miprimita.com

Relatos Históricos: Clementina

en Otros Textos

Llegué a aquellas tierras a tiempo de presenciar un espectáculo que mi mente jamás iba a ser capaz de olvidar.

Tras cruzar el puente levadizo e identificarme ante los centinelas que guardaban las grandes puertas de madera, penetré en las estrechas calles embarradas de aquella pequeña ciudad.

Hubiese jurado que nadie la habitaba si no hubiese sido por el lejano rumor de voces que me llegaba a través de la fuerte lluvia que caía. No había nadie en el camino, ni tan siquiera un triste perro callejero. Las pequeñas ventanas de las viviendas estaban cerradas y la sensación de que algo desagradable ocurría se acrecentaba en mi interior.

Seguí cabalgando a lomos de mi caballo, tratando de llegar a donde yo recordaba, por una visita de años atrás, que estaba la plaza del pueblo, convencido de que aquella especie de murmullo llegaba de allí. Y no me equivoqué...

Según me acercaba, pude sentir, además del aumento del sonido de lo que parecía una muchedumbre enloquecida, un hedor a carne quemada que penetraba por mi nariz haciendo que las nauseas se apoderasen de mí. Esto bastó para saber que había llegado tarde...

 

El hombre que se encarga de gobernar la vida de aquel pueblo y que tenía la posesión de las tierras gracias a la gracia de su majestad el rey Juan II de Castilla, me recibió en el despacho de su decadente y maltrecho castillo. Su nombre era Manuel de Solán y su título era el de Conde.

Él fue quien me contó lo sucedido...

Su condado había sido asolado por una serie de desgraciadas tormentas que habían echado a perder las cosechas de aquel año y condenando al pueblo a una terrible hambruna. A consecuencia de ello, las tasas de pillaje habían aumentado hasta límites insospechados. Las celdas de la cárcel habían sido desbordadas y las mazmorras del castillo, en desuso durante mucho tiempo, habían tenido que ser rápidamente habilitadas ante la horda de delincuentes que la guardia del Conde arrestaba.

Pronto tuvieron que comenzar los ahorcamientos, pues ni aún con aquellas mazmorras se podían dar cabida a tanto ladrón.

La población mermaba rápidamente, pues el que no era ahorcado por pillaje, moría de hambre. La situación no tardó en volverse insostenible y la amenaza de una revuelta era inminente. Había que detener al culpable de aquellas tormentas y ajusticiarle para que todo volviese a la normalidad.

Cuando el Conde terminó de contarme aquello, no pude evitar decirle...

Su señoría... El sol, la lluvia, la nieve, el viento, la brisa...las tormentas... Son actos de Dios... ¿Cómo pretendéis detener la voluntad de Dios y ajusticiarle si es él el que debe someternos a nosotros a juicio? Más aún...¿Pretendéis decirme entonces, que Dios se había encarnado en el cuerpo de esa joven que he visto arder? ¡Eso son herejías!

El Conde Manuel de Solán me miró como si yo fuese sólo un sacerdote molesto, incapaz de entender nada y no un inquisidor de la Santa Madre Iglesia.

¿Quién ha hablado de Dios? No sólo nuestro Señor es capaz de desatar tormentas y plagas... otro no tan poderoso pero más destructivo, manipulando la mente humana, aprovechando los bajos instintos y deseos de ésta es capaz de hacerlo. No, mi Señor padre. No oséis acusarme de hereje, pues no hablo de Herejía, sino de brujería...

 

 

 

No tuve más remedio que aceptar la invitación del Conde, para pasar la noche en una de las húmedas y frías alcobas del castillo, puesto que la iglesia y sus dependencias habían sido inundadas y arrasadas por la riada provocada por las lluvias de las tormentas y aún no se había podido rehabilitar la zona.

Esto me dio la oportunidad de, tras la cena, cuando su esposa la Señora condesa se retiró a sus aposentos y gracias a la habilidad del Conde de vaciar tinajas de vino, comprobar una vez que lo que en realidad manipulaba aquellos bajos instintos y deseos, como él los había llamado, de las personas, no era el diablo, sino otras personas.

Según su historia, hacía unos cuatro años, una joven, hija de campesinos, había entrado a formar parte del servicio del castillo, en pago a una deuda que había contraído el padre de ésta con el Conde.

La descripción que hizo su Señoría de aquella joven, de la cual yo sólo pude llegar a conocer sus restos quemados, haría sonrojar al más sabido de los donjuanes, así que cambiaré sus palabras diciendo que rebosaba sensualidad y belleza de una forma peligrosa incluso para el más casto de los hombres. Clementina era su nombre. Criatura de cabellos morenos y ojos verdes, cintura esbelta y generosos pechos y muslos. Su piel, a pesar de estar tostada por el sol, no hacía desmerecer su belleza al ser suave y tersa.

No hay que decir, que su Señoría al verla, sintió deseos de ponerla a realizar servicios diferentes que el de las tareas domésticas, así que no tardó en llevarla a su dormitorio y convertirla de virginal niña en mujer experta en las artes del amor con el sexo opuesto.

Disfrutó de muchas noches en compañía de Clementina, hasta que, como hombre poderoso, joven y ansioso de probar cosas nuevas, fue vencido por el hastío y la rutina y deseó cambiarla por otra mujer que pudiera depararle nuevas sorpresas.

Pero no contó con algo muy importante y fue que Clementina se había enamorado de él. Era un amor imposible, ella debía saberlo. Las sirvientas no se casan con los condes y menos cuando éste está ya casado, pero el dolor de verse rechazada la llevó a la locura. El Conde quiso mantenerla en el castillo por piedad, pretendiendo hacerse cargo de ella hasta que recuperase la cordura o hasta que llegase el fin de sus días. Pero entonces sucedió algo.

Una noche el conde acudió a la habitación de su esposa, para cumplir sus funciones maritales, pues andaban en aquellos días en el intento de engendrar un heredero. Fue una noche extrañamente apasionada, pues normalmente la Condesa se mostraba recatada y pudorosa en sus actos sexuales con su marido.

Lo que no sospechaban era que la celosa y enloquecida Clementina tras haber escuchado lo que ocurría dentro de la alcoba desde detrás de la puerta, esperaba escondida a que el Conde volviese a sus aposentos para atacar a su esposa con intención de matarla, pues creyó que era por ella por la que su Señoría la repudiaba y no por una nueva amante.

Clementina fracasó en su intento, pues alarmada por los gritos de la Condesa, la guardia acudió en su ayuda y sólo la intervención de su Señoría pudo evitar que la joven fuese ajusticiada allí mismo por orden de su esposa. Aún así, esa noche, Clementina fue expulsada del castillo y condenada al destierro.

Mientras los guardias la sacaban del edificio, ella profiriendo terribles gritos, maldijo al noble matrimonio con la esterilidad y la desgracia y al pueblo que ellos gobernaban con el hambre, la pobreza y la muerte. Juró hacer todo lo necesario para que su maldición se cumpliese.

No tardaron en llegar las tormentas y las lluvias que arrasaron casas y cosechas y aunque era pronto para saber si los Condes algún día tendrían hijos, pronto los rumores sobre lo sucedido aquella noche eran los protagonistas de todas las conversaciones. Cuando los ajusticiados por pillaje comenzaron a colgar de la horca, el pueblo y los mismos Condes, ya no tuvieron dudas de que eran victimas de la maldición de una bruja.

Tras dos semanas de búsqueda, la encontraron vagando por lejanos caminos y devuelta al castillo, esta vez como prisionera y acusada de brujería.

Su aspecto nada tenía que ver con la lozana que joven entrara por primera vez a pagar la deuda de su padre y que encandiló a su Señoría. Parecía haber envejecido muchos años. Sus cabellos, que parecían haber mermado en cantidad, se pegaban a su cara delgada y pálida y su cuerpo antes redondo y firme, ahora era un saco de ajada piel sobre puntiagudos huesos. Ni tan siquiera el risueño brillo que antaño sus ojos lucieron podía discernirse en su desenfocada mirada.

No dijo ni una palabra ante las acusaciones que se le hicieron. Ni siquiera cuando se le sometió a tortura para que confesara su matrimonio con el diablo profirió sonido alguno. Pincharon su cuerpo en busca de zonas insensibles que la señalaran como servidora de Satanás y ninguna lágrima surcó sus ajadas mejillas, ninguna expresión afloró en su antes expresivo rostro. Esta aparente falta de sentidos y de sentimientos fue considerada como una prueba de brujería más.

Si en algún momento alguien tuvo dudas, quedó convencido de que ella era bruja en el momento en que su Señoría dictaminó que sería ajusticiada en la hoguera para salvar su alma. No había acabado el Conde de decir la última palabra, cuando el párroco apareció corriendo diciendo que la iglesia había sido devorada por una riada. El pánico invadió a la población creyendo que había sido obra de la bruja Clementina y la revuelta estuvo a punto de estallar, así que su Señoría tuvo que fijar el auto de fe para el día siguiente para aplacar el miedo del pueblo.

 

Aquella noche no pude dormir pensando en la pobre Clementina y en su desafortunado y ya finalizado destino.

Yo era un inquisidor de la Santa Madre Iglesia, acostumbrado a distinguir a brujas y herejes de pobres seres enloquecidos por los infortunios de la vida y estaba de camino a aquel Condado cuando aquellos hechos acaecían. Pero había llegado tarde para poder reclamar mi autoridad sobre aquella joven y poder salvarla.

De todas formas hoy en día a veces pienso...

¿Fue casualidad que la desgracia asolara aquel Condado justo después de que Clementina profiriera sus maldiciones?

¿Fue casualidad que dos días después de la quema, la Condesa abortase entre terribles dolores al que hubiese sido su primer hijo y nunca más quedase embarazada?

¿Fue casualidad que una semana más tarde, cuando yo me preparaba para abandonar aquella ciudad, la lluvia siguiese arreciando haciéndolo con más fuerza que nunca?

No era yo el único que se iba. La ciudad estaba siendo desalojada. El agua llegaba a la altura de las rodillas de la gente y en las zonas en cuesta se formaban fuertes torrentes que arrastraban todo lo que había a su paso. La gente que no iba a caballo o mula era arrollada por la que si iba en montura y pronto flotando en el agua comenzaron a ver cadáveres maltrechos.

Montado en mi caballo, tras abandonar el castillo del Conde, pasé por la plaza del pueblo, pues ese era el camino hacia las puertas. Aunque parecía increíble, allí estaban aún los restos de lo que había sido la pira en la que había muerto Clementina. El poste de madera se mantenía clavado al suelo como si nunca hubiese sido quemado y ni el agua, ni la muchedumbre enloquecida por el miedo, lo movía de sus sitio.

Espolee mi caballo para que se diese prisa, pues notaba el agua subiendo por mis tobillos.

A punto de salir de la plaza, no pude evitar volver la vista hacia el poste en el que Clementina había estado atada. Junto a él había una joven de largos y hermosos cabellos negros y grandes ojos verdes, a la que el agua le llegaba por encima de la cintura. Era el ser más bello que jamás había visto en mi vida. La vi alzar la mano y saludarme. Era un rayo de luz de luz en medio de aquel caos. La vi sonreírme...

Cerré los ojos y volví a abrirlos. Ella, Clementina, ya no estaba allí...

Mas de EJERCICIO

La asombrosa historia de la Thermo mix

La verdadera historia del Inquisidor Ortuño

Vengándome de Sara

He visto el futuro

La tormenta

El Monasterio del Tiempo

La cuenta atrás

Bucle

Ejercicio XIXX: Cambio de fecha.

Ejercicio XXIX: Viajes en el tiempo

Ejercicio XXIX

Redención

Los pecados capitales de una madre

Manos

El poder de Natacha

El hombre que me excita

El toro por los cuernos

Valentina

Pulsión maternal

XXVIII Ejercicio: Los siete pecados capitales

La hormiga

Masturbación fugaz

Las musas (¡y su puta madre!)

Querido Carlos...

Asmodeo

En la oscuridad

La maldición

El desquite de Érica

Eva Marina

La viuda

Noche de copas

La despedida

La llamada

Cine de madrugada

La pareja de moda

Testigo 85-C

Diez minutos

Las tetas de Tatiana

Por el cuello o por los cojones

Fisioterapeuta

Guapo, rico y tengo un pollón

Inmóvil

¡Siéntate bien!

La obsesión de Diana

El Cuerpo

Descenso

Mía (Ejercicio)

Serrvirr de ejemplo

La espera

Despatarrada

Primera infidelidad

Caricias

Mi amante, Pascual

Sexogenaria

La heteroxesual confundida.

La ira viste de cuero

Homenaje

Indefensa

Reencuentro

XXVII Ejercicio: relación de relatos

XXVII Ejercicio de Autores: microrrelatos

El principio del fin

Como Cristiano Ronaldo

Supercalientes

Paso del noroeste

Pérdida personal

Naufraghost

Marinos y caballeros

La manzana, fruta de pasiones y venganzas

El naufragio del Te Erre

En un mundo salvaje

La última travesía del “Tsimtsum

Sentinelî

Me llamaban Viernes.

Naufragio del Trintia: Selena y Philip

La isla

El huracán Francine

Fin

La sirena del Báltico

Nunca Jamás

El Último Vuelo del Electra

Relatos XXVI Ejercicio

Naufragios: Namori se está ahogando

Naufragios: amantes en potencia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga

Homenaje a todos

XXVI Ejercicio de Autores

Final del Ejercicio XXV

Sus ojos

Vecinos de dúplex en la costa

Pauline o la lascivia del poder

¡No hay huevos!

La hermana mayor que todos compartimos

Ana y la pausa de los anuncios

Moonlight

Guerrera en celo

Aburridas

El canalla

Y todo por una apuesta

Un gol por la escuadra

Dos primos muy primos

Mi hija apuesta por nuestro futuro

La puerta oscura del transexual

Relación de relatos del Ejercicio XXV

Ejercicio XXV

Final del ejercicio XXIV

El fin del racionamiento

Amores eternos

La clínica

Halley

La mujer más guapa del mundo

Cuatro años y un día

El hombre de mi vida

Algo muy especial.

Marcha atrás

El friki

El payaso y la preñada

Justicia o venganza

Noche de cuernos

Velocidad de escape

Mi adorable desconocida

Accidente a plena luz

Relación del relatos del XXIV Ejercicio de Autores

XXIV Ejercicio de Autores

Votación temas XXIV Ejercicio de Autores

Convocatoria ejercicio XXIV

Final del XXIII Ejercicio

El holandés errante

El Pirata

El torero

En el cielo

Campanilla y el sexo

Ser Paco Payne

Príncipe azul

Silvia salió del armario

Cambio

Mátame suavemente

Un divertido juego

Tres palabras

El semen del padre

Salvajes

Día de la marmota

Los tres Eduardos

Sheena es una punker

El legendario guerrillero de Simauria

El converso y la mujer adúltera

Órdago a todo

La bicicleta

Janies got a gun

Difurciada

Relación de relatos del XXIII Ejercicio

XXIII Ejercicio de autores de Todorelatos

Votación de las propuestas para el XXIII Ejercicio

Convocatoria del XXIII Ejercicio de Autores

La historia del monaguillo o el final del XXII

La reducción

Es palabra de Dios

Tren de medianoche

Hermana mayor

Una historia inmoral

Venceremos... venceremos... algún día

El vicario

Cielo e infierno

Reencuentros en la tercera fase

La Señora Eulalia

La pregunta

Juguetes rotos

Génesis 1,27

La entrevista

La mafia de los mantos blancos

Las cosas no son tan simples

XXII Ejercicio: lista de relatos

XXII Ejercicio de Autores de TodoRelatos

Votación de las propuestas para el XXII Ejercicio

Convocatoria del XXII Ejercicio de autores

Avance del XXII Ejercicio

Resultado del XXI Ejercicio de Autores

Con su blanca palidez

Adios mundo cruel

Tribal

Mi sueño del Fin del Mundo

El Pianista Virtuoso

A ciegas

La Ceremonia

Blanca del Segundo Origen

Hotel California

El tren del fin del mundo

100 años después

El fin del mundo. La tormenta solar perfecta.

Un último deseo

El convite

Demiurgo

Diario

El Gato de Chesire

Relacion relatos XXI Ejercicio

XXI Ejercicio de Autores

Votaciones para el XXI Ejercicio de Autores

Propuesta de ideas para el XXI Ejercicio Autores

Revisión de las normas

Gracias por participar del XX Ejercicio de Autores

Aprender a contracorriente [gatacolorada]

Vida estropeada [Estela Plateada]

En las crisis ganan los banqueros[ana del alba 20]

El rescate de Benilde [voralamar]

Se alquila habitación [Ginés Linares]

Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

El Préstamo [Lydia]

Liberar tensiones [Bubu]

Parásito [SideShift]

El Sacrificio de mi Mamá [Garganta de Cuero]

Ladrona [Neón]

Maldita Crisis [EROTIKA]

Las ventajas del poder [gatacolorada]

La crisis del coño [ana del alba 20]

¿Por Qué Lloras? [Silvade]

del amor. La máquina [erostres]

Los viajeros temporales [Estela Plateada]

Relato casi erótico [Alba_longa]

Grande y felicísimamente armado [voralamar]

El Fotógrafo [Vieri32]

¿Algo para reír o para llorar? [MilkaMousse]

Nyotaimori [Ginés Linares]

Muñecos Rotos [pokovirgen]

Relación de relatos del XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores

XX Ejercicio de Autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XX Ejercicio de Autores

Gracias por participar en el XIX ejercicio

Legión de Ángeles

Eva al desnudo

En el fondo de su mente

Las viejas tamaleras

Una canción en 100 años

Del amor, la guerra y otras lindezas

Canción de despedida

Noches de luna llena

Almas

El sobre azul

Nunca subas a la chica de la curva

Aunque tu no lo sepas

El Cid

La puta de mi novia y su despedida

Por toda la casa

El suicidio del Samurai

Causa y efecto

La fiesta de Navidad

Diálogos para un ejercicio

La barbería

Por los beneficios

Cenizas del deseo

M & M… y sí, son unos bombones adictivos

Lazos oscuros y desconocidos

Relación de relatos del XIX ejercicio

XIX Ejercicio de autores

XIX Ejercicio de autores: Votación de tema

Propuesta de ideas para XIX Ejercicio de Autores

Brevísimo balance del XVIII Ejercicio de Autores

Pínchame, amor (Segunda parte)

Noche mágica

Con todos ustedes....¡el increíble bebé barbudo!

Extraños en la noche

Noche de suerte

Por fin pude ver a mi esposa montada en un joven

La chica de la revista

Vida de casado

Una manera de sentir

Trovadores de la noche

Después de la feria según Lucas

Después de la feria según Marcos

La morochita villera

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa

Amo las mujeres que desagradan a otros

¡Pínchame, amor! (1)

La primera noche de mi nueva vida

La mejor noche de un actor porno

La prueba

Paparazzi

Ivette, mi princesa árabe

El montoncillo y la gata

Pasión y lujuria en la Barceloneta

Relación de relatos del XVIII Ejercicio de Autores

Noticias sobre el XVIII Ejercicio de Autores

XVIII Ejercicio de autores

XVIII Ejercicio: Votación del tema

Propuesta de ideas. XVIII Ejercicio de Autores

Crucigrama. GatitaKarabo.

Flores. Dark Silver.

¡Maldita sea! Izar

Fugados. Dark Silver.

Superbotellón. MariCruz29

El Pelao. GatitaKarabo.

Raquelísima. Moonlight.

Oración. Masulokunoxo

El despertar. GatitaKarabo

Media tarde. Trazada.

La noche es bella. Lydia

Apetecible. Paul Sheldon.

Play. Un Típico Sobi.

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.

Charla de alcoba. Trazada.

XVII. Ejercicio de autores.

XVII Ejercicio. Votación del tema.

Propuesta de ideas. XVII ejercicio de autores

PsicóTRico.

Mi primer día.

Desde el fondo de la pecera

Un chico normal

La increíble historia de Mandy y su locura felina

Carta blanca

Amigo mío, ¿qué hice mal?

La psicología del miedo

El diablo nunca

El salto atrás de Paco.

Contacto humano

Identidad

Una muñeca vestida de azul.

AVISO - XVI Ejercicio - RELATO PSIQUIÁTRICO

XVI. Ejercicio de autores. Relato psiquiátrico

Votación del tema. XVI Ejercicio

Propuesta de ideas. XVI ejercicio de autores

¿Qué es el ejercicio?

La leyenda del demoniaco jinete sodomizador

¿Por qué las ancianas tienen obsesión...?

El visitante

Amantes en apuros

El hotel

El cementerio

La leyenda urbana de TR, ¿Quién es el Calavera?

Mascherata a Venezia

La cadena

Mujer sola

Electo ateneo

La Dama de los Siguanes

Libertina libertad

Máscaras

El engaño del Cadejo

Los veintiún gramos del alma

Examen oral

En el espejo

El Greenpalace

Una leyenda urbana

Sorpresa, sorpresa

Gotitas milagrosas

Información del XV ejercicio

XV Ejercicio de autores - Leyendas urbanas

Propuestas e ideas para el XV ejercicio de autores

Cambio de carpas

Con mi pa en la playa

Con sabor a mar

La luna, único testigo

Duna

Selene

Acheron

Una noche en la playa

¿Dónde está Fred?

Fin de semana en la playa

La noche del sacrificio

Nuestra playa

Aquella noche en la playa

La indígena

Sacrificio a la luna

El Círculo de Therion

Hijo de puta

Como olas de pasión

Hija de la luna

XIV ejercicio de autores – ampliación de plazo

La noche de los cuernos

Citas Playeras S.A.

XIV Ejercicio de Relatos Una noche en la playa

Yo quería y no quería

Información sobre el XIV Ejercicio de Relatos

La soledad y la mujer

Una oración por Rivas

Inocente ¿de qué?

El te amo menos cotizado de la Internet

Esquizos

Ella

Pesadilla 2

Dios, el puto y la monja

Mi recuerdo

Nada es completo

Pesadilla (1)

Remembranzas

Pimpollo

Un momento (3)

Hodie mihi cras tibi

Hastío

La sonrisa

Tu camino

Duelo de titanes

La madre de Nadia Lerma

XIII ejercicio sobre microrelatos

Mujer Amante - Vieri32

No tengo tiempo para olvidar - Lymaryn

Un ramito de violetas - Lydia

Palabras de amor - Trazada

Bend and break - GatitaKarabo

Tú me acostumbraste - Avizor

Por cincuenta talentos de plata - Estado Virgen

Äalborg [Sywyn]

El peor pirata de la Historia [Caronte]

Mi encuentro con el placer [Apasionada29]

El pirata que robó mi corazón [Lydia]

Trailer [Zesna]

A 1000 pies de altura [Lymarim]

Me aburrí muchísimo [Parisién]

En el océano de la noche [Kosuke]

U-331 [Solharis]

Sansón y Dalila

Kitsune

El sueño de Inocencia

La esencia de Zeus

Ángeles y demonios

Lilith

Hércules y las hijas del rey Tespio

Invitación para el X Ejercicio: Mitología Erótica

Tren nocturno a Bilbao

Aun no te conozco... pero ya te deseo

He encontrado tu foto en Internet

Entre tres y cuatro me hicieron mujer

Memorias de un sanitario

Sex-appeal

Sexo, anillos y marihuana

Talla XXL

Goth

Cayendo al vacío

Afilándome los cuernos

Plumas y cuchillas

IX Ejercicio: 2ª Invitación

IX Ejercicio de relatos eróticos

Pesadillas de robot

Promethea

Mi dulce mascota

Involución

Déjà vu

Eros vence a Tanatos

El instrumento de Data

El corazón de Zobe

Fuga de la torre del placer

Comer, beber, follar y ser feliz

El caminante

Pecado

Maldito destino

Madre

Decisión mortal

Yo te vi morir

Angelo da morte

Azul intenso

Pecado y redención

Mátame

Cuando suena el timbre

El purificador

El último beso

Mi instinto básico

Ella quería tener más

Hospital

Fábula de la viuda negra

Por una buena causa

Seven years

El opositor

¿Tanto te apetece morir?

Voy a comprar cigarrillos y vuelvo

Satanas Death Show

Días de sangre y de swing

Relatos Históricos: La copa de Dionisios

Invitación para el nuevo Ejercicio sobre CRÍMENES

Relatos Históricos: Al-Andalus

Relatos Históricos: 1968

Relatos Históricos: Qué golfa era Carmela

Relatos Históricos: Franco ha muerto, viva el gay

Relatos Históricos: El beso

Relatos Históricos: El soldado

Relatos Históricos: Campos de Cádiz

Relatos Históricos: 1929 en Wall Street

Relatos Históricos: El primer vuelo

Relatos Históricos: El primer gaucho

Relatos Históricos: Así asesiné al general Prim

Relatos Históricos: En bandeja de plata

Relatos Históricos: La maja y el motín

Relatos Históricos: El niño del Kremlin

Relatos Históricos: Yo, el Rey

Relatos Históricos: Tenno Iga No Ran

Relatos Históricos: Las prisioneras de Argel

Relatos Históricos: Un truhán en las Indias

Relatos Históricos: Mar, mar, mar

Relatos Históricos: Un famoso frustrado

Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Relatos Históricos: Cantabria indomable

Relatos Históricos: Nerón tal cual

Relatos Históricos: En manos del enemigo

Relatos Históricos: El juicio de Friné

Relatos Históricos: Alejandro en Persia

Relatos de Terror: Ojos violetas

Relatos de Terror: Nuria

Relatos de Terror: Silencio

Relatos de Terror: El nivel verde

Relatos de Terror: El bebé de Rosa María

Relatos de Terror: Aquella noche

Relatos de Terror: La puerta negra

Relatos de Terror: Sombras

Relatos de Terror: No juegues a la ouija

Relatos de Terror: Rojo y diabólico

Relatos de Terror: Lola no puede descansar en paz

Relatos de Terror: Asesino

Relatos de Terror: Aquel ruido

Relatos de Terror: Fotos en tu desván

Relatos de Terror: Estúpido hombre blanco

Relatos de Terror: Confesión

Relatos de Terror: Despertar

Relatos de Terror: No mires nunca atrás

Relatos de Terror: Viaje sin retorno

Relatos de Terror: La pesadilla

Relatos de Terror: La playa

Por un puñado de euros - por Yuste

Trópico - por Trazada30

Registro de tráfico ilegal - por Esther

Llámame si quieres - por Solharis

Una noche de invierno - por Dani

Clásico revisitado - por Desvestida

Lengua bífida - por Alesandra

Obediencia - por Némesis30

Hotmail - por Espir4l

Recuerdos - por Némesis30

Ese día estaba yo muy ansiosa - por Esther

Una noche de primavera - por Dani

La sopa - por Solharis

Diez minutos - por Sasha

Celos - por Scherezade

25 líneas dulcemente apasionadas - por Alesandra

Hay que compartir - por Espir4l

Trescientas palabras - por Trazada30

Esa sonrisa divertida - por Trazada30

Una noche de otoño - por Dani

La mujer de las pulseras - por Yuste

En el coche - por Locutus

Ciber amante - por Scherezade

Despertar - por Espir4l

Mi obra de arte - por Lydia

Los pequeños detalles - por Némesis30

Por el bien común - por Wasabi

La oportunidad llega sola - por Elpintor2

Sola - por Scherezade

La vida en un segundo - por Iván Sanluís

La ciclista - por Genio

16 añitos - por Locutus

45 segundos a euro - por Alesandra

Necesito una verga - por Esther

No soy tuya - por Donnar

Más que sustantivos - por Wasabi

Maldito alcohol - por Lachlainn

El preso - por Doro

De ocho a ocho y media - por Superjaime

Esperando - por Scherezade

Ladrón de coches - por Sociedad

Taxista nocturno,servicio especial - por ElPintor2

No me importa nada más - por Hera

Una noche de verano - por Dani

Vampirillos - por Desvestida

Siempre hay un hombro amigo - por Yuste

En mi interior - por Nemésis30

Almas - por Egraine

El tren de lavado - por Lydia

Despertar placentero - por Lince

Piel de manzana - por Sasha

Me fascina - por Erotika

Hace muchos años - por Trazada30

El dragón - por Lobo Nocturno

La fila - por Locutus

La cita - por Alesandra

Tardes eternas - por Ornella

La realidad supera la imaginación - por Genio

Instinto primario - por Espir4l

La sorpresa - por Solharis

38. La verdad en el fuego

Gönbölyuseg

Carta a un desconocido

Enfrentarse al pasado

Alejandría

La venganza de Aracne

Un relato inquietante

El libro maldito de Bartholomeus Nazarí

El apagón

El pasillo oscuro

Ejercicio 2 Las apariencias engañan - Va la novia

Naufragios: Libertad

Naufragios: Outdoor Training

Naufragios: Crucero de Empresa

Naufragios: Naufragio

Naufragios: Háblame del mar, marinero

Naufragios: Enemigos

Naufragios: La Invitación

Naufragios: El naufragio del Zamboanga