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Sexcitator (5: El desafío final)

en Amor filial

SEXCITATOR 5…Y FINAL.

Katia quedó espantada, con la mirada fija en la ondeante superficie del mar quebrada tan sólo por las olas y… por aquella forma que se desplazaba sin dilación hacia la orilla.

Aquella cosa se abría paso a través del agua negra con decisión, y Katia tan sólo alcanzó a ver el sesgo de lo que parecía una enorme aleta caudal, hendiendo potente la superficie del agua, levantando un torrente de espuma brillante con violentos movimientos de zig-zag…

Paralizada por el miedo, con las lágrimas resecas adheridas a la piel de sus mejillas, llevándose una mano al pecho como para contener su corazón, Katia contempló cómo la forma de aquella "cosa" se iba haciendo más evidente, recortándose bajo el mar a medida que se acercaba, cada vez menos cubierta por el agua.

Una vez en la orilla, donde las olas lamían la suave arena, aquella especie de torpedo supersónico se detuvo y su silueta comenzó a incorporarse lentamente ante los atónitos ojos de nuestra protagonista.

Katia se quedó de piedra cuando comprobó que se trataba de una criatura de rasgos bastante… humanoides, de constitución esbelta y fibrosa, que erguida sobre su elevada estatura parecía contemplarla en silencio desde la bajamar.

Lo primero que Katia distinguió en su silueta de formas suaves y resbaladizas fueron sus ojos: dos enormes núcleos brillantes en su rostro, aparentemente sin párpados y de un color azul amarillento que iluminaba la noche. Dos discos fijos de oro acuoso resplandecientes como linternas.

Retrocedió espantada.

La criatura no se parecía a nada que ella hubiera ni siquiera podido imaginar. Su piel, sin escamas pero untuosa y palpitante, de un tono azul aguamarina, brillaba con un leve resplandor acerado bajo la luz de la luna. El ser se erguía sobre sus dos musculosas patas traseras—o piernas, pues francamente eran semejantes a las humanas, salvo por la consistencia de su piel y el desarrollo extraño de sus muslos a lo largo, como si hubieran estirado sus ahusados músculos hacia arriba—apuntaladas sobre respectivas aletas planas que vagamente recordaban a potentes pies membranosos terminados en espinas, cercados por vigorosos tobillos. Sus caderas eran firmes y se estrechaban muy levemente en una sutil cintura sin ombligo, que limitaba un vientre completamente plano y sólido por el que rodaban gotas de agua como pequeñas perlas de cristal, impermeabilizadas por aquella extraña piel.

La estructura de sus hombros se marcaba bajo la carne, angulosa, haciendo gala de una flexible pero robusta osamenta. Sobre su cabeza sin un solo pelo y de formas suaves colgaba un apéndice cartilaginoso de unos cinco palmos de largo, que—supuso Katia—contribuiría a hacer su cuerpo más hidrodinámico dentro del mar, porque estaba claro que ese ser vivía y se desenvolvía en el agua… Tanto era así que en su cuello largo, sobre las elásticas clavículas, se adivinaba un fino tejido branquial que aleteaba suavemente una vez fuera del agua, al vaivén de la brisa marina. Con todo y con eso, la criatura no parecía tener problemas para respirar el aire de la superficie.

Lo que más llamaba la atención en aquel ser de rasgos finos y hermosos, además del extraño apéndice que colgando de su cabeza se perdía en su espalda, era la enorme aleta dorsal que surcaba su columna vertebral en toda su longitud, y que en aquel momento yacía, inerte, casi doblada sobre la definida espalda de la criatura, como una fina capa de nácar membranoso.

Aquel ser anfibio miró a Katia, e inmediatamente ésta sucumbió a aquellos ojos azules de resplandecientes halos amarillos. Paralizada, atrapada en aquella mirada vertiginosa, sabiéndose de pronto a merced de ese ser de gelatina y sal, no pudo hacer otra cosa que dejarse caer de nuevo sobre la arena, temblando de la cabeza a los pies, incapaz de huir.

La criatura se aproximó un par de pasos hacia donde ella se encontraba. Se acuclilló despacio en la arena, con inusitada elegancia, y escrutó el rostro de la chica con sincero interés. A Katia le pareció que la olfateaba disimuladamente.

--P-por favor, no me hagas daño…--consiguió decir al fin, aún sin poder apartar los ojos de las pupilas del ser, prendida en ellas, deslumbrada.

Sin poder evitarlo analizó a la criatura, deteniéndose en cada pulgada de su rostro. Los rasgos de su cara eran finos y decididos, como esculpidos en su piel, trazados en ella con determinación en el lugar preciso. Sus ojos resultaban demasiado grandes en el mosaico de su rostro, algo separados, pero no obstante armónicos con los delgados labios de un tono violáceo, y con el anguloso saliente que recordaba a una nariz. Su mandíbula se afinaba en una barbilla apuntada en forma de corazón, flanqueada por dos firmes maxilares.

Al fijarse más en su rostro, Katia descubrió que la criatura apenas tenía líneas de expresión, y sin embargo sus mejillas estaban surcadas de lo que parecían antiguas pinturas de guerra, con símbolos rizados igual que las crestas de negras olas. En su frente ancha lucía una gema sin engarce que parecía, de manera inexplicable, estar acoplada a su piel, incrustada en su carne…Se trataba de una piedra tallada, semejante a un zafiro oscuro de gran tamaño, la cual emitía un brillo limpio y puro que rivalizaba con aquella inquietante mirada casi fluorescente.

--Tranquila, Katia—la criatura le habló con voz susurrante, profunda como un cántico en el fondo de un pozo—no voy a hacerte daño…

--¿Quién eres…?—murmuró Katia--¿cómo sabes mi nombre?

El ser sonrió ampliamente y la miró con amabilidad.

--Tengo muchos nombres—respondió—Para ti soy tu amante del mar. Esta noche, mi nombre es Shellen.

El ser se acercó más a Katia, hasta rozar con la resbaladiza piel de su brazo el hombro de la chica. Estaba desnudo de cintura para arriba; su cuerpo tan sólo estaba cubierto por lo que parecía ser una pequeña túnica hasta las rodillas, rasgada en los bordes, que se ajustaba a sus caderas como un extraño taparrabos.

Katia se apartó de él inmediatamente, esquivando su frío contacto de pez.

--Y, en cuanto a por qué sé tu nombre—continuó la criatura en tono calmo—sé muchas cosas de ti y de tu hermano, no sólo esa…pero no te asustes de mí, por favor.

El enigmático ser se acomodó sobre la arena y dirigió sus ojos al vasto cielo estrellado.

--He venido para ayudaros a salir del limbo…--murmuró con la mirada fija en la lejanía, a una Katia que era incapaz de articular palabra—para acompañaros hasta el final…

--¿Hasta el final?—Katia se atragantó con las palabras.

--Sí—asintió el ser de agua—hasta el final del juego. Hacía tiempo que no jugaba nadie, ya empezábamos a preocuparnos la Madre y yo…

Katia se abrazó las rodillas para esconder aún más su cuerpo desnudo. ¿Qué estaba dando a entender aquella criatura?... ¿Qué demonios se proponía hacer? ¿De qué estaba hablando cuando se refería a "La Madre"?... ¿Quién orquestaba todo aquello?

--¿Quién es la Madre?—musitó, ocultando las sudorosas manos en la curva de detrás de sus rodillas.

La criatura emitió algo parecido a una risa ahogada.

--La Madre es quien dio a luz el juego, por supuesto.

--¿La persona que lo fabricó, quieres decir?

El ser se giró y la perforó de nuevo con su mirada aguamarina.

--Nadie ha dicho que sea una persona. Y no sólo lo fabricó, sino que lo llevo dentro de sí, parió la idea primigenia. Los materiales físicos vinieron después…

--Ahm…--murmuró Katia, asintiendo. No estaba segura de haber entendido bien, pero realmente no entendía nada de nada, de manera que dejó por imposible todo atisbo de coherencia. Desde que habían comenzado a jugar a aquel trasto del demonio la razón había pasado a un segundo plano…

--Me parece estar volviéndome loca…--susurró para sí, meneando su cansada cabeza.

--No, preciosa—murmuró el ser, y alargó el brazo para tocarla—No estás loca. Sólo estás un poco asustada…

Katia dio un respingo cuando sintió de nuevo el contacto algo viscoso de aquellos helados dedos sobre su brazo derecho. Pero no se retiró.

--Estás frío…--murmuró estremecida.

La criatura sonrió.

--Sí…--respondió—eso al menos es lo que parece…

Dirigió a Katia una sonrisa alarmante, llena de latido contenido.

