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El Legado de Manuel Ocaña (4 de 7)

en Dominación

El Legado de Manuel Ocaña (4 de 7)

Juan se retiró a descansar. Hubiera querido usar a alguna de ellas, pero en el estado en que estaban las tres, era imposible. Llamó a una de sus antiguas amigas y pasó la noche con ella, que ignoraba que en la residencia había tres mujeres encadenadas. Fue una noche de lujuria. Parecía que la situación excitaba mucho a Juan y usó el cuerpo de su amiga repetidamente. Antes que amaneciera su amiga se retiró de la casa.

Luego regresó dónde las mujeres permanecían encadenadas. Ya estaban despiertas pero no se habían movido ni un centímetro de la posición en que las había dejado. Procedió a quitarles las restricciones y les ordenó que tomaran un baño.

-Rápido porque quiero que me preparen un buen desayuno y luego quiero usar el culo de una de ustedes. Quiero que se queden desnudas para observar las marcas del castigo de ayer.-

De inmediato se bañaron y prepararon el desayuno. Una vez finalizado y dirigiéndose a Pilar le ordenó:

-Serás tú la que me brinde el culo para saciar mis ganas.-

De inmediato Pilar se dirigió al dormitorio esperando ser sodomizada, cosa que ocurrió casi de inmediato. Una vez que descargó su leche, comenzó a interrogarla.

-Quiero que me cuentes qué has sentido ayer durante el castigo.-

-Mi Señor, he sentido que volvía ser su esclava, que estoy para servirle y satisfacer sus caprichos. Nuevamente le agradezco que ayer me lo haya recordado.-

-Supongo que tres mujeres juntas no se habrán quedado calladas durante la noche. ¿De qué hablaron?-

-Los temas de los cuales hablamos fueron los castigos recibidos y que anoche Mi Señor no había dispuesto de ninguno de nuestros cuerpos. Cada una de nosotras relató las sensaciones físicas y síquicas que recibimos.-

-Las sensaciones físicas, me las imagino por las marcas de sus cuerpos. En cuanto a que no dispuse del cuerpo de ustedes, no hubo problemas ya que me acompañó durante gran parte de la noche una joven que conocí hace unos meses con la cual mantenía relaciones antes de hacerme cargo de esta casa.

-¿Ha disfrutado de esa joven?

-Sí y mucho. Es muy joven y tiene un cuerpo delicioso y una conchita estrecha que es una fiesta usarla.-

-Si le ha resultado tan agradable a Mi Señor, ¿por qué no la esclaviza? Si en lugar de tres, tiene cuatro, hay mayor variedad para elegir.-

-No es una mujer para esclavizar.-

-Mi Señor, no se equivoque. Muchas veces las apariencias engañan. Debería, por lo menos, intentar esclavizarla ya que le ha gustado cogerla. ¿Por qué no tenerla siempre a disposición?-

-Si bien no tiene pareja estable y creo que se acuesta con varios hombres, no le veo condiciones para ser una esclava.-

-El látigo convence más que las palabras. Una vez que está en sus dominios, algunos buenos castigos como los que Mi Señor sabe aplicar, la convencerán. ¡El látigo hace maravillas!-

-No me imagino a Mercedes, desnuda y con los brazos en alto, con su cuerpo cubierto de marcas de látigo, creo que ella no podría soportarlo.-

-¿No le gustaría tener a Mercedes desnuda, atada y Mi Señor empuñando un látigo, mientras ella tiembla de miedo? ¿No le agradaría azotarla y luego cogerla a su gusto?-

-¡Por supuesto que me gustaría! ¿A quién no? Imaginar su hermoso culo respingón cubierto de rayas rojas, con lágrimas corriendo por su rostro, mientras puedo magrear y retorcer sus pezones me excita, tanto que quiero cogerte otra vez.

-Si quiere hacerlo por la concha, a pesar de lo dolorida que la tengo, será un placer que Mi Señor utilice mi cuerpo.-

-Creo que bastará con una buena mamada como tú sabes hacerlo. Ya has sufrido bastante con la picana ayer como para hacerte sufrir hoy penetrándote porla concha. Hazlo que sabes hacer muy bien.-

De inmediato Pilar comenzó la faena que tantas veces había hecho (y disfrutado) logrando una buena eyaculación en su boca.

