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Informe del Sicólogo (5)

en Sadomaso

Informe del Sicólogo V

Dedicado a Yasmin

 

Poco después de recibir el, llamado de Plinio que castigaría a una de sus esclavas con electricidad, el sicólogo arribo a la casa. Estaba por demás excitado.

-Quiero ver cómo la castigas. Estoy algo intrigado y me servirá para mi trabajo profesional.-

-Mi estimado señor, un sicólogo no debe ser mentiroso. Usted está excitado y no tiene nada que ver su trabajo profesional. Creo que se ha despertado en usted una faceta sado que no conocía a pesar de ser sicólogo. Creo que debería analizarse antes de continuar atendiendo.-

Ya he pedido turno para analizarme. Usted ha dado en el clavo, pero como debo seguir viviendo, no dejaré a mis pacientes aunque con alguno de ellos, mejor dicho de ellas, las convenceré para que se conviertan en esclavas.-

-Actualmente aquí tengo además de Liliana, a María y Jazmín. Tanto María como Jazmín fueron traídas por familiares para que las educara y ellas estaban contra su voluntad. Ahora se han acostumbrado a los castigos que ya los reciben con naturalidad. Si me trae otras mujeres que ingresen por su voluntad y que deba comenzar a entrenar, serán bienvenidas. A estas dos las devolveré a los familiares o las meteré de putas en algún tugurio para que se las cojan y hagan con ellas lo que quieran.-

-Me gustaría enviarle otras mujeres. Veremos, pero ahora quiero ver cómo tortura a una de las chicas.-

-Pensaba hacerlo con Jazmín. Tiene 25 años y hace unos diez meses que está aquí. Tiene muy buen cuerpo, tetas algo chicas pero muy firmes y siempre paraditas. No me gustan las tetas muy grandes porque indefectiblemente se caen. Dado el estado en que se encuentra, ¿no quiere cogerse a alguna de las tres y luego procedemos con Jazmín.-

-Si no tiene inconveniente quisiera correrme en la boca de Liliana. Será la culminación de su sumisión tener que tragarse mi leche.-

-No hay inconveniente. Vamos a la celda de ella y allí puede ordenarle lo que quiera. Hace muy buenas mamadas.-

Se dirigieron a la celda de la joven. Estaba, como siempre, desnuda y esposada con los brazos en la espalda. Como adicional para que no pudiera cambiar la posición de los brazos, tenía otro juego de esposas en los codos. Su cuerpo presentaba numerosos moretones de los golpes recibidos

-¿Quiere que le quite las esposas o que lo haga solamente con la boca?-

-Solamente con la boca. Vamos Liliana, quiero una buena mamada y que saborees la corrida.-

De inmediato Liliana se acercó a la verga y comenzó la mamada. Su lengua recorría una y otra vez la glande y se introducía todo el tronco profundamente en su boca. Poco después el viscoso líquido llenaba su boca. Su preocupó de limpiarla todo lo posible mientras tragaba el semen.

-Vamos a la sala que comenzaremos con Jazmín. Le teme enormemente a los castigos con electricidad, por lo que gime y grita con desesperación.-

Condujeron a la joven a la sala y la ubicaron, muy bien amarrada, en una camilla ginecológica. Todo su cuerpo quedaba expuesto pero en especial sus sexo. Podía observarse la entrada de la vagina que estaba ligeramente abierta. Pocas veces el sicólogo había observado un coño de esa manera. Casi estaba sintiendo otra erección.

Cuando Plinio comenzó a colocarle los electrodos en los pezones, Jazmín advirtió la tortura que le esperaba. Por un momento pensó en implorar que no la castigara de esa manera pero reaccionó a tiempo. Si pedía clemencia el castigo sería mayor. Esperaba entonces la pregunta de Plinio que luego le haría.

Le colocó sendos electrodos en los pezones y en las plantas de los pies. Tomó el otro electrodo que provocaría las descargas y le preguntó.

-Esclava, ¿tienes algo que decirme?-

-Sí señor. El cuerpo de esta esclava está para servirlo. Castíguelo sin piedad, como se merece. Será un honor para mí recibir las descargas en mis partes íntimas.-

El sicólogo no podía dar crédito a sus oídos. Jazmín pedía que la torturara. Siguió atentamente los movimientos de Plinio.

Manipuló las perillas del aparato y acercó el electrodo al ombligo de la joven. Al tocarlo todo el cuerpo se estremeció y tembló mientras un grito desgarrador inundaba la sala. Plinio levantó el electrodo.

La respiración entrecortada y la agitación de la joven indicaban claramente su sufrimiento. Otra vez el electrodo tocó su cuerpo y nuevamente el estremecimiento.

Así continuó algunos minutos bajando el electrodo hacia la concha. La vulva estaba muy húmeda por lo que la descarga se hizo más notable. Los gemidos, la respiración entrecortada y el temblor propio del cuerpo hacía que las tetas se movieran y vibraran al compás de las descargas. El sicólogo miraba extasiado.

Las descargas se sucedían mientras Jazmín se revolvía en la camilla queriendo escapar de semejante situación. Era poco lo que podía hacer sino sufrir las descargas hasta que Plinio decidiera detenerlas. El sicólogo acercó su cabeza muy cerca de la concha. Se veía mojada por los propios flujos vaginales, mientras el electrodo hasta se introducía en la vagina haciendo vibrar aun más a Jazmin.

Luego observó el rostro de la joven. Las lágrimas rodaban por sus mejillas de continuo. Los ojos enrojecidos por el llanto. Miró las tetas. Quizás por efecto de los electrodos se movían y bailaban con las descargas. Le hubiera gustado a él mismo manejar el electrodo.

Por la posición en que se encontraba Jazmín con las piernas y cadera levantada, no solamente el coño quedaba accesible, también lo era la entrada del culo. Entonces vio como Plinio acercaba el electrodo, empapado de jugos vaginales, al ano de la joven y comenzó a introducirlo.

Si hasta ese momento Jazmín estaba sufriendo mucho, la introducción del electrodo en el culo ya superaba cualquier límite. No era la primera vez que era sometida al castigo eléctrico pero nunca con el electrodo en el culo y mucho menos con semejante intensidad de corriente.

El sicólogo no pudo soportar la excitación, sacó su polla del pantalón y se masturbó, enviando los chorros de semen a la cara de Jazmín.

Sólo veinte minutos más tarde Plinio consideró que era suficiente por ese día. Jazmín estaba al borde del desmayo, extenuada por el castigo, con semen en su cara, con las tetas que le ardían por la electricidad. Había sido uno de los castigos más duros recibidos.

Plinio tenía sentimientos tos encontrados. Había disfrutado mucho de la sesión, pero eso era su parte consciente. Su inconsciente le dictaba que no podía disfrutar de semejante espectáculo. La visión de la joven desnuda y expuesta, atada a la camilla, humillada y vejada le resultaba atractiva. Le hubiese gustado pegar con su mano abierta en las tetitas de Jazmín, tan suaves, indefensas y a su alcance. Sin embargo se contuvo.

El sicólogo regresó a su casa. Se sentó frente al ordenador y comenzó a buscar en Internet todo lo relacionado a sentimientos sadomasoquistas y otros temas relacionados y en particular desde el punto de vista sicológico. Dos días más tarde entraba en el consultorio de un colega.

-Quiero contarle lo que me ha pasado y que me ayude a resolver este problema.-

-Bien, lo escucho.-

Relató con detalle todo lo ocurrido y esperó la opinión de su colega.

-Lo que le ha ocurrido es mucho más frecuente de lo que imagina. Su tendencia sadista se ha visto exacerbada por el hecho de haber sido el motor que llevó a Liliana en convertirse en esclava y si usted ha hecho eso es porque en el fondo quería que Liliana fuese su propia esclava.-

-De todas maneras no es su responsabilidad que Liliana sea castigada sin piedad, ella lo ha elegido. Que usted vea o no sus videos, que asista a sesiones de torturas de esas jóvenes no cambia la cosa para ella. Es una esclava y muy posiblemente siga siéndolo por siempre.-

-¿No cree que yo la induje a eso?-

-Y si así fuera,¿qué? ¿No se puede inducir a una joven a que cumpla su fantasía?-

-Pero se ha convertido en una esclava.-

-¿Está ella arrepentida?-

-No, en absoluto.-

-Entonces disfrute de los videos, las sesiones y continúe enviando jóvenes a Plinio, que él se lo agradecerá y las muchachas también y usted gozará viendo cómo sus ex pacientes son sometidas, humilladas, castigadas vejadas y cogidas todo lo que su amo desee.-

El sicólogo salió reconfortado. Quizás pudiese convencer a Cintia, una joven de 21 años, que se pusiera a disposición de Plinio.

Si lo lograba haría un trato con él de manera que pudieran compartir los castigos y las cogidas de las esclavas.

En la primera sesión con Cintia, le indicó que estaba muy cerca del diagnóstico, pero que necesitaba completar algunos comportamientos. Así le indicó ma Cintia que por una semana debía dormir solamente con las bragas puestas.

-¿Con qué ropa duermes ahora?-

-Por supuesto con las bragas y con un pijama de saco y pantalón.-

-Necesito que durante una semana lo hagas solamente con las bragas y en la próxima sesión volvemos a hablar.-

Pasó una semana y Cintia volvió al consultorio.

-¿Qué has sentido esta semana durmiendo solamente con las bragas?-

-La primer noche me sentía incómoda, la segunda bastante menos y a partir de la tercera ya me había acostumbrado. Lo que sí noté es que me despertaba en la noche algo caliente. Me tocaba la concha y la tenía húmeda.-

-Bien, esto va confirmando mi diagnóstico. La próxima semana dormirás completamente desnuda, Las bragas lejos del alcance de tu mano. Es muy importante que estés desnuda. Luego me cuentas.-

Cuando Cintia volvió estaba un poco avergonzada, pero relató lo ocurrido.

-No tuve problemas en dormir desnuda, pero cuando me despertaba necesitaba hacerme una pajita. Estaba muy excitada. Había soñado que estaba cogiendo con distintos hombres, pero no sé quiénes eran.-

-Vamos por buen camino. Creo que ya estamos muy cerca de la solución. Vamos a ir un paso más. La próxima semana además de dormir completamente desnuda deberán hacerlo con el coño afeitado y te colocarás unas esposas en las muñecas con los brazos en la espalda. Deber tener cuidado de tener las llaves a mano para que con la boca puedas en la mañana abrirlas.-

-¿Desnuda, con el coño afeitado y esposada? ¿Por qué tanta cosa?-

-Ya verás. Es importante tanto que tengas el coño afeitado como que duermas esposada. Necesito saber qué sueñas y qué sientes cuando te despiertas. Esposada en la espalda no podrás masturbarte.-

Cintia compró unas esposas que fueran fáciles de abrir y al llegar a su casa procedió a depilarse cuidadosamente. Una semana más tarde regresaba al consultorio.

-¿Y? ¿Has cumplido con lo que te indiqué?-

-Sí. Salí de aquí y compré las esposas y apenas llegué a mi casa me depilé. A la noche luego de desnudarme me coloqué las esposas. No pude dormir en toda la noche. La calentura que tenía era terrible. Como tenía las manos esposadas no podía tocarme para correrme. La concha estaba caliente y mojada. Hasta humedecí la sábana del flujo que salía. Pasé una noche mal, sin correrme.-

-La noche siguiente fue más o menos igual y así seguí. Casi una semana sin dormir y sin correrme. No puedo seguir así. Necesito que me ayude ya.-

-¿Y cómo crees que puedo ayudarte?-

-No lo sé. El profesional es usted. Dígame qué me ocurre, qué hago. No puedo más.-

-Tengo muy claro el diagnóstico. Tienes fuertes tendencias a la sumisión con una necesidad enorme de ser cogida por más de un hombre. También necesitas sentirte dominada, permanecer encadenada y humillada. Ese es el resultado de estas pruebas que has realizado.-

-Acepto ser todo eso, pero ¿cómo lo soluciono.-

-Conozco una persona que puede ayudarte y mucho. Ya ha ido allí otra paciente mía que si bien sus necesidades eran otras, se encuentra muy cómoda en ese lugar.-

-Haré cualquier cosa por no pasar lo que he pasado estas semanas. Dígame qué debo hacer.-

-Debes comunicarte con el señor Plinio. Previamente yo hablaré con él. Deberás mudarte a su casa. Yo te visitaré con frecuencia para ver cómo sigue el tratamiento.-

-¡No sabe cuánto le agradezco!¡encontrar la solución a mis angustias, mis inseguridades, todo lo que me pasa!-

-Verás que estarás muy bien. Quizás al principio te cueste pero luego estarás muy bien. La respuesta a cómo has dormido estas semanas es muy claro y sé lo que necesitas. Plinio te lo dará y yo también.-

-Nuevamente muchas gracias.-

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