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Deportista Dominada (15)

en Dominación

Deportista Dominada (15)

Disculpen la demora en dar a luz este nuevo y último capítulo de la serie. Viajes inesperados y ocupaciones adicionales me alejaron de mi computadora.

¿Tendría manera de liberarse y volver a su vida "normal"? Analizaba las distintas posibilidades y no visualizaba cómo cambiar. Había caído en una trampa de la que no encontraba salida.

Llegaron de regreso a la casa ya entrada la noche, por lo cual todos se retiraron a dormir. Cuando se despertaron, Damián les indicó que no desayunaran ya que debían recibir el castigo que se habían ganado durante su estancia en el hotel. En un momento en que Julieta y Damián quedaron solos, la muchacha le dijo:

-Perdona por esta vez a mi hermana. Azotes en el culo y en las tetas para ella será demasiado.-

-Sabes que no acepto estas indicaciones de mis sumisas. Ahora eres tú la que recibirá veinte azotes en el culo en lugar de diez.-

-Perdóname Damián, No quise molestarte.-

-Sabes que no debes hacerme sugerencias, lo repito, por eso te aumento el castigo.-

-Lo acepto, todo lo que me indiques lo acepto.-

Poco después, con las dos mujeres desnudas, se encaminaron al garaje, suerte de mazmorra en la cual serían castigadas.

Julieta fue amarrada a la columna existente, con los brazos por detrás de la misma. Una cuerda apretaba el vientre también contra la columna mientras que otra cuerda amarraba los tobillos.

Luego condujo a Patricia debajo de la cadena pendiente del techo. Después de esposarla le levantó los brazos dejando entonces su cuerpo expuesto y mirando a su hermana.

Damián tomó un látigo y luego de hacerlo silbar en el aire lo dirigió al culo de Julieta. El impacto fue realmente fuerte y le arrancó un prolongado gemido. Los azotes continuaron hasta el número de veinte mientras Julieta gemía y se retorcía del dolor.

Pero también Patricia estaba sufriendo. Sabía que luego sería su turno y sollozaba adelantándose a lo que le ocurriría. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y caían sobre las tetas. Luego de los veinte latigazos el culo de Julieta presentaba no solamente un fuerte color rojo sino que estaba cubierto por veinte cordones que marcaban el lugar de los impactos.

-Veo que estas llorando y aun no he comenzado a castigarte. ¿Crees que te va a doler mucho?-

-Sí, veo cómo quedó el culo de mi hermana y tengo miedo.-

-Pues lamento que tengas miedo. También tu culo quedará así y las tetas mostrarán también las marcas del látigo.-

Ahora Patricia no sollozaba sino que lloraba. Las gotas que caían sobre sus tetas se deslizaban por el resto del cuerpo, mientras un ligero temblor movía su cuerpo desordenadamente.

Ahora Julieta sollozaba no solamente por el dolor de su culo sino también por su hermanita. Se sentía un poco responsable que fuera castigada. En la posición en que estaba no podía ver a Patricia aunque imaginaba que estaba esposada con los brazos en alto en medio del garaje, de manera tal que Damián podía azotarle tanto el culo como las tetas.

La vara no demoró en impactar en el redondo y blanco culo de Patricia. Lo que se escuchó fue un grito más de espanto que de dolor. Nunca hubiera pensado ser sometida a este trato. El segundo impacto, más fuerte que el primero no se hizo esperar, con el consiguiente grito de la muchacha, que comenzó a balbucear.

-Por favor Damián, no me pegues más. Me duele mucho. Hago lo que quieras pero perdóname, no me pegues.-

-Eso lo hubieras pensado antes.-

Otro azote dio directo en los cachetes de Patricia que ya mostraban dos nítidas rayas rojas. Por su parte Damián no pensaba en detenerse. Recordaba las palabras de Pilar: "Tú mandas, pero si vas a tener a putas bajo tu protección, no cedas fácilmente. Hay que tratarlas con dureza porque luego se ponen caprichosas y es más difícil dominarlas". Había que continuar con el castigo.

Se sucedieron los azotes en el culo de Patricia que se movía en un vano intento de escapar de la vara que golpeaba su culo. Las marcas rojas se iban sumando, para satisfacción de Damián mientras escuchaba imploraciones de perdón por parte de la joven.

Terminados los veinte azotes en el culo se tomó un descanso, permitiendo que Patricia se recuperara y finalizara de gemir. Le observó con detenimiento el culo. Las veinte marcas que lo cruzaban estaban muy bien marcadas con un color rojo intenso. Sin duda le habrían dolido bastante. Solamente la vez que azotó en todo su cuerpo a Julieta se había sentido tan excitado. Decidió usar la concha de la muchacha.

-Antes de azotarte con el látigo en las tetas quiero cogerte, metértela bien adentro y hacerte olvidar el dolor del culo.-

-No me harás olvidar el dolor del culo. Lo tengo ardiendo.-

-No importa. Separa las piernas y muéstrame esa concha de puta que tienes y que me ofreces.-

Patricia se sintió humillada como nunca, pero era muy poco lo que podía hacer. Vio la mirada casi amenazante de Damián y consideró que lo mejor era separar las piernas y ofrecer su chocho para ser penetrado.

Su pija estaba lo suficientemente dura como para metérsela en un solo movimiento. La acercó a la entrada de la vagina y comenzó a penetrarla. Patricia lloraba en silencio. Se sentía una cosa.

Luego de correrse, Damián se retiró limpiarse, mientras que el semen depositado en la vagina de Patricia se deslizaba por sus muslos, mientras aguardaba el regreso de Damián que continuaría el castigo.

Poco después regresó empuñando un látigo de cuero y cola corta.

-Ahora es el turno de las tetas. Quiero que te quedes quieta, sin moverte mientras te azoto. Quiero que queden bien marcadas para que recuerdes que me perteneces.-

Patricia quiso responder, rebelarse, gritar que ella no pertenecía a nadie, pero así, con los brazos en alto, desnuda y con Damián portando un látigo, consideró que era mejor callar.

El primer azote Damián quiso dirigirlo a los pezones, en medio de las tetas, pero resultó demasiado bajo y dieron en el pecho, justo debajo de las tetas. El segundo estuvo mejor dirigido y dio de lleno en las pulposas partes de la muchacha. El dolor fue intenso y un prolongado gemido partió de su garganta. Nuevamente pidió perdón, pero no fue escuchada.

Ya con el pulso más firme los restantes azotes todos impactaron en las tetas de Patricia, cuatro de ellos sobre los pezones. La muchacha lloraba desconsoladamente.

Cuando finalizó el castigo y luego de admirar su obra, Damián se retiró hasta que ambas se calmaran. Para evitar que hablaran entre ellas, las amordazó.

Una hora más tarde regresó al garaje devenido en sala de castigos. Ambas mujeres ya estaban calmadas aunque sus cuerpos lucían las marcas de la vara y el látigo. Las desató y les indicó que fueran a desayunar. Ninguna de las dos pudieron permanecer sentadas, tal era el estado de sus culos.

En la mañana siguiente Patricia fue llevada a la casa del tatuador.

-Quiero que le haga dos tatuajes, uno en el bajo vientre y otro en el culo, como hizo la vez anterior.- Comentó Damián.

-Muy buenas adquisiciones hace usted. Recuerdo la joven que me trajo la otra vez,-

-Ésta es la hermana. Ha querido que yo maneje sus asuntos, por lo cual ha decidido que debe pasar a mi propiedad.-

Mientras clavaba las agujas para hacer el tatuaje, continuaba conversando con Damián.

-Supongo que debe estar buena en la cama.-

-Sí y la hermana también. Estamos volviendo de unos días en un hotel en el cual ambas tuvieron mucha actividad.-

-Ésta parece que ha recibido un buen castigo. Tiene unas cuántas marcas en las tetas y el culo.-

-No es para menos. Imagine, ¡Estaba cansada de trabajar de puta!-

-Mire, he tatuado a muchas putas con diferentes motivos, pero todos los chulos me dicen siempre que hay que tratarlas duro, porque si no luego se ponen exigentes. Después de todo deben hacer buen dinero, que para eso las tienen.-

-Es claro, deben hacer buen dinero, pero a veces no lo entienden. La hermana de esta puta es más sumisa y acepta mis órdenes, pero ésta, a veces se pone rebelde.-

-En ese caso todos dicen que hay que castigarlas duro, que no hay otro remedio.-

Mientras tanto Patricia escuchaba la conversación y se sentía cada vez más humillada por la forma en que se referían a ella.

