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El Legado de Manuel Ocaña (1 de 7)

en Dominación

El Legado de Manuel Ocaña (1 de 7)

 

Juan Orozco es un asesor financiero. Disfruta jugando golf y así conoce a Manuel Ocaña, poseedor de una considerable fortuna y  otras cosas…

NOTA: Este cuento está inspirado en “Inés, un Regalo Inesperado” escrito por ese gran colaborador que es Sir Stephen. La idea surgió a partir de ese cuento. Hechas estas aclaraciones, paso a relatar lo ocurrido hace un tiempo.

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Juan Orozco, de 32 años, trabajaba para un banco de inversión. Su habilidad le había hecho ganar buen dinero a los clientes y su pasión era el golf. Todos los sábados y, alguna vez entre semana, se acercaba a los links para desafiarla cancha. Asíconoció a Manuel Ocaña, también aficionado a ese deporte y poseedor de una importante fortuna en diversos activos financieros. Poseía también algunos campos que rendían también muy buen dinero.

Se encontraban sistemáticamente todos los sábados y daban una vuelta a los 18 hoyos dela cancha. Sujuego era muy parejo y platicaban a lo largo del recorrido. En varias oportunidades Manuel había consultado a Juan por inversiones a realizar y siempre habían sido muy buenos consejos que le habían permitido incrementar sus activos.

Manuel nunca hablaba de sus cosas personales. Se sabía que estaba casado o convivía con una joven de 28 años pero no más detalles. Uno de los días al finalizar la jornada se disponían a almorzar cuando se encontraron “sorpresivamente” con Pilar, la pareja de Manuel.

-Juan, te presento a Pilar.- y dirigiéndose a ella: ¿Has almorzado?-

-No, no he almorzado, pensaba hacerlo contigo pero si has quedado con tu amigo, ya encontraré a alguien en el “Club House”.-

-Si Juan no tiene inconveniente, será un placer que almorcemos los tres.-

-Señora Pilar, háganos el favor de compartir nuestra mesa.- comentó Juan.

Así tomaron ubicación en un lugar un tanto apartado y se dispusieron a disfrutar dela comida. Lasobremesa se prolongó bastante y mantuvieron una conversación animada durantela cual Pilarhizo muchas preguntas a Juan. Finalmente cada uno se retiró a su casa.

Manuel solía montar caballos briosos de uno de sus campos. Era un buen jinete y disfrutaba saltar con su corcel los alambrados que separaban los potreros, desoyendo los consejos de los paisanos.

-Patrón, es peligroso saltar alambrados. Algunos caballos no ven los alambres y puede ocurrir un desastre.-

-No amigo, conozco los animales que monto. No se preocupe.-

Seis meses más tarde del almuerzo en el club, Manuel estaba saltando alambrados cuando ocurrió aquello que le habían advertido. El caballo no vio o calculó mal el salto, se enganchó en el alambrado y el cuerpo de Manuel voló con tan mala suerte que una de las patas del animal golpeó la cabeza del jinete. Su muerte fue casi instantánea.

Una semana más tarde del accidente, Pilar llama a Juan a su trabajo.

-Juan, soy Pilar.-

-Señora, lamento mucho lo ocurrido.-

-Juan, mejor olvidarlo, el mundo sigue andando como dice el viejo aforismo.-

-Efectivamente ¿A qué debo su llamada?-

-Quiero hablar con usted. Tengo muchos asuntos que arreglar y Manuel me había dicho que si le ocurría algo, me pusiera en contacto con usted.-

-Nunca me había adelantado nada, pero cuente conmigo. Agradezco que Manuel haya confiado en mí.-

-Tengo una carta para usted que quiero entregarle en mano.-

-¿Le parece que nos encontremos en la confitería “Los Hermanos” a las cinco, cuando salgo de la oficina?

-Allí estaré a las cinco. Gracias Juan.

Ya en “Los Hermanos” y luego del saludo, fue Pilar quién tomó la palabra.

-Manuel me dijo que confiara en usted y que siguiera todas las instrucciones que me diera. Dejó una carta que escribió luego de aquel almuerzo en el club. Conozco el contenido si no en todos sus términos, en los principales. Le pido que la analice, que la abra en su casa. Y luego me da una respuesta. Si no tiene inconveniente, quisiera que me trate de vos.

-Señora, o mejor dicho Pilar, me dejas intrigado. Una carta cuyo contenido no conoces exactamente, que debo analizarla y darte una respuesta… Parece la trama de una novela policial. No soy Hércules Poirot.-

-Nada de eso, pero te pido que no comentes el contenido con nadie.

Se despidieron inmediatamente y Juan regresó a su casa. ¡Que raro todo esto! Manuel era su amigo pero de repente se dio cuenta que sabía muy poco de él excepto sus inversiones, su afición a los caballos y al golf.

Apenas llegó a su casa, abrióla carta. Decíaasí:

Juan, quiero que leas atentamente esta carta porque es muy importante para el futuro de Pilar, a la cual amo profundamente. Quiero hacerte una propuesta que debes aceptar en su totalidad o rechazarla completamente. Espero que la aceptes, por el bien de la mujer con la cual he compartido unos años de mi vida.

Todo mi patrimonio pasará a tu nombre y administrarás el total de mis bienes y el usufructo de los mismos se gastará de la manera que tú decidas, sin restricción alguna.

A cambio debes quedarte a vivir en mi casa y disponer de Pilar como tu esclava personal, como lo ha sido de mí. Como toda esclava deberá satisfacer todos tus deseos, cualquiera que ellos sean y ante la menor desobediencia, debes castigarla sin miramientos. La única limitación es que te comprometas a permanecer en posesión de ella por lo menos cuatro años, luego de los cuales si no quieres que permanezca a tu servicio, la dejarás en libertad absoluta cediéndole la mitad de los bienes que se posean en ese momento.

No te estará permitido venderla, subastarla, cederla o estregarla de manera alguna a los caprichos de otras personas. Esa será la única limitación.

En la casa encontrarás un recinto apropiado, con todos los elementos necesarios, para los castigos que debas aplicarle, que te recomiendo no sean menos de una vez por semana, haya cometido alguna falta o no.

En la casa habita otra mujer, Julieta, que se ocupa de todos los servicios necesarios. Ella también es una esclava que puedes usar como quieras, vender o transferir y recibe castigos como cualquier esclava aunque con algunos miramientos para que pueda continuar haciendo las cosas de la casa. Su rango es menor al de Pilar.

Cuando digo “usar como quieras” incluye todos los servicios sexuales que puedas imaginar y ninguna de la dos puede rehusar a brindártelos.

Si aceptas esta propuesta y a modo de imponer tu autoridad, te aconsejo que ni bien tomes posesión de la casa, le des diez azotes en el culo y otros diez en la tetas a Pilar y quince en las tetas y otros quince en el culo a Julieta. Así sabrán claramente que eres su dueño y que tienes poder sobre ellas.

Así finalizabala carta. Juanno salía de su asombro. La renta de los activos que le cedía multiplicaba por más de veinte sus ingresos actuales. Pilar era una mujer atractiva y si bien siempre había soñado con tener una esclava a su servicio, no sabía cómo llevarlo a cabo. Ahora su amigo había hecho todo lo necesario para concretar su sueño.

Previamente había leído algo de BDSM en Internet y había visitado algunas páginas pero no tenía experiencia. Lo meditó largamente. Le quedaban muchas preguntas cuyas respuestas requería antes de tomar semejante decisión. Al día siguiente, a primera hora, avisó en su trabajo que ese día llegaría más tarde o no concurriría directamente. Luego llamó a Pilar para anunciarle que se dirigía a su casa, a la dirección que figuraba al pie de la misiva.

A llegar lo recibió Pilar.

-Pilar, si estaba sorprendido cuando me entregaste la carta, lo quedé más aun cuando la leí. ¿Qué conoces del contenido?

-Sé que si aceptas, seré tu esclava como lo era de Manuel. No necesito saber más. Conozco perfectamente los deberes de una esclava.-

-Y Julieta, ¿Qué rol juega en esto?-

-Es otra esclava que además se ocupa de las cosas de la casa y puedes hacer con ella lo que quieras, incluso venderla si te apetece.

-Tengo varias preguntas, que quiero conocer antes de tomar el compromiso que aquí se propone: Tengo varias amigas con las cuales me acuesto y no quisiera extrañarlas.-

-No tienes nada que extrañar,  podrás acostarte con ellas de todos modos y traerlas a la casa, en la parte destinada a las visitas en la cual no se me está permito entrar, a menos que me autorices especialmente

-¿No te molestará que pase la noche con otra mujer?

-Recuerda que si aceptas soy tu esclava y tengo la obligación de complacerte y no tengo siquiera derecho a objetar que te quieras coger a una mujer, incluso si quieres hacerlo delante de mí si te place, o humillarme delante de ella. También tienes a Julieta que puedes coger con ella cuántas veces quieras

-También he visto que tengo casi la obligación de castigarte una vez por semana.

-Esa era una práctica de Manuel que consideraba importante para recordarme que era su esclava y que podía hacer conmigo lo que quisiera. Lo mismo será contigo. Te pertenezco y debo aceptar que me hagas absolutamente lo que quieras y puedes castigarme tantas veces como quieras. Entiendo que la  única limitación es venderme o cederme a otros hombres. Todo lo demás estás en tu pleno derecho. En la sala de castigos hay todos los instrumentos que quieras para atormentarme o atormentar a Julieta, aunque ella es una esclava de rango menor.

-Tanto Julieta como yo debemos ofrecer nuestros cuerpos para que los uses como quieras. Según me había contado Manuel, Julieta es muy hábil en la cama.

-Entonces, ¿aceptarás ser mi esclava lisa y llanamente?-

-No tengo opción. Es mi obligación si tú lo aceptas. Así lo dispuso Manuel. Yo di el visto bueno luego de ese almuerzo en el club donde nos conocimos. Ese encuentro no fue nada casual. Manuel quería tener mi opinión de quién sería mi amo en caso de alguna situación como la ocurrida.-

-A partir del momento que aceptes, te trataré siempre con el mayor respeto, dirigiéndome a ti, si me lo permites, como Mi Señor o Amo. En cuanto a mí, recuerda que seré una esclava y por lo tanto me llamarás como te plazca. Seré Pilar, esclava, puta o cualquier otro nombre que quieras darme.

-Antes de tomar una decisión quiero conocer tu cuerpo y el de Julieta. Llámala que quiero verla.

Pilar llamó a Julieta que se presentó, vistiendo una falda corta y una ajustada camisa.

-¡Desnúdense!

De inmediato ambas mujeres comenzaron a quitarse la ropa y minutos más tarde ambas estaban frente a  Juan sin más atuendo que una fina gargantilla de oro con una placa con el nombre de cada una de ellas.

El cuerpo de Pilar, bien proporcionado, de tetas y culo firmes, mostraba algunas marcas de látigo que quedaban de su última flagelación. Su coño depilado mostraba una piel suave, inequívoca marca que se había sometido a una depilación definitiva tiempo atrás. Llevó sus manos a los labios vaginales y los separó ligeramente para mostrar la entrada ala vagina. Luegogiró sobre sus talones e inclinándose hacia delante, separó los glúteos para mostrar un agujero apretado. Incorporándose preguntó:

-¿Deseas palparme o ver algo más?

-No, tienes un cuerpo delicioso. Será un placer coger a mi esclava.

Pilar, dirigiéndose a Julieta le dijo: -Muéstrale tu cuerpo al señor Juan.

Julieta se acercó a Juan para que palpara sus carnes. Seis años menor que Pilar presentaba un cuerpo más firme aun. Le llamó la atención lo turgente de sus tetas y los duros pezones que asomaban. Le apretó los cachetes para culo para comprobar su firmeza y separó los glúteos para observar el estrecho agujero.

-¿Hace mucho que no eres sodomizada? Parece que tienes el ano cerrado...-

-Hace aproximadamente seis semanas fue la última vez que la recibí por atrás.-

Juan era un hombre al cual no le faltaron mujeres para llevarse ala cama. Rubiaso morochas, de tez blanca o morena, delgadas o rellenitas, bajas o altas pero estaba impresionado de las dos mujeres que tenía delante suyo.

Físicamente eran distintas. Pilar más bien alta, de piel muy blanca y ojos claros, mientras que Julieta era más baja, de piel aceitunada y unos ojos enormes y muy oscuros. Volvió a palpar las tetas y el culo de Julieta y deslizó su mano entre las piernas acariciando una concha húmeda. La muchacha no se inmutó de tan exhaustiva inspección.

-¿Conoces las obligaciones de una esclava?

-Sí Señor. Estoy a disposición de mi Amo para lo que desee.

-¿Y si quiere cogerte por el culo?

-Estoy dispuesta a ofrecer cualquier parte de mi cuerpo. Es mi obligación como esclava

-Está claro que si finalmente acepto el legado de Manuel, ninguna de las dos tienen permiso para hacer cosas fuera de la rutina si no es con mi permiso.

Ambas respondieron afirmativamente.

La erección que experimentaba Juan era importante y ambas mujeres lo advirtieron. Por su parte Juan dudaba de a quién cogerse primero pero antes debía aceptar la propuesta de convertirse en el Amo y Señor de ambas.

-Quiero conocer la casa y en especial la sala de castigos. Quiero que me guíe Pilar.

Julieta se retiró de inmediato, recogiendo las prendas que previamente se había quitado. A su vez Pilar preguntó:

-¿Quiere que permanezca desnuda o debo vestirme?

-Luces mucho mejor desnuda. Quédate así.

Pilar comenzó a recorrer la casa, mostrando las distintas habitaciones y para qué eran destinadas. Al llega al garaje, Juan quedó sorprendido. Allí había cuatro automóviles, todos lujosos y de alta gama. Pilar explicó:

-En cada uno de los automóviles hay fijaciones especiales para el transporte de esclavas. En particular en el baúl de cada uno podrá observar lugares para fijar las muñecas, tobillos o cintura de la esclava a transportar.

-Están todos los documentos como para que pasen a propiedad de Mi Señor de inmediato y pueda disponer de cualquiera de estos vehículos.

Continuaron con la recorrida por la casa, dejando para el final un sector en cuya entrada había un letrero que decía: “Zona de Penitencias”.

Traspusieron la puerta y era un gran recinto en el cual había varios instrumentos que harían estremecer a cualquier esclava.

-Aquí encontrarás látigos, sogas, cadenas, esposas y una serie de instrumentos más, incluyendo una picana eléctrica. Sobre la derecha hay dos celdas en las cuales a veces hemos sido encerradas y encadenadas. En la más pequeña la esclava apenas puede moverse. También hay dos jaulas en las cuales a veces fuimos encerradas.-

-Como verás, no falta nada para castigarnos, pero siempre podrás incorporar lo que decidas.

-Voy a aceptar la propuesta de Manuel, y quiero coger a ambas. Lo haré contigo primero por ser la de mayor rango.

Mientras Pilar se acostaba sobre una colchoneta y separaba sus piernas ofreciendo su húmeda concha a Juan, junto con una amplia sonrisa, dijo en voz muy baja “Gracias Mi Señor.”

La excitación de Juan, ante esta situación era tal que se corrió luego de unos pocos bombazos. No podía creer la situación que estaba viviendo. Terminado ese primer polvo, quería cogerse a Julieta.

-Ve a buscar a Julieta. Quiero usar su coño.

-Enseguida Mi Señor.

Poco después aparecía Julieta en la Sala de Penitencias, vistiendo solamente las bragas.

-Quítate esa prenda y acuéstate enla colchoneta. Quiero cogerte.- Fue la seca orden.

Sin mediar palabra, Julieta se quitó la bombacha, se acostó en la colchoneta y separó sus piernas. Una concha depilada y húmeda le fue ofrecida a Juan. A pesar de hacer solo unos minutos que se había corrido, toda esta situación lo excitó nuevamente y con la pija enhiesta se dispuso a penetrarla.

Para su sorpresa, la sumisión de la muchacha era total. No solamente ofrecía su coño para ser penetrado sino que pudo observar cómo los pezones se ponían más duros y de su boca entreabierta partían suaves suspiros. Se ubicó sobre la muchacha y comenzó a clavarla lentamente. Una vez completamente empalada Julieta cerró parcialmente las piernas apretando el falo de Juan, que comenzó con movimientos lentos pero continuos. Poco después se corría por segunda vez en menos de una hora.

-Aceptaré el legado de Manuel y tomaré a ambas como esclavas en las condiciones de la carta que me ha dejado. Ahora les aplicaré un castigo para que me reconozcan definitivamente como su amo.

Juan condujo a Pilar a un cepo en que fijó su cuello y sus muñecas, dejando el culo expuesto, que presentaba algunas marcas de castigos anteriores. Tomó una fusta y descargó los diez azotes recomendados enla carta. Luegola ubicó en una mesa atando sus brazos, quedando ahora las tetas a su disposición. Otros diez azotes que golpearon cruelmente sus pezones. Pilar no pudo contener las lágrimas. Al finalizar este primer castigo, Pilar se arrodilló ante él y le agradeció que fuera, a partir de ese momento, el conductor de su vida.

En cuanto a Julieta, atándole las muñecas por encima de su cabeza, se dispuso a castigar esas hermosas tetas que la muchacha lucía con orgullo. Los quince azotes cayeron sin compasión dejando sendas marcas sobre sus pechos. Las lágrimas corrían sin cesar por sus mejillas. Luego fue el turno de quince azotes en el culo, que aplicó con una vara de mimbre. Cuando la desató, ella también se arrodilló y agradeció que le permitiera continuar en la casa.

-Tú Julieta, usarás solamente unas bragas a menos que te indique lo contrario. Veré cuándo uso tus agujeros.

-Gracias Señor por permitirme cubrir parte de mi cuerpo. Mis agujeros están a su disposición para cuando quiera usarlos.

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