miprimita.com

Velocidad de escape

en Hetero: General

 

Fen Yue se retrepó en el asiento intentando ponerse lo más cómoda posible  dado el escaso espacio  que había en la cabina. Las luces de cientos de botones se encendían y apagaban aunque apenas les hacía caso después de haber hecho por segunda vez la lista de comprobación. Sabía que el ordenador se encargaría de todo, así que trató de relajarse a pesar de que tal como le habían dicho los instructores aquella experiencia no se parecería en nada a todo lo que había estado entrenando durante más de seis años.

La cuenta atrás dio comienzo. A pesar de que ella no podía verlo, sabía que el cielo estaba despejado y el viento apenas soplaba. Mientras el tiempo corría no pudo evitar preguntarse qué era lo que habían descubierto en ella para ser la elegida entre más de un millón de candidatos. Recordó como fue superando las distintas pruebas de selección. Nunca fue ni la más lista, ni la más fuerte, ni la más rápida... A veces pensaba que simplemente la habían elegido por superstición, por su nombre, aunque en lo más intimo de su alma  pensaba que había sido por  su determinación. Su permanente lucha por sobrevivir y prosperar desde que sus padres, a  los que nunca llegó a conocer,  le abandonasen en aquel  arrozal para poder tener otro hijo, un varón.

Criada en un orfanato estatal consiguió sobrevivir al hambre y las enfermedades y cuando se le presentó la ocasión no lo dudó y se apuntó al programa espacial chino.  Diez años de duro trabajo la llevaron a su nombramiento como capitán de la fuerza aérea y  a pilotar naves experimentales. Cuando el proyecto Marte se inició, se apuntó sin dudarlo, pero tuvo que empezar de nuevo. De nada sirvieron sus galones y tuvo que luchar codo con codo contra el millón de aspirantes e increíblemente lo había conseguido.

Como premio a una vida de trabajo había conseguido un viaje sin retorno. Esperaba que esos inútiles y decadentes occidentales se hubiesen acordado de todos los suministros y no se diesen cuenta de que faltaba el papel higiénico cuando estuviesen a cuarenta millones de kilómetros de distancia.

No sabía que le daba más vértigo, si romper para siempre el fino cordón umbilical que le unía a su planeta de origen o encontrarse con esos dos narices largas que ya le esperaban en la estación espacial, seguramente fumando porros, escuchando música heavy y  haciendo chistes soeces sobre la pequeña chinita que iban a acoger en su nave espacial.

Los americanos estaban muy orgullosos de su cacharro, e incluso  fueron ellos los que insistieron en llamarla Halcón Milenario pero habían sido los chinos los que habían financiado el proyecto casi en su totalidad  a cambio del parco derecho de llevar un tripulante en el viaje.

El aviso del último minuto le obligó a apartar todos aquellos pensamientos de su mente  y a concentrarse en las pocas tareas que debía realizar a bordo en los últimos segundos.

Por enésima vez comprobó que había ajustado su escafandra y revisó los niveles de combustible y oxígeno para  aquel  viaje de apenas seis horas. Un viaje del que nunca volvería.

Diez, nueve, ocho... Fen Yue contrajo todo su cuerpo preparándose para el brutal patadón que recibiría al explotar toneladas de hidrogeno bajo ella. Siete, seis, cinco, cuatro... Respiró el fresco oxigeno que estaba entrando en la escafandra y contó a la vez que el micrófono que tenía ajustado a su oído.

—Tres, dos, uno cero...

La gigantesca bestia cargada con varias toneladas de material comenzó a alzarse primero poco a poco, como no queriendo despegarse de la tierra luego cogió velocidad hasta que la aceleración hundió a Fen  en el fondo de su asiento.  La astronauta notó como el aire escapaba de sus pulmones y un punto negro aparecía, creciendo poco a poco en el centro de su campo visual. Intentó mover una mano pero la aceleración era tan fuerte que ni siquiera los nueve  meses de entrenamiento intensivo le permitieron separarla del asiento.

Dos minutos después notó un ligero estremecimiento  y otro nuevo empujón, la segunda fase se había iniciado. Durante otros cinco minutos los motores siguieron expulsando gases y empujándola fuera de la atmosfera hasta que la segunda fase se consumió y dio paso a la tercera y última.

Cuatro minutos más y la última fase se desprendió mientras Fen escuchaba aullidos y aplausos en su intercomunicador.

En ese mismo instante sintió como todo su cuerpo flotaba solo contenido por los cinturones que lo sujetaban al asiento, una oleada de náuseas, que a duras penas consiguió contener,  le asaltó.

Allí sentada, atada e inmóvil  no pudo evitar pensar que le hubiese gustado tener una mirilla para observar la tierra desde allí arriba y así eludir la sensación de claustrofobia que generaba en ella aquella estrecha lata de sardinas.

Fen  realizó los test posteriores al despegue y después de ello cerró los ojos y se concentró haciendo unos ejercicios respiratorios para tranquilizarse y acabar con las náuseas.

Poco a poco éstas desaparecieron y al fin Fen pudo sonreír satisfecha. ¡Estaba en el espacio!

 

John Carpenter tomó impulso y se deslizó con suavidad por el interior de la estación espacial camino del cuarto de baño. John se sentó y se ató los tobillos mientras conectaba la bomba  que absorbería todas sus inmundicias. Allí sentado se preguntó cómo sería la compañera de viaje que estaba al llegar. Iban a formar un tripulación bastante curiosa. Fen Yue, John Carpenter  y  Jacques Verne. ¿Sería una casualidad o los encargados de la selección habían mostrado por una vez que tenían sentido del humor?

Cuando faltaban veinte minutos se dirigió hacia la cúpula  ya que de los atraques se ocupaba la tripulación de la estación. La cápsula de la nave Soyuz modificada ya se distinguía con claridad encima o debajo de ellos, eso era lo más desconcertante del espacio.

Apoyado en el marco John observó como la cápsula se hacía cada vez más grande y rápidos chorros emergían provenientes de los cohetes para rectificar la trayectoria.

—Espero que los chinos tengan razón y sean capaces de atracar con suavidad esa mole. —dijo Verne entrando en la cúpula.

—No seas chovinista no solo los franceses sabéis hacer un cohete espacial. —le reprendió John con una sonrisa.

Desde la primera vez que se vieron, los dos hombres se habían caído bien.  A pesar de ese ramalazo de yo soy francés y los americanos sois unos ricachones  maleducados, era un tipo inteligente hábil en la improvisación y un gran conversador.

Verne le dio un ligero puñetazo en el codo y se río mientras fijaba sus ojos en la cápsula que se veía cada vez más grande.

—¿Cómo será nuestra compañera? —preguntó Verne limpiando el vaho del cristal con la mano.

—Por lo que me ha dicho es una gran matemática y una comunista convencida.

—Me refiero a lo otro —dijo el francés haciendo una silueta femenina con sus manos. Va a ser la única mujer disponible en cien millones de kilómetros.

—Yo que tú no me emocionaría, será tan sensual como una hormiga obrera —replicó Carpenter escéptico.

Treinta segundos después, el acoplamiento se realizó con éxito y todos se acercaron al módulo de atraque para recibir a su nueva compañera.

La puerta se abrió; el traje impedía a los astronautas adivinar nada respecto al físico de su ocupante, la cosmonauta se  escurrió y entró en el módulo de soporte vital. Cuando se quitó el casco Carpenter se quedó incomprensiblemente paralizado.

La joven tenía unos rasgos finos una nariz y una boca pequeña acompañada de unos labios gruesos y rojos. Tenía la piel pálida y el pelo negro, espeso y lacio, cortado en redondo. Carpenter no pudo disimular su interés y los ojos grandes y oscuros y rasgados de la joven se cruzaron  un instante con los suyos antes de apartarlos.

—Bienvenida a la Estación Espacial Internacional Capitana. —dijo el comandante Stiwell— Estos son Enrique y Mark y tus compañeros de expedición, John Carpenter de la NASA y Jacques Verne de la ESA.

—Gracias. —respondió la joven sin un ápice de acento oriental—estoy emocionada por esta empresa y espero que formemos un gran equipo.

—A pesar de que su gobierno no ha querido que el equipo se reuniese hasta ahora. —dijo Jacques con un resoplido.

La joven se giró pero no dijo nada y sonriendo se quitó el resto del traje mostrando una figura menuda y atlética que se movía en ausencia de gravedad con sorprendente fluidez para ser una novata.

—Bueno, ¿Qué opinas? —preguntó Jacques mientras dejaban a la cosmonauta china tomar posesión de su litera.

—Que si lo que quieres es follártela no deberías haberte presentado poniendo a parir a sus jefes.

—Alguien tenía que hacer algo ya que tú estabas parado babeando. —replicó el francés.

—Deja ya eso de este-oeste, sabes de sobra que ahora lo que domina es el dinero y la avaricia no los ideales. Es una de las razones por las que me presente voluntario para este viaje sin retorno, no tendré que aguantar a todos esos gilipollas. —dijo John.

—Solo les estás abriendo el camino.

—Sí, pero espero haber muerto a causa de la radiación antes de que ellos lleguen...

Fen Yue apenas deshizo su equipaje ya que estaría en la ISS menos de tres días. Solo de pensar que iba a ir a Marte con esos dos gorilas le entraron escalofríos. No sabía quién le crispaba más los nervios si el americano pelirrojo y larguirucho que le miraba como si no hubiese salido en toda su vida de Omaha, o aquel cochino francés que  no se había cortado y había insultado a su país directamente como si  fuese una de sus antiguas colonias.

Creía que iba a ser duro compartir el resto de su vida con dos hombres y así se lo había hecho saber a sus superiores pero los dirigentes del politburó estaban empeñados en que fuese una ciudadana china la primera en pisar suelo marciano y sus socios occidentales no habían querido enviar mujeres por "razones técnicas". En fin suponía que era el precio a pagar por  formar parte de la historia. Había superado peores situaciones en su vida y no pensaba rendirse ahora.

Le costó dormir aquella noche con su sentido  del equilibrio intentando decidir donde era arriba y donde era abajo así que cuando John llegó a las seis de la mañana para hacerle una visita guiada a la nave que sería su hogar durante mucho tiempo hasta lo agradeció.

El vehículo que los llevaría hasta allí le recordó a los minisubmarinos que había visto en las viejas películas de  Jacques Cousteau. Se desacoplaron de la ISS y con un suave movimiento John Se dirigió a la zona superior de la estación espacial.

—¿Puedo? —le preguntó Fen señalando los controles al americano.

—Por supuesto, adelante —dijo John cediéndole el control de la pequeña nave.

El pequeño aparato cabeceo ligeramente hasta que la joven astronauta se hizo con los mandos. El VTP o vehículo de transferencia de personal era bastante sencillo de manejar y John solo tuvo que indicarle a Fen qué dirección tomar. Tras un par de minutos de navegación una oscura estructura se fue haciendo cada vez más grande.

—En realidad ni es pequeña, ni parece rápida, ni mucho menos maniobrable, no entiendo por qué ese empeño en llamarla Halcón Milenario.—comentó la mujer al ver la enorme estructura alargada  rodeada de una especie de enormes contenedores en uno de sus extremos.

—Así que también en China veis los decadentes filmes occidentales.  —replicó John socarrón.

Aunque Fen  conocía todos los datos técnicos de aquella nave, cuando se acercaron no pudo evitar sobrecogerse ante el tamaño del ingenio. Sin prisa, recorrió una buena parte de la popa  admirando los relativamente pequeños motores de antimateria que les permitirían escapar de la atracción de la tierra, para luego observar  los aun más pequeños de los contenedores que les permitirían un aterrizaje controlado en Marte.

Trece años de trabajo incansable en el CERN les había permitido a los europeos producir el combustible justo para llegar y amartizar de manera controlada. Con eso los europeos se habían ganado una plaza en el viaje.

Sin necesidad de que su copiloto le indicase encontró uno de los puertos de anclaje y realizó el contacto con suavidad.

—Como puedes ver, todos los sistemas de apoyo vital ya están iniciados. Ahora entremos.—dijo John después de haber igualado las presiones a ambos lados de las escotillas.

Los dos astronautas entraron en la nave por el gran pasillo de más de quinientos metros de largo que formaba el eje central.

—Cómo sabrás esta será la zona que contiene el combustible para llegar Marte. Todos los suministros que ves son los que usaremos hasta que lleguemos allí. Los almacenados  en los contenedores, salvo lo que hay en la zona de vivienda y el puente de mando, está sellado y sin atmósfera.

—Cuando lleguemos, los contenedores se desprenderán y aterrizarán en la falda norte de Aeolis Mons  en una zona previamente cartografiada por la sonda Curiosity. La parte central se quedará orbitando sobre el planeta y servirá de satélite de comunicaciones, lo que nos permitirá un enlace de 500 gigabytes  con la tierra. —recitó la joven como una buena alumna.

—Llevamos aproximadamente tres mil toneladas de cargamento. Comida, agua, una factoría para construir materiales basados en silicatos y mineral de hierro y los suficiente para montar varias factorías de terraformación.

Empezaron a avanzar a saltos por el pasillo hasta que llegaron  a la zona de los contenedores. En ese lugar había siete puertas que llevaban a los siete contenedores. John señaló la número tres.

—Esta es la cabina de mando, aquí viviremos los tres. En cuanto este armatoste se ponga en movimiento los pasillos se desacoplarán permitiendo que los contendores se muevan en torno al eje con la velocidad suficiente para que en su interior haya una gravedad de aproximadamente 0.4 g  un poco más de  la que hay en Marte.

John le enseñó su nuevo hábitat y le sorprendió por lo espacioso y completo que era. Al contrarió del resto de las naves que había pilotado allí estaba claro  dónde estaba el arriba y el abajo. Volaron lentamente por todas la estancia mientras la mujer reconocía todas las instalaciones  hasta que  ese momento solo había visto en planos y fotografías.

Terminaron el tour en la cabina de mandos. Al igual que todas las naves espaciales tenían un montón de botones de colores aunque casi todos ellos se activaban automáticamente sin la intervención de sus pilotos.

—Hay un segundo contenedor que a última hora hemos acoplado. —dijo John tirando de su sorprendida compañera.

—Esto es muy irregular, ¿De dónde ha salido la financiación?—protestó Fen— Mi gobierno debió ser informado de...

—Un par de dólares de aquí, unos cuantos euros de allí...—respondió John acercándose a una puerta lateral que unía al hábitat con el contenedor de al lado.

—¿Qué vas a hacer? ¿Y la despresurización? —preguntó Fen al ver como John se acercaba a la puerta.

—Tranquila —dijo el americano sonriendo y apartando el precinto que solo estaba colocado para que pareciese intacto.

—¿Y el precinto? Se supone que este contenedor no debería abrirse antes del amartizaje.

—No hay problema, ni siquiera los funcionarios de tu gobierno están tan locos como para mandar un inspector al espacio exterior a revisar un contenedor que no existe.

—¡Los occidentales y vuestro desdén por las normas...!

Las palabras de la joven murieron en la boca al  ver lo que había al otro lado de la compuerta. Una pradera de hierba verde y fragante cuajada de  pequeñas flores amarillas crecía en un compartimento circular con el techo en forma de cúpula. En uno de los cuadrantes un pequeño bosquecillo de Bambú llamó la atención de la joven y le hizo sonreír con nostalgia.

—Y esto no es todo. —dijo el americano presionando un interruptor.

En ese momento el techo se deslizó dejando paso a un gigantesco mirador en el que se veía todo el firmamento.

La joven abrió la boca  turbada y John no pudo resistir más sus impulsos y la besó. Fen intentó resistirse pero el aroma,  la suavidad del beso del desconocido y la belleza del entorno  la subyugaron  dejándola sin capacidad de respuesta.

John la abrazó de nuevo y la volvió a besar. No dejó de hacerlo hasta que estuvo seguro de que no escaparía.

—Esta es la ecosfera. Fue la última en terminarse, por eso no tenías imágenes de ella. —dijo  él—¿Es magnífica verdad? El exterior tiene una capa de grafeno que protege la cúpula de la radiación y los micrometeoritos.

—¡Vamos! —exclamó Carpenter cogiendo a la joven del brazo y dándose impulso.

John abrazó a la joven y ambos volaron por el interior del compartimento suavemente mientras se abrazaban y besaban de nuevo.

—¿Sabes que es la única oportunidad que tendremos de follar en un lugar así, en ausencia de gravedad? —susurró el hombre conspirativo al oído de la joven aprovechando para mordisquearle el lóbulo de la oreja.

Fen sintió una descarga eléctrica al sentir el contacto de la lengua de aquel hombre en su oreja y su cuello y jadeó excitada.

John sonrió y volvió a besar esos ojos oscuros y esos labios gruesos y rojos.  El vuelo terminó bruscamente aunque John tuvo reflejos suficientes para amortiguar el golpe con su hombro mientras protegía el menudo cuerpo de la joven.

Agarrados a la estructura con una mano se quitaron la ropa apresuradamente hasta que quedaron totalmente desnudos. Fen sintió como el frío mordía su cuerpo haciendo que se erizasen sus pezones y se le pusiese la piel de gallina, pero casi inmediatamente sintió las cálidas  manos del hombre aportándole calor con sus caricias.

Fen repasó el cuerpo desnudo y musculoso del hombre. Era pálido y estaba punteado de innumerables pecas.  De entre sus piernas emergía la polla más grande que jamás había visto orlada con una mata  vello rojo y rizado. La joven alargó la mano y rozó el miembro del hombre con la punta de sus dedos.

John se estremeció ante el contacto, abrazó el cuerpo menudo y enjuto de la joven y se lanzó de nuevo hacia el centro de la estancia.

Con maestría John se giró ciento ochenta grados y quedó abrazado a las piernas de ella. Antes de que Fen pudiese reaccionar, el americano estaba besando y mordisqueando el interior de sus piernas.

La joven se estremeció y abrió las piernas atrayendo a John hacía su sexo inflamado. John no se hizo de rogar y le acarició la vulva con sus labios arrancando a la joven un sordo y prolongado gemido de placer.

Fen se doblo de placer ante los besos y los lametones de su amante. Intento agarrarse a algo y lo único que encontró en medio del contendor fue la polla de John.

 Esta vez fue John el que gimió  cuando la joven metió su polla en la boca. Las manos del astronauta se agarraron a la cintura de la joven y siguió lamiendo y recibiendo lametones mientras ambos daban lentas volteretas,  ingrávidos, en la atmósfera del contenedor.

Poco a poco llegaron a la pared del contenedor y John se agarró a un asidero y se dio la vuelta quedando cara a cara con la joven mientras sus sexos se rozaban hambrientos.

No espero más y acorralando a la joven contra la pared la penetró sin dejar de ahogarse en aquellos grandes ojos negros.  Fen se apretó contra él y le rodeó la cintura con sus piernas mientras John la embestía con  fuerza haciendo temblar todo su cuerpo.

Fen tuvo que morderse el labio para ahogar un grito al sentir como el miembro del yanqui se abría paso en su sexo estirándolo hasta el límite y colmándola con un intenso placer.

Jonathan siguió empujando y disfrutando del cálido y estrecho sexo de la joven hasta que tuvo que apartarse a punto de correrse. Fen Yue aprovechó para escurrirse y con un poderoso empujón voló directamente hacia el bosquecillo de bambú. Carpenter la siguió un par de segundos después  con una sonrisa.

Al llegar a los bambúes Fen extendió los brazos y se agarró a uno de los troncos que se dobló y se bamboleo pero resistió sin problema el impacto.

La planta que eligió John, a pesar de ser una de las más gruesas tuvo mayor dificultad en aguantar la masa del astronauta pero tras soltar un sonoro crujido se enderezó volviendo a su posición original.

Mientras ella trepaba en dirección al suelo por el bambú, John saltó hasta la planta agarrando a la joven por la espalda y volviendo a penetrarla.

Fen jadeó al notar al hombre de nuevo dentro de ella y se agarró fuerte a la planta mientras era follada boca abajo.

John envolvió a la joven por su envergadura   abrazando su torso ya acariciando sus pechos mientras seguía follándosela.

Tras unos instantes Fen continuó bajando con su amante encima hasta tocar con sus extremidades la fragante pradera.

Al llegar al suelo John dio la vuelta  a la joven y separándola unos centímetros del suelo la volvió a penetrar a la vez que daba un suave empujón.

Fen jadeó y se agarró al hombre que empujaba en sus entrañas a la vez que la hierba acariciaba su espalda. Justo cuando la imagen de la tierra apareció por encima del hombro de John este eyaculó colmando su coño con un líquido espeso y arrasador.

A pesar de ello el hombre no se rindió y agarrándose al suelo se dio la vuelta dejando que fuese ella la que tomase la iniciativa. En ese momento Fen comenzó a ensartarse con la polla aun dura de John sin fuerzas ya para contener sus gemidos.

Tras unos minutos de salvaje cabalgada con una Fen al borde del orgasmo John echó a la joven hacía atrás de un empujón y sin dejar que se separara comenzó a impulsarse hacia un lado consiguiendo que ambos giraran sobre sí mismos como uno solo. Un último impulso los separó del suelo  y poco a poco el yanqui fue tirando de ella hacia él, sin dejar de moverse en su interior,  acelerando la velocidad de sus giros y consiguiendo que la joven se corriese mientras giraban a una velocidad increíble suspendidos en el espacio.

El cuerpo entero de la joven se crispó  en un monumental orgasmo prolongado por la sensación de mareo y una nueva eyaculación del americano en su interior. Fen gritó descontroladamente y tras comerse a besos a su amante soltó sus brazos de los hombros del joven dejando su cuerpo flotar inerte y sintiendo como  la velocidad de sus giros decrecía poco apoco sin llegar a pararse.

—¡Uff! —dijo John apartando minúsculas esferas flotantes de sudor y jugos orgásmicos—Después de trece años de proyecto, dos de entrenamiento, un viaje lleno de peligros y una vida de película probablemente este va a ser el acontecimiento más memorable de mi vida.

Fen se separó y no dijo nada reflexionando mientras miraba la tierra girar lentamente cuatrocientos kilómetros más abajo. Era la primera vez que se saltaba las reglas dejándose llevar por sus impulsos y también era la primera vez que se sentía realmente viva.

—¿No crees que mañana deberíamos hacer una nueva inspección de los contenedores tres y cuatro para verificar que está todo preparado? —dijo John cogiendo un par de las pequeñas flores amarillas y enredándolas en el negro cabello de Fen Yue.  

 

Querido lector, acabas de leer el tercer relato del XXIV Ejercicio de autores, nos gustaría que te tomaras un tiempo para valorarlo y comentar qué te ha parecido y, si quieres, adivinar el nombre de su autor.

Mas de EJERCICIO

La asombrosa historia de la Thermo mix

La verdadera historia del Inquisidor Ortuño

Vengándome de Sara

He visto el futuro

La tormenta

El Monasterio del Tiempo

La cuenta atrás

Bucle

Ejercicio XIXX: Cambio de fecha.

Ejercicio XXIX: Viajes en el tiempo

Ejercicio XXIX

Redención

Los pecados capitales de una madre

Manos

El poder de Natacha

El toro por los cuernos

El hombre que me excita

Valentina

Pulsión maternal

XXVIII Ejercicio: Los siete pecados capitales

La hormiga

Masturbación fugaz

Las musas (¡y su puta madre!)

Asmodeo

Querido Carlos...

En la oscuridad

La maldición

El desquite de Érica

Eva Marina

La viuda

Noche de copas

La despedida

La llamada

Cine de madrugada

La pareja de moda

Testigo 85-C

Diez minutos

Las tetas de Tatiana

Por el cuello o por los cojones

Fisioterapeuta

Guapo, rico y tengo un pollón

Inmóvil

¡Siéntate bien!

La obsesión de Diana

El Cuerpo

Descenso

Mía (Ejercicio)

Serrvirr de ejemplo

La espera

Despatarrada

Primera infidelidad

Caricias

Mi amante, Pascual

Sexogenaria

La heteroxesual confundida.

La ira viste de cuero

Homenaje

Indefensa

Reencuentro

XXVII Ejercicio: relación de relatos

XXVII Ejercicio de Autores: microrrelatos

El principio del fin

Como Cristiano Ronaldo

Supercalientes

Paso del noroeste

Pérdida personal

Naufraghost

Marinos y caballeros

La manzana, fruta de pasiones y venganzas

El naufragio del Te Erre

En un mundo salvaje

La última travesía del “Tsimtsum

Sentinelî

Me llamaban Viernes.

Naufragio del Trintia: Selena y Philip

La isla

El huracán Francine

Fin

La sirena del Báltico

Nunca Jamás

El Último Vuelo del Electra

Relatos XXVI Ejercicio

Naufragios: Namori se está ahogando

Naufragios: amantes en potencia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga

Homenaje a todos

XXVI Ejercicio de Autores

Final del Ejercicio XXV

Sus ojos

Vecinos de dúplex en la costa

Pauline o la lascivia del poder

¡No hay huevos!

La hermana mayor que todos compartimos

Ana y la pausa de los anuncios

Moonlight

Guerrera en celo

Aburridas

El canalla

Y todo por una apuesta

Un gol por la escuadra

Dos primos muy primos

Mi hija apuesta por nuestro futuro

La puerta oscura del transexual

Relación de relatos del Ejercicio XXV

Ejercicio XXV

Final del ejercicio XXIV

El fin del racionamiento

Amores eternos

La clínica

Halley

La mujer más guapa del mundo

Cuatro años y un día

El hombre de mi vida

Algo muy especial.

Marcha atrás

El friki

El payaso y la preñada

Justicia o venganza

Noche de cuernos

Mi adorable desconocida

Accidente a plena luz

Relación del relatos del XXIV Ejercicio de Autores

XXIV Ejercicio de Autores

Votación temas XXIV Ejercicio de Autores

Convocatoria ejercicio XXIV

Final del XXIII Ejercicio

El holandés errante

El Pirata

El torero

En el cielo

Campanilla y el sexo

Ser Paco Payne

Príncipe azul

Silvia salió del armario

Cambio

Mátame suavemente

Un divertido juego

Tres palabras

El semen del padre

Salvajes

Día de la marmota

Los tres Eduardos

Sheena es una punker

El legendario guerrillero de Simauria

El converso y la mujer adúltera

Órdago a todo

La bicicleta

Janies got a gun

Difurciada

Relación de relatos del XXIII Ejercicio

XXIII Ejercicio de autores de Todorelatos

Votación de las propuestas para el XXIII Ejercicio

Convocatoria del XXIII Ejercicio de Autores

La historia del monaguillo o el final del XXII

La reducción

Es palabra de Dios

Tren de medianoche

Hermana mayor

Una historia inmoral

Venceremos... venceremos... algún día

El vicario

Cielo e infierno

Reencuentros en la tercera fase

La Señora Eulalia

La pregunta

Juguetes rotos

Génesis 1,27

La entrevista

La mafia de los mantos blancos

Las cosas no son tan simples

XXII Ejercicio: lista de relatos

XXII Ejercicio de Autores de TodoRelatos

Votación de las propuestas para el XXII Ejercicio

Convocatoria del XXII Ejercicio de autores

Avance del XXII Ejercicio

Resultado del XXI Ejercicio de Autores

Con su blanca palidez

Adios mundo cruel

Tribal

Mi sueño del Fin del Mundo

El Pianista Virtuoso

A ciegas

La Ceremonia

Blanca del Segundo Origen

Hotel California

El tren del fin del mundo

100 años después

El fin del mundo. La tormenta solar perfecta.

Un último deseo

El convite

Demiurgo

Diario

Relacion relatos XXI Ejercicio

El Gato de Chesire

XXI Ejercicio de Autores

Votaciones para el XXI Ejercicio de Autores

Propuesta de ideas para el XXI Ejercicio Autores

Revisión de las normas

Gracias por participar del XX Ejercicio de Autores

Aprender a contracorriente [gatacolorada]

Vida estropeada [Estela Plateada]

En las crisis ganan los banqueros[ana del alba 20]

El rescate de Benilde [voralamar]

Se alquila habitación [Ginés Linares]

Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

El Préstamo [Lydia]

Liberar tensiones [Bubu]

Parásito [SideShift]

El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Noche mágica

Pínchame, amor (Segunda parte)

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La prueba

La mejor noche de un actor porno

Ivette, mi princesa árabe

Paparazzi

Pasión y lujuria en la Barceloneta

El montoncillo y la gata

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Play. Un Típico Sobi.

Apetecible. Paul Sheldon.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Dios, el puto y la monja

Pesadilla 2

Ella

Mi recuerdo

Remembranzas

Nada es completo

Pesadilla (1)

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

La sonrisa

Hastío

La madre de Nadia Lerma

Duelo de titanes

Tu camino

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

Ángeles y demonios

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

He encontrado tu foto en Internet

Memorias de un sanitario

Sexo, anillos y marihuana

Sex-appeal

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Mi dulce mascota

Promethea

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

Pecado

El caminante

Maldito destino

Decisión mortal

Yo te vi morir

Madre

Angelo da morte

Pecado y redención

Azul intenso

Cuando suena el timbre

Mátame

El último beso

El purificador

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Fábula de la viuda negra

Hospital

Seven years

Por una buena causa

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Días de sangre y de swing

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Relatos Históricos: Al-Andalus

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Lengua bífida - por Alesandra

Trescientas palabras - por Trazada30

Hay que compartir - por Espir4l

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Celos - por Scherezade

Diez minutos - por Sasha

La sopa - por Solharis

Una noche de primavera - por Dani

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Recuerdos - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Obediencia - por Némesis30

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Despertar - por Espir4l

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

45 segundos a euro - por Alesandra

16 añitos - por Locutus

La ciclista - por Genio

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

Los pequeños detalles - por Némesis30

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga