miprimita.com

Relatos Históricos: Al-Andalus

en Otros Textos

No era gran cosa. En verano, apenas hilillo de agua, en época de lluvias casi río, si bien su estrechez permitía a los críos de una y otra orilla descrismarse a pedradas. En la margen izquierda los olivares, que se extendían hasta la parda mole de la serranía, pertenecían al obispo Migecio. La margen derecha, una inacabable sucesión de choperas y sembrados, era propiedad del conde Didimio, perseguido durante el reinado de Witiza y reivindicado al conseguir Don Rodrigo la corona. Ambos señores eran buenos vecinos. También se llevaban bien sus colonos y esclavos, algunos demasiado bien. Martia y Fluxio, por ejemplo.

Martia recién había cumplido los dieciséis años y no era virgen. Ninguna esclava núbil lo era en las tierras del obispo Migecio que, siendo varón de misa diaria, sabía más de traseros de mujer que de jaculatorias e introitos.

Martia no era virgen, pero su desfloración no le había impactado ni para mal ni para bien. El mismo obispo la confesó todavía en el lecho y la absolvió del pecado de impureza con una mano que olía a sexo y a revolcón. Impuso a la muchacha severa penitencia por haber despertado la lujuria de un dignatario de la iglesia, la despidió y volvió a sus asuntos.

Martia conocía a Fluxio desde siempre. Él era del otro lado del río, un esclavo agrícola del conde Didimio. Martia era lavandera como lo fueron su madre y su abuela que, apresada en una aldea bretona, fue vendida y revendida hasta recalar en la Bética. Cada día, cuando Martia bajaba al río a hacer la colada, buscaba con la mirada a Fluxio. El se acercaba a la orilla, cambiaba unas palabras con la muchacha y volvía al trabajo antes de ganarse unos varazos en el lomo.

Fluxio y Martia no podían saberlo, pero la noche en que se escabulleron de sus respectivos barracones por vez primera y se amaron junto al río, llegaron cuatro navíos a las costas del sur y esa llegada iba a cambiarles el futuro. Las embarcaciones cruzaron y descruzaron el estrecho que separa las tierras de Mauritania de la Bética. Venían repletas de guerreros musulmanes y regresaban a África de vacío para cargar de nuevo. Hasta siete mil hombres pasaron de uno a otro continente en sucesivos desembarcos. Los mandaba Tarik-Aben-Ziyad, lugarteniente del poderoso Muza. Le acompañaba don Julián, el gobernador bizantino de Ceuta, deseoso de sacar provecho, a la menor ocasión, a favor del Imperio Romano de Oriente.

En el mismo instante en que Fluxio amasaba los pechos de Martia con manos callosas, el noble Abdalmalic, de la tribu de Moafir, oficial del ejército musulmán, ordenaba a sus hombres montar el campamento y disponía los turnos de guardia. A la luz de la luna creciente, el peñón, bautizado horas antes como Gebal-Tarik, tapaba medio cielo con su inmensa mole. Él inspiró con fuerza. Las ventanillas de sus narices se dilataron y llenaron sus pulmones de aromas entremezclados de mar y de jazmines. "Alá es grande –pensó- y hoy nos muestra un sendero de gloria."

En el segundo exacto en que Abdalmalic comprobaba si cada hombre de la guardia seguía en su lugar, Martia, la espalda en la hierba de la margen izquierda del río, abrazaba los costados de Fluxio con sus muslos y sacudía la pelvis recibiendo al hombre y encelándole al tiempo, exigiéndole más y más con los rítmicos latidos de su cuerpo. Él se derramó en ella y quedaron abrazados en silencio.

Si Fluxio hubiera sido un hombre libre, si al menos fuera colono y perteneciera a un estamento a medio camino de cualquier sitio, ni libre ni esclavo, se hubiera sentido feliz. Así no. Martia y él no pertenecían al mismo amo y no podían formar una familia. Según las leyes visigodas les estaba prohibido casarse y si tenían hijos habían de dividirlos entre ambos dueños.

Fluxio renegaba de su suerte. Veía a Martia cada noche, incluso cuando la muchacha sangraba entre los muslos, y eso era todo. La vida parecía no correr: El río, los sembrados, los olivos, los chopos, las colinas, la parda serranía…Trabajar de sol a sol, unos latigazos por el más nimio motivo, un mendrugo de pan reseco en verano y quizá florecido en época de lluvias, y con suerte alguna liebre cazada con engaño a hurtadillas del amo. Una vida contada en un instante. Y ¡si fuera una vida! Eran muchas, muchísimas vidas de hombres y mujeres de Hispania, era la vida anquilosada, rutinaria y dolorosa que hacía de la Hispania visigoda un algo sin sentido y sin estímulos.

Tarik-Aben-Ziyad sí se sentía estimulado. Las noches de julio tienen un no sé qué que cosquillea el alma, enerva los sentidos y presenta sencillo lo imposible. Tarik sentía hervir energía en sus venas. Muza-Aben-Nosair, gobernador de África, le había dado instrucciones muy precisas. Demasiado precisas. No debía entrar en combate, sino tantear el terreno, saquear unas cuantas aldeas y retornar a África con las tropas. Él quería más. Mucho más. Obedecer le parecía un crimen. Podía hacerse con Hispania entera. No le habían engañado sus espías. Tampoco los del Imperio Romano de Oriente. Unos pocos –nobles y dignatarios de la Iglesia- lo tenían todo. Los demás –judíos, curiales, colonos y esclavos- malvivían y eran carne de revuelta. Resultaría sencillo ganárselos, y, hecho esto, sería fácil eliminar de un manotazo a los nobles y a los obispos. Se acercó a la puerta del la tienda y miró hacia el norte. Allí estaba Mizar, la perla del Carro. Junto a ella, Alcor. Tarik amaba las estrellas porque jamás titubeaban. Cumplían con su destino con humildad y pulcritud. ¡Ojalá se les parecieran las mujeres!

Se levantó el viento. Era extrañamente fresco. Tarik no pudo reprimir un tiritón. También Martia, a millas de allí, sintió un escalofrío. Y Fluxio. Y el rey Rodrigo. El rey era consciente de que se acercaba el momento de la verdad. No se fiaba de su propio ejército. Ni de sus generales –los hijos de Witiza- ni de sus soldados –los siervos-. Los dados estaban en el aire. Había que frenar a los musulmanes como fuera. Asumiendo riesgos. Jugándosela. Poniendo toda la carne en el asador. Tarik venía acompañado por Julián, el padre de Florinda, la muchacha que se bañaba desnuda en el Tajo sin importarle que la espiara el rey. Y el rey la espió. Y la requebró. Y la forzó cuando ella apretó las rodillas y se negó a escucharle. Una coincidencia con la invasión. Una mujer forzada más no importa a la Historia ni puede cambiarla.

En julio se recoge el trigo. También los ajos y las judías verdes. Es tiempo de trabajo duro en huerta y secano. Llega la trilla. Fluxio terminaba la jornada derrengado. Solo el amor le daba fuerzas para llegar al río. Aquella noche, una como tantas, luego de acariciar el cuerpo cuyas curvas y pliegues sabía de memoria, tras preguntar a Martia si había bebido el cocimiento de hierbas para evitar la preñez, se vació en ella. Cuando iban a separarse, la muchacha hizo el primer comentario sobre los musulmanes.

"Tanto da un amo como otro"- se encogió él de hombros.

Ella había oído aquí y allá cuchicheos, medias palabras, retazos de conversación: Habían llegado guerreros del desierto que destrozaban, quemaban y mataban y el rey estaba reuniendo un ejército.

"Peor que estamos no estaremos, Martia".

Dos semanas después surgió una noticia que se extendió como el fuego. Nadie supo de dónde venía, pero la novedad galopó por trochas, desmontes y senderos. El rey Rodrigo había sido derrotado. Lo que no explicaron los rumores fue el por qué de la derrota. No dijeron que Tarik era todavía mejor político que guerrero y supo sacar provecho de las rencillas de las familias visigodas. No desvelaron el pacto concertado con los hijos de Witiza –que fue el rey anterior a Rodrigo y muerto por éste-, pacto en cuya virtud las alas derecha e izquierda del ejército visigodo dieron media vuelta y abandonaron el campo de batalla nada más comenzó ésta. Rodrigo quedó solo y sus tropas fueron aplastadas.

Tampoco hablaron los rumores de las lágrimas de dicha que derramó Tarik en la hora del triunfo, ni de sus agradecidas oraciones a Alá el Misericordioso. Ahora nada se oponía al avance de sus jinetes. El Islam dominaba el este y el sur del Mediterráneo. Él había abierto la puerta del oeste. ¿Quién sabe si también estaba destinado a expandirse por el norte?

Había desobedecido las órdenes de Muza, pero el éxito borraba la falta. Ya no era tiempo de armas, sino de palabras. Era hora de promesas, de aprovechar el descontento de los judíos, el hambre de los colonos, la inopia de los esclavos, y convertirlos en sus aliados para aislar a los nobles.

Zoilo, el hermano mayor del obispo Migecio, visitó a éste a últimos de julio. Buscaba refugio. Le acompañaban sus colonos y sus esclavos, que nunca habían salido de la heredad en que nacieron y se mostraban desorientados al pisar otra tierra y contemplar un distinto paisaje. Zoilo había salido por piernas de sus posesiones junto al lago de la Janda. Huía de los musulmanes. No hubo fiestas en su honor. Los tiempos no estaban para músicas y bailes. El miedo se mascaba en el aire.

Fue entonces cuando Fluxio decidió escapar. Le costó mucho convencer a Martia para que le acompañara. Era el mejor momento, argumentó él. Los amos tenían la cabeza en otras cosas. No les perseguirían. Era estúpido no aprovechar la oportunidad. Los tiempos revueltos eran buen portillo de huída. Minó la resistencia de la mujer palabra a palabra.

La noche siguiente partieron hacia Lusitania. Iban ligeros de equipaje: agua y pan. Nunca tuvieron nada. Se guiaban por las estrellas. Esquivaron caminos y senderos. Les echaron en falta en sus respectivas heredades al amanecer. Dos esclavos no eran nada y lo eran todo. No podía tolerarse su fuga. Si lo hacían, escaparían otros. Y otros. Y otros más. El conde Didimio y el obispo Migecio decidieron actuar juntos. Se propusieron capturar a los fugados aunque se escondieran en las montañas. Se valdrían de los perros.

Fue sencillo seguir el rastro. Martia y Fluxio no se esforzaron en borrarlo. Los cazadores de hombres –seis en total- tenían que arrear a los caballos para seguir a la jauría que iba acortando distancias con los huidos.

Al caer la tarde del primer día de fuga, Fluxio y Martia oyeron los ladridos de los perros. Apretaron el paso. Cuando la oscuridad les impidió el avance, mal durmieron un par de horas. Reemprendieron camino con el alba. Los ladridos. Otra vez los ladridos, cada instante más próximos.

También Tarik-Aben-Ziyad oyó a los perros. Había salido muy temprano del campamento, acompañado por cuatro escoltas de su guardia personal. Le agradaba cabalgar antes de que el sol de julio cociera la tierra. Disfrutaba del dar de la brisa en el rostro. Saboreaba la sensación de libertad. Llegaron a un regato. Los caballos abrevaron. Solo después de que los caballos saciaran su sed, descabalgaron los musulmanes y bebieron unos sorbos. Entonces oyeron a los perros.

Montaron y aprestaron las armas. Una mujer y un hombre corrían hacia ellos. Les cortaron el paso. La mujer se refugió en los brazos del hombre.

"¿Os persiguen?"- chapurreó en latín.

Fluxio afirmó con un gesto.

"¿Sois esclavos fugados?"

Nueva afirmación.

Esclavos. Como siete de cada diez hispanos. Hombres y mujeres desesperados, sin salida. Tarik entornó los ojos y se encomendó a Alá, porque se apercibía de la importancia del momento. Sí. Eso era. Habló con firmeza:

"Repetid conmigo: No hay más que un solo Dios y Mahoma es el enviado de Dios".

Martia y Fluxio repitieron sus palabras.

"Bien –sonrió Tarik-, ya no sois esclavos. Sois libertos de Alá".

Los cazadores de hombres se detuvieron a unos pasos. Un cazador no es un guerrero. Retuvieron a los perros.

Tarik se dirigió a ellos:

"Nadie toque a esta mujer y a este hombre, ya que no son esclavos sino libertos de Alá, como lo será también cualquier otro siervo que profese la doctrina del Islam".

Aquellas palabras corrieron de boca en boca y llegaron a oído de muchísimos esclavos que muy pronto dejaron de serlo. Tarik-Aben-Ziyad, magnífico guerrero y mejor político, había conseguido, solo con palabras, enterrar la España visigoda y alumbrar Al Andalus para la mayor gloria del Islam.

Loado sea Alá.

Mas de EJERCICIO

La asombrosa historia de la Thermo mix

La verdadera historia del Inquisidor Ortuño

Vengándome de Sara

He visto el futuro

La tormenta

El Monasterio del Tiempo

La cuenta atrás

Bucle

Ejercicio XIXX: Cambio de fecha.

Ejercicio XXIX: Viajes en el tiempo

Ejercicio XXIX

Redención

Los pecados capitales de una madre

Manos

El poder de Natacha

El hombre que me excita

El toro por los cuernos

Valentina

Pulsión maternal

XXVIII Ejercicio: Los siete pecados capitales

La hormiga

Masturbación fugaz

Las musas (¡y su puta madre!)

Querido Carlos...

Asmodeo

En la oscuridad

La maldición

El desquite de Érica

Eva Marina

La viuda

Noche de copas

La despedida

La llamada

Cine de madrugada

La pareja de moda

Testigo 85-C

Diez minutos

Las tetas de Tatiana

Por el cuello o por los cojones

Fisioterapeuta

Guapo, rico y tengo un pollón

Inmóvil

¡Siéntate bien!

La obsesión de Diana

El Cuerpo

Descenso

Mía (Ejercicio)

Serrvirr de ejemplo

La espera

Despatarrada

Primera infidelidad

Caricias

Mi amante, Pascual

Sexogenaria

La heteroxesual confundida.

La ira viste de cuero

Homenaje

Indefensa

Reencuentro

XXVII Ejercicio: relación de relatos

XXVII Ejercicio de Autores: microrrelatos

El principio del fin

Como Cristiano Ronaldo

Supercalientes

Paso del noroeste

Pérdida personal

Naufraghost

Marinos y caballeros

La manzana, fruta de pasiones y venganzas

El naufragio del Te Erre

En un mundo salvaje

La última travesía del “Tsimtsum

Sentinelî

Me llamaban Viernes.

Naufragio del Trintia: Selena y Philip

La isla

El huracán Francine

Fin

La sirena del Báltico

Nunca Jamás

El Último Vuelo del Electra

Relatos XXVI Ejercicio

Naufragios: Namori se está ahogando

Naufragios: amantes en potencia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga

Homenaje a todos

XXVI Ejercicio de Autores

Final del Ejercicio XXV

Sus ojos

Vecinos de dúplex en la costa

Pauline o la lascivia del poder

¡No hay huevos!

La hermana mayor que todos compartimos

Ana y la pausa de los anuncios

Moonlight

Guerrera en celo

Aburridas

El canalla

Y todo por una apuesta

Un gol por la escuadra

Dos primos muy primos

Mi hija apuesta por nuestro futuro

La puerta oscura del transexual

Relación de relatos del Ejercicio XXV

Ejercicio XXV

Final del ejercicio XXIV

El fin del racionamiento

Amores eternos

La clínica

Halley

La mujer más guapa del mundo

Cuatro años y un día

El hombre de mi vida

Algo muy especial.

Marcha atrás

El friki

El payaso y la preñada

Justicia o venganza

Noche de cuernos

Velocidad de escape

Mi adorable desconocida

Accidente a plena luz

Relación del relatos del XXIV Ejercicio de Autores

XXIV Ejercicio de Autores

Votación temas XXIV Ejercicio de Autores

Convocatoria ejercicio XXIV

Final del XXIII Ejercicio

El holandés errante

El Pirata

El torero

En el cielo

Campanilla y el sexo

Ser Paco Payne

Príncipe azul

Silvia salió del armario

Cambio

Mátame suavemente

Un divertido juego

Tres palabras

El semen del padre

Salvajes

Día de la marmota

Los tres Eduardos

Sheena es una punker

El legendario guerrillero de Simauria

El converso y la mujer adúltera

Órdago a todo

La bicicleta

Janies got a gun

Difurciada

Relación de relatos del XXIII Ejercicio

XXIII Ejercicio de autores de Todorelatos

Votación de las propuestas para el XXIII Ejercicio

Convocatoria del XXIII Ejercicio de Autores

La historia del monaguillo o el final del XXII

La reducción

Es palabra de Dios

Tren de medianoche

Hermana mayor

Una historia inmoral

Venceremos... venceremos... algún día

El vicario

Cielo e infierno

Reencuentros en la tercera fase

La Señora Eulalia

La pregunta

Juguetes rotos

Génesis 1,27

La entrevista

La mafia de los mantos blancos

Las cosas no son tan simples

XXII Ejercicio: lista de relatos

XXII Ejercicio de Autores de TodoRelatos

Votación de las propuestas para el XXII Ejercicio

Convocatoria del XXII Ejercicio de autores

Avance del XXII Ejercicio

Resultado del XXI Ejercicio de Autores

Con su blanca palidez

Adios mundo cruel

Tribal

Mi sueño del Fin del Mundo

El Pianista Virtuoso

A ciegas

La Ceremonia

Blanca del Segundo Origen

Hotel California

El tren del fin del mundo

100 años después

El fin del mundo. La tormenta solar perfecta.

Un último deseo

El convite

Demiurgo

Diario

El Gato de Chesire

Relacion relatos XXI Ejercicio

XXI Ejercicio de Autores

Votaciones para el XXI Ejercicio de Autores

Propuesta de ideas para el XXI Ejercicio Autores

Revisión de las normas

Gracias por participar del XX Ejercicio de Autores

Aprender a contracorriente [gatacolorada]

Vida estropeada [Estela Plateada]

En las crisis ganan los banqueros[ana del alba 20]

El rescate de Benilde [voralamar]

Se alquila habitación [Ginés Linares]

Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

El Préstamo [Lydia]

Liberar tensiones [Bubu]

Parásito [SideShift]

El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Pínchame, amor (Segunda parte)

Noche mágica

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La mejor noche de un actor porno

La prueba

Paparazzi

Ivette, mi princesa árabe

El montoncillo y la gata

Pasión y lujuria en la Barceloneta

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Apetecible. Paul Sheldon.

Play. Un Típico Sobi.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

Yo quería y no quería

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

Inocente ¿de qué?

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Mi recuerdo

Pesadilla 2

Dios, el puto y la monja

Ella

Pesadilla (1)

Remembranzas

Nada es completo

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

Un momento (3)

Hastío

La sonrisa

Tu camino

Duelo de titanes

La madre de Nadia Lerma

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Äalborg [Sywyn]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

La esencia de Zeus

El sueño de Inocencia

Ángeles y demonios

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

He encontrado tu foto en Internet

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

Memorias de un sanitario

Sexo, anillos y marihuana

Sex-appeal

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Promethea

Mi dulce mascota

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

El caminante

Pecado

Maldito destino

Yo te vi morir

Decisión mortal

Madre

Angelo da morte

Azul intenso

Cuando suena el timbre

Mátame

Pecado y redención

El último beso

El purificador

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Hospital

Fábula de la viuda negra

Por una buena causa

Seven years

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Días de sangre y de swing

Satanas Death Show

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Trópico - por Trazada30

Por un puñado de euros - por Yuste

Lengua bífida - por Alesandra

Obediencia - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Recuerdos - por Némesis30

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Una noche de primavera - por Dani

La sopa - por Solharis

Diez minutos - por Sasha

Celos - por Scherezade

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Hay que compartir - por Espir4l

Trescientas palabras - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

Despertar - por Espir4l

En el coche - por Locutus

La mujer de las pulseras - por Yuste

Los pequeños detalles - por Némesis30

Sola - por Scherezade

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Por el bien común - por Wasabi

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

La ciclista - por Genio

16 añitos - por Locutus

45 segundos a euro - por Alesandra

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga