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Relatos Históricos: 1968

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2 de octubre de 2005. Adolfo y su abuelo caminan de regreso a casa. El segundo, argumentando que no se encuentran tan lejos de su objetivo y que el tráfico está muy "pesado", ha decidido no tomar el autobús. El primero se molesta ante tal decisión y reclama a todo pulmón que seguramente se perderá el primer tiempo de la final del campeonato juvenil de fútbol, partido del cual, según sus pronósticos y ganándole a su similar de Brasil por "goliza", la selección mexicana saldrá vencedora.

¿Cómo que no vamos a tomar el camión, abuelo? Si nos vamos caminando, no vamos a llegar a tiempo para ver el partido. – Grita el chamaco.

El partido, ¡por lo que se preocupan los jovencitos de hoy¡ - Exclama el abuelo, entre burla y decepción.

No me digas que tú no lo quieres ver. – Continúa el escuincle con sus gritos.

Pues no. Aunque te sorprenda, no me interesa verlo. – Dice convencido el cincuentón.

Pues si a ti no te interesa, a mí sí. Voy a tomar el micro porque quiero llegar antes de que empiece. – Asegura Adolfo, deteniéndose en la parada de autobuses.

¿Estás seguro que no quieres irte caminando? – Pregunta su abuelo.

Sí, estoy seguro. – Responde el niño.

Está bien. Si eso es lo que quieres, no te voy a detener – dice el señor, ante la incredulidad de su nieto –. Yo tenía pensado llegar a la tienda de comics, pero supongo que no te interesa.

¿A la tienda de comics? – Cuestiona el adolescente, renovando la caminata.

Sí, a la tienda de comics. – Ratifica el padre de su progenitor.

Sabes, creo que por está calle no pasa ninguna ruta que me lleve a la casa. – Miente el chamaco.

¿A no? – Finge demencia el suegro de su madre.

No, ninguna. Creo que será mejor que me vaya contigo, caminando. – Dice el puberto, emparejando a su abuelo.

Luego de escuchar la palabra comics, Adolfo se olvida del encuentro de fútbol y continúa caminando rumbo a casa, al lado de su abuelo. Junto con las calles que van dejando atrás, se va yendo la molestia del rostro del adolescente. Ya no hay gritos ni reclamos. Por el contrario, en la cabeza del escuincle va tomando forma una pregunta, un interés hasta entonces desconocido por saber el significado de esa marcha a la que acaba de asistir y a la que ha asistido desde hace un par de años.

¿Por qué fuimos a esa marcha? ¿Qué se celebra el 2 de octubre? – Cuestiona el niño.

¿En verdad quieres saberlo? – Pregunta el cincuentón, sorprendido por el repentino interés de su nieto.

Sí – contesta el chamaco –. Desde hace dos años te acompaño y no sé para qué vamos. Me gustaría saberlo.

Creí que nunca lo preguntarías, pero me alegra que lo hayas hecho, que en verdad quieras saberlo. La marcha del 2 de octubre es mucho más que un desfile o una manifestación. Muchos, como tú, acuden simplemente por acompañar a algún conocido. Otros van por costumbre, para sentirse superiores en algún aspecto o nada más porque sí. Pero ni la costumbre, ni ninguna otra de esas razones banales por las que muchos marchan, son el verdadero motivo por el que gente como yo lo hacemos. Ése es mucho más importante, mucho más profundo, tanto que está clavado en nuestros corazones como un puñal, como una bala, como un ideal. No puedo decirte lo que para mí significa el salir a la calle cada 2 de octubre, las palabras no me bastarían. Lo que sí puedo hacer, es contarte el origen de todo, el porque de éstas marchas. Ya sacarás tú tus propias conclusiones. – Dice el abuelo, comenzando con su relato.

