La Azafata
Rápido ascenso en los ingresos de una azafata muy particular de una línea aérea muy particular
Mariana Malone se presentó como postulante para auxiliar de
abordo en la línea aérea Pilotos Inseguros, Juveniles y Ambiciosos (PIJA). Había
recién cumplido los 18 años y hablaba muy bien, aparte del castellano, su lengua
natal, el francés y el inglés. Era una morocha de 1 metro setenta y cuatro
centímetros, 59 Kg, (93 64 - 100). Realmente de excelente figura. Por sus
condiciones, presencia y trato resultó seleccionada para el puesto. Por ser un a
línea aérea de poco movimiento, que hacía el recorrido Buenos Aires Dakar
París Estocolmo y regreso, la tripulación debía permanecer en París dos días y
medio.
En sus primeros viajes, se dedicó a recorrer Paris en sus tiempos libres, pero
luego de seis meses, ya le resultaba un poco aburrido, por lo cual era un
destino que todos los que podían, lo evitaban o pedían su pase a otra ruta. En
uno de los viajes, viendo al Capitán de la aeronave Gustavo Maderna, algo
deprimido, le preguntó qué le pasaba.
-Resulta que hace dos semanas me separé de mi mujer y creo que me falta algo.-
-Te propongo que vayamos al hotel y platiquemos un rato en el bar. Mañana será
otro día un poco aburrido pero podremos descansar. Quizás así se te pase la
depresión.- le dijo Mariana.
Fueron al bar y pidieron dos copas.
-Dime, ¿qué es lo que sientes?. ¿Por qué esa depresión?-
-Ya te lo he dicho. Me separé de mi mujer y me falta algo.-
-¿Estás caliente? Me han dicho que les suele ocurrir a los hombres cuando se separan. Les falta sexo.-
-No lo sé. Me falta algo.-
-Creo que sé lo te falta. Ven a mi habitación que seguramente lo encontrarás
entre mis piernas!-
-¿Que me dices Mariana? Eres una pendeja y yo tengo cuarenta.-
-¿Es que no la tienes en condiciones de uso? No me quieras engañar Gustavo. Lo
que tienes es una necesidad de vaciar tu leche. Ven a mi habitación.-
-Debo decirte que me sorprendes. Siempre es agradable cogerse a una mujer joven pero no pensaba hacerlo contigo. Somos compañeros de trabajo y eres muy joven. Seguramente quieres coger con alguien más joven.-
-Tú no te preocupes. Si te ofrezco sexo es porque yo también tengo ganas de tener una polla en mi interior. ¿Crees que pertenezco a una Sociedad de Beneficencia?-
-Bien vamos a tu habitación. Ya se me eatá ponien do dura con
sólo pensar en acariciar tus pezones.-
Llegaron a la habitación y luego de cerrar la puerta comenzaron a acariciarse
apasionadamente mientras Gustavo iba desnudando a Mariana y descubriendo su
hermosa figura. Unos besos en los pezones, el ombligo y finalmente en la vulva
calentaron a ambos de tal manera que cuando muy poco después Mariana era
penetrada por Gustavo, la vagina de la joven estaba completamente lubricada.
Ambos acariciaban sus cuerpos con verdadero entusiasmo.
Terminada la actividad sexual, Gustavo se sentía mejor, pero todavía podía
sentirse mucho mejor.
Luego de un pequeño descanso volvieron a los juegos eróticos que incluían
caricias y besos en el clítoris por parte de Gustavo y besos y lamidas del pene
por parte de Mariana. Una nueva erección de Gustavo y un ligero temblor en la
vagina de Marina. Otro polvo les trajo calma para ambos.
-¿Ves que tenías alta presión de leche?. Menos mal que PIJA tiene este
itinerario así y hemos podido disfrutar.-
Los cinco viajes sucesivos con paradas en París ya no eran tan aburridos. Ambos
tenían en qué entretenerse. Luego de unas copas en el bar del hotel iban a la
habitación en la cual los juegos sexuales se prolongaban hasta entrada la
madrugada ya que tenían el siguiente día libre y podían dormir hasta tarde.
Mariana nunca había practicado el sexo tan libremente y tan a gusto como ahora.
Tomó conciencia que era una actividad que no solamente calmaba su calentura sino
que realmente la hacía disfrutar mucho.
Había probado con Gustavo el sexo oral. Incluso hasta había
tragado un poquito de su semen. Decididamente era una experiencia nueva que la
excitaba con sólo recordarla cuando estaba a bordo.
Ensayaron todas las posiciones posibles, ya fuera en la cama, parados o en la
bañera. Cuando embarcaban en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, la ansiedad
de Mariana para llegar a Paris crecía con el tiempo de vuelo. Estaba convencida
que recibir la polla de Gustavo era lo único que justificaba tan largo viaje.
Adicionalmente habían hecho un arreglo con el dueño del hotel. Le cobraban a
ambos tripulantes el equivalente a una habitación y media mientras que PIJA
pagaba dos habitaciones. La diferencia era para los tripulantes. El Capitán del
Boeing 757 tenía el beneficio de unos euros adicionales y ahorraba el gasto en
putas.
Mariana era verdaderamente la compañera ideal. Poco compromiso y una vagina bien predispuesta en París, además de la envidia que despertaba en los mirones y sus compañeros de ruta. Los otros tripulantes de ese y otros aviones hubieran querido estar en los zapatos de Gustavo. Las fantasías sobre el cuerpo de Mariana aumentaban y la curiosidad de todos también pero ante la infinidad de preguntas al respecto, Gustavo siempre respondía. "Muchachos, no molesten. Son cosas sin importancia "
Las cosas siguieron así un par de meses hasta que la misma Mariana le pidió a Gustavo que probaran algo nuevo.
-Qué quieres de nuevo? Hemos probado todas las posiciones.-
-Es cierpo pero hasta ahora no me has hecho el culo.-
-¿Quieres probar a que te la meta por atrás?-
-Sí. Quiero que me cojas por el culo. Parece que es una experiencia nueva. ¿Tú lo has hecho?-
-Nunca. Creo que te va a doler. Te veo un culito virgen, con un agujero tan chiquito que pensar en meterte la polla por allí será difícil.-
-Será cuestión de probar. Compré esta crema lubricante y quiero saber qué se siente cuando te la clavan por el culo.-
-Como tú quieras. Será un gusto desvirgarte por allí. Si te duele, me avisas y la saco.-
-Quiero que me la metas aunque me duela. La primera vez dolerá pero luego no. Lubrícame bien la entrada y lo intentamos.-
Gustavo, luego de poner crema en la entrada, comenzó a introducir el dedo índice.
-El dedo entra bien y me produce una sensación un tanto extraña. Prueba en meter el dedo pulgar.-
Así lo hizo Gustavo mientras acariciaba los pezones de Mariana, que movía su cuerpo con claros signos de que su excitación aumentaba.
Poco después la polla se Gustavo se adentraba en el estrecho agujero de Mariana mientras ella se mordía los labios para no pedir que detuviera la penetración. Le dolía bastante pero quería conocer el sexo anal. Gustavo se corrió en las entrañas de Mariana. Poco después y gracias a la habilidad de los dedos del Capitán sobre los labios vaginales, también le proporciona a Mariana una buena corrida.
La azafata había tenido su primera experiencia de sexo anal.
Le había resultado placentera en cuanto al acto en sí aunque su ano había
quedado dolorido. Pensaba que lo repetiría algunas veces más hasta estar segura
si era una práctica sexual a incorporar o no.
Sin embargo las cosas buenas no duraron mucho para Gustavo, que fue destinado
muy poco después a los vuelos a Los Ángeles, por lo cual se acabaron esas noches
con Mariana. Buscó entre las nuevas auxiliares quién podía reemplazarla, pero
Mariana había una sola, Algunas de ellas demás eran unas calentonas a las que
les gustaba coger con el Capitán de la aeronave, pero estaban lejos de tener la
figura y las habilidades de Mariana había finalmente desarrollado.
Por su parte Mariana volvió a su aburrimiento en París. Cada parada en ese lugar
eran sesenta horas casi interminables. Entonces decidió buscar un trabajo en
París que tuviese cierta flexibilidad. Por ese motivo, luego de buscar en los
avisos clasificados del diario local, se fue a ver a Adrián Bergali, un italiano
que regenteaba una casa de putas, llamada "La Raja Abierta".
-Soy Mariana Malone, azafata de PIJA y tengo una entrevista con Adrián Bergali.-
-Sí, yo soy Adrián.-
-Bien, como dije soy azafata de PIJA y nuestra escala en París es de sesenta
horas. Quiero trabajar en su establecimiento.-
-Parece que estás muy decidida. ¿Qué experiencia tienes para este trabajo? No es
frecuente que una azafata quiera trabajar en sus horas libres de prostituta
aunque este casa es muy discreta y los clientes son bastante refinados.-
-No tengo experiencia ninguna. Nunca lo he hecho, pero creo que puede ser de
interés para muchos clientes. Creo tener buena figura, me gusta coger y me
esfuerzo con cada polvo. No lo haré por rutina. -
-Sí, es posible. A ver, veamos tu cuerpo. Desnúdate por favor. Eres joven y las
carnes las debes tener firmes pero quiero verte "al natural".-
Mariana se comenzó a sacar la ropa. Iban apareciendo formas que cada vez
entusiasmaban más a Adrián. Una vez totalmente desnuda dio varias vueltas,
separó las piernas y acercó las tetas a las manos de Adrián para que apreciara
la firmeza de las mismas.
-Tienes buen cuerpo. Como cuota de ingreso debo probar a las putas que quieran
trabajar para mí. Ve a la habitación 103 que quiero cogerte. Creo que podremos
vender tus servicios a buen precio, en especial para hoteles cinco estrellas.
¿Qué te parece 100 euros la hora, con un mínimo de dos horas por cliente?- Yo,
por supuesto, cobraré más por tu hora, pero esos podrían ser tus honorarios
profesionales.-
-Está bien. Acepto. La recibo por la vagina y en la boca, pero no en el culo. He
tenido alguna experiencia de sexo anal pero no quiero comprometerme a satisfacer
a cualquiera con mi culo. Puedo demostrarle en la habitación mis habilidades
amatorias. Estoy segura que cubrirá sus expectativas. En cuanto a la operatoria,
yo estaré en el hotel y Ud me llama cuando me requiere algún cliente, ¿o
prefiere que esté aquí?-
-Mejor es que estés aquí. Luego de probar "tus habilidades amatorias" como las
llamas, te quedas y vamos a observar si algún cliente de los que suelen venir te
elige. ¿Tienes tiempo para probar hoy mismo?-
-Sí, por supuesto. Tengo tiempo.-
Mariana se dirigió a la habitación indicada. Poco después Adrián llegaba y
mientras se quitaba la ropa no dejaba de admirar el juvenil cuerpo de Mariana.
Estuvo largo rato acariciándoles las tetas. Los pezones se habían agrandado y
endurecido notablemente. Adrián, conocedor de cientos de putas, no dejaba de
admirar a esta jovencita que ya estaba integrando el plantel de su prostíbulo.
Vendería la hora de Mariana a muy buen precio, mayor que el pensado
originalmente
Adrián estuvo en la habitación mucho más tiempo que el que generalmente dedicada
a las putas que se cogía. Cuando había vaciado completamente su producción de
leche en la vagina y la boca de Mariana, se vistieron y bajaron a la recepción.
-Adrián, ¿Dónde espero a los clientes?- Preguntó Mariana.
-Aquí, en la recepción. Allí tienes los diarios y algunos libros para leer. Tu
actitud será la una joven que espera, por ejemplo un turno en el consultorio
médico, un poco distraída por insinuante, con las otras jóvenes que están aquí.
Si alguien prefiere ussar tus servicios, lo acompañas a las habitaciones y haces
tu trabajo.-
Apenas habían pasado quince minutos cuando un señor pasó directamente al
despacho de Adrián y poco después éste salió y dirigiéndose a Mariana le dijo:
-El señor tiene interés en que le muestres las habitaciones con detalle.
Demorará dos horas en observarlas.-
Mariana y el señor curioso de las habitaciones partieron para el primer piso.
-Me gusta el sexo medio grosero, así es que te voy a tratar como una puta que
sos.- Sácate la ropa y muéstrame el culo.- Ordenó el cliente.
Mariana, a pesar de su cuidada educación, decidió ponerse a la altura de su
cliente. Se desnudó con rapidez y le puso el culo a diez centímetros de la cara
del cliente.
-Así de cerca te gusta. O preferís que te ponga la concha en la boca para que me
la chupes como un perro hambriento.-
El cliente no esperaba esta respuesta. Esta cerda era capaz de ser más grosera
que él. Eso no era frecuente cuando se iba a un burdel de categoría y uno
pretendía cogerse a una puta joven y buena como ésta. Era la primera vez que le
ocurría.
Continuó tratándola de la peor manera, mientras que Mariana respondía con
habilidad, también groseramente, mientras se chupaban sus partes pudendas. A
pesar que Mariana había satisfecho sus necesidades sexuales hacía muy poco, se
descubrió a sí misma que podía hacerlo con ganas poco después. Comenzó a creer
que este sería un trabajo que aparte de alejarla del aburrimiento de estar
tantas horas en París le proporcionaría verdadero placer. Se preguntaba si su
verdadera vocación no era trabajar en un burdel. ¡Habría nacido para ser puta?
Quién sabe, quizás sí.
Las dos horas pasaron volando entre polvos, caricias, chupadas, semen saliéndose
de la vagina y groserías verbales. El cliente quedó muy satisfecho, evidenciado
porque le dejó 50 euros de propina, mientras que al despedirse le pidió que le
entregara su bombacha como recuerdo. Mariana accedió.
-Debo confesarte que hacía mucho tiempo que no me encontraba una puta como tú.
Me he cogido modelos, actrices de televisión y hasta universitarias recibidas,
pero con ninguna la pasé tan bien. Eres una puta excepcional. Espero encontrarte
aquí otra vez que venga para metértela por el culo.-
-Por el culo, no.-
-¿Por qué por el culo no?. Todas las putas lo hacen. ¿Qué tienes de especial
para no quererla recibir por el culo?.-
-Pues no quiero recibirla por el culo. Si no, pides otra de las chicas de este
lugar, pero a mí, por el culo no.-
-Eres una ramera un poco rebelde pero me gustas. Es posible que te elija otra
vez pero creo que tendré que ser un poco rudo contigo para poder metértela por
el culo, como quiero.-
-Me eliges todas las veces que quieras. Tendrás mi concha y mi boca, pero el
agujero del culo no se toca. No insitas.-
Antes de retirarse del establecimiento, pasó por la oficina de Adrián para
felicitarlo por la excelente dama de compañía que le había facilitado.
Mariana tuvo poco descanso. No había pasado media hora cuando le indicaron que
otro cliente quería visitar las habitaciones. Se desnudó. Ahora estaba sin
bombacha, mostrando unas tetitas muy firmes y una entrepierna que parecía ser
muy acogedora (y cogedora), por lo que el cliente se calentó de inmediato y no
dejó parte sin acariciarle y besarle. Esos pezones, duros y rojos, invitaban a
mordisquearlos, mientras pasaba sus manos por el culo y los labios vaginales. Se
echó dos polvos casi seguidos. También se fue satisfecho.
Esa tarde Mariana se llevó los 400 euros de honorarios más los cincuenta de
propina. No estaba nada mal para comenzar. Poco rato después atendía a los
pasajeros a bordo del Boeing 757 de PIJA, con una sonrisa pocas veces vista en
ella. Se preguntaba ¿podría hacer negocios también a bordo del avión? Habría que
investigar el mercado. Siempre había ejecutivos que viajaban solos y suponía que
no les disgustaría nada poder cogerse a una azafata. Durante la noche había poco
trabajo y si bien los baños no eran muy confortables, para un polvo rápido
alcanzaba. Debía meditar cómo ofrecer sus servicios a los pasajeros.
No tenía noticias de que otras azafatas hicieran este servicio y tenía alguna duda que eso fuera aceptado por la compañía aérea. Decidió preguntárselo a la comisario de abordo.
-Dime,¿Qué pasa si tengo relaciones con algún pasjero?-
-Mientras seas discreta, nada. Yo no tengo por qué enterarme qué haces luego de atender a los pasajeros, pero debes ser discreta. No quiero ninguna queja.-
-No te preocupes. Lo haré de manera disimulada.-
Justamente en uno de los viajes, un mes después de su debut en "la Raja
Abierta", que había muy pocos pasajeros en ese vuelo y al servir a uno de los
caballeros de la Clase ejecutiva, éste le comentó que tenía un hermoso cuerpo y
que sería una delicia verla sin ropas.
-Si quieres luego que se apaguen las luces de cabina nos encontramos en el
toilete y allí me desnudo para ti y podrás apreciar mi cuerpo.-
-¿En serio me lo dices? ¿Eres capaz de hacerlo en el baño del avión?-
-Sí, por supuesto. No recibo tarjetas de crédito, sólo efectivo. Vista y tocada,
100 euros, con penetración, 150. Chupada 50 euros extras. No ofrezco mi culo
para ser penetrado.-
-De acuerdo, quiero con penetración y felación. Cuando se apaguen las luces voy
al baño del fondo de la cabina.-
Media hora después y luego de recoger las bandejas de la cena, se apagaron las
luces. El señor se dirigió a la parte trasera del avión y ambos entraron en el
pequeño cubículo. Félix, tal era el nombre del viajero, comenzó a acariciar su
cuerpo, levantarle la pollera y acariciarle el culo, Luego le quitó la camisa,
el corpiño. Poco a poco fue desnudándola dejándole como única prenda unas medias
y los zapatos.
Félix recorría su cuerpo una y otra vez con sus manos, que eran muy suaves,
acariciando las intimidades de la azafata. Sus turgentes pezones fueron
acariciados y pellizcados, mordidos y chupados. También los labios de la vulva
eran objeto de las atenciones del viajero. A pesar de la incomodidad del lugar
por las reducidas dimensiones y que debían permanecer parados, Mariana ya estaba
húmeda deseando ser penetrada, cosa que ocurrió poco después.
Antes de ofrecer su vagina, se arrodilló y con su lengua y labios acariciaba la polla de Félix que parecía iba a explotar. Fue una larga felatio que ambos disfrutaron. Mariana se estaba convirtiendo en una aficionada a las mamadas y diferentes pollas visitaban con frecuencia su boca. Poco después se incorporó y abriendo sus piernas separó, con los dedos, los labios vaginales para darle paso a la polla del pasajero.
Como había algunas turbulencias en vuelo, luego de clavarla
agarró el culo de Mariana para poder acompasar los movimientos. Muy poco después
Félix descargaba su semen en la vagina de Mariana mientras que ella se
estremecía con un fuerte orgasmo que coincidió con los movimientos del avión.
Usando las toallitas descartables del lavabo se higienizaron y Félix ayudó a
vestir y acomodar las prendas de la azafata y hacerle una última tocadita en la
raja y el culo.
-Esta era una fantasía que siempre quise cumplir. Clavarme una azafata en pleno
vuelo. Te diré que los 150 que te doy te lo has ganado en buena ley. Fue un
polvo fantástico.-
Terminaron de vestirse y Félix le dio un prolongado beso mientras le masajeaba
por última vez las tetas. Salieron del baño y cada uno a su lugar. Esta había
sido la primera vez de Mariana a bordo. Cuando las dos compañeras preguntaron
intrigadas qué había pasado y ella les contó lo ocurrido. Ambas debieron
dirigirse a distintos baños para hacerse una pajita. ¡Cómo envidiaban a
Mariana!¡Encima del polvazo se había ganado 150 euros!
En su paso por París nunca tuvo menos de dos clientes. En una ocasión, era entre
Navidad y Año Nuevo, en las sesenta horas que pasó en tierra ocupó unas treinta
desnuda entre los brazos y las piernas de clientes. Tres mil euros más
doscientos de propinas eran mucha plata. Pensó si no era mejor instalarse en
París definitivamente y dejar su trabajo de azafata, aunque habían sido tres
jornadas agotadoras. Once penes diferentes la habían inundado de semen.
Tomar la decisión le llevó algo más de dos meses. Mientras tanto tuvo algunas
otras aventuras a bordo, similares a la relatada con Félix, aunque alguna fue en
los asientos de primera que se convertían en verdaderas camas. Las necesidades
sexuales de la joven iban en aumento. Si pasaba mucho tiempo sin coger, se ponía
muy tensa y ni siquiera se calmaba con una pajita o vibrador.
En uno de los viajes Mariana observaba a un joven, de su misma edad, con mucha
insistencia. Realmente le gustaba y ella estaba bastante caliente. En un momento
el joven se acercó, susurrándole al oído: -Quisiera darte un beso. Eres la
azafata más linda que he conocido.-
-¿Sólo un beso? ¿No quisieras otra cosa?-
-Por supuesto que sí, pero ¿Cómo lo hacemos?-
Mariana estaba dispuesta a hacerlo gratuitamente. El joven le gustaba y tenía
mucha necesidad de coger.
-Vamos al baño que nadie nos molestará.-
Entraron ambos al toilette. El joven comenzó a quitarle la ropa a Mariana
mientras la acariciaba. Por su parte la muchacha comenzó a aflojar el pantalón
del viajero. Un pene duro, erguido, asomó entre la ropa interior. Mariana de
inmediato se arrodilló y comenzó a succionarlo con verdadera pasión. Se paró
separando las piernas para la introducción. El viajero estaba sorprendido de la
buena atención y amabilidad del personal de esta línea aérea. Estuvieron largo
rato disfrutando del polvazo pero si bien Mariana sintió las convulsiones
propias del climax, no llegaron al orgasmo.
-Quiero que acabes en mi boca. Tu semen me sabe muy bien. Quiero tragármelo
todo.-
-Pero ¿Y tú? ¿No vas a correrte?.-
-Luego me metes los dedos en la concha y me haces acabar otra vez. Yo ya tuve
uno pero no te diste cuenta. Ahora quiero recibirla en la boca.-
Se arrodilló nuevamente y se introdujo el miembro profundamente en su boca.
Acariciaba con su lengua toda la glande mientras rodeaba con sus labios la móvil
piel del pene. Poco después un fuerte chorro inundó su boca, que tragaba de a
poco saboreando el gelatinoso producto. Luego condujo la mano del viajero a su
concha, que luego de acariciarle el clítoris introdujo el dedo pulgar en la
vagina. No había concluido la penetración manual cuando sintió las contracciones
sobre su dedo. Mariana se estaba corriendo otra vez.
Continuaron acariciándose y besando por unos minutos. Luego comenzaron a
vestirse. Ambos estaban radiantes de alegría.
-Dime, ¿siempre coges con los pasajeros?-
-No siempre. Regularmente cobro por estos servicios, pero hoy tenía ganas de
coger y me resultaste simpático, por eso lo hice gratis. Te venía observando
desde que nos embarcamos. No me equivoqué. Tienes una buena polla y tu semen
sabe muy bien.-
-Supongo entonces que no te ofenderás si te ofrezco alguna recompensa.-
-No, no quiero ninguna otra recompensa que haber saboreado tu leche. Tampoco
quiero saber tu nombre. Ambos quedamos satisfechos. Vuelve a tu asiento.-
Son las cosas que a veces ocurren. Cuando uno menos se lo espera, saca un pasaje
aéreo y tiene con premio extra. A vecer es pasar de Turista a Ejecutiva, otras
es cogerse a la azafata.
Luego de un período, muy pocas veces iba personalmente al
prostíbulo ya que le indicaban a qué hotel debía dirigirse. Lo hacía sólo cuando
estaba por regresar para cobrar sus honorarios. En uno de los viajes decidió
tomarse un rato libre para volver a ver y conversar con Adrián Malone.
-Adrián, me conoces cómo trabajo y que los clientes me requieren con
frecuencia.-
-Así es. Debo reconocer que eres la ramera que más trabaja aquí a pesar del poco
tiempo que estás en París. No quiero pensar la ocupación que tendrías si te
quedaras para trabajar full-time. A propósito, en tu próximo viaje quiero probar
nuevamente tus habilidades amatorias. Tengo ganas de cogerme nuevamente a una de
mis putas. ¿Sigues sin querer que te la metan por atrás?-
-Sí, por el culo no quiero. Respecto de "cogerte a una de tus putas ", ahora no
tengo mucho tiempo porque debo presentarme en el aeropuerto, pero no quiero que
digas unas de tus putas. Respétame un poco más. No soy una puta cualquiera. La
próxima vez que venga a París, podremos pasar un rato en la cama. Pero vine
porque quería hablarte, justamente del comentario que me has hecho. Estoy
pensando en renunciar a PIJA para dedicarme de lleno a esta fascinante profesión
de ramera. ¿Cuál es tu opinión?-
-Mi opinión será interesada porque si trabajas más, gano más, que es lo que más
me importa. Ahora tienes 18 años y clientes en abundancia. Los clientes buscan y
gozan de putas muy jóvenes en especial si tienen tu educación y tu figura.
Cuando tengas 25 y ya te conozcan, tengas la concha más grande que el túnel a
Londres, los clientes van a comenzar a elegir otra puta más joven o, por lo
menos, no serán tan abundantes como ahora. Pero si quieres, quédate que haremos
buenos negocios. ¿Estás dispuesta a que te alquile por unos días a algún
viajero? Ellos requieren mujeres que sepan comportarse como verdaderas damas y
tú puedes hacerlo. De esa manera te puedes preparar para más adelante, cuando
los tiempos no sean tan buenos o las tetas comiencen a caerse.-
-Sí, será una experiencia interesante estar a disposición de algún ejecutivo por
unos días y será entretenido pero un poco más descansado. No me van a tener diez
horas con las piernas abiertas recibiendo penes distintos. En ese caso, ¿Cuánto
se cobra?-
-Digamos que unos 1.000 euros por día.-
-Bien Adrián, ahora debo partir para Buenos Aires pero a mi regreso me quedaré
aquí. Voy a renunciar a PIJA para tener las otras pijas. Me compraré algo de
ropa apropiada y alquilaré un cuarto en algún lado para dormir.-
Se despidieron. Apenas Mariana llegó en el siguiente viaje, se dirigió a la
oficina local de PIJA, presentó la renuncia, buscó alojamiento en el Barrio
Latino y se compró algunas prendas interiores sugerentes y muy fáciles de
desabrochar. Llevaría siempre algunas bombachas de repuesto ya que en varias
ocasiones se la habían pedido para tenerlas de recuerdo. Y había tenedo que
regresar al aeropuerto desnuda debajo de la falda. El paso siguiente fue ir al
Banque Paribas para abrir una cuenta de inversiones. Pensaba que gran parte del
dinero que acumulara lo iba a invertir para el futuro.
Al día siguiente volvió a ver a Adrián para ultimar los detalles de su
incorporación a tiempo completo en "La Raja Abierta" y cumplir con el deseo de
probar las habilidades amatorias. Luego de conversar con Adrián, se dirigieron a
una de las habitaciones. Allí estuvieron casi tres horas. Mariana se sorprendió
de las "habilidades amatorias" que Adrián desplegó, para ella desconocidas hasta
el momento en este hombre.
-Mariana, eres una puta excepcional. No sabes cuánto te estimo. Mira que conozco
de rameras pero nunca me encontré una como tú. Haremos buenos negocios. De tanto
en tanto me cederás tu cuerpo para que lo goce.-
-Te debo muchos favores Adrián y abrirme de piernas contigo será siempre
divertido.-
Mariana se convirtió en la más requerida de las pupilas del prostíbulo.
Trabajaba sin descanso. Pasaba más horas del día desnuda que vestida. Una cosa
que no podían requerirle sus clientes era cogérsela por el culo. No permitía la
penetración de su trasero bajo ninguna circunstancia. Chuparla y que se la
metieran por la vagina, todas las veces que quisieran, sin restricciones, pero
por el culo, no. En ese aspecto mantenía firme su convicción desde el primer
día.
Al cabo de un año, su cuenta en el Paribas era de 75.000 euros, cifra nada
despreciable. Habían pasado por su cuerpo sudamericanos, norteamericanos, muchos
escandinavos, gran cantidad de ejecutivos ingleses. Su dominio del idioma, sobre
todo en el lenguaje que puede usar una puta pero con un inmejorable acento,
entusiasmaba a los personajes del otro lado del Canal. Por suerte había hecho su
escuela elemental y la superior en una de habla inglesa. Ahora estaba
aprovechando los conocimientos recibidos.
Varias veces debió complacer a un personaje que parecía salido de una obra de
Dickens. Era un hombre de unos cuarenta años, muy formal en su manera de vestir
y en sus modales. Le gustaba que la puta con la que se acostaba hablara
correctamente inglés, cosa que Mariana cubría a la perfección.
Él mismo tenía
acento de Oxford, claro indicio que había pasado por sus claustros.
Alguno se preguntará: ¿Para qué quiere que hable una puta.? Lo único que
necesita es abrir los labios de la concha, no de la boca. Es cierto, pero en
todo esto la fantasía y los gustos son los que mandan. Le gustaba hacerlo con
una mujer culta, de amplios conocimientos generales y no era fácil conseguirlo
en una puta. Pero volvamos a la historia del inglés.
Llegaban a la habitación del hotel elegido para pasar la noche y muy
recatadamente se retiraba al baño para ducharse y ponerse una bata. Nunca se
había desnudado delante de Mariana y tampoco le agradaba que Mariana se
desnudara delante de él, pero una vez metidos los dos en la cama, parece que el
inglés abandonaba su doctoral postura y formalismo y daba rienda suelta a sus
fantasías, que siempre se reducían a caricias y penetración en la vagina
mientras le decía en voz baja. Puta, te voy a azotar, violar y castigar para
luego venderte como esclava. o expresiones tales como: -Mereces que te torture
antes de violarte y encerrarte encadenada para siempre en la prisión de mi
castillo, o Luego de torturarte te haré colgar desnuda de los tobillos en una
plaza.-Vaya uno a saber qué pasaba por la cabeza del inglés. Nunca siquiera
insinuó que Mariana le chupara el pene ni él le acariciaba mucho las tetas o el
culo. Todo estaba dirigido a la tersa y depilada concha de la ex azafata.
Pero era un inglés de imaginación. Si bien no contaba nada de su vida personal,
siempre, luego de los dos polvazos que se echaba, comenzaba a hablar y contar
historias que mezclaban la realidad con la fantasía. Parece que era un gran
lector de novelas épicas y en el torbellino que se armaba en su cabeza salían
estas cosas que contaba, aparte de los susurros eróticos que pronunciaba
mientras se la cogía. Ella misma no sabía cómo lo hacía pero las dos o tres
horas que estaban juntos pasaban muy rápido para Mariana. Otras veces, luego del
par de buenos polvazos y mientras descansaban, gustaba platicar sobre sus
experiencias en la Polinesia, lugar que había visitado reiteradamente. Como se
ha dicho, era todo un personaje que no pasaba inadvertido. No exigía nada fuera
de lo común, sólo penetración por vagina, y siempre dejaba algún dinerillo extra
para alegría de la joven.
Otro cliente asiduo, que llegaba todos los días 5 de cada mes y se retiraba el
día 8, era un griego de mucho dinero que tenía negocios en París. El trato era
que Mariana lo buscara en el Aeropuerto Charles De Gaulle el día 5 en el vuelo
837 de Air France que llegaba a las 9:45. De allí se dirigían al hotel donde
ingresaban como Monsieur y Madame Papadópulus. Luego de un polvo rápido el
griego se dirigía a sus tareas para regresar a las cinco de la tarde. Se metían
de inmediato en la cama.
Fidias (ese era su nombre de pila) era un entusiasta de las chupadas que daba y
recibía. Las tetas de Mariana eras cuidadosamente lamidas y besadas lo mismo que
su ombligo y su vulva. Por su parte Mariana devolvía los besos en toda la cabeza
calva del griego y por supuesto en su pene y las bolas, cosa que lo excitaba
mucho. Ella gozaba también acariciar con su lengua la glande de Fidias que en
ocasiones no podía contener el orgasmo, acabando en la boca de la joven que
saboreaba como el máximo elixir.
En algunas oportunidades Fidias, de tanto chupar la concha de Mariana también la
hacía llegar al orgasmo, cosa que no impedía que poco después, al ser penetrada
por el griego, lograra otro orgasmo. Así se la pasaban en la cama, gozando del
sexo hasta las 8, hora en la cual salían a cenar, hasta las diez.
Regresaban al hotel y otra vez algún juego sexual (Mariana debía dormir
completamente desnuda y a veces con el dedo pulgar del hombre en su vagina) y
luego a descansar para el día siguiente. Monsieur Fidias se levantaba temprano,
una ducha, Mariana tomaba su primer desayuno succionando el miembro de
Papadópulus, antes de que éste saliera para su oficina. El regreso y los pasos
siguientes eran similares a los del día cinco y así era el día siete.
El día 8 del mes comenzaba con un desayuno sexual. Primero una buena mamada,
luego un desayuno continental, seguido de cogidas y caricias hasta las 11 de la
mañana, hora que Papadópulus salía para el aeropuerto, quedando de acuerdo en su
próximo regreso. Para la joven eran algo más de tres días de sexo intenso que la
llenaban de satisfacción (y leche y dinero).
Mariana ingresaba los 3.000 euros en efectivo, más algún regalito que todos los
meses Papadópulus le traía. Podía ser un anillo de oro con un rubí, una cadena
con un camafeo, una pulsera de oro de buena ley. Mariana estaba en la gloria.
Ser tratada como una dama, cobrar 3.000 por tres días más los regalos, era algo
nada despreciable.
En uno de los viajes Fidias le comunicó a Mariana que tenía un trabajo muy
difícil para ella pero que sería recompensada adecuadamente. El Gerente General
de una importante compañía creía que Mariana era la esposa de Fidias y estaba
dispuesto a cerrar un trato de varios millones de Euros. Fidias presentía que
este señor quería pasar una noche con ella y si bien no había comentado nada al
respecto, su perspicacia le indicaba que esto facilitaría las cosas.
Era evidente que ese no era un sacrificio extra para Mariana, acostumbrada a que
por su vagina pasaran tantos penes diferentes, pero no era cosa de desaprovechar
la ocasión para lograr un beneficio extra.
-Está bien Fidias, lo hago por ti y por tus negocios, pero ¿cuánto dinero
reportará para mí ese sacrificio?-
-Te parece bien quince mil. Eso sí, deberás ser muy complaciente con él y te
daré la mitad cuando lo hagas y la otra mitad si lo dejas conforme como para
firmar el contrato.-
-De acuerdo. Estoy dispuesta. Lo que no quiero es que me la meta por el culo. Ya
sabes que no me gusta. Puedes pedirme lo que quieras que haga pero por el culo
no.-
-Supongo que no habrá problema si puede penetrarte por tus otros dos agujeros y
le haces una buena mamada o dejas que derrame su leche en tu rostro. Me parece
que le gusta hacer cosas de ese tipo. Hace poco me contó que se reunieron cuatro
con una puta y no sólo se la metieron por el culo y acabaron en su rostro sino
que le llenaron de semen la nariz, mientras otro acababa en el cabello. Como
verás le gusta jugar sucio.-
-Lamento decirte que si quiere algo así, yo no me presto a ningún precio. Desde
ya mi culo debe quedar virgen.-
-No te preocupes. Eso se lo hicieron a una puta. No se atrevería a hacérselo a
una señora respetable como tú, "esposa" de Fidias. Quizás sólo disfrute con
meterme los cuernos.-
Esa noche salieron a cenar los tres. El gerente se le insinuó varias veces a
Mariana y acarició sus piernas por debajo de la mesa. Por supuesto Mariana sólo
intercambió miradas cómplices con el distinguido caballero. En un momento que
Fidias, premeditadamente, se levantó de la mesa, Maurice (el gerente), mantuvo
el siguiente diálogo con Mariana:
-Realmente me gustas mucho. Quiero acostarme contigo. Besarte esos pezones que
imagino debajo de tu vestido, acariciar tus intimidades y hacerte gritar de
placer cuando te haga mía.-
-A mí me gustaría también acostarme contigo. Es la primera vez que lo haría con
otro hombre que no sea Fidias, pero esta aventura me excita. Imagino un pene
enorme que se abre paso en mi interior. ¿Que te parece si le digo a Fidias que
me llevarás a conocer París esta noche y que él regrese al hotel que, según me
dijo, mañana tiene un día agotador?.-
-Me parece un poco arriesgado. Sé que Fidias es un hombre muy celoso.-
-Sí lo es y mucho, pero me tiene mucha confianza. Nunca le he dado motivos para
que piense que lo puedo engañar. Total es una sola noche y, como decía una amiga
mía, las mujeres no somos como el jabón que se gastan con el uso. Por el
contrario nos ponemos mejor. Me encantaría conocer París, la parís canalla que
le llaman.-
-Mira, le diremos que recorreremos París de noche, iremos a bailar y luego del
desayuno me dejarás en el hotel. Supongo que algo puede sospechar pero yo lo
convenceré para que nos deje tranquilos. Le prometeré una buena noche para
cuando él regrese. Le apasiona acabar en mi boca.-
Al regreso de Fidias a la mesa, Mariana le dijo:
-Fidias, no sabes qué amable es el señor Maurice. Me propone mostrarme París,
llevarme a bailar y que luego del desayuno me deja en el hotel. ¿No te parece
muy amable de su parte?¿Me dejas ir con él?¿No te molesta que te deje una noche
solo? Mañana tienes un día de mucho trabajo, por lo cual puedes regresar al
hotel a descansar. Mañana a la noche tendrás mi recompensa...-
-Ay! Mariana, me da un poco de vergüenza hablar de recompensa delante del señor
Maurice.
Él es un caballero y creo que te mostrará París muy bien, pero
¡cuidado Maurice! No intentes pasarte con Mariana. Se enojaría mucho conmigo si
consiento en que salga con alguien que no sea de mi entera confianza y yo
también me enojaría mucho. Por otra parte Mariana es tan tímida
No la lleves a
lugares en los que pueda ruborizarse.-
-No te preocupes Fidias. Mariana estará muy bien cuidada. Sé cómo debo
comportarme con una dama y en especial si es la mujer de un amigo.-
-En ese caso lo mejor es que salgan ya para conocer acabadamente la noche de
París. Yo me encargo de la cuenta y me voy al hotel. Mañana saldré temprano para
la oficina. Y tú Mariana, pórtate bien como lo haces siempre. Quizás cuando
regreses yo ya haya salido.- dijo Fidias..
Mariana y Maurice salieron del restaurante y se dirigieron directamente al
departamento de él. No hubo muchos prolegómenos. Una música suave sirvió de
fondo para que Mariana ensayara un streap tease, que completó quitándose
finalmente sus bragas. Maurice comenzó a acariciarla con suavidad, mientras que
Mariana dejaba hacer. Poco después y luego de una prolongada cunnilingus, la
joven comenzó a sentir la penetración del pene.
Ensayaron numerosas posiciones. Este francés era un tipo de imaginación y a
pesar de la larga experiencia de Mariana, algunas de las posiciones, a veces no
tan cómodas, la sorprendieron. Los pezones de Mariana fueron lamidos y chupados
muchas veces en la noche. Maurice parecía una fuente inagotable de leche que
vació reiteradamente en el interior de Mariana. Pocas veces la joven, a pesar de
su trato con hombres calentones y de erección fácil, había encontrado un macho
como éste. Tampoco había experimentado tantos orgasmos seguidos. Ella misma
estaba sorprendida. Al finalizar podría decirse que su vulva estaba al rojo vivo
de tantas entradas y salidas, tantos besos y chupadas. ¿Cuántas veces se la
metió en la vagina? Fueron tantas que ambos no pudieron llevar la cuenta.
Eran las seis de la mañana cuando dieron por finalizadas las cogidas. Maurice le
pidió a Mariana que le diera su bombacha como recuerdo, cosa que ella accedió.
Quizás el gasto más importante para ejercer su profesión, fuera la compra de
bragas. Por alguna razón muchos de sus clientes se la pedían como recuerdo. Ella
llevaba siempre una de repuesto en su cartera. No le gustaba tener que andar por
la calle sin esa prenda. Se le enfriaba el culo, especialmente con la brisa de
la madrugada. Luego se ducharon y fueron a desayunar a la terraza de un café de
la vecindad.
Estaban hambrientos, lo cual no fue impedimento para que continuaran besándose y
acariciándose. La mano de Maurice se metió tantas veces entre las piernas de
Mariana, en el café, acariciando reiteradamente la concha de la joven a través
de la bombacha, notando en la entrepierna de esa prenda nuevamente la humedad
proveniente de la raja. Al finalizar y antes de retirarse, de dio un prolongado
beso en la teta izquierda. Terminado el desayuno, Maurice condujo a Mariana al
hotel.
Se estaba acostando para lograr un sueño reparador cuando sonó el teléfono en la
habitación.
-¿Cómo te ha ido Mariana?- Por supuesto era Fidias, intrigado por el resultado
de la salida.
-Muy bien, estuvimos cogiendo hasta las seis de la mañana. Ni sé cuántas veces
acabó dentro de mí pero puedo decirte que si su capacidad de trabajo es similar
a su capacidad sexual, es un excelente Gerente.-
-Me das una buna noticia. Ahora a descansar porque imagino que estás agotada.
Tendría ganas de regresar al hotel para cogerte pero supongo que es demasiado,
¿no es así?-
-Sí Fidias, te pido que me dejes dormir un rato y luego cogemos. Como te dije
Maurice es una máquina de coger y yo debía seguir su ritmo. Me ha dejado algunos
moretones con las chupadas. Ya te contaré detalles.-
-¿Intentó metértela por el culo?-
-No, Por suerte ni lo insinuó. Lo que sí me pidió fue la bombacha que usaba. Se
la quedó de recuerdo.-
-No te hagas problema. Si este negocio sale, te compro una fábrica de bombachas.
Tendrás un modelo nuevo cada semana para estrenar conmigo. En cuanto a tu culo,
creo que tendrás ensayar metiéndote un consolador si no quieres un rollizo de
carne. Me parece que es importante que te dejes coger por el culo.-
-Ya te he dicho que por el culo no quiero. ¿Por qué insisten tanto los hombres
en metérmela por atrás? ¿Es que no les gustan coger las conchas y prefieren los
culos? ¿Es que son todos unos maricones?-
-No es eso Mariana. Simplemente por hacer cosas que muchas veces con nuestras
esposas no nos animamos a hacer. Digamos que es lo interesante de lo
desconocido. Pocas veces se la metí por atrás a las chicas con las que salgo. Mi
mujer nunca quiso.-
-Pues si quieres cogerte un culo busca a otra o a otro si lo prefieres. A mí,
no. Ya te conté que lo hice con un solo hombre hace un tiempo pero me prometí a
mí misma que no me dejaría hacer por el culo en mi trabajo.-
Fue al día siguiente que Maurice llamó a Fidias al Hotel para comunicarle que
las seis de la tarde lo esperaba para firmar el contrato. Maurice dijo que había
tenido que convencer al Directorio de la conveniencia del mismo, pero que
finalmente estaba todo listo para la firma. Poco después Mariana depositaba el
equivalente de quince mil euros, producto de ese sacrificio, en el Paribas.
Otra de las historias interesantes las protagonizaba Karl Fischer, un alemán que
sin fecha fija pasaba por París rumbo a Ciudad del Cabo. La combinación de
aviones era tal que debía aguardar en el aeropuerto unas siete horas, mucho
tiempo para estar sentado en uno de esos sillones de las salas de espera.
Decidió descansar en un hotel en las cercanías del aeropuerto y qué mejor que
descansar en compañía. Así la primera vez llamó a Adrián para que una joven lo
esperara en el hotel. Adrián enviaba a alguna de las chicas de su
establecimiento hasta que en una oportunidad envió a Mariana.
Karl quedó tan satisfecho con el servicio prestado por Mariana que
indefectiblemente solicitaba que ella lo esperara en un cuarto del hotel. Karl,
apenas desembarcaba, se dirigía al lugar convenido, preguntaba en la conserjería
el número de la habitación de la Srta. Mariana y se dirigía allí directamente.
El tiempo que podía permanecer allí eran unas cuatro horas, que aprovechaba al
máximo. Le gustaban especialmente las tetas de la joven que acariciaba con
verdadera maestría. Por otra parte disfrutaba quitando las bragas de la joven,
que cuidaba tener una distinta en cada encuentro con el alemán. Éste no se
quedaba con las prendas ya que le sería difícil ocultarlas de la vista de su
esposa. Le gustaba simplemente quitárselas y observar el muy diminuto velloncito
de pelos arriba de la concha que acariciaba con dulzura. Le gustaban
especialmente las bragas rojas o azules. Conociendo la debilidad por estos
colores, siempre llevaba una de alguno de esos colores para que él se la
quitara.
Pero volviendo a los encuentros, Karl tenía también obsesión por esos pezones
que eran reiteradamente acariciados por la lengua de Karl, mientras con su dedo
índice frotaba suavemente el clítoris. Luego penetraba varias veces a Mariana,
para después descansar acariciando su cuerpo desnudo y sensual. Más tarde
nuevamente comenzaba el juego con caricias y penetraciones. En una oportunidad
Karl intentó introducirle un dedo en el culo de Mariana. Ésta reaccionó de
inmediato.
-Si me metes algo en el culo me voy ya y no verás más. El agujero de mi culo es
sa-gra-do. Nadie lo penetra.-
-Está bien. Si no quieres no te meto el dedo en el culo, pero todas las putas me
dejan hacerlo. No te imaginas las cosas que les hago a las africanas. Aceptan
todo.-
-Pues esta puta no es africana y no te deja ni te acepta todo. Al agujero de mi
culo lo dejas tranquilo. Puedes hacerme lo que quieras pero el agujero del culo
se toca por afuera y nada más. Usa la concha todo lo que quieras. Si no estás
conforme ve a coger a las putas africanas, no a esta puta.-
-¡No te enojes!-
No quedaba mucho por decir. Si bien a Karl le gustaba meterle el dedo índice en
el culo de las mujeres con las que se acostaba y nunca había tenido objeción por
parte de las putas, se resignó a quedarse con las ganas en ese aspecto. Otras
cosas de la ramera lo compensaban.
El rito al regreso era similar, que siempre era a los cuatro días, pero en esta
oportunidad el tiempo de espera en el aeropuerto era algo más prolongado,
quedándose con Mariana unas seis horas. El desarrollo del encuentro era similar
en ambos casos. Mariana luego de estas largas sesiones de sexo, en los cuales no
quedaba centímetro de su piel sin acariciar y chupar, deseaba descansar luego un
buen rato para lograr relajarse.
Nunca Karl comentó nada de su vida personal ni de su actividad profesional, pero
Marina supuso que debía estar casado pero por alguna razón no cogía mucho con
ella y por eso su actividad sexual era muy intensa cada vez que pasaba por
París. Mariana, como buena profesional, no hacía preguntas que podían incomodar
a su cliente. Cada viaje del alemán a Sudáfrica y su regreso le reportaban a la
joven 1.000 euros. Seguramente Karl debía hacer muy buenos negocios para que
empleara esa cantidad en cada viaje, solamente en su escala en París.
Posiblemente comerciara con diamantes.
Gran parte de los honorarios ganados con Karl iban directamente a parar al
banco. La cuenta se acrecentaba. Por otra parte parece que el alemán también
practicaba el sexo exótico en Sudáfrica, ya que a su regreso frecuentemente
tenía alguna novedad en sus prácticas o técnicas. De todas maneras la joven
nunca preguntó nada. La única precaución que tomaba era que el pene de Karl
siempre estuviera envasado en un profiláctico seguro y que su semen no saliera
de allí.
Pero si hablamos de personajes extraños no podemos dejar de mencionar a Ahito
Sakura un Japonés que iba a París a auditar la operación de Sony en Francia.
Nunca estaba más de tres o cuatro días y siempre, al llegar, pedía una jovencita
para satisfacer sus necesidades sexuales para las 18:30, por dos horas. Lo mismo
para el día anterior a su regreso. Hablaba poco francés y castellano y bien
inglés, pero prefería hacer el esfuerzo y comunicarse con la lengua. Era
sumamente hábil y era capaz de meter su lengua en la vagina de Mariara, moverla
en el interior y hasta hacerla acabar. También succionaba con habilidad los
pezones de la joven que dejaba hacer sin inconvenientes.
Como retribución mariana también usaba mucho su boca y su
lengua desde las frecuentes felatios hasta los besos en las bolas y los pies de
Ahito.
La historia comenzó más o menos así. Del hotel donde se alojaba Ahito, llamaban
a Adrián para que les enviara alguna chica. En una de las oportunidades Mariana
fue la seleccionada para asistir al japonés. Apenas se acercó al mostrador, el
conserje, que ya conocía a Mariana, le indicó la habitación antes que ésta
preguntara nada.
Ya en el séptimo piso se dirigió a la habitación 707. Golpeó la puerta y un
hombre de unos 38 años atendió.
-Buenas Tardes, ¿El señor Sakura?-
-Sí soy yo.-
-Soy Mariana. Ud solicitó una acompañante por dos horas, ¿no es así?-
-Sí, sí, pase. La estaba esperando. Lindo culito tiene Mariana.-
Comenzó a abrazarla y acariciarle el culo. Primero por arriba de la falda, luego
metió la mano por de debajo de la pollera y finalmente debajo de la bombacha.
-Lindo culito. Lindo culito.- repetía sin cesar.
Luego fijó su vista en los senos de Mariana. Parecía que antes no había reparado
en ellos. Le desabrochó la camisa y le aflojó el broche del corpiño.
-Lindas tetitas. Lindas tetitas.- decía mientras las masajeaba sin cesar. Luego,
posando su boca sobre los pezones comenzó a pasar la lengua y mordisquearlos.
Pasaba del izquierdo al derecho y del derecho al izquierdo sin cesar. De tanta
chupada y mordisco ya empezaban a dolerle a su dueña.
Finalmente le solicitó que se desnudara completamente. Él mismo se puso en
pelotas y la acostó sobre la cama, ubicándose él sobre Mariana, que sintió el
pene duro de Ahito muy cerca de la entrada de su concha pero el japonés no la
penetró sino que comenzó nuevamente a chupar y besarle las tetas.
Luego se pusieron de costado y comenzó nuevamente a acariciarle el culo mientras
repetía: Lindo culito. Lindo culito. Sintió un dedo de Ahito abriéndose paso en
su ano, pero en esta oportunidad lo dejaba hacer. En ese momento decidió dejar
que el japonés le introdujera un dedo profundamente en el culo, pero nada más.
Sintió penetrar un dedo que si bien era algo corto, tenía un buen diámetro.
Mariana comenzó a sentir una sensación que no había experimentado antes. ¿Sería
el arte del milenario del japonés que sabía dónde tocar? ¿Sería que hacía
bastante tiempo que no había permitido que la penetraran por el culo?. Su
excitación aumentaba sin cesar.
Finalmente el japonés le sacó el dedo del culo, la puso boca arriba y la penetró
por la vagina con una suavidad y destreza pocas veces experimentada antes. Es
cierto que debido a su excitación estaba muy húmeda pero no cabía duda que la
habilidad del japonés en hacerlo era mucha. Acabaron en este primer polvo casi
juntos. Mariana había disfrutado enormemente tanto del polvo como del dedo en el
culo
El japonés se incorporó en la cama. ¿Cuántos años? Preguntó.
-He cumplido 19.-
¿-Cuánto hace que trabajas en esto?
-Un año y medio.-
-Pues te felicito. Reúnes cosas que gustan. Joven, poco tiempo de ramera.
Tetitas firmes. Y ese culito. A ver. Boca abajo.-
Mariana se volvió, abrió ligeramente las piernas mientras se ponía una almohada
debajo del vientre, invitando a aquello que tan rigurosamente había guardado.
Casi de inmediato sintió un dedo que rodeaba el esfínter, bajaba hacia la concha
y volvía al esfínter. Se introducía sólo la yema del dedo para volver a salir y
acariciar las inmediaciones. Mariana comenzó a calentarse nuevamente, cosa que
Ahito notó, continuando con sus caricias. Poco después la dio vuelta y la
penetró nuevamente. Su pene se había recuperado y ahora se abría paso firmemente
en la vagina de Mariana. Poco después dejaba su carga en el interior de Mariana
cuyas contracciones al acabar, apretaban con firmeza el pene visitante. Había
pensado que la recibirá por atrás, pero hasta ese momento no había sido así.
Descansaron un rato entre caricias y besos. Mariana comprendió que era el
momento de provocar una última erección. Se deslizó hacia abajo y comenzó a
lamer el pene, ahora flácido de Ahito. Muy poco tiempo después notó que
comenzaba a endurecerse y aumentar su tamaño. Una enorme sonrisa iluminaba el
rostro del japonés. Mariana continuaba succionando, mientras el pene parecía no
terminar del agrandarse. Poco después un chorrito de semen mojaba la lengua y el
paladar de Mariana. Ahito estaba tan contento con esta ramerita que le habían
enviado que cuando, pasado el tiempo estipulado y despedía a Mariana le dio cien
euros extras mientras repetía: Lindo culito. Lindo culito. Quiero volver a
cogerte.
El vocabulario y la construcción idiomática del japonés no era muy fluida pero
se daba a entender bien para lo que quería.
Mariana salió del hotel un tanto desconcertada. Ella había cuidado siempre no
ser penetrada por atrás y esta había sido la primera vez que alguien le metía un
dedo en el culo de esa manera. ¡Le había gustado!. Si el japonés hubiera
intentado metérsela por atrás ella se lo hubiera permitido (casi lo deseaba).
¿Tendría que dejarse coger también por atrás?. No lo tenía decidido pero tendría
que pensarlo. A pesar de los meses que llevaba en este trabajo y de los hombres
que habían pasado por su cuerpo, ninguno le había hecho sentir lo del japonés.
¿Qué habrá sido? ¿Su arte milenario, su manera de mover los dedos, cómo le chupó
los pezones? Esperaba tener que asistirlo otra vez.
Dos días después Adrián le comentó que el japonés quería verla de nuevo en el
hotel. Mariana se sintió feliz. Estaría atenta pasa ver cuál era la diferencia
con otros clientes. Llegó a las 18:30 en punto y se dirigió a la 707. En esta
oportunidad vestía una pollera muy corta, una diminuta bombacha y remera que,
sin corpiño como estaba, marcaban los pezones nítidamente.
Ahito la recibió con un abrazo y comenzó a acariciarla como la vez anterior. Al
notar cuán pequeña era la bombacha dijo
-Esta vez nena debe ser castigada.- y sacándole la bombacha la dio vuelta
acercando su pene al esfínter. Mariana casi esperaba que fuera así. Se separó
las nalgas con las dos manos y relajó el agujero del culo para facilitar la
entrada. Unos instantes después sentía cómo el pene del japonés se abría paso en
su interior mientras con sus manos acariciaba el clítoris de Mariana.
El movimiento era suave y constante. El dedo pulgar entraba y salía de su vagina
con rapidez lo mismo que el pene en el esfínter, aumentando la excitación de
Mariana que acabó antes que el japonés. No sabía si por la masturbación, por
haber sido penetrada por el culo después de tanto tiempo, por las dos cosas a la
vez o porque ésta era una nueva experiencia. Esa sensación de recibir el pene
por el culo era casi nueva para ella, pero muy placentera. Ahito completó de
desnudarla y comenzó la chupada de tetas.
Mariana jadeaba con desesperación. Nunca le había pasado esto, ni siquiera con
Gustavo Maderna que la calentaba mucho.
-Nena vino sin corpiño. Hay que castigarla otra vez- y tomando las medias de
Mariana le ató las muñecas al respaldo de la cama. Una vez que aseguró que sus
manos estaban inmovilizadas, comenzó a acariciar todo su cuerpo, desde las tetas
hasta los tobillos.
Mariana enemiga acérrima del bondage o cosas parecidas gemía
de satisfacción y hubiera querido abrazar a Ahito, pero las ataduras se lo
impedían. Cuando el japonés consideró que tanto su pene como la concha de
Mariana estaban en condiciones de encontrarse, se ubicó encima de ella y la
penetró profundamente mientras acariciaba y pellizcaba sus pezones. Poco después
ambos se corrían casi al unísono.
Le desató las manos, cosa que Mariana aprovechó para abrazar y besar a Ahito,
mientras éste le sobaba las tetas. Poco después volvía a introducir su dedo en
el culo de Mariana, que todavía impregnado de semen estaba bien lubricado para
una exploración indolora.
Ahito continuó jugando con el cuerpo de Mariana. No quedó
parte sin explorar y su lengua visitó varias partes del cuerpo de la joven. Por
su parte Mariana también besó distintas partes del cuerpo del japonés y, como no
podía ser de otra manera, dedicó largo rato a chuparle y acariciarle con la
lengua la polla y las bolas.
Luego tomaron una ducha de agua bien caliente ambos en la misma bañera, mientras
se acariciaban y tocaban todas sus partes íntimas. Se secaron y vistieron pero
Mariana, nuevamente en esta oportunidad, debió dejar sus bragas que acababa de
ponerse, como recuerdo. ¿Qué tenían sus bombachas? El japonés también quiso
llevarse la que tenía puesta cuando llegó al hotel. Luego la joven abandonó el
cuarto con una sonrisa de satisfacción, pero sin bragas. Había dejado la que
llevaba al llegar y la auxiliar que siempre tenía en la cartera.
Si bien quizás estas han sido las historias más destacadas
del comienzo de la noble profesión de Mariana, podrían describirse muchas
historias más, algunas de ellas con habitantes del lugar que luego podía
encontrar paseando por los Campos Elíseos del brazo de sus esposas o novias...
Su trabajo de meretriz la había llevado a conocer muchos personajes y cosas
extrañas. No le disgustaba la experiencia acumulada hasta el presente y quizás
nunca dejara totalmente esta actividad, por lo menos mientras su cuerpo fuera
requerido. Era excitante tener un nuevo cliente, con modalidades distintas,
prácticas sexuales a veces exóticas, etnias diferentes, demandas de servicios
diversos y...pichas también distintas. Le gustaba ser una especialista en penes.
Quizás algún día escribiera un libro titulado "Los penes que pasaron por mi
interior"
Pero debe advertirse que Mariana no era solamente hábil en la cama. Lo era
también en sus inversiones financieras ya que su cuenta bancaria crecía día a
día no sólo por los depósitos que Mariana hacía periódicamente sino también por
el rendimiento que lograba. Eran parte de lo aprendido en la Escuela de Comercio
a la asistió durante su adolescencia. Lejos estaba de pensar en aquel momento
que usaría esos conocimientos para complementar su actual profesión.
Cuando se presentó como postulante de azafata en PIJA ni siquiera pasaba por su
mente la posibilidad de radicarse en París, pero ahora, estando aquí debía
pensar en hacer algo más. Había cumplido hacía seis meses los veinte años y se
estaba cansando un poco de su trabajo de puta aunque le había reportado no
solamente una buena cuenta bancaria sino una experiencia enriquecedora. Se había
sentido muy cómoda con el trabajo.
Decidió comenzar en una escuela de danzas. Quería entrar en el elenco del Crazy
Horse, Lido o Moulin Rouge. Así dedicaba muchas horas a ensayar pasos de baile,
gimnasia en las barras y a modelar más aun su bien formado cuerpo.
Tenía 22 años recién cumplidos cuando se presentó Crazy Horse como postulante al
cuerpo de baile. Fue seleccionada de inmediato. Así inició la nueva actividad de
bailarina, que complementaba en sus horas libres con su trabajo de meretriz,
ahora directamente por su cuenta sin necesidad de intermediarios. Era buscada
muy frecuentemente por personajes importantes locales y por visitantes del
exterior. Después de aquella experiencia con el japonés, estaba dispuesta a
ofrecer sus tres agujeros para ser penetrada. Permitía casi todo pero ahora era
considerablemente más caro.
Difícilmente aceptaba un cliente por menos de ochocientos euros por un par de
horas y si querían metérsela por el culo, mil doscientos, (cuatrocientos por
agujero) pero los clientes salían satisfechos convencidos que lo pagado había
sido una buena inversión. Recordando a Ahito, llegaba a la conclusión que
ninguno de los pasaban por su trasero, le hacía gozar como el japonés al que le
estaba eternamente agradecida por haberle enseñado algo que ella en un principio
se negaba a probar.
Si algún cliente de ese origen la requería, aceptaba sin hesitar y mientras
cogía imaginaba estar con Ahito. Después de todo estaba extrañando al japonés
que podría decirse le desvirgó el culo. Gustavo se la había metido por allí pero
sin duda era inexperto. En cambio el japonés
Frecuentemente debía rechazar ofertas para poder tomar un merecido descanso en la cama... pero vestida con ropa de dormir y sin presentar sus agujeros para ser cogida. Como bailarina, progresó rápidamente por varios motivos, pasando de ocupar el puesto de bailarina secundaria al elenco de primeras figuras. Bailaba muy bien, tenía un cuerpo espectacular, satisfacía a sus jefes cuando éstos se lo insinuaban y atraía muchos clientes al local. Una buena combinación para el éxito.
Pero no hay dudas que el mundo es pequeño. Grande fue su sorpresa cuando una vez, actuando en el cabaret, recibe una nota de un asistente que quería saludarla. Lo firmaba ¡Gustavo Maderna!.
Al finalizar su actuación se reencontró con quién quizás involuntariamente, fue su mentor en la profesión de meretriz. Estuvieron platicando largo rato y finalmente invitó a Gustavo a su departamento. Tuvieron una noche intensa de sexo.
Gustavo se sorprendió de las habilidades que había desarrollado aquella jovencita que le calmó los días de soledad. Ahora era toda una mujer de éxito sobre el escenario y en la cama no era necesario decirlo, pero ¡qué mujer! La misma Mariana le había ofrecido su culo para que la penetrara. Después de todo ella se lo había pedido hacía cuatro años y él le había desvirgado el culo.
Luego Mariana le comentó los honorarios que solía cobrar por ofrecer su cuerpo a empresarios, políticos y otros personajes.
-Mariana, lógicamente no lo he venido a hacerlo para pagarte semejante suma.-
-Ni yo lo pienso Gustavo. Podría decirte que te debo muchos favores porque las circunstancias se dieron para que me metiera en este negocio y no me puedo quejar. Casi diría que debería abonarte una parte de mis honorarios como chulo por haberme iniciado en esto.-
-Marina, recuerdo que tú quisiste que me metiera en tu cama, ¡Fui una víctima de tus encantos! ¡Qué bien me hizo esa compañía tuya cuando estábamos aquí en París!-
- Y ahora, ¿a qué te dedicas?-
-Sigo siendo piloto pero de una empresa que tiene un avión pequeño para mover a sus ejecutivos. La base está en Ciudad de México y me he casado con una mexicana deliciosa.-
-Pero eso no impide que la engañes conmigo.-
-Contigo no es un engaño. Es recordar viejos tiempos.-
-¿Viejos tiempos? ¡Viejo serás tú! En un mes cumplo 23.-
-No te enojes, es sólo una manera de decir. Acostarse con una artista como tú, que cobra mil doscientos euros por una noche no es poca cosa. Eres muy ocurrente. Mira, cuando ande por París te llamaré para compartir el lecho contigo. ¡Será el pago del chulo!-
-Te espero Gustavo. Será siempre un gusto tener algo contigo.-
FIN