El trabajo era largo, por lo cual Damián se retiró, quedando en pasar a buscarla más tarde. La tarea fue ardua pero unas horas después ya quedaban los tatuajes definitivos tanto en el bajo vientre como en el culo.

Ahora ambas hermanas andaban todo el día desnudas por la casa, aguardando la llegada de Damián, para satisfacerlo en lo que él quisiera. Por la noche ambas dormían en la misma cama que Damián que podía acceder al cuerpo de cualquiera de ellas de manera inmediata.

Pasaron dos semanas desde el regreso del hotel. Patricia ya se había resignado a ser una esclava de Damián y comenzaba a sentirse cómoda con la posición. Julieta ya estaba completamente dominada y obedecía las órdenes de su dueño, cualquiera que fuera ésta.

Una noche, en que estaban cenando los tres, Damián comunicó una novedad.

-Julieta, ¿Recuerdas a mi amigo Ángel, que invitamos una noche a cenar?-

-¡Cómo me voy a olvidar! Creo que fue la peor noche que pasé aquí.-

Patricia, intrigada preguntó qué había pasado esa noche. Su hermana se lo explicó con detalles. Luego preguntó:

-¿Y que pasa con Ángel?-

-Que vendrá la semana que viene.-

-Supongo que quieres que sirvamos la cena entando ambas desnudas.-

-En realidad le he invitado a pasar una semana en casa y tú Patricia serás su asistente.-

-¿Qué clase de asistente?-

-Pues lo atenderás en todo lo que necesite, le prepararás la comida y si él quiere, estarás a disposición día y noche, seguramente podrás dormir en su habitación, para no molestarse cuando quiera cogerte.-

-¿Quiere decir que seré su puta mientras permanezca aquí?-

-No exactamente su puta, ya que no recibirás paga alguna. Si cumples bien tu función y Ángel se retira satisfecho, no recibirás castigo alguno, si no… ya sabes.-

-Pero… pero… ¿es que no tienes límites?-

-Límites no, tengo amigos a los cuales quiero tratar bien. Tú lo atenderás en todo y yo me arreglaré solamente con tu hermana.-

-¡Otra vez emputeciéndome! ¡Otra vez teniendo que coger con el primero que pasa por aquí!-

-No es el primero que pasa por aquí. ¡Es mi amigo Ángel! Hace mucho que no viene a la Argentina y quiero que se sienta cómodo.-

-¿Ni siquiera me permitirás que use ropa interior, que me cubra la concha y las tetas?-

-Estás mucho más apetitosa desnuda. ¿Por qué ocultar la concha?-

-No tienes límites. Eres un hi.- No pudo terminar. Una fuerte bofetada sonó en todo el recinto.

-Te he dicho que debes cuidar cómo hablas.-

-Perdón Damián. No sabía lo que decía. Estaré sometida a la voluntad del señor Ángel.-

-Veo que entiendes. Soy tu dueño y hago contigo lo que quiera. Te pondrás de rodillas chupándome la pija hasta que me corra en tu boca y ¡sin parar!-

Patricia de inmediato se arrodilló, desabrochó el pantalón y se puso la pija en la boca, lamiendo y succionando como ella sabía hacer.

La semana siguiente ambas mujeres estaban preparadas para recibir a Ángel. Vestían solamente un pequeño delantal que cubría desde unos diez centímetros por encima de la concha hasta solamente cinco por debajo de la misma y con un ancho de no más de veinte centímetros. Es decir estaban casi desnudas.

Cuando sonó el llamador ambas mujeres fueron a abrir la puerta. Por supuesto grande fue la sorpresa del visitante. Julieta, que ya lo conocía, lo saludó con cierta familiaridad. Casi de inmediato llegó Damián.

-¿Cómo estás Ángel?-

-Pues muy bien, Veo que ahora tienes dos asistentes y ambas están muy buenas.-

-A ver Patricia, toma las valijas del señor Ángel y acomoda la ropa en la habitación.-

-Sí señor Damián. Con permiso.-

-Damián, eres un genio. ¿Cómo lograste esto?-

-Persuasión, nada más que persuasión. Mira, Patricia será la que te atienda todos los días que estés aquí y cuando digo que te atienda, es todo lo que necesites. He pensado que duerma en tu habitación así la tienes más a mano cuando quieras cogerla.-

-¿Pero es que me la cedes por la semana?-

-Sí, yo tendré a Julieta. Tú puedes hacer lo que quieras con Patricia y si no te obedece o no te deja satisfecho, en el garaje puedes castigarla. Hay látigos varas, cuerdas, lo que necesites.-

-Pues esto es mucho más de lo que esperaba.-

-Las dos hermanas son una par de putas. Aprovechemos a usarlas. Tú no te prives de nada. Patricia está acostumbrada a recibirla por cualquiera de sus agujeros.-

-¿Incluso por el culo?-

-¡Claro! Por el culo también.-

-Mira, estoy un poco cansado del viaje. Me doy un baño y me acuesto un rato.-

-¿Quieres que Patricia duerma al lado tuyo o prefieres estar solo?-

-Hombre, no está mal tener a esa niña desnuda junto a mí.-

Luego del baño reparador, Ángel se disponía a acostarse. Patricia permanecía desnuda junto a la cama.-

-Usted me dirá qué debo hacer. Damián le habrá dicho que mi cuerpo está a su disposición.-

-Ven, acuéstate conmigo, que quiero acariciar esas tetas y ese culito.-

Patricia se acomodó e la cama acercándose a Ángel dejando su cuerpo a su disposición. El hombre comenzó a acariciarle las tetas para luego bajar y pasarle los dedos por los labios de la concha. Patricia, pese a no quería, no pudo menos que calentarse y su concha se humedeció. Luego los dedos de Ángel se dirigieron al ano, que estaba relajado y no le resultó difícil introducir la primera falange del dedo índice.

Patricia se estremeció de esta pequeña penetración y relajó aun más el culo. Ángel no demoró más y acomodando a Patricia en cuatro se dispuso a sodomizarla. La muchacha, ya acostumbrada a ser usada de todas las maneras posibles relajó aun más el agujero del culo para facilitar la entrada de la pija.

Si bien el tamaño del miembro no era exageradamente grande, sí tenía buen diámetro y la penetración no fue sencilla. Sin lubricante que la facilitara, la introducción resultó algo dolorosa para la joven, pero como buena sumisa que había aprendido a ser, soportó el dolor en silencio.

Sodomizar a una mujer en lugar de cogerla por la concha había sido una fantasía de Ángel que solamente una vez había podido cumplir. Había sido con una ex novia y debido al dolor que le había producido, nunca pudo repetir la experiencia con aquella muchacha. Otras veces se habían negado, pero ahora la estaba metiendo y sacando del agujero con facilidad. Poco después un buen chorro de semen se depositaba en el recto de Patricia.

Ambos se higienizaron y regresaron a la cama.

-Ahora quiero dormir un rato, pero quiero que permanezcas a mi lado.-

-Sí señor Ángel, como usted disponga. ¿Quiere que se la chupe antes de dormir?-

-Por ahora no, prefiero descansar. Luego volveré a gozar de tu cuerpo.

Quedó dormido y una hora más tarde despertó. Patricia permanecía a su lado.

-¿Sabes? Quiero que me chupes hasta que se ponga bien dura para luego metértela en la concha. Eres muy joven y supongo que tendrás una canal estrecho.-

-Para su pija cualquier canal es estrecho. La tiene gruesa.-

-¿Te dolió mucho cuando te la metí en el culo?-

-Sí, me dolió, pero si quiere metérmela nuevamente, estoy dispuesta a ello.-

-No, ahora por la concha luego de la mamada.-

De inmediato Patricia se introdujo la pija en la boca y mientras la acariciaba con la lengua, sus dedos agarraban el tronco y las bolas. Ángel no demoró en tener una fuerte erección. La joven, interpretando al hombre, se puso de espaldas y separando las piernas, ofreció su capullo para ser penetrado. Nuevamente se lo veía brillante, húmedo, producto de la calentura a la que nuevamente había llegado.

Ángel la penetró y continuó cogiéndola lentamente, sin prisas, disfrutando de cada vez que la mandaba hasta el fondo. Contrariamente a lo que había supuesto, Patricia también estaba gozando de la cogida como no lo había hasta que ingresó en la casa de Damián. Incluso se corrió con un estremecimiento antes que lo hiciera Ángel.

Poco después también el hombre se corría dejando su leche en la vagina.

-Tienes una conchita estrecha, deliciosa. Creo que estos días que esté aquí en Buenos Aires, la voy a usar asiduamente.-

-Señor, para eso estoy yo aquí, para que me use todas las veces que lo desee.-

Pasaron cuatro días sin novedades importantes. En la cena invariablemente estaban los cuatro, aunque tanto Julieta como Patricia eran las encargadas de preparar y servir la mesa que ellas también compartían. Al finalizar la comida, Ángel le dijo a Damián que quería hablar con él. Se retiraron al estudio y cerraron la puerta.

-Bien Ángel, tú dirás.-

-Mira, Patricia es un ser realmente de valor. Tú me has abierto la casa y me has cedido a esa muchacha por el tiempo que estoy aquí y no quiero abusar, pero me gustaría llevármela a Ciudad del Cabo. Puede ser una muy buena fuente de ingresos.-

-¿Quieres llevártela para que trabaje de puta?-

-Sí, creo que sería una puta formidable y que se podría cobrar muy bien por cada turno. Podríamos ser socios en el negocio.-

-¿Cómo lo propones?-

-Mi primera idea es que tú pones la puta y yo me ocupo de hacerla trabajar y compartimos las ganancias. También puedo pagar un alquiler fijo por ella.-

-No es una mala idea esa de asociarnos para que trabajen en Ciudad del Cabo. Quizás también Julieta puede ser parte del negocio.-

-No me atrevía a decirte también de Julieta, pero serían un par de putas que conseguirían clientes con facilidad.-

-Me parece un buen negocio. Para evitar problemas hablaremos con ellas para que lo consientan. Seguro que lo harán, porque si no saben que les espera un fuerte castigo, pero siempre es mejor hacer las cosas con el acuerdo de las putas.-

De inmediato Damián llamó ambas al estudio.

-Quiero que escuchen con atención lo que les voy a decir. Ángel me ha comentado la necesidad de mujeres que hay en Ciudad del Cabo y he pensado que Julieta lo acompañe de regreso para prostituirse definitivamente allí.-

Julieta respondió de inmediato.

-Damián, sabes que si tú decides que viaje a Ciudad del Cabo y me prostituya allí, lo haré de inmediato. Ya lo dice este tatuaje. Te pertenezco y puedes hacer conmigo lo que desees. Me atrevo a pedirte una sola cosa y perdona mi impertinencia. Que me acompañe mi hermana Patricia y ambas nos prostituyamos.-

-¿Qué dices tú Patricia?, preguntó Damián, sabiendo de antemano la respuesta.

-Yo también tengo tatuado que te pertenezco y si decides que debo acompañar a Julieta lo haré y trabajaré de puta. ¿El señor Ángel será el chulo que nos maneje?-

-Sí el manejará los asuntos allá. Seremos socios por lo que espero hagan buen dinero para que ambos podamos desfrutar del trabajo de ustedes.-

Ambas respondieron casi al unísono:

-Pondremos el mayor esfuerzo para ganar mucho dinero.-

Julieta por su parte expresó:

-Voy a extrañar tu pija metiéndoseme en mis agujeros, el sabor de tu semen, pero sabiendo que tú me has mandado a emputecerme en un país lejano, me sentiré orgullosa de pertenecerte y llevar este tatuaje.-

Así finalizaba la aceptación por parte de ambas de convertirse definitivamente en putas. Luego que ambas se retiraron, ambos hombres se felicitaron mutuamente.

Pocos días más tarde Ángel, Julieta y Patricia partían rumbo a Ciudad del Cabo.

Damián comenzó a extrañar a Julieta. Se había habituado a disponer de ella. Decidió buscar una reemplazante…

FIN

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Captura y Venta de Esclavas (1: La Captura)

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