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Sexcitator: Epílogo (cago en la leche, por fin!!)

en Amor filial

--¿Quieres hablar de ello?—murmuró Jan casi a regañadientes, dándole la espalda a Katia mientras fingía tratar de poner orden en el desastre de papeles que se extendía a sus pies.

Eran más de las doce—la hora de las brujas--, y se había decidido a bajar al sótano por primera vez desde su estancia en el Limbo, exactamente la noche del segundo día transcurrido después de aquella aventura que aún se resistía a creer…

Se había encontrado insomne, debatiéndose entre dar vueltas en la cama o dar su brazo a torcer ante la tentación de bajar y recrearse en el recuerdo…y finalmente, su mente había cedido.

Y como había esperado, allí abajo todo seguía igual.

La estantería desbaratada, los libros abiertos bocabajo como mariposas desmadejadas en medio del desorden, el polvo marronáceo depositado sobre las revistas viejas y cuarteadas, aquel rincón asolado como por el paso de un misterioso Siroco. También la consola Atary (mítica), cuya carcasa recordaba vagamente a la madera, reposaba a pocos pasos de los escombros como mudo desencadenante de aquella hecatombe de la que ya poco quedaba, excepto la huella indeleble en la memoria de Jan. Todo se mantenía tal como lo había dejado, en caótica espera. Finos eran los hilos que sostenían la estabilidad de aquel desorden, igual que los que salvaguardaban el equilibrio en la mente de nuestro protagonista.

Nada más colocar las manos allí, en aquel de montón de variopintos escombros, un escalofrío de fuego había recorrido su espina dorsal… y todo aquello que luchaba por no recordar—aunque sin embargo le producía una quemazón importante a flor de alma—se había agolpado de pronto en su mente, sin permiso. El dique cedió de pronto…Y esos recuerdos que él no se atrevía a descifrar del todo, a extraer fuera de la aquella pálida nebulosa de sueño donde se hallaban inmersos, emborronados dentro de su cabeza…tomaron cuerpo bruscamente, anudándose casi con dolor debajo de su ombligo.

--Jan…

…¿Katia?...

Había temblado al escuchar, de pronto, la voz de su hermana a sus espaldas, desde la puerta entreabierta.

Y fue entonces cuando, sin volverse para mirarla, acariciando distraídamente los restos de aquel desastre ya sin vida, le hizo la pregunta.

--¿Quieres hablar de ello?

Sintió a su hermana aproximarse despacio, pisando leve sobre el suelo de linóleo con sus gruesos calcetines de lana. Parecía un enorme gato moviéndose con timidez hacia él sobre sus patas acolchadas.

--¿Hablar…?—escuchó que respondía quedamente en medio del silencio.

También era la primera vez que ella descendía al sótano después de su paso por el Limbo. Aquella brutal escisión en la realidad vivida hacía tan solo unos días sería para siempre una línea imaginaria que dividiría sus vidas en un "antes" y un "Después". Antes de Sexcitator/después de Sexcitator. De la misma manera que en la sagrada Biblia—y rayando en la blasfemia digo esto—existe la separación entre el antiguo y nuevo testamento.

No había sido necesario para ninguno de ellos decirle al otro que, tras aquella experiencia, jamás volverían a ser los mismos. Pero tal vez fuera necesario hablar…

Jan carraspeó.

--Kati…--se giró despacio hacia su hermana, casi con temor a mirarla a los ojos--¿quieres que hablemos…de todo lo ocurrido?—reiteró.

Durante aquellos días tan extraños en los que ambos respiraban por fin después de la pesadilla, acoplándose a sus respectivas vidas, habían soslayado el tema, esquivándolo hábilmente con la excusa de que eran hermanos. Solo hermanos que habían coincidido en un sueño…y por fin habían despertado.

--No…--murmuró Katia sacudiendo la cabeza, visiblemente afectada, desechando con un ademán la idea como si le diera náuseas—No, no, por favor, Jan,…quiero olvidarlo…

Con los ojos fijos en el suelo, ruborizada, Katia dio un paso atrás.

--¿Estás segura?—musitó Jan, saliendo con esfuerzo de aquella montaña de papeles para acercarse a ella.

Se detuvo a escasos pasos de su hermana y clavo sus ojos verde acerado en aquel rostro de muñeca reacia. "¿De verdad Katia podía quedarse tranquila sin hablar?" se preguntó. Costaría un gran esfuerzo y no era necesario entrar en detalles, pero Jan al menos necesitaba mencionarlo, confrontarlo de alguna manera…aclararse, si es que aquello era posible. Conciliar en su mente la idea de que todo aquello no había sido más que un compendio de catástrofes masturbatorias, excusables completamente frente al resto del mundo.

--Estoy segura—sentenció Katia.

Y justo cuando su hermano extendía el brazo para tocarla, salió bruscamente de la habitación y se esfumó escaleras arriba, dejando una estela de aire removido a su paso.

……………………………………………………………….

Eran más de las cuatro de la mañana—la hora del demonio—y Jan no conseguía dormirse. Le había costado despegarse del sótano y volver a su cama fría. Estaba enormemente alterado, sentía los extremos de su cuerpo helados y la cara ardiendo, el corazón bombeándole la sangre que se agolpaba en sus sienes a borbotones casi sin dejarle respirar…

Agitado, no podía hacer si no recordar, revivir, una y otra vez todo lo sucedido en el Limbo, sobre la cama de seda negra, en aquel pequeño igloo de esa recóndita y desierta playa…

Estaba excitado. Más allá de la estupefacción, su entereza se deshacía en jirones a la velocidad de la luz.

Mantenerse quieto con aquella energía incandescente a reventar dentro de sí era algo insoportable…

Sin saber apenas lo que hacía, se puso en pie de un salto y clavó las plantas de los pies en el frío suelo, tratando de controlar su respiración descabalada, febril, casi estridente. Se agarró la polla, un súbito bulto endurecido que se recortaba contra la tela de su pijama pugnando por salir, y emitió un gemido ahogado casi de dolor, al retorcerla levemente en su puño. La notó caliente. Aferró en su mano encrespada como una garra un jirón de ropa, casi con desesperación, y se dio cuenta de cuánto deseaba apretar entre sus dedos el húmedo sexo de Katia…

Kati…

"Es lo que tiene el Sexcitator" se dijo amargamente, resignado a lo que probablemente vendría a continuación "No solo es una historia, es un infinito de historias, tal como muestra el recorrido de las casillas en el tablero… Es una historia que no termina nunca; una vez comienza, independientemente de las oportunidades y de las situaciones a lo largo del tiempo, no tiene fin…"

Salió al pasillo con paso vacilante y se internó en la oscuridad, tratando de no hacer absolutamente ningún ruido. Pasó junto al dormitorio de sus padres, que estaba apenas frente al suyo, y escuchó ronroneos dormidos junto con algunos ronquidos profundos y acompasados. Bien…

Continuó andando a paso de pluma, tanteando las paredes, temiendo tropezar con cualquier cosa inoportuna que por la ley de Murphy alguien hubiera dejado en el corredor…

Guiado exclusivamente por una vieja pulsión visceral, caminó los pocos metros que le separaban de la habitación de su hermana.

Jadeó frente a la puerta entreabierta, desorientado y terriblemente cachondo, en un instante de duda cruel entre perpetrar aquel santuario o salir corriendo para masturbarse hasta morir…

No quería pensar…

--hmmmm…

Katia yacía acurrucada con los ojos cerrados y las pestañas aleteando como mariposas inquietas. Su pecho se agitaba levemente, uno de sus blancos senos de nata emergiendo de entre las sábanas, el goloso pezón levemente erizado por el frío moviéndose al ritmo de la ferviente respiración.

Jan se acercó a ella cauto, como un depredador, y no pudo resistirse por más tiempo…

Con el cuerpo tenso, acalambrado, se inclinó sobre aquella montaña dormida y abrazó con los labios resecos a aquella delicia tan dulce…

Sintió el pezón de su hermana duro dentro de la boca, comenzando a derretirse por la saliva candente que se le acumulaba dentro, casi palpitando. Sin poder evitarlo rozó con la punta de su lengua aquel cascabel caliente, golpeándolo con húmedas caricias, clavando levemente los dientes en la piel.

Su mano derecha se cerró en torno al muslo de Katia, casi a la altura de la cadera.

Sintió como Katia se estremecía en la oscuridad, sin dar muestras aún de despertarse. Dormida o no, el pezón que le lamía con lujuria se tornaba cada vez más evidente, duro y apetecible en contacto con su lengua…

--Gmmmfff…--Jan no pudo reprimir un gruñido, y frotó desesperado su brutal erección contra el lateral del colchón.

Sin querer apartar las manos de su hermana—una debatiéndose en su muslo, la otra agarrando con posesiva delicadeza el pecho que tenía metido en la boca para poder comérselo más a gusto—se despojó de la parte de abajo del pijama haciendo resbalar su talón derecho sobre la pernera contraria, tirando de ella hacia abajo. La goma de los pantalones hizo palanca, indecisa durante unos instantes contra su polla dura… y poco después, como si de un tirachinas se tratase, liberó por fin aquella erección con un golpe neumático, permitiendo que su rabo oscilara golosamente ya fuera de la suave prisión de tela. Jan jadeó cuando sintió la cinturilla del pantalón cayendo lánguida hasta sus tobillos, y desesperadamente buscó el contacto de su hermana con todo su cuerpo.

Comenzó a follarse a pelo la calidez de las sábanas que se derramaban por el lateral del colchón, mientras sin darse cuenta iba imprimiendo más fuerza en sus lamidas, presionando con la lengua aquel pezón que ya sentía duro como un canto llenándole la boca.

Su cabeza estaba perdida en algún lugar cósmico, muy lejos del instinto que guiaba cada uno de sus movimientos…aquel instinto que se iba liberando lenta e irremisiblemente…

--Hmmmm…

La espalda de Katia se combó en un seco estremecimiento de placer y su cuerpo se retorció levemente cuando sintió un evidente mordisco en su pezón empapado. Qué caricias le daba su hermano, qué gusto…cómo le hacían hervir la sangre debajo de la piel…

Por supuesto que estaba despierta. Había sentido las pisadas de su hermano con toda claridad, desde el principio, tanto como sus ojos desnudándola en la suave penumbra del dormitorio. Le echaba de menos…No en vano se había metido en la cama desnuda para masturbarse con libertad en pos de calmar su violenta calentura, siendo esta la única manera que veía posible de conciliar el sueño…

Y ahora por fin, Jan había acudido a su muda llamada…

Y Katia sentía su boca de fuego tanto como sus caricias de amianto empapadas de excitación, y no quería que parara…no quería que él reaccionara como un animal asustado si caía en la cuenta de lo que estaba haciendo…Katia no se atrevía a hablar, no quería razonar, le aterraba en el fondo que Jan se lo pensara dos veces y se fuera…

Qué ganas de follar tenía. De follar y de ser follada por su hermano, otra vez. No podía olvidarle, nunca podría olvidarle…Inmersa en aquellas caricias tan ansiadas que le quemaban la piel, sentía que el placer la estaba perdiendo…

Se abandonó a aquellas brutales sensaciones que explotaban en su sexo y se expandían hasta las puntas de sus dedos, se abandonó a la boca de su hermano que rodaba ya libremente por su vientre, apartando las sábanas al paso de sus labios trémulos y endurecidos por el deseo…

--Ahhmmm…

Separó las piernas como impulsada por una descarga eléctrica, sin tener control de lo que hacía, y se acarició el coño a reventar de jugos con sus propios dedos, mientras su hermano arreciaba ya con demencia en su cuello y enredaba los encrespados dedos en su cabello con olor a cama caliente.

El familiar aroma a sexo inundó las fosas nasales de ambos mientras se restregaban el uno contra el otro en aquel abrazo desarraigado, Jan ya descaradamente encima de la cama, luchando por abrirse un hueco entre las piernas de su hermana, refregando contra la humedad de ella su brutal erección; Katia replegándose entre suspiros, deshecha por recibirle. Cómo podían sentirse el uno al otro, dios santo, cómo sentían sus ardores cruzados por encima de su condición de hermanos, como se deseaban despojados ya de aquella careta…

Jan sentía en sus caderas una fuerza arrolladora que le impulsaba a ir más allá, a seguir dándole y dándole…una y otra vez…

Volvía a ser el león resuelto, salvaje, y su hermana la yegua cachonda con el coño chorreante y casi dado de sí de puro abierto…

De un salto, Jan se situó detrás de su hermana, y se abalanzó sobre aquellas temblorosas nalgas que se estremecían deseosas de sentirle. Refregó su palpitante dureza contra aquel culito abierto, separando el cofre de carne con las manos, accediendo con los dedos a la raja mojada como un dulce pantano.

--Jani…¡¡Ohmm, dios!!

Katia estiró el brazo hacia atrás para asir las potentes caderas de su hermano y se apretó contra sus acalorados empujones, empapándole la polla de aquella salada miel que no dejaba de rodar entre sus muslos, procedente de su hambriento y encendido sexo…cómo le necesitaba…

--Jani… --jadeó casi suplicante--fóllame, por favor…

Por toda respuesta su hermano colocó con un golpe seco de caderas su suave e inflamado glande a las puertas de aquella cueva candente. Katia sintió que el capullo de Jan la penetraba dulcemente, insinuando la totalidad de aquella polla dura que no tardaría en partirla en dos…

"Destrózame Jan" pensó, y no pudo reprimir un lento gemido goteante que ahogó contra la almohada "destrózame el coño…"

--Fóllame…--imploró despacio mientras hacía fuerza para clavarse en aquella vara gruesa y dura como una estaca.

"Te necesito dentro…"

No bien hubo formulado su deseo sintió las manos de su hermano aferrando su cadera con decidida desesperación, y acto seguido su polla la llenó por completo, bombeándola con ardor como si quisiera alcanzar el cuello de su útero…una y otra vez…

--Kati…--resolló Jan contra el cuello de su hermana, abandonándose al ritmo desenfrenado de aquella follada—Kati…qué ganas tenía…

--Ahhhmmm—jadeó ésta, separando más las piernas y guiando el experto dedo de su hermano hacia su expuesto y congestionado clítoris, mientras su vagina empapada se comía la deseada polla hasta el fondo—quiero correrme, Jan…

Su hermano emitió algo parecido a una carcajada entre jadeos.

--Ahora puedes…--silbó burlón junto al oído de Katia, y le lamió detrás de la oreja con repentina ansia--…pero no antes de que me corra yo…recuerda que me debes una, no seas zorra…

Katia asintió y gimió excitada, deseosa de rendir tributo a la voluntad de hierro de su Jan, que la había salvado de permanecer en el limbo para siempre…

--Oh, Jani…--gimió frotando sus nalgas contra el bajo vientre de su hermano, sintiendo en su culito el suave vello púbico que nacía bajo el ombligo de él—no sé si voy a ser capaz de aguantar tanto tiempo…

"Ni tengo intención de hacerlo" , se regocijó en pensar, temblando por el goce.

Jan volvió a reír y le asestó una fuerte palmada en el muslo a Katia, redoblando la virulencia de sus empujones dentro de ella.

--Tranquila, corazón…yo no tardaré mucho…

Katia rebotó sobre los músculos tensos de su hermano, sintiendo el contraído abdomen de éste contra su espalda perlada de sudor.

--Sí, cariño…--resolló trazando círculos con el culo en torno al húmedo dedo, duro e inmóvil contra su clítoris a explotar--…te esperaré hasta que te corras…hasta que te derrames dentro de mí…

"te espero…"

Y como podréis imaginar, no le esperó.

Katia no esperó a su hermano en ninguna de las múltiples ocasiones en las que estuvieron juntos…y fueron muchas, muchas ocasiones después de aquella primera noche tras su maravillosa aventura…

Pero como diría uno de los mejores autores de todos los tiempos—y que me perdone mientras seguro se revuelve en su tumba por tomarle prestada esta sentencia, por dios—esa es otra historia…y ha de ser contada en otra ocasión.

Un beso enorme para todos, y gracias por estar ahí…

 

 

-¿FIN?-

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