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Las tribulaciones de Txascus

en Grandes Relatos

Las tribulaciones de Txascus (y de la panda de niñatos locos de la cárcel)

Tengo que contarles una triste historia…

Hola, me llamo Txascus y tengo dieciséis años. De mí poco tengo que contarles: vivo en una institución penitenciaria para niños—y no tan niños-- término este que tal vez les resulte incongruente o les suene un poco a chufla, "¡Si los menores precisamente no van a la cárcel! ¿Cómo va a haber una cárcel de menores?" se preguntarán con picardía, pensando que me han pillado…pues sí, las hay, pero con otros nombres. No voy a decirles cuál es el nombre de la mía, sólo faltaba que encima tuviera que explicarles donde vivo…me conozco; sé que empezaríamos por ahí y que con un poco de confianza terminaría contándoles cuántos pelos tengo al lado del huevo izquierdo, y no queremos eso, ¿verdad? Que ya bastante triste y vergonzante es la historia que tengo que contarles ahora…y el hecho de que la cuente se debe únicamente a una apuesta—sí, señores, a una puta apuesta—y no a un ejercicio de catarsis personal, paja mental ni nada que se le parezca. Lo digo desde ya, por si hubiera duda, que soy un cerdo pero un cerdo con fundamento, un cerdo con causa.

Bueno, les hablaré un poco más de mí (sólo lo suficiente para que me conozcan un poco, no demasiado) y también de los perros hijos de puta mal nacidos de mis amigos, a los que aprovecho para mandar un saludo cordial desde aquí, a cada uno de ellos y a su puta madre, que les quiero mazo (a ellos y a sus madres), y seguro que ahora me están leyendo los muy cabrones hijos de Satán.

Pero nada, volviendo a lo mío, yo soy un tío normal. No tengo padres (al menos no reconocidos, aunque en su día debí tenerlos, claro) y desde que estos maricones de la cárcel me secuestraron estoy aquí encerrado entre estas cuatro paredes haciendo gilipolleces; trato de matar el tiempo como puedo—si notan que tengo algo de labia escribiendo no es por inteligencia, no; es porque leo mucho… que no soy Edgar Alan Poe pero tampoco el típico analfabestia que sólo coge el "Mortadelo" cuando va a cagar—juego a suspenderlo todo en el instituto porque eso me divierte y además los profesores me dan asco, reniego de la vida y le doy a todo mil patadas cuando puedo. Algún día tendrá que cambiar el mundo, o tal vez yo mismo, aunque eso lo veo difícil…porque cambiarme yo de mundo es algo imposible, aunque hubiera sido una opción interesante. Pero ese día de cambiar aún no ha llegado, así que estoy aquí jodiéndome, esperando. Esperando…

Antes de ir a la cárcel—de ahora en adelante me referiré a este lugar como "El centro", si no les importa, al igual que diré "mis amigos" para referirme a esta panda de hijos de puta que me rodea—llevaba una vida disoluta y normal, viviendo donde caía muerto, robando cositas de vez en cuando (nada importante, sólo atracos menores; por favor no vayan a pensar ahora que soy un delincuente), en fin, ya saben, disfrutando de la vida… "tempus fugit, carpe diem".

Pero bueno, un día me empapelaron y se me acabó el rollo, dejemos ahí el tema.

De la prisión donde estoy solo contarles que teóricamente es un hogar para niños/jóvenes problemáticos, inadaptados y con problemas psicológicos…o sea, pirados, vaya. Allí el que no está loco es retrasado, o es un cabrón, o las tres cosas. Los que lo llevan van muy de rollito psicológico y progre pero son unos cabrones con pintas, qué te vas a esperar. Cabe decir que es una institución mixta—no somos muchos, la verdad, vivimos apretados porque el sitio es bastante pequeño—y que tiene régimen abierto en el sentido de que podemos entrar y salir para ir al colegio, al instituto, al dentista, etc. Ah y de rollito tranqui nada, que no nos meten más leña porque está penado, pero se echa de menos una buena inspección…podría contarles verdaderos horrores, en serio. Pero dejémoslo.

Los colegas que tengo allí se pueden imaginar ustedes de qué pelo son. En esta historia les comentaré breves rasgos de Jon "El Rata"—parece un tío de puta madre pero ¡ojo! Es igual de hijoputa que tú y que yo, o incluso más--, Chan "Chino" (no todo junto, "Chanchino", eso no que se cabrea), y por supuesto tengo que hablarles del Macaco, un capullo adicto a las anfetaminas que está obsesionado con la mierda. Con "anfetaminas" me refiero precisamente a eso, a anfetas de verdad, que el tío las tiene pautadas como tratamiento médico y dice que no puede vivir sin ellas (hay que joderse). Pero con mierda no me refiero a droga, no… me refiero a la mierda en sí, a la caca, a la mierda que cagas, que cago yo, que caga el mundo. Al detritus que sale del culo. A las plastas marrones. Con eso es con lo que de verdad está obsesionado el Macaco; el por qué, lo desconozco.

Y de hecho, a raíz de esa obsesión comenzó toda esta historia de locos…

Como pasamos aquí encerrados mucho tiempo, y nos aburrimos, pues nos da por ponernos en riesgo a cada rato con cualquier estupidez. Y una manera fácil de ponernos "en riesgo", al menos en lo que a reputación se refiere—la reputación es de lo poco que nos queda aquí dentro—es hacer apuestas. Por cualquier cosa.

Resulta que el Macaco estaba obsesionado con correrse mientras cagaba, no me pregunten por qué.

Ya ven hasta qué punto es degenerado el tío…sin comentarios. Eso pensé yo exactamente, "no comentes, no digas nada, que ya verás..." Pero ya saltó uno diciendo que no, que eso era imposible: que o te corres o te cagas, pero las dos cosas no. Y entonces otro vino diciendo que sí, que sí se podía…y total, que no que sí, que sí que no, al final terminó la cosa como el rosario de la aurora.

--Que no se puede

--Que sí se puede

--Que no

--Que sííí

--¿Qué te apuestas?—ya está, ese fui yo, lo reconozco.

--¡La paga del mes! –tres cochinos euros, ya ven, y sólo te los dan si no haces demasiado el burro. El que dijo esto fue el Rata—Me apuesto la paga del mes a que NO PUEDES CAGAR MIENTRAS TE CORRES.

--¿Pero no decías que sí?—a este tío no hay quien le entienda, es un chaquetero con trastornos de identidad.

--Pues ahora digo que no.

--Vale. –resolví yo dando un puñetazo en la mesa, ya caliente por tanta tontería—pues la paga del mes apuesto yo a que sí se puede.

En realidad lo hice por defender a Macaco. Ya les digo que la reputación es importante en un sitio como este, y me jode que se metan con él (está colgado pero no es mal chico); pero claro, quién me manda a mí ser el abogado de los pobres, eso es lo que siempre digo. Y ya ven ustedes lo que a mí me importaba que si te corrías o te cagabas o todo a la vez, pero ya era tarde para arrepentimientos. La apuesta había sido sellada y ese trato había que cumplirlo costara lo que costara: pasar de ello supondría para mí llevar el sambenito de rajao toda la vida, era algo que sencillamente no podía hacer.

Pero claro…eso de correrse cagando…había que demostrarlo.

Eso era lo chungo de la cuestión, ¿y cómo iba a demostrar yo eso? La apuesta parecía perdida de antemano, de no ser porque el Macaco se dedicó a darme ideas amorosamente, taladrándome el cerebro con gilipolleces a cual más lógica.

--Tío, te tomas un laxante y cuando vayas a cagar te haces una paja, ya ves qué fácil. Te corres fijo…

Empecé a ponerme malo de solo pensarlo. Que a mí todo eso de la mierda me da mucho respeto; no me gusta hablar de mi propia caca, qué le vamos a hacer.

--No, no—recuerdo que dijo el Chanchino, saltando como un rayo—un laxante no, que le saldrá la mierda descontrolada y no le dará tiempo…

--¿Descontrolada, dices? ¿Pero cuánto laxante vais a darme, cabrones?

Madre mía, ahora pienso que si les llego a dejar hubieran podido matarme…

--No…--chasqueó los dientes el Rata, pensativo—lo del laxante mejor no, que además es chungo conseguirlo. Lo que tienes que hacer, Txascus, es ponerte hasta el culo de las galletas esas, las de fibra…

--¿Las que saben a cartón?

--Sí, exacto…esas. Ya verás, menuda mierda te va a salir…despacito y mega gorda, para disfrutar de la paja poco a poco…

Uuff…qué mal rollo me dio aquello.

En fin, les resumo en estas líneas lo que me esperaba. Bueno, no todo en realidad…porque aunque lo de las galletas y toda la pesca se las traía, lo que no podía imaginarme ni en mis peores sueños era lo que me tenían preparado estos cabrones…menuda jugada.

Resulta que me atraqué durante dos días enteros de las putas galletas esas de fibra…no sé si ustedes las conocen, seguro que han comido alguna vez algunas parecidas. Las que yo comía tienen forma de flor, de girasol me parece, y son de color marrón caca con todas las semillitas ahí, que luego salen también en la propia caca de uno. Tomé no sé cuántos paquetes de las condenadas galletas y bebí un quintal de agua, con lo que ya a la primera tarde me pesaba la tripa que no se pueden imaginar; pero estaba tan nervioso que no cagaba…ya ven, no hay como obcecarse en algo. Basta que quieras para que no te salga, esto es así.

La noche del primer al segundo día fue horrible; la pasé entera dando vueltas en la mierda de litera del Ikea en la que duermo…menos mal que mi cama es la de abajo, que si hubiera sido al revés el Chanchino hubiera tenido que salir huyendo de los pedos que me tiré…y es que esa noche empezaron los retortijones.

Qué le iba a hacer, normalmente yo paso bastante de lo que como y no estoy acostumbrado a tomar fibra, y menos en esas cantidades…

Las galletas esas no sé lo que tienen pero les juro que aumentan el diámetro de la mierda, y su peso…porque la tarde del segundo día empecé a sentir con horror cómo lo que parecía ser un enorme zurullo con vida propia se desplazaba hacia abajo por mi recto, a punto de salir…sí, una caca que de poder hablar habría gritado "¡Socorro, estoy encerrada, no puedo más!"

Estaba yo jugando a las cartas con estos y tuve que abandonar la partida porque sentí una urgencia tremenda –"tiene que salir, tiene que salir"—, mi ano comenzó a desear abrirse para dejar escapar aquello, tuve que contraerme entero. Pensé que estos cabrones se habrían olvidado de la apuesta…pero qué va. Según salí escopetado escuché sus risitas a mi espalda, pero era tal el tamaño de lo que llevaba dentro que no me importó. Era como si pensara "Txascus, estás a punto de hacer lo más placentero de tu vida al deshacerte de esa mierda"… y es que amigos, no hace falta que les diga que una buena cagada es un verdadero placer…

En el último momento antes de salir, cuando ya estaba yo en la puerta de la habitación con un pie en el pasillo, el Rata me lanzó una revista guarra que cacé al vuelo.

--Toma, capullo—me dijo—queremos la corrida…

Recuerdo que todos rompieron a reír. Miré a Macaco con cara de circunstancias pero también se reía el muy cabrón.

--¡Queremos la corrida!—exclamó con alborozo el Chanchino.

--Sí—ratifico el Rata con una carcajada—aunque tal vez la revista no te haga falta…

Sin entender demasiado bien esto último me lancé escaleras abajo, hacia los lavabos que hay en el sótano. Son los más sucios y sórdidos del centro, y la mayoría están hasta arriba de mierda, pero me dije que teniendo en cuenta lo que tenía que hacer eran los más aislados y eso los convertía en idóneos. Me moría de horror solo de pensar que alguien—una de las chicas por ejemplo, o uno de los "educadores"—pudiera sentirme o escucharme en una tesitura como aquella, tirándome pedos sin parar y gimiendo mientras trataba en vano de pajearme…

Por fin llegué a los retretes del sótano y tras un barrido visual de control comprobé que no había nadie. Nadie a la derecha, nadie a la izquierda…aquello parecía desierto, gracias a dios. De modo que me metí como una bala en el último cubículo, el más alejado, y boqueé para no aspirar el olor a tubería y a heces fecales…cuando les dije que esos aseos (por llamarlos de alguna forma) estaban llenos de mierda, no hablaba por hablar…

Traté de echar el cerrojo de la puerta pero… ¡mierda! Estaba roto. Es que no hay nada que funcione bien en esta porquería de sitio, lo digo de verdad. Comprendiendo que ya era tarde para buscar otro retrete que no tuviera jodido el pestillo de la puerta, me bajé los pantalones y los calzoncillos y reprimiendo todo mi asco me senté en el inodoro, tomando la postura ancestral que nos hace a todos los hombres y mujeres caer en la igualdad. La taza del váter estaba fría…pero no con un frescor saludable del polo norte, qué va; estaba como usada, como sobada. No quieran saber la de culos infectos que habrán desfilado por allí…

Me obligué a mí mismo a dejar de lado los pensamientos grotescos para no terminar vomitando con imágenes de cagadas ajenas. Con un suspiro de alivio, dejé que mi culo se abriera poco a poco y sentí la puntita de aquel mojón gordo como la vida misma asomando dispuesto a salir. Pero no…no podía dejarlo escapar…

Por supuesto podría haber cagado y luego haberme hecho una paja perfectamente, ya ven qué tontería, pero les confieso que con todo esto de la apuesta me había terminado picando la curiosidad sobre el tema, y en aquellos momentos en los que el sudor resbalaba por mi frente, tratando de contener el zurullo me preguntaba: "¿Será cierto? ¿Podría yo correrme mientras…?"

Con la vista al frente, traté de concentrarme en la pintura blanca, descascarillada, de la puerta cerrada en falso, y en los azulejos blanquecinos que parecían tener una pátina de suciedad desde hacía siglos. En algunas zonas de la pared incluso se insinuaban los ladrillos que había debajo de las esquirlas quebradas, los chorretones resecos de cemento por debajo de aquellos baldosines que estaban rotos. Joder, qué sitio. Perfectamente esos baños podían haber sido el escenario para una película de terror…

Pensando que no llevaba buen camino para excitarme, agarré la revista guarra del Rata y comencé a hojearla con desidia. Debo ser un bicho raro pero me cuesta calentarme con revistas…y sin embargo me ponen las cosas más extrañas, como el ver a una mujer agacharse a coger algo del suelo, u oler la piel de una tía que se me acerca…creo que lo explícito no me excita tanto, será porque me espanta un poco que esté tan preparado. No sé si me entienden. Soy raro, ya digo.

No obstante uno no es de piedra, y tras un rato contemplando tetazas y culitos (uuf, el culo es lo que más me excita con diferencia) ya estaba yo un poco tonto, con ganas de agarrarme la polla y acariciarme con decisión. Y eso fue lo que hice.

Se me puso dura ya en mi mano, mientras encogía más el culo para no cagar. La noté caliente y la apreté deliberadamente con ansia, contrayendo más el ano…aquello me dio muchísimo gusto.

Sin querer empezar a saco, deseando saborear el momento despacio, recuerdo que deslicé la mano temblorosa hasta mis pelotas, que colgaban en el agujero oscuro de la taza. Las noté también calientes, y el contacto de mi propia mano sobre ellas me estremeció.

Dejé la revista abierta sobre mis rodillas, apreté el culo lo máximo que pude y comencé a pajearme ya sin pudor, sintiendo mi verga cada vez más gorda, tiesa como una estaca y dura como una piedra. Imaginé a una zorra cualquiera mimando mi glande—la parte más sensible—lamiéndolo tímidamente con la punta de su lengüita, mientras yo me pajeaba en su boca masajeando el tronco duro, acariciando fuerte mi polla entera. Joder, cómo me ponía al pensar en follarme la boca de esa putita en mi imaginación…

Apreté aún más el culo-- "Tú no sales, zurullo de mierda"-- y sentí como mi intestino protestaba y se revolvía cuando "aquello" ascendió unos centímetros de nuevo dentro de mí. Me dolía el vientre y sentía mucha necesidad de descargarme pero…sentir que todavía no era el momento, y gozar con aquellas caricias de paja apresurada valía la pena, la verdad.

Qué placer tan intenso, qué buena paja me estaba haciendo allí, sentado sobre aquel váter infecto reprimiendo a mi culo…

Pero de pronto ocurrió algo que me heló la sangre en las venas y me hizo sentir ridículo al volver a la realidad de golpe, viéndome a mí mismo allí sentado en busca de un orgasmo de órdago mientras libraba mi propia batalla intestinal: de repente … ¡Blam!...se abrió de un portazo la puerta del baño.

Tan concentrado estaba yo en mi pajote que ni había oído pasos ni nada; había bajado la guardia ante cualquier indicio de que alguien pudiera aparecer, había olvidado por completo que el cerrojo de la puerta no funcionaba.

Y ante mis ojos abiertos como platos apareció la figura de Nora la Ninfo, contemplando mi postura ridícula y mi cara transfigurada por el gusto y el terror.

Nora la Ninfo era a quien menos esperaba yo ver en aquel lugar…

Por un momento me alivié al comprobar que era ella, pues es una compañera de cárcel, una reclusa más (podía haberse tratado de una educadora, o peor aún de un educador…) pero la sensación de alivio me duró poco al contemplar su sonrisa oscura, su cara exenta completamente de sorpresa, como si de alguna manera ella supiera lo que iba a encontrarse, como si hubiera esperado—como parte de un tenebroso plan—pillarme en aquella absurda e inexplicable situación.

--Vaya, vaya, vaya—masticó las palabras sin dejar de sonreír—estás haciendo cosas malas en el baño, Txas…

Era horrible, no podía defenderme. Solté mi polla algo flácida ya por la súbita sorpresa (no hace falta decir que me había llevado un susto de muerte) y me la tapé con ambas manos por puro reflejo. Hasta me olvidé de las ganas de cagar…

--Pero por mí no te cortes, sigue…--jaleó la Ninfo, dejándome incapaz de decir una palabra.

Retrocedí un poco en la taza del váter, sintiéndome el ser más indefenso de la tierra, mientras contemplaba con horror como los ojos de la Ninfo taladraban el hueco de mis manos como si quisieran ver a través de ellos, perforarlos con rayos X para verme la polla que mantenía ahí agazapada.

--Venga, Txas, déjame verte…--murmuró con lascivia—estás muy bueno…

Me retorcí sobre mí mismo y aferré la mano que extendía ella, directa hacia mi entrepierna para liberarla de nuevo y dejarla expuesta ante su vista.

--Venga Txas…si sabes que siempre que puedo te miro el paquete…--continuaba, insistente y lanzada—no seas gilipollas, anda, deja que te ayude…

De pronto la sentí temblar. No a Nora, sino a la mierda que tenía dentro. Había aprovechado mi momento de indefensión para abrirse paso entre mis nalgas, bien cuadradas y apuntaladas en la taza, y parecía que su recorrido hacia fuera de mí era irremediable…

Me esforcé por absorberla pero no quiso volver, y un pedazo de ella se escindió despacio del resto y calló dentro de la taza con un sonoro chapoteo.

--¡Vaya, así que es verdad!—rió Nora, con gesto triunfal.

Yo bajé los ojos, rojo y casi morado de vergüenza.

--¿Que es verdad qué?—mascullé con los dientes apretados.

--Lo que decían el Rata, el Chino y el Maca—se apresuró a responder—que te estás cagando vivo mientras te masturbas…cuando me lo contaron no podía creérmelo, creí que sería otra de sus chorradas, ¡pero veo que es cierto!

Hijos de puta.

--Es una apuesta…--gruñí, pensando mil maneras de matarlos. Aquello no podía estar pasando…ahora que lo había visto la Ninfo, se enteraría toda la mini cárcel, sería una verdad documentada…

Nora rió de nuevo y meneó la cabeza.

--Nunca pensé que te prestarías a algo así, Txas, pensé que eras más listo…

Tras decir esto, alargó de nuevo la mano hacia mi polla en un movimiento más propio de un super héroe de puro rápido. No pude frenarla; intenté resistirme, apartarla de un empujón, pero ella podía moverse con más libertad que yo. Se colocó frente a mí, acorralándome en cierta forma… ella enorme, yo terriblemente pequeño sentado en aquella taza con la mierda asomando por el ojete.

--Siempre me has parecido diferente—ronroneó mientras deslizaba uno de sus dedos sobre la cara interna de mis muslos desnudos. Mis piernas temblaron y se separaron un poco por puro instinto. Mi mano derecha luchaba por apartarla, casi con desesperación, y mi mano izquierda seguía aún sobre mis ingles, tratando de salvaguardar mi polla que—horror—amenazaba con erguirse de nuevo al sentir el contacto de los fríos dedos de la Ninfo sobre mi piel.

--Nora… ¿qué estás haciendo?—me revolví, incrédulo aún por que todo aquello estuviera pasando--¿Qué pretendes?

Ella ascendió con sus dedos hacia la parte más caliente de mis muslos, cerca de mis nalgas que reposaban sudorosas sobre la taza del váter.

--Pues tocarte, tonto…anda, déjame…

--¡Pero tía!—exclamé, acobardado por ella tanto como por mi incipiente excitación--¡deja de hacer eso! ¡Vete!—le dije.

Nora negó con la cabeza sin dejar de sonreír, maquiavélica.

--De eso nada Txas…te tengo en mis manos…

--¡Vete, por dios!

--Anda, no seas tonto…--masculló, rozando con la punta de su dedo mis cargadas pelotas—te va a gustar…

Inclinada sobre mí, terriblemente concentrada, trató en vano de echar una ojeada a la taza del váter. Aterrorizado por que viera mi mierda, tanto la que había ya sin vida dentro del agua como la que colgaba de mi apretado culo, cerré las piernas de golpe.

--Venga Txas…

La Ninfo me gusta. Quiero decir físicamente, está un rato buena. Y me pone mazo burro lo guarra que es…no hace falta que lo explique. Esto lo digo para que comprendan, aunque solo sea por solidarizarse conmigo, lo que hice a continuación.

Pensando en que sería difícil salir de esta, mi cabeza analizó la situación rápidamente. Me daba una vergüenza terrible enseñarle la polla a aquella tía salida, pero más me aterrorizaba que ella viera mi propia cagada…y esconder la mierda y mi polla a la vez era algo imposible, así que me decidí por la evidente prioridad. No es lo mismo que una tía se jacte de haber visto tu polla que de haber visto tu mierda…

Claudicando, vencido, cedí a su petición y retiré la mano de mi entrepierna. Relajé la otra mano, la que luchaba por apartar a Nora de mí, y me agarré con fuerza a la taza del váter, luchando por mantener una posición que no dejara al descubierto lo que había en ella…

Recuerdo que eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, escuchando la risa triunfal de la Ninfo y sintiendo como mi polla respondía inmediatamente a su contacto.

Entreabrí los ojos y lo que vislumbré a través de las rendijas de mis párpados me dejó helado: aquella cerda se había quitado la camiseta y el sujetador, que yacían en el suelo a sus pies, y se metía los dedos en la boca para humedecérselos. Ver aquello fue demasiado, y mi rabo reaccionó de forma independiente, sin tener en cuenta las explosiones de asco, vergüenza y pudor que se producían en mi embotado cerebro.

Deseaba que me tocara…necesitaba que aquella zorra cerrara su mano en torno a mi polla y me masturbara sin piedad…

--Abre los ojos, Txas, quiero que me veas—exigió.

Y a continuación deslizó uno de sus dedos, húmedos de saliva, por mi glande ya engrosado. Hubiera brincado de gusto de no tener aquel mojón alojado en el culo.

--Vamos, amor—musitó con la boca llena de lujuria—te voy a pajear hasta que te corras y vas a ganar esa apuesta…luego me lo agradecerás…

Apreté los dientes y gemí cuando empezó a acariciarme, y sentí de pronto su aliento cálido cerca de mi miembro duro, golpeándolo con sus jadeos de perra en celo.

--Así me gusta, que se te ponga bien dura…

Me pajeó tres o cuatro veces con rapidez, casi con brusquedad, arrancándome un gemido ronco que me apresuré en reprimir. Sólo faltaba que alguien nos oyera…

--Venga, cabrón, disfruta de tu paja…

La muy zorra sabía muy bien lo que se hacía. Escupió en la palma de su mano y volvió a la carga, dándome adelante y atrás, sumergiendo a mi pobre polla—ya roja y prácticamente en ebullición—en un sordo chapoteo. Sin poder evitarlo levanté un poco las caderas para ir al encuentro de su mano experta.

--¿Te gusta?—murmuró chasqueando la lengua—ahora verás…

Estuvo unos segundos pajeándome bien, deteniéndose de vez en cuando en mis pelotas para masajearlas con la palma de su mano, introduciendo casi el codo dentro de la jodida taza del váter. Estaba dándome tanto gusto que me olvidé de todo, ya no me importaba que me estuviera cagando ni que ella viera mi mierda; hasta el rugir amenazador de mis tripas me parecía una gozada. Recliné la espalda hacia atrás y relajé mi esfínter, pensando que el orgasmo que se perfilaba en el horizonte no tardaría en llegar…

Pero de pronto Nora se detuvo.

--¿Qué haces?—le espeté—no te pares ahora…

--No protestes…--replicó con una sonrisa torva, y ante mi estupor se levantó la falda y se bajó las bragas hasta las rodillas—con todo esto me estoy poniendo muy cachonda…

Se acuclilló en el suelo frente a mi polla dura, en una postura parecida a las que adoptan las tías cuando van a mear, y vi como deslizaba la mano entre sus piernas mientras con la otra continuaba masturbándome.

--Joder…--gemí.

Aquello era demasiado…pero no era todo lo que aquella zorra estaba dispuesta a darme…

--¿Quieres que te la coma?—preguntó de pronto la susodicha entre jadeos, con la cara roja y la boca abierta, anhelante de polla.

Agarré mi miembro a modo de asentimiento y se lo acerqué a los golosos labios…inmediatamente sentí el abrazo húmedo de éstos, y la caricia violenta de su lengua cargada de saliva. No dejaba de meneármela mientras me chupaba; me lamía el glande con dedicación mientras masajeaba mis huevos y sacudía el tronco de mi pene que ya estaba tenso, a reventar…

--Vamos, mámamela, zorra…--ni siquiera coordinaba yo lo que estaba diciendo con aquella voz rota, moviendo las caderas con fuerza para marcarle el ritmo, follándole la boca a aquella puta—vamos, que me voy a correr…

Me pajeó más fuerte contra su lengua, sobre excitada al oírme decir aquello.

--Córrete, Txas…--exclamó en un susurro virulento—córrete, cabrón…

Mi culo estaba dilatadísimo, mi abdomen ya empujaba para desplazar aquella mierda de diámetro imposible, de consistencia semi-blanda, que en aquellos instantes paradójicamente se demoraba en su recorrido. El ano se abría con un sonido placentero, como de desgarro suave, como si mi recto fuera de mantequilla. Lo sentía húmedo y lubricado por jugos de mierda, lo juro; valía la pena el esfuerzo mientras la cagada resbalaba poco a poco y mi polla se inflamaba dentro de la boca de la Ninfo…

--Vamos, chúpame, zorra…

La miré mientras se esforzaba en ello, furibunda. Con la falda levantada sobre las caderas, el blanco culito al aire temblando y rebotando al compás de los deseos de su coño cachondo que prácticamente se deshacía entre sus dedos, su cabeza agitándose sobre mis caderas, su boca babeando, abierta y dispuesta a recoger hasta la última gota de mi inminente corrida…

¡Qué ganas de follármela me entraron!

Apreté y empujé con ganas, culebreando dentro de ella, mientras expulsaba el zurullo hasta casi la mitad, acompañado de un potente concierto de gases que a buen seguro llenaron la boca de la Ninfo de olor a sulfuro.

"Un último empujón" pensé, con la conciencia nublada por el goce "un último empujón y estará fuera…"

Nora seguía pajeándome fuerte, ya a un ritmo desenfrenado, succionando mi glande con sus labios apretados. Desde mi posición en la taza del váter podía oler su coño excitadísimo, al borde del orgasmo…me moría por tocarlo…

--Qué zorra eres…--estallé justo antes de correrme—cómo te está gustando, eh, zorra…

--Hmmmm…--gimió la Ninfo con la boca llena de polla, las fosas nasales empapadas de olor a mierda llena e hirviente.

--Me voy a correr…

Hice acopio de valor y distendí el abdomen, justo al contrario de lo que mi cuerpo me pedía, para expulsar por fin aquel montón de caca fibrosa. Empujé violentamente y sentí como aquel monstruo desalojaba al fin mi cuerpo, dejándome libre de carga por fin, y acto seguido mi abdomen se contrajo y comencé a disparar chorros de leche directamente en la boca de Nora, que se arqueó sobre sí misma como para esquivarlos. Abrí los ojos justo a tiempo para ver cómo mi semen caliente se estrellaba en densos cuajarones contra sus labios, contra la oscuridad de su boca que yo no podía ver… y poco después contra su cara, su frente, sus mejillas, sus ojos…cuando ella se retiró.

El mojón resbaló inerte sobre la taza del váter y finalmente cayó al agua con un sonoro chapoteo de triunfo, mientras mi polla expulsaba alborozada todo aquel torrente blanco, recorriendo mi cuerpo un terrible espasmo que casi me hizo gritar…

--HMMMMMM….

Apreté los dientes y me tragué el grito, y la hija de puta de la Ninfo se relamió y se tragó los restos de semen que habían caído sobre sus labios.

Digo la HIJA DE PUTA con todas las letras porque, al haber hecho desaparecer mi corrida, nunca pude demostrar aquella condenada apuesta…

Y por esa razón me hallo aquí escribiéndolo y contándoselo a ustedes, bajo amenaza de ser un "rajao" que no cumple los retos por absurdos que estos parezcan…

Espero que cuando este puñado de cabrones lean este testimonio sobre lo que sucedió en aquel baño del infierno, junto a Nora la Ninfo, me dejen por fin en paz…

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