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Naufragios: El naufragio del Zamboanga

en Grandes Series

Los relatos que publicamos bajo el título genérico de NAUFRAGIOS, son fruto de un ejercicio de creación literaria en el que se han embarcado varios de los habituales autores de TODORELATOS. El ejercicio consiste en crear un relato que contenga los elementos "compañeros de empresa mal avenidos", "viaje en barco organizado por la empresa", "naufragio" y "isla desierta". En esta primera entrega podréis, además de disfrutar de la lectura, demostrar vuestra capacidad de reconocer a los autores que se esconden detrás de cada una de las obras. Para hacerlo más fácil, os diremos que en esta aventura se han embarcado: Carletto, Horny, ElEscribidor, AlienaDelValle, Navegante, Escorpiona, Kenwood, Lidia, Erotika y Trazada30.

 

NAUFRAGIOS: EL NAUFRAGIO DEL "ZAMBOANGA".

 

El Zamboanga nunca había sido un buen barco.

Construido en los astilleros del Clyde en 1865, cubrió durante muchos años la línea de Kwolon a Macao.

Con constantes reparaciones en la colonia inglesa y cuando ya sus cansadas cuadernas estaban próximas a partirse, el banquero chino que lo explotaba, lo vendió a un poco escrupuloso armador español de Manila que rentabilizó su inversión fletándolo a las autoridades coloniales como vapor correo a la isla de Guam.

Un desdichado 13 de julio partimos de la capital filipina en el que iba a ser su último y fatídico viaje.

La tripulación la componía el adusto capitán Gonzalo Maroto, el jovial y ameno-en contraposición al "viejo"-primer oficial Fermín Miravalles y el inexperto y joven segundo oficial Antonio Adell .El resto de la tripulación, incluidos los maquinistas, eran filipinos.

En aquel desgraciado viaje, aparte del correo ordinario, embarcamos doce pasajeros.

El nuevo gobernador militar de la isla, su esposa Doña Angustias y sus dos preciosas hijas: Ana Maria y Claudia Cabrera; el doctor Valencia, su esposa Doña Mercedes (que parecía su hija) y seis oficiales que íbamos a efectuar el relevo de la guarnición.

Rivalizamos los jóvenes militares en atenciones a las señoras, sabedores de que iban a ser nuestra única compañía femenina durante los próximos doce meses.

Pronto se entabló una dura competencia por las dos bellas hermanas, la mayor de las cuales acababa de cumplir los veinte. Era una morenita espigada y desdeñosa a la que parecían habérsele subido los humos por el nuevo cargo de su padre. Su innegable belleza y porte quedaban amortiguados por su altivo comportamiento con nosotros y especialmente con la tripulación filipina a la que, con la complacencia de Doña Angustias, trataba a baquetazos.

La dulce Claudia, era la antitesis de su hermana, rubia y menos esbelta pero con una simpatía desbordante, gustaba de nuestra compañía y su divertida charla era nuestro consuelo en los tediosos días de navegación.

Doña Mercedes, la mujer del medico, era un caso aparte pues a pesar de no haber rebasado la treintena, ofrecía el aspecto de una "cocotte".Su forma de vestir, de pintarse y de hablar confirmaban la primera impresión.

Mi amigo Rafael se dedicó a acosarla desde el primer día, envalentonado por el desinterés que mostraba el medico hacia ella y por una coquetería sin limites que escandalizaba a "la coronela" (Doña Angustias).

El coronel pasaba el día en el puente con el capitán y el primer y segundo oficial, en cuanto se lo permitían sus obligaciones lo pasaban en el salón del pasaje pugnando con nosotros por lograr algo "sustancioso" del pasaje femenino.

 

A los siete días de dejar Manila, el barómetro comenzó a bajar alarmantemente, el cielo se encapotó y el viento, que se había mantenido sospechosamente en calma las jornadas precedentes, comenzó a rolar a este, levantando largas olas por proa.

Estábamos en la época del monzón y el barco comenzaba a crujir de una manera lamentable. El capitán, sabedor de las malas condiciones de aquel montón de chatarra y de la dureza de aquella mar, optó por arrumbar hacia unos islotes deshabitados que, aunque alejados de nuestra derrota, ofrecían resguardo a los vientos de levante.

Aquella noche no pude dormir debido al tremendo balance del barco y ya de madrugada noté un siniestro crujido bajo mis pies y como, el barco quedaba frenado en seco. Salté de la litera, me vestí a toda velocidad subiendo a cubierta, temiéndome lo peor.

Comenzaba a amanecer tras el atolón sobre el que el viejo Zamboanga había dejado su quilla y parte del forro. Un espeso chorro de vapor surgía por las lumbreras de la sala de maquinas, el agua llegaba ya a las calderas y los fogoneros y paleros de guardia subían despavoridos, huyendo de aquella sauna infernal.

El "viejo" nos reunió a todos en la cubierta de botes.

Señoras, señores... hemos tocado fondo con el arrecife que rodea la isla y que no aparece en las cartas de navegación. El barco está perdido.

Rostros asustados, llanto de las mujeres y una ominosa sensación que como una losa caía sobre todos nosotros.

Como el barco no corría peligro de hundimiento inmediato, se organizó el abandono sin agobios.

El arriado del bote de sotavento no tuvo dificultad alguna, el de barlovento se destrozó en cuanto quedó amurado al barco, la mar era muy fuerte de ese lado y lo peor es que rompía violentamente al pasar sobre los corales del atolón que rodeaba la isla.

A duras penas se consiguió arranchar y botar la panga auxiliar mientras el pasaje, al mando de Fermín, embarcamos en el bote de estribor.

Varias veces estuvimos a punto de zozobrar. Finalmente, en un alarde de pericia del patrón y los bogadores, pasamos en la cresta de una ola sobre el mortífero escollo de coral y, una vez dentro de la laguna pudimos llegar sin contratiempos a la negruzca playa.

Varios arriesgados viajes, consiguieron traer desde el barco ropas y vituallas. En el último de ellos, la panga se destrozó sobre el arrecife y perdimos a tres marineros y al desdichado Antonio.

La isla era un enorme cono volcánico rodeado por un atolón coralino. La vegetación no era uniforme; espesa y lujuriante en el norte y nula en el sur. La fauna estaba compuesta principalmente por vistosas aves y algunos lagartos de gran tamaño.

Afortunadamente el agua corría en abundancia pues la cima del volcán siempre estaba envuelta en nubes y la precipitación se convertía en múltiples riachuelos.

Pronto se estableció una dura pugna sobre el mando del islote; el capitán Maroto y el general Cabrera intentaron imponer su primacía, aduciendo cada uno los más peregrinos argumentos para lograrlo y la amistad fraguada en los placidos días de navegación se fue al traste en unas pocas horas.

Ajeno a la disputa y con la disciplina militar muy relajada, centré toda mi atención en la joven Claudia, que, a pesar de su juventud mostraba una entereza que distaba mucho del histérico comportamiento de su madre y de su hermana.

Explorábamos la isla en solitario desde el amanecer hasta la puesta de sol y entre nosotros surgió una intensa comunión que desembocó en algo más fuerte. Un atardecer descubrimos una recóndita playa, hacía calor.

Que te parece si nos bañamos?

Se nos mojará la ropa…

Desnudémonos…

¿Del TODO?

Del todo.

Me miró entre excitada y resignada mientras se iba deshaciendo de sus mil enaguas, corpiños y demás zarandajas femeninas mientras yo la miraba embelesado. Toda aquella ropa ocultaba un cuerpo maravilloso.

Lejos de la mojigatería de las jovencitas de su época (estábamos en 1898), Claudia se mostró totalmente desinhibida y a pesar de su nula experiencia en esas lides, colaboró conmigo para que su desfloración fuese lo menos traumática posible.

Sobre la arena de la playa y con las olas del mar lamiendo nuestros cuerpos puse fin a seis meses de forzada abstinencia carnal.

Regresábamos lentamente y con nuestras manos enlazadas al campamento cuando de súbito sonaron varios disparos de fusilería. Obligué a Claudia a esconderse y yo me acerqué con precaución a la laguna.

Tras el arrecife se veía la negra silueta de un buque de guerra y en la playa un bote a vapor con marineros que, por su indumentaria, deduje que eran norteamericanos.

Un oficial, desde la proa del bote y con un megáfono gritaba:

The war is over between the States and Spain.You are our prisioner.

El sorprendido coronel Cabrera, a su vez gritaba:

No tengo noticias de tal situación bélica. Exijo que se retiren de esta isla.

(Algún tiempo después supe que los americanos habían utilizado la misma táctica en la toma del puerto de Apra y la isla de Guam).

Una nueva descarga de fusilería y la bala que atravesó la pierna del teniente Reina, convencieron al general de la inutilidad de su empeño.

Desembarcaron finalmente los "marines" y a golpe de culata obligaron a los hombres a subir al bote.

Agazapado tras un matorral, mi cabeza era un torbellino.

Había estallado la guerra con Estados unidos y nosotros lo ignorábamos.

¿Debía unirme a mis mandos o seguir emboscado?

¿Donde estaban las mujeres y mi amigo Rafael?

Mientras el bote se alejaba hacia el cañonero yanky, yo regresé con Claudia.

Le expliqué lo sucedido alabando la valentía de su padre, sin ocultarle la gravedad de nuestra situación .Ella reaccionó con gran entereza levantando mi animo que empezaba a decaer.

Cuando ya el barco americano era una mancha en el horizonte, oímos unos hipidos y lamentos entrecortados, Claudia corrió hacia la abatida figura de su madre que no cesaba de llorar. Le acompañaban Ana Maria, Rafael y doña Mercedes.

El coronel, al notar algo sospechoso en la actitud de los gringos, había mandado ocultarse a su esposa y a su hija; los otros dos se encontraban dedicados a menesteres parecidos a los míos y acababan de enterarse de lo sucedido.

A partir de aquel momento, Claudia y yo acabamos con nuestros disimulos y gazmoñería. Otro tanto hicieron Rafael y Mercedes.

Claudia, ¡te prohíbo que te acerques a este hombre! Y a usted doña Mercedes, no le da vergüenza su deshonesto comportamiento. –Rugía la coronela, mientras su hija mayor asentía complacida.

Quiero a Juanjo y no lograras apartarme de él para acabar casándome con quien vosotros queráis, como te pasó a ti.

Tras una nueva pataleta, doña Angustias, pareció sumirse en un profundo abatimiento que se prolongó durante semanas.

La situación no era desesperada, teníamos víveres y agua en abundancia, el clima excelente y la perspectiva de una guerra no me seducía en absoluto.

Dado que tanto Claudia y yo como Rafael y Mercedes seguíamos en plena "luna de miel", la pobre Ana Maria sentía hervir sus hormonas y su feminidad despechada.

Una noche en que Claudia había ido a consolar a su madre, se acercó hasta mi camastro y-literalmente- me ofreció su esplendoroso cuerpo; tras unos instantes de titubeo, pudieron mas mis sentimientos humanitarios que la fidelidad a mi amada y cabalgué a aquella esplendorosa jaca que yo creía un témpano de hielo y resultó puro fuego.

A partir de aquel día, la vida se me complicó enormemente pues debía ser el sustento carnal de las dos hermanas, manteniendo, eso si, las apariencias ante el resto de los náufragos.

Llevábamos tres meses en la isla cuando una mañana apareció un penacho de humo en el horizonte. Rápidamente encendimos una hoguera y al cabo de unas horas fondeaba un vapor de bandera holandesa que, a la vista de los restos del Zamboanga y de nuestras señales, envío un bote hasta la playa.

Por ellos, nos enteramos del rápido fin de la guerra hispano-yanky. Con la flota destrozada y las islas en poder de los americanos, nadie se había preocupado de nuestra suerte aunque, presumiblemente, Rafael y yo, no podíamos esperar más que un consejo de guerra por deserción.

El barco se dirigía a Sumatra y su capitán se ofreció a llevarnos hasta allí.

No pienso subir a un barco de luteranos y enemigos de España. – Dijo la coronela.

Es nuestra única oportunidad, sea razonable doña Angustias.-argumentaba yo.

En su obcecación, se negaba a aceptar que España hubiese perdido la guerra con aquella "pandilla de pieles rojas" como calificaba ella a los estadounidenses.

La tripulación holandesa se impacientaba y finalmente Claudia, mi dulce Claudia, decidió quedarse con su madre en la isla bajo la firme promesa de un rápido rescate que gestionaríamos a nuestra llegada a Manila.

Con harto dolor de mi corazón y fervientes promesas de amor, me despedí de mi amada y embarqué en el bote con mis otros compañeros de infortunio dejando a las dos mujeres solas en la isla.

Nunca regresé a Manila, ni a España.

Poseo con mi socio Rafael una prospera plantación de tabaco en la isla de Sumatra y vivo felizmente acompañado de Ana Maria y nuestros cuatro hijos.

Sé que actué como un bellaco, pero como dicen los marinos:"más tira pelo de coño que calabrote de barco".

 

Pagaranpandang (Sumatra) 23 de diciembre de 1933.

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Votaciones para el XXI Ejercicio de Autores

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Aprender a contracorriente [gatacolorada]

Vida estropeada [Estela Plateada]

En las crisis ganan los banqueros[ana del alba 20]

El rescate de Benilde [voralamar]

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Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

El Préstamo [Lydia]

Liberar tensiones [Bubu]

Parásito [SideShift]

El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Pínchame, amor (Segunda parte)

Noche mágica

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La mejor noche de un actor porno

La prueba

Paparazzi

Ivette, mi princesa árabe

El montoncillo y la gata

Pasión y lujuria en la Barceloneta

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Apetecible. Paul Sheldon.

Play. Un Típico Sobi.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Ella

Pesadilla 2

Dios, el puto y la monja

Mi recuerdo

Nada es completo

Pesadilla (1)

Remembranzas

Pimpollo

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Hastío

La sonrisa

Tu camino

Duelo de titanes

La madre de Nadia Lerma

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

Trailer [Zesna]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

En el océano de la noche [Kosuke]

U-331 [Solharis]

Sansón y Dalila

Kitsune

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Ángeles y demonios

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Tren nocturno a Bilbao

Aun no te conozco... pero ya te deseo

He encontrado tu foto en Internet

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

Memorias de un sanitario

Sex-appeal

Sexo, anillos y marihuana

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Promethea

Mi dulce mascota

Involución

Déjà vu

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

El corazón de Zobe

Fuga de la torre del placer

Comer, beber, follar y ser feliz

El caminante

Pecado

Maldito destino

Madre

Decisión mortal

Yo te vi morir

Angelo da morte

Azul intenso

Pecado y redención

Mátame

Cuando suena el timbre

El purificador

El último beso

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Hospital

Fábula de la viuda negra

Por una buena causa

Seven years

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Días de sangre y de swing

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: Al-Andalus

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Lengua bífida - por Alesandra

Obediencia - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Recuerdos - por Némesis30

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Una noche de primavera - por Dani

La sopa - por Solharis

Diez minutos - por Sasha

Celos - por Scherezade

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Hay que compartir - por Espir4l

Trescientas palabras - por Trazada30

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Una noche de otoño - por Dani

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Ciber amante - por Scherezade

Despertar - por Espir4l

Mi obra de arte - por Lydia

Los pequeños detalles - por Némesis30

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

La ciclista - por Genio

16 añitos - por Locutus

45 segundos a euro - por Alesandra

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

La cita - por Alesandra

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

Me fascina - por Erotika

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación