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Mi historia (42: Junio 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 7 al 13 de Junio

Junio era un mes de bastantes reuniones ya que se concentrarían la junta de accionistas de las tres empresas en las que participaba con una inauguración. El lunes me reuní con Marga, Alberto, Rocío y María para organizar un poco el mes y los dos de verano en los que casi todos estaríamos en algún momento de vacaciones. Nos quedamos muy impresionados por el buen trabajo de María que ya tenía cuadradas las vacaciones de casi todos los trabajadores. No era fácil pues algunas fechas, principalmente alrededor de mediados de agosto, eran muy solicitadas. Marga y Alberto nos contaron como iba la preparación de nuestro segundo parque infantil. La inversión en estos era relativamente grande pero con cada nuevo parque que abriéramos bajaría un poco el gasto gracias a las sinergias entre ellos y a que la estructura central ya estaba montada. La reunión nos llevó casi toda la mañana y acabamos ya a la hora de comer. Nos fuimos todos y se unió Mike a la comida. A veces parecía que le dejábamos un poco de lado pero el sabía que no era así solo que no podía estar constantemente perdiendo el tiempo en reuniones cuando dirigía nuestra primera empresa que no solo era la mas rentable sino a la que teníamos mas cariño. Que su mujer estuviera en todas las reuniones lo hacía aun menos duro pues si no podíamos resumírselo lo hacía ella en casa. Tras la comida pasé la tarde en mi despacho y contesté emails a la vez que ojeaba algunos informes. Ese fin de semana se casaba Ana y no trabajaría el viernes. Por tanto la reunión mensual sería el jueves y yo tenía menos días para prepararme. Esa noche tras trabajar la pasé con mi mujer embarazada. Este iba muy bien pues ella apenas tenía náuseas matinales y se encontraba en perfecta forma. Excepto por no tomar cafeína, alcohol y carne no cocinada completamente, ella apenas notaba nada diferente a unas semanas antes. Cenamos fuera y luego nos fuimos a casa a descansar. Aun no se cansaba mucho por el embarazo pero con la despedida del fin de semana anterior estaba algo cansada. Y lo hubiera estado sin estar embarazada. Tras volver a casa y ver un poco la tele nos fuimos a la cama.

El martes el día de trabajo fue de lo mas normal pero teníamos cena en casa de mis padres para que yo pudiera preparar con Mariano la reunión que se iba a celebrar al día siguiente de la empresa que compartíamos. A mediodía llamé a mi madre para decirla que me apetecía tomar besugo. No me apetecía mucho pero si hacían carne a Rocío le gustaba poco hecha y tendríamos que dar explicaciones. Aun no queríamos contar que estaba embarazada. Al llegar a la casa de mis padres Mariano y yo nos fuimos a trabajar mientras nuestras mujeres charlaban de sus cosas. A las nueve y media acabamos la reunión y pasamos a cenar.

– Le he estado presionando a tu mujer para que tengáis un hijo – dijo Manuela – Espero que no termine odiándome

– No te preocupes – sonrió Rocío – Mi madre me presiona igual. Cuando llegué llegará. Y no voy a odiaros a ninguna de las dos.

Todos reímos y seguimos con la conversación. El pescado estaba muy hecho y no fue un problema para Rocío. Lo regamos con vino blanco que Rocío llevó a su boca aunque apenas lo bebió y le dio mas al agua. Al final pasamos el trago sin que se notara. No me gustaba ocultarlo pero queríamos estar mas cerca de los dos meses para comentarlo. Al llegar a casa era tarde y fuimos directamente a dormir.

El miércoles pasé la mañana reunido con Ana en mi despacho. Tocaba ver los números de mayo y ella estaba muy juguetona. Sentados en mi mesa de reuniones uno junto al otro ella no paraba de frotar sus botas, que ese día las llevaba sobre unos vaqueros muy ajustados, contra mi pierna. Yo la sonreía y ella mi miraba con ojos de pasión. No muchas veces pero si unas cinco a lo largo de la reunión juntamos nuestras bocas en besos bastante pasionales con mucha lengua de unos treinta segundos de duración. Como Raquel y Rocío me habían empujado a ese volcán era algo que me tenía confundido. Debió ser tras el tercer beso que ella pensó que no era suficiente con rozar sus botas contra mi pierna y bajó su mano izquierda a mi entrepierna para sobar mi polla mientras veíamos los números.

– Me estas calentando demasiado – dije

– Es lo que quiero. Necesito que me folles antes de mi boda

– Hoy no puedo, en cuanto terminemos me tengo que ir a una reunión.

– Mañana a las diez en mi casa. Un último polvo en mi cama antes de casarme – dijo Ana

– Me inventaré una reunión pero mañana por la tarde tenemos la reunión mensual.

– ¿Y?

– Que espero que no me canses mucho

Ella se echó a reír y me dio un nuevo beso. El número de frotamientos bajó mucho y nos permitió terminar la reunión con tranquilidad. A la una habíamos terminado y a las dos y media estaba cerca de la oficina de mi padre comiendo con el. Cuando empezó la reunión a las cuatro lo hicimos con bastante tranquilidad puesto que la habíamos preparado bien y sabíamos que ellos no podían pedir el reparto máximo de dividendos. Se acordó el reparto estatutario de un 10% de los beneficios, que el año anterior había sido de casi diez millones de euros, y casi todos los puntos del día pasaron sin mas problemas. No tenían muchas balas en el cartucho ya que Mariano y yo teníamos mayoría pero aun así nos sorprendió lo poco que lucharon. Tras la reunión me quedé un rato hablando con Mariano y luego me fui a casa de Raquel a por Rocío pues ambas habían ido de compras esa tarde. Ya en casa hicimos el amor Rocío y yo después de cenar ligeramente me fui a la cama. Hice un cálculo mental rápido y tras impuestos a mi me llegarían unos noventa mil euros del reparto de beneficios.

Salí algo mas tarde de casa de lo normal el jueves y así fui directamente a casa de Ana. Aparqué en la calle y llamé al móvil de Ana. No quería llamar al telefonillo y que estuviera aun en la casa Rubén.

– Hola – dije

– Hola guapo, ¿vas a tardar?

– Estoy abajo. Te llamaba al teléfono por si estuviera Rubén

– Te hubiera llamado tonto – dijo – Mira que eres peliculero. Sube anda.

Con el campo despejado salí del coche y fui a su casa. El momento desde que llamé al telefonillo a entrar en casa de ella estuvo lleno de incertidumbre y excitación. Una vez entré la vi esperándome tras la puerta y cuando entré y cerré la puerta corrió a mis brazos y se subió sobre mi besándonos con pasión. Ana llevaba ese día un vestido bastante veraniego hasta unos centímetros por encima de la rodilla de color gris. En sus pies unos zapatos peeptoe del mismo color con varios centímetros de tacón. Llegamos enganchados en el beso hasta la mesa del comedor donde ella empezó a juguetear con su escote mostrando una parte bastante generosa de su escote. Tras un rato mostrando bastante dio un pequeño tirón y se bajó este hasta debajo de ambos senos mostrándome las aureolas de sus pezones. En un acto de falso pudor volvió a subirse el escote y me miró con cara de niña pícara. Tras mirarla yo un rato a los ojos ella terminó por bajarse el escote. Llevé mis manos a sus senos mientras ella seguía coqueteando conmigo.

– Preciosos – dije

– Si te portas bien te daré una cosa que te va a gustar – dijo con una sonrisita

Yo tras acariciar sus pechos y preguntándome que me iba a dar llevé mis labios a su pecho izquierdo para besarlo y chuparlo con pasión. Mientras yo chupaba sus senos ella llevaba la mano a mi entrepierna y fue capaz de desabrocharme el cinturón. Según llevaba sus manos a mi entrepierna para desabrocharme el pantalón yo llevé mis manos a su cuello y la besé en la boca con pasión. La sexualidad de esta chica era una pasada. Ya con todos los botones del vaquero desabrochado ella se fue agachando lentamente mientras bajaba este y los calzoncillos dejando mi polla, ya casi totalmente empalmada, a la intemperie. Ella empezó a tocar la polla con la mano, lentamente, haciéndome una maravillosa paja. Tras un ratito así me miró a los ojos y se la metió en la boca empezando una lenta mamada que a ratos se convertía en una chupada de polla con la lengua disfrutando de su caramelo preferido. A mi como regalo me valía pero me callé pues seguía intrigado por que me iba a regalar. Durante toda la mamada no apartó ni un segundo la mirada de mi. Ese día con el vaquero yo llevaba una camisa de Tommy y me la fui quitando mientras ella me mamaba. Era espectacular verla arrodillada junto a mi haciendo que mi polla creciera a lo bestia. Me estaba calentando mucho.

– Si de verdad quieres que follemos deberías dejar eso o no voy a aguantar mucho – dije

Mientras se incorporaba fue subiendo sus manos lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mi cuello donde dejó una mano y me besó. Mientras su otra mano acariciaba mis huevos.

– ¿Esta mi chico caliente? - dijo una vez sacó mi polla de su boca

– Ardiendo – dije

– Pues vamos a apagar este fuego

Se levantó y su vestido estaba ya algo arremangado a la altura de su cintura dejando a la vista un poco de su tanguita blanco. Yo terminé de subirla el vestido y la apoyé sobre la mesa del comedor. Me acerqué desde atrás y pegué mi polla en la entrada de su coño. Aparté la poca tela de su tanga con la mano y la penetré. La altura de sus tacones permitía que ella estuviera casi a la altura perfecta y apenas tenía que amoldarme a ella. La penetré cada vez con mayor fuerza y fui yo el primero en empezar a gemir con bastante fuerza. Poco después ella se unió a la sinfonía de gemidos y subió una de sus piernas a una de las sillas de la mesa para estar un poco mas abierta. Estaba dispuesto a correrme en esa posición. Estaba demasiado caliente como para hacer muchos experimentos y sus gemidos parecían indicar que ella estaba en la misma onda. No obstante ella me sorprendió saliéndose de mi y tumbándose en la mesa dejando su coñito en el borde de esta. Acerque mi polla de nuevo a su coño y pasé a follarla en esa posición durante al menos diez minutos hasta que pensé que no iba a poder aguantar mas. Estaba a puntito de decírselo cuando ella explotó en un ruidoso orgasmo que masajeó mi polla con fuerza. Yo no pude resistir esa última puntilla que era su coño masajeando mi polla y me corrí en ella con fiereza. Me recosté un poco sobre la mesa y la besé.

– ¿Me he portado bien? - la pregunté

– Muy bien – dijo sonriendo

– ¿Y mi regalo?

Ella me miró con cara pícara.

– Nadie me va a follar hasta que esté casada. Tu eres el último en entrar aquí – dijo acariciándose el coñito – A Rubén le diré que quiero que nuestra noche de bodas sea especial pero en realidad lo que quiero es que tu seas el último en follarme de soltera.

Yo solo supe agradecerla el regalo echándome con ella en la mesa y besándola con pasión mientras nuestras manos se acariciaban. Cuando ya estábamos mas tranquilos nos dimos unos últimos besos y yo me fui a la oficina. Ana saldría unos minutos después para no llegar a la vez. Hasta la hora de comer estuve en mi despacho currando. A las dos me fui con Alberto a comer a un restaurante cercano a la oficina pues a las tres y media teníamos la reunión mensual. Tras la comida, y ya en la reunión, vimos los números de mayo. Otra vez fue un mes bueno, mas de seiscientos mil euros de beneficios, que hubieran sido excepcionales si no fuera por la gran inversión que hicimos para poder inaugurar en julio nuestro segundo parque infantil. Nuestra empresa de importación de comida dio récord de facturación aunque no de beneficios. El resto de empresas se comportaron dentro de lo previsto y no hubo nada especialmente destacable. En todo caso que la empresa que compramos al padre de María dio beneficios por segundo mes consecutivo, si bien estos eran pequeños. Decidimos seguir con el plan programado por Alberto, Marga y Raquel de aperturas que incluía la apertura de una primera tienda en Barcelona durante el mes de Octubre. Eso si sería una novedad. Acabamos tarde la reunión, pasadas las siete, y todos nos fuimos corriendo a casa. Unos a sus hijos y yo a mi esposa embarazada. Cenamos tranquilos en casa e hicimos el amor antes de dormir.

El viernes Ana ya no fue a trabajar pues se había cogido el día de vacaciones para terminar los últimos detalles de su boda. Yo aproveché el día para ver informes que tenía sobre mi mesa. En esta ocasión era un informe de Marga y Alberto sobre posibles futuros negocios. Estaba muy bien creado. Ambos eran muy importantes para la empresa y lo demostraban siempre. Sus decisiones eran siempre buenas, sus informes los mejores y siempre pensaban en el bien común. A las tres me fui a por Rocío y fuimos juntos a comer. Luego fuimos a comprar un par de cosillas que necesitábamos para la boda del día siguiente y después a casa. Ya en casa estuvimos descansando un rato y luego salimos a cenar juntos para, al volver, irnos a descansar a la cama.

Tras levantarnos el sábado y ducharnos salimos a las once camino a la iglesia en la que se casaba Ana. Estaba en Alcobendas, la ciudad en la que vivían los padres de ella. Relativamente cerca de la casa de mis nuevos padres. Llegamos a las doce menos cuarto, siendo la boda a las doce. Al llegar ya estaban allí Mike y Marga y estos me presentaron a los padres de Ana. Yo me hice el loco, nadie podía imaginar que yo ya conocía a la madre de Ana. Estuvimos hablando con los padres de Ana mientras llegaban el resto de los invitados. De nuestro trabajo éramos los que formábamos el núcleo directivo así como la secretaria de Ana y su novio. Sin niños. En total éramos doce personas a la mesa y supuse que para la pobre secretaria iba a ser un marrón estar con todos los superjefes a la mesa. Se lo comenté a María, que es la que mejor la conocía pues antes de ser directora de recursos humanos fue jefa de secretarias, y quedamos en intentar hacer que fuera lo menos duro posible para ella. Tras la ceremonia felicitamos a los novios y nos dirigimos al hotel de Madrid en el que se celebraría la comida de la boda. La comida fue la normal de una boda en un hotel madrileño. Canapés, una ensalada, un pescado y una carne. Bastante bueno pero sin ser increíbles. Creo que la secretaria de Ana antes del pescado ya estaba mas tranquila y se integró con su novio en la conversación sin muchos problemas. Tras la comida la novia bailó el vals inaugural y con ello dio comienzo el baile. Rocío y yo bailamos un par de canciones juntos, me apetecía estar con ella, pero también baile una canción con la novia. En un momento en que mi grupo estaba hablando de temas no muy relevantes vi que en una mesa estaban los padres de Ana con el jefe de la madre hablando. Me acerqué y hablé con los tres sobre distintos temas. No me di cuenta pero estuve un buen rato con ellos. Cuando ya llevaba de nuevo un rato con mis amigos se nos acercó Ana.

– Mis padres están impresionados contigo – dijo Ana delante de todos

– Es que tiene ese don – dijo Raquel – Le sueltas en un sitio así y se lleva a la gente de calle

– Me he tomado la molestia de hablar con ellos un ratito, no hice nada excepcional

Todos rieron. Es cierto que tenía la capacidad de saber estar en estas situaciones pero sobre todo sabía que para dar una primera buena impresión lo mejor es acercarse a la persona que quieres impresionar, escucharles y hablarles. Tras un rato mas de charla con Ana y mis compañeros volví a bailar con Rocío. Estaba sentado tras el baile en una mesa con mis amigos cuando volvió Ana, esta vez con su hermana de quince años.

– Chicos os presento a mi hermana Marta

– Hola – dije - ¿Sabes que mi ahijada se llama Marta? Es un nombre muy bonito

Con esa ruptura de hielo estuvimos hablando un rato con la niña que era bastante maja aunque no dejaba de agarrar a su hermana. Era un poco vergonzosa para tener ya quince años. O quizás lo era precisamente por tener quince años. He dicho que era una niña pero en realidad era una adolescente. A las ocho de la tarde se acabó el baile y tras despedirnos de los novios y su familia nos fuimos cada uno a nuestra casa. Rocío y yo al llegar fuimos al salón a descansar, tras quitarnos la ropa de fiesta, y algo antes de las doce ya estábamos en la cama.

El domingo nos levantamos tarde tras la paliza de la boda. Ese día eran las elecciones europeas y fuimos a votar y luego a comer por el barrio. El resto de la tarde y la noche la pasamos en casa descansando para empezar una nueva semana con fuerzas.

02. Semana del 14 al 20 de Junio

Empezó la nueva semana y yo estuve todo el día reunido. Por la mañana con María, un poco mas tarde con Raquel y luego ya por la tarde, después de comer, con Marga y Alberto. Tras el día de trabajo me fui a descansar con mi mujer pues al día siguiente me tocaba madrugar.

A las seis de la mañana sonó mi despertador pues poco antes de las ocho debía estar ya en un avión de camino a Valencia a un evento de la cámara de comercio de allí. Se trataba de unas jornadas sobre importaciones y yo participaba en una mesa redonda poco después de las once de la mañana. A las nueve ya aterricé en Valencia y me fui a toda prisa en taxi al hotel donde se desarrollaba el evento. Quería estar cuando empezaran las jornadas para poder saludar a algún conocido. Tras toda la mañana allí saludando y escuchando charlas me tocó a mi el turno y acabé bastante contento por el resultado. Como suele ocurrir al acabar la mesa redonda se me acercó mucha gente y estuve hablando con ellos y contestando a sus preguntas. A mucha gente eso no le gustaba pero a mi me encantaba. Tras la hora que estuve atiendo a distintas personas me fui a ver a uno de los organizadores, al que conocía desde hacía tiempo, para comer con el y con otros conocidos. Tuvimos que esperarle un poco a que acabará la jornada de la mañana y nos fuimos a un restaurante cercano al hotel para poder tomar una buena paella. Que si no. Tras la comida estuve un ratito mas en la conferencia pero a las seis me fui para poder coger el avión de vuelta a Madrid sin problemas. A las ocho despegamos y a las nueve ya estábamos fuera del avión. Debían ser las diez cuando entré en casa y besé a mi mujer en la boca y en la tripita. Mi bebé también se merecía un beso. Molido me fui pronto a la cama y Rocío se unió a mi. Nos abrazamos y dormimos.

El miércoles fue un día normal en el trabajo hasta las cinco. Hora en la que me fui a buscar a Rocío para ir al médico pues tenía que hacerse una ecografía. Tras esperar media hora en la sala de espera entramos a la consulta. El médico hizo las preguntas típicas en estos casos y tras un rato de charla y comentarle todo sentó a Rocío en la mesa junto a la máquina de la ecografía. La estuvo mirando el médico y todo parecía normal. En esos momentos normal pasa a ser una de las mejores palabras que uno pueda oír. Tras salir de la consulta nos fuimos a casa a descansar, hablar de nuestra futura vida y, tras cenar y ver un poco la tele, ir a la cama a hacer el amor y luego dormir.

Desde pronto por la mañana el jueves me vi metido en una espiral de reuniones de las que entraban y salían personas. En el fondo es lo que me gustaba pero quizás ese día fue exagerado. A las siete y media seguía en mi oficina. Estaba reunido con Raquel tratando de ver pequeñas asperezas que pudiéramos limar en todas las empresas para que todo fuera aun mejor. Esa atención al detalle era posible por nuestra estructura en la que eramos casi como consultores al no tener que estar ni ella, ni Marga, ni Alberto, ni yo en el día a día de la empresa. Cuando Raquel y yo dimos por finalizada la reunión ella se fue directamente a la puerta y la cerró con pestillo. Tras hacerlo volvió sonriendo hasta mi y se sentó en mis rodillas.

– No te lo vas a creer – dijo Raquel – Pero me arrepiento un poco del show de celos que os monté.

– ¿Un poco tarde no?

– A ver, me encanta estar embarazada de ti pero entiendo que quizás me comporté como una niña.

– Bueno – dije – Lo pasado, pasado está.

– Gracias por ser tan comprensivo – dijo antes de besarme con pasión.

Estuvimos un rato besándonos con suavidad. Ese día Raquel se presentó en el trabajo con una falda vaquera hasta algo por debajo de las rodillas y un polo de manga corta de color blanco, muchos botones y tejido camiseta. O a lo mejor era una camiseta con corte de polo. En sus pies unas cuñas de esparto marrones y nada mas. Nos levantamos y nos miramos. Mientras lo hacíamos ella se tocó los pezones por encima de la camiseta. Yo la miraba con lascivia y sonreía. No tardamos mucho en, junto a mi mesa, unirnos en un beso de tornillo de espectacular pasión. Mis manos fueron a sus pechos mientras las suyas a veces tocaban mi cuerpo pero principalmente se agarraban a mi cuello. Baje los hombros de su camiseta junto a las mangas, menos mal que el polo se abría mucho por la cantidad de botones, y vi su precioso sujetador blanco con el borde negro. Puse este bajo sus tetas y llevé mi boca a sus pezones.

– Dentro de unos meses estás serán propiedad de tu hijo – dije – Tendré que darlas uso ahora.

– De nuestro hijo – dijo

– Puede ser nuestro pero quiero que sea tuyo y de José Carlos como Elisa es de Arturo. ¿De acuerdo?

– Claro – dijo ella – Pero en la intimidad me gustaría referirme a nuestro hijo como nuestro.

Yo la sonreí y asentí muy ligeramente antes de tirarme de nuevo a sus tetas. Tarde nada en quitarla la camiseta ya que si bien me daba acceso a sus tetas este era incomodo. Una vez sin el polo, y mientras me lanzaba una vez mas a sus tetas, Raquel se quitó el sujetador. El trabajo que estaba dándole a sus pechos era muy duro y ella se puso bastante cachonda y empezó a gemir. Yo no andaba muy lejos en cuanto a calentura pero mis gemidos eran ahogados por sus senos. Ella se apoyó tras un rato sobre mi mesa y, mientras yo la besaba y acariciaba sus tetas, me bajó los pantalones. Ya sin ellos me senté sobre una de las sillas de visitas y ella se arrodilló en el suelo duro de mi oficina, no me gustaban las moquetas, para tener acceso a mi polla. La cogió con ambas manos y la pajeó un rato antes de metérsela en la boca y jugar con ella como si le fuera la vida en ello. Estaba mas excitada de lo normal y solo se me ocurría que fuera por ser el primer polvo tras saber que se había quedado embarazada. Su cara pasaba del amor a la pasión en segundos y es que apenas despegaba sus ojos delos míos para admirar mi polla. Tras un rato en el que yo ya no aguantaba mas la hice levantarse y tras arremangar su falda en la cintura y bajar su tanguita blanco a juego con el sujetador, también tenía los bordes negros, apunté mi polla a su coñito. Ella empezó a gemir bastante con mis lentas embestidas. Eran muy suaves. Lo hacía con dulzura. Poco a poco nuestros gemidos fueron subiendo en intensidad y tras darla un par de besos en la boca subió igualmente la intensidad de mi follada. Una de sus piernas la puse sobre mis hombros para que su apertura fuera mayor. Ella parecía disfrutar el polvo. Yo puedo asegurar que lo estaba haciendo y es que ese día Raquel estaba muy dócil. Tras seguir otro rato penetrándola de esta manera decidí cambiar de posición y me senté en la silla para acomodarla a ella sobre mi pene y dejarla cabalgarme mientras nos mirábamos a los ojos. En esa posición estaba seguro de no aguantar mucho y cuando vi que mi corrida era evidente la junté a mi y la besé. Mientras la besaba un torrente de semen inundó sus entrañas dejándola aparentemente satisfecha. Su sonrisa parecía indicarlo y los espasmos de su coñito también. No fue simultaneo, yo me corrí antes, pero fueron casi parejos. Tras un rato estábamos calmados pero con mi polla aun dentro de su coño y nuestras bocas enfrascadas en un beso lleno de pasión. Tras un rato nos separamos.

– Te quiero – dije

– Y yo a ti – dijo – No te puedes imaginar cuanto

Una vez nos aseamos me volví para casa y pasé una buena noche con Rocío viendo la tee y charlando.

El viernes fue un día de lo mas normal del que fui rápidamente para pasar la noche con mi mujer ya que, al día siguiente, me iba con mis amigos de la oficina y algunos amigos de Alberto a la despedida de este. Cené con Rocío por el barrio y luego fuimos a dar un paseo en una noche muy agradable. Tras el paseo nos fuimos a casa a hacer el amor.

A las siete de la mañana me levanté y fui a ducharme para salir hacia casa de Alberto. Una vez allí Mike y uno de los amigos de Alberto subieron para despertarlo con una llave que les había dejado Celia. Un cuarto de hora después ya estaban abajo y tras abrazarle todos nos fuimos camino a Toledo. Yo llevé mi coche y en el iban Mike, Arturo y José Carlos. Alberto y otros tres amigos iban en otro coche. Llegamos a las once y media de la mañana, tras parar por el camino para desayunar, a la casa rural de Toledo que teníamos alquilada para esa noche. Una vez instalados unos cuantos se quedaron preparando la casa para la fiesta mientras el resto nos fuimos a comprar comida y cena para ese día y suficiente alcohol como para satisfacer a los mas sedientos borrachos. Sobraría pero eso era mejor que quedarnos sin el a mitad de la noche. Cuando llegamos de la compra los que organizaban la casa ya estaban disfrutando de la piscina y el resto nos unimos hasta que llegó la hora de la barbacoa. Comeríamos y cenaríamos barbacoa y beberíamos alcohol antes de ir al pueblo, que andando estaba a cinco minutos, para pasar una noche de fiesta en los pubs de este. La comida fue bastante tranquila con cerveza y vino como bebida pero tras la cena empezaron a correr las copas. Teníamos que irnos al pueblo pero antes tocaba disfrazar a Alberto. Iba a ir de troglodita y una vez vestido nos fuimos al pueblo. La mayoría de los amigos de Alberto, dos de tres, eran solteros sin novia y se desmadraron con las chicas del pueblo. Como hombre casado y futuro padre me hacía mucha gracia verles en plena faena. En un rato los dos chicos estaban con unas chicas del pueblo, de las mas guapas, en una esquina del pub en plena faena y ya eran las cinco de la mañana. Alberto estaba muy cansado y bastante borracho. Nosotros la verdad es que no le andábamos muy a la zaga y nos fuimos todos a descansar a la casa rural.

Yo compartía habitación con Mike y nos levantamos el domingo a eso de la una del mediodía. Habíamos pagado una segunda noche aunque no fuéramos a quedarnos para poder salir de ella por la tarde y no tener que abandonarla a las doce del mediodía. Según nos fuimos levantando fuimos yendo a la piscina. A las tres ya estábamos todos y nos pusimos a hacer una tercera barbacoa, no se puede decir que la comida fuera muy variada, para despedir el fin de semana. Tras comer, reírnos y abusar del café y la coca cola, arreglamos un poco la casa y pagamos y devolvimos las llaves. A las seis ya estábamos de camino a Madrid y yo, tras dejar a cada uno en su casa, llegué a los brazos de mi mujer a las ocho y media. Me tumbé con ella en el salón y hablamos de nuestros fines de semana. Al parecer ella también hizo una fiesta ese sábado con las chicas. La pique diciéndola que era muy poco original pero no hice mucha sangre. Tras un rato con ella y sin cenar me fui a la cama para poder descansar un poco.

03. Semana del 21 al 27 de Junio

Aunque estaba relativamente cansado el lunes trabajé intensamente al no tener mas remedio. Ese viernes abríamos nuestro segundo parque infantil y estuve ayudando al equipo de esa empresa así como a Marga y Alberto toda la mañana. Este local era mas grande que el anterior y estaba quedando impresionante. Tras comer con Raquel y un representante de una franquicia de moda que estaba interesado en que moviéramos su enseña me fui al bufete de abogados del que heredé un 50% de mi padre. Era nuestra reunión anual y como siempre fue sin problemas. Era una empresa en la que iba al 50% en cuanto a accionariado pero le daba vía libre a Javier para hacer lo que le viniera en gana. No era abogado y no era mi negocio. Era un socio capitalista ideal, no movía mi dinero y siempre votaba a favor de todo lo que el proponía. Los beneficios fueron de dos millones y propuso que nos repartiéramos 250.000 euros netos de beneficios para cada uno y a mi me pareció bien. Una vez terminamos la reunión quedamos con nuestras esposas y cenamos los cuatro juntos. Al llegar a casa hicimos el amor Rocío y yo.

El martes en la oficina María me dijo que teníamos una cita para comer y así, tras trabajar en mi despacho todo el día, me fui con ella a la reunión. Resulta que a la semana siguiente teníamos la junta de accionistas de la empresa de transporte que compartía con María y su hermano y ambos estaban nerviosos ya que no sabían que debíamos hacer. Quedamos los tres con Arturo a comer. María dijo que ella prefería que fuera Arturo en su nombre y yo le dije que eso era posible. Luego hablamos principalmente sobre como les iba a ellos en la empresa y coordinamos que votaríamos a todo en bloque aunque nuestro porcentaje no nos permitiría tomar decisiones. Aun así decidimos solo tomar decisiones sobre los temas de futuro y que todo lo que fuera aprobar cosas del pasado fueran votadas a favor. Al fin y al cabo nosotros entramos ese año y todo lo del año anterior no nos afectaba. La comida se alargó hasta pasadas las cuatro y media y ellos volvieron a trabajar pero yo ya decidí no hacerlo y pasar la tarde con María ayudándola con las niñas. Entramos en su casa y saludamos a Mariely que ya estaba preparada para irse a por las niñas. Una vez se fue María y yo nos sentamos en el sofá. No pasaron mas de cinco minutos antes de que estuviéramos unidos en un beso de extrema pasión.

– Tenemos – dijo María mirando el reloj – 30 minutos para estar seguros. Deberían ser tres cuartos de hora pero mejor no jugárnosla. Mariely suele tardar una hora en llegar.

– En 30 minutos podemos hacer cositas – dijo yo riendo

Se sentó María en el sofá con un vestido rojo, de tirantes y un cinturón a la altura de la cadera, muy fino, que hacían que este cogiera volumen y pareciera casi una túnica. En sus pies unos tacones muy altos, algo extremadamente raro en ella. Cerca de ella, en una mesilla del salón, podía ver como había conjuntado los zapatos con un bolso del mismo color. Yo me acerqué a ella y sin levantarse ella llevó las manos a mis pantalones dockers y, bajando la cremallera, sacó mi polla. La estuvo acariciando durante un pequeño rato y pronto lo que hizo fue llevársela a la boca donde se la metía y la chupaba como si fuera una piruleta repetidas veces. Una vez empezó con la mamada apenas me tocaba la polla con las manos y estas se dedicaban a acariciarme el culo y mis abdominales. Tras un rato sentada pasó a arrodillarse en el suelo. Ya en esa posición yo apartaba un poco su cabello, aunque como lo tenía relativamente corto no es que molestara mucho, y ella acariciaba mis glúteos con ambas manos. Yo pronto llevé una de mis manos a sus senos y bajé un poco los tirantes del vestido para que quedara su sujetador a la vista. Besé un poco su canalillo y la parte superior de sus senos y volví a colocarla los tirantes. Tras incorporarla la hice sentarse en el sofá y, arrodillándome yo, la quité el tanga rojo que llevaba ese día. Acerqué la raja de su coño al borde del sofá y empecé a penetrarla. Mis primeras incursiones en su cueva eran muy lentas e intentaba llegar todo lo dentro que pudiera. Ella con cada una de mis entradas daba un gemidito. Yo sentía el mismo placer pero me lo callaba. Subí una de sus piernas sobre mi hombro y así tuvo su coño mas abierto para mi me permitió incrementar un poco la velocidad de la follada. Así, además de sacar de ella más gemidos, ya fue imposible para mi dejar de gemir. Con nuestros gemidos subiendo en intensidad la hice poner su cuerpo de lado y paralelo al borde del sofá. Yo me subí a este tras ella y, desde atrás y también de lado, pasé a follarla. Esa posición era mas cómoda para mi y la empecé a follar con mucha mas fuerza. Parecía que no habíamos hecho nada pero ya nos habíamos comido mas de quince minutos de los treinta que teníamos. Yo acariciaba su cuerpo y sus tetas, sobre el vestido, mientras no dejaba de follarla. Apurado por el tiempo decidí bajarme del sofá y arrodillarme ante ella para poder comerla un poco el coñito. En parte para darla mas variedad pero sobre todo porque me apetecía a mi.

– Por favor fóllame que no tenemos mucho tiempo – dijo entre gemidos agarrando mi cabeza

Me aparté de ella y me tumbe con toda mi espalda en el sofá y los pies en el suelo. Estaba fuera del sofá de cintura para abajo. Ella se arrodilló un segundo junto a mi y me dio una mamada de no más de un minuto. Tras ella se acercó a mi y me besó en la boca mientras con una mano buscaba mi polla para que la penetrara. Ya con ella en la mano se dejó empalar y cabalgó con pasión sobre mi. Entre la necesidad de corrernos ya y el placer que me estaba dando su coñito a mi me quedaba poco para eyacular. Yo ayudé con movimientos de mi cadera y cuando pensaba que iba a ser yo el primero en llegar al orgasmo María explotó en uno algo escandaloso para las cinco de la tarde en su casa. El verla gemir de esa manera y la contracción de su coñito hizo que yo también me corriera. Fue un orgasmo consecutivo en vez de simultaneo pero creo que ambos quedamos mas que satisfechos. Tras el polvo fuimos rápido a asearnos, que no nos hubiéramos quitado la ropa lo hizo todo mucho mas rápido aunque yo tuve que limpiar y secar una extraña mancha en mi bragueta que obviamente era de los jugos de ambos. A las cinco y veinte estábamos ya esperando a las niñas y Mariely llegó con Marta y Elisa solo diez minutos después. Tras pasar un ratito con las peques las dejamos dibujando y nos fuimos a buscar a Elena. Esta todos los días tenía alguna actividad extraescolar. Si no era tenis era música o inglés. Cuando llegamos a casa de María con Elena ya estaba Rocío y pasamos el resto de la tarde juntos. Arturo llegó a tiempo para el baño y la cena de las niñas y acostarlas. Tras un rato charlando cenamos nosotros y nos fuimos a casa a descansar.

El miércoles volví a ayudar en la creación de nuestra nuevo parque infantil durante todo el día y, a las siete, cuando acabamos, me fui a casa a pasar la tarde noche con Rocío. Estuvimos dando una vuelta por el barrio cogiditos de la mano. Viendo escaparates, agarrándonos con mas fuerza cuando alguien pasaba con un carrito de bebé y, tras bastante tiempo andando, entrando a un restaurante a cenar. Tras la cena nos fuimos a casa a descansar. Estuvimos leyendo un poco pero sobre todo hablando de futuro antes de irnos a la cama a hacer el amor.

Tocaba el jueves empezar a contar, excepto a María y Raquel que ya lo sabían, que estábamos embarazados. Íbamos a empezar por Mariano y Manuela, los padres de mi ex-novia que me habían acogido como a un hijo tras la muerte de mis padres y Lucía hacía ya algo mas de tres años. Puede parecer una tontería pero estuve muy nervioso todo el día. Comí con Raquel e hice de confidente con ella. Me dijo que no fuera tonto y que ellos lo aceptarían como su nieto. Yo eso lo sabía, no era lo que me preocupaba. En realidad no es que estuviera preocupado, sabía que iban a estar encantados. A las cinco y media salí volando y fui a recoger a Rocío para ir a casa de mis padres donde llegamos algo antes de la siete. Mariano aun no había llegado de trabajar y le esperamos. Cuando llegó nos saludamos y yo me fui un momento a la cocina de donde volví con una botella de champán y tres copas y un zumo de naranja.

– ¿Que se celebra? - dijo Manuela

– Tres copas para el champán y una de zumo de naranja - dije - A ver si lo adivinas

Manuela miró inmediatamente a Rocío y está la sonrió. Mariano sonreía mientras veía la reacción de Manuela. Yo por suerte ya había depositado las copas y el champán en la mesa pues Manuela se lanzó a mi y me dio un beso en la mejilla de esos largos mientras me abrazaba.

– Ya besas como las abuelas - dije una vez me soltó

Mariano se rió mientras se acercaba a abrazarme y Manuela iba a dar un beso, similar al que me había dado a mi, a Rocío. Tras los besos el brindis y luego lo que mas temía, la catarata de preguntas. Aun era pronto para saber mucho pero Manuela estaba muy emocionada. Resultó que el ginecólogo al que íbamos era su ginecólogo de toda la vida y Rocío la ofreció ir a alguna de las consultas. Manuela decía que no quería molestar pero tras la insistencia de Rocío aceptó ir solo un par de veces. Me alegró mucho ver como Manuela estaba tan contenta. Su insistencia con el tema hacía que fuera previsible pero aun así me hizo ilusión. Tras la cena nos fuimos a casa no sin pedirles que no se lo contaran a nadie pues íbamos a ir dosificando nosotros la información. Al llegar Rocío y yo hicimos el amor.

El viernes iba a ser un día duro. Por un lado inaugurábamos nuestro nuevo parque infantil. Eso significaba estar toda la mañana pendiente de posibles necesidades que tuvieran y luego por la tarde ir a la inauguración. Pero por si fuera poco luego tocaba ir a Cuenca pues ese fin de semana se lo contaríamos a la familia de Rocío. Convencimos a sus hermanos para que fueran con la excusa de querer celebrar mi cumpleaños con ellos. La mañana fue bien y no tuve que ir al local durante la mañana y fue suficiente con mi dedicación desde la oficina. Tras comer con María me fui a casa a descansar un poco antes de cambiarme y montarme en el coche de camino al parque infantil. Este lo montamos en la zona de Castellana cerca de la calle Orense pues al haber casas a un lado y oficinas al otro el número de personas que podían interesarse en el servicio era grande. Eso si, aparcar fue horroroso pero al final lo conseguí. Tras ver todo el local con nuestras parejas y los hijos nos fuimos a tomar un café. Luego los peques volverían a jugar un poco pero Rocío y yo teníamos que irnos. En medio de la charla mientras tomábamos algo habló Raquel:

– Nosotros dentro de unos meses tendremos un nene mas al que traer – dijo agarrando la mano de José Carlos – Estoy embarazada.

Me encantó ver como agarraba la mano de José Carlos. Todos los felicitamos y poco después nos fuimos Rocío y yo. Serían las ocho y media de la tarde. Alrededor de la medianoche llegamos a casa de los padres de Rocío donde ya nos esperaban todos.

– Menuda paliza os estáis dando – dijo el padre de Rocío

Rocío me miró a los ojos y supe que en ese momento iba a contárselo. Yo la sonreí.

– Es que entre el cumpleaños de Carlos y que estoy embarazada no tenemos tiempo para mucho.

Todos se quedaron parados pero Diana, que estaba junto a mi reaccionó la primera y me dio un beso en la mejilla antes de lanzarse a abrazar a Rocío. El resto de los familiares me estuvieron felicitando a mi puesto que Diana no soltaba a Rocío. Tras unos cinco minutos en los que se decían cositas al oído la soltó y fue la madre, seguida del padre, hermano y cuñada quienes fueron a abrazarla y besarla. A la madre y a Diana se las veía con una cara de felicidad espectacular. Tras un rato de charla en la que contamos los detalles nos fuimos a dormir.

Rocío y yo nos despertamos pronto y nos besamos con locura mientras nos abrazábamos. Ya quedaba menos gente por saberlo y lo contaríamos el día que celebrara mi cumpleaños con mis amigos. Cuando bajamos a desayunar la madre de Rocío estaba alterada.

– ¡Venga tortolitos que tenemos mucho que hacer!

– ¿Que? - preguntó Rocío

– Organizar la fiesta por tu embarazo

– Mamá, ¡no1 – dijo Rocío – Es pronto aun

– No lo es

– Si lo es. No lo saben ni Mónica ni Teresa

– Demasiado tarde – dijo la madre

Yo me reí un poco y recibí un dardo a los ojos de Rocío. Yo ya sabía como iban las cosas en su entorno en Cuenca y no me preocupaba. El padre y el hermano ya estaban comprando carne para una barbacoa esa noche y nosotros nos fuimos a comprar bebidas y otras cosas. Cuando estábamos en ello llamaron Mónica y Teresa que se habían enterado por sus madres. Rocío las dijo que era cosa de su madre y que solo debían saberlo ellos pero que ya sabían como funcionaba todo en Cuenca. Una llamada que no era muy tensa pero tampoco agradable acabó entre risas al hacer referencia al mundo de ellas en Cuenca. Quedó con ellas para mi cumpleaños al fin de semana siguiente y las pidió que no contaran nada. Tras comer todos tranquilamente Rocío se fue a echar la siesta. Algo antes de que empezara la fiesta ya estábamos todos listos y fuimos recibiendo a los invitados. Ese día Rocío y yo éramos los protagonistas aunque principalmente ella. Estaban buena parte de los amigos del padre así como los amigos de ella que vivían en Cuenca. Estaban las amigas de Rocío mas cercanas a Mónica y Teresa así como esas dos chicas que todas llamaban las víboras. Se acercaron a nosotros y estuvimos hablando. Ya no era secreto que yo estaba forrado y ellas estuvieron casi un año haciendo el ridículo pensando que yo era un don nadie. Ahora ellas seguían con sus novietes y Rocío casada y embarazada de mi. Me encantaba vacilarlas un rato. El resto de la noche fue genial y creo que a Rocío no la importó del todo que se supiera y se hiciera la fiesta. Tarde o temprano íbamos a tener que pasar por ello. A eso de las tres se fueron todos y Rocío y yo nos fuimos a la cama a descansar. Sobre todo ella.

Amanecimos tarde el domingo y Rocío estaba cansada de verdad. Tras ducharnos bajamos a desayunar y nos lo tomamos con calma charlando con los padres en el jardín de ellos hasta la hora de comer. En ese momento nos fuimos a un restaurante donde invité a comer por mi cumpleaños. Me regalaron ropa y unos DVD pero el tema de conversación, y eso ya lo sabía yo de antemano, era el embarazo de Rocío. No muy tarde nos volvimos a casa para descansar. Tras las mas de tres horas de viaje, casi cuatro, llegamos a casa y Rocío se tumbó en el sofá. El embarazo iba bien en general pero se cansaba con cierta facilidad si no dormía entre ocho y nueve horas. A las diez Rocío me dio un beso y se fue a dormir. Yo esperé un rato mas antes de irme a dormir. Esa noche no hicimos el amor.

04. Semana del 28 de Junio al 4 de Julio

Al volver el lunes a la oficina estaba tranquilamente trabajando cuando llamaron a mi puerta. Cuando abrieron la puerta vi a Ana que entró y echó el pestillo. Volvía de su luna de miel.

– Hola – dije - ¿Que tal la luna de miel?

– Te he sido infiel – dijo sentándose en mi regazo

Yo la di un pequeño pico y la miré a los ojos

– ¿Con quien?

Ella me miró a los ojos con cara de pena pero pronto vi como cambiaron a cara de gamberra y juguetona.

– Con Rubén – dijo sonriendo - ¿Acaso crees que soy capaz de tirarme a otro tío en mi luna de miel?

– Y yo que se – dije – Solo se que eres muy ardiente y si alguien hubiera tocado la combinación de teclas adecuadas...

– Solo tu y Rubén tocáis la combinación adecuada – dijo – Recuerda el día con mi madre. Voy a serte fiel.

Yo me eché a reír.

– Ahora en serio – dijo – Te he echado de menos. ¿Cuando podemos hacerlo?

– Pásate esta tarde

– Ok, a las siete y media estoy aquí.

Nos besamos con pasión y tras un par de minutos se fue de mi oficina. El resto del día pasó entre reuniones con Raquel y María para repasar las vacaciones de nuestro grupo y ver como nos coordinaríamos. Ese año cuando yo estuviera de vacaciones también lo estaría María y cuando se fuera Raquel se iría Alberto. Como es lógico Mike y Marga coincidirían de vacaciones. Comí con Mike para ver un tema de la empresa de importaciones y, por la tarde, estuve repasando distintos asuntos antes de que llegara Ana. A las siete y media en punto oí como se abría la puerta de mi despacho y entraba Ana. Llevaba una minifalda de color negro con un top dorado y unas sandalias doradas de altísimo tacón. Se acercó a mi y se sentó en mi regazo.

– Me voy a cenar con Rubén pero antes vengo para que me des el aperitivo.

– ¿Quieres ir a cenar con tu marido recién follada?

Me acarició un poco el pelo, me besó en la boca durante unos segundos y llevó su boca a mi oreja donde jugó con su lengua en ella.

– Quiero ir con tu semen en mis entrañas a cenar con mi marido – dijo susurrándome al oído.

En el fondo me perturbaba un poco pero no voy a engañar a nadie. Me dio una erección brutal. El polvo fue rápido, se veía que tenía prisas. Ni mamada ni chupada de coño. Me bajé los pantalones, se apartó la braguita y a cabalgar durante unos minutos hasta que exploté en ella. Tras correrme se ajustó la braguita, me dio un beso con muchísima pasión y se fue. No se si pasaría por el baño para asearse pero esta chica era capaz de ir con mi semen, o al menos parte de el, a cenar con su marido. Esa noche tras llegar a casa cene con Rocío e hicimos el amor antes de irnos a dormir.

El martes teníamos la reunión con mis nuevos socios en la empresa de transporte. Nuestra idea era que todo fuera como la seda en esa primera reunión. Se iban a tratar sobre todos los números del año anterior en el que nosotros aun no éramos parte de la empresa. Aun así quedé a comer con Arturo, Oscar y María. Tras la comida María se volvió a la oficina y en su representación Arturo fue a la reunión con Oscar y conmigo. Mas de la mitad de la reunión fue aprobar los números del año anterior y eso pasó sin problemas. Se aprobó un reparto de dividendos estatutario del que nosotros recibiríamos nuestra parte aunque el año anterior no fuéramos socios. Los beneficios de ese año rondaron los cuatro millones de euros con veinticinco millones de facturación. Desde luego los márgenes eran mucho peores que en mis empresas que eran, principalmente, comerciales. Como no se aprobó ningún dividendo extra se repartiría un diez por ciento de los beneficios. Lo cual nos dejaba a Oscar, María y a mi con un ingreso extra de unos doce mil euros tras pagar a hacienda. Si discutimos mas el futuro de la empresa pero siempre desde un clima de cordialidad increíble. Lo mejor que no siempre estábamos de acuerdo por grupos. A veces éramos todos contra Enrique, incluyendo a su hijo, a veces yo estaba solo y a veces íbamos mitad y mitad. Pero siempre de manera positiva e intentando sumar. Menuda diferencia con respecto a las reuniones que tenía con mis "socios" en la empresa de Mariano. Tras la reunión fuimos a cenar a casa de María y Arturo donde ya esperaban Rocío y María. Se unieron la mujer de Oscar y su hija y estuvimos cenando mientras a María le contamos todo. A ella le impactó lo de los dividendos pues no lo esperaba. Para ella doce mil euros limpios era un ingreso muy interesante. Para mi apenas se notaba en mi cuenta corriente. Tras salir de casa de María, Rocío y yo, nos fuimos a dar una vuelta antes de ir a casa a hacer el amor y descansar.

El miércoles trabajé normalmente en la oficina hasta las cinco y media cuando me fui para estar a las seis en la oficina de Rocío y poder ir con ella al médico a una nueva revisión. Me empezaba a parecer excesivo el número de veces que íbamos pero luego lo pensaba y era mi hijo. Lo que uno hace nunca es suficiente cuando se trata de un hijo. El médico tras analizar varias cosas nos dijo que todo iba bien y nos dio nuevos consejos. Uno de ellos fue que disfrutáramos con cuidado pero sin obsesionarnos. Tras salir del médico fuimos a casa dando una larga vuelta. El médico dijo que era bueno andar y así paseamos casi una hora desde su consulta a nuestra casa. Viendo escaparates. Esa noche cenamos en casa e hicimos el amor tras ver una peli.

Con un beso me despertó el jueves Rocío justo antes de irse a trabajar y es que ese día era mi cumpleaños.

– Cariño levántate – dijo – Esta noche vamos a cenar por ahí. Mientras pasa el día lo mejor que puedas. Te quiero. Felicidades.

– Gracias. Te quiero – contesté

Me quedé un rato en la cama tumbado, pensando en que era mi último cumpleaños sin hijos, y sonreí para mis adentros. Era feliz. Al llegar a la oficina empecé a recibir felicitaciones de trabajadores y socios. Una vez en el despacho no paré de recibir llamadas. Las que mas ilusión me hicieron fueron las de Mariano y Manuela. Ya eran mis padres. Con ellos cenaría al día siguiente pues Rocío les pidió esa noche para ella y poder disfrutar de mi cumpleaños con ella embarazada. Comí con mis colaboradores más cercanos, Mike, Marga, María, Raquel y Alberto. Ya por la tarde, pasadas las seis, Ana entró en mi despacho haciéndose la ofendida y cerrando el pestillo.

– Te vas a comer con ellos en tu cumpleaños y pasas de mi – dijo

– Ellos son mis socios – dije

– María, Marga y Alberto no – dijo

– No tienen acciones pero si son mis socios

– ¿Y yo que soy?

– Ni lo se – dije – Una chica especial muy ardiente con la que me divierto

– Una chica – dijo

– Sabes que contigo no busco mas – dije – No puedes ofenderte

Ella me mantuvo un rato la mirada. Me sonrió. Y se arrodilló delante mía. Tras bajarme los pantalones me hizo una mamada durante diez minutos y, tras beberse mi semen, se levantó.

– Feliz cumpleaños. No te agobies que no busco mas contigo tampoco. Mientras nos divirtamos soy feliz.

Y con eso se fue de mi despacho. Yo me arreglé un poco y fui al baño a asearme para irme a casa con Rocío. Al llegar Rocío me esperaba y me dijo que me pusiera guapo. Me duché y me puse un traje con una camisa a rayas rosas y blancas pero sin corbata. Así vestidos nos fuimos a cenar. Ella había reservado y me gustó que fuera en La Paloma, el restaurante donde comí con ella por primera vez, cuando apenás sabía nada de ella. Tras una maravillosa cena volvimos a casa y fuimos directamente a la cama a hacer el amor.

El viernes trabajé normalmente hasta la hora de comer cuando me fui con Rocío a casa de mis padres. Allí llegamos hacia las cuatro menos cuarto y comimos algo ligero. Lo justo para poder aguantar hasta la cena. Tras la comida Rocío y yo nos cambiamos de ropa y bajamos a la piscina donde pasamos la tarde con mis padres. A eso de las nueve nos cambiamos para cenar y fuimos a la mesa del porche donde el servicio de mis padres nos sirvió una esplendida cena de tres platos de una calidad excepcional. Ir a casa de mis padres a veces era como ir a un restaurante. Una pasada. Tras los postres me dieron mi regalo que era una especie de dossier. Al abrirlo me impacté. Eran fotos de mi casa de Menorca pero donde debía estar mi piscina, una piscina normal y corriente rectangular lo que había era una piscina con una zona rectangular donde nadar y otra curvada con una escalera de entrada. Las fotos incluían además unas con luz dentro de la piscina. Yo miré a todos.

– Tienes una casa en Menorca que es una pasada y esto hará que ya sea espectacular – dijo Mariano

– Aprovechamos que nos distes una copia para ir a tus espaldas y hacer esta obra – dijo Manuela sonriendo

– Vaya – dije yo pasando las fotos a Rocío

– Yo ya las he visto – dijo ella – Me preguntaron por si te fuera a molestar o algo

– ¿Molestar? - dije - Me parece que seguro que os habéis gastado demasiado pero me encanta.

– Además hemos tenido suerte y os habéis embarazado – dijo Manuela agarrando la mano de Rocío – Ya no os iréis a tantos viajes lejanos y tendréis que visitar mas vuestra casita de la playa.

– Bueno. Muchas gracias – dije yo – Pero ahora me tenéis que prometer que haréis uso de la casa. Es vuestra para lo que queráis.

Todos sonrieron y pasamos a comentar las fotos una a una. Tras ver las fotos el tema de conversación fue el embarazo de Rocío. Al filo de la media noche nos tuvimos que ir pues al día siguiente celebraba mi cumpleaños con mis amigos y daríamos la noticia a aquellos que no lo sabían.

Tras levantarme el sábado fui a por la carne para la barbacoa de ese día y cuando volví Rocío ya estaba preparando cosas con María y Elena. Arturo estaba en el salón con las dos peques. Estuve un rato con el y las niñas hasta que fueron llegando el resto de los invitados. Además de la gente de mi trabajo estaban Laura y Antonio, Pablo y Diana y Teresa y Mónica con sus parejas, Pedro y Raúl. La comida como siempre fue muy entretenida y al ser barbacoa en la terraza la hicimos de pie y, por tanto, mas informal. Solo nos sentamos, ya tras comer, para que me dieran mis regalos. Tras recibir ropa y DVDs por doquier le tocó el turno a Rocío que me regaló una minicadena nueva para el salón de nuestra casa de Menorca con altavoces en el porche exterior. En realidad me dio unas fotos de como era pues ya estaba instalada allí. Tras el regalo Rocío y yo empezamos nuestro teatrillo para anunciar que estábamos embarazados.

– Yo tengo un regalo más – dijo Rocío antes de salir camino a la habitación.

Al minuto llegó con un paquete de regalo y me lo dio. Lo abrí y contenía un libro. Yo ya lo sabía, lo había comprado yo. Lo miré y sonreí. Se lo enseñe a todos y vi como iban cambiando las caras de los que no lo sabían. El nombre del libro dejaba lugar a pocos equívocos: "Aprender a ser padres". Recibimos besos y abrazos por doquier.

– ¿No lo sabía nadie? - dijo Antonio

– Esa era la idea – dijo Rocío – Pero tuve que decírselo a María y Raquel para que me ayudaran a esconder que no bebí nada en la despedida de Celia.

Todos rieron.

– Y mi hermana también lo sabe porque lo anunciamos en Cuenca la semana anterior. No pude controlar a mi madre y Teresa y Mónica se enteraron. No se como pudimos conseguir que no se enteraran Raúl y Pedro.

– Que no me enterara yo la primera – dijo Laura a Rocío

– No sabes lo que me ha costado no llamarte en cuanto me faltó la regla. Pero queríamos hacerlo espectacular.

– Casi os sale – dijo María sonriendo – Dos embarazadas con días de diferencia y Laura cerca. Que guay

La conversación se centró en las futuras mamis. No recuerdo quien comentó que, como Rocío y Raquel se llevaban tan poco, tendría su gracia que dieran a luz el mismo día. El caso es que poco a poco se fueron yendo nuestros amigos y a las once se fueron Antonio y Laura que se habían quedado un rato con nosotros para hablar sobre nuestro embarazo mas en privado. En cuanto se fueron arreglamos un poco todo y nos fuimos a dormir pues Rocío estaba cansada.

El domingo salimos un par de veces a dar vueltas por el barrio pero por lo demás fue un día muy casero. La última vuelta coincidió con la cena y, tras esta, fuimos directamente a la habitación. Rocío llevaba un vestido blanco bastante veraniego que, a pesar de llevar tirante sobre solo uno de sus hombros, no era de fiesta. En sus pies unas sandalias blancas, preciosas, de bastante tacón. Esos días llevaba mucho tacón pues a ella le encantaba y sabía que en poco tiempo, cuando ya estuviera mas patosa, tendría que dejar de llevarlos. Rocío. Yo llevaba unos pantalones vaqueros Levi's y un polo Ralph Lauren azul claro. Besándonos en el borde de la cama Rocío me ayudó a quitarme el polo y ya sin el me empujó sobre la cama. Quedé con mis piernas colgando y ella se subió de rodillas sobre la cama donde empezó a acariciar mi polla sobre el pantalón. Me lo desabrochó junto con el cinturón y lo bajó lo justo como para poder tocar mi polla sobre el calzoncillo. Tras un rato mas acariciándome y dándome pequeños besos en la boca se echó sobre mi polla y bajándome el calzoncillo empezó a besar el capullo de esta. Tras los pequeños besos al capullo empezó a meterse mi polla en la boca mientras yo acariciaba su culo e intentaba bajar el único tirante que protegía sus senos. Una vez lo conseguí vi un bonito sujetador sin tirantes que también los protegía. Por alguna razón había supuesto que iba sin sujetador. Fue una tontería de pensamiento pues no la gustaba ir sin ropa interior. Ella dejó un momento de mamarla y se quitó el sujetador. Una vez ya quedaron a la vista sus senos centré toda mi atención en su culo y en subirla el vestido para tener acceso a las bragas blancas que custodiaban ese día su tesoro. Su mamada estaba siendo totalmente espectacular y yo decidí ayudar a quitarme del todo el pantalón pues esperaba poder penetrarla en breve. Mientras ella seguía centrada en la mamada y ya llevaríamos unos diez minutos fijos. En esos momentos existía la posibilidad de que acabara corriéndome en su cara si no paraba. Pero paro y se puso en pie para quitarse el vestido aunque se dejara la braguita aun puesta. Con la sensación de tener que devolverla lo que ella me había dado la subí a la cama, la quité la braguita y, abriéndola de piernas, me arrodillé junto a la cama para besar y chupar su coñito. Eso si, mi grado de excitación no me hizo aguantar mucho y, centrándola en la cama, me subí junto a ella y la penetré. Yo estaba de costado y ella boca arriba. La penetraba casi en un misionero solo que en vez de estar yo encima de ella estaba casi perpendicular a su cuerpo. Seguimos un rato follando en esa posición hasta que ella se salió y se arrodilló. Me hizo tumbar boca arriba y, tras dos chupadas de polla se subió sobre mi y empezó a cabalgarme. Me di cuenta que, exceptuando gemidos, no había salido nada de nuestras bocas desde que habíamos entrado en casa y sin embargo el polvo estaba perfectamente sincronizado. Esa magia es la que me unía a Rocío. Ambos sabíamos que queríamos y que podíamos esperar del otro e intentábamos sacar el máximo placer de ello. No aguantó mucho cabalgándome y nos pusimos de pie. Ella apoyó las manos sobre la cama y se inclinó para que desde atrás yo pudiera perforar su culito. Lo hice y tras unos minutos en esa posición exploté en ella. Y sin decirla nada ella lo notó y se corrió conmigo. Y sin decirnos nada. Mágico. Desnudos caímos rendidos y solo unos minutos después, y ya casi dormido abrazados, Rocío rompió el silencio.

– Te quiero – dijo

– Y yo a ti - contesté

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