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Deportista Dominada (8 de 9)

en Dominación

Deportista Dominada (8)

-Veo que has asumido completamente que me perteneces. Si bien lo aceptabas, creo que ahora eres más enfática.-

-Sí lo soy. Ya me visto y vamos a cenar. Damián, nunca te lo he dicho, pero te quiero.-

¿Sería el síndrome de Estocolmo? ¡Quién sabe! La mente humana tiene muchas vueltas.

Una vez que se cambiaron, bajaron al salón comedor. Había bastante gente y ocuparon una mesa en un rincón. Julieta pidió ubicarse de espaldas a la mayoría de las mesas.

-Damián, ¿ves una mesa donde hay alrededor de diez personas a mi espalda?-

-Sí, una de gente que parece que se divierte charlando.-

-Allí hay un hombre con camisa azul con rayas blancas. ¿Lo ubicas?-

-Sí.-

-Pues ese es el periodista con el cual tuve mi primer contacto hoy. El que me dio 100 de propina y prometió volver para hacerme el culito.-

-¿Por eso quisiste sentarte de espaldas?-

-Sí, no quería que me viera. Me da un poco de vergüenza por ti. Creerá que eres un cornudo.-

-No pienses eso. Más bien pensará que soy tu chulo, pero me importa un rábano lo que piensen tus clientes. Tú eres mía.-

La cena continuó y al finalizar se dirigieron a la habitación.-

-Supongo que tendrás ganas de cogerme. Yo también siento ganas que me la metas bien adentro y me llenes se leche. Quiero coger sin preservativo.-

Fueron dos horas fogosas. Ambos quedaron exhaustos y se quedaron dormidos.

Los cuatro siguientes días transcurrieron sin mayores novedades. De las seis horas disponibles de Julieta estuvo ocupada en promedio cinco. Era casi un record lo que hizo que Pilar, quién comandaba el servicio de putas del hotel, la llamara para felicitarla.

-He recibido los mejores comentarios de tus servicios y prueba de ello es que eres la que más horas ocupadas has tenido. Sigue así que tienes un gran futuro.-

-La idea de Damián es que esta tarea la haga solamente en ocasiones especiales, no como algo muy frecuente. Creo que tiene pensado otras cosas para mí.-

-¿Damián es quién te acompaña?-

-Sí, él me cuida. En realidad yo soy propiedad de él.-

Pilar no preguntó más. Era mejor no enterarse las relaciones que existían entre el mentado Damián y Julieta.

Dos días más tarde amaneció con lluvia. Debieron suspenderse las actividades al aire libre, entre ellas el torneo de golf. Algunos ocupantes del hotel, en vista de no poder hacer lo planeado, comenzaron a contratar los servicios que ofrecía Pilar. Demás está decir que Julieta completó la cuota de las horas muy rápidamente, motivo por el cual Pilar llamó a Julieta.

-Mira, ya tienes esta noche completa, con las seis horas que tenías asignadas. ¿Tienes interés en tomar algún cliente más ya sea después de medianoche o antes de las 18?-

-Tengo que consultar con Damián. Él es el que decide qué debo hacer. Te llamo en cinco minutos.-

Luego de poner a Damián al tanto de lo que ocurría preguntó su opinión y si la dejaba extender su horario de trabajo.

-Creo que has podido estar un día completo al servicio de los rugbiers, no veo inconveniente en que trabajes unas horas más. Puedes comenzar a las 14 hasta las 17, te tomas un descanso y luego a las 18 tomas el turno que puede seguir, digamos hasta las 3 de la madrugada. Llama a Pilar y dile que te autorizo a trabajar en ese horario.-

A Julieta le pareció excesivo pero era una orden de Damián y por lo tanto no había discusión. Llamó a Pilar.

-He consultado con Damián y me autoriza a trabajar, aparte del horario ya acordado, de 14 a 17 y desde medianoche hasta las tres de la madrugada, en decir que en lugar de seis horas trabajaría doce. ¿Te parece bien?-

-¿Y estarás en condiciones de trabajar tantas horas seguidas?-

-Si Damián lo ordena, yo debo adaptarme a lo que decida. No puedo contradecirlo.-

Pilar por su parte estaba muy satisfecha. Seguro que ocuparía las seis horas adicionales, lo cual redundaría en mayores beneficios para el hotel.

Antes de las 14 Julieta ya estaba preparada para iniciar la jornada. Por cierto fue muy activa. Solamente el último turno, que comenzaba a las 2 de la madrugada quedó libre. A su regreso comentó con Damián que había recibido setecientos dólares de propina, que partieron en partes iguales.

La mañana siguiente el día amaneció luminoso por lo cual se volvía a los horarios habituales de la tarea de Julieta. Damián le anunció que quería tener sexo, pero que la mantendría atada.

Julieta se desnudó rápidamente, se tendió en la cama boca abajo y puso sus brazos en la espalda.

-Átame como quieras.-

Damián le cruzó los brazos y amarró una muñeca con el antebrazo a la altura del codo.

-Estás como para que te dé unos azotes en el culo.-

-Hazlo si quieres, pero creo que no conviene que me queden marcas cuando me miren el culo los clientes.-

-Por supuesto. No voy a azotarte el culo, pero me parece que cuando regresemos a casa sí lo haré.-

-¿Es que me he portado mal? ¿No he cumplido tus órdenes?-

-No, simplemente porque tienes un culito que invita a azotártelo, eso es todo.-

-Sabes que estaré siempre a tu disposición para que me hagas lo que quieras.-

Desplegando sus mejores habilidades, Julieta hizo correr a Damián tres veces a los largo del tiempo que duró el intervalo íntimo.

Sin mayores alternativas siguieron los sucesivos días hasta que finalmente llegó el día de regreso. Le alcanzaron la liquidación de su estadía. Descontado los gastos extras (la estadía era gratuita para las putas y sus acompañantes) entregaron a Damián un cheque por 53 servicios cumplidos por Julieta que equivalían a 26.500 dólares. Ambos estaban felices y emprendieron el regreso a casa.

-Debo agradecerte Damián que me has permitido tener la mitad de las propinas que me dieron. Si también quieres ese dinero, te lo doy, porque creo que siendo mi dueño, todo lo mío no lo es sino tuyo.-

Quédate con ello. Puedes comprarte cosas que te gusten. Después de todo te mereces un premio por la tarea realizada. Estoy orgulloso de mi cortesana.-

Regresaron y ese mismo día Julieta pasó a vivir en la casa de Damián.

Julieta iba cada vez menos a los entrenamientos y era posible que fuera eliminada del equipo, pero no le importaba. Lo importante ahora era satisfacer a Damián.

Tal como habían acordado, Julieta fue al tatuador elegido para que inscribiera la leyenda en su bajo vientre y en el glúteo derecho "Pertenezco a D.R.J", las iniciales de Damián. Fueron cuatro sesiones hasta finalizar el trabajo.

Cuando Julieta mostró el tatuaje a Damián, éste satisfecho le comentó:

-Me gusta que te hayas tatuado que me perteneces. Ahora quiero que mires, atentamente una película que se dio en los cines hace un tiempo largo, pero que a mí me ha impresionado mucho y tengo una copia.-

-Se llama "La Historia de O". Mírala dos o tres veces hasta entender exactamente su argumento. Además he traído otros tres videos que también me han impresionado y quiero compartir contigo.-

-¿Quieres que los vea ahora?-

-No, cuando yo salgo al entrenamiento. Es posible que en unos días salga de gira con el equipo.-

Al día siguiente apenas Damián salió, Julieta comenzó a ver esa película que tanto había impresionado a Damián, La Historia de O. Ella también quedó impresionada y comenzó a entender mucho más su situación. Las otras películas eran fundamentalmente de bondage. Las mujeres aparecían atadas o encadenadas de la manera más extrañas e incómodas, en jaulas o celdas estrechas y a veces torturadas y siempre cogidas en alguno de sus agujeros.

No comentó nada al regreso de Damián, esperando que saliera de gira, cosa que ocurrió al día siguiente.

Entonces con el dinero ganado por las propinas en su viaje de "vacaciones" fue a una tienda especializada y compró dos pares de esposas, cuerdas de algodón, cadenas, unas mordazas, muñequeras, dos látigos y una fusta.

El garaje, con sus dos cocheras, sería el lugar indicado para llevar a cabo las fantasías de Damián. Había unos ganchos en el techo del cual colgar cuerdas y cadenas y en el centro, separando ambas cocheras una columna redonda de unos cincuenta centímetros de diámetro, ideal para ser atada allí. Sería una sorpresa que le daría al regresar.

Tenía una semana para acomodar todo. Consiguió un herrero que colocó ganchos adicionales en la columna para fijar las cuerdas si era necesario y también en el piso e hizo dejar una cadena colgando del techo que se remataba en un mosquetón, ideal para fijar unas esposas o muñequeras.

Julieta se excitaba solamente de pensar que ella podía estar allí, siendo castigada, como esa mujer de la Historia de O. De solo pensarlo se humedecía su vagina.

Antes de la llegada de Damián colocó los elementos comprados en una caja que envolvió con papel para regalo y lo dejó en la mesa del comedor. Apenas llegó, le dijo:

-Aquí tienes un regalo que he comprado para ti. Usé parte del dinero que me cediste de las propinas cuando salimos de "vacaciones".-

Damián, extrañado abrió el paquete y grande fue su sorpresa al encontrar los elementos que tantas veces hubiera deseado usar.

-¿Te has inspirado en los videos que te dejé?-

-Sí, supongo que es tu fantasía usarlos conmigo, por eso los compré y si vas al garaje verás que está preparado para que me castigues allí.-

Damián se dirigió al garaje. Julieta llevaba la bolsa con los elementos que le había regalado. Se sorprendió de cómo estaba acondicionado.

-De allí puedes sujetarme las muñecas para usar el látigo a tu gusto y a la columna le he hecho agregar estos ganchos para que puedas atarme. ¿Qué te parece el regalo?-

-Más de lo que pude en algún momento suponer. Desnúdate que voy a darte diez azotes en el culo y luego nos vamos a la cama. Tengo muchas ganas de coger. Todos estos días he extrañado los polvos que nos echamos.-

-De todas maneras podías contratar alguna puta para que te la pudieras coger.-

-¿Y no te hubieras puesto celosa?-

-¿Cómo voy a ponerse celosa? Eres mi dueño y mi opinión no vale. Por supuesto puedes hacer lo que te apetezca, incluyendo coger a otras mujeres.-

Damián la ató a la columna de cara a la misma, mostrando un culo redondo y rozagante con el tatuaje de pertenencia.

-Ya que ese culo me pertenece, voy a azotarlo.-

-Todo mi cuerpo te pertenece, no solamente el culo, pero azótame así vamos a coger. Estoy ansiosa.-

Damián descargó los diez azotes con regular intensidad, que dejaron otras tantas marcas rojas sobre la piel. Julieta permaneció callada a pesar del dolor que le provocaba cada impacto. Luego la desató y fueron al dormitorio. Fue una larga sesión de sexo en la cual los tres agujeros de la muchacha fueron penetrados más de una vez.

Ambos estaban felices y se iniciaba una nueva etapa en las relaciones entre ellos. Julieta se había convertido en la esclava sumisa de Damián.

Ella preguntó si debía llamarlo Amo o que otras reglas debía cumplir.

-No me gusta que me llames Amo ni nada parecido. Simplemente quiero que nos tratemos como hasta ahora. Si hay alguna cosa que quiero que hagas, te lo diré. Por ejemplo me gustaría siempre verte desnuda, pero eso no es posible, aun estando en casa. A veces la temperatura no permite esas licencias. Entonces usarás una bata que con solamente aflojar un nudo, caiga al suelo y muestres tu cuerpo en todo su esplendor.-

-Pero ¿podré estar desnuda si no hace frío?-

-¡Claro! Ya te he dicho. ¡Me gusta verte desnuda! Voy a tomarte algunas fotos de cuerpo entero para poner cuadros en toda la casa con tu figura.-

Dos veces por semana Julieta recibía algún castigo. Podía ser algún azote con el látigo o la fusta o permanecer suspendida de sus tobillos por un tiempo. Esos castigos era generalmente sin motivo alguno, más allá del gusto de Damián de flagelar el cuerpo de la joven o tenerla esposada a alguna argolla embutida en la pared.

Ya que había abandonado el deporte definitivamente, convinieron en que Julieta debía hacer gimnasia para mantener el cuerpo en forma, el culo y las tetas firmes y la cintura estilizada. En el mismo garaje de castigos se instalaron algunos aparatos mecánicos para que Julieta no necesitara salir de la casa.

También habían comprado un cinturón algo elástico de diez centímetros de ancho, que Damián ceñía todas mañanas a la cintura de Julieta para acentuarle las formas

Un día, al regreso de Damián, Julieta le comentó que había estado navegando por Internet.

-He visto unas cosas maravillosas. Desde anillados de vulvas y pezones hasta algunos cinturones de castidad. Me gustaría usar algo así para cuando debes ausentarte unos días.-

-Un cinturón es algo realmente incómodo y antihigiénico, por lo menos hasta donde yo sé. Quizás unas argollas en los labios de la concha que puedan cerrarse con un candado te impedirían coger, por lo menos por la vagina, aunque descuento que no lo harás.-

-¿Y por el culo? ¿Cómo podemos sellar la entrada de una pija?-

-¿Piensas coger por el culo cuando yo me voy?-

-Sabes que no. Mi agujeros son tuyos o de quién digas. No son míos, pero quiero tener algo que me recuerde a ti cuando no estás.-

-Bien, buscaremos quién te pueda colocar los anillos.-

-Yo quiero que me los coloques tú.-

-Pero no tengo experiencia en eso y puedo hacerte doler mucho cuando te perforo el labio vaginal.-

-A ti no debería importarte. Ese no es problema tuyo. Tu esclava debe soportar lo que su amo le indique.-

-No soy tu amo, eventualmente tu dueño.-

-Es lo mismo. Te pertenezco y por ese motivo puedes hacer conmigo lo que quieras.-

-De todas maneras no lo haré. Buscaremos un profesional. Sería un verdadero crimen deteriorar la concha.-

Dos días después Julieta entraba en la casa del anillador. Allí la esperaba Damián

-Quiero que le ponga un anillo en cada labio, justo en la entrada de la vagina. La idea en poner un candado para evitar que una pija extraña pueda meterse adentro.-

-Yo le recomiendo este modelo que vendo de cinturón de castidad. Está hecho de acero pulido y la esclava no sentirá molestia aun teniéndolo puesto semanas. Justamente se traba con los anillos de la concha.-

-Además colocando un anillo en el ombligo, se completa la traba para que tampoco pueda coger por el culo. Es lo más moderno que tengo.-

Así recomendaba el anillador cómo preservar los agujeros de la muchacha.

-Bien, hágalo. Coloque los anillos que crea conveniente-

-Los anillos en la concha son muy buenos para inmovilizar a la esclava en algún lugar (poste, pared, jaula, etc.) poniendo un candado entre los anillos y el objeto que quiera. Además es bueno para conducirla con una cadena unida a los anillos. Tirar de allí es tan doloroso que no pueden menos que obedecer- Finalizó comentando el comerciante.

Julieta se desnudó y se ubicó en una camilla ginecológica, separando las piernas para dejar expuesta la concha. Comenzó la perforación y luego la colocación y cierre del anillo.

-Este modelo de anillo, una vez unidas las puntas, es imposible de abrirlo y solamente con una sierra especial puede cortarse. Por fuera es de oro pero en su interior tiene un alma durísima-

Luego de colocar los dos anillos en los labios, procedió a la colocación en el ombligo.

-El anillo en el ombligo sirve también para que la esclava tenga la cabeza erguida.-

-¿Cómo es eso?-

-Se ata una cuerda al anillo del ombligo y se pasa hacia la espalda entre los labios de la concha y los cachetes del culo. Luego se puede atar el pelo, debiendo mantener la cabeza hacia atrás o bien se une a uno de esos gachos de nariz. No he conocido a ninguna esclava que se haya atrevido a mover la cabeza.-

Finalmente concluyó la labor y, a pedido de Damián, le colocó el cinturón de castidad.

-Realmente es un excelente elemento. No sabía la existencia de tan útil aparato.-

Julieta se puso un vestido entero, sin ropa interior y se dirigieron al ómnibus para regresar a casa. Damián no quería usar los servicios del taxi, que Julieta viajara en transporte público sin bragas, sin sostén y con el mentado cinturón puesto.

Al llegar ala casa, Julieta agradeció el haber sido anillada y permitirle disponer de un cinturón de castidad.

-Sabes Damián que los anillos en mi concha me hacen más dependiente de ti. Posees mi cuerpo de manera más completa.-

-Me alegro que te gusten los anillos. Ahora te sacaré el cinturón. ¿A que no sabes por qué?-

-Sí, lo sé. ¡Por qué quieres romperme el culo y metérmela en la concha hasta el fondo!

-Efectivamente.-

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