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Captura y Venta de Esclavas (2: El Sometimiento)

en No Consentido

Captura y Venta de Esclavas (II). El Sometimiento

Luego de la cena, Luciana fue en busca de Julieta para conducirla a la habitación de Rogelio. Por precaución la esposó y le colocó grilletes en los tobillos, cubierta con la túnica de la mañana.

Una vez en el aposento de Rogelio, le indicó que se arrodillara mirando a un rincón y esperara a Rogelio.

-¿Por qué tengo que arrodillarme? ¿Qué lugar es éste?-

-De ahora en más no contestaremos más preguntas y si te pones molesta, te responderemos con el látigo ¿Está claro?-

Ante la contundencia de la respuesta Julieta se arrodilló en silencio y esperó.

Poco después entró Rogelio en la habitación.

-Levántate y ven aquí. Quiero verte de cerca-

Julieta se acercó a su amo. Rogelio aflojó el lazo de la túnica y nuevamente la joven quedó desnuda, pero esta vez encadenada. Le acarició las tetas y le apretó ligeramente los pezones. Mientras tanto Julieta permanecía callada y alguna lágrima resbalaba por su rostro.

Rogelio recorría con sus manos el cuerpo de la joven una y otra vez. No podía dejar de admirar ese culo redondo, firme, apretado que ocultaba el agujero que también sería suyo. Le introdujo un dedo en la concha. Estaba algo húmeda. Él se había excitado y ya la tenía dura.

Le quitó las esposas y los grilletes no sin antes obligarla a prometer que sería dócil y obedecería sus órdenes. La vara sobre la mesa de noche convenció a Julieta que sería mejor dejarse coger que intentar rebelarse. El hombre le indicó que se acostara en la cama.

-Quiero que separes las piernas y pongas tus manos debajo del culo y por ningún motivo las retires de allí ni intentes cerrar las piernas.-

Julieta asintió con un movimiento de cabeza mientras colocaba ambas manos debajo de su trasero y más lágrimas se deslizaban por su rostro. Rogelio se quitó el pantalón y la ropa interior. Una pija gruesa apareció ante los ojos de Julieta. Ella había cogido con tres o cuatro muchachos pero ninguno la tenía tan gruesa. Pensó que le dolería al ser penetrada.

Sin embargo, a pesar de su inminente violación, la vagina estaba mojada y la pija entró sin dificultades hasta el fondo. Julieta cerró los ojos y permaneció inmóvil mientras el viril miembro entraba y salía de su concha.

Rogelio lo hacía sin apuro, disfrutando de cada embestida. Si bien disponía de cantidades de mujeres para disfrutar de sus cuerpos, nunca se había calentado demasiado con la mercadería que tenía para vender, pero con Julieta era diferente. Gozaba cogiendo a esta joven recientemente capturada.

Mientras tanto Julieta permanecía con las manos debajo de su culo pero estaba algo inquieta. Era una mezcla de gozo con impotencia y bronca por lo que estaba ocurriendo. No se imagina a ella misma sometida por quién fuera su dueño usando su cuerpo como quisiera, pero esa era la realidad. Rogelio finalmente se corrió y le llenó la vagina de semen.

Permaneció unos minutos más sobre ella para luego salir de la posición en que estaba y comenzó a magrear y pellizcar nuevamente las tetas de la joven. Poco después le indicó que fuera al baño y se lavara bien la concha, que estaba chorreando se semen.

Cuando Julieta regreso al aposento, Rogelio estaba tendido en la cama con su miembro apenas duro y erecto.

-Ahora me la chuparás y pasarás la lengua por el glande hasta que esté bien dura nuevamente.-

-¡No me pondré esa pija en la boca!-

Casi antes que termina de hablar Julieta recibió un fuerte golpe de puño en el vientre.

-¿Cómo te atreves a decir semejante cosa? ¿No saber que eres una esclava y debes obedecerme? Comienza a chupar ya mismo o te moleré a golpes.-

Julieta, asustada y llorosa, apresuradamente se puso la pija en la boca y comenzó a lamerla. No se demoró mucho en quedar nuevamente en forma para penetrar cualquier agujero.

-Ahora te la meteré por atrás. Ponte en cuatro y con las manos separas los cachetes de tu culito para dejar el agujero a la vista. Te pondré crema lubricante para penetrarte más fácil.-

-¡Por el culo, no! ¡Esa pija es muy gruesa y me romperá el culo!-

Julieta recibió una fuerte palmada en su teta izquierda.

-¡Te he dicho que me obedezcas! ¡Ahora quiero metértela por el culo y no me importa si te duele o no o si te rompo el culo no! ¡Obedece de inmediato!-

El golpe en su teta había sido doloroso de verdad. Nunca había recibido semejante palmada en sus tetas. Resignada se puso en posición y se separó los glúteos con sus manos. Se sentía humillada, degradada y maltratada. Rogelio le colocó el gel lubricante en el ano y le introdujo el pulgar para dilatar un poco el estrecho agujero.

Julieta sintió algo de dolor por la introducción del dedo, que luego fue retirado para ser reemplazado por el glande que pugnaba por entrar en tan estrecho agujero.

A pesar de la poca dilatación del ano, el lubricante facilitaba la penetración lenta pero continua de la pija. Julieta sofría por el dolor que le producía la penetración pero trataba de distraerse con cualquier cosa para olvidar lo que le estaba ocurriendo. Además no quería quejarse ya que temía un castigo severo por parte de su amo. Poco después la sintió completamente adentro cuando los huevos de Rogelio tocaban otras partes de su intimidad.

El dolor de la dilatación persistía. El movimiento era acompasado y sentía que el tamaño del viril miembro de agrandaba aun más, presionando y dilatando el estrecho agujero. Afortunadamente el gel lubricante evitaba el dolor del roce.

Julieta retiró sus manos de los cachetes. Ya la tenía adentro y hacía innecesario mantenerlos separados y colocó sus manos debajo de su cabeza. Rogelio continuaba con los movimientos. Minutos más tarde un chorro de semen de deslizaba por las paredes del recto de Julieta.

Fue en ese momento que se sintió completamente dominada. Su culito, su apreciado culito, había sido penetrado y mojado por la leche de un hombre prácticamente desconocido que ya previamente había usado su concha. Nuevas lágrimas se deslizaron por su rostro.

-Julieta, tienes un cuerpo hermoso que usaré varias veces más. Tienes que aprender a ser más activa cuando te penetro, hacer movimientos que me exciten más. Estoy seguro que es por falta de experiencia pero que pronto lo harás con verdadera maestría. Tienes pasta de puta esclava sumisa.-

Estas últimas palabras la sumieron en la tristeza. Ella no era ni una puta, ni una esclava y mucho menos sumisa, pero en la situación en que se encontraba no le quedaba otra alternativa que someterse a este mercader.

-Vamos a tomar una ducha y luego nos acostaremos, Te permitiré, por esta noche, que duermas junto a mí en esta cama, pero por seguridad, estarás encadenada pero desnuda para que pueda magrear todas tus partes cuando lo desee.

Tomaron la ducha y Rogelio pidió que le trajeran la cena a la habitación. Ató juntos los tobillos de la muchacha y se sentaron a la mesa. Rogelio estaba eufórico y de muy buen humor. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la mercadería que pasaba por sus manos y éste era un ejemplar de puta madre.

-¿Cómo está tu culito? ¿Te duele?-

-Sí, me duele mucho. Su miembro es muy grueso y mi agujero no había sido penetrado nunca. Me duele mucho.

-Ya se te pasará y te acostumbrarás a recibirla por allí. Tendrás que mantener la gimnasia diaria. Quiero ese culito siempre bien parado y tus carnes firmes. Todas mas mañanas dedicarás por lo menos dos horas a ejercicio físico. Se lo comunicaré a Luciana para que disponga así las cosas.-

-¿No piensa dejarme salir de aquí por mucho tiempo?-

-No pienso dejarte salir nunca en libertad. Cuando me aburra de cogerte y usarte, te venderé al mejor postor como a las otras esclavas. Esa será la manera en que salgas de aquí. No tendrás prerrogativa alguna.-

Nuevamente la desazón de Julieta se mostró en su rostro. No era más que una cosa para usar y luego descartar y vender como objeto ¿Cuál sería su final?-

Terminaron la cena y luego de atar sus manos en la espalda, le colocó una cadena alrededor de su cuello que estaba fija el respaldo de la cama. Los movimientos de Julieta eran limitados. Así quedó dormida.

Despertó en medio de la noche con una mano de Rogelio entre sus piernas y otra sobre su teta derecha. Sorprendida preguntó:

-¿Qué pasa?-

-Nada en especial. Simplemente que te desataré los tobillos porque quiero clavarte otra vez.-

-¿Otra vez me va a coger? Hace solamente unas horas me la metió por adelante y por atrás. Todavía me duele el culo por la penetración.-

-Esta vez será solamente irá por la concha luego que me la hagas poner bien dura chupándola. Por ahora tu culo no recibirá las embestidas.-

-Por favor, otra vez no. No quiero seguir siendo un pedazo de carne para coger.-

-ERES un pedazo de carne para coger. ¿No te has enterado que has sido capturada y ahora eres una esclava que luego de servirme, te venderé al mejor postor?-

-¡No quiero ser tratada así!-

Una fuerte bofetada resonó en la sala. La mano de Rogelio había dado de lleno en la mejilla de Julieta. Quiso decir algo pero el puño de Rogelio ahora impactaba sobre su teta derecha.

-¿Cuándo aprenderás a comportarte como una esclava? ¿Tendré que seguir castigándote para que lo entiendas?-

-¡No! ¡No! ¡No me pegue! Me duelen mucho las tetas si me las golpean de esa manera.-

-Entonces obedeces. Primero me la chupas y en lugar de metértela por la concha y como castigo, te la pondré nuevamente por el culo para que te quede más dolorido aun.-

Julieta se puso a llorar, pero se resignó. Abrió su boca y comenzó la mamada. Una vez que estaba de suficiente tamaño y rigidez, Julieta se volteó dejando su culo expuesto para ser penetrado. Rogelio apuntó directamente al ano de la muchacha y comenzó a empujar. Julieta se mordía los labios para no gritar. Ahora sin lubricante alguno y con el agujero todavía muy dolorido por la penetración anterior, se hacía inaguantable el sufrimiento.

Había apenas penetrado el glande cuando Julieta no pudo resistir más y comenzó a rogar que la sacara.

-¡Cállate puta! Te la meteré hasta el fondo aunque te rompa el culo en pedazos.-

Las lágrimas brotaban del rostro de la joven en abundancia pero permanecía inmóvil mientras la verga de Rogelio entraba y salía de su agujero con rapidez. Nuevamente sintió el líquido caliente deslizarse por las paredes de sus entrañas, al mismo tiempo que la pija se achicaba rápidamente.

-Nunca más vuelvas a quejarte de cómo eres tratada ni te niegues a ser usada. Eres una ramera esclava y nada más. ¡Entiéndelo de un a vez por todas! ¡Eres una esclava!-

Julieta, sollozando, se acurrucó en la cama y quedó dormida.

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