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Romy y la Sumisión (2)

en Sadomaso

Romy y la Sumisión (2)

 

Autor: Ricardo Erecto

 

Así finalizaba el capítulo anterior:

Rogelio era envidiado por la posesión de semejante ejemplar. De buena figura, ágil, joven pero por sobre todas las cosas obediente, aun cuando era castigada severamente. Especialmente cuando debía llevar a Rogelio, estaba más erguida que nunca, mostrando sus tetas turgentes y su culo firme, siempre con una cola postiza de crines de caballo, que salía de su ano, ya muy acostumbrado a tener insertado ese adminículo.

Cuatro meses más tarde uno de los entrenadores de las potrancas se dirigió a Rogelio, comentándole.

-Señor,la potranca Romyse está rebelando. Ayer la quise coger por el culo y se negó terminantemente, Debieron ayudarme a sostenerla para que finalmente se la pudiera clavar, pero fue muy laborioso violarla.-

-Eso es completamente inaceptable. Ella sabe muy bien que no debe negarse al pedido de cualquiera de los cuidadores. Llévenla a la “sala”, le atan las muñecas para suspenderla del techo y le ponen tobilleras unidas con un  mosquetón. Por supuesto totalmente desnuda.-

-Bien, lo haremos enseguida.-

A pesar de cierta resistencia de Romy, fue conducida a la sala y suspendida de sus muñecas del techo como Rogelio había indicado. Así permaneció veinte minutos hasta que llegó Rogelio. Sin mediar palabra, tomó un látigo con una cola de casi dos metros y se dirigió hacia Romy. Ésta al verlo, intuyó lo que le esperaba.

El primer azote fue directamente al culo que incluyó una parte del vientre, al envolver el látigo el cuerpo dela muchacha. Fueaplicado sin duda con fuerza, ya que no pudo contener el grito, más parecido a un aullido de un animal. Sin inmutarse Rogelio levantó el látigo nuevamente y ahora el destino era la espalda de Romy, que alcanzó parte de las tetas. El siguiente fue otra vez al culo pero ahora más cerca de manera que la cola del látigo rodeó completamente el cuerpo, marcando también el pubis.

Otro azote en la espalda que alcanzó ambas tetas. Romy gemía y lloraba del dolor. Por supuesto no era la primera vez que era castigada pero nunca lo había sido de esa manera.

-¿Sabes por qué te castigo?-

-No señor Rogelio. Nunca me castigó de esa manera.-

-Tampoco nunca has tenido la impertinencia de negarte a ofrecer tu culo a uno de los entrenadores. Han tenido que sostenerte entre tres para poder violarte el culo y eso es completamente inaceptable.-

-Usted sabe que no me gusta que me la metan por el culo.-

-Y tú sabes que no me importa lo que te gusta o te deje de gustar. Eso no cuenta.-

Levantó el látigo y un nuevo azote impactó en los muslos de Romy. Un nuevo gemido partió de su garganta.

-¿Vas a negarte a prestar tu cuerpo a quién lo solicite?-

-Nooo. Ofreceré mi cuerpo sin resistencia.-

Un nuevo azote, ahora directamente en las tetas.

-¿Ofrecerás tu culo para que te penetren?-

-Si, ofreceré mi culo.-

-Cada pregunta de Rogelio iba acompañada de un azote en alguna parte del cuerpo de Romy que se movía en vano para evitar el castigo.

-¿Tu concha estará dispuesta ser usada en todo momento?-

-Sí, ofreceré mi concha a quién lo solicite.-

-¿Tu boca estará dispuesta a realizar una buena mamada?-

-Ofreceré mi boca cundo quieran que la mame.-

-¿Estará tu cuerpo de potranca puta para que lo usen todos los cuidadores de este establecimiento?-

-Mi cuerpo estará a disposición de ellos.-

-¿No sabes repetir lo que te digo? ¿Qué harás con ese cuerpo de potranca puta?-

-Este cuerpo de potranca puta lo ofreceré a quién quiera usarlo.-

Los azotes se sucedían sin detenerse. El cuerpo de Romy, desde arriba de las tetas hasta las rodillas se iba cubriendo de marcas. Rogelio repetía una y otra vez las preguntas, siempre acompañado de un azote, y Romy respondía que siempre ofrecería lo que le pidieran. Luego Rogelio comenzó a hablarle mientras la castigaba.

-Cuando te trajeron aquí era porque te negabas a coger, pero en especial por el culo. Creí que habías aprendido a obedecer, pero parece que no entiendes que eres solamente una potranca, una esclava, una puta, que vales solamente como carne para ser cogida y realizar tareas de potranca. ¿Lo entiendes?-

-Sí, no me castigue más. Haré lo que me digan.-

-Eso mismo dijiste hace unos meses y te creí. Ahora deberás repetirlo muchas veces mientras voy dejándote algunas marcas sobre tu piel.-

-Señor, me dejaré coger por el culo, la concha, me dejaré hacer lo que quieran pero no soporto más los azotes.-

-Esas tetas todavía pueden recibir algo más, así por ejemplo.-

-Ayyyyyy. ¡Me va a matar!-

Fue un azote muy fuerte que Rogelio dirigió certeramente a las tetas de la muchacha

-¿Qué vas a hacer cuando quieran usarte?-

-Me pondré a disposición. Lo juro, no me negaré a nada.-

-¿Estás segura que podrán usarte el culo y la concha?-

-Siiii. Estoy segura, lo prometo, lo juro.-

Rogelio Detuvo el castigo. Quitó el mosquetón de las tobilleras y cuando Romy pudo calmarse, le separó las piernas y con una fusta comenzó a castigarla directamente sobre la concha.

-¡En la concha noooo! ¡Por favor en la concha no!-

-¿Qué harás con ese cuerpo de potranca puta?-

-Ofreceré mi concha, mi culo, mi boca, lo que quieran usar. No me resistiré a nada.-

Mientras tanto los sucesivos azotes en tan sensible parte, estaban dejándola hinchada y roja al mismo tiempo. Romy gemía y lloraba sin consuelo y se juró a sí misma que nunca más se opondría a nada. Este castigo estaba siendo insoportable. Todavía recibió algunos azotes más en su concha hasta que Rogelio dio por finalizado el castigo de ese día. Luego de unos minutos le desató las muñecas y la condujo al establo. Allí le colocó un collar con una cadena fija a la pared.

Romy se tendió en el suelo. En cualquier lugar que posara su mano, podía notar el cordón hinchado que había dejado el látigo. Los labios de la concha estaban calientes y rojos y aun sin tocarlos, le dolían. No encontraba posición que le permitiera descansar. Nunca habían sido tan crueles con ella. Era una lección para aprender.

A pesar que se despertó varias veces en la noche, debido a los dolores en todo su cuerpo, puedo descansar ya que en la mañana siguiente no le exigieron trabajo alguno. Solamente por la tarde debió levantarse y hacer algunos ejercicios de rutina. Al caer la tarde, Rogelio se apersonó en el establo.

-¿Te estás reponiendo del castigo de ayer?-

-Sí señor. He podido descansar.-

-¿Has aprendido la lección o debo castigarte más para que la recuerdes?-

-No señor, no me castigue más. He aprendido la lección.-

-¿Y qué has aprendido?-

-Que debo ofrecer mi cuerpo cuando lo piden y que pueden hacerme lo que quieran.-

-¿Incluso cogerte por el culo?-

-Sí señor, incluso cogerme por el culo. No debo ofrecer resistencia de ningún tipo.-

-Espero que lo recuerdes. No quisiera tener que castigarte de la manera que lo hice ayer. Eres una buena potranca, has aprendido bien y tienes buena presencia para arrastrar vehículos. Piernas fuertes y rápidas. Espero que obedezcas todas las órdenes.-

-Sí señor, obedeceré.-

Rogelio se retiró del establo y envió al médico para que revisara a Romy. Quería estar seguro que se repusiera rápido. Era la mejor pony que había tenido hasta el momento. Después de tres días comenzó a usar a Romy de pony nuevamente.

A partir de ese momento la indumentaria de Romy había cambiado ligeramente. Llevaba un calzado cuya forma exterior era de la los cascos de equinos. No usa más ningún tipo de corsé y su cuerpo estaba totalmente desnudo. Tenía dos pequeñas campanitas adosadas a los pezones que al trotar emitían un sonido que indicaba su presencia. Dado que no tenía el corsé que levantara y fijaras sus pechos, éstos se movían de arriba abajo, acompasados con el trotar.

Sus muñecas, rodeadas por muñequeras se fijaban a las varas del carruaje que debía arrastrar, dejando entonces libre tanto su espalda como su culo para recibir, a través del látigo, las indicaciones del conductor.

Romy se iba acostumbrando a la situación aunque no le resultaba agradable. Además de su condición de potranca, debía prestarse a satisfacer a cuanto varón se lo propusiera, incluso por el culo, situación que rechazaba en silencio por temor a los castigos.

Así transcurrieron alrededor de tres meses. En una de las salidas, Rogelio le indicó que se detuviera en una cafetería. Quería beber un  refresco. Grande fue su sorpresa cuando encontró a Manuel, quién le había vendido a Romy.

-No esperaba encontrarlo por aquí señor Manuel.-

-Vengo muy esporádicamente y es un placer encontrarme con usted. ¿Qué ha hecho con Romy?-

-La tengo de potranca. Justamente ella me ha traído y está esperando afuera.-

-Quisiera verla. ¿Me lo permite?-

-¡Por supuesto! Puede verla y tocarla. Ahora se deja por el culo sin chistar. ¿Quiere probarla?-

-Es una buena idea. ¡Tanto que se negó a que se la metiera por el culo!-

-Pues ahora no se niega a nada.-

Se dirigieron hacia el carruaje, Rogelio le liberó las manos y ante un requerimiento de Manuel, se inclinó hacia delante y se separó los cachetes. Sin demora fue penetrada y la leche llenó el recto de la muchacha.

-Parece otra. Se deja coger por el culo aquí, en la calle, sin protestar ni con remilgos.-

-No se lo permitiría. Ya ha recibido buenos castigos por rebelarse.-

Rogelio volvió a fijar las muñecas de Romy al carruaje y partieron a otro destino.

Así pasaron casi seis meses. Romy era humillada y casi a diario era cogida por alguno de los guardias del establo. La mayoría de las veces por la concha pero en ocasiones por el culo. Raramente debía realizar mamadas que incluía saborear el semen de quién descargaba allí su leche. Nadie pudo quejarse de su comportamiento. El recuerdo de la última vez que había sido castigada duramente le había enseñadola lección. Ahorasi bien era azotada periódicamente no tenía comparación con aquel mayúsculo recibido cuando se negó a que se la cogieran por el culo.

Su cuerpo, debido a la gimnasia obligatoria de arrastrar vehículos, mantenía excelentes formas, un culo respingado, unas piernas firmes y unas tetas turgentes. Algunas marcas de látigo siempre adornaban esas partes.

Su concha, siempre depilada gracias al tratamiento con láser, muy esporádicamente era azotada y solamente Rogelio era el que podía hacerlo, ninguno más.

Debido a la constante afluencia de mujeres para ser entrenadas por Rogelio, éste podía elegir entre todas cuál era la que más le gustaba para hacerla suya. Sin embargo por casi seis meses después del encuentro con Manuel, ninguna lo satisfacía como Romy, pero… pero un día llegó una que verdaderamente lo impactó. Fue entonces cuando decidió vender a Romy.

Buscó entre los compradores habituales y comenzó a ofrecerla. Uno de ellos, conocido mercader de esclavas, putas, ponies y mujeres en general se mostró interesado. Acordó que lo visitaría al día siguiente.

Para que su cliente quedara impresionado de la sumisión de Romy, en la mañana temprano la llevó a una de las salas de castigo y le propinó no menos de cincuenta azotes, especialmente en su parte delantera, tetas, vientre, pubis y muslos. También algunos en la espalda y el culo.

Cuando llegó el comprador, llamó a Romy que debió presentarse desnuda y esposada.

-Ésta es la pony que quiero vender. Es muy sumisa y como verás la he azotado esta mañana y así quedan las marcas sobre su piel. Acepta ser castigada, cogida de la manera que quieras y la he usado como potranca.-

-La he visto por las calles arrastrando un carro. Tiene linda figura y es un ejemplar que me interesa, pero no creo que sea usada como pony sino posiblemente como esclava.-

-Simplemente por curiosidad, ¿Qué piensas hacer con ella?-

-Venderla como esclava en África. Son muy apreciadas las mujeres de piel tan blanca y suave comola de Romy.-

En ese momento la joven se estremeció. Sabía que en algún momento podía ser vendida, pero no imaginó ser exportada como esclava a África. ¿Qué le esperaba? Había sufrido todo tipo de humillaciones y castigos pero la idea de ser llevada lejos de su hábitat le hizo apretar y fruncir el culo por la angustia.

-¿Y cuánto quieres por ella?-

-Creo que cincuenta mil sería un precio razonable.-

-No puedo darte más de treinta.-

-¿Treinta? ¿Entrenada como está? Vale cincuenta como mínimo. Mira que cuerpo, ¡qué tetas, qué culo! y cogiendo no te imaginas. Cincuenta o nada.-

-Sabes que nunca lo que se pide se paga. Siempre hay que negociar. Cuarenta y cinco.-

-Está bien, cuarenta y cinco mil y es tuya.-

-Trato hecho.-

Romy asistió a la negociación de su venta como lo había sido cuandola compró Rogelio.Sucuerpo, sus tetas, su culo y su manera de coger valían cuarenta y cinco mil. Era un objeto que se negociaba simplemente como una mercadería.

Acordada la venta, Romy se vistió con ropa de calle. Ya había olvidado usar esas prendas, hasta le molestaban las bragas. Afortunadamente no debió ponerse corpiño. El comprador ni siquiera la esposó cuando le indicó que subiera a la camioneta para llevarla.

Rogelio regresó a su despacho y meditó cómo entrenaría a la nueva esclava que pensaba disponer.

El mercader mantenía a Romy junto con otras esclavas en su casa, preparando el envío a África, pero ocurrió algo inesperado, sorprendente e insólito. Algo que nunca le había ocurrido.

Una mañana fue a revisar el conjunto de mujeres para el envío y ¡Romy no estaba! ¡Se había escapado! Había perdido cuarenta y cinco mil por no encadenarla como muchas veces había hecho. Pensó en comunicarse con otros mercaderes para averiguar algo. Ninguno sabía nada.

No era posible que Romy se hubiera escapado sin ayuda. Estaba casi desnuda, sin ningún documento, sin dinero, sin nada. Tenía que haber un cómplice.

Pasó algún tiempo de infructuosa búsqueda. Romy había desaparecido. No se tenía ninguna noticia ni nadie había observado nada.

Un tiempo después apareció en Buenos Aires, Argentina, lejos del lugar de origen y en total anonimato. Era casi imposible que tanto Manuel, su antigua pareja, Rogelio, su “entrenador” o el mercader de cuya casa se escapó, pudieran encontrarla.

FIN

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