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Las Vacaciones de Julieta III

en Amor filial

Para entender esta tercera parte, recomiendo leer las dos anteriores que se encuentran en:

http://www.todorelatos.com/relato/90945/  

http://www.todorelatos.com/relato/91188/  

Para el día siguiente Marcos planeó la “violación” de su sobrina. Salió luego de desayunar y le dijo que volvería en las últimas horas dela tarde. Le insistió que estuviera vestida porque era posible que trajeran algunos paquetes y no debería recibirlos desnuda o con poca ropa. Julieta, además de la ropa interior, se puso unos pantalones y una remera que disimulaban las curvas de su cuerpo. No quería llamar la atención.

Alrededor de la las 2 dela tarde Marcos regresó abriendo la puerta sin hacer ruido. Se colocó una máscara que le tapara el rostro y con varios trozos de cuerdas en los bolsillos buscó dónde encontrar a Julieta. Ésta estaba frente al ordenador viendo nuevamente uno de los videos. Estaba absorta siguiendo las torturas a las cuales era sometida la joven en la pantalla.

Se acercó sigilosamente y de repente se abalanzó sobre ella tomándole los brazos. Julieta trató de defenderse, creyéndolo un intruso ajeno. Marcos rápidamente pudo reducirla atándole las manos y los codos en la espalda. Julieta movía sus piernas para defenderse, pero rápidamente su tío comenzó a bajarle los pantalones que una vez en los tobillos reducía su movilidad.

El paso siguiente fue quitarle la remera y sacarle el corpiño, para luego proceder a sacarle completamente los pantalones, dejándola solamente con las bragas puestas. Su sobrina continuaba sin reconocerlo y pensó que sería violada por un desconocido. Trató de defenderse pero dos bofetadas hicieron que cesara de resistirse. Su tío le quitó las bragas, le separó las piernas y se dispuso a penetrarla.

Julieta estaba realmente asustada. Su corazón latía con fuerza y prefirió no resistirse a ser golpeada nuevamente. Sintió cómo la pija se adentraba en su vagina. Había sido una penetración sin preparación previa, por lo cual le pareció más grande que la de su tío.

Luego de algunos bombazos el “intruso” la sacó de la concha, la puso boca abajo y se dispuso a sodomizarla. Se la clavó por el culo pero debió hacer fuerza ya que la muchacha se resistía intentando cerrar el culo pero un fuerte apretón en los pezones la convenció que era mejor dejar de resistir la violación anal. La sintió cómo se introducía en su culo hasta el fondo, notando poco después que comenzó a correrse en sus tripas.

Las sensaciones de Julieta eran encontradas. Por un lado sentirse violada por un intruso era algo que rechazaba. Se sentía indefensa con las manos atadas, desnuda y a merced de su violador. Por otra parte había sido una fantasía ser violada y ahora se estaba haciendo realidad. ¿Qué otras cosas pensaba ese hombre hacerle? ¿Se iría o continuaría abusando de ella? No demoró mucho en saberlo.

Marcos se quitó la máscara estando todavía Julieta de espaldas. Entonces procedió a darla vuelta.

-¡Tío! ¡Eras tú el que me violó! Te digo que tuve miedo y creí que era una violación por un desconocido. Me sorprendiste.-

-Me gustó hacértelo, pero más allá que sabes quién ha sido, creo que como violador voy a continuar jugando contigo. Vamos, camina al ático. He pensado algo para ti.-

Julieta continuaba con las manos atadas. Marcos le ordenó subirse a un caballete y montarse a horcajadas.

-¿Me vas dejar así, apoyando mi cuerpo en la concha?-

-Sí, en pocos minutos comenzarás a sentir las molestias en la concha.-

-Te dije que probé con una silla y me dolió mucho. No me dejes así.-

-Julieta, ponte de acuerdo. ¿Te sometes a mi voluntad o quieres regresar a tu casa?-

-No, regresar a casa, no. Me someto a tu voluntad.-

-Entonces soportarás el castigo sobre la concha mientras te puedo hacer otras cositas.-

Julieta, resignada, dejó que Marcos le atara los tobillos a las paras del caballete y debiera inclinarse hacia delante para descargar todo el peso enla vulva. Sus brazos permanecían enla espalda. Unas pinzas cocodrilo se cerraron sobre sus pezones.

-¡Ayyy! ¡Cómo duelen esas pinzas!-

-Es para hacerte olvidar lo que te duelela concha- Ironizó Marcos.

Pocos minutos después Julieta no encontraba posición alguna que calmara el dolor de su concha. Marcos no tenía intensión de bajarla del caballete.

-Me va a quedar la concha que no la vas a poder usar. Me está lastimando.-

-La concha es un órgano fuerte. No se inutiliza por tener tu cuerpo apoyado en él. En todo caso se hincharán los labios haciendo un poco más dificultosa la entrada, pero el agujero está siempre.-

-Tío, un violador quiere gozar de la violada, no torturarla.-

-Pues yo no, quiero gozar de la violada y torturarla para luego volver a usar su cuerpo. Cada vez me gusta más cogerte y castigarte. Cuando tus ojos se llenan de lágrimas me recuerda que estás para satisfacer mis caprichos, que te has sometido a mi voluntad y eso me complace.-

Julieta lloraba en silencio. El dolor en su concha aumentaba y Marcos no tenía intensiones de bajarla de allí. Para colmo, las pinzas en sus pezones también le dolían, pero le era imposible salir de esa situación. Debió soportar veinte minutos más antes que Marcos le desatara los tobillos y le permitiera bajarse. Le desató los brazos.

-Que fuerte me habías atado los brazos. Ya me estaban empezando a dolor. ¿Me puedo sacar las pinzas de los pezones?-

-Todavía no. Quiero probar si así, con la vulva hinchada, puedo cogerte.-

-Pero tío, me duelen las pinzas en las tetas. Cógeme si quieres, pero déjame sacarme estas pinzas.-

-Todavía no. Acuéstate en el piso y separa las piernas.-

Los labios vaginales estaban muy hinchados aun con las piernas separadas la estrada a la vagina estaba completamente oculta. Marcos separó ambos labios con los dedos y acercó el glande y lentamente fue penetrando a su sobrina. Ésta dibujó una mueca de dolor en su cara. La penetración era realmente dolorosa, pero su determinación de ser la esclava de Marcos la llevaron a soportar el dolor.

La situación no pasó inadvertida por su tío, que sin embargo continuó con el movimiento dentro de la vagina. Debido justamente a lo apretada de la concha, Marcos se corrió más rápido de lo habitual. Recién entonces le quitó las pinzas de los pezones.

-Qué te ha dolido más ¿Quitarte las pinzas o cogerte en el estado en que está tu concha?-

-La penetración me dolió mucho. Montar el caballete es un castigo cruel. Si me dolió cuando estaba montada allí, me dolió mucho más cuando me la clavártela. Tuveque morderme los labios para no gritar.-

-Veo que te vas acostumbrando a ser una esclava obediente. Mereces un premio. ¿Qué deseas?-

-Que me dejes dormir en tu cama, como hace unas noches y pueda estar en tus brazos, que me acaricies el culo, las tetas, las piernas, todo.-

-Te lo concedo. Hoy ha sido un día de castigos duros.-

Poco más tarde sonó el teléfono. Era la madre de Julieta que quería hablar con ella.

-Hola mamá, que sorpresa.-

-Quería saber cómo estabas y cómo la estás pasando.-

-La estoy pasando muy bien. No te imaginas las cosas que me está enseñando el tío Marcos. Tiene varios videos muy instructivos que me muestra y me explica todo.-

-¿No estarás abusando de tu tío?-

-No mamá. Creo que a él le gustan las cosas que me está enseñando.-

-Dime, no tenías mucha ropa cuando fuimos de vacaciones. ¿Necesitas que te envíe algo?-

-No, me alcanza perfectamente. Con el calor que hace aquí, tengo siempre ropas livianas. Realmente la ropa no es problema. Muchas veces cuando él no está, me quedo en bombacha y corpiño.-

-Mira si llega de improviso. Lo pondrías en una situación incómoda viéndote así.-

-Por supuesto que no me muestro así. ¿Te imaginas? De la manera que es el tío, creo que le da un infarto. Me cuido mucho de que no me vea con bombacha y corpiño.-

-Bueno, me quedo más tranquila sabiendo que el tío te cuida.-

-Si mamá, hace todo lo que le pido y me cuida mucho.-

-Adiós hija, hasta la vuelta.-

Marcos había estado escuchando la conversación

-¿Cómo es eso que te cuidas que no te vea en bombacha y corpiño?-

-Claro, si corpiño nunca uso. O estoy desnuda o tengo las bragas puestas pero con esas dos prendas, creo que no me has visto nunca.-

-Mira que eres una mentirosa.-

-No soy mentirosa. No me preguntó si estoy desnuda, si me coges, si me pongo tu pija en la boca. Yo no dije mentiras…

Se acostaron y Julieta se durmió en los brazos de Marcos. Ambos estaban desnudos y gozaron del contacto de sus cuerpos.

Al día siguiente, apenas Julieta se despertó se acomodó sobre la pija de Marcos y se la puso en la boca.

-¿Quieres pararla para que te la meta?-

-Lo que quieras. Pensaba que me la metieras por el culo. Todavía me duele la concha pero si prefieres por adelante, me abro de piernas.-

-Chúpala hasta que esté bien dura y te hago el culito. No quiero que te duela poniéndotela por adelante.-

-Tú me has ensañado que una esclava debe soportar lo que su amo le manda.-

-Prefiero tu culo ahora.-

Julieta se puso en cuatro y con ambas manos separó los cachetes exponiendo el ano para ser penetrado. Poco después la pija de su tío se había perdido en el pequeño orificio. Con una buena manipulación de las partes erógenas de su sobrina más el roce de la sodomización, la muchacha alcanzó el orgasmo.

Luego de relajarse y descansar un momento, mientras se acariciaba ella misma la concha, dijo:

-Mira cómo me la has dejado. Es casi inverosímil que un tío castigue de esa manera a su sobrina que ni siquiera pueda cogerla.-

-¿Es que prefieres castigos en las tetas?-

-Hay tío, que poco sentido del humor. Sabes que cualquier castigo tuyo será bien recibido porque me lo merezco. Me gusta ser tu esclava y quiero pedirte una cosa.-

-Cuando dices así, hay que ponerse en guardia.-

-Quiero que me pongas un collar con una placa de identificación que diga: “Julieta, esclava de Marcos”-

-¿Por qué quieres eso?-

-Para sentirme más dependiente de ti, sentirme esclava y recordarme a mí misma que te pertenezco.-

-¿Lo prefieres de cuero o metálico?-

-El que sea de tu agrado, con el que sientas que soy más sumisa, que te serviré mejor.-

-Pero Julieta. Te he dicho que esto es juego. ¿Qué vas a hacer cuando regreses a tu casa? ¿Vas a ir con el collar puesto?-

-No, me lo pondré cuando esté sola y quiera recordar los momentos que pasé contigo, los momentos en los cuales me sometías, me castigabas y me cogías. ¡Déjame llevar un collar de esclava!-

-Esta tarde iremos contigo a comprarlo a la ciudad distante 50 Km. de aquí. Allí hay una casa que tiene esas cosas.-

-Llevarme a mí es una forma de mostrarme como tu esclava, de humillarme y eso me gusta. ¿Me llevarás esposada?-

-Seguramente sí y pensaré cómo debes ir vestida. Debería verse alguna marca en tu cuerpo.-

-Puedes llevarme vistiendo el traje de baño bikini que tengo. Apenas me tapa las tetas, el pubis y casi nada el culo, pero dejará ver las marcas del látigo que tengo.-

-Es una buena idea pero mejor te puedo azotar ahora en la espalda para que las marcas sean más nítidas. ¿Qué opinas?-

-Puede ser en la espalda y el culo. La bikini por atrás casi no cubre nada.-

-Bien, antes del almuerzo, ¡azotes en el cuerpito de mi sobrina!-

-Me mojo de solo pensar que me vas a mostrar como tu esclava.-

-Además comentaré que eres mi sobrina y que te uso sexualmente todos los días.-

-¿Me vas a desnudar delante del vendedor?-

-No hace falta. Ya mostrarás lo suficiente como para que me envidien de tener una sobrina tan sumisa.-

Antes del almuerzo, como había prometido, la condujo al ático. Allí Julieta se desnudó completamente y Marcos la fijó de cara a la columna en la cual ya había sido atada. Sus brazos abrasaban la columna y las muñecas fueron atadas por detrás. Sus tobillos, amarrados juntos, también quedaron fijos a la columna.

-Puedes chillar todo lo que quieras que no detendré los azotes. Irán desde la parte alta de la espalda hasta los muslos.-

-Tú márcame como creas conveniente.-

Marcos buscó un látigo de cuero de cola corta, no más de setenta centímetros. Lo hizo restallar en el aire y luego lo dirigió a la altura de las escápulas. Julieta hizo un movimiento evidenciando el dolor que sintió pero permaneció callada. Casi de inmediato una raya rojo carmín adornaba su espalda. Siguieron otras marcas tanto en la espalda como en el culo y algunas menos en los muslos. En total, veinte azotes.

Julieta había resistido muy bien, permaneció callada y apenas un tenue gemido partía de su garganta con cada trallazo, lo que no impidió que sus ojos se llenaran de lágrimas. La desató de la columna.

-¿Me dejas verme en el espejo cómo han quedado las marcas?-

-Por supuesto que sí, pero en mi opinión, está hermosa. Son marcas bien notables que resaltan su color rojo sobre tu piel blanca.-

-Estoy ansiosa por ir al local y mostrar mi cuerpo así.-

Luego de almorzar, Julieta se puso el traje de baño. Estaba casi desnuda. La parte delantera de la bikini no permitía que tuviera ni un pelo en el pubis. Tapaba apenas la concha. Por atrás, la tira se perdía entre los cachetes. En cuanto a la parte de arriba, apenas tapaba las areolas y un poco más.

-Así estás muy bien. Te llevaré esposada y con grilletes en los tobillos.-

-¿Piensas que me querré escapar?-

-No, pero quién te vea no tendrá duda de tu condición de esclava.-

-Eso me gusta.-

Así partieron a la tienda en la cual comprarían el collar. Marcos estacionó el auto a una cuadra de distancia del local. Ambos bajaron y la tomó de un brazo y se dirigieron a la tienda. Durante el trayecto varias personas miraron extrañados a Julieta que no pudo evitar ruborizarse. Al llegar los recibió un dependiente.

-¿En qué lo puedo ayudar?-

-Estoy buscando un collar para esta joven. Pienso que sea metálico para poder grabar unas inscripciones.-

-Supongo que busca un collar de esclava. Hemos recibido un nuevo modelo en acero pulido muy bonitos y seguros. Una vez cerrados es necesario introducir dos llaves especiales para abrirlos.-

Entonces el vendedor le pidió a otra persona que trajera el material recibido. Luego dirigiéndose a Marcos de dijo:

-Hermosa esclava. Veo  que ha tenido que castigarla. Luce hermosas marcas.-

-Es mi sobrina que estoy esclavizando. A veces se rebela y debo castigarla ya que no acepta entregarme su cuerpo en forma total.-

-Es usted afortunado poder esclavizar a su sobrina. A pesar que pueda rebelarse, siempre es mejor conocer el origen, su familia etc. Si me permite el elogio, tiene un culo francamente envidiable. Todo su cuerpo es envidiable. Supongo que debe ser un placer cogerla. Es muy joven.-

-Sí, la someto sexualmente dos veces al día, ya sea por adelante o por detrás, pero justamente esta mañana se negaba a recibirla por el culo y debí castigarla. Tiene dieciocho años y casi no había sido usada antes.-

-¿Qué piensa hacer con ella cuando esté totalmente sometida? ¿La va a vender?-

-No, pienso quedarme con ella.-

-Creo que si la vende puede lograr mucho, pero mucho dinero. Es joven y tiene un cuerpo apetecible.-

-Por lo menos por el momento no quiero venderla, quiero disfrutarla.-

-Le comento que nosotros organizamos eventos para la venta de esclavas como ésta. Si en algún momento piensa en desprenderse de ella, no deje de avisarnos. Aquí llega el collar.-

El empleado lo desenvolvió y se lo entregó a Marcos para que se lo colocara a Julieta. El collar, una vez cerrado alrededor del cuelo de la joven, era un círculo perfecto provisto de seis argollas alrededor.

-En estas argollas es posible fijar las muñequeras metálicas que acompañan el collar. De esa manera la esclava no puede proteger parte alguna de su cuerpo con las manos o brazos. Es muy útil para someterla.-

-Quisiera probar esas muñequeras.-

Marcos le quitó las esposas y el dependiente le colocó las muñequeras que a su vez fijó al collar.

-Como ve, puestas de esta manera no puede proteger su cuerpo. Tanto sus tetas como su espalda están expuestas.-

-Sí, me parecen magníficas. Llevaré las muñequeras también. Quiero que graben en el collar: ”esclava Julieta, propiedad de Marcos”.-

-Si me permite, quitamos el collar y lo grabamos enseguida. Además ha venido de la misma marca este cinturón metálico que posee ocho argollas alrededor. Si me permite se lo colocamos a la esclava.-

Le colocó el cinturón bien ajustado y cruzándole los brazos por la espalda fijó las  muñequeras al cinturón.

-De esta manera la esclava tiene toda su parte delantera expuesta, tiene los brazos inmovilizados y puede ser castigada o usada tanto su vagina como su ano, sin poder defenderse.-

-También pueden cruzarse los brazos por delante y entonces puede ser castigada en la espalda o el culo o penetrarla desde atrás ¿Qué le parece?-

-Me parece que es un excelente adminículo. También lo llevaré pero quiero que tenga la misma inscripción que el collar.-

-Lo tendrá listo en un momento. Señor, miro a su joven esclava y no puedo más que envidiarle. Se adivinan unas hermosas tetas.-

-¿Por qué adivinar? Ahora que Julieta tiene las manos libres ella misma puede quitarse la parte superior y mostrarle sus senos. Vamos Julieta, quítate el corpiño y también la parte de abajo, para que pueda apreciar tu coño.-

Julieta obedeció pero nuevamente se ruborizó. Quedó completamente desnuda ante un desconocido.

-Lo dicho señor, no puedo menos que envidiarle. Esas tetas pueden ser castigadas con una picana. Puedo ofrecerle una muy completa.-

Tengo el modelo Stephen J310 que compré hace poco.-

-Justamente era que iba a ofrecerle. Es lo mejor y más completo que hay. Tenemos un modelo portátil, de bolsillo, ideal para las tetas o el coño sin necesidad de instalación.-

-Eso me interesa. Muéstremela.-

Marcos observó el aparato y acercándolo a las tetas de su sobrina le aplicó una descarga, que tembló todo su cuerpo.

-Parece efectivo. A ver que pasa en la concha. Julieta, separa las piernas. Luego le aplicó una descarga en el coño. Nuevamente tembló todo su cuerpo.

-Me gusta este aparato. También lo voy a llevar.-

Poco después un empleado regresaba con las dos piezas grabadas.

-Aquí tiene todo listo ¿Se lo colocará a la esclava?-

-Sí, primero que se ponga las dos prendas y luego el collar y el cinturón, con los brazos cruzados por atrás.-

De inmediato le colocaron los arneses. Una vez concluida la operación, Marcos nuevamente tomó a su sobrina de un brazo y se dirigieron al automóvil. Aunque algo incómoda con los brazos en su espalda se ubicó en asiento delantero, al lado de su tío.

-Estoy muy caliente por todo lo ocurrido y pensaba que en el auto por lo menos podría hacerme una paja para calmarme, pero así encadenada no puedo tocarme.-

-Tendrás que esperar hasta llegar a casa. Allí descargaré mis huevos en tu concha.-

-El vendedor quería que me vendieras cuando estuviera entrenada. Dice que podrías sacar mucho dinero. Tío, te pido que no me vendas.-

-No pienso, ni puedo ni quiero venderte. Queda muy poco tiempo para que regreses a tu casa y a tus estudios.-

-¡Cómo te voy a extrañar! ¿No quieres tomarme como tu esclava personal? Le puedes decir a mamá que yo me quiero quedar a vivir aquí.-

-Julieta, no delires. Eso es completamente imposible. Ya hemos hecho bastante con todo esto. Deberás regresar y hacer tu vida normal.-

-Ya nunca va a ser lo mismo. Después de esta experiencia contigo, no puedo regresar como si no hubiera ocurrido nada. Dime, tú que eres abogado ¿cómo se esclaviza una mujer?-

-Mira, hay un antecedente. Una joven al día siguiente de cumplir los dieciocho se presentó ante el fiscal, pidiendo que se la declarara como esclava. El fiscal elevó el pedido al juez que la citó, junto con el fiscal y un médico.-

-Luego de la entrevista, el juez le dio una autorización provisoria por seis meses dándole la custodia al que era su esclavizador. A los seis meses nuevamente se reunió con la muchacha y en vista de su determinación, le concedió el estatus de esclava y a su esclavizador como dueño absoluto.-

-¿Y qué ocurrió con ella?-

-Durante dos años no se supo nada. Era la esclava de este hombre y nada más pero al cabo de ese tiempo, apareció un aviso en el diario en el cual se anunciaba el alquiler de la muchacha como puta o esclava por horas. Parece que tenía mucho interesados y su dueño ganaba mucho dinero.-

-Pasó un tiempo y un día un ejecutivo marroquí se presentó en su casa. Había alquilado la esclava en varias oportunidades, pero ahora quería comprarla. El problema era que su dueño no quería venderla pero el marroquí subió y subió la oferta hasta que finalmente logró comprarla. Luego no supimos nada más de ella.-

-Lo dicho antes ¿No quieres que nos presentemos ante el fiscal pidiéndole que me declare esclava?-

-Basta Julieta. No quiero hablar más de ese tema. Estamos llegando a casa lo único que quiero es llenarte la concha de leche.-

Los días se sucedieron con castigos y cogidas. La diferencia fue que Marcos permitía que Julieta durmiera todas las noches con él, en su propio lecho, la mayoría de las veces desnuda y algunas oportunidades con sus brazos cruzados en la espalda para cogerla casi a modo de violación, cosa que satisfacía a ambos.

Unos quince días antes del regreso previsto de Julieta a su casa, Marcos le comunicó que para que no quedaran marcas sobre su cuerpo, no sería más azotada con látigos, fustas u otros instrumentos.

-¿Qué me harás entonces?-

-Hay varias cosas para hacerte sin que queden marcas. Montarte a horcajadas en el caballete, torturarte con electricidad, darte algunos golpes de puño en las tetas o el pubis, etc.-

-Nunca me golpeaste con el puño en las tetas. ¿Crees que dolerá mucho?-

-Esta tarde lo sabrás.-

Efectivamente hacia última hora de la tarde la llevó al ático. Le ató las manos en lo alto y la levantó hasta que sus pies no tocaran el suelo. Ató sus tobillos y ya estaba lista para recibir su diario castigo.

Comenzó con unas palmadas con la mano abierta sobre las tetas, similar a una bofetada. Luego fue más fuerte y finalmente cerrando el puño dirigió el golpe directamente al pezón. Fue un golpe muy fuerte que hizo oscilar el cuerpo de la muchacha como un péndulo mientras gemía del dolor. El siguiente puñetazo fue dirigido a la otra teta.

Antes que la muchacha pudiera recuperarse recibió otros dos puñetazos en las tetas  y luego otros dos en el bajo vientre. Julieta se contorsionaba pero nada podía hacer, solamente Marcos podía decidir detener los golpes.

-Has visto que puedo castigarte sin dejarte marcas.-

-Sí tío, duele mucho tanto los golpes en las tetas como en el pubis-

-Para los días subsiguientes puede elegir entre la picana eléctrica, montarte en el caballete o los golpes de puño.-

-Son todos terribles. Tú tienes experiencia y sabrás hasta dónde puedes llegar. Sabes que te pertenezco.-

Por supuesto que luego del castigo venía la recompensa. Primero una prolongada mamada y después una penetrada por vagina hasta dejar todo el semen adentro.

Así llegó el día de la partida. Julieta estaba francamente triste.

-Tío, ha sido la experiencia más importante de mi vida. Creo que intrínsicamente son una sumisa y me ha gustado ser tu esclava, haber conocido el ático, leído tus libros, ver los videos que tienes y, por supuesto, haber conocido el sexo de la manera que lo hicimos. Estoy triste que no me veré desnuda, a merced del látigo, la picana u otro instrumento manejado por ti, para luego ser cogida, casi violada por mi tío, mi amo.-

-No creas que yo no estoy un poco triste, pero satisfecho de haber cumplido un sueño y nada menos que contigo, mi sobrinita de dieciocho años, que tiene un cuerpo hermoso que lo ha puesto a mi merced, que me ha hecho gozar con sus mamadas, con esa conchita siempre húmeda y ávida de una pija y ese culito que se relajaba para dar entrada a mi pija.-

-Tío, me voy a masturbar mirando las fotos que me tomaste, recordando que luego de esos castigos me la metías hasta el fondo. Te pido una cosa, si te decides a esclavizarme, recuerda que te estaré esperando para que hagas con mi cuerpo cuanto desees. Esteré siempre a tu disposición. ¿Podré volver para las vacaciones de julio para repetir estas prácticas?-

-Por mi parte no tengo inconveniente en repetirlas. Por supuesto será un placer disponer de ese cuerpo, ese cuerpo de hembra joven y ávida de aventuras que goza sometiéndose a mis caprichos y separa sus piernas ofreciendo el capullo de su concha. Quizás sea más duro en los castigos, pero ¿qué más se puede pedir?-

-Tío, tenemos todavía un rato antes de partir. ¿Podemos jugar en la cama? Quiero un polvo de esos que me hacen temblar todo el cuerpo, como tú sabes hacerlo.-

Era la despedida de esas vacaciones. De esas vacaciones secretas que solamente sabían, Marcos y Julieta, tío y sobrina, qué había ocurrido en esos más de dos meses de lujuria, castigos, excitaciones y todo aquello que ambos habían descubierto y puesto en práctica gracias al otro.

¿Continuará?  Quizás sí.

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