--No te dejes engañar por mi aspecto…--concluyó sonriendo—en realidad, desde hace rato estoy bastante…caliente…

Corroboró aquella súbita afirmación con una mirada impúdica que repasó la desnudez de Katia de arriba abajo. Un brillo extraño centelleó en sus ojos cristalinos por un instante.

Katia articuló algo ininteligible y se revolvió sobre la arena, tratando de distanciarse un poco de Shellen. Pero no pudo escapar de la tela de araña tendida por sus ojos de agua…

--¿Dónde está Jan?—murmuró, visiblemente turbada—has dicho que estabas aquí para ayudarnos a los dos…

--Sí…--repuso el desconocido, con la mirada de nuevo fija en el cielo nocturno como si consultara las estrellas—ya no puede tardar demasiado…

--Oh, gracias a dios—los ojos de Katia se iluminaron por un instante--¿va a venir aquí?

El ser la miró de nuevo con sus penetrantes y enormes ojos, sonriendo.

--Sí—asintió en un susurro—Al menos así es como está planeado…

"Oh, dios" El alma de Katia se relajó bruscamente por fin, aunque no del todo, puesto que creer las palabras de aquel ser implicaba depositar sobre él una confianza ciega, del todo cuestionable…

--No te preocupes, Katia, puedes confiar en mí—sonrió la criatura, como si hubiera leído ese relámpago de duda en la mente de la chica—Tu hermano te quiere, vendrá a buscarte. Mientras tanto le esperaremos charlando tranquilamente…así podré contarte lo que se espera de vosotros ahora que habéis llegado hasta aquí.

Katia le miró interrogante, la súbita alegría inicial truncada por el miedo.

--¿Lo que se espera de nosotros?—preguntó, sin entender.

Shellen la miró con un destello de ternura.

--Sí, pequeña—asintió—Para salir del Limbo y terminar el juego deberéis pasar una última prueba, tal vez la más complicada de todas. La prueba final.

Katia se echó a temblar inmediatamente.

--No tengas miedo, bonita—murmuró Shellen—voy a explicártela, aunque sólo a ti; tu hermano no sabrá apenas nada…así es como debe ser.

Aquellas palabras sonaron como un reto abierto en la mente de Katia. ¿Una última prueba final de la que ella conocería los entresijos, oculta para su hermano? ¡Maldito juego retorcido y cruel!

Se irguió levemente sobre la arena y contempló desafiante al ser de agua, enfrentando su rostro de angelical guerrero.

--¿De qué se trata?—preguntó con los dientes apretados.

Shellen asintió de nuevo con cierta satisfacción.

--Es sencillo—explicó—es una prueba que tiene implicaciones diferentes para ambos. La tuya será una prueba de resistencia. La de tu hermano, una prueba de entrega. Él no sabrá apenas nada, sólo tú y yo—recalcó, haciendo énfasis en esto último.

--De acuerdo—replicó Katia--¿qué es lo que tengo que hacer?

La criatura se acercó más a Katia, hasta casi rozar su piel con sus cincelados labios, besando su mejilla con su aliento cargado de tensión.

--Es fácil, pequeña…--murmuró al oído de Katia con voz ronca—escúchame bien, te lo voy a explicar…

……………….

Jan estaba confuso y cada vez más preocupado. Hacía ya aproximadamente un minuto que había sonado la alarma de la Rueda del Tiempo, y no había ni rastro de su hermana.

En realidad no le había extrañado demasiado que se cerrara la improvisada puerta que daba a la playa nocturna…nunca hubiera esperado, a aquellas alturas de la partida, que se le hubiera permitido acompañar a su hermana aunque tan sólo fuera observándola desde lejos… ¿cómo iba a obviar las perversas intenciones del Sexcitator, cuando estaba claro que la situación requería que Katia saliese sola?

Vale. Eso estaba claro. Había dado por hecho desde el principio que les separarían, no sin un regusto amargo en el alma. Pero…

¿Qué se supone que tenía que hacer ahora, una vez habían transcurrido los cinco minutos determinados por la Rueda del Tiempo, si su hermana no volvía?

Asustado, se levantó preguntándose qué sería lo correcto y dio algunos paseos en círculo por la habitación, intentando pensar. Casi se le escapa una carcajada al ver sus pantalones vaqueros arrugados en una esquina, prenda que ni en un millón de años podría volver a ponerse—su cuerpo seguía teniendo aquellas medidas prestadas que había adquirido dentro del armario negro; no había vuelto a su forma original ni Jan sabía cuándo demonios lo haría--, de manera que a su pesar tenía que permanecer desnudo, sin ningún tipo de escudo que le protegiera.

Se le había ocurrido la idea de vestirse porque pensó que lo más lógico sería tener que salir a buscar a Katia, si es que ella no volvía…

Pero… ¿salir a dónde?

Y, lo más importante, ¿Cómo iba él a escapar de ese maldito lugar llamado "Limbo", que no tenía puertas ni ventanas?

…Por dios cristo, ¿Qué diablos tenía que hacer en ese momento?... joder... ¿Qué era lo que se esperaba de él exactamente?

Perdido y desorientado, repasó con sus sudorosas manos la superficie pulida del tablero. Acarició con dedos temblorosos las elegantes runas grabadas en el cristal, el recorrido sinuoso de las casillas formando el símbolo del Infinito, desde la salida hasta la meta…

¡Oh, dios santo, la meta!

¿Acaso él debería…?

Observó su propia ficha, el orgulloso león de cristal, a un paso de la última casilla sobre la que se leía la codiciada palabra.

"META".

"¿Y si…?"…

Acto seguido, con decisión, cogió los dados cristalinos y los arrojó resueltamente sobre el tablero, intuyendo vagamente que corría un gran riesgo, sin detenerse demasiado a pensar que tal vez no era "correcto" que él llegase a la meta solo, sin Kat.

Pero, en definitiva, hizo lo único que podía hacer…

Le tocaba mover ficha…y debía seguir las indicaciones del juego, aunque su hermana no estuviera allí. No le quedaba otra posibilidad para encontrarla, donde quiera que estuviera; ya llevaba demasiado tiempo de brazos cruzados.

Obtuvo un siete y un uno: un ocho, bonito número resultante. Independientemente de aquella puntuación, el león translúcido avanzó solamente una casilla, y se detuvo sin vacilar y sin volver atrás en el lugar señalado como "META".

Jan contuvo la respiración durante un instante, aguardando a lo que fuera que ocurriera a continuación…

No bien la figura del león hubo tocado dicho espacio del tablero, el chico sintió con horror que el suelo bajo sus pies comenzaba a temblar, y vio que el diamante hialino situado en el centro del tablero volvía a emerger de su guarida— exactamente igual que ocurrió al inicio del juego, cuando a él y a su hermana les fueron explicadas las reglas del mismo---y comenzó a girar despacio, emitiendo su característico haz de Luz pulsante.

"META ALCANZADA" sentenció una cristalina voz de mujer cuyo eco reverberó en las paredes interminables del "Limbo".

"PERO USTED AÚN NO HA LLEGADO AL FINAL DEL JUEGO"…

Tras esta última aseveración, la luz del diamante fue ganando intensidad gradualmente, hiriendo los ojos de Jan y llenándolos de aquella familiar ceguera blanca…

"REPITO…" insistió la voz, como si se tratara del ordenador central de una inmensa nave espacial "USTED AÚN NO HA LLEGADO AL FINAL DEL JUEGO…"

……………………….

 

Junto a Katia, el ser de agua volvía a escrutar el firmamento como si allí se hallara la respuesta a todas las preguntas que se hubiera formulado en su vida.

--Puede que tu hermano haya alcanzado ya la meta…--reflexionó.

Katia le miró confundida.

--Sí, es un chico inteligente…--murmuró la criatura para sí--y ha demostrado tener agallas…

Dicho aquello sonrió, repasando con los viscosos dedos sus propias branquias, cuyo tejido comenzaba a resecarse al aire libre, cubriéndose de una leve capa de sal.

--Pero dado que no habéis alcanzado la meta juntos, tendréis que pasar una última prueba, como te decía…

Katia asintió con ansiedad.

--Vamos, cuéntamela, de qué se trata—exhortó en tono cortante--¿Qué es lo que tendremos que hacer?

El ser de agua se giró hasta quedar frente a Katia y selló los labios de ella suavemente con su membranoso dedo.

--Despacio, querida, despacio—sonrió con dulzura.

Repelida a la par que asombrada por las sensaciones que el contacto de Shellen despertaba en ella—era como si hubiera querido y odiado desde siempre ser tocada por él, en la soledad de su mente--, Katia enmudeció y contempló sin querer bajar la mirada los refulgentes ojos de la criatura.

--Antes dime—murmuró Shellen--¿Qué te parezco yo?

Acarició brevemente las mejillas de Katia y volvió a posar su mano sobre su flexible cintura cartilaginosa.

--¿A…a que te refieres?—preguntó ella, algo desconcertada por aquella pregunta.

Shellen entornó los ojos—por primera vez pudo distinguir Katia dos delgadas membranas azulíneas, casi traslúcidas, que hacían las veces de párpados—y enfocó la mirada de Katia convirtiéndose en un intruso sin pudor dentro de su mente.

--Pues me refiero a si te repugno, te doy igual, te gusto…Puede que incluso hasta sientas una semilla de deseo por mí, ¿qué me dices Katia?... ¿Qué piensas?

Paladeó la pregunta con la seguridad de quien sabe de antemano la respuesta. Y aguardo con los músculos replegados siempre alerta, como un gato dispuesto a saltar…

Katia bajó la mirada de nuevo hasta la blanca arena. Sus mejillas arreboladas daban fe de la rebeldía que sentía por el choque de sensaciones que se producían dentro de su cabeza. Le hubiera gustado abofetear a aquel ser que tanto disfrutaba con aquella situación, lanzarse sobre él y…y golpearle, borrarle a tortas aquella sonrisa…no sabía por qué… ¿Dónde estaba su Jan?

--Vamos, Katia, no pongas esa cara…—murmuró la criatura, con una chispa de diversión en los ojos—contéstame…

Oh dios, esa mirada. Esos ojos como discos de luz derretida. Cómo descolocaban a Katia, no podía evitar llenarse de ellos una y otra vez…

--¿Me deseas?—Shellen inclinó levemente hacia delante su cuerpo flexible como un junco, rozando con sus labios el hombro desnudo de Katia.

Ella tembló.

--¡Pues claro que no te deseo!—exclamó con resentimiento, apartándose de la dulce humedad de aquella boca.

"Sabor a mar". La frase cruzó la cabeza de Katia como un rayo. Y a continuación, la inevitable pregunta: "¿A qué sabrían los besos de Shellen? ¿A fuego, a agua, a sal?... ¿a qué sabría su lengua?..."

Sintió un escalofrío y un revoloteo entre las piernas al imaginar por un momento que Shellen le lamía los labios.

Al tenerle más cerca le llegaba su olor, un olor profundo que evocaba las profundidades oceánicas, las algas marinas, el agua encrespada por las olas cargada de pequeños guijarros y granos de arena…

Shellen rió.

--¿Estás segura?—preguntó, aproximándose más a la indefensa Katia--¿estás segura de que no me deseas?...

Ella no respondió. Se replegó sobre sí misma intentando ocultar la humedad de su coño contra la arena. Se había mojado inmediatamente después de imaginar la lengua de Shellen moviéndose despacio entre los tiernos pliegues de su sexo…

¡Qué acción tan irracional! ¿Cómo era posible que su mente fuera tan jodidamente cerda?

--Sí, estoy segura—respondió con rabia. El temblor de su voz delató al gigante con pies de barro tras el que se ocultaba.

¡No! Dios mío, qué ganas de machacarle tenía…De abalanzarse sobre su cuerpo fibroso y húmedo, pegarle… asir su carne prieta con las manos, arañar su espalda….sentir su excitación, aquel cuerpo entrenado moviéndose con deseo contra sus caderas…"Oh, no Kat, ¡eso no!" se dijo alarmada "no le mires la polla, ¡no le mires!"... pero… ¿cómo la tendría? …¿cómo sería el rabo de aquel humanoide cuando estaba excitado?...

No pudo evitar lanzar una mirada furtiva al taparrabos de Shellen, oculto bajo la sombra de su antebrazo. No consiguió ver nada.

Sin embargo, aquella mirada relámpago no le pasó desapercibida al ser del mar.

--Vaya, Katia…--sonrió sin suficiencia— ¿Quieres verme?

Katia sacudió la cabeza con gesto de indefensión.

--Ya te estoy viendo…

Shellen se echó a reír.

--Vale. Está bien que te hagas la tonta. Me gusta.

Katia no supo dónde mirar. No quería quedar atrapada en los ojos de la criatura otra vez y que esta supiera la verdad…

--Aunque—continuó Shellen—me gustaría que si lo que quieres es verme la polla me lo dijeras…es normal que tengas curiosidad, mujer.

--Joder, esto no puede estar pasando…--murmuró Katia para sí.

Claro que quería verle la polla. Más que eso, necesitaba verla. Un hormigueo cada vez más intenso se abría paso dentro de su coño caliente desde hacía rato. El sólo hecho de oír a Shellen referirse a su propio miembro le hizo removerse intentando calmar su ahogado sexo contra la arena.

Aquel ser era tan extraño, tan delicado, tan…bello…

--No, por dios, no quiero verte…--musitó con un hilo de voz.

La criatura sonrió.

--Claro. Ni yo mostrarte nada hasta que te haya contado de qué trata la prueba…

Katia se irguió, haciendo acopio de valor para enfrentar de nuevo su mirada.

--A qué esperas, Shellen—le retó en voz baja—cuéntamelo de una vez…

…………………………………

Envuelto por la cegadora luz blanca, Jan sintió de pronto algo que golpeaba con fuerza el dorso de su mano derecha. El contundente objeto cayó al suelo y rebotó un par de veces sonoramente a sus pies, como si alguien se lo hubiera lanzado con malas intenciones. Asustado, retrocedió en medio de aquella claridad en la que nada podía ver.

"NO OLVIDE LLEVAR CONSIGO LA RUEDA DEL TIEMPO" Escuchó que decía la voz en tono neutro "ES MUY IMPORTANTE…"

Despacio, se agachó en la cegadora luz y palpó con impotencia el suelo junto a sus pies.

Ahí estaba.

Cerró la mano en torno al odioso objeto y se dejó arrastrar por aquella intensa luz que le hacía perder conciencia de todo cuanto le rodeaba…

……………………….

--Bueno…--meditó Shellen, escarbando la arena con un dedo distraído—tu hermano ha alcanzado la meta… pero tú no, así que… el juego no acabará hasta que ambos paséis, como te decía, una prueba definitiva.—tomó aire para continuar--La prueba consiste en lo siguiente…Dos personas te torturarán hasta que no puedas más…

Los ojos de Katia se abrieron de par en par.

--¿Torturarme?...—balbuceó

El ser de agua se echó a reír.

--Bueno, no de mala manera—se apresuro a aclarar—no para hacerte sufrir…Al revés, será justamente con la intención contraria…

--Explícate con claridad, por favor. Quiero entenderlo.

--No quería confundirte—sonrió Shellen—perdóname. La cuestión es que dentro de poco, esas dos "personas" harán todo lo que esté a su alcance para hacerte gritar de placer. El primero de ellos que te robe un orgasmo, ganará la prueba final.

Katia asintió, procesando rápidamente la información.

--Como quizá ya habrás adivinado—prosiguió Shellen, con un destello de deseo en la mirada—esas dos…"personas"… somos tu hermano y yo. Él no sabrá que peleará conmigo por un orgasmo tuyo…lo que hace todo esto aún más interesante si cabe, porque el final del juego será distinto si te corres con él o te corres conmigo…

Katia trató de analizar todo aquello de la manera más objetiva que fue capaz.

--Te lo diré de otro modo—resolvió Shellen—si te corres con él, volveréis a casa y el Sexcitator tan sólo será un vívido recuerdo…

El ser hizo una pausa, escrutando el rostro de Katia con su penetrante mirada aguamarina.

--…Si, por el contrario, no puedes evitar correrte conmigo…--murmuró sonriendo, humedeciendo brevemente sus labios resecos—él podrá salir, pues ha llegado a la meta; pero tú te quedarás aquí junto a mí…hasta que alguien juegue otra vez y venga a ocupar tu lugar…

La primera reacción de Katia fue de alivio. Ella misma se sorprendió. Pasara lo que pasara, gracias a dios Jan iba a salir de allí…

Pero al instante siguiente, cuando repasó mentalmente la última frase del ser, la garganta se le cerró en un nudo de angustia.

--En eso consiste la prueba—concluyó Shellen--¿qué te parece?

Katia le miró con rabia.

--No me parece muy difícil…--lanzó las palabras a la arena, casi escupiéndolas.

El ser de agua rió abiertamente, con aterradora sinceridad.

--Vaya…me alegro mucho de que pienses así…

Katia se encogió de hombros. Independientemente de lo que aquel ser pudiera hacerle, no era difícil dejarse llevar por las hábiles caricias de su hermano…a quien echaba de menos más que a nada en el mundo.

Aunque no podía negar que Shellen la inquietaba, sería infinitamente más fácil alcanzar el clímax con su adorado hermano que con aquel desconocido… ¿o no?...

--Nunca tendría un orgasmo contigo—le dijo con hostilidad.

--Hmmm… qué segura estás…--murmuró Shellen con ironía—me agradará ver que no te equivocas…por cierto—añadió—hay un detalle que no te he contado…una pequeña condición sin importancia…

Antes de que Katia pudiera reaccionar, la criatura la atrajo hacia sí y con firmeza la apostó sobre su pelvis. Katia notó una enorme dureza intrusa, cubierta sólo por la delgada tela del taparrabos, que se incrustó sin miramientos en su coño humedecido. Se revolvió tratando de esquivar aquel rabazo, reprimiendo un espasmo de placer. Qué gordo y que duro se sentía entre sus piernas, tan cerca…

Shellen sujetó sin dificultad las muñecas de Katia con una de sus manos, mientras que con la otra trazó delicados y húmedos círculos en torno a su endurecido pezón, al tiempo que elevaba levemente las caderas para clavarle aún más aquella dureza contra su sexo.

--Oh, Katia…--murmuró al oído de la chica, pasando su lengua ardiente por la curva de su cuello—cómo me gusta tu coño…

Katia intentó zafarse, pero no podía disimular la excitación que empapaba sus muslos. Maldijo a su propio cuerpo y sintió ganas de llorar.

--¿Qué es lo que no me has contado?—silbó, retorciéndose como una anguila sobre la polla dura de Shellen--¿Cuál es ese "detalle sin importancia" que me tenías que decir?

--Ah, eso…--murmuró la criatura, bajando con su resbaladiza mano hasta la cintura de Katia, empujándola hacia su entrepierna, explorando con los dedos por debajo de su tembloroso vientre—sí…verás, durante toda la prueba no podrás ver absolutamente nada. Tendrás los ojos tapados…--jadeó—con esto…

Aún con Katia encima, la criatura se deshizo de su taparrabos y se lo mostró mientras aplastaba, directamente contra el muslo trémulo de Katia, un inflamado y caliente cilindro muy mojado, ya sin ropa de por medio. Arrugó la prenda manchada de excitación contra la nariz de Katia mientras ésta resollaba y se debatía consigo misma para separarse de aquella polla dura como una piedra…

--¿Los ojos vendados?—preguntó ella con la voz entrecortada—eso no es ningún problema…sabré quién es quién…

--¿Ah, sí?—gruñó Shellen, atrayendo de nuevo hacia sí las caderas de Katia con fiereza—me alegra que lo tengas tan claro…

Empezó a moverse levemente contra ella, insinuando pequeños empujones con su rígido y enorme miembro a la entrada de aquel coño babeante.

--Por favor, suéltame…--sollozó Katia.

Pero, lejos de hacer caso de sus ruegos, Shellen apretó su torso desnudo contra la espalda de ella, gimiendo contra su piel, agitado, los poderosos pectorales moviéndose hacia arriba y hacia abajo por la acalorada respiración.

--Relájate, Katia…olvida a tu hermano sólo un momento, disfruta de Shellen…--susurró, sus labios embebidos de deseo—A tu Jan puedes tenerle cuando quieras…--resopló, con un golpe seco de cadera—yo soy lo único que jamás imaginaste poder tener…

--Ahmm—Katia intentó desasirse por enésima vez, no obstante terriblemente excitada, luchando a brazo partido por no rendirse.

Sintió de pronto el resbaladizo dedo de Shellen jugando en los pétalos de su sexo, lentamente, con decisión…

Joder, ¿por qué le arrancaba esos estremecimientos?... ¿Por qué deseaba mover el culo contra él, sentir en su vagina la punta de aquella polla enorme?...

"Jan…" murmuró para sí, cerrando los ojos y languideciendo entre los brazos de aquel amante perverso "Jan…lo siento…"

De pronto, una sonora explosión rompió el silencio nocturno de la playa.

 

 

Shelen retiró su dedo de las profundidades de Katia, y depositó a la chica suavemente, a su lado, en la arena, al tiempo que se giraba hacia el lugar de donde procedía el sonido.

Katia, temblando, ahogó un grito en la garganta cuando miró en la misma dirección.

La brusca explosión inicial había dado paso a un ruido sordo, como un rumor de tambores roncos, sostenido, que latía cíclicamente al tiempo que un estallido de luz blanca se iba materializando a escasos metros de ellos, sobre la arena de la playa.

El deslumbrante resplandor les obligó a ambos a apartar la mirada por un instante…

Katia observó por el rabillo del ojo como Shellen se cubría los ojos con el brazo, tratando de distinguir el contorno de una silueta que comenzaba a recortarse en medio de aquella luz, que de pronto parecía flaquear en intensidad gradualmente…

Una silueta que…

--¡Oh, Jan, dios mío!

Katia echó a correr hacia la figura, desnuda, levantando nubarrones de arena a su paso, y se arrojó a los brazos de su hermano.

--Estas aquí… ¡Oh!...Por dios… ¡Estás aquí!...—exclamó con los ojos llenos de lágrimas, palpándole el rostro como si le reconociera con las manos—Oh…Jan…

Apenas podía contener su inmensa alegría.

¡Su hermano había ido a buscarla!

Estaba allí, frente a ella; no con la forma que le había otorgado el armario del Limbo, sino chiquitín, flacucho, como Katia le había visto siempre…todo un héroe…se dio cuenta de que prefería mil veces más ese aspecto que el que su hermano tenía la última vez que le vio…

--Oh, Jan…eres tú…gracias, gracias, gracias…

Jan sonrió algo aturdido, los ojos aún cegados por la terrible luz, abrumado por la efusividad de su hermana.

--Y estás como siempre…--matizó esta, con un deje de orgullo.

--¿Qué?...

Jan se miró las manos, los pies, las rodillas…y todo lo demás.

--No lo entiendo…--no pudo evitar decir—si antes de salir a la playa yo…no pude ni ponerme los pantalones…

Katia se echó a reír con desenfreno.

--Bueno, ¡qué más da!—rió Jan a su vez.

Su hermana le contempló unos instantes en silencio, con los ojos brillantes.

--A mí me gustas más así…--murmuró.

Jan la atrajo hacia sí para abrazarla, sin reparar en la extraña criatura que contemplaba la escena unos metros más allá.

Pero Katia sí vio a Shellen, así como la sonrisa indescifrable que se trazaba en sus delgados labios de sal.

Se apartó despacio de su hermano, rígida como un témpano, al ver que el ser de agua se acercaba, hasta situarse justo detrás de Jan.

--¡Joder!—exclamó éste dando un respingo, cuando se giró, como alertado por una mano invisible, y se topó de bruces con el hombre de las profundidades.

De golpe, el corazón se le subió a la glotis y comenzó a latir a más de cien.

Los pasos de Shellen eran tan silenciosos sobre la arena que Jan no le había oído acercarse; tan solo había sentido vagamente su presencia, como un par de ojos clavados en su espalda…

¿Qué era "eso", por dios santo?... ¿qué demonios era esa criatura que le contemplaba con aquellos enormes ojos lumínicos, sin pestañear?

--Hola, Jan…--sonrió la criatura, y ante la anonadada mirada de Katia le tendió la mano.

Jan miró a su hermana y apreció el brillo de rabia que se agitaba en sus ojos, lo que le hizo pensar que Katia "conocía" de algo a aquel "monstruo"…

--Hola…--no pudo por menos de responder, sin salir de su asombro, estrechando aquella mano fría y gelatinosa.

No le pasó por alto que aquel ser estaba completamente desnudo.

De hecho, la propia Katia no podía apartar los ojos de la pelvis de Shellen, hipnotizada de pronto por aquel inmenso miembro oscilante que, pese a su tamaño y diámetro, se erguía entre sus piernas como un mástil grueso y resbaladizo. Aquel falo azul acero emitía sin cesar tímidos borbotones de una sustancia densa y blanquecina, que lubricaba su golosa punta haciéndola brillar bajo la tenue luz de la luna.

Jan soltó la mano de la criatura y dio un paso atrás, con el corazón enloquecido aleteando aún en su pecho. Miró disimuladamente a su hermana, quien se había tapado la boca con la mano para reprimir una exclamación de asombro (aquella polla no era natural, no era normal…), y le dio un leve golpecito en las costillas.

--Katia…--susurró--…¿Éste quién es?...

Katia se volvió levemente hacia su hermano, sin encontrar las palabras adecuadas para responderle.

--Enhorabuena, Jan—sonrió ampliamente el monstruo de la playa, atrayendo de nuevo la atención del chico—has ganado el juego.

Tras decir aquello cruzó los brazos sobre su pecho y miró fijo a Jan, aún sonriente pero con una sombra retadora en los enormes ojos.

--¿Ah, sí?—el aludido trató de sonreír. ¿Para qué demonios estaba aquel ser ahí?, ¿Acaso iba a darle un trofeo por haber ganado?..."El Fornicator, la copa del Sexcitator"…no pudo reprimir una risa nerviosa—qué bien…

--Sí—asintió el ser, mientras acariciaba con suavidad el hombro desnudo de Katia.

Ésta bajó los ojos, apurada, en un gesto que Jan no supo entender.

Todo parecía tan extraño…Tenía el pálpito de que el juego le reservaba una última atrocidad, probablemente la peor de todas. Pero entonces, ¿por qué le decía aquel misterioso habitante de las aguas que había ganado el juego, sin más?...ahí tenía que haber gato encerrado…no podía ser todo tan sencillo…

--Entonces…--carraspeó Jan, dubitativo--¿…podemos… irnos ya?

El ser echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada melódica, evocadora del sonido de las olas en un rompiente de marfil. Apretó a la azorada Katia contra su poderoso pecho y tomó aire, para responder a Jan.

--¿"Podemos", has dicho?—recabó—No, amigo, me temo que no.

Katia miró a Jan con los ojos llenos a rebosar de culpa, y al instante agachó la cabeza, abochornada.

--Pero…

--No, no…--la criatura sacudió la cabeza, sin dejar de sonreír—tú puedes irte cuando quieras, pero si quieres llevarte a tu hermana…tendrás que ganártela.

Jan se giró interrogante hacia Katia, buscando respuestas; pero está seguía mirando al suelo, como si tratara de desgranar cada terrón de arena con los ojos.

--Adelante, preciosa, explícaselo tú…--animó el ser a su hermana, propinándole un leve empujoncito alentador—sólo hasta donde él puede saber, desde luego…

Jan frunció el ceño. Realmente no entendía nada de nada.

--Tranquilo, amigo, no pongas esa cara…no es más que un pequeño "juego"—sonrió Shellen—dentro del "Gran Juego"…vamos, Katia, explícaselo.

De pronto, de improviso, ante el asombro de Jan, una lágrima rodó por la sonrosada mejilla de su hermana. La lágrima resbaló por la redondez de sus mofletes y saltó desde la suave barbilla, precipitándose hacia la arena en caída libre. Y después otra lágrima, y otra…

Sin previo aviso Katia se deshizo. Sintió de repente que había llegado al límite de sus fuerzas. Estaba cansada. Estaba asustada.

--Kati…--murmuró Jan, tratando de comprender todo aquello que estaba sucediendo. Tomó el mentón de Katia para obligarla con suavidad a levantar la cabeza, a mirarle a los ojos--… ¿Qué te sucede?... ¿Qué pasa?...

Shellen estrechó a la vacilante Katia contra su pecho.

--Eh, Katia, tranquila—murmuró, acunándola levemente—ahora que lo estabas haciendo tan bien… vamos, tranquila…

El llanto de Katia iba en aumento. Sus sollozos agitaban sus hombros blancos. Sentía tantas cosas en ese momento…vergüenza por haberse excitado con Shellen, y por estar desnuda; vergüenza por haber tenido terribles orgasmos con su hermano, allí presente. Rabia contra sí misma por haber sucumbido al placer quedando rezagada en el juego. Odio candente contra aquella máquina infernal capaz de encarnar sus peores pesadillas de placer…Y sobre todo, culpa, una culpa pertinaz, recurrente, por obligar a su hermano a luchar cuando ambos estaban al límite, sólo por su causa, porque no había sido capaz de aguantar y mantenerse fría hasta la meta…Sí, lectores, por una vez Katia fue autocrítica y tomó conciencia de la situación, aunque ya fuera tarde.

--Bueno, Katia, no llores más—ante la atónita mirada de Jan, Shellen besó dulcemente la mejilla de Katia—ya que estamos los que tenemos que estar, vamos a llevar a cabo todo esto lo antes posible.

Katia se secó las lágrimas, rabiosa, con el dorso de la mano.

--¿Has traído contigo la rueda del tiempo?—preguntó a Jan el hombre del mar.

Éste asintió levemente, mostrándole el pequeño relojito de madera que mantenía alojado en su puño.

--Bien—resolvió Shellen—entonces…seguidme, por favor. --De acuerdo…--dijo quedamente—ya está. Ahora seguidme, por favor.

Hizo un gesto con la mano a los dos hermanos y echó a andar en dirección contraria al lugar donde se había materializado Jan hacía escasos instantes.

Jan y Katia siguieron a la criatura que les precedía desnuda, con firmes andares, quedando las huellas de sus pisadas impresas en la fina arena de la playa, alejándose de la línea de las olas.

No hubieron caminado apenas unos minutos cuando, a lo lejos, distinguieron algo parecido a un pequeño bungalow de formas suaves y redondeadas. El ser acortaba las distancias hacia aquella casita de paredes encaladas cada vez más rápido, sin mirar atrás; Jan y Katia le seguían sin decir una palabra, cogidos de la mano. La brisa marina revolvía sus cabellos y silbaba, caprichosa, en los oídos de ambos hermanos. Caminando juntos en aquella playa eran cada vez más conscientes de que sólo se tenían el uno al otro, y no había nada más. No había nada más.

Shellen de detuvo por fin frente a dos granulosas columnas de salitre que flanqueaban la entrada al pequeño bungaló.

La casita tenía forma de semicírculo, y era de color blanco sucio, como una duna emergida de la misma arena. Sobre su superficie rugosa resbalaba la luz de la luna, convirtiendo la cal de las paredes en una perla cubierta de algas, vertiéndose hacia el interior del hogar por una pequeña claraboya en el techo.

Shellen avanzó unos cuantos pasos más y se detuvo frente a una puertecita pintada de azul cielo y rojo—colores que contrastaban con serenidad y armonía--, decorada con conchas y diminutas caracolas. Se volvió hacia los hermanos, sonriendo sin malicia.

--Jan, Katia…--dijo despacio, con cierta ceremonia—bienvenidos a mi casa en la superficie…

Abrió la puerta azul celeste y les indicó que pasaran con un gesto de cabeza, sin querer precederles.

La noche se coló tras ellos dentro de aquella casita en forma de igloo, dulce y acogedora. Estrellas brillantes les contemplaban desde la claraboya abierta en el techo abovedado. Los últimos coletazos de la brisa flotaban en el aire, y una nota leve de olor a mar empapaba las paredes, aunque el lugar no estaba húmedo, sino todo lo contrario.

-

Shellen se acuclilló en el suelo frente a una pequeña plataforma de piedra y frotó dos trozos de pedernal. Saltaron chispas doradas y voló alguna que otra esquirla, e inmediatamente una llamita prendió un montón de ramas apiladas que fueron alimentando poco a poco el incipiente fuego. Una columna delgada de humo gris se elevó sinuosa y comenzó a salir al cielo nocturno por el agujero abierto en el techo del igloo.

--Ven aquí, Katia, bonita—murmuró Shellen, girándose hacia la chica—échate.

La empujó suavemente hacia un jergón de aspecto mullido que había a pocos pasos de donde ardían las ramitas.

Un olor fuerte y medicinal procedente de la hoguera embriagó a Katia mientras, ya decidida a luchar y a resistir, se sentaba sobre el camastro. Shellen la contemplaba sereno, con una sonrisa en los labios. Jan se mantenía cerca, aún de pie.

--Muy bien—el ser del mar se inclinó para besar suavemente la mejilla de Katia. El jergón crujió bajo la presión de sus alargadas manos—túmbate y cierra los ojos…

Se detuvo con sus labios en el arrebolado rostro y pasó rápidamente la lengua por la piel suave.

Jan, que observaba a escasos pasos el deleite de la criatura, la brutal espalda arqueada sobre su hermana con la aleta dorsal descansando sobre sus hombros como si fuera un velo transparente, no supo exactamente qué hacer. Se movió nervioso, pasando su peso de uno a otro pie…de pronto, al ver ese beso de Shellen, sintió una ráfaga de celos que rasgó su alma como lo haría la zarpa de una fiera.

--Jan, acércate.

Shellen le hizo un gesto al chico con la mano, aún inclinado sobre su presa.

--Dame la rueda del tiempo…

El muchacho vaciló un instante pero finalmente le tendió lo que le pedía.

--Eso es…--murmuró la criatura, colocándola en el suelo a pocos centímetros del jergón donde se hallaba Katia, tumbada y desnuda.—ahora escúchame, ya que Katia no ha podido contarte nada…

Jan se agachó en el suelo para nivelar sus ojos a los de la criatura, y asintió con interés.

--Lo que hay que hacer es sencillo…--explicó Shellen—manejaremos la rueda del tiempo de otra forma…por turnos, para estar con tu hermana. Tienes libertad de hacer cuanto quieras en tu turno, en eso no hay limitación.

Jan hizo un leve movimiento afirmativo con la cabeza.

--Yo también tengo esa libertad, desde luego—continuó Shellen, sonriendo ladinamente—Lo entiendes, ¿verdad?

El fuego crepitó de pronto con violencia a sus espaldas.

--Sí—respondió Jan—creo que sí…

--Bien—asintió la criatura—La única condición es que no podremos decir ni una palabra. Ni tú, ni yo. Sólo Katia podrá hacerlo, pero tú y yo, no—subrayó—esto es muy importante, Jan. Debes tenerlo claro en todo momento. Ni una palabra.

Jan repasó aquellas instrucciones en su cabeza.

--Pero…--se atrevió a preguntar--¿Cuánto tiempo es necesario que estemos haciendo esto…en total?

La criatura soltó una risita ahogada.

--Jan, Jan…no te preocupes por eso—murmuró, con un resplandor súbito en los ojos—únicamente deja que Katia disfrute…no te preocupes, no voy a retenerte aquí toda la vida…

A Jan no le pasó inadvertido el gesto de glotonería de Shellen mientras masticaba estas últimas palabras. Sin saber por qué aquello le llenó de aprensión. Su corazón se puso en guardia y comenzó a latir desaforadamente.

--Pero…

--Chssst…--susurró Shellen, girándose de nuevo hacia la inerte silueta de Katia, quien yacía en el jergón temblando ligeramente, el resplandor de las llamas derramándose sobre su cuerpo—ya está bien de explicaciones. Esta nena tan linda nos necesita…

El ser del mar asió la tela que hacía las veces de taparrabos, que había dejado cerca de la hoguera al entrar en la casa, y se acercó de nuevo al jergón.

--Katia, bonita…--murmuró—ahora voy a taparte los ojos…

Katia dio un respingo y abrió de par en par sus ojos oscuros, buscando a Jan con la mirada. Lo último que vio antes de que su vista se oscureciera por completo fue el rostro de su hermano, pálido, con una sombra de miedo contenida en la mirada.

"No es tonto" se dijo amargamente Katia, mientras las manos del hermoso ángel del agua la sumían en la total oscuridad "se ha dado cuenta de que hay algo que Shellen le oculta…"

Y Katia dejó de ver.

Instantáneamente el resto de sus sentidos se agudizó.

Podía oír el crepitar del fuego a su derecha, sentir el leve calor que emanaba de la hoguera. Sintió un crujido cercano, como de pasos almohadillados, y gestos entre susurros, como si su hermano y Shellen se estuvieran comunicando en silencio, tan solo cruzando ademanes y miradas o leyéndose tal vez los labios.

No tardó en sentir también una presencia cerca.

Se sintió observada. Como si…como a merced de un potencial depredador que, a una determinada señal, atacaría de pronto…

En el silencio lleno de emociones y de fuego contenido se escuchó un metálico "¡Click!".

Oh dios. Sintió de pronto unas manos sobre su piel…

Unas manos húmedas, calientes. Aquellos dedos horadaban su muslo y su cadera, abriéndose paso hacia su cintura, dejando tras de sí una estela ardiente.

Quien fuese…la palpaba con tranquilidad, como sopesando su siguiente movimiento; la tocaba como si ya conociera el contorno de su cuerpo a la vez que lo hacía con cierta indecisión, deteniéndose de cuando en cuando…¿o se detenía sólo para jugar, para deleitarse en cada rincón?

Inmediatamente sintió una respiración por encima de ella, muy cerca. Y casi al momento supo…le pareció que era su Jan quien estaba ahí con ella. Pero… ¿Por qué tenía las manos mojadas?

El contacto de aquellas manos se iba volviendo más certero. Acariciaba dulcemente su ombligo, cuando notó un amago de sombra en la oscuridad que se dirigía hacia su rostro…

Sintió una punzada extraña cuando unos labios prietos sellaron los suyos, insuflando una breve bocanada de aire sofocado dentro de ella. Instintivamente cerró la boca, y al momento la caricia de una lengua húmeda repasó despacio sus labios, obligándole a volver a separarlos, abriéndose paso hacia dentro.

Desde aquel beso lo supo, y su cuerpo se estremeció por el alivio y la alegría.

Era su Jan, en efecto. Una tierna caricia húmeda en su mejilla desterró todo asomo de duda.

Katia extendió su propia mano y tanteó en la oscuridad, buscando la de él. Inmediatamente su hermano la respondió entrelazando los dedos entre los suyos.

--Jan…--murmuró Katia en un susurro casi inaudible.

Sintió de inmediato la respuesta en una respiración jadeante de su hermano, cuyos labios se precipitaron de nuevo a besarla.

Jan acariciaba la piel de la vulnerable Katia, indeciso, sin saber qué tenía que hacer exactamente…

Lanzó una mirada interrogante a Shellen, que le contemplaba sereno a medio metro escaso de distancia, con la espalda apoyada lánguidamente en la pared del igloo de cal, junto al fuego.

La criatura se mantenía expectante, y levemente le hizo un gesto a Jan para que guardara silencio, indicándole después con un movimiento de cabeza que siguiera adelante.

Jan se inclinó de nuevo sobre su hermana, con los dientes apretados para no murmurar unas palabras de aliento que era lo que hubiera deseado hacer en aquel instante, ya que Katia parecía asustada…e incluso… ¿apenada?

Difícil era adivinar ese sentimiento, pero algo le dijo que tenía que volcarse, que tenía que darle a su hermana lo que necesitaba.

Se recostó a su lado en el mullido jergón y la atrajo hacia sí, besando nuevamente su mejilla y su frente. Apretó la mano de Katia entre las suyas y comenzó a acariciar sus dedos uno por uno, despacio, deteniéndose en cada nudillo, en cada centímetro de piel.

Katia suspiró estremecida.

"Oh, Jan…"pensó, sintiéndose rara, como a punto de llorar "Te necesito…necesito todo el cariño del mundo,…y lo quiero de ti…"

Como impulsada por un resorte invisible se incorporó y buscó con los labios entreabiertos la boca de su hermano…que la respondió inmediatamente socavando despacio sus más secretas profundidades, tapizando con la saliva de su lengua aquella sedienta caverna.

Katia bebió con ansiedad de ese remanso de locura, de aquel beso tan profundo que la nutría de todo lo que le hacía falta…

Algo en su interior, hasta ese momento adormecido, se agitó aterrorizado ante la idea de perder a su hermano…

"Oh, Jan, sigue besándome, por favor…"

"Te necesito, no pares…"

Jan no sabía lo que estaba sucediendo. Actuaba movido por un extraño impulso desconocido, acariciando el rostro de Katia mientras la besaba, deslizando sus dedos entre su pelo, comiéndole la boca saboreando cada resquicio, deteniéndose en cada rescoldo de la hoguera, encendiendo el fuego con un tenue calor en crescendo procedente de un lugar secreto dentro de sí.

Abrazó a Katia con fuerza, deseando calmar ese dolor que tanto le desconcertaba y cuya causa desconocía…

Shellen observaba cada movimiento con los ojos muy abiertos y los labios apretados en una fina línea. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, como abrazándose a sí mismo, y comenzó a mover las puntas de los dedos distraídamente sobre su piel, trazando pequeños círculos.

Observó Jan, inclinado con todo su peso sobre su hermana, abrazándola contra su pecho, deslizando las manos sobre su rostro y su cuerpo como si estuviera alimentándose de su alma.

La besaba y absorbía su espíritu, calmaba la sed, la soledad de ella…

Sed.

La cintura de Jan oscilaba levemente, como bailando una danza de silencio contra la piel de Katia. Estaban tan unidos que ni el aire pasaba entre sus cuerpos.

Shellen alcanzó a ver cómo las nalgas de Jan se contraían levemente, dejando fluir una caricia de excitación. Había roto a sudar, y atraía a Katia con seguridad hacia él, sin dejar de besarla con todo su corazón.

La criatura estiró el cuello para vislumbrar más allá de las caricias y de los besos.

Katia yacía bajo su hermano con los pezones duros, cada poro de suave piel erizado, como si sufriera por no ser acariciado, pidiendo más. Se movía levemente separando las piernas, presionando la sudorosa espalda de su hermano y las insinuantes embestidas de su cadera contra su vientre trémulo.

Mil mariposas se agitaban debajo del ombligo de Katia.

Jan deslizó un par de dedos dentro de la boca de su hermana y esta jadeó de pronto, lamiéndolos con inusitado deseo.

A Shellen se le cortó la respiración cuando siguió con los ojos el trayecto de aquellos dedos insalivados, describiendo una línea recta directamente hacia el latente pubis de Katia…

Jan ahogó un gemido cuando por fin introdujo los dedos en el suave calor de aquel sexo necesitado de tanto amor… se abrió paso en las profundidades de Katia que le abrazaron como si su vagina estuviera hecha de mantequilla derretida.

Sin dejar de mover la lengua en amplios círculos dentro de la boca de su hermana, Jan la penetró despacio, dulcemente, con la punta de su dedo medio, mientras movía la palma de la mano entre los pliegues de su rajita. Cuando por fin rozó el dulce botón, presionó sobre él suavemente arrancándole a Katia un prolongado gemido.

El clítoris de Katia se hacía más evidente entre sus pétalos, abultándose, inflamándose al contacto de aquellas dulces caricias.

--Ohh, Jani…

La muchacha separó aun más las piernas y elevó las caderas, clavándose dentro de sí el rígido y empapado dedo de su hermano.

Jan acarició levemente su glande con la mano izquierda. Su polla había tomado dimensiones considerables, y la de Shellen no se había quedado atrás…engrosado y venoso, el inmenso rabo azul acero luchaba por erguirse a pesar de su peso, desplegando todo su tamaño. Un fuerte olor a excitación con un leve rastro marino a raspa de de pescado caliente inundó la estancia.

La criatura comenzó a acariciarse despacio, pero con fervor. El grueso capullo de su miembro brillaba en la penumbra del igloo, sin dejar de emitir aquellas descargas de fluido viscoso que habían pasado de intermitentes riachuelos a lentos borbotones de sustancia lubricante. Abrazó la descomunal tranca dentro de su puño y comenzó a desplazar la piel que rodeaba el capullo hacia arriba y hacia abajo, sin dejar de observar la escena, empapándose de cada detalle…

Katia escuchó con claridad, por encima de la respiración de su hermano, un sonido constante de lentos chapoteos, como si alguien ordeñara un pedazo de arcilla enfangado.

Casi al instante llegó a sus fosas nasales el penetrante olor de la excitación de Shellen…

--Hmmmm…--se revolvió inquieta, vibrando contra las dulces caricias de los dedos de su hermano, que continuaban masturbándola con calma.

A pesar de los gemidos de Katia, y de la humedad fehaciente de su coño, Jan no pudo evitar volver la cabeza, alertado por las sonoras actividades masturbatorias en las que Shellen se concentraba a sus espaldas.

La criatura levantó la vista y clavó sus acuosos ojos azul-amarillento en los ojos verdes del muchacho, sonriendo con una mueca inquietante de malicia y pasión extrema, apretando los dientes.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Jan al ver gozar a la criatura, y sus dedos se detuvieron, como congelados, en el mar de flujo de Katia.

Esta rezongó y movió sus caderas, buscando el movimiento de aquellos dedos que hace apenas un segundo la habían acariciado, frotando ya de lleno en el centro de su placer.

Pero un sonido familiar hendió el aire, marcando el final del turno que a Jan le correspondía...

Katia dio un respingo de protesta sobre el jergón y cerró las piernas, con los dedos de su hermano aún inmersos en las aguas de su vagina.

Jan escrutó sorprendido la habitación y buscó con la mirada la rueda del tiempo. La encontró a pocos pasos del precario lecho, regocijándose como una indiscreta cotorra en aquel pitido interminable que decidía sobre cuándo debían disfrutar o reprimirse.

Ante la atónita mirada de Jan, Shellen se levantó, su enhiesto miembro en ristre, y avanzó hacia ellos. Acarició con glotonería el bracito desnudo de Katia, que tembló levemente al sentir su contacto, y tiró del hombro de Jan, empujándole para que abandonara el campo de batalla. Con un movimiento rápido, introdujo sus propios dedos donde hacía escasos segundos habían estado los del muchacho, y amagó con una sonrisa un desplazamiento de vaivén.

Jan se vio obligado a separarse de Katia, y bajo las tácitas instrucciones de Shellen, se agachó y cogió la rueda del tiempo.

"dale", leyó en los labios de la criatura.

Dubitativo, deseando preguntar pero consciente de la advertencia de que no podía decir una palabra, Jan activó de nuevo el aparato.

La criatura reaccionó inmediatamente como poseída.

Separó con sus nervudas manos las rodillas de Katia y le levantó las piernas bruscamente para inclinarse sobre su abierto sexo, ya dilatado por los dedos de Jan.

Katia no pudo evitar proferir un ronco gemido cuando sintió aquella lengua caliente y húmeda abrirse paso en su rajita con voracidad. Tembló y levantó las caderas en un movimiento reflejo, maldiciendo inmediatamente su falta de voluntad.

Shellen lamía el ya abultadito clítoris con ansia, dejando una estela de fuego a su paso. Los labios menores de Katia se mojaron, se empaparon contra aquella lengua que alternaba bruscas lamidas con suaves penetraciones más atrás, dentro de su vagina.

Katia luchó contra sí misma para mantenerse fría. Pero escuchó de nuevo aquel chapoteo, y de pronto el olor brutal a sexo de pez la golpeó de lleno en sus fosas nasales.

Shellen hundía su boca en el llameante coñito al tiempo que se masturbaba sin reparos, con rapidez, sobre el jergón, arrodillado entre las piernas de Katia.

Esta se esforzó por no moverse…no quería seguir el ritmo de esa lengua, sabía lo que pronto desencadenaría en ella…

A su pesar, alargó una mano hacia la criatura, tanteando el aire. Posó sus dedos sobre la húmeda cabeza y rozó el apéndice pulposo de ésta, que se movía frenéticamente al compás de las lamidas dentro de su coño.

Katia ardía. Se retorcía como hojarasca incendiada.

Gimió incontroladamente y separó las piernas hasta límites imposibles, dejándole camino libre a aquella criatura que la follaba suavemente el coño con la lengua, sin ninguna piedad, derribando los obstáculos que su mente había colocado para esquivar el miedo, el placer, el deseo…

--Hmmmmmgmm…

Shellen se retiró un poco y frotó violentamente los pliegues de Katia, al tiempo que culeaba contra el colchón emitiendo un ronco rugido.

Jan observaba todo aquello sentado cerca de donde antes había estado Shellen, con la cabeza perdida en los celos y la rabia, y la polla a reventar.

Por fin creía haber tomado conciencia de lo que sucedía.

Aquel ser y él… luchaban por algo al intercambiarse, controlados por la rueda del tiempo, cada cinco minutos…pero… ¿cuál era el objeto de todo aquello?...

Miró a su hermana. Katia se arqueaba contra la boca de Shellen deseando sentirle… ¿sería acaso la lengua de aquella criatura un prodigio de la naturaleza que le dejaba a él a la altura del betún?

No se explicaba cómo, pero ver aquello le estaba produciendo una intensa agonía a la par que una excitación sin límites…ver a su hermana disfrutando así, casi rabiosa, con la lengua de Shellen dentro del coño y las manos del ser aferradas a sus caderas…

¿Y Shellen? …¿acaso no había mutado en una bestia? Su miembro brillante golpeaba con fuerza las sábanas, moviéndose violentamente, haciendo crujir la madera casi podrida por el salitre que soportaba el mullido lecho algodonoso… Estaba sumergido, entregado, con la nariz entre el rizado vello púbico de Katia… entre lamida y lamida, Jan podía ver la lustrosa humedad de aquella rajita sonrosada, como una abertura al infierno entre la oscuridad del pelo…

Oh…dios mío…

Agarró su propia polla y comenzó a pajearse, imaginando que se la clavaba a su hermana en todos los agujeros…mientras Shellen miraba, o se masturbaba, o le lamía...a él…o a Katia…

"Joder, me estoy volviendo loco"… pensó Jan, presa de un torbellino animal de imágenes grotescas. Le gustaba Katia, la deseaba. Le gustaba Shellen. Oh…le gustaba también…le gustaba reventar a su hermana, hacerla gritar pidiéndole más, tirándole del pelo…"Dame más"…

Joder.

Katia gemía y se agitaba. Se agitaba y se retorcía. Se revolcaba encima del colchón, haciendo fuerza contra la lengua de Shellen que trazaba rápidos torbellinos dentro de su sexo ardiente…

Sintió de pronto un resbaladizo dedo deslizándose de golpe dentro de su culo, sin previo aviso.

--Ohhhh…--gimió.

Shellen gruñó al sentir como el ano de Katia se contraía, y presionó con el dedo para penetrar hasta el fondo aquel túnel angosto…

"Oh, sí…" Jan se masturbaba a buen ritmo, deslizando con facilidad la piel que resbalaba entre sus dedos húmedos "méteselo bien…bien por el culo…"

--Mmmmmmm…

Katia movía las caderas desenfrenada, hacia arriba y hacia abajo.

"No, Katia, joder" se debatía contra su propio instinto tratando de domarse a sí misma "aguanta, por lo que más quieras…"

"Hazle correrse, Shellen, haz que se corra…quiero verlo", Jan se acariciaba al borde del orgasmo.

"Por lo que más quieras, aguanta…" luchaba denodadamente Katia "…por lo que más quieras…"

La sola idea de perder para siempre a su hermano aumentó en ese momento la distancia con el orgasmo contenido, aunque no podía ni siquiera controlar su respiración…

Jan suspiró largamente cuando soltó su rabo duro como una roca para ir en pos de su hermana, justo después de que sonara por segunda vez la Rueda del tiempo…

Jadeando, con la cara pringada de flujo y la polla chorreando cuajarones de excitación, Shellen se apartó con deportividad y le cedió a Jan el sitio entre las piernas de Katia. Pero cuando el muchacho trató de posicionarse a trompicones, la criatura lo apartó presionando su torso con firmeza.

Silencio.

Katia se quedó sola en la oscuridad.

"¿vendría Jan?"…se preguntó de pronto con incertidumbre. Había dado por hecho que sería así, pero se dio cuenta de que no tenía por qué serlo.

Se mordió el labio sin ser capaz de soportar la tensión. Había aguantado pensando en Jan pero…tenía muchas ganas de correrse…

No. No era que tuviera ganas. Necesitaba correrse. No sabía cuánto más podía aguantar, pero…si no tenía un orgasmo finalmente, explotaría…porque aquellos dos hombres no iban a dejarla tranquilizarse de ninguna manera…

Jadeó con sorpresa cuando sintió unas manos firmes que le obligaban a levantarse, y presionaban sus hombros para colocarla de rodillas frente al jergón.

"Quiero tu polla, Jan" pensó Katia. Pero amargamente, en lo que pensaba era en el inmenso rabo de Shellen, que había tenido en la mente desde que este se había despojado del taparrabos en la playa…Dios… ¿cómo sería sentirlo dentro?...quería sentirlo dentro…

--Hmmmm…

Las húmedas manos asieron su espalda…sabía que eran las manos de Jan…¿o le estaría engañando su mente?

El olor de ambos ya estaba tan mezclado que se confundía en su cerebro…

Fuera quien fuera quien estuviera con ella en aquel momento, le sintió desplazarse hasta quedar frente a su rostro. Escuchó crujir la madera del jergón mientras Jan (casi seguro se trataba de Jan…casi seguro…) se apoyaba levemente en él, agachándose , inclinándose sobre sus ojos vendados…

De pronto, una violenta erección le golpeo la cara.

Una polla dura con el capullo humedecido y esponjoso, lubricado por el deseo, se estrellaba una y otra vez con la tierna piel de sus mejillas…

Inmediatamente abrió la boca para recibirla, deseando sentir su sabor…

¿Sabéis una cosa, lectores? Katia amaba a Jan más que a nada en el mundo, en ese momento al menos, y…no obstante, deseo que fuera la polla de Shellen la que le follara la boca…

La enorme dureza penetró sin miramientos la boca de Katia, hasta la garganta de la pobre muchacha. Tuvo que contener la respiración y tragársela toda, abrazándola fuerte con los labios para retenerla dentro de sí. El engrosado miembro retrocedió y Katia sintió la mano de su dueño pajeándolo furiosamente a las puertas de su boca…sintió la contención, imaginó los músculos abdominales de aquel macho contrayéndose, quien quiera que fuese…

(Shellen)…

Esa imagen la excitó, y sacó la lengua buscando aquel glande para lamerlo con presteza.

Creyó escuchar un gemido agónico--¿Jan?...pero… ¿tenía su hermano la polla tan grande que casi no le había cabido en la boca…?—y sintió las fuertes caricias, redoblando el ritmo, chapoteando en aquella insalivada polla mientras su dueño se pajeaba contra su lengua extendida.

Oh, por dios. Qué cerda se sentía Katia. Cómo disfrutaba.

Lamió con dedicación aquella protuberancia suave, sin controlar los propios movimientos de su lengua…No…

No era Jan…

El olor, el sabor…

¡BUM!

Katia gimió con la boca llena de polla.

Tragó los pesados goterones de ámbar gris para poder respirar…reprimió el impulso de llevarse un dedo a la entrepierna para gozar a gusto con aquel rabazo…

Oh, Shellen,…era la polla de Shellen la que tenía dentro de la boca, la que había visto en la playa…

Sintió una presencia evidente a sus espaldas, muy cerca…

--Ahhhhhhh…--gritó con voz acuosa cuando de repente una polla dura se le clavó en el coño hasta las trancas, desde atrás.

Jan no había podido resistirlo más.

La sola imagen de su hermana arrodillada, con las manos aferradas a las piernas de Shellen por detrás de sus poderosas rodillas, la espalda arqueada ofreciéndole aquel coñito latente…

Esa visión…

La cara de gusto de su hermana al comerle la polla a aquel ser; el gesto de gusto de la criatura que mantenía los ojos en el techo, insinuando con su maciza cadera tímidos empujones dentro de la boca de Katia…Había sido superior a las normas, a sus fuerzas, a todo…

Con la polla dentro del coño de su hermana se sintió mucho mejor, aliviado. Comenzó a follarla con rapidez, casi con desesperación, ante la atónita mirada de Shellen, quien, con una palabra de prohibición congelada en la garganta, culeaba terriblemente cachondo…

Ya no era posible detenerse…

Katia gemía y ahogaba gritos con la boca totalmente taponada, empujando con sus caderas para clavarse más en la polla de su hermano…era…Oh…

--Mmmmhhhcrrreeerr…

Gritó algo inteligible mientras los dedos de Jan frotaban su hambriento clítoris, hasta llevarla al orgasmo…

 

Jan sintió inmediatamente las contracciones del coño de su hermana, profundas, que le arrastraban cada vez más adentro de su cuerpo, abrazando su miembro loco por vaciarse, devorándolo…

El vientre de Katia se contrajo y una garra invisible retorció su ombligo, su culo, su clítoris…estallando en un violento orgasmo que la surcó en eléctricas convulsiones, transportando la enorme ola de energía hasta las puntas de los dedos de sus manos y pies…

La violenta oleada la recorría una y otra vez, y Katia movió sus caderas sin control, sin pensar, en pos de ella, clavándose el placer y llenándose la boca, cerrando los labios en torno a aquel pollón que de pronto se derramó en un cálido torrente de cuajarones de leche dentro de su garganta, al tiempo que el espinazo de Shellen se retorcía en un tremendo espasmo.

La criatura aferró con ambas manos la cabeza de Katia mientras eyaculaba, los ojos desorbitados fijos en Jan que le destrozaba a su hermana el coño con ardor…

Oh, dios mío…

Jan cerró los ojos y sintió que había llegado a ese increíble punto de no retorno.

También él se vació en un brutal orgasmo, casi doloroso, deseando llegar al cuello del útero de su hermana, exprimir allí hasta la última gota de su leche…

No sabía si eso era lo correcto, o no, o daba lo mismo…pero no podía hacer nada…

Shellen murmuró una maldición entre jadeos, y miró a Jan con una mueca mezcla de odio y vicio terrible…

Inmerso en las violentas sacudidas de su orgasmo, Jan no captó aquella mirada, pero sí sintió de pronto cómo la pequeña estancia se llenaba de luz…

Qué bien se sentía. Qué placentero orgasmo que ya iba dando paso a la relajación…

Entrecerró los ojos y se sintió de pronto leve, ligero, como una brizna de hierba en el aire nocturno…

Había ganado el juego, se lo decía el corazón. Invadido por esta certeza inusitada, asió con decisión las caderas de Katia para no perderla…

Para estar siempre con ella…

Queridos lectores.

El desenlace de esta historia ya os lo imagináis, verdad? Queda pendiente un epílogo, que quizá resuelva algunas dudas, pero…

Aunque todavía no puedo decir "FIN", poco más le queda a esta historia.

Quiero agradeceros de todo corazón vuestra paciencia en la espera de las diferentes entregas, vuestros comentarios, vuestras valoraciones y sobre todo vuestro entusiasmo…

Sexcitator empezó siendo un pasatiempo y sin yo darme cuenta se ha convertido en una gran historia, al menos para mí; no por su calidad, que es cuestionable, sino por su extensión y lo que ha dado de sí.

Toda una experiencia para mí, que he disfrutado con vosotros a cada minuto.

Un abrazo muy, muy fuerte.

Os amo desde TR.

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