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Las Vacaciones de Julieta II

en Amor filial

Las Vacaciones de Julieta II

Al día siguiente Marcos llamó a su hermana para pedirle permiso para que Julieta se quedara en la casa hasta fin del mes de febrero.

-Marcos, no queremos abusar de tu hospitalidad. Ya Julieta se ha quedado bastante tiempo.-

-Mira, no me molesta en absoluto. Conversamos bastante y tiene algunas ideas interesantes. Por mi parte es un gusto que se quede en casa.-

-Si es así, pues que se quede.-

-Julieta te lo va a agradecer.-

Así finalizaba la conversación entre hermanos. Ahora Marcos dispondría de Julieta por más de un mes para hacer realidad sus fantasías de dominante y cogerse el hermoso cuerpo de su sobrina. De inmediato se lo comunicó a Julieta.

-¡Qué suerte tío! Podrás tenerme de esclava, castigarme, enseñarme muchas cosas y cogerme todas las veces que quieras.-

-Efectivamente. Hoy mismo te voy a azotar con el látigo para cubrir tu cuerpo de marcas.-

Julieta continuaba viendo videos de la extensa colección que Marcos tenía en su ordenador y leyendo las novelas eróticas y de sadomasoquismo que se encontraban en la biblioteca.

Alrededor de las cuatro de la tarde, Marcos fue en busca de la muchacha.

-Julieta, es hora de torturarte. Debemos festejar que estarás aquí como mi esclava por más de seis semanas. Te aseguro que será un castigo bien fuerte.-

La condujo al ático, le ordenó que se desnudara y le colocó los arneses en los tobillos para suspenderla cabeza abajo. Le pusó una barra separadora para que sus piernas quedaran abiertas y le esposó las muñecas.

Solamente con los preparativos, Julieta comenzó a sentir que su concha se humedecía. Marcos bajó una cadena pendiente del techo la unió a la barra separadora y comenzó a girar el malacate que elevaría a su sobrina. Cuando las manos de su esclava ya no alcanzaban el piso, detuvo la elevación y fijó las esposas a una argolla fija precisamente en el suelo.

Julieta quedaba suspendida de sus tobillos, con las piernas separadas y su cuerpo estirado con muy pocas posibilidades de moverse. Los labios de su concha estaban abiertos y expuestos.

Marcos miró el cuerpo de su sobrina-esclava embelesado. ¡Cuántas veces se había imaginado tener a una mujer en esta posición, indefensa y lista para recibir los azotes que él aplicaría! Y esa mujer era precisamente una joven de 18 años que se sometía a sus caprichos. Parecía un sueño.

Miró con detenimiento el culo de Julieta, rosado casi blanco, firme y redondo. Allí dirigiría los primeros trallazos. Tomó el látigo y lo descargó con fuerza. Julita se mordió los labios para no gritar. Le había dolido mucho, pero quería demostrar que ella podía ser una esclava sumisa como había leído en esos libros forrados de verde.

Casi de inmediato apareció una raya roja, que se destacaba sobrela piel. Levantó nuevamente el látigo y otro azote impactó en el culo de Julieta. Marcos estimó que ese trasero podría albergar ocho marcas de otros tantos latigazos. Levantó nuevamente el instrumento y lo descargó nuevamente. Es esta oportunidad Julieta no pudo contener el gemido mientras algunas lágrimas corrían por sus mejillas. Cuando se completaron las ocho marcas, contempló su obra. Quedó extasiado.

Entonces tomó unas disciplinas de de diez colas para castigar la concha y el pubis. Era la primera vez que disponía de una concha de esa manera. Primero introdujo un dedo profundamente en la vagina. Todavía estaba algo seca. Se preparó para azotar esa conchita que tantas satisfacciones le había dado los últimos días. Fueron seis azotes seguidos, si tiempo para recuperarse entre uno y otro. Ahora sí Julieta gemía y lloraba sin tratar de mantenerse calma.

Su siguiente objetivo serías las tetas, esas tetas jóvenes, firmes y turgentes. Podría marcarlas en su parte inferior por la posición en que se encontraban. No dudó y tomando una fusta azotaba alternativamente una y otra teta. Las marcas aquí eran menos notables.

Terminado el castigo en las partes que más valoraba Marcos, procedió a una azotaína generalizada por todo el cuerpo: el vientre, la espalda y los muslos, tan sensibles en su parte interior. Con regularidad el látigo se posó en todas las partes mencionadas. Al finalizar podía observarse un pequeño charco en el suelo proveniente de las lágrimas de Julieta. Sin duda había sido el castigo más duro recibido hasta el momento. Introdujo nuevamente un dedo enla concha. Ahora sí estaba húmeda. A pesar de los latigazos, los sollozos y las lágrimas, se había calentado.

Comenzó a desenrollar el malacate. Ahora el cuerpo de la muchacha yacía en el suelo pero sus piernas seguían abiertas a causa de la barra separadora. Sin mediar palabra, se quitó el pantalón y el calzoncillo y acercó su pija a la deliciosa fruta que su sobrina ofrecía entre sus piernas. Lentamente la fue introduciendo y una vez clavada hasta el fondo, una amplia sonrisa se dibujó en los labios de la muchacha.

Finalizada la cogida, la desató completamente y le ayudó a incorporarse.

-¿Has visto cómo ha quedado tu cuerpo? Está cubierto de marcas del látigo.-

-Quisiera mirarme en un espejo para ver cómo quedó el culo y la espalda.-

-Aquí hay un juego de espejos. Mírate.-

-Wow. Tengo marcas por todas partes. Con razón me duele todo el cuerpo. ¿Sabes? Me gustaría que me fotografiaras, así puedo recordar cómo me has castigado.-

-¿Has mirado las marcas que tienes en los labios de la concha? Es uno de los castigos que más me gusta, azotar en la concha.-

-Me dolió mucho cuando me castigabas allí. ¿Me vas a tomar unas fotos?-

-Si insistes, sí. Será un lindo recuerdo volver a ver tu cuerpo desnudo y cubierto de marcas del látigo.-

Marcos fue en busca de la cámara fotográfica y comenzó con las tomas de su sobrina en distintas posiciones incluyendo con las piernas separadas mostrando las marcas enla concha. Tomó alrededor de treinta fotos.

-Tío, debo admitir que eres un experto con las esclavas. Me has castigado muy duro pero me calentó mucho. Lo habrás visto cuando me cogiste que la vagina estaba bien lubricada.-

-Es cierto, estabas muy caliente y entró si  dificultad. Pensé que si no era así, te la metía por el culo.-

-¿Quieres probar a metérmela por el culo ahora?-

-Primero me la tendrás que levantar con la boca.-

-Es un placer chupártela.-

Comenzó a mamarla y manipular la pija de Marcos hasta que estuvo en forma. Entonces ella misma se puso crema lubricante en el culo y se puso en cuatro.

-Clávamela por el agujero pequeñito, como tú sabes hacerlo.-

Marcos introdujo lentamente la pija en el ano de Julieta. Una vez completamente adentro le preguntó:

-¿Te ha dolido la entrada?-

-Un poquito, pero una esclava no debe quejarse de lo que le hace su amo.-

-Soy tu tío, no tu amo.-

-Pero yo soy tu esclava y estoy para que me castigues y me cojas, que me uses como quieras.-

Mientras Marcos la metía y la sacaba, sus manos acariciaban los pezones y las tetas, llevando a Julieta al climax. Finalmente la muchacha se corrió antes que su tío.

Permanecieron abrazados unos minutos antes de separarse.

-Tío, eres un fenómeno. No pensé que llegaría al orgasmo por el culo, pero sabes hacer las cosas. ¿Tienes pensado hacerme algo más hoy?-

-Creo que por hoy es suficiente. Te propongo que veamos algún video. Quizás así surja alguna idea para castigarte mañana.-

Específicamente Marcos eligió un video en el cual la esclava era sometida a una larga sesión de descargas eléctricas. El aparato que había comprado tenía algunas posibilidades todavía no usadas con Julieta.

Mientras miraban la película, Marcos no dejaba de magrear las tetas de su sobrina que, habiéndose quitado el corpiño, tenía la camisa completamente abierta.

-¡Hay tío! Viendo este video y tus manos en las tetas me calienta mucho. Me parece que me tendrás que coger pronto.-

-Te cogeré cuando yo lo decida. Una esclava como tú no puede decidir cuándo la cogerán.-

-Si quieres castígame de nuevo pero necesito correrme. O por lo menos déjame hacerme una paja.-

-Ni lo uno ni lo otro y es más. Esta noche dormirás con las manos atadas para que no te tientes y te masturbes. Yo soy quién manda y tú te has sometido a mis caprichos.-

¡Ufff! Este castigo es peor que ser azotada en las tetas. ¿No me dejarás correrme?-

-No y siegue mirando cómo es tratada esta esclava.-

Finalizaba el video cerca dela medianoche. Marcosacompañó a Julieta a su dormitorio.

-Prepárate para dormir pero estaré en el baño contigo para asegurarme que no te masturbas.-

-Tío, me da vergüenza hacer pis delante de ti.-

-No digas tonterías. Expones tu concha para que la castigue y la use, te la meto por el culo y ahora tienes vergüenza de mear delante de mí. Vamos, que tengo sueño.-

Julieta obedeció, se bajó las bragas, vació su vejiga, se lavó y se dispuso a ponerse el pijama.

-Dormirás desnuda y con las manos atadas. Así que quítate toda la ropa y así podré admirar las marcas que el látigo dejó en tu piel y te esposaré las manos a la cama.-

La muchacha obedeció de inmediato. Se desnudó y se acostó en la cama extendiendo sus brazos. Las esposas se cerraron en sus muñecas pasando previamente por uno de los barrotes dela cama. Luegole colocó grilletes en los tobillos unidos al otro extremo de la cama.

-Así no tendrás posibilidad de hacer nada.-

-Pero tío, así no podré dormir.-

-No es asunto mío. Si no duermes te costará más soportar el castigo de mañana. Las esclavas deben acostumbrarse a todo. Ya lo has visto y lo has leído. ¡Hasta mañana!-

Así quedó Julieta, caliente, con su concha ardiente de deseo pero sin siquiera poder acariciarse ni siquiera una teta. Iba a ser una noche difícil e interminable. Sin embargo poco después quedó dormida.

La mañana siguiente Marcos entró en la habitación de Julieta. Permanecía dormida, con las piernas algo separadas y podía observar su concha húmeda. Su cuerpo presentaba numerosas marcas dejadas por el látigo del día anterior, especialmente en el pubis y las tetas. Admiró su obra y no pudo contener una erección.

Estudió un poco más el cuerpo de su sobrina. Iba a torturarla con la picana y se preparó mentalmente los pasos a seguir. Luego de tenerla firmemente amarrada, la amordazaría para evitar escuchar sus ruegos. Apenas se escucharían sus gemidos cuando las descargas recorrieran su cuerpo. Decidió despertarla apretándole fuertemente los pezones. La muchacha reaccionó con grito de dolor y sorpresa.

-Despierta que te espera el castigo que hoy será matinal.-

-¿Qué me vas a hacer tío?-

-Ya te enterarás.-

Procedió a quitarle las esposas y los grilletes y la condujo al baño.

-Vacía la vejiga y lávatela cara. Quiero que estés bien despierta.-

Julieta obedeció. Nuevamente tuvo que hacer pis delante de su tío. Se lavó y ambos se encaminaron a la sala de castigos. La obligó a subirse a la camilla ginecológica y con las piernas bien separadas procedió a amarrarla firmemente. De la concha así expuesta se escapaba un hilo de flujo vaginal.

Le introdujo una pequeña bola en la boca y selló sus labios con cinta para embalar. El corazón de Julieta latía con fuerza.

Le fijó dos bandas metálicas en los tobillos que conectó al generador de impulsos eléctricos y tomó en sus manos el otro electrodo.

-Hoy vamos a ensayar otras posibilidades de la picana. Seguramente será un castigo más duro que la vez anterior.-

Los ojos de Julieta se abrieron desmesuradamente mientras con la cabeza hacía esfuerzos por decir ¡no!

-Anoche has visto cómo las esclavas eran torturadas con electricidad. ¿Por qué tú no deberías ser tratada igual? La concha está muy húmeda y seguramente será un buen lugar para comenzar.-

Acercó el electrodo a los labios vaginales y apenas los rozó, un grito apagado salió de la garganta de su sobrina mientras todo su cuerpo temblaba sin control. Fueron apenas un par se segundos que parecieron una eternidad.

Ahora dirigió el instrumento al ombligo y allí nuevamente lo apoyó. Si bien la descarga fue menor por estar la piel más seca, el tiempo de contacto fue mayor. Las lágrimas brotaban sin cesar de los ojos de Julieta que quería detener el castigo pero se encontraba imposibilitada de hablar o hacer seña alguna.

El siguiente lugar de castigo era, como no podía ser de otra manera, las tetas, pero en especial los pezones. El electrodo tocó una y otra vez alternativamente cada teta y cada pezón con una fuerte descarga. Julieta se movía dentro de lo que permitían sus ligaduras y gemía a través de la mordaza mientras continuaba llorando. Marcos detuvo por un momento el castigo.

-Julieta, debes soportar las descargas eléctricas. Este aparato es seguro y no dejará consecuencias pero debes soportar la tortura como cualquier esclava que deba obediencia.-

-Recuerda que me has pedido especialmente que te hiciera todo aquello que creyera conveniente y me provocara satisfacción. ¡No te imaginas lo hermosa que estás estremeciéndote con las descargas! Ese cuerpo marcado por el látigo y ahora sometido a la tortura eléctrica es superlativo. Continuaré con otras partes de tu cuerpo.-

Observó la parte interior de los muslos, parte también muy sensible. Decidió continuar por allí. Una nueva descarga en la pierna derecha estremeció todo el cuerpo de su sobrina. Luego la izquierda y nuevamentela derecha. Acercó el instrumento nuevamente a la concha y lo dejó apoyado por más tiempo que la vez anterior. Subió lentamente el aparato hacia el pubis y cubrió toda el área desde el ombligo hastala concha. El cuerpo de Julieta temblaba pero ella ya casi ni gemía, estaba exhausta por el castigo.

-Por ahora he finalizado. Creo que debo entrenarte más porque a pesar de tus declaraciones que haga contigo lo que quiera, no soportas todavía las torturas más fuertes.-

Le quitó la mordaza.

-Tío ha sido muy cruel el castigo. No podía soportarlo más. Te pido perdón si no he cubierto tus expectativas pero las descargas eran muy fuertes, las peores fueron en la concha.-

-¡Claro! Con la humedad que tenías no era para menos. Recuerda que es una tortura que te aplicaré con frecuencia hasta que te vayas. Ahora, para compensarte, voy a desatarte y a cogerte.-

-Sí tío, por favor, clávame bien hasta el fondo y haz que me corra. Juega con mis tetas bésame, todo. No puedo más.-

Terminó de desatarla y tomándola en brazos la condujo a su propio dormitorio y la depositó sobre la cama. Se quitó la ropa rápidamente y comenzó a acariciar el cuerpo de su sobrina que se estremeció con el contacto de sus dedos.

Muy poco después y con sumo cuidado le separaba las piernas mientras la concha de la joven se abría como una flor en primavera. Lentamente la fue penetrando hasta que sus huevos tocaban el culo de Julieta. A pesar de todo lo sufrido el rostro de la muchacha mostraba una felicidad y calma no vista antes.

Apenas unos pocos bombazos, Julieta se corrió. Marcos continuó con el movimiento hasta su propia corrida. Permaneció sobre ella varios minutos, mientras la muchacha apretaba el cuerpo de su tío contra el suyo. Poco después se separaron.

-Vamos a desayunar. Supongo que tienes hambre.-

-Siempre tengo hambre pero de tu pija. Yo te preparo el desayuno pero luego me permites chupártela.-

-Julieta, estás cada día más… más… ¿Puta?-

-No tío, no me digas puta porque la única pija que quiero es la tuya, no la de cualquiera. Soy tu esclava pero no soy una puta.-

Julieta preparó el desayuno y luego de finalizar, mamada incluida, Marcos debió ocuparse de sus asuntos de abogado y Julieta continuó con la lectura de libros eróticos y buscando en Internet cuentos, historias y videos. Cuando regresó su tío estaba viendo el video “La Esclava Vendida”. Acabaron viéndola juntos.

-Tío, ¿es cierto que se venden esclavas como si fuera ganado?-

-Lamentablemente es cierto. Muchas son engañadas con promesas de ganar mucho dinero y terminan en prostíbulos esclavizadas o, peor aun, como verdaderas esclavas sometidas a todo tipo de vejámenes por algún magnate dispuesto a pagar buen dinero.-

-Soy tu esclava pero no quiero que me vendas.-

-No soy un delincuente. Tampoco eres mi esclava. Esto no es más que un juego que ambos estamos dispuestos a jugar. Si no quieres, no te someto más a castigo alguno.-

-No tío, aunque sea doloroso me gustan las cosas que me haces y has visto cómo me calienta. Es mi fantasía y confío que harás todo lo que puedas hacerme sin pasar los límites. Ahora mi cuerpo es tuyo. No te preguntaré más qué castigo recibiré, simplemente esperaré a recibirlo.-

-Además de recibir el castigo, quieres tener tu recompensa, correrte con la pija dentro de ti.-

-Por supuesto que me gusta y espero que me cojas pero también me siento feliz haciéndote gozar a ti ya sea cunado me castigas o me coges. No imaginas cómo te brillan los ojos cuando me estás azotando.-

-Reconozco que me excita castigarte, para luego cogerte. El destino ha sido generoso conmigo al ponerte en mi camino.-

-Dime, ¿me vas a llevar al ático antes de la cena?-

-No, el castigo con la picana fue muy fuerte y hasta mañana tendrás descanso.-

-¿Después de la cena me dejarás mamártela o me vas a coger?-

-Para esta noche tengo un plan distinto. Dormirás desnuda en mi cama y podremos incluso dormir abrazados.-

-¡Eso sería fantástico! ¡Quedarme dormida con tus manos sobre mis tetas o tu pija apoyándome el culo!-

-Veremos qué surge. Ahora esclava mía prepara la cena. Estoy hambriento.-

-¿Cómo quieres que esté vestida (o desvestida)?-

-Quédate solamente con las bragas. Quiero ver tus tetas moviéndose al compás de tus caderas.-

Julieta preparó la cena y luego de comer se dirigieron al dormitorio. Después de tomar un baño, ambos se acostaron, dejando encendida una tenue luz amarillenta.

Ensayaron varias posiciones incluso un “69”. Era la primera vez que Julieta lo hacía y mientras pasaba su lengua por el glande, sentía los dientes de Marcos jugueteando con los labios vaginales y el clítoris. Se excitación fue tal que se corrió muy rápidamente.

-Nunca me habían hecho eso en la concha. No pude contener la corrida.-

Siguieron los juegos en distintas posiciones hasta que, ya cerca de medianoche, un buen chorro de leche terminó en la vagina de Julieta. Luego se acurrucó en los brazos de su tío y así quedó dormida.

La mañana siguiente transcurrió sin novedad, excepto que Marcos le comunicó que luego del almuerzo tenía algo preparado para ella. Desde ese momento Julieta se sentía excitada a tal punto que con frecuencia pasaba sus dedos por la concha por encima de la bombacha.

Luego del almuerzo se dirigieron al ático. La muchacha iba desnuda y esposada. Marcos la acercó a una columna ubicada a un costado del recinto. Le quitó las esposas la puso de espaldas a la columna y le ató las muñecas por detrás. Otra cuerda que rodeaba completamente su cintura también terminó con un nudo detrás también de la columna y lejos de la posibilidad que lo alcanzara con sus manos.

Otra cuerda rodeó primero uno de sus tobillos y luego el otro, dejando una distancia entre ambos de unos cincuenta centímetros, para completar la vuelta por atrás, rematada en un nudo. Una cinta de embalar selló su boca.

La inmovilidad de Julieta era casi total y todavía no acertaba a  imaginar el castigo. Cuando vio a su tío portando un látigo, comprendió lo que sobrevendría. El primero de los trallazos fue para el pubis, apenas unos centímetros por encima de  la concha. Fuelo suficientemente fuerte como para que de inmediato comenzara a aparecer una gruesa raya roja. El siguiente fue apenas por debajo del ombligo. Del total de trece azotes, siete fueron para el bajo vientre y seis para las tetas. El dolor era importante y la muchacha no podía contener las lágrimas.

Finalizado el castigo, Marcos apagó la luz del ático, cerró la puerta y salió por unos trámites que debía realizar. Así su sobrina quedó amarrada a la columna, a oscuras, amordazada y con el escozor de los azotes. Le embargó la incertidumbre de cuánto tiempo debería permanecer así.

Marcos regresó luego de tres horas que habían sido interminables para su sobrina. Observó una vez más el cuerpo desnudo, indefenso y azotado de su sobrina. Le pareció que era una imagen digna de ser registrada. Fue en busca de la cámara fotográfica y le hizo una media docena de tomas. Antes de desatarla pasó un dedo entre los labios vaginales. Estaban completamente mojados. Dada la lubricación que presentaba la entrada, se quitó los pantalones y se dispuso a coger a su sobrina que permanecía atada y amordazada.

Ésta era casi una violación. Nada podía nacer Julieta para evitarlo aunque no deseaba hacerlo, por el contrario, nada le satisfacía más que ser penetrada. Se sentía ahora doblemente excitada, por los azotes y por esta suerte de violación, también una fantasía algo escondida.

Cerrando sus ojos de pronto se vio a sí misma siendo violada sin posibilidad de defenderse e incluso que era sodomizada y maltratada como una puta. Esto la calentó más aun y se corrió casi de inmediato. Poco después le quitó la mordaza.

-Tío, esto fue casi una violación. ¿Has violado a alguna chica?-

-No, no es mi estilo violar a nadie.-

-¿Te puedo pedir un favor?-

-Dime.-

-Quiero que un día me violes de verdad. Me tomes por la fuerza, que yo me defienda pero tu fuerza es mayor que la mía, puedas someterme y violarme por la concha y por el culo, mientras yo intente defenderme.-

-Curioso pedido. Cogemos todos los días, te la meto por cualquier agujero, te someto a distintos castigos y ahora pretendes pelear para defenderte de una violación.-

-¿Sabes? Es sentir una vez más cómo me dominas, que haces conmigo lo que quieras, que me coges aunque yo me defienda. Es sentirme más esclava, más sumisa.-

-Puede ser. Todas las fantasías son válidas. Quizás, pensándolo bien, a mí también me gustaría violarte, forzarte, que pelees para no ser “ultrajada” pero que finalmente debas aceptar la supremacía de la fuerza que te impongo.-

-¡Has interpretado maravillosamente lo que quiero! La violación puede ir acompañada de agresión física, bofetadas, golpes de puño, etc., para doblegarme. ¿Lo vas a hacer tío?-

-Me has sugerido algo interesante. No te lo anunciaré, un día cualquiera te sorprendo.-

-Sí, no debo saber que me vas a violar hasta el momento que me tomas y comienzas a hacer lo necesario para forzarme.-

-Bueno es hora que te desate. ¿Cómo lo has pasado?-

-Mal, me duele todo de haber estado atada tanto tiempo.-

-Pero tenías la concha húmeda, por lo tanto tal mal no lo habrás pasado.-

-Cuando te fuiste y me dejaste a oscuras tuve miedo. ¿Cuánto tardaste en volver?-

-Unas tres horas.-

-Fue una eternidad. Además me picaba en los lugares que me azotaste. Tenía ganas de tocarme las tetas, en las marcas del látigo.-

-Eso es lo que pretende tenerte atada luego del castigo.-

-¿Me tomaste algunas fotos? ¿Cómo salieron?-

-Como no podía ser de otra manera. ¡Fantásticas! Estás hermosa atada y con las marcas del látigo.-

-¿Podemos ver juntos más videos de chicas torturadas?-

-He conseguido uno, que se llama “Secuestro y Educación de una Esclava”. Por el resumen que he leído promete ser algo interesante.-

Se sentaron frente al ordenador y comenzaron a mirar el video. Julieta vestía unas bragas solamente.

La sucesión de imágenes, los textos y los gemidos de dolor de la esclava en cuestión calentaron a Julieta, cosa que no escapó a la observación de su tío. Los pezones más duros y salientes, sus movimientos permanentes en la silla y una ligera humedad observada en la bombacha, no dejaban lugar a dudas.

Una de las últimas escenas mostraba a la esclava completamente doblegada, encadenada y realizando trabajos pesados, mientras su “instructor” azotaba distintas partes de su cuerpo desnudo, dejando marcas de todo tipo.

-Debe ser excitante ser tratada así. El único problema es que algunas de esas marcas no se borrarán nunca, si no me gustaría estar en su lugar.-

-No me gusta tratar a una esclava así. Los castigos deben ser más sutiles.-

-¿Qué castigo sería para ti más sutil?-

-Por ejemplo refregarte hojas de ortiga en la concha. No deja marcas pero el tiempo que se frota esas hojas es absolutamente insoportable, lo mismo que dejar caer unas gotas de alcohol tanto en la concha como en el agujero del culo.-

-¿Me vas a castigar así?-

-No lo sé, pero es una posibilidad.-

-¡Por favor tío! Quiero que algún día me lo hagas.-

-Es posible. Mientras aceptes puedo hacerte distintas cosas. Lo que no quiero es llegar al límite de abusar de tu cuerpo más allá de lo que quieras.-

-Tío, quiero ser tu esclava. Que me hagas cosas, que me cojas, que esté a tu disposición y que me hagas lo que quieras.-

-No Julieta. Hay límites en las cosas. Una cosa es jugar a esclava y otra ser esclavizada.-

-Bueno, pero quiero seguir jugando a esclava.-

-Esta noche dormirás encadenada en el ático.-

-¿No vas a cogerme antes de encadenarme? ¿No vas a usar mi conchita o mi culito?-

-¡Sí, claro que usaré nuevamente tu conchita antes de encadenarte! Yo también me estoy calentando.-

Luego del polvo la llevó al ático y la encadó sobre la mesa de castigos. Julieta apenas podía moverse y así debió pasar la noche.

Continuará

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