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Mi historia (76: Abril 2007)

en Grandes Series

01. Semana del 2 al 8 de Abril

El lunes pasamos toda la mañana en el notario. Mis socios y yo fuimos con mi padre para firmar la fusión. Esto llevó un rato pero tras firmar esta fuimos firmando las donaciones extras a cada uno de los socios. Puesto que estas las tuvimos que firmar una a una nos llevó mucho tiempo. A la salida era casi la hora de comer y mi padre nos invitó a su casa para comer con mi madre. Allí celebramos que firmamos el acuerdo y charlamos sobre futuro tanto personal como empresarial.

–    Quería que mi hijo dirigiera mi empresa – dijo mi padre – Pero prefiero que la llevéis entre todos. No creo que haya mucha gente en el mundo como mi hijo pero vosotros sois su complemento perfecto y con vosotros pasa de ser de los mejores a ser excelso. Podéis hacer lo que queráis y yo voy a estar a vuestro lado. Voy a intentar ayudar sin entrometerme Quiero los ratos que trabaje disfrutar viendo vuestra fuerza juvenil y vuestra calidad. Quiero ver como hacéis lo que habéis hecho. Estoy entusiasmado.

–    Nosotros si queríamos volver contigo – dijo Raquel – Mike, María y yo nos sentimos mal por haberte dejado con Carlos hace unos años. Tu nos diste a Mike y a mi la oportunidad de tener responsabilidades para ti siendo muy jóvenes y María siempre te admiró. Marga y Alberto están hartos de oírnos hablar de ti. Cuando yo dudo a veces muchas veces pienso que harías tu. No te engañes.

–    Mamá – dije - ¿Que has echado en la comida? Están un poco ñoños.

Todos rieron.

–    Sabemos que todos nos admiramos – dije – Por eso hemos sido capaces de hacer una fusión en un tiempo récord. Ahora toca aguantar un poco como estamos y más adelante este mes prepararemos el nuevo organigrama. Yo viajo la semana que viene a Italia y esta semana es Semana Santa.

Todos estaban de acuerdo. Tomamos café y tras hacerlo nos fuimos a la empresa de mi padre para que todos se fueran empapando de como estaba la empresa. Los que mejor la conocían, Mike y Raquel, llevaban años sin estar vinculados a ella. Esa tarde en casa mi esposa estaba muy contenta por mi e hicimos el amor.

 

El martes fui a mi despacho aunque trabajé un rato para la empresa de mi padre. Mi secretaria volvió conmigo pues, hasta que termináramos el reparto de puestos, mi padre volvía a trabajar a tiempo completo. A mediodía vino mi Raquel a mi oficina con unos sándwiches y nos quedamos mientras todos se iban a comer para ver temas de futuro. Raquel tenía muchas ideas sobre las empresas y quería verlas conmigo. A las tres menos cuarto mientras charlábamos no paramos de tontear. Casi sin darme cuenta Raquel estaba arrodillada. Me miró a los ojos y lentamente fue desabrochando mi bragueta y mi cinturón. Mientras lo hacía besaba el bulto que mi polla, ya en estado de algo más de semi erección, marcaba. Yo acariciaba su pelo y vi como ese día vestía unos vaqueros de Dolce&Gabbana con unas botas negras, de un corte muy clásico, por fuera del vaquero. Estas llegaban hasta casi la rodilla y tenían un tacón de cinco centímetros no demasiado fino. Eran de una marca italiana de hiperlujo que distribuíamos y vendíamos en nuestras zapaterías. Lo sabía puesto que mi esposa tenía las mismas botas en marrón. Su blusa era buena, se notaba al tacto, pero no sabía la marca. Lo que me gustaba era que mis socios ya pudieran comprar ropa de lujo con sus sueldos, llevar a sus hijos a buenos colegios y tener una buena casa. La mamada que en ese momento empezaba a hacerme, tras bajarme los calzoncillos, me estaba gustando pero casi me gustaba más el saber que mis socios ya estaban en un nivel de la sociedad al que pocos llegaban. El placer de la lengua de Raquel jugando con mi polla hizo que pronto dejara de pensar en mis socios y amigos y pasara a disfrutar del momento. El momento de placer que una de mis mejores amigas me estaba dando con su boca. A los quince minutos de mamada me fui a correr y se lo hice saber. Ella lo único que hizo fue meterse mi polla en la boca, sonreírme y tragarse toda mi corrida. Tras terminar la charla y dejar de comer Raquel se fue. La tarde pasó a toda velocidad y no llegué a casa hasta las ocho de la noche. Con la niña ya bañada y a punto de irse a la cama. Ya con ella acostada mi esposa y yo pasamos una noche muy romántica antes de irnos a la cama.

 

El miércoles Rocío y yo salimos de trabajar algo antes, a eso de las cinco y media, para irnos a Cuenca con la familia de Rocío. Salimos de Madrid casi a las seis y entre unas cosas y otras no llegamos hasta las diez de la noche. Con la niña dormida. Al llegar a la casa de los padres la niña se despertó pero no tardó mucho en mostrarse muy cansada y la llevamos a dormir. A eso de las once llegaron Diana y su prometido, mi amigo Pablo. Charlamos los seis adultos mientras tomábamos una copa.

 

El jueves por la mañana llegó el hermano de Rocío con su familia. Por lo demás tanto jueves como viernes fueron bastante parecidos. Mucho tiempo en familia y paseando por Cuenca. El jueves yo me escapé un momento para tomar unas cañas con Pedro y Raúl. Ese día me acompaño Pablo que los conocía bien de fiestas en mi casa. El viernes fue Rocío la que se fue con Teresa, Mónica y Diana a tomar algo. El viernes además nos llamó Rubén para decirnos que Ana había sido ya madre. Pudimos hablar con ella Por lo demás todo muy tranquilo.

 

El sábado nos repartimos el trabajo para comprar comida pues esa noche celebraban los padres el cumpleaños de Rocío con los amigos de ella y de los padres. Esa noche la fiesta fue bastante bien y Rocío fue el centro de atención por el cumpleaños pero también por su embarazo. Ella orgullosa destacaba su barriguita en el vestir. Rocío se cansó bastante a eso de la una y algo antes de las dos ya estaba en la cama. Yo me quedé con Pablo y mi cuñado charlando con varios invitados hasta casi las tres y media cuando se fueron los últimos invitados.

 

El domingo nos levantamos casi todos tarde. Los primeros en levantarnos fuimos Rocío y yo. Ese día comimos con los padres pero a las tres, cuando aun seguían todos comiendo, nos fuimos para Madrid. Así podríamos ver a Ana. Llegamos a Madrid a las ocho y fuimos directamente a la clínica privada en la que estaban. Se les veía muy contentos con su hija, se llamaba Blanca, y no daba mucha guerra. Tras casi una hora con ellos nos fuimos para casa para que la madre e hija descansaran. Nosotros hicimos eso mismo.

 

 

02. Semana del 9 al 15 de Abril

El lunes fue nuestra primera reunión mensual con mi padre como accionista. El estuvo mirando mientras el director financiero para España nos contaba los números de marzo. Este se fue al terminar la reunión y decidimos charlar sobre como seguir con la empresa. El tema que más nos preocupaba era la reorganización de la empresa. Yo no estaría toda la semana y mi padre no quería volver al día a día solo por una semana.

–    Yo llevaré la empresa de ropa – dijo Raquel

Todos la miramos.

–    No me miréis así – dijo – Ahora con Mariano mi trabajo para el holding es menos importante pues el cubrirá muchos eventos que ahora cubría yo y para mi dirigir la empresa en la que empecé, que además es de moda, es un placer. Un lujo.

–    ¿Pero quieres que sea definitivo? - dije

–    No me importaría

–    Yo te quiero en el holding también – dije

–    Y no dejaré de estarlo – dijo – Como Mike sigue en el. Pero con menos responsabilidades. Como has estado tu estos dos meses.

Miré a mi padre y el sonrió.

–    A mi me parece bien – dijo – Raquel puede llevar esta empresa como nadie.

Seguimos charlando y tras comer todos juntos Raquel se fue con su secretaria y mi padre a la empresa de este para que fueran haciéndose a ella. Por la tarde Marco, Alberto, Marga y yo estuvimos viendo temas distintos que íbamos a tratar en Italia esa semana. Íbamos Marga y yo. No iba Marco pues el llevaba más la parte del crecimiento y nosotros íbamos a ver como iba la adaptación al holding. A nuestros sistemas y esas cosas. Esa tarde jugué con mi hija a quien no iba a ver hasta el sábado. Una vez acostada la peque cené con mi esposa.

–    Por fin tu primera cita con tu novia – dijo Rocío

–    Vamos a trabajar – dije

–    Y por la noche más vale que te la folles todas las noches y que algún día tengáis una cena romántica. Como me entere que no lo cumples te dejo a dos velas durante un tiempo. Yo y todas.

Giré la cabeza de lado a lado pues todavía no comprendía como mi esposa me cedía así a sus amigas. Por muy amigas que fueran. Pero no iba a quejarme. Tras la cena y un rato de descanso hicimos el amor en la cama durante un par de horas.

 

Tras una pequeña reunión en la oficina hasta las once de la mañana, nos fuimos Marga y yo al aeropuerto. Facturamos nuestras maletas y fuimos a la sala VIP a tomar un aperitivo antes de embarcar. Comimos en el avión y al llegar a Milán, con las maletas, fuimos a la oficina para trabajar toda la tarde. Esa tarde la dedicamos a ver como el nuevo director financiero para Italia estaba coordinándose con Madrid. Y más ahora que su jefa, Ana, estaba de baja maternal. Decidimos que mientras Ana estuviera de baja sería Marga quien coordinaría los departamentos  financieros de Italia y España. A las ocho nos fuimos al hotel, cogimos nuestras habitaciones y nos fuimos a cenar Marga y yo. Fue una cena romántica sin tocarnos mucho. Tras ella fuimos a mi habitación para hacer el amor. Cogimos dos habitaciones puesto que nuestras secretarias no sabían, ni debían saber, nuestra relación pero Marga apenas tocaría la suya. Iría a ducharse y vestirse pues tenía allí su maleta pero poco más. Por suerte estaban conectadas por una puerta.

 

El miércoles Carlo trajo a algunos de los mejores clientes de la empresa para que me conocieran. Estuve reunidos con ellos toda la mañana mientras Marga trabajaba con los distintos departamentos. Les daba ayuda acerca de nuestros programas informáticos y consejos sobre acciones comerciales a desarrollar. A la hora de comer se unió a nosotros y fue con Carlo, los clientes y yo a comer. Marga era muy guapa y su inteligencia hacía que rápido estuviera llevando la conversación. Que fuera la única mujer con casi todos los hombres alrededor de los cincuenta podía ser casi una desventaja pero ella sabía convertirlo en una ventaja. Tras la comida ella volvió a ayudar a nuestros trabajadores mientras Carlo y yo nos reunimos con su hija para ver como iba la nueva empresa. Esa noche cenamos con Carlo y toda su familia. Y por la noche, en el hotel, hicimos el amor.

 

El jueves, tras trabajar toda la mañana en la oficina de Milán, cogimos un coche de alquiler, un BMW serie 5 y nos fuimos tranquilamente Marga y yo a Florencia. El hotel de Florencia era un cinco estrellas bastante bueno. No había estado nunca en el pero me enamoró. Antes siempre me había alojado en el Westin Excelsior pero al no haber habitaciones habíamos cogido el Savoy, justo en el centro. Habíamos reservado una suite con dos habitaciones y un salón. Esta claro que una de las habitaciones no la usaríamos. Tras dejar las bolsas en la habitación eran las ocho y dimos una vuelta por Florencia. Paseando viendo las tiendas como dos enamorados. De las manos o con nuestras manos alrededor de la cintura del otro. Tras una vuelta romántica, en la que no pude regalarla nada pues todas las tiendas estaban cerradas, volvimos a cenar al hotel. Tras una buena cena fuimos a la habitación donde teníamos una pequeña sauna que no usamos. Si usamos la cama.

 

Pasamos toda la mañana del viernes conociendo la oficina de Florencia. Era muy importante pues muchas empresas gourmet italianas estaban en La Toscana y desde esta es desde donde se atendían los negocios de esta empresa. Además en Florencia había una gran población americana y queríamos introducir un par de empresas americanas en Italia con nuestra nueva empresa de importación. La oficina estaba en un complejo nuevo cercano a la Autostrada A1, la autopista que atraviesa Italia de norte a sur, empezando en Milán y acabando en Nápoles. Trabajamos hasta las tres con el director de la oficina y su equipo. Además de una secretaría que hacía también de recepcionista, tenía un par de trabajadores que se encargaban de atender a las empresas que distribuíamos en la zona. Ahora iban a incorporar un comercial para empezar a vender a las tiendas de la Toscana los productos extranjeros que distribuíamos. A las tres cerraba la oficina de Florencia y lo habíamos visto ya todo. Ellos se fueron a sus casas y Marga y yo a disfrutar de la ciudad. No había vuelos a Madrid esa tarde y no volveríamos a Madrid hasta la mañana siguiente. Al llegar al hotel, tras comer con el director de la oficina, Marga y yo llamamos a nuestras parejas para luego ya volcarnos el uno en el otro. Nos besamos mientras nos aseábamos un poco y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Con Marga del brazo fuimos visitando varias tiendas de ropa. Yo me compré una americana que le gustó mucho a Marga, no llegaba a ser de pana pero era gruesa, y a ella la compramos un par de vestiditos para cuando estuviera un poco más gordita por el embarazo. A sus doce semanas aun no estaba gorda aunque ya tenía algo de bultito. En la cama abrazado a ella lo notaba pero por la calle con su cazadora por el frío no se apreciaba. Cerca del hotel vimos una zapatería y la compramos unas botas marrones con tacón relativamente fino y hasta la rodilla. Volvimos al hotel y nos dimos una ducha, juntos, antes de vestirnos para ir a cenar. Mi chica, mi novia según mis otras mujeres, se puso unos vaqueros muy ajustados con las botas nuevas y una cazadora de cuero de un color similar a estas. Bajo la cazadora un jersey ajustado que marcaba su barriguita. Yo la acaricié y ella me sonrió.

–    Cuando nos sentemos a comer y me quite la cazadora quiero que todos me vean orgullosa de estar embarazada del hijo de mi novio.

Yo la besé y acaricié sus pechos mientras lo hacía. Ella me apartó y me tocó la nariz

–    Vamos a cenar amor – dijo – Cuando volvamos te prometo no defraudarte.

–    Vamos – dije

Cogí la americana que habíamos comprado y la puse sobre mi camisa. La agarré de la mano y paseando fuimos por las preciosas calles florentinas al restaurante que nos habían recomendado y reservado en la recepción del hotel. A la luz de una vela cenamos con una de nuestras manos acariciando, buena parte del tiempo, la del otro. Sin despegar nuestros ojos del otro. Enamorados. No entendía como podía estar enamorado de cinco mujeres y a la vez saber y sentir que lo mío con Rocío era único. Era algo más allá del amor. Casi entendía mejor lo mío con Cristina, meramente sexual, que lo que tenía con Raquel, María, Ana o Marga donde lo sexual se mezclaba con tintes de amor. De vuelta al hotel nos perdimos, adrede, por las calles de Florencia, abrazados y parando cada dos calles para besarnos. A las once y pico llegamos al hotel y tras entrar en la habitación nos besamos con pasión.

–    Espérame en la cama – dijo Marga

Y tras decir eso se fue al baño de la habitación con una bolsita en su mano. salió al rato del baño. Iba con unas sandalias negras de tacón y lencería fina de color azul celeste, casi transparente. Se acercó a mi y, de camino, cogió una botella de champán del minibar.

–    No deberías beber – dije

–    Es sin alcohol – dijo – Se que es una guarrada, un mosto con burbujas pero me hace ilusión lo que representa.

Yo sonreí y la besé. Mientras nos besábamos yo deposité la botella sobre la mesilla y la descorché. Serví dos copas y las bebimos brindando por esa noche. Mientras nos mirábamos a los ojos yo aproveché para acariciar su barriguita. Cuando nos terminamos las copas me quité mi ropa y acabé en ropa interior. Volvimos a besarnos ya junto a los pies de la cama y tras unos minutos de intenso beso la tumbé en ella. Me arrodillé en la cama y besé sus glúteos y espalda subiendo por todo su cuerpo hasta centrarme en su cuello y, posteriormente, su boca. Intercambiamos saliva como si nos fuera la vida en ello antes de volver yo a la parte inferior de su espalda y, metiendo la cabeza entre las piernas, empezar a chupar su coñito apartando su tanga. Tras un rato con el apartado se lo bajé hasta poco a poco quitárselo para volver a chupar su coñito mientras mis manos acariciaban sus glúteos.

–    Me causas escalofríos – dijo – Empiezo a disfrutar siendo tu novia, cada vez me parece menos raro este concepto extraño. Me siento tu amiga todo el tiempo excepto cuando estamos solos sobre una cama

–    Me gusta como lo ves – dije – En la cama novia, fuera amiga

Ella me sonrió y yo la di la vuelta. Se incorporó un poco y mi boca se fue ahora a por la suya para que mi mano disfrutara de su coño. Ella se levantó de la cama rápidamente y no sabía que hacía cuando vi que fue a cerrar las cortinas. Quedamos bastante a oscuras, con solo la luz de una lejana mesilla encendida. El ambiente era muy íntimo. Estando de pie volví a besarla y a acariciar su cuerpo. Mientras nos besábamos ella empezó a masajear mi polla por encima del bañador mientras yo me agarraba y masajeaba sus glúteos. Mi polla ya estaba en su tamaño máximo cuando ella se acarició y, bajando solo un poco mi calzoncillo, sacó esta para llevársela a la boca. Con su mano derecha me pajeaba un poco mientras que su boca enguía todo lo que la mano dejaba libre de mi polla . La sensación en ese momento era totalmente maravillosa.

–    Me encanta chupar la polla que me va a dar mi segundo hijo – dijo mientras me pajeaba – En estos momentos pienso que si existe un tercero solo puede ser tuyo. Y no ya solo por mi promesa con las otras chicas. Es lo que quiero de verdad. Quiero a Mike más que a ti. Espero que no te moleste.

–    No me molesta – dije

–    Pero en lo relativo al sexo tu estás por encima. Y los niños son consecuencia del sexo.

Yo solo la sonreí pues no se me ocurría que contestarla. En parte porque no sabía que decir y en parte porque el placer que me daba su mamada no me dejaba pensar en nada mas.  La levanté de su posición para la mamada y la llevé hasta la cama donde la tumbé boca arriba y la besé un par de minutos antes de volver a chupar un poco su coñito. Mientras lo hacía ella se desabrochaba el sujetador y me declaraba su amor. Yo me quité del todo el calzoncillo y llevé mi polla hasta su agujero donde, tras penetrarla primero con solo unos centímetros empecé a follarla con cada vez mas decisión. En esa posición estuvimos unos minutos hasta que ella me hizo girar y que yo fuera el que estaba boca arriba. Ella cogió mi pene y, tras darle un par de lametones, se lo llevó de nuevo a su coño dejándose caer sobre el para cabalgarme. En ese momento si empezó a volverse mucho mas bocal y mientras saltaba sobre mi polla me pedía cada vez mas. Yo la agarraba de su culo para ser el que llevara el ritmo y a veces la martirizaba con penetraciones muy lentas pues parecía evidente que lo que le gustaba era ser penetrada lo mas violentamente posible.

–    Dios -grito en un momento cuando pensé que se iba a correr – Esto es maravilloso.

Me miró, me besó y sonrió. Tras un rato mas cabalgando se bajó de mi de nuevo y se tumbó de espaldas sobre la cama poniéndome yo en la cama en un costado suyo para poder penetrarla y besarla. En esa posición estuvimos follando otros cuantos minutos hasta que, con nuestras bocas unidas en un beso maravilloso me corrí dentro de ella a la vez que ella también se corría. Disfrute que el estado no muy avanzado de su embarazo me permitía jugar con ella en todas las posiciones. Pronto tendría que cabalgarme o darla yo desde atrás sin poder estar encima de ella. Nos miramos y nos besamos durante muchos minutos antes de volver a subirme yo sobre ella y, esta vez sin mucha variación, acabar en otro orgasmo casi simultaneo. Con dos polvos encima me abracé a ella, la besé y, desnudo en la cama del hotel, acabé quedándome dormido.

 

El sábado tras desayunar en el buffet del hotel nos fuimos al aeropuerto donde dejamos el coche de alquiler y embarcamos en un vuelo a Madrid que llegó a mediodía. Ambos fuimos a mi casa donde ya nos esperaba Mike y el pequeño Miguel con mi mujer e hija para comer. Tras la comida, con Miguel viendo la tele y mi hija echándose la siesta, Marga y Rocío empezaron a cotillear delante de Mike.

–    ¿Lo habrás pasado bien? - dijo Rocío

–    Ha sido maravilloso – dijo Marga – Carlos es único. Sabe hacerme sentir especial aunque se que en el fondo eres tu a quien quiere. Pero me he sentido genial a su lado. Paseando por Florencia he notado que muchas mujeres me miraban con envidia.

–    Y a mi muchos hombres – dije

Rocío rió

–    Cuando entré en el restaurante y me quite la cazadora y mostré mi barriguita de embarazada fui la envidia de todas las mujeres

Mike no decía nada

–    Me alegro por ti cariño – dijo Rocío agarrándola la mano – Me gusta que tu también seas de nuestro grupo. Y se que Raquel y María también. Era raro que no lo fueras pero por Mike te respetamos.

Siguieron un rato hablando entre ellas. Le enseño las botas que le había comprado, que las llevaba puestas, y los dos vestidos sacándolos de la maleta. Le enseñó mi americana y aproveché para darle a mi esposa los zapatos que la había comprado. Desperté a mi hija y la dí un peluche mientras Marga daba a su hijo una camiseta de la Fiorentina y un pequeño Puzzle. Para Mike habíamos comprado una camisa entre los dos. Cuando se fueron a eso de las siete Mike se llevó a su hijo al coche mientras yo me despedía de Marga con un morreo largo alejado de la mirada indiscreta del niño. Ya solo con mi esposa e hija me volqué en jugar con esta y una vez la acostamos y cenamos charlé con mi esposa antes de irnos a la cama a follar. Varias veces. Con Marga había sido maravilloso pero con Rocío era otra cosa. Era lo mejor del mundo.

 

El domingo me desperté pronto, hice café, tostadas, zumo de naranja y lo subí a nuestra habitación donde desperté a mi esposa con el desayuno. Era su cumpleaños y mi objetivo para ese día era mimarla. Tras desayunar juntos y darla mi regalo, un par de zapatos, una cazadora para cuando ya no estuviera embarazada y un vestido para cuando estuviera de ocho meses, me fui a por mi hija para darla de desayunar y vestirla mientras mi esposa se duchaba y se acicalaba. Cuando bajó, guapísima, mi hija fue corriendo a ella y vi en los ojos de mi esposa lo que era la felicidad. Jugamos con mi hija hasta que fueron llegando los invitados. Al tener la casa ya más grande invitamos, además de a nuestros amigos y los hermanos de Rocío a nuestros padres. Los de Rocío fueron los primeros en llegar y pronto llegaron también María y los suyos. Con Arturo me fui a Mallorca a por los canapés. Cuando volvimos Arturo y yo ya estaban Marco, Mike y Marga y Raquel y sus familias. Los demás tardaron poco en llegar. La única que no vino al cumpleaños fue Ana que había sido madre hacía solo una semana y era demasiado para su pequeña. Con Rocío muy embarazada, de treinta y una semanas me volqué en que no hiciera nada. Con la ayuda de Marga y María que, para eso, siempre eran las primeras. Yo hice la carne en la barbacoa del patio pero lo comimos todo dentro pues hacía algo de frío. Tras la comida llegaron los regalos. Mucha ropa de embarazada, como era de suponer aunque mis padres, como casi siempre, la regalaron arte. Pero lo que más le gustó fue un cuadro que pintaron entre Marta, Celia y Susana, las hijas pequeñas de María y la hija de Raquel. Me fijé que casi todo el cumpleaños Rocío estuvo rodeada de Elena, algo que ya era normal, pero también de Patricia, la segunda hija de Natalia y la mayor de sus hijos en Madrid. Cuando todos se fueron ya era tarde y Rocío y yo acostamos a la peque antes de irnos a la cama a hacer el amor.

 

 

03. Semana del 16 al 22 de Abril

De lunes a miércoles Mike, Raquel, mi padre y yo estuvimos trabajando en la reestructuración de la empresa. Ciertas cosas no iban a cambiar como que María iba a ser la directora de recursos humanos, Ana la financiera y Marco el director de expansión internacional. Pero a todos los demás nos cambiaríamos algo. Al final, a la hora de comer, ya lo teníamos todo listo y quedamos con todos los socios para comer. Ana se escapó un momento de sus tareas maternales para estar con nosotros. Mi padre sería el Presidente de la empresa. Su puesto sería no ejecutivo sino representativo. Es decir, no estaría en el día a día aunque acudiría a todas nuestras reuniones y representaría a la empresa en eventos y desayunos más o menos oficiales. Yo sería el Director General y me tocaba dirigir la empresa en cuanto a estrategia y coordinar todos los equipos. Un papel parecido al que tenía al principio. Mike seguiría en la empresa de importaciones y lo compaginaría con ser el contacto en el holding de la empresa que gestionaban Raúl y Sofía. Estos cada vez necesitaban menos supervisión y Mike podía hacerlo. Raquel gestionaría la empresa de mi padre, siendo la directora general de esta. Marga pasaría a ser la directora de operaciones. Trabajaría a mi lado estando más encima del día a día de las empresas. Alberto por su lado sería el director de expansión. En cierto modo el jefe de Marco aunque más bien serían compañeros. Sería responsable del crecimiento, bien creando nuevas empresas o haciendo crecer las ya existentes. Todos estuvieron de acuerdo y tras la comida curramos un rato. Al día siguiente tocaba contárselo a los directivos pero esa tarde tuve que salir corriendo para ir al ginecólogo. Este nos contó que el bebé ya estaba muy desarrollado y que todo parecía ir perfecto. Con esas semanas el niño ya podría nacer y sobrevivir perfectamente y estuvimos repasando el protocolo para cuando naciera. Los cálculos del doctor indicaron que el bebé medía, aproximadamente, unos 48 centímetros y pesaba algo más de dos kilos. Con esos datos nos dijo que era un poco más grande que la media pero dentro de lo normal.

 

El jueves reunimos a todos los directivos de nuestras empresas en una sala de un hotel pues en ninguna de nuestras salas de reuniones cabríamos. Explicamos la nueva estructura que en principio no iba a afectar mucho a todos ellos. Casi todos seguían en sus puestos excepto nuestro director financiero de España, el que había sido segundo de Ana hasta hacía poco, que pasaba a ser director de facturación y cobros mientras que el director financiero de  mi padre pasaría a ser el director financiero para España. Ambos puestos eran iguales en el facturación. El de facturación y cobros coordinaba los equipos de facturación de todas las empresas mientras el director financiero era más técnico en lo contable y fiscal. Comimos todos un cóctel en el hotel y a eso de las tres cada uno volvió a sus respectivas oficinas. Aun quedaba un tema a tratar que eran el cambio de oficinas. Que la empresa de mi padre estuviera separada de la nuestra no era muy bueno pero es que además nosotros ya apenas entrábamos. Ese tema lo trataríamos en breve pero por ahora nos interesaba más empezar a engranar la empresa. De entrada mi padre ocupó el despacho de Raquel y Raquel el de mi padre. Esa tarde estaba currando tarde en la oficina cuando entro María. Nos besamos e hicimos el amor. Pero nada muy loco. Casi rutinario. Ya en casa Rocío y yo llamamos a Natalia para felicitarla por su cumpleaños.

 

El viernes tras trabajar fuimos a comer Rocío y yo y luego a por nuestra hija. En casa nos preparamos y hacia las siete fuimos a la de Natalia y Marco donde estos celebraban con una cena el cumpleaños de Natalia. Había venido a pasar el fin de semana Paola y pasé un buen rato hablando con ella y Patricia. A las doce nos fuimos yendo todos pues los niños ya estaban cansados. Había sido una cena muy agradable. En casa esa noche Rocío y yo hicimos el amor.

 

El sábado volvía a ver a todos mis socios, incluyendo a Marco, Natalia y su familia, para comer en casa de mis padres. Era una celebración por la consumación de la fusión y lo pasamos muy bien. A la hora del café vino Ana con su marido y su hija pues no vinieron a comer. La pequeña Blanca fue la sensación del día con las hijas de María mirando todo el rato si dormía. Y no hacía otra cosa que dormir. Estuvieron unas tres horas y luego se fueron. El resto seguimos en casa de mis padres hasta después de disfrutar de una maravillosa merienda cena. Ya en casa mi hija estaba derrotada y cayó dormida segundos después de meterla en la cama. Nosotros también estábamos algo cansados y tras ver una película nos fuimos a la cama.

 

El domingo comimos Rocío y yo en casa de Laura y Antonio. Con todo el lío de la fusión yo les había visto menos de lo normal. Rocío los veía mucho en el trabajo, sobre todo a Antonio, pero también agradecía verlos en otro ambiente. En realidad, les habíamos visto el fin de semana anterior pero fue en el cumpleaños de Rocío con otros muchos invitados. Nuestras hijas jugaban juntas mientras los mayores hablábamos. Ellas sobre sus embarazos y nosotros de todo un poco. Tras la comida llegaron Diana y Pablo a tomar café. Pablo estaba harto de los preparativos de la boda pues Diana había un par de cosas en las que no se decía. Tras pasar toda la tarde los seis juntos merendamos un poco y nos fuimos a casa para descansar antes de volver a casa.

 

 

04. Semana del 23 al 29 de Abril

El lunes todos íbamos adaptándonos a nuestros nuevos puestos. Mi padre ya estaba instalado en el despacho de Raquel y esta en el suyo. Iba a ser muy raro no tener a Raquel junto a mí. Estaba acostumbrado a que ante el más mínimo problema pudiera ir a ver a Mike o Raquel. Ahora tendría que acostumbrarme a ver a Mike y mi padre. Tampoco era mala opción. Tras comer estuve en el despacho con mi padre toda la tarde. Ambos pensábamos que debíamos ir preparándonos para juntar las empresas más allá de lo jurídico y necesitaríamos nuevas oficinas. No íbamos a correr pero mi padre y yo decidimos que María y Marga empezaran a buscar. Al menos que ambas se informaran sobre la situación de los edificios de oficinas vacíos en Madrid. Debía ser grande para acoger nuestra empresa. Esa tarde la pasé muy tranquilamente con mi esposa que, estando de casi 33 semanas, no estaba para muchos trotes.

 

El martes a las once del mediodía me llamaron de la inmobiliaria para comentarme que habían recibido una oferta por mi casa de un millón y medio de euros. Dijimos que venderíamos si llegaba una oferta de un millón cuatrocientos mil euros y por eso le dije que aceptara. A la hora de comer fui a hacerlo con mi esposa y lo hablamos. Era un buen precio y nos venía muy bien el dinero pero también significaba que íbamos a desprendernos de la casa en la que empezamos nuestra vida en común. Tras la comida estuve trabajando duramente hasta las siete hora en la que me fui a casa para pasar un rato con mi hija y esposa.

 

El miércoles comí con Pablo y Antonio pues era el cumpleaños del primero. Con ellos dos siempre me lo pasaba genial cuando estábamos solos pues en pareja eramos casi familia. En esas comidas éramos colegas. Por la tarde de nuevo curro y familia.

 

Tras trabajar toda la mañana en la oficina con Marga, con la que ahora trabajaría más que nunca, me fui a comer con Cristina. Al llegar al restaurante ella me esperaba ya en un pequeño semi reservado. Al verme llegar se levantó y nos saludamos de un piquito. Me fijé en ella y la sonreí.

–    ¿Ves como puedes ir elegante y formal sin parecer una abuela?

–    Gracias – dijo sonriéndome

Durante la comida charlamos sobre como había ido el primer trimestre del concesionario y también sobre nuestra vida personal. A las tres terminamos de comer y nos fuimos al concesionario donde llegamos media hora después. Aun quedaba una hora para que llegaran sus trabajadores y en su despacho nos empezamos a besar. Yo me senté en su silla y ella se subió a horcajadas sobre mi, con una pierna a cada lado y frotando su coñito sobre mi paquete.

–    Fóllame – me dijo al oído

En un principio esa era  mi idea ese día pero algo saltó en mi cabeza que me hizo ser un poco cabrón.

–    Preferiría que me hicieras una mamada – dije – No te importa, ¿verdad?

–    Yo preferiría que me follaras – dijo ella – Pero lo que tu quieras. Sabes que tu mandas.

Me dio un besito y me sonrió.

–    Así estaré más cachonda por ti el próximo día.

Yo la sonreí y mientras lo hacía ella se bajó de encima mía y se arrodilló entre mis piernas. Me bajó los pantalones y llevó su boca a mi polla. Empezó a chupármela lentamente y mientras lo hacía me sonreía. Yo acariciaba su pelo y correspondía su sonrisa. Mientras me la chupaba pensaba en lo que era tener a una mujer totalmente espectacular, que torcía cuellos en la calle chupándome la polla y rendida a mi.

–    Eres maravillosa – dije mientras la acariciaba el cabello

Ella no dejó de chupármela pero se intuyó una sonrisa. Tras un rato metiéndose una buena parte de mi polla en la boca empezó a chupármela desde los huevos al capullo como si fuera un caramelo. Estuvo chupando así un buen rato y yo empecé a calentarme mucho. En ese momento agarré su cabeza y la apreté un poco a mi polla para que la engullera. Ella lo entendió y empezó una mamada más normal, metiéndose mi polla en la boca constantemente. Tras un rato así yo estaba cerca de correrme y acaricié su cabello a la vez que no la dejaba sacar la boca de mi polla.

–    Me voy a correr – dije

Ella me miró y tras un rato manteniéndome la mirada movió su lengua e hizo que eyaculara en su boca salvajemente. Ella fue devorando todo mi semen. Tras hacerlo se levantó y se sentó en mis rodillas recostándose sobre mi pecho. Tras unos minutos se fue a lavar y yo estuve un rato mirando números. Cuando volvió nos pusimos a charlar un poco de números y, poco después de que abriera el concesionario por la tarde, me fui al despacho a trabajar. Esa noche trabaje solo en la oficina hasta muy tarde, casi las diez de la noche, pues iba a pasar ya un tiempo con mi esposa e hija en Cuenca ese fin de semana,

 

El viernes esperé en la oficina a la llegada de mi esposa y comimos juntos rápido antes de coger el coche e ir a por mi hija a la guardería para viajar a Cuenca. Llegamos hacia las ocho y tras pasar un rato con sus abuelos acostamos a la pequeña. Ya con ella en la cama cenamos y charlamos.

 

Íbamos a pasar en Cuenca hasta el miércoles y eso nos daba a tiempo a hacer muchas cosas. También fueron a Cuenca ese fin de semana Diana y Pablo, que llegaron el sábado por la mañana. No iría el hermano de Rocío. El sábado Rocío y yo dejamos a la niña durmiendo con los padres de Rocío y nos fuimos a cenar solos a un restaurante de Cuenca ya que era el aniversario de nuestra primera cena juntos. Fue bastante romántico aunque se nos acercaran a saludarnos y ver a Rocío, preguntándola por su embarazo, varias veces.

 

El domingo salimos a pasear con mi hija y con toda la familia de Rocío. Lo pasamos bastante bien pero, por lo demás fue un día bastante casero.

 

 

05. Semana del 30 de Abril al 6 de Mayo

El lunes no era fiesta y los padres de Rocío trabajaban. Estuvimos viendo con Pablo y Diana cosas de su boda y, a la hora de comer, fuimos a la oficina del padre donde le recogimos para ir toda la familia al completo a comer. Allí algunos compañeros del padre nos preguntaron por el embarazo. Tras la comida volvimos a la casa y no hicimos mucho más. Pablo y Diana salieron a cenar y a tomar unas copas.

 

El martes, día del trabajador, pasamos toda la familia el día juntos y fuimos a un pueblo cercano a Cuenca a comer. Lo pasamos muy bien.

 

El miércoles era fiesta solo en la comunidad de Madrid y, cuando los padres de Rocío se fueron a trabajar nosotros volvimos a Madrid. Pablo y Diana aprovecharían la mañana para hacer cosas de la boda antes de volver a Madrid.

 

Aunque ya llevábamos todos unos días en nuestros nuevos puestos estábamos casi de transición. El jueves fue el día que decidimos que ya todos estuviéramos a tope con nuestra nuevas responsabilidades. Era el cumpleaños de Esther, nuestra directora de zapaterías y me la llevé a comer junto a su marido. Por lo demás un día normal. Tras pasar unos días fuera de la oficina con mucho trabajo. Por la tarde llegué justo a tiempo para irme a casa a darle un beso a mi hija antes de que se acostara.

 

El viernes por la tarde, tras comer, fuimos mi esposa y yo al notario para firmar la venta de mi casa. Al ser mía solo tenía que firmar o pero quería estar con ella pues era la casa en la que habíamos empezado nuestra vida en común. Para mi era muy importante. La inmobiliaria presentó los papeles del pago, pues hacía el servicio de intermediación inmobiliaria, y, para el lunes, ya tendría el dinero en mi cuenta. Tras firmar fuimos a comprar el regalo de Elena, la hija mayor de María. Ya con el fuimos a casa y allí nos esperaban Elizabeth  que ese día había trabajado mañana y tarde. Estuvimos charlando con ella y Teresa, que aun no se había ido a casa. Estaba a una semana de su boda con el hijo de Teresa y ya estaba todo listo. Cuando se fueron nos quedamos en familia descansando y jugando con la peque.

 

A las once de la mañana llegamos a casa de María para celebrar el cumpleaños de Elena. Rocío y ella seguían teniendo una relación especial. Fuimos los primeros como solía ser habitual y mientras Elena, Rocío y María charlaban yo lo hacía con Arturo. Las dos hijas menores de María mientras jugaban con mi hija. No tardaron mucho en llegar Marco y los suyos, que vivían a pocas manzanas de distancia y Raquel y su familia. Un poco más tarde llegaron algunos familiares y Mike y Marga con Miguel. Los últimos en llegar fueron Alberto y Celia, casi a al hora de comer, pues ella había estado de guardia hasta las seis de la mañana y se había echado un poco para poder estar despierta en la fiesta. La fiesta fue normal. Como casi todas las que teníamos en nuestro grupo. A Elena le encantaron los regalos. El nuestro fue una falda vaquera de Levis, corta pero no minifalda, y un polo naranja de Ralph Lauren. Patricia estuvo viendo la ropa con ella y creo que eso a Elena le gustaba. No solo que Rocío la tratara como una amiga sino que también lo hiciera Patricia que era una de las chicas mayores de su cole. Lo comenté con María y se rió.

–    No sabes cuanta razón tienes – dijo – Patricia es un encanto y muchas veces se para a hablar con ella y los miércoles, que ellas no tienen clase por la tarde, la espera y vuelven juntas a casa. Sus compañeras ven que Patricia la trata como una amiga.

–    Y los chicos – dije

María me miró con cara de cabreo pero sabía que era falsa. Me sonrió. Y se echó a reír.

–    Y los chicos – dijo

A las ochos sacó María una merienda y a las diez estábamos en casa. No tardamos en irnos a la cama.

 

El domingo el día fue parecido pero el cumpleaños fue en casa de Mike y Marga. Celebrábamos el cumpleaños de esta que era el martes siguiente. Al ser los primeros en llegar no me corté en nada a la hora de besar y jugar con el cuerpo de Marga si no estaban nuestros hijos cerca. En cuanto llegaron unos amigos de ellos dejé de tocarla. Ese día acabamos antes pues al día siguiente teníamos trabajo y los niños cole. Tras acostar a la peque Rocío y yo nos fuimos al salón a ver una película. Rocío y yo nos besamos durante un rato tras la peli. Fueron unos minutos y de su mano llegamos a nuestra habitación. Llevaba Rocío ese día un vestido azul claro que marcaba su enorme barriguita. Ya en la habitación yo me pegué tras ella y bajé los tirantes de su vestido para acariciar un poco sus pechos antes de levantar la falda del vestido y acariciar su coñito sobre la ropa interior, también azul, que llevaba ese día. La braga en si no era nada excitante pero tocarla a ella era maravilloso. Compensaba con su sensualidad y su belleza lo que la ropa interior de embarazada la quitaba. Acaricié sobre la braga su coñito y besé su oreja.

–    Te quiero – dije sin acariciar su coñito

Rocío solo gimió puesto que mis movimientos sobre su braga eran cada vez mayores. Siguió gimiendo un rato hasta que se separó un poco de mi y se dio la vuelta. Puso sus brazos alrededor de mi cuello y me miró a los ojos. No fue necesario que dijera nada. Sus ojos me mostraron su amor y con eso dio comienzo nuestro asalto al mundo de la pasión. Estábamos junto a la cama y ella empezó a jugar con mi pantalón hasta desabrochármelo y dejar que este cayera hasta los tobillos. Se subió a la cama de rodillas y agarrando mi polla por la base empezó a chupármela. Yo me quité la camisa que llevaba ese día y ayudé con mis manos en la cabeza a que ella siguiera chupándome la polla. Mientras con movimientos de mis piernas me quité los zapatos y terminé por desnudarme. Rocío se sentó en el centro de la cama tras un rato mas de mamada y se quitó poco a poco el vestido sin dejar de mirarme a los ojos ni un solo segundo. Tras el vestido se quitó la braga y el sujetador y se acercó a donde yo estaba. Puso su coño junto al borde de la cama y se abrió de piernas. Yo acerqué mi polla y empecé a follarla con fuerza. Ambos empezamos a gemir mucho y notaba como estábamos muy calientes. Creo que nuestros intercambios amorosos nos habían calentado sobremanera. Hice que se pusiera de costado sobre la cama y me tumbé tras ella abrazándola, con una mano en sus pechos y la otra en la barriguita mientras mi polla la perforaba el coño de manera salvaje. Tras unos minutos más de follada, cuando yo creía que ya iba a explotar, ella se corrió inmediatamente y me hizo tal masaje en la polla que no pude hacer otra cosa que no fuera correrme en su interior.

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