Darkwalker
(Un tormento visceral)
Ayer probé tus labios de fuego. No quería hacerlo, pero sus formas rotundas y tu sonrisa húmeda de sombras pudieron más que cualquier amarre a la tierra. Tu lengua y tus manos hicieron el resto, y me precipité al abismo de tu boca donde dormían mis sueños, mis más sublimes pesadillas, sujetas en el aire por un susurro tuyo.
Dejé atrás mi vida por un instante. Volqué mi cuerpo en el cuero de tu piel con mi sangre caliente fluyendo hasta tocar tu corazón. La llama de la vela temblaba con tu aliento. Las formas se recortaban roncas sobre las paredes, llamándonos a perdernos en el infierno pero esta vez, por fin, podríamos perdernos juntos
Imagina un instante de salvaje libertad, donde la noche sea el único testigo que nos observa sonriendo, con un as en la manga, sabiendo que los sueños negros siempre se repiten a escondidas.
El alma indefensa tiembla y se consume por el ansia.
Imagina tu cuerpo sobre el mío en una danza grotesca de piel contra piel, enlazadas por cordones de espino nuestras siluetas que han vuelto a ser de barro. Del barro primigenio, por fin, moldeadas por defectos, por humanidad con un toque de instinto y un hálito de magia.
Déjame perderme otra vez en ti y vadear tus pantanos con mis besos más oscuros.
Déjame respirar en la playa de tu muslo, en la hondonada de tu vientre, anclada en tus caderas que me golpean como olas.
Déjame arrastrarte a mi cama solitaria, campo pelado y yermo, con un beso irracional que deje una marca eterna sobre tu piel y tu alma.
Vamos a perdernos juntos esta noche, en la oscuridad, para morir mil veces y renacer de nuevo.