros de mínimo diez centímetros. Yo seguí mirando desde el marco de la puerta y ella comenzó a moverse sobre la cama como una gata en celo. Con su mano derecha se había un dedo por dentro de la braguita y con la izquierda sacaba su pecho izquierdo para llevar el pezón al contacto con su boca. Empezó a acariciar su cuerpo y tras un rato de movimientos muy sensuales acabó quitándose las bragas y el sujetador. Se quedó con las medias y los taconazos sobre la cama, totalmente abierta de piernas y jugando con sus manos en su cochito. Todo el rato mirándome a los ojos de manera provocadora. Decidí acercarme a la cama por el lado mas distante a Raquel. Ella se puso de rodillas y mirándome a los ojos con una mezcla de pasión y amor se acercó gateando por la cama como una gatita. Ella abrió con amor mi camisa y me la quitó para pasar a unirnos en un beso increíble que empezó conmigo de pie y ella de rodillas en la cama y acabó conmigo tumbado encima de ella. Ya tumbados yo dediqué un rato a chupar sus tetas y besar su cuerpo. Todo el. Su abdomen, sus piernas, sus pechos y, sobre todo, su coñito al que dediqué un buen rato una mamada primero algo superficial y en la que luego hice todo lo posible por meter mi lengua hasta el fondo. Tras un rato de dedicación a su conejo subí de nuevo por su cuerpo, besándolo, hasta alcanzar de nuevo la boca de Raquel.

– Sacate la polla – dijo – Venga que tenemos que comer y volver a la oficina.

Yo me separé un poco de ella para desabrochar el pantalón negro de vestir que llevaba ese día y, sin bajarme del todo mi calzoncillo y mi pantalón, apunté mi polla a su coñito penetrándola en la posición del misionero. En una cosa tenía razón, no teníamos mucho tiempo. Mientras la penetraba aumentando el ritmo gradualmente, yo estaba sobre ella y no parábamos de besarnos. Habíamos ido a follar. Pero estábamos mas bien haciendo el amor. Algo solo reservado para María. Raquel y, por supuesto, Rocío. Tras un rato en esa posición la hice poner de costado y acercándome por atrás volví a penetrarla. En esa posición podía abrazarla, tocando sus pechos, follarla con facilidad y seguir disfrutando de sus besos. Nuestra excitación iba en aumento aunque los gemidos apenas llenaba el ambiente puesto que estábamos la mayor parte del tiempo unidos en un beso que ocupó todo el polvo. Cuando ella llegó al orgasmo su coño empezó a masajear mi polla y yo terminé por correrme en su interior. Tras el polvo nos duchamos rápido y volvimos a la oficina no sin antes comer algo rápido en un restaurante de comida rápida. Ella se fue a su despacho y yo al mio donde recibí a Alberto para hablar de un pequeño problema que teníamos con la empresa de restauración. De repente habían dejado el trabajo cuatro personas en uno de los restaurantes y teníamos problemas graves para cumplir los turnos con eficiencia. En principio la responsabilidad de los trabajadores de los restaurantes era de cada encargado porque gestionarlo desde central era muy lioso pero aun así llamé a María para que nos ayudara con sus nuevos conocimientos tras los tres meses de curso. La verdad es que me sorprendió muy gratamente. A las siete dimos por terminada la reunión y María se fue corriendo a casa ya que sus niñas ya no tenían colegio desde ese mediodía.

El martes solo fui a trabajar hasta mediodía. Rocío tenía el día libre y, a mediodía, nos iríamos a Cuenca para pasar la Navidad con sus padres en Cuenca. Ese día volvía Mike a trabajar tras los días de permiso por su paternidad y, a pesar de tener que terminar muchas cosas antes de mediodía, encontré un ratito para desayunar con mi amigo. Terminé todas las cosas que necesitaba dejar concluidas hacia las once, antes de lo esperado, y empecé a darle vueltas a la empresa del padre de María. Era algo que me había obsesionado desde que me reuní con ellos. Quería ayudarles aunque no iba a regalarles nada. Tenía que hacer todo lo posible por ellos sin dejar de verlo como una operación empresarial y eso era complicado. La empresa no estaba muy bien. Tenía un problema de caja muy importante pero según como yo lo veía tenía bastante valor aunque no estaba claro como se podía sacar el mejor provecho. A las tres dejé de mirar los números y ya tenía una idea que esos días, con la tranquilidad de Cuenca, intentaría madurar en mi mente antes de presentársela a ellos el lunes siguiente. Comí algo rápido con Mike y Raquel y les conté todo un poco por encima pidiéndoles discreción. Había decidido no pedirles ayuda. En ese momento debía pensar que era superman. A las cuatro me vino a buscar Rocío para irnos a Cuenca. Llegamos a última hora de la tarde a casa de los padres y estuvimos charlando con ellos hasta la hora de cenar y después de esta. Al día siguiente llegarían Diana y Jorge con su familia.

El miércoles, día de nochebuena, nos levantamos pronto para ir a comprar la comida que haríamos esa nochebuena y el día de Navidad. Cuando volvimos ya estaba Diana esperándonos. Nos ayudó a colocar todo e hicimos una comida ligera. Tras la comida yo me eché una siesta. En realidad no dormí. Busqué un momento de tranquilidad para pensar en la empresa del padre de María. A las seis bajé para ayudar con las preparaciones de la comida. Mientras nuestras mujeres preparaban los aperitivos, el padre y el hermano de Rocío preparaban la carne. En mis manos quedó el besugo. Para no pelearnos por el horno la idea era dejarlo a medio hacer y solo darle antes de cenarlo los últimos quince minutos de horno. Del pequeño Jorge, que ya tenía mas de diez meses, se encargó esa tarde Diana. La cena al final salió espectacular y pude disfrutar de unos momentos bastante agradables con la familia de mi esposa. Tras la muerte de mis padres encontrar a Rocío fue fundamental para mi y la gran acogida de su familia ayudó. Me sentía muy cómodo con ellos. Esa noche nos fuimos a la cama a las dos de la mañana pues al día siguiente llegaban los hermanos de la madre de Rocío y sus familias para comer en Navidad.

Por la mañana el día de Navidad nos levantamos a las diez y repartimos los regalos antes de que llegaran los hermanos de la madre de Rocío. Principalmente los regalos fueron ropa aunque el padre de Rocío también nos regaló un libro a cada uno. Entre Rocío y yo no nos regalamos nada pues lo haríamos el día de Reyes. Tras reírnos con los regalos y desayunar guardamos todo para ir preparando algunas cosas antes de que llegaran los hermanos de María, la madre de Rocío. El primero en llegar fue el hermano de María, Antonio, con su hija María y su mujer Isabel. El hijo Roberto no vino pues estaba con la familia de su mujer. Un rato después llegó su hermana Mercedes, con el marido Juan y sus hijas Marta y Esther. Durante los primeros momentos el protagonista fue el pequeño Jorge pero luego ya nos fuimos quedando en grupitos. Tras la comida, que todos ayudamos a hacer creando un poco de agobio en la cocina, estuvimos tomando copas y acabamos cenando algo empipados. Entre doce y dos de la mañana nos fuimos yendo todos a nuestras respectivas camas. La cama de Rocío y mía fue ocupada por el hermano de la madre y su mujer y acabamos durmiendo en un colchón inflable pero no estuvo del todo mal.

Los familiares de la madre de Rocío se iban a quedar hasta el sábado y ese viernes lo pasamos dando una vuelta por la ciudad. Comimos de tapas y luego volvimos a la casa de los padres para seguir charlando y jugar un juego de mesa. Tras cenar, a eso de las diez de la noche, nos fuimos Rocío, Diana y yo al pub preferido de ellas y nos llevamos a sus primas María, Marta y Esther. Allí estaban Mónica y Teresa con Pedro y Raúl así como algunos otros amigos de ellas. Lo pasamos bastante bien y a eso de las tres de la mañana nos volvimos a dormir.

El sábado nos levantamos tarde y antes de que se fueran los familiares de Rocío fuimos todos a comer a un restaurante al que íbamos bastante a menudo. Una vez se fueron, a eso de las cinco de la tarde, volvimos a casa de los padres para pasar la noche en familia. Era nuestra última noche allí y queríamos estar todos juntos pues en año nuevo solo iría Diana ya que su hermano iba a casa de sus suegros y Rocío y yo a casa de mis padres. Fue bastante agradable y acabamos a eso de las doce de la noche cuando nos fuimos a la cama.

El domingo tras comer con los padres volvimos a Madrid y nos fuimos a descansar una vez llegamos casi a las ocho de la noche. Al día siguiente tocaba currar y yo tenía que terminar de ver el tema de la empresa del padre de María. Rocío fue muy comprensiva conmigo esas vacaciones cuando notaba que a veces divagaba. Sabía que pensaba en ayudar a nuestra amiga.

05. Semana del 29 de Diciembre al 4 de Enero de 2004

En la oficina el lunes dije que tenía que trabajar en asuntos de una de mis empresas para poder centrarme en dar los últimos retoques a la oferta que iba a presentar al padre de María y en la que tanto el hermano como Arturo, en representación de María, debían estar de acuerdo. Comí con María y la informe que si ellos estaban de acuerdo podía haber encontrado una solución que nos satisficiera a todos. A las cinco dejé la oficina y me fui a la reunión con la familia de María. Al llegar pasamos unos minutos de charla anecdótica en la que me daban las gracias por ir y hablábamos de nuestras vidas. Me estaba poniendo algo nervioso y fui al grano.

– Creo que tengo una solución que os puede interesar. Pero tenéis que estar de acuerdo los tres y confiar, casi ciegamente, en mi.

– Por mi de acuerdo – dijo el padre – La empresa ahora para nosotros está muerta.

– Bien – dije – El problema de la empresa es que es caótica y los problemas ocultan las virtudes. Tal y como yo lo veo tenéis un negocio comercial de distribución que, si bien ha perdido muchos clientes en los últimos tiempos, aun tiene una buena cartera. Y por otro lado tenéis la parte de logística que esta tremendamente sobredimensionada. El problema que veo es que vosotros veis una empresa donde yo veo dos.

– Nunca lo habíamos mirado así – dijo Arturo

– Dejarme seguir. Si no recuerdo mal tu idea – dije mirando al padre de María – Era conseguir dinero para poder jubilarte tranquilamente o dejarle la empresa a tus hijos y seguir con un puesto honorífico.

– Si, así era.

– Pues creo que podemos hacer ambas.

Todos me miraron intrigados.

– Yo me comprometo con vosotros a no ganar dinero de esta operación. Pero también quiero que quede claro que no voy a perderlo. Quiero mucho a María y Arturo y a sus hijas pero también creo que esto puede ser beneficioso para todos.

– Estamos escuchando – dijo el hermano de María

– Mi idea es comprar el 50% de la empresa por dos millones de euros. Que el otro 50% se reparta entre tus dos hijos – dije volviendo a mirar al padre

– No voy a decir que no – dijo – Pero sería valorar la empresa en cuatro millones y no lo veo claro. Me parece mucho

– Ya te digo que creo que es justo. No quiero ganar a vuestra costa ni perder. Si tu aceptas esto ahora les toca a ellos decidir – dije señalando a Arturo y el hermano de María.

– Cuéntanos – dijo el hermano

– Una vez tu padre me venda el 50% quiero que dividamos la empresa en dos. La parte comercial que será un 25% de la empresa y la parte de logística que será un 75%. Yo con mi 50% me quedaría la parte comercial y un 25% de la logística. Luego la idea es que yo venda a mi empresa la parte comercial por un millón e intentemos, ya me encargaría yo, de encontrar ofertas por el 75% restante. En las ofertas que recibamos por la empresa pediré que sea indispensable que se mantengan todos los puestos de trabajo. Incluidos los vuestros. De entrada, tengo alguien en mente a quien le puede interesar. Debe quedar claro que no necesariamente busco una venta de la empresa por dinero. Quizás sea a cambio de un porcentaje de una empresa muy grande. Una especie de absorción.

Todos me miraban sin saber que decir.

– ¿Si o no? - dije – ¿Seguimos adelante?

– Por mi si – dijo el hermano de María

– Creo que debería decidir María – dijo Arturo – En realidad ella será la socia. Pero a mi me parece bien y ella confiá ciegamente en ti. Creo que puedes considerarlo un si.

– Perfecto – dije – Voy a pedir a mi abogado que redacte el contrato y os lo mande. Mañana hablaré con mis socios para venderles la parte de distribución. Veréis como todo se arregla.

– Gracias tío – dijo Arturo rompiendo la extraña y falsa formalidad que llevábamos esos días

Di un abrazo a los tres y me fui para casa donde ya me esperaba Rocío para cenar. Tras muchos días de comerme la cabeza a solas por fin pude contárselo todo en detalle y quitarme un peso de encima. Para celebrar mi buen humor ese día hicimos el amor largamente.

El martes nada mas llegar a la oficina entró María en mi despacho.

– ¿Estas seguro? - dijo

– ¿Seguro de que?

– Seguro de querer hacer esa operación. - dijo- Según Arturo tu crees que no perderás pasta pero el dice que ellos no veían salida.

– Mira – dije – No voy a perder pasta con esta operación pero tampoco quiero ganarla. Mi manera de ayudaros es involucrarme con vosotros y ayudaros a salir. Tu bienestar es mi bienestar y el de mi empresa.

María empezó a llorar.

– No llores – dije

– Gracias – dijo

– De nada

Se fue de la oficina un poco cabizbaja y antes de llegar a la puerta dije:

– Socia

Ella se giró y sonrió saliendo de mi despacho. Preparé un poco mi reunión y llamé a Raquel y Mike. Una vez en mi despacho pasé a contarles todo. Como estaban estresados con la empresa del padre, mi plan para ayudarles y como era la empresa que yo iba a comprar y que quería que nuestra empresa me comprara por exactamente el mismo importe.

– Puede cuadrar con nuestra empresa de importación alimenticia – dijo Mike

– La verdad es que no va mal – dije – Mas de la mitad de las marcas son de lujo. Podemos no renovar con las que no lo son y aumentar la cartera de marcas de lujo españolas.

– ¿Y la distribución? - preguntó Raquel - ¿Te has comprometido a contratárselo a ellos?

– Bueno, ya os he dicho que voy a ser socio de la empresa de logística que resulte de separar ambas empresas pero mi idea es otra. Mi idea es vender el know how que tienen, sus camiones, su personal y sus instalaciones a otra empresa. Y creo que la empresa de Enrique puede estar interesada.

Enrique era el accionista mayoritario, con casi un 95%, de la empresa que llevaba nuestra logística.

– La verdad es que puede encajarle – dijo Mike – Pero no se si te va a dar tres millones o el equivalente en acciones por ella.

– Espero que si. - dije - Si no lo hace habré perdido pasta. Creo que puedo convencerlo para al menos acercarse a esa oferta.

Seguimos hablando sobre este tema y se nos hizo la hora de comer. Llamamos a Alberto y a María y fuimos los cinco a comer juntos. A Alberto le contamos lo de la nueva empresa y a María la conté mis planes con la parte logística. Tras comer Mike se fue a su casa pues ya se cogía vacaciones hasta el lunes siguiente. Raquel tampoco iría a trabajar ni nochevieja ni el viernes pero si iba a trabajar esa tarde pues tenía cosas pendiente. Tras una tarde no muy liada me fui a casa para salir a cenar con Rocío y poder disfrutar de su compañía.

El miércoles apenas se trabajaba pues el ambiente era muy festivo y solo estábamos en la oficina hasta las dos pero lo pasábamos bien. Una vez salí de la oficina y, ya con la maleta en el coche, me fui a buscar a Rocío para ir al chalet de La Moraleja de mis padres. Una vez allí comimos algo y tras charlar un poco ayudamos a preparar la cena. Este año no solo estaban con nosotros la familia completa de Manuela sino que también nos acompañaba el hermano de Mariano, José, y su mujer Anne. José vivía en Miami y no pudo venir a mi boda pero nos mandó un precioso regalo. Quienes no pudieron venir fueron las dos hijas de José con sus maridos. Con nosotros eramos dieciocho personas sin contar a la pequeña Cecilia. Me alucinaba que diecinueve personas pudieran vivir en su casa durante unos días y no tuviéramos problemas de espacio. Mariano y Manuela tenían servicio interno, una pareja, pero esa noche les dejaron que lo tuvieran libre, así como al día siguiente. Por un lado para que disfrutaran de esos días y por otra para tener nosotros mas intimidad. Que no cocinara el servicio, aunque ayudaron algo a Manuela por la mañana antes de que llegáramos nosotros, me permitió disfrutar de mis padres en la cocina, con su familia. Algo que no era habitual con ellos y si con la familia de Rocío. Lo cierto es que Manuela, para la poca práctica que tenía, cocinaba muy bien y Carmen, la mujer del hermano de Manuela, era una cocinera excepcional. El resto hicimos de pinches de ellos entre risas y bebidas. Antes de sentarnos a cenar yo ya me había tomado tres cervezas. La cena fue increíblemente divertida. Mucho mejor de lo que esperaba y la presencia de José incorporó nuevas anécdotas a la cena pues le veíamos muy poco. Tras las uvas sacamos el champán y luego las copas y no fuimos a la cama hasta las cuatro.

Yo acabé bastante borracho la noche anterior y no amanecí hasta las dos. Bajé al salón donde yo era último en aparecer. Al entrar fui recibido con una ronda de aplausos. Al parecer todos llevaban abajo desde la una y estaban esperándome para preparar la comida. Mientras la preparábamos veía a Rocío jugar con la pequeña Cecilia. Normalmente yo era el que jugaba con los niños mas pequeños. Me preguntaba si estaba empezando a notar la llamada de la naturaleza. Pero no me atrevía a sacar el tema. Creía estar listo para tener descendencia pero no estaba cien por cien seguro. La comida ese día fue buena. A la tarde se fueron Marisa, su marido Juan y la pequeña Cecilia pues ellos trabajaban al día siguiente. Los hermanos de Manuela, el hermano de Mariano y nosotros nos quedaríamos hasta el sábado.

El viernes fuimos todos al club de campo y mientras los hombres jugábamos al golf las mujeres fueron al Spa. Excepto Anne que jugaba mucho y bien al golf. Y me metió una paliza pero para eso tampoco es que haga falta jugar muy bien. Tras la partida nos fuimos todos a comer al restaurante de la casa club. A pesar de la diferencia de edad Rocío y yo lo pasamos relativamente bien. Y a mi me encantaba ver como aceptaban los familiares de mis padres a mi mujer y a mi. Cenamos en un restaurante de la plaza de la moraleja y luego volvimos a casa de mis padres a cenar.

El sábado nos levantamos pronto y tras desayunar estuvimos todos charlando hasta la hora de comer. Esta comida ya si fue cocinada por el servicio de mis padres y nos permitió disfrutar del aperitivo. Tras la sobremesa, a eso de las ocho, nos fuimos yendo todos y nosotros estábamos en casa ya antes de las nueve. Esa noche cenamos un sándwich, tumbados en el sofá, mientras disfrutábamos de una película antes de irnos a dormir. Fueron cuatro días muy intensos. Mas que cuando íbamos a Cuenca que a veces nos podíamos escapar un poco.

El domingo nos levantamos no muy tarde y fuimos a casa de María a comer. Quería invitarnos por la ayuda que había dado a su padre. Nos abrió la puerta Elena y una vez entré en el salón dije:

– ¿Que tal están mis nuevos socios?

Arturo y María se echaron a reír antes de venir a darme un abrazo y un beso y besar a Rocío. El día fue muy agradable. María y Rocío estuvieron hablando un poco de la nueva situación y Elena siempre cerca de Rocío y su madre. Rocío ya era como una segunda madre para ella. O una tía muy cercana. Tras comer con ellos y pasar la tarde nos fuimos a casa. Fue entrar por la puerta y empezar a besarnos. Rocío llevaba un precioso vestido negro con motivos florales que era mas primaveral que de invierno pero como fuimos en taxi a casa de María no estuvimos mucho tiempo en la calle. En sus pies calzaba unos zapatos negros de tacón elegantes. Dejamos de besarnos un momento y ella me cogió de la mano y me llevó hasta el salón donde, junto a la mesa del comedor, llevó mis manos a sus tetas. Yo las acaricié con ternura mientras ella acariciaba mis brazos recorriendo toda la extensión de estos y llegando hasta mi cuello donde, me dio una pequeña caricia.

– Bésame – dijo

Obviamente no me negué y nuestras bocas se unieron en un beso lleno de pasión y jugueteo. Mis manos fueron a su culo y yo empecé a agarrarlo haciendo que la pasión del beso fuera aumentando. Acariciaba todo su cuerpo mientras nos movíamos alrededor de la mesa. En un momento en que yo estaba apoyado en ella llevé mis manos a los tirantes de su vestido y se los bajé liberando ambos senos. Bajé mi cabeza y empecé a besar sus pechos consiguiendo sacar de ella unos primeros gemidos muy suaves. Volvimos a unirnos en un beso muy pasional. Yo seguía con mi mano en su culo y levanté la falda de su vestido haciendo que esta se quedara alrededor de su cintura. El contacto de mi mano sobre su desnudo culo, puesto que como casi siempre llevaba tanga, hizo que el beso que nos estábamos dando solo aumentara en pasión e intensidad. Volvimos a girarnos un poco con el beso y quedamos ambos de pie con la mesa a nuestro costado. Ella se agachó delante mía y tras ponerse de rodillas empezó a desabrochar mi pantalón vaquero. Ese momento lo aproveché yo para quitarme el polo naranja que llevaba y tirarlo sobre la mesa. Rocío ya con mis pantalones por la rodilla, cogió mi polla y se la llevó a la boca para hacerme una mamada espectacular. Su mano agarraba la base de mi polla y la meneaba un poco a la vez que introducía una buena parte de su polla en mi boca. No se limitó a simplemente meterse la polla en la boca sino que además a ratos besaba toda su extensión o pasaba su lengua por ella como si fuera un caramelo. Yo estaba muy excitado y la hice levantar. La puse con su pecho sobre la mesa del comedor y arrodillándome frente a ella la bajé su tanguita hasta quitárselo. Aproveché para quitarme yo el pantalón del todo y dándola la vuelta la hice levantar una de sus piernas, la derecha para que la pusiera sobre la mesa del comedor y, así, tener yo una acceso mas fácil a su coño. Sin dudarlo un segundo acerqué mi polla a su coño y se la metí lentamente. Ella empezó a gemir muy fuertemente y, puesto que aun eran las nueve y no quería que nos oyeran todos los vecinos, la besé para ahogarlos. Yo estaba hiperexcitado pero no gemía puesto que el esfuerzo físico que estaba haciendo apenas me dejaba fuerzas para ello. A ella, tras unos minutos, empecé a notarla cansada de tener la pierna en alto sobre la mesa y es que no debía ser una posición muy cómoda.

– Vamos – dije cogiéndola de la mano y saliendo de su coño

– Sigue follándome – dijo Rocío

Yo no hice ni caso y la llevé hasta el sofá donde terminé de quitarla el vestido y la tumbé en el subiéndome yo encima y empezando a penetrarla sin mucha dilación. En esa posición también podía echarme sobre ella para apagar sus gemidos con nuestros besos que, además, aumentaban la sensación de placer y amor. Cuando ya noté que me iba a correr y ella estaba a punto la cogí con todas mis fuerzas y me puse a penetrarla de pie con ella en volandas y agarrando su culo. Era una penetración muy excitante pero muy cansada. Por suerte yo me corrí en menos de un minuto y ella, al notar mi semen en su coño, también lo hizo. La dejé caer al suelo y, mirándonos a los ojos, la sonreí. Con pasión nos besamos y fuimos juntos a la ducha a asearnos. No sin dejar de besarnos y disfrutar el uno del otro. Tras salir de la ducha, nos pusimos cómodos, cenamos algo, vimos una peli y volvimos a la cama a echar un segundo polvo.

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