Juan, luego de descargar su leche quedó pensativo respecto de Mercedes. ¿Podría esclavizarla a ella también? Era una  jugada difícil. A Mercedes la conocía desde hacía un tiempo pero él nunca le había dicho de sus fantasías de tener esclavas. ¿Cómo lo tomaría? En un rapto de inconciencia lo consultó con su esclava preferida.

-Pilar, ¿cómo crees que debe hacerse para esclavizar a Mercedes?-

-Debe comenzar como un juego. Sabes que puedes hacerlo por las buenas… o por las malas. Creo que puedes decirle que un amigo te hizo llegar un contrato de sumisión que una mujer ha firmado por su propia voluntad. Viendola reacción MiSeñorpodrá deducir si será por las buenas o por las malas.-

-Cuando lo haya leído le puede preguntar, a modo de chanza si estaría dispuesta a firmar algo así. Si el “no” es dubitativo, el camino está abierto. Si es un no rotundo, entonces hay que buscar el camino… por las malas.-

-Pero si no quiere, creo que será difícil engañarla, como ha sido con Noralí.-

-No crea Mi Señor. En algunos hoteles se alojan empresarios que quieren pasar la noche con una ramera. Es cuestión de convencerlos que el lugar ideal es aquí y alguno de ellos la traerá para aquí. Luego usted puede encargarse de todo.

-Pero Mercedes no es una puta. ¿Cómo crees que accederá a acostarse con un extranjero?-

-De eso se encarga el conserje del hotel. Muchas mujeres lo hacen por dinero y un empresario extranjero, que no la compromete, es un señuelo ideal. Luego al empresario se le consigue otra puta, muy bien paga y asunto concluido.-

-Lo ves muy fácil.-

-Yo le buscaré una copia de un contrato de sumisión y prueba su respuesta. ¿Tiene familiares que puedan seguir sus movimientos?-

-Mercedes siempre ha sido una chica muy independiente. No tiene familiares en esta ciudad.-

-Entonces todo lo que necesita es invitarla otra noche a pasarla con Mi Señor. Una vez aquí podemos ayudarle a encadenarla y someterla. Nadie se enterará y no es necesario recurrir a ningún empresario. ¿Qué hace ella?-

-Es estudiante de Derecho.-

-Las estudiantes son las ideales para esclavizar. Si cuando esté aquí, se rebela a convertirse en esclava, ya le he dicho: El látigo, la picana u otros instrumentos la convencerá de obedecer y satisfacer los caprichos de Mi Señor.-

-Pilar, es una propuesta audaz.-

-El mundo es de los hombres audaces y Mi Señor lo es. ¿Por qué contentarse con tres esclavas solamente si puede tener más?-

-Cambiemos de tema. ¿Qué puedes decir de los comentarios que surgieron entre ustedes?-

-Mi Señor, usted sabe que estaba preocupada porque no castigaba mi cuerpo. Ayer mientras la picana recorría mis partes más sensibles y hacía un esfuerzo por no gritar en proporción a lo que estaba sufriendo, sentía que todavía le resultaba agradable mi cuerpo y me consideraba su esclava. Que usaba mi cuerpo para su propio placer y me sometía a su voluntad. ¡Me hizo muy feliz! Julieta sintió aproximadamente lo mismo y Noralí no esperaba castigos pero luego entendió que esta comenzado a incumplir los deseos de Mi Señor y aceptó el castigo. Como conclusión ha sido muy beneficioso lo que usted ha hecho. Todas las esclavas recordamos claramente nuestro papel de sumisas y que lo único importante es satisfacerlo. Nuestros sentimientos no cuentan.-

-No sabes lo que me alegra que me digas estas cosas. He reflexionado y creo que es importante que sientan quién es el amo, le teman y le respeten y para ello es necesario castigarlas con frecuencia.-

-Así es Mi Señor. La educación de una esclava no finaliza nunca y tampoco debe olvidar lo aprendido y para ello el látigo golpeando nuestros cuerpos, es lo mejor.-

-¿Crees que Noralí todavía no acepta su condición de esclava?-

-No, todavía no lo acepta y espera un día poder escapar de aquí.-

-¿Eso quiere decir que debo ser más duro con ella?-

-Mi Señor no me resulta fácil decirlo, pero le he hablado muchas veces y no comprende que sus sentimientos no cuentan, que está solamente para complacer al amo y nada más.

-La voy a colgar de las tetas hasta que me implore que quiere ser mi incondicional esclava.-

-Tenga cuidado con colgarla de las tetas. Puede tornarlas casi inservibles para usos posteriores.-

-¿Qué aconsejas entonces?-

-Suspenderla de los tobillos y someterla a una larga sesión de picana eléctrica. También puede coserle los labios de la concha o de la boca.-

-Si le coso los labios de la concha, no la podré coger.-

-Puede sodomizarla. Para ella es humillante que se la metan por el culo. Otro castigo fuerte es azotarle con una caña en las tetas. Puedo asegurarle que es una tortura muy dolorosa o colocarla a horcajadas sobre un caballete y que su concha apoye sobre el fino borde de la madera. No resistirá mucho tiempo sin que se avenga a complacerlo con tal de dejar de sufrir.-

-Mañana me encargaré de ella. Puedes retirarte.-

Así finalizaba otra etapa en la residencia de Juan Orozco. El resto de mañana quedó analizando la posibilidad de esclavizar a Mercedes.

Sin duda Mercedes tenía un cuerpo espectacular. Comenzó a repasar sus distintas partes. Lo que siempre le había llamado la atención era su culo. Redondo, bien formado, con unas caderas estrechas, de carnes muy firmes. Sabía que regularmente hacía gimnasia y posiblemente ese fuera el motivo de la turgencia de sus glúteos y, por supuesto, su edad, 21 años.

A pesar que había tenido relaciones sexuales con ella varias veces, nunca le había permitido metérsela por el culo. Lo máximo que había logrado fue introducir dos falanges del dedo índice en el agujero.

Seguramente él disfrutaría sodomizándola mientras ella gritaba y sollozaba diciéndole que no se la metiera por el culo. Poder gozar ese agujerito que tanto le había intrigado, sería un triunfo importante.

También ese culo sería susceptible de algún castigo con una vara o un látigo. La imaginó amarrada boca abajo en la mesa mientras descargaba unos buenos azotes cuyas marcas pasaban de rojas a moradas sobre esa piel tan blanca. Suponía que su rostro se llenaría de lágrimas, aun más cuando luego de finalizada la azotaína le introdujera un grueso consolador en el mismísimo agujero.

Luego pensó en las tetas de la muchacha, que también eran destacables. ¡Cuántas veces las había magreado! Redonditas como limones en punta, firmes, de piel suave, coronadas por dos areolas y dos pezones prominentes y firmes. Ni muy grandes ni muy chicas, el tamaño justo para que no se cayeran ni se perdieran en el pecho.

De pronto imaginó esas tetas con dos gruesas rayan que cruzaban de lada a lado, dejados por una vara que había impactado sobre las mismas. Con frecuencia no usaba corpiño y las ligeras telas de sus camisas permitían vislumbrar sus formas. Sin embargo él las había observado desnudas y las había acariciado. No se vería frustrado quién llegara a esa instancia. Unas tetas magníficas. ¡Sí señor!

¿Unas pinzas en los pezones? No era una mala idea colocarle unas pinzas cocodrilo apretando esos pezones que eran tan carnosos. Ella también se quejaría del dolor, sin saber qué le esperaba. ¡Unas descargas eléctricas! Eso era algo que todavía no había probado con sus esclavas actuales. Aplicarles descargas entre los pezones. Sería una buena idea.

También imagino colocar esposas en la base de cada teta. Sería un buen lugar para fijar una correa y conducirla. Seguramente no podría negarse a moverse cuando tirara de las tetas.

Pensó en atravesarle algunas agujas o, mejor aun, atravesar los pezones con sendos  alfileres de gancho de los cuales colgaran una pequeñas campanitas. ¡Se vería hermosa!

Luego recordó la espalda de Mercedes. Varias veces, ella acostada boca abajo dejaba su culo y su espalda para ser acariciada. Una espalda recta, que marcaba las vértebras regulares, de piel sedosa. Muchas veces había pasado su mano por esa espalda, e incluso se había sentado a horcajadas sobre el culo de Mercedes y había masajeado esa espalda y hombros. Ahora la imaginaba siendo azotada mientras sucesivas marcas iban apareciendo sobre la piel blanca y lustrosa de su espalda y ella se retorcía de dolor mientras imploraba que cesara el castigo. ¡Que momento! Se sentía poderoso, el amo, el rey. Poseer esa mujer a su antojo comenzó a excitarlo y dejaba volar la imaginación más y más.

Un tatuaje con textos tales como “Esclava de Juan Orozco” o “Sumisa de JO” o “Para servir a Juan Orozco” o simplemente sus iniciales, serían un buen adorno sobre la escápula derecha.

¿Y el culo? Ese culo que tantas veces había admirado. Azotarlo con distintos instrumentos hasta que no pudiera sentase sin sentir un intenso dolor, o separar sus glúteos para mostrar un ano apretado y que él estaba dispuesto a abrir.

Ahora fijaba su atención en el vientre, el pubis y… la rajadurita que tenía entre sus piernas. Desde que conoció sus intimidades, Mercedes llevaba la concha depilada, dejando solamente un línea de pelitos que partían desde los labios vaginales y llegaban unos cinco centímetros más arriba.

Se podría pensar que todas las conchas son iguales, pues no. La concha de Mercedes tenía algo distinto, quizás más cerrada que lo común aun cuando separaba las piernas. Al penetrarla se sentía lo ajustado de la propia entrada y de la vagina, lo que aumentaba el deseo de cogerla aun más, de clavarla hasta el fondo.

Pensó en un castigo: Luego de cogerla, cerrarle la entrada con dos alfileres de gancho que atravesaran los labios vaginales. No era algo original, pero le excitaba de solo pensarlo.

Si bien hacía menos de un día había azotado sin piedad la concha de Julieta, no era la idea que en ese momento le surgía. Por el contrario pensaba en lo delicioso que había sido cogerla la noche anterior y lo que podría ser tenerla en el momento que quisiera, a su entera disposición. De todas maneras no descartaba algún castigo en ese sensible lugar (aparte de cerrarle el paso con dos alfileres de gancho). Disponía de otras conchas si circunstancialmente no podía usar esa

Ese vientre plano, adornado por un ombligo con un pequeñísimo “piercing” sería un objetivo de unos buenos latigazos. La sensible piel de esa zona se marcaría con facilidad, mostrando las líneas dejadas por los azotes. También clavarle alguna aguja en el propio ombligo sería doloroso y mostraría nuevamente el poder sobre su esclava.

Se preguntaba cómo serían las mamadas dela muchacha. Nuncale había pedido que le hiciera una felación, pero imaginaba que ella no disfrutaría poniéndosela en la boca, pero eso ¿importaba? ¡No! Una esclava está para satisfacer a su amo, no para disfrutar de una mamada. Imaginaba la cara de disgusto cuando la obligara a chuparle su pija y tragarse la leche dejada en su boca.

De pronto la imaginó amordazada atada a un caballete de espaldas, mientras le colocaba pinzas cocodrilo en los pezones, los lóbulos de las orejas, las aletas de la nariz y en los labios vaginales, cuyos dientes se incrustaran en la sensible piel. Querer gritar, insultar, pedir piedad y no poder articular palabra, solamente un sonido más parecido a un aullido que aun grito humano.

Pilar, al sugerirle esclavizar a Mercedes, había encendido una mecha que permanecía apagada. ¿Por qué no disponer de una esclava más? En particular Mercedes sería una esclava envidia de todos los quela conocieran. Juanhabía perdido todos los escrúpulos y ya no le importaba que Mercedes fuera una muchacha con la cual habían compartido momentos gratos para ambos. Ahora le importaba solamente que los momentos gratos fueran suyos. Mercedes no contaba en eso.

De pronto reaccionó. ¿Qué estaba pensando? Todo eso era una locura. ¿Cómo podía habérsele ocurrido la posibilidad de esclavizar a Mercedes? No, era una utopía aunque sí una fantasía que le hubiese gustado hacerla realidad, si bien la consideraba casi imposible. Se debatía entre dos posiciones: esclavizarla u olvidar el tema.

Después de todo tenía tres mujeres a su disposición, dos de ellas muy sumisas y aceptando todo, desde recibir castigos a dar placer y en cuanto a la tercera, todavía había que someterla un poco más para que fuese una verdadera esclava, aunque sí satisfacía sus caprichos sexuales. Pensó en un castigo ejemplar, que no olvidara fácilmente.

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