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La Herencia (4 de 4)

en Dominación

La Herencia (4 de 4)

Autor: Ricardo Erecto

Arreglamos con Juanillo lo relativo a la fiesta de despedida que les obsequiaríamos a nuestras esclavas. Se lo comunicamos a todos los trabajadores, esperándolos para el viernes a las 20 horas, sin decirles el carácter de la fiesta. Ninguno podía imaginar con lo que se encontrarían.

El día de la fiesta evitamos castigos a nuestras esclavas. Poco antes de la llegada de los invitados, se bañaron y perfumaron. Les dijimos que era una fiesta privada que, en principio, ellas no intervendrían. Debían permanecer en la cocina, por supuesto desnudas.

A la hora indicada comenzaron a llegar los trabajadores rurales, hombres curtidos por el sol y el trabajo duro. Había jóvenes de no más de veinte años y algunos mayores, que rondaban los cincuenta. Cuando estaban todos reunidos, fue Juanillo en anunciar el motivo de la fiesta.

-Los he querido reunir en agradecimiento en haber trabajado con mi tío y ahora conmigo. Nosotros regresaremos a nuestras casas mañana por la noche y queríamos despedirnos de ustedes, pero queríamos hacerlo de una manera inolvidable. Para ello contaremos con la colaboración de Romy y Sandra Raquel. A Ambas mujeres alguno de ustedes las conocen porque has sido nuestras potrancas cuando hemos visitado las propiedades.-

Mientras tanto yo había ido a buscar a ambas que, algo sorprendidas, no querían aparecer desnudas delante de tantos hombres. Luego de un par de bofetadas a cada una, consintieron en presentarse. Cuando llegamos al salón hubo un momento de silencio, que Juanillo aprovechó.

-Como les decía queremos que sea una ocasión inolvidable. Para ello les presentamos a estas dos esclavas que tendrán mucho gusto en ceder sus cuerpos para ser cogidas de la manera que ustedes deseen y en el agujero que quieran. Ellas están aquí para satisfacer todos sus deseos sexuales, cualquiera que sea. Todos ustedes disponen de Romy y Sandra Raquel.-

Los hombres rodearon a ambas pero ninguno se animaba a nada. Entonces me acerqué al grupo para animarlos.

-Pueden tocar la mercadería. Tienen buenas tetas y culos, pálpenlos y verán. El que quiera cogerlas, disponemos de dos cómodos sofás en el extremo para que lo hagan a gusto.-

Uno de los más jóvenes se acercó a Romy y mientras le agarraba una teta, comenzó a besarla mientras se encaminaba al sofá. Ella, obediente y conciente de su papel, dejó hacer sin oponer la mínima resistencia. El joven la puso en cuatro y se la clavó por el culo.

En cuanto a Sandra Raquel, fue un hombre de mediana edad el que se acercó a ella y mientras exploraba la concha con la mano derecha, su mano izquierda acariciaba el culo de la muchacha y su boca chupaba la teta izquierda.

Mientras esto sucedía pudimos escuchar los jadeos de Romy. Indudablemente estaba disfrutando de la culeada. Poco después Sandra Raquel era la que jadeaba producto de la penetración de su ocasional compañero.

Apenas el joven dejó el culo de Romy y ésta se encaminó nuevamente al grupo, otro de los hombres se adelantó y poniéndole una mano sobre el culo la llevó nuevamente al sofá. Llegué a escuchar que decía. “Te voy a dejar un cuarto litro de leche en esa concha de puta que tienes”

Romy, obedientemente, se recostó y separó sus piernas, ofreciendo su dulce concha, ávida de recibir una buena pija y evitó hacer comentario alguno por haberla llamado puta

Indudablemente la situación excitaba tanto a las esclavas como a los invitados. Tanto Juanillo como yo no teníamos necesidad en ese momento de coger a alguna de ellas. Lo habíamos hecho poco antes que llegaran los invitados. Ahora era el momento de nuestras esclavas.

Apenas dejaba de cogerla alguno de los invitados, tenía otro que requería su cuerpo. Especialmente los jóvenes se cogieron a las dos en ese primer turno.

Cuando el último de los invitados había cogido por lo menos una vez, comenzó a reinar la calma. Tanto Romy como Sandra Raquel estaban con restos de esperma por todo su cuerpo. Por eso nos pareció prudente que se bañaran y perfumaran nuevamente, por si alguno de los presentes quería usarlas más tarde.

Cuando estaban bañándose me acerqué a ellas para dialogar.

-¿Les ha gustado la sorpresa que les preparamos?-

Sandra Raquel respondió

-Siempre tan ocurrentes. A decir verdad, el culo me ha quedado un poco ardido de las veces que me la metieron por allí, pero ni Romy ni yo nos podemos quejar. Las hemos recibido de todo tamaño. Había uno, con fuerte acento andaluz y bastante joven que tiene una pija enorme. Me la metió dos veces, por la concha y por el culo.-

-¡A mí también me la metió por la concha y por el culo! Seguro que es el mismo. Entonces lo hizo cuatro veces casi seguidas.-

-¿Ustedes pueden calcular cuántas pijas pasaron por sus conchas o culos?-

Romy se apresuró a responder:

-No llevé la cuenta pero creo que no menos de treinta. Estoy segura que deben haber sido unos veinte por adelante y diez por atrás, pero los del culo tenían unas pijas enormes.-

-Creo que a mi me cogieron más o menos igual, pero no presté atención al número.- Completó Sandra Raquel.

-Luego que se bañen y se perfumen, estarán listas para otra vuelta. Seguramente luego del descanso y con más confianza es posible que superen el número de polvos.-

Terminaros su baño, se perfumaron y lubricaron tanto la vagina como el culo, preparándose para “la segunda vuelta” Una vez listas regresaron al salón. Allí fueron recibidas con aplausos. El alcohol había liberado las inhibiciones de los presentes.

-Bueno señores, ya están de regreso Sandra Raquel y Romy y están preparadas para atenderlos.-

Se oyó un murmullo y ya dos varones se acercaron a cada una de las mujeres. Luego se dirigieron al sofá a completar la faena. Yo observaba como dócilmente, Romy comenzaba con una mamada y luego separaba sus piernas para dar paso a la pija erecta que pugnaba por entrar en la vagina.

Sandra por su parte estaba ofreciendo el culo que le había sido requerido. Pude observar como una polla de buen diámetro se metía  en su agujero sin dificultad.

Todos los presentes estaban sonrientes. Para algunos era algo casi exótico cogerse a una argentina, por lo cual fue algo más requerida que Sandra Raquel, pero ambas recibieron cálidos elogios tanto por sus cuerpos como por sus partes íntimas. Las esclavas quedaron exhaustas al finalizar la noche y luego que se retiraron los invitados, ambas estaban nuevamente cubiertas de semen.

Juanillo fue quien les indicó que tomaran otro baño.

-¡Vamos esclavas! A ponerse limpias y lindas que tanto Ricardo como yo queremos usarlas.-

-¿Otra vez a coger? Tenemos nuestras conchas y nuestros culos destrozados.- comentó Sandra Raquel. –Ambas somos concientes que vinimos aquí para hacer lo que ustedes nos indicaran, pero por favor, un poco de piedad. ¡Mírame como tengo el culo! Está destrozado.-

-Mi querida Sandra Raquel, entiendo que tengas el culo destrozado y veo que el de Romy también lo tiene, pero ocurre que tanto Ricardo como yo queremos vaciar nuestros huevos. Podemos consentir en usar solamente vuestras conchas. ¿Estás de acuerdo Ricardo?-

-Sí, estoy de acuerdo en no perforarles el culo y seremos cuidadosos incluso en la penetración vaginal. Acepto que han tenido una noche agitada. Juanillo le ha preguntado a cada uno de los participantes cuántas penetraciones vaginales o anales habían tenido. Según las respuestas fueron en total 102, es decir 51 cogidas a cada una.-

-¡Con razón tengo el culo y la concha destrozados!- Replicó Sandra Raquel. –No los conté pero ahora entiendo. Lo que sí puedo afirmar que todos eran polvos muy rápidos, que se corrían enseguida.-

Romy tenía su propia percepción.

-Lo que creo es que para todos fue una novedad eso de poder cogerse a las mujeres que trajeron los dueños y ¡claro!, tenernos desnudas y poder hacernos lo que quisieran, los calentaron mucho.-

-En cualquier caso creo que todos salieron muy conformes y en cuanto a ustedes dos, creo que se habrán puesto al día con las penetradas.- Comenté.

-Ricardo, algo más que ponerse al día. Mira que he participado de fiestas en grupos, orgías y otras reuniones por el estilo, pero ésta… ha superado todo lo imaginable. 51 cogidas no es poca cosa y todavía nos falta satisfacer a ustedes.- dijo Sandra Raquel.

Ambas mujeres tomaron un baño relajante y luego se presentaron ante nosotros.

-Ustedes dirán quién estará con quién. Supongo que no querrán cogernos a las dos.- Preguntó Romy.

-No solamente con una y pasarán la noche en nuestras respectivas camas. Echaremos a suerte. Primero para mi tío Ricardo. Si sale cara, Romy va con él, si sale cruz, Sandra Raquel. ¿De acuerdo?-

Todos asentimos. Juanillo tiró la moneda al aire y salió cara. Romy sería la que me acompañaría esa noche y Sandra Raquel complacería a mi sobrino.

Nos dirigimos cada uno a su dormitorio. Apoyé la mano sobre el culo de Romy y la conduje al dormitorio que usaba. Se recostó sobre la cama y me dijo, en tono socarrón:

-¿El señor va a cogerme de inmediato o necesita alguna ayuda para que se ponga en forma? Esa pija no se compara con las que he recibido esta noche.-

-Esclava, no te atrevas a mofarte de mí. No la tendré del tamaño del andaluz que se las metió a ambas por la concha y el culo, pero no desmerezcas.-

-Ricardo, sabes que no hablo en serio. De todas maneras, ¿quieres que primero te la chupe?-

-Una mamada tuya siempre es bienvenida.-

Romy se ubicó sobre mi pija y abriendo la boca se la introdujo hasta el fondo. Sabía hacer unas buenas mamadas que la dejaban en forma para perforar cualquier parte femenina. Luego, aunque con cuidado, la penetré y me corrí dentro de ella. Romy no alcanzó el orgasmo.-

-Perdóname Ricardo, pero tantas cogidas esta noche me agotaron y me dejaron sin posibilidades de correrme de nuevo.-

La besé y nos abrazamos y minutos mar tarde, Romy quedaba profundamente dormida. Estaba agotada.

Al día siguiente preparamos las valijas para regresar. Juanillo se quedaría unos días más en Granada para completar algunos trámites. Sandra Raquel nos acompañaría hasta Madrid y Romy y yo regresaríamos a Buenos Aires. Fue justamente Romy la que me preguntó:

-Ricardo, tengo algunas consultas. ¿Cómo quieres que esté vestida (o desvestida ) cuando regresemos a Madrid? Lo mismo para Sandra Raquel.-

-Las dos estarán desnudas y cuando estemos en Toledo o más cerca, se vestirán. Sandra Raquel puede usar las prendas que crea conveniente, pero tú te pondrás un tanga, una falda bien corta, de esas que apenas te mueves se te ve el culo, un sostén fino y transparente y una camisa. Quiero tener buen acceso a tu cuerpo durante el viaje.-

-¿Es que no te alcanzado con todo lo que me has tenido?-

-Romy, ésta es la primera vez que he disfrutado de tu cuerpo y quiero hacerlo hasta el último minuto antes que lleguemos a Buenos Aires.-

-Sabes que puedes llamarme cuando quieras.-

-No. Éste ha sido un caso especial. Podemos encontrarnos, charlar, todo lo que quieras, pero no contacto físico. Puedes ponerte de acuerdo con Juanillo que a él le va a gustar.-

-Con Juanillo ya nos hemos encontrado algunas veces. Voy a preparar las cosas del viaje que se hace tarde.-

Luego que estuvo todo listo una limusina pasó a buscarnos. Nos despedimos de mi sobrino y las dos mujeres y yo emprendimos el viaje Madrid. Fue un viaje muy placentero, mirando los hermosos cuerpos de mis “esclavas” y acariciando sus partes íntimas.

Ya más cerca de Madrid ambas me pidieron permiso para vestirse. Romy había elegido un tanga realmente diminuto. Sería muy fácil poder magrear su conchita durante el viaje. La falda también era muy corta y estaba seguro que al caminar, mostraría su lindo culito y, seguramente, sería envidiado por más de un mirón.

Dejamos en su casa a Sandra Raquel, pero antes de despedirse, no puede evitar acariciarle la concha por debajo de las bragas. Luego nos dirigimos a Barajas, a la T4 para abordar el avión de regreso a Argentina.

Dada la escasa ropa que vestía Romy, fue imprescindible que se cubriera con una frazada durante el vuelo, momentos que aproveché a deslizar mi mano debajo de falda  y haciendo a un costado el tanga, puede acariciar una vez más el pubis y la concha de Romy. Casi no pude dormir en todo el viaje, pero era una oportunidad que no podía desaprovechar.

Finalmente llegamos a Buenos Aires. Acompañé a Romy a su casa y yo regresé a la mía. Había sido una excelente experiencia y agradecía a mi sobrino la posibilidad que nos brindó la herencia que recibió. La balanza me indicó que había perdido cuatro kilos. Mucha actividad física.

Días más tarde hablé por teléfono con él que permanecía en Granada. Nos congratulamos mutuamente por la idea de pasar unas semanas con nuestras “esclavas”. Me propuso que repitiéramos la experiencia en otra oportunidad.

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