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PsicóTRico.

en Parodias

¡Qué putas son las tías! ¡Todas, no se salva una!

Yo tenía por delante un brillante futuro como registrador de la propiedad, hasta que se cruzaron en mi camino esos chochos con patas y me arruinaron la vida. Porque menuda ruina es tener que pasar, como mínimo, los próximos veinte años en esta mierda de institución psiquiátrica, con sentencia judicial firme, sin apelación posible. A ver si exponiendo mi caso por escrito, y haciéndolo llegar a la página de relatos de mis amores (TR), consigo que se me escuche y poner a la opinión pública de mi parte.

Empezando por el principio, tengo que reconocer que siempre he sido un "pringao" para ligar. ¡No te jode! A ver si se creen que una nota media de matrícula en Derecho y aprobar las oposiciones de registrador al tercer intento, se consigue yendo de botellón y perdiendo el tiempo ligando churris. Eso sí, novias he tenido muchas…tres.

La primera, Helenita, me dejó cuando aún estudiaba en el instituto. La muy puta me llamó "mingafría" y me mando a paseo en mitad de la proyección de Titanic. No vean el pitorreo que tuve que aguantar el resto de la película, escuchando los comentarios de los que habían oído el plantón. También podía haberme ido, como hizo mi ex después de dejarme con tres palmos de narices, pero las entradas me habían costado una pasta y la película me estaba gustando. Vamos, es hoy, y cuando me dijo al oído si nos íbamos y nos dábamos un homenaje en su casa –sus padres se habían ido al pueblo de fin de semana -, no me lo pienso dos veces y la reviento polvos. Pero le dije que si estaba loca y que yo era un tipo formal que no pensaba en guarrerías antes de pasar por la vicaría.

La segunda, Francisca, una chica mucho más formal que la anterior, pero maniática en extremo con el tema del aseo personal, me dio calabazas por una ligera alitosis. ¡Coño, qué culpa tengo yo si me chiflan los bocatas de chorizo y ajo! Yo creo que le sentó mal cuando le respondí que los dedos me olían a pescadilla podre durante toda la semana…después de meterle mano los sábados.

Lo que desencadenó la crisis, quizá porque estaba convencido de que era la mujer de mi vida, fue lo de Yolanda. Después de cinco años de años de noviazgo formal, de habérsela presentado a mis padres, de comer todos los domingos en su casa y aguantado el encierro de tres años preparando las oposiciones, me manda a paseo el día en el que celebrábamos mi ingreso en el Cuerpo Oficial de Registradores de la Propiedad. ¡Eso no se hace!

Estábamos cenando en un restaurante de postín –sin reparar en gastos, como verán ustedes- y, después de armarme de valor con dos copazos de vino, le sugerí que podíamos terminar la fiesta en mi cama. Entornó la cabeza, me dirigió una mirada de desprecio que debería ser constitutiva de delito y me soltó que ya estaba hasta el gorro de un polvo cada mes y medio, que follaba mal y que la tenía pequeña. ¡A voces! Claro, me calenté, le solté una hostia que la tiró de la silla y salí por la puerta del restaurante con la cabeza muy alta; diciendo, también a voces, para que todos los clientes supiesen lo zorra que era, que no se cortase un pelo y que se tirase al primer caballo que encontrase.

¡Me cago en la madre que la parió, decirme que la tengo pequeña!

La citación judicial llegó a la semana siguiente –para que luego digan por ahí que el sistema judicial es lento…según para qué-; menos mal que un amiguete movió algunos hilos y evitó que me detuvieran en casa, o a mi madre le da un patatús. El juicio fue rápido y me libré por los pelos de no dar con mis huesos en la cárcel –no tenía antecedentes penales-, pero nadie le libró al viejo de tener que pagar el pastón de la indemnización. Lo peor fue que me expulsaron del Colegio Oficial de Registradores de la Propiedad, antes de haber debutado en la profesión.

Pillé una depresión de las gordas. Me pasé casi un año encerrado en casa, sin querer hablar con nadie –los pocos amigos que tenía, ni se molestaron en llamar a ver qué tal me iba-, hasta que me hice un firme propósito: convertirme en un semental de esos que aflojan el elástico de las bragas con una sola mirada insinuante. Casualmente, navegando por internet, una de esas tardes de encierro domiciliario, tropecé con la página de TR. ¡Una revelación!

Enseguida me di cuenta, por los testimonios de primera mano que se publican en TodoRelatos, que tenía muchísimo que aprender; así que no perdí el tiempo y me puse manos a las obra. Al principio me costaba bastante entender todo lo que leía –había testimonios muy bestias que chocaban con mis convicciones, y más de una vez acabé con la cabeza dentro de la taza del váter, después de leer alguno particularmente salvaje-, pero perseveré en el empeño y, apenas sin darme cuenta, empecé a leer relatos antiguos, además de todos los que se publicaban a diario. Hubo días en que leí hasta ciento cincuenta. Después pasé a tomar apuntes, anotando todas aquellas conductas que se repetían en los relatos; formulando teorías sobre la manera de resolver cualquier tipo de situación, de forma que siempre terminase bien –follando, claro-, confirmándolas o descartándolas según lo que leía; en fin, y los mil y un detalles que distinguen al follador profesional del resto de los mortales.

Diez meses más tarde, después de haber leído decenas de miles de relatos, emborronado multitud de cuartillas con apuntes y habérmela cascado compulsivamente en el proceso, se produjo el ansiado milagro: mi polla alcanzó los treinta y cinco centímetros, lo que me capacitaba para salir a la calle y poner en práctica lo aprendido con tanto esfuerzo. Tengo que decir que me apliqué muchísimo más que cuando preparaba las oposiciones.

La mañana de mi debut me sentía eufórico, a pesar de no haber pegado ojo en toda la noche…los nervios, ya se sabe. Le pedí a mamá que me preparase un desayuno a base huevos fritos, bocata de chorizo con ajo, un buen tazón de Cola-Cao con galletas y un copazo de orujo –"¡Benditos los ojos que ven a mi chiquitín en plena forma!", me contestó- y salí a la calle dispuesto a arrasar con todos los conejos del barrio.

¡La leche, ni llegar a la calle pude! La primera pieza del día fue Doña Joaquina, la viuda de militar del quinto. Coincidimos en el ascensor, cambiamos dos palabras de saludo y, antes de darme cuenta, la tenía arrodillada delante de mí, dando gracias al cielo y tratando de tragarse entero mi nabo. Claro, es que ya tenía tan interiorizados los diálogos que ponen cachondas a las viejas, que ni cuenta me di de lo que le decía…pero funcionó.

Dejando un par de pisos de margen para la charla, calculo que debió de mamármela entre el tercero y la planta baja. Como por entonces aún no conocía mi capacidad de aguante en las mamadas –hoy sé que son de nueve pisos en adelante, siempre que no se trate de un cacharro de esos supersónicos que instalan en los rascacielos-, no me corté un pelo a la hora de soltarle un trallazo de leche que la tumbó de espaldas. Salí silbando del ascensor, intentando meter dentro de los pantalones mi polla –por supuesto, sin calzoncillos, como reza el primer mandamiento de TR-, poniendo cardiacas a otro par de vecinas, indecisas entre mirarme el paquete o al espectáculo que en ese momento ofrecía la vieja del ascensor, escupiendo leche hasta por las orejas y dejando el suelo del portal hecho unos zorros.

Más tarde, me dio por pensar que Doña Joaquina siempre fue un adefesio, pero aquella mañana, no sé por qué, tenía el puntito morbosón de las beatas de rosario con hambre de cinco lustros. ¡Quiero decir que me pareció que estaba como un queso, coño!

La que no había duda de que estaba que rompía la pana, era Mari Luz, la camarera del Starbucks de la esquina. La cabrona siempre se descojanaba con mis torpes intentos de antaño de causarle una buena impresión, echados a perder por la dichosa manía que yo tenía de balbucear, cada vez que tenía que dirigirme a cualquier tía follable. Pero eso eran cosas del pasado. Ahora tendría que vérselas con el arquetipo del tío irresistible, el pirata de sangre caliente y polla dura que las pone cachondas cuando sonríe de medio lado y enseña el colmillo, el follador nato de olfato infalible y el tipo de personalidad arrolladora con el que sueñan todas las nenas. ¡O sea, conmigo!

¡Joder, no pude ni tomar el café tranquilamente! No me extraña, después de haberle pedido un café con leche, nata, canela y trocitos de chocolate –asqueroso, pero es lo que recomiendan nueve de cada diez expertos de TR en estos casos-, con mi grave voz varonil –ensayada innumerables veces delante del espejo y con la lengua escocida por un lingotazo de coñac-, a la chavala le flaqueaban las piernas detrás de la barra.

Vino dando saltitos hasta la mesa, dejando parte del uniforme por el camino, me agarró de la mano, me metió en la trastienda, echó a cajas destempladas a un par de compañeras que fumaban a escondidas –eso fue entonces, porque al día siguiente anduve más listo y montamos un cuarteto de flauta- y follamos como leones hasta la hora de comer.

Miento, follamos hasta que debuté por la puerta trasera y le enchufé los cuarenta centímetros de polla por el culo, en seco y de golpe, como les gusta a estas golfas. Sonó a algo roto y Mari Luz quedó desmadejada sobre las cajas de azúcar estuchada. -¡Qué raro!-, pensé –Si, en estos casos, lo normal es que chillen como si las estuvieran matando, aunque es sólo por aparentar, ya que piden más caña si aflojas el ritmo-. Así que seguí dale que te pego, soltándole alguna nalgada, a ver si reaccionaba. Cuando acabé con la enculada, feliz y contento por haber cumplido como un campeón en mi debut, reparé en que tenía los ojos en blanco, espuma en la comisura de los labios y una hemorragia anal de considerables dimensiones. Pero respiraba, así que no debía ser nada grave y me fui a casa a comer y a dormir la siesta. Y no piensen ustedes que soy un tipo egoísta e insensible, porque al día siguiente Mari Luz estaba como una rosa y pidiendo más caña…como debe ser.

Esto…creo que he dicho cuarenta centímetros –y conste que no soy nada puntilloso con la talla, pero en TR, un quítame allá un centímetro es motivo suficiente para tirar de navaja; así que haz lo que vieres-, cuando antes eran treinta y cinco. Es que, con la práctica, la cosa aumenta. Ahora son sesenta y cuatro.

Allí estaba yo, roncando feliz mientras echaba una siesta, cuando me despertaron unos gritos espeluznantes…que procedían de la habitación de mi querida mamá. Temiendo que hubiera sufrido un accidente –o algo peor…no sé, que se hubiera colado en casa un indeseable y la estuviera violando-, volé por el pasillo, con sólo el pantalón del pijama puesto. Ya saben ustedes que esas prendas no tienen unas braguetas muy de fiar, así que no tuvo nada de raro que me colara en la habitación de mamá con la polla asomando y colgando –en estado de reposo, veinticinco centímetros de colgajo-.

La que chilló entonces fue Adelita, la empleada de hogar, que parecía tomarse muy en serio el trabajo de ponerle el culo morado a mamá, a base de zurriagazos de fusta. Y, cosa curiosa, en lugar de indignarme y armar un escándalo de cojones con la escenita –había que ver lo bien que le sentaba a mamá el corsé negro-, lo que me cabreó de verdad fue descubrir que me había mentido, cuando, un par de años antes, pregunté por la fusta –para ir a montar…al picadero…a montar mi yegua…¡La de cuatro patas, coño!- y me dijo que hacía tiempo que no la había visto.

Pues nada, que esa tarde debuté en el rollito sado-maso, en el de filial, en el de travestismo –el corsé de mamá me queda divino- y en el de cerdo explotador de la clase obrera –a ver cuándo ponen en TR la categoría correspondiente-.

Enseguida empezó a correrse por el barrio el rumor, el teléfono no paraba de sonar, y raro era el día que no me encontraba una manifestación de marujas desesperadas, chillando enloquecidas a la puerta de casa: "¡Toda tuya, cabrón! ¡Mátame de gusto! ¡No quiero un hijo tuyo, quiero una familia numerosa!" El caso es que me pareció ver, más de una vez, a una tipa con un sospechoso parecido a "Espe"…y era de las que más énfasis ponía gritando.

Para ir abreviando, porque una pormenorizada exposición de los hechos daría para un tocho de novela, diré que, en poco más de dos semanas, la fama del menda traspasó fronteras. Traspasé coños, culos bocas, sobacos, canalillos de tetas y, un día que estaba particularmente inspirado, la ventanilla de un taxi. Es que detrás, con la boquita abierta y la lengua fuera, había una taxista empeñada en cobrar en especie la carrera…pero la muy puta se olvidó de bajar el cristal.

Y cuando me quise dar cuenta, me vi otra vez delante de un juez, acusado de múltiples agresiones sexuales –la cola de testigos, todo tías, daba la vuelta al juzgado-, consumadas o en grado de tentativa. Eso me cabreó, porque donde pongo el ojo pongo la punta del nabo. -Así que dejémonos de chorradas. Apúntemelas todas en la cuenta, porque las rondas de polvos nunca bajaron de dieciocho diarios- le solté a la cara al juez y a la fiscal; pero a esta ya le había soltado antes un par de corridas benéficas…es que me pareció que la cara de estreñida de la moza tenía que ver con un prolongado periodo de abstinencia. ¡No vean lo contenta que se la veía mientras duró el juicio!

Y aquí estoy ahora, pudriéndome en vida en un loquero de mierda, sin que nadie me haga caso cuando digo que es una vergüenza desaprovechar mis cualidades –con lo falto de amor de anda este mundo y lo mucho que yo puedo dar-, que me han condenado injustamente con testigos amañados -¡Coño, ninguna se quejó cuando les hacía el favor!...vale, alguna sí, pero casi siempre coincidía con una enculada-, y que estoy hasta los huevos de que me pongan el culo como un bebedero de patos, un día sí y al otro también.

¿No decía al principio que todas las tías son cabronas y putas? ¡Juzguen ustedes!

Ahora, que lo que más me jode, es la rompehuevos de la psiquiatra, tratando de convencerme de que sufro un episodio de personalidad disociativa, con delirios de grandeza y desconexión de la realidad. ¡Me cago en la leche! El día que le pueda echar el guante, se va a enterar ésta de lo bien que sienta que te disocie el coño con una polla como la mía, va a delirar con el polvazo, me va a decir que soy el más grande y que no quiere volver a la triste realidad que la espera en casa. ¡Al tiempo!

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Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

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El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Pínchame, amor (Segunda parte)

Noche mágica

Noche de suerte

Extraños en la noche

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Amo las mujeres que desagradan a otros

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La mejor noche de un actor porno

La prueba

Ivette, mi princesa árabe

Paparazzi

Pasión y lujuria en la Barceloneta

El montoncillo y la gata

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Apetecible. Paul Sheldon.

Play. Un Típico Sobi.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Dios, el puto y la monja

Pesadilla 2

Ella

Mi recuerdo

Remembranzas

Nada es completo

Pesadilla (1)

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Pimpollo

La sonrisa

Hastío

La madre de Nadia Lerma

Duelo de titanes

Tu camino

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Trailer [Zesna]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

U-331 [Solharis]

En el océano de la noche [Kosuke]

Sansón y Dalila

Kitsune

Ángeles y demonios

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Aun no te conozco... pero ya te deseo

Tren nocturno a Bilbao

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

He encontrado tu foto en Internet

Memorias de un sanitario

Sexo, anillos y marihuana

Sex-appeal

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Mi dulce mascota

Promethea

Déjà vu

Involución

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

Fuga de la torre del placer

El corazón de Zobe

Comer, beber, follar y ser feliz

Pecado

El caminante

Maldito destino

Decisión mortal

Yo te vi morir

Madre

Angelo da morte

Pecado y redención

Azul intenso

Cuando suena el timbre

Mátame

El último beso

El purificador

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Fábula de la viuda negra

Hospital

Seven years

Por una buena causa

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Días de sangre y de swing

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Relatos Históricos: Al-Andalus

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Clementina

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Lengua bífida - por Alesandra

Trescientas palabras - por Trazada30

Hay que compartir - por Espir4l

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Celos - por Scherezade

Diez minutos - por Sasha

La sopa - por Solharis

Una noche de primavera - por Dani

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Recuerdos - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Obediencia - por Némesis30

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Mi obra de arte - por Lydia

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Despertar - por Espir4l

Ciber amante - por Scherezade

Una noche de otoño - por Dani

45 segundos a euro - por Alesandra

16 añitos - por Locutus

La ciclista - por Genio

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

Los pequeños detalles - por Némesis30

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga