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Fátima y Tomás

en Sadomaso

Fátima y Tomás

Relato dedicado y en agradecimiento a los asiduos lectores de mis historias y a los que realizan comentarios de mis historias, a veces elogiosos y otras veces… no tan buenos, pero agradezco a todos.

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Fátima comentaba con sus amigas que salía con Tomás pero éste, que era extremadamente tímido, no se animaba a casi nada.

-Fíjense que apenas me ha besado. Ni una mano que, por descuido como suelen hacer los varones, se ha posado sobre mis tetas. Ni hablar de tocarme o acariciarme otras partes.-

-¿Ni siquiera tocarte una teta? No sé por qué pero a los chicos les encantan nuestras tetas, se preguntó una de sus amigas.

-Tengo un plan para cambiar las cosas.- Comentó Fátima.

-¿Cuál es el plan?- preguntaron varias.

-No se los diré por cábala. No quiero que falle por adelantar lo que tengo pensado.-

Así finalizó el diálogo. Fátima se puso a trabajar en el plan. Lo primero era conseguir un par de esposas, que compró en una casa de seguridad. Dos candados, un trozo de cadena y un sólido gancho que fijó en la cumbrera del ático de su casa. Tenía ya todo preparado para el momento indicado.

Unos días después había quedado en encontrarse con Tomás en su casa. Luego de escuchar un rato música, Fátima le indicó que se dirigieran al ático pero que esperara afuera a que ella lo llamara porque tenía una sorpresa para él.

Fátima vestía una camisa blanca abotonada por delante, un corpiño sin breteles, una bombacha de reducidas dimensiones y una pollera amplia. Fijó la cadena al gancho de la cumbrera con uno de los candados, las esposas en el otro extremo de la cadena con el otro candado y cerró las esposas sobre sus muñecas. De esta manera quedaba con los brazos extendidos por sobre su cabeza, aunque sus pies apoyaban firmemente en el piso. Llamó a Tomás.

Cuando éste entró en el recinto se encontró con su novia en una situación que no imaginaba en absoluto. Sintió un leve endurecimiento de su pene.

-Fátima, ¿Qué haces? ¿Por qué te has encadenado?- Preguntó.

-Suponte que soy tu prisionera y que tú me has esposado así. No puedo defenderme y puedes hacerme lo que quieras.-

Tomás avanzó hacia Fátima y luego de besarla comenzó a desabrochar la camisa. Sus senos querían escapar del ajustado corpiño. Tomás comenzó a acariciarlos, primero por sobre la tela, pero luego aflojó el cierre retirando esa prenda. Dos hermosos globos, turgentes y con los pezones erectos aparecieron a su vista. Los chupó y los besó con devoción. Mientras tanto Fátima seguía con sus brazos en alto y comenzaba a jadear de excitación.

Tomás bajó sus manos que pasó debajo de la pollera. Encontró la bombacha. Tocó su entrepierna y ya estaba húmeda. La bajó hasta las rodillas de la joven y mientras con una mano acariciaba el suave vello del monte de Venus y la vulva, con la otra acariciaba los firmes glúteos de la joven, que se sentía cada vez más caliente.

Finalmente Tomás le sacó completamente la bombacha y le arrolló la pollera en la cintura. Separó los labios vaginales con los dedos y comenzó a penetrarla lentamente. Su pene se introdujo sin dificultad. Tal era la lubricación del conducto vaginal. Fátima jadeaba sin cesar. Tomás, tomándole el culo con ambas manos, manejaba el cuerpo de Fátima en el movimiento de vaivén. Finalmente acabaron casi juntos. El joven quedó un largo rato abrazado a su novia.

-Fátima, ¿Qué hemos hecho? No pensaba coger en esta posición y en este lugar y mucho menos desvirgarte.-

-Tomás, esta ha sido una violación. Recuerda que yo no me podía defender.-

-Ni te puedes defender ahora tampoco porque te la voy a clavar otra vez. Ya la tengo dura otra vez...-

Sin mediar más palabras, Fátima separó todo lo que pudo las piernas para permitir el libre acceso a su concha. Tomás de inmediato la penetró, mientras le introducía el dedo índice profundamente en el agujero del culo. Acabaron nuevamente y recién entonces tomando la llave de las esposas, liberó las muñecas de la joven.

-Me ha gustado mucho que me violes. Debemos hacerlo a menudo. Estar así, esposada, me libera de toda culpa y responsabilidad. Simplemente he sido y seré violada, sin poder defenderme...-

-Esto ha sido muy extraño. Cuando vine a tu casa ni imaginaba que iba a desvirgarte. Además quiero llevarme esa bombacha de recuerdo.-

-Pero Tomás, está húmeda de flujo vaginal. No sabes lo caliente que estaba y lo mojada que tenía la concha.-

-Por eso mismo. Será un lindo recuerdo para mí tener la bombacha que usabas cuando te desvirgué, húmeda de lo caliente que estabas en ese momento.-

La escena, que satisfizo a ambos, se repitió varias veces en las semanas siguientes, casi como un rito, con la diferencia que Fátima, antes de encadenarse ella misma, se desnudaba completamente.

Poco después Fátima se reunió nuevamente con sus amigas que quisieron saber si el plan, tan guardado había funcionado.

-Funcionó ¡y funcionó muy bien! Ahora cogemos todas las semanas.-

-¿Cuál era el plan? Ahora lo puedes contar.-

Fátima dio detalles de la primera que lo puso en marcha y de las subsiguientes.

-Parece interesante eso de librarse de la responsabilidad de coger. Fue una violación. Parece interesante para ponerlo en práctica.-

-Les diré más. Cuando Tomás me la clava, siento ganas de abrazarlo y besarlo, pero no puedo hacerlo y eso me calienta más. Estoy pensando en alguna alternativa para que me clave por el culo. ¿A ustedes se les ocurre algo?-

-¡Pídeselo!-

-Eso no tiene gracia. Quiero que sea de forma que también me viole por el culo, sin tener alternativa de defenderme. Ser sometida como una prisionera.-

-¿Qué les parece si compramos alguna revista de bondage o algo similar para ver si allí encontramos algo?-

Casi todas al unísono dijeron que les daba vergüenza pedirlas en el puesto de revistas. Fátima, siempre la más audaz comentó:

-Puede ser en un barrio que no nos conozcan. Total, que piensen lo que quieran, luego no me verán más.-

Ninguna aceptó el reto, por lo que Fátima sería la encargada de comprar la revista. Terminada la reunión con sus amigas, se dirigió a las afueras de la ciudad, en una zona fabril, en busca del material necesario.

Encontró varias revistas que versaban sobre bondage, BDSM y otros tópicos relacionados. Seleccionó cuatro, que compró, regresando luego a su casa.

Cuando llegó, se puso cómoda en su habitación (se quitó los pantalones) y comenzó a hojearlas. Encontró varias sugerencias no solamente de sexo anal, sino también diversas posiciones para acceder al acto sexual, estando la mujer atada, encadenada etc. Casi sin advertirlo comenzó a tocarse primero por encima de las bragas y luego por debajo, acariciándose la concha. No puedo evitar continuar hasta correrse.

Llamó a sus amigas para que juntas decidieran la mejor posición para ser penetrada por el culo. Acudieron al día siguiente. Luego de mirar las revistas, ávidas de conocimiento, comenzaron a discutir cómo Fátima podía llevar a cabo su fantasía.

Mientras platicaban todas se iban poniendo más cachondas y se humedecían sus bragas en la entrepierna. Les resultaba difícil no tocarse, cosa que hacían mientras conversaban.

-Creo que lo mejor será que Tomás te ate a una silla, poniendo tu cintura en el respaldo, la cara sobre el asiento y las piernas atadas a las paras de la silla.-

-Así quedaría expuesta, con el culo levantado, pero yo sola no puedo atarme de esa manera y no quiero que lo haga él. Quiero que sea una violación anal, por lo tanto debería estar atada sin su participación.-

-Yo puedo venir, atarte y esperar que llegue Tomás para abrirle la puerta y me retiro, dejándolos solos.-

-Es una buena idea. ¿Creen que debería estar desnuda?-

-Tendrías que vestir solamente una falda corta y las bragas, sin camisa para dejar tus tetas libres. Él levantará la falda, romperá la s bragas y tendrá el culo a su disposición. No olvides hacerte una enema para dejar el conducto limpio.-

-¡Yo sabía que obtendría la ayuda de ustedes! ¿Crees que Tomás me la meterá por el culo?-

-En la posición que quedarás quizás te la meta por la concha, como los perros, pero luego estoy seguro que no se detendrá a clavarte por el ano.-

-¡Que delicadeza! ¡Por el ano! ¡Es por el culo! ¡Es por el culo! ¡Me va a romper el c.u.l.o.!-

-Fátima, no seas grosera.-

-Es que estoy muy caliente con toda esta conversación. .. Creo que iré al baño… a … calmarme.-

-¡Nosotras también necesitamos calmarnos! Podemos hacerlo aquí, mirando estas revistas –

De inmediato comenzaron a "calmarse"

Dos días más tarde estaba todo preparado Tomás llegaría a la casa a las 3 de la tarde. Fátima se preparó por la mañana haciéndose una enema que repitió al mediodía. A primera hora de la tarde y luego de una ducha llegó una de sus amigas. Tal como lo habían previsto, Fátima se puso una diminuta bombacha y una falda de colegiala. Su amiga la ató al sillón y esperaron a Tomás que llegó en hora.

La amiga de Fátima abrió la puerta.

-Justamente ya me iba. Fátima está en el ático haciendo no sé que cosa. Adiós Tomás.-

Tomás se dirigió al ático, esperaba ver a su novia semidesnuda encadenada como otras veces lo había esperado. Grande fue su sorpresa al encontrar a Fátima con el culo levantado dejando ver parte de las bragas.

-¿Qué me va a hacer mi captor hoy? ¿Volverá a violarme como lo ha hecho otras veces?-

-Seguramente sí. Será una posición no ensayada antes.-

-No puedo moverme. Mi concha y mi culo quedan a disposición de mi captor.-

-A propósito, no sería una mala cosa clavártela en el culo. No se me había ocurrido, pero ya que estás en esa posición… tu agujero más estrecho será penetrado.-

-¡No señor captor! ¡No me sodomice! Será muy doloroso para mí.-

-Pues te la meteré por el culo, te guste o no.-

-No puedo hacer nada. Debo resignarme a que me la meta por el culo. ¡Proceda!.-

Tomás no demoró en levantarle la falda u comenzar a acariciar los cachetes, primeo por arriba de las bragas, luego por debajo. En un momento tomó las tiras que sujetaban la prenda a la cintura y de un tirón las cortó. Los labios vaginales, prolijamente depilados y húmedos de flujo y el agujero más pequeño aparecieron ante sus ojos. La erección fue casi instantánea.

Pasó un dedo por la entrada de la vagina para mojarlos y luego comenzó a lubricar el ano, metiendo al mismo tiempo un dedo en su interior. Cuando consideró suficientemente lubricado aunque la dilatación era escasa, apoyó el glande en la entrada y comenzó a empujar.

Fátima no imaginaba lo doloroso que era la primera vez que la sodomizaran. Hacía esfuerzo por contener las lágrimas pero no era mujer de quejarse atrás. Relajó todo lo posible el esfínter y permitió que la pija de Tomás se adentrara en sus entrañas.

Sentía que estaba dura y que no tenía dificultad en empujar y penetrar. Afortunadamente lo hacía bastante despacio con lo cual le resultaba por lo menos soportable. De pronto sintió los dedos de Tomás acariciando su clítoris. Entonces olvidó el dolor en el culo y comenzó a gozar. Se sentía violada, sin poder hacer nada por impedirlo, pero al mismo tiempo gozando de esas caricias que recibía en su concha.

Tomás la entraba y la sacaba lentamente pero con ritmo. El agujero se dilató y ya no sentía el dolor del comienzo. Estaba a punto de correrse cuando el joven apuró el ritmo mientras que con una mano acariciaba el clítoris, con la otra los pezones.

Primero llegó al orgasmo Fátima, cuyas contracciones, incluso en el esfínter, aceleraron la corrida de Tomás que poco después eyaculaba dentro de su novia.

Ya más relajados Tomás preguntó:

-¿Cómo se te ocurrió que te sodomizara y en esta posición?-

-Compré algunas revistas para ver cómo se hacía de manera no consentida. Nuevamente me has violado sin poder defenderme.-

-¿Y cómo te ataste a la silla?-

-¿No te abrió la puerta mi amiga Julieta?-

-Sí.-

-Fue ella la que ató y me preparó que dejarte el culo listo para que me la clavaras.-

-¿ella sabía que te iba a coger así?-

-Lo planeamos juntas. Creo que antes de abrirte la puerta se tuvo que hacer una paja. Estaba cachonda.-

Pasaron varias semanas en las cuales, muchas veces sin cadenas, esposas o ataduras Fátima la recibía tanto por la concha como por el culo. Ahora estaba ansiosa en chuparla y recibir la leche en su boca. Debía planearlo cómo hacerlo de manera que fuera Tomás el que la obligara a la mamada. Nuevamente la responsabilidad no sería de ella sino que la "obligó" su prometido. Además quería volver a la fantasía de la prisionera encadenada.

Volvió a mirar las revistas, pero ahora buscando las fotos y propuestas de mamadas. Había algunas sugerencias y fotos pero en particular encontró una que especialmente le excitó, aunque era difícil de llevar a la práctica.

Era una mujer colgada de sus tobillos con los brazos atados en la espalda. Tenía signos de haber recibido cinco o seis azotes en las tetas y frente a su boca una pija enhiesta y lista para penetrar en la boca.

Tenía dos incertidumbres. La primera era cuánto tiempo podía resistir suspendida de sus tobillos. Nunca lo había hecho y temía resistir muy poco tiempo. La segunda era quién podía suspenderla antes que llegara Tomás.

Le apetecía sobremanera pensar en chupar la pija de su hombre y que le llenara la boca de semen. No sabía que sabor podía tener, pero lo importante era tragarse su leche, como acto de amor.

Lo primero que hizo fue conseguirse un malacate que instaló en el desván. También compró las tobilleras necesarias para la suspensión y le pidió a una de sus amigas que ayudara a levantarla.

Así, luego de ponerse las tobilleras y unir el cable del malacate a las mismas, su amiga comenzó a levantarla. Finalmente Fátima quedaba con cu cabeza a cincuenta centímetros del suelo, suspendida de sus tobillos, mientras su amiga estaba atenta a cualquier señal de Fátima para bajarla. Miraron la hora para ver cuánto tiempo soportaba esa posición.

Para sorpresa de ambas, pasó media hora sin que sintiera los efectos de la posición en que se encontraba. Consideró que era tiempo suficiente como para hacer una mamada y algo más.

Su amiga la bajó y consideró que la primera prueba ya había pasado. En cuanto a la segunda (que Tomás la encontrara así y pudiera hacerle una mamada y quizás algo más), echaría mano del mismo artilugio usado cuando se hizo sodomizar.

Así ocurrió unos días más tarde. Al llegar Tomás lo recibió una amiga que le indicó que Fátima estaba en el ático. Cuando el muchacho entró se encontró a su novia completamente desnuda, con una cadena en la cintura que mantenía sus muñecas esposadas en la espalda y, por supuesto, suspendida de sus tobillos y con la boca a la altura de la pija.

-¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?-

-Porque me has tomado prisionera y me obligarás a mamarte la pija y tragarme la leche. Como verás otra vez no puedo defenderlo de lo que quieras hacerme.-

-¿Todo esto lo has planeado tú?-

-¡Por supuesto!-

-¿Quieres la pija en tu boca para masturbarme con los labios y luego tragarte el semen?-

-Sí.-

Tomás se quito la ropa. Ya la tenía bastante dura y la acercó a la boca de Fátima que se abría ávida de recibirla. Tomás la metió lentamente y ante la imposibilidad de Fátima de hacer los movimientos suficientes, él comenzó a balancearse metiéndola y sacándola. Mientras tanto Fátima ajustaba la pija con los labios mientras su lengua la acariciaba.

Tomás se corrió más rápido de lo pensaba. Esa visión de su novia suspendida de los tobillos u con los brazos encadenados en su espalda mientras se la chupaba como una golosa, apuró el proceso. Un buen chorro de semen llenó la boca de la mujer que se apresuró a tragar.

-Tomás, he cumplido otra de mis fantasías, hacerte una mamada y tragarme la leche.-

-Me parece que además de ser mi prisionera eres medio puta y eso me gusta.-

-A mí n o me gusta que me llames puta. Puedes llamarme como quieras menos puta.-

-Está bien, no te llamaré más puta. Ahora creo que te toca correrte a ti. ¿Te acaricio la concha así, suspendida o prefieres que te baje?-

-No, quiero así, como se lo harías a una prisionera que quieres humillar.-

Tomás, con una mano buscó el clítoris mientras que con la otra rondaba el agujero del culo, con intención de meterle el índice por el agujero. La otra mano seguía trabajando en la concha.

No demoró mucho Fátima, a pesar de la posición en que se encontraba en correrse.

-Bueno, ya me puedes bajar..-

-Quisiera darte unos azotes en el culo con mi cinturón. Quiero dejarte un par de marcas rojas.-

-El captor puede disponer de su prisionera como quiera. No puedo defenderme y deberé soportar el castigo.-

Casi no había terminado de decirlo cuando Tomás, enrollando parte del cinturón en su mano derecha comenzó a golpear suavemente el culo de Fátima. Poco después media docena (no un par) de marcas rojas teñían las nalgas de Fátima. Ésta con cada azote gemía como si realmente estuviera sufriendo, calentando más y más a Tomás. Finalmente soltó el cinturón, la bajó de la posición en que estaba y sin liberarle las muñecas, le separó las piernas y la penetró, acabando poco después en su interior.

-Creo que la próxima vez deberé castigarte más fuerte. Así te quedará el culo más rojo y sentiré que te tengo sometida a mi voluntad.-

-Mientras esté encadenada y no pueda defenderme puedes hacerme lo que quieras. Como ya te he dicho soy tu prisionera y no tengo chances de apelar el castigo que decidas aplicarme ni evitar que me violes.-

La siguiente vez que se encontraron en el ático Tomás tenía alguna sorpresa para Fátima. Efectivamente luego que ella se desnudara y cerrara las esposas en sus muñecas quedando a disposición de Tomás, éste sacó de su bolsillo dos broches de madera y los acomodó en los pezones de Fátima, que no esperaba semejante aditamento. La molestia que le causaron los broches no fue muy importante y aguardaba qué más había pensado para ella. Una cinta negra cubrió sus ojos, quedando entonces sumida en la oscuridad.

-Ahora te azotaré en el culo y la espalda con este látigo que traje y que no puedes ver. Quiero escuchar tus quejidos cuando recibas cada azote.-

A Fátima se le comenzó a humedecer la concha de ansiedad y excitación. El primer azote tomó de lleno su culo y aunque hubiera querido evitarlo para demostrar su fortaleza, no pudo contener un grito entre sorpresa y dolor. Siguieron ocho latigazos más en el culo y seis en la espalda. Acto seguido Tomás le introdujo un dedo en la vagina para comprobar que efectivamente estaba muy húmeda.

De inmediato se sacó los pantalones y la penetró mientras con sus manos amasaba las tetas con los broches en las puntas. Evidentemente Fátima estaba muy caliente porque apenas sintió el pene en su interior no pudo contener el orgasmo. Tomás demoró algo más en acabar. Finalmente le quitó los broches, la cinta de los ojos y le soltó las muñecas. De inmediato la joven se pasó las manos por el culo, comprobando que tenía hinchadas las marcas donde había golpeado el látigo.

-Me has castigado duramente el culo. Mira cómo me ha quedado.-

-Es lo menos que debo hacerle a una prisionera como tú. Tengo muchas más ideas y veo que te calienta notablemente. Tenías la concha muy mojada.-

-Realmente sí. Me gusta este juego y como te he dicho otras veces cuando estoy encadenada no puedo oponerme a lo que quieras hacerme y además me caliento.-

Unos días después y con acuerdo de ambos, Fátima preparó en su ático algo similar a un caballete. Mientras lo preparaba se imaginaba ella misma atada al mismo, siendo azotada por Tomás. Notó que otra vez se le humedecía la bombacha y en un descanso de su tarea comenzó a jugar con su clítoris. La introducción de su dedo pulgar completó la tarea y le sobrevino un orgasmo. Ya estaba más tranquila y podía continuar armando el caballete.

La vez siguiente que se encontraron, Tomás portaba una pequeña valija negra. Se dirigieron al ático y le ordenó que se desnudara. Luego le vendó los ojos y la amordazó. Fátima ya presupuso que estaba preparando algo grande. Nunca la había amordazado. La inclinó sobre el caballete y le ató firmemente las muñecas, los tobillos y la cintura. Estaba inmovilizada y con la cabeza colgando. Tanto su culo como su concha estaban muy expuestos y ya comenzaba a humedecerse.

Sintió los dedos de Tomás recorriendo la parte superior de sus muslos, la raya del culo y su concha. Quería gemir de placer pero la bola en su boca se lo impedía. Tomás le separó las nalgas apareciendo el esfínter que se contrajo al tocarlo con un dedo. Le pasó algo de vaselina, clara indicación de lo que sobrevendría aunque Fátima no lo imaginaba aun. Momentos después la punta del pene de joven empujaba por entrar en el culo de su "prisionera".

Tomás sacó el pene y lo limpió con la bombacha de Fátima. De su valijita negra sacó un frasco con un preparado que era una dispersión de 2-4 dinitro fenoxi pentil alil di metil amonio al 1 % en glicerina. Este compuesto es un fuerte irritante de la mucosa. Cuidadosamente con un gotero comenzó a humedecer con el producto el esfínter y luego el interior del recto de Fátima. En un primer momento ésta creyó que era vaselina y que sería penetrada por el culo pero unos instantes después comenzó a sentir una intensa picazón en la zona que aumentaba momento a momento.

A través de la bola de goma que ocupaba su boca quería gritar en un esfuerzo para que la liberara de semejante sufrimiento pero no podía articular palabra. Tampoco podía ver si Tomás estaba preparando alguna otra cosa, que la aliviara o la hiciera sufrir más.

De pronto sintió las manos que acariciaban sus tetas, que estaban colgando a cada lado del travesaño del caballete. Insistía en pasarle suavemente los dedos por los pezones, que por momentos se ponían duros, compensando y haciendo olvidar parcialmente lo que estaba soportando su culo.

Tomás había sido muy cuidadoso en pasar el producto sólo por el esfínter sin que se deslizada hacia la concha. Ahora, mientras masajeaba los pezones, acercó la punta la punta de su pene a clítoris de Fátima. Poco después se introducía en la vagina. Nuevamente el placer de ser penetrada compensaba el ardor en el culo. Por momentos primaba uno y por momentos el otro. Luego de un rato de movimiento sintió la invasión de la leche de Tomás conjuntamente con su propio orgasmo.

Debió permanecer en la posición en que estaba todavía un rato mientras lentamente, se le pasaba el ardor del culo. Todo había sido una experiencia que la había sorprendido. Sintió que Tomás le aflojaba las ligaduras, le retiró la mordaza y la venda en los ojos. Habían ido un paso mas allá de todo lo conocido por ambos hasta el momento, pero sin saberlo, aun recorrerían un trecho mucho mayor que lo hecho hasta el presente.

Continuaron con las cogidas y de vez en cuando algún azote en el culo o una pinza en las tetas, pero no avanzaron de allí hasta después de unas tres semanas de lo que acabo de relatar.

Antes de nuevos acontecimientos Fátima se reunió con el grupo de amigas al que había confesado la antigua timidez de Tomás.

-Fátima, cuéntanos que haces con Tomás. Además de coger, ¿qué te hace?-

Fátima detalló el "juego" al que se dedicaba con Tomás. Las demás chicas comenzaron a revolverse en sus sillas hasta que una de ellas se levantó y se fue al baño. Un dedo bien introducido calmaría su ansiedad. Poco a poco pasaron todas por el baño excepto Fátima que había tenido una buena sesión de sexo la noche anterior.

-Les diré que Tomás, aunque no lo parecía, debe ser un miembro activo de La Sociedad Imperial de Sadistas. Muy a menudo tiene ideas de cosas nuevas para hacerme. Estoy muy contenta.- Comentó entusiasmada Fátima.

Unos días después quedaron en encontrarse nuevamente con Tomás en el ático. En esta oportunidad él llegó con la valijita negra. Al verla Fátima le rogó que no le colocara el líquido irritante en sus partes íntimas.

-No, no lo he traído siquiera. Tengo otras ideas para hoy. Pero no debo darte explicaciones. Eres mi prisionera y como tal debes soportar las penitencias que te impondré. ¡Desnúdate!-

Fátima se quitó toda la ropa. Su corazón latía con fuerza ya que si bien a ella le gustaba el juego no dejaba de estar algo nerviosa. Tomás la acercó de espalda a una columna y le ató las manos por detrás de la misma. Luego le ató los tobillos separados ochenta centímetros entre sí. Otra cuerda rodeando fuertemente su cintura terminaba en un nudo detrás del poste. Finalmente otra cuerda que comenzaba y finalizaba detrás del poste pasaba en forma de X entre los hombros y las tetas de Fátima. Sólo su cabeza quedaba con libertad de movimiento.

Terminadas las ataduras, Tomás admiró su obra. Se acercó y mientras la besaba, acariciaba su concha que estaba abierta y predispuesta a ser penetrada. Las caricias y los besos continuaron un largo rato. Fátima se estaba calentando y quería abrazar a Tomás, pero las cuerdas se lo impedían.

Primero unos azotes en el vientre y en las tetas la calentaron tanto que deseaba vehementemente ser penetrada. Sin apuro alguno y mientras le acariciaba los pezones, la penetró lentamente. Fátima estallaba de satisfacción a pesar de los azotes. Se movía frenéticamente, todo lo que le permitían las ligaduras, para recibir más profundamente la pija de Tomás en su interior. Poco después nuevamente una corrida convulsionaba su cuerpo.

Tomás quería festejar con Fátima el cuarto mes desde que la había penetrado por primera vez. Se había informado de la existencia de un lugar que alquilaban celdas con todo tipo de instrumentos para el castigo de mujeres. No había concurrido con anterioridad pero conocía el funcionamiento del mismo. Le indicó que se vistiera con ropa de calle que le tenía reservada una sorpresa.

Se dirigieron a la calle Rivera 550, sede de la Casa de los Sueños, eufemismo del lugar que debería llamarse más apropiadamente Casa de las Torturas. Entraron y se dirigieron a la recepción.

-Quiero rentar una sala por tres horas.- Informó Tomás.

-Sí señor, ¿Qué nivel quiere? ¿1, 2 o 3? El 3 es el de sueños más rigurosos.

-Sí, el tres. Además un camarógrafo. Quiero filmar todo en video.-

-Bien. Sala 17. Aquí tiene la capucha. Por favor colóquesela. Allí tiene el vestuario.-

Tomás le colocó una capucha negra en la cabeza con lo cual Fátima perdió la visión. Tomándola del brazo se dirigieron al vestuario. La hizo desnudar completamente y le colocó unas esposas en sus muñecas. Esperaron unos minutos hasta que apareció un joven con una filmadora. Mientras tanto Fátima, que desconocía el lugar y los planes de Tomás, estaba un tanto ansiosa por lo que ocurriría. Por otra parte la presencia de otro varón en el lugar le disgustaba ya que estaba completamente desnuda y esposada.

-Vamos para la sala.-dijo el camarógrafo.-

Se encaminaron por un largo pasillo. Fátima continuaba con la capucha, esposada y conducida del brazo por Tomás. Luis, el camarógrafo, comenzó a filmar el tránsito por el pasillo hasta la sala 17. Mientras andaban por el pasillo se oían gritos, gemidos y el chasquido de látigos. Fátima tuvo miedo.

Finalmente entraron en el recinto. Tomás condujo a Fátima entre dos postes paralelos que se levantaban en el medio de la sala. Le quitó las esposas pero no la capucha. Por medio de tobilleras y muñequeras la fijó a los dos postes, quedando en forma de X con las piernas bien separadas. Le quitó la capucha.

Fátima se encontró en un recinto que la estremeció. Se veían cadenas, látigos. Cruces, mesas de tortura, caballetes y cuanto adminículo pudiese imaginarse para el propósito para el cual había sido diseñado. Frente a ella estaba Luis filmándola.

La vista que presentaba era exquisita. Un hermoso cuerpo de mujer joven, con unas tetas turgentes y prominente pezones. Un culo muy firme. Unas piernas muy bien formadas y esa conchita algo abierta invitaba a ser penetrada. No presentaba ni una marca de castigos anteriores y eso era precisamente unas de las cosas que quería destacar Tomás. Sin marcas al comienzo, castigos y varias marcas al final para que no quedaran dudas que no hubiera sido una filmación de ficción.

Tomás se dirigió a una de las paredes dónde pendía un látigo. Lo tomó y se dirigió lentamente al lugar dónde Fátima permanecía amarrada.

-No Tomás ¡Con ese látigo no! No me castigues así.-

-Silencio o te amordazaré y te castigaré más fuerte. Prefiero que gimas del dolor y que la cámara pueda registrar tu cuerpo azotado y tus gritos. Será más excitante. Dicho esto, descargó un sonoro latigazo en su vientre. Un grito de espanto llenó el lugar mientras una gruesa marca roja aparecía sobre su delicada piel. Luis continuaba filmando.

El segundo azote vino por atrás. Impactó tomando las nalgas de lleno. Fátima se sentía desfallecer. Sabía que debía soportar tres horas de castigos. Tomás no era de las personas que cambien de parecer una vez tomada una resolución. Además todo eso sería filmado y posiblemente se lo mostrara a sus amigos.

Se sucedieron tres o cuatro azotes más, alguno muy cerca de las tetas. Finalizada esta primera azotaína Tomás palpó la conchita de Fátima. Estaba un poco húmeda y sería buen momento para penetrarla. Le indicó a Luis que cesara la filmación.

Le introdujo el pene sin dificultad y con suave movimiento ambos se fueron excitando más y más. Finalmente Tomás depositó su chorro en la vagina, mientras la joven también llegaba al orgasmo.

-Bien, ahora al caballete vibrante.-

Le soltó las manos de los postes para unirlas entre sí fuertemente. Luego le liberó los tobillos. La condujo debajo de una cuerda colgante que fijó a sus muñecas y comenzó a levantarla. Cuando sus pies estaban a unos 20 centímetros del piso, detuvo el ascenso y corrió el caballete entre sus piernas.

Este caballete tenía como travesaño una barra de acero de 12 milímetros de diámetros (media pulgada) y uno de los extremos estaba conectado a un motor vibrador. Tomás hizo descender a la joven hasta que su cuerpo se apoyaba totalmente en la concha mientras que sus pies no alcanzaban el suelo. Sus brazos extendidos hacia el techo dejaban libre acceso a distintas partes de su cuerpo. Conecto el motor.

La vibración se trasmitía a la vulva de Fátima que muy pronto comenzó a sentir el dolor de apoyar todo su cuerpo en tan sensible parte que para hacerlo más angustiante, vibraba. No pasó mucho tiempo antes que comenzara a quejarse del dolor en su entrepierna. Mientras tanto Tomás tomando una vara revestida en cuero comenzó a azotar las tetas y el vientre de Fátima. Ahora no sabía si el mayor dolor provenía de su castigada concha, de las tetas o del vientre. Su expresión y gemidos quedarían registrados en el video.

El castigo era duro y muy pronto los labios vaginales estaban hinchados y muy rojos, Parecían que iban a explotar. No menos doloroso era lo que sufrían las tetas y el vientre.

Así debió soportar casi media hora hasta que se dio por finalizada esta parte del castigo. Gruesas lágrimas corrían por las mejillas de Fátima.

-Ahora al sillón invertido. Gozarás mucho allí.- Comentó Tomás.

El sillón invertido no era ni más ni menos que un aparato en el cual la esclava, arrodillada y con su cuerpo doblado, quedaba totalmente inmovilizada y con su culo expuesto. Una vez bien amarrada, le lubricó la entrada trasera y procedió a penetrarla por el culo. No era tan frecuente esta penetración por lo que le resultó algo dolorosa. Tomás acabó, aunque con una cantidad limitada de semen, en el recto de Fátima.

Luego de la cogida y aprovechando que tenía el culo así expuesto y abierto fue en busca de su crema a base de 2-4 dinitro... para pasársela por el ano. Muy poco después Fátima gritaba con desesperación por el ardor que le provocaba el irritante. Antes que pasara el efecto de la crema aplicada la desató para llevarla a la mesa de torturas.

Ésta era una pesada mesa de madera con argollas y tornillos que permitía no solo amarrar a la esclava sino también, girando el tornillo, tirar desde sus extremidades. La ubicó boca arriba, le ató las piernas algo separadas y las muñecas por encima de su cabeza. Comenzó a girar el tornillo hasta que Fátima estaba inmovilizada y con dolores en sus extendidas articulaciones. Una correa que pasaba por la frente de la esclava impedía que ésta moviera su cabeza.

Tomás se dirigió a uno de los armarios y acercó un cajón que contenía todo tipo de broches, pinzas y otros aditamentos.

-Comenzaremos por apretar esos pezones. Van a quedar hermosos con las marcas que dejan estos broches. Tú Luis, quiero que registres todo.-

-No Tomás, no continúes torturándome. No puedo más. Ya me has hecho bastante.- imploró Fátima.

-Veo que tendré que amordazarte. Yo decido cuándo te he hecho bastante.- Respondió Tomás, mientras le introducía una bola en la boca y le sellaba los labios con una cinta. Acto seguido tomando dos pinzas con agudos dientes se los colocó en los pezones. Fátima quería gritar y moverse pero ambas cosas le eran imposibles. Otras dos pinzas se ubicaron en los lóbulos de las orejas y otras dos en las aletas de la nariz. Nuevamente abundantes lágrimas abandonaban los ojos de Fátima, mientras Luis registraba todo lo ocurrido.

-Veremos ahora cómo está la concha.- Introduciendo u n dedo profundamente en la vagina, comprobó que a pesar de los castigos, estaba muy húmeda

-Una vez que deje que eras un a puta y te enojaste, pero viendo cómo está la concha, no me cabe duda que algo de puta tienes.-

Fátima intentaba moverse con desesperación, logrando sólo aumentar el dolor en las ligaduras que la retenían. Las pinzas en los pezones le dolían cada vez más, su concha estaba congestionada por el duro castigo recibido rato antes. Se estremeció más cundo vio a Tomás acercarse con una vela encendida. Gotas de cera derretida caían sobre su pubis y se deslizaban para la concha. Todos los pelos del pubis quedaron empastados por la cera. La limpieza también sería dolorosa.

Tomás consideró que por esta vez sería suficiente. La desató y le quitó la mordaza. Fátima apenas quedó libre, se abrazó a Tomás besándolo y haciéndole prometer que otras veces la traería a la Casa de los Sueños. Estaba eufórica por las atenciones que le prodigaba su novio. Sería la envidia de sus amigas…

Tomás le colocó las esposas en las muñecas, la capucha en su cabeza y se dirigieron al vestuario dónde podría vestirse nuevamente con su ropa de calle. Fátima caminó lentamente. Los diversos y abundantes castigos recibidos le impedían un rápido movimiento. Antes de llegar al vestuario. Tomás la detuvo. Uno de los titulares de la Casa de los Sueños se cruzaba en el camino.

-Veo que esta jovencita ha sido castigada. ¿Cuál ha sido el motivo? ¿Mal comportamiento? Preguntó.

-No señor. Es una prisionera y no nos quiere dar información. Por ese motivo he tenido que torturarla. No ha hablado lo suficiente por lo que creo que tendré que volver. Quizás esta sea la única forma de tratar a las prisioneras.- Dijo Tomás

-Seguramente. He visto pasar muchas veces a la misma prisionera y ser castigada reiteradamente. Creo que es lo que se merecen. Ya sabe. La Casa de los os estará siempre abierta para prisioneras, jóvenes rebeldes, putas indomables o todas aquellas mujeres que merezcan un castigo ejemplar.-

Siguieron su camino hasta el vestuario. Tomás le quitó las esposas, la capucha, la acarició y antes de que se vistiera la penetró nuevamente. Fátima logró una de las mejores corridas de las últimas semanas. Terminaba así una nueva experiencia de esta pareja.

FIN

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