miprimita.com

El payaso y la preñada

en Hetero: General

 

Recorrer los últimos metros fue una auténtica tortura. Tuve que correr con las piernas muy juntas mientras obligaba a mi chiquitín a que lo hiciera a grandes zancadas, o todo lo grandes que podían ser con aquellas piernecitas. Nada más atravesar las puertas, salió disparado hacia la piscina de bolas donde ya jugaban todos sus amigos, demostrándome así, que aún podía ir más rápido de lo que yo le había exigido. Saludé sobre la marcha, al tiempo que advertía a las madres del resto de niños que enseguida volvería.

 

-O-

 

Me miré en el espejo del baño y suspiré de nuevo. Subir neveras hasta un cuarto sin ascensor era una paliza pero, comparado con aquello, casi se podía decir que era una bendición. Seguro que ninguno de mis compañeros de primero de arquitectura valoraba tanto la posibilidad de estudiar como yo. Volví a examinar el maquillaje y las pinturas de guerra, pues lo que ahí fuera me esperaba iba a ser peor que una batalla. Deslicé por mi torso una especie de túnica del rosa más intenso que hubiera visto nunca y me armé de valor para rematar aquella espantosa obra poniéndome una horrible peluca pelirroja y una nariz púrpura que podría servir para regular el tráfico en el centro de la ciudad.

 

Al menos, nadie había usado el baño de caballeros además de mí. No me hubiera hecho gracia cambiarme y maquillarme delante de uno de los padres. Abrí la puerta de salida y me topé con la visión más espectacular que hubiera podido imaginar. El baño de hombres y el de mujeres quedaban enfrentados y al parecer, el ser más sexy del mundo había decidido salir al mismo tiempo que yo lo hacía.

 

Había admitido desde siempre que las mujeres de mediana edad me ponían tremendamente burro. También tenía predilección por esas medias melenas rubio oscuro que hacían que se vieran tan elegantes; lo que nunca me había planteado hasta ese momento, era que las curvas de una mujer pudieran ser tan…. Tan… tan… excitantes.

 

La luz de los halógenos se reflejaba en la transpiración del escote más espectacular que se pudiera imaginar. Si aquellos dos melones estaban así de juntos y de altos era algo digno de investigar por los científicos. Pero si el vestidito veraniego resaltaba sus redondeces superiores también lo hacía con su abultado abdomen. Fue admirar aquella enorme barriga que se adivinaba firme como una roca, para que mi soldadito se pusiera más tieso que el asta de la bandera. Una tía buena me ponía palote, pero aquel día descubrí que una tía buena preñada me ponía tremendamente enfermo.

 

-O-

 

“Desde luego que estar embarazada suponía llevar a tu niño dentro y cualquier consecuencia secundaria no debería tener la menor importancia, pero la tenía. No era nada cómodo ir todo el día con aquellos sofocos. Vale que fuese junio, pero nadie pasaba tanto calor como yo. Andar a todas horas haciéndome pis tampoco se podía añadir a la lista de cosas positivas, incluso siempre tenía que llevar un par de braguitas limpias en el bolso porque alguna fuga era inevitable. Tener la libido por las nubes debería ser súper positivo si no fuera porque mi marido me trataba como si fuera de porcelana. Penetraciones suavecitas, no vayamos a dañar al niño, y las tetas ni tocarlas por el calostro. Al menos me hacía unos cunnilingus buenísimos todas las tardes aunque yo hubiera preferido que me follara bien follada. Controlar todo el rato el pis para no acabar meándole en la boca era un suplicio. A lo que no había puesto la menor pega, el muy gorrino, era a untarme cremita y darme masajitos en el esfínter. La verdad sea dicha, yo también comenzaba a disfrutar de aquellas atenciones en mi culito, el picorcillo se terminaba transformando en algo muy agradable. 

 

Pero sin duda alguna, lo mejor del embarazo era ver el efecto que causaba en algunos hombres. No tenía ni idea el porqué las preñadas despertábamos tanto morbo, pero cuando lo hice aquel día a un yogurín vestido de payaso, fue tan divertido que tuve que aguantar la risa para que no se me escapara el pipí.

 

Allí estaba él, frente a mí, clavando su mirada alternativamente entre mis tetas y mi vientre. Con aquellos labios pintados y la boca entreabierta, resultaba de los payasos más cómicos que hubiera visto jamás. Lo cierto es que pocos hombres me habían impactado tanto a simple vista. No sabía si era algo positivo o negativo, pero había llamado totalmente mi atención.

 

--También tengo ojos… dos… uno a cada lado de la nariz… --puse aquella sonrisa de medio lado, aquella que a mi marido le parecía de mujer perversa.

 

--Yo…. Yo… perdón… --No supe si se había sonrojado porque estaba completamente maquillado pero salió disparado hacia la zona de juegos como si le hubiera pinchado en el culo con un alfiler.

 

--Por no ceder el paso a una dama te has perdido la vista posterior. --¡Dios!, ¿aquella era yo?, vale que era un cervatillo indefenso pero no me consideraba una cazadora y menos tan agresiva. Las hormonas, que diría mi madre, sí, ellas tenían la culpa de todo, las dichosas hormonas.

 

-O-

 

Joder, joder y mil veces joder. ¿Cómo se podía ser tan idiota? Me encontraba en el extremo del pasillo de los aseos con el rostro ardiendo de vergüenza, con la mujer más morbosa que hubiera visto jamás a pocos metros detrás de mí y delante de un grupo de niños que me sonreían maliciosamente.

 

No fue hasta que uno de ellos señaló con su dedo acusador, que me di cuenta de lo que pasaba. Mierda, mierda y mil veces mierda, no se podía ser más estúpido. Giré bruscamente llevando mis manos a la entrepierna. Aquello era lo más bochornoso que me hubiera pasado nunca o, al menos, eso pensaba.

 

Cegado por la vergüenza, no recordé que tras de mí venía aquel monumento de preñada. El golpe hizo que se tambalease. Había chocado directamente con su vientre impulsándola hacia el interior del pasillo. Ella, instintivamente, alargó los brazos aferrándose a los míos y mi infierno se desató.

 

Cuando recuperó el equilibrio no se soltó inmediatamente. Se arrimó haciendo que nuestros cuerpos se pegaran. Hasta mi nariz llegó el dulce aroma de su perfume y creí marearme. La diferencia de altura hizo que desde mi posición tuviera una vista inmejorable de la balconada de su escote. Aquellas dos tetas eran una maravilla de la naturaleza. Se apretó más aún y su vientre se refregó contra mi miembro que palpitaba desesperado. Sentir aquella tibia carne aplastada contra mi amiguito desencadenó una catástrofe.

 

--¿Estás bien? –preguntó ella ante el gemido que yo había creído inaudible.

 

--Sí… sí… perfec… perfectamente…

 

--Pues como sigas sudando así se te va a correr el maquillaje.

 

Otra cosa se había corrido y no era precisamente mi maquillaje.

 

-O-

 

Nada más decir aquello, me fijé en la cara de pánico del muchacho y caí en la cuenta de lo que había sucedido. El pobre debía estar pasándolo fatal.

 

No supe si fue mi instinto maternal, la lascivia que me consumía o las hormonas, sí, tuvieron que ser las hormonas.

 

--Anda ven, que te habrás puesto perdido –dije mientras le tomaba por una mano y con la otra buscaba las toallitas húmedas en el interior de mi bolso--. Además, habrá que arreglar ese maquillaje.

 

Tardé un segundo en escoger una de las dos puertas que había a cada lado del pasillo. Que yo supiera, no iba a venir ningún padre aquel día. Pese a ello, opté por encerrarnos en una de las diminutas cabinas. Dios, ¿qué coño estaba haciendo encerrada en el baño de hombres con un chiquillo vestido de payaso? Cuando tuve la cabeza mínimamente despejada para salir de allí y poner fin a aquella locura, todo se torció.

 

--No… no… llores hombre. –Hice que se sentara sobre la taza y le abracé sintiéndome muy culpable por haberlo puesto en aquella situación. Jodidas hormonas, pero si me estaba entrando hasta ganas de llorar a mí.

 

-O-

 

No se podía ser más torpe. Si hicieran un concurso de torpes seguro que lo ganaba yo. Allí estaba, con el rostro enterrado entre las tetas más maravillosas de este mundo y no era capaz de hacer otra cosa que llorar y desear con todas mis fuerzas que un desmayo hiciera venir a una ambulancia que me alejara de aquella situación. ¡Pero qué cálida y fragante era la piel de aquellas dos preciosidades! Poco a poco fui siendo consciente de que mi cara estaba disfrutando de unas almohadas inmejorables y el sofoco fue dejando paso al deseo por probar aquella fruta madura.

 

--Payasete, ¿estás lamiendo mi canalillo?, ¿te parece bonito?, yo aquí consolándote como una madre o una amiga y tú aprovechándote. –Aquellas palabras hicieron que mi corazón se detuviera y por supuesto también mi lengua. Cuando sentí que me aferraban de la peluca y encajaban mi rostro aún más en aquel desfiladero, decidí que las palabras tal vez no fueran en serio.

 

-O-

 

Me costó mucho autocontrol separar la boca de aquel muchacho de mi pecho pero al fin lo logré. Los ojos que me encontré, me devolvieron una mirada entre confusa y triste. Estaba claro que le acababa de quitar un caramelo de la boca y el pobre no comprendía nada.

 

--Será mejor que te ayude a adecentarte. –Fue lo único que se me ocurrió para zanjar aquella situación incómoda. No era capaz de controlar mis reacciones y me estaba comenzando a poner muy nerviosa.

 

Indiqué al payaso que se pusiera de pie y yo fui la que me senté sobre la taza. Intentando emular la naturalidad con que lo haría con un niño pequeño, comencé a subir su túnica rosa para aferrar el elástico de su pantalón arcoíris y lograr que este, junto a su bóxer, se deslizara piernas abajo.

 

Los ojos como platos adornados con aquel caos de pintura, le daban un aspecto de lo más cómico. Hice un gran esfuerzo por no reírme, de lo contrario seguro que se pondría otra vez a llorar. Un nuevo control de mi risa cuando vi su cosita. Los huevecillos se habían encogido como queriendo desaparecer y la pollita estaba completamente cubierta de lefa.

 

--¿Te pasa a menudo? –Intenté conversar mientras comenzaba a pasar una toallita alejando de mí el pensamiento de que estaba sobando una entrepierna masculina.

 

--Eh..., el…., qué…,

 

--Que te limpie los huevecillos un pibón de tía. –Aquello tuvo el efecto que perseguía, por fin le vi sonreír.

 

--Pues… nunca… me ha pasado… pero es la hostia. –No pude reprimir una carcajada ante aquel arrebato de sinceridad. El pajarito que tenía entre mis dedos dio una pequeña cabezada como si quisiera revivir.

 

--¿Y lo de eyacular así, sin tocarte? –Efectivamente, la cosita daba muestras de volver a la vida y comenzaba rápidamente a ganar consistencia y tamaño.

 

--Bueno…, digamos… que soy de gatillo rápido. Pe… pe… pero… solo con mujeres tan bonitas.

 

--¿Bonitas?, ¿es el mejor adjetivo que se te ocurre? –pregunté con aquella sonrisa mía de medio lado al tiempo que comenzaba a masajear lentamente lo que ya se había convertido en una polla respetable. Cambié la toallita sucia y, envolviendo el mástil con la nueva, reanudé la tarea. ¡Dios!, qué mal estaban mis hormonas.

 

--Es… que… no quiero… parecer vulgar…

 

--Y si lo quisieras ser, ¿qué me dirías? --¡Dios!, no podía ser, le estaba haciendo una paja en toda regla a aquel payasín y me estaba comenzando a poner cachonda.

 

--Te diría… que… tienes… unas peras impresionantes. –Entre los jadeos y lo que le costó decir aquellas palabras, pensé que le iba a dar un soponcio.

 

--¿Solo peras?

 

--¡Joder!, ¡vale ya!, tienes unos melones que son los más bonitos que he visto en mi vida y que moriría por comértelos y ¡estás buenísima! ¿Así mejor? –Asentí con la cabeza mostrando una amplia sonrisa. Incomprensiblemente, aquellas palabras me llenaron por completo. Tal vez mis hormonas solo necesitaran hinchar su ego un poquito.

 

--Bueno, creo que esta ya está bien limpita. Yo que tú me quitaría el bóxer, se va a empezar a acartonar. –Cuando solté su verga, esta cimbreó como si quisiera agradecerme lo a gusto que había estado dando cabezadas arriba y abajo.

 

Pero si la polla parecía contenta y satisfecha, no pasaba lo mismo con el dueño. El payaso triste miraba mi mano vacía con una profunda nostalgia.

 

--Creo que te mereces una explicación. –dije poniéndome en pie--. Yo… no… soy así… ¿sabes? Son las hormonas, las putas hormonas. Además de que estás muy sexy vestido de payaso –rematé para intentar que sonriera.

 

Mi cabeza era un torbellino de ideas y emociones. Por un lado, algo me impulsaba a volver a sentarme y engullir aquella polla haciéndole a mi payasete la mejor mamada de su vida; y por el otro, quería abrazarle como a un niñito y disculparme por haberlo puesto tan malito.

 

--Gracias… ha sido lo más flipante que me ha pasado nunca.

 

--Ahora…, será mejor que termines tú solito –dije llevando su mano derecha sobre su miembro.

 

--¿Pu… pu… puedo… pedirte un favor? --preguntó mirando fijamente mis pechos.

 

--Lo siento, si te dejo que me las toques yo también me pondré tan malita como tú y de verdad que no puedo… no debo…

 

--¿Y verlas?, solo verlas. Prometo no tocar.

 

-O-

 

No había estado tan cachondo en mi puñetera vida. La cabeza me daba vueltas y era incapaz de saber lo que decía o lo que hacía. Creo que por primera vez la miré directamente a los ojos. Eran azul verdosos, con una bonita forma almendrada y me miraban pícaramente. Si era cierto lo que ella insinuaba, estaba al borde de la excitación y tal vez… 

 

--Anda, siéntate y terminemos rápido antes de que haga una tontería de la que me arrepienta toda mi vida.

 

Obedecí sin rechistar y esperé acontecimientos. Me sorprendió que no comenzara por quitarse el vestido veraniego que llevaba puesto; por el contrario, llevó sus manos a la espalda y se desabrochó el sujetador. Cuando vi la prenda de encaje celeste aparecer por el escotazo, pensé que dos monumentales tetas como aquellas caerían por efecto de la gravedad, pero me equivoqué. Continuaban tan bien puestas como antes con la mejora de que unos pezones como garbanzos se insinuaban bajo la fina tela del vestido.

 

Recogí el sujetador de encima de mi cabeza y lo olisqueé con ansiedad. El perfume de aquella mujer me ponía tan cachondo como su mera visión.

 

Ella aferró el bajo del vestido y se detuvo como pensándoselo. Yo clavé la mirada en su entrepierna, la cual quedaba oculta por su prominente barriga. No sabía si prefería que se quitara antes las bragas o el vestido. Flotaba en un sueño del que no quería despertar.

 

-O-

 

Había pretendido ser un poco coqueta quitándome el sostén antes que el vestidito, pero ahora parecía que el payasete también quería mi tanguita. Por suerte para los dos, había dejado de usar bragas de cintura alta y me había resignado a llevar el tripón sin sujeción alguna. No hubiera sido muy sensual arrojarle al rostro una bragafaja.

 

Introduje mis manos por los laterales de la falda, subiéndolas hasta los elásticos del tanga. “¿Pero qué coño haces?”, me dijo una vocecita en mi interior. “¡Estás casada y felizmente casada!”. “¡Las hormonas, la culpa la tienen las hormonas!”, me respondí mirando aquel rostro de adoración. ¡Por Dios!, jamás me había sentido tan deseada y no iba a hacer nada malo, al menos no llegaría a mayores.

 

Comencé a tirar del elástico sintiendo cómo mi entrepierna, sudada y a aquellas alturas encharcada, comenzaba a sentir el frescor típico de la liberación. Me incliné, ofreciendo una inmejorable vista de mis tetazas y bajé el tanga hasta mis tobillos.

 

El payaso se apresuró a sostenerme para que me pudiera incorporar con comodidad y luego él mismo pasó la prenda por cada uno de mis pies hasta que la tuvo en sus manos.

 

Verle oler y lamer la empapada tela hizo que perdiera las últimas hebras de cordura que me quedaban.

 

--Venga, quiero ver cómo trabaja esa mano. --Aferré el bajo del vestido y comencé a alzarlo piernas arriba.

 

-O-

 

No sabía si pellizcarme u hostiarme para comprobar que todo aquello no era un sueño. Bueno, y si lo era, ¿qué más daba?

 

Tras admirar unas torneadas piernas de piel brillante por la transpiración, comencé a ver la curva inferior de aquella barriga tan redondita. Poco a poco, aquella piel, tensa como el cuero de un tambor, fue mostrándoseme en toda su plenitud. ¡Joder!, mi polla se acababa de poner más dura aún.

 

Mi bellísima desconocida hizo una pausa para que admirara su tripa antes de mostrar sus dos impresionantes tetas. Alargué mi mano izquierda, la que no estaba sobre mi rabo, para intentar tocar aquella impresionante barriga. Una mirada enérgica y una negación con la barbilla lograron que retirara la mano a toda velocidad.

 

--Pe… perdón… es preciosa….

 

Ella sonrió y continuó alzando el vestidito. La pancita inferior de sus tetas quedó al aire. Tuve que detener el movimiento de mi mano para no correrme antes de tiempo. Ya me había pasado una vez y no quería repetir el bochorno.

 

El vestido se detuvo unos segundos mostrando el comienzo de las areolas; oscuras, rugosas, invitaban a desear ver más allá. Mi amiguito cabeceó confirmándome que él también deseaba ver aquellos pezones que se intuían gigantes. Y por fin llegó el momento.

 

Más que como garbanzos casi parecían alubias. Eran enormes y estaban durísimos. Me apuntaban directamente como si me invitaran a probarlos, cosa que sabía que no iba a pasar. No me percaté de cuándo se quitó completamente el vestido y de cuándo tomó aquellas tetazas entre sus manos mostrándomelas orgullosa.

 

-O-

 

Sentirme completamente desnuda salvo mis sandalias y ver aquellos desorbitados ojos, lograron hacerme sentir la mujer más sensual de la tierra. Deseaba que me tocase aquel muchacho, pero no podía permitirme llegar tan lejos. Sostuve mis tetas entre mis manos y las mostré en su plenitud. ¡Dios!, me dolían los pezones de lo duros y sensibles que los tenía.

 

El payaso volvió a amagar con estirar el brazo hacia mi tripa y un escalofrío recorrió mi espalda. Sabía que no debía, que aquel derecho era de mi marido, pero… deseaba tanto que me acariciara mi vientre…

 

Tomé su mano con la mía y la acerqué hasta posarla con delicadeza sobre mi ombligo. Nada más liberarla, comenzó a moverse lentamente por toda la superficie de mi barriga. Estaba al borde del orgasmo y sin pensármelo dos veces, llevé mi mano libre a mi vulva la cual en aquel momento estaba abierta como una flor.

 

Me penetré con dos dedos mientras presionaba mi clítoris con la palma de la mano. Mi otra mano no debería estar tironeando de aquel modo de mis sensibles pezones, luego me dolerían toda la tarde, pero el descontrol también le había afectado y la mezcla de dolor y placer me estaba llevando a una corrida monumental.

 

La mano del payaso ascendió hasta aferrar el pezón que quedaba libre. No tardó en tener los dedos tan empapados de leche amarillenta como los tenía yo.

 

La otra mano, la que agarraba su polla, se había detenido, imaginé que intentando aguantar algo más que la otra vez. Aún así, aún sin movimiento alguno, la cabeza púrpura comenzó a escupir trallazos de semen que por mi proximidad cayeron sobre mi vientre.   

 

Aquello no hizo más que incrementar mi lívido. Solté mi teta y utilicé la mano para extender la lefa por toda mi barriga. La leche amarillenta de mis pechos y la blanquecina de los huevos de mi payasete se mezclaba sobre mi piel llevándome al borde de un abismo.

 

Comencé a penetrarme con mucho más brío del que había utilizado hasta aquel momento. A medida que me clavaba los dedos en las entrañas, el picor en mi ojete comenzaba a aumentar. Siempre me pasaba igual, al excitarme, aquel ligero escozor comenzaba a importunar.

 

No tenía la pomada milagrosa ni los hábiles dedos de mi marido, pero necesitaba atenciones allí atrás. Desnuda como estaba, cubierta de sudor, lefa y calostro y jadeando como una guarra, poca dignidad me quedaba por perder. Dándome la vuelta, apoyé en la puerta la mano que había extendido por mi tripa todo tipo de fluidos y comencé a agacharme. Él pareció entender la invitación y comenzó a amasarme el culo.

 

--Por… porfa… por favor… cómeme el ojete.

 

Tardó unos segundos en reaccionar pero enseguida sentí cómo una cálida humedad hacía que se marchasen todos los picores logrando que la excitación se redoblase.

 

Reanudé con energía la impresionante paja que me estaba haciendo. Desde mi posición, veía cómo mis enormes tetas se balanceaban. Estaba hecha una auténtica puerca y me encantaba. Aquella lengua estaba haciendo maravillas en mi anillito. Saqué los dedos de mi empapado coño y los atrasé hasta toparme con la lengua del payaso. La sensación de sentir su humedad y luego tocar mi propio esfínter me puso a mil.

 

Mi propio dedo ayudó a masajear la zona mientras él continuaba dando profundos lametones. Con la yema iba presionando en lugares estratégicos que lograban que un cosquilleo agradable me recorriera desde el culo hasta la espalda. La lengua se retiró y yo aproveché para ir más allá en mis investigaciones. Introduje el dedo hasta la primera falange en mi culo y la sensación fue maravillosa. No sentía el más mínimo escozor y una sensación muy excitante me impulsaba a comenzar a moverlo. Hice caso a aquella insistente voz y fui follándome el culo muy despacito.

 

Una mano, que no tenía necesidad de preguntar a quién pertenecía, acarició mi vientre y mis tetas colgantes. Mi excitación aumentaba y aumentaba sin descanso. Mi dedo ya se movía mucho más rápido adentro y afuera de mi culito.

 

-O-

 

Aquella visión de mi embarazadita follándose el culo me puso palote otra vez. Fue comenzar a sobarle la barriga y las tetas, que como las de una vaquita se bamboleaban adelante y atrás, para que la erección fuera la más dura que había tenido nunca.

 

Me la agarré con la otra mano e inicié una lenta paja. Acariciar aquella tersa piel cubierta de semen y leche y ver cómo aquel dedo desaparecía dentro del ano, me estaban poniendo fatal y era capaz de cualquier locura.

 

Si lo hubiera meditado, no me habría atrevido en la vida, pero en aquella situación, también mis hormonas habían tomado el control. A medida que mi mano descendía por su vientre hacia su almejita, mi rabo se iba acercando cada vez más a su culo. Ambos contactos fueron simultáneos; mis dedos se apoderaron del clítoris y mi capullo golpeó con el entreabierto esfínter.

 

Con mi mano libre, aparté su dedo y empujé hasta que la cabeza de mi polla comenzó a adentrarse.

 

--Para… para…

 

Pero no paré. Si realmente hubiera querido que parase, se habría incorporado o se habría movido hacia adelante.

 

-O-

 

Al principio sentí más sorpresa que dolor. Había leído que era molesto pero lo cierto era que había sido más suave de lo que imaginaba. Llevé mano de nuevo hasta mi culo y toqué el trozo de polla que quedaba fuera y cómo se adentraba abriendo mi esfínter. Me excitó tocar cómo aquella polla, de nuevo durísima, taladraba mi culo de aquella manera. Desde luego que también ayudaba a la lascivia la paja que me estaba haciendo el payaso con la mano.

 

Sin saber muy bien por qué, tuve deseos de que toda aquella polla estuviera dentro de mis entrañas. Relajé el anillo todo lo que pude y comencé a empujar. Era también una cuestión de orgullo; sería yo quien me follase con su polla y no él quien me follara el culo. Fui sintiendo cómo cada vez más carne dura se adentraba en mi recto. Con la mano palpaba cuánta polla quedaba por entrar lo cual me encendía muchísimo.

 

Finalmente, mis dedos tan solo pudieron tocar los huevos que se aplastaban contra mi perineo. ¡Estaba toda la polla en mi culo!, una especie de euforia y excitación me invadió llevándome al orgasmo más salvaje que había tenido hasta aquel momento. A mis gemidos se sumaron los profundos suspiros que daba el payaso. Él también se estaba corriendo como todo un campeón, bendita juventud.

 

Cuando sentí el primer trallazo de leche dentro de mi intestino comencé a volverme loca. Me follé el culo como si estuviera poseída. Me adelantaba hasta que más de media polla estaba fuera y luego volvía a empujar con todas mis fuerzas hasta que la verga me llenaba el culo por completo. El picorcillo que se había transformado en gustito, era en aquellos momentos un ardor insoportable, pero un ardor del que, inexplicablemente, quería más y más.

 

La polla fue menguando hasta que por fin se salió con un sonido sordo. Él no había cesado de masturbarme con la mano y yo estaba a punto de caramelo para un segundo orgasmo. Sin pensármelo demasiado, busqué mi ano con los dedos y dos de ellos penetraron con facilidad llevándome a otra explosión, una muy diferente pero tan placentera como la anterior. Las sensaciones y escalofríos que recorrieron mi cuerpo nacían de lo más profundo de mis entrañas como si estas tuvieran vida propia y se estuvieran contrayendo y expandiendo todo ello al mismo tiempo.

 

No tuve mucho tiempo de disfrutar del orgasmo, pues unas incontenibles ganas de hacer pipí hicieron que apartara a manotazos al payaso para poderme sentar en la taza.

 

¡Dios!, tras los dos orgasmos, aquel placer casi se les comparaba. ¡Qué a gusto se queda una!

 

Aquel insensato se acercaba peligrosamente al hueco que quedaba entre el aro del inodoro y mi entrepierna. ¿Qué pensaba hacer el muy cochino? Con una toallita en la mano aguardó a que saliera la última gotita y me aseó con adoración. Luego, con más toallitas, me refrescó el rostro y me limpió la tripa y los pechos.

 

Al final había sido yo la mimada como una niña pequeña.

 

-O-

 

Estábamos los dos frente al espejo del aseo dándonos los últimos retoques cuando de pronto se abrió la puerta. Mi preñadita, dando muestras de mucha agilidad mental, tomó mi cara entre sus manos y aparentó mirar algo con detenimiento.

 

--¡Por fin te encontramos! –gritó una treintañera menos agraciada que mi ángel.

 

--Está perfecta –dijo ella antes de girarse y responder a la recién llegada--. ¡Uf!, lo que ha costado que se le cortara el derrame, era un no parar de fluir.

 

--Pobrecito, con razón tampoco aparecía él.

 

--Es que tengo mucha facilidad para que me fluya cuando me pongo nervioso.

 

--Debe de ser, porque hasta tres veces se le ha salido. Se paraba y enseguida volvía a correr la sangre.

 

--¿Pero estás bien ahora?

 

--Mejor que nunca, señora.

 

-O-

 

Mi amiga Carmen no hizo más preguntas y pareció convencida con las excusas que le ofrecimos.

 

El payaso actuó de maravilla. Parecía irradiar una felicidad que se contagiaba a los niños. Yo, por mi parte, me debatía entre el sentimiento de culpa y las fuertes sensaciones experimentadas. Lo más curioso de todo, es que deseaba ver a mi marido con todas mis ganas. Tal vez había actuado como una insensata, tal vez fuera un putón que no se merecía la pareja que tenía, pero lo cierto es que en aquel momento le quería más que nunca. Eso sí, debería demostrarle que su gordi no era de porcelana.

 

--¿Te molesta el trasero? –preguntó Piluca a mi oído en un tenue susurro. Ella también estaba embarazada y solíamos sentarnos juntas.

 

--Un poco –respondí yo.

 

--Uf, yo lo tengo destrozadito.

 

--Pues ni te cuento cómo lo tengo yo.

 

Querido lector, acabas de leer el sexto relato del XXIV Ejercicio de autores, nos gustaría que te tomaras un tiempo para valorarlo y comentar qué te ha parecido y, si quieres, adivinar el nombre de su autor.

Mas de EJERCICIO

La asombrosa historia de la Thermo mix

La verdadera historia del Inquisidor Ortuño

Vengándome de Sara

He visto el futuro

La tormenta

El Monasterio del Tiempo

La cuenta atrás

Bucle

Ejercicio XIXX: Cambio de fecha.

Ejercicio XXIX: Viajes en el tiempo

Ejercicio XXIX

Redención

Los pecados capitales de una madre

Manos

El poder de Natacha

El toro por los cuernos

El hombre que me excita

Valentina

Pulsión maternal

XXVIII Ejercicio: Los siete pecados capitales

La hormiga

Masturbación fugaz

Las musas (¡y su puta madre!)

Asmodeo

Querido Carlos...

En la oscuridad

La maldición

El desquite de Érica

Eva Marina

La viuda

Noche de copas

La despedida

La llamada

Cine de madrugada

La pareja de moda

Testigo 85-C

Diez minutos

Las tetas de Tatiana

Por el cuello o por los cojones

Fisioterapeuta

Guapo, rico y tengo un pollón

Inmóvil

¡Siéntate bien!

La obsesión de Diana

El Cuerpo

Descenso

Mía (Ejercicio)

Serrvirr de ejemplo

La espera

Despatarrada

Primera infidelidad

Caricias

Mi amante, Pascual

Sexogenaria

La heteroxesual confundida.

La ira viste de cuero

Homenaje

Indefensa

Reencuentro

XXVII Ejercicio: relación de relatos

XXVII Ejercicio de Autores: microrrelatos

El principio del fin

Como Cristiano Ronaldo

Supercalientes

Paso del noroeste

Pérdida personal

Naufraghost

Marinos y caballeros

La manzana, fruta de pasiones y venganzas

El naufragio del Te Erre

En un mundo salvaje

La última travesía del “Tsimtsum

Sentinelî

Me llamaban Viernes.

Naufragio del Trintia: Selena y Philip

La isla

El huracán Francine

Fin

La sirena del Báltico

Nunca Jamás

El Último Vuelo del Electra

Relatos XXVI Ejercicio

Naufragios: Namori se está ahogando

Naufragios: amantes en potencia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga

Homenaje a todos

XXVI Ejercicio de Autores

Final del Ejercicio XXV

Sus ojos

Vecinos de dúplex en la costa

Pauline o la lascivia del poder

¡No hay huevos!

La hermana mayor que todos compartimos

Ana y la pausa de los anuncios

Moonlight

Guerrera en celo

Aburridas

El canalla

Y todo por una apuesta

Un gol por la escuadra

Dos primos muy primos

Mi hija apuesta por nuestro futuro

La puerta oscura del transexual

Relación de relatos del Ejercicio XXV

Ejercicio XXV

Final del ejercicio XXIV

El fin del racionamiento

Amores eternos

La clínica

Halley

La mujer más guapa del mundo

Cuatro años y un día

El hombre de mi vida

Algo muy especial.

Marcha atrás

El friki

Justicia o venganza

Noche de cuernos

Velocidad de escape

Mi adorable desconocida

Accidente a plena luz

Relación del relatos del XXIV Ejercicio de Autores

XXIV Ejercicio de Autores

Votación temas XXIV Ejercicio de Autores

Convocatoria ejercicio XXIV

Final del XXIII Ejercicio

El holandés errante

El Pirata

El torero

En el cielo

Campanilla y el sexo

Ser Paco Payne

Príncipe azul

Silvia salió del armario

Cambio

Mátame suavemente

Un divertido juego

Tres palabras

El semen del padre

Salvajes

Día de la marmota

Los tres Eduardos

Sheena es una punker

El legendario guerrillero de Simauria

El converso y la mujer adúltera

Órdago a todo

La bicicleta

Janies got a gun

Difurciada

Relación de relatos del XXIII Ejercicio

XXIII Ejercicio de autores de Todorelatos

Votación de las propuestas para el XXIII Ejercicio

Convocatoria del XXIII Ejercicio de Autores

La historia del monaguillo o el final del XXII

La reducción

Es palabra de Dios

Tren de medianoche

Hermana mayor

Una historia inmoral

Venceremos... venceremos... algún día

El vicario

Cielo e infierno

Reencuentros en la tercera fase

La Señora Eulalia

La pregunta

Juguetes rotos

Génesis 1,27

La entrevista

La mafia de los mantos blancos

Las cosas no son tan simples

XXII Ejercicio: lista de relatos

XXII Ejercicio de Autores de TodoRelatos

Votación de las propuestas para el XXII Ejercicio

Convocatoria del XXII Ejercicio de autores

Avance del XXII Ejercicio

Resultado del XXI Ejercicio de Autores

Con su blanca palidez

Adios mundo cruel

Tribal

Mi sueño del Fin del Mundo

El Pianista Virtuoso

A ciegas

La Ceremonia

Blanca del Segundo Origen

Hotel California

El tren del fin del mundo

100 años después

El fin del mundo. La tormenta solar perfecta.

Un último deseo

El convite

Demiurgo

Diario

Relacion relatos XXI Ejercicio

El Gato de Chesire

XXI Ejercicio de Autores

Votaciones para el XXI Ejercicio de Autores

Propuesta de ideas para el XXI Ejercicio Autores

Revisión de las normas

Gracias por participar del XX Ejercicio de Autores

Aprender a contracorriente [gatacolorada]

Vida estropeada [Estela Plateada]

En las crisis ganan los banqueros[ana del alba 20]

El rescate de Benilde [voralamar]

Se alquila habitación [Ginés Linares]

Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

El Préstamo [Lydia]

Liberar tensiones [Bubu]

Parásito [SideShift]

El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Noche mágica

Pínchame, amor (Segunda parte)

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La prueba

La mejor noche de un actor porno

Ivette, mi princesa árabe

Paparazzi

Pasión y lujuria en la Barceloneta

El montoncillo y la gata

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Play. Un Típico Sobi.

Apetecible. Paul Sheldon.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Dios, el puto y la monja

Pesadilla 2

Ella

Mi recuerdo

Remembranzas

Nada es completo

Pesadilla (1)

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

La sonrisa

Hastío

La madre de Nadia Lerma

Duelo de titanes

Tu camino

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

Ángeles y demonios

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

He encontrado tu foto en Internet

Memorias de un sanitario

Sexo, anillos y marihuana

Sex-appeal

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Mi dulce mascota

Promethea

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

Pecado

El caminante

Maldito destino

Decisión mortal

Yo te vi morir

Madre

Angelo da morte

Pecado y redención

Azul intenso

Cuando suena el timbre

Mátame

El último beso

El purificador

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Fábula de la viuda negra

Hospital

Seven years

Por una buena causa

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Días de sangre y de swing

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Relatos Históricos: Al-Andalus

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Lengua bífida - por Alesandra

Trescientas palabras - por Trazada30

Hay que compartir - por Espir4l

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Celos - por Scherezade

Diez minutos - por Sasha

La sopa - por Solharis

Una noche de primavera - por Dani

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Recuerdos - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Obediencia - por Némesis30

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Despertar - por Espir4l

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

45 segundos a euro - por Alesandra

16 añitos - por Locutus

La ciclista - por Genio

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

Los pequeños detalles - por Némesis30

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga