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Maldita Crisis [EROTIKA]

en Sexo Anal

Rosa cogió el telefono:

-       ¿Diga?

La masculina y segura voz de Cristian le ordenó:

-       ¡Desnudate!

-       ¿Cómo sabes que voy vestida? – preguntó ella.

-       ¡Desnudate! – repitió él – Aquí el que manda soy yo, obedece y punto, desnúdate y esperame desnuda, estaré ahí en cinco minutos.

Cristian colgó el telefono y ella también lo hizo, para acto seguido obedecer la orden que Cristian le había dado y desnudarse.

En cuanto estuvo totalmente desnuda sonó el timbre. Se acercó a la puerta y abrió, era él.

-       Toma, ponte esto – le ordenó Cristian dándole una bolsa.

Rosa cogió la bolsa, entró hasta el comedor y sacó una caja de la bolsa, al abrirla vió un body negro de cuero. Se lo puso. Le quedaba perfecto, Cristian la conocía muy bien, pero dejaba al descubierto su sexo y su pechos.

-       Perfecto – dijo Cristian acercandose a ella – Ven – dijo cogiendola de la mano y llevándola hasta la balconera que daba al patio.

Cristian abrió las cortinas y miró enfrente.

-       Perfecto, el cabrón de tu marido ya está preparado. Vamos a darle el espectaculo.

Rosa ya empezaba a estar excitada, pero aunque se moría de ganas por abrazar y sobar a Cristian se dejó hacer. Era él el que decidía, el que tenía que ordenarle, y hacerlo como Alberto, su marido, les había explicado. Cristian la colocó con las manos apoyadas en la balconera, el cuerpo ligeramente separado de esta y las piernas abiertas. Acto seguido empezó con el guión, se arrodilló tras ella, y empezó a acariciarle el culo, primero suavemente,  y luego, pegándole pequeñas palmadas a la vez que le decía:

-       Eres una niña mala que se deja follar por cualquiera. Necesitas un castigo.

-       ¡Ah, si! – gimió empezando a excitarse Rosa.

¡Zas! Una sonora palmada cayó sobre la tierna piel de su culito.

-       Y además dejas que te folle delante de tu marido.

¡Zas! Otra palmada a la que le siguió un placentero:

-       ¡Ay, si!

Rosa empezaba a excitarse, no podía creer que aquello estuviera sucediendo, que ella estuviera allí en la balconera de su casa con su amigo Cristian, mientras su marido los observaba desde el edificio de enfrente. Cristian dejó de palmear su culo y llevó sus dedos hasta el sexo de ella, lo acarició, lo sobó a su antojo, haciendo que Rosa se excitara, introdujo uno en aquella húmeda vagina y luego otro, sintiendo como Rosa se estremecía, luego le introdujo otro dedo en el culo. Rosa no había apartado las manos de la cristalera, se retorcía apoyada en esta, sintiendo como el placer la llenaba, como los dedos de Cristian se retorcían dentro de su sexo y su culo, mientras Alberto estaría observándoles.

-       ¡Fóllame, cabrón! – Suplicó la excitada mujer.

-       Sabes que no puedo hacerlo hasta que tu marido me lo diga.

-       ¡Que cabrones sois los dos!

-       No, el cabrón es él y lo sabes.

Cristian introdujo otro dedo más en aquel estrecho culo.

-       Dime que te ha pedido que me hagas – preguntó Rosa, excitada.

-       Lo sabrás a su debido tiempo.

Tras aquella respuesta esquiva, Cristian le puso el collar de esclava que Alberto le había hecho hacer y luego cogiéndola de él, la hizo poner en cuatro sobre el suelo separándose lo más mínimo de la balconera y dando la espalda al edificio que tenian enfrente. Eso excitó a Rosa, que sabia que ahora su marido tendría un visión perfecta de su culito y su sexo húmedo de deseo.

-       Bien putita – Cristian volvió a introducir sus dedos en el ano de la excitada muchacha.

Rosa gimió, se estremeció y sintió como su amante movía los dedos cada vez más rápidamente. Su sexo palpitaba, su cuerpo sudaba y se convulsionaba, estaba cada vez más cerca del orgasmo, pero Alberto sabia cuando debía detenerse y lo hizo. Dejó de castigarla con aquella dulce caricia.  Y entonces sonó el móvil de Cristian; era la señal, solo dos tonos, como siempre.

Rosa se excitó al saber que ya se acercaba el momento álgido. Cristian, abrió aquellas dos preciosas nalgas, se bajó la cremallera del pantalón, luego hizo que Rosa se pusiera de lado, en paralelo a la balconera, para que así Alberto viera toda la acción. Se puso el condón como mandaban los cánones y Alberto, por supuesto, pues el dueño de Rosa, y quien mandaba en aquella extraña relación de tres, era Alberto; todo debía hacerse como él mandaba. De nuevo abrió las nalgas femeninas, acercó su erecto pene y muy despacio la penetró. Rosa gimió, se estremeció al recibirle, y dejó caer su cabeza sobre el suelo. Estaba dispuesta a todo, pero sobretodo dispuesta a disfrutar de aquel placer que sólo Cristian sabia darle. Enseguida Cristian empezó a arremeter contra aquel tierno culito que tanto le excitaba. Rosa gemía, empujaba hacia su amante, mientras Alberto desde el edificio de enfrente y con unos prismáticos observaba toda la escena. Enseguida la pareja empezó la acción salvaje, ambos empezaron a moverse al unísono, el uno contra el otro, sintiéndose. La erecta y gorda polla de Cristian no dejaba de martillear dentro de aquel ano estrecho y excitado. Rosa gemía, y sentía como el orgasmo empezaba a hacer acto de presencia.

-       Sí, sí, si – gimió la mujer.

-       ¡Ah, sí, zorra, córrete! – Gimió el hombre sabiendo que se acercaba el momento cumbre.

-       ¡Siiiiiii! – Gimió ella.

Enseguida sintió Cristián como aquel estrecho culo se contraía sobre su verga dura, señal de que su amante estaba alcanzando el orgasmo y fue en ese momento, cuando también él empezó a sentir el orgasmo que le hizo explotar en un maravilloso éxtasis llenando el preservativo con su blanca leche. Sacó el sexo del tierno culito de Rosa, está se derrumbó sobre el suelo, y él se quedó sentado a su lado.

Pasaron algunos minutos, en los que ninguno de los dos se movió del lugar donde estaba, hasta que la puerta se abrió, y apareció Alberto, sentado en su silla de ruedas.

-       Ha sido espectacular, chicos – dijo a la pareja que aún no había terminado de reponer fuerzas tras aquel momento de placer.

Rosa se levantó deprisa, mientras Alberto cerraba la puerta dándole un empujón con la rueda de la silla.

-       ¿Te ha gustado cielo? – Preguntó la muchacha sentándose sobre las piernas inmóviles de su marido.

-       Sí, cariño, si tuviera sensibilidad en mi polla, te aseguro que se me hubiese puesto tan dura, que ahora mismo te follaría como a una puta – dijo Alberto, a lo que ambos se rieron y luego se besaron apasionadamente.

Acto seguido, Alberto se acercó a Cristian y tendiéndole la mano le dijo:

-       Gracias amigo – y le tendió el cheque mensual  que le correspondía por aquellos servicios prestados a tan hermosa mujer.

-       De nada, pero ya sabes que lo hago solo por el dinero, necesito pagar el piso y con el paro no llego – se justificó Cristian por enésima vez.

Ninguno de los tres dijo nada, pero todos sabían que no era solo esa la razón por la que Cristian había accedido a participar en aquel extraño juego de tres. Aunque obviamente y con la dichosa crisis económica que había, tanto Alberto como Rosa, sabían que realmente a Cristian le iba de perlas aquel dinero que recibía mensualmente por follar con Rosa una vez a la semana.

-       Bueno, tengo que irme.

-       Sí, nos vemos – dijo Alberto – cuídate, amigo.

-       Os llamo – dijo Cristian, terminando de arreglarse la ropa.

Rosa, seguía  semidesnuda, sentada sobre el regazo de su marido. Alberto acercó sus labios a la mejilla de ella y la besó y seguidamente le dio un apretón de manos a Alberto.

Se encaminó a la puerta, y cuando la cerró tras de sí, se maldijo a si mismo una vez más por haber aceptado aquella locura. Era cierto que el dinero le iba bien para pagar la hipoteca, porque desde que había perdido el trabajo hacia un año, con lo que le daban de paro no llegaba a final de mes, pero no era aquella la única razón. ¡Maldita crisis y malditos sentimientos! Porque en realidad, lo hacía para poder estar cerca de Rosa, poseerla; hacerla suya era lo mejor de cada semana, aunque en el fondo sabia que ella lo hacía solo para contentar a Alberto, el cual hacía un par de años se había quedado paralítico de cuello para abajo, con lo que estaba impedido para darle placer a su mujer.

Cristian cada vez que salía de aquella casa recordaba perfectamente y escena por escena el momento en que Alberto le había pedido aquel favor, justo unos meses después de que él perdiera el trabajo.

-       Sé que te hace falta ese dinero y yo puedo dártelo, pero tendrás que hacerme un enorme favor a cambio.

-       Dime, ¿cuál es?

-       Follarte a Rosa una vez por semana.

-       ¿Qué? ¿Me estás pidiendo que me folle a tu mujer una vez por semana a cambio de mil quinientos euros al mes?

-       Sí, ya sabes que yo no puedo darle ese placer, pero la quiero y no quiero perderla, lo he hablado con ella, y está es la mejor solución para que ella pueda estar sexualmente satisfecha. No me digas que no, por favor, amigo; Rosa y yo hemos pasado por momentos muy delicados por culpa de mi impedimento para darle placer sexual y al final ella ha accedido a que sea otro el que la folle, pero sólo lo hará si ese otro eres tú.

Cristian se quedó pensativo y petrificado tras aquella confesión de Alberto, su mejor amigo, su amigo de toda la vida. Pero amaba a Rosa, casi desde el mismo momento en que la había conocido, siempre había deseado que fuera suya, pero ella se enamoró de Alberto y ahora.... ahora podría ser suya una vez a la semana a cambio de 1.500 asqueroso euros. ¡Maldita Crisis!

Relato procedente del XX Ejercicio de Autores de TodoRelatos: "Erotismo en tiempos de crisis económica". Perfil de EROTIKA: http://tinyurl.com/EROTIKA-TR

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XXIV Ejercicio de Autores

Votación temas XXIV Ejercicio de Autores

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Propuesta de ideas para el XXI Ejercicio Autores

Revisión de las normas

Gracias por participar del XX Ejercicio de Autores

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Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Noche mágica

Pínchame, amor (Segunda parte)

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Una manera de sentir

Vida de casado

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Amo las mujeres que desagradan a otros

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

La primera noche de mi nueva vida

¡Pínchame, amor! (1)

La mejor noche de un actor porno

La prueba

Paparazzi

Ivette, mi princesa árabe

El montoncillo y la gata

Pasión y lujuria en la Barceloneta

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Play. Un Típico Sobi.

Apetecible. Paul Sheldon.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Dios, el puto y la monja

Pesadilla 2

Ella

Mi recuerdo

Remembranzas

Nada es completo

Pesadilla (1)

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

La sonrisa

Hastío

La madre de Nadia Lerma

Duelo de titanes

Tu camino

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

Ángeles y demonios

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

He encontrado tu foto en Internet

Memorias de un sanitario

Sexo, anillos y marihuana

Sex-appeal

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Mi dulce mascota

Promethea

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

Pecado

El caminante

Maldito destino

Decisión mortal

Yo te vi morir

Madre

Angelo da morte

Pecado y redención

Azul intenso

Cuando suena el timbre

Mátame

El último beso

El purificador

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Fábula de la viuda negra

Hospital

Seven years

Por una buena causa

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Días de sangre y de swing

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Relatos Históricos: Al-Andalus

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Lengua bífida - por Alesandra

Trescientas palabras - por Trazada30

Hay que compartir - por Espir4l

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Celos - por Scherezade

Diez minutos - por Sasha

La sopa - por Solharis

Una noche de primavera - por Dani

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Recuerdos - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Obediencia - por Némesis30

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Despertar - por Espir4l

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

45 segundos a euro - por Alesandra

16 añitos - por Locutus

La ciclista - por Genio

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

Los pequeños detalles - por Némesis30

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga