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Nochebuena

en Hetero: General

Nochebuena.

No sé exactamente de dónde salió la tradición, pero recuerdo la costumbre de las mujeres de estrenar bragas nuevas la Nochebuena.

Hace unos meses un amigo me contó una historia relacionada con la Nochebuena de varios años atrás, que me sorprendió un poco y paso a relatarla. Lo hago en primera persona tratando de reproducir la historia que Joaquín Villalba me contó. Por supuesto siempre hay algo de mi propia cosecha para darle un poco de morbo.

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Estaba de viaje por trabajo en México, en un pueblo cerca de Ciudad del Carmen y por cuestiones ajenas a mi voluntad no pude regresar a mi casa antes de la Navidad y debí permanecer allí hasta el 3 de enero.

Sabiendo que estaba solo, la familia de un ejecutivo de la firma para la que yo trabajaba como consultor, me invitó a esperar la Navidad en su casa.

-Vente a las 9:30 por casa. Tomaremos una copa, luego cenamos y esperamos la Navidad.-

-Mira, no quiero interrumpir una reunión netamente familiar.-

-Qué va. Seremos como cincuenta o sesenta personas. La familia es muy grande.-

Acepté y como atención lo único que se me ocurrió fue comprar un lindo ramo de flores para obsequiarle a la dueña de casa. A las 9:30 en punto estaba en el domicilio.

Era una casa realmente grande, con un patio cubierto enorme en el cual ya se habían dispuesto las mesas. Hubiera podido albergar el doble de gente.

Tomamos unas copas y luego nos sentamos a la mesa. Había gran cantidad de jóvenes, tanto varones como mujeres, diría que unos veinticinco entre 18 y 28 años.

La cena transcurrió sin novedad. Me habían asignado un lugar estando a mi derecha el ejecutivo y a mi izquierda una joven que luego me enteré, tenía 23 años. Ya hacia el final de la cena (serían las 11:30) el mayor de los presentes, el “abuelo” como todos llamaban, invitó a que se realizara “la tradicional ceremonia de la Nochebuena”. Por mi parte desconocía totalmente a qué se refería.

Dirigiéndose a una de las jóvenes le dijo:

-Mariana, tú que eres la mayor de las jóvenes, comienza.-

Mariana se levantó de su silla y quitándose la falda quedó vestida con sus bragas nuevas y la camisa. Comenzó a pasearse alrededor de la mesa para que todos pudiésemos observar sus nuevas bragas.

Demás está decir que los varones no mirábamos (y me incluyo) las bragas, sino el contenido de las mismas.

Mariana era poseedora de un culo redondo y firme, no solamente por su juventud sino por trabajo en el gimnasio. La tela de la prenda era una seda muy fina y … bastante transparente, que dejaba traslucir el cuidado y recortado vello púbico.

Cuando se acercó a mi lado y considerando que era un invitado, dio una vuelta completa y se detuvo más tiempo que con los demás comensales. Me vi obligado a hacer un comentario y lo único que se me ocurrió, para no pasar por un grosero, fue: “has elegido unas bonitas bragas, te felicito”

Estallaron las risas de todos. Nadie creyó que me había fijado en las bragas sino en su contenido. El abuelo comentó:

-Hombre, si te fijas en las bragas, estás acabado. Supongo que es un cumplido. Nadie te ha creído.-

Simplemente sonreí, me paré y le estampé un beso en la mejilla a Mariana., que completó la vuelta hasta su silla, pero, para mi sorpresa, no se puso nuevamente la falda, se quedó en bragas.

Luego siguió otras de las jóvenes, la cual también se quitó la falda y subiéndose a una silla mostró sus bragas a todos los presentes y luego hizo una recorrida frente a cada uno de los comensales. Al llegar a mi lado, de manera pícara me preguntó si me gustaban sus bragas.

-¡Claro que sí! Y para que no se rían de mí te diré que el contenido también me gusta.-

Todos festejaron mi ocurrencia, y la joven continuó la ronda.

Poco después se levantó la joven que estaba a mi lado. Se quitó los pantalones, que le ajustaban mucho y nos mostró una tanga de muuuuuy reducidas dimensiones, que apenas le cubría la parte baja del pubis y la tira posterior se le metía enteramente en la raya del culo. Estaba casi en bolas. La parte expuesta de su cuerpo merecía un 10.

El abuelo, dirigiéndose a ella le dijo:

-Julieta, sí que te  has puesto algo chiquito. ¡Si te viera tu novio…!- Comentó el abuelo.

-Abuelo, sabes que no tengo novio. Ahora estoy sola.-

-Creo que no vas a demorar mucho en estar acompañada por alguno de los varones de esta mesa.-

Julieta comenzó la ronda, pero justamente en dirección contraria a la que yo me encontraba.

Cuando llegó junto a mí, me preguntó en voz baja mientras se sentaba:

-¿Te gusta mi tanga o lo que lleva adentro?-

-Por supuesto lo que llevas adentro, pero te imaginas que debo ser discreto. Estoy en esta casa como invitado y no puedo ser desconsiderado diciendo groserías.- y en voz muy baja agregue: Tienes un hermoso culo.-

-Con lo que se ha bebido hasta ahora, no estoy segura que alguien repare en lo que dices.-

-Yo no he bebido casi nada.-

-Creo que eres el único varón lúcido y que ha mantenido las formas, aun cuando Mariana estuvo a tu lado, provocándote.-

-Gracias Julieta por tus conceptos.-

Cuando finalizaba nuestra conversación ya otra de las jóvenes estaba a mi lado mostrándome su ropa interior.

Poco después escuché al abuelo que, dirigiéndose a una de las muchachas le dijo:

-Pilar, eres la última en mostrarnos tus calzones. Ya has cumplido los 15 y por lo tanto será la primera vez que podamos apreciar tu buen gusto en ropa interior. ¡Vamos!, quítate el pantalón.-

La joven se quitó el pantalón y mostró a todos sus bragas. Aunque algo ruborizada, parecía que disfrutaba de la ceremonia ya que pasaba al grupo de jóvenes “grandes” que mostraban sus atributos.

Temerosa de algún comentario mío pasó  bastante rápido a mi lado para luego ir a su silla. Todas las muchachas que habían mostrado sus prendas interiores, permanecían sin las correspondientes faldas o pantalones.

Y llegaron las 12 de la noche. Debo reconocer que estaba bastante excitado ya que a mis 38 años y sin pareja estable, la vista de esos cuerpitos jóvenes, por supuesto me habían calentado.

Luego del brindis y los saludos de Feliz Navidad, comenzó un baile. La música no era danzón ni otra típica de México sino boleros bastante lentos. Por educación y viendo que todos sacaban a bailar a todas, me acerqué a la dueña de casa para invitarla a una pieza, cosa que le sentó muy bien y lo tomó como una deferencia especial.

Al finalizar el tema Julieta, mi vecina en la mesa, se me acercó y ella me invitó a bailar. No era poca cosa y me sentía muy afortunado. Así al finalizar el primer tema, hice ademán de dejarla en libertad y me susurró al oído “no me vas a dejar con una sola pieza, quiero bailar más contigo”. Casi me desmayo de la sorpresa.

Así continuamos bailando Y mi mano derecha que había comenzado en la cintura fue bajando hasta ponerle la palma sobre el culo, cosa que no pareció disgustarle ya que sonreía con mirada pícara. Así bailamos largo rato hasta ella me dijo que quería descansar.

-¿Vives muy lejos de aquí? ¿Tienes auto o quién te lleve?-

-Vivo unos doscientos kilómetros de aquí pero siempre me quedo a dormir aquí. Me dejan una de las habitaciones de huéspedes, por lo que no tengo problema en regresar. Y tú ¿cómo regresarás?-

-No lo sé pero supongo que conseguiré algún taxi que me lleve al hotel.-

-Será muy difícil conseguir taxi esta noche ¿Por qué no te quedas aquí esta noche?-

-Mujer, sería impertinente de mi parte, encima que me invitaron esta noche a esperar la Navidad, les pida que me brinden una habitación.-

Mientras todos estaban entretenidos con el baile o bebiendo, Julieta se sentó en mis rodillas y me pasó un brazo por el hombro. Imaginen, estaba sin pantalones y con una diminuta tanga. No me pude contener y comencé a acariciarle el vientre debajo del ombligo. Mi calentura ya estaba llegando a límites indescriptibles. Continuamos conversando, pero yo no podía concentrarme. De pronto cambió de conversación.

-Hablaré con la tía, la dueña de casa, para que te deje una habitación para que te quedes esta noche. Estoy segura que no me lo negará.-

-Julieta, me vas a poner en una situación incómoda.-

Sin responderme se levantó y se dirigió a la dueña de casa y le dijo algo al oído. Vi que conversaban un momento y luego Julieta volvió y parándose al lado mío me comentó:

-No hay habitación disponible, pero si no tienes inconveniente puedes quedarte en mi habitación. Es bastante grande. Espero que te portes como un caballero.-

Esto ya superaba todo lo previsto.

-Por mi parte no tengo inconveniente y agradezco tu confianza.-

Continuamos conversando y pasado un  rato me dijo que estaba cansada y que iba a la habitación.

-¿Te parece bien que vaya dentro de media hora para que puedas acomodarte y acostarte sin mi presencia?-

-Puede ser en veinte minutos. No necesito más.-

Se dirigió a la habitación mientras yo preparaba mi estrategia para abordarla. Suponía que en esa habitación habría dos camas simples.

Pasaron los 20 minutos y me dirigí a la habitación que me había indicado. Golpeé suave y escuché la voz de Julieta con  un ¡Adelante!.

Grande fue mi sorpresa al encontrarme una sola cama, tamaño “Queen” en la cual estaba Julieta, sentada, cubriéndose con la sábana.

-Con tu permiso Julieta. ¿Hay otra cama?- pregunté

-No, ésta es la única. ¿Tienes miedo de acostarme al lado mío?-

-Por supuesto que no, solo preguntaba. Ocurre que no tengo pijama y deberé dormir solamente con mi calzoncillo.-

-No te preocupes, yo tampoco tengo pijama y dormiré solamente con las bragas que has visto.-

-Acostumbro a tomar una ducha antes de acostarme. Me demoraré unos minutos.-

-No te preocupes, ahora no tengo sueño. Yo también tomé una ducha.-

Pocos minutos más tarde salí con mi ropa interior y me metí en la cama. Al entrar se movieron (o las movió) las sábanas, dejando las tetas al descubierto.

-Hermosas tetas. Merecen un beso.-

Me incliné sobre uno de los pezones y comencé a lamerlo y chuparlo. Julieta dejaba hacer.

-Me habías prometido que te comportarías como un caballero.-

-Justamente, un caballero no dejaría de admirar semejantes tetas y besarlas.-

Julieta sonrió y se acomodó para que siguiera con mi tarea. Mientras tanto bajé mi mano en busca de la concha para comenzar a acariciarla. Pasar debajo de la tanga no ofreció dificultad y llegué a los labios exteriores.

Julieta entonces también bajo su mano para pasarla debajo del calzoncillo y tomó la pija para acariciarla.

-Quítate el calzoncillo. Quiero ponérmela en la boca.-

De inmediato me saqué la prenda y le saqué la pequeña tanga que ella tenía. Ahora ambos desnudos podíamos acariciarnos más fácilmente. Bajó la cabeza y se puso mi polla en la boca, mientras yo acariciaba su clítoris con mis dedos.

Estaba claro que no era la primera mamada que hacía en su vida. Su lengua iba y venía desde las bolas hasta el glande y por momentos cerraba sus labios alrededor de mi pija y se la introducía profundamente en su boca.

Este juego nos calentó a ambos sobremanera por lo cual poco después me ubique sobre ella que, separando sus piernas mientras me abrazaba, ofrecía su vagina para ser penetrada. No fue dificultosa la penetración ya que estaba muy lubricada por lo cual la hundí hasta el fondo lentamente pero sin detenerme.

Entonces comenzamos el movimiento lentamente mientras nuestras lenguas se entrecruzaban y sus manos recorrían mi espalda una y otra vez. Llegado el momento, que demoré todo lo posible, nos corrimos, ella apenas unos segundos antes que yo. Finalizados los espasmos nos quedamos inmóviles unos minutos disfrutando del momento pasado. Luego fuimos a lavarnos y nos acostamos nuevamente.

Julieta se acurrucó entre mis brazos mientras entrecruzábamos nuestras piernas, apoyando ella su concha contra mi muslo y yo mi pija contra el suyo. Así quedamos varios minutos.

-Joaquín, son las 3 de la madrugada y estoy algo cansada. Quisiera dormir.-

-Como tú quieras.-

-Me gustaría dormirme en tus brazos.-

-Como quieras. Será un  gusto dormir con una cosa tan preciosa entre mis brazos.-

Así, desnudos como estábamos Julieta se acurrucó entre mis brazos y ambos quedamos dormidos. Alrededor de las 10 de la mañana me desperté y a un movimiento mía también ella se despertó. Se la veía sonriente.

-Feliz Navidad, Julieta. ¿Cómo te sientes?-

-Anoche recibí un hermoso regalo. Ha sido uno de los polvos que más disfruté en mi vida.-

-Entonces, ¿Qué te parece si repetimos en regalo? Yo también recibí un hermoso regalo. Tanto tu boca como tu concha me hicieron disfrutar mucho.-

-Quería pedirte algo, pero no quiero que te ofenda y no sé cómo hacerlo.-

-Vamos Julieta, no seas tímida. ¿Qué quieres?-

-No se cómo decírtelo ¿No te vas a enojar por lo que te pida?-

-No.-

-¿No te molesta si me la….. metes….por el culo?-

-Solamente lo hice dos veces y no soy un experto en sodomizar chiquilinas, pero intentaré hacerlo.-

-Gracias Joaquín. Nunca la recibí por atrás, ninguno me lo pidió y nunca me animé a pedirlo.-

-Necesitamos alguna crema lubricante para que no te duela la penetración.-

-Tengo crema para la cara. ¿Crees que servirá?-

-La crema no se dará cuenta si se aplica a la cara o al culo. Yo necesito que me la agrandes como tú sabes hacerlo, luego te dilato el ano.-

-Sin hesitar bajó su cabeza y comenzó a lamerla como solamente ella sabía hacerlo. Muy poco después mi pija estaba lista.

Me alcanzó la crema y comencé a untar el ano, mientras introducía un dedo. Continué así y luego introduje dos dedos. Cuando creí que era suficiente, le pedí que se pusiera en posición y se separara los cachetes.

Acerqué el glande a la entrada y comencé a empujar suavemente.

-¿Te duele? Avísame si quieres que la saque.-

-No, sigue empujando. La quiero toda adentro.-

Cuando llegué al final y mis bolas tocaban el culo de Julieta, le pregunté.

-¿Te dolió la entrada?-

-Algo. ¿Ya está toda adentro?-

-Sí, toda mi pija está metida en el agujero. Ahora comenzaré a moverme.-

Comencé la entrada y salida mientras una mano manejaba su cuerpo y la otra acariciaba el clítoris y un dedo se adentraba en la vagina. Poco después ella misma acompañaba los movimientos acelerando el proceso. Yo quería que ella se corriera pero prefería mantenerme sin eyacular para luego penetrarle por la concha.

Así seguimos unos minutos más hasta que Julieta comenzó con los espasmos y movimientos propios de la corrida. Entonces yo me retiré de su culo.

-¿Has disfrutado de la culeada?-

-No mucho aunque esos dedos tuyos en mi concha me hicieron correrme, el culo me dolió y me duele.-

-Te había advertido que podía dolerte.-

-Lo sé, pero quería experimentarlo y no me arrepiento. Era algo que, como te dije, quería experimentarlo. Sabía que podía doler, lo había leído en una revista, pero supuse que tú lo harías más fácil. Sin duda lo prefiero por adelante.-

Nos fuimos a lavar y nos recostamos nuevamente. Yo continuaba con cierta excitación, por lo cual comencé a chuparle los pezones mientras le acariciaba el pubis y la vulva.

Cuando la tuve suficientemente dura, le levanté las piernas dejando el paso libre para penetrarla muy profundamente, cosa que hice de inmediato.

Se la metía y sacaba pasando el glande por el clítoris y volvía a introducirla. Observé cómo se excitaba Julieta y que no sería difícil que se corriera nuevamente. Continué con el juego hasta que noté que se me venía, por lo cual la clavé hasta el fondo y dejé el chorro en su vagina (me había asegurado que tomaba pastillas anticonceptivas). Ella también se corrió. Nos quedamos un rato en silencio y luego pregunté:

-¿Siempre las fiestas de Nochebuena y Navidad terminan con alguna vagina ocupada.-

-No siempre, pero verás. Estas reuniones comenzaron hace unos diez años. Cuando cumplí los quince, hace ocho, fue la primera vez que tuve que sacarme la falda. Me dio mucha vergüenza, pero como todas lo hacían y los mayores estaban de acuerdo, también comencé a hacerlo. Esta es la primera vez que tengo relaciones así.-

-He visto a mi abuelo cómo le metía la mano en el culo, debajo de las bragas a una de mis primas y ella lo aceptaba como si tal cosa. Eso no me gusta. La familia es una cosa y los polvos son otra.-

-Justamente por eso me senté al lado tuyo porque creí que no tendría que soportar a alguno de mis pesados primos, El año pasado me senté entre dos de mis primos, unos de 24 y el otro de 16. Me había estrenado una bombacha bastante calada por delante aunque cubría bien el culo y la concha. Después del brindis, los dos estaban bastante borrachos y me tocaron por todas partes, en especial el de 16 que estaba más caliente que un horno. Hasta me metió la mano debajo de las bragas para meterme un dedo en la vagina. Me defendí como pude, pero no era fácil para mí. Por eso este año me senté lejos de ellos.-

-Bueno, este año en lugar de un dedito de tu primo en la concha, recibiste otra cosa…-

-Pero lo hice porque quise, porque me calentaste y tenía ganas de coger. Que un pendejito de 16 me meta el dedo en la concha, sin permiso, no me gustó.-

-Creo que será hora que nos levantemos. Tu tía ya nos debe estar esperando abajo.-

-Joaquín, un poquito más de caricias. Mis tetas, mi culo y mi concha las necesitan.-

-Pero Julieta eres insaciable.- Le decía mientras una mano acariciaba sus pezones y la otra su redondo culo.

Así estuvimos un rato más. Yo me estaba empezando a calentar aunque no tenía nada en los huevos, pero Julieta llevó su boca a mi pija y comenzó a mamarla nuevamente. Mientras tanto yo le continuaba tocando las tetas y la concha.

En un momento ella detuvo la mamada y poniéndose de espalda y separando las piernas casi como una orden me dijo: “¡Métela hasta el fondo como lo hacen los animales!” Por supuesto no me demoré.

Luego del polvo tomamos una rápida ducha juntos y nos vestimos. Mientras lo hacíamos, continuamos hablando. En un momento me dijo:

-Supongo que ya te irás. Yo también regresaré a casa. El trecho no es largo pero quiero manejar sin encontrarme borrachos por allí. Puedo alcanzarte a tu hotel.-

-Te lo agradezco. Es posible que no vuelva a verte, yo me voy en diez días y tú vives a 200 quilómetros de aquí.-

-¿Qué piensas hacer la Nochevieja?-

-Ni idea, veré si hay algún restaurante dónde cenar y esperar el año nuevo.-

-Te propongo una cosa. Qué te parece si te paso a buscar por aquí el 30 y nos vamos al Distrito Federal.-

-No conozco más que el aeropuerto del Distrito Federal. Sería una buena oportunidad de conocer la ciudad.-

-¡Ni lo pienses! Iremos al DF no de turistas sino para estar en la habitación del hotel. Hay un Sheraton en el Paseo de la Reforma cerca de la Zona Rosa. Allí se puede comer carne argentina.-

-Lo tenías todo planeado. Por lo que veo quieres carne y leche argentina.-

-¡No seas grosero! Me refería a la carne de restaurantes, no a otra.-

-Ahhh. Entendí otra cosa. Bueno si estamos listos, bajamos y me alcanzas al hotel.

Rápidamente nos despedimos de los que estaban levantados, subimos al auto de Julieta y partimos a mi hotel.

El 30 a las 18 te paso a buscar por este hotel y salimos para el DF.

Me despedí con un beso.

FIN:

NOTA: No habrá segunda parte y dejo un final abierto para que cada lector imagine cómo sigue. Sin embargo debo decir que efectivamente Joaquín me contó la historia completa.

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