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Sexcitator (4: Lo imposible es posible)

en Amor filial

SEXCITATOR 4 (…y… ¿final?)

Poco a poco, despacio, Jan se introdujo tembloroso dentro del armario lacado en negro, sin mirar atrás. Una vez dentro, hizo acopio de todo su valor—la idea de meterse ahí le producía un pánico casi irracional—, tomó aire y cerró la puerta tras de sí.

La poca estabilidad que le quedaba a Katia se quebró en pedazos cuando vio a su hermano desaparecer en el interior del temible mueble. Una oscura parte de sí misma se enfadó con Jan a pesar de las reglas del juego; le odió por dejarla sola, igual que haría una niña asustada, como sólo los niños pueden odiar.

"Venga, Kati, sólo son diez segundos" se dijo a sí misma intentando calmarse mientras se estrujaba las manos con fuerza, hasta cortar casi el riego sanguíneo de sus dedos, para controlar su temblor. Sí, esos serían los diez segundos más tensos de su vida…

"Sólo diez segundos" murmuraba también, casi al mismo tiempo, Jan en la silenciosa oscuridad. Respiraba rápidamente con los ojos muy abiertos, como paralizado, con la cabeza apoyada en el fondo del armario…

(…uno, dos, tres…)

Se revolvió dentro del mueble. Contrariamente a lo que su fantasía esperaba, ningún monstruo de tinieblas salió a su encuentro. Nada se movió, nada cambió.

Excepto…

…Sí…

…¿Eso que se oía vagamente a lo lejos era música?...

(Cuatro, cinco, seis…)

En efecto. Al aguzar el oído pudo escucharla con claridad. Una canción de los setenta o de los ochenta –menudo bodrio—que alguna vez habían escuchado los cascajos de sus padres: "Forever young, I want to be forever young…" Cerró los ojos y dejó que su alma se arrastrara a la deriva, siguiendo aquella tonadilla capciosa, arropado por el manto de la oscuridad. Vaya canción más coñazo…pero de alguna manera molaba…

Jan comenzó a encontrarse estupendamente. Empezó a entrarle un puntito de sueño, pero sin pesadez. Más bien era relajación, como si se hubiera fumado un canutillo después de correr los cien metros lisos… ¿Acaso perdurarían ahí dentro los efluvios de Lucas el rastafari?...

(… siete, ocho, nueve…)

"Do you really want to live forever? ..."

Hmmmmm…qué bienestar…Se hubiera pasado en ese estado horas, traspuesto y no obstante pensando con asombrosa claridad, como un Lama ancestral. Por su mente pasaban imágenes agradables, bonitos tesoros de su pasado, ideas futuras, propósitos, planes y metas que tenía para sí mismo, todo ello sin un atisbo de agobio…y claro, también el recuerdo de su hermana, esa bestia sexual que tanto le había sorprendido y que le había hecho desear exprimir hasta la última gota de semen dentro de su cuerpo en un desgarrador y loco orgasmo… hmmmm… qué gustito le había dado estar entre las piernas de Katia, dejando de lado todo tipo de tabúes…

…¡Diez!

La puerta del armario se abrió bruscamente, cortando el aire con su batida.

Un rayo de luz perpetró la oscuridad del improvisado santuario a través de la puerta abierta, y le hizo caer en la cuenta de que su tiempo se había terminado definitivamente. Le costó un poco salir, abandonar aquella dulce madriguera de sombras, pero al final lo hizo, poco a poco. Pensó vagamente que tenía que salir de aquel estado de ensoñación…por Katia…

¡Sexcitator! ¡Meta! ¡Rueda del tiempo!...

¡Oh, dios!

Terribles conceptos se agolparon en su mente en tono acusador y le hicieron por fin reaccionar, sacudiéndole de encima hasta el último rastro de placidez.

En un abrir y cerrar de ojos Jan abandonó del todo el reducido habitáculo. Una vez fuera empujó la puerta negra—era tremendamente importante dejarla cerrada, se lo decía su intuición—mientras comentaba en voz alta su experiencia ahí dentro, que le había desconcertado bastante ya que en realidad no había sucedido nada…Se preguntó si habría sido un fallo del juego…

--Nada, Katia, no ha pasado nada, un coñazo…--mintió, porque le parecía criminal decirle a su hermana que había pasado diez segundos de lo más placentero, habiendo ella a buen seguro estado muy preocupada.

Le pareció escuchar su propia voz ligeramente más profunda de pronto, diferente. Le extrañó, pero pensó que se debía a que tenía la garganta reseca después de la inmensa paja cerebral que se había montado con tantos recuerdos libidinosos, dentro del armario. "Estaré todavía flipando", se dijo.

Sin embargo, cuando a continuación se giró para sonreír a Katia, se quedó clavado en el suelo de la impresión. Su hermana estaba pálida, con los ojos desorbitados por el espanto fijos en él, esforzándose por tapar su desnudez con manos temblorosas, mirándole como si no le reconociera.

--¡Quieto!—gritó Katia, retrocediendo. Le temblaba la barbilla levemente, como si estuviera siendo presa de un ataque de pánico--¡Atrás!

Jan retrocedió inconscientemente a su vez, al ver que su hermana blandía el puño amenazadoramente contra su persona.

--Pero qué dices, Kati…soy yo…

Katia negó con la cabeza, sin apartar los ojos de aquel hombre. No. No y no. Ese maromo rubio de metro ochenta, de piel sutilmente tostada por el sol y pelo por los hombros no podía ser su hermano. Ese ejemplar masculino cuya tranca asomaba demoledora entre los rizos dorados de su pubis, oscilando como un badajo hasta casi chocar contra sus potentes muslos, desde luego no era su Jan.

--¿Quién eres?—musitó con gesto desencajado, sacudiendo en el aire su puño desafiante.

--¿Cómo que quién soy?—exclamó Jan, explotando en una carcajada de puro nervio—Soy yo, ¿quién voy a ser?…

¿Sería acaso lo de entrar en el armario una treta para volver loca a su hermana durante su ausencia, y la que había cambiado había sido ella y no él?

--Katia…--murmuró inseguro—no sé qué demonios te ocurre…--inconscientemente había elevado las manos como si quisiera demostrar que no iba armado—soy yo…soy Jan…

--¡No!—sentenció Katia entre dientes—No sé quién coño eres, pero tú no eres mi hermano.

--Pero… ¿Qué dices?... ¿Te has quedado subnormal?… ¡Mírame!

--¡Claro que te miro, degenerado!—gritó Katia, encogida sobre sí misma en un esfuerzo inútil por ocultar su cuerpo desnudo--¡Mírate tú!

Lentamente, Jan bajó la vista a sus pies. No recordaba tenerlos tan grandes…y… ¿Tanta altura tenía desde el talón hasta la rodilla?...

--Joder…--jadeó en un hilo de voz.

Su hermana tenía razón…estaba cambiado…

Esos músculos tan desarrollados, a pesar de estar en reposo, por encima de sus rodillas definiendo el contorno de sus muslos…no, no podía ser, ¡Eso no era suyo! Él era un tirillas enclenque, siempre lo había sido, delicado como una princesa de no ser por el rabo que tenía entre las piernas…

Le asaltó de pronto un pensamiento que casi le hizo rodar por el suelo del ataque de risa…"Me han puesto el cuerpo de un atleta negro… ¡sin ser atleta ni negro!"

--¡Joooder!—se miró inmediatamente la polla y estalló en carcajadas. Realmente, aquel juego era maravilloso…

--¿Se puede saber de qué te ríes?

--Jajajajajja… ¡esto sí que es una polla como una olla, hermana!…

--Ay, dios mío—exclamó Katia—tú no eres mi hermano…tú eres un loco…

Jan se miró las manos, de palma ancha y generosa, terminadas en largos dedos de marcados nudillos. Estaba atónito, acojonado y al mismo tiempo su alma daba botes de felicidad.

--Katia, te aseguro que soy yo…--insistió aún sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo.

Su hermana negó rotundamente con la cabeza.

--No…--musitó sin quitarle los ojos de encima a aquel dios del sexo—no puede ser…

Jan trató de acercarse a Katia pero esta hizo amago de darle una patada al más puro estilo "Mortal Kombat", así que la maniobra tuvo que quedarse en intención.

--Vamos a ver, Kati… ¿cómo podría yo demostrártelo…?—reflexionó Jan, tratando de pensar con claridad lo más rápido posible--¡Ah, ya lo tengo!—exclamó-- ¿Te acuerdas aquella vez, cuando éramos pequeños, que rompiste una maceta y me llenaste las manos de tierra para que me echaran la culpa a mí? Yo tenía dos años y tú cinco…mamá lo cuenta sin cesar, no sé como fuiste capaz de pergeñar un plan así de malvado a una edad tan tierna…

"Realmente" pensó Jan "haciendo recuento de recuerdos fuiste una hija de puta con todas las letras…"

Katia aflojó la tensión de sus músculos, aunque sólo por un instante. La chispa de miedo que se agitaba en sus ojos fue siendo sustituida por un velo de desconcierto.

--No…

--Sí…--continuó Jan—y aquellas tardes en las que, siendo más mayores, gastábamos bromas telefónicas a los putos y a las putas, y tirábamos bombas fétidas a los obreros que trabajaban en frente de casa… ¿Recuerdas aquella bomba que fabricamos dentro del cacharrito amarillo del "Kinder Sorpresa", donde va el regalo, mezclando el ácido tánico del juego de química con ya no recuerdo qué?...También se la tiramos a los obreros, ¡porque casi me explota en la mano!... Joder, éramos unos cabrones…

El rostro de Katia era una máscara de incredulidad.

--Pero…--balbuceó.

--Soy yo, Katia, ¿qué más cosas quieres que te diga?—exclamó Jan, desesperado--¡Ah, sí! ¡Esta no falla! Aquella vez, hace unos años, que hice una bandera con unas bragas tuyas y el palo de la fregona…madre mía, qué hostia me diste…y cuando la saqué al parque cantando "las vacas del pueblo ya se han escapao"…

--¡Vale, vale!—le cortó Katia—No digas más… vale…

Se tapó los ojos con el antebrazo en una postura imposible, sin querer descubrir sus turgentes pechos.

--Soy yo…--sonrió Jan tímidamente, aproximándose despacio hacia ella.

El chico sintió un deseo extraño en su vientre, diferente, calmado pero profundo, aferrado a sus entrañas, arrollador. Como si se desperezara una fiera dentro de su estómago, su bostezo como una lenta llaga de sol y calor que se expandía sin remedio hasta las puntas de sus dedos.

--Joder, hermano…--Katia volvió a descubrir sus enormes ojos castaños de tupidas pestañas, manteniendo la mirada baja, terriblemente cohibida como jamás su hermano la había visto--¿cómo es posible que hayas cambiado tanto?

Jan sonrió.

--No lo sé, es este juego. Es increíble—respondió—por cierto, ¿Has activado la rueda del tiempo?

--¡Ay, demonios, sí!—Katia dio un brinco y se agachó para tomar en sus manos el relojito de una sola aguja.

--¡Me cago en diez, Kat! Ya deberíamos…bueno… ¿qué marca?

Katia levantó los ojos a su hermano con una mirada dudosa entre el morbo y el pánico, como sin estar segura del todo de creerle todavía.

--Veinte…--musitó.

A pesar de las dudas, el deseo salvaje incendiaba el alma de Katia con sólo imaginarse aquellos labios carnosos y dulces sobre su piel…

--Ajá—asintió Jan—Pues…

Katia miró a su alrededor como si buscara respuestas, confusa.

--Jan… ¿de verdad eres tú?

--Que sí, tía pelmaza…

--El armario te ha hecho todo un hombre…

Jan se encogió de hombros.

--Debo haber cambiado mucho a juzgar por el susto que te has llevado… ¿te gusta mi nuevo aspecto?

"Me gusta tu polla" pensó Katia, avergonzándose instantáneamente "Me amarraría a ella como una mona en celo"

--Vaya, ya veo que sí…

--Jani…--carraspeó Katia, con las mejillas ardiendo—me da un poco de miedo todo esto…

Su hermano sonrió y la atrajo hacia sí con delicadeza. Frotó distraídamente contra el muslo de Katia su miembro, que ya se estaba comenzando a endurecer sólo con sentirla cerca.

--Me apetece sexo contigo, Kati—murmuró al oído de su hermana con voz ronca--¿a ti te apetece sexo conmigo?

Katia se estremeció, juntando más su cuerpo tembloroso a la cálida piel de aquel desconocido Jan.

--Sí…--musitó—pero no me hagas daño… por favor…

--No te preocupes—Jan sonrió y la besó suavemente en el cuello—vamos a la cama…

A pesar de morirse de ganas de follar, Jan se sentía tranquilo como nunca, menos loco, por eso tumbó a Katia con dulzura sobre el lecho de sábanas negras en lugar de lanzarla sin miramientos. Quizá el hecho de haber cumplido treinta años en diez segundos había aplacado su ardor adolescente, dando prioridad al disfrute del camino…o quizá la promesa de la tarjeta de que podría correrse por fin, la certeza de la recompensa, le hacía sentirse más seguro y querer ir más despacio…Tal vez el sentirse por primera vez mayor que Katia, y el comprobar que más allá del miedo había despertado en su hermana algo desconocido (¿admiración? ¿Respeto?), le permitían actuar con la calma de quien sabe que lleva ventaja…

Tal vez por todo aquello su excitación era serena, pero convencida e implacable, y sus besos eran firmes y certeros…

Su sangre palpitaba dentro de sus venas sin furia pero desbordada, como una tormenta gestada con amor en un cielo preñado de sensatez. Qué ganas de follar tenía. De follar y de llenarse la boca con la sal del coño de Kati, de paladear su sabor, de lamerla entre las piernas hasta hacerla gritar pidiéndole más, de darla por el culo despacio, de paladear sus tetas gordas y sus labios de azúcar…

--Ahhhh…--suspiró mientras besaba los turgentes pechos de su hermana, lamiendo los oscuros pezones hasta sentirlos como piedras contra su lengua ardiente.

Katia no opuso resistencia cuando su hermano le separó las piernas y se colocó entre ellas, apuntalando las rodillas en el colchón. Gimió y le dejó hacer, ofreciéndole con los ojos cerrados su secreta humedad suculenta de jugos.

--Hmmm, esto está muy rico…--murmuró Jan con lascivia, introduciéndose en la boca su dedo medio que había buceado por las profundidades de Katia.

Jugaba con sus dedos en aquel coñito, aleteando dentro de ella con tranquilidad, deteniéndose en cada resquicio, degustando cada caricia. Katia arqueaba la espalda para recibirle al tiempo que echaba hacia atrás la cabeza y gemía sintiendo su sexo cada vez más mojado, con la consistencia de un bizcocho embebido en licor; terriblemente agradecido a la par que necesitado.

La chica tuvo que reprimir un grito cuando sintió el esponjoso glande de Jan jugueteando contra su clítoris, guiado por la experta mano de su dueño.

--¿Te gusta esto, hermanita?—jadeó Jan, excitado, pajeándose levemente contra el botoncito de Katia.

--Sí…--rezongó esta, revolcando su culo sobre el colchón para acoplarse mejor a aquella polla que tanto deseaba.

--Ahhhmmm…--gimió Jan—venga, cógemela y mastúrbate—murmuró.

--¿Así?...—jadeó Katia tomando entre sus manos aquella dureza, agitándola contra su congestionado clítoris.

--Eso es…así…--siseó él—hazte un dedo con mi capullo, vamos…

Katia acarició su hambriento coñito con el abultado y húmedo glande de su hermano, moviendo aquel pollón desde su base como si fuera un consolador de buen tamaño. Frotó y frotó con él los pliegues de su sexo de arriba abajo, de lado a lado, retorciéndose, emitiendo gemidos sin control mientras movía en círculo sus caderas, restregando su vientre con el estómago tenso de su hermano.

--Ahhhh…Ahhhmmm…Ohhh…esto es maravilloso…

Jan resollaba sin poder evitar insinuarse con pequeños empujones en la entrada de la vagina de Katia. Tenía ganas de penetrarla pero todavía no era el momento… Aún había tiempo para seguir jugando, la ocasión debía ser aprovechada al máximo...No le había pasado desapercibida la mirada de adoración de Katia, por debajo de su inquietud.

Estaba tan excitado y tenía tantísimas ganas de darle placer a su hermana que no le importó en absoluto el Sexcitator, las reglas, el hecho de que Katia tuviera que retroceder hasta la casilla de salida si tenía un orgasmo… De todos modos, él mismo se encontraba a un paso de la meta, y esta vez tenía permiso para correrse…

…Por cierto, ¿Dónde se correría?

Gimió encima de Katia sin poder evitarlo cuando comenzó a barajar las diferentes posibilidades.

Disfrutaba tanto haciéndola gozar…cómo le ponía de burro oírla gemir.

--Así, Katia…--jadeó al oído de su hermana--¿Te gusta?

--Hmmmmm…--Katia se movía contra la polla de Jan cada vez más rápido, dirigiéndola a su centro de placer, usándola sin dilación como si fuera su juguete particular.

Jan sonrió y movió sus caderas con suavidad, luchando por controlarse mientras ejercía una leve presión sobre aquel botoncito que volvía loca a Katia. Su grado de excitación iba en aumento y quería participar de alguna manera en la estimulación de su hermana…Sentía su miembro cada vez más rígido, la punta de su glande húmeda por su propio deseo y por los crepitantes jugos que brillaban entre los pétalos enrojecidos del sexo de su hermana…

--Ahammmmm…--gimió en voz baja, la boca entreabierta contra el cuello de Katia, clavándole los dientes en la tersa piel.

--Ahhhmmm…Jan…fóllame un poquito…--rogó ésta en un hilo de voz.

--¿Quieres?...—murmuró Jan, y le lamió con súbita fiereza la oreja--¿Estás lo bastante caliente?

Katia se retorció debajo de él tratando de incrustarse contra aquel miembro enhiesto, su estómago culebreando contra las caderas de Jan, separando aún más sus muslos temblorosos bañados en sudor y miel.

--Ohhmmmm… sí…--resopló apretando con fuerza las nalgas de su hermano contra su sexo--…Ohhh, por favor… fóllame con tu polla dura…

Aquel ruego empapado de lascivia fue demasiado para Jan. Su hermana yacía bajo él con los ojos cerrados y los labios entreabiertos como rosas calientes, acalorada, suplicando su polla, necesitando casi con desesperación ser penetrada por él…

Retrocedió un poco para maniobrar con soltura y suavemente insertó la punta de su miembro en la entrada de la jugosa vagina de Katia.

Se mantuvo unos segundos en el umbral, sin moverse, deseando meterla ahí de golpe, clavársela hasta las cargadas pelotas…

--¿Así, mi amor?...—preguntó, temeroso no obstante de hacerla daño con aquella tranca enorme.

"Mi amor". Lejos de extrañarse, Katia se revolucionó el doble al oír a su hermano referirse a ella de aquella manera.

--Ahh…Jani… mi amor…--murmuró ella a su vez, estallando el deseo reflejo a través de sus palabras—métemela entera, por favor…

Jan empujó un poco con sus caderas y bombeó suavemente dentro de su hermana, insinuándose tímidamente sin querer metérsela aún del todo. Resollaba por el esfuerzo de ir poco a poco, de no caer en la tentación de la brusquedad…

Mordió los besos de su hermana con delicadeza, deslizando la lengua despacio en el interior de su boca, acariciando las húmedas paredes de aquella cueva cada vez con más energía para terminar mordiéndole los labios con ansia, incrustando su cara contra la de ella como si quisiera atornillarla a la almohada.

Katia casi convulsionaba abriendo las piernas hasta límites imposibles, saboreando aquella lengua, luchando por atraer hacia sí los férreos glúteos de su hermano para poder sentir al fin la penetración completa que tanto deseaba…

--Qué bueno estás, Jan…—sollozó mientras se revolvía debajo de él en un esfuerzo por sentirle.

--Tú sí que estás buena…--rugió él, introduciendo su polla un poco más, follándola con dulzura.--… ¿Te gusta?

--Sí…--lloriqueó Katia—pero dame más, por favor…

Jan resopló y acarició con vigor los pliegues del sexo de su hermana, notando el contacto de su propia dureza dentro de aquel coño palpitante.

--¿Te quieres correr con mi polla, Kati?—jadeó, follándola más fuerte, abriéndose paso casi sin esfuerzo en la elástica vagina.

--Ohhh…sí…--Katia comenzó a dar tumbos sobre el colchón, deshaciéndose de placer, el chochito hecho agua abrazando la rocosa tranca de su hermano. Jan observó que un hilillo de baba brotaba de su jadeante boquita entreabierta—¡qué dura y qué gorda la tienes, por dios!…

--¿Te hace daño?—murmuró Jan, retrocediendo un poco dentro de ella.

--Ahhhhmmmm…--gimió Katia—No…sigue Jani, por favor…por favor, fóllame…

Era difícil resistirse a una hembra como aquella pidiendo imperiosamente que le destrozaran el coño de una vez…

Sin embargo, Jan se detuvo y salió de dentro de ella de improviso, arrodillándose sobre el colchón, posicionándose entre sus trémulos y sudorosos muslos.

Katia protestó al verse privada de repente de aquella verga que iba por fin a saciar su hambre…

--No…--rogó con voz quejumbrosa—No te salgas, por favor…

--Tengo muchas ganas de comerte el coñito…--murmuró Jan, la voz distorsionada y rota por el deseo—Abre bien las piernas y córrete con mi lengua…

--Pero…--se agitó Katia—quiero…necesito…

--Tranquila, mi amor—masculló Jan—tendrás mi polla después, te lo prometo…pero deja que antes te lama un poquito…para que te entre mejor…

Aquello no era una sugerencia, adivinó Katia, era una determinación de aquella bestia sexual en la que se había transformado su hermano pequeño. Acalambrada por la cercanía del orgasmo, temblando, dejó que su hermano descendiera hasta quedar con la cara frente a su entrepierna.

Cuando sintió los labios prietos de Jan sobre su tierno monte de venus, y los suaves cabellos de él rozando la parte interna de sus muslos, un estremecimiento recorrió su cuerpo terminando en su boca con un grito caliente y acuoso.

Sintió que Jan separaba los labios de su sexo con delicadeza y a continuación una resuelta lamida repasando su crepitante raja de arriba abajo, tentando al tiempo con decisión, la hizo gemir y temblar. Katia gritó de nuevo elevando las caderas hacia el cielo, incapaz de separarse de aquella flexible humedad.

Su hermano la mantenía abierta con su mano derecha al tiempo que se masturbaba como podía con la izquierda, sin dejar de lamer aquel mar de flujos ardientes que le llevaba hasta la demencia…

De cuando dejaba de sujetar los labios de la vulva de Katia para masajear el abultado clítoris con las puntas de los dedos, penetrando suavemente la entrada de su vagina con la lengua húmeda, tragándose los efluvios de aquel excitado volcán.

--¿Te gusta?—preguntó por enésima vez con la nariz enterrada en el vello púbico de Katia, sólo por escuchar la respuesta.

--Jani…Mmmmmm… si sigues así creo que me voy a…Ammmmhhhhh…

Jan masturbó a Katia con fiereza, frotándole con fuerza el coño con la palma de su mano que chapoteaba en aquella dilatada humedad.

--Eso es lo que quiero…--gruñó—eso es lo que quiere tu hermanito, Kati…quiere sentir cómo te corres en su boca, oír cómo chillas de gusto…

--¡¡Aaaaaaaammmmmhhhhhh!!…

Jan no se hizo esperar ante las bruscas sacudidas y el aullido prolongado que brotó de los labios de Katia. Volvió a sumergirse en su sexo para arrancarle el orgasmo brutal que latía en sus profundidades, moviendo velozmente la lengua hasta que le dolió como si estuviera a punto de rompérsele…

--Aaaammmhhhh…Aaaayyhhhhhhh…Ohhhh… ¡Dios!

Katia se retorció como una anguila disfrutando de su largo orgasmo, abrazando la nuca de su hermano con las piernas, golpeando con su culo empapado el colchón, rebotando neumática una y otra vez contra la nariz de Jan y sobre las sábanas mojadas de sus propios jugos y de la saliva de su hermano.

--¡¡Dios!!...¡¡Sí!!... ¡Aaaaaahhhhhhh!...—explotaba.

Jan emitió un gruñido sordo y paró de lamerle el coño a Katia para colocarse bruscamente encima de ella y penetrarla de golpe con su polla a reventar. Su hermana gimió y él empezó a follarla rítmicamente, con decisión, horadando hasta el final aquella profundidad de mermelada caliente.

Desde la primera embestida entró hasta la empuñadura, sin ningún obstáculo ni estrechez en el camino tapizado de jugos.

Con cada acometida de las potentes caderas de Jan, Katia magnificaba su orgasmo, o enlazaba con otro clímax recurrente. Jan no sabía si su hermana se estaba corriendo una vez tras otra o si había conseguido una situación de meseta en la que una misma descarga se expandía en ella como las olas del mar golpeando contra un acantilado, sin pasar por un estado de recuperación entre una y otra.

Jadeó y sacó su palpitante miembro de pronto, sintiendo la inminencia su propio orgasmo…

--Ven Katia, levántate…-- apremió con su voz profunda.

Quería correrse dentro de ella pero no follándola así…tenía ganas de poseerla en otra postura en la que la sintiera verdaderamente suya, apresada entre sus manos, quería ver temblar aquel culito gordo…

--Colócate en el suelo a cuatro patas—la urgió—te voy a romper el coño…

--Hhhmmm…--Katia se mordió el labio inferior y cerró los ojos, arrodillándose frente al colchón. Apoyó los codos sobre las sábanas y separó obediente las piernas.

--Eso es…--babeó Jan, casi fuera de sí—Levanta el culo para que pueda follarte…vamos, enséñame el coño…

Acompañó las sucintas instrucciones con un par de sonoras palmadas en las nalgas de su hermana.

Ésta no se hizo de rogar; temblando como una hoja de la cabeza a los pies, enfebrecida a causa de la excitación, arqueó la espalda todo lo que fue capaz y le mostró a su hermano la ardiente abertura entre sus piernas…

--¡Fóllame, cabrón!—le hostigó, acuciada por la necesidad de sentirle dentro, separando coqueta sus labios vaginales con los dedos.

¡¡Bum!!

Jan le sujetó la cintura con ambas manos y atrajo hacia sí las caderas de su hermana para clavarse por fin en la codiciada humedad.

Gemía como un verraco mientras la tomaba, bombeando con demencia adelante y atrás contra ese culo empapado de sudor, descontrolado.

--¡Mmmhhh…!—gruñó—Kat…¡no puedo correrme dentro!…

Pero seguía destrozándole el coño a pollazos, sin poder parar, una y otra vez.

--No importa…--resolló ella con la voz ahogada contra el flanco del colchón--¡Córrete Jan!... ¡¡córrete, por favor!!

--No…--gimió su hermano--puedo aguantar un poco más…

Comenzó a frotar el clítoris de Katia mientras continuaba penetrándola a buen ritmo, hasta que ésta se corrió escandalosamente berreando como una cerda, gritando el nombre de su hermano mientras restregaba su culo contra el bajo vientre de él en un retorcido espasmo.

Jan trató de aguantar estoicamente de nuevo el largo orgasmo de su hermana…

Pero al sentir los potentes músculos vaginales de ella contrayéndose, asfixiando su garrote a explotar, no pudo contenerse y estalló en un río de semen dentro del cuerpo de su hermana. No pensó en lo que hacía.

Jan sintió que literalmente la vida le abandonaba con aquella corrida que parecía no terminar nunca. Se olvidó del Limbo, de quién era, de que Katia era su hermana. Se olvidó de que no llevaba puesto un condón, y de que ella no tomaba la píldora anticonceptiva. Se olvido de todo…

--¡¡Arrrrggghhh!!

Rugía, se retorcía y gritaba golpeando con fuerza el trasero de Katia con sus caderas de hierro, vaciándose por fin, corriendo en pos de esa sensación dolorosa de puro placentera que partía en oleadas desde su pelvis para perderse en el infinito…

Katia le respondía y se abría; se abría y gritaba, gritaba y languidecía agotada para volver a explotar de nuevo durante las últimas sacudidas de la violenta follada.

Jan cayó desfallecido, abrazado a la cintura de su hermana como un muñeco desmadejado, resbalando por su espalda, cuando por fin se relajó.

Se mantuvo sin poder moverse unos segundos, tratando de volver a controlar la respiración, y le pareció oír, amortiguado por sus jadeos, el familiar pitido de la Rueda del tiempo…

El cuerpo de Katia se estremecía sacudido por pequeñas descargas eléctricas perceptibles sólo en el cuerpo a cuerpo, constantes.

Poco a poco Jan salió de dentro de ella, con cuidado, besando tímidamente la vacilante espalda candente, murmurando palabras inconexas.

Katia se movió levemente cuando sintió su coño inundado, chorreando un torrente de semen que resbalaba por entre sus muslos hasta manchar el suelo de madera. No tenía control ninguno sobre los músculos de su vagina tremendamente dilatada. Al sentir cómo su cuerpo desalojaba parte de la abundante y viscosa leche de su hermano reaccionó de pronto, agarrando lo primero que encontró-- la camiseta de Jan, que yacía arrugada en una esquina de la habitación, cerca del tablero-- para limpiarse un poco entre las piernas. Se precipitó a coger la prenda y comenzó a afanarse en restregar la pegajosa substancia que manaba de su coño, con la mirada fija en el suelo, visiblemente avergonzada.

--Kati…--murmuró Jan con cierto temor, reclinando la cabeza contra el borde del colchón, extendiendo una mano para acariciarle la cara.

Ella levantó la mirada con los ojos vidriosos.

--Jani…

--Joder, lo siento…

Katia negó con la cabeza.

--No lo sientas. Ha sido el mejor orgasmo de mi vida—musitó ella, con la mirada fija en los ojos de su hermano—nunca me habían cabalgado así…

Jan intentó sonreír.

--A mí también me ha gustado…--murmuró—pero Kati…yo…me corrí dentro…--añadió con la voz temblorosa por la vergüenza y la preocupación.

--Sí…--asintió ella, con una extraña sonrisa boba—estamos locos…

--Estamos locos—confirmó Jan, consternado.

Jesús bendito. ¿Por qué demonios se había dejado llevar de aquella manera?... ¡era un pirado!... ¿y ella? Tal vez acababa de quedarse preñada en ese mismo momento y sin embargo esa sonrisa tonta no se le borraba de la cara…

Se imaginó una cuadrilla de pequeños renacuajos cabezones a la carrera en busca del codiciado tesoro…" ¡Mirad chicos, el espermatozoide cojo viene en moto!..."

--Katia, esto es muy serio…

Su hermana se encogió de hombros.

--Tranquilo, Jani—replicó sin dejar de sonreír—no ha sido culpa tuya. Este juego del infierno trastorna a cualquiera…

De improviso, Katia se echó a llorar.

--Eh…--Jan la atrajo hacia sí y la estrujó contra su pecho. El cuerpo de su hermana convulsionaba en virulentos sollozos desacompasados que le dificultaban la respiración—bueno…tranquila… ¿Qué es esto? Primero ríes, luego lloras…a las mujeres no hay quien os entienda…

--Oh, Jani qué hemos hecho…

Jan se tragó a duras penas el nudo que atenazaba su garganta.

--Kati…

--Joder, quiero que todo esto acabe…no puedo más.

Jan besó las lágrimas de su hermana que brotaban de sus ojos brillantes como espejos de azabache, resbalando por sus encendidas mejillas.

--Kati, tranquila…

--¡Quiero salir de aquí!—sollozó ella angustiada, retorciéndose nerviosa entre los brazos de su hermano--¡Esto es una mierda!

Torpemente, Jan le acarició los agitados hombros, sin saber cómo consolarla. Pocas veces había visto a Katia llorar así, tan desesperada…

--Ssshhh…--murmuró mientras la acunaba suavemente contra su pecho desbocado—saldremos de esta, Kati, ya lo verás…

Jan miró su reloj. Se obligó a contar cinco minutos escasos para que su hermana se calmara. No podían permanecer inactivos mucho tiempo…era cuestión de una tirada más y llegarían a la meta…

Suspirando, observó casi sin sorpresa cómo la yegua cristalina de Katia se arrastraba de nuevo a la casilla de salida. En otras circunstancias se habría hasta reído de su hermana, pero en ese momento ni siquiera le pasó por la cabeza.

--Kati…tenemos que seguir—dijo apenas se terminó el "tiempo de espera" fijado por su cerebro de superviviente—Vamos…ya nos queda muy poco…

Katia sorbió con fuerza por la nariz y se acercó por fin al tablero para coger los dados. Tenía pintada en la cara la desesperación y la tristeza más profunda que Jan había visto en su vida; realmente se la veía desmoronada, derrotada.

Lanzó los dados sobre el tablero con una chispa fugaz de odio en los ojos.

"Da igual lo que le salga" pensó Jan "La cuestión es hacer lo que sea rápido para que yo pueda tirar de nuevo…"

Katia obtuvo un seis y un tres en su tirada. Su yegua avanzó pesarosa hasta la casilla número nueve.

--Vamos, Kati, coge una carta…--murmuró Jan, acariciando los rizos oscuros de su hermana.

Ella extendió la mano para hacerlo, pero reflexionó unos instantes antes de leer lo que estaba escrito en el reverso de la tarjeta.

--Jani…--murmuró con voz temblorosa, sujetando la carta fuertemente entre sus dedos hasta casi doblarla--…me gustaría decirte algo, por si no salimos de esta…

Jan soltó una carcajada nerviosa.

--Y dale bolo, claro que vamos a salir…--replicó, esquivando la mirada de su hermana.

--Bueno…--continuó Katia—pero por si acaso…quería decirte que…

--¿qué?...—la animó Jan.

--Que desde que saliste del armario…--susurró Katia—de alguna manera te has convertido en mi hermano mayor…no sé si el juego quería que así fuera, o si ha sido casualidad que te tocara esa carta…pero…aunque ahora estés más melenudo, quiero que sepas que me gustas así…que durante este poco tiempo has sabido ser el mejor hermano mayor del mundo…y sin embargo yo…--se le quebró la voz—me estoy dando cuenta de que he sido una pésima hermana mayor…te sonará a chorrada, pero es lo que pienso. Lo siento.

Jan sonrió conmovido.

--Pero, ¿qué tontería es esa, Kati?—rió—Tú siempre has sido mi hermanaza, me has enseñado muchísimas cosas…

--No lo sé—murmuró Katia-- te he puteado mucho…

--Bueno, y yo también, como hermano pequeño quiero decir…tampoco he sido ningún santo…

Katia sonrió levemente y se mordió los labios.

--Vamos, Kat, no te preocupes por nada de eso…eres estupenda.

--¿Eso crees?

--Sí, plasta. Eso creo. Y ahora lee la cartita de una vez…

--¿Qué?—preguntó Katia—Ah, sí…

"LA CARTA DE LA TRAICIÓN Y DEL DESEO MÁS CANALLA" leyó en voz alta, algo confusa "SI QUIERES A TU PAREJA, ESPÉRALA EN LA PLAYA…"

--¿En la playa?—reiteró Katia--¿tú entiendes algo de esto, Jan?

A su hermano no le dio tiempo a contestar, ya que se quedó boquiabierto cuando contempló una delgada línea de luz que se elevaba desde el suelo por la blanca pared, trazando una curva a la derecha después de haber recorrido aproximadamente un metro, para volver al suelo dibujando como por arte de magia el contorno de una pequeña puerta.

--¿Qué demonios…?

--Joder…--murmuró Katia, frunciendo los ojos para no deslumbrarse con el destello que emitía la pulsante luz—cada vez entiendo menos este juego…

El trozo de pared comprendido entre las líneas llameantes se derritió instantáneamente, dejando al descubierto un paisaje arenoso y un pedazo de cielo nocturno limpio como un lienzo añil tachonado de diamantes.

--Madre mía, Kat… ¿ves lo que yo veo?

Una ráfaga de brisa marina se coló en la habitación, y Jan hubiera jurado que escuchó el rumor del salobre oleaje…

--Debes coger otra tarjeta…--fue lo único que pudo articular, maravillado, absorbido por la belleza de lo que sentía, olía y veía.

Su hermana, que se había quedado blanca como el papel, con los ojos desmesuradamente abiertos fijos en la repentina abertura, palpó el tablero en busca del correspondiente mazo de cartas.

--Toma…--Jan la ayudó, tendiéndole una carta en cuyo anverso se leía "EL OTRO", viendo que su hermana era incapaz de apartar la mirada de aquella súbita magia.

Le dio un suave codazo y sólo entonces Katia reaccionó, mascullando una interjección de protesta, y tomó la tarjeta de manos de su hermano.

--Katia, ya sé que esto es muy fuerte…--murmuró Jan, aún anonadado por todo aquello—pero no nos queda apenas tiempo…venga, lee, ¿qué pone?

"LA SOLEDAD AL SEPARARSE TAN SÓLO ES RELATIVA" leyó Katia, esforzándose al máximo por concentrarse "TU PAREJA LO SABE, NO TIENE ALTERNATIVA…"

--¿Q-qué significa esto, Jan?—Balbuceó, mirando horrorizada a su hermano.

En el fondo lo sabía, pero le aterrorizaba la idea de volver a separarse de él…

Jan fijó en ella sus ojos verdes, sin poder disimular en ellos un velo de miedo. No podía salir mal, el juego tenía que ser legal, no podía pasarle nada a Katia. Pero era tan difícil, tan complicado, confiar en aquella terrible máquina que parecía tener ideas propias…

--Pues…--murmuró, tratando de que no se le notase su nerviosismo—Creo que lo que significa es…que tienes que salir ahí fuera…a la playa…

--No…--a Katia le falló la voz--¿Yo sola?

Jan asintió despacio.

--Sí, Kati, creo que eso es lo que quiere decir…

--Pero… ¡No quiero separarme otra vez de ti!—sollozó ella, negando con la cabeza –otra vez no…

--Tranquila, mira…yo iré a buscarte en cuanto pueda, te lo prometo…sólo serán unos minutos, como cuando me metí en el armario…

--No--corrigió inmediatamente Katia—Tú estuviste diez segundos, Jan… ¿y si no puedes venir a buscarme?... ¿y si esa puerta se cierra y yo no puedo volver…?

Jan reflexionó. "Tu pareja no tiene alternativa" había dicho la carta de Katia. Tenía razón.

--Kati…--a Jan le falló la voz—no podemos hacer otra cosa sino confiar…

También él tenía ganas de llorar, estaba realmente asustado.

--Tenemos que llegar al final…--continuó con un nudo de desazón en la garganta—es la única manera de salir de aquí…

Era arriesgado detenerse a pensar mucho. Si lo hacía, pensó Jan, quizá la razón y la lógica impidieran que progresaran su camino hasta la meta…y quedarían allí atrapados, en ese dichoso limbo, para siempre, cuando aquel endiablado juego se autodestruyera.

--¡No, no, no!—exclamó Katia cuando vio que su hermano agarraba con determinación la rueda del tiempo--¡¡No lo hagas!! ¡No quiero salir!

Pero Jan, sintiéndose la peor sabandija del mundo, apretó el botón que accionaba el siniestro cronómetro…

Shhrrrrrr, shhrrrrrrrrr, srrrrrrrrrrr…

La aguja se movía rauda en círculos sobre la cristalina esfera. Finalmente, tras unos segundos de dilación, se detuvo en el número cinco.

--¡Vamos Kati!—apremió Jan, ligeramente aliviado—son cinco minutos… ¡sólo cinco minutos y estaré contigo!...si no cumplimos las condiciones del juego, lo perderemos todo…

Katia se enjugó una lágrima con el dorso de la mano.

--No…

--Vamos, Katia, ¡por favor!—imploró Jan—tenemos poco tiempo…

--¿Cómo sabes que no ocurrirá nada?

Jan suspiró y se mordió el labio inferior.

--No lo sé—reconoció—pero lo que sí ocurrirá es que los dos nos iremos a la mierda si no lo intentamos…

Katia volvía a llorar de impotencia, extenuada.

--Joder, Jan…

--Mira Kati—murmuró Jan, tratando de pensar con claridad—el "Sexcitator" lo fabricó algún loco hijo de puta, pero no creo que fuera un asesino…

--No sé…

--No te preocupes, son cinco minutos…yo me quedaré en la puerta impidiendo que se cierre, y te miraré durante todo el tiempo. Te lo prometo. Será como no estar separados…sólo tienes que caminar unos metros…

Katia le miró con profundo resentimiento. ¿Por qué tenía la sensación de que recaía sobre ella el destino de los dos?

--¿Me prometes que no me quitarás los ojos de encima?—murmuró con desconfianza.

--Hasta sin pestañear, si hace falta—respondió Jan—si no te vas muy lejos no te perderé de vista…

--Está bien…

Katia se levantó a regañadientes y se acercó a la puerta abierta en la pared. El olor a mar y a noche de verano penetró de pronto en sus fosas nasales, haciendo brotar una llama de nostalgia en su pecho… ¡cómo añoraba el verano!... ¡cómo le había gustado siempre nadar en el mar!...

--Vamos Kati, no me moveré de aquí…--la instó Jan a sus espaldas.

…Y, por fin, Katia cruzó la puerta…

………………………..

Inmediatamente se arrepintió de haberlo hecho.

Nada más poner sus pies descalzos sobre la arena fresca tuvo la certeza de que pasaría algo terrible…

El cielo oscuro la abrazó para darle la bienvenida y una brisa húmeda agitó sus cabellos trayéndole con más intensidad el aroma que tanto adoraba, pero eso no retiró la telaraña de inquietud en la que de pronto se sintió atrapada.

Se giró a tiempo para ver a su hermano agitando la mano, desde la puerta mágica abierta en el mismo cielo—ella no veía ni rastro de la pared, se hallaba fuera del limbo—y se dio la vuelta de nuevo para avanzar unos pasos más…

No muy lejos, lánguidas olas de espuma blanca lamían la arena de la bajamar, dejando un rastro plateado a la luz de la luna que invitaba a pasear sobre él con los pies descalzos…

A continuación, todo sucedió muy rápido; como rápido se cierra el cepo de una trampa para roedores, como rápido sesga la cabeza del enemigo una espada de hoja veloz y silbante.

De pronto Katia escuchó los gritos de su hermano tras de sí, y cuando miró hacia atrás sólo alcanzó a ver la puerta que se cerraba en el cielo sin que Jan pudiera evitarlo, desapareciendo en un instante como si nunca hubiera estado allí…

--¡Jan!—Gritó Katia, precipitándose hacia donde había estado la puerta--¡¡Mierda!! ¡Mierda, mierda, mierda!

Desesperada, echó a correr…

Pero ya no había ni rastro de la abertura. Sólo el cielo y el brillo de las estrellas la contemplaban impasibles por encima de su cabeza, con la suave brisa como único hálito de vida.

--Mierda…--lloró Katia, comprendiendo que jamás tenía que haber cruzado aquella maldita puerta—mierda, Jani…

Se derrumbó en la arena, a escasos metros de donde las olas besaban la playa, y rompió a llorar amargamente.

No llevaba apenas segundos en esa posición, enroscada sobre sí misma como si quisiera convertirse en piedra, cuando de pronto escuchó un chapoteo por encima del rumor de las olas…

No quiso mirar pero sorbió violentamente por la nariz para controlar sus sollozos, y aguzó el oído. Inmediatamente volvió a escucharlo, esta vez con mayor intensidad, y más cerca.

"Chalup, clap, chlub"…

Levantó la mirada y entornó los ojos para escudriñar la superficie oscura del mar…

¡¡Oh, dios!! Algo grande se movía bajo el agua, como si tratara de incorporarse…

¡¡Y venía directamente hacia ella!!

 

NOTA DE LA AUTORA:

Todavía no llego al final, joderrr!! Jejejje, a ver si en el próximo lo conseguimos ya de una puta de vez. La verdad es que personalmente estoy disfrutando muchísimo con esta historia…

¡¡Espero que la estéis disfrutando tanto como yo!!

Un beso fuerte y gracias a todos.

CONTINUARÁ…

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