Empuñas el arma con firmeza, le estas apuntando al corazón. Él sostiene tu mirada y te dice:
Vamos, mátame Eva, eso es lo que quieres, ¿no?. Dispara de una puta vez. Te desafía.
Pero no puedes, a pesar de todo el dolor que él te ha causado, no puedes, porque en el fondo tú le amas.
Vamos, dispara ya. Vuelve a instarte.
Pero tú no puedes hacerlo, jamás podrás hacerlo. Le amas demasiado para cometer ese crimen. Y aunque sus palabras sean como puñales clavándose en tu corazón, causándote el mayor de los dolores, no puedes. Le amas, darías tu vida por él, ¿Cómo vas a matarle?. Tus ojos se cruzan con los suyos y una suplica brilla en ellos. Tragas saliva sin dejar de apuntarle. Tratas de pensar: si lo haces, te dolerá más que cualquiera de sus dardos envenenados, esos que te lanza con ese odio que parece que haya en sus ojos. Suspiras y sigues pensando: "¿Qué debo hacer? Si disparo todo habrá terminado, pero también mi vida habrá terminado y sin él no podría seguir viviendo. Si no lo hago, él seguirá dañándome, matándome poco a poco con sus desprecios y sus palabras, sus palizas, sus..."
¡Vamos, maldita mujer, hazlo ya, tienes que hacerlo!.
Y entonces te derrumbas, caes al suelo de rodillas, sueltas el arma sobre las frías baldosas. Las lágrimas empiezan a caer por tus mejillas y el miedo te invade por completo. Él se acerca, coge la pistola y la lanza lejos de vosotros. Se agacha a tu lado, te abraza. Y con voz suave te susurra.
Tranquila, amor, tranquila. No pasa nada.
La enfermedad lo ha demacrado demasiado y aquella belleza que antes cubría su rostro, ahora está cubierta de pupas y llagas.
Estáis solos, la "Gran catástrofe" como muchos la llamaron, se ha llevado a vuestros seres más queridos y todos aquellos que os rodeaban. Sólo quedáis él y tú.
La enfermedad es la que ha hecho que su carácter se haya agriado, y él sabe que es un suplicio para ti aguantarle, por eso: "la idea, esa idea". Quería morir antes de que llegara el fatídico momento, ese en que su carácter te mostrará lo peor de él y en que su cuerpo ya no responderá a los estímulos y.... Sabes lo terrible que será ese final, pero no puedes hacerlo, aunque sepas que con eso vas a remediarte muchos dolores de cabeza. Le amas y ese amor hace que aguantes todo lo que hay de malo en él y en esa enfermedad.
Con frecuencia maldices el momento en que por la tele empezaron a hablar de ese virus que nadie sabía de donde había salido, pero que actuaba sobre el metabolismo de las personas, convirtiéndolas en gente violenta y sin sentimientos, y destruyendo las defensas poco a poco hasta que morían.
De repente un destello de luz, brilla de nuevo la idea en el fondo de tu cabeza y corres hacía donde se ha quedado el arma apartada. La empuñas otra vez, apuntas hacía él y vacías el cargador entre lágrimas. Cae al suelo ensangrentado. Diriges el arma hacía tu sien. Disparas.
Todo se vuelve negro. Llega el final. Sientes como tu cuerpo se eleva, y allá bajo, estáis tú y él, los dos yaciendo en el suelo. Pero él también está a tu lado.
Vamos, amor, esto ha terminado.
Ha terminado. Por fin seréis libres y felices en un nuevo mundo.
Erotikakarenc (del grupo de autores de TR y autora TR de TR).