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Sexcitator (2): El desafío continúa...

en Amor filial

Poco después de que Katia se corriera insultando a voces a su hermano, el cronómetro de la rueda del tiempo les avisó de que se habían agotado por fin los veinte minutos de santo suplicio.

Jan se apartó y volvió a sentarse frente al tablero, ya sin vaqueros y con la polla al aire, temblando, rojo de excitación haciendo denodados esfuerzos por vaciar su mente en otra cosa.

Con algo de frustración observó la ficha de su hermana, la hermosa yegüita cristalina, temblando un poco sobre el tablero, vacilando unos segundos, para retroceder poco después a la casilla de salida.

--Hijo de puta, hijo de puta…--continuaba rumiando Katia, despatarrada en la cama, con las mejillas color de las rosas rojas y los labios empastados y turgentes—qué putada me has hecho…

--Qué fuerte, ni que hubiera sido mi culpa…

--¡¡Claro que ha sido tu culpa, subnormal!!—bramó su hermana, aferrándose a las sábanas de seda--¡tenías que haberme hecho caso y haberlo dejado cuando te lo dije!

Jan se revolvió inquieto al sentirse tan atacado, pero en el fondo le embriagaba el efluvio extraño de una pequeña victoria…

--Hombre, si hubieras gritado un poco menos…--se atrevió a decir.

--¡No he gritado!—masculló su hermana—sólo he gemido un poco, que es diferente…

Jan le alargó los dados intentando contener una sonrisa de oreja a oreja. Las mejillas le ardían.

--Sí, claro…anda que no te estaba gustando…

Katia se levantó de la cama arrastrando la sábana negra tras de sí. Pareció que iba a lanzarse sobre su hermano para atizarle, pero se limitó a quedarse frente a él, clavada en el suelo, temblando de indignación.

--Eres repugnante…--dijo entre dientes.

Jan se encogió de hombros, eludiendo con hastío la mirada de su hermana.

--Katia, ya las has cagado volviendo al principio… ¿Cuánto tiempo más vamos a perder?—le espetó—vale, te ha parecido una comida de coño asquerosa, lo he hecho fatal, soy lo peor, un miserable. Ahora tira los dados de una puta vez, que te toca a ti.

Soltando un bufido de rabia, Katia fulminó a su hermano una última vez con la mirada y arrojó los dados sobre el tablero, con tan mala leche que Jan pensó que habían caído dentro de puro milagro.

"Katia tiene algo de razón…" se dijo el chico, a pesar de lo mucho que se estaba divirtiendo con todo aquello "como sigamos así, no va a haber manera de salir de ésta…pero… ¿qué hacemos entonces? Tendré que hacerlo peor…" reflexionó, mientras la ficha de su hermana adelantaba cinco casillas más sobre el entramado del tablero. De pronto cayó en la cuenta… ¡el tablero! ...el símbolo que había en él, el "ocho tumbado"… ¿no era ese el símbolo del infinito?... ¡joder, maldito juego!... se preguntó si algún ser humano habría conseguido llegar a la meta alguna vez…todo aquello era sin duda una broma del mismo diablo.

--Cinco, jaja…—soltó una risita desinflada, para descargar tensión.

--Ni se te ocurra hacer la rima de los huevos…--le advirtió su hermana, inclinándose para coger una tarjeta.

Se la acercó a los ojos, y la leyó varias veces en silencio, con gesto de no entender.

--Venga Katia, haz lo que te dice…

--No, espera…--murmuró ella, frunciendo el ceño—es un poco raro lo que pone aquí…

NO COJAS OTRA TARJETA, ¡¡NO TE HARÁ FALTA ESO!!—Leyó—EL HÉROE DE LEYENDA QUE HAS LLAMADO, VIENE DE CAMINO EN CARNE Y HUESO.

Jan la miró confundido.

--El héroe de leyenda que has llamado… ¿a qué se refiere, Kat?

--Ni idea—respondió ésta—como comprenderás, yo no he llamado a nadie…

Acto seguido se oyó un estruendo procedente de dentro del armario, y unos golpes secos que les hicieron dar un respingo.

--¿Qué coño es eso?...—musitó Jan, tenso como un león a punto de saltar, sin atreverse a acercarse al mueble.

Los golpes cesaron y la puerta del armario se abrió despacio con un leve quejido de bisagras oxidadas.

Ante los ojos de los chicos, desmesuradamente abiertos, una pierna enfundada en una sobada tela de cuadros blancos y negros salió del armario y basculó en el aire, como tanteando en la oscuridad. La pierna aterrizó en el suelo, acompañada de su homóloga, seguida del resto del cuerpo de el ser que—qué demonios, ¿cómo era eso posible?—salía por fin del armario negro.

Los dos hermanos no podían dar crédito: un personaje extraño les miraba con cara de circunstancias desde la esquina donde se encontraba el ropero y la cama, como sin atreverse a dar un paso más allá. Y, la verdad sea dicha, la pinta que tenía era digna de mención, menudo cuadro era el individuo…

Se trataba de un muchacho más o menos de la edad de Katia, de elevada estatura y alongadas formas-- lo que llamaríamos un "tirillas con suerte"--, grandes ojos verdes de mirada achispada y ligeramente subversiva, y una tremenda mata de pelo castaño retorcido en pegotes de rastas, perdiéndose más allá de sus estrechos hombros. Iba vestido con una camiseta negra sobre la que se leía "FUMA, FOLLA Y BEBE, QUE LA VIDA ES BREVE", y con los citados pantalones de goma floja a la cintura, a cuadros negros y blancos, bastante desgastados y llenos de pelotitas a la altura de las rodillas.

De pronto, un súbito destello de reconocimiento brilló en los ojos de Jan.

--Oh, dios, no puede ser…--murmuró éste, sonriendo—"Lukitax el Rastafari"… ¿eres tú?

--¿Me conoces?—preguntó el aludido, enarcando levemente las cejas.

--¿Quién coño es Lucas el Rastafari?—silbó por lo bajo Katia

--No te hagas la tonta, hermana, le has llamado tú…--respondió Jan sin dejar de sonreír, con la mirada clavada en el extraño personaje.

Lo contempló de arriba a abajo.

--¡Guau!—dijo sin poderse contener.

El muchacho le lanzó una mirada inquisitiva, con gesto de estar perdido.

--Lucas, te conozco…claro que sí—se apresuró a explicar—este juego es increíble, desde luego…

--Pues yo no te conozco a ti…--respondió el chico cruzando los brazos con desconfianza.

--Claro que no—respondió Jan—porque yo era quien manejaba los mandos…

Kati les miraba alternativamente a uno y a otro, estupefacta.

--¿Los mandos?—inquirió el muchacho.

--Sí…--dijo Jan; la explicación sonaba un tanto absurda, pero más sub realista era lo que estaba ocurriendo…--en el videojuego: "Lucas el Rastafari contra el malvado Estruja-porros"… ¿lo recuerdas?

--Oh, sí…--los ojos del desconocido se iluminaron de pronto con un brillo de malicia—mataré a ese desconsiderado…pero eso no es un videojuego, ¡es mi vida!.

--Sí, bueno, claro…--murmuró Jan—Lucas, estarás preguntándote qué diablos haces aquí…

El muchacho reflexionó un poco.

--Sí, habitualmente me hago esa pregunta…--respondió dubitativo—pero es cierto, ¿Qué hago yo aquí?

Jan rió con cierta suficiencia.

--Pues verás, Lucas…aquí mi hermana—dijo, señalando a Katia con una inclinación de cabeza—que debe tener una buena opinión de ti…te ha invitado para jugar a un juego…demonios, ya sé quien se metía en todas mis partidas jodiéndome la puntuación, jeje…

La cara de Katia enrojeció al momento.

--No sé qué dices, tarao, yo no he visto al tío este en mi vida…

--¿Sí? Qué bien—respondió Lucas, sonriendo a Katia como si no la hubiera oído—me encantan los juegos…--se giró hacia Jan--oye, entonces, ¿esta pibita que está aquí es tu hermana?…

--Sí—dijo Jan, disfrutando de lo lindo del momento.

--Ah…--murmuró el rasta—y…oye… ¿estáis desnudos porque os apetece, o…tiene algo que ver con el juego ese al que me habéis invitado?...

--En realidad tiene todo que ver…—respondió Jan—verás, creo que tienes que tirarte a mi hermana.

Katia le lanzó a su hermano una mirada que de ser un cuchillo le hubiera producido una muerte lenta y dolorosa. El corazón le latía furioso en el pecho… ¿cómo podía estar pasando aquello?... ¡Claro que conocía a "Lukitax el rastafari"!...joder, de hecho la ponía cachonda como una burra, por mucho que fuera un personaje de ficción… ¡había sido un secreto que nadie conocía, y ahora, aparecía ante ella en carne y hueso en ese juego infernal, para deleite de su hermano!

--Vaya…--sonrió el muchacho—parece un juego chachi…

Katia no sabía dónde meterse.

--Bueno…--dijo Jan—la cosa es así, Luqui. Yo acciono este relojito que tengo en mis manos—le mostró la rueda del tiempo—y desde que las agujas se detengan, estarás follándote a mi hermana…hasta que la cosa ésta pite… ¿me sigues?

Katia reprimió una exclamación de asombro. Se le habían quedado las manos frías, pero la cara le ardía, así como el coño al imaginarse de pronto la polla dura de Lucas dentro de su boca.

--Ahá…--dijo Lucas—pero…estooo…

Se giró hacia Katia, con gesto indefinido.

--Estás muy buena,… ¿seguro que no hay tongo aquí?

Por toda respuesta, Katia se replegó sobre sí misma, tratando de esconder la llama que albergaba en su mirada.

--La verdad es que así, desnudita, me la estás poniendo dura…

Lucas se acercó a la tensa Katia, y la ayudó a incorporarse para dirigirse hacia la cama. En silencio, Jan accionó la rueda del tiempo…

--La verdad es que siempre estoy en mi mundo, pero esto…--murmuró el rasta, a escasos centímetros de la boca de Katia--…esto no es muy normal…

Jan miró complacido la escena y dirigió sus ojos a la esfera, cuyas agujas se habían detenido en el número diez.

--Eh, hermana, tienes poco tiempo…--dijo elevando la voz desde su lugar junto al tablero—si yo fuera tú lo disfrutaría…

Lucas ya había empezado a desnudarse, dispuesto a lo que fuera.

Katia lo atrajo hacia sí. Acababa prácticamente de correrse y estaba aún cachonda; y la visión de la tranca de Lucas, gorda a explotar y surcada de venas—como siempre había imaginado en sus sueños húmedos—, así como su olor a excitación y a descuido, hizo definitivamente estragos en su pobre chochito de recargándolo de almíbar.

--Lucas…--carraspeó por primera vez desde que le vio—deja que te coma la polla antes de que me folles, por favor…

Lo haría como en sus sueños. Jan se acercó más, con cierto disimulo, tratando de no perder detalle. Ver aquel destello en los ojos de su hermana…sentir y oler a distancia las reacciones de su cuerpo…era demasiado. Y escuchar aquella petición sacada de esa boquita de piñón, ya ni hablamos.

--Uffff… Claro, tía…--murmuró Lucas, alargando una de sus manos hasta los erizados pezones de Katia, como si temiera que ésta fuese un holograma que desaparecería al instante—por supuesto…

Lucas se sentó en el borde de la cama, separando levemente las piernas, y acto seguido Katia comenzó a lamer el turgente miembro con glotonería. Se la veía que disfrutaba con aquello, metiéndose en la boca el rabo del rastafari, sacándolo humedecido, empapado a decir verdad de su propia saliva…deslizó la lengua a lo largo de aquel pollón, saboreándolo con deleite. Chupó las gotitas de líquido que ya rezumaba el goloso glande y luego se lo introdujo en la boca para succionarlo con deseo, abrazándolo con sus labios suavemente para atraerle al interior de su cálida boca…

El pobre Lucas parecía que iba a deshacerse.

Con una mano se aferraba al colchón, desesperado, engarfiando los dedos en las sábanas; con la otra sujetaba poderosamente la cabeza de Katia, comenzando a moverla levemente contra sus caderas para marcarle el ritmo de la mamada.

Katia se acomodó frente a él a cuatro patas y le agarró la polla con la mano derecha, bombeándole el tronco y masajeándole las pelotas y el periné, mientras con la otra mano comenzaba a tocarse ella misma entre las piernas, profiriendo gemiditos de gusto.

Aquello fue demasiado para Jan. Joder, los dos disfrutaban como perros…

Sigilosamente se deslizó hasta quedar detrás de su hermana, que le ofrecía sin saberlo el coño y el culo temblón mientras gozaba mamando con dedicación la polla de Lucas, su fantasía desde hacía años.

Sin pensar en lo que hacía, Jan se humedeció dos dedos en la boca y los clavó en el indefenso culito de su hermana, que dio un respingo al sentirle dentro, pero no por ello dejó de chupar al rasta. Comenzó a jugar con los dedos abriéndose paso por el ano de Katia, deliciosamente apretadito, que le estrangulaba como si quisiera comerse su dedo…No pudo evitar salir de ella y dirigir, por un momento, la mano a su nariz para inundarse los pulmones del penetrante olor a culo caliente… Metió los dedos en el chochito empapado de Katia, chocando por un instante con el dedo de ella-- que había acelerado con mucho el ritmo de sus caricias-- y se empapó allí dentro, en aquella humedad esponjosa, de gruesa secreción para regresar a su culo y lubricarlo como se merecía. Todo aquello le estaba volviendo loco, loco, loco…

Katia arqueaba la espalda moviendo el culo hacia arriba y hacia abajo, exprimiendo los dedos húmedos de Jan, con la boca llena del rabo de Lucas…

"Ay, no, que se corre otra vez…" pensó Jan…

Y, efectivamente. Su hermana arqueo la espalda en un semicírculo definitivo y se deshizo en roncos gemidos, aún con la polla de Lucas dentro de la boca, succionando el suave capullo entre sus labios con la intensidad exacta de las contracciones de su propio orgasmo. Esto le provocó al chaval un terrible espasmo tónico que también terminó en corrida, inundándola de cuajarones de leche que rezumaron, ardientes, de entre sus labios apretados de ella, que no paraban de dejar escapar gemidos de entusiasmo.

--¡Joder!—dijo Jan, cabreado, propinándole a su hermana un sonoro cachete en el culo cuando ésta aún no había acabado su orgasmo—desde luego Katia, no aprendes…

"Mira como a éste no le insulta…" se dijo, metiéndole los dedos a Katia hasta el fondo de su culo, para hacerla disfrutar plenamente de su corrida al tiempo que descargaba su frustración. Ya que había caído otra vez… Pero estaba claro que el que tenía que llegar a la meta iba a ser él, y le parecía que no podía aguantar más… ¡joder, puta Katia! …¡qué injusto!

Clavándole la punta de su polla en su tierno ano estaba, resuelto a hacerla sufrir, cuando el estremecedor pitido de la rueda del tiempo les sacó de su trance.

Lukitax el rastafari se levantó, desnudo, como accionado por unas manos invisibles…y, sin darle tiempo ni siquiera a despedirse ni a dar las gracias por la estupendísima mamada, desapareció dentro del armario.

Sin haber conseguido recuperar el aliento del todo, Katia se precipitó hacia el armario casi tropezando con las sábanas hechas un lío. ¡Lucas se había ido sin follarla! ¡¡Cómo era posible!!

Abrió de golpe la puerta del ropero negro, que aún batía levemente sobre el dintel, tras el portazo del rastafari al marcharse…

Detrás de la puerta no había nada. El armario estaba vacío, como siempre; al parecer se mantenía así salvo cuando "algo" tenía que aparecer en el curso del juego. Qué putada. Con un mohín de disgusto, Katia se volvió hacia el tablero, a tiempo de ver cómo su yegua daba de nuevo un pequeño brinco, como sacudida por un escalofrío, y retrocedía por segunda vez hasta la primera casilla.

--Joder, Katia…ya te vale—la regañó Jan—otra vez, tía…

--Mierda, Jan…tú no sabes cómo me pone ese rasta…

--Ya, bueno. Anda, sigamos, que el tiempo corre…

Jan arrojó de nuevo los dados sobre el tablero de Juego, y su león de cristal avanzó resuelto diez casillas más. Vaya, de pronto se habían quedado a escasas casillas de la meta…Jan se preguntó entonces si ese juego funcionaría como el parchís, en el que para ganar uno tenía que sacar el número exacto que le separaba de la casilla final, y si no, rebotaba en ella mil veces hasta conseguirlo…como fuese así, estaba claro que no iban a salir de allí ni de coña…

Cogió una tarjeta del primer mazo, preguntándose qué nueva putada le aguardaría…

COMO HABRÁS PODIDO ADIVINAR, HABÉIS HECHO MUCHAS COSAS, PERO OS FALTA FOLLAR

Leyó y miró a Katia. "No es culpa mía si tengo que follarte" le hubiera gustado decir…pero, en lugar de hablar, extrajo del otro mazo la carta que le faltaba.

¿LA DARÁS POR DELANTE, POR LA BOCA O POR DETRÁS? TÚ NO DECIDES, ELLA TE LO DIRÁ.

Tenía miga el jueguito de los cojones.

--Vale Katia—respiró hondo, después de leer—esto ya no es nada más que terminar con la faena…Elige, ¿por dónde quieres que te folle?

La polla le latía, sufriendo indescriptiblemente. "Elija lo que elija, es imposible que no me corra…" se dijo.

Su hermana se encogió de hombros, con la mirada clavada en el suelo.

--Tranquila, podrás correrte a gusto—dijo su hermano con resquemor—a diferencia de mí, que tendré que aguantar como un cabrón mientras tú disfrutas…porque está claro quién va a ganar este juego…

--Eso lo veremos—escupió Katia, clavándole por fin los ojos desafiantes.

¡Bravo! Alcanzándole en su ego la tenía justo donde quería…

--¿No me harás la putada de ir a por mí para que me corra…?

Katia se acercó a él reptando, contoneándose, con una sonrisa maliciosa.

--Joder, tía, tienes que dejarme ganar…--flaqueó Jan--¡o no saldremos de aquí nunca!

--Cállate hermano, y dale al reloj—dijo, sin dejar de sonreír—quiero saber cuánto tiempo vas a pasarte follándome el culo…

--¿El culo?—inquirió con sorpresa. De las tres opciones disponibles, esa era la única que estaba seguro de que su hermana descartaría…

Ella ronroneó, chupando distraídamente el pezón izquierdo de Jan, que reaccionó inmediatamente endureciéndose como una avellana contra su lengua.

--Sí, hermanito…--murmuró golosa—ya que estamos en esta tesitura, vamos a empezar por el coño…y vamos a terminar en el culo, ¿crees que serás capaz?

Aquel reto llenó a Jan de desesperación y codicia.

--Estás cachonda como una perra…--murmuró con venganza, acariciando sin embargo el monte de venus de Katia, enredando los dedos en el abundante y prieto vello mojadito que salvaguardaba su sexo.

--Pues sí, como tú—dijo ella, saboreando las palabras y apuntando con un dedo a la latente polla de su hermano—Me gusta verte cachondo, Jan. Me pone.

--Joder—gimió él, acercándose a ella para besarla en la boca por primera vez…

Sus lenguas chocaron y lucharon a brazo partido, con ansia, con furia. Sólo en el momento de separarse se dieron cuenta de que habían olvidado por un momento que existía el sexcitator, y la rueda del tiempo, y el armario.

--Bueno, Kati…--balbuceó Jan, atropellándose con las palabras--¿entonces quieres que te folle el coño y el culo, no es así?

Ella asintió con la cabeza, respirando rápidamente.

Jan accionó el cronómetro con su dedo índice y se lanzó sin más palabras sobre su hermana.

--¿Puedo volver a besarte, Kati?—murmuró mientras le mostraba lo caliente que estaba, apretando contra ella su miembro duro y palpitante.

Por toda respuesta, ella le lamió los labios con glotonería, como si quisiera erosionarlos, el coño bien abierto como lo tendría la yegua que era su ficha, restregándolo contra el muslo desnudo de su hermano…

El olor a sexo que emanaba de aquel líquido que le pringaba la pierna le puso burro de verdad.

--¿Sólo tengo diez minutos para follarte?—exclamó incrédulo, con un gemido atascado en la garganta, cuando se giró sobre Katia para ver lo que había marcado el cronómetro.

Su hermana aprovechó ese instante de distracción para meneársela con su mano experta, que chapoteaba encantada con un sonido de ventosa sobre el tronco a explotar.

--Katiaaa…--murmuró Jan, con los ojos desorbitados—no me hagas eso, que me corro…ahhh…para, joder, joder…

La muy zorra quería que perdiera, aun a riesgo de jugarse la vida en el intento. Qué hija de puta, cómo la odiaba. Qué gilipollas. Qué deliciosa paja le estaba haciendo, por dios.

Hizo acopio de voluntad, extrayendo las fuerzas de un lugar incierto que desconocía en sí mismo, y apartó bruscamente la mano de Katia de su dolorida polla.

--Kati, para, ahhhh…para, en serio—dijo, secándose en sudor con el dorso de la mano y empuñando a continuación su glande para colocarlo a la entrada del coño de ella.

--Diez minutos…--murmuró su hermana--…cinco y cinco, capullo. Hazlo bien, ¡y aguanta!

--Te odio, Katia—masculló Jan, hundiéndose sin previo aviso en la crema ardiente del coño de su hermana.

Ésta comenzó a mover sin juicio sus caderas, como poseída por el demonio, haciendo girar dentro de ella la polla de Jan, golpeándola con sus tensas y húmedas paredes vaginales.

--Joder, para así no…--gimió él, sintiéndose desfallecer. Cómo deseaba abandonarse y follarla hasta hacerla gritar…

Llegó a pensar que estaba todo perdido. "Si me muevo, me corro" pensó, desesperado "Si la saco de golpe, también…" "y si me quedo quieto aguantando esto, ¡Me muero!"

--Ayy….

"Piensa en algo horrible" se dijo, mientras su hermana se revolvía como una loca debajo de él, apunto de correrse de nuevo con su solo contacto, friccionando su clítoris con el poderoso rabo enhiesto "piensa en algo asqueroso, por dios, y salva tu vida…"

Pero madre de dios, en qué iba a pensar, a qué se iba a agarrar, si el coño de Katia se lo estaba comiendo vivo…

--¡¡Freddy Krugger!!—gritó de pronto, dando gracias al cielo. Siempre le había aterrorizado aquel ser de pesadilla, desde que era pequeño.

Su hermana no paró de moverse, y soltó una risita.

--Qué dices, venga, sigue…

Freddy Krugger…era increíble que en esos momentos se alegrara de haberle conocido…

--Fóllame fuerte, Jani…dame más…

Joder, era una delicia escuchar a su hermana pronunciar su nombre de esa manera, con tanto vicio por sentir su polla más adentro…

¡¡No!! Freddy, Freddy, Freddy Krugger. Cuchillas, demonios, carne quemada…garras afiladas que rechinaban contra la pared y rajaban caras y cuerpos, haciendo sangrar los cuellos a borbotones, salpicando el suelo de un matadero abandonado…

Tenía que pensar en esas cosas.

En un primer momento funcionó. Sintió que su excitación decrecía considerablemente, e incluso se sintió preparado para bombear su polla en sacudidas cada vez más profundas dentro de su hermana.

No debió hacerlo…

--Jani, Jani, por favor, ayyyy, ahhhhhmmmm, sí, sííí텅………¡¡Oooooh!! No pares, capullo, no pares…

Sintió con verdadero horror que la zorra de su hermana volvía a correrse…total, a ella que más le daba…

--Ah…Ayyy… Katia, por dios , nooo…--exclamó, mientras se esforzaba de nuevo en pensar en su pesadilla.

"Freddy Krugger, capullo, no me dejes tirado ahora, joder…madre mía, no funciona…AHHHH… ¡Dios! ¡Cristo en su carromato!... ¡voy a correrme!...No, eso no, ni de coña, no puedo…ayyy dios…¡ya lo tengo! ¡¡Los ganchos!! ¡¡Los ganchos de la carnicería, repletos de sangre de vacas y cerdos mutilados, nunca he podido superar eso!! Ay, joder, gracias, dios mío…gracias…"

Pensar en aquellos garfios de filo despiadado fue lo que el pobre Jan necesitaba. Sin perder tiempo, sacó su pollón del coño de Katia, reprimiendo con los dientes apretados el placer que ese húmedo tirón le arrancó de pronto.

--Ahora tienes que follarme el culo…--resopló Katia, dándose la vuelta.

Jan se giró para perder de vista el apetecible culo redondo de su hermana, en el que ella ya había empezado a jugar, cachonda perdida, separándose las nalgas a pulso y luchando con ambas manos en ellas por meterse un dedo dentro pringado de saliva.

--¡Fóllame, Jan!—gimió, metiéndose ese mismo dedo en la boca.

Pero, gracias a algún ser divino, el cronómetro sonó, indicando el final de la jugada.

--Joder, dios existe…--jadeó Jan, sin poderse contener.

Aunque ya no tuviera que seguir haciendo aquello, el tormento sufrido era insoportable. Se hubiera lanzado a abofetear a su hermana si sólo pensar en esa circunstancia no le hubiera puesto más cachondo, si cabe… Pobre Jan. A sus dieciséis años, todo un ejemplo de fortaleza para el resto de la humanidad, verdaderamente…

Jadeaba y resollaba intentando ignorar el dolor de huevos y el calor de su miembro.

--Tira tú, pedazo de puta—increpó a su hermana, lanzándole los dados con impotencia.

Katia se echó a reír.

--Tranquilo, tranquilo, hermano…--dijo sofocando una carcajada—ya estás a punto de conseguirlo, no flaquees ahora.

Era cierto, El león de Jan se encontraba ya, habiendo superado esta última prueba, a escasas casillas de la meta. A doce, para ser exactos.

Pero nuestro amigo tendría que sacar un doble seis si quería llegar de una tacada…"en la puta vida" pensó, "basta necesitarlo…"

Además, tenía que esperar a que la plasta de su hermana tirara, y contemplar de nuevo cómo se corría…la mente se le deshizo en mil fórmulas y planes para hacérselo pagar si es que conseguían salir de aquella…

--Oh, mira, un dos…--dijo ella, con una sonrisa estúpida ante su doble de unos.

Curiosa forma la de reaccionar ante la captura infinita en aquel lugar, la de Katia…en el fondo ella pensaba que ya no se podía hacer mucho más, aunque le fastidiaba terriblemente estar en la posición de perdedora…pero se enfrentaba a sus deslices disfrazándolos de estrategia ya que, si su hermano lograba llegar a la meta, ambos saldrían y ella se lo habría pasado infinitamente mejor…sí, amigos lectores, era una jodida cabrona.

Aunque… ¿sería suficiente con que llegara a la meta uno de los dos? ¿O tendrían que llegar a la vez? O… ¿cómo demonios funcionaba aquello? No había ninguna explicación referente a eso en las reglas de aquel maldito juego…

Sin querer pensar demasiado en ello, Katia cogió la primera carta de la baraja, con un leve temblor en la mano que delataba su repentina inseguridad. ¿Y si se quedaba ella allí encerrada?...Su hermano se estaba entregando a pulso, pero ella…

¡¡FELICIDADES!! Leyó LA CARTA DE LA SUERTE TE HA TOCADO. AVANZA DIEZ CASILLAS ¡Y OLVÍDATE DEL DADO!

--¡Joder, si es que encima tienes suerte!—bramó Jan, visiblemente cabreado—si me hubiera tocado a mí esa carta, ya habríamos casi ganado…

Katia sonrió satisfecha y contempló como su yegua cristalina adelantaba, arrastrándose suavemente sobre el tablero, diez casillas de golpe.

CONTINUARÁ…

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