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Ralph (1)

en Sadomaso

Ralph

Introducción

 

Ralph es un hacendado de 30 años sin pareja estable hasta que conoce a Carlota. Le propone una relación duradera pero bajo ciertas condiciones que la joven acepta. Deberá compartir su hombre con otras mujeres

Capítulo 1

-Hace tiempo que estoy buscando una pareja estable. Creo que me he cogido a todas las mujeres del pueblo vecino, sin distinguir si eran solteras, casadas o viudas. Quiero cambiar esa costumbre y te propongo que tú lo seas.- Le dijo una noche Ralph a Carlota

-Me agrada mucho la propuesta, pero recuerdo que hace unas semanas me decías que para tener una pareja estable, lo harías bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles son?-

-Seré franco y sin eufemismos. En nuestra relación hemos hecho algo de sado que creo que te ha gustado. Sabes que la casa está acondicionada para eso, aunque nunca te llevé al sótano y tiene posibilidades de ampliación.-

-¿Me estás proponiendo que sea tu esclava?.-

-Esa es una parte de las condiciones. La otra es que quiero tener de manera permanente cuatro esclavas en mi casa y tú serías una de ellas.-

-Eso ya no me gusta tanto. Puedo ser tu esclava, ser sumisa y soportar lo quieras hacerme, pero compartirte...-

-En ese caso no tenemos más que hablar. Me voy pero me dedicaré a buscar otra que no tenga esas limitaciones.-

-¡Un momento!. Todavía no he dicho que no acepto. Dame más detalles.-

-No hay detalles que dar. Si quieres ser una de mis esclavas, bien. No te daré más explicaciones. Las esclavas no preguntan y aceptan. Si quieres así, bien, si no a otra cosa.-

-Está bien Ralph. Acepto ser tu esclava en las condiciones que quieras.-

-¿Sin ningún tipo de limitación? ¿Serás una esclava sumisa que me complacerá en todo? ¿Aceptas cualquier decisión mía?.-

-Si Ralph. Acepto todo. Sin limitaciones, sin preguntas, sin recriminarte nada y aceptando cualquier cosa.-

-En ese caso te espero en casa mañana y comenzaremos la vida en común. Me encargaré de buscar otras esclavas y tú también buscarás hasta completar el plantel.-

Se dieron un profundo beso y se despidieron. Carlota conocía sólo una parte de la enorme casa de Ralph. Estaba acondicionada como para recibir más de las cuatro esclavas que proponía, disponiendo, además, de una enorme sala para los castigos que quisiera aplicarle a las damiselas que estuvieran en sus dominios. Al día siguiente, Carlota se presentó en la casa portando sólo un pequeño bolso.

-Veo que has traído pocas cosas.-

-No sabía qué ropa querías que usara si es que podía usar ropa. Aquí traje solamente tres bombachas, dos pares de esposas que tenía en casa, un vibrador vaginal y otro anal.-

-Bien, creo que nos vamos a entender bien. Por ahora quítate la ropa y quédate solamente con las bragas.-

Carlota comenzó a desvestirse quedando sólo con una diminuta braga. Ralph tomó las esposas que había traído Carlota y le colocó un par en las muñecas, con sus brazos en la espalda y otro par en los tobillos. Con un candado unió ambos eslabones de las esposas. Carlota quedó doblada al medio.

-Te quedarás un rato así. Yo debo salir a comprar algunas provisiones. Tienes libertad para ir a cualquier parte de la casa.-

-¿Me dices cómo me voy a mover así, con esposas tal como me las puesto?. No puedo dar el más mínimo paso.-

-Pues quédate quieta. No te quitaré las restricciones.-

Ralph volvió dos horas después. Carlota estaba en el mismo lugar en que la había dejado, aunque recostada en el suelo. La bombacha se había arrugado y metido en la raya del culo, dejando sus nalgas al descubierto.

-Carlota se me ha ocurrido una idea. Una de las esclavas que quiero incorporar puede ser Miriam, tu hermana menor. Cuando la vi por primera vez, aprecié que tiene un culo ideal para azotar. Me pareció de tamaño regular y muy firme. No la he podido ver desnuda pero creo tener buen ojo para ver a través del vestido.

También sus tetas me parecieron tentadoras, no muy abundantes pero firmes, como a mí me gustan. Tanto desvirgar sus agujeros como torturarla creo que será un placer inmenso. Debes llamarla para que la esclavice de inmediato.-

Carlota palideció. Lo último que le hubiera ocurrido era que Ralph quería esclavizar a su hermana.

-¡No puedo hacer eso! Miriam es muy joven y odia obedecer órdenes. ¿Cómo vas torturar a casi una nena?-

-Tiene 17, ya no es una nena. Además me preguntas cómo voy a torturarla. ¡Muy fácil! Atada a la mesa de torturas, desnuda y castigando sus partes más intimas.-

-No puedes hablar así de Miriam.-

-Hablo como quiero. Debes llamarla de inmediato APRA que venga. Una vez aquí yo me encargo que obedezca mis órdenes.-

-Pues no la llamaré.-

-Cuando te pase la picana por la concha mientras Miriam atada y desnuda te mira cómo te torturo, creo que se pondrá más sumisa y tú aprenderás a no desobedecerme. Yo me encargaré de llamarla. Será peor para ambas.-

Carlota se imaginaba ella estar atada mientras Ralph se cogía a Miriam, o ambas eran torturadas sin piedad sufriendo por sí misma y por su hermana. De todas maneras ella había aceptado todas las condiciones que le impuso y se había comprometido a aceptar cualquier cosa.

Ralph llamó a Miriam, quién se sorprendió un poco y cuando preguntó por su hermana le dijo que justamente quería que la visitara enseguida, pero que ella no hablaba porque se estaba duchando. La joven aceptó y le dijo que salía para la casa de Ralph.

Miriam: -Hola Ralph, Aquí estoy. ¿Carlota me extraña tanto? ¿Dónde está ella?.-

Ralph: -Está en el sótano. Ven para allá que quiero mostrarte algo.-

Se dirigieron al sótano. Apenas había dado unos pocos pasos luego de bajar la escalera al sótano, cuando Mirian, a pesar de la poca luz del lugar, vio a su hermana, sólo con la bombacha puesta y atada a una cruz de San Andrés y con clara marcas de haber sido azotada con un látigo. Cuando quiso reaccionar, ya Ralph le había colocado unas esposas en sus muñecas.

-¡Socorro! ¡Socorro!. ¡Qué pasa Carlota! ¿Por qué estás así?.-

-Cálmate hermana. Obedece a Ralph. Creo que lo mejor es que no opongas resistencia y obedece a Ralph. Seguramente quiere verte desnuda. Quiere apreciar tus tetas y tu culo..-

Cuando Miriam reaccionó ya tenía un collar en su cuello con una cadena que la fijaba a una pared y Ralph había comenzado a bajarle los pantalones. Quiso resistirse pero antes que pudiera hacerlo ya estaba sin sus pantalones y con grilletes en los tobillos. Ralph completó la tarea de quitarle la ropa de la cintura para arriba. Lo que no salía, se cortaba. Unos minutos después estaba encadenada y sólo con la bombacha puesta.

-Pero ¿Qué es todo esto?-

-Puedes llamarlo un secuestro. Te tendré aquí para que me obedezcas, te use como hembra en todos turs agujeros y te torture para mi placer personal.-

-Ralph¿Te has vuelto loco?.-

Apenas terminó de decirlo una palmada con la mano abierta dio de lleno en su teta izquierda y luego en la derecha.

-La próxima impertinencia será con el puño cerrado. Te repito. Eres mi esclava y haré contigo todo lo que quiera y tú obedecerás agradecida de no quedar pendiente del techo con una cuerda en tu cuello. No tendré inconveniente en ahorcarte si no obedeces.-

Miriam realmente se asustó

-¿Qué quieren hacerme?. ¿Por qué Carlota esta atada desnuda? ¿Ralph me va a violar?.-

-Miriam, dijo Ralph, sólo quiero esclavizarte como lo haré con tu hermana. Ella lo hace por propia voluntad y me parece que deberé imponértelo por la fuerza a ti. No dudaré en azotar ese culito tan blanco que tienes si no te portas bien.- y dirigiéndose a Carlota le dijo: No me había equivocado Carlota. Te hermanita tiene un culo muy tentador para azotar y una tetitas chicas pero muy firmes. Espero que su concha sea estrecha y me de mucho placer.-

Miriam se puso a gritar para que la liberara de inmediato. Como respuesta Ralph le tomó los pezones con los dedos y comenzó a retorcerlos. Ahora los gritos eran de dolor.

Carlota: -Ya te dije Miriam que obedecieras a Ralph. No podrás hacer nada. Estás secuestrada y camino a ser esclavizada. Evítate males mayores y obedece como te he dicho. Con Ralph no se juega.-

Ralph la tomó de la cintura y la observó con detenimiento. Luego comenzó a bajar sus manos arrastrando las bragas hasta las rodillas de Miriam, cuyos ojos se llenaron de lágrimas. La dio vuelta y observando su trasero dijo:

-Efectivamente, un hermoso culo para azotar.-

La casa contaba con celdas individuales con puertas de rejas, pero además con cuatro jaulas, con piso de madera y ruedas, de dos metros de largo, uno de ancho y un metro treinta de alto. Los otros cinco lados de la jaula eran rejas de gruesos barrotes. Las ruedas permitía desplazarlos de un lado a otro y podían cubrirse estas jaulas con lonas, con lo cual la esclava que la ocupaba quedaba totalmente aislada del lugar. Esa noche las dos mujeres fueron conducidas a celdas separadas y debieron dormir esposadas y como única prenda que cubría sus intimidades tenían puestas las braguitas. Carlota previamente recibió la leche de Ralph en su vagina.

Durante toda la noche Miriam apenas pudo dormir. Esta situación que le tocaba vivir era completamente inesperada. Sentirse casi desnuda, encerrada en una jaula y encadenada era una situación impensable unas horas antes.

Muy temprano, en la mañana siguiente entró Ralph en la celda. Sin decir palabra le quitó las esposas y le ató las manos a sendas argollas embutidas en la pared. Lentamente comenzó a sacarle la bombacha.

Miriam presumía lo que ya era inevitable. Sería violada sin posibilidad de defensa alguna. Sintió la invasión del pene de Ralph en su vagina y las lágrimas humedecieron sus ojos. Poco después sentía cómo se desgarraba su himen y su tan preciada virginidad se perdía a manos de Ralph que descargaba el semen en el interior de su vagina. Ralph acarició las tetas de la joven y le indicó que se diera vuelta para apreciar el culo, que también acarició, mientras meditaba con qué tipo de látigo o caña marcaría esa parte del cuerpo de Miriam.

Carlota observaba la escena desde su celda

Finalmente le colocó unos grilletes en los tobillos, le desató las manos y le ordenó pasar por el baño e higienizarse. Fue en busca de Carlota, a quién también engrilló y los tres se dirigieron a la cocina a desayunar. Las dos mujeres prepararon la comida, limpiaron la cocina y estaban listas para iniciar el día. Fue entonces cuando Ralph indicó cómo seguirían a partir de ese momento.

-Primero hablaremos de Carlota. Tú ya sabes que deberás continuar pensando en atraer mujeres para esclavizarlas. Mientras tanto serás violada por tus tres agujeros y castigada en el sótano. Todavía no conoces los instrumentos que hay allí, pero puedo asegurarte que tengo todos los elementos necesarios para torturar cualquier parte de tu cuerpo. La mayor parte del tiempo estarás completamente desnuda y frecuentemente encadenada. Sabes que a la menor desobediencia, te castigaré. El único derecho que tendrás respecto de las demás, por ahora de tu hermana, que solamente te cogeré y castigaré yo. Las demás no tendrán ese privilegio.-

-Tengo pensado varias cosas para ti pero las iremos haciendo de a poco. No quiero estropear tu cuerpo con torturas rutilantes.-

-En cuanto a ti Miriam, creo que no conoces mucho esto de ser mi esclava. También estarás la mayor parte del tiempo desnuda y te cogeré según tenga ganas las veces que quiera y en el agujero que quiera. También te castigaré aun si obedeces pero si cometes alguna falta, no obedeces o te comportas de manera inadecuada, entonces en lugar de simples castigos serán verdaderas torturas las que deberás soportar.-

-Ya se lo he dicho a tu hermana, dispongo de todo lo necesario para torturarte. Te anticipo que ese culo no va quedar así por mucho tiempo. Dentro de unos minutos lo azotaré. También te podrá dar a préstamo para que coja o te torture otra persona y no olvides que, como te dije cuando llegaste, si te pones muy rebelde no tendré inconveniente en ahorcarte.-

Miriam, arrodillándose delante de Ralph implora:-Por favor Ralph, no me esclavices. No estoy acostumbrada a esto. Ni a ser violada permanentemente ni que me azotes en el culo. Déjame ir a casa. No diré a nadie lo que ha pasado aquí. Guardaré absoluto silencio. Si quieres cógeme nuevamente, o te la chupo, pero déjame ir a casa.-

-No Miriam. Has venido aquí engañada para ser mi esclava. No te dejaré ir a tu casa. Sólo saldrás de acá si decido venderte a otro amo, pero no dejarás nunca de ser una esclava. Eso ya está decidido. No tienes opción.-

Miriam bajó la cabeza y comenzó a sollozar. La perspectiva de convertirse en una esclava permanente la entristecía y la asustaba eso de ser vendida a otro amo. Había cuidado su virginidad y estaba claro que la perdería en cualquier momento.

-No te pongas triste Miriam. Para hacerte olvidar esto, lo mejor será que dejes de ser virgen y luego te azote en el culo, así ocuparás tus pensamientos con otra cosa. Vamos a la sala. Tú también Carlota. Las castigaré a las dos.-

Los tres se encaminaron al sótano. Apenas se iluminó el lugar, ambas mujeres exclamaron su sorpresa al ver la cantidad de aparatos que allí había. Ralph esposó a Carlota y fijó su collar a la pared. Luego vendó sus ojos. De esta manera escucharía los gemidos de su hermana pero no sabría exactamente qué le estaba haciendo. De inmediato tomó a Miriam y la condujo a un caballete. Le quitó los grilletes y la ató de manera tal que concha estaba expuesta y su culo listo para ser azotado.

Tocó los labios de la vulva y el clítoris. Miriam se movía en el caballete pera estaba firmemente atada y no podía hacer mucho. De pronto sintió la glande apoyada en la entrada de su vagina.

-Noooo. No quiero que viole!. Soy virgen. Me duele.-

-Lo lamento mi pequeña esclava pero no pensarás que te tengo aquí y no te voy a coger. Relájate que te la meto bien adentro.-

Lentamente la penetró rompiendo su himen. Miriam sollozaba en silencio. Cuando finalmente Ralph descargó su leche en la vagina, se sintió reconfortado. Acababa de desvirgar la hermanita de su otra esclava. Había sido un polvo delicioso. Ahora vendrían los azotes.

Tal como había imaginado era un trasero extraordinario, justo para usar unas disciplinas. Fue en busca del instrumento y comenzando suavemente, fue aumentando el impacto de los azotes. En un comienzo Miriam apenas se quejaba pero cuando los impactos se hicieron más fuertes comenzó a gemir más fuerte.

Mientras tanto Carlota escuchaba el resonar de los impactos y los gemidos de su hermana y luego de algunos momentos imploró a Ralph que no continuara con el tormento. Notó que se había detenido los azotes y los gemidos de Miriam por un momento. Luego ella misma y de manera sorpresiva recibió un fuerte azote de las disciplinas en sus tetas mientras Ralph le ordenaba silencio mientras castigaba a Miriam.

-No quiero que ninguna esclava me de indicaciones cuando estoy castigando a otra puta, porque eso es tu hermana, de ahora en más una puta esclava.-

Volvió sobre la otra esclava para continuar con los azotes. Al finalizar, el culo de Miriam presentaba un uniforme color rojo con muchísimas rayas finas en los diversos lugares donde habían impactado las colas de las disciplinas. Ahora era el turno de Carlota.

Sus manos, que estaban esposadas en la espalda fueron levantadas de manera que debió inclinar su cuerpo hacia delante, dejando su culo bien expuesto para el látigo y su concha accesible para cogerla, cosa que hizo primero. Luego tomando una fusta comenzó a azotarla una y otra vez. Cuando consideró que era suficiente, la amordazó, le soltó la cadena del collar y de las esposas, le quitó la venda de los ojos y la introdujo en una de las jaulas descriptas anteriormente.

Luego fue a buscar a Miriam, que la desató del caballete, la esposó, la amordazó y la introdujo en otra de las jaulas. De esta manera ambas esclavas podían verse en situaciones parecidas pero no podían hablarse. Apagó varias de las luces dejando apenas iluminado el lugar y se retiró. Ambas mujeres quedaban aisladas y enjauladas hasta que su amo decidiera lo contrario.

Recién pasado el mediodía Ralph regresó al sótano. Ambas esclavas se sobresaltaron cuando entró. Ver a ambas desnudas, encadenadas y en las jaulas lo llenó de satisfacción. ¡Cuanto tiempo había esperado esta oportunidad!. Cubrió la jaula de Carlota con la lona que tenía al efecto. Ahora además de amordazada no sabría lo que ocurría a su alrededor. Sacó a Miriam de la jaula y la ató prolijamente a una columna.

Sus manos se entrecruzaban por detrás de dicha columna. Sus piernas estaban separadas por una madera a la cual estaban atados sus tobillos. La cuerda que pasaba por su cintura la apretaba fuertemente contra la columna. Sus jóvenes tetas, turgentes y erectas estaban dispuestas como para ser castigadas. Ralph tomó una caja con pinzas cocodrilo y comenzó a colocárselas en los pezones y el resto de las tetas. Miriam quería gritar pero sólo un sonido ininteligible de sufrimiento podía escucharse. Por supuesto no solamente Miriam estaba sufriendo sino también su hermana que tenía conciencia que estaba siendo torturada pero no sabía qué, ni cómo, ni podía defenderla.

Una vez que terminó de colocarle más de una docena de pinzas detuvo su mirada en la concha. Estaba bien abierta, con el clítoris carnoso e hinchado que asomaba fuera de la vulva. Unos cocodrilos allí serían una buena opción, que colocó de inmediato. Nuevamente los gemidos de Miriam, cuando sonó su teléfono. Era Claudia.

Claudia era una joven que Ralph había conocido hacía unos días y con la cual que habían disfrutado de algunas películas sado antes y después de coger en un hotel por horas. En esa oportunidad Ralph le había propuesto ser ella protagonista como esclava de una película que pensaba filmar (Ralph nunca había tenido una cámara en sus manos). La joven se sorprendió un poco pero no dio respuesta alguna, ahora le decía que quería ser la protagonista de la película. Había caído en la trampa.

Ralph sonrió satisfecho. Claudia, de 23 años, tenía una figura deliciosa. De pronto imaginó verla colgada de sus muñecas mientras la azotaba. Arreglaron que iría a buscarla a su casa la semana siguiente para traerla a la residencia de Ralph para repasar el argumento del film.

Antes de la llegada de Claudia quería romper el culo de Miriam. A Carlota ya la había penetrado por los tres lugares antes de iniciar vida en común, pero Miriam…tenía un culito tan lindo.

Comenzó a quitarle las pinzas. Era un gemido con cada una que retiraba. Luego de quitar la última la desató de la columna.

-Miriam,¿estás dispuesta a obedecer lo que te ordene y quieres que siga con el castigo?-

-¡No!¡Por favor! No más castigos. Obedeceré. ¿Qué quieres?-

-Romperte el culo.-

-¿Cómo romperme el culo?¿Qué me quieres hacer en el culo?-

-Ya te he dicho, rompértelo. Agáchate y sepárate los glúteos que te pondré vaselina y te la meto por allí.-

-¡Noo!¡En el culo nooo!¡No quiero por el culo!-

-Entonces continuaré con los castigos como hasta ahora. Quizás unos azotes en la concha te hagan cambiar de opinión.-

Miriam comprendió que no tenía alternativa. O se dejaba coger por el culo o la torturaría hasta que ella misma pidiera que la penetrara por atrás para que cesara el castigo. Ya estaba comprendiendo cómo funcionaba la cosa.

-No Ralph, más castigos no. Por favor cógeme por el culo. Es todo tuyo. Haz lo que quieras.-

-Veo que estás entendiendo. Un poco de vaselina facilitará la entrada aunque te va a doler un poco.-

Miriam se inclinó hacia delante y con ambas manos se separó los cachetes dejando el agujero a la vista. Un poco de vaselina humedeció la entrada y Ralph se dispuso a penetrarla. Como era de esperar el virgen ano estaba muy cerrado yfue laborioso para Ralph penetrarlo y doloroso para Miriam ser penetrada. La joven lloraba en silencio porque su culo había sido violado y por el dolor que sentía con la dilatación.

Lentamente Ralph la metía y la sacaba casi con una lentitud exasperante. Ella hubiera preferido que se corriera rápidamente y le sacara la verga del culo. Sin embargo parecía que Ralph no tenía apuro. Demoró casi media hora en correrse hasta que finalmente un chorro de leche caliente se adentró en el recto.

-Bueno Miriam, ya tienes el culo desvirgado. Ahora será mejor que descanses. Quiero trabajar sobre las tetas de tu hermana.-

La condujo a la celda y así desnuda como estaba fijó el collar con una cadena y un candado al anclaje embutido en la pared.

Era el turno de castigar a Carlota, que había presenciado cómo su hermana era primero torturada y luego violada por el culo.

Sus tetas, de regular tamaño, tenía unos pezones rojos y abultados. Luego de atarla cuidadosamente a una columna, quedaban los senos a su disposición. Quería escuchar los gemidos y que también Miriam los escuchara. Fue en busca de unos alfileres de gancho con los que atravesaría los pezones.

Cuando acercó las puntas a sus pezones, Carlota entendió qué era lo que Ralph quería hacer y comenzó a implorar que no le clavara los alfileres en las tetas. Estaba pidiendo clemencia cuando el primer alfiler comenzó a atravesar su pezón izquierdo. Su imploración se transformó en gemido. Finalmente el alfiler atravesó completamente el pezón . Carlota se horrorizaba no solamente del dolor sino también ver su teta así tratada. Mientras tanto Miriam no podía ver qué le estaba haciendo a su hermana pero escuchaba los gemidos.

Una vez atravesado el pezón y cerrado el alfiler, el dolor comenzó a disminuir, pero ahora el turno del otro pezón, que también fue atravesado por el alfiler acompañado de los quejidos de Carlota.

-Me gusta oírte gemir. Ahora unos masajes en las tetas reavivará el dolor.-

-¡Noooo!¡Bastaaaa!¡No soporto más!.-

-Sí que soportarás. ¡Mira!-

Ralph comenzó a masajear ambas tetas a la vez moviéndolas en todas direcciones. Los gemidos continuaban y estaban intercalados por pedidos que cesara el castigo. Ralph se detuvo un instante solamente para aplicarle un fuerte puñetazo en el vientre. Carlota lloraba y gemía de manera entrecortada.

-Tienes que acostumbrarte a ser castigada. No creas que solamente voy a cogerte, también deberás soportar todo esto.-

Ya más calma, Carlota sólo atinó a asentir.

-Haré todo lo quieras. Mi cuerpo te pertenece y tienes derecho a torturarlo si quieres. No hagas caso a mis imploraciones y castígalo como quieras. ¡Estás en tu derecho!-

Ralph sonrió. Tomó los alfileres que atravesaban los pezones y comenzó a jugar con ellos. Carlota sufría en silencio. Luego de dejarla atada por una hora más, le quitó los alfiles y la condujo a la celda.

La primera parte de la mañana la dedicó a Miriam.

-Hoy en lugar de usar tu vagina para cogerte deberás hacerlo con la boca. ¿Has chupado muchas vergas?-

-Nunca he chupado verga alguna. No quiero hacerlo.-

-Si no quieres hacerlo, sabes que tengo algunos métodos que te harán cambiar de opinión. ¿Prefieres acceder o que te torture hasta que implores que te la ponga en la boca?-

Miriam recordó lo sufrido el día anterior y los gemidos de su hermana aunque no sabía a qué se habían debido. Se apresuró a aceptar a recibirla en la boca.

-Así es como me gusta que se comporten mis esclavas. Obedientes, sumisas y que me den placer. Tendrás que chuparla hasta que se ponga dura, luego una entradita rápida por el cuelo y finalmente en la boca para descargar la leche que tragarás.-

Miriam palideció. No solamente se la metería nuevamente en el culo sino que luego debería ponérsela otra vez en la boca y trabar la leche. Sin embargo no vaciló. Rápidamente se puso la verga flácida de ralph en la boca y comenzó a succionar hasta que esta dura.

-Ya está dura. Ahora abre ese culito para penetrarte.-

Miriam nuevamente obedeció se separó los glúteos con sus manos y relajó el ano todo lo que pudo. Poco después la verga de Ralph la penetraba en su agujero no sin cierta dificultad. Miriam sintió que la verga se agrandaba más y ya le dolía la dilatación. Casi de inmediato Ralph las retiró del culo de la joven y la ubicó frente a su boca. Miriam abrió la boca para recibir la verga lo más profundo que pudo y cerró sus labios mientras que con su lengua acariciaba la glande.

Con movimientos suaves y continuos continuó chupándola hasta que sintió los chorros de semen que llenaban su boca. Se apresuró a tragarlos. No quería molestar a Ralph y que éste decidiera castigarla. Una vez que terminó de tragar todo y la verga se volvió flácida, Ralph le preguntó:

-Has recibido mi verga por todos tus agujeros posibles. ¡que dices de eso?.-

-Que le quedo agradecida de haberme violado tanto la concha como el culo y la boca. Mi cuerpo estará siempre a su disposición para lo quiera hacer con él.-

-¿Te ha gustado alimentarte con mi semen?-

-Es el mejor regalo que pudo hacerme. Será siempre un honor que me permita mamarlo y tragar tan preciso líquido.-

-Bien, ¿Qué te parece recibir unos azotes en el vientre con una vara?-

-Me haría feliz ser azotada en el vientre.-

-Entonces no tendré necesidad de atarte. Cruza tus manos sobre la nuca para dejar tu cuerpo libre de obstáculos y poder azotarte con comodidad.-

Sin duda Ralph estaba sorprendido de la manera en que Miriam había asimilado su condición de esclava. Quizás por convencimiento, quizás por miedo, quizás en un esfuerzo de liberarse de Ralph. No importaba. Lo rescatable era que se había sometido a su voluntad. Tomó una vara de mimbre y se dispuso a azotar el vientre de la joven.

El primer impacto hizo gemir a Miriam mientras se doblaba por el color. No esperaba que fuese tan doloroso. De todas maneras se incorporó tan pronto como pudo para exponer nuevamente su cuerpo para recibir el siguiente azote. En esa oportunidad recibió diez azotes en el vientre y uno en las tetas.

-Las marcas que ha dejado la vara sobre tu cuerpo lo embellecen aun más. Creo que ésta deberá ser una práctica frecuente. Creo que tu culo también quedará más hermoso con una cuantas rayas productos de estos azotes.-

Miriam no se animó a decir nada. Entendió que cualquier cosa que dijera podía ser un motivo para que la siguiera castigando. Luego la condujo a su celda.

Los siguientes días fueron muy activos para Ralph. Ambas hermanas fueron primero duramente castigas en distintas partes de sus cuerpos y luego penetradas en algunos de sus agujeros. Contrariamente a lo que Ralph podía suponer, Miriam resultó la más dócil al momento de recibir los tormentos que él decidía aunque la más reticente cuando debía ser cogida por el culo o en la boca.

Así se llegó hasta la semana siguiente en que salió para buscar a Claudia. Las otras dos mujeres quedaron encerradas en sus respectivas celdas, encadenadas, amordazadas y, por supuesto, desnudas. Sus cuerpos mostraban gran cantidad de marcas dejadas por el látigo o la vara.

Continuará

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Servicio Doméstico

Salidas del Convento (11) Final

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