"Los historiadores nunca se han puesto de acuerdo en cuándo se originaron los movimientos estudiantiles del 68, pero yo creo que todo comenzó en los años de la Revolución. Al igual que en países como la ex Unión Soviética, la fuerza, el autoritarismo y la represión fueron los principales recursos que utilizó el Gobierno para sacar adelante el país, luego de años difíciles y de tantas pérdidas. La estrategia fue relativamente exitosa, y digo relativamente, porque sí bien el país tuvo un gran avance económico, extraordinario entre las naciones subdesarrolladas, también se produjo una marcada marginación social que nada tenía que ver con los ideales de la Revolución, además de un ambiente de suma tensión en el que la gente se sentía reprimida por sus gobernantes, un ambiente de descontento que se fue agudizando por el paso de los años y la insistencia por parte de los hombres en el poder de mantener las cadenas. En México vivíamos en una especia de cuento de hadas donde todo era paz, felicidad y progreso. Claro está que toda esa perfección y estabilidad era una simple portada, una que paulatinamente, como los libros ante la inclemencia del tiempo, se fue deteriorando hasta desaparecer por completo y abrirnos los ojos a la realidad. Fue entonces que empezó todo: cuando la gente tomó conciencia de la situación en que vivía y le nació el deseo por cambiarla, por mejorarla.

Los estudiantes no fuimos los primeros que protestamos en contra del autoritarismo del gobierno mexicano, ya antes del 68 se habían levantado varios grupos: los ferrocarrileros en el 58, los campesinos en el 62 y los médicos en el 64, pero todos fueron acallados a base de la fuerza. Hubo varios asesinatos, como por ejemplo los de Rubén Jaramillo, líder del movimiento campesino, y su esposa, con los que el Estado buscó reprimir la iniciativa del pueblo de exigir una vida mejor, una vida con verdadera libertad y oportunidades de desarrollo, asesinatos que en un principio les parecieron habían dado resultado, pero que en realidad incrementaron la inconformidad de la gente y sirvieron como cimientos para el movimiento estudiantil, que fue, sin duda, el más trascendental de todos.

Las cosas no empezaron aquel 2 de octubre, las manifestaciones se venían dando desde meses atrás, alrededor de julio. Tampoco los universitarios estuvimos unidos desde un principio, ni nuestra forma de exigirle cambios al Gobierno fue siempre pacífica. Las protestas iniciaron como enfrentamientos entre escuelas, trifulcas entre grupos de diferentes instituciones que, a pesar de que buscábamos lo mismo, peleábamos las unas contra las otras. Irónicamente, fue el Estado, a través de la policía, el que nos unió. Mediante la fuerza bruta, los cuerpos policiales primero y el Ejército después, "calmaron" todas las revueltas. Ahí comenzamos a darnos cuenta de que no ganábamos nada peleando entre nosotros. Luego los militares tomaron las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional, y nosotros terminamos de convencernos de que el verdadero enemigo era el Gobierno, de que contra quien debíamos luchar era el Estado, y así: decididos y sin usar armas, lo hicimos.

Las semanas siguientes, ante la hipocresía del presidente Díaz Ordaz, al decir que le extendía la mano a quien quisiera tomarla, se creó el Consejo Nacional de Huelga y realizamos varias marchas hacia la plaza del Zócalo, el corazón de la Ciudad de México, como apoyo a nuestras exigencias: la liberación de los estudiantes presos en los enfrentamientos anteriores, la libertad de expresión, la oportunidad de desarrollo, el despido del jefe de la policía y el cambio en los artículos del Código Penal que le daban al Gobierno la autoridad para hacer detenciones sin ton ni son. Tal vez la más importante de dichas marchas, y la que terminó de convencer a los gobernantes de que éramos una amenaza que tenía que ser detenida a cualquier costo, fue la "manifestación silenciosa", un hecho sin precedentes en el que más de 400,000 personas caminamos por las calles de la ciudad con un mismo fin: el de ser escuchados.

Pero el Gobierno no escuchó y las cosas empeoraron. En septiembre, el Ejército entró en las instalaciones de Ciudad Universitaria, cede de la máxima casa de estudios del país: la Universidad Nacional Autónoma de México. Ahí permaneció por varios días, hasta retirarse el treinta del mismo mes. Durante ese periodo de sitio, nuestro rector presentó su renuncia como signo de protesta para después retirarla en una señal que, equívocamente, los medios tomaron como el final del conflicto.

Así empezó el mes de octubre y así llegó el día dos, fecha en la que alrededor de 15,000 estudiantes marchamos con rumbo a la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Llevábamos claveles rojos, como presagiando lo que ahí ocurriría. Caminábamos en paz, en busca de la democracia y con nuestros ideales como única arma. Caminábamos hacia el punto de encuentro sin saber que muchos ya no regresarían, sin saber que muchos, ahí: cercados por las fuerzas armadas y en medio de un griterío, entre la confusión y el terror, perecerían.

Las horas fueron pasando y gran parte de los estudiantes se fueron marchando. Dieron las seis de la tarde y, desde un balcón del Edificio Chihuahua, uno de los líderes del movimiento, acompañado de otros estudiantes y algunos periodistas, se dirigía a nosotros a través de un altavoz. En el cielo estallaron las bengalas que les dieron la señal de entrada a la Plaza a varias tropas enviadas por el Gobierno para desalojar pacíficamente a los manifestantes. Entre dichas tropas se encontraban el Primer Batallón de Fusileros Paracaidistas, cuyo general era Hernández Toledo, el Segundo Escuadrón Blindado de Reconocimiento y el Primer Batallón de Infantería de las Guardias Presidenciales. Lo que ni ellos, con la orden de no abrir fuego a menos de tener cinco bajas, ni nosotros, reunidos sin la intención de iniciar una pelea, sabíamos, era que entre la multitud no sólo nos encontrábamos estudiantes, familiares y simpatizantes, sino también militares vestidos de civiles con la misión de causar esas cinco bajas que dieran comienzo a los disparos por parte de las fuerzas armadas que rodeaban la Plaza.

Dichos militares pertenecían al Batallón Olimpia, portaban un pañuelo o un guante blanco como contraseña, y no dudaron en cumplir sus órdenes. El primero al que hirieron fue al general Hernández Toledo. De ahí se siguieron contra los demás integrantes del batallón y contra los estudiantes, dando principio al ataque de las tropas que cercaban la Plaza y, como consecuencia, a la muerte de cientos de personas que lo único que buscaban, que lo único que demandaban, eran ser escuchados y obtener respuestas a sus peticiones.

Los que estábamos en las calles corrimos intentando salvar nuestras vidas, algunos lo conseguimos, otros no, pero aquellos que se encontraban dentro del Edificio Chihuahua, ni siquiera tuvieron la oportunidad de escapar, las tropas enviadas por el gobierno los atraparon en las instalaciones y o los asesinaron, o los tomaron presos. Las construcciones cercanas también fueron saqueadas para asegurarse que nadie escapara. Los militares y la policía entraron a la fuerza en toda aquella casa que consideraban sospechosa de ocultar a algún estudiante, hubiera éste o no, participado en el encuentro en Tres Culturas, y mataron a quienes se les antojó, incrementando la cifra de muertos con gente que poco o nada tenía que ver, como niños o ancianos, con gente que, a diferencia de mí, no tuvo la fortuna de esconderse en un depósito de basura.

Al día siguiente, muchos medios de comunicación ni siquiera hablaron del tema, y aquellos que lo hicieron, justificaron de alguna u otra forma la violencia extrema que había utilizado el Gobierno para reprimirnos. Las Olimpiadas llegaron y los hechos pronto fueron olvidados, al menos por las personas en el poder. El presidente Díaz Ordaz declararía después que estaba orgulloso de lo que se había hecho en el 68, pues con ello se había salvado al país de una supuesta amenaza comunista por parte de la Unión Soviética y Cuba, según sus nervios, la verdadera razón por la que el movimiento estudiantil había dado inicio.

Es cierto que ese año se dieron muchos movimientos similares en varias ciudades del mundo, como Chicago, París, Praga y Roma, y que desde hacía algunos años el ambiente mundial era propicio para el surgimiento de revueltas, pero ese no fue el motivo por el que nació la nuestra, sino el yugo bajo el que nos tenía el Gobierno, la necesidad de ser libres, la exigencia de mejores oportunidades y el derecho de decidir nuestro futuro y el de nuestro país.

Tal vez, ese 2 de octubre de 1968, pudieron matar a 325 personas, según la cifra más confiable que dio el diario inglés "The Guardian", pero no a la esperanza, no a nuestros ideales. Esa fatídica tarde fue el comienzo del final de un Gobierno autoritario y todo poderoso que caería el 2 de julio de 2000, con la elección de Vicente Fox como presidente. Que si en lugar de mejorar empeoramos, que éste Gobierno no es muy diferente al anterior, que la democracia no es lo que esperábamos. Puede ser cierto, pero al menos ahora lo sabemos. Podemos estar mal, pero al menos nosotros lo hemos elegido así. Es verdad que falta mucho, pero el primer paso ya se ha dado, y esos, para algunos insignificantes, avances, no hubieran sido posibles sin lo sucedido hace ya treinta y siete años, sin aquellas muertes.

Es por eso que año con año, cada 2 de octubre, las personas que sufrimos todo aquello, las que lo han vivido por boca de otros, las que conocemos la historia y las que no, marchamos recordando aquel día, recordando a aquellas gentes que dieron su vida para forjar el país que ahora somos: un México no perfecto, pero sí mejor. Un México donde la voz del pueblo ya no puede ser callada. Un México de gente comprometida con su destino, de gente con consciencia política y social que exige no se le nieguen sus derechos y cumple sus obligaciones. Un México que vive en una democracia que aunque aún incipiente, no deja de ser democracia, no deja de ser mejor que estar sometido a las órdenes todopoderosas del Estado. Por eso es que marchamos, por eso es que has venido conmigo los últimos dos años".

El relato del abuelo termina y ambos, él y Adolfo, llegan finalmente a casa, sin haber pasado por la tienda de comics como habían acordado; el chamaco se había metido tanto en la historia, que se le había olvidado. Entran a la finca y justo cuando el cincuentón pretendía reanudar la plática, para decirle a su nieto algunas cosas que había omitido, éste enciende el televisor y, nada más de ver a los verdes venciendo a los amarillos, echa de su mente todo interés por los sucesos del 68.

Más tarde, ese mismo día, la selección mexicana se coronó como campeona del mundial juvenil de fútbol y el país obtuvo otro motivo para recordar el 2 de octubre, como si el anterior fuera menos importante, como si el anterior fuera motivo de vergüenza. Y no es que no lo fuese, sin duda la forma en que actuó el Gobierno fue más que vergonzosa, pero aquel día va más allá de eso, su trascendencia no radica en aquellas muertes.

Ya La Comisión de la Verdad, primer intento por investigar y castigar a los culpables de los lamentables hechos, fracasó, La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado demostró su ineptitud y, hace unos cuantos días, La Suprema Corte de Justicia enterró el caso, acabando con las pocas posibilidades que teníamos de saber la verdad, tomando en cuenta lo relativo de la palabra. Sólo espero que nosotros no hagamos lo mismo, que no nos olvidemos de lo que en verdad significa esa fecha. Y no hablo de marchar por las calles derramando lágrimas por los caídos, sino de actuar día con día para que nuestro país sea un lugar mejor, para que México no retroceda en lugar de avanzar, para que el día de mañana, no sean nuestros cadáveres los que tapicen alguna Plaza. No hay mejor forma de honrar a los muertos, que cumpliendo sus sueños.

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Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

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Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

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El suicidio del Samurai

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M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Pínchame, amor (Segunda parte)

Noche mágica

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

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Trovadores de la noche

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Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

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Pasión y lujuria en la Barceloneta

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Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

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XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Apetecible. Paul Sheldon.

Play. Un Típico Sobi.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

Yo quería y no quería

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

Inocente ¿de qué?

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Mi recuerdo

Pesadilla 2

Dios, el puto y la monja

Ella

Pesadilla (1)

Remembranzas

Nada es completo

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

Un momento (3)

Hastío

La sonrisa

Tu camino

Duelo de titanes

La madre de Nadia Lerma

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Ángeles y demonios

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

He encontrado tu foto en Internet

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

Memorias de un sanitario

Sex-appeal

Sexo, anillos y marihuana

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Mi dulce mascota

Promethea

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

El caminante

Pecado

Maldito destino

Decisión mortal

Madre

Yo te vi morir

Angelo da morte

Azul intenso

Pecado y redención

Mátame

Cuando suena el timbre

El último beso

El purificador

Ella quería tener más

Mi instinto básico

Hospital

Fábula de la viuda negra

Por una buena causa

Seven years

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Satanas Death Show

Días de sangre y de swing

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: Al-Andalus

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: En bandeja de plata

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Relatos de Terror: Silencio

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Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

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Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Trópico - por Trazada30

Por un puñado de euros - por Yuste

Lengua bífida - por Alesandra

Obediencia - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Recuerdos - por Némesis30

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Una noche de primavera - por Dani

La sopa - por Solharis

Diez minutos - por Sasha

Celos - por Scherezade

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Hay que compartir - por Espir4l

Trescientas palabras - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

Despertar - por Espir4l

En el coche - por Locutus

La mujer de las pulseras - por Yuste

Los pequeños detalles - por Némesis30

Sola - por Scherezade

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Por el bien común - por Wasabi

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

La ciclista - por Genio

16 añitos - por Locutus

45 segundos a euro - por Alesandra

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga