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Informe del Sicólogo (8 - Final)

en Sadomaso

Informe del Sicólogo (VIII)

Pasó una semana y Carina regresó a su habitual sesión con el sicólogo.

-¿Cómo estás Carina?¿Cómo te has sentido esta semana?-

-¡No me hable! ¡ésta será la última sesión que venga luego de lo que me hizo la semana pasada!-

¿Qué te he hecho la semana pasada?-

-Me obligó a desnudarme completamente y a exponerle mis partes más intimas para que me inspeccionara.-

-Estás equivocada. No te obligué a nada. Te pedí que te desnudaras y tú accediste.-

-No sabía lo que hacía.-

-Eso es distinto a obligarte. Te pedí que te quitaras la ropa, te pedí esposarte y que me mostraras la concha para inspeccionarte y tú accediste y me confesaste que estabas caliente. Mirándote a los ojos puedo adivinar que tus bragas se están humedeciendo.-

-¡No! No estoy húmeda, estoy enojada.-

-Quizás estés enojada contigo misma, pero estoy seguro que estás húmeda. ¿Puedes mostrarme las bragas?-

Carina sin advertir lo que ella misma estaba haciendo, se quitó la bombacha y se la alcanzó al sicólogo. Éste comprobó que la entrepierna de la prenda estaba mojada.

-Estás caliente y con alto flujo, no lo puedes negar. Por otra parte has sido tú misma que te quitaste las bragas. Luego me digas que te obligué.-

-No sé por qué lo hice. Estoy desconcertada.-

-Estás deseosa de ser violada, de coger pero que sea por la fuerza para no tener de responsabilidad de hacerlo. Podrás decir: "me lo hicieron".-

-¿Y qué me propone?-

-Hay una persona, el Sr. Plinio que es especialista en estos temas. Con mucha delicadeza pero también con firmeza podrá satisfacer tus fantasías, pero aun no estás preparada.-

-¿Y que debo hacer para estar preparada?-

-Comenzar por desnudarte completamente. Ya te has quitado las bragas, ahora la camisa, luego el sostén y finalmente la falda.-

-¿Nuevamente me va obligar a desnudarme?-

-¡BASTA! No te obligo a nada. Te sugiero. Si no quieres superar tu problema, te retiras y no regresas más.-

-¡No, por favor! Haré lo que me pide pero no me eche de la consulta.-

-Bien, desnúdate de una vez.-

Carina rápidamente se quitó las prendas, siguiendo por los zapatos y las medias. Una vez completamente desnuda se paró frente al sicólogo esperando nuevas órdenes.

-Veo que te has depilado como te sugerí.-

-Primero me depilé y cuando había terminado me sentía enojada por lo que me había indicado y que yo le había obedecido, pero ya estaba afeitada. Por eso me encuentra así.-

-Párate delante del espejo y admira tu propio cuerpo. Tienes unas tetas de regular tamaño pero firmes, unos pezones salientes que indican tu calentura. Obsérvate el culito. Redondo, firme, sin un gramos de más ni de menos. La envidia de muchas modelos. Tu coño, así depilado con esos labios exteriores carnosos y esos pequeños que pugnan por asomarse. ¿Has tomado conciencia de lo apetecible que es tu cuerpo? No será difícil encontrar quién quiera violarte, pero debe ser alguien de experiencia.-

-¿Quién podrá hacerlo?¿el señor Plinio?-

-Creo que él es el indicado. Tiene en su poder tres mujeres que son cogidas con mucha frecuencia y castigadas si no se portan como deben hacerlo.-

-¿Cuándo podré ir?-

-No puedes ir sola, yo debo acompañarte. Si quieres podemos ir ahora mismo.-

-Bien, entonces me visto y salimos.-

-¡No! Debes ir desnuda y esposada.-

-¿Cómo voy a ir desnuda en el auto? Me verán desde los otros vehículos que me lleva sin ropas y esposada.-

-No tendría nada de extraordinario llevar a una joven desnuda y encadenada en un auto, pero si lo prefieres puedo llevarte en el maletero del auto.-

-¿En el maletero? ¿Desnuda?-

-Allí no te verá nadie. Irás desnuda, esposada y con grilletes en los tobillos. Debes pensar que eres llevada para que te violen, tu virginidad caiga hecha pedazos.-

Carina puso sus brazos en la espalda para ser esposados. Luego se le fijaron los grilletes en elos tobillos. Apenas podía desplazarse pero lo hizo hasta la entrada del maletero del auto. El sicólogo abrió la cajuela y la ayudó a introducirse en la misma.

Una vez dentro del maleteo, cerró la tapa y arrancó el auto camino a la casa de Plinio. Una media hora después entraba en el garaje de la casa. El sicólogo se bajó y fue en busca de Plinio, mientras Carina permanecía en el maletero.

-He traído a Carina para que la usemos. Está desnuda y encadenada en el maletero de mi auto. Podremos abusar de ella sexualmente, pero no creo que sea una esclava para castigar como lo hacemos con Mariana.-

-¿Es otra paciente suya?-

-Sí. Tiene un cuerpo hermoso y me tiene muy caliente. Espero cogerla pronto.-

-Había comenzado a castigar a Mariana. En estos momentos está colgada de los tobillos y comenzaba a azotarla. Creo que hasta ahora no ha recibido más de tres o cuatro latigazos. Llevaremos a Carina al lugar, la ataremos a una columna frente a Mariana para que vea cómo es azotada. Es para que se acostumbre a obedecer. Luego la podremos violar.-

-Me parece buena idea. Vamos a buscarla.-

Ambos hombres se dirigieron al auto, abrieron la tapa de la cajuela y sacaron a Carina del maletero.

-Soy Plinio. Deberás obedecerme en todo lo que te indique. Ahora camina que te llevaremos a un lugar para que veas cómo deberás comportarte.-

Carina sin decir palabra y dificultada en caminar por los grilletes en sus tobillos, siguió el camino indicado. Grande fue su sorpresa seguida de una exclamación cuando vio Mariana colgada de sus tobillos. Aun no había observado las tres marcas que el látigo había dejado en su espalda.

Fue conducida a una columna, frente a Mariana. Le quitaron las esposas y pasando sus brazos por detrás de la columna, los amarraron fuertemente. Carina estaba sorprendida de lo que estaba viendo pero sentía un cosquilleo en su concha. Se estaba calentando cada vez más.

Plinio tomó un látigo y se ubicó detrás de Mariana. Levantó el látigo para descargarlo en el culo de la joven suspendida de sus tobillos. El largo de la cola del látigo aseguraba que no solamente los cachetes del culo serían alcanzados sino también la parte baja del vientre. Carina cerró los ojos horrorizada de lo que iba a ocurrir. Poco después se escuchó el chasquido del cuero contra la piel de la joven y un prolongado gemido.

Carina abrió los ojos asustada, para ver una gruesa línea roja que acababa de dibujarse sobre la blanca piel. Varias lágrimas corrían por la cara de Mariana.

Tanto el sicólogo como Plinio se excitaron al escuchar los gemidos de la joven y las marcas que el látigo dejaba sobre su cuerpo. Además gozaban con la cara de horror de Carina. Luego de una veintena de azotes, Plinio decidió detener el castigo.

-Creo que es el momento de ocuparnos un poco de Carina. A marina la dejaremos descansar suspendida de los tobillos. Llevemos a Carina al catre de las violaciones.-

Desataros a la joven de la columna a la cual estaba amarrada y la ataron a un catre, con sus piernas separadas.

-Plinio, ya está en condiciones de ser penetrada. Procede a desvirgarla.-

-No. Ese honor te lo dejaré a ti. Tú la has traído y lo menos que te mereces es clavársela hasta el fondo por primera vez. Romperle el himen como ella quiere, de un solo golpe.-

-¡No me cojan así!¡Despacio!¡Soy virgennnn!-

El sicólogo se preparó para penetrarla. Su verga, de regular tamaño, estaba erecta, amenazante. Acercó la glande a la entrada de la vagina. Él mismo desvirgaría a una de sus pacientes y no a una paciente cualquiera, nada menos que a Carina, esa jovencita de 20 años que ahora estaba a su disposición. Sin detenerse mucho en la entrada de la concha, comenzó a empujar lentamente pero sin descanso, abriéndose paso en la vagina inexplorada de la joven.

Sintió cierta oposición al llegar al himen que finalmente cedió y toda la verga quedó perdida en las profundidades de la vagina. Un gemido de Carina indicaba que efectivamente había sido penetrada.

No necesitó mucho el sicólogo para correrse entro de Carina. Su excitación era tal que con unos pocos movimientos, el semen salió a borbotones. Por la premura de la corrida y el dolor que le había provocado la rotura del himen, Carina no disfrutó de esa primer polvo.

El sicólogo salió de su posición encima de la joven y casi de inmediato Plinio tomó su lugar. La penetró sin dificultad en la ya dilatada vagina y comenzó lentamente a cogerla, sin apuro en correrse. Ahora sí, antes que Plinio, Carina sintió el estremecimiento propio de llegar a lo máximo. Poco después también Plinio dejaba su carga dentro de la joven.

-Ahora debemos recuperarnos para luego continuar con Carina. Primero desataremos a Mariana y la encerraremos en una jaula, así podrá descansar un poco.-

-Plinio, ¿crees que descansará encerrada en una jaula?-

-Creo que no, pero así podrá observar el castigo que le he prometido a Cintia por la tarde.-

-¿No le haremos nada más a Carina?-

-Sí, por supuesto que tengo algo más para ella, pero le he prometido a Cintia que por la tarde recibirá un castigo como nunca imaginó. Casi de inmediato su concha se humedeció. Es una calentona que le gusta que la castiguen.-

Luego de encerrar a Mariana en una jaula, ambos disfrutaron de un a taza de té para luego continuar con Carina.

La desataron del catre y la llevaron a un caballete, doblando su cuerpo sobre el travesaño superior y atando sus manos y pies a las patas del caballete.

-Ahora mi querida Cintia te la clavaré por el culo. Tu sicólogo te desvirgó por adelante y yo lo haré por atrás.-

-¡No!¡Por el culo, no! Yo solamente quería coger por la concha. ¡Déjeme el culo!-

-Estás aquí para obedecer y si no te callas, te calentaré primero el culo con el látigo y luego te la meteré adentro igual. Tú elijes, penetración con o sin azotes.-

-No me azote.-

-Entonces prepara el agujero. No suelo dilatarlo con nada antes de meterla. Lo único que uso es un poco de vaselina y luego ¡a empujar!-

Carina se resignó. Esto no estaba en su programa pero ahora no podía defenderse y luego de ver cómo había sido azotada Mariana, no le quedaban dudas que lo harían también con ella si se resistía. Primero sintió la vaselina que mojaba su ano pero muy poco después la glande de Plinio pugnaba por entrar en el estrecho agujero.

No demoró mucho en tenerla toda adentro. Carina gemía mientras lloraba por el dolor y la humillación que sentía. Pensaba que la trataban sin consideración alguna, cogiéndola por el culo como si fuera un ser sin sentimientos. La dilatación había sido bastante brutal y le dolía el agujero y no quería imaginar cómo le quedaría después.

Plinio poco después se corrió dejando la carga en las tripas de Carina.

-Ahora en su turno. Tiene un culito encantador para penetrar. Pruébelo que no arrepentirá. Efectivamente ha traído un ejemplar destacable.-

El sicólogo se dispuso a gozar también de ese agujero. Esta segunda penetración fue menos dolorosa para Carina, pero no logró borrar la sensación de impotencia que sentía al ser usada de esa manera. Poco después también se corría dentro de la joven.

El sicólogo había cumplido su sueño. Había logrado desvirgar a su paciente más joven, de agraciado cuerpo y estimaba que podría continuar cogiéndola en otras oportunidades. Le acarició los pezones y recorrió con sus manos todo el cuerpo. Estaba a su disposición de manera completa. Él tenía poder sobre ella en estos momentos y no quería desaprovecharlo.

-Realmente ha traído un buen ejemplar. Tanto su concha como su culo son para gozar. Ahora descansemos un poco, unos sándwiches y una copa nos sentará bien, y luego probemos su boca, pero creo que la podremos usar a gusto. Tengo la impresión que es una puta escondida.-

-Algo así he concluido durante las sesiones que hemos tenido en mi consultorio. Tiene rasgos de puta, pero reprimida, por lo cual la violación era la verdadera solución para ella.-

-¿Cree que se resistirá a chuparla?-

-No se lo puedo garantizar. Nunca surgió, durante el tratamiento, el tema de sexo oral, pero como creo que lleva la puta adentro, creo que lo hará sin oponerse.-

-Y si se opone, yo tengo mis métodos para que obedezca. Unos buenos azotes en el culo, retorcerle los pezones con una pinza o unas descargas eléctricas en la concha, convence a cualquier rebelde a obedecer.-

-No creo que sea necesario tanto.-

Poco después Carina era colocada en un cepo con su boca a media altura, justo para mamar una verga. Sus brazos atados en la espalda la obligaría a "trabajar" solamente con la boca. Cuando Plinio se bajó los pantalones y se acercó a la cara de Carina, ésta comprendió la pretensión de hombre.

-Ahora me harás una buena mamada. Tengo trabajo con Cintia y quiero estar en forma para castigarla adecuadamente. Me la chuparás y pasarás la lengua con delicadeza.-

-¡Es un asco chupar una verga!-

Plinio estaba preparado para una respuesta similar. Tomó ambos pezones entre sus dedos y comenzó a apretarlos y retorcerlos. Carina nuevamente comprendió que no podría defenderse y debería tragarse la polla, caso contrario la castigaría hasta que aceptara.-

-Se la chupo, se la chupo, se la chupo, pero suélteme las tetas. Me duele lo que me está haciendo-

-Entonces me dirás.: "Señor Plinio, tenga la bondad de permitirme chupar su polla"-

Carina comenzó a balbucear las palabras

-Señor… Plinio, tenga la… bondad de permitirme…. Chupar su…polla.-

Acercó la polla nuevamente mientras Carina abría la boca. La chupó como nunca imaginó que podría hacerlo. El hombre descargó una pequeña cantidad de semen sobre la lengua. La joven no sabía qué hacer con la leche pero imaginó que sería mejor tragarla. Hizo un esfuerzo y todo el líquido pasó por su garganta.

De manera similar debió hacerlo con el sicólogo. Luego de media hora fue liberada del cepo.

-¿Quieres quedarte aquí, alojada en una celda o prefieres volver todas las semanas? Eres una puta y quizás puedas trabajar en la calle. No abundan putas buenas ahora.-

-No soy una puta. Volveré en una semana. Me portaré bien, no quiero que me pegue, solamente que me cojan de la manera que gusten.-

Bien, puedes irte.-

-Pero no tengo ropa. Mi sicólogo me trajo desnuda.-

-No estaría mal que volvieras a tu casa desnuda. Así todos sabrían lo que eres.-

-Por favor, no me eche desnuda a la calle.-

-Hagamos una cosa. Yo te he traído desnuda en el maletero. Te llevaré a tu casa en el maletero y tendrás que bajar y entrar en tu casa. Apenas estarás desnuda a la vista de la gente unos segundos. Es lo único que puedo ofrecerte.-

Nuevamente Carina quedó a merced de ellos. Aceptó.

Plinio, quería proponerte algo. Yo llevaré a esta puta a su casa, pero estoy pensando en mudar mi consultorio a esta casa. Así tendremos a las pacientes más cerca y podremos gozar de ellas sin necesidad de transportarlas. ¿Qué te parece?-

-Es una muy buena idea. Será una fuente de satisfacciones para ambos y solucionaremos el problema de muchas mujeres que están necesitando diversas maneras de sometimiento. Múdate cuando quieras. Ahora me voy a torturar a Cintia.-

FIN

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