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Suministro de Esclavas (3)

en Dominación

Suministro de Esclavas (3)

 

Capítulo III

Temprano la mañana siguiente se presentaron Karina y Katiuska con una copia del protocolo en la cual se especificaba la pérdida de su libertad personal y la pertenencia a los cuatro socios. Tal como ya se había convenido con el Notario, no había ninguna posibilidad para ellas revertir la situación. Cualquiera de los cuatro socios podría hacer con ellas lo que deseara sin limitación alguna.

-Bien esclavas. Desnúdense y entreguen sus ropas a Melina. Iremos a la sala de penitencias para comenzar su entrenamiento,- fue la orden de Mariano

A pesar de la voluntad de ambas y el conocimiento previo que tenían de ser sometidas a castigos, se estremecieron cuando vieron los instrumentos de tortura que había que en la sala. No demoró mucho tiempo antes que Katiuska estuviera montada sobre un caballete, con sus brazos atados a la espalda, una cinta sellando su boca y la afilada madera en que remataba el caballete, incrustándose entre los labios de su concha.

Era la primera vez que se veía sometida a ese castigo y en un primer momento no le pareció tan terrible.

Luego se dirigió a Karina. Le ató las muñecas y la elevó desde una polea pendiente del techo. Apenas apoyaba los pies en el piso. Luego le ató los tobillos. Observó el cuerpo estirado de la joven. Realmente era delicioso verla expuesta y sin posibilidades de defenderse.

Lubricó su dedo índice de la mano derecha con vaselina y poniendo la mano izquierda sobre el pubis, comenzó a introducir su dedo en el agujero del culo de Karina. Como puta había sido cogida por atrás pero en esta oportunidad sintió que era violada como nunca antes lo había experimentado.

Hubiera querido quejarse pero la cinta que sellaba su boca se lo impedía. Apenas un sonido incomprensible podía escucharse. Cuando Mariano finalizó y retiró el dedo del culo, se dirigió a Katiuska. Estaba comenzando a estar incómoda y a sentir el dolor en la concha.

Primero acarició sus tetas y luego comenzó a jugar con los pezones para luego apretarlos con fuerza. La joven también quiso quejarse pero solo un tenue sonido salió de su garganta. Alguna lágrima apareció en sus ojos.

Mariano se retiró de la sala dejando a ambas mujeres solas, sufriendo una siendo suspendida de sus muñecas y otra montada en el caballete. Luego le ordenó a Melina que preparara el almuerzo.

K y K Permanecieron en la sala de penitencias dos horas. Katiuska lloraba en silencio. La madera del caballete se le incrustaba en la concha y los labios vaginales se habían hinchado y no encontraba posición que la calmara. Por su parte Karina tenía los brazos doloridos por la posición en que estaba como así también los pies ya que debía permanecer casi en punta de pies.

Fue Francisco el encargado de sacarlas de la posición en que se encontraban. La vista de la concha hinchada, cerrada y roja de Katiuska lo impulsó a desear cogerla de inmediato, cosa que hizo. La joven, conciente que debía aceptar lo que se le indicaba separó las piernas para ser penetrada a pesar del dolor que le produjo la introducción de la pija de Francisco.

Poco después arribaron al lugar Pepe, Javier y Mariano, que se encargaron de penetrar a ambas. Luego se dirigieron al comedor. Allí estaba Melina dispuesta a servir la mesa. Tal como se le había permitido calzaba una bombacha, aunque de reducidas dimensiones, y el correaje que ajustaba su cintura y levantaba las tetas.

Los cuatro hombres se sentaron a la mesa mientras que K y K debieron comer en el suelo, usando sus manos como cubiertos. Ambas se sentían humilladas pero el apetito pudo más y a pesar de la situación comieron lo que se les presentaba.

Terminado el almuerzo debieron limpiar el piso arrodilladas hasta dejarlo perfectamente limpio. Luego fueron encerradas en sendas jaulas.

Diariamente debían soportar castigos de todo tipo, además de tener como responsabilidad cuidar las flores del parque que rodeaba la casa. Ya a la semana comenzaron a ser entrenadas a permanecer suspendidas de sus tobillos, atravesadas por agujas y alfileres aun en sus partes íntimas, descargas de picanas y… azotes. Distintos modelos de látigos golpeaban sus culos, espaldas, tetas, piernas vientre y hasta la misma concha. Francisco era el especialista en el manejo del látigo, con mano firme y muy buena puntería ponía la cola del instrumento en la parte del cuerpo de la pupila que él deseaba. Quizás era el más temido manejando ese instrumento.

Había pasado un mes desde que las pupilas habían ingresado y tuvieron, casi por primera vez, oportunidad de hablar entre ellas sin ser escuchadas por otras personas. Estaban arreglando las flores del jardín. Por supuesto estaban desnudas y podían observarse las marcas de los azotes recibidos el día anterior.

Karina: No sé que opinas tú, pero esto es más duro de lo que pensaba. No me acostumbro a los castigos. Son dolorosos y no logro encontrar placer.

Katiuska: Debo reconocer que son muy dolorosos y no espera ser tratada de esta manera, sin embargo creo que estoy comenzando a gozar cuando luego de recibir el castigo diario, siento la polla de alguno de ellos dentro de mí. Es distinto que cuando trabajábamos de putas. Entonces lo hacíamos aceptando ser cogidas, pero ahora queramos o no, nos castigas y nos cogen.

Karina: Si a ti te está comenzando a gustar, es posible que a mí me ocurra lo mismo dentro de unos días. Hace tres días me pasaron hojas de ortigas por el culo y la concha. ¿A ti también te hicieron lo mismo?

Katiuska. No, no me pasaron ortigas. Sí recuerdo que luego de azotarme en la concha, me pasaron un algodón impregnado en alcohol. ¡Qué ardor! Creí que me desmayaba pero apenas me pasó tuve que separar las piernas para que me cogieran.

Karina: Te confieso que las ortigas son terribles. Pepe me las fregaba una y otra vez. Quedé destruida.

Katiuska: Pero ¿Te cogieron luego?

Karina. Primero un consolador en la concha y otro en el culo y después de una hora, sí me cogieron.

Katiuska ¿Y no te gustó el polvo?

Karina: No lo pude apreciar. Tenía la concha todavía irritada. Quizás fue la primera vez que sentí que estaba siendo violada. Calla que se acerca Javier y si nota que estamos hablando… es capaz de torturarlos en la boca o la lengua.

Javier se acercó a observar cómo iba el trabajo. El calor y el sol hacían que los cuerpos de las esclavas estuvieran mojados de transpiración. Aprovechando que Karina estaba agachada, mostrando su culo, Levantó la fusta que siempre llevaba consigo y lo descargó sobre los carnosos glúteos de la joven, que en silencio soportó el castigo, mientras continuó su trabajo.

Los días pasaban de manera análoga. Trabajo en el parque, castigos, polvos, permanecer encadenadas o atadas, siempre desnudas, en celdas o jaulas. Poco a poco iban acostumbrándose a las nuevas condiciones de vida.

Unos dos meses después del ingreso de las pupilas y mientras estaban siendo castigadas, el tío Samuel llegó hasta la casa de adiestramiento. Pepe lo recibió.

-¿Qué lo trae por aquí, Sr. Samuel?-

-Quería saber cómo estaban mis sobrinas y para cuando cree que estarán listas para la venta.-

-Todavía es prematuro saberlo. Se están acostumbrando pero no es un proceso de un día para el otro. Justamente en este momento están siendo castigadas. ¿Quiere verlas?-

-Sí, me gustaría, si no tiene inconveniente.-

-De ninguna manera. Pase y vayamos a la sala de penitencias.-

Se dirigieron a la sala donde las dos pupilas gemían por los castigos que estaban recibiendo. Karina estaba sobre una mesa con las piernas algo separadas y sus tobillos firmemente amarrados, lo mismo que sus muñecas por encima de su cabeza. Estaba cuán larga era resaltando su blanca figura contra la tabla de mesa oscura.

Tenía ambos pezones atravesados por sendos alfileres de gancho y Francisco estaba atravesando sus labios vaginales con otro alfiler, cerrando la entrada de la concha. Permanecía con los ojos cerrados y algunas lágrimas corrían por sus mejillas. No vio a su tío entrar en la estancia, quién se sorprendió de verla así.

Se la había cogido varias veces mientras estaba en Sensaciones pero nunca la había apreciado de la forma en que se presentaba. Solamente cuando Francisco había ya ubicado el alfiler atravesando ambos labios, Karina abrió los ojos y se encontró con su tío.

-Sobrina, veo que te están adiestrando muy bien, pero creo que necesitas dos o tres alfileres más en la concha.-

Ante una señal de Samuel, Francisco retomó la tarea y comenzó a clavarle otro alfiler de gancho. Entonces Samuel se dirigió hacia donde estaba Katiuska. La joven estaba suspendida de sus muñecas y estaba siendo azotada por Mariano, que con un largo látigo de cuero trenzado había dejado innumerables marcas sobre la piel de la pupila.

-¿Quiere propinarle algunos azotes más a la puta de su sobrina?-

-No es una mala idea. Nunca lo he hecho, pero sabe que ha sido mi puta preferida. La he cogido muchas veces pero nunca azotada. Permítame el látigo.-

Tomó el látigo y a pesar de su inexperiencia le aplicó dos fuertes azotes a la altura de la cintura que dejaron marcas gruesas y notables.

-El látigo no es mi fuerte. Soy más hábil con los puños.-

Dicho esto su puño cerrado se dirigió directamente al vientre de Katiuska, justo debajo del ombligo. Apenas pudo gemir porque un segundo puñetazo dio de lleno en una teta. La pupila emitió un largo gemido.

-Pegarle en el vientre o en las tetas fue algo que siempre me excitó de Katiuska. Si no tiene inconveniente quiero continuar tanto con golpes en las tetas como en el vientre.-

-Haga de cuenta que es su esclava. Disponga de ella.-

Samuel le aplicó seis u ocho puñetazos más que dejaron sin respiración a la pupila Fue entonces cuando Mariano le ofreció cogerse a su sobrina.

-Seguramente querrá metérsela a la puta. Seguramente se ha excitado más. No desaproveche la ocasión ya que está disponible para eso.-

Sin demora Samuel se acercó a la joven, se bajó los pantalones y sin mediar casi palabra, la penetró por la vagina.

Poco después el tío de las pupilas salía de la casa sin olvidar de recordarles que cuando estuvieran listas para su venta, no dejaran de avisarle.

Pasó un tiempo más en el cual ambas pupilas habían aprendido a comportarse como verdaderas esclavas. Ya no oponían resistencia alguna a los castigos que diariamente recibían, que se habían incrementado en intensidad con el transcurrir del tiempo y se habían transformado en verdaderas sesiones de tortura a las cuales se veían sometidas. Se sumaba a estos castigos las penetraciones en cualquiera de sus tres cavidades que diariamente debían soportar.

Luego de una reunión de los cuatro socios concluyeron que era tiempo de cobrarse la deuda de Katiuska y Karina. Serían vendidas a la brevedad.

Pepe opinaba que un a subasta de manera presencial, invitando a los clientes conocidos y luego de alguna publicidad en los medios adecuados sería la mejor opción para lograr un buen precio.

Por su parte Francisco insistía en ponerlas a la venta por Internet, mostrando fotos y algunos videos en los cuales luego de exhibir adecuadamente el cuerpo de las esclavas se podría procedería a castigarlas para evidenciar su comportamiento.

Javier opinaba ponerles precio y ofrecerlas de manera privada, comenzando por el tío de ambas y luego por otros potenciales compradores.

Finalmente Mariano, deseando humillarlas antes de desprenderse de ellas, propuso que la subasta se llevara a cabo manera presencial, pero luego de exhibirlas una semana por Internet y publicitando con fotos en las revistas especializadas.

La deliberación fue larga. Los cuatro estaban de acuerdo en dos cosas:

* Lograr el máximo dinero por las esclavas

* Humillarlas con la venta para satisfacción propia.

La discusión se centraba entonces en cuál era la mejor manera de lograr el objetivo. El resultado fue posponer la venta por dos semanas en las cuales serían filmadas y fotografiadas mientras eran torturadas. Esos videos y fotos se pondrían en Internet con una leyenda que dijera "Próximamente serán vendidas como esclavas"

Prepararon tanto las cámaras para filmación como las fotográficas. Uno de los socios sería quién trabajara sobre el cuerpo de la pupila, mientras los otros tres manejarían las cámaras. La primera en pasar a la sala de penitencias fue Karina.

Comenzarían en esta primera sesión de castigos con látigos y varas de distinto tipo, azotando distintas partes del cuerpo. El culo y la espalda serían los más trabajados, dejando el vientre, las tetas y la concha con azotes menores para que luego otros castigos se dirigieran a esas partes. Sin embargo una vez finalizado el castigo programado el cuerpo de Karina estaba cubierto de rayas rojo cereza, aun el vientre y las tetas.

Antes de seguir con la segunda parte, la encerraron en una jaula y cubrieron la misma con una lona para evitar que viera qué sucedía. Entonces trajeron a Katiuska a la sala.

Primero ataron sus muñecas por encima de la cabeza de manera que apenas apoyaba los pies en el suelo. También comenzaron con látigos y varas de manera análoga como lo habían hecho con su hermana. Si bien ella era más resistente a los castigos, los azotes fueron mucho más fuertes y la pupila no pudo contener las lágrimas que corrían por sus mejillas. Un a vez terminada la azotaína, corrió igual suerte que Karina. Fue encerrada en una jaula y cubierta con una lona.

Todo era filmado y fotografiado como testimonio del entrenamiento que habían soportado ambas. Dado que el espectáculo al cual habían asistido había excitado a los cuatro hombres, llamaron a Melina para descargar sus ansiedades. La joven ayudante acudió presurosa y ante la indicación de Javier se quitó las bragas y aguardó las órdenes.

Las cuatro masculinidades pasaron por su boca, tres por su concha y una por el culo. Finalizada la sesión de sexo, volvió a ponerse la bombacha y se dirigió a continuar con sus quehaceres.

Seguiría ahora el siguiente castigo para las pupilas. El turno de Karina para ser castigada en el vientre y las tetas.

Primero la ataron de espaldas a una columna que había en la sala, con sus brazos amarrados por detrás de la misma y las piernas separadas. Una vez que se aseguraron la inmovilidad e indefensión de la joven, fue Francisco el que tomaría la iniciativa.

Cerró sus puños y comenzó a golpear con fuerza las tetas y el vientre, debajo del ombligo, de la joven que pugnaba por escapar de los puñetazos. Las tetas recibían la mayor cantidad de golpes, pero eran alternados por otras en el bajo vientre que hacían gemir de dolor a Karina.

Mientras tanto las cámaras captaban lo que sucedía en sala tomando primeros planos tanto de las partes golpeadas como del rostro, bañado de lágrimas.

Karina había recibido en el curso de su entrenamiento castigos muy duros pero nunca los puños de Francisco la habían agredido de semejante manera. Sus tetas parecían que iban a estallar. Estaban hinchadas y rojas y los pezones erguidos y turgentes parecían querer salirse de las mamas.

La esclava debió permanecer una media hora todavía atada a la columna para luego ser encerrada en la jaula, cercana a su hermana.

Diversos castigos se sucedieron sobre ambas. Desde picanas eléctricas aplicadas a sus partes más íntimas como alfileres y agujas que atravesaron sus labios vaginales, pezones u otras partes de sus cuerpos, hasta friegas con productos irritantes en la concha y el culo.

Con todo el material, editaron un video de una hora de cada una y unas cincuenta fotos y fueron puestas en Internet, junto con el anuncio de la venta. Se acercaba el destino de las hermanas. Los cuatro socios confiaban en lograr mucho dinero. Ambas eran de muy buena figura, jóvenes y soportaban muy bien los castigos. Adicionalmente poseían unas bocas expertas en las mamadas.

El primero en enterarse de la venta fue el tío Samuel. Vio los videos y las fotos y comenzó a imaginar el uso de sus sobrinas. Abriría un club privado de esclavas, en el cual los socios podrían abusar de las pupilas del mismo sin limitación alguna. Los mismos videos de sus sobrinas le servirían para hacer la publicidad del lugar. De inmediato se puso en comunicación con pepe.

-Ya están a la venta mis sobrinas. ¿Cuánto quieren por ellas?-

-Cada una vale 200.000 euros pero si lleva las dos, le podemos hacer un 10% de descuento-

-360.000 por las dos es un poco caro. Después de todo no son más que un par de putas devenidas en esclavas.-

-Usted habrá visto los videos y pudo comprobar personalmente cuando estuvo aquí, lo que son capaces de hacer y soportar este par de putas. Además las conoce por haber trabajado en su casa de putas.-

-Sin duda las conozco bien a las dos y desde hace muchos años, pero 360.000 son muchos euros.-

-No crea, vea el material que se vende por 100.000 y luego me dice si estas no valen lo que pedimos.-

-Déjeme pensarlo unos días.-

-Le recuerdo que el primero que ofrezca lo que pedimos, las vendemos.-

-Mañana mismo le contesto.-

Efectivamente en la mañana siguiente Pepe recibió el llamado de Samuel.

-Tengo una propuesta para hacerle. Tengo una sobrina de 17 años y una amiguita de ella de la misma edad que no quieren trabajar de putas aunque sus respectivas madres insisten en ello. He pensado en entregársela como parte de pago, para que las adiestren como esclavas.-

-Ellas no lo están pensando y quizás sus madres tampoco, en convertirse en esclavas pero podré traerlas engañadas y una vez que estén aquí, ustedes saben cómo convencerlas. ¿Qué le parece la propuesta?-

-No es una mala idea pero todo depende del saldo que nos deberá pagar. Las crías de 17 años suelen ser rebeldes y hay que trabajar mucho para someterlas. Cuando cumplan 18 estarán en condiciones de ser vendidas.-

-Mi oferta es darle las dos chiquilinas y 200.000 euros por mis dos sobrinas.-

-Deberé consultar con mis socios. Quizás logre convencerlos. Llámeme mañana y tendrá la respuesta.-

Pepe se reunió de inmediato con los socios.

-Samuel me ofrece dos jovencitas de 17 años y 200.000 por sus sobrinas. Creo que es muy buen negocio. ¿Qué les parece a ustedes?-

-¡Es muy buen negocio! Respondieron a coro, pero Pepe, como buen negociador dijo:

-Le pediré que nos envíe a las dos chicas y 240.000. Espero que acepte.-

Al día siguiente Samuel volvió a comunicarse con Pepe, que le hizo la contraoferta. Samuel quería a toda costa a sus sobrinas. Sabía que en el club privado rendirían muy bien, por lo cual aceptó. Dos días después, con la excusa de hacer una excursión al campo, llevó en su automóvil a Ludovica, su sobrina y a Mercedes, la amiga, a la casa de Pepe y sus socios.

Las jóvenes, confiadas se dejaron conducir al interior de la casa, pero entre los cuatro socios las redujeron rápidamente, las amordazaron cubrieron sus ojos y las ataron. Una vez reducidas, fueron en busca de las hermanitas para entregarlas a Samuel que pagó los 240.000 en efectivo y se las llevó, provisoriamente, a la casa de putas de la cual era el dueño.

Por su parte Ludovica y Mercedes comenzaron el largo camino del adiestramiento. Primero fueron desnudadas y violadas para luego ocupar las celdas que dejaban las otras pupilas. Terminaba así la aventura de Karina y Katiuska y comenzaba la de Ludovica y Mercedes que, a fuerza de castigos y acción psicológica terminarían aceptando convertirse en esclavas de quién pagara por ellas una importante suma de dinero.

 

FIN

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